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”
De: Daniela Jaimes.
“En un mundo de apariencias,
no podemos contener lo que somos,
así que esperamos el pretexto preciso
para dejar surgir nuestra verdadera naturaleza… ”
“FE DE RATAS”.
PERSONAJES:
Fabiana Gramignoli.
José María.
Observa ahora con mayor atención todos y cada uno de los muebles de la
habitación hasta detenerse en el cuadro familiar.
FABIANA- ¡Vaya, vaya! Hete aquí, tan gallardo y lleno de soberbia… ¿Quién diría
que ya no eres nada? … Mírate nada más (lo dice al tiempo que se va quitando
los guantes y el sombrero) Nadie se hubiera imaginado tu triste final... “papá”…
que extraño suena llamarte así, porque tú y yo sabemos que nunca lo fuiste en
realidad, afortunadamente ya no estás en posición de reclamarme mis modales, o
decir que no estuve a la atura de la hija que tú merecías- lo dice en tono irónico al
tiempo que echa una carcajada- Poco a poco se va acabando la rimbombante
familia Gramignoli. Gramignoli López, pero al fin Gramignoli. (Disfruta de la burla)
Tan ridículos y disfuncionales como el apellido mismo ¿Qué? ¿Me vas a decir que
no merezco llevar tal estirpe? Lástima que ya no puedes…
FABIANA- Hacía años que no venía por aquí, 11 para ser exacta, que bonita
casa, felicidades, el buen gusto siempre te caracterizó, a excepción de tus
mujeres, claro está, pero no vamos a hablar de ese tema, ya sabes que me
produce agruras… Mejor, pasemos a otros asuntos más agradables. Voy a
encender la luz porque quiero que veas lo que traje conmigo, no te vayas a ir a
ningún lado ¿eh?... Claro, como si pudieras… -Encendiendo la luz- ¡Sorpresa!
Soy yo, Fabiana ¿me recuerdas? Mírame, he crecido ¿no? Y tengo un arma, con
esta misma te disparé desde aquella ventana hace unos días, y ni me preguntes
como la conseguí porque tú mejor que nadie sabe que no hay nada a lo que no se
pueda acceder con un poco de dinero y manipulación.
Bueno, ya… No me mires con esos ojos ¿quieres? No soy tan mala, sabes
cuánto intente reparar nuestra relación, te escribí cartas que nunca contestaste,
seguramente estarías muy ocupado, tú, tan popular y querido por el pueblo, gran
médico y actor, hasta yo te admiraba, intención tenía te lo prometo, es una pena
que el resentimiento fuera más grande. Mírate ahora, sólo, rodeado de flores y
falsas condolencias. -Retomando con violencia- ¿De qué te sirve tu fortuna ahora?
¿Dónde está Rominita, tu hija predilecta? la favorita, la que sí merecía tu amor,
¿dónde está tu orgullosa hija pequeña?...Alégrate, ahora estarás con ella, juntos
en el mismo infierno, mientras tanto yo, me tendré que cobrar un poco de todo
aquello que me debes, así que, mira con atención tu caja fuerte, porque ante tus
ojos voy a llevarme lo que me pertenece. ¿Y ahora que vas a hacer? ¿Cómo me
detendrás? … Me encantaría saber si te arrepientes de lo que me hiciste, porque
yo ya casi te perdono, después de todo, es más fácil perdonar después de la
venganza, así que digamos que sólo me estoy curando.
Veo que lograste construir una nueva vida dejando el pasado atrás. ¿Te olvidaste
de que yo existía? Porque yo no me olvidé de ti, y esperé pacientemente el
momento para despedirme hoy que ya no hay nadie, hoy que podemos estar al fin
solos tú y yo para ajustar viejas rencillas, para decirte todo lo que ya no te pude
decir, y es que este odio que acumulé año tras año fue tu culpa, por tu
indiferencia, tu desprecio, por hacerme a un lado y arrebatarme sin piedad el
derecho de ser amada. ¡Creíste que podías librarte de mí como si fuera un perro!
¿Te has preguntado cómo me sentía en ese lugar? ¿Cuántas veces quise volver?
¿Sabes si sufrí ahí adentro? No, claro que no lo sabes, no te importa. ¡Como
puede un padre hacerle eso a su propia hija!... Pues hoy te vengo a decir que los
primeros años fueron los peores, porque miraba la puerta con la esperanza de
verte llegar, me tardé en comprender que estoy sola en el mundo. Pero no te estoy
reclamando, al contrario, gracias a tus abusos, soy ahora una mujer fuerte, ya no
tienes el poder de lastimarme, ni tú, ni nadie porque ya no soy esa niña frágil que
abandonaste a su suerte. Nadie había sido amable conmigo nunca… sólo hubo
un hombre que me tendió la mano ¿quieres saber su nombre? Arturo.
Seguramente te suena conocido, así que no finjas sorpresa. Él sabía mis planes
de escapar y pese a todo, estaba dispuesto a ayudarme, pobre hombre, nunca
debí involucrarlo en esto, él no tenía la culpa de nada… Sabes perfectamente que
no estoy loca, y pude haberme adaptado a lo que sea, ya hasta me empezaba a
habituar a esa vida de encierro, pero que te atrevieras a atacarlo a él, el único
hombre que me ha dado un poco de cariño, eso sí no te lo voy a perdonar. Yo lo
amaba y tú lo mataste, por eso yo te maté a ti y ahora sí estamos a mano. Justicia,
se le llama papi. Y por tu hijita favorita ni te preocupes, personalmente me
encargaré de envíatela al averno, para que no la extrañes.
¿Ya ves? Por eso nunca fuimos una familia normal, si nos hubieras tratado a las
dos igual, esto no estaría pasando ¿Yo qué culpa tenía de tus complejos? Yo no
soy mi madre.
FABIANA- Aún con mis torpezas nunca dejé de extrañarte, y daría lo que sea por
regresar el tiempo hasta encontrar la fórmula que nos faltó para ser una familia
feliz. Quisiera haberte abrazado por última vez.
Antes de jalar el gatillo, lloré de rabia e impotencia, pero procuré que fuera rápido
y justo a la cabeza para que no sufrieras... No así con la desgraciada de tu ex
mujer, a ella si disfrute matarla lenta y dolorosamente. Soy una asesina papi, y no
tengo miedo de hacer rodar la cabeza de quien se atraviese en mi camino. ¿Quién
crees tú que será el siguiente?
Al escuchar la fatal confesión, José María asustado trata de salir sin hacer ruido,
caminando hacia atrás y cae aparatosamente, queda tirado e intenta inútilmente
esconderse tras el arreglo floral. Fabiana se pone en alerta
José María busca entre sus papeles el nombre del difunto tratando de disimular el
miedo
JOSE MARÍA- No, no, no es lo que usted se imagina, estaba abierta la puerta,
pero no se preocupe, yo ya me voy ahorita mismo.
Visiblemente nervioso
JOSÉ MARÍA- ¿Por qué? Tengo mucho trabajo el día de hoy, debo entregar otras
flores.
FABIANA- No te vayas.
JOSE MARIA- Discúlpeme por favor, le dejo este arreglo como cortesía de la
casa. No me lo pague, no es necesario, con permiso.
Intenta salir, pero Fabiana le obstruye el paso una vez más, tocando
amenazadoramente su abrigo como insinuando que esconde una arma debajo.
JOSE MARIA- Sólo traía un arreglo floral para el señor difunto… - Sacando un
papelito visiblemente nervioso- Luis… Roberto Gas… Gran..misñol..
FABIANA- ¡¡Gramignoli!!
JOSÉ MARÍA- Es correcto
FABIANA- ¿No?
FABIANA- ¿Ves a alguien aquí? …No, Se fueron todos, estamos solos… nadie
puede escucharnos, lo cual sugiere una cosa…
JOSÉ MARÍA- Pero yo no tengo la culpa, la orden estaba para hoy, viernes.
(Un día antes del día actual) Dándose cuenta de que se ha equivocado de día,
guarda nervioso el papelito
JOSÉ MARÍA- Tenía un instante de haber llegado, pero al verla conversando con
el cuadro, como a mí no me gusta enterarme de cosas que no me incumben me
disponía a salir sin interrumpirla.
FABIANA- Era…
José María asustado cambia bruscamente la mirada, cerrando los ojos muy
fuerte, mientras Fabiana se ríe divertida
JOSÉ MARÍA- Déjeme ir señorita, le juro que no escuché nada del asesinato...
!Ay¡
JOSÉ MARÍA- Está bien, lo sé, pero si me deja ir, le prometo que no diré nada a
nadie.
JOSÉ MARÍA- Confíe en mí, soy hombre de fe, que trabaja y trata de hacer
siempre lo correcto.
FABIANA- ¡Ya sé! Seguramente estarás pensando que soy un monstruo porque
asesine a sangre fría a mi propio padre y odiaba a mi madrastra, por eso me
encargue de matarla con especial saña, a ella y a su perro
FABIANA- Seguramente piensas lo que piensa toda la gente que sólo mira la
superficie, no puedes emitir un juicio si no te asomas un poco más adentro. Si sólo
escuchas la versión de Caperucita, el lobo siempre será el malo. Hay una
asquerosa realidad detrás de las apariencias. ¿Conocías a mi padre?
Después de un silencio prolongado José María intenta decir que no con la cabeza.
FABIANA- ¡Contesta!
JOSÉ MARÍA- Sí, bueno, no, sólo sé que el doctor era querido, salvó a muchas
personas de la muerte.
FABIANA- Basta ya de escuchar esa mierda de que era buena gente, ¿no te das
cuenta? Era un estafador, a ustedes sólo los utilizó para protegerse de la ley y
justificar su riqueza ilícita, al paso que iba, seguramente se hubiera adueñado de
todo el pueblo… no, no era buena persona.
JOSÉ MARÍA- No
FABIANA- Quizá ya ni exista, huyó de la casa sin saber la muy estúpida, que la
mandé a envenenar, tres dosis, suficientes para acabar con la vida de cualquier
persona, de manera lenta y limpia, no importa a donde vaya, espero que el trabajo
se haya alcanzado a hacer y si fue así, nadie sospechará de mí. Él único cómplice
que tenía, desapareció.
FABIANA- No, no tengo. Mi madre traicionó a papá con otro hombre, nos
abandonó, así, sin mayor pudor. Vi caer entonces a mi padre en una terrible
depresión, lastimado, deshonrado, comenzó a beber y perder la cabeza, lo
recuerdo completamente desequilibrado, yo tenía entonces 6 años, no entendía
bien lo que sucedía, pero trataba de ayudarlo, sin encontrar como. Ahora sé, que
nunca perdonó a mi madre y la culpa cayó sobre mí, pues yo le recordaba esa
parte de ella que tanto odiaba. No sé como, pero yo me convertí de pronto en el
instrumento de su venganza… Poco después se casó con otra mujer, la mamá de
Rominita, una bruja miserable que me trato peor que basura, -señalando al cuadro
del padre con dolor- ¡Y él lo permitió!
JOSÉ MARÍA- Yo vivía en este pueblo desde que el doctor llegó y nunca antes la
había visto a usted.
FABIANA- Claro que no, yo estuve muy poco tiempo aquí, cuando ya no les serví
más, me enviaron a un hospital psiquiátrico, argumentando que no me adaptaba a
la nueva familia y necesitaba ayuda psicológica… Eso hizo tu inmaculado doctor
Gramignoli
FABIANA- Nadie es tan bueno o malo como parece desde la superficie, porque
todos estamos sujetos a nuestra circunstancia.
JOSE MARÍA- No es la circunstancia, somos seres pensantes y sabemos lo que
hacemos. ¿Me permite un consejo?
FABIANA- No. Vine a esta casa por algo, y apenas lo consiga me largo lejos de
aquí.
FABIANA- Me das ternura José María, la gente torpe termina por simpatizarme en
algún punto.
JOSÉ MARÍA- ¿Qué tal si no soy tan torpe e inofensivo como parece? Yo podría
ser el instrumento divino que necesita para enmendar su camino
JOSÉ MARÍA- Aunque se burle, he sufrido igual que usted, y no estoy aquí
culpando a nadie de mis errores.
FABIANA- ¿Qué puedo hacer? Sólo estoy reaccionando, y por suerte tengo lo
que necesito pasa salir del país con documentos falsos, mira, aquí tengo mi nueva
identidad -señalando su bolsa- ahora sólo debo borrar toda evidencia de mi
pasado.
JOSÉ MARÍA- Alguien sabe que fue usted quien… pues… quien… se…
…(negándose a insinuar la palabra “asesinato”)
FABIANA- Mi padre tenía socios, gente que conocía sus manejos ilícitos.
FABIANA- No
JOSÉ MARÍA- Apenas puedo creer que el doctor haya hecho todo eso, él siempre
pregonaba paz y felicidad, siempre tenía buenos gestos con nosotros.
FABIANA- Ten cuidado con la gente que es tan buena. Yo prefiero a un maldito
que se muestra tal cual es desde el principio que a un demente capaz de todo,
aparentando pasividad y compasión. La gente “feliz” suele tener un lado muy
obscuro.
JOSÉ MARÍA- Estoy horrorizado, no quiero escuchar más… ¿Qué manejos ilícitos
tenía el difunto?
FABIANA- Era un estafador, fundó una empresa fantasma con la que no sólo
evadía impuestos, también lavaba dinero.
JOSE MARIA- Es verdad que no la la conozco, pero me perturba saber que tiene
tanto odio en su corazón, siento que está ciega, llena de coraje, estoy seguro que
usted no es no es una mala persona, sólo está… lastimada.
FABIANA se ríe burlona, sin embargo su risa comienza a apagarse poco a poco.
JOSÉ MARÍA- Además todavía tiene cierta bondad en su mirada.
JOSÉ MARÍA- ¡Ay señorita! No vaya a hacer una locura. Todos cometemos
errores, pero aun no es tarde, si usted verdaderamente se arrepiente de corazón
aún puede alcanzar el perdón de Dios.
JOSÉ MARÍA- Mire - la invita a sentarse- ¿No ha oído sobre la palabra del señor?
eso explica porque no ha tocado su corazón y sólo los invitados…
JOSÉ MARÍA- Soy testigo de Jehová y me gusta predicar la palabra del señor
cuando veo almas necesitadas como la suya.
FABIANA- ¿Eso te parezco? ¿Un alma necesitada?
JOSÉ MARÍA- Todos en el fondo lo somos. No hay razones para odiar, llegado el
momento cada quien dará cuentas de lo que hizo en esta vida, la palabra dice que
debemos amarnos los unos a los otros, así como Dios nuestro señor nos amó a
cada uno de sus hijos y cubrió con su sangre preciosa nuestros pecados para que
fuéramos llamados a la salvación.
FABIANA- Yo no.
JOSÉ MARÍA- Eso no le toca decidirlo a usted ¿Qué puede ser más importante
que la vida eterna?
FABIANA- No creo que haya peor infierno que esta maldita vida. Por suerte,
puedo disfrutar lo que queda de ella, con el dinero que me llevaré esta noche.
JOSÉ MARÍA- ¡No se burle! La humildad es uno de los valores más importante
que dicta la sagrada escritura. Mire como soy un ser en paz, mire como estoy
bien, porque estando bien con Dios, estoy bien conmigo mismo y estoy bien con el
mundo – lo dice visiblemente alterado
FABIANA- Que tu Dios te recompence entonces
JOSÉ MARÍA- El altísimo creador ¡ya lo hace! Soy un hombre feliz y siento su
divina manifestación en mi vida, pues el señor me provee
Silencio breve.
Silencio Breve.
JOSÉ MARÍA- ¿Tiene miedo del juicio final verdad? ¿Qué piensa ahora?
JOSÉ MARÍA- ¿Porqué? He visto gente matar y morir por dinero, los he visto
vender sus almas por un poco de poder. ¿Sabe qué pasa? La gente está enferma
de poder. Yo prefiero ser pobre a estar un minuto en sus zapatos.
FABIANA- Es curioso como los que hablan de humildad son justamente los que
nunca han probado la riqueza. ¿Cómo sabes que no te gusta el caviar si nunca lo
has comido? Estás tan lejos de tu aspiración, que prefieres justificar tu carencia en
ese absurdo dogma de pobreza.
FABIANA- Sabes que tengo razón. Prefieres negar tu deseo antes de aceptar tu
incapacidad de acceder a él.
JOSÉ MARÍA- No. Tengo lo que necesito para ser feliz y estar en paz.
FABIANA- ¿Lo ves? Yo no tengo empacho en admitir que todo lo hice por dinero,
mi padre tenía una enorme fortuna valuada en oro y diamantes clandestinos,
pretendía hacerlos llegar al extranjero con algún presta nombres para evitar
sospechas, pero yo le impedí consumar sus planes cuando lo asesine.
JOSÉ MARÍA- ¿Dónde está la fortuna? ¿De qué sirvió tanto dinero?
FABIANA- Todavía de nada, esa fortuna está aquí, por eso vine a esta vieja casa
que tan malos recuerdos me trae.
JOSÉ MARÍA- ¿Fortuna? ¿Poder? ¡Vanalidades! ¿En serio eso la hace feliz?
FABIANA- Claro que sí. ¿Ves esa caja fuerte? Ahí está una parte del botín, me
quedaría aquí contigo a escuchar la palabra del señor, pero necesito encontrar la
llave y por fin abandonar esta casa para siempre.
JOSÉ MARÍA- Con ese mismo ímpetu debería buscar la llave, pero al paraíso
JOSÉ MARÍA- Sí, mi esposa guardaba en una de esas sus diarios, y yo encontré
la forma de acceder a ellos… Fue por una emergencia. ¿Quiere que lo intente?
FABIANA- Sí
JOSÉ MARÍA- Sólo necesito cinta y algo largo y delgado, a ver, intentemos con un
pasador
Fabiana le entrega un pasador que trae en la cabeza, José María se sienta frente
a la caja fuerte y comienza a intentar abrirla, se quita un zapato para utilizarlo de
martillo. Fabiana queda justo detrás de él y lo observa con duda, momento de
tensión, pues Fabiana toma un jarrón y piensa en asesinarlo por la espalda, se le
acerca sigilosamente dispuesta a matarlo, pero se arrepiente. No lo hace.
JOSÉ MARÍA- Se rompió, no se puede con esto, ya no son como las de antes,
necesita conseguir un palo más largo pero que se fuerte, o unas tijeras. Voy a
hacer palanca a ver si se bota el seguro, aunque esta caja si se ve buena, como
que si la reforzaron. No, la de mi esposa era más corrientita porque en esa sí se
podía luego, luego. ¿Quiere que la ayude a buscar las tijeras?
FABIANA- No he dicho que puedes irte… para sobrevivir en esta jungla debes
saber que si bajas la guardia, estarás muerto. No eres una mala persona, por eso
crees que los demás tampoco lo son, pero te equivocas, no hay enemigo
pequeño. ¿Quieres un consejo? Nunca confíes ni en tu sombra, no seas tonto
José María.
JOSÉ MARÍA- ¿Por qué no? Aún podría revertir todo el odio que hay en su alma
con un poco de amor. El amor todo lo cura
FABIANA- Pues ese amor del que me hablas, es un lujo que yo no puedo darme.
JOSÉ MARÍA- Mi hijita tiene leucemia, me dicen los doctores que todo empezó
con un problema en la médula ósea y ahora es cáncer. ¿Se puede imaginar el
dolor que siento cuando la veo tan pequeña e indefensa, luchando por su vida?
Sólo tiene 5 años, y es mi dolor más grande, pero también mi motor, si no fuera
por ella yo no tendría fuerzas para trabajar 3 turnos seguidos, aguantando
hambre, cansancio y malos tratos. El amor te convierte en todo aquello que nunca
pensaste podrías llegar a ser.
FABIANA- Sí.
JOSÉ MARÍA- Ahí está, eso necesita, aunque no sea correspondido, el amor
inspira.
FABIANA- ¿Pues quién crees? Este infame -apuntando con desprecio al cuadro-
No entiendo porque le molestaba tanto mi felicidad. ¿Por qué me odiaba tanto?
JOSÉ MARÍA- ¿Cómo puede estar segura de que fue él? no le consta, que tal
que…
Fabina comienza a quemar algunos documentos y sienta a José María en una silla
frente a ella para poder vigilarlo.
JOSÉ MARÍA- Ojalá una nueva identidad fuera suficiente para ser otra persona de
verdad.
FABIANA- ¿En serio crees en esas tonterías? Pensé que era pecado
JOSÉ MARÍA- Lo es. La Biblia condena toda clase de adivinación, por eso Dios
castigó a los antiguos Babilonios… pero yo tengo un secreto… que lamento no
poder contarle a nadie… discúlpeme pero tampoco a usted…
JOSE MARÍA Está bien, usted me inspira confianza, se lo diré: Tengo dotes
espiritistas.
JOSÉ MARÍA- No se ría, es verdad. Veo cosas que los demás no ven,
JOSÉ MARÍA- ¡Uy no! Con razón ha tenido mala suerte, nació usted en un día
marcado por la desgracia
Silencio prolongado.
JOSÉ MARÍA- Vivo muy cerca de aquí, y tenía aprecio por el doctor, conocía a su
familia, sólo a usted nunca la vi, ni siquiera aparecía en las fotos, nada, no había
rastro de usted en esta casa, como si al doctor le diera vergüenza mostrarla, sus
razones habrá tenido para pretender que usted no era nadie, que nunca existió,
aunque recuerdo que mencionó alguna vez sobre una hija lejos, pero que no era
nadie de trascendencia, pues estaba enferma y necesitaba tratamiento
psiquiátrico.
FABIANA- ¡Cállate!
JOSÉ MARÍA- Es la verdad, la muchacha brillaba con luz propia, las mujeres
bonitas, ni muertas dejan de opacar al resto. El día que se fue llevaba 2 maletas y
un hombre la acompañaba, no me sorprendió tanto, ella siempre inspirando amor
en todos lados
JOSÉ MARÍA- No sé, no creo que lo conozca, no era del pueblo, pero lo había
visto antes ya un par de veces, siempre cuidando a la señorita Romina, a un lado
de ella.
JOSÉ MARÍA- No, había una relación entre ellos, eso salta a simple vista, se
veían enamorados.
JOSÉ MARÍA- No, pero era alto y bien parecido, tenía una cicatriz en la frente, le
gustaban las motos.
FABIANA- ¿Arturo?
José María se encoje de hombros sin querer dar más detalles sobre el caso,
mientras que Fabiana visiblemente afectada saca una fotografía de su cartera,
José María continúa hablando.
JOSÉ MARÍA- Pero hacían una buena pareja, él se veía muy enamorado, la
abrazaba en todo momento, como queriéndola proteger, que suerte que Romina si
encontró a alguien que la cuide. Ojalá todos tuviéramos su suerte, para ser
amados.
FABIANA- No puede ser… no, no… no puede ser. Todo este tiempo pensando
que le habían hecho daño, acumulando tanta ira y deseos de venganza y el muy
bastardo burlándose de mí… ahora lo entiendo todo…
FABIANA- ¡¡¿Cómo pudiste hacerlo?! Tú, el único hombre en el que creí. Soy una
imbécil ¡¡Cómo no me di cuenta!! ¡¡¡¡Y con Romina!!!! No podría ser peor esta
traición
FABIANA- Pensé que era un hombre sincero, pensé que le importaba.¡¡Lo voy a
matar!! Juro que lo voy a destruir. Los encontraré y se van a arrepentir de
haberme engañado, ¡maldito mil veces! Pero se van a saber quién es Fabiana
Gramignoli
JOSÉ MARÍA- Hay personas malas, pero no todos son iguales. No se agüite
señorita, es sólo una decepción amorosa, aún pude salir adelante.
FABIANA- Ya por favor. Me siento vencida y no hay antídoto que alcance para
reparar este dolor… esta rabia. Estoy harta de que hasta seres insignificantes
como tú sientan pena por mí. Ya no puedo más, me rindo.
JOSÉ MARÍA- No diga eso.
FABIANA- ¡Vete!
JOSÉ MARÍA- No quiero presenciar esto, puedo quedar traumado para siempre.
Suelte esa arma, o al menos espere a que me salga
José María corre hacia la puerta pero regresa de inmediato, porque recuerda que
necesita la llave.
JOSÉ MARÍA- No sea impulsiva, hasta para ser malvado hay que ser listo,
acuérdese, piense que si se escucha una detonación, esto se llenará pronto de
policías.
Ambos descubren la llave que abre la caja fuerte, la pistola queda justo en medio
de ellos.
JOSÉ MARÍA- Creo que esa es la llave que estaba buscando para abrir la caja
fuerte. ¿Ya ve? No todas son malas noticias
Fabiana corre hacia la caja fuerte y la abre sin problemas mostrando gran
asombro al descubrir el interior, José María va detrás y también se asoma.
JOSÉ MARÍA - Eso debe ser mucho dinero.
FABIANA- Lo es.
JOSÉ MARÍA- Haga lo que mejor le parezca, yo no voy a detener sus planes, es
más, si quiere quitarse la vida, adelante por favor, hágalo. Yo no soy quién para
juzgarla.
José María hace la finta de querer pasarle la pistola, pero Fabiana lo detiene.
FABIANA- Eres muy inocente José María, no tienes idea de lo que podría pasar si
te culparan de mi muerte. No sabes lo que es cargar con el estigma de asesino…
Por desgracia, esta noche uno de los dos tiene que morir.
FABIANA- Sólo hay lugar para un asesino en esta casa, y en eso yo te llevo la
delantera, porque sí tengo experiencia.
JOSÉ MARÍA- Por favor no me mate, le ruego que no lo haga, para que carga con
una vida más en su consciencia. ¿Qué mal le he hecho yo?
FABIANA- Lo siento…
JOSÉ MARÍA- Haré lo que me pida, tengo un hija pequeña, tiene 5 años, no
quiero dejarla sola, soy padre y único sostén de mi familia. Solo me tiene a mí, va
a entrar a la primaria, me necesita.
JOSÉ MARÍA- Ella que daño le hizo ¿Cree que merece crecer sin su padre? Sólo
me tiene a mí. ¿Qué sería de ella, enfermita y sin su papá? No puedo
abandonarla, no lo haga por mí, hágalo por ella que es un angelito inocente. Mi
pequeña no tiene nada que ver en su venganza, no la condene a repetir la misma
historia de abandono injusto que usted ya vivió.
FABIANA- Ni siquiera soy tan mala como quiero hacerme creer, sólo soy
profundamente triste.
JOSÉ MARÍA- Usted no hizo nada, le tocaron cosas que la volvieron dura, pero no
fue su culpa
JOSÉ MARÍA- Sí, lo creo. Usted aún es joven y la vida le dará eso que más
anhela. Estoy seguro de que podrá encontrar a una persona que la quiera bien.
JOSÉ MARÍA- ¿Está segura? No le hará bien estar sola en este momento.
JOSÉ MARÍA- Está bien, le prometo que nunca le contaré a nadie que una vez
nos conocimos, será nuestro secreto. ¿Ya ve como el horóscopo no mintió? Esto
es la cosa más extraña que me ha pasado en la vida.
JOSÉ MARÍA- Espero que llegue bien a Suiza y que construya la nueva vida que
tanto necesita, de todo corazón se lo deseo..
JOSÉ MARÍA- Tal vez lo correcto, sólo es aquello que te hace sentir bien. Pero
tenía razón en algo señorita Gramignoli, nadie es tan bueno ni tan malo como sus
circunstancias. No es mi culpa, cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo mismo.
José maría se dirige hacia la caja fuerte y utilizando su sweter como costal guarda
el dinero, se detiene un momento para revisar la bolsa de Fabiana, sacando las
pertenencias de valor. Saca el pasaporte y las nuevas credenciales y se las arroja
con cinismo, después se dirige hacia el galón de gasolina y comienza a rociar el
lugar
JOSÉ MARÍA- Aquí está su nueva identidad… Váyase tranquila, que el fuego
purifica… Perdóname señor, pero de todas formas se iba a morir algún día. Haré
penitencia por esto, pero tú sabes cuánto necesito el dinero, no es por mí, es por
mi hija.
OSCURO.
DANIELA JAIMES
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