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Vladimir Muñoz: Mi anar­

quismo.—Hem Day: «¿Rabelais


anarquista?» (La Abadía de
Thelema)—Eugen Relgis: Los
caminos de la vida interior.—
Octavio Alberola: El poder uni­
versalista de la ciencia.—Puyol:
Federico García Lorca.—Felipe
Ylaiz: Invitación al psicoanáli­
sis para conocerse.—Víctor Gar­
cía: Temas económicos: El re­
surgimiento de la Alemania
Occidental.—George Woodr ick:
Miguel Bakunín y la Primera
Internacional. Ildefonso: Sobre
el movimiento anarquista en
la Argentina.- Robert Yung:
La vida infernal de los obreros
atómicos de Handford.—t'ampio
(arpio: Entonces nuestra casa
era blanca.—Fritz Brupbacher:
Marx y Bakunín (folletón en-
cuadernablei.

G le a iá la Q M er iá u a l Ayuntamiento de Madrid
P R E C IO : 80 F R S
Las te n d e n c ia s d e l a rte g rie g o se a firm a ro n p rin c ip a lm e n te en el
d o m in io d e la e scu ltu ra . La e scu ltu ra g rie g a es p o c o re lig io s a , menos
id e a lis ta y mas h u m ana. Su p rin c ip a l co n q u ista es la d e los desnudos
fe m e n in o s . Tres nom bres d o m in a n la e scu ltu ra g rie g a : Escopas, L is ip o
y P ra x ite le s .
P ra x ite le s , c o n te m p o rá n e o d e Escopas, tr a b a jó e s p e c ia lm e n te fu e ra
d e su país. E n tre sus obras y las d e Escopas existe un v e rd a d e ro co n ­
tra ste . Busca P ra x ite le s la g ra c ia e le g a n te sin m o v im ie n to s e xagerados
y d e m u e s tra una p re d ile c c ió n p o r las fig u ra s fe m e n in a s . La cortesana
F rin é le s irv ió según se cree, d e m o d e 'o . Su o b ra m aestra es la V enus
d e M ilo .
G ra n n ú m e ro d e estatuas d e A fro d ita anó n im a s se in s p ira n en este
m o d e lo , sin q u e p u e d a a trib u irs e a P ra x ite le s la p a te rn id a d d e to d a s
e lla s. E ntre estas obras anónim as fig u ra la V e n u s d e M ilo (M u s e o d e l
L o u v re ). Fué d e s c u b ie rta en la isla d e M ilo (G re c ia ), e n 1 8 2 0 , d ata
p ro b a b le m e n te del sig lo IV a. d e J. C . En esta e sta tu a , la cabeza
ostenta un p o rte s o b e ra d o ; la fig u ra es id e a l y el b u s to tie n e o n d u la ­
ciones graciosas q u e re c u e rd a n el a rte d e P ra x ite le s .

REVISTA MENSUAL
DE SOCIOLOGIA. CIENCIA
Y LITERATURA
Comisión de Redacción: José
Peirats. Federica Montseny.
Administrador: F. Montsenv,
4. rué Belfort. TOULOUSE
Haute-Garonne).
Precios de suscripción: Fran­
cia, 204 francos trimestre; Ex­
terior, 240 francos.
Número suelto. 80 francos.
Paqucterrs, 15 % de descuen­
to a partir de cinco ejemplares.
Giros: «CNT», hebdomadaire.
C.C.P. 1197-21. 1. rué Belort,
TOULOUSE Haute-Garonne).

Ayuntamiento de Madrid
K£¥ISTA S O C I O I O S I A . C I E N C I A ¥ ü í E K A f l J KA
___________ T o u lo u se , m arzo 1 9 5 4 N° 39

MI ANARQUISMO
OY a tratar en este estudio de lo que para p lica el recon ocer la continua metamorfosis d el fenóm eno,
mí es m i anarquismo. N o d e b o escribir, en de la vida: soy terráqueo. M i patria, en este sentido, es el
este caso, sobre «nuestro» anarquismo, por planeta en que vivo, ínfim o gránulo perdido en la inmensi­
la evidente razón d e q u e cada uno d e nos­
dad sideral; pero m i pech o late d e universalismo. M e siento
otros, tenemos nuestro individual con cepto herm anado con toda la vida cósm ica d e l universal espacio.
sobre el anarquismo. Ya Rafael Barrett com ­ Ahora bien, d el m ism o m od o que el dogm a nacionalista de
prendió esto, al escribir un artículo con idén ­ los doministas atiborra los vacíos cráneos de las gentes con
tico título a este m ío. El m ism o Sebastián el m ito «patria», d e idéntica manera, m e considero en dere­
Faure, aunque n o p ocos eran los partidarios
ch o de descon ocer y negar mentalmente, y prácticam ente
de su sentir anarquista, al exponer lo que él
hasta don de m e sea posible, la división d e la tierra con sus
entendía por sociedad futura, en u n o de los libros utópicos fronteras. Puedo hallarme en determ inado «país» d e los hom ­
más hermosos que existen, usó tam bién el singular: M i c o ­ bres: para m í es un lugar cualquiera de la tierra y des­
munismo.
co n o z co y n iego la denom inación que a él le dan los dom i­
* * *
nistas y aceptan servilmente los esclavistas. Soy com o los
M i anarquismo es m i m od o d e vibrar ante la vida que animales n o dom esticados, que n o saben en q u é «país» se
m e circunda: vida natural y vida artificial d e los hombres. hallan; soy c o m o las aves q u e cruzan en su libre vu elo las
Más q u e fruto de pacientes lecturas es reflexiva reacción ridiculas fronteras d e los hom bres, c o n sus grotescos adua­
contra el m edio. Si a esta reacción la denom ino anarquismo neros; soy com o los indios d e la selva, aun n o «civilizados»
es porqu e entiendo q u e el voca b lo la define bastante bien. q u e descon ocen p o r com pleto la mitomanía patriotera de los
El prefijo an (sin) y el sustantivo arquismo (dom inism o). De eunucos humanos...
idiosincrasia racionalm ente libre, m i pensam iento se rebela D ich o esto, y o n o considero que exista un an-arquista que
contra el arquismo. M i sentir es pues an-arquista. Em pero, tenga una «patria» cualquiera. C om o las denom inaciones
m i rebelión mental n o se detiene ahí. Si estoy en rebeldía para m i im portan p o c o , y sí m ucho el pensam iento recto y
contra el arquismo, lo estoy tam bién contra el servilismo. los hechos, n o ten go por an-arquista a n o importa qué per­
Pues la mayoría de los hom bres oscilan entre el dom inism o sona q u e se pon ga el subtitulo de «griega» o «española». N o
y el servilismo. Nuestra sociedad hum ana es, pues, un in­ dig o, que se am e un lugar determ inado de la tierra más
menso m ercado d e esclavos cuyas piedras angulares son el que otro, por bioestética o por afectividades, clim atología,
dom inism o y el servilismo. La B oetie nos dejó un magistral etcétera. Pero d e esto a decir que se es de tal lugar, media
tratado sobre el servilismo: D iscurso sob re la servidum bre un abism o, el q u e va de mi anarquismo a la idiosincrasia
voluntaria. N i am o ni esclavo. N i tirano ni lacayo. N i pa­ dominista-servilista de los hombres. M í madre espiritual, M a­
trón ni asalariado. H e aquí en síntesis, lo q u e encierra para ría Liacerda d e M oura, escribía en A Lavoura M ineira de
m i el término anarquismo. R ío d e Janeiro (1929), en su magistral estudio «Problem as
* * * ruraes e sociaes» q u e cuando fué a conferenciar a Argentina
estuvo casi continuam ente enferm a de gripe, d eb id o al cli­
M i anarquismo es apatrida. Yo n o tengo patria. N o soy ma d e aquel lugar, n ocivo y nefasto para su organización
n i d e éste ni de aquel país. Y entiendo que es una supers­ física. D esem barcada en Río, se fu é pronto o pasear p o r B o-
tición y un secular preju icio decir: «S oy danés», o «soy b o li­ tafogo, aireando sus pulm ones y bañando toda su persona en
viano». Primero, porque representa reconocer la división na­ el suave clim a carioca, tan saludable para ella. Grande fué
cionalista, históricamente arbitraria, d e los hom bres dom inis- su alegría, al encontrarse d e nuevo allí, p ero de ningún m od o
tas. Segundo, porque biológicam ente, es un m ito, el con si­ d eb e entenderse com o q u e ella era una brasileña, amante
derarse d e tal o cual país, por haber surgido d el útero m a­ del Brasil. Pues com o y o era apatrida, n o tenía patria...
terno en determ inado lugar de la tierra. Científicamente, no
* * «
es d ifícil constatar, que se es d el lugar en que se está: si
y o n o respirara ni me alimentara, en el lugar en que es­ M i anarquismo se basa, esencialm ente, en la soberanía d el
crib o estas líneas, fenecería. Em pero, esta constatación im ­ individuo. M i persona com o integridad física me pertenece.

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M i persona com o evolu ción mental, es mía. Y n iego y no arquista. Estoy contra todos los uniform es e incluso contra
acepto el supuesto derech o y la ridicula pretensión d e los el «traje», ese civil uniforme.
hom bres doministas que, descon ocien do o negando m i per­ Y retornando a m i con cep to de la pobreza voluntaria, son
sonalidad, entienden o creen q u e m i vida les pertenece en para m í arquistas también, todos cuantos llamándose «anar­
u no u otro sentido. D el m is m o . m od o que soy soberano de quistas» y h aciendo propaganda por el «anarquism o», poseen
m í mismo, com pren do fácilm ente que m i soberanía termina en su casa una criada, son patrones en un taller y explotan
allí don de podría lesionar o invadir la del prójim o. M i anar­ d e un m od o u otro a un semejante. L a pobreza, la miseria y
quism o, representa la voluntad de armonía entre las diferen­ y la misma suerte son preferibles, para mi anarquismo, an­
tes soberanías humanas. D e ahí, puede deducirse fácilmente tes que la explotación humana.
q u e n iego la veracidad d e las instituciones arquistas d e los
hombres, entronizadas por la m onstruosidad del Estado, hidra » * »
sangrienta, im placable devoradora y trituradora de hombres.
M i anarquismo, descon oce a la «fam ilia» tal co m o se la
Esencialm ente al Estado, n o lo en foco, e n el solo aspecto
entiende en nuestra sociedad arquista. L o cual n o implica
econ óm ico. M i anarquismo es, ante todo, u n sentir d e con ­
descon ocer la ternura paternal o filial, desde el ángulo b io ­
cien cia y n o d e existencia. E l Estado se m e aparece, primor­
ló g ico y afectivo. Pero n ieg a tod o el pretendido derecho que
dialm ente, bajo el aspecto crim inalógico. Y ninguna crítica
se atribuyen los padres sobre los hijos. Primero, porqu e lejos
escrita existe contra el m onstruo tan veraz para mí, com o la
d e ser éstos frutos d el amor, son engendros del azar. Se­
del crim inalogista yanqui R eginald Brem mer en su obra: The
gundo, porqu e de haber verdaderam ente padres serian «aqu e­
State, en n em y public n. 1. (E l Estado, en em igo pú b lico nú­
llos q u e nos hacen surgir a la' sabiduría, más bien que q u ie­
m ero 1). Y lo m ism o q u e Spencer en T he vían against th e
nes nos precipitan al banal nacim iento» (Sócrates dixit). La
State (E l individuo contra el Estado) afirmo m i derecho de
negar mentalmente al m onstruo y prácticam ente, hasta don­ paternidad dominista es maléfica y superlativamente arquista.
L a fam ilia, es la célula en don de se asienta la grotesca so­
d e m i discreción m e lo permita.
cied ad dominista.
C om pren dido esto, d eb e entenderse que, n o son para m í an­
arquistas, quienes sean asalariados d e una institución cual­ Estoy en pro de las asociaciones voluntarias, afectivas o
quiera d el Estado, b a jo el pretexto más o menos circuns­ amistosas (fam ilias d e elección ) basadas en una alta respon­
sabilidad y alteza d e miras. Estoy en pro d e los hijos del
tancial de lograr el con du m io. Entre la oficina d el Estado o
Am or, para q u e sean hombres libres y n o esclavos del auto­
un puesto retribuido por éste y un vagabun do desheredado
ritarismo paternal,
por la crueldad d e los hom bres, un paria sin pan ni techo,
m i lugar an-anarquista está con este último. N o son, pues, * « »
an-anarquistas, para m i anarquismo, los que de tal se lla­
m en o sobre el «anarquism o» ennegrezcan m il cuartillas y M i anarquismo está en pro de la libertad del Am or. Este
perciban un salario del monstruo. T an sólo pu edo aceptar, es esencialm ente an-arquista o deja d e ser Am or. N iego al
d e b id o a la dificultad d e supervivencia, en una sociedad matrim onio, al q u e califico de prostitución sexo-sentimental.
dominista-esclavista, el lugar d e maestro, siem pre y cuando, Entre una ramera que com ercia con su cu erpo por la calle
con la discreción y habilidad suficiente, el educacionista sea y una pretendida m ujer «honesta» q u e se ven de a u n h om ­
una luz libertaria que ilum ine las con ciencias infantiles. E m ­ bre, en el casamiento, para m í n o existe distinción. Son am­
pero, q u e un anarquista sea un funcionario estatal es algo b os casos d e servilismo. Y por lo tanto d e arquismo. El ma­
incom prensible para mi... trim onio es propietarism o. En nuestra sociedad «m asculinó-
Enten dido así, m i idiosincrasia libre, an-arquista, n o p u e­ crata» la m ujer es la eterna víctima d el instinto sexo-bestial
de n i d e pensam iento dom inar en ningún sentido, a ningún d el hom bre. E s la eterna sacrificada, ca m e d e p la cer que,
ser hum ano: niño, m ujer u hom bre cualquiera. Pues tod o ser mediante la com edia matrimonial, pasa a ser posesión del
es para m i un fin y no un m edio. C om o ta m poco oprim ir a hom bre arquista, c o m o éste p osee u n m ueble más...
ningún animal, b a jo el ridícu lo pretexto d e q u e es «inferior», D eja n de ser an-arquistas para mí, todos cuantos co m ­
pues la experiencia m e ha dem ostrado q u e la inmensa ma­ pran una m ujer a esos mercaderes d e los juzgados, con
yoría de los seres hum anos son m entalm ente inferiores a in­ un certificado d e venta en regla, para así tener un título de
finitos animales n o dom esticados. propiedad. Y n o existe diferencia para mí, entre e l q u e se
* * *
casa p o r la «iglesia» c o m o el q u e contrae m atrim onio ante
el «ju ez». Si lo u n o es recon ocer a la iglesia lo otro es p o s­
trarse ante el Estado, el pináculo d e la crim inalidad humana.
M i anarquismo se confina apaciblem ente e n la pobreza ma­
E stoy en p r o d e la edu cación sexual integral y eso a par­
terial, voluntaria. C om o el fin d e la vida humana es el eu d e­
tir de la infancia. A fav or de la satisfacción senso-sexual des­
monismo, es decir, la búsqueda de la felicida d , la experiencia
d e la pubertad, científicam ente dirigida y en p r o del plura­
m e ha dem ostrado, q u e ésta lejos de encontrarse en los o b ­
lism o am oroso para los adultos, tal com o lo entendía María
jetos o sensaciones exteriores, se halla en la m ente q u e vive
Lacerda (Am ai e nao v o s m ultipliquéis) y tam bién H an R y ­
en paz con sigo misma. Es decir, n o se encuentra en el bien­
n er (L e s orgies sur la montagne).
estar material sino en el con fort d el alma. N o avanzo n i un
milímetro, por la posesión de lo esencialm ente innecesario, Para m í dejan de ser an-arquistas todos cuantos influen­
dentro d el m arco d e las artificialidades humanas. Soy afín a ciados por la m onogam ia d e la religión cristiana oficial, nie­
la ataraxia de E picuro serenamente controlada por la sabi­ gan el pluralismo con hipocresía, propensos a com prar bes­
duría de E picteto. Estoy p o r la blusa d e Tolstoi. Prefiere tialmente los favores d e cualquier hembra apetitosa «e n ven ­
el m anto de D iógenes y la túnica de Jesús. A los lujosos ca­ ta » y ser capaces de com eter un h om icidio si «su m ujer»
rruajes de los m egalóm anos, prefiero el bastón d e peregrino hiciera otro tanto. E sto se ha visto y se ve. Tales indivi­
y d el filósofo. duos entran en el plano de la psiquiatría alienista y de la
E m pero m i con cep to d e la eu dem on ología que, com o veis m egalom anía arquista.
n o es nuevo, n o es puram ente egoísta. Pues entiendo que E stoy en p r o aun d e la mujer libre, tal la heroína d e F e­
poseer materialmente más d e lo necesario es com eter un cri­ derica M ontseny, Clara. M ujer libre, educada, evolucionada,
m en contra nuestros herm anos q u e carecen de lo más in­ an-arquista, dueña y soberana de su cu erpo y de su id io ­
dispensable para su vida. Y o n o d e b o tener un automóvil sincrasia, gestando un h ijo d el Am or con el hom bre de sus
cu ando hay tantos niños que van descalzos... sueños si tal cosa le place. A m an do a uno o varios h om ­
M i anarquismo se fija en el corazón y en la conciencia. bres si tal es su libre deseo... Celos, propietarism o, bruta­
N unca en la apariencia. L a mitomanía d e los servilistas, ba ­ lidad sexual, matrim onio, etc., son con cepcion es del arsenal
sada en la apariencia exterior, es dominista, superlativamente d el arquismo.

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M i anarquismo neomaltusiano. Para mí, uno de los fac­


tores primordiales del desequilibrio econ óm ico del m undo
1 anai? uism° 1 BfcW » e ¡« nora a las religiones de los
hombres. Porque la religión es la superstición del misterio reside en el exceso de población . En la supem atalidad. Así
y sus sacerdotes los mercaderes de él. E n este aspecto soy considerado, el llam ado «problem a social», casi se reduce
racionalmente ateo. E m pero, n o caigo en el obtu so antro- a u n problem a sexual. Estoy, pues, p o r el pacifism o cien ­
p ocen tn sm o d e los incrédulos, creyentes superlativos, pues tífico d e M anuel D evaldes, el neomaltusianismó d e Paul
deihcan al hom bre Y o, com o el gran Psicodoro q u e «lla­ Hobin, i.u gen e y Jeanne H um bert y otros paladines d e esta
m o a las puertas del m isterio y o y ó la extraña repercusión tendencia d el an-arquismo. En nuestros tiempos, profundos
q u e hacían.» entiendo y presiento la existencia d e un im ­ pensadores han en foca d o con gran clarividencia este pro­
pensable. Pero, m e re b elo con rabelesiana risa contra la blem a: el profesor Josué d e Castro, en G eografía da F o m e;
W illiam V ogt, en R oad to survival; Paul R eboux, en Trop
"r iICft uiPretenSiIÓn definir a ese in cognoscible, q u e es
indefinible, en la q u e caen todos los génesis de los libros d E n fa n ts, etc. L os brutos prolíficos, los q u e im ponen en
sileros, de las religiones m on o o politesístas. H abien do es­ arquistas una m aternidad abrum adora a «sus» m ujeres, tra­
tudiado la astronomía a fon d o, estoy lejos d e caer en un ye n d o una prole num erosa a este m u n do de tiranos y la­
esplritualismo a lo Flam marion, y con Thom as H uxley subo cayos, trabajan inconscientem ente para perpetuarlo fabri­
hasta la cim a d e su agnosticism o, cú spide suprema d e las ca n do ca m e de explotación, d e prostitución y de cañón...
humanas especulaciones ante el arcano d e la esplendorosi- * * *
dad universal... Y para descender d e estas alturas vertigi­
nosas, cu y o aire sano perturba a la ignorancia humana, M i anarquismo, sólo defiende el sindicalism o consciente e
transcribo este párrafo sobre el arcano: «... creencia en la inteligente d e la I Internacional. C onsidero com o arquista a
anim ación d el todo, que con d u ce siempre de lo particular a tod o obrero q u e se obsesiona por los «aum entos de sala­
lo general y ve en las órbitas d e los cuerpos celestes en rios» olvidando su verdadera finalidad: la supresión d e los
el espacio, en los m ovim ientos d e los glóbulos de la san­ salarios. La experiencia m e ha dem ostrado q u e una inmensa
gre en el organismo, y en el flu jo y reflujo d e los pensa­ m ayona de obreros son burgueses en potencia. H abiéndolos
m ientos, solam ente manifestaciones de un mismo ritmo, lanzado el azar del nacim iento entre los parias, obsesiona­
com parable a una poderosa c im e n t e , para el cual el idio­ dos por el becerro d e oro, sueñan en la ocasión favorable
ma n o tiene nom bre algu no». (R ud olf R ocker en «E l pen ­ — lotería, elevados salarios, herencia, e t c .,— para engrosar
sam iento liberal en los E E . U U .» p. 134). Si tal es mi re­ las filas d e los plutócratas. E stoy en pro d el obrero cons­
flexión sobre «la cau ja de las causas»», d e b o añadir que ciente, estudioso, voluntariamente p ob re, solidario, sin m a­
ta m poco es nueva en mi. N ihil novum sub solé. L ey en d o a mas de «grandeza», q u e entiende q u e el sindicalism o es
Rocker en el libro precitado, he sabido q u e la profesaba tan solo una transitoria afirmación, tendiendo a suprimir la
también la persona más cu lta que ha tenido el anarquismo vergonzosa explotación d el hom bre por el hom bre.
militante, Stephen Pearl Andrew s, eminente políglota que
* * *
llegó a saber prácticam ente treinta y dos idiomas, entre és­
tos varios lenguajes m onosilábicos.
M i anarquismo n o es mesianista. T ien e por ilusos a to­
dos los Mesías q u e establecen planes arquitectónicos d e so­
ciedades miríficas. M i anarquismo es presenteísta. La escoba
d el tiempo, nos barrerá a todos dentro de unas pocas dé­
M i anarquismo, es integralm ente pacifista. La violencia
cadas. Otras generaciones vendrán: tendrán sus problemas,
d e h ech o o de pensam iento es arquista. N o entiendo
sin duda, com o y o tengo ahora los míos. Em pero, y o «ya
que an-arquista sea sinónim o d e defender su vida o su
no seré d e este m u n do». Por lo tanto, mi anarquismo, es
credo, mediante la belicosidad. M i anarquismo se une de
un presenteísm o individual, refractario e inadaptado a la
buena gana al evangelism o d e E líseo Reclus, al cristianis­
sociedad dom inista «m al inevitable com o la misma muer­
m o reflexivo d e Tolstoi, al armonismo d e Han Ryner y
te». N o se trata, para mí, d e escribir o disertar cóm o vivi­
al fratem ism o de Jesús. Estoy, pues, en contra d el milita­
rán los hom bres futuros, sino de vivir, en la m ed ida de
rismo, ese crim en perm itido, legalizado y fom en tado por el
lo posible, m i anarquism o presenteísta. N o soy de los que
Estado. Poniendo los puntos sobre las íes, tod o militar es
practican el an-arquism o com o esos seres que practican la
para m í un asesino, un crim inal, inmune desde luego, pero
un bandido al fin. teosofía: porqu e el h om bre es un animal que el tedio abru-
ma y tiene q u e ocuparse d e «a lgo» para «matar su tiem­
Son para m í arquistas todos los esclavos q u e fabrican
p o » . L o cual n o im plica que bregue a mi manera por la
armas o las empuñan, para matarse en los cam pos d e ba­
dignificación humana, deseando de to d o corazón que los
talla y así satisfacer las seniles y crim inales extravagancias
hom bres se despojen de sus cadenas y de sus taras, d u lci­
de los militares de carrera y d e los plutócratas d e la tie­
fica n d o la vida com ún c o n sus semejantes. Las utopías son
rra. Y al enrolam iento m ilitar q u e pretende disponer d e mi
sueños d e la im aginación hum ana q u e el tiem po dirá si
personalidad, trocándola en carne de cañón, apta para el
se realizarán algún día. C om o todos los que esto leéis, yo
m atadero guerrero, op o n go m i Ubérrima voluntad d e d e­
viviría encantado en un m undo c o m o el descrito p o r M o ­
serción. E ntendiendo q u e m i vida m e pertenece, n o ~reo
rris en N ew s from n ow h ere (N oticias d e ninguna parte);
efica z oponerse al militarismo com o hacen los objetores de
pero, com o el protagonista de esa hermosa fantasía, al des­
conciencia, refractarios a la guerra por causas ideológicas,
pertar de su sueño y ver la asombrosa fealdad de nues­
engrosando así las ergástulas del dom inism o. H uyo de la
tra sociedad dominista, entiendo q u e s ólo p u ed o vivirlo en
m ortificación martirológica. L a deserción discreta y eficaz, im aginación...
es para mí la sola solución, visto el gregarism o de las
* * *
multitudes humanas, profundam ente belicosas, com o lo ha
dem ostrado S. V ergine en su magistral estudio: «T res mil
M i anarquismo es anti-industrialista. L a sociedad arquis­
años d e terror militar. La masacre d e los civiles a través
ta tal cual la con ocem os nosotros es un fenóm eno d e la
d e los años». (D éfen se d e l'H om m e, 1949-50.) H ay en el
gigantanasia plutócrata. E stoy en contra d e las agí om era-
m undo aún lugares despoblados en don de la militocracia
ciones vastas de los hombres, d e sus asombrosos horm igue­
n o posa su sangrienta garra. A la vergonzosa estampa del
ros. Y en pro de la armonía cam pestre. Puede encontrar-
soldado, opon go, pues, la del d esertor que entiende q u e su
se esta posición m ía en la magnífica apología antimaquinis­
vida le pertenece y q u e le repugna asesinar p o r cuenta del
Estado. ta de L u cien D uplessy: La m achine ou l’ H o m m e ? A l c o n ­
trario de la co m e n te centralizadora del dom inism o, evolu ­
cion and o actualmente hacia el Estado m undial (Anatom ía

Ayuntamiento de Madrid
1172 CENIT

d e lo Paz de E m ery Reves, N ineteen eigh ty-fou r (1984) de rios y los com erciantes, esos ladrones legalizados y sangui­
G eorges O rw ell, etc.), op on go mentalmente m i mutualismo juelas d e los parias. Encaro, pues, la liberación económ ica
descentralizador, basado en pequeños grupos aislados en el de los hom bres, mis hermanos, en este sólo sentido. Pienso
seno de la naturaleza y viviendo en perm anente contacto q u e mientras n o logren hacerlo, retom ando a la civiliza­
c o n ésta. C om o la civilización precolom binaa d e los gua­ ció n precolom biana de Am erindia (consúltese al historiador
raníes, dividida en chunkas, pachankas y guarankas, d e m en­ paraguayo Belloni, a R odríguez Gavilán: L a invasión d e
talidad esencialmente agrícola con sus individuales cha- A m érica por los bárbaros escitas, et.), perpetuarán «in eter-
kras. Y al abrum ador ejem plo d e la m ecanocracia yanqui, n um » este valle d e lágrimas.
o p o n g o la organización social incaica, orientada p o r la sa­
biduría de sus amautas. En fin, co n María Lacerda, en sus * * «
Problem as ruraes e sociaes, entiendo que la liberación to ­
tal, parcial y progresiva de los hombres, liberación mental- M i anarquismo es autodidacta. Saca del manantial de la
econ óm ica, hállase en un ruralismo libertario. V id a sus propias enseñanzas, para luego rumiarlas en el
crisol d el pensamiento. Estoy, sin em bargo, en p r o d e la
* * »
edu ca ción de la infancia amorosamente, c o m o la encaró la
M ontessori, Elena K ey y M aría Lacerda. Pero ten go por
M i anarquismo, se ríe indulgentem ente d e los «regene­
radores» que pretenden cam biar la marcha del m undo m e­ n ula a la escuela actual que fabrica c o n su pitanza libres­
ca, ciudadanos de m entalidad gregaria, aptos para soste­
diante las compresas húmedas. El naturismo así conside­
ner la ignom inia de nuestra sociedad arquista y putrefacta.
rado, con su religiosidad, es un m ito. Rafael Barrett así
tam bién lo com pren dió al escribir su «M ito naturista». * *• *
Am ante d e la higienización natural (sol, agua, aire, fruga-
lismo alim enticio, etcétera), estoy lejos de deificar la dama M i anarquismo sólo ve la liberación an-árquica d el hom ­
Natura. Porque si la naturaleza es el cisne y el ruiseñor, b re en la con ciencia. D escuida y om ite el factor e co n ó ­
es tam bién la anaconda y la hiena. Y com o decía el ge­ m ico: es un an-arquism o ético. N o se trata de dar pan a
nial Barrett: «L a en ferm edad es la salud d e los m icrobios». los fam élicos, tech o a los q u e duerm en en la intem perie y
A m o, pues, la bioestética natural, p ero com o una crea­ vestidos a los harapientos. Se trata d e iluminar su con cien ­
ción d e mis ojos y d e m i pensam iento. Ya lo expresaba así cia para que vivan felices aun sin pan, sin techo y sin ves­
H an R yner al afirmar: « le cie l co m m e la b eau té, c e s t une tidos. Es para m í un m ito la pretensión de q u e cuando
création d e nos yeu x...» e l hom bre com a hasta saciarse, viva en confortables a po­
* * * sentos y tenga un guardarropa bien repleto, será un hom ­
b re libre. E jem plos tenemos h oy ya d e hom bres q u e todo
M i anarquismo ama el homanarismo d e Z em en h of y sólo e s o p oseen y son tan dañinos c o m o los gorilas d e la selva.
entiende el esperanto c o m o lo inspiró el sabio de Biales- D icen q u e dicen , pues para m í el cristianismo de Jesús es
tock. Este hermoso idiom a internacional, aunque im perfecto un poem a p o é tico y n o una realidad histórica: tesis d e la
co m o todas las creaciones humanas, es la creación más ra­ no-historicidad de Jesús (Han R yner en E l Q uinto Evan­
cional en la filología d e nuestros tiempos. E stoy en contra, gelio), q u e cu a n d o Juan el Bautista em pezaba sus prédicas,
pues, de todos los lingüistas que «m atan su tiem po» crean­ decía a los parias: M etan oie té , q u e en buen griego quiere
d o más y más lenguas internacionales, llenando el m undo d ecir: transformar vuestro espíritu. Y mientras esto, inicial­
d e un confusionism o intem acionalista com o el existente en­ m ente, n o ocurra, pu eden los hom bres esperar sentados su
tre los idiom as y dialectos oficiales. E l Esperanto com o obra utópica vida futura. L a sola liberación está en su propia y
d e Am or, d e fratem ism o cristiano, de homanarismo, com o presenteísta con ciencia. Pretender lo contrario, es decir, la
vínculo entre los hom bres libres de la tierra... liberación primaria de la panza, es com o lo d el labriego
q u e para arar coloca b a los bueyes detrás d el arado. Ya se
* * *
lo d ijo el ilustre m anchego al p ob re Sancho, de retom o
M i anarquismo es reflexivam ente afín al anarquismo cien­ d e su obsesionante ínsula Barataría, q u e la libertad de con ­
tífico d e W arren. A la creación en el seno d e la sociedad cien cia n o p od ía com pararse a todos los bienes que la tie­
arquista de com unidades libres, viviendo, hasta don de sea rra cu b re y el m ar encierra...
posible, un an-arquism o colectivo presenteísta. Y enten­ * * *
dien d o que, en nuestros tiem pos, la realización es difícil,
d e b id o a la d efección y conform ism o arquista de los h om ­
T erm ino, pues, a sabiendas que aún m e he dejado mu­
bres, m e in clino por e l realism o d e T h oreau e n W alden .
chos aspectos d e m i an-arquism o en el tintero. Term ino
Si los cristianos prim itivos, sectas religiosas basándose en
dem andando indulgencia y tolerancia, para cuantos «anar­
e l com unism o cristiano (consúltese en este aspecto la obri-
quism os» difieran c o n el m ío, a los que con sidero hermanos
ta d e A. H am on: La revolución a través d e los siglos. E d i­
si se coloca n en la encrucijada de la vida, desde donde
tor T or. Buenos Aires) son capaces d e vivir en el seno de
divisan el servilism o y el dom inism o. Pues aun m i an-ar­
la sociedad arquista co n un an-arquism o econ óm ico (ausen­
q u ism o com pren de la «pa z entre las diferentes co n ce p cio ­
cia d e dinero, solidarism o, com unidad d e bienes y traba­
nes d e la vid a», con cepcion es que con el gran Tolstoi aun
jos, etc.), entiendo q u e los q u e se reclam an del anarquismo
podríam os definirlas d e biopoetism o...
¿Aimbién pu eden hacerlo. Si n o lo hacen, o es p o r igno­
Y antes d e dejar caer el punto final, m i an-arquism o está
rancia o es por entender q u e ello n o es eficiente para sus
p o r la alegría del vivir en el sentido d e Rabelais (Panta­
planes d e liberación global. L os hutterianos, por mí des­
gruel). G ozar d e m i vid a al máximum, en el sentido ético.
critos en las colum nas de esta revista; los duhobores, por
Poetizar la vida. A pesar d el «apocalipsism o» que tratan
los que tanto bregara e l gran Tolstoi, y la secta morm ona de
de hacernos engullir los doministas y del pesim ism o nulo y
Short Creeck (Arizona)— destruida despiadadam ente el año
sin salida d e los servilistas. La vida, a pesar d e las mise­
pasado p o r las autoridades yanquis— , son los únicos seres
rias que siem bran los bárbaros serviles o tiranos, es digna,
que viven com unm ente y realmente un an-arquism o e c o ­
es hermosa y propensa a ser intensamente vivida.
nóm ico. Entendám onos: an-anarquism o econ óm ico, n o anar­
C on los fundadores de la Stoa, desde Z enon de Cittium
quism o id e ológico, p o r el h ech o de creer en el fantasma
hasta E picteto de H ierapolis, llegando hasta H an Ryner,
deísta, único verdadero fin d e su existencia. Soy, también,
estoy en pro d e la voluntad d e armonía y d el A m or a la
afin a los tim estores d e W arren (almacenes com erciales al
vida.
p re cio d e costo), con el fin hum ano d e ven der a los hum il­
des las m ercancías al p recio de costo, sin los interm edia­ V la d im ir M U ^ O Z

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1173

C o n fe re n c ia sobre IPA\IBIEILA\II§
. - ILA ABADIA IDE THELEMA:
«¡Haz lo que quieras!»

ALTABA sólo proveer al monje», dió mejor aprobación al ofrecimiento de la Abadía


escribe Rabelais en su «Gargan­ de Borgeuil o la de Saint-Florent.
tea». Esto ocurría después de la Frére Jean 110 apetecía cargo, ni gobierno. Repli­
derrota de Picrochole. Gargantúa caba con su bonachonería: «¿Cómo podré gobernar
dirigió un discurso a los vencidos a otros cuando no sería capaz de gobernarme a mí
a quienes dejó tan libres como mismo. Si creéis que os he hecho algún servicio útil
eran anteriormente. «Gargantúa y que puedo hacéroslo en el futuro, permitidme
no les hizo más daño que orde­ fundar una Abadía a mi gusto.»
narles trabajar en las prensas de Hay que creer que esta proposición entusiasmó a
la imprenta que acababa de crear». Gargantúa, pues leeremos seguidamente que recibió
¿Pero quién era ese monje a quien Gargantúa que­ toda la región de Thelema hasta el río Loire, a dos
ría convertir en abad de Seuilly? Se recordará que leguas del gran bosque de Port Huault.
en su juventud Frangois Rabelais encontró en Seuilly a Y empieza a precisarse aquí, en un diálogo entre
un joven monje llamado Buinart. Fué un personaje Gargantúa y Frére Jean, las premisas de una filo­
que le sorprendió por sus maneras correctas y sirn sofía que será puesta en práctica en la Abadía de
pies, por su corazón inquebrantable y por su puño Thelema; no sin razón podemos los anarquistas rei­
robusto. Es éste el que en el relato había de conver­ vindicarla como la esencia de las ideas que no cesa­
tirse en Frére Jean des Entommeures. remos en pregonar: libertad por la anarquía.
Sin embargo, Rabelais favoreció mucho su natura­ Exprimamos, pues, el texto de «Gargantúa», para
leza; forzando la nota aliñó a su personaje. Se dice extraer de él la substancia.
que Frére Buinart no quedó muy satisfecho con esta Frére Jean llegó a exigir de su maestro «que ins­
pintura, y que incluso se molestó. Pero dejemos a tituyese su religión a contrapelo de todas las de­
Eugéne Noél pintarnos el cuadro de ese hermano, más». Gargantúa resolvió'q u e no había que cons­
contraste viviente de los otros monjes según cree el truir las murallas en forma circular. Las demás
mismo autor: abadías, ¿no estaban terriblemente amuralladas?
«Este aborrecía las campanas, creia extraña locura Frére Jean precisa las razones: «Donde hay muro,
la pretensión de regular la existencia humana—libre por dentro y por fuera, hay murmuración, envidia
en sus movimientos—con tan tiránico ruido. Decía que y conspiración silenciosa». Pero en el cubil de
las campanas habían sido hechas por el hombre y no Seuillé, Janatus (el ingenuo del monaquismo), jura­
el hombre por las campanas. Sus actos no eran ba a través de la campana, esa campana que lo era
menos divergentes con respecto a los de los demás todo, la suprema voz de Dios. Era un monje con
monjes. ¿Cuáles eran las ocupaciones de éstos últimos? argumentos de campana, que quería que fuese regu­
Molestar a todo el vecindario, murmullar leyendas lado todo a campanazos: «Si no hubiesen existido
y ensalmos incomprendidos de los mismos monjes; campanas en el mundo todo estaría perdido».
velar—aunque el resto del mundo pereciera de ham­ Janotus no sabe, no oye, ni comprende más que a
bre— por la conservación de sus hogazas y sucu­ golpe de campana; esta última hace en él las veces
lentas pitanzas; cantar piadosamente en vez de tra­ de conciencia. Pues bien, para reaccionar contra esa
bajar por el bien común». intromisión de la campana en la misma vida del
Buinart, siempre a contrapelo, no era beato, ni ser, he aquí lo que sucederá en la Abadía de The­
sucio, ni hipócrita, ni calumniador, sino franco, ale­ lema:
gre, buen amigo, activo, solidario a ultranza. Los «Y como quiera que -en las religiones de este mun­
pequeños novicios, entre los que figuraba Rabelais, do todo se halla acompasado, limitado y regulado
preferían a aquél en la casa. Les enseñaba juegos por las horas, se decretó que no habría allí ningún
de manos, reía con ellos, les libraba de ardides mo­ reloj ni cuadrante. El trabajo sería distribuido se­
nacales para situarles en la verdadera vida; hubiera gún las ocasiones- y en los momentos oportunos.»
hecho un excelente soldadote, pero el diablo le ha­ Gargantúa no tardará en formular su propia con­
bía convertido en monje... denación: «El tiempo verdaderamente perdido es
Sin duda alguna hay algo de verdad en todo esto; aquél empleado en contar las horas. La más grande
Rabelais, que debió recordarlo, le hizo, a través de quimera del mundo consiste en gobernarse al son
Gargantúa, el fundador de la Abadía de Thelema. Lo de campanas en vez de hacerlo según el dictado del
que no fué tan fácil. Ofreció Gargantúa al monje buen sentido y de la razón.»
(Jean des Entommeures—Frére Buinart) hacerle Hubo todavía muchas discusiones antes de deci­
Abad de Seuillé (Seuilly-Sevillé); éste rehusó y no dirse la construcción de la Abadía de Thelema. No

Ayuntamiento de Madrid
1174
CENIT

debo omitir lo decidido contra las normas corrien­


tes en religión; en vez de tuertas, cojas, jibosas, Rabelais omitió cocina y bodegas. Nada de botellas
leas, contrahechas, locas, insensatas, maleficiadas y m de sala común para celebración de festines. Esta
taradas, o de catarrosos, mal nacidos, tontos, des­ observación tiene su importancia puesto que puede
honor de casas, en la Abadía de Thelema no serían ayudar a captar el alcance de ciertas imputaciones
recibidos más que las bellas y bien formadas, los sanos más o menos malévolas sobre un Rabelais lascivo
bellos y bien proporcionados. Allí no en li arían clan­ bebedor, tragón. Acordémonos de Ronsard y de otros
detractores.
destinamente los hombres como era costumbre an­
tes en los conventos de monjas; cada uno y cada Rabelais, voluntariamente, creo, olvidó otra cosa
una podrían frecuentarse recíprocamente. Y unos en la construcción de su Abadía: una iglesia, un
y otras podrían igualmente abandonar la abadía a lugai para celebrar el culto. Pero se comprenderá
placer, con entera libertad, contrariamente a la obli­ muy bien esta omisión si se tiene en cuenta que las
gación impuesta de permanecer en ella toda la vida. campanas y relojes estaban ausentes de la com uni­
, n cuanto a los votos llamados de castidad, de po­ dad. Esto explica lo otro. Hablaremos de esto cuando
breza y de obediencia, unos y otras podrían contraer nos ocupemos de la religión de Rabelais.
matrimonio honorablemente, podrían ser ricos y «¡Fuera de Thelema ladrones, santurrones y de­
vivir en libertad. He aquí cóm o entendíaFrére Jean más alimañas perniciosas, que Rabelais iba a ata
una institución a contrapelo de todas las demás: car muy pronto de cara, y que afilaban por su parte
"I'ay ce que vouldras» (Haz lo que quieras), está es­ las garras contra él! Le veremos todavía golpear
crito en el frontispicio de Thelema. Estonoimplica mas fuerte contra esa casta. ¡Pero qué virulencia
que cada uno pueda atropellar la libertad ajena, sino en los siguientes apostrofes dignos de Agrippa d’Au-
que cada uno respetaría la libertad de los demás y bigué.: «Fuera de Thelema todos esos seres de faz
la suya propia, pues libres y bien nacidos, instruidos inhumana; lejos de aquí esos monstruos que pueden
y honestos, los thelemitas rechazan la servidumbre turbar a los escogidos!», ha escrito Alfred Myarar-
voluntaria o forzada, puesto que degrada al indivi­ gues en su estudio sobre el siglo XVI («Rabelais»),
duo. Lada uno siente placer en no turbar la armonía Pero al hacer Rabelais alusión a los moradores de
general. Se obra naturalmente, sin coacción, ni le- su Abadía, se revela todavía esa forma irreligiosa
yes religiosas ni civiles; nada es mandado, la liber­ que exaltará después con impetuosidad. Thelema
tad es completa. era la sociedad tal y como la concebía él. Una so­
La ignorancia, sierva y auxiliar de toda tiranía, ciedad digna de expansión de libertad. Así, pues,
está ausente de este lugar simple y armonioso: «Pa­ Rabelais glorifica de una forma total la libertad
ra decorar el edificio ocupado por esta colonia, para individual describiéndola como superior a lodo lo
asegurar a esta sociedad todos los nobles goces del existente. T e r o quiere que esta libertad sea la con­
cuerpo y del espíritu, se recurrirá a cuanto el arte, quista de la voluntad humana, que no desprecia en
la ciencia y la industria han podido o podrán rea­ nada las otras libertades, la libertad que canta el
lizar de más bello. ¡Abajo la rigidez espartana, la amor al prójimo. En una palabra: la anarquía.
igualdad en la mediocridad! Allí deben reunirse to­ »bi se le hubiese indicado que su concepción del
das las conquistas de la inteligencia y de la indus individuo podía comprometer el orden social, se hu­
tria humana, todo lo que proporciona sin esfuerzo biese sorprendido e imagino que se contentase con
la Naturaleza al hombre, todo lo que el espíritu hu­ sonreír ante una objección que no es, después de
mano ha podido producir en la transformación de todo, sino uno de los numerosos sofismas a que re­
los materiales que la Naturaleza le ha proporcio­ curren los espíritus superficiales, escasos de argu­
mentos» (Martin-Dupont).
nado. Thelema. en el pensamienlo de Rabelais, es
la actividad intelectual del hombre concenlrada v Que nuestros políticos de ir por casa se burlen de
encarnada en el hecho. ¡Es un sueño enciclopédico este amor de Rabelais por todo lo bello... No hay
de felicidad!» («Rabelais et ses (Euvres», Jean F leu rv) nada de extraño en que viles intereses de partido
Lsta presentación de la Abadía de Thelema no ca- hayan desviado el curso de la evolución normal de
un mundo y que haya quien se esfuerce en plegarse
m.Üe n i a, r; ería curioso revelar la precisión con a las sutilidades de un realismo mezquino. Habe-
que Rabelais ha descrito en detalle los pabellones de
su Abadía Charles Lenormant, en una obra: «Rabe- lais no podía concebir una mentalidad tan perversa.
lais et 1Architecture de la Renaissance. — Restitu- hombre de una pieza cuyo pensamiento
tion de l’Abbaye de Théléme en 1840», ha reconstruí- i eflejaba una gran belleza de alma y una amplitud
de espíritu.
, . la Abadía descrita con tanta precisión por Rabe-
Utopía, dirán algunos; pero, ¿qué sería de la so­
itf' a^ el v° lver a trazar el plano completo ciedad sin tales utopistas? Una triste galera en la
del edificio César Daly expuso los datos y completó
el escrito de su predecesor, y Artliur Heulhard rea­ que seria imposible la vida, algo asi com o ese
lzo el mismo trabajo y vino a confirmar las preci­ infierno de Danle donde toda esperanza le es nega­
siones del escritor y la perfección misma de los da al espíritu humano. ¿Qué tiene, pues, de parti­
objetos descritos. cular que para pintarnos su Abadía de Thelema
m,Pr°™ esto por lo que nos. concierne, no ofrece haya echado mano a todos los recursos de su apa-
mucho interés, y señalamos simplemente los 9.332
y°de anior?ePCndenCÍa’ * U" arle P' en° de be,leza
departamentos, difíciles por otra parte, de situar
De no haber dificultades para hallar un solo ejem-
" “ ' h ' , embarg0' exis,e Higo paradojal
en la ordenación de la Abadía de Thelema (según arT , r nSejamK la leC' ura de ,,La Nouvelle Abbaye
Jean Fleury, Anatole France y otros): un olvido fas­ de Théléme» obra publicada en 1860 por Louis És-
tidioso hecho por quien fué tildado de epicúreo. n v.e' este libro figuran los pensamientos de
Rabelais cuando invoca a los thelemitas: Louis

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1175

Estéve ha rejuvenecido el cuadro, pero lo esencial chas y arbitrarias, de las que abusan los fundado­
permanece y, en muclios pasajes nos recuerda la res de monasterios y los reformadores utopistas. En
obra de Rabelais. vez de fijar una regla por avance quisiera que fuese
Buscando a su nueva obra una perfección, Louis el propio medio que poco a poco crease su regla;
Estéve llega a comparar la Abadía de Thelema de y quisiera sobre todo que en muchos puntos cada
Rabelais al falansterio de Carlos Fourier. Si no cual se hiciera la suya. No hay que olvidar que mis
aprecia en nada el sacrificio de material, demasia­ neothelemitas no se agrupan sino para gozar la
do confortable para una multitud de .satisfacciones mayor cantidad de independencia. Y no pueden de­
delicadas en los falansterianos, se sorprende en cam­ jarse regimentar y que se les imponga una autori­
bio por lo que llama él epicurisino de los thelemitas. dad cualquiera.»
Pero se apresura a añadir que hay aquí una pre­ De hecho esta crítica no es en realidad más que
ferencia debida a gustos innatos y a factores de una precisión que atestigua los excelentes funda­
temperamento. mentos de la libertad. Pero Louis Estéve intenta
La preferencia, sin embargo, es en favor de The­ aportar otras innovaciones a su utopía. Algunas
lema. Thelema es para él el sueño de un artista, tienen mi aprobación; otras las rechazo completa­
pero lo que no cesa de preocuparle es el hallazgo mente. Pero esto es otro asunto.
de un compromiso entre la austeridad de los falans­ Leed a Rabelais, releedle con atención y pararos
terianos y las costumbres licenciosas de los thele­ largamente a pensar y meditar esta parte de su
mitas. Otra cosa atormenta además a Louis Estéve: obra donde describe la Abadía de Thelema. Extraed
el ufáis ce que vouldras», pues tiende a aportar a de ella la substancia que os hará mejores y más
su nueva Abadía de Thelema algunas reglas de vida libres al descubrir lo que con pasión, fervor y amor
concebidas por él sin que sean la negación de la escribió Rabelais.
vida. La disciplina que precisa se apoya en Zara- HEM DAY
thustra, del que invoca esta máxima: «Todos los (Trad. J. Peirats.)
días deben ser sagrados para tí». Y hace de ella el
culto de la vida:
«En la nueva Thelema creo, pues, necesaria una La tercera y última parte de esta conferencia ten­
regla. Pero no quiero prescripciones múlliples, estre­ drá por título: «¡Rabelais anarquista!»

LO S C A M IN O S DE LA V ID A INTERIOR
I— dividualidades, pero que en su conjunto es amorfo e
incontrolable.
A mayor parte de los temas llamados Por eso, sólo a través del diálogo nos podemos con­
k s to ' en general filosóficos o científicos, des­ vencer de la concordancia entre la expresión y la
arrollados en libros o expuestos a un interpretación. El viejo diálogo griego permanece
público dotado de cierta cultura, no todavía como un modelo de discusión y de aclaración
requieren otra cosa que atención y recíprocas. Un debate ideal se reduciría a dos perso­
deseo de conocer, para ser comprendi­ nas, lo que es casi imposible en nuestra época de
das. La «vida interior» no constituye vertiginosa mecánica y de superpoblación con ten­
un simple tema, sino una realidad dencias igualitarias.
múltiple y profunda, la que muy pocos No obstante, al ocuparnos de la vida interior, por
se empeñan en conocerla; y quien de­ ser ella una realidad ignorada por la mayoría, no
sea exponerla a los demás, corre el riesgo de ser nos proponemos iniciarla, sino explicar su modo de
erróneamente interpretado o de no ser comprendido manifestación. La verdadera iniciación se realiza por
en absoluto, lo que es le mismo. Tenía razón Anatole vía individual, cuando cada una de las dos conscien­
France, cuando se preguntaba con irónica preocupa­ cias que se encuentran frente a frente son domina­
ción cómo se reflejaba en otras mentes una idea que das por la ley del conocimiento de si mismo. Esta es
él procuraba expresarla de la manera más límpida la primera característica de la vida interior: «Conó­
y bella posible. Esta es casi siempre la suerte de las cete a ti mismo». Ley atribuida a Sócrates. Mas, ella
ideas: ellas, lejos de ser exactamente reflejadas, se es tan antigua, que podemos decir que existía desde
deforman en otros pensamientos. El cerebro humano el momento en que el hombre primitivo dirigió su
es como un prisma de cristal que refleja y descom­ índice hacia su propio pecho, para señalar su ser
pone los rayos de luz blanca en colores esfumados. —su personalidad—perdida en la baraúnda de las
La idea simple y clara de un autor se enturbia y se fuerzas ciegas de la naturaleza. De ésta ley, Sócrates
desparrama en un público que puede estar atento, ha hecho el eje central de su filosofía práctica, y toda
que puede ser constituido también de destacadas in­ su vida, hasta el instante de llevar la cicuta a sus

Ayuntamiento de Madrid
1176
CENIT

labios, constituye el testimonio de su perseverancia


de penetrar en los misterios del destino humano. La cultura abarca el dominio de la inteligencia y del
espíritu: interioriza la vida. La civilización es el
fruto periódico que crece en el árbol milenario de la
— II — cultura; sirve el instante, no la eternidad; es, ante
todo, función de técnica, de progreso material, mien­
«'¡Conócete a tí mismo!» Recojámonos tan siquiera tras que la cultura tiene sus raíces en el ilimitado
mundo del espíritu.
una hora, en cada noche. En esta época de la velo­
cidad, de la usura mecánica, de la obsesión mercan- En la investigación de la vida interior, apartemos,
tilista y del culto de la fuerza, tenemos más necesi­ pues, el elemento variable y aparente de la civiliza­
dad que nunca del recogimiento. Algunas veces de­ ción. No existe, en verdad, un paralelismo riguroso
bemos dirigir nuestras miradas hacia el interior, entre el progreso moral y el material, a pesar de
hacia nuestra alma y nuestra consciencia. Porque que el vínculo entre estos dos progresos son directos
recogimiento significa introspección. Ella nos puede y muy delicados. El progreso moral es esencial, sufi­
revelar las comuniones humanas, nuestra misión pa­ ciente por si mismo, mientras que el progreso mate­
cifica y creadora. A su vez, introspección significa rial carece de toda justificación y tampoco aporta
también pensamiento. Pensamiento que nos acerca a -'beneficios» sólidos, sino en la medida en que satis­
las verdades permanentes de la existencia, a las rea­ face nuestra naturaleza moral.
lidades terrestres y cósmicas, armonizadas mediante La evolución del alma y del intelecto, más exac­
los esfuerzos de síntesis e idealización. tamente: el progreso espiritual, es muy lento. Por
Particularmente, de idealización. Más que el cono­ muchos misterios que envuelva la vida interior, ello
cimiento meticuloso y seco del instante, de la actua­ es simple y también unitaria: existen algunos ele­
lidad la idealización—que en el fondo es una antici­ mentos primarios, comunes al hombre' de cualquier
pación del porvenir—nos ayuda a contestar a tantos tiempo y lugar. Por eso un budista y un filósofo euro­
interrogantes de la conciencia, a justificar tantos peo un biselador de lentes y un labrador aislado,
anhelos del alma. Idealizando, nos desligamos de las pueden encontrarse en el mismo grado de intelectua­
pesadas cadenas del instante, del caos de las apa­ lidad y con las mismas aspiraciones morales. El pro­
riencias inmediatas. Entonces nos fortificamos con las greso material es multiforme, pletórico de tentacio­
energías puras del espíritu creador, uniéndonos en nes y sorpresas. La evolución de la civilización da
la eternidad de la solidaridad universal. saltos gigantescos, rompiendo con los lazos del uni­
Idealizando, filosofamos. Este debe ser el sentido verso espiritual. De esta suerte es como la civiliza­
a meta vital de la filososla. Y no la estéril dialéc­ ción se crea un mundo propio, el que no tiene raíces
tica, palabras bordadas, cómoda formación de pala­ en el alma, ni en la consciencia. La civilización mecá­
cios abstractos. La filosofía de la vida no debe ser un nica se vuelve fatalmente contra el mundo espiritual­
privilegio, sino un derecho de cada uno. La filosofía es por eso pasajera; constituye solamente el pre­
debe desarrollar en nosotros el sexto sentido: me sente, con satisfacciones inmediatas, apasionadas
atrevo denominarlo el sentido (o sentimiento) de la ruinosas. El progreso moral se manifiesta, por el
universalidad. contrario, en esas purificaciones interiores, por in­
termedio de las cuales nuestra humanidad se aproxi-
— III — .? ios misterios de la existencia, dominando las
vanidades sociales y las estériles ilusiones.
Pero no anticipemos las conclusiones. Procedamos Aclarando la diferencia existente entre el progreso
metódicamente—con un mínimo de método—para no material y el progreso moral, entre civilización y cul­
caer en el pecado del pedantismo. tura, hemos indicado, al mismo tiempo, algunas signifi­
Si se nos pidiera una respuesta precisa al interro­ caciones de la vida interior. Hemos reconocido que los
gante: ¿qué es la vida interior? no podríamos res­ dominan a la mayoría de los hombres. En
ponder, por ejemplo, que es la vida espiritual o la tanto que nuestra alma sea encarcelada en el cuerpo
consciencia, o el mundo del alma. Con esto no hemos sentiremos el antagonismo frecuentemente trágico
contestado a la pregunta, sino que hemos formulado entre materia y espíritu. Este antagonismo es nata-
otras preguntas, porque para muchísimos, la vida es­ la vida t £ 1Z a t e J V ' &' a eCl° SÍÓn y el desarrollo de
piritual, el mundo del alma', la consciencia, son tan fnró K- •
tintos biológicos, de
a m ay°ría es esclava de los ins­
nutrición y procreación, algunos
desconocidas como las estrellas que brillan en el cielo
inconmesurable. tua a h " ^ T t «Ominada exaltan la vida espiri-
Diremos, no obstante, en forma muy clara: a pesar rí«,o iv o n > suicidio corporal. Estos extremos no
de que la mayor parte de los hombres camina con ? Pr° b‘ema de la vida interior. Su secreto
dos pies no consiguieron aún humanizarse. Los ins­ fitn'pn en Posibilidad de frenar los instintos; éstos
tintos elementales, bestiales, no dominan solamente tienen que ser limitados al cuadro natural de la con­
a los que deambulan desnudos en las selvas, sino servación que concuerda con la tendencia permanente
de la especie humana. Por la limitación de los instin-
StanÍ solo
S aa los
i que
que cazan
viajan fieras
en eI(con
trenharta
0 en frecuencia
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nuestra
nuestia i>nnS •CUlt?Var
consciencia nUeStra
y enriquecer iluminar
nuestro espíritu.
ellos cazan también hombres), sino también a aque-
los que persiguen, cómodamente estirados en la bu­
taca la tragedia de Fausto.
— IV —
cunura v l n “ omento. d?.bemos diferenciar lo que es
T l Z W L T r CIV,llzación- cultura es vana, Elevando la vida interior por sobre los instintos
si ella no fiena los arranques bestiales del hombre.
la colocamos asimismo por encima de la vida social.'

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1177

En el fondo, la vida social no es más que la organi­ ejemplo, como un aparato de radio, el cual desmonta­
zación de los instintos vitales. Los instintos, hasta mos para comprender mejor la recepción de las on­
cierto punió, han sido frenados, merced a la interde­ das sonoras. El corazón humano, empero, no puede
pendencia económica, técnica, cultural y moral de los ser disecado, sino solamente cuando ha dejado de
individuos y de los pueblos. Esos instintos están sub­ latir. Y entonces tampoco encontramos su secreto.
ordinados a lo que en términos'vagos se ha denomi­ Por eso no existe otro medio de conocimiento directo
nado: intereses generales. de la vida interior que la introspección: el autoanáli­
Sabemos, empero, que la organización social reposa sis. Este no es tan fácil. Solamente una voluntad fir­
sobre «principios» que tienen en cuenta todo, pero me, que aleja las apariencias, las tentaciones, y que
poco, muy poco el interés primordial del individuo, sabe diferenciar lo que es efímero de lo que es perma­
vale decir, del progreso de la personalidad. En el en­ nente, podrá penetrar en el reinado ilimitado del espí­
granaje social, el individuo es un medio en vez de ritu.
ser un fin. También sabemos que el así llamado in­ En esta contienda de la vida social, que nos envuel­
terés general es confundido con los intereses de una ve desde la más tierna edad, cada uno necesitamos
minoría que retiene el poder del Estado, y no se pre­ un centro de gravedad. La «mediocracia», es decir,
gunta si los gobernados tienen más alma que las má­ el hombre medio que se encuentra con demasiada fre­
quinas, si tienen aspiraciones superiores inmediatas cuencia en todas las clases sociales, cree seriamente
de la existencia.
que ese centro de gravedad es el... ¡dinero! O lo que
La complejidad de la vida social moderna influyó, lodo se puede lograr con el dinero. Para semejante
innegablemente sobre la vida interior. Los problemas mentalidad .(pragmática» (de hecho, ella nos ofrece la
de la conciencia, determinada por los conflictos de medida integral de la tontería o de la venalidad hu­
intereses, desarrollaron la sensibilidad moral. Muchos manas) no disponemos de ningún milagroso remedio.
de los que no pueden soportar la obsesión de la injus­ Mas aquellos que sienten en ellos las inquietudes del
ticia (que cual cáncer amenaza peligrosamente los espíritu y las refulgencias de la consciencia, adivinan
organismos sociales), encuentran un refugio en el lo que significa ese centro de gravedad. Jamás lo
mundo espiritual.
encontraremos fuera de nosotros, sino que solamente
Las manifestaciones de la vida interior no se cir­ dentro de nosotros mismos; aún cuando alguien nos
cunscriben solamente, como se cree, a las artes, la lo revela, ese centro de gravitación pende cual trozo
literatura, pintura y música. También los sistemas de plomo amorfo, hasta que nuestro esfuerzo de per­
filosóficos y las cosmogonías religiosas forman parte fección lo convierte en oro vivo.
integrante de esa vida. No se reduce ni a las medi­ Este tesoro—el oro vivo del espíritu—se encuentra
taciones solitarias, en una celda de asceta, o a las en todos los hombres. Pero la mayor parte de ellos
contemplaciones panteístas bajo las armonías astra­ lo ignora o lo busca fuera de sí. Ellos comprenderán
les. No es solamente recogimiento en mundos imagi­ y sentirán esta verdad cuando sus miradas no se ex­
narios o plasmaciones sentimentales, anhelos hacia travíen solamente por los laberintos de los deseos y
ideales inaccesibles. La vida interior tampoco es un pasiones, entre las apariencias de las vanidades,
«estado enfermizo», com o afirman los que practican cuando cada uno vuelva sus miradas hacia su inte­
el fetichismo del orden. Ella no constituye un indicio rior, en el corazón y en el pensamiento, donde se
de impotencia de parte de los que no luchan en las reflejan todas las realidades y bellezas del mundo.
arenas sociales.
^ Sin embargo, la vida interior es algo de todo eso.
En su última definición, ella es: Tendencia del hom­ — VI —
bre a conquistarse una libertad intelectual, espiritual
y moral, a poseer un poder de creación personal, por ¿Será necesario, acaso, demostrar con un ejemplo
intermedio del cual pueda dominar las fuerzas de la precioso, hasta cierto punto experimental, la manera
naturaleza y frenar las tiranías de la sociedad. de aplicar .algunas verdades reveladas en la concien­
Mediante la vida interior, el hombre se eleva a un cia? ¡La conciencia! ¡Es ésta una palabra que tantos
nuevo escalón de la evolución. Al principio de la evo­ pronuncian sin temor, aunque ella resume las victo­
lución humana, la materia dominaba al espíritu; hoy, rias más importantes del espíritu humano! La vida
es el espíritu quien está en lucha con la materia. Re­ interior no se puede concebir sin consciencia. El auto-
conozcamos que, en esta lucha, el espíritu vence en examen es frecuentemente penoso; es fastidioso y has-
muy pocos hombres. Cuando la organización social la tiránico. Pero la liranía de la consciencia (que es
sea más justa, triunfará en muchos de los que aún otra cosa que la opresión de los dogmas) es beneficio­
confunden civilización con cultura. sa. Quien se acostumbró a ella, sabe que no puede
Esta victoria se llama: equilibrio entre las necesi­ engañarse con apariencias, que no puede ir por ca­
dades orgánicas y las aspiraciones ideales. La armo­ minos torcidos.
nización entre las fatalidades de la naturaleza v las En una de mis peregrinaciones, después de media
nuevas leyes de la conciencia humana. noche (1) «cuando había dado vuelta a la navecilla,
regresando a mi cuarto de viajero, había frente a mí
un hombre... Parecía lejos, en medio de una luz vi­
— V —
driosa; estaba lentamente encorvado, como si llevase
a la espalda un invisible peso, un paquete de quime­
Hemos dicho al principio que es arriesgado hablar ras e ilusiones ávidas, como si fueran hidras. El hom­
de la vida interior, si cada uno no poseemos una
bre tenía un aspecto atormentado, rasgos sombreados
experiencia propia, si no la vivimos en nosotros mis­ y me contemplaba con fraternal indulgencia.
mos. Ella en modo alguno podrá ser expuesta, por »Pero súbitamente, sus pupilas se encuadraron en

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1178 CENIT

el blanco del espanto. Una fría y severa inquielud se siera tener un martillo en la mano, para golpear,
arqueaba en las preguntas que no esperaban res­ sin cesar, al lodo de la fragua incandescente, o su­
puesta. jetar el arado, detrás de los bueyes, con los ojos
»—¿De dónde vienes, tan tarde, cuando la ciudad tristes y húmedos, para amarlos igual que el surco
duerme como un gigante extenuado por sus esfuer­ en el cual germinarán los granos de la abundancia...
zos? ¿Desde esta mañana hasta ahora, por dónde lle­ »Y volver así al atardecer a mi jergón, sin sopor­
vas tus deseos y cansancios? ¿Conseguiste agarrar y tar más la tortura de la conciencia que me mira
amainar algunos de ellos? ¿Con qué tesoros regresas desde allá, del espejo, con mis propios ojos, llenos
a tu temporaria guarida? de las imágenes del mundo y cansados del Libro con
»La vida—la vida infinita—que murmura en tu el cual me alimento incesantemente, como una lom­
corazón y teje el lienzo deshilachado del pensamiento, briz, con tierra»...
allí, bajo tu frente, ¿la hiciste adelantar y embellecer? Esta conciencia nos hace padecer, igual que cual­
¿Descubriste algunos de sus misterios para aprove­ quier parto; pero ella, de este modo, nos revela las
charla, para tí y tus hermanos en espíritu y en mi­ verdades, una por una: ¡no la superficie, sino la p ro­
sión? ¡Oh, esclavo de la sociedad! ¿Pagaste el impues­ fundidad! Esta es la primera ley de la vida interior.
to de tu existencia? ¿Tu adoración de siervo del No es la ciega dispersión entre las apariencias del
Señor, la ofreciste a los altares del recogimiento? ¿Tu mundo, sino la piadosa penetración en sí mismo. No
voluntad de individuo que quiere reconocerse a sí son los mirajes de los horizontes, sino la lenta labor
mismo, la orientaste hacia tus ideales terrestres? de la cr eación espiritual, que cava en el corazón como
?Dirigiste la flecha de tu libertad hacia las águilas un minero... Profundidad significa al mismo tiempo
que acechan tu cadáver que todavía pisan en las elevación: aspiración hacia la perfección, anhelos
orillas del precipicio de la muerte, en el pétreo sen­ siempre renovados. Sepamos limitarnos; pero, den­
dero del Destino?... Repito: ¿qué has hecho hoy? ¿qué tro del cuadro fatal y perecedero de nuestro ser
has preparado para mañana? ¿cuál es tu nuevo personal, debemos descubrir nuestro yo espiritual,
puente entre el pasado y el porvenir? vale decir, el infinito del cosmos y de la vida.
»Y los interrogantes se sucedían cual remordi­
mientos y promesas. Pues el día transcurrido me
Eugen R E L G IS
parecía estéril, pobre, haragán, igual que el día de
(Concluirá.)
un pordiosero que recogió constantemente, en todas
partes, sin dar en cambio nada.
»¡Ah, el pensamiento! ¿Quién conoce y valoriza su
labor? ¡El espíritu! ¿Quién le reconoce su «utilidad» (1) «P eregrinaciones», capítulo «Conciencia», pá­
social? ¿quién lo cotiza en la bolsa de valores? Qui­ gina 56-57.

UNIVERSAII
D I IA C IE N C IA
A originalidad más importante de la siderarlo una cosa ya tan natural, que n o se le
Ciencia, es la de que se revela, en me­ presta la m enor atención. Pero es esta m ism a na­
d io de tantas divisiones provocadas por turalidad, sin estridencias de ninguna clase, con la
las disputas filosóficas y religiosas, co­ que realiza la Ciencia la unificación de las co n ­
m o la fuerza_más propicia para reali­ ciencias, la que la hace más respetable y poderosa.
zar la tan anhelada unión de los hom ­ Durante siglos, y en todas las partes d el globo,
bres y llevar al seno de los pueblos el los pensadores y m oralistas se han esforzado por
germen fecundo de la fraternidad y el encontrar un principio que realice la unión de las
----------------- amor. Casi todos los ideales éticos que inteligencias, aportando, para el caso, todos los re­
han surgido hasta el presente, han querido o creí­ cursos del genio y del talento. Han buscado este
do realizar la unión de todos los hom bres en una principio en todas partes, menos en donde real­
fraternidad universal, predicando con tal objeto; m ente podía estar. Han escudriñado en todos los
pero sin lograrlo, por el absolutismo y la pobreza rincones co n la esperanza de encontrar la clave
espiritual de los mismos. En cam bio, el ideal de la perdida que les permitiera resolver el problema, y
Ciencia, la realiza sin necesidad de recurrir al ser­ por la im paciencia de seguir la búsqueda, al n o h a­
m oneo o a la im posición, por ser un ideal de acción llarla de sopetón, cada uno h a inventado la suya,
que cautiva al hombre por lo que de más noble hay afirm ando que era la verdadera, y, sin embargo,
en él, y porque no se aparta en ningún momento pese a los múltiples y sucesivos hallazgos de los
de la realidad en la que se desenvuelve. Tan acos­ moralistas, la tan ardientemente deseada unión no
tumbrados estamos a la unión que realiza, por con ­ se obtiene; por el contrario, se producen cada, vez

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1179

mas divisiones, pues los mismos moralistas se acu­


san torpemente los unos a los otros de falsarios, in­ entonces, el de convencernos los unos a los otros
genuos o ilusos, llevando, por este m otivo, la incer- Pero este convencim iento, para que sea duradero e
tidumbre a los espíritus que llegan a dudar -hasta indestructible, debe ser el resultado de la com pren­
de que exista tal posibilidad de entendimiento. sión y el fa llo final de la razón. El acuerdo obte­
nido por la fuerza es fr á g il y pasajero, porque la
Mas he ahí que, a pesar de las divisiones provoca­
das .por las luchas religiosas e ideológicas, com ien­ fuerza sólo puede coaccionar exteriorícente, mas no
alcanza a lesionar la esencia mism a del pensam ien­
za a surgir una inmensa creación intelectual que
to. El acuerdo que se debe al interés, al egoísmo, es
rápidamente se va extendiendo p or sobre los dife­
rentes patees y entre las m ás diversas razas, cap­ pobre y com pletam ente variable, ya que son las
tándose, callada pero sinceramente, cada día más cosas desinteresadas las que el hom bre am a y de­
fiende co n m ayor valor y decisión. Si bien el acuer­
adeptos. Su acción se va extendiendo, lenta pero
firmemente, hasta concluir p or establecerse en fo r­ do basado en el sentimiento, en la pasión irrazona­
da, es mas sincero, es también más endeble
ma definitiva en todos los pueblos que cultivan la
inteligencia y aman el estudio. Esta creación del p o r lo caprichoso del mismo. P or el contrario el
acuerdo que proviene de la aceptación de la verdad
intelecto ha alcanzado el universalismo, ofrecien­
d o sin imposiciones un cuerpo de certidumbres co ­ dem ostrada y com probada, del entendim iento refle­
munes a todos los hom bres, sin distinción de razas xivo de la razón, es m ucho más firme, lleva un fun­
creencias o nacionalidades, haciendo de lo que pa­ dam ento sólido que lo hace inconm ovible a las ve­
recía un imposible una bella realidad. La Ciencia leidades del azar. Por lo tanto, ahora se concibe el
n a alcanzado, ante las miradas atónitas de filóso­ valor m oral que tienen para la Ciencia, todas esas
fo s y creyentes, el ideal que la filosofía y la religión reglas minuciosas que presiden su labor investiga­
se propusieron un d ía alcanzar; ideal que n o alcan­ dora. El que los hombres de ciencia procedan con
zaron y que n o alcanzarán jamás. tantos escrúpulos y precauciones, con tanta caute­
El poder unificador y universalista de la Ciencia la y desconfianza, es debido no tanto a su afán de
radica en el fondo m ism o del ideal que la genera ñau ar la verdad, sino a su m ism o anhelo de hacer-
ía com prensiva, evidente, para todos los demás.
y la proyecta h acia lo infinito en el devenir de la
historia. Su obra n o se presenta, p or tanto, com o E l h on d o contenido moral que im pregna a toda
una creación intelectual que a unos agrada y a la ob ra de la Ciencia, el ideal que la inspira, im­
otros disgusta, convenciendo a ciertas personas y a plican en el científico el propósito de ponerse de
otras no; ella, n o sólo se im pone la obligación de acuerdo con otros acerca de cosas esenciales en la
obtener, en todas circunstancia y medios, el vida del ser, y el ferviente deseo de lograr este
acuerdo n o p o r sorpresa, com o sucede cuando se
acuerdo unánime de los espíritus, sino que, sin im ­
ponerlo, lo obtiene. recurre a la fantasía y a la em oción, sino que debe
ser el resultado del estudio y la m editación razo­
Su universalismo n o está sujeto a los vaivenes de
la p olítica o a las creencias de los pueblos; y, aun­ nada, para que sea la expresión verdadera de una
com unidad real. La form a laboriosa con que =1
que algunas veces éstas suelen com batirla, ello n o
ím jjide que existan hombres de ciencia católicos, científico hace sus demostraciones teóricas y las
verificaciones experimentales, que tanto impacien­
protestantes o budistas, conservadores, com unistas
tan a los de espíritu poético o simplón, es una
o libre pensadores; hom bres de ciencia alemanes
iranceses, americanos, rusos, chinos o japoneses. prueba más del noble propósito que los anima v de
su altruism o y desinterés material.
Quiere esto decir que la Ciencia ejerce su autoridad
El ideal de la Ciencia im plica un profundo amor
sin discriminaciones de ningún género; autoridad
y un gran respeto del hom bre para con el hombre
que es, n o sólo aceptada voluntariam ente por los
que la cultivan, sin o h asta por todos aquellos que porque n o puede haber bien m ás sublime que el de
sin com prenderla la practican. Así com o los argu­ ofrecer, a nuestros semejantes, una verdad que al
mentos filosóficos y religiosos sólo son válidos para generalizarse, nos unirá p o r lo que de más noble y
elevado h ay en nosotros. Bien es cierto que, hasta
sus respectivos partidarios, los argum entos cientí­
ficos son válidos, en cam bio, para todos, tanto para ahora, el acuerdo sólo existe sobre cierto número
los seguidores de Buda, com o para los de Jesús, de verdades que se refieren a la naturaleza de la
tanto para los admiradores de Kant, com o para materia y a la evolución de la vida, y que aun que­
dan muchas cuestiones por explorar. Es verdad que
ios adm iradores de Hégel. Las verdades científicas
son aun muy pocas las verdades generalmente acep­
alcanzan el reconocim iento universal, unificando,
en form a casi imperceptible, a las conciencias en tadas, siendo, por el contrario, numerosas las in ­
cógnitas y los problemas, fundam entales p ara la
torno a numerosísimos puntos y cada día en más,
realizando así la unión que un día llegó a parecer vida espiritual y social del hom bre, que todavía es-
tan .por ‘resolver; .pero esto no quiere decir, en mo­
quimérica. Las fronteras religiosas, políticas, filo­
sóficas y económ icas, que parecían separar a los do alguno, que la Ciencia sea incapaz de hallarles
la solución, sino que estas soluciones están aun
nombres para siempre, irán borrándose, paulatina­
fuera de sus .posibilidades actuales. Con toda segu­
mente, a medida que el número de certidumbres que
ridad que nuestro infortunio, la desdicha y la in-
la Ciencia nos entregue sea cada vez m ayor. Y a
certidumbre que rodean actualm ente a la Humani­
ahora circula por sobre todas esas fronteras una
dad, es debido, más que a nada, a la nebulosidad
verdad, que n o es la de uno u otro pueblo, sino que
es un resplandor que ilumina a todos los hombres que aun obscurece a muchas de estas cuestiones
que saben m irar hacia lo alto, con la inteligencia fundam entales en la vida de relación social de los
y el corazón. hom bres y los pueblos. Pero nada nos impide ver
ya, desde ahora, la dirección que el ideal contenido
Uno de los principios supremos de la ética ha
en la Ciencia podrá darle a la Humanidad en el fu­
sido en todos los tiempos, el de lograr la unión de
turo, cuando m uchos de estos problemas que son,
ios hombres, por virtud de la inteligencia y el amor,
en la actualidad, causa de discordia y desunión es­
en todos los dom inios del espíritu. El medio ten ya resueltos por las ciencias sociales encarga­
ideal para alcanzar esta fraternidad hum ana sería. das de estudiarlas. Y, a pesar de que estas ramas

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1180 CENIT

de la Ciencia: la sociología, la etiología, etc., están que la Ciencia tiene para lograr tal fin, pues al
en el presente en proceso de gestación, pues m)últi- menos el ideal incluido en la actividad científica
ples son los escollos que aun se le oponen en su ca­ nos enseña el cam ino a seguir para realizar la ar­
mino, su consolidación no puede tardar ya mucho, m onía y la unión de los hombres en la vida social
y entonces, cuando ellas hagan luz y señalen cate­ de los pueblos, al igual com o lo h a logrado ya en
góricam ente las causas que producen todos o la la vida cultural de los mismos. Es multiplicando
m ayoría de los males que aquejan a la sociedad, el núm ero de verdades comunes a todos, aseguran­
entonces, repetimos, la Humanidad tendrá a su dis­ do el respeto a la libertad individual y a la inde­
posición los m ateriales necesarios para construir pendencia de criterio en todos los campos de la ac­
la sociedad perfecta, tan soñada por los moralistas, ción, y, por últim o, exigiendo que el acuerdo final,
y que es la meta final de todas las ideologías y sis­ en todo debate de ideas, provenga de la aceptación
temas de moral. libre y reflexiva de la razón, como la unión padrá
No queremos pecar de optimistas, ni queremos realizarse, sin herir en ningún m om ento la digni­
tam poco ¡predecir lo que en el futuro deberá suce­ dad hum ana.
der; sólo nos limitamos a señalan las posibilidades O c ta v io A L B E R O L A

G jf ié d m ie ® ( p a te la £ m e a

Después de leer «La Zapatera te e l v e rd u g o . M a tá ro n le p o r un verso con f r a ­


Prodigiosa», que es como una vidriera
de colores—verde, azul, almandina— gancias d e reseda y d e lirio silve stre q u e ostenta
en un templo gótico. en su c o m b in a c ió n las más preciosas gem as. ¡Q u é
m a y o r h o nra p a ra un b a rd o ! M u e re p o r una sarta
S TA ve z han c ru c ific a d o a Jesús —c ru c ific a d o d e corales. P o r un ro m a n ce con cascabeles d e p la ­

E en in n u m e ra b le s c ru c ifix io n e s — v a lié n d o s e d e
F e d e rico G a rc ía L o rca . Jesús h iló p a la b ra s d e
á n im o , F e d e ric o tre n z ó versos d e o ro . Jesús, un
ta , e n riq u e c e d o r d e l R o m a n ce ro . P o r d e fe n d e r de
los « p ic o s » a los erra n te s g ita n illo s . P ie za con so ­
nes d e g u ita rra b ie n rasgueada y a la rid o s d e cante
m a n a n tia l; F e d e ric o , u n a fu e n te con muchos caños. fla m e n c o . El v ie jo C a m b o rio nos in v ita a « s e n tir» .
Ig u a l q u e el R a b í, e l P o e ta se d ió e n c u e rp o y Esto, en B e lé n . En un B e lé n d e a zú ca r c a n d i, e n -
a lm a a nosotros. Su m u e rte , h u e le a a rra yá n y a ja b e lg a d o con fu s c h in a . C o lo r y m o v im ie n to d e
la u re l rosa. C o n lá g rim a s d e arom as le llo ra n z a r­ las fig u ra s , a l a ire lib re . T re m a n d e p a v o r los g i-
zam oras y ja ra m a g o s , y con lá g rim a s m u je re s y tanicos a b a n to s: a ca m p a n con las bestias m a ta lo -
h o m bres. A u n vis te d e lu to G ra n a d a . A llí d o n d e , ñas en casa sin p u e rta s n i ta b iq u e s , b a jo te c h a d o
c a y e n d o , re b o tó , q u e e ra su e le v a c ió n m ucha, el d e nubes. C a m b o rio , m u y se rio , d is c u rre sob re
corazón re ta lle c e p a lp ita n d o ru b íe s . En seguida « la » fin d e l m u n d o . Ya en p o co va la 'p e rs e c u c ió n
e l azul cristal d e la c a p ita l a g a re n a se e m p a ñ ó — d e \los c iv ile s : tose a desgarrarse y lle v a sob re sí
com o o tro ra , con B o a b d il- al e x h a la r su p o s tre r m uchas lunas.
suspiro: e l suspiro fu é to lv a n e ra , la to lv a n e ra te m ­ ¿ C ó m o m u rió G a rc ía L o rca , v a te d e l p u e b lo ?
p e s ta d , la te m p e s ta d fu r ia . E stiráronse a traspasar S ería ta l su a s o m b ro q u e ni s iq u ie ra se asustaría.
e l c ie lo las a g u jas d e las to rre s , y las horas d e los D e b ió d e g u s ta r más la in ju s tic ia q u e la m u e rte
re lo je s la e m p re n d ie ro n con el c ie lo a p e d ra d a s. C a b e e l a u to in te rro g a to rio y q u e la in m e d ia ta a u to -
Todas las cam panas se a m o tin a ro n . A p a g á ro n s e los co n te s ta c ió n fu e se el R o m a n ce ro d e la G u a rd ia
fa r o lillo s d e las lu c ié rn a g a s . C esó e l g lu - g lu d e las C iv il:
co rre n tía s al d e te n e rs e el agua c a m in a n te . Y la
v e g a , v e rd e , q u e te q u ie ro v e rd e , p a ra serle su­ J o ro b a d o s y n o cturnos,
d a rio , oscu re ció d e ra b ia . N i lu n a lu n e ra ni lu c e - p o r d o n d e a rrim a n o rd e n a n
rinas coruscantes en señal d e d u e lo . T o d o d ic e es­ silencios d e go m a oscura
te n o m b re : F e d e ric o . Y esta p a la b ra in a rtic u la d a , y m ie d o d e fin a a re n a .
q u e en la noche n o ch e ra lle v a y tra e el v ie n to :
« V e n d e tta » ... S in d u d a .m oriría con e l v a lo r d e S ócrates, la
M a ta ro n al c re a d o r d e una fo rm a d e poesía. e n te re z a d e C ic e ró n y la d ig n id a d d e S éneca. M a ­
Irru m p ie n d o en su h e re d a d , los sicarios c o n s triñ é ­ ta n d o a G a rc ía L o rc a , los « p ic o s » , sin q u e re r, han
ro n le con los fu s ile s , y , co m o a C ris to en G e th s e - p la n ta d o un p in o en G ra n a d a , echándose « p e r
m a n í, le a p lic a ro n las esposas y le e s c u p ie ro n in ­ scecula» una ca rg a d e o p ro b io .
sultos. N o co m p a re ce a n te el S a n e d rín , ju e z y p a r­ PUYOL

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1181

IN V ITA C IO N
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AL PSICOANALISIS
- METODISMO SENSORIAL - PARA CONOCERSE
N los últimos cincuenta años pudo acre­ voluble ingenio, desarrolla iniciativas originales en
centarse con extraordinaria celeridad favor del menor, intuiciones cuyo origen está proba­
un cierto interés, a ralos enfermizo, blemente en la fertilidad afectiva y en la infinita
por el psicoanálisis. No era por cierto riqueza de esas ventanas abiertas a lo complejo del
interés general. Por un lado se repro­ mundo por la veracidad sensorial.
ducían, con pretexto de psicoanálisis, Sospecha el abuelo que la penetrante impresión vi­
vulgares prácticas de curandero. Por sual de una vasija reluciente en la retina del niño,
otra parte se publicaban obras funda­ puede atenuar la crisis de dolor violento más que
mentales de investigadores concienzu­ cualquier droga. Afortunadamente se da el caso en
dos, en primer plano Federn, Jung, una de esas cocinas «labradorescas» que dijo Cervan­
Adler y Oliver Frachfeld, discípulos vieneses, suizos tes, cocinas que guardan cazos, jarras y cazuelas me­
y húngaros de Freud, que superaron al iniciador y tálicas de cuarenta y más centímetros de diámetro
parcial sistematizador del psicoanálisis. colgadas del vasar por el mango, con la concavidad
Fuera o dentro de las dos modalidades anotadas para dentro. Son de metal rojizo y reluciente, tan
— curanderismo; de tarifa o no, pero al alcance de bellas y regulares de forma, tan sugestivas para un
todos y alta experiencia demostrada — queda el psico­ bodegón, tan acicaladas y bien vistas, que parecen
análisis que algunos comentaristas creen afectado por conservar el mejor prestigio intacto. No se bollan ni
el complejo de Edipo y otros estilos incestuosos, de pierden el color, no desmerecen, no se prestan ni se
alcance clínico más que nada. confunden con otras. Sirven para bodas y comidas de
¿Qué opinión puede ser legítimamente valedera por velatorio y son orgullo de las amas de casa.
racional y demostrada, atañedera al psicoanálisis? Por consejo del abuelo es conducido el bebé en bra­
Ninguna que carezca de crédito experimental como zos de la madre ante el vasar y puesto de cara a la
realidad comprobable. No comprobable o comprobada vasija más brillante de todas a menos de un metro
definitiva y concluyentemente, sino valedera como de distancia en el momento de la crisis. El rapaz mira
adquirida fuera de los exorcismos, religiosos o pro­ con visible deleite y a los dos minutos da muestras
fanos, expuesta y dispuesta en el mejor de los casos, de cesar de sufrir. A los cuatro minutos apunta una
a la continuidad y al análisis fuera de todos los risa de complacencia y tal vez de reproche. Al pa­
dogmas. recer quiere decir: «¿Cómo no os reis, papanatas?»
Si el psicoanálisis tiene maestros, las demostracio­ El cuerpo del niño se ve afectado por una corriente
nes que sirven a éstos para ir bosquejando sus resul­ mesurada, el dolor cede ante el deslumbramiento,
tados más o menos definitivos, se dan frecuentemente los ojos tienen una expresión de jovialidad y las ma­
fuera de la clínica. Quedarían sin proyección ni re­ nos se tienden hacia la vasija con gesto afectivo y
gistro si la atención cuidadosa no las siguiera a paso como agradecido.
lento, si no las anotara con interés teniendo en cuenta Las crisis disminuyeron en intensidad, a medida
la calificación que merecen como casos experimenta­ que la anestesia por deslumbramiento producía efec­
dos por los sentidos, vigías sugestivos, intermediarios tos saludables, hasta que al quinto día el dolor cesó
reveladores y correctores de insuficiencias. Veamos por completo, después de unas leves sacudidas.
cinco observaciones. Sabido es que hay una fuerza sensorial total, suma
energética resultante de la que hace ver, más de la
que hace oír, más de las restantes, aplicadas al olfato,
al gusto y al tacto. Cuando están en suspenso todas
El niño A tiene once meses y medio. Es robusto, menos una (el niño no oía con diferenciación especí-
bonachón, nada ceñudo, alegre, equilibrado, apacible, ca en su deslumbramiento, no olía, no gustaba, no
francamente afectivo, aunque sin extremos. Sólo se tocaba; sólo veía), la vista retiene toda la fuerza sen­
ve turbado el nivel del buen genio por rabiosas crisis sorial de los restantes sentidos y si se trata de un
de dolor en las encías. Ningún remedio del comercio deleite visual provocado por la vasija reluciente pue­
atenúa el dolor, en ciertos momentos en extremo de sólo por tal medio físico producirse una cura sin
violento. necesidad de recurrir a las drogas. La cualidad de
Tiene el niño un familiar que sin haber leído la los salvajes, encantados ante objetos brillantes, ex­
obra de Víctor Hugo «L’art d’étre grand-pére», tal vez plica la afición de nuestros minúsculos salvajes a lo
la mejor con «dioses vues» de aquel intrincado y brillante.

Ayuntamiento de Madrid
1182 CENIT

El oído es un intermedio de misteriosos y a menudo El heno percibido por el olfato en un establo, no só­
felices casos esperados o procurados de buen resul­ lo recuerda con viveza la pradera, con más viveza ex­
tado, sin que dejen de tener importancia otros casos, presiva que si se ve el heno y no se huele, con más re­
muchas veces sorprendentes por inesperados. Ya se lieve que si se toca sin oler. El olfato nos da la
habló del poder evocador de la música. No se trata pradera originaria completa por la fuerza sensorial
siempre, ni mucho menos, de evocar momentos sen­ toda ella al olfato acumulada. De la misma manera si
timentales oyendo una sonata preferida. En general un adolescente tuvo aldabonazos cardíacos a los quin­
podemos culpar al romanticismo patético, siempre en ce años por exceso de energía empleada en el estudio
los linderos de la hipertrofia por aplastar lo diverso, —o por exceso de desorden acumulado por el profeso­
por intercalarse con improperios en la vida fértil, rado, que es el caso más usual— y si tal adolescente
como el hacha del talador se intercala entre el brazo empleó como calmante el éter o la valeriana, cuando
de éste y el pino bienhechor para destruirlo. a los treinta años huele éter de nuevo, podrá ver, ce­
No se sabe — dijo un poeta — las calidades de com­ rrando los ojos, los paisajes y las personas habituales
placencia auditiva que hay en una bella melodía oída de los quince años, con más viveza que con los ojos
por primera vez. Pero cuando una melodía no se oye abiertos a los quince. El olor de la madera de sándalo
por primera vez, cuando despierta y anima un mo­ no deja insensibles a los habitantes de países produc­
mento pasado, puede la melodía, aun siendo mediocre, tores de ella, pues les recuerda el paisaje, pero a! ha­
vivificar estados de conciencia bien alejados de lo me­ bitante de países no productores de sándalo este olor
diocre. La melodía activista puede ser una tempes­ les produce un poco de calor.
tad.
leñemos el caso do Wagner. Por lo que sabemos
de él, era sonámbulo. Se veía frecuentemente como En cuanto al gusto, no podemos referirnos con de­
fundido en el deseo de que produjera ese caso de extra­ talle a tema tan complejo en la limitada extensión de
ordinaria videncia que observamos en la frontera del estas notas. Tenemos derecho a insinuar, sin embar­
sueño, cuando se está en feliz lucidez de pleamar y no go, que el gusto no se reduce a lp alad ar gastronomi-
se duerme ni se está despierto. Los psicoanalistas sin zado y dentro de su sensibilidad, a la suculencia—un
pedantería, han descrito tales momentos como los poco filistea de todas maneras— de Rrillat-Savarin,
más sugestivos de la vida. Incluso la mística trató do al dar sentido psicológico y categoría al paladar que
adjudicárselos en las religiones de magia mosaica cata manjares de precio. El gusto por las sensaciones
para atribuir al sujeto de tan feliz videncia la gracia fuertes, duraderas y violentas como el ajo crudo, de­
llamada divina. Pero no hay gracia divina en el he­ muestra que 110 hay familiaridad con otras sensacio­
cho, sino plenitud humana de conciencia por acumu­ nes menos violentas pero no menos groseras. Por
larse en ésta la energía sensorial en paro o suspen­ ejemplo: cuando una matrona quijotesca —doña Ro­
sión a! disponerse a dormir el ser, sacudido en las dríguez— llama a Sancho «harto de ajos» queriendo
profundidades del subconsciente por olas encrespa­ insultar al escudero por suponerle gastrónomo popu­
das, pero neutralizadas mediante la fuerza—domina­ lachero, sin más deleite que el del ajo arriero, el ajo
da por el sujeto, no dominadora de éste— que las pelado, ingerido en seco, podemos suponer que la due­
pone en dispersión. El fenómeno se relaciona con lo ña no se cree de gusto plebeyo porque no come ajos,
que cuenta Ricardo W agner en sus Memorias refe­ siendo así que ingiere queso del que se daba al ser­
rido al oído conductor. vicio ducal. La manteca estaba remplazada por el se­
Estaba aquel genio inquieto en extremo. No acer­ bo, tan plebeyo o más, que el ajo.
taba a poblar el pentágrama. No podía dar cima a
una polifonía buscada ávidamente en las horas de
vigilia despierta, muy alejadas del sueño. En vano se
El tacto es un verdadero complejo de violencias en
desesperaba Wagner. Más le fatigaban las horas de
el contacto sensual. Recuérdese la obra de Fabre y
tentativas infructuosas sin inspiración, que diez horas
de trabajo inspirado. otros entomologistas de calidad. Hay especies de in­
sectos cuya hembra destripa sin piedad al macho in­
Rendido de fatiga ociosa—seguramente el mayor mediatamente después de la fecundación. ¿Qué repug­
pecado moral y social del mundo—quiso distraerse nancia mayor puede recordarse? En el sensualismo
haciendo una excursión de barcarola. Estaba en un de los bípedos, del «homo sapiens», la hembra frígida
pequeño puerto italiano. La excursión se prolongó no asesina a su exigente pareja después del contacto
más de lo prudente. Podía barruntarse un temporal en sufrido como un suplicio, pero no cesa de dedicarle
potencia al embarcar W ágner en la lancha con el mari­ una ferocidad de infinitas variantes, desde el despre­
nero, que era a un tiempo velero, remero y timonel. cio y el público desdoro que la hembra menudea, a la
Sobrevino el temporal y estuvo a punto de zozobrar traición sin ser abandonada la hembra por la frigi­
la barca. Apenas llegado a tierra aquel genio, tuvo dez, a la iracundia de apariencia apaciguada y al ve­
que acostarse y no tardó en quedar aletargado, pero neno propiamente dicho. Sin el. contacto exigido, sin
sin dormir del todo ni estar del todo despierto. El sen­ el tacto exasperado por la frecuencia, las pareajs vi­
sorio velaba todo él acumulado en el oído, que había virían en paz. Pero entonces el macho incurriría en
podido percatarse del fragor de la tempestad. Des­ furor y llegaría a extremos igualmente feroces en su
pierto violentamente, W agner se incorporó con rapi­ iracundia que la hembra. I.a cual odia con los cinco
dez y escribió sin vacilar una página maestra, tal vez sentidos, pero sólo invalida el efecto de los que no son
la que mejor justifica su derecho a la inmortalidad. contacto con éste mismo contacto.

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1183

El tocio no es siempre, sentido do experiencia, sino dia de lino y vejez de pergamino. El observador puede
en gran parte de suposición. Cuando se contempla un servirse del oído pura deducir con cierta garantía la
tejido de seda y otro de lana gruesa, el observador los edad de una cara y no tanto puede servirse del mis­
diferencia como si los tocara. El oído no se equivoca mo tacto.
si es un tanto experimentado oyendo hablar a una La interdependencia de los sentidos es evidente. Tul
mujer para deducir su edad, com o se equivoca vién­ vez consista en buena parte la verdadera civilización
dola compuesta y maquillada con arte y como se equi­ en educar los sentidos sin adularse al comprender que
voca o puede equivocarse contactando la mano con la se tienen despiertos cuando en realidad lo están, pero
piel del rostro de la mujer. Hay voces de pergamino y para salir de juerga.
voces de terciopelo. El afeite disimula los años pero
110 la voz, que tiene juventud aterciopelada, edad me­
F e lip e A L A IZ

TEM AS ECCN CW CCS

EL r es h r g iieu t o de la a l e m a occidental
auge alemán, productivamente ha- En la actualidad hay que tener en cuenta mu­
--------------—blando, durante estos últimos tiempos chos factores además del que reivindicamos—que
tiene asombrado al mundo entero. Na­ nadie niega—como el más importante: el Trabajo.
die podía preveer que un país descuar­ El trabajo que transforma la materia prima y le
tizado hace ocho años podía registrar da el valor que 110 tenía antes de ser «animada» por
un resurgimiento tan repentino que al él, significa desgaste de energías que hay que repo­
final de 1953 se colocase de nuevo en ner con alimentos y comodidades vitales para el
la cima del poder económico europeo. obrero, así como lubrificantes, temperaturas deter­
No hay duda alguna de que sin un minadas y cuidados para la maquinaria. La tierra
apoyo financiero Alemania no podría haber escalado es la fuente de estas materias,' pero es avara en
tan pronto lugar tan prominente en la economía cierto modo de ellas, y hay que luchar a brazo par­
internacional. Las cifras dicen que desde 1945 la tido para convertirlas en Ratrimonío de la sociedad;
«ayuda» estado-unidense se eleva a la cantidad de y surge esta cadena sin fin en la que el obrero del
3.o00 millones de dólares, cantidad cuya enverga­
campo alimenta al de la ciudad para que éste, a su
dura escapará a muchas mentes y que, práctica­ vez, le facilite aquellas herramientas con las que
mente, puede codearse con las cifras astronómicas podrá luchar con mayor ventaja con la tierra.
que quieren darnos una idea de las distancias entre Este valor, adquirido al transformarse la materia,
los astros.
ha motivado un crimen de lesa humanidad que se
Dicha ayuda, sin embargo, fué dirigida en su ma­ remonta a tiempos anteriores a la propia historia
yor parte a una población que amenazaba con mo­ y que es la propiedad individual, cuando el fuerte
rirse de hambre masivamente, y muy poca parte de y el astuto acapararon la producción del débil y del
esta cantidad de 10 cifras fué encauzada a levantar ingenuo.
una economía completamente destrozada en los días Aunque muy humildemente, estos son los orígenes
de 1945.
del Capital y con él es preciso contar en la socie­
Sólo a partir de 1948 puede decirse que en Alema­ dad actual para llevar a cabo cualquier empresa
nia se inicia una reforma económica, figurando en­ por insignificante que sea.
tre las medidas más capitales el. cambio del marco, El factor humano es un valor absoluto y con él
con desvaluación de 1 por 50 entre el viejo y el habrá que contar siempre, pero volviendo al lugar
nuevo. Fué el primer paso para evitar una inflación, en que hemos abierto este paréntesis, este factor se
paso que sólo pudo haberse realizado en un país desgasta y debe reponerse. En la sociedad actual
ocupado com o es Alemania por la tremenda sacudida es el Capital quien piensa en ello, entregando al
que dicha desvaluación significaba para la econo­ obrero una parte del valor que él ha producido,
mía doméstica. guardándose en conceptos de depreciaciones de bie­
En régimen capitalista, tal como se desenvuelve nes, capital arriesgado y reservas legales, una parte
la sociedad en esta era, Rusia incluida, la economía arbitrariamente exagerada que condena al trabaja­
es una ciencia verdaderamente complicada. Verda­ dor a serlo hasta su último día por necesidad per­
dera ciencia lo será en todos los regímenes, pero no manente.
complicada al extremo que lo es hoy. Es, pues, con Capital que Alemania ha resurgido

Ayuntamiento de Madrid
1184 CENIT

fio sus ruinas. Y es con Capital que Alemania ha


por Centro y Sud América ofreciendo el producto
superado en muchos ramos la producción de 1936.
al comercio latino-americano.
El Canciller Adenauer, secundado por Schaeffer,
La maquinaria pesada, la cerámica y la cristale­
ministro de Finanzas, y Erhard, ministro de Econo­
ría, los trabajos de artesanía, las maderas contra
m ía-obsérvese la atención que al apartado que nos
afecta dedican: dos ministros para una rama de la chapadas, los instrumentos de cirugía, los productos
químicos, toda una gama interminable de productos
política en la que la mayoría de las naciones no tie­
alemanes han invadido los mercados del Brasil. Ve­
nen más que uno—ha realizado verdaderos «tours
nezuela, Perú, Colombia y Chile; y ni la política
de forcé» con un balance de resultados que es la
seml-aulárquica de Perón ha podido, con proteccio­
admiración de los economistas del mundo entero.
nes arancelarias gravosas, impedir la entrada del
En Frankfurt, los rascacielos surgen de entre las «made in Germany».
ruinas con un promedio de uno al mes.
Hasta 1953 ésta es la visión de la política econó­
Desde 1948 la producción industrial se ha tripli-
mica de la Alemania Occidental. Resultado—uno
°m La a2 ricultura produce desde aquella fecha entre muchos— : de 0 dólares de reserva en las arcas
un 40 % más. Los salarios han casi doblado su po­
del Estado en 1948, Alemania tiene en la actualidad
der adquisitivo. Si tomamos en 100 el factor de cons­
1.000.000.000. en dólares y en oro.
trucción urbana de 1936, el factor resultante al final
do 1953 es de 150. Sin embargo ningún país puede competir en pro­
ducción con los países que importan el exceso de
Pero donde Alemania se descubre como competi­
producción de otro aunque los importadores prote­
dor y factor predominante en la economía interna­
cional, es en la exportación. jan su propia produción mediante aranceles que
Hasta mediados de 1951, Alemania Occidental ni­ aumentan tres y cuatro veces el valor del artículo
importado. Entonces es cuando, para rehuir este
velaba sus exportaciones con las importaciones, y
obstáculo, el Estado, o la iniciativa particular, rea­
las líneas del gráfico de estadísticas de dichas acti­
vidades se confundían en la cantidad de 3.700 millo- liza inversiones en el país que se protege de la inva­
sión de los productos baratos que vienen del exterior
dólares. En la actualidad, Alemania exporta
e instala fábricas, minas, astilleros, haciendas, para
qcaa millones y reducido las importaciones a convertirse automáticamente en industrial «nacio­
3.600 millones, arrojando el balance a favor de divi­ nal.»
sas 500 millones de dólares.
Hace cinco años, las firmas extranjeras que tran- Alemania venció el primer problema que plantea
la exportación: Capital para financiar los envíos a
saccionaban con Alemania Occidental consideraron
un verdadero riesgo el envío de sus artículos hacia crédito de los productos exportados. La prueba la
los feudos de Adenauer. Alemania tenía una C en la tenemos en esta reserva apreciable de mil millones
de dólares.
clave del W orld Bank, que significaba poca solven­
cia y menos crédito. Hoy, son los fabricantes ale­ El segundo problema para vencer en el mercado
internacional son las inversiones en los diferentes
manes los que se preocupan por los millones al des­
cubierto que han acreditado en el extranjero. países de industrias prometedoras. Este problema ha
sido enfocado y llevado a la práctica después de las
El mercado más codiciado para Alemania es el
elecciones del 6 de septiembre, en las que el capital
latino-americano, porque es donde la economía está
menos castigada y, al mismo tiempo, donde la in­ germano y la coacción de los Estados Unidos unie­
dustria está más atrasada. ron sus esfuerzos para darle una victoria aplas­
tante a Adenauer.
América ha sido siempre feudo privado de los Es­
tados Unidos con cuñas modestas por parte de In­ Desde entonces, la familia Krupp, que se había de­
glaterra y Canadá. Este siempre, cubre, desde luego, dicado al tanteo solamente, tranquilizada por la
los años 1939 y siguientes de guerra v post-guerra estabilidad que toma la política alemana, ha empe­
Entonces, cuando las Naciones Unidas se enfrenta­ zado una desenfrenada carrera de inversiones en el
ron con el Eje, surgió la represión contra las expor­ exterior cubriendo distancias tan enormes como las
de El Cairo y Sao Paulo.
taciones alemanas con una ferocidad tal que fueron
numerosas las firmas latino-americanas importado­ ^ este ejemplo lo han seguido otros capitales ger­
manos en diferentes países.
ras que fueron inscritas en la «Lista Negra», dis­
tribuida por las embajadas de los EE.UU. en Centro Hoy, después de casi nueve años de terminada la
y Sud América. De estas firmas, la mayoría tuvo guerra, vemos cómo la derrotada v vencida Alema­
que declararse en quiebra, y solamente unas pocas, nia, cortejada por la U.R.S.S. y por ios EE. UU. por
con una solidez financiera a toda prueba, resistie­ su inmenso potencial humano de 70 millones, de
ron el ataque enconado de los comerciantes compe­ os cuales 49 están en la llamada Alemania Occiden­
tidores y el «boicot» organizado por la diplomacia tal, se ha erguido como potencia 5e primen orden
americana. nuevamente y mira con aires de superioridad a la
Hoy las repúblicas sud y centro americanas se vencedora Inglaterra a quien los descalabros colo­
nan olvidado de aquella maniobra, y las importacio­ niales le están mermando importancia.
nes alemanas en todas ellas van aumentando ver­ La guerra castigó muy duramente todas las nacio­
tiginosamente. nes del Oeste europeo, pero ninguna de ellas se ha
Desde hace dos años, o sea desde que Alemania restablecido con tanta prontitud com o la alemana
consiguió inclinar el fiel de la balanza exportación- aparte de Holanda, quizás, que ha demostrado tam­
importación on favor de la exportación, un ejército bién unas cualidades constructivas inigualables que
de representantes comerciales, hablando un español ni las inundaciones de febrero del pasado año han
podido amedrantarla.
impecable y con modales inmejorables, están de jira
Las ferias de Frankfurt y de Sttugart están ya

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1185

concurridas por todos los comerciantes e industria­ Mientras Francia tiene que mantener un presu­
les del mundo entero y marcan la pauta a seguir puesto elevadísimo para imponer su autoridad en las
en muchos diseños y sistemas. colonias y especialmente en Indochina. Al mismo
Como colofón a este trabajo cabe preguntar qui­ tiempo que tiene que seguir una carrera agotadora
zás la razón del auge económico de la Alemania para estar al día en las armas de combate, pues los
Occidental. continuos progresos de la ciencia inhumana con­
Ya hemos hablado de la «ayuda» americana de dena al retiro las armas que se fabricaron dos me­
3.500 millones de dólares, pero también hemos aña­ ses antes, que costaron millones, horas de trabajo
dido que esta suma fué dedicada a aplacar el ham­ múltiples, y se anularon las mejores inteligencias
bre de aquel país superpoblado. del país para las obras constructivas.
La razón hay que buscarla en otro aspecto, conse­ Mientras a Inglaterra le ocurre otro tanto, y a los
cuencia de la derrota bélica: Estados Unidos y a todos los países «libres»... Ale­
Alemania no tiene ejército propio, y si bien tiene mania ha volcado los millones, el trabajo y la inte­
que mantener un ejército de ocupación integrado ligencia de sus hombres sobre la producción de paz
por tres países: EE.UU., Inglaterra y Francia, estos —quién sabe si a pesar suyo—, construyendo rasca­
gastos son insignificantes comparados con los que cielos, maquinaria, cristalería, carreteras, trabajos
tendría, de mantener un ejército por modesto que de artesanía...
éste fuera. Son muchas las razones que explican el resurgi­
Alemania no tiene presupuesto militar y ésta es miento de Alemania pero hay una GRAN RAZON y
la explicación—si a una sola tuviéramos que ce­ es la que acabamos de apuntar.
ñirnos—que mejor explica la prosperidad germana. V íc to r G A R C IA

M I G - U E L B A K U N I N

Y LA P R IM E R A IN T E R N A C IO N A L

L desarrollo del pensamiento libertario en el una propiedad c o n quinientos siervos en la provincia rusa
siglo XIX n o pu ede atribuírsele a u n solo de T ver, quien había planeado para M iguel, su h ijo m ayor
hom bre, pero aunque las influencias de G od ­ una carrera respetable y patriótica en el E jército d el Zar.
w in, de Proudhon y de muchas figuras m e­ F ué dentro d e la fam ilia donde primeram ente atacó Miguel
nores fueron importantes, fu é c o n la llega- a la autoridad, y sus primeros años se cubrieron d e b o ­
i da de M igu el Bakunin que em ergió el anar­ rrascosos incidentes que incitaron a los hijos a rebelarse con­
quism o revolucionario com o una doctrina tra la autoridad y deseos paternales.
social y cu ando se desarrolló un m ovim ien­ M igu el fu é en viado a la Escuela de Artillería de San
to anarquista en E uropa que llegó a ser la Petersburgo, don de m ostró p o c o ce lo p o r los estudios m ili­
vanguardia d e la lucha revolucionaria. tares. A unque consiguió ser oficial de Artillería, d e jó el ser­
Bakunín era un ruso n ob le p o r herencia, pero toda su vicio d el Zar en la primera oportunidad. Entonces decidió
vida y obra se caracterizaron por su gran aversión hacia ¡a dedicarse a los estudios académ icos, y se h izo estudiante
injusticia y coerción y por una apasionada devoción hacia activo d e filosofía y discípulo d e H egel. Era éste entonces
la libertad e integridad personal. G igantesco y sobresaliente el sabio d e m od a de la Europa intelectual. Pero pronto
en estatura, antes d e su reclusión y gozan do d e una be­ se cansó d e la atm ósfera viciada d e la sociedad rusa, y en
lleza física apolínea, sim ple por naturaleza, elocuente, va­ 1840, cuando tenía 26 años, salió de Rusia para estudiar la
liente y generoso hasta el extrem o, Bakunín tenía todos los filosofía hegeliana en su propio ambiente alemán.
atributos q u e podrían haberle h ech o un hom bre d e suerte Salió de Rusia com o ciudadano leal del Zar, pero en Ber­
en el m undo, un hom bre d e estado im perativo o el héroe lín ca y ó pronto, lo mismo q u e Marx, b a jo la influencia sub­
de una revolución nacional, c o m o fu é su am igo Garibaldi. versiva de los jóvenes hegelianos, y em pezó a m overse hacia
N o obstante, sacrificó toda perspectiva de un futuro prós­ una perspectiva revolucionaria. Estudió los orígenes de
pero e ilustre al sufrim iento y a la pobreza; a la falsedad, los m ovim ientos socialistas y comunistas que habían floreci­
a la difam ación y al aparente fracaso que ca y ó sobre el d o en Francia y se m anifestó revolucionario por primera
con ju nto social revolucionario. N o poseía ni la mentalidad vez en 1842, cuando pu b licó en el «D eutsche Jahrbucher»,
científica y m etódica de un Kropotkin ni la inteligente as­ de A rnold Ruge, un artículo titulado «L a R eacción en A le­
tucia de un Marx, pero por la d ev oción y heroísm o perso­ mania». Este artículo contiene la frase fam osa de «E l ansia
nal que em p leó en la form ación d el m ovim iento libertario de destruir es tam bién un ansia creadora», la cual ha sido
en Europa, probablem ente es la más grande y sin duda al­ em pleada por m uchos de los desaprensivos adversarios del
guna la más dinámica figura revolucionaria de los tiempos anarquismo para presentar a Bakunín com o a un monstruo
modernos. q u e prefería la violencia por encim a de tod o y por mero
El padre de Bakunín era un ex diplom ático que poseía am or a la misma. En realidad, Bakunín quiso decir mera-

Ayuntamiento de Madrid
1186
CENIT

S íes
% aee Uem Pe S aa
em pezar a f“construir
rma. f f !“
la SOC¡edad d ebse
nueva. O ue e desaparece,
d e d io w a
la violencia por m otivos sádicos es contrario a l u n s" h™ ‘” ” '» *

b , » , s l“ “ ni ¿ e , s ; í í z s ‘ o a ,d ‘ f j hoMd* “ »
rev saión Y W , k u Prusianas enviadas en ayuda del

, e s tu P l d e z h u m a n a ; n o o b s t a n t e é s ta s s o n
s ie m p r e u n m a l, u n m a l m o n s t r u o s o y u n e r a n d e s a s tr e n o
m m m m t
r í „ r co ° ° " t ■ í - vicU„ ? " £ “ , » b , s
b ,p cr l l S Í " ® " de principios
cuvo” ™ i , l í nin sf encontral’ a en con tacto con W eitling,
cu am lo W ei ina abandonó con el tiem po; y

a s á
i s m & r t ^ “ t j r a a - v t é
uZ a Í desafl°- y a partir de esta fecha, el gobierno ruso
llego a ser su más im placable enem igo. S rUS° m ente fu é ju zga d o y con den T do° a° m u eííe! “ e v ^ n te
P a n '? er> „ri r 0 a ñ ° -Se e ? t r e v is t ó « » P r o u d h o n y M a r x e n
i ñ™ « 2 ^ ? i m p r e s i o n a d o p o r l o s d o s h o m b r e s ; y e n los a e t f o r ^ i d T K e t l d e VeCÍD° ^ deSeaba l0rturar
dose lentamentVSUS ’ a m edida que fueron desarrollán­
dose lentamente, a través d e m uchos esfuerzos v vicisitn
k Secon om íamp en °ÍadaS P° r am b° S' ° 6 MarX “ P e n d ió que
ft-S tr-3 -5 E , i í s f í f i
elón T „ T 1, im portante que la política y la reli­
gión , un h echo que reveló Marx en su análisis científico de
la sociedad, y olvid ó cu a n d o llegó a form ular m é t X s re- fortaleza de Pedrn ppS¿“ lo Slca ,d el encierro solitario en la
! u ” °rnanoS' *?e Proudhon adquirió la base principal de £ W ü & í ' 5 & r c "js s : s r ¿ r a í* ,
de r d r e^ ^ n lasoc°L OSÍCÍÓn 31 g 0 b i e n , ° y Ia d o c ,r i n a

causan°deSes u sañ r S’ n' e Io s ,cua' es sufrió terriblemente a


i r ® quíera ‘ q ^ ^ r e ^ ^ U X d e sus privaciones, perdiendo los dientes y enveie-
j - , p n n ciP1 0 apoyo a los polacos, hasta que fué des­
acreditado ante los ojos d e éstos p o r un rum or esoartído r p e r d e ? retoda, e r 6"* 6 P° r e? lrag? deI escorbuto.' Em pezó
a perder toda esperanza, in cluso a d e salir de la nrMAn
p or el servicio secreto ruso d e q u e él era oro- ÚZL Z para reunirse a la lucha p o r la libertad hum ana! la que
años v Pd « D u ^ ef U-n a CalT ? a qU6, le Pcrsi8 u“ P °r muchos maneciómT ? m ? randes d e desesperación siempre per­
m aneció en su pensamiento. En 1857, n o obstante, fu é libe-
Í o p l r a . y enviado a Siberia c o m o desterrado per-
. D espués, en febrero d e 1848, se apresuró a ir a París
para intervenir en la revolu ción contra el régim en del Rey pués, una fu ea ^ d o p a T ^ C t e ° l a 1 S p ío ^ e to ^ '

p é r 0 acdann d n l n t e r v in 0 “ ¡? b a r r ic a d a s e n t u s iá s t ic a m e n t e !
e m p e z ó a p r e d i c a r las id e a s a n a r q u is t a s , q u e
ron e n ^ ,p e z a d o , a aP a rf e r e n s u m e n t e , lo s j a c o b i n o s v i e -
on e n é l u n e s t o r b o , a l e x t r e m o d e q u e u n o d e e llo s ex suBc í e“ o IÍbe.r¥ COn 1111 espíritu- diferente a
través^ X 1» - a eD ‘,°d a Su inleRr>dad y entusiasmo a
, 't T a; <<¡9Ué hom bre! hom bre! El prim er día de la P a d d in ío n Creen* 1 M-g° suf™ liento (D - La vida de
seíe° ¡ T , ^ Un teSOr° ’ PT \ al día siguiente debe fusilár- con H erren n r Z / , Pubhcaclon de un periódico liberal
L a s , . nuevas autoridades «revolucionarias» hicieron ve" a e m n l , u cansaron> V estaba dispuesto a vol-
se d ió ,para deshacerse d e él, y cuando Bakunin ver a em pezar la lucha revolucionaria interrumpida en Dren­
se d ió cuenta del sentido reaccionario del Estado que salió
en f e t r S fameAS- Cuand° em pezó la ¡«surrección polaca
zos MraV<fnm * pa” slna- decidió volver a volcar sus esfuer- m e n t í l’ l i X J 20 ^ ^ a ' ° S insurgentes, pero nueva­
zos para fo m e n t a r la i n s u r r e c c ió n p o l a c a . mente los líderes polacos n o quisieron saber nada d e él
Se dirigió a Breslau, cerca de la frontera polaca pero favos federad»^6 K** t Una gran federación de es-
coUn T n T l V nr tró 2 Ue loS polacos desconfiaban d e él y 35 Fropias aspiraciones im pe-
“ ■V1?)e h,a ci? aSa- A quí se vió envuelto en otro nalistas de aquellos y su idea de un levantamiento cam ­
pesino era diametralmente opuesta a los planes de un go-
checos
ch ecos. Pero 1X ’
Pero0 la insurrección fbarricadas
fu é pronto con los estudiantes
sofocada y se re- y l r ó 0 aarEstocnÍm0 ^ Bakunín n o acePtó sus desaires
A nha1te n m a n ia ’ d o n d e e n c o n t r ó u n r e f u g i o t e m p o r a l e n n lín » K f u 0 para unirse a una expedición polaca que
A n h a lt, u n p e q u e ñ o p n n c i p a d o lib e r a l a is la d o e n e l te rri­
nunca v t 'Z n l T “
• E1 Pro^ cto »«» maduró
t o r i o d e P ru sia . P r o v o c ó t o d a v í a e s c á n d a lo s c o n su s a m ib o s r, i expenencias sufridas con los polacos le ense-
o b i e h ? j ” ,a ' y . e n 1 8 4 9 f u é c la n d e s t in a m e n t e a D r e s d e , c o n 3 Ue rebotación social n o podía Uevarse a ca b o a
o b je t o d e m a n te n e r u n m ás e s tr e ch o c o n t a c t o c o n e llo s 3 « .moviI">entos nacionalistas. D esde entonces en ade-
N u ev a m en te fu e s o r p r e n d id o por la r e v o lu c ió n y, aunque k rn e e v d u c io n ó rápidamente hacia la idea de un m ovi-
le v a n ta d o T S a le ™ aneS llb e r a ,e s . Q u e s e h a b ía n bafadorareV° 10nan° ,nternacional basado en la clase tra-
e v a n ta d o p a ra m a n t e n e r s u d o m o c r a c i a c o n s ü t u c io n a l o fr e -
S e r v lc ,o s , c o ? u n a m a r c a d ís im a c o m p l a c e n c i a ’d e s in - a®os siguientes, Bakunin vivió casi siempre
éi “ adf : 7 a n d o Ia *P a y oría d e lo s líd e r e s h a b ía n h u id o , en Italia, don de hizo un gran núm ero d e partidarios y fun­
e l q u e d o e n la s b a r r ic a d a s a s u m ie n d o la d i r e c c i ó n d e la r e ­ d o su primera organización dedicada a llevar a ca b o la
v o l u c i ó n . Se c o n d u j o ta n b i e n q u e i n c l u s o M a r x y E n g e ls e v o lu c ió n anarquista, la secreta Fraternidad Internacional.
a la b a r o n s u h a b ilid a d y s a n g r e fría . W a g n e r , q u e l u c h ó a Seguidam ente ingresó en la Liga por la Paz y la Libertad
una organización d e liberales con una vaga p o lític a p l ¿

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1187

fista y q u e celeb ró su prim er congreso en G énova en este hasta el m om ento presente los ha esclavizado siempre, opri­
mism o año, al que Bakunín esperaba influenciar con sus m ido, explotado y arrum ado.»
ideas revolucionarias. La verdad profética de estas palabras ha sido corroborada
L a asistencia de Bakunín a la conferencia fu é la primera si nos fijamos en las realizaciones d el Com unism o marxista
aparición en pú b lico d e este fam oso conspirador y revolu­ tal y c o m o existe en la Rusia de hoy.
cionario, y a la aureola d e su n om bre, a la fam a de héroe L a primera batalla cam pal entre marxistas y bakuninistas
d e tantas revoluciones, d e tantas prisiones y de la fuga sen­ tuvo lugar en la con feren cia d e Beslau en 1869, a la cual
sacional de la Siberia, se unió su presencia gigantesca para asistió Bakunín en persona y Marx p o r poderes. Bakunín pre­
levantar el más grande d e los entusiasmos. U n o de los pre­ sentó una proposición sobre la a bolición d e los derechos
sentes escribió: «C u a n d o subía los peldaños q u e conducían de herencia. Esta tuvo la oposición d e los marxistas y fué
a la plataforma... se o y ó el grito d e «¡B akunín!» Garibaldi, derrotada por una pequ eña mayoría. Una contra-proposición
q u e presidía, se levantó y fu é hacia él para abrazarle. H a­ de los marxistas sobre un programa para aumentar los d e ­
bía presentes muchos d e sus adversarios, p ero parecía que rechos sucesorios tam bién fu é derrotada p o r escasa mayoría.
nunca iban a terminar los aplausos». La situación era un tanto ridicula, pero el h ech o d e que
Al principio, Bakunin abrigó grandes esperanzas en la una proposición d el C on sejo General controlado por Marx
Liga por la Paz y la Libertad. F ué elegid o para el Com ité hubiese sido derrotada por primera v e z dem ostraba que la
Central d e la Liga, y allí captó unos cuantos Dartidarios, influencia d e Marx era al fin puesta en jaque. El principal
entre los que figuraban los hermanos Elíseo y Elias Reclus, lugarteniente de M'arx, el sastre alemán Eccarius, salió ex­
quienes más tarde llegarían a ser fam osos en el m ovim iento clam ando: «¡M arx se disgustará m u ch o!»
anarquista. Pero m uy pronto se d ió cuenta de la na­ D urante el período q u e siguió inmediatamente a la c o n ­
turaleza esencialmente burguesa d e la Liga, y, aunque in ­ ferencia de Beslau am bos grupos maniobraron para conse­
tentó cierta clase de fusión entre ésta y la Internacional, a guir influencia y posición. Marx y sus partidarios, particu­
la cual se adhirió en 1868, se encontró con que los miem­ larmente el m alicioso Utin, quien más tarde hizo las paces
bros de la Liga n o podían seguirle en su propio desarrollo. con el Zar, esparcieron tantas calumnias com o pudieron in­
En este mom ento se había rebelado com o enem igo decla ­ ventar contra Bakunín. Pero éstas n o pudieron influenciar a
rado del capitalism o y pedía la expropiación d e la tierra y ninguno de los partidarios de Bakunin, y a los ojos de los
d e los m edios de producción, los cuales serían trabajados neutrales desacreditaron más bien a los marxistas que a sus
colectivam ente p o r asociaciones de trabajadores. En el Se­ oponentes.
g u n d o Congreso d e la U g a presentó proposiciones sobre la La lucha fu é interrumpida por la guerra franco-prusiana y
expropiación de la riqueza y e l establecim iento d e una so ­ la revolu ción q u e destronó a N apoleón III. Bakunín, que
cied ad sin clases. C uando, com o él mismo esperaba, estas oteaba la revolu ción desde su retiro de L oca m o, se puso
proposiciones fueron rechazadas, abandonó la L ig a con los en cam ino hacia L yon, don de sus partidarios eran num ero­
pocos partidarios que tenía, y volvió a la Internacional com o sos, y a últimos de septiem bre los anarquistas d e esta ciu ­
hacia el instrumento d e su actividad revolucionaria. dad establecieron un ¡Comité por la Salvación d e Francia,
Siendo aún m iem bro d e la Liga p o r la Paz y la Libertad, el cual inm ediatam ente hizo p ú b lica la abolición d el Estado.
Bakunín había fun dado su Alianza Internacional de la .de­ En L y on h u bo un levantamiento sin derram am iento de san­
m ocracia Social, cu yo n ú cleo lo constituía el conjunto de gre, y por un corto tiem po la ciu dad estuvo en manos de
socios d e la vieja sociedad secreta Fraternidad Internacio­ los revolucionarios. Lia preparación, por tanto, fu é d e fi­
nal, la cu a l se desarrolló adquiriendo fuerza. La constituían ciente, y m uchos m iem bros del C om ité resultaron ser p o li­
miles de revolucionarios d e Italia y España, y los rusos exi­ cías o agentes bonapartistas. Un C u erpo de Guardia N a cio­
lados en Suiza. Bakunín lu ch ó p o r la adm isión en bloq u e nal puso pronto fin a esta pequeña revolución, y Bakunín
d e la Alianza dentro de la Internacional, p ero el C onsejo fu é detenido y encarcelado. Fué, n o obstante, rescatado
G eneral, dirigido por Marx, quien miraba y a a Bakunin p or sus partidarios, y después de permanecer escondido por
co m o una amenaza a su propia autoridad, rechazó su pro­ algún tiempo, esca pó de Francia sin su barba y disfrazado
posición, y tuvo que disolver la Alianza y Dermitir a sus c o n gafas azules.
varias secciones entrar en la Internacional com o ramas se­ L a lucha dentro d e la Internacional continuó con pe­
paradas. queñas escaramuzas hasta el 1872, cu a n d o Marx, alarmado
C o n la entrada de Bakunín la Internacional creció num é­ p or la creciente influencia d e Bakunín, y desconcertado por
ricamente, porqu e él había h echo m uchos partidarios en Ita­ el descontento entre sus amigos ingleses, d ecid ió precipitar
lia y España, donde la influencia de la Internacional había su revancha. En septiem bre d e ese año con v ocó una con­
sid o antes insignificante. P ero para Marx, su valor com o ferencia d e la Internacional en La Haya. Los bakuninistas
aliado estaba más que equilibrado p o r el peligro de un ver­ alegaron que Suiza sería m ejor lugar, ya q u e la mayoría
dadero rival. Pues Bakunín ingresó en la Internacional no d e sus delegados tenían q u e venir d e los países m edite­
co m o sim ple m iem bro, sino com o el representante y p o r­ rráneos, y algunos, incluyendo a Bakunín, serían incapaces
tavoz d e una gran sección d e opin ión libertaria. N o sólo de llegar a L a H aya a tiem po, al n o poder atravesar los
influenciaba a los m iem bros italianos y españoles, sino que países interm edios. E l C onsejo General se n egó a alterar su
se ganó la ahesión d e los intem acionalistas en la Suiza programa y los anarquistas italianos tom aron la desafortu­
francesa y tam bién la de muchísimos trabajadores en Fran­ nada resolución d e boicotear la conferencia. Y así reduje­
cia, especialm ente en el Jura, L yon, M idi y en Bélgica. ron enorm em ente las fuerzas anarquistas.
L a lucha entre Bakunin y Marx n o se basaba, por tanto, En la misma conferencia, el C onsejo General adm itió la
s ólo en la cuestión de la influencia personal o en la incom ­ falsedad de su propia posición al rechazar el que se v o ­
patibilidad de sus m uy diferentes personalidades. Existía tara sobre la base de la fuerza numérica. Marx había pre­
tam bién un abismo p rofu n d o y fundamental entre sus d o c­ parado su plan cuidadosam ente, y la reunión estaba aba­
trinas sabré la cuestión vital de la autoridad y el Estado. rrotada de partidarios suyos, enviados por secciones ficticias
Bakunín expresó claram ente esta diferencia cu ando dijo: de la Internacional y por secciones formadas especialm ente
« N o soy com unista porqu e el com unism o reúne todas las con ob jeto d e fabricar delegados.
fuerzas de la sociedad en el Estado y llega a ser absorbido Marx, primeram ente, sorprendió a la conferencia pidien­
por él, porqu e esto con d u ce inevitablem ente a la con cen ­ d o la transferencia d el C on sejo General d e Londres a N ue­
tración d e toda la propieda d en manos del Estado. Y pre­ va York, y la dism inución d e su poder. El se daba cuenta
tendo la abolición del estado, la elim inación com pleta del de q u e esto debilitaría la Internacional, p ero pensaba nue
principio d e autoridad y la tutela gubernam ental, que bajo un ca m b io d e tal naturaleza le dejaría libre de los Escila y
la pretensión de b a cer virtuoso a los hom bres y civilizarles, de los Caribdis del anarquismo, por un lado, y del trade-

Ayuntamiento de Madrid
1188
CENIT

nnr°?,nm° ingIés P °r el otro- La proposición fu é aprobada


por un m argen d e votos m uy pequ eño, después d e un de- i.n h t h a l ? ce n cía m e n te un revolucionario de hecho,
H r in í de barricada, un orador elocuente e inspirado.
d' 1,gad“ SUS aud'tores d ijo en cierta ocasión: «Era un orador
t9 Eft.*eIHd e b ? tj político (Jue siguió, el programa anarquis- su ser ^ Z r a i h, ° , Para la rev°lu ción. L a revolución era
General n V 56 “ “ i? ' 6 ,a Proposición d el C onsejo tremenda » discursos impresionaban d e una forma
p
, ° r u“ Programa d e acción política. El punto si-
d,e l ° rdf n deI <Jia era la expulsión de Bakunín y de Tal vez sea porqu e estaba h echo para la acción, para

tener u ™ ° baSa,d a e n , q u c habian intentado man­ |m ? o n L 1T |S1V<t P Ka 61 imPremeditado toque a los sen­
tener una organización independiente dentro de la Inter- timientos de los hom bres; sus mejores exposiciones d e ideas
r n n !,T \ f declsl0n sobre la expulsión sólo fué alcanzada en docum entos de tal im portancia co m o son
dP U j^iarX j e atí a,° la, fundam ental con dición burguesa bien mfp y m em orándums para conferencias, más
de los delegados al revolver la cuestión de la carta de bien que en sus fragmentarias obras teóricas
chantaje de N etchaieff dirigida a Lioubavine en relación P r ™ ? lenSeñanZ? S de Bakunin diferian de de su maestro
Proudhon en dos puntos principales. Primeramente él se
N o hah-a CCK°n j C apital» al ruso, por Bakunín.
N o había pruebas evidentes de q u e Bakunín tuviese inter- daba „Cc“ ,de _5u e e ° n el desarrollo de la industria en
gran escala, la idea d e Proudhon sobre el pequ eño pro­
gr a e” f tar carta> Pero Marx se d ió mañas para
presentar el caso d e form a que la conferencia decidió la pietario en posesión de sus propios m edios de produ cción y
expulsión de Bakunín y d e Guillaum e. cam bian do sus productos a través de un banco d e cam bio,
Los anarquistas n o aceptaron las decisiones de La Haya, n o era practicable ya. Considero, sin em bargo, lo que el
y las secciones d e los países latinos s e separaron y ce le ­ llamaba produ cción colectiva, bajo la cual los m edios de
braron un congreso en St. Imier, en el Jura, donde apro­ produ cción estarían en posesión de los trabajadores y pues­
baron un program a anarquista. L a sección anarquista de tos en producción colectivam ente por asociaciones co o p e -
la Internacional continuó hasta 1878, en cuyos tiempos la rativas de trabajadores.
creciente reacción en los países latinos hacía difícil la con ­ n P m SR ^ edÍ-°S d e Producc‘ ón eran así poseídos en com ún,
tinuidad de m ovimientos abiertos de masas. L a cuadrilla 110 ai c ? n z ó , la últinia etaPa de propiedad c o ­
marxista, dispersa por las disensiones en su nueva casa de mún del p rod u cto d el trabajo, defen dida por K ropotkin unos
Am énca, había expirado ya en 1874, asesinada por el deseo íl L w V 3! ^ ®n Sl! teoría e! Productor tenía derechos
m egalom am aco d e sus lideres p o r alcanzar la dom inación al valor del produ cto de su trabajo individual.
ael m ovim iento de la clase trabajadora. El segundo pu n to en el que difería de Proudhon era que
rn ~ * años * “ ®. siguieron a la ruptura de la Internacional creía q u e el Estado no pod ía ser a b olid o por m ed io de
fueron, para Bakunín, dom inados p o r la desgracia y la des­ m étodos reformistas o por la fuerza del ejem plo; por tanto
ilusión por los resultados de sus esfuerzos. Su salud em ­ predicaba la necesidad de la revolu ción para «la destruc­
p e zó a decaer y se vió forza do a vivir e n la pobreza y muy ción d e todas las instituciones de la desigualdad y el es­
a m en u do en la indigencia. Se querelló con la mayoría de tablecim iento de la igualdad económ ica y social». El no
sus amigos y discípulos quienes n o podían com prender su a b ogo, p o r tanto, por la revolución política de jacobinos y
natural desenfreno en lo q u e a din ero se refería, cuando maraistas, llevada a ca b o por partidos organizados y dis­
este llegaba a sus manos, y d e la forma e n que gastaba ciplinados. «L as revoluciones n o son hechas— decía— n i por
el a m ero de Jos otros c o m o si fuera suyo. individualidades ni p o r sociedades secretas. Estas llegan
En 1873 estalló la R evolu ción española, y Bakunín, a automáticamente, hasta cierto punto; la fuerza d e los he­
pesar d e su enferm edad, quería il allá a luchar p o r lo que chos los acontecim ientos y hechos ordinarios, las produ ­
creía sena la última batalla en las barricadas. Pero se en ­ cen Se gestan por largo tiem po en las profundidades de
contraba sin un céntim o, y su am igo Cañero, que le había la obscura conciencia de las masas, después estallan es­
estado subsidiando, n o quiso buscarle el dinero para su pontáneam ente, y en muchas ocasiones aparentemente sin
aventura. im portancia».
H ablaba com o un perito de la revolución.
El siguiente año, 1874, los anarquistas italianos planea­
ron un levantamiento en Bolonia, y Bakunín d ecid ió tomar
parte en él. Su salud se había deteriorado p o r com pleto GEORGE W OODCOCK.
en este tiem po; había reñ ido p o c o antes con sus amigos v (Tradu. de J. Ruíz.)
discípulos más íntimos: Guillaum e, Sahhin y Cafiero, y te­
nia m u y p oca fe en las perspectivas d el levantamiento. Pero NOTA
se d io cuenta d e que su muerte estaba cerca y quería ter­
minar luchando en la calle c o m o había luchado en D res-
de un cuarto d e siglo antes. Escribió una carta de despe­ ( ! ) A. Herzen, en su libro «M i Pasado y Recuerdos»,
dida a sus amigos d e Suiza, la cual terminaba con esta hace la siguiente descripción de Bakunín en esta época:
nota de resignación: «Y ahora, amigos míos, lo único que «Bakunín se restableció entre nosotros d e los nueve años
me queda es morir. Adiós.» de silencio y soledad Argüía, predicaba, daba órdenes, chi­
llaba, decidía, aiTeglaba, organizaba, exhortaba tod o el día,
El levantamiento de Bolonia fu é un fracaso com pleto, y
toda la n oche, durante las veinticuatro horas sin parar En
Bakunín tuvo q u e volver a Suiza, esta vez disfrazado d e cura.
los p ocos m om entos que le quedaban libres se tiraba sobre
Este fu é su últim o esfuerzo revolucionario, y el resto de
su escritorio, lim piaba la cen iza del cigarrillo y em pezaba a
los dos últimos años de su vida fueron consum idos en la
escribir cin co, diez, qu in ce cartas para Belgrado y C on s­
abyecta pobreza y en plena decadencia d e sus fuerzas Se
tantinopla, para Besarabia, M oldavia y la Rusia Blanca En
desesperaba al pensar que la revolución n o tendría lugar
mitad de una carta soltaba la pluma a fin de refutar algu­
hasta que las masas estuvieran impregnadas d e sentimiento
nos argumentos d e un reaccionario dalm aciano; después sin
revolucionario, y se daba cuenta d e la creciente reacción
terminar su discurso, em puñaba la plum a nuevam ente y
en E uropa hacia esto más y más d ifícil cada día. Pero vió
continuaba escribiendo. T o d o esto era una cosa fácil ya
intuitivamente la sombra del futuro cuando escribió a Elí­
que escribía y hablaba sobre la misma cosa. Su actividad
seo R eclus: «Q ueda otra esperanza, la guerra mundial. Tar­
su o cio , su apetito al igual q u e las demás características
de o tem prano estos enormes Estados militares tendrán que
incluyendo su talla gigantesca y su sudor continuo— era
destruirse y devorarse el uno al otro. ¡Pero q u é perspec­
tiva!» M u ñ ó el prim ero d e julio d e 1876, en el hospital de d e proporciones sobrehumanas, v personalmente seguía sien­
do com o antiguamente, un gigante con cabeza leonina y
Bem a y fu é enterrado en esa ciu dad calladam ente.
melena enmarañada.

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1189

A los cincuenta años aún seguía siendo el m ism o estu­


lo necesario para cigarrillos y té. N unca se avergonzó de
diante trotamundos, el m ism o bohem io sin hogar de la rué
este m od o de vid a ; nació para ser el gran vagabundo, el
de Bourgogne, sin hacer caso de! mañana, despreciando el
gran proscripto. Si alguien le hubiese preguntado q u é pen­
! j ? ro\ esParcién dolo a los cuatro vientos cu ando lo tenía,
saba acerca de los derechos de propiedad, tal vez hubiera
pidiendo prestado indistintamente a derecha e izquierda
contestado^ com o Lalande contestó a N apoleón acerca de
cuando n o tenía, con la misma sim plicidad c o n que los ni­
D ios: «Señor, en el curso de m i carrera no he tenido n e­
ños reciben de sus padres, sin pensar nunca en pagar, con cesidad de creer en E l».
la misma sim plicidad con que estaba siempre dispuesto a
dar a cualquiera su últim o céntim o, reservándose para sí
(N o ta del tra d u c to r.)

[ ALGUNAS NOTAS |

SOBRE EL MOVIMIENTO ANARQUISTA


EN LA ARGENTINA

^ ? S 3 5 g L mcvuniente» anarquista en la Argen­


ten im m á /t x í tina lia sido durante varios lustros mer termino, la división de clases. El m ovim iento
anarquista de la F.O.R.A. fué y es obrerista pero
una de las fracciones representativas
del m ovim iento anarquista internacio­ rechaza y com bate el banderín de la lucha de cla­
ses, tan com ún al sindicalismo.
nal. Su vigor e influencia, sus caracte­
rísticas esenciales propias y poco co- Si bien hubo en la Argentina diversas expresio­
muñes hicieron de él una expresión nes del anarquism o (constituyéndose en dos ocasio­
muy particular. nes un principio de organización específicam ente
Su rasgo principal —el más relevan­ anarquista); si bien se presentaron tonalidades di­
te y notorio— fu é su entronque direc­ versas, la diferenciación n o fué de fon d o, sino de
to con el m ovim iento obrero. Y lo particular en es­ form a —en cuanto a posiciones tácticas— y las más
te caso es que se m anifestaba contrario al sindica­ de las veces fué ésta m otivada por cuestiones per­
lismo rutinario aunque afirm ara su impulso, sus sonales agudizadas por circunstancias del mom en­
Hechos y su irradiación popular en organism os to. Pero lo caudal, desde el punto de viste realiza­
obreros. Llamábanse éstos (y así se siguen denom i­ dor y en cu an to a consecuencias generales en las
nando desde hace cerca de setenta años) «socieda­ luchas sociales del país, fué lo sugerido y lo logra­
des u organism os de resistencia», com o se llam a­ do en torno a la F.O.R.A. Incluso los grupos autó­
ron en España antes de la constitución de una cen­ nom os y en ocasiones divergentes (grupos grem ia­
tral sindical, en la época de los Centros de Estu­ les sem ejantes a los de la F.O.R.A. v grupos anar­
dios Sociales, de los Ateneos y de los prim eros nú­ quistas independientes) giraban en torno al m oti­
cleos intem acionalistas, allá por el 1860 y un poco vo — padríam os decir ce n tra l— inspirado p or la
mas. F.O.R.A. y sus simpatizantes directos. No h a de
ocultarse que hubo divergencias virulentas y de re­
Podrían ser calificados de sindicatos por ciertos cuerdo doloroso por sus episodios ingratos; no ha
aspectos de su acción basada en la lucha entre Ca­ de negarse la im portancia de alguno de los grupos
pital y Trabajo, por m ejoras económ icas o por dis­ no enteramente adictos, pero para tom ar materia
minución de horas en la jornada de labor. Pero con propicia a un estudio e& torno a lo que puede ser
•más ,justeza podrían ser Ulamados agrupaciones considerado un ensayo táctico serio, de profundi­
anarquistas gremiales, ya que siempre rechazaron dad y largos alcances, ha de atenderse, en referen­
—y com batieron incluso— l a s norm as y prácticas cia forzosa, a lo que concierne al historial de acti­
propias al sindicalism o clásico y clasista. Afirma- vidades, de conducta y de influencia de la F.O.R A
ron bien alto que las m ejoras económ icas n o son en la Argentina y en la casi total extensión de la
otra cosa que un señuelo ilusorio y peligroso, un Am érica latina.
juego de diversión que a la larga minimiza, distrae Nos dedicam os hoy esencialmente a recordar a la
o diluye el carácter esencial de la lucha, lucha que F.O.R.A. pues nuestro interés es presentar una m o­
n o h a de ser puram ente económ ica, librada p o r en­ dalidad que obra en contraste con lo que son co ­
tero a las conquistas inm ediatas, m aterialista y re­ rrientes de actuación anarquista en el m ovim iento
ducida, sino que ha de elevarse al deseo de tran s­ obrero o sindical en el resto del m undo. Téngase en
form ación total de la sociedad, suprimiendo, en pri­ cuenta, además, que se trata de un simple detalle

Ayuntamiento de Madrid
1190 CENIT

de referencias en el que no abordaremos elementos deración Obrera Regional Argentina (Regional y no


de carácter histórico, salvo en caso ineludible. Por Nacional, com o Sección Intem acionalista de la pri­
otra parte, nos referim os al pasado cercano y no al mera A.I.T. 'que suprime Naciones y considera a
presente del panoram a argentino, es decir, a lo que cada país una región del mundo) se establece un
corresponde hasta el 1936 o cerca, haciendo la sal­ Pacto de Solidaridad, llam ado en algunos organis­
vedad de que la F.O.R.A. actual n o ha variado un m os Carta Orgánica y en otros, más autoritarios,
ápice en cuanto a orientación y a carecteristicas. Estatutos. En todo lo largó de sus 18 puntos n o fi­
La F.O.R.A. no es hoy, num éricam ente hablando, gura ni una sola vez la palabra Sindicato ni Sindi­
más que un reflejo, aun viviente y activo, de un p a ­ calismo. Se dice Uniones Gremiales, Sociedades de
sado vigoroso e inolvidable, jalonado p or luchas Resistencia o Sociedades Obreras. Insistimos en
heroicas, muchas de ellas sangrientas, iniciadas a este detalle porque tiene su im portancia en la p re­
mediados del siglo pasado y con continuidad o r­ sentación de lo que es sustantivo en la F.O.R.A.: la
gánica registrada a partir del 1885. época en que com unidad estrecha entre el enunciado, su práctica
M alatesta, Mattei, Fazzi, M arzoratti, Matta, Rava- y la finalidad.
sa, Nido, Gilim ón, Prat, G ori y otros intem acion a­ Luego vienen las Federaciones Locales o Com ar­
listas contribuyeron a la fundación y orientación cales y finalm ente un C onsejo Federal. Nada de
de varias organizaciones gremiales, de periódicos y Comité. Ni Comité Nacional, ni Comité de Sección,
de revistas, de cen tros de actividad con militantes ni Comité Local. Se llaman Comisiones las encar­
de diferentes lenguas y países. Las causas del a c­ gadas de las funciones adm inistrativas o represen­
tual decaim iento de la F.O.R.A. se derivan, en p ri­ tativas de los gremios. Sólo se conoce el Comité
m er término, de la sucesiva concadenación de regí­ ■Pro Presos y Deportados, llamado Comité por su
menes de fuerza iniciados por Uriburo (m ediante función específica y particular.
imposición estadounidense) en septiembre del 1930 No existían cargos retribuidos de ninguna natu­
y que con ligeras variantes no h a cesado aun. P o ­ raleza, a n o ser que quiera confundirse la función
drían tal vez anotarse algunos puntos que han co n ­ de un director y de redactores de diarios, adminis­
tribuido —desde dentro— a este decaim iento. Co­ trador o conserje de local con lo que se entiende
rresponde este análisis a otro orden de estudios. por cargo retribuido.
Lo que hoy nos im porta es fija r las líneas esencia
les de lo que fué, com o dem ostración de su haber
doctrinario y táctico, una de las experiencias más
im portantes y ejemplares, que d ió prueba de una Su posición ante el sindicalism o es concreta. R e ­
solidez de conceptos que sólo pueden asentarse so­ clam a una orientación definida com o resolución y
bre principios bien encarnados en la médula de sus com o guía de las actividades obreras y no concibe
inspiradores y que fueron a su vez notablemente n i acepta el llamado sindicalismo neutro. Se bas*
com prendidos, asim ilados y enarbolados por un en la R esolución de su fam oso 5° Congreso en la
conjunto numeroso y activo. que ¡(aprueba y recom ienda a todos sus adherentes
la propaganda e ilustración más amplia en el sen­
*** tido de inculcar en los obreros los principios econ ó­
m icos y filosóficos del Comunismo Anárquico».
C ritica acerbam ente a los I.w .w . (Sindicatos I n ­
La F.O.R.A. se halla constituida por grupos gre­ dustriales d el Mundo) por su declaración co n fo r­
miales con el acoplam iento de Ateneos, Bibliotecas. mista y reform ista resumida en la fórm ula que po­
Centros Artísticos y Culturales, Grupos Editores, pularizó M ac Donald, teórico de los I.w.w. y qUe
etc... Los gremios se hallan relacionados en funcio­ consiste en aquello de: «ir construyendo la sociedad
nalidad federativa, los grupos diversos citados m an­ nueva en el cascarón de la vieja», expresión que a
tienen com pleta autonom ía aun debiéndose a la la vez que reconoce y mantiene la posición clasista
F.O.R.A. Al mismo tiem po existen otros grupos en ofrece la teoría de la trasposición o suplantamiento
el país, con organizaciones gremiales de carácter del Estado por parte del Sindicato. La F.O.R.A. p s
anarquista <no en todas las épocas) y también Bi­ bakuninista en aquello de la necesidad ineludible
bliotecas, Ateneos, Centros Artísticos, etc., que por de la destrucción de la sociedad actual para cons­
lo general no actúan de com ún acuerdo con los de truir la futura sociedad sobre bases nuevas.
la F .O .R .A . salvo en casos de interés com ún, en Se trata —según la F.O.R.A— de ir al fondo del
cam pañas generales de im portancia o en huelgas iproblema: com batir al Estado hasta su liquidación
de gran resonancia La discreoancia es interna y la de la sociedad actual y al mismo tiem po liqui­
Hay unidad frente al enemigo com ún. Puede citar­ dar al Sindicato, ya que éste no es m ás que un pro­
se la fracción de «La A ntorcha», con local propio, ducto de los problem as creados por la sociedad ca­
con grupos gremiales adjuntos y con otros voceros pitalista y que sus causas y funciones desaparecerán
com o «Libre Palabra» (producto de circunstancia al desaparecer las causas que lo han producido.
especial y personal) que se agregaban también a A juicio de la F.O.R.A. los sindicatos industriales
esta fracción.
com o los llam ados « sindicatos con stru ctivos», no
Los grupos gremiales se llamaban, p or ejemplo: son m ás que copia o remedo de la sociedad y del sis­
Sociedad de Resistencia de Conductores de Carros, tem a capitalista. Dar un carácter constructivo al
Unión Ohauffeurs, Unión de Obreros Panaderos, sindicato es ta n to com o atribuirle una función post-
Sociedad de Resistencia de Mozos Anexos, etc. P o­ revolucionaria. Significaría en parte suponer a és­
cos, rarísimos, adoptan el nombre de Sindicato. En tos un valor orientador, organizador e incluso di­
poblaciones pequeñas, al n o haber núm ero sufi­ rector de la nueva sociedad.
ciente de militantes para com poner agrupaciones Con anterioridad a la Revolución Rusa, y por lo
gremiales, se constituye un Sindicato de Oficios V a­ tanto, m ucho antes de conocer sus resultados, decía
rios.
la F.O.R.A. que el sindicalismo clásico aportaba en
En el llamado 4o Congreso, celebrado en el 1904 y si los elementos propios al establecim iento de la
que es en realidad el Congreso fundador de la Fe­ dictadura de una clase sobre otras, h ech o por lo do­

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CENIT 1191

m as implícito y latente en la socorrida fórm ula de Penal) mediante la cual se confirm aron penas de
la llamada lucha de clases. Y que pqr lo tal el Sin­ varios años de prisión por el solo h ech o de llevar
dicalism o llevaba en sí los gérm enes de una posibi­ en el bolsillo un carnet de la F.O.R.A., culm inando
lidad dictatorial. Noi era necesario ser linces para en un proceso, m onstruo en el que se incluyeron
com prenderlo, pero aun h ay h oy m uchos com pa­ a centenares de m ilitantes anarquistas.
ñeros anarquistas o sedicentes que teorizan en tor­
n o a este problema y aun ven en el Sindicalism o •**
una form a de actuación suficiente y total, sin ana­
lizar muy a fon d o la historia ni calcular —sobre la
Concretamente, la F.O.R.A. propaga y reco­
base de los resultados presentes— las posibilida­
mienda lá actividad anarquista en el m ovim iento
des y los inconvenientes que el Sindicalism o puede
aportar al futuro. obrero ya que es éste, el obrero, al que más direc­
Para la F.O.R.A. tod o esto es un grave error de tam ente sufre las consecuencias del desequilibrio
social. Pero constituyendo organism os propios, defi­
apreciación derivado del m aterialism o marxista, de
nidos, alejados de veleidades, de dom inio y de cap­
su teoría económ ica y de su «fatalism o histórico»,
teoría que invierte los conceptos y proclam a una tación de las «m asas», com batiendo e l'co n fu sio -
nism o y afirm ando que la única actividad eficaz, en
transform ación social a medias, una especie de
todos los órdenes y en todos los terrenos, es la a c­
«vuelta de tortilla», pero conservando la sartén y
tuación anarquista, sin prejuicios clasistas ni dife-
friendo la tortilla o sea la oposición o la clase d o ­ renciadores.
minada, que siempre existirá en tanto n o se arroje
por la borda la sartén o sea el Estado. Considera al Sindicato com o un «m edio» propi­
R echaza igualmente la llamada «Carta de cio a la difusión y al desarrollo de nuestras ideas
Amiens», emblema d el «sindicalism o revoluciona­ entre elementos predispuestos a la lucha social.
rio», p o r su inepcia y su imprevisión, lam entando Pero niega al sindicalism o calidad y fondo doctri­
el que esta resolución, producto de una mentalidad nario de consecuencias libertarias. De establecerse
inhibicionista, haya sido firm ada y defendida por una doctrin a sindicalista n o puede ésta tener cali
algunos anarquistas. Y podría afirm arse h oy—a la dad anarquista, por su carácter y alcance limitado
luz de los hechos—que la desviación del movimiento y por sus pretensiones extem poráneas y negativas
obrero francés y su caída en m anos de los comu­ que por lo tanto n o corresponden a nuestra finali­
nistas, tiene su origen en la fam osa «Carta de dad. El medio sindical puede ser bueno o m alo de
Amiens», que recom endaba la inhibición ideológica acuerdo a las ideas que se debatan en su seno y de
en el seno de los sindicatos. ¿De qué vale la reco­ acuerdo a la trayectoria y a la m eta que se fije. No
m endación juiciosa de Malatesta con citan do a «n o es suficiente el «Sindicalism o R evolucionario» a pe­
confundir Sindicalism o con Anarquism o», cuando sar de sus tácticas de acción directa y de su lucha
se ofrecen aún sedicentes anarquistas para cola bo­ con tra el Estado y el Capital. H a de definirse el
rar con un sindicalism o anodino, sin tónica y sin por qué y el cóm o de esta lucha y h a de aplicársele
alma, profundam ente clasista, con todas las taras una finalidad concreta que n o puede resumirse en
de un pretendido constructivism o dirigista, prego­ su a fá n redencionista y m anum isor de «la clase
nando regímenes «puentes o transitorios», apelando obrera». De no ser así se pierde en la baraúnda de
al am paro de las leyes para obrar y mantenerse...? las fracciones sindicalistas neutras, incoloras, apo­
¿Y cóm o puede concebirse el h ech o de que m ilitan­ líticas. El apoliticism o sindical es una engañif a más,
tes anarquistas m iliten y cooperen m ediante sub­ una falacia inconsistente. Las grandes organiza­
vención directa, en organism os sindicales de cartel ciones apolíticas, es decir, neutras o indefinidas,
y práctica política com o la C.G. Italiana dil Lavoro van a engrosar las posibilidades de los partidos,
o Fuerza Obrera y C.G.T. francesa... La F.O.R.A. haciendo su juego y el del Estado, sirviendo de pa­
se enfrentó con ese problem a ante las centrales lanca a m aniobras burlescas en las que se juega el
reform istas de la Argentina (U.S.A., prim ero, y porvenir de los pueblos. Y esas grandes masas pro­
luego C.O.A.) que a pesar de sus pretendidas decla­ letarias, co n griterío de masa, es decir: sin criterio
raciones han llegado a ser un elem ento esencial de ni conciencia social (que n o es conciencia de clase)
apoyo para el régimen dictatorial y estatista. son el m ayor escollo opuesto a la revolución. El más
La F.O.R.A., actuó siempre al m argen y contra vivo ejem plo lo tenemos en las grandes centrales
la ley—lo que es un ra sgo im portante—y n o aceptó americanas e inglesas, apoyando acciones guberna­
jam ás la censura para sus periódicos que tam poco mentales, llegando a form ar parte del gobierno al
apelaron al am paro legal. Y debe ser recordado que constituirse en «partido obrero» o prestándose a la
se con tó en cierta época con dos diarios «L a P ro­ com edia del «anti-com unism o», pretexto airoso para
testa», m atutino, y «L a B atalla», por la tarde, al la m archa hacia el totalitarism o o hacia la adop­
tiem po queí se intentaba un tercer diario de la ción de sus fórm ulas por .parte de las democracias
tarde, fundado por Ghiraldo, «B uenos Aires», que que aun se siguen llam ando antitotalitarias y que
tuvo cortísim a vida. Y con anterioridad a ese dia­ se apoyan en los propios sindicatos p ara cim entar
rio: «El O brero» (1896), que en aquella época lejana su acción reaccionaria.
se m antuvo seis meses. Por otra parte — dice la F.O.R.A.— el «Sindicalis­
Esta actitud ilegal de la F.O.R.A. sirvió d e pre­ m o R evolucionario», con su acción violenta de sen­
texto a las más crudas cam pañas de la reacción y tido clasista y sus resultados transitorios, crea una
a persecuciones violentas y sanguinarias, con si m entalidad especial que no permite apreciar ni per­
bienquisto de cierto sector de op inión ya que se cibir los valores profundos del anarquismo. Cree
trataba de «gente al margen de la ley». Así pros­ en la fuerza bruta y refuerza la teoría del «sindica­
peró la idea de la prom ulgación de la ley de Resi­ lism o que se basta a sí m ism o» a n o ser que se lo­
dencia y la de Indeseables (Ley 4144), en período gre introducir en sus medios, de manera decidida y
anterior a Uriburo, aprobándose luego— después de consciente y de form a que prevalezca com prendién­
Uriburo en régimen pseudo-constitucional— la ley dose —n o imponiéndose— el sentido y la orienta­
sobre Asociación Ilícita (Artículo 210 del Código ción del anarquismo. El apoliticism o n o basta. Se

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requiere saber qué es lo que se quiere y si se va o
no hacia donde se quiere. decían los m ilitantes «foristas»— éstos respondían
siempre a pequeñas capillas creadas en base a cier­
El m ovim iento obrero ha de aceptarse y propa­ tas posiciones personalistas y disgregadoras, no a
garse com o un «m edio de lucha»; 110 com o una* fi­ co m e n te s reales y determinadas. Se insistía —c o ­
nalidad. La F.O.R.A, misma se constituye en ese m o Malatesta también lo dijo— en que el anarquis­
sentido: «com o un m edio de lucha y no com o un ta debía hallarse fundido en el pueblo, confundido
n n ». Y un artículo im portante de sus resoluciones en sus acciones y en sus luchas, desde y con el pue­
el que m as y m ejor la caracteriza dice: .(Realizada blo m ism o y n o erigidos en mentores teóricos o
la Revolución, la F.O.R.A. desaparecerá». doctrinarios. Sólo se com prende al pueblo viviendo
Porque al realizarse la revolución desaparecerá sus problemas y n o en uso y abuso de «slogans» de­
la causa que ha m otivado la fundación de una or­ m agógicos o de gabinete, o desde la cóm oda posi­
ganización obrera de lucha contra el Capital y el ción de filósofo de campanario.
Estado. Al realizarse la revolución será necesario Según la F.O.R.A. las agrupaciones anarquistas
'•rear 'os organism os que convengan al proceso y al tendían a separarse de esta acción que ha de ser
desarrollo de la revolución misma, en profunda diaria para ser eficaz, convirtiéndose en centros de
transform ación de las actuales condiciones econó­ catedra, pero no de ejemplo; ejerciendo una influen­
micas y sociales teosa que no quieren ver nuestros cia contraproducente, com o nueva élite jerárquica
«econom istas voluntarios» que toman siempre ejem ­ y orientadora, alejándose p or com pleto del pueblo
plo del hoy para esbozar el mañana) en la com ple­ y de sus problem as vitales en natural detrim ento
ta liquidación de ciertos valores presentes- 'de leyes del p rop io m ovim iento anarquista.
y poderes; en la necesidad de organizar la vida so­
bre nuevas bases; y en la necesidad de aprestarse Tal vez responda también esta decisión a la co n ­
a la lucha contra quienes hayan pretendido suplan­ secuencia directa de ciertos períodos de discrepan­
tar a la sociedad capitalista y estatal con otro sis­ cia violenta en el seno del m ovim iento anarquista
tema prefabricado a priori, llámese éste sindicalis­ argen tin o y al trasiego de elementos oportunistas
ta, industrialista o de transición... que fueron «aves de paso» en el m ovim iento «foris-
ta», pues conviene tener en cuenta —para forjarse
Por todo esto la F.O.R.A. ha sido muy poco com ­ un ju icio certero— las circunstancias, las caracte­
prendida p or el resto de organizaciones obreras y rísticas v eJ clim a social del país en los m om entos
anarquistas esparcidas por el mundo. Por todo esto en que nace una corriente y se“ tom a una determina­
la F.O.R.A. ha m antenido siempre una posición aus­ ción que, andando el tiempo, adquiere el valor de
tera, una conducta rectilínea, sin dobleces, sin posición doctrinaria y n o pocas veces desgraciada­
«oportunism os» ni devaneos, lo que le ha valido en mente dogm ática.
ocasiones el remoquete de «sectaria» o de contra­
ria a la «adaptación que exige la evolución de los En el fondo corresponde esta posición —narticu-
tiempos», lo que sirve de tópico a sus adversarios, lar a la F.O.R.A. y también a la F.O.R. Uruguaya—
presentándola com o causa de su actual decadencia. a su enunciado propio, al manifiesto afán de man­
tener, con vigor inalterable, «un m ovim iento obre­
No aceptó nunca la F.O.R.A. que sus militantes,
o llamados militantes anarquistas, pudieran con vi­ ro anarquista», de contenido concreto, que sirva de
vir en organizaciones sindicales de carácter am ari­ base de apoyo y de núcleo realizador y ejem plari­
zante. Sin un m ovim iento de sostén y de com posi­
llo, neutro o de definición contraria a la finalidad
ción popular el m ovim iento anarquista se halla con ­
anarquista, o el que cooperaran con entidades in­
definidas. Estimó siempre que esto aportaba confu­ denado a la inoperancia y las ideas llegan a con ­
sión, ya que no podía concebirse una colaboración vertirse en elucubraciones de desocupados o en teo­
rías de gabinete.
semejante y que por otra parte esto significaba ca ­
rencia de decisión y d? consecuencia anarquista. Lo Por esta precisa razón el m ovim iento anarquista
esencial es constituir organism os en los qüe se dé debe diferenciarse de los demás, definirse y distin­
el ejem plo de la acción nropia, no sumarse a orga­ guirse del neutralism o o del desviacionism o de otros
nismos del mismo carácter, pero de finalidad dife­ m ovim ientos obreros, incluso de las imprecisiones de
rente en los que la actividad aislada se pierde y en ciertos m ovim ientos obreros libertarios.
los que en el fondo se ofrece una semejanza con el Criticaba la F.O.R.A. a la C.N.T. española por su
anarquista que acepta ser m inistro para com batir afán aglutinador de masas y afirmaba que la C.N.T.
el Estado, con lo que el Estado se refuerza y el adolecía de ciertos defectos a causa de esa tenden­
anarquista se pierde com o tal. cia a agrupar elementos indecisos que pesan luego
*** com o m asa inerte —mediante el voto y su ley de
mayorías— sobre las decisiones morales y finalistas
y provocan un descenso en la tónica ideológica de
Otra de las narticularidades de la F. O. R. A. ha la organización. Discrepaba de la vieja U. S. italia­
sido la de su oposición hacia el anarquismo espe­ na por su ausencia de concreción ideológica y por
cifico organizado. Se ha opuesto rotundam ente a su carácter neutro, propio al sindicalismo revolu­
esta corriente aunque se haya relacionado con sus cionario.
propagadores en m om entos en que la lucha y las
necesidades com unes lo exigían. Sobre todo en el as­ E n la Argentina h u bo cruentas luchas con tra el
pecto solidario. reform ism o, con tra el sindicalism o de corruptela
política, contra los plataform istas y contra... los
Proclam ándose la F.O.R.A. com o una organiza­ anarco-dictadores, com o se llam ó a los partidarios
ción anarquista y reuniendo en su seno y por sus de ciertos m étodos de la revolución rusa y de un
m últiples cuadros, todos los medios y posibilidades a lgo así com o la toma del poder p or parte de los
para el desarrollo de una actividad eficiente en to­ anarquistas. Pero es ya cosa que corresponde tra ­
dos los terrenos y aspectos de la vida social, esti­ tarla en otra ocasión,
maban contraproducente la creación de organis­
m os específicamente anarquistas ya que —según IL D E F O N S O

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CENIT 1193

LO VIDA INFERNOL DE LOS OBREROS ATOMICOS


de H A N D F O R D
A posición geográfica del perímetro bau­ radio-activos: tres círculos rodeando un punto negro.
tizado «Handford Area», donde se en­ Estas carteleras que se encuentran en las salas
cuentran las secciones de la fábrica de entrada, en los corredores, los talleres, los puestos
donde se produce el plutonio, demuestra de observación de la fábrica Handford, son sólo ja­
que se ha tenido en cuenta el aspecto lones parciales de una red mucho más extendida,
do la seguridad: se halla situado ese destinada a poner en guardia contra los rayos invi­
terreno al noroeste del territorio ame­ sibles de la muerte: existen dosímetros que se pare­
ricano, en el Estado de Wáshingion, cen a una estilográfica y cambian de color cuando
verdadero desierto árido e improducti- el portador está demasiado tiempo sometido a la
tivo, 'desprovisto de vías de comunicación; allí se ha acción de la radioactividad. El paso del amarillo al
aislado una superficie de cerca mil kilómetros cua­ verde es una advertencia; el paso del amarillo al
drados. Las tres ciudades gemelas: Pasco, Konne- naranjado indica la extrema urgencia de la alarma.
wick y Richland, que agrupan un centenar de miles El intersado debe abandonar inmediatamente su lu­
de habitantes, se elevan a una quincena de kilóme­ gar de trabajo. Hay broches dotados de una película
tros de la entrada del perímetro prohibido y a una ultra-sensible que se impresiona bajo el efecto de las
cincuentena de los enormes bloques de cemento ma­ radiaciones; sortijas cuya piedra se ennegrece; fuen­
sivos y grises, fortalezas ciegas donde se realiza la tes que, según su color, indican el grado de «calor»
transmutación del mineral de uranio en plutonio radioactivo. Los detectores mecánicos locan una si­
(U 239), el nuevo elemento artificial. rena cuando el aire está saturado de radiaciones
nocivas. Penetrar en las regiones más expuestas
necesita un equipaje completo: aquellos que se arries­
EL P A IS DE LAS IR R A D IA C IO N E S P E L IG R O SA S
gan avanzan paso a paso, precedidos de un largo
bastón provisto, en su extremidad, de un contador
Tan pronto se franquea el dintel de esa tierra
en punta. Los dispositivos de lucha contra la radio­
maldita, al otro lado de la muralla nos espera un
actividad son innumerables; la gama es vastísima,
paisaje desolado: suelo árido, pequeños arbustos cu­
hasta los detergentes y los líquidos que disuelven las
biertos de polvo: conejos miedosos que escapan al
partículas radioactivas sobre los vestidos y la piel.
sentir aproximarse el coche; cintas de raíles diri­
A Handford no se cesa de frotar, de cepillar, de lavar.
giéndose hacia los talleres guardados por la tropa;
Como en una pesadilla, todos se esfuerzan en hacer
por fin, en el horizonte, se distinguen altas chime­
que desaparezca la mancha invisible, estigma que
neas metálicas, delgadas como lápices, disfrazadas
nunca se está seguro de haber borrado. Nadie puede
de tonos grises como los edificios que ellas coronan.
certificar que la frecuentación de los elementos radio­
Los innumerables letreros, caricaturas de los anun­
activos no se traducirá, más pronto o más tarde, por
cios publicitarios, complemento inevitable de toda
una enfermedad cualquiera. Todos los obreros de la
carretera americana, bastarían, si ello fuese nece­
fábrica de Handford deben someterse cada mes a los
sario, para persuadir al visitante de que se encuen­
análisis de sangre y de materias fecales, completados
tra en una zona reservada. Sobre los primeros, pue­
por exámenes semestrales y anuales particularmente
de leerse: «Silencio significa seguridad».
severos. Se quiere saber cuantas partículas se lian in­
Pero esto no es más que el comienzo. Cuanto más
filtrado en el aparato circulatorio, en el hígado, los
avanzamos, más se multiplican las carteleras:
riñones, el páncreas, la vesícula biliar. Si la linfa ha
«¡Atención! No os acerquéis. Terreno fuertemente
sido atacada, si la médula espinal ha sufrido alguna
contaminado». «Peligro, radiaciones radioactivas».
contaminación. Cuál es la proporción de los leucoci­
«Peligro, emisión de neutrones».
tos en la sangre. Si se han alojado posos en los tejidos
Otros recomiendan: «Poneos las botas». — «Del otro
lado de esta bañ era, terreno contaminado». — «No óseos. Esos controles son obligatorios y permanentes.
olvidéis vuestros guantes». — «Región infestada». —
«Colocáos las máscaras. Aire contaminado». CADA OBRERO T IE N E SU «A N G E L G U A R D IA N »
Otros advierten: «Recipientes contaminados; antes
de utilizarlos, enchufad el detector». — «Radiaciones No precisa decir que trabajar en tales condiciones
peligrosas. Controlad el nivel de agua de la cámara exige una sangre fría a toda prueba; ello significa, sin
húmeda». O bien: «En caso de accidente: I o) Retened embargo, que el obrero ideal deba ser obligatoria­
la respiración; 2o) Abandonad el local y cerrad la mente calmoso y flemático. El hombre fuerte se re­
puerta detrás vuestro; 3o) Prevenid inmediatamente vela a veces en las situaciones más peligrosas; la
el servicio sanitario». ausencia de temperamento nervioso facilita la impa­
Sobre cada pasquín, al lado de la inscripción, se sibilidad ante el peligro. Ocurre con el obrero atómico
reconoce la insignia indicando la presencia de rayos como con el piloto del avión a reacción: el hombre

Ayuntamiento de Madrid
1194
'CENIT

ideal es aquel de carácter igual, sin altos ni bajos:


debe ser un individuo medio, sin exceso de iniciativa de gafas de protección. Así enjaezado, franquea la
y desprovisto de amor propio. linea blanca que separa la región «sana» de la «zona
.Cada nuevo obrero empleado en Handford Area (la intermedia». Es aquí donde, después de su trabajo, se
plantilla comprende muchos miles) deberá, durante un quitará su curioso uniforme, antes de entrar, comple­
mes, seguir cursos y asistir a la proyección de films tamente desnudo, en las salas de duchas, vigilado por
documentales aún antes de entrever los talleres pro­ guardianes, donde se enjabonará con un jabón espe­
piamente dichos. Aprenderá que el peligro resultante cial. John P. Bryant no se detiene y penetra direc-
de la radioactividad implica la adopción de un ritino amente en la «región caliente»; movida por una cé­
de trabajo diferente, más lento y más complejo que lula fotoeléctrica, una puerta se abre por sí misma
delante suyo.
aquel al cual estaba habituado.
Jamás verá la peligrosa materia a cuya fabricación
contribuye, como no tocará las cápsulas, los tornillos
TR A B A JA N SO LO S A N TE U N M URO
los recipientes, las piezas contaminadas, si no es por
medio de instrumentos especiales largos de varios
metros. Por fin, el nuevo trabajador conoce a su «ángel Hélo en una sala de techo elevado, con las paredes
guardián», el cual, desde aquel instante, le seguirá co- desnudas y sin aberturas, llamada, en la jerga ató­
iiio una sombra cuando trabajará en la fábrica, no mica, «callón»; allí espera su «H.I. man» que procede
abandonándole más que en cortos intérvalos, dos, tres al primer control del día. Este efectuado, un contra-
lioras a lo máximo. Kstc «ángel guardián» es el «H.I mestre viene a su encuentro y le conduce a su puesto
mam., un empleado de la «Healt Instrument división,i M colega que reemplaza le sonría a través de su
de Handford, organización que vela por la seguridad máscara; el menor contacto está prohibido, incluso
y el estado sanitario de la mano de obra. Se cuenta una simple palmada sobre la espalda. El que se va
con un «H. I. man» por razón de cuatro trabajadores le entrega el «libro de a bordo» de la pila, donde
de las «regiones calientes» de la fábrica. Muchas ve­ figuran las indicaciones relativas a su funcionamien-
ces por día, controla la dosis de radioactividad acu­ iv y medldas efectadas a intervalos regulares.
ilm ada por sus protegidos; ésta no puede sobrepasar John P Bryant queda solo ante un muro sin puertas
el limite autorizado por la resistencia normal del -m rendijas, cubierto de esferas, de dinamómetros, de
organismo. i egistradores y de diagramas; según el aparato, el
* "H'*\ mnn" lleva al dia el «dossier» sanitario; color de la tinta es diferente. Durante horas, contro­
clia por día, semana por semana, consigna los resul­ lará los dispositivos de control, vigilará los aparatos
tados de sus observaciones sobre el estado de salud ae \ ígilancia; de tiempo en tiempo apoyará sobre un
n L “ °k rero\ que v¡g ¡‘ a- Si un «H.I. man» estima o n, bajará una manivela, cerrará o abrirá una
que un obi ero ha acumulado demasiadas fuertes dosis compuerta: detrás del muro de cemento, a muchos
de radioactividad a consecuencia de un trabajo pro­ metros de el, las materias radioactivas se mezclarán-
longado en una «región caliente», en el curso de una unos recipientes serán vaciados, barras de uranio in­
i eparación o con motivo de la evacuación de detritus troducidas o extraídas automáticamente.
contaminados, esta autorizado para eximirlo de servi­ Esta pantalla protectora esconde un infierno de sus-
cio, o según el caso, para enviarlo con vacaciones de lancias radioactivas y de radiaciones penetrantes Un
i cposo.
solo segundo de exposición, representaría la muerte
m“ 0HJ011? , P\ Br-Vanl- obrero de la fábrica ató- lenta pero inevitable del desgraciado. Gracias a un
J L ® Handford, se presenta por la mañana a la altavoz enlazado con un micrófono dispuesto en el
en rada, se le dan dos microdetectores de bolsillo
vulgarmente llamados «lápices», al mismo tiempo que m i p w n r t Ia pilf ’ j0iln P‘ ,5ryant oye los ruidos
ue se producen al otro lado del m uro que le separa
- br„°Clie PDersonal conteniendo un film ultra-sensible. de la infernal caldera. A veces parece oír el canto de
Enseguida Bryant se d.rige a la cantina, donde depo­
sita su gamela y sus provisiones. En Handford no hav espejismoS ^ Campiña’ pero no es más q "e un
cocina: el reglamento de seguridad prohibe vender o Además, ocurre en la fábrica de Handford como en
pi eparar alimentos en el interior del recinto. Los re- • todas las otras: aunque se utilicen materiales a toda
nnr nr0^ -a*1 8lt'íados en una "región sana», pero prueba para la construcción de los depósitos de las
8 media hora las mesas están so- conducciones, de las pilas y de los reactores, allí co­
ím t r o L Un C?,ntl'?1 cj ercid0 Por medio de conta- mo en todas partes es preciso reparar o reemplazar
f r 0 de detectores de heliones llamados las piezas usadas o defectuosas. Con este propósito, se
Hoppy». La peor contaminación radioactiva resulta
m l v n e« en - circulación. en los Estados Unidos, un
ing®stión de Partículas radioactivas: X a. P° metales: titano, germanio, zirconio,
tbtas partículas se fijan rápidamente en los tejidos etcétera, y sus aleaciones, y se les utiliza en las ins-
más di\ ei sos (huesos, hígado, cerebro, médula espi­
nal páncreas, etc.), donde ellas constituyen otras (an­ nn« , SP desinte« ra el Atomo- Reemplazar
tas fuentes de rayos nocivos. una pieza defectuosa en el campo radioactivo consti­
tuye una operación no solamente delicada y larga
Saliendo de la cantina, John P. Bryant se dirige
sino extremadamente peligrosa. Incluso provisto d¿
hacia el vestiario: allá se desembaraza de su vesli-
una escafandra de protección, el hombre no puede pe­
menta; en su armario personal encuentra, cada ma­ nen ai en el interior de un reactor atómico. Un brazo
ñana, i opa limpia, calcetines, un mono de trabajo
aiticu ado y teledirigido desprende la pieza defectuo­
S n V r r Un g0n 0 a(li,plodo a la f«rm a de su sa y la deposita en una «zona hermética» especial­
,n » v g n T ' Ueit° S Pn celoíana- zapatos cuva mente creada para estas circunstancias.
punta j talón están pintados de amarillo, y un par
R o b e rto Y U N G

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 1195

ENTONCES NUESTRO COSI) ERO BLANM


N recorrido a la historia del hombre nos los hechos de la vida norm al. Ese período, en esen­
^ presenta repetidos cam bios, no siempre cia, apenas si supone un paso calendario conform e
. dirigidos a una finalidad evolutiva. En con la idea de tiem po que el individuo adopta co ­
% situaciones, ha experim entado progre- m o medida. La idea de tiempo, que subyuga al hom ­
!' s°s inusitados, por descubrimientos o bre a factores físicos, es punto dom inante en ecua­
_ ^ L_ ;• com binaciones físicas, que han revolu- ciones m atem áticas por la diversidad de fenóm e­
t c ‘onado la conciencia individual. En nos que intervienen en el concierto y conciencia
otras, el espíritu destructivo ha arra:a- del individuo. D ifícil resulta establecer una regla
J do ídolos, tem plos y ciudades en un inflexible que redim a para siempre los factores do
desbordam iento aterrador de pasiones sin medida som etim iento incondicional al tiempo, al que obe­
que pone miedo en el alma. Ciudadelas, villas y decen por ley de principio. Pero quinientos años en
pueblos fueron arrasados repetidas veces a lo largo nuestra era son apenas un ayer en el fresco re­
de la historia, según fuera el lugar de disputa, y la cuerdo de la im aginación. Y cuando volvemos la mi­
tenacidad del hombre, llevado por el impulso del rada atrás y nos recordam os de nuestra choza de
desquite otras tantas ha debido levantarlas, com o bejucos, arm ada en los pantanos o encaram ada so­
sím bolo desafiante a la brutalidad del agresor, c o ­ bre los árboles en la selva, retorna de inm ediato el
m o reto a su ignom inia y reivindicación a la m em o­ sentim iento h ogarañ o de los m om entos felices com ­
ria de los que han muerto. partidos con los nuestros, el llanto del recién na­
Si 110 fuera p or ese esfuerzo inagotable de la vo­ cido, la voz profunda del abuelo, el trinar de los
luntad individual, el m undo desconocería los por­ pajaros, el crecim iento de las plantas, el colorido
tentos de la química, la física y la m ecánica, del de las flores y el panoram a del paisaje que se re­
arte y la poesía que h an endulzado am arguras a machan al alma del hom bre normal.
través de nuestra permanencia en la tierra y m i­ La lengua adquirió tonalidades de melodía si­
tigado penurias sin cuento, cada una de ellas su­ multánea a m edida que la cultura extendíase com o
ficiente para sepultarnos. Así, desde la caverna tre­ rio p or las ciudades del Oriente, donde, igual que
pam os al árbol y adquirimos form a erecta. Nues­ hoy, pululaban mercaderes y esclavos, se hacía el
tra m ano torpe, fué adquiriendo el sentido del tac­ amor y emprendíanse expediciones con finalidades
to y h oy es el sím bolo de la civilización. La lucha inciertas. El con cepto exacto del desenvolvimiento
•por la existencia azuzó nuestro ingenio y aunque de aquellos conglom erados hum anos en este orden
nos avergüence el origen de nuestra presencia y los de cosas n o era muy distinto al nuestro porque la
recursos poco recomendables que en épocas preté­ lev imponía sus dictados v el individuo tamnocn
ritas nos dieron primacía sobre nuestros hermanos tenía un destino fijo, consecuente con su bienestar.
del mismo reino animal, merced a ellos estamos Careciendo de conciencia exacta del mundo, 110
aquí com o testigos de lo que fuim os, actuando a siempre uniform aba con método el raciocinio. So­
presencia de lo que podem os ser. m etido a reyes poderosos que recorrieron tierra y
Abandonando nuestro espíritu nómada, logramos mar y plantaron sus cabañas en las riberas del Ni-
construir un refugio seguro que pusiera a recaudo lo, donde el tiem po se pierde y la conciencia apare
nuestras vidas y las de nuestra fam ilia, presa de ce envuelta en la base neblinosa del tiempo, la ciu­
las inclemencias atm osféricas y de la voracidad de dad, el villorrio o la aldea fecundaron en ei hom ­
las fieras, más valientes que nosotros. El espíritu bre el concepto de m atria, cuerpo ideal nutricio de
andariego, que recibimos com o saludable reacción los sentim ientos hacia nuestros semejantes donde
ancestral, nos impulsó a trasladar la vivienda so­ quedaban esperándonos fam iliares íntim os, amigos,
bre ruedas, en procura de otros clim as y ambientes, templos y m onum entos que habían agotado la exis­
para quedar definitivam ente lejos de los desiertos, tencia de nuestros antepasados.
al lado de los ríos y los mares, a fin de que en sus Desde la Revolución Francesa, en que los descu­
aguas nos viéramos nuestra figura y la mirada brimientos científicos se han precipitado con la
se nos volviera al alma. Con el correr de los tiem­ m áquina de vapor, la electricidad, la química, ra­
pos y libres de las peripecias que acecharon nues­ diotelefonía, navegación aérea hasta la fuerza ató­
tro destino, tomamos posesión del suelo. Cansados mica, la condición humana ha experimentado un
de tanto deambular sobre arenales desérticos y ma­ vuelco en redondo tanto en form as de pensar com o
torrales. levantamos vivienda definitiva, cultiva­ en el ritm o de vida. El concepto de hogar fué des­
mos la tierra e instalam os pequeñas industrias, que plazado p or un m aterialism o ebrio de lograr for­
fueron creciendo hasta convertirse en rascacielos, tuna a plazo fijo, que aprisiona alm as e instintos.
pampas, estepas y sabanas sometidas a permanente Las especialidades mecánicas, originadas com o una
roturación para producir las mieses que son el necesidad de producción industrial, ha desprovisto
alim ento principal de nuestra especie. Y la peque­ al hom bre del am plio con cepto del artesanado en
ña industria se convirtió en em porios prepotentes, la edad media y anuló la capacidad de los' artífices.
fríamente calculistas e inmutables, pero seguros en Involucrado dentro de sindicatos de industria, el
la eficiencia y constancia sólo adm isibles en cuer­ individuo perdió parte de su independencia y el’ la­
pos inanimados.
trocinio político h izo un am asijo de sus creencias y
Cada quinientos años parece condenada la hu­ convicciones para transform arlo en elemento dúc­
manidad a experimentar cambios fundam entales en til, acom odado a fines especulativos. Con el avau-

Ayuntamiento de Madrid
1196
CENIT

ce industrial se ha vuelto al pasado, donde la per­


sona se siente acobardada, sea representante de un de ,e. s} a desolación total, el individuo
poderío económ ico, con el cual en otras épocas po­ h iS o \ perdido y olvidado del destino cual ha­
día com prar pueblos y hasta ciudades, o proletario bitante trasplantado a otras esferas. Perdido y sin
que tiene que alquilar sus brazos durante el día, a rfm°pn^uni‘aí1(? e;?tr,e la m asa de edificación, expe­
cam bio de un salario vil, para ganarse el sustento rim enta el frío de la noche permanente con silen­
ritm o de este desenvolvimiento convirtió ai c ie d P i ^ f n t ^ ' el, zumbido casi im percepti­
hom bre en un solitario del destino aunque se en­ ble del viento al ras de las paredes y el lento ca ­
cuentre en una capital com o Londres, New-York ta h £ ‘‘ - - T Únte’ sem ejante a un seleni­
París o Buenos Aires, abriéndose paso a tropezones ta, da la sensación de encontrarnos en la tierra v
entre millones de habitantes casuales. Obedecien­ m edio del espacio infinito, inm óvil e indife-
d o a leyes impuestas p o r norm as de la vida, el m a­ ^ a los problem as com unes a los hombres, que
terialismo de nuestro siglo derrotado condicionó saben sonreír apenas más que n o le quedan ya lá­
grim as para llorar. 4 ya ia
hasta el carácter a la conveniencia, deshumani-
zandoio, prostituyéndolo en una actividad m onó­ ciudad. m oderna, que al ras de las calzadas,
tona triste y agobiadora com o en los tiempos en v? i-u avemdas trata de ocultar la luz solar y de-
que florecieron los em porios de Sidón, Damasco y ío.it 6i cam P? a insectos y roedores, pasto sucu-
Bagdad, con sus clases divididas e;¡tre esclavos v H a acolon de la ÍVerza atóm ica en nuestros
esclavócratas. Sólo de esta situación queda redimi­ ,por d m s a fil°sóñ ca la destrucción del
do un pequeño sector de población refugiado en f U . 1Ct° m° Per,sona y elem ento pensante, colo-
manifestaciones artísticas o puramente especulati­ un fíi i Ói í\it^aclón de derrota por aciaga virtud de
vas del intelecto, que com ponen por derecho propio un fatal determ inism o histórico. Es una ley de ló­
jerarquía de nobleza por cultivo espiritual, pues to­ gica: a m edida que nos esforzamos por erigir sím­
das las demás quedan subvertidas al im perio des­ bolos o m onum entos babilónicos que jamás podre­
pótico del materialismo traficante. mos llenar co n contenido humano, nos disminuí-
El crecim iento de las ciudades, sindicatos de trá­ m ontaña es significativamente imponente
fico com ercial tiende a barrer, en guerra abierta y y grandiosa por su solidez desafiante, inmutable al
sin cuartel, con la vida familiar. Los habitantes de rigor y la inclem encia. Frente a ella, el hombre—
las grandes urbes aparecen com o intrusos entre las aunque descubra medios de destruirla— aparece
m oles de edificación de hierro y cem ento armado com o insignificante insecto, incapaz de sonreír ante
Convertida la población en masa inform e, dirigida cia m aJeStad lm P °nente de su figura y magnificen-
por m ovim ientos metódicos, uniform ados y a com ­
pás durante los días de labor, se vuelve refractaria Cinco siglos com o idea de tiempo en la vida m o­
derna representan un paso más, pero de muy largo
f-L ™ P iílso y cada día pierde parte de su persona­
lidad. Extremadamente rígida por la tiranía de le­ avance en com paración con los progresos operados
yes draconianas, los conglom erados humanos de las desde hace diez m il años. Los utopistas cifraron
m etrópolis se van tornando insensibles al dolor para las postrim erías de nuestro siglo la realiza­
desprovistos de sentim ientos íntim os en índice ge­ ción de un ideal tan viejo, de acopio humano, que
neral por mérito de alquimia política cual si estu­ se pierde en la noche del entendimiento. Hemos lle­
vieran librando la batalla de los siglos. Obedientes gado a la m eta del destino sin alcanzar tan aca­
y silenciosos, recorren las arterias en determina­ riciado sueño. L o hecho hasta aquí, supone apenas
das horas del día, con movimientos de hormiguero un leve acercam iento hasta nosotros mismos en
cual si llevaran sobre sus espaldas el peso de la plan de encontrarnos. Todo el futuro queda por rea­
existencia. A tal punto se han vuelto enemigos del lizar, y difícilm ente podrá ejecutarse prescindien­
hom bre los centros de actividad com ercial de nues­ d o del impulso vital de nuestro corazón. Hemos lo­
tro m undo que el observador experim enta escalo­ grado superar la velocidad del sonido y servirnos
fríos con sólo pensar a dónde podrá conducirnos de las ondas del espacio para trasladar nuestra
esta interpretación metafísica del desenvolvimiento, en ia trav^s de la tierra. Llegamos a poner en
falsam ente denom inado existencialism o, p or vía del peligro la estabilidad del globo mediante la fuerza
som etim iento que n o es m ás que esclavitud con cár­ atóm ica. No resulta h ip otético que las nuevas ge­
celes, yugos y cadenas fijados al cuerpo y al alma neraciones vean realizado el propósito de los viajes
Los centros urbanos, en días n o laborables, en interplaneterios y de puentes cam ineros sobre los
cam bio presentan la otra fa z de la tragedia. Huida océanos y del descubrimiento de soles artificiales
la población del pandem onio com ercial en procura que, aparte de tener iluminada la tierra perm anen­
de un m ínim o de libertad de m ovim ientos físicos temente, sean generadores de ca lor para hacer fru c­
y psíquicos, solos los edificios, con sus centenares tifica rm ieses y plantas en cualquier época del año
de agujeros vacíos, las calles desiertas, sin tránsito y condición. Pero serán vacilantes nuestros pasos
de vehículos, las ciudades aparecen presa de la de­ | l11^. 11 todo intento de obedecer sin rebelarnos al
solación, cual desmanteladas por el paso del bar- fatalism o caníbal de una civilización que devora el
barismo. El silencio por un lado y la soledad por sentim iento altruista, reniega del hombre y comete
otro semejan mundos deshabitados, extraños al la crueldad de destruirlo sin misericordia.
hombre, com o negación de su propia grandeza. En
C A M P IO C A R P IO

So ciété G enérale d Im pression, 61, r u é d es A m i d o n n i e r s - T oulou se ( H t e - C n e . f - L e G erant ; E u en n e G V IL L E M A U .

Ayuntamiento de Madrid
—PCCTAS__
(le cA yet ij d e <7fmy

VIDAS ESCLAVAS
Erguióse el hambre sobre los muros
negros del arrabal,
y un leve llanto de angustia se filtró hacia afuera,
y ahogóse en la fría
soledad del oro, soledad fatal.
Avanzan unidos. Son ansias gemelas,
son bocas sedientas
de mujeres y niños;
son seres hambrientos de Pan.
Brillan sus ojos con ráfagas de afanes.
; Ilusos que creen en la palabra del hijo del hombre!
Marchan rebeldes, se mueven, se agitan en profundos
temblores de hambre, de sed, de frío.
Son miles de bocas, un montón de harapos
que corre en busca de una ilusión,
contra el oro maldito,
el metal amarillo que guía sus vidas,
sus vidas esclavas;
que ahoga sus risas inocentes.
Vistoso color, color de esperanza,
de mentiras burguesas, de falsas bondades.
¡Oh, las locas tragedias del pan!
Avanzan por los sucios arrabales.
Un ¡Alto! rompe el silencio.
Gritos de rabia, brazos rebeldes con ansia de lucha.
Allá en la esquina un pelotón avanza,
metralla en mano.
Y corren las cintas de cobre
que llevan la muerte;
un beso de plomo que sella las bocas;
que mata las ansias, que ahoga el anhelo.
Después, un lamento... La calle desierta.
Roja sangre de un pueblo, un brazo de niño se eleva,
una madre que agita los suyos,
que a gritos clama por el hijo
al que baña la roja sangre de su pecho.
Y un último reto:
¡Venciste traidor!

LUIS-ANTONIO MOJ1CA ATfiNCIO

Panamá, Febrero 1954

Ayuntamiento de Madrid
HA S A L I C t ) III TOW© DE
"La C.N.T. “
en la
Revolución
i rr
española
por José P EIR ATS

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la b ib lioteca de n in gú n h om b re
estudioso y am an te d e la cu ltu ­
ra. T odos, afiliados a la C . N. T.
o n o, pero espíritus in qu ietos y
d eseosos d e co n o ce r la historia
d e la gesta p op u la r m ás tra s­
cen d en tal del sig lo X X , h a n de
leer «L a C.N.T. en la R evolu ción
E spañ ola», libro e scrito c o n p r o ­
fu n d a objetivid ad y co n la m ás
escrupulosa h onradez d e h isto ­
riador. acu m u lan do d ocu m en tos
y d a tos in éd itos y fidedignos.
Aquellos que n o hayan adqui­
rid o todavía el II tom o, deben
apresurarse a pedirlo, a fin de
que n o se en cu en tren fa lta d o s de
!a obra com p leta .
Para ilu stración d e nuestros
lectores, d a m o s a co n tin u a ció n
los títulos generales d e los ca ­
pítulos de c;ue se com p o n e el t o ­
m o III, ya puesto a la venta.

C a p ít u lo X X V I I . — El P le n o C a p ít u lo X X X I I . — L a p o lít i­ C a p it u lo X X X V I I . — D e l P le ­
Eco n ó m ico d e V a le n c ia . ca fra n q u ista . no d e O c t u b re a la p é rd id a d e
C a p ítu lo X X V I I I . — La N ueva C a ta lu ñ a .
C a p ít u lo X X X I I I . — L a in c a u ­
P la ta fo rm a S in d ic a l. tació n estatal d e las in d u strias de C a p ít u lo X X X V I I I . — E l últim o
g u e rra . b a lu a rte .
C a p ítu lo X X I X . — D e la v ic t o ­
ria d e T e ru e l al d esastre d e C a p ít u lo X X X I V . — Lo s lib e r ­ C a p it u lo X X X I X . — ¡A v del
A ra g ó n . tario s en la g u e rra . v e n c id o !
P recio del voium en: 750 francos.
C a p itu lo X X X . — L a crisis i n ­ C a p it u lo X X X V . — E l terror Diez por ciento de descuer.'o a par­
terna d e l M o vim ie n to L ib e rta rio . en los frentes. tir del pedido de 5 ejemplares.

C a p ítu lo X X X I . — L a crisis d e Pedidos: A dm in istración del Li­


C a p ít u lo X X X V I . — El terror
bro, 4, rué B elfort, T oulouse
agosto y la b a ta lla d e l Ebro. en la re ta g u a rd ia . (H.-G.)

Ayuntamiento de Madrid

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