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es/mail/46
Tema Central:
Abstract: This article analyses the 2030 Agenda focusing on its purpose of being
transformative of current development models. It describes its main strengths,
contradictions and notable absences, produced by global actors´ action according to
the current limits on global power distribution. The 2030 Agenda has to be understood
politically in order to drive the deep changes it pretends. Another understanding, which
is going on, would prevent reaching Sustainable Development Goals, increasing the
global threat characterized by exclusion and unsustainability. The article ends with the
analysis of the monitoring mechanisms and the challenges for political participation
during implementation period.
Índice:
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La Agenda 2030: Contradicciones, transformaciones y resistencias
Pablo José Martínez Osés. Doctor en Relaciones Internacionales. Colectivo La Mundial
La Agenda 2030 ha sido construida tras dos largos años de debates y consultas
múltiples y variadas en las que organizaciones sociales, empresas
multinacionales, e incluso personas individuales han podido realizar
aportaciones. El complejo proceso de elaboración de la Agenda 2030 ha
mostrado las tensiones en la distribución del poder global, lo que se refleja en
el análisis de la Agenda como resultado, que está marcado por los límites del
sistema de relaciones de poder transnacionales del que surge, tal como se
analiza en el Informe de la Plataforma 2015 y más (Martínez Osés, 2015).
Aunque su formato aparente un consenso entre todos los países, la Agenda
2030 es más bien un agregado de diferentes perspectivas, prioridades e
intereses de muy diversos actores. La Agenda 2030 debe entenderse antes
como un muestrario de desafíos y contradicciones que como un programa
consensuado y listo para ser implementado. Los 17 ODS de la nueva agenda
muestran tanto los desafíos por enfrentar como los límites que el actual sistema
internacional y la correlación de fuerzas entre diferentes actores y sus prácticas
imponen ante dichos desafíos. En consecuencia, para que la Agenda 2030 sirva
como orientación para las transformaciones que se propone, es preciso
interpretarla políticamente, es decir, analizando cuáles son los cambios en las
actuales relaciones de poder que tienen que producirse durante el periodo de
implementación para que las transiciones hacia un mundo más sostenible,
equitativo, justo y pacífico sean algo más que retórica de las relaciones
internacionales (Martínez Osés y Martínez, 2016). Pensar la Agenda 2030 como
un consenso alcanzado y cerrado, obviando las contradicciones que contiene y
la ausencia de orientaciones para las cuestiones sistémicas, es contribuir a que
las actuales dinámicas de empobrecimiento, inequidad e insostenibilidad
crecientes continúen su dramática marcha hacia un mundo progresivamente
más inseguro, más incierto, más deteriorado y amenazado ambientalmente y
más excluyente para cada día una mayor cantidad de personas.
La universalidad de todas las metas indica que absolutamente todos los países
deben sentirse comprometidos con los ODS, puesto que ningún país del mundo,
independientemente de su grado relativo de riqueza o desarrollo, puede
considerarse adecuadamente desarrollado. Hay evidencias de que los países
ricos deben cambiar sus modelos actuales de desarrollo porque los actuales no
son universalizables para todas las personas del planeta. Es preciso prescindir
de la lógica Norte-Sur que divide a los países del mundo en función de los
niveles de desarrollo medio, para comprender que las dinámicas de
empobrecimiento, exclusión e insostenibilidad son principalmente de carácter
transnacional y por lo tanto comunes al conjunto de países aunque se expresen
de forma diferente según las condiciones previas y las relaciones de poder que
se den entre territorios, colectivos y personas. En consecuencia la Agenda 2030
ya no se limita a exponer metas para la cooperación internacional, sino que
apela a todas las políticas públicas de todos los países, que deben lograr las
transformaciones propuestas.
La integralidad indica que todas las metas son igual de importantes, de forma
que no se puede priorizar ni jerarquizar ninguna sobre el resto. El desarrollo
sostenible está definido como un proceso multidimensional que debe atender
conjuntamente las dimensiones sociales, económicas y ambientales. Un
progreso que sólo atienda a algunas de dichas dimensiones es un mal progreso.
Por ejemplo crecimiento económico a costa de la justicia social o a costa de
consumir recursos naturales escasos no es desarrollo sostenible. En este
sentido la Agenda 2030 invita a abandonar posiciones de carácter economicista
que aún constituyen el núcleo duro de las agendas políticas de los gobiernos,
subordinando el resto de dimensiones a consideraciones más dogmáticas que
demostradas sobre macroeconomía y crecimiento económico. Incluso en el ODS
8, dedicado específicamente a alentar el crecimiento económico éste viene
condicionado por su carácter sostenido, inclusivo y sostenible, tres calificativos
condicionantes que acompañan en la declaración al término crecimiento
económico en todas y cada una de las ocasiones en que aparece, algo muy
distinto de la actual concepción de crecimiento económico medido
habitualmente en términos de aumento del PIB.
Fuente: K. Raworth (2012), “A safe and just space for humanity: Can we live within the
doughnut?” discussion paper, Oxfam, Oxford, based on J. Rockström et al. (2009), “A safe
operating space for humanity”, Nature, Vol. 461, pp. 472-475
y éste no puede ser más desalentador. Por eso conviene afirmar con claridad
que los medios de implementación de la Agenda 2030 son claramente
inadecuados e insuficientes, en un contexto político marcado por el poder del
sector privado transnacional sobre el capital disponible —facilitado por el marco
de políticas desreguladoras en la materia—, en el que el papel que se le otorga
a las organizaciones sociales es el de comparsa de las actuales estructuras de
poder transnacional (Prato, 2016).
Por otro lado disponemos del Global Sustainable Development Report 2016
(United Nations 2016a) publicado por el Departamento de Asuntos Económicos
y Sociales del ECOSOC durante la celebración del High Level Political Forum on
Sustainable Development (HLPF-SD) en julio de 2016. Este informe ha contado
con la participación de 245 científicos y expertos de 27 países diferentes
además de 20 agencias, departamentos y programas del sistema de NNUU. El
propósito de este informe es diseñar una evaluación de evaluaciones,
presentando una serie de perspectivas científicas de relevancia política, puesto
que trata de explorar enfoques científicos que puedan informar la acción
política en relación a la implementación de la agenda 2030. Su aproximación a
la agenda se centra en la integración y en los vínculos entre los ODS, los
diferentes sectores y problemáticas a los que se refieren, confirmando la
complejidad y la interdisciplinariedad de las problemáticas del desarrollo
sostenible, que involucran relaciones complejas entre las dimensiones
económica, social y ambiental.
El propósito de este informe es doble, por un lado generar una interface entre
conocimiento científico y gestión política replicando para el desarrollo sostenible
lo que ha significado el IPCC para el cambio climático. Se trata de mostrar
evidencias sólidas de los efectos que las acciones e intervenciones políticas
tienen sobre las condiciones de desarrollo. El segundo propósito es promover la
necesidad de un enfoque integrado para examinar los ODS, consecuente con la
consideración multidimensional e integral de los procesos de desarrollo. En su
primera edición analiza algunas de las interrelaciones y nexos entre desarrollar
infraestructuras, reducir las desigualdades y construir resiliencia, cuestiones
contempladas en 15 metas de 9 ODS diferentes. Muestra cómo una
intervención en una de esas áreas puede afectar en las otras positivamente
(sinergias) o cómo una mejora en una puede generar un empeoramiento en
otra (trade off), y cómo estas relaciones pueden cambiar condicionadas a
son los ejes principales para articular una respuesta a la altura de los desafíos
de nuestro tiempo.