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Adorno

“La desmesura de la crítica de la cultura no se cifra tanto en una falta de respeto por lo criticado
cuanto en su secreto, orgulloso y ofuscado reconocimiento. Casi inevitablemente da el crítico
cultural la impresión de que él si posee la cultura que se desprende de la existente” (Adorno,
2008: 1).

“La crítica cultural se encuentra frente al último escalón de la diálectica de la cultura y barbarie:
luego de lo que pasó en el campo de Auschwitz es cosa barbárica escribir un poema, y este hecho
corroe incluso el conocimiento que dice por qué se ha hecho hoy imposible escribir poesía” (Ibíd.:
14).

“El concepto de libertad de opinión y expresión, incluso el de la libertad espiritual en la sociedad


burguesa, concepto en el que se basa la crítica de la cultura, tiene su propia dialéctica. Mientras se
liberaba de la tutela teológico-feudal, el espíritu, a causa de la progresiva socialización de todas las
relaciones entre los hombres, sucumbió crecientemente a un anónimo control ejercido por las
circunstancias dominantes, control que no solo se le impuso externamente, sino que se introdujo
en su estructura inmanente…No solo se dispone el espíritu a su propio tráfico y compraventa en el
mercado, reproduciendo así, él mismo, las categorías sociales dominantes, sino que además, se va
asemejando objetivamente a lo dominante incluso en los casos en que, subjetivamente, no llega a
convertirse en mercancía” (Ibíd.: 2).

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