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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Teología
Programa de Magíster en Teología.

Seminario de Teología práctica: Preguntas fundamentales para una teología


en construcción

Profesores:

Rodolfo Núñez.
Alberto Toutin.

Alumno:

Pbro. Nelson Chávez Díaz.

Fecha: 16-08-2011.

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¿Cuál es la pregunta teológica de Gustavo Gutiérrez en su obra
“Teología de la Liberación”?

Gustavo Gutiérrez comienza citando el documento de Medellín en aquella


parte en donde se constata los grandes cambios y transformaciones a que se ha
visto sometida América Latina, reconociendo especialmente la hora de una nueva
época histórica que reclama una aspiración muy sentida de liberación integral de
todo el hombre. Claro que, no es una simple constatación de carácter sociológico,
pues para un cristiano, esta situación representa un verdadero desafío, pues se
trata de interpretar esta aspiración como un verdadero signo del Espíritu. Se trata,
en el fondo, de descubrir en esta realidad cuáles son los llamados que el Dios de
la vida va haciendo a nuestro pueblo. Desde esta confluencia, Dios como fuente
de vida que nos llama a la vida plena, y la andadura histórica del pueblo de Dios,
sometido a injusticias y opresiones, nace la reflexión de la teología de la
liberación, en un esfuerzo por unir la fe y la vida. La reflexión de la teología de la
liberación debe ser capaz de recoger no sólo esta aspiración sentida de liberación
del pueblo, sino leer este signo de los tiempos como parte de un acontecimiento
histórico mayor, esto es, la irrupción de los pobres en la historia, es decir, de
aquellos que, tradicionalmente, han estado ausentes en la sociedad y en la Iglesia.
Pobres que, no sólo pertenecen a un colectivo social, o pobreza que no se define
solamente desde la perspectiva socio-económica, sino pobreza como muerte: la
pobreza entendida como la forma moderna de la esclavitud según la expresión de
Nelson Mandela. Ahora bien, esta pobreza no sólo entendida negativamente en un
sentido unidireccional, sino también comprendida como una cultura distinta con
valores y con lazos primordiales. El mundo del pobre, en este sentido, se revela
como una realidad compleja.

Ahora bien, la constatación de este acontecimiento histórico, cual es, la


irrupción de los pobres en el devenir histórico, debe ser ocasión para la Iglesia, -y
en ella, al teólogo-, para no sólo conocer las causas que originan dicha situación,
sino, sobre todo, hacer una hermenéutica de esa realidad a la luz de la Palabra de
Dios. Y esto significará no sólo asumir un concepto de pobre o de pobreza, por lo
demás de tanta riqueza bíblica y magisterial, sino hacer una verdadera opción por
los pobres, pues esta opción es, en el fondo, opción por el Reino de Dios que
predica Jesús, el pobre. Dios ha elegido a los pobres gratuitamente, ha hecho una
opción por los sufrientes y los débiles, encarnándose en la persona de Jesús, de
manera pobre, frágil, vulnerable y mortal. Desde esta condición de pobreza, Dios
quiere entregar un mensaje de alegría y de esperanza a los más pobres e
insignificantes, recordándoles que Dios los ama en Jesucristo y que, más allá de la
situación de pobreza, opresión, injusticia y abandono, en definitiva, de muerte, en
que se encuentren, el Dios de la historia irrumpe como Resucitado y con un amor
siempre novedoso, inédito e imprevisible, nos llama, en la situación en que nos
encontremos, a dar testimonio de Él y hacer presente el Reino de justicia, de
verdad, de paz, de amor y de fraternidad.

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Creo que a partir de estos argumentos, la pregunta teológica de Gustavo
Gutiérrez pudiera ser: ¿Cómo y por qué la Iglesia debe anunciar, a su pueblo, en
medio de realidades y signos de muerte, el mensaje de salvación, de un Dios que
se ha hecho carne por nosotros y que quiere que tengamos vida en abundancia?

¿Por qué es una pregunta teológica?

La teología tiene, como su primer momento, la experiencia de la fe, que se


manifiesta a través de la oración y el compromiso. La fe se hace praxis en el
acontecer diario en la medida en que la realidad es vivida como un desafío para el
cristiano, en orden a querer instaurar y vivir según los criterios del Reino de Dios.
Pero esta puesta en práctica de los valores evangélicos, debe pasar,
necesariamente, por el discernimiento de cara al evangelio y teniendo en cuenta la
verdad revelada que se acoge en la fe. Es decir, el compromiso cristiano debe ser
expresión permanente de esa actitud ante la realidad, que provoca, en cada
cristiano, la decisión de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Por eso es que, la
pregunta anterior es teológica, es decir, su contenido tiene que ver con hacer una
reflexión crítica de la propia praxis cristiana a la luz de la verdad revelada en orden
a un compromiso más fiel y más radical del evangelio y, en definitiva, a la llamada
que Dios nos hace para anunciar su mensaje de vida y su oferta de salvación en
medio del devenir histórico concreto.

¿Cuáles son las mediaciones?

Las mediaciones tienen que ver con los instrumentos de análisis de la


realidad que la teología puede utilizar en orden a su reflexión crítica de la praxis
cristiana. Se debe reconocer que, las mediaciones no son fines en sí mismos, sino
tan sólo medios para llevar a cabo este análisis, que debe ser utilizado por la
teología a partir de su discernimiento a la luz de la verdad de la revelación. El
análisis social que pueden aportar las llamadas ciencias humanas, sin embargo,
no es neutro, pues posee siempre una carga ideológica, la que deberá ser
discernida rigurosamente.

Las mediaciones así tiene ese carácter instrumental que pueden y deben
ser utilizadas por la teología, de manera serena y crítica y que le pueden ayudar
para ver y comprender mejor dónde se ubican los desafíos y las interpelaciones
que el Señor de la vida nos plantea como cristianos y como Iglesia, a partir de
propia realidad en que vivimos.

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