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De chicanos y algo más

César Chávez, la épica lucha laboral de los


campesinos en California
Por Leticia Urbina Orduña

El actor y director mexicano Diego Luna aseguró alguna vez que conocer la historia
de César Chávez tardíamente le produjo un sentimiento de vergüenza. En realidad,
pocos mexicanos saben “¿Quién demonios es César Chávez?” como decía el cartel
publicitario de la película biográfica que a continuación respondía: “El mexicano que
desafió a Estados Unidos”.

A decir verdad Chávez era ciudadano estadounidense pues nació en Yuma,


Arizona, en 1927. Hacia 1962 organizó la primera unión de agricultores latinos en
Estados Unidos; tal es el tema de la película dirigida por Luna, que rescata no sólo
la figura del líder sino la lucha de los campesinos cultivadores de uva, quienes
finalmente ganaron hacia 1970.

Bien documentada, la cinta filmada en 2014 recupera imágenes originales del


movimiento, en particular la marcha desde Delano hasta Sacramento, cuyo triunfo
inicial fue visibilizar las infrahumanas condiciones laborales y la protesta de
campesinos filipinos y mexicanos.

Fue justamente el hecho de que los filipinos comenzaran una huelga lo que orilló a
Chávez a no etiquetar a su organización, la United Farms Worker (UFW) como un
movimiento mexicano, lo que si bien no se hace explícito sí se deja entrever en la
cinta coproducida por Televisa Cine y Canana Films con el apoyo del gobierno del
estado de Sonora.

Aunque cabe señalar que la interpretación que hace Michael Peña del sindicalista
chicano no tiene toda la fuerza del personaje real, el apoyo que le dan las actrices
America Ferrera y Rosario Dawson –en el papel de la esposa de César Chávez y
de la activista Dolores Huerta respectivamente– hacen que el resultado sea
bastante aceptable.

Mención aparte merece el actor John Malcovich, quien representa al dueño de los
campos agrícolas y por ende el antagonista de la historia, la cual destaca el papel
que jugaron en los hechos personajes históricos norteamericanos como el senador
Bob Kennedy, el gobernador Ronald Reagan y el presidente estadounidense
Richard Nixon, en un contexto marcado por Vietnam y el miedo al comunismo.

Hay que subrayar también la actuación especial de Héctor Suárez, como un


campesino viejo y desconfiado quien acaba por unirse al movimiento, pues es
conocida de sobra la adhesión del actor mexicano a muchas causas sociales.

Innecesario en cambio es el toque un poco telenovelero del conflicto entre Chávez


y su hijo adolescente, mientras queda desdibujada la enorme importancia de
Dolores Huerta a pesar de la excelente actuación de Rosario Dawson. Otros
aspectos, como el apoyo del teatro campesino de Luis Valdez, o los símbolos del
Partido de la Raza Unida aparecen en la película sin mayor explicación y pueden
pasar desapercibidos para quien desconozca a detalle la historia del “Boycott
Grapes”.

Pese a los detalles señalados, vale la pena ver la película César Chávez, pues fuera
del drama montado en torno al hijo del protagonista, se apega a los hechos reales
y permite conocer de manera ágil un movimiento laboral chicano-mexicano que, con
la Virgen de Guadalupe como estandarte acuñaron la consigna hoy tan manoseada:
¡Sí se puede!

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