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INTRODUCCIÓN
1. El Dominio físico
a) Cuando eras alimentado por otros.—Cuando naciste eras alimentado por otros,
puesto que tú no podías hacerlo. Eras dependiente del cuidado de otros, de tus padres.
Te alimentaban con leche y comida blanda, fácil de ser digerida por un niño.
b) Cuando te alimentabas a ti mismo.— Luego, entraste en una etapa nueva en la vida
en la que empezaste a valerte por ti mismo. En este tiempo empezaste a comer
alimentos más fuertes. Pudiste dejar la clase de comida blanda para empezar a la
comida sólida. Este proceso continúa durante toda la vida.
c) Cuando das de comer a otros.— La siguiente etapa es en la que serás tú quien dé de
comer a otros, sea como padre o como adulto, y el ciclo comenzará de nuevo, ya no
para ti, sino para tus hijos.
Desde luego, tu capacidad para ayudar a otros dependerá en gran manera de lo bien
que hayas aprendido a cuidarte a ti mismo. Si tú haces un mal papel en prepararte a ti
mismo para la vida, sin duda harás un mal papel en ayudar a otros.
2. El dominio espiritual
3. Señal de madurez
La palabra usada para niño (nepios, nhvpio), literalmente significa "sin el poder
del habla", y denota un niño pequeño. Pero lo interesante de esta palabra es que
se refiere a niño pero no de edad, o sea a adultos.
Todos sabemos que el ser niño no es malo, o sea ser cristiano recién
convertido, pero una infancia prolongada es lamentable, y la falta de desarrollo
es deplorable.
2. El sentido de Pablo
"Niños en Cristo". Estas palabras no fueron dadas como un cumplido. Escribirles esto
era lo mismo que tocarles el amor propio, pues loscorintios se jactaban de sus dones
espirituales (1 Cor. 12:1-3) y de sus adelantos, llegando incluso a criticar la predicación
de Pablo como de sencilla (1 Cor. 4:1-4)
Hay niños que no pueden crecer por causa de malformaciones mentales y físicas. Esta
es una situación trágica, sin embargo no podemos culpar a la persona por ello.
Pero hay niños que no crecen espiritualmente porque no quieren. No han aprovechado
las oportunidades para fortalecer sus propias vidas espirituales. En este caso la culpa
cae sobre el individuo que se ha negado a crecer.
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a
enseñar cuales son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que
tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.
Pero el alimento sólido es para los que HAN ALCANZADO MADUREZ, para los que por el uso tienen
los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:12, 14)
Por un lado la madurez es para que no seamos engañados por falsas doctrinas, maestros y profetas, y por el
otro lado es para poder crecer y madurar en la vida espiritual; tener un carácter probado y llegar a ser más
como Jesús.
En el texto vemos que los que son MADUROS tienen sus sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal.
El escritor de Hebreos les estaba diciendo que tenia que darles leche y no vianda sólida, pues aún no la
podían soportar. Le regañó a la iglesia diciendo que ya era tiempo de que fueran maestros y todavía eran
alumnos, siempre aprendiendo y nunca llegando a PONER en PRÁCTICA lo aprendido. Porque, después de
tanto tiempo de haber sido creyentes, deberían ser ya maestros de la palabra, sin embargo aún requerían que
alguien les diera de nuevo el biberón de leche pues eran INEXPERTOS en ella. Habían tenido tantas
oportunidades durante muchos años que, para entonces, deberían haber avanzado a la madurez.
El escritor de los Hebreos explica también que la única manera de avanzar hacia la madurez es mediante la
práctica y por el entrenamiento constante. Nuestros sentidos espirituales se desarrollan a través del uso. Esto
no sucede automáticamente, sino que requiere disciplina. Cuando estos sentidos no son usados, volvemos a
nuestra infancia espiritual y necesitamos oír nuevamente los primeros rudimentos de la doctrina de Cristo.
Dios ha puesto ministros verdaderos en su cuerpo: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros con
un fin:
“Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que
siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.” (Efesios
4:14)
Si no estamos creciendo y madurando, esta será la consecuencia: seremos niños, “fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las
artimañas del error.”
Quiero hacerte una pregunta: ¿Estás avanzando hacia la madurez? Dios quiere que crezcamos y maduremos.
“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a
niños en Cristo.
Os di a beber leche, y no vianda; porque aun no erais capaces, ni sois capaces todavía,
Porque aun sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois
carnales, y andáis como hombres?” (1ª Corintios 3:1-4)
Pablo llama a la iglesia de Corinto, “carnales” como “niños en Cristo”, inmaduros, pues había entre ellos
divisiones y celos. La palabra “carnal” aquí es “Sarkinoi” en el griego, y viene de la palabra “Sarx”. Pablo se
esta refiriendo a la naturaleza humana pecaminosa apartada de Dios.
Pablo no quiso decir que no eran cristianos, sino que su COMPORTAMIENTO era parecido a los del mundo,
al HOMBRE NO REGENERADO, y que eran motivados por instintos naturales. Permitieron que la vieja
naturaleza, el viejo hombre, predominara en ellos y actuaban como niños, no como cristianos maduros llenos
del Espíritu Santo.
La carnalidad no se debe meramente al poco tiempo que se lleve convertido, sino a no dejar que la Palabra
nos limpie, discipline, instruya y nos transforme. Se puede clasificar la carnalidad en dos áreas: Uno, por ser
novato, inmaduro, y recién convertido. El otro, por no haber obedecido al Espíritu Santo y no haber puesto la
vieja naturaleza bajo sumisión. Tanto, los DESEOS CARNALES del cuerpo, como las REACCIONES y
actitudes de la vieja naturaleza, se tienen que poner bajo el control del Espíritu Santo. Si no crucifico la carne,
voy a contristar al Espíritu Santo y no voy a crecer a la madurez espiritual que Dios tiene planeada para mí.
“Por tanto, id, y HACED DISCÍPULOS a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo;
ENSEÑÁNDOLES que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:19-20)
Con el crecimiento y madurez espiritual, debe venir la capacidad de enseñar a otros, por lo menos las
verdades básicas del Evangelio. Por lo tanto, cada cristiano que desde hace unos meses conoce el Evangelio
debe poder instruir a otros y ser efectivo en el evangelismo personal. En mi caso personal, cuando apenas
había pasado un mes desde que fui bautizado con el Espíritu Santo, ya estaba predicando a los inconversos y
trayendo almas al Señor.
El crecimiento espiritual debe ser un proceso en el que caminamos hacia la perfección o la madurez, no
teniendo que escuchar el Evangelio domingo tras domingo sin la capacidad de traer ni un alma a Cristo. En el
sistema religioso que tenemos de “buffet libre”, los nuevos creyentes generalmente no son discipulados, y
algunos como niños malcriados crecen haciendo lo que se les antoja, con berrinches celos y divisiones, hasta
el final de sus vidas.
Por este motivo insisto tanto en las cuatro estaciones de la iglesia; siendo indispensable la segunda, que es la
del discipulado. Se hacen discípulos bajo condiciones controladas en las que se enseña la obediencia, y las
costumbres del viejo hombre son corregidas. Hay una gran diferencia entre niños criados en la calle sin
supervisión y niños criados en una familia sana donde hay amor y parámetros bien definidos. Como tenemos
la obligación moral y divina de educar a nuestros hijos naturales, así también tenemos la obligación de hacer
discípulos según las enseñanzas de Jesucristo.
Otra característica de madurez espiritual es el dominio propio en la vida del creyente. Controlando sus
apetitos, emociones, pasiones y palabras.
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2ª
Timoteo 1:7)
“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud,
La plenitud del Espíritu Santo produce en el creyente el dominio propio o la auto-disciplina. Pablo escribiendo
a Timoteo dijo disciplínate a ti mismo para la piedad (1ª Timoteo 4:7-8). El propósito de la autodisciplina o el
dominio propio es en primer lugar glorificar a Dios; en segundo lugar dar buen testimonio y no ofender la
conciencia de otros más débiles y en tercer lugar que crezcamos fuertes espiritualmente y no ser
descalificados. Pablo hablando a los Corintios habla de la disciplina cristiana y la compara con los que
entrenan y compiten en deportes:
“Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que
se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre.
Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire.
Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo
quede descalificado.” (1ª Corintios 9-27)
La posibilidad de ser descalificado es algo real y debemos tenerlo muy en cuenta. El dominio propio además
de la obra del Espíritu Santo, es el resultado de una vida disciplinada. Significa “capacidad del carácter para
controlar los impulsos, en especial los que apartan de una meta ardua o inclinan a un goce inmediato” o
“poner bajo sumisión, disciplina, amansar, subyugar” y en cuanto a la lengua, frenar. (Santiago 1:26). Aun en
cosas lícitas, donde nadie puede llamarnos la atención, es necesario la auto disciplina para que podamos
crecer espiritualmente y ganar credibilidad en nuestro testimonio.
“Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero
honrar a Dios con el cuerpo, pues al deshonrar el cuerpo uno peca contra Dios. Cualquier área de nuestra
vida donde no hay disciplina o que no esté sujeta al señorío de Cristo puede desbocarse y dominarnos. A esto
llama el apóstol Pablo, “pasiones desordenadas”. La glotonería que produce obesidad mórbida, el tabaco, el
exceso de alcohol, la adición al café y a los dulces, deseos sexuales desordenados, dañan el cuerpo y pueden
dar lugar a ataduras.
El propósito del dominio propio es fortalecernos espiritualmente para poder vencer el pecado y la influencia
negativa del mundo; poder huir de la corrupción que hay en el mundo y de las concupiscencias. San Pablo
dijo: “Huid de la fornicación.” Huid de las pasiones juveniles. Para poder huir de un peligro, tenemos que estar
en forma para correr. Para pelear la buena batalla de la fe tenemos que ser disciplinados (“disciplínate para la
piedad). Parte de esa disciplina empieza por despojarnos de los pesos y cosas innecesarios que impiden
nuestra carrera.
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que
El que no se disciplina en las cosas lícitas (las comidas, el gasto de dinero, el sexo, etc.) no tendrá fuerza para
resistir lo que es ilícito. El que alimenta la naturaleza carnal en un área será débil en otra. El que no domina la
carne en un área, da lugar a ser vencido en otra. La amistad con el mundo en cosas que no son en sí pecado,
puede debilitarnos en cuanto a resistir al amor al dinero y los placeres. La ociosidad y la abundancia de cosas
materiales debilitan el espíritu, combaten contra él, adormecen la conciencia y produce sordera ante la voz de
Dios. El que se rinde a un pecado pequeño da lugar a uno más grande.
Toda hierba mala crece y ahoga la palabra. Un tigre, aunque parece un gatito cuando nace, tiene la capacidad
de devorar al dueño cuando crece. Una serpiente camuflada tiene el poder de atacar y envenenar al que anda
descuidado y descalzo. Lo que es pequeño hoy, será más grande mañana. Si te rindes hoy a alguna cosa
legítima, que no edifica; la misma te hará caer mañana.
Si malgastas hoy, tomarás prestado mañana. El dinero que derrochas hoy, te faltará mañana. Descuidar tu
salud en la juventud, te costará caro en la vejez. El que no se prepara en tiempo de paz, no estará preparado
en tiempo de guerra. La Biblia nos amonesta a que “aprovechemos bien el tiempo”:
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el
tiempo, porque los días son malos.”(Efesios 5:15-16)
La forma de poder aprovechar el tiempo es ser llenos del Espíritu y el Consolador nos guiará cada día hacia lo
que debemos hacer; con quién tenemos que hablar y como evitar las “minas” escondidas.
“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo
profundo de Dios.
Porque ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en é?
Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que
sepamos lo que Dios nos ha concedido”. (1ª Corintios 2:10-12)
Pablo aquí utiliza una analogía humana para revelar algo espiritual. Al igual que hay sentimientos tan
personales, experiencias que son tan íntimas que solamente los conoce la persona; en cuanto a la vida
espiritual, hay cosas tan íntimas y profundas, que solamente el Espíritu Santo conoce acerca de Dios. Pero lo
maravilloso es que Dios nos ha dado Su Espíritu para que podamos entender las cosas que nos pertenecen.
Pablo luego distingue dos tipos de personas: los «psuchikos» y los «pneumatikoi».
1. «Psuchikos» viene de «psuche», que en griego es traducido muchas veces como el alma pero no en su
sentido real. El hombre que sólo tiene «psuche» (hombre «almado, con alma», natural) es incapaz de
comprender las cosas de Dios; le son locura: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (1ª
Corintios 2:14).
El hombre «psuchikos» es carnal. Es aquel que vive como si no existiera nada fuera de lo natural y material.
Vive para satisfacer sus deseos naturales y suplir sus necesidades físicas; este hombre no puede conocer ni
recibir el Espíritu de Dios, pues no es consciente de su existencia. Intenta apagar sus inquietudes tratando de
llenarse con lo natural, lo carnal; como hizo Esaú cuando vendió su primogenitura por un potaje de lentejas.
2. «Pneumatikoi» viene de «pneuma», que es la palabra griega para «espíritu». Uno que es «pneumatikos»,
es el hombre regenerado en quien habita y obra el Espíritu Santo. Es el hombre sensible al Espíritu, y que es
guiado por el Espíritu. Habiendo recibido el Espíritu Santo puede entender las cosas de Dios cuando para el
incrédulo son necedad.
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura,
y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1ª Corintios 2:14)
Como miembros del Cuerpo de Cristo debemos buscar la unidad que el Espíritu Santo quiere proveer y andar
dignos de la soberana vocación, con amor, y humildad, guardando la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz.
Si decimos que tenemos paz con Dios, ¿por qué será tan difícil lograr la paz entre nosotros? Nosotros no
podemos crear esta unidad pero sí debemos guardarla. Pablo quiso decir en este versículo, que nuestra
prioridad debe ser la de guardar la paz entre nosotros, para que la unidad del Espíritu pueda continuar
gobernando. Sin la unidad del Espíritu, no hay bendición ni crecimiento; además, si contristamos al Espíritu,
perdemos el gozo y la paz.
Los conflictos dañan a la unidad del Espíritu. Aquí es donde debemos practicar el guardar la unidad en el
vínculo de la paz, estimulándonos al amor.
Las causas de las contiendas entre cristianos son diversas, pero básicamente las Escrituras lo resumen en
una cosa: La inmadurez espiritual y emocional, lo que Pablo llama, “carnalidad”. Por mucho que insistamos en
que somos llenos del Espíritu y que tenemos los dones en operación, si hay contiendas y disensiones somos
carnales y andamos como personas naturales, no como hombres transformados.
Debe ser un objetivo personal para cada cristiano el procurar cada día no ofender ni el permitirse ser ofendido.
La forma de lograr esto es tener la mente y el Espíritu de Cristo, con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor. (Efesios 4:2)
¿Cómo se puede destruir la obra de Dios? Pablo lo dice en Romanos 14:20: No destruyas la obra de Dios por
causa de la comida. Desgraciadamente, los que no aprecian la dádiva de la presencia de Dios, pueden
destruir la obra de Dios por cosas insignificantes. Pablo quiso que vieran lo ridículo que era destruir la obra de
Dios por discusiones necias y de poca importancia acerca de comidas y bebidas.
¿Cómo podemos llegar a esta meta de la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto? No hay solución fácil, ni sencilla, pues mientras Dios en su misericordia tenga que utilizar a
personas defectuosas e inmaduras tendremos esta situación. La solución está en cómo nos consideramos a
nosotros mismos en comparación con otros. Si con humildad estimamos cada uno a los demás como
superiores a nosotros mismos, hemos dado un golpe mortal al ego y a la vanagloria. No buscando cada uno lo
suyo, sino deseando que su hermano sea honrado. Aceptemos que si ponemos tropiezo delante del hermano
ofendemos al Señor y contristamos al Espíritu.
Entonces ¿Cómo conseguir la paz y cómo vivir sin tensiones? Si conocemos las causas y las señalamos
como faltas, solamente hemos hecho un diagnostico, pero aún nos falta la solución. Si pudiéramos darnos
cuenta de los daños que las discusiones causan, tomaríamos en serio el propósito de buscar y seguir la paz.
El camino de la paz, es un camino de disciplina diaria donde debemos despojarnos de todos los hábitos del
viejo hombre y vestirnos del nuevo, creado a la imagen de Cristo. Se trata de marcarnos un propósito fijo de
frenar la lengua, o de otro modo nuestra religión es vana y falsas nuestras pretensiones de santidad.
La guerra espiritual se vence cuando hay una unidad real entre nosotros. Cualquier fisura da lugar a los
ataques del enemigo. Cristo oró que seamos uno como Él y el Padre son uno, y esa debe ser nuestra meta.
Cuando leemos la Biblia debemos examinarnos y ver que área de nuestra vida no está acorde con lo que el
Señor nos dice en su Palabra y tener la humildad de cambiar. La Biblia dice que no dejemos que el sol se
ponga sobre nuestro enojo, ni demos lugar al diablo. Esto debe motivarnos a obedecer la voz de Dios y poner
en práctica sus mandamientos. El amor cubre una multitud de pecados, el orgullo y la soberbia los descubren.
Tengamos la mente de Cristo en casa también.
Vivir en amor y armonía es un reto muy grande. Es la prueba de nuestro cristianismo y nuestra madurez
espiritual. Sólo personas espiritualmente maduras pueden pasar por alto las faltas de otros.
“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la
“Una pregunta ha estado en mi mente en las últimas semanas. Creo que es una pregunta que todo creyente
sincero debe hacerse continuamente: ¿Estoy creciendo en la gracia?
Para mí, la gracia es el poder del Espíritu Santo que nos hace ser más como Jesús. Por lo tanto, crecer en la
gracia significa aumentar en la semejanza de Cristo a través del poder inmerecido del Espíritu de Dios.
Después de todo tu estudio, oración y aprendizaje, ¿estas volviéndote más como Jesús? ¿Eres más
compasivo, manso, perdonador de lo que fuiste hace un año? O, ¿tu crecimiento se ha estancado? ¿Te has
conformado a un nivel de crecimiento?
Aquí tienes una manera para saber si estás creciendo en la gracia: Dios ha sido misericordioso contigo--Así
que, ¿eres misericordioso con los demás? Si no estás seguro, hazte esta pregunta: ¿Cómo respondes a las
heridas que otros te hacen? ¿Eres amable y gentil? O, ¿te enojas y te amargas? ¿Eres paciente y
comprensivo o irritable y argumentativo?
Quiero dirigirme especialmente a los lectores que están involucrados en el ministerio -- pastores, ancianos,
laicos; todos los que han sido escogidos por Dios para llevar una vida ejemplar delante de otros. Creo que la
pregunta del momento para todos nosotros es esta: ¿En qué dirección estoy yendo? ¿Estoy creciendo en la
gracia en mi llamado? - O, ¿me estoy volviendo menos considerado?
Da una mirada honesta a tu vida desde el año pasado. Piensa en todas las pruebas que has atravesado -- en
tu hogar, en los esfuerzos de tu ministerio, en tu trabajo. Muchos de mis amigos en puestos de liderazgo
cristiano me dicen que el año pasado enfrentaron las pruebas mas intensas de sus vidas.
¿Puedes decir honestamente que has reaccionado ante todos tus problemas con fe, gracia, amor y
misericordia? ¿Has aprendido a través de todos los problemas a ser más bondadoso, paciente, gentil y
apacible? O ¿tienes que admitir, como yo, que has reaccionado con momentos de ira, palabras duras y de
autocompasión -- reacciones que han causado una tensión intensa y noches de insomnio?
Todos deberíamos preguntarnos: ¿He reaccionado a mis críticos y enemigos con compasión, amor,
misericordia y perdón? O, ¿he reaccionado con cólera, indignación y autojustificación? ¿Tuve que demostrar
que llevaba la razón y que ellos estaban equivocados? ¿Cuantas heridas he causado en otros mientras
trataba de demostrarles cuan herido, mal entendido, y tergiversado estaba?
¿Era más importante para mí mantener mi necesidad de llevar la razón que humillarme y dar la otra mejilla?
¿Reaccioné hiriendo y resentido, cuando debí ser sanador y reconciliador? Nuestro crecimiento se estanca
cuando reaccionamos infantilmente a las heridas que otros nos hacen.
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena, para la necesaria edificación. A fin
de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios. (Efesios 4:29-30).
Pablo nos está diciendo tres cosas importantes sobre las palabras que nosotros hablamos: 1. Tenemos que
usar nuestras palabras para edificar al pueblo de Dios. 2. Tenemos que usar nuestras palabras para ministrar
la gracia a otros. 3. Es posible contristar al Espíritu Santo con nuestras palabras.
Como ministro del Evangelio, he querido desesperadamente mantenerme en el favor y bendición de Dios. Y,
una vez en mi ministerio, le rogué al Señor que me mostrara cómo le podía bendecir y agradar mejor. El
Espíritu Santo puso dos cosas en mi corazón:
eseos de la carne.
sación sea digna de Cristo.
He visto a cristianos comunes volverse poderosos en Dios, simplemente pidiéndole al Espíritu de Dios que
limpie su conversación diaria. Una vez esta gente amaba alimentarse de chismes, pero ahora les duele
que les escuchas hablar son palabras edificantes. Hablan el lenguaje de una amorosa amabilidad del bien,
edificantes, cosas de la gracia. Para mí, estas personas se han convertido en gigantes espirituales también.
Así que, examina tu vida cuidadosamente. Y recuerda estas definiciones: la gracia es el poder del Espíritu
Santo para hacernos más como Jesús. Y creciendo en la gracia es crecer en el parecido de Cristo a través del
poder de Espíritu. Finalmente mantente haciéndote esta pregunta: ¿Me estoy pareciendo mas a Jesús,
confiando en el poder del Espíritu Santo?”
http://www.worldchallenge.org/es/node/3493
Ten por cierto que Dios te está llevando a la madurez. Nuestra meta es llegar a la estatura de Cristo.
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
Todo cambio comienza con la renovación de la mente. Si presentamos nuestros cuerpos a Dios en sacrificio
vivo, y no nos conformamos al mundo, podemos ir siendo renovados por la Palabra de Dios e ir desechando
los malos hábitos y buenas excusas que nos tienen atados.
No habrá cambio, ni progreso hasta que tengamos un deseo fuerte de ser transformados y probar cual es la
buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. Amen.
Guiando nuestros miembros hacia la madurez en Cristo
AÑO 4 | Nº 46 | EDICIÓN Julio 2009 Para guiar nuestra congregación a la madurez espiritual es
neces...
4
Cuidado Pastoral
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http://www.revistalafuente.com/2009/08/guiando-nuestros-miembros-hacia-la.html
Esta investigación, aunque no fue realizada en Latinoamérica debe llevarnos cómo lideres y
pastores a reflexionar acerca de nuestro entendimiento de la “madurez espiritual”. Si queremos
llevar nuestros miembros a la madurez en Cristo, es necesario bajar este concepto a la realidad de
la vida de todos los días y respondernos a nosotros mismos estas preguntas:
- ¿Cuál es mi concepto personal de un cristiano maduro? ¿Cómo visualizo una persona
espiritualmente madura?
- ¿Cuál fue el significado de un cristiano maduro que mis padres o mis lideres en el pasado me
heredaron?
- ¿De acuerdo a la tradición de mi iglesia, que es un cristiano maduro?
- ¿Cuáles textos bíblicos se refieren al proceso y a la madurez espiritual?
- ¿Cuáles cosas debe reflejar una persona espiritualmente madura?
La madurez espiritual es un proceso constante que comienza cuando una persona acepta a
Jesucristo como su Salvador. Cuando el cristiano nace de nuevo para vivir "en Cristo" recibe todo
lo necesario para iniciar el proceso de crecimiento espiritual. El apóstol Pablo dijo que el
crecimiento espiritual es un proceso continuo:
“(12)No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante
esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. (13) Hermanos, no pienso
que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y
esforzándome por alcanzar lo que está delante, (14) sigo avanzando hacia la meta para ganar el
premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.” Filipenses 3:12-14.
El mismo apóstol Pablo no lo había alcanzado, aún así continuamente prosiguió a la meta.
“(1) Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros,
apenas niños en Cristo. (2) Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden
todavía, (3) pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán
inmaduros? ¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos? (4) Cuando
uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque están actuando con
criterios humanos?” 1 Corintios 3:1-4.
“En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva
a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan
leche en vez de alimento sólido.13 El que sólo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de
justicia; es como un niño de pecho.14 En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los
que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de
percepción espiritual.” Hebreos 5: 12-15
Estos textos nos dicen que un creyente inmaduro es una persona problemática, con criterios
humanos, una persona que no comparte/testifica la verdad y una persona que no distingue entre
lo bueno y lo malo.
Las crisis y los sufrimientos de la vida revelan nuestra madurez, quebrantan nuestro orgullo y nos
mantiene humildes, nos motiva a acercarnos a Dios, perfecciona la obra de Dios en nuestras vidas
y nos llevan lleva a la reflexión personal.
Job es un ejemplo de una persona espiritualmente no solamente madura, sino con una estabilidad
emocional tan fuerte que reconoce a Dios como el Dios del universo en el momento de mayor
sufrimiento de su vida: “Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de
tus planes. … Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender, … De oídas había
oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos.” Job 42.
Como pastores es necesario dedicar tiempo a pastorear a los hermanos que están en situaciones
de crisis y buscar conjuntamente el sentido de estos sufrimiento.
Con Dios
Un cristiano maduro busca la comunión con Cristo, el cristiano inmaduro no tiene tiempo para
Dios, la Biblia y la oración. Un cristiano maduro ve todo lo que sucede desde la perspectiva de
Dios, un cristiano inmaduro responsabiliza a Dios de todo lo que sucede.
Con la Iglesia.
Un cristiano maduro busca la comunión con cristianos, el cristiano inmaduro no conoce la
aceptación y el perdón que surge de la comunión entre creyentes. El cristiano maduro es una
agente de paz en la iglesia, una cristiano inmaduro lleva a conflictos y divisiones. Un cristiano
maduro tiene su lugar/ministerio en la iglesia, un cristiano inmaduro no tiene ministerio y visita
irregularmente las reuniones de la iglesia. Un cristiano maduro planea su vida entorno a la palabra
y a la iglesia, un cristiano inmaduro planea su vida entorno al dinero y a su profesión. El cristiano
maduro quiere trabajar y servir por la iglesia, el cristiano inmaduro espera ser entretenido por el
liderazgo de la iglesia.
Con Incrédulos.
Un cristiano maduro invita constantemente a nuevas personas a la iglesia, el cristiano inmaduro
prefiere sumergirse en su círculo de amigos y no tener comunión con nuevos. El cristiano maduro
ve a cada incrédulo como un potencial misionero y futuro líder para Dios, el cristiano inmaduro ve
a cada incrédulo como un potencial problema en su vida, al que hay que discipular y hacer crecer.
Conclusión
Si nuestra meta como pastores es llevar a los hijos de Dios a la madurez espiritual o la madurez en
Cristo, es necesario que definamos con simplicidad, pero con claridad el significado, el precio y el
beneficio de una vida madura. Nuestra responsabilidad como pastores es dar a cada creyente la
oportunidad y el conocimiento de crecer hacia la imagen de Cristo.