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Neil Postman
Resumen Abstract
Cuando una tecnología irrumpe en el ámbito de una cul- When a particular form of technology materializes in the
tura no se limita a cumplir las tareas obvias asociadas a environs of a culture, it accomplishes far more than the
su función: modifica la realidad del usuario, y al usuario obvious tasks associated with its function. It modifies the
también. Ciberespacio, cultura y sociedad son palabras user’s world as well as the user. Cyberspace, culture and
que suponen una interpelación, ante la que los académicos society are words that raise questions academics are ca-
tenemos que generar respuestas que nos permitan com- lled on to answer in a way that enables us to understand
prender su realidad, y explicarla a nuestros lectores. the reality of cyberspace and to explain it to our readers.
Palabras clave: Internet, estructura social, cambio cul- Key words: Internet, social structure, cultural change,
tural, red informática, sociedad contemporánea, política. information technology network, contemporary society,
(Fuente: Tesauro de la UNESCO). politics.
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Una tecnología es a un medio lo que el cerebro dad de su organización social. En realidad eran
es a la mente. Como el cerebro, una tecnología las creencias las que dirigían la invención de las
es un aparato físico. Como la mente, un medio herramientas, al tiempo que limitaban los usos
es la utilización que se hace de un aparato fí-
que les eran asignados. En una cultura de herra-
sico. Una tecnología se convierte en un medio
cuando emplea un código simbólico particular,
mientas, éstas no son intrusos ni agresores: son
cuando descubre su lugar en un ámbito social recursos auxiliares para optimizar el trabajo.
específico, cuando se insinúa en contextos eco-
nómicos y políticos. En otras palabras, la tec- En una cultura que utiliza herramientas, la tec-
nología es sólo una máquina. Un medio es el nología no es vista como algo autónomo, sino
entorno social e intelectual que una máquina que está sometida a la jurisdicción del sistema
crea (p. 88). religioso o social. En una tecnocracia, en cam-
bio, las herramientas desempeñan una función
Acaso la misión de la posmodernidad mediática central en la imagen del mundo de la cultura que
e internáutica es la conversión de la antropolo- las produce. Los mundos social y simbólico se
gía en un departamento de la mediología: si el someten cada vez más a las exigencias de su de-
hombre construye la técnica, la técnica constru- sarrollo. Las herramientas no están integradas
ye al hombre, y la tecnología internáutica cons- a la cultura: la atacan, y pujan para convertirse
truye al hombre que se relaciona con ella. Tal ellas mismas en la cultura.
vez quepa hablar de antropomediología, porque
la revolución tecnológica impulsada por nuestra
En la tecnópolis desaparece la tradición, porque,
cultura genera una cultura bien distinta de la que
aunque siga ahí, se vuelve invisible. La tecnó-
inició la aventura de la técnica.
polis redefine lo que se entiende por religión,
por arte, por familia, por política, por historia
Una antropomediología parte del supuesto de
y por verdad, para que las definiciones sociales
que los medios son algo más que tecnologías:
se adapten a sus exigencias. Tecnópolis es una
son códigos y lenguajes, entornos sociales e inte-
tecnocracia totalitaria (Postman, 1994, pp. 36-
lectuales, que no existirían sin la revolución tec-
38), y ninguna de sus manifestaciones escapa a
nológica al servicio de las múltiples formas de
su capacidad de redefinir lo preexistente.
comunicación que conoce la sociedad moderna.
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Vaticano es hoy –además de una sede instalada tio a otro, de una web a otra, hace uso de medios
en el mapa de Roma, y un conjunto de edificios que están en la red –periódicos, radios, televi-
prestigiosos–, una web en Internet, al que acu- sión–, habla –por teléfono, o en un chat– publi-
den el investigador y el creyente, en busca de ca sus confidencias, liga, baja películas, música,
una relación distinta con la sede de Pedro. videos, trae a la pantalla textos de antiguos o
nuevos libros, abandona su contexto de origen e
¿Qué tendencias culturales favorece? ingresa en la intimidad de otras sociedades, es-
cruta sus periódicos, conoce el discurso de sus
Internet reúne las condiciones para impulsar líderes, regresa a casa...
una tendencia cultural dinámica, interactiva, en
la que el sujeto participa a la vez que la hace Podemos decir que la tendencia de la red es con-
suya. En la red están la pornografía y la religión, vertir al internauta en un cosmopolita, en un cos-
la pederastia y la oración, la empresa y el in- monauta: su nave es su despacho; sus mandos son
ternauta insociable, el periódico y el video, la el ratón deslizándose por la pantalla y el clic que
biografía de los grandes hombres y la respetable le permite navegar desde una web de su pueblo
crónica de hombres pequeños, la publicidad y la en Kinshasa a una web de California, y de ésta a
venta de productos, la música y las bibliotecas, otra de la Patagonia, de Pekín o de Katmandú.
la soledad y la compañía, el sexo y la cultura, el
comercio y la estafa, el interlocutor invisible y La tendencia cultural que impulsa es icónica y
el ligue. Y, como acontece con la televisión, es abstracta, activa y no pasiva, mestiza de géneros
en la formación del ciudadano, en sus expecta- y de formas de comunicación anteriores, sien-
tivas y en sus necesidades, donde se decide qué do lo probable que se confirme una tendencia
se usará de la inmensa oferta de servicios que especialmente favorecida: la de la industria del
representa Internet. entretenimiento y de la evasión.
Podríamos añadir que Internet favorece una ten- Afirma Eco que Internet ha restablecido la pri-
dencia cultural que pone al individuo –aislado–, macía de lo escrito, y que el internauta es un
en relación con la oferta cultural, informativa y hombre de la galaxia de Gutenberg: después de
de entretenimiento accesible desde la red, con Marconi y el telégrafo sin cable, con Internet he-
una diferencia en relación con un universo cuyo mos vuelto a la transmisión por cable telefónico
centro era la televisión: él actúa, interactúa, par- (Eco, 2006).
ticipa, no es una mera terminal pasiva, sino una
parte activa de la red, en la que emigra de un si- Y añade algo que no se puede obviar: Internet
nos dice todo, pone a nuestra disposición un re-
pertorio inabarcable de páginas web y de conte-
El internauta, ese conversador solitario, nidos diversos, sin decirnos si tal o cual infor-
está acompañado por una población mación es fiable, razón por la cual una tarea nos
invisible, un número incierto de urge: educar al internauta para la navegación.
internautas, protagonistas de una De lo contrario, el progreso tecnológico que su-
conversación en ausencia, que acaso pone la red podría conducirnos a una regresión
está generando una nueva realidad cultural. En nuestro tiempo, una educación para
social, cultural y política. la e-ciudadanía, en sus aspectos culturales y po-
líticos, nos parece una tarea urgente.
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¿Qué tipo de cultura produce? de “casino electrónico” (p. 469), expresión que
sirve para referirnos a los juegos de lenguaje de
No podemos hablar de una nueva cultura, en los políticos en la red. En ese casino electrónico
el sentido tradicional de un sistema de valores, la ruleta no cierra nunca: los juegos de los po-
porque la multiplicidad de sujetos que hay en la líticos se producen continuamente, las palabras
red, y su diversidad, rechazan “una cultura de caen sobre el tablero electrónico, circulan por la
redes” homogénea. Pero sí podemos decir que red, en un nuevo contexto mediático en el que
Internet instaura la autonomía de la cultura fren- antiguos medios interactúan con el nuevo sopor-
te a las bases materiales de nuestra existencia te técnico que llamamos Internet.
(Castells, 1996, p. 514), y crea una cultura que
es a un tiempo de lo eterno y de lo efímero: lo En principio y en teoría, podemos decir que In-
primero, porque alcanza a toda la secuencia de ternet produce una cultura que es la cultura pre-
las expresiones culturales; lo segundo, porque existente, impulsada por este novedoso soporte
cada disposición depende del contexto y objeti- técnico, y una cultura propia, novedosa, en la
vo por los que se solicita una construcción cul- que el usuario participa activamente, porque no
tural determinada. Y no estamos en una cultura es una mera terminal, no es un sujeto o receptor
de la circularidad, sino en un universo de expre- pasivo, no es el receptor de la aguja hipodérmi-
siones culturales de temporalidad indiferenciada ca, ni su actividad se limita a manejar el mando
(p. 497), no en un circuito cerrado, sino en una a distancia, como en la era de la televisión: el
suerte de aleph borgeano, “el lugar donde están, usuario forma parte de la cultura que recibe.
sin confundirse, todos los lugares del orbe, vis-
tos desde todos los ángulos” (Borges, 1975, p. Y no está claro hasta qué punto las mediaciones
166), “el inconcebible universo” (p. 171). que actúan en las situaciones de recepción de
otros medios actúan con la misma intensidad en
Además, asienta un código cultural común en la interfaz Internet-individuo: acaso la búsqueda
su funcionamiento, formado por muchos valo- personal de webs, el chat y el correo electróni-
res, muchos proyectos, que cruzan las mentes e co instauran nuevos grupos que alejan al indivi-
informan las estrategias de sus participantes. Es duo de las agrupaciones primarias para ingresar
una cultura, pero una cultura de lo efímero, un en grupos electrónicos, dispersos en el espacio
mosaico de experiencias e intereses, una cultura
y asociados en el espacio virtual de la red. Un
multifacética y virtual (Castells, 1996, p. 227),
caso práctico de esa cultura activa –interacti-
pero no fantasiosa, sino real, porque influye en
va– es Wikipedia, la enciclopedia internáutica
la economía, en el mapa cognitivo de los ciuda-
cuyos artículos sobre los temas más diversos
danos, en el periodismo, en la producción cultu-
son redactados por usuarios de la red, y pueden
ral, en el tiempo de ocio y en la comunicación
política desplegada por gobiernos, partidos y
candidatos. No podemos hablar de una nueva
cultura, en el sentido tradicional de
Pero puesto que “las culturas están hechas de un sistema de valores, porque la
procesos de comunicación” (Castells, 1996, p. multiplicidad de sujetos que hay en
405), alguna nueva cultura se está gestando en la red, y su diversidad, rechazan “una
nuestro sofisticado entorno tecnológico. Castells cultura de redes” homogénea.
habla de las transacciones económicas, y habla
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lazo social (Rey Morató, 2007, pp. 63-65, y 87- poliarquía (Dahl, 1974, p. 18) en la que tanto
104). La primera establece la relación que existe la representación como la participación están en
entre las elites políticas, en tanto que la segunda crisis. A la conocida crisis de la representación
remite a la relación que existe entre las elites y se le añade una crisis de la participación, que
el demos. Y, al menos esta última, parece estar tiene una vertiente objetiva y otra subjetiva: la
a punto de conocer una mutación derivada de la objetiva tiene que ver con el origen y con la na-
irrupción de Internet en el espacio privado de turaleza de la moderna democracia, que no se
millones de internautas. Porque el lazo social define como un sistema participativo, sino re-
siempre ha sido una condición subsidiaria de presentativo; la subjetiva tiene que ver con la
los recursos técnicos a disposición de la socie- conciencia creciente de que, ante las posibilida-
dad, y esos recursos técnicos han conocido un des inéditas de la moderna tecnología –que son
cambio cualitativo y cuantitativo notable desde posibilidades de actuación sobre la cultura, y
que la red está con nosotros. también sobre la política–, la democracia se ha
quedado terriblemente rezagada.
Por eso decimos que, cuando analizamos la no-
vedad de Internet, estudiamos el desafío que su- Ahora que tenemos a nuestra disposición herra-
pone para la política, y también el desafío que mientas para impulsar una participación efecti-
representa para los medios de comunicación va, seguimos utilizando las herramientas de hoy
tradicionales, que también están en la red. Los con la mentalidad y con las rutinas de ayer.
medios de comunicación –radio, prensa, televi-
sión–, se enfrentan a fórmulas de comunicación Por eso debemos mantener una actitud vigilante
que ya no controlan, y hay motivos para pensar y esperanzadora ante la posible evolución de la
que el futuro de la televisión generalista está en red, que no será solamente diversión y evasión
entredicho. Pero Internet supone también un de- –aunque este fenómeno será mayoritario–, sino
safío para la nueva ciudadanía de la democra- también implicación y participación que, dentro
cia, cuya participación en el debate público pasa de no muchos años, tendrán su impacto en el sis-
ahora por la red. tema institucional.
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hay sitio para todos. Nos basta, para construir versalmente nuestras sociedades, es un circuito
democracias de mayor calidad que las actuales, con centro en ninguna parte, e instaura formas de
un minipopulus informado, inquieto, con autén- comunicación horizontal que están todavía en la
ticas ganas de cambiar el estado actual de cosas, infancia, pero que en las nuevas generaciones de
que calificamos de escandalosamente deficitario ciudadanos ya constituyen una realidad cotidia-
desde el punto de vista de las exigencias de una na, sin la que no sabrían estar en la sociedad.
democracia de calidad.
Cultura y política en la era de los
Como decíamos en el libro citado, Internet, ese éx- internautas: el rostro de Jano de Internet
tasis inquietante (Finkielkraut y Soriano, 2006),
con sus políticos online (Anderson y Cornfield, Sabemos que, junto a esa realidad, hay otros in-
2003), su interactividad (Shane, 2004) y sus cam- gredientes más preocupantes: los buscadores sa-
pañas cibernéticas (Cornfield, 2004), podrá miti- ben muchas cosas de nosotros (Batelle, 2006, pp.
gar la crisis de participación de los ciudadanos en 11-32). La sociología investiga el comportamien-
la toma de decisiones políticas, poniendo las ba- to de los internautas –con estudios que manejan
ses para una relación dinámica e interactiva entre variables como comunidad, provincia, país, sexo,
políticos y ciudadanos, al margen de las rutinas edad, estado civil, nivel de estudios, profesión,
impuestas por instituciones y gobiernos. situación laboral, composición del hogar, ingre-
sos y conocimientos de informática, Internet e
Y es que, en el orden de la pragmática política, idiomas–, para conseguir una segmentación de
ya no hay límites teóricos a la construcción de usuarios registrada por los “clic” del ratón.
una democracia directa, aunque, en la práctica,
sabemos que gobiernos y partidos querrán con- Las cookies son ficheros de texto, con datos gene-
jurar el riesgo de perder el poder sobre candida- rados por las instrucciones que los servidores web
turas, sobre listas cerradas, sobre las propuestas envían a los programas navegadores, que se guar-
programáticas y sobre los electores. dan en el disco duro del ordenador del usuario.
Contienen información sobre nuestras búsquedas
En el futuro imaginamos que podrán realizarse anteriores en sus páginas, y completan la informa-
múltiples consultas instantáneas sobre temas di- ción del protocolo de transferencia de hipertexto
versos, o una jornada electoral en la que el ciuda- (HTTP), con la que el servidor web construye su
dano vote desde su casa. Internet atraviesa trans- conocimiento sobre el usuario, a partir del histo-
rial de sus comportamientos anteriores.
Internet atraviesa transversalmente
nuestras sociedades, es un circuito con El clic del ratón y las cookies –al proporcionar al
centro en ninguna parte, e instaura servidor datos sobre las rutas que ha seguido el
formas de comunicación horizontal internauta en las páginas visitadas, codificadas
que están todavía en la infancia, pero en un número de identificación–, brindan una
que en las nuevas generaciones de información relevante sobre lo que hacemos con
ciudadanos ya constituyen una realidad el ratón en la pantalla de nuestro ordenador.
cotidiana, sin la que no sabrían estar en
la sociedad. Si pensamos que el objetivo de las cookies es
elaborar la interfaz del usuario –menú, conteni-
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Las cosas que buscamos cuentan quiénes somos: ello el menor esfuerzo posible. Por el con-
dime qué buscas y yo diré a quién le interese trario, otros aprovechan los intersticios de
quién eres, podría ser la consigna de esta infor- libertad que la red admite.
mación acumulada sobre nosotros, los internau-
tas. Y cuando un portal de Internet tan poderoso 2. Aunque es cierto que “son las estructuras
como Google compra empresas de gestión pu- o las tecnoestructuras las que nos dirigen,
blicitaria online, como DoubleClick y Atlas, lo hagamos lo que hagamos, el poder que nos
queda es el de interpretarlas” (Aron, 1974,
que está comprando es información para poder
p. 57) (1976 en ref.), siempre podemos
poner en la página que visita el internauta los
apostar por la responsabilidad de la inter-
anuncios publicitarios con productos o servicios
pretación, sin abandonar la esperanza de
que puedan interesar a ese perfil de usuario de la
que esa capacidad de interpretar se cuele en
red. Los consumidores que busquen información
la estructura de la realidad, cambiando al-
sobre vitaminas, aerolíneas, hoteles y refrescos
gún aspecto de ella. Hablamos de reflexivi-
posiblemente buscarán anuncios sobre dichos
dad, por la cual los enunciados empiezan a
productos y servicios (Story, 2008, p. 7).
formar parte de la realidad a la que se refie-
Conclusiones ren, enderezando algo que en ella está tor-
cido. Podríamos decir –con Postman–, que
1. Cuando una nueva tecnología irrumpe en la la tecnología es un aparato físico, sólo una
sociedad, y demuestra capacidad de gene- máquina, y un medio es el entorno social e
rar una resonancia notable –la imprenta de intelectual que la máquina crea, siendo esa
tipos móviles, la prensa de masas, la radio, la novedad que representa Internet: el me-
la televisión–, y de inventar nuevas for- dio generado por la máquina.
mas culturales, los dispositivos de control
–gobiernos, Estados, partidos, industria del 3. No se trata de caer en el pesimismo, pues el
entretenimiento, acaso buscadores– afinan doble rostro de Jano que nos enseña Internet
su estrategia, y preparan nuevas formas de no tiene por qué suponer un deterioro en la
comunicación. Por su parte, no pocos de los libertad del internauta: como decíamos en
usuarios, ajenos a las verdaderas dimensio- aquel libro en el que escribíamos nuestras
nes del fenómeno –por aquello que decía primeras reflexiones sobre Internet, la red
Arón: “los contemporáneos son partidarios de autopistas preexiste a los viajes, pero el
o ciegos, como los actores o las víctimas” itinerario que se marca cada uno es libre, y
(1983, I, p. 180)–, disfrutan y se divierten en el interior de cada vehículo el viaje que
con el gran escaparate generado por la nue- se realiza es único, el conductor inventa sus
va tecnología, por el que puede acceder a itinerarios, sus trayectos, los tramos que
todo tipo de entretenimientos, mediando en merece la pena recorrer. En definitiva: las
pretensiones de control de unos no conse-
Las cosas que buscamos cuentan guirán que se abran camino las nuevas for-
quiénes somos: dime qué buscas mas de libertad. (¿impedirán?)
y yo diré a quién le interese quién
eres, podría ser la consigna de esta
4. Parece razonable instalarse en una antropo-
logía positiva, y apostar por el potencial que
información acumulada sobre nosotros,
encierra Internet en orden a construir una
los internautas.
democracia de calidad, que bien puede ser
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uno de los objetivos prioritarios del siglo Aron, R. (1983). Introducción a la filosofía de la
XXI. Sabemos que las relaciones entre tec- historia. Ensayo sobre los límites de la objetivad
nología y sociedad son más complejas de lo histórica. Buenos Aires: Ediciones Siglo Veinte.
que parece a primera vista. La tecnología no
determina totalmente a la sociedad, y tam- Aron, R. et ál. (1976). Preguntas a la Sociedad
poco la sociedad dicta el curso del cambio Actual. Prefacio de Roland Barthes. Caracas:
tecnológico. Y es que el dilema del deter- Monte Ávila Editores.
minismo tecnológico es un falso problema:
parece sensato afirmar que tecnología es so-
Batelle, J. (2006). The Search: How Google and
ciedad, y ésta no puede ser comprendida o
representada sin sus herramientas técnicas hits Rivals Rerwote the Rules of Business and
(Castells, 1996, p. 31). Pero si rechazamos Transformed our Culture. Nueva York. Penguin
el determinismo tecnológico absoluto, po- Group. (En español Cómo Google y sus rivales
demos aceptar una influencia decisiva, in- han revolucionado los mercados y transforma-
controvertible, de la tecnología, como pare- do nuestra cultura. Barcelona: Colección Ten-
ce demostrarlo la historia occidental de los dencias. Ediciones Urano).
siglos XIX y XX. Y el hecho de que la polí-
tica tenga que producirse en el lenguaje de Borges, J. L. (1975). El Aleph. Madrid: Alianza
los medios electrónicos tiene consecuencias Editorial/Emecé.
profundas sobre las características, la orga-
nización y las metas de los procesos políti- Castells, M. (ed.) (1996). La Sociedad Red: una
cos, los actores y las instituciones políticas visión global. Madrid: Alianza Editorial.
(Castell, 1996, p. 512).
Cornfield, M. (2004). Politics moves online:
5. A lo anterior se nos ocurre añadir lo que
Campaign and the Internet. USA: Century
sigue: Internet tiene consecuencias también
sobre los juegos de lenguaje que ejecutan Foundation Press.
los actores políticos, sobre su eficacia y so-
bre la nueva interacción existente entre an- Dahl, R. A. (1974). La poliarquía: del autorita-
tiguos medios de comunicación y la nueva rismo a la democracia. Madrid: Guadiana.
realidad instaurada por la red.
Finkielkraut, A., Soriano, P. (2006). Internet, el
Pero, como quedó dicho más arriba, la posibi- éxtasis inquietante. Buenos Aires: Editorial Li-
lidad de la interpretación representa la libertad bros del Zorzal.
frente a la tecnología, y la posibilidad de apro-
vechar todo lo positivo que tiene Internet, es- Luhmann, N. (1990). Sociedad y sistema: la
quivando o minimizando los aspectos negativos ambición de la teoría. Barcelona: Paidós.
que ese aleph borgeano pueda tener. Lyotard, J.-F. (1984). La condición postmoder-
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