Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
SÍNDROME METABÓLICO
El síndrome metabólico es un conjunto de factores de riesgo para diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y
enfermedad cardiovascular, caracterizado por la presencia de resistencia a la insulina e
hiperinsulinismo compensador asociados con trastornos del metabolismo de los carbohidratos y
lípidos, cifras elevadas de presión arterial, y obesidad. La prevalencia del síndrome metabólico
varía según factores como género, edad, etnia, pero se ubica entre 15% y 40%; es mayor en la
población de origen hispano. Existen varios criterios para el diagnóstico de síndrome metabólico.
El más conocido es del ATP III, donde se deben cumplir 3 ó más de los siguientes: perímetro
abdominal elevado (>102 cm en hombres y >88 cm en mujeres), TG >150 mg/dl, HDL bajo
(hombres <40 mg/dl y mujeres HDL <50 mg/dl), TA >130/85 mm Hg, glicemia >110 mg/dl
incluyendo diabetes mellitus. Se consideran otros factores como trombogénesis, inflamación,
ácido úrico, estrés, cigarrillo, sedentarismo, edad, origen étnico, acantosis nigricans, síndrome de
ovario poliquístico, microalbuminuria, hipotiroidismo primario, uso de inhibidores de proteasa
para pacientes con VIH, exceso de glucocorticoides endógeno o exógeno.
De las estadísticas de causas de mortalidad del DANE2 se puede concluir que cada vez es más alta
la mortalidad por causas relacionadas con la enfermedad cardio-cerebrovascular y la diabetes,
todas relacionadas con disfunción endotelial y aterosclerosis. Al mismo tiempo disminuyen tanto
el peso de las causas externas (homicidios, accidentes y suicidios) como las enfermedades
infecciosas.
DEFINICIONES
1
Universidad Nacional de Loja
compensador asociados con trastornos del metabolismo de los carbohidratos y lípidos, cifras
llevadas de presión arterial (PA) y obesidad. Muchas organizaciones han propuesto criterios para el
diagnóstico del SM, como aparece en el Cuadro 1.
OMS: en 1998, este grupo enfatizó el papel central de la RI, que es difícil de medir en la práctica
diaria, pero aceptó evidencias indirectas, como la alteración de la glucosa en ayunas y tras carga y
la DM2. Entonces según los criterios de la OMS, para diagnosticar el SM, el paciente debe mostrar
marcadores de RI, más dos factores de riesgo adicional, que incluyen obesidad {medida por índice
de masa corporal (IMC) y/o relación cintura-cadera}, hipertensión, hipertrigliceridemia, nivel de
colesterol HDL bajo y microalbuminuria.
EGRIR: En 1999 el European Group for Study of Insulin Resistance (EGIR) propuso sus propios
criterios. Este grupo empleó el término síndrome de resistencia a la insulina, más que el de SM, e
introduce como necesaria la demostración de la RI, con medición de niveles plasmáticos de
insulina mayores al percentil 75, junto con otros dos factores, que incluyen obesidad central
medida por perímetro abdominal, hipertensión, hipertrigliceridemia y/o HDL bajo, y estados de
pre-diabetes {alteración de la glucosa en ayunas (AGA) y/o intolerancia a los carbohidratos (IC)}.
Una diferencia importante con el grupo de la OMS, es que excluyen a los pacientes con DM2.
NCEP: En 2001 el National Cholesterol Education Program (NCEP) Adult Treatment Panel III (ATP
III), introdujo sus propios criterios para diagnosticar el SM. El panel no hizo necesaria la
demostración directa de la RI, ni obligó la presencia de un factor único para el diagnóstico como
los anteriores. Pero en su lugar, estableció la presencia de 3 de 5 factores, que incluían obesidad
abdominal medida por perímetro abdominal, hipertrigliceridemia, HDL bajo, PA elevada >130/85
mm Hg (no necesariamente en rango de HTA) y glicemia elevada, incluyendo DM. El punto de
corte de la glicemia para ser criterio de SM es de 100 mg/dl (5.6 mmol/l).
AACE: En 2003 la American Association of Clinical Endocrinologists (AACE) modificó los criterios
del ATP III, para rescatar el papel central de la RI, y de nuevo denominó al síndrome como
síndrome de resistencia a la insulina, como el EGIR. En su propuesta se volvió al criterio necesario
de la RI manifestado por AGA o IC más cualquiera de varios factores según criterio clínico, es decir,
que no se daba un mínimo de criterios por cumplir, sino que dejaba a juicio del médico. Estos
criterios incluían sobrepeso obesidad definido por un IMC >25, hipertrigliceridemia, HDL bajo, PA
elevada >130/85 mm Hg, glicemia elevada manifestada por AGA o IC pero no incluye DM y otras
características de RI (Cuadro 2).
En la posición de la AACE, una vez que se hace el diagnóstico de DM2, no se puede aplicar el
término de síndrome de resistencia a la insulina.
2
Universidad Nacional de Loja
IDF: En 2005, la Internacional Diabetes Foundation (IDF) publicó sus propios criterios. Este grupo
deja como criterio necesario la obesidad, enfatiza que la mejor medida es el perímetro
abdominal, por su alta correlación con RI. Sumado a dos de los siguientes criterios:
hipertrigliceridemia, HDL bajo, PA elevada >130/85 mm Hg, glicemia >100 mg/dl incluyendo DM.
En este documento se reconocen las diferencias étnicas para la obesidad abdominal.
AHA: En 2005, la American Heart Association (AHA) y el National Heart, Lung and Blood Institute
(NHLBI), publicaron sus criterios. Muy similares a los del ATP III, si se considera que son prácticos
en la clínica, y el gran número de estudios que han evaluado los criterios del ATP III.
Debe cumplir con tres de los cinco criterios: obesidad central por perímetro abdominal,
hipertrigliceridemia o en tratamiento farmacológico, HDL bajo o en tratamiento farmacológico, PA
elevada >130/85 ó con anti-hipertensivos, glicemia basal elevada o en tratamiento farmacológico
para hiperglicemia. En este documento consideran que en población con perímetro abdominal
limítrofe (hombres entre 94 y 101 cm y mujeres entre 80 y 87 cm) pueden exhibir características
de la RI como: DM2 en familiar en primer grado de comienzo en <60 años, síndrome de ovario
poliquístico, hígado graso, proteína C reactiva (PCR) >3 mg/dl, microalbuminuria, glicemia post-
carga alterada, apoB elevada.
DIAGNÓSTICO
Para diagnosticar el síndrome metabólico varios autores utilizan diferentes parámetros clínicos. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) propone en 1998 criterios de clasificación, según los
cuales, para poder hacer el diagnóstico de síndrome metabólico, deben existir al menos uno de los
dos parámetros principales y dos de los restantes.
Otros parámetros:
- Hipertensión arterial: ≥140/90 mm Hg
- Triglicéridos: ≥150 mg/dl
3
Universidad Nacional de Loja
AAEC: En el año 2002 la Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos (AAEC) amplió aún
más el concepto, sumándole algunas situaciones clínicas como el Síndrome de ovario poliquístico,
Acantosis Nigricans, el Hígado Graso no alcohólico, entre otros.
Criterios mayores:
- Resistencia a la Insulina (medida por hiperinsulinemia dependiente de los niveles de glucosa.
- Acantosis nigricans.
- Obesidad abdominal (circunferencia abdominal >102 cm. en hombres y > de 88 cm. en mujeres).
- Dislipemia (colesterol HDL < 45 mg/dl en mujeres y < 35 mg/dl en hombres o trigliceridos TG >
150 mg/dl)
Criterios menores:
- Hipertensión arterial
- Intolerancia a la glucosa o diabetes mellitus tipo II
- Hiperuricemia
- Hipercoagulabilidad
- Síndrome del ovario poliquístico
- Disfunción endotelial
- Microalbuminuria
- Enfermedad cardíaca coronaria
En el hombre hay un predominio de la grasa visceral, con predominio de lipólisis por sobre
lipogénesis. Esto lleva a la movilización de grandes cantidades de ácidos grasos al hígado, teniendo
como consecuencia un hiperinsulinismo por alteración del catabolismo de la insulina,
hiperglicemia por aumento de la gluconeogénesis, y una hipertrigliceridemia. En la mujer
predomina el tejido adiposo fémoroglúteo, que presenta un metabolismo más bajo, almacena
energía y sólo la libera en casos extremos como el embarazo y la lactancia. En ella predomina la
lipogénesis. Esta obesidad se relaciona más a alteraciones mecánicas y circulatorias (várices,
linfedema, etc) que a enfermedades metabólicas. En la menopausia por predominio de los
andrógenos, se redistribuye la grasa hacia la región abdominal y visceral, comenzando a aparecer
alteraciones metabólicas propias del hombre.
Desde el punto de vista genético, una variedad de genes han sido asociados al desarrollo de
síndrome metabólico: genes reguladores de lipólisis, termogénesis, metabolismo de la glucosa y
del músculo. No se debe dejar de señalar la influencia de factores genéticos y ambientales sobre el
peso al nacer; porque la subnutrición fetal puede ser negativa para el desarrollo de la función de
las células B pancreáticas y de los tejidos sensibles a la Insulina cuya causa pudiera estar
relacionada con la activación de genes vinculados con la Resistencia a la insulina.
4
Universidad Nacional de Loja
Obesidad. La relación de la obesidad con la RI, dificulta la valoración del aporte de cada uno de
estos fenómenos con el SM. La obesidad se puede definir como un aumento en el porcentaje de
grasa corporal total, por encima de un valor estándar, que refleja a nivel celular un aumento en el
número y/o tamaño de los adipocitos. Esta situación es por lo general producto de un
desequilibrio entre las calorías que se ingieren y las que se gastan. En los últimos años, se le ha
dado mucha importancia a la distribución del tejido adiposo, más que a su volumen per se. Existe
buena evidencia que asocia la obesidad central o superior al riesgo cardiovascular y metabólico,
por su alta relación con grasa perivisceral. La grasa intra-abdominal o visceral es un factor de
riesgo independiente de RI, intolerancia a la glucosa, dislipidemia e HTA, todos criterios del SM.
Existen varios métodos indirectos para descubrir la obesidad, que se evaluaron en el último
consenso de la US Preventive Services Task Force. El IMC es la medida más utilizada y con mayor
evidencia sobre su relación con eventos adversos en salud, tiene una correlación con grasa
corporal alta (r=0.7-0.8). Que se calcula al dividir el peso en kg sobre la talla en metros al cuadrado
(IMC=P/T2). La interpretación de los valores se da en el Cuadro 4.
5
Universidad Nacional de Loja
El HDL bajo y los triglicéridos elevados son predictores independientes de riesgo cardiovascular en
pacientes con SM. La combinación de HDL bajo y glicemia basal elevada ha demostrado ser
predictor de enfermedad coronaria.
Presión arterial. Actualmente existe amplia evidencia de la asociación lineal del aumento de
PA, con el riesgo cardiovascular. Varios estudios relacionan la RI con el aumento de la PA. Desde el
ATP III, se tiene como criterio una PA >130/85 mm Hg. El riesgo de ECV comienza desde la PA de
115/75 mm Hg, y con cada incremento de 20 mm Hg en la presión sistólica o 10 mm Hg en la
presión diastólica, se dobla el riesgo cardiovascular. El nivel de 130/85 mm Hg, es el mismo
planteado como límite para personas con condiciones patológicas que impliquen alto riesgo como
nefropatía, accidente cerebro-vascular o coronario previo.
La glicemia basal es la variable con el mayor valor predictivo positivo, y su valor entre 110 y 126
mg/dl es altamente predictivo para RI/hiperinsulinemia. La medición sólo de glicemia basal, para
identificar RI y RCV, es poco sensible, aunque muy específica. Parece ser más útil la medición de
glicemia tras una carga de 75 g de glucosa, con valores >140 mg/dl (>7.7 mmol/l).
OTROS
6
Universidad Nacional de Loja
Inflamación. Se sabe que el SM es un factor de riesgo para ECV, y por tanto para
aterosclerosis. La aterosclerosis es un proceso inflamatorio, y se asocia con marcadores de
inflamación38. Varios estudios, demuestran una asociación entre el SM y/o la RI y el aumento de la
PCR, un conocido marcador de inflamación. (hsCRP o PCR de alta sensibilidad).
Las guías de la American Heart Association (AHA) y el Center for Disease Control (CDC)
recomiendan a los médicos la medición del hsCPR, además del perfil lipídico en los individuos con
riesgo moderado (riesgo de Framingham 10%-20%) para ECV, y los clasifica de la siguiente manera
según el resultado de la hsCPR: <1mg/dl (riesgo bajo), 1-3 mg/dl (riesgo moderado), y >3 mg/dl
(riesgo alto). La recomendación para filtrar o cribar la población general se deja a discreción del
médico.
En este mismo informe del CDC40, se recomienda que la hsCRP no se mida si hay presencia de
infección aguda o trauma, y si el valor es >10 mg/dl se repita a las 2 semanas. Si el valor persiste
>10 mg/dl, se deben descartar causas infecciosas o inflamatorias.
Ácido úrico. La insulina disminuye la producción de ácido úrico y aumenta su depuración renal.
Dentro del estudio ARIC, se estudiaron factores que predisponían a hiperinsulinemia, y se halló
que la hiperuricemia (>6.4 mg/dl) se asociaba positivamente con hiperinsulinemia y SM, pues
viene a ser un factor demostrable que indica alta probabilidad de desarrollar hiperinsulinemia y
SM.
Estrés. El conocimiento popular asocia el estrés con el riesgo cardiovascular, pero comparado
con otros factores de riesgo, es difícil de medir objetivamente. Además el estrés es un conjunto de
elementos complejos. Con la evidencia actual se puede considerar al estrés como un factor de
riesgo cardiovascular y asociado con el SM, pero es un criterio difícil de medir, con elementos
complejos, y por tanto difícil de incluir como criterio del SM.
Edad. Es claro que la incidencia de SM aumenta con la edad, al igual que el riesgo
cardiovascular. Este hecho se puede deber a un efecto acumulativo de los factores etiológicos, o
un proceso propio del envejecimiento.
7
Universidad Nacional de Loja
TRATAMIENTO
Actividad física: El ejercicio físico aeróbico regular debe recomendarse a los sujetos con
SM en ausencia de complicaciones mayores para ello. El ejercicio mejora todos los
componentes del SM, además, contribuye a la pérdida de peso. La recomendación más
establecida es la del ejercicio aeróbico moderado a intenso al menos 30 minutos al día, e
idealmente, más de una hora al día.
Fármacos
1. Diabetes mellitus: Hay que considerar tanto las hiperglucemias en ayunas como las
posprandiales.
2. Si el paciente presenta obesidad el tratamiento farmacológico se iniciará con Metformina.
En pacientes sin sobrepeso se iniciará con Sulfonilureas o glinidas. Las Glitazonas
consiguen reducir la resistencia a la insulina a nivel periférico.
6. Hipertensión: Cuando sea preciso reducir las cifras de presión arterial para alcanzar los
objetivos propuestos (TA <130/85).
8
Universidad Nacional de Loja
Dislipemia: El perfil aterogénico, con aumento de VLDL, disminución de HDL y presencia de LDL,
esto se asocia a un aumento en el riesgo de enfermendad coronaría cardíaca.
Obesidad: Es un factor de riesgo conocido para ateroesclerosis, no todas las personas obesas
presentan el mismo riesgo cardiovascu1ar. Los estudios de las últimas 2 décadas han demostrado
que el verdadero factor pronóstico independiente de riesgo para la salud no es tanto el exceso de
peso, sino la distribución de grasa corporal y su localización intraabdominal en exceso.
Hipertensión: ha sido incluida como criterio diagnóstico en todas las definiciones de SM, desde
que a este último se lo ha relacionado fuertemente con riesgo cardiovascular.
Resistencia a la Insulina: Por todos los efectos que conducen a disfunción endotelial y estrés
oxidativo. La combinación de estos cuatro elementos fundamentales del SM pueden terminar en
ateroesclerosis, complicaciones de placa, y finalmente, eventos cardiovasculares.
9
Universidad Nacional de Loja
Ésta ha sido relacionada con un incremento en la salida transcapilar de albúmina y con el estrés
oxidativo
ÁCIDOS GRASOS
Introducción
Los ácidos grasos son ácidos orgánicos monoenoicos, que se encuentran presentes en las grasas,
raramente libres, y casi siempre esterificando al glicerol y eventualmente a otros alcoholes. Son
generalmente de cadena lineal y tienen un número par de átomos de carbono. La razón de esto es
que en el metabolismo de los eucariotas, las cadenas de ácido graso se sintetizan y se degradan
mediante la adición o eliminación de unidades de acetato. No obstante, hay excepciones, ya que
se encuentran ácidos grasos de número impar de átomos de carbono en la leche y grasa de los
rumiantes, procedentes del metabolismo bacteriano del rumen, y también en algunos lípidos de
vegetales, que no son utilizados comunmente para la obtención de aceites.
Los ácidos grasos como tales (ácidos grasos libres) son poco frecuentes en los alimentos, y además
son generalmente producto de la alteración lipolítica. Sin embargo, son constituyentes
fundamentales de la gran mayoría de los lípidos, hasta el punto de que su presencia es casi
definitoria de esta clase de sustancias.
10
Universidad Nacional de Loja
Los ácidos grasos insaturados tienen en la cadena dobles enlaces, en un número que va de 1 a 6.
los que tienen una sóla insaturación se llaman monoinsaturados, quedando para el resto el
término de poliinsaturados, aunque evidentemente también puede hablarse de diinsaturados,
triinsaturados, etc.
En los ácidos grasos habituales, es decir, en la inmensa mayoría de los procedentes del
metabolismo eucariota que no han sufrido un procesado o alteración químicos, los dobles enlaces
están siempre en la configuración cis.
11
Universidad Nacional de Loja
dieta. Todos los demás ácidos grasos de sus series sí pueden obtenerse a partir de ellos.
En todos los casos, los dobles enlaces se encuentran separados por un carbono, es decir,
formando un sistema dieno no conjugado.
Los ácidos grasos poliinsaturados son fácilmente oxidables, tanto más cuanto mayor sea el
número de dobles enlaces. A partir de tres insaturaciones, son francamente inestables, y las grasas
en las que abundan solamente pueden utilizarse en buenas condiciones en la industria alimentaria
tras su hidrogenación.
12
Universidad Nacional de Loja
carbono desde la punta omega del ácido graso. Por lo tanto, el ADH también se considera
un ácido graso omega-3.
AAL - Una dieta rica en AAL contribuye a prevenir enfermedades coronarias y accidentes
cerebrovasculares reduciendo los niveles de colesterol y triglicéridos, mejorando la
elasticidad de los vasos sanguíneos e impidiendo la acumulación de dañinos depósitos
grasos en las paredes arteriales. En realidad, el National Institutes of Health (NIH) ha
informado que la dieta de la mayoría de los norteamericanos ya no contiene la cantidad
de omega-3 que el cuerpo necesita para una buena salud y el bienestar general del
cuerpo.
AEP/ADH - Una dieta rica en AEP y ADH contribuye al desarrollo cerebral y ocular,
previene las enfermedades cardiovasculares; también puede ayudar a prevenir la
enfermedad de Alzheimer. Por ejemplo, se ha señalado que las dietas particularmente
ricas en ADH favorecen la protección contra los procesos degenerativos de la retina y el
aumento de la capacidad para resolver problemas en los niños de nueve meses de edad.1
Un estudio de 10 años estableció una correlación entre una mayor ingesta de ADH/AEP
por parte de varios sectores de la población y el riesgo relativo de muertes por
enfermedades coronarias. Se asoció a quienes aumentaron el consumo de ADH/AEP hasta
664 mg/día con una reducción de aproximadamente 40% en la tasa de enfermedades
cardiovasculares y una importante reducción en la tasa de mortalidad general.2 Hoy en
día, todas las fórmulas infantiles contienen un suplemento de ADH.
13
Universidad Nacional de Loja
En una típica dieta norteamericana la proporción de ácidos grasos omega-6 puede ser 11 a 30
veces mayor que la de omega-3; facilitando el aumento en la tasa de trastornos inflamatorios en
los Estados Unidos.
14
Universidad Nacional de Loja
¿Cómo se complementan?
Aunque los ácidos grasos omega-3, omega-6 y omega-9 cumplen distintas funciones dentro del
cuerpo, está claramente demostrado que es necesario incorporar proporciones equilibradas de
ácidos grasos esenciales y no esenciales para mantener una buena salud cardiaca y el bienestar
general. Según la American Dietetic Association , los adultos deben incorporar en la dieta 20-35%
de calorías en forma de grasas, evitando las grasas saturadas y trans ("malas") y aumentando la
ingesta de omega-3. La Asociación también determinó que se cumpliría mejor con el nivel de
ácidos grasos recomendados en la dieta si se reemplazase el tipo de grasa normalmente utilizada
en los Estados Unidos por el aceite de canola; especialmente, reduciendo la ingesta de grasas
saturadas y aumentando la de grasas monoinsaturadas saludables para el corazón.
TIPOS DE OMEGAS
15
Universidad Nacional de Loja
BIBLIOGRAFIA
MIGUEL CALVO. Química de los alimentos.
http://milksci.unizar.es/bioquimica/temas/lipidos/acidosgrasos.html
http://www.inkanat.com/es/arti.asp?ref=omegas-3-6-9
http://www.omega-9oils.com/la/arg/es/omega369.htm
BIBLIOGRAFIA
CARLOS ANDRÉS PINEDA, MD1. Colombia Médica. Vol. 39 Nº 1, 2008 (Enero-Marzo). Síndrome
metabólico: definición, historia, criterios. «Prediction is very difficult, especially about the future».
Niels Bohr. En: http://www.scielo.org.co/pdf/cm/v39n1/v39n1a13.pdf
SINDROME
DRA. MARIELA EDITH LÓPEZ, DRA. MIRNA ALICIA SOSA, DR. NELSON PAULO MARÍA LABROUSSE.
METABOLICO. Revista de Posgrado de la VI Cátedra de Medicina. N° 174 – Octubre 2007. En:
http://med.unne.edu.ar/revista/revista174/3_174.pdf
16