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Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

Materia:

Responsabilidad Civil

Estudiante:

Helbis Antonio Amarante

Mat. 100-263920

Profesor:

Víctor Cespedes Martínez

Santo Domingo, D.N. República Dominicana


27 de Noviembre del 2018
ÍNDICE

Introducción.................................................................................................... 1
Planteamiento Del Problema ........................................................................ 2

LA CONSTITUCIONALIZACIÓN EN LA REPÚBLICA DOMINICANA DE LA


REPARACIÓN ................................................................................................. 3

Actualidad de la constitucionalziación de la responsabilidad civil en la República


Dominicana ..................................................................................................... 10
Derecho del constitucionalizarían de la responsabilidad civil ........................... 15
Tipos de responsabilidad civil en la constitucionalizarían ................................ 27

CONCLUSIÓN ................................................................................................ 32
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................. 33
INTRODUCCIÓN

Es de suma importancia tomar en consideración que en la República Dominicana


al amparo de esa Constitución en algunos casos la reparación del daño se
encuentra expresamente establecida, lo que significa que la obligación de
reparar el daño está debidamente constitucionalizada, como son por ejemplo: los
casos contemplados en el Artículo 37, relativo al derecho a la vida; el Artículo
42, relativo a la integridad personal; el artículo 44, relativo al derecho al honor, al
buen nombre y a la propia imagen; en el artículo 53, relativo a los derechos al
consumidor; y el artículo 67, numeral 5, relativo a los daños al medio ambiente y
a los recursos naturales.

Pero más aún más, las dos últimas disposiciones constitucionales, es decir las
relativas a los derechos del consumidor y a los daños al medio ambiente y
recursos naturales consagran una responsabilidad objetiva, es decir que no hay
que probar la falta de quien la comete, bastaría con probar el daño.

Es necesario conocer que el la constitucionalización se produce cuando la Carta


consagra, en forma expresa, alguna institución legal o administrativa. Por ello, a
menudo, escuchamos decir que la responsabilidad del Estado está
constitucionalizada por el artículo 90 de la Carta, o que las acciones de grupo y
las populares lo están en virtud del artículo del mismo cuerpo normativo. Esa no
es una solución aceptable, pues la inmensa mayoría de normas
constitucionalmente válidas no son mencionadas para nada por la Constitución.

De esta manera se deja claro que el fundamento del constitucionalización del


ordenamiento jurídico podemos entender un proceso de transformación de éste,
al término del cual resulta totalmente impregnado por las normas
constitucionales, porque la ley fundamental resulta extremadamente invasora,
entrometida, capaz de condicionar tanto la legislación como la jurisprudencia y
el estilo doctrinal, la acción de los actores políticos así como las relaciones
sociales.
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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El presente trabajo tiene como objetivo principal estudiar, analizar los tipos de
responsabilidad civil. En donde existe la responsabilidad por hechos propios:
Partiendo del art. 1902, antes trascrito, la doctrina y la jurisprudencia señalan
como elementos de la responsabilidad por hechos ilícitos propios una acción u
omisión culposa, un resultado dañoso y una relación de causa- efecto entre
ambos.

Y otra como lo es la responsabilidad por hechos ilícitos ajenos: Se impone esta


obligación cuando entre el autor material del hecho y el que queda responsable
hay un vínculo tal que la ley puede presumir fundadamente que si hubo daño
éste debe atribuirse, más que al autor material, al descuido o defecto de
vigilancia de la otra persona.

Si la doctrina jurídica española se ha podido lamentar del escaso desarrollo que


en nuestro ordenamiento jurídico tiene el instituto de la responsabilidad civil por
contraste con él, a nuestro juicio, desorbitado que tiene en el derecho anglosajón,
esta queja no puede extenderse paradójicamente a la responsabilidad
patrimonial de la Administración Pública. Sorprende, en efecto, la vitalidad de
una institución que para llegar al momento actual ha tenido que superar una
situación inicial absolutamente adversa.

La vieja y preconstitucional doctrina del ius eminens con su formulación


anglosajona: The King can do not wrong), explicable dentro del contexto del
origen divino del poder, mantiene todavía su vigencia cuando los poderes
absolutos del príncipe han sido heredados por la soberanía nacional.

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LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

La responsabilidad civil es una consecuencia del incumplimiento de una primera


obligación que consiste en no causar un daño a otro. Cuando se incumple esa
primera obligación surge una segunda que convierte al que sufre el daño en
acreedor y al que lo causa en deudor. Se establece un vínculo jurídico que otorga
derecho a la víctima a exigir la reparación del daño sufrido. Esa relación de
derecho que se crea puede derivarse de una relación contractual o de una
relación extracontractual. De esto se deriva que la responsabilidad civil puede
ser contractual o extracontractual, dependiendo de la fuente que le de
nacimiento. José M. (2005)

Ese daño puede afectar el aspecto patrimonial o material de una persona como
ocurre cuando el bien lesionado es una cosa, denominándose en este caso daño
material; o puede ser corporal, cuando el daño abarca el cuerpo de una persona,
surgiendo los daños corporales; o puede consistir en la afectación inmaterial de
la persona, en cuyo caso se origina el daño moral. (A mayor abundancia, ver, el
autor, Tratado práctico de la responsabilidad civil dominicana).

Para los fines de esta entrega solamente nos vamos a limitar a considerar los
daños morales, entendiendo por tales los relativos al sentimiento que afecta
sensiblemente a un ser humano debido al dolor físico que se padece a
consecuencia de golpes y heridas corporales (Pentium doloris), el sufrimiento
que experimenta como debido a un atentado que tiene por fin menoscabar su
buena fama, su honor, o la debida consideración que merece de los demás; la
pena o la aflicción que padece una persona, en razón de lesiones físicas propias,
de la alteración de su bienestar psicofísico o de sus padres, hijos, cónyuges, o
por la muerte de uno de estos causada por accidente o acometimientos en lo
que exista la intervención de terceros, voluntaria o involuntaria. José M. (2005)

Hace ya mucho tiempo fue materia de discusión la reparación del daño moral,
pues se consideraba que no era susceptible de una valoración pecuniaria, y que

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además era inmoral que se pretendiera su resarcimiento, pues no se podía
negociar con el dolor humano. José M. (2005)

Sin embargo, el concepto de daño moral y su reparación ha venido


evolucionando de tal manera que en el caso de nuestro país el asunto no
solamente tiene el respaldo de una consolidada jurisprudencia y consagración
legislativa, sino que en la actualidad tiene un ribete constitucional en aspectos
tan importantes como los derechos fundamentales, dentro de los cuales se
encuentran, según disposiciones expresas del artículo 44 de la Constitución, el
honor, el buen nombre, la propia imagen de una persona. Todo
independientemente de daños derivados de violaciones a otros derechos, los
cuales requieren de reparación, dentro de los cuales encontramos, a título
enunciativo, los consagrados en los literales de ese mismo artículo, a saber:

1) El hogar, el domicilio y todo recinto privado de la persona son inviolables, salvo


en los casos que sean ordenados, de conformidad con la ley, por autoridad
judicial competente o en caso de flagrante delito; José M. (2005)

2) Toda persona tiene el derecho a acceder a la información y a los datos que


sobre ella o sus bienes reposen en los registros oficiales o privados, así como
conocer el destino y el uso que se haga de los mismos, con las limitaciones
fijadas por la ley. El tratamiento de los datos e informaciones personales o sus
bienes deberá hacerse respetando los principios de calidad, licitud, lealtad,
seguridad y finalidad. Podrá solicitar ante la autoridad judicial competente la
actualización, oposición al tratamiento, rectificación o destrucción de aquellas
informaciones que afecten ilegítimamente sus derechos;

3) Se reconoce la inviolabilidad de la correspondencia, documentos o mensajes


privados en formatos físico, digital, electrónico o de todo otro tipo. Sólo podrán
ser ocupados, interceptados o registrados, por orden de una autoridad judicial
competente, mediante procedimientos legales en la sustanciación de asuntos
que se ventilen en la justicia y preservando el secreto de lo privado, que no
guarde relación con el correspondiente proceso. Es inviolable el secreto de la
comunicación telegráfica, telefónica, cablegráfica, electrónica, telemática o la

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establecida en otro medio, salvo las autorizaciones otorgadas por juez o
autoridad competente, de conformidad con la ley; José M. (2005)

4) El manejo, uso o tratamiento de datos e informaciones de carácter oficial que


recaben las autoridades encargadas de la prevención, persecución y castigo del
crimen, sólo podrán ser tratados o comunicados a los registros públicos, a partir
de que haya intervenido una apertura a juicio, de conformidad con la ley.

A pesar de que el artículo 44 contempla la reparación de los daños y perjuicios


derivados de la violación de los derechos protegidos por los numerales 1), 2) 3)
y 4, centralicemos nuestra atención a los perjuicios derivados de la violación a
los derechos relativos al honor, al buen nombre y a la propia imagen.

Al tenor de lo dispuesto imperativamente en la parte fundamental del citado


artículo 44 de la Constitución de la República toda autoridad o particular que viole
el honor, el buen nombre y a la propia imagen de una persona está obligado a
resarcirlos o repararlos conforme a la ley. La violación a esos derechos origina
daños puramente morales, aunque muchas veces esos daños pueden tener
consecuencias patrimoniales, pues al afectarse, por ejemplo el honor o la
reputación de una persona se pueden reflejar en su clientela, si se tratara de un
profesional.

Lo anterior significa que una vez establecida la violación a uno de esos derechos
tenemos que indagar en los textos legales relativos al tema cuál es la forma en
que ha de repararse o resarcirse los daños causados a consecuencia de esa
violación. En otras palabras, la Constitución remite a la ley las condiciones bajo
las cuales se han de reparar los daños y perjuicios derivados de la violación a
los derechos consagrados por el artículo 44.

En cuanto al honor. Conceptualmente el honor se asocia a la intimidad, a la


privacidad, al buen nombre y a la propia imagen, tal como lo establece el supra
indicado artículo 44 de la Constitución dominicana, que reconoce el honor a la
persona como un derecho fundamental. Honor es una palabra tan abstracta
como comprometedora, aunque fonéticamente agradable, pero de muy difícil

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explicación. Muchas guerras se han librado; muchos amores se han
desvanecido; muchas cruces cubren los cementerios; muchas ciudades se han
destruido; muchas sociedades se han descompuesto; muchos han ofrendado
sus vidas batiéndose en un duelo por honor; muchas amistades se han roto, y
todo por su culpa. La difamación y la injuria constituyen pruebas fehacientes de
ese ilícito, que aunque muchas veces pueden no constituir infracciones penales,
sí pueden generar, desde el punto de vista civil, daños y perjuicios.

Lo cierto es que el honor no solamente es una expresión. Es una forma de


comportamiento a la que todos los seres humanos de una manera u otra hemos
tenido que recurrir en un momento determinado de nuestra vida para su
salvaguarda.

Constituye realmente una afrenta cuando a una persona se le dice que carece
de honor. Pero todavía es peor cuando una persona hace un juramento
comprometiendo su honor y ese juramento es por ella violado.

En cuanto al buen nombre y la propia imagen. A pesar de que el artículo 44 de


la Constitución no se refiere a la dignidad humana no cabe duda de que ella se
encuentra también asociada a los preceptos relativos al honor, a la intimidad, a
la privacidad, al buen nombre y a la propia imagen. El artículo 38 de la Carta
Magna hace de la dignidad humana uno de los fundamentos del Estado mismo.

Se considera que el ser más abyecto y aquel que vive en las condiciones más
contrarias a las condiciones de la dignidad humana, tiene dignidad, pues tiene la
posibilidad de ser otra persona. La dignidad es un atributo de la persona
humana. Por eso es que una de las primeras reacciones de las naciones
después de la Segunda Guerra Mundial fue la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en su Resolución del 10 diciembre de 1948, la cual dispone en
el primer Considerando de su Preámbulo “que la libertad, la justicia y la paz en
el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad humana intrínseca y
de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
humana”, y establece en su artículo 1 que “Todos los seres humanos nacen

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libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

En cuanto a la intimidad. La Constitución contempla el derecho a la intimidad en


su artículo 44 cuando dice que toda persona tiene derecho a la intimidad; en el
párrafo del artículo 49 que dispone, refiriéndose a los límites de la libertad de
expresión e información, que el disfrute de esas libertades se ejercerá
respetando el derecho a la intimidad; en el numeral 3 del artículo 62, que
considera como derecho básico de los trabajadores y las trabajadoras el respeto
a su intimidad y dignidad personal.

La Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la


Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), del 10
de diciembre de 1948, dice en su artículo 12 lo siguiente: “Artículo 12. Nadie será
objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene
derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.

La Convención Americana de los Derechos Humanos o Pacto de San José, del


año 1969 de la cual la República Dominicana no solamente es signataria, sino
que ella forma parte de nuestro bloque de constitucionalidad, dice en su artículo
11: Artículo 11. Protección de la Honra y de la Dignidad 1. Toda persona tiene
derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad. 2. Nadie
puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la
de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a
su honra o reputación. 3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley
contra esas injerencias o esos ataques”.

Nuestra legislación interna, de su parte, de manera principal en el Código Penal,


en sus artículos 337 y 338, tal como fueron modificados por la Ley núm. 24-97,
contiene disposiciones que protegen la vida privada de la persona.

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Se sanciona el hecho de atentar voluntariamente contra la intimidad de la vida
privada, al captar, grabar o transmitir, sin el consentimiento, palabras que hayan
sido pronunciadas de manera privada o confidencial. Lo que significa que si la
captación, grabación o transmisión no es privada o confidencial no hay
infracción; o captar, grabar o transmitir, también sin el consentimiento, imágenes
de una persona que se encuentra en un lugar privado. Aquí se refiere a la
captación, grabación o transmisión de imágenes, de una persona en un lugar no
público, sino privado.

En ambos casos cuando la captación, grabación o transmisión de palabras o


imágenes haya sido con el conocimiento de los afectados, y éstos no se han
opuesto, se presume que se hicieron con su consentimiento.

Se sanciona a la persona que conserve, lleve o deje llevar a conocimiento del


público o de un tercero toda grabación o documento que haya sido obtenido
mediante captación, grabación o transmisión. Pero cuando la infracción se causa
a través de la prensa escrita o audiovisual, se aplican las disposiciones de la Ley
sobre Expresión y Difusión del Pensamiento, para determinar la persona
responsable.

Se castiga el hecho de publicar, por cualquier vía que sea, el montaje realizado
con las palabras o la imagen, sin su consentimiento, salvo que resulte evidente
el montaje o que se diga expresamente que es un montaje. Pero cuando la
infracción se causa a través de la prensa escrita o audiovisual, se aplican las
disposiciones de la Ley sobre Expresión y Difusión del Pensamiento, para
determinar la persona responsable. Dr. Juan Miguel Castillo Pantaleón. (2012)

Se prevé la situación de que por teléfono se perturbe la paz de las personas a


través de amenazas, intervenciones obscenas, injuriosas, difamatorias o
mentirosas contra la persona a quien se llama o cualquier miembro de su familia.

Posteriormente, en el año 2007 fue promulgada en nuestro país la Ley núm. Ley
No. 53-07 sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología. Su artículo 9 dice lo
siguiente:

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“Artículo 9.- Interceptación e Intervención de Datos o Señales. El hecho de
interceptar, intervenir, injerir, detener, espiar, escuchar, desviar, grabar u
observar, en cualquier forma, un dato, una señal o una transmisión de datos o
señales, perteneciente a otra persona por propia cuenta o por encargo de otro,
sin autorización previa de un juez competente, desde, a través o dirigidas a un
sistema electrónico, informático, telemático o de telecomunicaciones, o de las
emisiones originadas por éstos, materializando voluntaria e intencionalmente la
violación del secreto, la intimidad y la privacidad de las personas físicas o
morales, se sancionará con la pena de uno a tres años de prisión y multa de
veinte a cien veces el salario mínimo, sin perjuicio de las sanciones
administrativas que puedan resultar de leyes y reglamentos”, y el artículo 19 de
la misma Ley dispone:

“Artículo 19.- Uso de Equipos para Invasión de Privacidad. El uso, sin causa
legítima o autorización de la entidad legalmente competente, de sistemas
electrónicos, informáticos, telemáticos, de telecomunicaciones, o dispositivos
que puedan servir para realizar operaciones que atenten contra la privacidad en
cualquiera de sus formas, se sancionará con la pena de seis meses a dos años
de prisión y multa de cinco a quinientas veces el salario mínimo. Dr. Juan Miguel
Castillo Pantaleón. (2012)

A partir de la existencia y prueba del daño moral y de los otros requisitos que se
exigen para que una persona comprometa su responsabilidad civil, se impone la
reparación del daño moral. Este será el tema de nuestra próxima entrega.

Actualidad de la constitucionalziación de la responsabilidad civil


en la República Dominicana

Toda sociedad requiere para su funcionamiento de la existencia de un orden, el


cual en la sociedad humana se establece a través de las normas, unas de
conductas y otras legales. Sobre esas normas cada persona conoce o debe
conocer sus propios derechos y a la vez la contrapartida que suponen esos
derechos que son los deberes que tiene para con los demás. El límite de uno es
el inicio del derecho de los demás.

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Juan Jacobo Rousseau, publicó en el año 1762 su célebre obra El Contrato
Social, donde planteó: “la enajenación total de cada asociado con todos sus
derechos a la comunidad entera, porque, primeramente, dándose por completo
cada uno de los asociados, la condición es igual para todos; y siendo igual,
ninguno tiene interés en hacerla onerosa para los demás.

Hernán Gustavo Drab, que a mi modo de ver recoge fielmente el concepto de


Juan Jacobo Rousseau, dice:

“Existe un contrato social al que todos nos sometemos y entendemos que


debemos vivir en comunidad con todo lo que ello conlleva, que es restringir
nuestra propia libertad a fin de respetar el derecho del otro. Por tanto, en pos de
esa convivencia pacífica, es necesario establecer un mínimo de límites a fin de
posibilitar el ejercicio y goce de los derechos.

Desde el inicio de la humanidad ya estaba latente la idea de que el daño causado


debía ser reparado. Por eso es que la Ley del Talión se consideró como uno de
los grandes avances de la sociedad, pues ya no se le permitía a la víctima
disponer antojadizamente de la forma de reparación del daño, sino que había
una especie de norma en el sentido de que la reparación del daño debía estar
en proporción con el daño causado: “ojo por ojo; diente por diente.

Hemos ido evolucionando hasta alcanzar hoy en día un estadio en el que la


responsabilidad civil se encuentra dominada por dos grandes principios
fundamentales, que son:

a) Todo aquel que resulta ser responsable del daño causado está obligado a
repararlo, y

b) Cualquier daño causado sin estar permitido por la Constitución, o por las leyes
o por el acuerdo de voluntades de las partes en la medida en que es permitido,
debe repararse.

En principio, todo nuestro sistema de responsabilidad civil se encuentra


fundamentado en la idea de culpa o falta. Lo que significa que se requiere de la
existencia y de la prueba de la culpa o de la falta para que una persona

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comprometa su responsabilidad civil. Sin embargo, cada día más se extiende la
tendencia de no exigir la culpa o falta como fundamento de la responsabilidad
civil y en cambio recurrir a la ocurrencia del daño y en consecuencia su
obligación de repararlo. La tendencia es la responsabilidad objetiva y no la
responsabilidad subjetiva.

Cuando la Constitución dispone que procede la reparación del daño, ninguna ley
puede eliminar esa reparación ni condicionarla, pues a esto se opone su artículo
6 relativo a la supremacía de la Constitución. Es lo que ocurre con los daños
causados al medio ambiente, previsto por el artículo 67, numerales 4 y 5 y con
los derechos del consumidor, consagrados en el artículo 53.

La reparación o el resarcimiento del daño puede tener dos funciones, una que
es la compensación por los daños y perjuicios sufridos, y la otra un carácter
disuasivo tanto en cuanto a los demás como con respecto al autor mismo del
daño. Ambos lo pensarían dos veces antes de acometer el daño. En este último
concepto se apoya más el llamado daño punitivo existente en los Estados Unidos
de América.

Hubo una época en que la mayor preocupación de la humanidad era lograr


mecanismos de respeto a los derechos humanos, principalmente los relativos a
la libertad y la igualdad. De ahí surgieron las grandes revoluciones libertarias del
siglo XVIII, hasta alcanzar lo que en una etapa fue el mayor logro, consistente
en el establecimiento de un estado legislativo de derecho. Posteriormente se
hizo necesario rebasar esa etapa y abogar por el establecimiento de un Estado
Constitucional de Derecho hasta llegar a un Estado Social y Democrático de
Derecho. La República Dominicana no ha escapado a ese proceso evolutivo.

La República Dominicana de hoy es un país diferente al de hace algunos años.


Por primera vez en nuestro país, en un texto constitucional se consagra un
preámbulo y en éste se destaca que entre los factores esenciales de la cohesión
social se encuentran la libertad, la igualdad, el imperio de la ley y la justicia. Pero
me parece oportuno aclarar que cuando se habla de imperio de la ley, no se
refiere al concepto de ley como se entendía en la época posterior a la Revolución
Francesa, es decir, a los principios dominantes durante el Estado Legislativo de

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Derecho, donde la ley primaba, incluso, por encima de la Constitución. En el
contexto en que se utiliza en el Preámbulo el término imperio de la ley es al de
la Supremacía de la Constitución previsto en su artículo 6.

Y es que hoy en vez de hablar de una soberanía simplemente territorial, es


preferible hablar de soberanía electrónica o de soberanía digital, donde la
mayoría de los negocios se realizan en el ciberespacio y no en los territorios.

Es así que el artículo 7 de la Constitución proclamada el 26 de enero de 2010


dispone:

“Artículo 7.- Estado Social y Democrático de Derecho. La República Dominicana


es un Estado Social y Democrático de Derecho, organizado en forma de
República unitaria, fundado en el respeto de la dignidad humana, los derechos
fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia
de los poderes públicos”.

En estados de esa naturaleza los derechos que se encuentran consagrados en


su Constitución no pueden entenderse pura y simplemente como simples
derechos subjetivos. Algunos de esos derechos, aunque sin perder ese carácter,
adquieren una dimensión mayor, pues para su ejercicio y eficacia requieren la
intervención directa y protección del propio Estado, tal es el caso de los derechos
fundamentales.

Es en consonancia con lo anterior que nuestra Constitución dispone en su


artículo 8 que la función esencial del Estado es la protección efectiva de los
derechos de la persona, el respeto de su dignidad y la obtención de los medios
que le permitan perfeccionarse de forma igualitaria, equitativa y progresiva,
dentro de un marco de libertad individual y de justicia social, compatibles con el
orden público, el bienestar general y los derechos de todos y todas.

De ese Estado Social y Democrático de Derecho se deriva que por primera vez
en la historia del país una Constitución hace mención de la expresión
Responsabilidad Civil, y lo hace la del 26 de enero de 2010, en su Art. 148,
cuando dispone:

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“Artículo 148.- Responsabilidad civil. Las personas jurídicas de derecho público
y sus funcionarios o agentes serán responsables, conjunta y solidariamente, de
conformidad con la ley, por los daños y perjuicios ocasionados a las personas
físicas o jurídicas por una actuación u omisión administrativa antijurídica”.

A mi modo de ver, esta responsabilidad establecida por el Art. 148 se encuentra


remitida a lo que dispone la ley en cuanto a los daños y perjuicios ocasionados
tanto a las personas físicas como a las personas jurídicas. Pero sí debemos
destacar la solidaridad que se establece en contra de las personas jurídicas de
derecho público y sus funcionarios o agentes, siempre que los daños y perjuicios
causados sean la consecuencia de una actuación u omisión de carácter
administrativa que tenga una característica antijurídica. No me parece que ese
artículo establezca una disposición per se de responsabilidad civil, sino que la
misma se ha de establecer de conformidad con la ley.

Dentro de ese concepto de Estado Social y Democrático de Derecho es que la


Carta Magna consigna como derechos fundamentales los contenidos en el Título
II, Capítulo I, divididos en:

Derechos civiles y políticos (Arts. del 37 al 49); derechos económicos y sociales


(del 50 al 63); derechos culturales y deportivos (Arts. del 64 al 65), y derechos
colectivos y del medio ambiente (Arts. del 66 al 67).

También tenemos que destacar las garantías a los derechos fundamentales


consagradas en el Capítulo II, del mismo título (Arts. del 68 al 73). Estas
garantías comprenden: Tutela judicial efectiva y debido proceso; Hábeas data;
Acción de hábeas corpus; Acción de amparo; y la Nulidad de los actos que
subviertan el orden constitucional.

Pero además, según el artículo 74 esos derechos y garantías fundamentales no


tienen un carácter limitativo y no excluyen otros derechos y garantías de igual
naturaleza.

El debido proceso consagrado por la Constitución de la República ejerce una


influencia tan grande en todo lo que es procedimiento que su observación impide
que el actor civil pueda ser demandado y condenado reconvencionalmente
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durante el proceso abierto en ocasión de un ilícito penal, en razón de que la
acción civil que se puede llevar por ante la jurisdicción represiva es la que tiene
su origen en un hecho punible, lo que implica un juzgamiento por ese hecho,
aunque no necesariamente una condenación, pues es posible que el imputado
sea declarado no culpable penalmente y sin embargo condenado civilmente.

En la demanda reconvencional en el sistema establecido por el Código de


Procedimiento Civil lo que ocurre es que el demandante originario se convierte
en demandado y el demandado originario se convierte en demandante.

Basta con leer el catálogo de derechos y garantías establecidos en el Título II,


Capítulos I y II para que observemos que no cabe vulneración alguna a esos
derechos, sin la debida sanción de parte del propio Estado. Esto significa que en
cada uno de esos derechos fundamentales se encuentra en estado subyacente
la responsabilidad civil, de donde se deriva que cualquier daño consecuencia de
la violación a uno de esos derechos implica la obligación de repararlo.

Es de suma importancia tomar en consideración que en la República Dominicana


al amparo de esa Constitución en algunos casos la reparación del daño se
encuentra expresamente establecida, lo que significa que la obligación de
reparar el daño está debidamente constitucionalizada, como son por ejemplo: los
casos contemplados en el Artículo 37, relativo al derecho a la vida; el Artículo
42, relativo a la integridad personal; el artículo 44, relativo al derecho al honor, al
buen nombre y a la propia imagen; en el artículo 53, relativo a los derechos al
consumidor; y el artículo 67, numeral 5, relativo a los daños al medio ambiente y
a los recursos naturales. Pero más aún más, las dos últimas disposiciones
constitucionales, es decir las relativas a los derechos del consumidor y a los
daños al medio ambiente y recursos naturales consagran una responsabilidad
objetiva, es decir que no hay que probar la falta de quien la comete, bastaría con
probar el daño.

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Derecho del constitucionalizarían de la responsabilidad civil

Derecho a la vida. El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta


la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse ni aplicarse, en ningún caso, la
pena de muerte. Artículo 37.-

Derecho a la integridad personal. Toda persona tiene derecho a que se respete


su integridad física, psíquica, moral y a vivir sin violencia. Tendrá la protección
del Estado en casos de amenaza, riesgo o violación de las mismas. En
consecuencia: Artículo 42.-

1) Ninguna persona puede ser sometida a penas, torturas o procedimientos


vejatorios que impliquen la pérdida o disminución de su salud, o de su integridad
física o psíquica;

2) Se condena la violencia intrafamiliar y de género en cualquiera de sus formas.

El Estado garantizará mediante ley la adopción de medidas necesarias para


prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer;

3) Nadie puede ser sometido, sin consentimiento previo, a experimentos y


procedimientos que no se ajusten a las normas científicas y bioéticas
internacionalmente reconocidas. Tampoco a exámenes o procedimientos
médicos, excepto cuando se encuentre en peligro su vida.

“Artículo 44.- Derecho a la intimidad y el honor personal. Toda persona tiene


derecho a la intimidad. Se garantiza el respeto y la no injerencia en la vida
privada, familiar, el domicilio y la correspondencia del individuo. Se reconoce el
derecho al honor, al buen nombre y a la propia imagen. Toda autoridad o
particular que los viole está obligado a resarcirlos o repararlos conforme a la ley.
Por tanto:

1) El hogar, el domicilio y todo recinto privado de la persona son inviolables, salvo


en los casos que sean ordenados, de conformidad con la ley, por autoridad
judicial competente o en caso de flagrante delito;

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2) Toda persona tiene el derecho a acceder a la información y a los datos que
sobre ella o sus bienes reposen en los registros oficiales o privados, así como
conocer el destino y el uso que se haga de los mismos, con las limitaciones
fijadas por la ley. El tratamiento de los datos e informaciones personales o sus
bienes deberá hacerse respetando los principios de calidad, licitud, lealtad,
seguridad y finalidad. Podrá solicitar ante la autoridad judicial competente la
actualización, oposición al tratamiento, rectificación o destrucción de aquellas
informaciones que afecten ilegítimamente sus derechos;

3) Se reconoce la inviolabilidad de la correspondencia, documentos o mensajes


privados en formatos físico, digital, electrónico o de todo otro tipo. Sólo podrán
ser ocupados, interceptados o registrados, por orden de una autoridad judicial
competente, mediante procedimientos legales en la sustanciación de asuntos
que se ventilen en la justicia y preservando el secreto de lo privado, que no
guarde relación con el correspondiente proceso. Es inviolable el secreto de la
comunicación telegráfica, telefónica, cablegráfica, electrónica, telemática o la
establecida en otro medio, salvo las autorizaciones otorgadas por juez o
autoridad competente, de conformidad con la ley;

4) El manejo, uso o tratamiento de datos e informaciones de carácter oficial que


recaben las autoridades encargadas de la prevención, persecución y castigo del
crimen, sólo podrán ser tratados o comunicados a los registros públicos, a partir
de que haya intervenido una apertura a juicio, de conformidad con la ley”.

Derechos del consumidor. Toda persona tiene derecho a disponer de bienes y


servicios de calidad, a una información objetiva, veraz y oportuna sobre el
contenido y las características de los productos y servicios que use o consuma,
bajo las previsiones y normas establecidas por la ley. Las personas que resulten
lesionadas o perjudicadas por bienes y servicios de mala calidad, tienen derecho
a ser compensadas o indemnizadas conforme a la ley. Artículo 53.

Derechos colectivos y difusos. El Estado reconoce los derechos e intereses


colectivos y difusos, los cuales se ejercen en las condiciones y limitaciones
establecidas en la ley. En consecuencia protege: “Artículo 66.-

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1) La conservación del equilibrio ecológico, de la fauna y la flora;

2) La protección del medio ambiente;

3) La preservación del patrimonio cultural, histórico, urbanístico, artístico,


arquitectónico y arqueológico.

Protección del medio ambiente. Constituyen deberes del Estado prevenir la


contaminación, proteger y mantener el medio ambiente en provecho de las
presentes y futuras generaciones. En consecuencia: “Artículo 67.-

1) Toda persona tiene derecho, tanto de modo individual como colectivo, al uso
y goce sostenible de los recursos naturales; a habitar en un ambiente sano,
ecológicamente equilibrado y adecuado para el desarrollo y preservación de las
distintas formas de vida, del paisaje y de la naturaleza;

2) Se prohíbe la introducción, desarrollo, producción, tenencia, comercialización,


transporte, almacenamiento y uso de armas químicas, biológicas y nucleares y
de agroquímicos vedados internacionalmente, además de residuos nucleares,
desechos tóxicos y peligrosos;

3) El Estado promoverá, en el sector público y privado, el uso de tecnologías y


energías alternativas no contaminantes;

4) En los contratos que el Estado celebre o en los permisos que se otorguen que
involucren el uso y explotación de los recursos naturales, se considerará incluida
la obligación de conservar el equilibrio ecológico, el acceso a la tecnología y su
transferencia, así como de restablecer el ambiente a su estado natural, si éste
resulta alterado;

5) Los poderes públicos prevendrán y controlarán los factores de deterioro


ambiental, impondrán las sanciones legales, la responsabilidad objetiva por
daños causados al medio ambiente y a los recursos naturales y exigirán su
reparación. Asimismo, cooperarán con otras naciones en la protección de los
ecosistemas a lo largo de la frontera marítima y terrestre”.
17
Responsabilidad civil. Las personas jurídicas de derecho público y sus
funcionarios o agentes serán responsables, conjunta y solidariamente, de
conformidad con la ley, por los daños y perjuicios ocasionados a las personas
físicas o jurídicas por una actuación u omisión administrativa antijurídica.
“Artículo 148.

Bajo ese concepto, es preciso establecer que además de ese conjunto de


derechos y garantías contenidos en nuestra normativa constitucional, con el
mismo rango o carácter, debemos también considerar aquellos derechos y
garantías consagrados en el bloque de constitucionalidad, tal como lo establece
la Ley núm. 137-11, Orgánica del Tribunal Constitucional y de los Procedimientos
Constitucionales y que se encuentra definido por dicha ley en su artículo 7,
numeral 10), de la manera siguiente:

“Interdependencia. Los valores, principios y reglas contenidos en la Constitución


y en los tratados internacionales sobre derechos humanos adoptados por los
poderes públicos de la República Dominicana, conjuntamente con los derechos
y garantías fundamentales de igual naturaleza a los expresamente contenidos
en aquellos, integran el bloque de constitucionalidad que sirve de parámetro al
control de la constitucionalidad y al cual está sujeto la validez formal y material
de las normas infraconstitucionales”.

Si observamos detenidamente el contenido del bloque de constitucionalidad nos


daremos cuenta de que el mismo se encuentra integrado por: a) los valores,
principios y reglas contenidos en la Constitución de la República; b) los valores,
principios y reglas contenidos en los tratados internacionales sobre derechos
humanos adoptados por los poderes públicos de nuestro país, y c) los derechos
y garantías fundamentales de igual naturaleza que se encuentren contenidos en
los tratados internacionales.

Anteriormente en el año 2003, mediante Resolución núm. 1920-2003 del 13 de


noviembre, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia había establecido las
disposiciones que integraban el bloque de constitucionalidad de nuestro país, lo
que hizo en el atendido siguiente:

18
“Atendido, a que la República Dominicana, tiene sistema constitucional integrado
por disposiciones de igual jerarquía que emanan de dos fuentes normativas
esenciales: a) la nacional, formada por la Constitución y la jurisprudencia
constitucional local tanto la dictada, mediante el control difuso como por el
concentrado, y b) la internacional, compuesta por los pactos y convenciones
internacionales, las opiniones consultivas y las decisiones emanadas de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos; fuentes normativas que en su conjunto,
conforme a la mejor doctrina, integran lo que se ha denominado, el bloque de
constitucionalidad, al cual está sujeta la validez formal y material de toda
legislación adjetiva o secundaria”.

De todo lo anterior se deriva que todos los derechos consagrados en la


Constitución, bloque de constitucionalidad, las leyes y las convenciones entre las
partes en la medida en que lo permitan las leyes, de donde resultare un daño no
permitido por éstos son susceptibles de ser reparados por el responsable.

Para los fines de la presente conferencia nos limitaremos a comentar la


responsabilidad civil que se deriva de los daños causados por la violación de
determinados derechos consagrados en las disposiciones anteriormente
mencionadas. Específicamente vamos a referirnos, siempre con la limitación de
tiempo que nos demanda esta clase de actos a los derechos establecidos en el
artículo 37: derecho a la vida; artículo 42: derecho a la integridad personal,
derechos relativos al honor, al buen nombre y a la propia imagen; artículo 53:
derechos del consumidor, y artículos 66 y 67: derechos e intereses colectivos y
difusos y del medio ambiente.

19
Derecho a la vida.

Derecho a la vida. El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta


la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse ni aplicarse, en ningún caso, la
pena de muerte. Artículo 37.-

Posiblemente de todos derechos humanos el más protegido y garantizado y que


ha originado mayores protestas, reclamos y revoluciones en la humanidad ha
sido el derecho a la vida, protegido en nuestra Constitución desde la concepción
hasta la muerte, consignándose de manera expresa la prohibición de que se
estableciera la pena de muerte en contra de cualquier persona.

Como una consecuencia de ese derecho a la vida a que se refiere el artículo 37


de nuestra Carta Magna resulta el derecho a la integridad personal, consagrado
por el artículo 42 de dicho texto, disponiendo su enunciado que toda persona
tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica, moral y a vivir sin
violencia y que tendrá la protección del Estado en casos de amenaza, riesgo o
violación de las mismas.

De lo anterior resulta que todo daño o perjuicio resultante de una violación al


derecho a la vida, a la integridad física, psíquica, moral o de cualquier violencia,
no solamente tiene la protección del Estado en casos de amenaza, riesgo o
violación, sino que tiene derecho a ser resarcida por el causante del daño, ya se
trate de una persona física o moral; de derecho público o de derecho privado.

En otras palabras, de todos los derechos contenidos en el catálogo del artículo


42 de la Constitución de la República que al ser violado cause un daño es
susceptible de reparación por parte del responsable. Obviamente que tratándose
de responsabilidad civil no basta con la verificación o comprobación de su
violación, sino que hace falta además, la ocurrencia del daño.

Derechos relativos al honor, al buen nombre y a la propia imagen (ART. 44)

El Artículo 44 de la Constitución dice lo siguiente:

Artículo 44.- Derecho a la intimidad y el honor personal. Toda persona tiene


derecho a la intimidad. Se garantiza el respeto y la no injerencia en la vida
20
privada, familiar, el domicilio y la correspondencia del individuo. Se reconoce el
derecho al honor, al buen nombre y a la propia imagen. Toda autoridad o
particular que los viole está obligado a resarcirlos o repararlos conforme a la ley.

A pesar de que el Art. 44 de la Constitución no se refiere a la dignidad humana


no cabe duda de que ella se encuentra también asociada a los preceptos
relativos al honor, a la intimidad, a la privacidad, al buen nombre y a la propia
imagen. Pero sí lo hace el Art. 38 cuando hace de ella uno de los fundamentos
del Estado mismo.

Vale la pena aclarar que el legislador está facultado para establecer ciertas
restricciones a ese derecho a la intimidad, como las derivadas de que el hogar,
el domicilio y todo recinto privado de la persona cuando sean ordenados, de
conformidad con la ley, por autoridad judicial competente o en caso de flagrante
delito. O cuando la autoridad competente disponga la interceptación de los
registros de correspondencia, documentos o mensaje privados en formatos
digital, electrónico o de todo otro tipo, así como el secreto de las comunicaciones.

De todo lo anterior resulta que para sea reparado el daño de conformidad con la
ley y sobre la base del mandato constitucional de la disposición del artículo 44
basta con que el que lo sufre establezca que se ha violado su derecho a la
intimidad, al honor, al buen nombre y a la propia imagen, y además que a
consecuencia de esa violación haya sufrido un daño, para que sea reparado de
conformidad con el mandato de la ley.

Ese artículo 44 tiene tanta importancia que constituye una limitación a una de las
principales libertades como es la establecida en el Artículo 49 que consagra la
libertad de expresión e información que dispone que toda persona tiene derecho
a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio,
sin que pueda establecerse censura previa, pues el párrafo de este último
establece que “El disfrute de estas libertades se ejercerá respetando el derecho
al honor, a la intimidad, así como a la dignidad y la moral de las personas, en
especial la protección de la juventud y de la infancia, de conformidad con la ley
y el orden público”.

21
Esos derechos se encuentran protegidos también por convenciones
internacionales como son, la Declaración Universal de Derechos Humanos,
adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su
Resolución 217 A (III), del 10 de diciembre de 1948, dice en su Art. 12 lo
siguiente:

“Artículo 12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su


familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su
reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales
injerencias o ataques”.

La Convención Americana de los Derechos Humanos o Pacto de San José, del


año 1969 de la cual la República Dominicana no solamente es signataria, sino
que ella forma parte de nuestro bloque de constitucionalidad, dice en su Art. 11:

Artículo 11. Protección de la Honra y de la Dignidad

“1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su


dignidad.

2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida


privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de
ataques ilegales a su honra o reputación.

3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias


o esos ataques”.

Por su parte nuestra legislación interna, de manera principal en el Código Penal,


tal como fue modificado por la Ley núm. 24-97, contiene las disposiciones que
protegen esos derechos. Lo mismo podemos decir de la Ley núm. 53-07 sobre
Crímenes y Delitos de Alta Tecnología.

Derechos del consumidor

En cuanto a los derechos del consumidor establecidos por el Artículo 53 de la


Constitución de la República:

22
“Artículo 53.- Derechos del consumidor. Toda persona tiene derecho a disponer
de bienes y servicios de calidad, a una información objetiva, veraz y oportuna
sobre el contenido y las características de los productos y servicios que use o
consuma, bajo las previsiones y normas establecidas por la ley. Las personas
que resulten lesionadas o perjudicadas por bienes y servicios de mala calidad,
tienen derecho a ser compensadas o indemnizadas conforme a la ley.Articulo
53.

A mi modo de ver esa responsabilidad consagrada por el artículo 53 de la


Constitución de la República establece, al igual que lo hace con respecto a los
derechos relativos al medio ambiente y recursos naturales en su artículo 67,
numerales 4 y 5, una responsabilidad objetiva, ya que la última parte dispone el
derecho que tienen las personas lesionadas o perjudicadas por bienes y
servicios de mala calidad, a ser compensadas o indemnizadas. Compensación
o indemnización que debe ser establecida de conformidad con la ley. A la
persona perjudicada le bastará con probar que a consecuencia de un bien o
servicio de mala calidad sufrió un daño, consistente en una lesión o perjuicio.

La Ley núm. 358-05, Ley General de Protección a los Derechos de los


Consumidores, constituye a nivel legislativo nuestra principal norma de
protección a los derechos del consumidor.

Derechos e intereses colectivos y difusos y del medio ambiente

La Constitución de la República dispone en su Art. 66 lo siguiente:

Derechos colectivos y difusos. El Estado reconoce los derechos e intereses


colectivos y difusos, los cuales se ejercen en las condiciones y limitaciones
establecidas en la ley. En consecuencia protege:

1) La conservación del equilibrio ecológico, de la fauna y la flora;

2) La protección del medio ambiente;

3) La preservación del patrimonio cultural, histórico, urbanístico, artístico,


arquitectónico y arqueológico”.

23
La doctrina, la jurisprudencia e incluso la propia legislación de los países no
están de acuerdo en cuanto a adoptar un concepto claro de la diferencia que
existe entre derechos e intereses colectivos y difusos. Si podemos hacer un
intento para entender por difusos aquellos derechos o intereses que están
difundidos para el uso o consumo de todos, mientras que los derechos o
intereses colectivos son aquellos que están destinados para ser usados o
consumidos por colectividades determinadas. “Artículo 66.-

En nuestro país, desde el punto de vista constitucional la distinción no tiene


mayor importancia práctica, pues ambos conceptos están establecidos sin
ninguna diferenciación por la Constitución. La diferencia pudiera existir en cuanto
a que en cualquier concepción ellos no se refieren a los derechos individuales,
es decir que no tienen un solo titular.

Lo que sí es importante decir que esos derechos se ejercen en las condiciones


y con las limitaciones establecidas en la ley. Y vale la pena recordar que en
nuestro país, salvo algunas disposiciones del Código Procesal Penal, no existe
ninguna ley que específicamente reglamente su ejercicio, aunque sí contamos la
Ley núm. 64-00 General de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Medio ambiente

La propia Constitución en el enunciado del artículo 67 dispone lo siguiente:

“Artículo 67.- Protección del medio ambiente. Constituyen deberes del Estado
prevenir la contaminación, proteger y mantener el medio ambiente en provecho
de las presentes y futuras generaciones.

La Constitución le atribuye tanta importancia al medio ambiente que su Art. 72


consagra una acción de amparo para reclamar ante los tribunales, por sí o por
quien actúe en su nombre, para garantizar los derechos e intereses colectivos o
difusos. De la misma manera cualquier persona puede demandar por vía directa
la inconstitucionalidad de una norma jurídica contraria al medio ambiente y los
recursos naturales en razón de que tratándose de derechos o intereses difusos
su calidad de parte interesada le deviene directamente de la propia Constitución.

24
A mi modo de ver, dentro de los derechos e intereses colectivos o difusos a que
hacen referencia los Artículos 66 y 67, tenemos que englobar también los
derivados de los recursos naturales (Art. 14), recursos hídricos (Art. 15), áreas
protegidas (Art. 16) y Aprovechamiento de los recursos naturales (Art. 17).

Como hemos visto anteriormente, el artículo 67, numeral 4) de la Constitución


de la República, consagra en su parte final la obligación de reparar en especie o
en naturaleza el daño causado al medio ambiente, en los contratos celebrados
o en los permisos otorgados por el Estado que involucren el uso y explotación
de los recursos naturales.

A nivel legislativo nuestro principal instrumento lo constituye la ley núm. 64-00,


Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, la cual a pesar de
haber sido puesta en vigencia cuando no existía la actual Constitución, recoge
en cuanto a la responsabilidad objetiva, lo preceptuado por la vigente
Constitución. Es así como esa disposición legal dispone en su artículo 169 lo
siguiente:

“Artículo 169.- Sin perjuicio de las sanciones que señale la ley, todo el que cause
daño al medio ambiente o a los recursos naturales, tendrá responsabilidad
objetiva por los daños que pueda ocasionar, de conformidad con la presente ley
y las disposiciones legales complementarias. Asimismo estará obligado a
repararlo materialmente, a su costo, si ello fuere posible, e indemnizarlo
conforme a la ley”.

PARA LA PROTECCION Y GARANTÍA DE LOS DERECHOS CONSAGRADOS


POR LA CONSTITUCION ELLA ORGANIZA LA ACCION JUDICIAL Y LA
REPARACION DEL DAÑO.

La acción en responsabilidad civil, como todas las acciones judiciales, tiene un


carácter constitucional, pues en virtud de lo que dispone la primera parte del
artículo 69 de la Constitución toda persona, en el ejercicio de sus derechos e
intereses legítimos debe obtener la tutela judicial efectiva de parte del Estado,
tutela que se encuentra constituida por diez garantías mínimas que conforman
el debido proceso. Pero además, el artículo 8 de la Constitución establece que

25
es función esencial del Estado la protección efectiva de los derechos de las
personas.

La acción en responsabilidad civil, que es la acción judicial que le confiere la


Constitución de la República, la ley o el contrato a la víctima a fin de obtener del
responsable la reparación del daño sufrido, es una acción que tiene la protección
del Estado en virtud de lo que disponen los artículos 8 y 69 precitados. En
principio, esa acción en responsabilidad civil obedece a los mismos requisitos de
fondo y de forma a que se encuentran sometidas las demás acciones judiciales
como los establecidos en el artículo 69 de la Constitución a cuyo tenor “Toda
persona, en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, tiene derecho a
obtener la tutela judicial efectiva, con respeto del debido proceso que estará
conformado por las garantías mínimas que se establecen a continuación:

1) El derecho a una justicia accesible, oportuna y gratuita;

2) El derecho a ser oída, dentro de un plazo razonable y por una jurisdicción


competente, independiente e imparcial, establecida con anterioridad por la ley;

3) El derecho a que se presuma su inocencia y a ser tratada como tal, mientras


no se haya declarado su culpabilidad por sentencia irrevocable;

4) El derecho a un juicio público, oral y contradictorio, en plena igualdad y con


respeto al derecho de defensa;

5) Ninguna persona puede ser juzgada dos veces por una misma causa;

6) Nadie podrá ser obligado a declarar contra sí mismo;

7) Ninguna persona podrá ser juzgada sino conforme a leyes preexistentes al


acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la
plenitud de las formalidades propias de cada juicio:

8) Es nula toda prueba obtenida en violación a la ley;

26
9) Toda sentencia puede ser recurrida de conformidad con la ley. El tribunal
superior no podrá agravar la sanción impuesta cuando sólo la persona
condenada recurra la sentencia.

Me parece importante aclarar que esas garantías relativas a la tutela efectiva y


debido proceso a que hace referencia el Art. 69 no se refieren exclusivamente a
los derechos fundamentales contemplados en el Capítulo I, del Título II, es decir
de los artículos del 37 al 67, sino que al tenor de lo dispuesto por el numeral 10)
del referido Art. 69 las normas del debido proceso se aplican a toda clase de
actuaciones judiciales y administrativas.

De lo anterior se deriva que si bien es cierto que la Constitución de manera


expresa consagra la reparación de ciertos daños en caso de algunos derechos
vulnerados, como los que hemos visto precedentemente a propósito de la
derecho a la vida, la intimidad y al honor personal, a los derechos del
consumidor, a los derechos difusos, no es menos cierto que la misma protección
del Estado merecen los derechos que tienen otras fuentes.

Es importante poner de relieve que la Convención Americana de los Derechos


Humanos, en su artículo 63 dispone el derecho que tiene toda persona lesionada
en el goce de sus derechos o libertades conculcados a ejercer las acciones
correspondientes con la finalidad de que se reparen los daños que la vulneración
a esos derechos les han ocasionado así como el pago de una justa
indemnización.

Tipos de responsabilidad civil en la constitucionalizarían

La responsabilidad civil consiste en la obligación que recae sobre una persona


de reparar el daño que ha causado a otro, sea en naturaleza o bien por un
equivalente monetario, (normalmente mediante el pago de una indemnización de
perjuicios).

El que obrando ilícitamente o contra las buenas costumbres cause daño a otro,
está obligado a repararlo. La responsabilidad civil puede ser contractual o
extracontractual. Cuando la norma jurídica violada es una ley (en sentido amplio),

27
hablamos de responsabilidad extracontractual, la cual, a su vez, puede ser
delictual o penal (si el daño causado fue debido a una acción tipificada como
delito), o cuasi-delictual o no dolosa (si el perjuicio se originó en una falta
involuntaria).

Cuando la norma jurídica transgredida es una obligación establecida en una


declaración de voluntad particular (contrato, oferta unilateral, etcétera),
hablamos, entonces, de responsabilidad contractual. La responsabilidad penal
es, en Derecho, la sujeción de una persona que vulnera un deber de conducta
impuesto por el Derecho penal al deber de afrontar las consecuencias que
impone la ley. Dichas consecuencias se imponen a la persona cuando se le
encuentra culpable de haber cometido un delito o haber sido cómplice de éste.
La responsabilidad penal la impone el Estado, y consiste en una pena que busca
castigar al delincuente e intentar su reinserción para evitar que vuelva a delinquir.
En la ética, responsabilidad moral es sobre todo la responsabilidad que se
relaciona con las acciones y su valor moral. Desde una ética consecuencialista,
dicho valor será dependiente de las consecuencias de tales acciones. Se
entonces al daño causado a un individuo, a un grupo o a la sociedad entera por
las acciones o las no-acciones de otro individuo o grupo.

En una ética deontológica, en cambio, tales acciones tendrán un valor intrínseco,


independiente de sus consecuencias. Desde esta perspectiva, es un sistema de
principios y de juicios compartidos por los conceptos y las creencias culturales,
religiosas y filosóficas, lo que determina si algunas acciones dadas son correctas
o incorrectas. Estos conceptos son generalizados y codificados a menudo por
una cultura o un grupo, y sirven así para regular el comportamiento de sus
miembros.

De conformidad a tal codificación se le puede también llamar moralidad y el


grupo puede depender de una amplia conformidad a tales códigos para su
existencia duradera. Desde el punto de vista de la organización social, la
responsabilidad moral se diferencia de la responsabilidad jurídica por su carácter
interno. La responsabilidad moral se refiere principalmente al carácter interno de
las conductas (la conciencia o intención de quien ha actuado), sin importar

28
aspectos externos como el hecho de que éstas hayan sido descubiertas o
sancionadas.

Por el contrario, los procesos jurídicos no son necesariamente procesos de


intención (por ejemplo, la prescripción del delito de robo por el mero transcurso
del tiempo puede invalidar la responsabilidad jurídica sin invalidar la
responsabilidad moral).

La responsabilidad moral ocupa un lugar cada vez más importante en la opinión


pública cuando la adjudicación de la responsabilidad jurídica a través de los
tribunales es insuficiente para cerrar casos como son, por ejemplo, escándalos
de corrupción ligados al ocultamiento de cifras en la contabilidad de empresas,
derramamiento de petróleo en zonas naturales, financiamientos ilegales de
campañas y escándalos de corrupción política.

La responsabilidad política es la imputabilidad de una valoración por el uso que


un órgano o individuo hace del poder. Así, por ejemplo, afirmar que el Presidente
X fue políticamente responsable en el caso Y, significa que se atribuye al
Presidente X un grado de culpa y/o se le atribuye una sanción por la manera de
usar su autoridad en el caso Y.

Con el surgimiento de los estados organizados con base en constituciones


políticas, la responsabilidad de los gobernantes ante los Parlamentos o los
tribunales por su uso del poder es un tipo de responsabilidad jurídica.

Esta forma de responsabilidad político-jurídica suele ser evaluada y adjudicada


según reglas específicas (como el impeachement anglosajón) y ante autoridades
específicas como el Senado constituido en cámara juzgadora o un tribunal
administrativo ad hoc.

Sin embargo, la responsabilidad política es también evaluada por los ciudadanos


cuando, asumiendo el papel de electores en un sistema democrático, valoran el
uso que los gobernantes han hecho del poder, aplicando cualquier tipo de criterio
para evaluar su desempeño y no una norma jurídica. Por lo tanto, la
responsabilidad política no se subsume bajo la responsabilidad jurídica, como la
legitimidad política no se subsume bajo la legalidad jurídica
29
Dentro de las clases de responsabilidad tenemos entre otras:

Responsabilidad funcional.- Aquella derivada del desempeño de


una función pública. En lo abstracto es sinónimo de responsabilidad
administrativa; y en lo individual o concreto de responsabilidad civil de los
funcionarios públicos.

Responsabilidad Jurídica.- Es la obligación o deuda moral en que incurren los


magistrados o jueces que infringen la ley o incumplen las leyes en el ejercicio de
sus funciones especificas. Esta responsabilidad puede ser civil o penal, según
sea la intención dolosa o el carácter de la falta cometida.

Responsabilidad civil.- La que compone el conjunto de responsabilidad


contractual y extracontractual derivadas de la culpa o la inejecución de
obligaciones.

Responsabilidad colectiva.- La que surge de la necesidad de asegurar el


cumplimiento de una obligación, por parte de más de un deudor, con la que se
afecta la totalidad de los respectivos patrimonios.

La responsabilidad Contractual.- Que deviene de la infracción de lo estipulado


en un contrato valido.

Responsabilidad Penal.- Aquella anexa a un acto u omisión penal por la ley y


realizado por persona imputable, culpable y carente de excusa absolutoria. Se
traduce en la aplicación de una pena sea privativa de libertad o restrictiva de
derecho.

Responsabilidad Extracontractual.- La exigible por culpa de tercero, cuando


medie dolo o culpa y aun por declaración legal sin acto ilícito ni negligencia de la
que resulte así responsable.

Responsabilidad Limitada.- En el ámbito de derecho comercial se refiere a la


fijación de un capital o suma como límite de la capacidad contractual y de la
exigencia de resarcidota del incumplimiento el cual no obsta a mayores
responsabilidades en casos de delitos.

30
CONCLUSIÓN

Finalmente resulta importante destacar que bajo ninguna circunstancia la acción


en responsabilidad civil persigue una reparación que vaya más allá de los daños
efectivamente causados ya sea a consecuencia de un lucro emergente o de un
lucro cesante, pues admitir lo contrario sería reconocer que las acciones
judiciales pueden tener como propósito un enriquecimiento sin causa justificada,
con lo cual no solamente se desnaturalizaría la finalidad de la acción en
responsabilidad civil sino que también constituiría una violación a la propia ley
que sirve de amparo a las acciones judiciales.

El Estado en cumplimiento de su obligación Jurisdiccional consagrada en la


Constitución debe poner a disposición de los ciudadanos (as), y de toda persona
que lo requiera, los tribunales necesarios para que estos puedan dirimir sus
conflictos. Las Garantías y principios constitucionales vienen a asegurar a las
partes la protección efectiva e inviolabilidad de sus derechos consagrados en la
Constitución y las leyes adjetivas.

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BIBLIOGRAFÍA

José M. (2005) Constitucionalización de la responsabilidad civil en la República


Dominicana. Editorial Búho.

Dr. Juan Miguel Castillo Pantaleón. (2012) Nacionalidad dominicana. Ministerio


de Cultura. Editora Nacional.

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