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Ensayo

“Entre la imaginación y los sentidos


Ana Karenina

Profesora: Liliana Robles


Ensayo. Ana Karenin. “
Entre la imaginación y los sentidos.”
Dilucidación entre literatura y cine.
La ficción es una manera de apropiación de lo real de eso no hay dudas, y
es en Ana Karenin desde donde el Conde Lev Nikoláievich Tolstoi se apropia de
esa realidad y la traslada y la convierte en un retrato o sucesión de imágenes
representativas de la sociedad de una época que obedece a sus propias reglas.
Lev Tolstoi, es uno de los más grandes escritores, sus obras son el reflejo
de la sociedad rusa de la segunda mitad del S XIX, su escritura realista se
desarrolla cuando este movimiento literario estaba en su mayor auge en toda
Europa y como todo escritor de esa corriente, logra recoger en Ana Karenina y el
resto de sus otras obras, las costumbres, modos de pensar, las actitudes y
sentimientos de una sociedad repleta de conflictos tanto morales como políticos y
para lograrlo dedica páginas enteras y sucesivas a detalladas descripciones con
un ritmo apacible. Pero hoy esa literatura tiene que competir con las nuevas
formas textuales de los formatos audiovisuales y la lectura, con el inmediatismo
que genera la imagen y las emociones que ella despierta en un segundo, o la
sorpresa con la que inunda.
La literatura por siglos ha sido una manera de expresión de las culturas,
formas de narrar diversas han sido escritas sobre un mismo tema, pero siempre
desde una visión particular, la de aquel que la ha visto y ha vivido desde los
sentidos. Se nos ocurre pensar, que la literatura comenzó cuando en alguna
caverna, en torno al fuego alguien contó que había matado sin ayuda a un
dinosaurio y que lo había enterrado unos pasos más allá de donde se pierde el
sol, y que aquellos que lo escuchaban, lo creyeron. Ese arte de recrear la
realidad desde la ficción, y que la ficción sea el reflejo de la realidad, contando,
narrando una misma historia, es un maestría que se inició en la escritura y que
inevitablemente luego se trasladó a un mundo nuevo, un mundo donde los ojos y
los sentidos responden a la vorágine de las imágenes que se suceden desde lo
concreto y la imaginación se dispara a otros sitios, tratando de descifrar una
nueva forma de lenguaje que es presentada desde lo sensible y racional, como un
todo.
Pensar en literatura y cine, es pensar en experiencias que nos atraviesan de
modos diferentes, es dejarse afectar por la realidad que aunque es una, la estética
con que se las aborda difieren como respuesta al momento de su creación.
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Preguntarnos entonces, ¿Cómo y qué diferencia o qué asemeja a la Ana


Kadievna de Tolstoi con la de Joe Wrigth? Tarea ardua de explicar ya que la
experiencia vivenciada desde la lectura difiere totalmente de la vivida en el film.

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Es cierto que los libros, las obras literarias expanden nuestra imaginación,
la despiertan, la desarrollan, nos hacen sensibles ante las diferencias y las
diversidades. Diferencias y diversidades que nos atrapan y subyugan, como las
historias de Ana y Vronsky o la de Levin y Kitty que, aunque tan disimiles
rondan sobre un eje único y especial; la familia. Familias construidas desde
perspectivas y modos de ser desemejantes, con aspiraciones opuestas, con modos
de vivenciar la vida totalmente contrastada y que para ello Tolstoi de manera
magistral utiliza el adulterio en Ana y la fidelidad en Kitty, mostrando dos
realidades que conviven en una misma sociedad. Una sociedad rusa que transita
por la incertidumbre que causan los cambios, el mundo cambia, la modernidad
avasalla lentamente y Rusia impasible convive con dos visiones enfrentadas. La
aristocracia, a la que también pertenece el Conde Lev Tolstoi pero de la que se
aleja ideológicamente y físicamente aislándose más allá de Moscú, lejos de la
nobleza que vive en la soledad de las multitudes, en la representación constante
de una configuración filial llena de mentiras y engaños, de infidelidades y
tragedias como las de Ana, pero más cerca de Levin que representa la nueva
Rusia, que sostiene a la vieja, llena de esperanza, cambios, sueños, ilusiones que
él espera sean tan reales como sus personajes.
Personajes que representan a un realismo que se convierte en literatura;
literatura que desborda en detalles y simbolismos que todo lo abarca y que
recreados en el film adquieren una fuerza que atraviesa los sentidos y produce
“un impacto emocional”1, aquello que el director utiliza para persuadir,
emocionar y así convertir esa afirmación de la realidad, en una “pretensión de
verdad y universalidad”2. Para terminar creyendo desde un principio que la vida
de Ana es una tragedia marcada por la pasión, que cada situación de su vida es
una puesta de escena y que la vida misma, es una representación que se confunde
en un escenario donde todo es movimiento, cambio, oscuridad, luces, personajes
similares a los corifeos jugando en un carrusel en movimiento continuo que no
permite dilucidar donde principia o finaliza la realidad y donde la ficción. La
veracidad y la verosimilitud en un solo momento.
El Conde Tolstoi no lo soñó, imaginó, ni lo escribió de ese modo, su
literatura nos detiene en momentos suspendidos con profusión de detalles,
ahondando en los sentimientos de cada uno de ellos, haciéndonos llorar o
estremecernos y a la vez crear nuestra propia imagen para cada situación
descripta, Ana es diferente para cada uno, Vronsky o Alexis
Alejandrovich Karenin, poseen una figura desemejante para cada lector, pero en
el film todo posee un rasgo diferenciador y determinado, cada uno será
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descubierto, observado, estudiado y representado por un rostro, un cuerpo que ya

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Cabrera Julio. Cine 100 años de Filosofía. Capitulo I. Editorial Gedisa. 2008. Barcelona. España.
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no olvidaremos, se convertirá desde ese momento en el significante de cada uno
de ellos, Ana ya no será otra que Keira Knightley Vronsky eternamente se verá
como Aarón Johnson y Jud Law aparecerá en nuestra mente al nombrar a Alexis
Alejandrovich. Y es todo esto, lo que lánguidamente nos va disponiendo a esa
nueva lectura que nos brinda el cine y de la que hablamos anteriormente, “el
concepto imagen”3.
Este concepto imagen, a partir del cual comenzamos una lectura
diferenciada, única e irrepetible. Ver la cartelera o la marquesina con una “Ana
Karenin” agigantada, toma la forma de un macro-concepto4 y nos lleva
inmediatamente al recorrido de la historia de Ana Kadievna y de todos aquellos
que configuran el significado total del relato, y aún más allá surgen otros
conceptos imagen, como si fueran historias enmarcadas que desarrollan otros
consideraciones de la vida misma; conflictos y desdichas, tragedia, pasión,
engaño, abandono, dolor y finalmente la muerte. Pero ya frente a la historia leída
desde el film, que comienza a percibirse desde los ojos, se fuga hacia nuestro
interior, se entromete en nuestra psique y despierta nuestras emociones desde
cada historia por separado donde el contraste continuo entre ellas, genera
conflictos propios, ¿qué estereotipo presentado es el que prefiero? o el alegrarme
ante la valentía de Ana por arriesgarse a vivir su amor, inclusive ¿juzgarla por el
abandono amargo a sus hijos? Todo transcurre como si fuera una gran fotografía
en movimiento, como si se tratara de grandes escenografías giratorias,
sobrecargadas por momentos de oscuridad y otras de luz, momentos de angustias
y de felicidad, suntuosidad y austeridad, pasión y sosiego, una anti heroína y un
héroe marcando un continuo contraste, todo recargado para que los sentidos se
embriaguen de un manierísmo interminable.
La Ana Karenin de Tolstoi en tanto, sigue yaciendo en lo perdurable de la
escritura, en la realidad vista desde los ojos de Tolstoi que al leerla, se traduce en
mil imágenes diferentes, imágenes que cada lector completa, construye, significa
y moldea según su propio universo personal. Una realidad descripta por el autor
y explicada desde el interior mismo de sus personajes, sus estados anímicos,
pensamientos y hasta el alma de cada uno de ellos, desde esa representación
psicológica de su propio realismo con el que trata de mostrar lo real de su
tiempo. Ana que no puede escapar de la tensión de sus deseos, cuya carne vuelve
a cobrar vida con Vronsky quien a su vez encarna al hombre que todos quisieran
ser, el representante legítimo que responde al esquema de la Rusia Imperial. En
tanto Konstantin Dmitrich es la contraposición a los anhelos de Ana y del Conde
Alexey Kirilich Vronsky, a quien la felicidad lo encuentra de manera paulatina
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en un ascenso constante hacia lo verdadero, pacífico y duradero acompañado de

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Cabrera Julio. Cine 100 años de Filosofía. Capitulo I. Editorial Gedisa. 2008. Barcelona. España
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Kitty su complemento ideal y estereotipo perfecto donde los mitos femeninos,
mujer madre-pasiva-romántica se hacen uno y son ambos, imaginados desde los
ojos de Tolstoi, la esperanza del renacer de Rusia. Y no olvidemos a Alexey
Alexandrovich Karenin, el Conde Lev le otorga una marca ideológica que resulta
fácil ir descubriendo en los detalles de la obra, es netamente un ser social,
obsesionado con el dinero y las posiciones superficiales que pueda ostentar ante
los demás, que representa al poder en Rusia, el Estado que se resiste a los
cambios sociales que avanzan con la fuerza de la locomotora, quizás la misma
que pasaba periódicamente por la estación de Astápovo, donde Tolstoi vivió sus
últimos días al alejarse de la aristocrática a la que pertenecía por origen. Es este
tren del que hablamos, una de las simbologías más persistentes tanto en la obra
como en el film, no solamente significa el cambio social o el motor que guía
hacia la modernidad. Decimos esto, porque es imposible no notar que la
locomotora otorga el movimiento continuo en la historia, el viaje que parece
eterno de un lado a otro dentro de la Rusia amada de Tolstoi. Ana va y viene,
viviendo y muriendo en vida, transportándose hacia un recorrido a veces físico y
otros espirituales pero sin ninguna transformación, solo logra descender al
infierno de la vida corriendo detrás de la búsqueda de lo efímero, de lo banal
pero a la vez, demasiado humano.
Ese tren donde todo comienza y donde todo finaliza, donde nacen los
momentos de mayor intensidad y pasión humana, la vida, el inicio del loco amor
de Ana Kadievna y el contraste nuevamente, la muerte como augurio de una
tragedia en un futuro lejano o tan próximo como la expiración sin expiación del
maquinista, tal como será el fin de Ana. Tragedia que es parte del género
dramático, de lo teatral, como en las antiguas tragedias griegas donde la muerte
es el requisito fundamental de su argumento y el motor de la obra, como lo es el
tren tanto en la película como en la obra literaria. Pequeños detalles y grandes
momentos descriptivos de Tolstoi, de su propia sucesión de fotogramas y a su
vez, funesto y presagioso con la fuerza de lo visual en el film.
“Con paso ligero y resuelto, descendió los escalones y colocándose cerca de la
vía, escrutó la estructura baja del tren que pasaba casi rozándola, procurando medir a
simple vista la distancia que separaba las ruedas de delante de las de atrás” 5

Todo al final se reduce a la nada para Ana, el tiempo, la pasión, los deseos
solo significan locura que acaba en muerte, una muerte anunciada pero que
desde, el contraste continuo de su opuesto, también llega la resurrección y
transformación de Levin hacia un futuro que significa vida que va mucho más
allá de la muerte, mucho más allá del sol, como las primeras historias donde el
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hombre comenzó a hacer literatura y que hoy no solo se oyen, se escriben, se leen
sino también se perciben y se viven desde los ojos y los sentidos.
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Tolstoi León Ana Karenina PDF. Ediciones Luarna. luarna.com. Dominio público.

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Entonces, cómo pensar en diferencias o semejanzas entre la visión
magnifica y magistral de Lev Tolstoi sobre una sociedad narrada desde lo más
profundo de cada ser, desde sus aciertos y errores, desde la incertidumbre de
varias almas sin retorno o renacidas de un mundo al que pertenecía, criticaba y
amaba a la vez, con el nuevo texto de Joe Wright quien toma ese prodigio
literario y lo convierte en un inmenso concepto-imagen que traspasa lo real para
transformarlo en un nuevo mundo de sensaciones, de verdades universales. Pues
no existen posibles comparaciones, cada forma que ha tomado esta historia, es un
gran representamen de la realidad del lector a quien le ha tocado disfrutarla. Sus
diferencias y semejanzas desde lo formal y estético son varias, pero recordemos
que el film es un recorte, una adaptación de aquello que alguna vez, Lev Tolstoi
tomo de la realidad y lo transformó en ficción, haciendo literatura para que las
nuevas generaciones puedan seguir el camino de la transformación que se inició
mucho tiempo atrás en las maneras de contar historias, en alguna caverna en
torno al fuego, en alguna estación como la de Astápovo o en un gran set de
filmación donde un director de cine, reescribe lo escrito para reactualizar una
historia que jamás se ha de olvidar, la de Ana Kadievna y tal vez porque conocer
historias desde la literatura o el cine es leer y leer es una manera de no estar tan
solos como lo dijo alguna vez C. S. Lewis6.

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Clive Staples Lewis. (Belfast, Irlanda del Norte, 29 de noviembre de 1898-Oxford, Inglaterra, 22 de
noviembre de 1963), popularmente conocido como C. S. Lewis, y llamado Jack por sus amigos, fue
un medievalista, apologista cristiano, crítico literario, novelista, académico, locutor de radio y
ensayista británico, reconocido por sus novelas de ficción, especialmente por las Cartas del diablo a su
sobrino, Las crónicas de Narnia y la Trilogía cósmica

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Bibliografía.

 Cabrea Julio. Cine 100 años de Filosofía. Capitulo I. Editorial Gedisa. 2008.
Barcelona. España.
 Tolstoi León Ana Karenin PDF. Ediciones Luarna. luarna.com. Dominio público.
 Vélez Nelly. La estructura invisible de Anna Karenin de Leo Tolstoi. Pensamiento
y cultura volumen 12. Universidad de la Sabana. Colombia. 2009.

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