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*2008
"Cuando los humanos están con un perro, se vuelven sinceros./ Cuando tú te fuiste, el niño me abrazó y se
puso a llorar./ Lloró hasta que tú regresaste"
Hace algunos años, cuando la adultez todavía no me alcanzaba, tuve un perro. Se llamaba
Kakashi, Acasiano para los cuates. Era un French Poodle Mini Toy, el más travieso que
he conocido. Llegó con nosotros cuando apenas era un cachorro de uno o dos meses, tan
indefenso y pequeño que cabía en un calcetín. Mi familia y yo lo vimos crecer. De
pronto, los calcetines le quedaron justos y necesitó un suéter de bebé recién nacido que
antes perteneció a mí hermana y a mí. Pasamos dos años al lado de Kakashi. En ese
tiempo nos dio sustos, enojos, y ,sobre todo, nos regaló infinitas alegrías. Sin embargo,
no todos lo querían. Una malvada vecina que vivía en el departamento de arriba, lo
detestaba. Nunca le dimos mucha importancia a eso, pues bastaba con nuestro amor, pero
un día cometió uno de los actos más atroces que existen en el mundo.
Kakashi era un alma libre, nunca usó correa, amaba salir a jugar con su banda de perros,
porque claro que tenía una, ¿y quién creen que era el líder? Bastaba con que se parara
frente a la puerta para dejarlo salir. Eso sí, siempre regresaba. Menos ese día, el día de la
tragedia. Fue un día donde todos salimos de casa, menos Kakashi. Regresamos, pero no
él no estaba. No apareció en toda la noche. Asustados comenzamos a buscarlo. Días
después nos enteramos que la vecina lo regaló, pues según algunos testigos, se lo entregó
a un hombre de una camioneta ¿Adivinen quién compró un gato días después? Acertaron,
esa malvada. Siempre sospechamos de ella, sabíamos que Kakashi no se podía haber ido,
porque si hay alguien que nunca te dejará es tu mascota. Ese es el caso de Happy, El
perro guardián de las estrellas.
El abandono. Cuando Happy llega con su nueva familia, Mamá, Papá y la pequeña Miku,
lo acogen con cariño; Mamá lo alimenta, Miku juega con él y Papá lo pasea todos los
días. Sin embargo, con el paso del tiempo, Miku ya no tiene tiempo para perros y Mamá
encuentra trabajo. Además, Papá es diagnosticado con una enfermedad crónica y ceguera,
ocasionando que también su esposa y su hija lo abandonen.
Takashi Murakami, no sólo expone el desamparo que sufren las mascotas por parte de sus
dueños, también el de los humanos, al ser olvidados por su propia familia. Mas, el
tratamiento que da a la historia no tiene ni un poco de pesimismo. Para Papá es suficiente
contar con Happy, y viceversa. No importan la falta de dinero, las dolencias, el
desasosiego de no saber que pasará en un futuro.
Con Okutsu, él es quien descuida a su perro. Es cuando debe atender el caso de los
cuerpos encontrados, el momento en el que reflexiona sobre su maltrato hacia el Perro
guardián.