La presente edición de Nolens Volens se ha realizado en colabo-
ración con Marco Scotini. El tema de este número, volviendo so-
bre uno de los intereses habituales de la publicación, es la intersec-
ción entre arte y política, en este caso tomando como referencia
específica el movimiento 15-M y sus réplicas internacionales como
Occupy. En cierto modo, el caso de estudio de este número se cen-
tra en la estética del 15-M. No obstante, se pretende también gene-
rar una reflexión más amplia sobre esta nueva forma de entender la
acción política.
Si hay algo que ha definido el espíritu de acción del 15-M ha sido
la acción colectiva, horizontal y anónima. Intentando respetar es-
ta característica, se ha decidido que los proyectos artísticos que se
suelen incluir en Nolens Volens sean, en esta ocasión, materiales
de archivo ordenados o producidos por los artistas invitados o, di-
rectamente, imágenes que sin autoría nos muestran eso que hemos
dado en denominar estética del 15-M (las distintas expresiones y
prácticas populares que acompañaron las reivindicaciones del cita-
do movimiento)
Han sido muchas las discusiones en torno a la relación entre el ar-
te y el 15-M, desde la provocada por las declaraciones de Manuel
Borja-Villel, calificando el 15-M como uno de los grandes eventos
culturales del año 2011 en Artforum, hasta la inclusión de estas es-
tas experiencias en el marco de la 7ª Bienal de Berlín que apostó
por ofrecer la infraestructura de la bienal para un encuentro inter-
nacional bajo la denominación de Toma la Plaza/Take the Square.
Sin embargo por parte de muchos activistas estos guiños desde la
cultura institucional fueron acogidos con reticencia, temiendo una
instrumentalización del movimiento desde el sistema del arte (de-
bido al evidente peligro de que se entendieran estas experiencias
solo y exclusivamente como una expresión cultural más que como
un movimiento político).
Como ha venido siendo habitual en la línea editorial de Nolens
Volens, se pretende recoger distintos puntos de vista, inclusive di-
vergentes, sobre las cuestiones que aquí presentamos.
This issue of Nolens Volens was prepared in collaboration with
Marco Scotini. Returning to one of the publication’s habitual in-
terests, its theme is the intersection of art and politics, in this case,
taking the 15-M movement and its international Occupy replicas
as a reference. In a way, this issue’s case study focuses on the aes-
thetic of 15-M. At the same time, the intention is also to encour-
age a broader reflection on this new form of understanding polit-
ical action.
If there is anything that has defined the spirit of action of 15-M,
it has been collective, horizontal and anonymous action. Seeking
to respect this characteristic, it was decided that the artistic pro-
jects that are usually included in Nolens Volens should on this oc-
casion be archive materials ordered or produced by invited artists,
or directly images that, without authorship, show us that which we
have come to call the 15-M aesthetic (the different popular expres-
sions and practices that accompanied the movement).
There have been many discussions about the relationship between
art and 15-M, from the one brought on by the statements of Ma-
nuel Borja-Villel, who listed 15-M as one of the great cultural
events of the year 2011 in Artforum, to the inclusion of these expe-
riences in the 7th Berlin Biennale, which opted for offering the in-
frastructure of the biennial for an international encounter under
the title of Toma la Plaza / Take the Square. However, many ac-
tivists received these gestures of support on the part of the insti-
tutional culture with reticence, fearing an instrumentalization of
the movement by the art system (owing to the obvious danger that
these experiences would be understood solely and exclusively as a
cultural expression rather than as a political movement).
As it is characteristic of the editorial line of Nolens Volens, the in-
tention is to collect different, even divergent, points of view on the
issues we present here.
3
 Estética
del 15M
Luis Navarro
Hace más de año y medio la ciudadanía española se sorprendió a
sí misma saliendo a las calles en masa para expresar su indignación
por el estado de las cosas y demandar un cambio político que fuese
más allá de la simple alternancia en el poder de dos opciones que
resultan intercambiables, porque más allá de sus diferencias ideo-
lógicas comparten el mismo proyecto de orden social, las mismas
servidumbres geoeconómicas y la misma “ética” corporativa. Y di-
go que “se sorprendió a sí misma” porque hasta ese momento ha-
bíamos asumido el discurso, no sé si autocomplaciente o autocon-
miserativo, de la desmovilización: la clase obrera había dejado de
soñar con nuevas conquistas y se había “acomodado” en el sistema
productivo que, pese a ser injusto y alienante, le garantizaba cier-
ta integración social; la juventud había crecido inmersa en una di-
námica consumista y competitiva y estaba perfectamente adaptada
a ella, ya fuese en calidad de depredadores o de parásitos; las mi-
norías marginadas, parados e inmigrantes, tenían poca proyección
social y menos margen de acción, y andaban más preocupadas en
borrar su estigma que en hacerse reconocer socialmente. El ímpe-
tu y los motivos que impulsaron viejas luchas se habían desvaneci-
do. Habíamos perdido la capacidad de soñar. El capital era sobera-
no absoluto y el individuo una contingencia que debía justificarse
en la lucha de todos contra todos, asumiendo su derrota como una
culpa. No había más futuro.
I. Cambio de modelo
Es cierto que el triunfo del capitalismo, la ilusión moderna del pro-
greso indefinido gracias al desarrollo tecnológico, el crecimien-
to demográfico constante y la posibilidad de explorar un entorno
considerado inmenso, impuso durante varias décadas un contex-
to global sin alternativas frente al que parecía tan ilusorio como in-
útil rebelarse. Aún cuando ya era perceptible la insostenibilidad a
largo plazo de este modelo, era fácil aceptar nuestro lugar en él co-
mo un mal menor y postergar el cuestionamiento de sus bases has-
ta el impreciso momento en que no diese más de sí. No obstante,
es también cierto que dentro de este sistema se incubaba la insatis-
facción con los modos de vida actuales, la conciencia de un presen-
te violento y un futuro incierto y el sueño utópico de una organi-
zación racional del mundo. Lo que sí parece que existía es un claro
desajuste desmotivador entre las viejas formas de lucha y la nue-
va realidad en proceso de globalización, entre los encuadramien-
tos políticos clásicos y la conciencia colectiva emergente, entre la
ideología moderna y la nueva sensibilidad que se estaba gestan-
do. Las formas de dominación habían cambiado tanto como el su-
jeto de la misma, y ello sumía en el desconcierto a cualquier inten-
to de articular un movimiento transformador, ya fuese de índole
social o simplemente artística. La actualidad fluía incesante en un
presente perpetuo: en esto consistía el mainstream o versión oficial
del mundo. Quienes trataban de perfilar un nuevo modo de pen-
sar, una alternativa real a este sistema invasivo, no tenían más re-
medio que desenvolverse en los márgenes de la sociedad y en los
4
The aesthetic
of 15M
A year and a half ago, Spanish citizens surprised themselves by go-
ing out into the streets en masse to express their indignation with
the state of things, and to demand a political change that would
go beyond the simple alternation in power of the two options that
are interchangeable, because beyond their ideological differences,
they share the same project of social order, the same geoeconom-
ic servitude, and the same corporate “ethics”. And I say “surprised
themselves” because, up to that moment, we had assumed the I
know not whether self-satisfied or self-commiserating discourse of
demobilization: the working class had stopped dreaming of new
conquests and had “accommodated” itself within the production
system that, despite being unjust and alienating, guaranteed a cer-
tain social integration; the young generations have grown up im-
mersed in a consumerist and competitive dynamic and were per-
fectly adapted to it, be it in the capacity of predators or parasites;
the marginated minorities, the unemployed and the immigrants
had little social projection and less margin of action, and have
been more preoccupied with erasing their stigma than with attain-
ing social recognition. The impetus and the motives that drove the
old struggles had faded. We had lost the ability to dream. Capi-
tal was the absolute sovereign and the individual, a contingency
that had to justify himself in the fight of all against all, taking the
blame for his defeat. There was no more future.
I. A change of model
It is true that the triumph of capitalism, the modern illusion of un-
limited progress thanks to technological development, constant
demographic growth and the possibility of exploring an environ-
ment considered immense, set a global context without alterna-
tives for several decades, rebelling against which seemed both illu-
sory and useless. Even when the unsustainable nature of this model
in the long term was already visible, it was easy to accept our place
in it as a lesser evil, and postpone the questioning of its founda-
tions until that imprecise moment in which it no longer worked.
Nevertheless, it is also true that dissatisfaction with the current
ways of life, awareness of a violent present and an uncertain future,
and the utopian dream of a rational organization of the world were
incubating within this system. What does seem to have existed is a
clear demotivating maladjustment between the old forms of strug-
gle and the new reality in the process of globalization, between
the classic political framework and the emerging collective con-
science, between modern ideology and the new sensibility that was
being conceived. The forms of domination had changed as much
as their subject, and that sunk into confusion any intent of articu-
lating a movement of transformation, be it social or simply artis-
tic. Current events incessantly flowed in a perpetual present: the
mainstream or the official version of the world consisted in this.
Those who attempted to shape a new way of thinking, a real al-
ternative to this invasive system, had no choice but to exist on the
margins of society and in the cultural undergrounds, invisible for
Fig. 1
subterráneos de la cultura, invisibles para los medios como viejos
topos esperando el momento de asomar a la superficie.
Es por ello que, cuando la multitud se vio impelida a salir a las ca-
lles, hubo de saltar por encima de esta realidad negándola en blo-
que, sin esperar la convocatoria de partidos o sindicatos, sin ban-
deras ni ideologías caducas que ya no ofrecían respuestas. Lejos de
aglutinarse en torno a reivindicaciones parciales o a reformas con-
cretas de algunos aspectos del sistema se plantó frente a él con la
reclamación unitaria de un “cambio de modelo” [fig.1]. Y aunque
se trataba de un movimiento ciudadano y básicamente ciudadanis-
ta, sin el perfil radical que quisieron presentar los medios, no tuvo
más remedio que reinventar la política organizándose espontánea-
mente en asambleas y optando por la desobediencia civil colecti-
va. Así se constituyó una sinergia inédita, con señas de identidad
propias que se habían forjado en otras experiencias previas, capaz
de proyectar en su heterogeneidad un “espíritu” en el que recono-
cerse1. Esta proyección fue también capaz de trascender las fronte-
ras locales y producir replicaciones en todo el mundo, que asumie-
1. Me refiero, en principio, a cuanto sucedió en torno a las acampadas
y a las formas de articulación que se improvisaron en un primer
momento y luego tendrían una continuidad, un tanto debilitada pero
en absoluto rota, en los barrios. Lo sucedido después, a consecuencia
de los sucesivos recortes sociales y laborales y con la entrada en la lucha
de los sindicatos y de la “vieja política” que se había visto desplazada,
es un proceso más ambiguo donde al 15M le costó mantener su
identidad (normalmente aglutinada en los “bloques críticos”) sin dejar
the media, like the old moles1 waiting for the moment to emerge
to the surface.
That is why, when the masses were driven to take to the streets,
they had to make a leap over this reality rejecting it as a whole,
without waiting for the unions or the political parties to issue a
public call, without flags or outdated ideologies that no longer of-
fer any answers. Far from coming together over partial demands
or concrete reforms of some aspects of the system, the masses con-
fronted the system with the single demand of a “change of the
model” [fig.1]. And although this was a movement of and basically
for the citizens, without the radical profile that the media wished
to present, it had no choice but to re-invent politics, spontaneous-
ly organizing into assemblies and opting for group civil disobedi-
ence. This is how an unprecedented synergy came about, with its
own distinguishing characteristics forged in other, previous ex-
periences, in its heterogeneity capable of projecting a “spirit” in
which to recognize itself2 . This projection was also able to tran-
1. 
Translator’s Note: the word mole [topo] in Spanish is used to refer to
the people who were obliged to live in hiding for many years after the
Spanish Civil War. See, for example: “Mole, in Hiding from Repression
under Franco”, at: http://bit.ly/nolens-6-estetica-1
2. In principle, I am referring to what happened in connection with
the camps, and to the mechanisms of articulation improvised at the
beginning and which later had a continuity, somewhat weakened but
not at all broken, in the neighbourhoods. What happened afterwards,
5
ron en en muchos lugares el imaginario y las prácticas de la spanish
revolution.2 Y es que, si algo hay que caracteriza al 15M es su enor-
me potencia estética.
Al subrayar el fuerte componente estético del 15M no planteo una
simple cuestión formal, pues no me refiero a la estética como su-
perestructura o mero efecto de distinción que nos permitiría ubi-
carlo en la corriente banal de las modas, sino al sustrato de nuestra
percepción, a nuestra idea del mundo. Hablamos de una dimen-
sión constituyente del ser humano con fuertes implicaciones po-
líticas. No puede existir revolución que no ataque los fundamen-
tos, que no afecte a los significados, los mitos, el sentido de nuestra
existencia y la explicación de nuestro lugar en la sociedad. Al suge-
rir que el 15M es portador de un patrón estético alternativo le asig-
namos la inmensa y compleja tarea de romper esquemas mentales,
de revisar nuestros principios y cambiar nuestros valores; lo con-
vertimos, en definitiva, en la expresión de un auténtico cambio de
paradigma en el sentido descrito por Kuhn para las revoluciones
científicas3. Un proceso similar se desarrolla ahora en el ámbito de
la cultura, donde no disponemos de una comunidad científica que
decida cuál es el paradigma dominante, sino que en este paradig-
ma contribuimos y participamos todos.
Es esto lo que afirma también la consigna “no nos representan”,
junto a su acepción política. Si no nos sentimos representados, si el
guión del mundo se desarrolla como una fatalidad al margen de los
intereses y los deseos de la mayoría de las personas, se impone ge-
nerar nuestras propias representaciones. Más allá de los motivos
que sacaron a la gente a las calles, al lado de las reivindicaciones
concretas que los medios demandaban con urgencia, por enci-
ma de su heterogeneidad irreductible, el movimiento 15M surgió
con la conciencia y el sentimiento general de que es imposible sa-
lir de los problemas a partir de las viejas formas de entender la po-
lítica y las relaciones sociales, de que no son razones objetivas las
que nos han llevado a esta situación, sino la propia lógica del siste-
ma, los valores y la percepción del mundo que impone como ideo-
logía universal.
No había ninguna cualidad, ninguna identidad racial, profesional
o nacional que compartiese la multitud diversa que invadió las pla-
zas más allá de su monumental cabreo. No existía ningún ideario,
ninguna estructura previa, ningún líder o promotor, ningún pro-
pósito definido; nada, en definitiva, que lo anclase a la vieja políti-
ca que además ponía en evidencia. Por ello sería también imposi-
ble definir una estética mediante una secuencia de rasgos formales.
El nuevo sentido estético desarrollado por el 15M no entraña un
estilo homogéneo con grandes obras entregadas a nuestra contem-
plación asertiva, sino que es un desarrollo procesual abierto, una
secuencia de sucesos que dejan una impronta, una huella o una
imagen en la memoria antes de disolverse en su propio flujo. La es-
tética del movimiento tampoco se ha proyectado sobre una serie
de obras que vayan a quedar como testimonio histórico, ni pue-
de descifrarse a través de una serie de artistas representativos. La
Comisión de Artes no funcionaba como un grupo catalizador de
de manifestar su presencia y su posicionamiento común en luchas
específicas.
2. Una de las “marcas por la que se conoce internacionalmente al
movimiento 15M o movimiento de los “indignados” tiene su origen en
el hashtag #spanishrevolution, que fue tendencia principal en las redes
sociales durante los días que mediaron entre el primer desalojo del
campamento en la madrugada del 17 hasta las elecciones municipales
que habían de celebrarse el 22.
3. Kuhn muestra que los paradigmas científicos dominantes tratan
de circunscribir todo el conocimiento empírico y condicionan las
investigaciones. Cuando éstas topan con fenómenos que escapan a una
explicación plausible en los términos del paradigma aceptado por la
comunidad científica surgen paradigmas en disputa que lentamente
desbancan al modelo anteriormente aceptado. Ejemplos de cambios
de paradigma son el tránsito del geocentrismo al heliocentrismo o
la aparición de la física cuántica. (La estructura de las revoluciones
científicas).
6
scend local borders and produce replicas throughout the world,
which in many places took on the imagery and practices of the
Spanish revolution3. And if anything distinguishes 15M, it is its
enormous aesthetic potential.
In underlining the strong aesthetic component of 15M, I am not
simply posing a formal question, as I am not referring to the aes-
thetic as a superstructure or a mere distinguishing sign that would
allow us to locate it in the banal fashion trends, but to the sub-
stratum of our perception, to our idea of the world. We are talk-
ing about a dimension of the make-up of the human being that
has strong political implications. There can exist no revolution
that does not attack the pillars, that does not affect the meanings,
the myths, the sense of our existence and the explanation of our
place in society. By suggesting that 15M brings forth an alterna-
tive aesthetic standard, we assign it the immense and complex task
of breaking down mental patterns, of revising our principles and
changing our values; in sum, we turn it into the expression of an
authentic change of paradigm in the sense employed by Kuhn with
respect to scientific revolutions4. The process now unfolds in the
sphere of culture, where we do not have a scientific community to
decide which is the dominant paradigm, but rather, we all contrib-
ute to and participate in this paradigm.
That is also what is asserted in the catchphrase “they don’t repre-
sent us”, together with its political meaning. If we do not feel rep-
resented, if the world’s script is unfolding as an unfortunate fate
regardless of the interests and wishes of the majority of individ-
uals, than we must generate our own representations. Beyond the
reasons that got the people out in the street, aside from the con-
crete vindications urgently demanded by the media, above its ir-
reducible heterogeneity, the 15M movement emerged with the
general sense and awareness that it is impossible to surmount the
difficulties with the old ways of understanding politics and social
relationships; that what has led us to this situation are not the ob-
jective reasons, but the very logic of the system, the values and the
perception of the world that it imposes as a universal ideology.
There was no quality, no racial, professional or national identi-
ty shared by the diverse crowd that invaded the squares other than
its monumental rage. There was no set of ideas, no previous struc-
ture, no leader or promoter, no defined purpose; in sum, noth-
ing that anchored it to the old politics whose bluff it was calling,
to boot. That is why it would also be impossible to define an aes-
thetic with a series of formal characteristics. The new aesthet-
ic sense developed by 15M does not entail a homogeneous style
with great works for our acquiescent contemplation, but rather,
it is an open process development, a sequence of events that leave
a stamp, a mark or an image in our memory before dissolving in
their flux. The movement’s aesthetic has not been reflected in a se-
ries of works that are going to remain as a historic testimony, nor
may it be deciphered through a series of representative artists. The
Art Commission did not function as a catalyst for concerns or the
as a result of the successive social and employment-related cuts and the
entry of the unions and the “old politics” that had been displaced into
the struggle, is a more ambiguous process, where 15M had difficulty
maintaining its identity (normally fused together in the “critical
blocks”) in the continued manifestation of its presence and common
positions in specific struggles.
3. One of the “trademarks” that makes the 15M or indignados movement
internationally known has its origin in the hashtag #spanishrevolution,
which was a trending topic in the social networks in the days between
the first eviction of the camp in the early morning of 17 [May] until the
municipal elections that were to be held on 22 [May].
4. Kuhn shows that the dominant scientific paradigms try to circumscribe
all empirical knowledge and condition research. When they come upon
phenomena that escape a plausible explanation in the terms of the
paradigm accepted by the scientific community, conflicting paradigms
emerge that slowly replace the previously accepted model. Examples of
a change of paradigm are the move from geocentrism to heliocentrism
or the appearance of quantum physics. (The Structure of Scientific
Revolutions).
inquietudes o productor de sueños, sino como un taller para plas-
mar instrumentos de agitación. Y sin embargo, lo que la gente vi-
vió en la acampada, a tenor de sus propias descripciones,4 fue una
experiencia estética total, uno de esos raros momentos en que lo
real cede terreno ante a lo posible y caen todas las barreras, como
el que Ken Knabb describe en El placer de la revolución5.
“Una situación radical es una revelación colectiva. En tales situa-
ciones la gente se vuelve mucho más susceptible de llevar a cabo
nuevas iniciativas, más dispuesta a cuestionar las antiguas creen-
cias, más proclive a penetrar la falsedad habitual. El consumo pasi-
vo se convierte en comunicación activa, los desconocidos entablan
conversaciones en las esquinas. Los debates se suceden sin parar,
los recién llegados reemplazan a aquellos que marchan a otras acti-
vidades o tratan de conseguir unas horas de sueño. Mientras unos
sucumben a los demagogos, otros empiezan a hacer sus propuestas
y toman sus propias iniciativas. Los espectadores se lanzan rápidos
al torbellino. [...] Las situaciones radicales son esos raros momen-
tos en los que el cambio cualitativo llega a ser realmente posible.
Lejos de ser anormales revelan en qué medida estamos anormal-
mente reprimidos. La vida normal parece la de un sonámbulo.”
II. Obra total
Una experiencia de este orden constituye justamente lo que los
artistas modernos, y especialmente las vanguardias, perseguían
cuando hablaban de la “obra de arte total”, capaz de abolir todas
las separaciones:
• la separación entre las diversas artes haciéndolas concurrir,
junto a las técnicas, en la producción ambientes colectivos.
• la separación entre espectador y productor cultural, invitan-
do a todo el mundo a la participación. Las vanguardias predi-
caban que en todo ser humano hay potencialmente un artis-
ta, y el objetivo de todas las utopías estéticas del siglo pasado
era el desarrollo integral del individuo, cuya libertad nunca
sería plena sin el ejercicio de ese potencial creativo en la pro-
ducción material.
• la separación entre el arte y la vida, aboliendo el mundo autó-
nomo de la representación que en la estética burguesa funcio-
naba como evasión y consuelo frente a una realidad insatis-
factoria. Se trataba de integrar los recursos y procedimientos
de la imaginación en una práctica de mejora efectiva de la vi-
da cotidiana.
La consecución de la obra de arte total marcaría para muchos la
realización política de la utopía estética. Reinaldo Laddaga detecta
en su libro Estética de la emergencia6 un cambio de paradigma esté-
tico de similar calado al que sentó las bases de la modernidad. En
lo que él identifica como un tránsito a un “régimen práctico” de las
artes, el artista ya no se ve a sí mismo como un especialista del sen-
4. Una recopilación bastante representativa son los Apuntes de
Acampadasol, serie de artículos escritos “in situ” que recogen
numerosos testimonios. Y que se fueron publicando al hilo de los
acontecimientos por Amador Fernández-Savater en el diario Público.
http://blogs.publico.es/fueradelugar/tag/apuntes-de-acampadasol
5. Ken Knabb: El placer de la revolución, versión española de The Joy
of Revolution (Barcelona, Aldarull, 2009), publicado primero como
fanzine (radikales livres, 2001) y disponible online
http://www.bopsecrets.org/Spanish/joyrev.htm
Ken Knabb es un veterano activista estadounidense, promotor en los
setenta del grupo prositu Bureau of Public Secrets, de cuya actividad
publicamos una selección (Secretos a voces, Literatura Gris, 2001). Hoy
es miembro activo de Occupy Wall Street.
6. Reinaldo Ladagga: Estética de la emergencia. La formación de otra
cultura de las artes (Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2006).
producer of dreams, but rather a laboratory for the creation of the
tools of agitation. However, what people lived in the camp, ac-
cording to their own descriptions5, was a total aesthetic experi-
ence, one of those rare moments in which reality gives way to pos-
sibility and all the barriers fall, like the one described by Ken
Knabb in The Joy of Revolution6.
“A radical situation is a collective awakening. [...] In such situa-
tions people become much more open to new perspectives, readier
to question previous assumptions, quicker to see through the usu-
al cons. [...] Passive consumption [is replaced] by active communi-
cation. Strangers strike up lively discussions on street corners. De-
bates continue round the clock, new arrivals constantly replacing
those who depart for other activities or to try to catch a few hours
of sleep [...]. While some people succumb to demagogues, others
start making their own proposals and taking their own initiatives.
Bystanders get drawn into the vortex [...] Radical situations are the
rare moments when qualitative change really becomes possible. Far
from being abnormal, they reveal how abnormally repressed we
usually are; they make our “normal” lives seem like sleepwalking.”
II. A total work
An experience of this order is just what modern artists, and espe-
cially the avant-garde, pursued when they spoke of a “total work of
art”, capable of abolishing all the separations:
• The separation between the various arts making them con-
verge, together with the techniques, in the creation of collec-
tive environments.
• The separation between the spectator and the cultural pro-
ducer, inviting everyone to participate. Avant-garde artists
claimed that there is a potential artist in every human being,
and the objective of all the aesthetic utopias of the past cen-
tury was the integral development of the individual, whose
freedom would never be complete without the exercises of
that creative potential in material production.
• The separation between art and life, abolishing the autono-
mous world of representation which, in the bourgeois aes-
thetic, functioned as an escape from and consolation for an
unsatisfactory reality. This entailed integrating the resources
and processes of the imagination in the practice of an effec-
tive improvement of quotidian life.
For many, the attainment of the total work of art would mark the
political realization of an aesthetic utopia. In his book Aesthet-
ic of Emergency7, Reinaldo Laddaga detects a change of aesthet-
ic paradigm of a similar importance to that which lay the founda-
5. A fairly representative compilation is Apuntes de Acampadasol [Notes
from Camp in Sol], a series of articles written “in situ” which collect
numerous testimonies, and were published in the course of the events
by Amador Fernández-Savater in the newspaper Público.
http://blogs.publico.es/fueradelugar/tag/apuntes-de-acampadasol
6. Ken Knabb: El placer de la revolución, the Spanish version of The Joy
of Revolution (Barcelona, Aldarull, 2009), first published as a fanzine
(radikales livres, 2001) and available online
http://www.bopsecrets.org/Spanish/joyrev.htm
[The translation uses the English text, available at
http://theanarchistlibrary.org/library/ken-knabb-the-joy-of-revolution”
Ken Knabb is a veteran US activist, promoter in the seventies of the
pro-Situ group Bureau of Public Secrets, a selection of whose activities
we published (Secretos a voces [Public Secrets], Literatura Gris, 2001).
Today, he is an active member of Occupy Wall Street.
7. Reinaldo Laddaga: Estética de la emergencia. La formación de otra
cultura de las artes [Aesthetics of Emergency. The Formation of Another
Culture of the Arts] (Buenos Aires, Adriana Hidalgo ed., 2006).
7
tido que dicta las formas, sino como un dispositivo en los flujos
de información: ya no produce “obras” cerradas sino que promue-
ve situaciones, “ecologías culturales, comunidades experimentales,
procesos abiertos y cooperativos, formas de vida y mundos comu-
nes” donde “el espectador ya no es un desconocido silencioso, si-
no un colaborador activo”. En sus líneas fundamentales, Laddaga
registra adecuadamente los cambios en el interior de la esfera ar-
tística: rematerialización de la obra en el acontecimiento, desmi-
tificación del artista y surgimiento del productor cultural difuso,
desplazamiento del sentido hacia el momento de la recepción, in-
mersión social, etc. Pero su análisis queda ceñido a lo que sucede
en la práctica específica del arte, que en el fondo trata de reconfi-
gurar y que quizá ha perdido su lugar central en la producción de
imágenes referenciales. El cambio de régimen que señala Laddaga
en las prácticas artísticas es el efecto de un cambio social más pro-
fundo, donde juegan un papel fundamental la irrupción de los me-
dios de comunicación como medios de producción de la realidad y
la progresiva reapropiación de estos medios por parte de las masas
a las que estaban destinados.
Es conocida la deriva de ese proyecto ilustrado, que conoció con
las vanguardias artísticas su conclusión virtual y cuyo principal
efecto fue la ampliación del campo de lo artístico para incluir pro-
ducciones efímeras, abiertas e inmateriales. Se trataba de reducir
e integrar en el tradicional paradigma aquellas emergencias que
cuestionaban la dinámica de producción cultural, haciéndolas fun-
cionar como meras representaciones documentales y comerciables,
sin ningún efecto profundo sobre la ideología. Hubo, sin embargo,
a lo largo del siglo pasado, algunas corrientes utópicas que ensaya-
ron otras vías en la periferia de la institución, intentando todavía
abolir y superar el viejo sistema artístico. Entre estas iniciativas,
quizás fueron los situacionistas7 desde los años cincuenta los que
marcaron el punto de inflexión en esta empresa y los que alcanza-
ron formulaciones más eficaces con su propuesta de “urbanismo
unitario”, es decir, con la aplicación de todo el instrumental técni-
co y de todos los recursos artísticos en la construcción del entorno
(algo así se hizo en las acampadas). En las afueras del arte autóno-
mo los situacionistas vislumbraban una práctica de transforma-
ción y mejora de nuestras condiciones materiales: querían insuflar
vida al arte, dignificar la vida, pero tal objetivo quedaba pendiente
de una revolución social que no llegaba, con lo que sus formulacio-
nes quedaron en meras propuestas teóricas hasta la apropiación de
estas técnicas, que estaban en manos del capital y servían a sus in-
tereses. Tardaron en advertir que habían cogido el rábano por las
hojas, si bien la influencia de su práctica y de su crítica “destructi-
va” siguió extendiéndose subterráneamente en las décadas poste-
riores, y muchas de sus otras propuestas (la deriva urbana colecti-
va, el cuestionamiento de la propiedad intelectual, el reciclaje de
imágenes desviadas para otros propósitos, la organización de base
en consejos y asambleas y, sobre todo, su crítica del capitalismo es-
pectacular) se imponen en el nuevo paradigma. Quizás su error fue
que trataron de apresar desde arriba una realidad demasiado con-
centrada y de intervenir en ámbitos que requerían asumir la lógica
de la superproducción, como el urbanismo o el cine, los cuales re-
querían una gran concentración de medios.
Percibo que lo que sucedió el 15M y en las jornadas que siguieron
tiene mucho que ver con esta aspiración de una experiencia radi-
cal, de una realización humana integral, de una obra total que anu-
le todas las separaciones: la especialización como fundamento del
dominio, la distinción como fundamento de clase, la representa-
ción como algo meramente ideal. Tras la catarsis de la encarnación
7. Corriente artística que se constituyó en los años 1950 a partir de
disidentes del surrealismo, letristas y críticos de la Bauhaus. Inicialmente
preocupados positivamente por la intervención efectiva desde el arte
sobre la vida cotidiana, más tarde dejaron esa tarea pendiente de una
revolución social a cuyo advenimiento se dedicarían casi en exclusiva,
renunciando a su posición en el mundo de las ideas. Se les reconoce un
papel decisivo, aunque clandestino, en los sucesos de mayo del 68. Los
textos íntegros de su revista están publicados en español (Internacional
Situacionista (3 vols., Madrid, Traficantes de Sueños).
8
tion of modernity. In what he identifies as a change to a “practical
regime” of the arts, the artist no longer sees himself as a specialist
in meaning who dictates the forms, but as a mechanism in the in-
formation flows: he no longer produces closed “works”, but rath-
er promotes situations, “cultural ecologies, experimental commu-
nities, open and cooperative processes, common ways of life and
worlds” where “the spectator is no longer a silent stranger, but an
active collaborator”. Laddaga correctly records the changes with-
in the art sphere in their essential aspects: the re-materializa-
tion of the work into an event, demythification of the artist and
the emergence of a diffuse cultural producer, the displacement of
the meaning to the moment of reception, social immersion, etc.
But his analysis remains circumscribed to what takes place in the
specific practice of art, which he essentially attempts to reconfig-
ure, and which has perhaps lost its central place in the production
of referential images. The change of regime with respect to artis-
tic practices that Laddaga points out is the effect of a deeper so-
cial change, where a fundamental role is played by the irruption of
means of communication as the means for the production of reali-
ty and gradual re-appropriation of these by of the masses to which
they were addressed.
The course of this illustrated project, which virtually concluded
with artistic vanguards is well-known; its main effect was the ex-
tension of the sphere of art to include ephemeral, open and imma-
terial productions. It entailed the reduction and introduction into
the traditional paradigm of those emerging practices that ques-
tioned the dynamics of cultural production, making them func-
tion as mere documentary and marketable representations, with
no profound effect on the ideology. However, throughout the last
century, there were some utopian currents that tried other paths
on the periphery of the institution, still attempting to abolish and
overcome the old artistic system. Among these initiatives, since
the fifties, perhaps it was the Situationists8 who marked the turn-
ing point in this endeavour, and attained more effective formula-
tions with their proposal of “Unitarian Urbanism”, that is to say,
with the application of all the technical instruments and all the ar-
tistic resources in the construction of the environment (something
like that was done at the protest camps). From the outskirts of au-
tonomous art, the Situationists saw the practice for the transfor-
mation and improvement of our material conditions: they want-
ed to breathe life into art, to dignify life, but that objective was
left in the expectation of a social revolution that did not come, so
that their formulations remained mere theoretical proposals until
the appropriation of these techniques, which were in the hands of
capital and served its interests. It took them a while to realize that
they have put the cart before the horse, although the influence of
their practice and their “destructive” criticism continued to spread
in an underground manner in later decades, and many of their
proposals (the collective urban drift, the questioning of intellec-
tual property, the recycling of images diverted for other purposes,
the organization of a base at councils and assemblies and, above
all, their critique of spectacular capitalism) find a place in the new
paradigm. Perhaps their mistake was that they tried to capture
from above a reality that was too concentrated, and to intervene
in environments that required to take on the logic of blockbuster
production, such as urban planning or film, which needed a large
concentration of means.
My perception is that what happened on 15M and in the days
that followed has much to do with that aspiration of a radical
experience, of an integral human realization, of a total work that
8. An artistic current that emerged in the 50s, with the dissidents of
surrealism, lettrists and critics of the Bauhaus. Initially positively
preoccupied with effective intervention from an art perspective in daily
life, they later left that task, pending a social revolution to the arrival
of which they devoted themselves almost exclusively, renouncing their
position in the world of ideas. They are acknowledged for a decisive,
although clandestine, role in the events of May ‘68. The full texts of their
magazine have been published in Spanish (Internacional Situacionista
[The Situationist International] (3 vol., Madrid, Traficantes de Sueños).
Fig. 2
material del espacio público virtual que habíamos forjado en las
redes, surgió la necesidad de canalizar todo esa energía liberada de
constricciones, miedos e intereses en una realidad simbólica, en al-
go que pudiese funcionar al menos como una nueva inspiración
para futuras luchas. Así surgió la acampada, como una sociedad
dentro de otra, capaz de sobrevivir con sus despojos. Y lo hizo en
el corazón de la ciudad, negando así su marginalidad e iluminan-
do los espacios simbólicos que fueron escenario de la historia, ha-
ciéndose visible y convirtiendo las plazas en un medio de comuni-
cación, restaurando su vocación de ágora [fig. 2].
III. Código abierto
Esta ocupación tenía dos funciones claras, una era en efecto la vi-
sibilidad: se buscaban lugares abiertos y transitados desde los que
incitar a cualquiera a la acción y al mismo tiempo hacer más pa-
tente su presencia y su protesta. Pero también tenía una función
de empoderamiento, en el sentido de hacernos conscientes de lo
que éramos capaces de hacer: crear desde abajo un microsiste-
ma que funciona desde parámetros absolutamente distintos, don-
de no existe el dinero. Eso puede tener un efecto ejemplificador
y contagioso. La acampada puede entenderse como la superpro-
ducción del movimiento 15M, como una producción colectiva en
la que pueden empezar a leerse las primeras notas de un discurso
completamente distinto. He marcado aquí para concluir una serie
de rasgos que serían propios de este discurso sin ánimo de cerrar
sus claves. Pero creo que estos puntos sientan unas bases fácil-
mente consensuables, puesto que se inscriben en algo así como el
abolishes all the separations: specialization as the foundation of Fig. 2
domination, differentiation as the foundation of social classes,
representation as something merely ideal. After the catharsis of
the material incarnation of the virtual public space that we have
forged in the networks, there emerged the necessity of channelling
all the energy free of constrictions, fears and interests into a sym-
bolic reality, into something that might work at least as a new in-
spiration for future battles. This is how the camps emerged, as a
society within another, able to survive with its cast-offs. And it did
so in the heart of the city, thus negating its marginality and illumi-
nating the symbolic spaces that were the stage of history, making
itself visible and turning the squares into a means of communica-
tion, restoring their vocation of agora. [fig. 2].
III. Open code
This occupation had two clear functions; one was, in effect that of
visibility: they sought out open and busy places from which to in-
cite anyone to action and at the same time make their presence
and their protest more patently clear. But it also had the function
of empowerment, in the sense of making us conscious of what we
were capable of doing: creating from the bottom a micro-system
that functioned from totally different parameters, where money
does not exist. This can have a contagious exemplifying effect. The
protest camps can be understood as the 15M movement’s block-
buster production, as a group production in which the first notes
of a completely different discourse may begin to be heard. To
conclude, with no intention of making an exhaustive list, I have
9
genotipo del movimiento. No son simples caracteres, sino condi-
ciones de su autoproducción.
1. Lo primero que percibimos obviamente es que, contra la lógica
concentracionaria de la superproducción, de la obra acabada, es una
estética de la multitud que se centra en los pequeños gestos, manifes-
taciones mínimas que alimentan la corriente como frases ingeniosas
en una animada reunión de amigos; y es por tanto colectiva, resul-
tado de una acumulación no selectiva de mensajes que conforma un
paisaje abigarrado, desbordado de imágenes, de pasión, una amor-
fa reunión de cualquier tipo de forma. No existe un foco productor u
organizador del sentido; ningún autor, ninguna organización garan-
tiza la coherencia del resultado ni se evidencia el hilo conductor del
relato. Todo sucede d e forma dispersa, espontánea, inocente en su
propósito. Los motivos y las expresiones se acumulan como notas en
un cuaderno, con caligrafías diversas, sin relación entre sí, procuran-
do no chocar sin dejar de girar en su órbita [fig. 3].
En tales contextos resulta difícil descifrar lo que está pasando.
Contra esa realidad estructurada, compuesta, cerrada sobre sí mis-
ma y elevada sobre el sinsentido del mundo que es la obra de arte,
el texto que discurre ante nuestros ojos se presenta como una su-
cesión abierta de fragmentos, de gestos moleculares que traman
en su acumulación un momento de ruptura del orden instituido.
El sentido no viene dado, sino que debe ser recompuesto ponien-
do a dialogar elementos heterogéneos. La sensación es de deriva y
extravío. Franco Ingrassia ha instituido el concepto “estética de la
10
marked out here a series of features that would be characteristic
of that discourse. I believe that these points lay easily acceptable
foundations, given that they fall within something like the geno-
type of the movement. They are not simple characters, but rather
the conditions of their self-production.
1. Our first appreciation is obviously that the concentrationary log-
ic of the super-production, of the finished work, it is a crowd aes-
thetic that focuses on the small gestures, minimal manifestations
that feed the current like clever remarks do in an animated gath-
ering of friends; and it is therefore collective, resulting from an
unselective accumulation of messages than forms a multifaceted
landscape, overflowing with images, with passion, an amorphous
coming together of any type of shapes. There is no focal point
that produces or organizes the meaning; no author, no organiza-
tion guarantees the coherence of the result, nor is there a leitmotiv
of the story. Everything happens in a disperse, spontaneous man-
ner, innocent of its purpose. The motives and the expressions accu-
mulate like notes in a notebook, with diverse handwritings, inter-
relations, careful not to collide, ceaselessly spinning on their orbit.
[fig. 3].
In such contexts, it is difficult to decipher what is going on.
Against the reality that is structured, composed, closed in on it-
self and lifted above the world’s lack of sense that is the work of
art, the text that drifts before our eyes is presented as an open suc-
cession of fragments, of molecular gestures that in their accu-
mulation, plan a moment of the breakage of the instituted or-
der. The meaning is not given, but must be recomposed, placing
Fig. 3
dispersión”8 para describir este tipo de experiencia, que él extiende
a todos los ámbitos de la actividad humana (productivo, afectivo e
institucional) y que interpreta como resultante de la pérdida de la
función reguladora del estado y de la hegemonía del mercado.
El diagnóstico de la nueva condición resulta exacto, pero ha-
bría que ubicarla en un contexto más amplio que el que marca es-
ta indiscutible nueva hegemonía. El mercado promueve sin duda
la dispersión. La mercancía, como los memes, busca reproducir-
se y distribuirse, produce nuevos “modelos” y mercancías. El capi-
tal “quiere” circular atravesando cualquier estructura estable: to-
dos los valores resultan abducidos en la lógica de la plusvalía, las
instituciones no son rentables, las identidades son atravesadas por
la oferta y la demanda. Todo lo que era sólido se desvanece, a es-
to se refiere la formulación de Ingrassia, que sin embargo no apun-
ta de qué forma la dispersión funciona también como un límite
para la propia hegemonía de los mercados, que no buscan una re-
volución. Los mercados pueden ser ultraliberales, pero no liber-
tarios. Durante décadas, los ajustes gubernamentales han impedi-
do que pereciesen por su propio ímpetu, al tiempo que mantenían
a las masas en la obediencia a un sistema que permitía el desarrollo
ordenado de su actividad. Elegimos libremente los productos que
adquirimos en el mercado bajo la atenta mirada de un guardia que
ha jurado viejos principios, pero cuando el hambre marca la ho-
ra del saqueo aparecen las fuerzas de seguridad, y cuando los mer-
cados se paralizan los ejércitos se ponen a funcionar. No es posible
pensar que los mercados sean capaces de plantear algún tipo de or-
den enfrentado al estado, ni que puedan prescindir de algún tipo
de orden impuesto. Es falso que los mercados se autorregulen. Los
mercados no tienen ideología ni estatutos, se basan en una suerte
de nihilismo cínico que apunta a la pérdida total del sentido, a un
caos genérico.
2. Es preferible pensar el caos no en su acepción instituida de des-
orden o violencia, que supone una intervención intencional ex-
terna que apunta a un objetivo de dominación, sino en términos
de caos generativo, de organización natural de las cosas. Quienes
piensan los fenómenos estéticos en términos de la teoría del caos
no hablan de la belleza de la destrucción, sino que intentan apre-
sar los patrones que rigen la formación de sistemas dinámicos en
el medio natural, desde el nivel cósmico al subatómico.9 Más que a
una autoorganización consciente se fía el proceso a esa red que se
va tejiendo por afinidades y ecos. El tejido que va configurando la
red es irregular y tiene carácter fractal. Cada nodo contiene dentro
de sí la totalidad de la red, al tiempo que ésta se divide en subredes
componiendo conjuntos coherentes. La geometría fractal permi-
te dar cuenta de estas dinámicas, pero no puede preverlas ni con-
trolarlas. Un ejemplo claro y sorprendente lo constituyen las gráfi-
cas de conectividad entre los distintos nodos del 15M en las redes
sociales, tal y como se presentan en un famoso vídeo que circu-
la por internet realizado en base a un estudio de la Universidad de
Zaragoza.10
Según su valedor, esta teoría puede encontrar también aplicación
en la explicación de fenómenos sociales como la estructura de re-
des y la organización asamblearia, donde la asamblea general ar-
ticula las distintas asambleas en términos de una sola dinámica,
y donde el individuo es capaz de abarcar la asamblea como una
8. Proyecto en red: Estéticas de la dispersión. Materiales para pensar los
regímenes de sensibilidad en las sociedades de mercado contemporáneas.
http://esteticasdeladispersion.blogspot.com.es/
9. Estos fenómenos no podían ser descritos con la geometría clásica
lineal, hasta que en los años setenta en matemático Benoit Mandelbrot
propuso la teoría de los fractales (desde la formación de un bosque
al azar del vuelo de una mosca), cuya característica esencial es que se
reproducen en cada una de sus partes en diferentes escalas.
10. Instituto Universitario de Investigación, Biocomputación y Física de
Sistemas Complejos de la Universidad de Zaragoza, Estudio sobre la
conectividad desarrollada en el período entre el 25 de abril y el 26 de
mayo de 2011 con motivo del #15M. ttp://15m.bifi.es/index.php
heterogeneous elements into a dialogue. The feeling is that of a
drifting and going astray. Franco Ingrassia introduced the concept
of “aesthetic of dispersion”9 to describe this sort of experience,
which he extends to all the spheres of human activity (productive,
emotional and institutional) and interprets as resulting from the
loss of the regulatory function of the state and the hegemony of
the market.
The diagnosis of the new condition is precise, but it should be
placed in a wider context than that marked by this unquestionable
new hegemony. The market without a doubt promotes dispersion.
The merchandise, like the memes, seeks to be reproduced and dis-
tributed, produces new “models” and goods. Capital “wants” to
circulate traversing any stable structure: all the values are abduct-
ed in the logic of added value, institutions are not profitable, iden-
tities are riddled with by supply and demand. Everything that was
solid disappears, that is what Ingrassia’s formulation refers to;
however, he does not indicate how the dispersion also functions
as a limit for the very hegemony of the markets, which do not
seek a revolution. The markets may be ultra-liberal, but they are
not libertarian. For decades, governmental adjustments have pre-
vented them from perishing at their own hand, at the same time
maintaining the masses in obedience to a system that allowed an
orderly development of their activity. We freely choose the prod-
ucts that we acquire on the market under the attentive gaze of
a guard who has sworn to uphold old principles, but when hun-
ger marks the time for plundering, the security forces appear, and
when the markets become paralysed, the armies go into action. It
is impossible to believe that the markets can propose any sort of
order confronted with the state, nor that they can dispense with
some sort of imposed order. It is false that markets regulate them-
selves. Markets have no ideology or by-laws, they are based on a
sort of cynical nihilism that leads to a total loss of meaning, a ge-
neric chaos.
2. It is preferable to think of chaos not in its established sense of
disorder or violence, which implies an intentional external inter-
vention aims at an objective of domination, but in terms of gener-
ative chaos, of the natural organization of things. Those who con-
sider aesthetic phenomena in terms of the chaos theory do not
speak of the beauty of destruction, they attempt to capture the
rules that govern the formation of dynamic systems in a natural
environment, from the cosmic to the subatomic levels10. The pro-
cess is confided to the web that is woven with affinities and echoes,
rather than to a conscious self-organization. The fabric that grad-
ually composes the web is irregular and has a fractal nature. Each
nodule contains the whole of the web within it, at the same time
as the web divides into sub-webs composing coherent sets. Frac-
tal geometry allows to describe these dynamics, but it can not fore-
see or control them. A clear and surprising example are the graphs
of connectivity between the different nodules of 15M in social net-
works, as they are presented in a famous video circulating in Inter-
net made based on a study of the University of Zaragoza.11
9. Web project: Estéticas de la dispersión. Materiales para pensar los
regímenes de sensibilidad en las sociedades de mercado contemporáneas
[The Aesthetics of Dispersion. Material to consider the regimes of sensibility
in contemporary market societies].
http://esteticasdeladispersion.blogspot.com.es/
10. These phenomena could not be described with classic linear geometry
until in the seventies, the mathematician Benoit Mandelbrot proposed
the fractal theory (from the formation of a forest to the random flight
of a fly), the essential characteristic of which is that they are reproduced
in different scales in every one of their parts.
11. Instituto Universitario de Investigación, Biocomputación y Física de
Sistemas Complejos de la Universidad de Zaragoza [the Zaragoza
Institute of Research, Biocomputation and the Physics of Complex
Systems], a connectivity study carried out in the period between 25
April and 26 May of 2011 on the occasion of #15M.
http://15m.bifi.es/index.php
For an English-language version, see
http://15m.bifi.es/index_en.php
11
realidad que lo trasciende y de la que participa. Éste es el modo na-
tural de organización de colectivos, por más que la coherencia de
esta organización resulte exteriormente incontrolable, y todos los
sistemas jerárquicos se derivarían de la aplicación de un sistema li-
neal de distribución del poder, tan preocupado por el control co-
mo temeroso de lo imprevisible. Es también la conclusión a la que
llega el citado Ingrassia cuando asume que “en condiciones de dis-
persión no hay cadenas que romper, sino experiencias colectivas
que componer y sostener en entornos altamente variables, de mo-
do que, posiblemente, la cuestión pase por pensar en términos de
autoorganización.”
3. Se trata también de un movimiento fuertemente mediático y
mediatizado. Decía la famosa canción de Gil Scott-Heron que “la
revolución no será televisada”11, y en aquellos tiempos se desarro-
llaba una feroz crítica, influida por el libro del situacionista Guy
Debord La sociedad del espectáculo12, de los medios de masas tradi-
cionales, de su carácter tergiversador y no revelador, de la coopta-
ción del acontecimiento vivo en su imagen, del tipo de imbecilidad
programada que difundía el flujo unilateral de información. No ca-
be duda de que, como denunciaba Debord en un libro posterior13,
el poder del espectáculo no ha hecho sino extenderse hasta inva-
dir todo el espacio e intensificarse hasta el punto de “irradiar” toda
realidad posible, con la consecuencia de que ya no existe un afuera
en el que refugiarse y escapar de su influjo, de modo que la genera-
ción que ha crecido inmersa en el espectáculo integrado ya no con-
cibe un mundo real que existiese al margen de los medios ni conci-
be a éstos separadamente del mundo real. Un movimiento surgido
de este contexto no puede por tanto sino arrastrar consigo una es-
tética espectacular.
La irrupción en esta segunda fase del espectáculo de las redes tec-
nológicas y de su dinámica mucho más horizontal y participati-
va ha matizado para muchos la condena total que la crítica cultural
reservaba a los medios de comunicación de masas. La coordina-
ción a través de las redes sociales era inmediata, pero no solamen-
te los medios tecnológicos fueron decisivos en la coordinación del
movimiento: también lo fueron en la conformación de sus refe-
rentes (ciertas películas como V de Vendetta o El club de la lucha
que se integraron en él en calidad de mitos que había que encar-
nar), así como para el registro y la exhibición pública de sus accio-
nes. Jacques Rancière contempla ahora la emergencia de un “es-
pectador emancipado”, capaz de monitorizar el resultado de su
interacción con los medios.14 Para ello ha sido necesario que trans-
curra un tiempo de apropiación. Esta apropiación puede darse de
varias maneras: como apropiación material de los recursos, aque-
lla que los situacionistas no pudieron llevar a cabo, y como apren-
dizaje o asimilación de su lógica. Si las generaciones previas pudie-
ron ser adoctrinadas y dominadas a través de los medios es porque
desconocían el verdadero poder de estas herramientas. Vemos apa-
recer ahora una generación 2.0 que ha crecido en las redes, que ha
nacido con ellas y es capaz de desarrollar el potencial que le es pro-
pio, aunque ello suponga una pérdida en las dimensiones de la ex-
periencia viva.
Otra cosa es ponderar el papel de estas redes en la configuración
del movimiento, si fueron determinantes o simplemente útiles. He-
mos señalado que los primeros intentos de desarrollar una cultura
de redes preexistieron a las redes tecnológicas, incluso a través de
11. Gil Scott-Heron: The Revolution Will Not Be Televised (Flying
Dutchman Records, Londres, 1974).
12. Guy Debord: La société du spectacle (Paris, Buchet-Castel, 1967).
Traducción a español de José Luis Pardo La sociedad del espectáculo
(Valencia, Pre-textos, 2000).
13. Guy Debord: Commentaries sur la société du spectacle (París, Gérard
Lebovici, 1985). Traducción a español de Carmen Navarrete
Comentarios sobre la sociedad del espectáculo (Barcelona, Anagrama,
1990).
14. Jacques Rancière: El espectador emancipado (Castellón, Ellago, 2010).
12
According to its proponent, this theory can also find an applica-
tion in the explanation of social phenomena such as the network
structure and assembly organization, where the general assembly
articulates the various assemblies in terms of a single dynamic, and
where the individual is able to take in the assembly as a reality that
transcends him and in which he takes part. This is the natural way
of group organization, much as the coherence of this organization
is uncontrollable from the outside, and all the hierarchical systems
would be derived from the application of a linear system of power
distribution, concerned with control and fearful of the unpredict-
able. It is also the conclusion reached by the above-mentioned In-
grassia when he assumes that “under the conditions of dispersion
there are no chains to break, but rather group experiences to com-
pose and sustain in highly variable environments, so that, possibly,
the question should be considered in terms of self-organization.”
3. It is also a strongly mediatic and mediated movement. Gil
Scott-Heron’s famous song said that “the revolution will not be
televised”12; in those times there was a fierce critique, influenced
by the situationist Guy Debord’s book The Society of the Spectacle13,
of the conventional mass media, of their distorting rather than re-
vealing nature, of the co-optation of the live event in its image, of
the programmed imbecility disseminated by the unilateral flow
of information. There is no doubt that, as Debord denounced in
a subsequent book14, the power of the spectacle has done nothing
but spread until invading all the space and intensify to the point of
“irradiating” all possible reality, with the consequence that there
is no longer any open air to take shelter and escape from its influx,
so that the generation that has grown up immersed in the integrat-
ed spectacle no longer conceives a real word that exists outside the
media, nor conceives of the latter separately from the real world. A
movement emerging from this context therefore may not but drag
the spectacular aesthetic along with it.
For many people, the irruption of technological networks and of
their much more horizontal and participative dynamic in this sec-
ond phase of the spectacle has softened the total condemnation
that cultural criticism reserved for the means of mass communica-
tion. Coordination through social networks was immediate, but
the technological means were decisive not only in the coordina-
tion of the movement, but also in the formation of its role models
(certain films, such as V for Vendetta, The Fight Club, which were
integrated into it as myths to incarnate), as well as for the record-
ing and public exhibition of their actions. Now Jacques Rancière
contemplates the emergence of an “emancipated spectator”, capa-
ble of monitoring the result of his interaction with the media15. A
time of appropriation had to elapse for that to happen. This appro-
priation can occur in several ways: the material appropriation of
the resources, which the Situacionists were not able to carry out,
and as a learning or assimilation of the logic of the media. If ear-
lier generations could be indoctrinated and dominated through
the media, it is because they did not know the real power of these
tools. We now see the emergence of a generation that has grown
up in the networks, that was born with them, and is able to devel-
op its potential, even if that means a loss of the dimensions of live
experience.
12. Gil Scott-Heron: The Revolution Will Not Be Televised (Flying
Dutchman Records, London, 1974).
13. Guy Debord: La société du spectacle [The Society of the Spectacle] (Paris,
Buchet-Castel, 1967). Translation into Spanish of José Luis Pardo, La
sociedad del espectáculo (Valencia, Pre-textos, 2000).
14. Guy Debord: Commentaries sur la société du spectacle [Comments on
the Society of the Spectacle] (París, Gérard Lebovici, 1985). Translation
to Spanish of Carmen Navarrete, Comentarios sobre la sociedad del
espectáculo (Barcelona, Anagrama, 1990).
15. Jacques Rancière: El espectador emancipado [The Emancipated Spectator]
(Castellón, Ellago, 2010).
la apropiación crítica de los medios tradicionales; y que lo único
que determinó su desarrollo en un primer momento fue un nuevo
ámbito de desarrollo, un nuevo impulso al capitalismo. Luego no
puede hablarse de una relación directa entre redes tecnológicas y
emancipación. Acaso las redes no sean la causa de un cambio, sino
el producto de la necesidad o de un sueño. Tenemos que centrar-
nos en los usos que hacemos de estos instrumentos antes que en su
naturaleza intrínseca.
4. Finalmente, el carácter de esta nuevas tecnologías determi-
na también que sea una estética sin autor, libremente producida
y compartida, que hace de la gratuidad su mejor arma, porque si
hay un ámbito donde las contradicciones del viejo modelo resul-
tan más claras es en el campo cultural. La cultura no es un produc-
to consumible, sino un valor que aumenta con su difusión. Su ló-
gica es contraria a las leyes del mercado. El viejo régimen artístico,
individualista y basado en la autoría y la propiedad, convertía a la
cultura en un bien caro y de parca accesibilidad. Para estos movi-
mientos generados en las redes la cultura no tiene propiedad, ni
pública ni privada, no pertenece a nadie ni puede dejar de ser fre-
cuentada por todos: es un común, como los pastos, los ríos o los
caminos.
Pero no es solo este aspecto práctico el que se cuestiona, sino tam-
bién el sentido metafísico del concepto de “identidad”. Uno de los
aspectos más interesantes del 15M ha sido la extensión del poder
creativo y expresivo a “toda la sociedad”, sin circunscribirlo a un
círculo de autores interesados en prolongar el actual régimen de
explotación cultural. La falta de representatividad política ha ca-
lado también en su estética. Si nadie puede decidir por otro, nadie
puede expresar por otro, todas soñamos en primera persona. En la
memoria colectiva del movimiento perdura la imagen del autor co-
mo propietario corporativo de las imágenes, y no como el ser in-
vestido de poderes especiales, el genio que justifica la desigualdad
entre las personas según la antigua concepción burguesa. La no-
ción de autor, el propietario corporativo de las imágenes, persis-
tía en la memoria del movimiento, como uno de los objetos de su
odio. No olvidemos que la ley Sinde fue uno de sus detonantes15.
Ello ha permitido también desarrollar un nuevo concepto de iden-
tidad basado en criterios no esencialistas: el sujeto es una cons-
trucción social, y las identidades son por tanto plásticas y con-
jugables. Esta es la base sobre la que interviene Anonymous, una
identidad de los “nadies”. Pero no es que seamos nadie porque ca-
rezcamos de personalidad, o porque no seamos un nodo procesa-
dor de sentido, sino porque somos muchos, porque es imposible
acordarse de cada uno.
15. Tras la aprobación en febrero de 2011 de la impopular Ley de Economía
Sostenible, conocida mediáticamente como Ley Sinde por el apellido
de la Ministra de Cultura que la promovió, que regulaba en uno de sus
puntos los derechos de propiedad intelectual en internet contemplando
fuertes penas contra las descargas de contenidos compartidos por los
usuarios, se lanzó desde twitter la campaña #Nolesvotes, que alentaba la
reacción popular contra los tres partidos que la suscribieron: PP, PSOE
y CiU.
It is something else to consider the role of these networks in the
configuration of the movement, whether they were determining or
simply useful. We have pointed out that the first attempts to devel-
op a network culture pre-existed the technological networks, even
through the critical appropriation of conventional means; and that
the only thing that determined its development in the beginning
was a new environment for development, a new boost to capital-
ism. Thus we cannot speak a direct relation between technologi-
cal networks and emancipation. Perhaps the networks are not the
cause of change, but the result of necessity or a dream. We have to
focus on the uses we give to these tools rather than on their intrin-
sic nature.
4. Finally, the nature of these new technologies also determines
this being an author-less aesthetic, freely produced and shared, the
best weapon of which is gratitude, because if there is an environ-
ment where the contradictions of the old model are most appar-
ent it is the sphere of culture. Culture is not a consumable product,
but a value that grows with dissemination. Its logic is contrary to
the laws of the market. The old artistic regime, individualistic and
based on authorship and property, would turn culture into an ex-
pensive, scarcely accessible good. For these movements generated
in the networks, culture has no ownership, public or private, does
not belong to anyone and must be frequented by all: it is common,
like the pastures, the rivers or the roads.
But it is not only this practical aspect that is question, but also the
metaphysical sense of the concept of “identity”. One of the most
interesting aspects of 15 M has been the extension of creative and
expressive power to “the whole of society”, without limiting it to
a circle of authors interested in prolonging the current regime of
cultural exploitation. The lack of authentic political representa-
tion has also permeated in its aesthetic. If nobody can decide for
another, nobody can express for another, we all dream in the first
person. In the collective memory of the movement, the image of
the author endures as a corporate owner of images, and not an en-
tity invested with special powers, the genius who justifies the ine-
quality between people according to the old bourgeois conception.
The notion of an author, the corporate owner of the images, per-
sisted in the memory of the movement as one of the objects of ha-
tred. Let us not forget that the Sinde Law was one of its elements
that triggered it.16
This has also allowed to develop a new concept of identity based
on non-essentialist criteria: the subject is a social construct, and
the identities are therefore plastic and can be merged. This is the
basis of the intervention of Anonymous, an identity of “nobodies”.
But we are not nobodies because we lack a personality or because
we are a meaning-processing nodule, but because we are many, be-
cause it is impossible to remember each one.
16. Following the approval in February 2011 of the unpopular Sustainable
Economy Law, known in the media as the Sinde Law for the surname of
the Minister of Culture who promoted it, which, in one of its sections,
regulated the rights of intellectual property in internet, contemplating
large penalties for the download of contents shared by the users, the
campaign #Nolesvotes [#Donotvotethem] was launched from twitter,
which encouraged people to react against the three parties that
subscribed to it: PP, PSOE and CiU.
13
14
15
 El disenso Let us not
no se consume consume dissent
Marco Scotini
Empecemos con el siguiente documento.
Estoy atravesando el barrio chií de Haret Hreik, al sur de Beirut.
Un taxista árabe me está llevando al Beirut Art Center, donde hay
una exposición que dura hasta principios de abril sobre algo rela-
cionado con los recientes levantamientos en el norte de África y en
Oriente Medio: una exposición en este centro, uno de los centros
de arte contemporáneo más importantes del Líbano, que tiene co-
mo título el efectivo, pero ambiguo, Revolution vs Revolution.
Si consideramos la cantidad de eventos artísticos en el mundo de-
dicados a este tema, me pregunto cuál es, o podría ser, en tiempo
real, el punto de vista del contexto artístico árabe sobre sus propias
revueltas actuales. El Beirut Art Center es el lugar adecuado para
encontrarlo. Es el lugar donde se pueden encontrar los enunciados,
los símbolos, las formas de expresión y de percepción que acompa-
ñan a la producción de este conjunto de nuevos protagonismos so-
ciales que aquí tomaron el nombre de Primavera Árabe.
Todo en el barrio se parece a una foto que mostró Rabih Mroué
durante una performance hace algunos años, cuyo título no fue ca-
sual, The inhabitants of images: la larga avenida, las imágenes de
propaganda política de los mártires libaneses, su marcha por el
medio de la calle, las banderas rojas y verdes.
Intento tomar una foto de la escena cuando, de repente, me de-
tienen algunos civiles Hezbollah (cuatro o cinco en total). Me pi-
den el pasaporte con insistencia, me preguntan si he tomado fo-
tos y que se las enseñe, después ocupan el asiento del copiloto y me
llevan a su departamento de seguridad, una imponente mezquita;
allí me detienen durante una hora y comprueban mi teléfono mó-
vil. Creen que soy de Israel y que he venido secretamente a foto-
grafiar su fortaleza civil, el centro chiíta y cristiano-maronita bom-
bardeado en 2006 por la aviación militar israelí. No sé qué pensar:
sólo puedo esperar sin pedir explicaciones. Todavía no se han da-
do cuenta de que sólo soy un turista italiano y no un espía cuando,
desde el borde de la calle, se acerca un niño con un traje azul de la
marina militar que comienza un ritual extraño: de una cesta de pa-
ja que tiene en la mano, saca un caramelo y me lo ofrece para pedir
disculpas en nombre de la comunidad Hezbollah.
16
Let us begin with a document.
I am passing through Haret Hreik, a Shia neighbourhood south of
Beirut. An Arab taxi driver is taking me to the Beirut Art Center,
where there is an exhibit that lasts until the beginning of April to
do with the recent uprisings in North Africa and the Middle East;
an exhibition which at this contemporary art centre, one of the
most important in Lebanon, has been given the effective though
ambiguous title Revolution vs Revolution. Considering the quanti-
ty of artistic events devoted to this subject throughout the world,
I wonder what is, or might be, the point of view of the Arab artis-
tic context with respect to its own current uprisings, in real time.
The Beirut Art Center is now the right place to look for it. It is a
place where one can find the principles, the symbols, the forms of
expression and perception that accompany the production of this
set of new social protagonisms that here took the name of Arab
Spring.
Everything in the neighbourhood looks like the photograph that
Rabih Mroué showed during a performance a few years ago, the ti-
tle of which was, by no accident, The inhabitants of images: the long
avenue, the political propaganda images of the Lebanese martyrs,
their march down the middle of the street, the red and green flags.
I attempt to take a picture of the scene when, suddenly, a few ci-
vilian members of the Hezbollah (four or five in total) stop me.
They insistently ask for my passport, they ask me if I have taken
pictures and that I show them the pictures; afterwards, they occu-
py the seat next to the driver and take me to their security depart-
ment, an impressive mosque; there, they detain me for an hour
and check my mobile phone. They think that I am from Israel and
that I have come to secretly photograph their civilian stronghold,
the Shia and Maronite Christian centre bombed in 2006 by Israe-
li military aviation. I don’t know what to think: all I can do is wait
without asking for explanations. They still have not realized that
I am merely an Italian tourist and not a spy when a child wearing
a military navy-blue suit approaches me from the street and starts
a strange ritual: he takes a piece of candy out of a straw basket he
carries in his hand and offers it to in way of an apology on behalf
of the Hezbollah community.
Ahora finalmente puedo continuar mi viaje, pero mi malestar no
disminuye al llegar al Beirut Art Center, es más, se convierte en in-
dignación. En la exposición no se incluye intencionalmente nin-
guna imagen de la revolución árabe (“porque todavía está en mar-
cha”, se justifican los organizadores) y, en su lugar, una serie de
artistas mainstream occidentales muestran cómo terminan en ge-
neral las revoluciones de este tipo (por citar algunas, la soviética,
la chilena, la de Praga, la iraní).
El hecho de llegar a este rincón del mundo y, en este momento
concreto, enfrentarse una vez más con el credo de todas las con-
trarrevoluciones, el cual es “cuando la fe mueve montañas”, fir-
mado por Francis Alÿs, es realmente vergonzoso. El problema no
es sólo el contenido de la exposición, sino la importación acríti-
ca de las formas del mercado del arte occidental, con su triunfo de
la mercancía ideal, que firma la derrota final de cualquier poten-
cial cultural.
El grupo de presión judío en el sistema artístico estadouniden-
se ha llegado aquí sin tener que enseñar el pasaporte. Es tan obvio
que nadie lo ve. Pero, ¿no es ésta la condición principal del valor
de la exposición de la economía capitalista: ocultar el secreto de
las mercancías mediante su exposición a plena vista? ¿No fue Marx
quien reconoció en la Exposición Universal de Londres en 1851,
el primer indicio de que el triunfo del capital a partir de entonces
se celebraría según el signo de la transparencia? ¿No fue Debord
quien lo vio transformado en imagen, como metamorfosis extrema
de la mercancía? ¿No es ésta la parábola según la cual se produce la
transición final de la “fantasmagoría” al “espectáculo”? ¿No es aquí
donde el “devenir-mundo” de la falsificación se convierte en “deve-
nir-falsificación” del mundo?
Ya no se trata de registrar el estado de subordinación de la políti-
ca a la economía financiera. Es necesario comprender por qué, en
tiempos de gobiernos técnicos, la política (entendida como expe-
rimento, promesa, transformación) o, más bien, su “imagen”, se
ha convertido en la marca por excelencia de la máquina de exposi-
ción, el propio motor de la valorización capitalista y de la explota-
ción de las industrias creativas.
En Occidente ya no hay exposiciones a gran escala que no quieran
centrarse en la relación entre el arte y la política. Lo que estuvo au-
sente en la exposición libanesa, sin embargo, está presente en cual-
quier exposición occidental: no sólo el tema de la “primavera ára-
be”, sino también y sobre todo el estilo Occupy (como emanación
directa del movimiento social anterior) son el centro de la atención
artística, desde la última edición de la Bienal de Berlín a la de Do-
cumenta (ambas quizás son el resultado de la presente situación
económica en Alemania).
Pero la relación entre lo que se muestra y lo que se oculta perma-
nece idéntica en el caso de la exposición en Beirut. Las industrias
creativas contemporáneas son muy hábiles a la hora de acallar lo
que no les conviene. Alejan de lo que exponen los procedimientos
de producción, el contexto histórico, las intenciones, los recursos,
los presupuestos. Todo lo que básicamente podría distraer la edu-
cación del público obediente.
¿Cuál es el sentido de mostrar una protesta dentro de las paredes
protegidas de la institución Kunst-Werke de Berlín o en la prade-
ra enfrente del Fridericianum en Kassel? ¿Qué sentido puede tener
presentar el disenso como un trabajo entre otros de la exposición,
aparte de reducir la acción de ocupación a una mera decoración o
representación, es decir, de recanalizar las contraconductas, la he-
terogeneidad y la virtualidad y la resultante neutralización de la
acción, de las potencialidades y de los efectos? Se trata más bien
de crear la ilusión de que el espacio de la exposición sea abier-
to, sin codificaciones, desprovisto de las jerarquías establecidas y
de las hegemonías de empresa. En realidad, lo único que ocurre es
que se conspira con el fin de alcanzar el buen funcionamiento de la
Now I can finally continue my journey, but my discomfort does
not diminish on arriving to the Beirut Art Center; what’s more, it
turns into indignation. The exhibition intentionally does not in-
clude any image of the Arab revolution (“because it is still in pro-
cess” is the justification of the organizers) and instead, a series of
Western mainstream artists show how the revolutions of this type
generally end (to cite a few, the Soviet, the Chilean, that of Prague,
the Iranian).
To arrive to this corner of the world and, at this specific moment,
encounter for the umpteenth time, the credo of all the counter-
revolutions, which is “When faith moves mountains”, signed by
Francis Alÿs, is truly embarrassing. The problem is not only the
content of the exhibit, it is this acritical importing of the ways of
the western art market that, with its triumph of the ideal com-
modity, signs the final defeat of any cultural potential. The Jew-
ish lobby of the American art system has arrived here without hav-
ing to show a passport. It is so obvious that nobody sees it. But, is
this not what conditions the value of an exhibition in the capital-
ist economy, that it hide the secret of the commodity by exhibiting
it in full sight? Wasn’t it Marx who, at the first World’s Fair in Lon-
don in 1851, recognized the first indication of the fact that as of
that moment, the triumph of capital would be celebrated as an em-
blem of transparency? On the other hand, was it not Debord who
saw it transformed into an image, as an extreme metamorphosis of
the commodity? Is it not in this parabola that the final transition
of “phantasmagoria” into “spectacle” is consummated? Is this not
where the becoming-world of falsification turns into becoming-
falsification of the world?
This is no longer about registering the state of subordination of
politics to financial economics. It must be understood why, in the
times of technical governments, politics (understood as experi-
ment, as promise, as transformation) or rather, their “image”, have
turned into the quintessential trademark of the exhibition ma-
chine, the very engine of capitalist valorisation and of the exploi-
tation of the creative industries. In the West, there are no longer
large-scale exhibitions that do not wish to focus on the relation-
ship between art and politics. However, what was absent from
the Lebanese exhibition is present at any western exhibit: not on-
ly the subject of the “Arab spring”, but also and above all the Occu-
py style (as a direct derivative of the preceding social movement)
are the focus of artistic attention, from the latest issue of the Ber-
lin Biennale to that of Documenta (both are perhaps the result of
the current economic situation in Germany). But the relationship
between what is shown and what is concealed remains the same
in the case of the Beirut exhibition. Contemporary creative indus-
tries are very good at silencing what does not suit them. They iso-
late the production processes, the historic context, the intentions,
the resources, the budgets from what they exhibit. In substance,
everything that might distract from the education of the obedi-
ent public.
What is the sense of showing a protest within the sheltered walls
of the Berlin institution of Kunst-Werke or on the lawn in front of
Kassel’s Fridericianum? What is the sense of presenting dissent as
a work among other works of the exhibition if not to reduce the
action of occupation to mere decoration or representation? That
is to say, if not to re-channel the counter-conducts, the heteroge-
neity and the virtuality with the resulting neutralization of the ac-
tion, of the potentialities and the effects? Rather, this has to do
with creating the illusion that the exhibition space is open, not
codified, devoid of the established hierarchies and corporate hege-
monies. When, quite on the contrary, all that is done is to conspire
in order to attain the good functioning of the exhibition machine;
perhaps rejecting its rhetoric, but continuing to use its syntax in
order to make it as recognizable as possible.
Why did neither the Berlin Biennale nor Documenta take the con-
tradictions of the German economic model as a starting point,
Germany being the first European country in following the United
17
máquina expositiva, tal vez rechazando su retórica, pero utilizan-
do su sintaxis para que sea lo más reconocible posible.
¿Por qué tanto la Bienal de Berlín como Documenta no tomaron
como punto de partida las contradicciones del modelo económi-
co alemán, siendo Alemania el primer país europeo en seguir a Es-
tados Unidos en la expansión neoliberal, hasta llegar a la amenaza
de una salida del euro y una vuelta del marco? Si las contradiccio-
nes que muestran de forma tan clara las bienales y las exposiciones
internacionales siguen siendo posibles, es porque estas institucio-
nes son capaces de producir tal ignorancia que el público no se da
cuenta de su propia explotación.
¿Es casualidad que una serie de autores recientes (Francis Alÿs, Ha-
ris Epaminonda, Goshka Macuga) estén desarrollando un proce-
so de neocolonización del tiempo en favor de una pérdida del co-
nocimiento histórico real? He observado esto en otras situaciones,
auténticas empresas culturales posfordistas como por ejemplo Ma-
nifesta, la bienal itinerante y pan-europea, que ha construido su
perfil institucional sobre retóricas autolegitimadoras de la fronte-
ra, de la red, de la democracia, sin que nadie tuviera la precaución
de verificar si es, por el contrario, la competitividad empresarial la
responsable de las orientaciones y de las decisiones.
La politización de la exposición artística o del objeto cultural en
general ya no se identifica con el carácter político de su contenido.
Es necesario seguir los verdaderos paradigmas políticos en expe-
riencias y en fenómenos que normalmente no se tienen en cuenta,
enfocando los procesos de producción, los canales de distribución
y las formas de recepción.
Después de la caída del bloque soviético hubo una especie de ex-
clusión de la historia: después del 1989, el uso de términos fuertes
desde un punto de vista semántico ya no se correspondía a una po-
sición política definida. Por el contrario, se establecieron redes de
falsificación que desembocaron en la creación de un mundo en el
que se puede decir una cosa y hacer exactamente lo contrario, don-
de no existe ningún tipo de control.
Junto a los presentes procesos de ocupación, ahora sería el mo-
mento de asumir un modelo de investigación “en caliente” de una
actividad concreta de conocimiento en la que se pueda verificar
la teoría y actualizarla a la luz de hechos y acontecimientos reales.
Una investigación sobre las industrias creativas que, como fue en
su tiempo la investigación obrera, tenga objetivos prácticos y pe-
dagógicos, con el fin de eliminar las ambigüedades de los proce-
sos actuales de mediatización del funcionamiento real del sistema,
de las nuevas fábricas sociales y de los nuevos roles dentro de ellas.
Procurando que el disenso, que ahora se encuentra sólo expues-
to, no se convierta en un conflicto abierto que exija nuevas distri-
buciones sociales y rechace llegar a acuerdos para cambiar el or-
den establecido. Pero de momento, citando el título de una famosa
obra de Luigi Nono del 1968, no nos queda otra alternativa que re-
petir irónicamente : “Marx no se consume”
18
States in the progress of laissez-faire capitalism, to the point of
threatening with leaving the European Union and the restoration
of the Mark in place of the Euro? If the contradictions that the bi-
ennials and international exhibitions show so clearly continue to
be possible, it is because these institutions are able to produce such
ignorance in the public that it does not realize its own exploita-
tion. Is it an accident that a series of recent authors (Francis Alÿs,
Haris Epaminonda, Goshka Macuga) are carrying out a process
of neo-colonization of time in favour of a loss of a real historical
knowledge? I have observed that in other situations, post-Fordist
cultural enterprises such as, for example, Manifesta, the itinerant
and pan-European biennial, have built their institutional profiles
on the self-legitimating rhetoric of the frontier, of the network, of
democracy, without anyone having taken the precaution of verify-
ing whether it is not, on the contrary, the market competition that
motivates the orientations and the decisions.
The politicization of the art exhibit or the cultural object in gener-
al is no longer identified by the political nature of its content. The
essentially political paradigms must be traced in the experiences
and in the phenomena that are not normally considered as such,
with a strong focus on the production processes, the distribution
channels and the forms of reception.
The fall of the Soviet block was followed by a sort of exclusion of
history: after 1989, the use of semantically strong terms no longer
corresponded to a defined political position. On the contrary, net-
works of falsification were established, leading to the creation of a
world in which one can say one thing and do exactly the opposite,
where there is no longer any sort of control.
In addition to the current processes of occupation, now is the time
to once again take up the model of “hot” inquiry into a specific
activity of knowledge in which the theory can be verified and re-
newed in light of real facts and events. A inquiry of the inside of
the creative industries which, like the workers’ inquiry of their
time, has practical and learning objectives, in order to eliminate
the ambiguity of the current processes of mediatization of the re-
al workings of the system and the new social factories and the new
roles within them. Providing that dissent, which is now only put
on exhibit, does not turn into an open conflict that demands new
social distributions and refuses to come to terms subverting the es-
tablished order. But for the moment, we cannot but ironically re-
peat the title of a famous work of Luigi Nono from 19681: “Let us
not consume Marx”.
1. Luigi Nono’s composition’s original title is Non Consumiamo Marx,
which has also been translated into English as Do not consume Marx
and We do not consume Marx (Translator’s note).
 Carta abierta a
la #OcuppyBiennale:
¿los contextos artificiales
distorsionan las réplicas?
Publicado originalmente en takethesquare.net
31/05/2012
Carolina García
Han pasado unas cuantas semanas desde que comenzó la #Ocu-
ppyBiennale (#OcupalaBienal). El marco fue/es un marco difícil:
una exposición de arte contemporáneo, probablemente la más fa-
mosa de Europa, en la que la mayoría de los artistas pagarían por
asistir con tal de añadir una línea más a su CV que incluya la Bie-
nal de Berlín. Sin embargo, los movimientos #occupy y #15M fue-
ron invitados, no por sus habilidades artísticas, sino por el proceso
político que están viviendo en todo el mundo.
Hubo bastante controversia a la hora de participar en un evento
artístico, el miedo a ser “expuesto”, el miedo a ser engullido por un
evento “comercial”, cuando el arte se transforma en un artículo de
consumo y olvida su función de cuestionar la realidad y cuando la
trasgresión vende incluso más que el arte; parece ser que la “gen-
te” se aburre tanto en la sociedad que necesita “aventuras”, así pues
el arte tiene que vender aventura. Este fue el punto de partida de la
Bienal, los visitantes del #15M/#occupy esperaban compartir una
“aventura”, la misma que miles de personas están viviendo en sus
plazas, un proceso de desobediencia civil que continua en nuestros
tiempos. Ese era el riesgo y el reto que se pretendía superar cuando
al final aceptaron la invitación.
El afirmar que el movimiento #15M/#occupy ha sido un éxito en
todo el mundo es difícil de mantener. España ha demostrado que
el #15M ha cambiado a la sociedad, quizá los cambios no son to-
davía visibles, pero son tan profundos que suponen un punto de
inflexión en la sociedad española, ya que no hay vuelta atrás a la
situación que existía previamente. El movimiento #Occupy, exten-
dido por todo Estados Unidos, puede que haya tenido el mismo
efecto: el despertar de una sociedad que recupera la conciencia de
la gente y su capacidad para decidir por sí mismos, cosas que antes
parecían muertas o aletargadas. Pero en la mayoría de los demás
países, ha sido un movimiento “bien intencionado” que no ha con-
seguido un gran apoyo popular ni ha alcanzado logros concretos.
No obstante, el reto era muy difícil: se necesitaba tener una moti-
vación clara e ideas contundentes, y fue particularmente complica-
do encontrarlas en un entorno artificial, con un objetivo artificial,
sin un grupo principal que pudiera favorecerlas y sin ningún víncu-
lo verdadero que pudiera unir a la gente en la plaza de la #Biennale
Open letter to the
#OccupyBiennale:
Do artificial contexts
pervert replication?
Originally published in takethesquare.net
31/05/2012
Some weeks have passed since the #OccupyBiennale started. The
framework was/is a difficult one: a contemporary art exhibition,
probably the most famous one in Europe, most of the artists would
pay to be there to have an extraline in their CV that adds, Berlin
Biennale. However the #occupy and #15M movements were invit-
ed, not because of their artistic skills but because of the political
process they were living worldwide
There was quite a controversy about participating in an art event,
the fear to be “exhibited”, the fear to be swallowed up by a “com-
ercial” event, when art becomes a consumer article and forgets
its function of questioning reality and when transgresion is even
more marketable than art; “people” it seems are so bored in socie-
ty that they need “adventure”, so art has to sell that adventure. This
was the starting point at the Biennale, #occupy/#15M, visitors ex-
pected to share an “adventure”, that thousands of people are living
in their squares, the process of civil disobedience going on in our
time. That was the risk and the challenge that was to be overcome
when finally the invitation was accepted.
To say that the #occupy/15M movement has been succesful all over
the world is something very difficult to assert. Spain has shown
that #15M has really changed society, perhaps the changes are
not still visible, but they are so deep, that we can say it is a turning
point in Spanish society as there is no way back to the previous sit-
uation. The #Occupy movement over in the US may have had the
same experience, the awakening of society, that regaining of peo-
ple’s consciousness and their capacity to decide for themselves,
things that seemed dead or numb. But in most of the other coun-
tries it has been a “well intended” movement that has not managed
to trascend into large public support or concrete gains.
The challenge, however, was very tough: a clear motivation and
strong driving ideas were needed, and it was particularly difficult
to find them in an artifical environment, with an artificial goal,
with no core group that could help facilitation and with not real
bonds that could tie people to the #Biennale square.
19
La institución
Cuando no participas en un movimiento, y ves cómo se desarro-
lla durante unos minutos o unas cuantas horas, no captas la idea de
cómo surgió; no tienes ninguna pista que te indique que el espec-
tador no es un espectador, sino que forma parte del espectáculo.
Uno puede imaginarse a sí mismo construyendo un muro (qué iró-
nico resultaría esto en Berlín) ladrillo a ladrillo, y construirlo como
una separación de lo que no queremos (corrupción, dominación,
esclavitud mental, explotación de lo remoto, de lo desconocido,
manos corruptas invisibles), y también como un nuevo medio de
expresión (pintura, escritura…)
El hecho de suponer que la gente que vino a la exposición no “ob-
servaría” el espacio del movimiento #15M/#occupy con la expec-
tativa de que algo “sucediera” fue una forma equivocada de enfo-
car la participación del público en la Bienal. Fue un error creer que
la gente participaría simplemente por sentir la necesidad de ha-
cerlo, esperar que una construcción pudiera reproducir el proceso
de las plazas como espacio público, pensar que las cosas “sucede-
rían” de forma natural cuando el proceso en sí mismo era artificial,
no en un sentido peyorativo, sino sólo para describir que la partici-
pación particular de la gente que ocupaba el espacio era necesaria.
Esta participación o fuerza impulsora, se desarrolló de forma orgá-
nica, la gente se organizó en las plazas como si hubiera una motiva-
ción política o moral (quizá hasta incluso material).
Al mismo tiempo, la intención de los comisarios de la exposición
de permanecer al margen del proceso no funcionó como se había
planeado. No es posible jugar en ambos bandos, y presentar un es-
pacio autogestionado con limitaciones porque éste en realidad
pertenece al marco de la exposición; la relación de poder entre el
comisario y el movimiento Ocuppy no se puede debilitar, de vez en
cuando, ésta aparecía en escena y ni siquiera se produjo ninguna
reacción ante esa situación.
Las Asambleas
La locura de la Asamblea, como algo intocable, inflexible, inmodi-
ficable, la creencia de que una Asamblea es algo más que una he-
rramienta (entre otras cosas) de coordinación y toma de decisio-
nes. El pretender que en una asamblea sea necesaria la presencia de
todas las personas que han participado en las anteriores es exclu-
yente. Cualquiera que pase por allí puede tomar una decisión, y no
hay necesidad de esperar a una persona “especialmente implicada”
como si fuera el “líder”. Si la gente puede asistir, estupendo, y si no,
tienen que asumirlo, lo que a veces provoca situaciones difíciles,
pero es así como funciona una plaza, de acuerdo con la creencia
de que todos pueden participar y formar parte de ella. Otra cosa
esencial es la confianza. Se deben tomar decisiones aunque no este-
mos presentes, hay que confiar en el grupo, en las decisiones que se
adopten durante la Asamblea donde la gente intercambia opinio-
nes, y aporta argumentos y matices. No podemos fosilizar las de-
cisiones con respecto a lo que se decidió en el pasado, la construc-
ción de una plaza es algo vivo, en constante movimiento y al igual
que las decisiones cambian, necesitamos un cambio, no hay na-
da que pueda garantizarse para siempre excepto el re-pensar cual-
quier decisión.
En la Bienal, las asambleas programadas durante las primeras se-
manas no se respetaron. Nadie asistió, lo que nos da una pista del
compromiso hacia un proceso de construcción colectiva, nadie tu-
vo la necesidad de hablar sobre los conflictos, sobre la situación in-
ternacional, de buscar soluciones o de cualquier otra cosa, aún así
no se aceptaron decisiones en nombre de las asambleas.
20
The institution
When you’re out of the movement, watching it evolve for a few
minutes or hours, you do not get a sense of how it came to be; you
get no hint that the spectator is not a spectator, but a part of the
show. One can imagine building a wall, how ironic would that be
in Berlin, one brick at a time, and building it as a separation from
what is not wanted (corruption, domination, mental slavery, ex-
ploitation of remote, unknown, corrupt invisible hands), and as
well as a new mean for expression (painting, writing…).
So to presume that people coming to the exhibition would not
“look-at” the #occupy/#15M movement space expecting something
to “happen” was a wrong way to focus public participation in the
Biennale. It was wrong to believe people would simply join becuase
they had the need to, to expect that a building could reproduce the
process of the squares as public space, to think that things “would”
happen naturally when the process itself was artificial, not in a pe-
jorative sense, only to describe that it needed a particular input
from the people occupying the space. This input, or driving force,
happened organically as people organized in squares as there was a
moral or political (maybe even material) motivation.
At the same time, the intention of the curators to stay out of the
process has not worked as planned. It is not possible to play in
both sides, to present a self-organized space with constraints be-
cause it really belongs to the exhibition set; the relation of power
between curator and Occupy could not be diluted, every now and
then it appeared in the scene and no reaction to that situation ev-
er occured.
The Assemblies
Assembly madness, as something untouchable, fixed, un-redoable,
is the belief that an Assembly is something else rather than a tool
(amongs others) for coordination and decision-making. To pre-
tend that in an assembly it is necessary to have everybody that may
have participated in previous ones, is not being inclusive. Anyone
that passes by can make a decision, and there is no need to wait
for a “specially implicated” person as he or she is a “leader”. If peo-
ple can attend, great and if not they have to assume it, that leads
sometimes to difficult situations, but it is how a square works, un-
der the belief that everybody is a part of it, and can participate.
The other essential thing is Trust. Decisions must be taken even if
we are not present, one has to rely on the group, on the decision
taken during an Assembly where people discuss and add nuances
and arguments. We can’t fossilize decisions to what was decided in
the past, the building of a square is something alive, continuous-
ly changing, and as decisions change, needs change, there is noth-
ing that can be guaranteed forever except that every decision can
be re-thought.
In the Biennale, the scheduled Assemblies have not been respect-
ed in the first weeks. Nobody attended, so that gives a clue of the
commitment towards the collective building process, nobody had
the need to talk about the conflicts, to look for solutions, the in-
ternational status of things, or anything, but in the name of assem-
blies decisions were not accepted.
The fascism
Although it may seem quite unbelievable, there haw been some
fascist behaviour among some of the so-called occupiers, that
don’t represent what actually happens in the squares, where re-
spect and active listening takes place. Instead of this we found a
El fascismo
Aunque pueda parecer increíble, hubo cierto comportamiento fas-
cista entre algunos de los supuestos ocupantes que no represen-
tan lo que en realidad sucede en las plazas, donde el respeto y la es-
cucha activa tienen cabida. Por el contrario, nos encontramos con
una falta total de respeto e incluso las personas que se habían uni-
do a esta plaza “artificial” se sintieron atacadas, lo que dificultó, en
lugar de hacerles partícipes en el juego de la exposición, que per-
manecieran allí y se involucraran de verdad. El resultado de es-
ta actitud fue que la gente se marchó de la #OccupyBiennale, hubo
sentimientos de hostilidad, invitaciones a abandonar la plaza, un
ejemplo fue la lista de correos electrónicos en la que se incluía un
correo cuyo asunto era: “Exclusión del invitado ocupante antiso-
cial, arrogante, antiartístico, y anti-individual”.
Seguido en parte por:
“Las personas que provoquen conflictos constantemente, que no
acepten la decisión de asambleas previas, que digan tonterías, que
mantengan una actitud arrogante e inflexible deberán marchar-
se. Necesitamos a gente constructiva y no a gente conflictiva. Esta-
mos en Alemania donde reina la ley y el orden. Hasta en el movi-
miento alemán Occupy existen leyes y órdenes que se han decidido
en asambleas anteriores. Si no estás dispuesto a aceptarlas, es me-
jor que te vayas”.
Una semana después y debido a la presión, explicaron que se tra-
taba de “sarcasmo”. ¿Resulta creíble? ¿Quién puede aceptar este ti-
po de comportamiento? ¿Dónde está el sarcasmo? Durante todo el
proceso de la #OccupyBiennale, observamos algo que estuvo pre-
sente en la gente que vino como “invitados”, “visitantes” e incluso
a los que se les trató como “enemigos”: la existencia de ideas con-
tundentes y de un “nosotros”, a ese “nosotros” pertenecen los me-
jores, los ganadores, así es que la #occupy en vez de ser un espacio
sin identidades, sin discriminaciones, se manifestó como una iden-
tidad exclusiva más.
Esto demuestra que el fascismo está presente, cuando permane-
cemos callados y no hacemos nada con respecto a este tipo de co-
mentarios, y en particular, en un país con un historial repleto de
deportaciones, fronteras, donde todavía resurgen viejas heridas y
donde ciertos temas resultan delicados. Pero el problema no es que
haya un fascista, hay muchos, y tendremos que plantarles cara, el
problema es que nadie reacciona, ¿miedo?
El miedo
Este miedo nos lleva a adoptar una serie de comportamientos ex-
traños: a permanecer callados cuando se produce un comporta-
miento intolerable, a respetar los roles establecidos por ser “invita-
dos de una institución” y tener que respetar las reglas a pesar de no
tener ningún sentido en nuestro contexto, a tener miedo de discu-
tir y debatir cuando existe una censura sobre ciertos temas de los
que se habla, a restringir ciertos debates sólo a los alemanes por-
que los “foráneos” no comprenderíamos el contexto alemán. En lu-
gar de entender que la construcción de un proceso global significa
explicar los contextos, decodificar las ideas que pueden ser obvias
para la población local pero no para el resto, sin embargo, un muro
surgió de nuevo. Se creó un “nosotros” y un “vosotros”, el diálogo
dejó de fluir, uno tiene razón, el otro está equivocado, no es posi-
ble un intercambio, las posiciones son inamovibles. Esto no puede
formar parte de una #plaza, donde no existe un razonamiento real
previo, donde está todo por hacer, donde todo se puede cuestionar
y donde las soluciones se conciben a partir de los debates.
lack of respect, and even mobbing done to people who has joined
this “artificial” square, making difficult to stay and actually work
on things rather than playing the game of exhibition. The result of
this attitude was people leaving the #OccupyBiennale, feelings of
hostility, invitations to leave, an example in the mailing list , a mail
with subject that read: “Exclusion of antisocial, arrogant, anti-art,
anti-individual occupy guest”
Followed partially by:
“Permanently trouble making people who dont accept the decision
of former assemblies, talking bullshit, standing on an arrogant,
non flexible position should be sent back.We need constructive
people and no trouble makers. you are here in Germany where law
and order rules. Even in the german Occupy Movement we have
law and orders decided by
former assemblies. If you are not able to accept those former deci-
sions you better go back home.”
A week after and under pressure, it was explained that it was “sar-
casm”, is this believable? Who can accept this behaviour? Where
is the sarcasm? We saw something present through all the process
of the #OccupyBiennale, people that come are “guests”, “visitors” or
even treated as “enemies”, there is a “we” , strong identities, to the
“we” belong the best, the winners, so the #occupy instead of being
a space with no identities, no discrimination, comes out to be one
more identity and exlusive.
This shows another fact that fascism is present, when it comes
to remain silent and don’t do anything about these kind of com-
ments, specially in a country with such a background full of de-
portations, borders, where the wound still emerges and where cer-
tain topis are still sensitive. But the problem is not to have a fascist
there are many, and we’ll have to cope with that, the problem is
that nobody else reacts, fear?
The fear
This fear lead us to several uncommon behaviours as remaining si-
lence when untolerable behaviour took place, to respect the es-
tablished roles of being “guests of an institution and having to re-
spect the rules even if they make no sense in our context, fear to
discuss and debate when there is censorship around certain top-
ics being talked, restricting certain debates just to Germans be-
cause the “outsiders” would not understand the German context.
Instead of understanding that building a global movement means
explaining contexts, decoding ideas that can be obvious for the lo-
cal people but not for the others, but a wall appeared once more.
A “we” and a “you” were created, dialogue stopped flowing, one
is right, the other is wrong, no exchange is possible, positions are
fixed. This cannot be part of a #square, where there are no previous
truthful statements, everything is under construction, everything
can be questioned and solutions are built based on the discussions
taking place.
An individual or collective
process?
A thing that happened during the organization of the “event”,
was that there was not a thought given to the building of a com-
mons: of a common space, of a common working place, of a com-
mon goal. The square was a container, a check-in of projects that
were individually shown at an exhibition. Why and how did that
21
¿Un proceso colectivo o
individual?
Otra cosa que ocurrió durante la organización del “evento” fue que
no hubo ningún pensamiento orientado a la construcción de lo co-
mún: un espacio común, un lugar de trabajo común, un objetivo
común. La plaza era un contenedor, un registro de proyectos que
se presentaban de forma individual en una exposición. ¿Cómo y
por qué sucedió esto? Quizá no sea fácil responder a esta pregun-
ta, mientras se nos llena la boca de palabras como colectivo, cola-
boración, nuestras practicas se alejan mucho de su significado. Por
último, hubo falta de madurez política en el grupo, la tensión entre
formar o no formar parte de toda la exposición generó una situa-
ción en la que al final se mostró a los “visitantes” una exposición,
un modelo de lo que se supone que es una plaza que dista bastan-
te de la realidad.
La gente que pertenece al supuesto movimiento occupy, con más
voz que el resto, parece estar en su mayoría interesada en escribir
sus nombres en las paredes de una exposición de arte famosa que
les garantizará un beneficio adicional al incluirla en su CV mien-
tras se olvidan de que uno de los principios básicos del movimien-
to es evitar cualquier lucro personal.
Las redes sociales presentan una perspectiva fundamentalmente
histórica en la que se incluye a la gente y sus relaciones. El éxito de
la Spanish Revolution se cimenta en el tejido social de la población.
No se puede decidir sin más CREAR UNA PLAZA y esperar que
este tejido social tenga una calidad cualquiera. La construcción de
las redes sociales necesita tiempo, esfuerzo y participantes. Pero
la plaza de la #OccupyBiennale, una plaza literal, rodeada de grue-
sos muros, no invita a nadie de fuera a entrar dentro de sus límites
físicos. Un ejemplo fue la intervención de Jérémie Zimmermann
1
de La Quadrature du Net que habló sobre el ACTA2 (Anti-Coun-
terfeiting Trade Agreement) delante de doce “foráneos” que ya es-
taban al tanto del tema. Nadie más estaba interesado. Quizá, ¿por
qué ya sabían el alcance y las consecuencias del ACTA? Un colec-
tivo habría respetado al “invitado” y le habría dado la oportunidad
de transmitir sus opiniones.
Conclusiones
La construcción de una plaza artificial ha fracasado pero es bue-
no darse cuenta de por qué y entender el proceso. En primer lugar,
es imposible escapar de los lógicas de las exposiciones e institu-
ciones; podemos interactuar con ellos, podemos presionarles pa-
ra que cambien algunas cosas, pero lo que no es posible es concebir
un proceso de libertad real en su interior (como los que se vivieron
en las plazas). Una plaza no tiene límites, ni restricciones, mientras
que una exposición, aunque su propósito sea diferente, tiene que
establecer un límite entre lo que es la “propia” exposición y el es-
pacio #Occupy. Cuando surgen problemas, como la falta de espa-
cio, se tienen que solucionar dentro de un espacio predefinido y li-
mitado, a ser posible sin “alterar” otras partes de la exposición. No
se puede cuestionar el concepto de los roles que desempeñan ca-
da una de las partes de la exposición, y por último, hay un comisa-
riado, por lo que la #OccupyBiennale tuvo su recinto, y cuando se
1. N. de la T.: Jérémie Zimmermann es el portavoz y cofundador del
colectivo francés La Quadrature du Net, con sede en París, que defiende
y promueve la libre circulación de la información y el conocimiento en
Internet.
2. N. de la T.: ACTA (Acuerdo Comercial contra la Falsificación) es
un acuerdo que propone crear normas internacionales que protejan
los derechos de la propiedad intelectual con el propósito de evitar
la falsificación de bienes, medicamentos genéricos y la piratería en
Internet.
22
happen? Perhaps it’s not an easy question to answer, while our
mouths are full of words like collective, collaboration, our practic-
es are very distant from them. In the end there was a lack of polit-
ical maturity in the group, the tension between being or not being
part of the whole exhibition lead to the situation of finally present-
ing the “visitors” with an exhibition, a model of what is supposed
to be a square which is very far from reality.
People belonging to the so called occupy movement, with more
voice than the rest, seem interested mainly in putting their name
on the walls of a famous art exhibition that will guarantee some
extra rewards, once it is added to their CV and forgetting that one
of the basic principles of the movement is to avoid personal profit.
Social networks present a fundamentally historical perspective, in-
volving people and their relationships. The success of the Span-
ish Revolution takes root in the social fabric of the population.
One can’t just decide to MAKE THE SQUARE and expect this so-
cial fabric to be of any quality. Building networks take time, effort
and participants. But the #OccupyBiennale square–a literal one, en-
closed between strong walls, doesn’t invite anyone from outside
to its physical boundaries. One example is the intervention of Jer-
emy Zimmermann from La Quadrature du Net, who talked about
ACTA in front of a dozen “outsiders” who were all already in the
know. Nobody else was interested. Maybe because
they already understand the scope and consequences of ACTA?
A collective would have respected the “guest” and given him a
chance to transfer this knowledge.
Conclusions
The construction of an artificial square has failed but it’s good to
see why and understand the process. First of all, to escape the log-
ics of exhibitions and institutions is not possible; we can interact
with them, we can do some lobbying so that some things change,
but what is not possible is to think a process of true freedom inside
them (as the ones lived in the squares). A square has no limits, no
restrictions, while a exhibition has, even if there is a different pur-
pose, to establish a border between what is the “proper” exhibi-
tion and the #Occupy space. When problems appear, such the lack
of space, they have to be solved within the predefined and limited
space, without it being possible to “disturb” other parts of the ex-
hibition. The concept of what role was played by every part in the
exhibition cannot be questioned, and finally there is a curatorship,
so the #OccupyBiennale had it’s cage, and when it was found that
it didn’t accomplish the needs of all the “occupiers” a “battle” for
space started that could only be solved by having people leave.
An inclusive space could not be made, not just for this, but also for
the lack of political views and aims of the people most involved,
for the incapacity of setting up discussions about conflicts, but al-
so solutions, experiences, a “lecture” based space, where no col-
lective intelligence could be felt. There is a lot to be learned about
collective processes, when the people are in the squares, where a
high porcetage of the population is involved, it means a deep so-
cial change. In the end this means changing social rules, it means
changing our own positions, even when we may think they are
the best and obviously so, it opens a space for questioning the un-
squestionable, but those kind of changes we never know when or
why they happen, they are spontaneous and unpredictable.
Meanwhile we sould be able to remember that we are not play-
ing games, nor playing assemblies, nor squares, people are suffer-
ing. The causes are many, injustices due to social welfare being de-
stroyed and they will get worse and affect even to “rich” countries,
people is dying daily fighting for freedom and food. Activism is
not a goal, something to be done in our spare time, the goal is to
descubrió que no satisfacía las necesidades de todos los “ocupan-
tes”, se produjo una batalla por el espacio que sólo se pudo resolver
haciendo que la gente se marchara.
No se pudo crear un espacio incluyente, no sólo por lo anterior, si-
no también por la falta de objetivos y opiniones políticas de la gen-
te más implicada, por la incapacidad de establecer debates sobre
los conflictos, las soluciones, las experiencias, una “charla” sobre
el espacio donde no se pudo sentir ninguna inteligencia colectiva.
Queda mucho por aprender sobre los procesos colectivos, la pre-
sencia de la gente en las plazas, donde participa un alto porcentaje
de la población, supone un profundo cambio social. Al final, esto
conlleva un cambio en las normas sociales, un cambio en nuestras
actitudes, incluso cuando pensamos que éstas son aparentemente
las mejores, se abre un espacio en el que se cuestiona lo incuestio-
nable, pero nunca sabremos cuándo o por qué estos cambios suce-
den, son espontáneos e impredecibles.
change and disrupt the logic of the system, to build a new world,
not to carry out a process with no goal. A global movement is tak-
ing place outside, many countries are really searching for alterna-
tives and for the first time in History knowledge is more distribut-
ed, there are tools to put it in common, technologies to facilitate
information, communication and decision-making, and they can
be on our side if we defend them, so while the old system is col-
lapsing, we have the opportunity to build a global change and a
better world for everyone. Shall we do it?
To forget fear we have to feel free and this did not happen in the
#OccupyBiennale.

Entretanto deberíamos ser capaces de recordar que no estamos ju-

gando al juego de las asambleas, de las plazas, la gente está su-
friendo. Los motivos son muchos, las injusticias provocadas por
la destrucción de la asistencia social, que irá a peor y que incluso
afectará a los países ricos, la gente muere a diario en su lucha por la
libertad y los alimentos. El activismo no es una meta, algo que ha-
cemos en nuestro tiempo libre, el objetivo es cambiar e interrum-
pir la lógica del sistema, construir un nuevo mundo, no emprender
un proceso sin ningún objetivo. Se está produciendo un movi-
miento global fuera, muchos países están buscando alternativas y
por primera vez en la historia, el conocimiento está más reparti-
do, hay herramientas para ponerlo en común, tecnologías que faci-
litan la información, la comunicación y la toma de decisiones y que
se pueden poner de nuestra parte si las defendemos, así pues mien-
tras el viejo sistema se colapsa, tenemos la oportunidad de crear un
cambio global y un mundo mejor para todos. ¿Lo haremos?

Para olvidar el miedo tenemos que sentirnos libres y esto no pasó

en la #OccupyBiennale.

23
 El impulso milagroso
que levanta
Rafael Sánchez-Mateos Paniagua
+ +
a) Wirtschaft borealis #2
Texto: Walter Benjamin. Sobre el concepto de Historia. Tesis XI.
Imágenes: 1. Atenas. Autor desconocido. 2. Frederic Edwin
Church. Iceberg. 3. Luna llena y Partenón. Autor desconocido.
b) Del curso del movimiento social.
Imagen: Del curso del movimiento social. Rafael Sánchez-Mateos
Paniagua con las Columnas Straubinger. Detalle de la instalación
En nuestros jardines se preparan bosques. MUSAC - Proyecto Vitri-
nas. Enero 2012.
+ +
c) Convocan a la ruptura.
Imágenes: 1. Graffiti. Syntagma, Atenas. Autor desconocido. 2. In-
vitación Fundación FAES.
+ +
d) y e) 20º
Texto: Egrégores. O la vida de las civilizaciones. Pierre Mabille.
Imagen: Comunicado de Manuel, último labrador de Carabanchel
a la asamblea de Política Largo Plazo. Junio 2011. https://vimeo.
com/24924455
+
f ) ¿Qué ve la policía?
Texto: Jacques Rancière. Entrevista.
http://blogs.publico.es/fueradelugar/140/
el-espectador-emancipado
Imagen: Autor desconocido. Julio 2011.
g) Historia contemporánea del arte.
Imágenes: VVAA. Varios lugares. Plaza Tahrir, Barcelona, Madrid,
Atenas, Oakland, Nueva York, Salamanca, París, Londres, Moscú.
Las imágenes, cuyas fuentes no eran citadas, han sido extraídas de
internet. Han sido usadas aquí sin ánimo de lucro. Cabe agradecer
a sus desconocidos autores su puesta en circulación.
+
h) Soy del pueblo.
Imágenes: 1. Nijinsky. Preludio a la siesta de un fauno. 2. Tate
Modern. 3. Plaza Tahrir. 4. Elecciones Generales. Puerta del Sol. 4.
Pancarta. Plaza de Catalunya.
24
The miraculous impulse
that raises up
a) Wirtschaft borealis #2
Text: Walter Benjamin. On the Concept of History. Thesis XI.
Images: 1. Athens. Unknown author. 2. Frederic Edwin Church.
Iceberg. 3. Full moon and the Parthenon. Unknown author.
b) On the progress of social movement.
Image: On the progress of social movement. Rafael Sánchez-Mateos
Paniagua with the Straubinger Columns. Detail of the installation
In our gardens forests are getting ready. MUSAC - Showcase Project.
January 2012.
c) Calling for a break.
Images: 1. Graffiti. Syntagma, Athens. Unknown author. 2. FAES
Foundation Invitation.
d) and e) 20º
Text: Egrégores. O la vida de las civilizaciones. [Egregores, or the life
of civilizations]. Pierre Mabille.
Image: The statement de Manuel, the last farm worker de [the Ma-
drid neighbourhood of ] Carabanchel at the Long-Term Politics
assembly. June 2011. https://vimeo.com/24924455
+
f ) What does the police see?
Text: Jacques Rancière. Interview.
http://blogs.publico.es/fueradelugar/140/
el-espectador-emancipado
Image: Unknown author. July 2011.
g) Contemporary history of art.
Images: Various authors. Various places. Tahrir Square, Barcelona,
Madrid, Athenas, Oakland, New York, Salamanca, Paris, London,
Moscow. The images, which had no cited sources, have been ex-
tracted from Internet. Their use is not for profit. Thanks are due to
their unknown authors for putting them into circulation.
+
h) I belong to the people.
Images: 1. Nijinsky. Prelude to the afternoon of a faun. 2. Tate Mod-
ern. 3. Tahrir Square. 4. General Elections. Puerta del Sol. 4. Ban-
ner. Plaza de Catalunya.
25
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31
32
 Desobediencia
y subjetivación
política en la
crisis actual
Maurizio Lazzarato
Las formas contemporáneas de movilización política colectiva,
tanto si son revueltas urbanas como si son luchas sindicales (vio-
lentas o no), presentan la misma problemática: la negación de la
representación, experimentación e invención de las formas de or-
ganización y expresión que se alejan de la tradición política mo-
derna, fundamentada en la delegación del poder en los represen-
tantes de la población y las clases sociales. El rechazo a delegar la
representación de lo que nos separa (la propiedad, la riqueza, el
poder, etc.) en los partidos políticos y en los sindicatos, y la repre-
sentación de lo que compartimos (la ciudadanía, la comunidad) en
el Estado, tiene sus orígenes en un nuevo concepto de acción polí-
tica planteado por la “revolución” del 68.
Las movilizaciones que estos días se han desencadenado en todas
partes del planeta afirman que “no hay alternativas” posibles den-
tro de la democracia representativa. El rechazo y la desobediencia,
que aumentan dentro de estas luchas, buscan y experimentan nue-
vas acciones políticas dentro de la crisis. Pero, ¿de qué crisis esta-
mos hablando y qué tipos de organización política encuentran una
vía de expresión en la crisis?
Durante un seminario en 1984, Félix Guattari afirmó que la crisis
que Occidente está atravesando desde principios de los años seten-
ta no es tanto una crisis política o económica, sino más bien una
crisis en la producción de la subjetividad. ¿Cómo deberíamos en-
tender esta afirmación? Alemania y Japón surgieron de la Segun-
da Guerra Mundial completamente destruidos, ocupados duran-
te un largo período, y social y psicológicamente devastados, y sin
“ningún bien material: ni materias primas, ni reservas de capital de
ningún tipo”. Entonces, ¿cómo podemos explicar su milagro eco-
nómico? Ambos países fueron capaces de reconstituir un enorme
“capital de subjetividad” (un capital de conocimiento, de inteligen-
cia colectiva, de voluntad para sobrevivir…). De hecho, inventaron
nuevas formas de subjetividad a partir de su propia devastación.
Los japoneses, en particular, recuperaron elementos de subjetivi-
dad arcaica y los transformaron en las formas más avanzadas de
producción material y social: “una combinación de producción de
la subjetividad que posibilitó el lanzamiento de una multiplicidad
de procesos creativos, de los cuales, algunos eran ¡extremadamen-
te alienantes!”
Disobedience
and political
subjectification
in the present
crisis
Contemporary forms of collective political mobilization – wheth-
er we are talking about urban riots or the struggles of labor unions,
whether violent or non-violent – are fraught with the same prob-
lematics: the refusal of representation and the experimentation
and invention of forms of organization and expression that break
away from modern political tradition, which is founded upon the
delegation of power to representatives of the people and the class-
es of society.
The refusal to delegate the representation of what divides us
(property, wealth, power etc.) to political parties and labor unions,
and the representation of what we share (citizenship, communi-
ty) to the State, has its origins in a new concept of political action
brought forward by the “revolution” of ’68.
The mobilizations breaking out a bit everywhere across the plan-
et these days assert that “there are no alternatives” possible within
representative democracy.
The refusal and disobedience that thrive within these struggles
seek and experience new political actions within the crisis. But
what crisis are we talking about, and what kinds of political organ-
ization find expression in the crisis?
During a 1984 seminar, Félix Guattari asserted that the crisis the
West was going through since the early ’70s was not so much an
economic or political crisis as a crisis in the production of subjec-
tivity. How should we understand this assertion? Germany and Ja-
pan emerged from the Second World War completely destroyed,
occupied for the long term, socially and psychologically devastat-
ed, and without “a single material asset – no raw materials, no cap-
ital reserves whatsoever.” How then do we explain their econom-
ic miracle? They were able to reconstitute a tremendous “capital of
subjectivity” (a capital of knowledge, of collective intelligence, of
the will to survive…). In fact, they invented new kinds of subjec-
tivity from the devastation itself. The Japanese, in particular, recu-
perated elements of their archaic subjectivity and converted them
into the most advanced forms of social and material production.
“It’s a sort of combination of production of subjectivity that made
33
Si el capitalismo “lanza modelos (de subjetividad) de la misma for-
ma en que la industria automovilística lanza nuevos modelos de
producción”, entonces el mayor reto de la política capitalista se-
rá el vincular los cambios económicos, sociales y tecnológicos a la
producción de la subjetividad, de esta manera, la economía políti-
ca se transformaría en una “economía subjetiva”. Esta hipótesis de
trabajo es merecedora de ser reavivada y extendida a la situación
contemporánea en virtud de una observación: el neoliberalismo ha
fracasado a la hora de articular esta relación.
No existe una nueva producción de la subjetividad que se corres-
ponda con la desterritorialización neoliberal que ha destruido las
antiguas relaciones sociales y sus modos de subjetivación (no só-
lo la subjetivación de la clase trabajadora, comunista o socialde-
mócrata, sino también la subjetividad nacional y la burguesa, etc.)
La identificación neoliberal con el empresario, que Foucalt utili-
zó para resumir que la movilización subjetiva necesita una forma
de gestión de todas las actividades, no ofrece ninguna solución al
problema, sino todo lo contrario. El capital siempre ha necesitado
un territorio que no es ni el del mercado ni el de la empresa, y una
subjetividad que no es la del empresario, puesto que el empresario,
la empresa y el mercado pueden construir la economía pero des-
truir la sociedad.
La generalización de la subjetivación empresarial que se expre-
sa en el deseo de convertir al individuo en un negocio resulta pa-
radójica. La autonomía subjetiva, la activación y el compromiso
que se demandan del individuo constituyen nuevas normas de em-
pleabilidad y por tanto, una heteronimia, propiamente dicha. Por
otro lado, la imposición de actuar, de tomar la iniciativa, de asumir
riesgos individuales, nos lleva a la depresión, a la enfermedad del
siglo, a la expresión del rechazo a la hora de asumir la homogeniza-
ción y el empobrecimiento de la existencia producida por el “éxito”
individual del modelo de negocio.
Para la mayoría de la población, el transformarse en un sujeto eco-
nómico (“capital humano”, “empresario de uno mismo”) no es más
que una imposición para gestionar la reducción de los salarios y de
los ingresos, la inseguridad laboral, el desempleo y la pobreza, co-
mo si todo formara parte del balance final de la empresa. Y a cuan-
ta más profundidad nos hundimos en la crisis provocada por la re-
petición de los debacles “financieros”, el capitalismo poco a poco
va abandonando su retórica de la sociedad del conocimiento y la
información y sus subjetivaciones gloriosas (trabajadores cogniti-
vos, manipuladores de símbolos, creadores combativos y ganado-
res). La crisis sitúa en un primer plano la deuda y sus modalidades
de sometimiento: el hombre endeudado.
Cuando las promesas de enriquecimiento de todo el mundo por
mediación del crédito y las finanzas se colapsan, la única política
que queda es la de proteger a los acreedores, a los propietarios de
“títulos” de capital. La centralidad de la propiedad privada, el vín-
culo entre la “producción” y la “producción de la subjetividad” se
afianza a partir de la deuda y el hombre endeudado. En la econo-
mía de la deuda, el capital siempre funciona como punto de subje-
tivación, aunque no sólo con el propósito de designar a unos como
“capitalistas” y a otros como “trabajadores”, sino también, y sobre
todo, con la intención de designar a los “acreedores” y a los “deu-
dores”. El hombre endeudado vive obviamente un sometimiento
negativo; representa el síntoma de que los cambios de conocimien-
to, actividad, y movilidad, aunque se buscan constantemente, só-
lo conducen a una subjetivación regresiva y represiva. Ya no se tra-
ta de una cuestión de innovación, creatividad, conocimiento o
cultura, sino de una “secesión” de los propietarios del capital cu-
yo “éxodo” se basa en el hecho de apropiarse con total libertad de
los beneficios del Estado de bienestar sin tener que pagar impues-
tos. Como resultado, lo que se puede inferir de lo inequívoco del
concepto de producción es que la “crisis financiera” no es exclu-
sivamente una crisis económica, sino también una crisis de la go-
bernanza neoliberal, cuyo deseo de convertir a cada individuo en
propietario, en negocio o en accionista, fracasó estrepitosamente
34
it possible to launch a multipicity of creative processes, some of
which are extremely alienating!”
If capitalism “launches models (of subjectivity) the way the auto-
mobile industry launches new production models,” then the major
challenge of a capitalist politics is to link economic, technological,
and social fluxes with the production of subjectivity, so that politi-
cal economics becomes nothing but a “subjective economics.” This
working hypothesis deserves to be revived and extended into the
contemporary situation on the basis of one observation: that neo-
liberalism has failed to articulate this relationship.
There is no new production of subjectivity that corresponds to the
neoliberal de-territorialization that has destroyed the old social
relationships and their modes of subjectification (working-class,
communistic, or social-democratic subjectification, but also na-
tional subjectivity and bourgeois subjectivity etc.). The neoliberal
identification with the entrepreneur, which Foucault used to sum
up the subjective mobilization that management requires in all ac-
tivity, brings with it no solution to the problem. Quite the oppo-
site. Capital has always needed a territory that is neither that of
the market nor the company, and a subjectivity that is not that of
the entrepreneur, since the entrepreneur, the company, and mar-
ket may make the economy, but they unmake society.
The generalization of entrepreneurial subjectification expressed in
the desire to turn every individual into a business leads to paradox.
The subjective autonomy, activation, and commitment demanded
of the individual constitute new norms of employability and there-
fore, properly speaking, a heteronomy. On the other hand, the in-
junction to act, to take the initiative, to take individual risks, leads
to depression, the illness of the century, the expression of the re-
fusal to assume the homogenization and impoverishment of exist-
ence produced by the individual “success” of the business model.
For the majority of the population, becoming an economic sub-
ject (“human capital,” “self-entrepreneur”) is nothing more than
an injunction to manage the decrease in salaries and revenues, job
insecurity, unemployment, and poverty, as if this was all part of a
company’s bottom line. And as we sink ever deeper into the crisis
created by the repeated “financial” debacles, capitalism is gradual-
ly abandoning its rhetoric of the society of knowledge and infor-
mation and its glorious subjectifications (cognitive workers, ma-
nipulators of symbols, combative creators and winners). The crisis
brings to the foreground the debt and its modalities of subjection,
the indebted man.
Once the promises of the enrichment of everyone through cred-
it and finance collapse, the only remaining policy is that of safe-
guarding creditors, the owners of capital “securities.” To affirm the
centrality of private property, the link between “production” and
the “production of subjectivity” is made on the basis of debt and
the indebted man. In the economics of debt, capital always func-
tions as a point of subjectification, though not only for the pur-
pose of designating some as “capitalists” and others as “workers,”
but also and above all as “creditors” and “debtors.” The indebted
man obviously lives a negative subjection; he is a symptom of the
fact that the fluxes of knowledge, activity, and mobility, while re-
maining continually sought, only lead to a repressive, regressive
subjectification. It is no longer a question of innovation, creativi-
ty, knowledge, or culture, but of the “secession” of owners of cap-
ital whose “exodus” lies in the fact of helping themselves gener-
ously to the benefits of the Welfare State by refusing to pay taxes.
As a result, what can be inferred from the unequivocality of the
concept of production is that the “financial crisis” is not solely an
economic crisis, but also a crisis of neoliberal governance, whose
wish to make every individual an owner, a business, a stockholder,
failed miserably with the collapse of mortgage-backed securities in
the U.S. The economic failure and the failure in the production of
subjective images of the owner, stockholder, and entrepreneur go
hand-in-hand.
con el colapso de los títulos con respaldo hipotecario en los Esta-
dos Unidos. El fracaso económico y el fracaso en la producción de
imágenes subjetivas del propietario, accionista, y empresario van
de la mano.
El origen de estos fracasos radica en el doble rechazo de las imá-
genes subjetivas neoliberales: el rechazo a transformarse en “capi-
tal humano”, y con la crisis, el rechazo a convertirse en un “hom-
bre endeudado”.
Los partidos y los sindicatos de “izquierda” no tienen respues-
tas ante estos rechazos proletarios y estos atolladeros capitalistas,
puesto que éstos tampoco tienen un excedente de subjetividades
que ofrecer. La población, la clase trabajadora, los obreros, los pro-
ductores y el empleo ya no simbolizan la subjetividad, ni tampoco
funcionan como vectores de subjetivación. Los obreros y los traba-
jadores asalariados sólo representan categorías socioprofesionales
para las estadísticas y las encuestas, en lugar de ser el caldo de cul-
tivo de una subjetivación revolucionaria o incluso reformista.
Asimismo, las teorías de crítica contemporánea fracasan a la ho-
ra de articular la relación entre el capitalismo y el proceso de sub-
jetivación. El capitalismo cognitivo, la sociedad de la información
y el capitalismo cultural (Rifkin) representan sólo de forma reduc-
cionista la conexión entre la producción y la subjetividad, porque
por un lado, el conocimiento, la información, y la cultura no se aú-
nan para cubrir la multiplicidad de “economías” que constituyen la
“producción, y por otro lado, porque sus figuras subjetivas (traba-
jadores cognitivos, manipuladores de símbolos, etc) no abarcan la
multiplicidad de los modos de sometimiento y subjetivación que
componen la “producción de la subjetividad”1. Su reivindicación
para servir de paradigma hegemónico de producción y de produc-
ción de la subjetividad se contradice por el hecho de que, como lo
demuestra la crisis, el destino de la lucha de clases no parece que se
desarrolle en torno al conocimiento, la información y la cultura. Si
estas teorías conducen al empobrecimiento de la conexión entre la
producción y la producción de la subjetividad, Rancière y Badiou
lo desconocen por completo. Para dichas teorías, esta relación no
tiene ningún significado. Al contrario, ambas afirman la necesidad
de expresar una separación radical entre la “economía” y la “sub-
jetividad”, con la consecuencia de que se formule una concepción
económica de la economía y una concepción subjetivista o “idea-
lista” de la política. Por tanto, podemos hacer hincapié, al igual
que Guattari, en que la subjetividad no puede encontrar la mane-
ra de o algo en lo que subjetivizarse: “Es una crisis seria. ¿Una crisis
de qué? En mi opinión, es una crisis grave porque las palabras que
casi todos estamos a punto de exclamar son: ¡Maldita sea, necesi-
tamos una religión, una idea (…), no podemos permanecer así, en
la incertidumbre!”
¿Cuáles son entonces las condiciones de una ruptura política y
existencial en un momento histórico cuando la producción de la
subjetividad constituye la primera forma y la más importante de
producción capitalista? ¿Qué instrumentos específicos de produc-
ción de la subjetividad son necesarios para impedir la producción
industrial en masa de los negocios y del Estado? ¿Qué formas de
organización se deberían crear para que el proceso de subjetiva-
ción hiciera posible que escapásemos al mismo tiempo de los gri-
lletes de la esclavitud y del sometimiento?
En los años ochenta, Foucalt y Guattari, siguiendo caminos dife-
rentes, designaron la producción de la subjetividad y la creación
de la “relación con uno mismo” quizá como las únicas cuestio-
nes de la política contemporánea que nos podrían sacar del calle-
jón sin salida en el que nos encontramos atrapados. Descubrieron,
1. Si esta afirmación es cierta para la gran mayoría de los trabajadores
y para la población, también puede tener validez entre los mismos
cognitivos que, en su lucha, nunca se subjetivizan como “cognitivos”.
Esta, al menos, ha sido mi experiencia con la Coordinations
des intermittens et précaires d’Ille de France (Coordinación de
intermitentes y precarios de Ile-de-France)
The origins of these failures like in the twofold rejection of neolib-
eral subjective images: the refusal to become “human capital” and,
with the crisis, the refusal to become an “indebted man.”
The parties and unions of the “left” have no answers to these prole-
tarian rejections and these capitalist impasses, since they, too, have
no spare subjectivities to offer. The people, the working class, la-
bor, producers, and employment no longer engage subjectivity, no
longer function as vectors of subjectification. Laborers and sala-
ried workers only represent socio-professional categories for sta-
tistics and polls, rather than a breeding-ground of revolutionary or
even reformist subjectification.
Contemporary critical theories similarly fail to articulate the rela-
tionship between capitalism and the subjectification process. Cog-
nitive capitalism, the information society, and cultural capitalism
(Rifkin) only very reductively represent the connection between
production and subjectivity, because on the one hand knowledge,
information, and culture do not come close to covering the multi-
plicity of “economies” that make up “production” and, on the oth-
er, because their subjective figures (cognitive workers, manipula-
tors of symbols, etc.) do not encompass the multiplicity of modes
of subjection and subjectification that make up the “production
of subjectivity.1 Their claim to serve as a hegemonic paradigm for
production and the production of subjectivity is belied by the fact
that, as shown by the crisis, the fate of the class struggle does not
seem to be playing out around knowledge, information and cul-
ture. If these theories lead to an impoverishment of the connec-
tion between production and the production of subjectivity, Ran-
cière and Badiou are totally unaware of it. For these theories, this
relationship has no meaning at all. On the contrary, they assert the
need to express a radical separation of “economics” from “subjec-
tivity,” with the result that they work out an economistic concep-
tion of economics and a subjectivist or “idealistic” conception of
politics.
We can therefore insist, with Guattari, that subjectivity cannot
find how or anything in which to subjectify itself: “It is a major cri-
sis. A crisis of what? In my opinion, it is a major crisis because the
question on almost everyone’s lips is the following: Goddamn it,
we really need a religion, an idea (…) we can’t remain like this, in
suspense!”
What, then are the conditions for a political and existential break
at a historical moment when the production of subjectivity consti-
tutes the first and most important form of capitalist production?
What specific instruments of the production of subjectivity are
needed to thwart its industrial mass production by business and
the State? What forms of organization should be created for a pro-
cess of subjectification that would make it possible to flee at once
the clutches of subjection and those of enslavement?
In the 1980s, Foucault and Guattari, by different paths, designat-
ed the production of subjectivity and the constitution of the “re-
lationship to oneself ” as perhaps the only contemporary politi-
cal questions that might lead us out of the impasse in which we are
trapped.
They discovered, each in his own way, a new, irreducible dimen-
sion to the relations of power and the relations of knowledge. The
“relationship to oneself ” (Foucault) as a potential for self-posi-
tioning and existential affirmation (Guattari), derives—in the dou-
ble sense of flowing out of and bifurcating—from the relations
of power and the relations of knowledge. Yet while the subjective
1. If this assertion is true for the great majority of workers and the
population, it is also acknowledged among “cognitives” themselves
who, in their struggle, never subjectify as “cognitives.” This, at least,
has been my experience with the Coordinations des intermittents et
précaires d’Ile de France.
35
cada uno a su manera, la dimensión irreductible de las relaciones
de poder y las relaciones de conocimiento. La “relación con uno
mismo” (Foucalt) como potencial de autoposicionamiento y afir-
mación existencial (Guattari) emana, en el doble sentido de la co-
rriente y de la bifurcación, de las relaciones de poder y de las rela-
ciones de conocimiento. No obstante, ésta no dependerá de ellas,
aunque la dimensión subjetiva se derive de las relaciones de poder
y de conocimiento.
Para Foucalt, el “cuidado de uno mismo” (souci de soi) no signifi-
ca la búsqueda ideal del dandi de una “vida bella”; sino el plantear-
se la cuestión de la interrelación entre una “estética de la existen-
cia” y su política correspondiente. Las cuestiones de “otra vida y
otro mundo” surgen de una vida “militante” cuya condición previa
se sustenta en la ruptura de las convenciones establecidas, los hábi-
tos y los valores. El paradigma estético de Guattari no está orien-
tado a la estetización de lo social y de lo político, sino más bien a
convertir la producción de la subjetividad en la práctica y en el in-
terés principal de una nueva forma de militancia y de organización
política.
Los procesos de subjetivación y sus modalidades de organización
siempre han dado pie a debates cruciales dentro de los movimien-
tos obreros que fueron los que provocaron las rupturas y las divi-
siones políticas entre los “reformistas” y los “revolucionarios”. No
podemos entender la historia del movimiento obrero si nos nega-
mos a ver las “guerras de subjetividad” (Guattari) que se han libra-
do: “Un determinado tipo de obrero de la Comuna de París sufrió
tal ‘mutación’ que la burguesía no tuvo más remedio que extermi-
narle. La Comuna de París se liquidó de la misma manera que a los
Protestantes de San Bartolomé en otra época”. Los bolcheviques se
preguntaron explícitamente a sí mismos cómo podrían inventar un
nuevo tipo de subjetividad militante en respuesta, entre otras co-
sas, a la derrota de la Comuna. El análisis del proceso de subjeti-
vación política, empezando por arrojar luz sobre las dimensiones
“micropolíticas” (Guattari) y “microfísicas” (Foucalt) del poder,
no nos exime de la necesidad de abarcar y reconfigurar la dimen-
sión macropolítica; sino todo lo contrario: “O alguien produce
nuevos instrumentos de producción de la subjetividad, ya sea bol-
chevique, maoísta o lo que sea, o la crisis irá a peor”.
La transición a la macropolítica que Guattari invoca en la cita an-
terior parece aún más necesaria puesto que ahora nos encontramos
en una situación completamente diferente a la de los años setenta.
En aquel período, la urgencia consistía en zafarse de la macropo-
lítica petrificada y esclerótica y estar al corriente de los programas
de los distintos partidos comunistas y sindicatos. En la actuali-
dad, desde que esas fuerzas han desaparecido o bien se han inte-
grado por completo en la lógica del capitalismo, lo importante es
inventar, experimentar y afianzar una macropolítica que, por un
lado, sea capaz de sacarnos de una democracia representativa (po-
lítica y social) y nos conecte con lo que Guattari llama “revolución
molecular”, y por otro, de reactivar el uso de la fuerza, el poder pa-
ra bloquear y suspender los sometimientos y la esclavitud, algo que
cumpla la misma función que las huelgas en el capitalismo indus-
trial. En ausencia de la cual, el maremoto neoliberal continuará
implementando su programa al completo: la reducción de salarios
a un nivel de subsistencia, la reducción de los servicios del Esta-
do de bienestar a lo mínimo, la privatización de todo lo que esté en
manos del dominio público, todo esto mientras se arroja a la po-
blación a la corriente regresiva del endeudamiento.
Guattari, a su manera, no sólo continúa siendo fiel a Marx, sino
también a Lenin. Por supuesto, las herramientas de producción de
la subjetividad creadas por el leninismo (el partido, la concepción
de la clase trabajadora como una vanguardia, el “militante profe-
sional”, etc.) ya no se pueden adaptar a la composición de la cla-
se actual. Pero lo que Guattari conserva de la experiencia leninista
es la metodología: la necesidad de romper con la “democracia so-
cial”, de construir nuevos instrumentos de innovación política que
36
dimension derives from relations of power and knowledge, it does
not depend on them.
For Foucault, the “care of the self ” (souci de soi) does not mean
seeking the dandy’s ideal of a “beautiful life”; it means posing
the question of the interrelationship between an “aesthetic of ex-
istence” and a corresponding politics. The questions of “anoth-
er life and another world” arise from a “militant” life whose pre-
condition lies in the break with established conventions, habits,
and values. Guattari’s aesthetic paradigm does not lead to an aes-
theticization of the social and political, but rather to making the
production of subjectivity the main practice and concern of a new
form of militancy and a new manner of political organization.
The processes of subjectification and their modalities of organi-
zation have always given rise to crucial debates within the work-
ers’ movement that were the occasion for breaks and political divi-
sions between “reformists” and “revolutionairies.”
We cannot understand the history of the worker’s movement if we
refuse to see the “wars of subjectivity” (Guattari) it has waged. “A
certain type of worker of the Paris Commune became such a ‘mu-
tant’ that the bourgeoisie had no other solution than to extermi-
nate him. The Paris Commune was liquidated the same way as the
Protestants of Saint-Bartholomew’s in another epoque.”
The Bolsheviks explicitly asked themselves how they might in-
vent a new type of militant subjectivity in response, among oth-
er things, to the defeat of the Commune. Examining the process
of political subjectification, beginning with shedding light on the
“micropolitical” (Guattari) and “microphysical” (Foucault) dimen-
sions of power, does not exempt us from the need to cover and re-
configure the macropolitical dimension. On the contrary: “Either
somebody, anybody, will produce new instruments of the produc-
tion of subjectivity – whether Bolshevist, Maoist or what have you
– or the crisis will continue to worsen.”
The transition to macropolitics invoked by Guattari in the above
quotation seems to me all the more necessary as we are now in a
completely different situation from that of the 1970s. At that time,
the urgency was about getting out of the petrified, sclerotic mac-
ropolitics informing the programs of the various Communist par-
ties and trade unions. Today, since these forces have either van-
ished or been completely integrated into the logic of capitalism,
the important thing is to invent, experience, and assert a macropo-
litics capable on the one hand of bringing us out of (political and
social) representative democracy and connecting with what Guat-
tari calls “molecular revolution”—and, on the other, of reactivat-
ing the use of force, the power to block and suspend the subjec-
tions and enslavements, something to fulfil the same function as
the strike in industrial capitalism. In the absence of which the ne-
oliberal tidal wave will continue to implement its program in full:
to reduce salaries to subsistence level; reduce Welfare State servic-
es to the minimum; privatize whatever is left of the “public” do-
main, all while pouring the population into the regressive cast of
indebtedness.
Guattari, in his way, not only remained faithful to Marx, but also
to Lenin. Of course the tools of the production of subjectivity cre-
ated by Leninism (the party, the conception of the working class as
a vanguard, the “professional militant,” etc.) are no longer adapt-
able to the composition of the current class. But what Guattari re-
tains of Leninist experimentation is the methodology: the need to
break with “social democracy,” to build new instruments of politi-
cal innovation to be deployed around the modalities of the organi-
zation of subjectivity.
Power relationships and the relations of knowledge are overcome
by the forces of self-affection, self-affirmation and self-position-
ing which, since they elude established forms of power and knowl-
edge, constitute the preconditions for a break and the start of a
se desplieguen en torno a las modalidades de organización de la
subjetividad.
Las relaciones de poder y de conocimiento se superan mediante
las fuerzas del autoafecto, autoafirmación y autoposicionamiento
que, desde que desarrollan formas establecidas de poder y conoci-
miento, constituyen las condiciones previas para una ruptura y pa-
ra el inicio de un nuevo proceso de subjetivación política y subjeti-
vación como tal.
Para Guattari, la afirmación de esta autonomía política se expre-
só por primera vez en función de la ruptura subjetiva creada por
la Primera Internacional, que “literalmente” inventó una clase tra-
bajadora que aún no existía (el comunismo de Marx contaba con
el apoyo fundamental de los artesanos y de los miembros del gre-
mio). En el capitalismo, los procesos de subjetivación deben unirse
y liberarse a la vez de las fluctuaciones económicas, sociales, políti-
cas y mecánicas. Ambas operaciones son indispensables: empezar
por el control que la esclavitud y el sometimiento tienen sobre la
subjetividad y organizar la ruptura, que es siempre una autoinven-
ción y una autodefinición.
Las normas de la producción del “ser” son aquellas normas “opcio-
nales” y orientadas a un proceso que inventamos mientras cons-
truimos “territorios sensitivos” y una singularización de la subje-
tividad a un nivel micropolítico y de las organizaciones colectivas
de expresión a un nivel macropolítico (Guattari), al crear la otre-
dad de “otra vida” y de “otro mundo” (Foucalt). De ahí parte el no
recurrir a paradigmas e instrumentos cognitivos, informativos o
lingüísticos, sino a instrumentos políticos y a paradigmas ético-
estéticos: el “paradigma estético” de Guattari y la “estética de la
existencia” de Foucalt.
Sólo cuando una mutación de la subjetividad tome forma, cuando
una nueva existencia empiece a cristalizarse (Guattari) seremos ca-
paces de experimentar una nueva relación con los cambios econó-
micos, lingüísticos, técnicos, sociales y comunicativos. Para crear
nuevas formas de discurso, conciencia y política, uno debe tras-
pasar un punto innombrable, un punto inenarrable de absoluta in-
consciencia, ignorancia e incultura. Es así como surge el dispara-
te (tautológico) de concebir la producción como una producción
de la conciencia por medio de la conciencia. Las teorías del capita-
lismo cognitivo, la sociedad de la información y el capitalismo cul-
tural, que afirman ser teorías de la innovación y de la creación, fra-
casan precisamente al imaginarse el proceso mediante el cual la
“creación” y la “innovación” se llevan a cabo, puesto que el lengua-
je, la conciencia, la información y la cultura son en su mayoría in-
suficientes para la consecución de estos fines.
Para que la subjetivación política tenga lugar, se tienen que atra-
vesar necesariamente estos momentos en los que los significados
dominantes están suspendidos y el control de la esclavitud mecá-
nica está neutralizado. Las huelgas, la rebelión, las revueltas y la lu-
cha en general establecen momentos de ruptura y de suspensión
del tiempo cronológico, la neutralización de las formas de some-
timiento y esclavitud, de donde no emergen nuevas subjetivida-
des ni inmaculadas ni virginales, sino más bien caldos de cultivo,
inicios, embriones de subjetivación cuya realización y prolifera-
ción dependerán de un proceso de construcción que se debe arti-
cular, sin recurrir a las técnicas de representación, la relación entre
la “producción (deseada)” y la “subjetivación”.
Si en lo sucesivo la crisis sólo produce formas negativas y regresi-
vas de subjetivación y de esclavitud (el hombre endeudado), si el
capitalismo es incapaz de aunar la producción y la producción de
la subjetividad de otra manera que no sea salvaguardando los de-
rechos de propiedad del capital, las herramientas de la teoría de-
berán demostrar que son capaces de prever las condiciones de
una subjetivación política que sea además una mutación existen-
cial opuesta al capitalismo que ya está experimentado una crisis de
proporciones históricas.
new process of political subjectification and subjectification pure
and simple.
For Guattari, the affirmation of this political autonomy was first
expressed through the subjective break created by the First In-
ternational, which “literally” invented a working class that didn’t
exist yet (the communism of Marx’s day leaned essentially on
craftsmen and guild members.) In capitalism, the processes of sub-
jectification must at once come together and liberate themselves
from economic, social, political and mechanical fluctuations. Both
operations are indispensible: starting with the hold that the en-
slavements and subjections have on subjectivity, and organizing
the break, which is always a self-invention and self-definition.
The rules of the production of self are those “optional” and pro-
cess-oriented rules that we invent while constructing “sensitive ter-
ritories” and a singularization of subjectivity at the micropolitical
level and of the collective organizations of expression at the mac-
ropolitical level (Guattari), by creating the otherness of “another
life” and “another world” (Foucault). From this comes the recourse
not to cognitive, informational or linguistic instruments and para-
digms, but to political instruments and paradigms that are ethico-
aesthetic—the “aesthetic paradigm” of Guattari and the “aesthet-
ics of existence” of Foucault.
It is only as a mutation of subjectivity takes shape, as a new ex-
istence begins to crystallize (Guattari), that we will be able to ex-
perience a new relationship with economic, linguistic, technical,
social and communicational fluxes. To create new forms of dis-
course, consciousness, and politics one must pass through an un-
namable point, a point of absolute non-narrative, non-knowledge,
non-culture, non-consciousness. From this arises the (tautologi-
cal) absurdity of conceiving production as the production of con-
sciousness by means of consciousness. The theories of cognitive
capitalism, the information society, and cultural capitalism, which
claim to be theories of innovation and creation, fail precisely to
conceive of the process through which “creation” and “innova-
tion” are realized, since language, consciousness, information and
culture are for the most part insufficient to these ends.
In order to take place, political subjectification must necessari-
ly pass through these moments where dominant meanings are sus-
pended and the hold of mechanical enslavement is neutralized.
Striking, rebellion, rioting, and struggle in general constitute mo-
ments of rupture and the suspension of chronological time, the
neutralization of forms of subjection and enslavement, where what
emerges are not virginal, immaculate new subjectivities but breed-
ing grounds, beginnings, embryos of subjectification whose re-
alization and proliferation will depend upon a process of con-
struction that must articulate, without recourse to techniques of
representation, the relationship between “(desiring) production”
and “subjectification.”
If the crisis henceforth produces only negative and regressive
forms of subjection and enslavement (the indebted man), if cap-
italism finds itself unable to bring together production and the
production of subjectivity in any other way than to safeguard cap-
ital’s property rights, the tools of theory must prove able to envi-
sion the conditions for a political subjectification that is also an
existential mutation in opposition to capitalism as it experiences a
crisis already of historic proportions.
37
38
39
 Ética del
discurso,
imperativo de
la disidencia y
eticonomía
PSJM
Indignación: ƒ Sentimiento vivo de desagrado
causado en alguien por algo
que hiere su sentido de la justicia o de la moral.
Todo levantamiento político en defensa de los derechos de indivi-
duos o colectivos se funda en una demanda de tipo moral. El mo-
vimiento global Indignad@s/Occupy se alza básicamente contra la
“codicia” de los mercados financieros, anunciando una revolución
ética —y, por extensión, política— con el fin de conseguir una de-
mocracia participativa o directa, al grito de “una democracia re-
al ya”. Repasaremos algunas claves del debate filosófico sobre el
comportamiento ético para tratar de acotar provisionalmente una
“ética de la indignación” e intentar enmarcarla en una tradición
discursiva con el ánimo de arrojar algo de luz sobre sus procedi-
mientos operativos de organización y fundamentar la legitimidad
de sus acciones. Revisaremos también los problemas de una ética
aplicada a la economía manteniendo la separación de esferas pro-
pia de la modernidad para finalmente imaginar posibles aplicacio-
nes sustantivas de una ética integrada en la lógica económica.
En la ética filosófica se enfrentan dos tendencias: las éticas teleoló-
gicas, que se refieren a los fines [telos], representada por Aristóte-
les y los hedonistas; y las éticas deontológicas basadas en el deber
[deon], con la racionalidad Ilustrada de Kant como buque insignia.
Para Aristóteles, todo ser humano actúa de acuerdo a la consecu-
ción de un fin, y este fin último es la felicidad —eudemonía—. En
el caso del hedonismo epicúreo, el fin será la ataraxia —la tranqui-
lidad del alma— y en el del utilitarismo, conseguir el “mayor bien
para el mayor número”. Las éticas teleológicas toman la idea del
bien como eje central. Se trata de la práctica de una vida buena, de
una vida virtuosa. Aristóteles considera a la phrónesis —una pru-
dencia calculadora— como la virtud de mayor rango. En último
término, la formación de ciudadanos virtuosos en la Grecia clási-
ca tendrá como objetivo la buena participación en la vida pública
de la polis. La Ética se muestra así como el preámbulo de la Políti-
ca. Sin embargo, la pertenencia a la polis entendida como un vín-
culo natural —el hombre es un “animal político”, que diría el Esta-
girita— se oscurece con la llegada de la modernidad y la necesidad
de establecer una fundamentación y racionalización del comporta-
miento moral a partir de un ideal de individuo, el sujeto moderno,
que difiere notoriamente del ideal de ciudadano clásico. En el Es-
tado moderno aquél vinculo natural del individuo con el Estado-
ciudad se desnaturaliza y se pasa a entender el lazo comunitario
40
Discourse
ethics, the
imperative of
dissent and
ethiconomics
Indignation: A passionate feeling of discontent
provoked by something
that wounds one’s sense of justice or moral.1*
Every public uprising in defence of individual or group rights is
based on demand a moral nature. The global Indignad@s/Occupy
movement basically arose against the “greed” of the financial mar-
kets, calling for an ethical —and, by extension, political— revo-
lution with the objective of attaining a participative or direct de-
mocracy, crying out for “real democracy now”. We shall review
some key aspects of the philosophical debate about ethical con-
duct in order to try to provisionally delimit the “ethics of indigna-
tion” and attempt to fit them within a discursive tradition, with
the intention of throwing some light on their operating organiza-
tion procedures and arguing the legitimacy of their actions. We
will also review the problems of maintaining the separation of
fields characteristic of modernity in the application ethics to eco-
nomics, in order to, finally, imagine the potential substantive ap-
plications of ethics integrated in the logic of economics.
There are two conflicting tendencies in philosophical ethics: tele-
ological ethics, which refer to the aims [telos], represented by Aris-
totle and the hedonists; and the deontological ethics, based on du-
ty [deon], with the illustrated rationality of Kant as its flagship.
For Aristotle, every human being acts in order to attain an end,
and that final end is happiness [eudemonia]. In the case of Epicu-
rean hedonism, the end is ataraxia —peace of the soul—, and in
that of utilitarianism, attaining the “greatest good for the greatest
number”. Teleological ethics have the idea of good as the central
point. They focus on leading a good life, a virtuous life. Aristot-
le considers phronesis —a calculating prudence— to be the great-
est virtue. Ultimately, the education of virtuous citizens in classi-
cal Greece had the objective of positive participation in the public
life of the polis. Ethics is thus the preamble to Politics. Howev-
er, belonging to the polis understood as a natural bond —man is a
“political animal”, as the Stagirite would say— fades with the ar-
rival of modernity and the need to establish an argumentation and
rationalization of moral behaviour based on the ideal of the indi-
vidual, the modern subject, that is notoriously different from the
Translator’s note: definition of the Spanish word, indignación, from:
1. 
Diccionario Abreviado del Español Actual [Abridged Dictionary of
Contemporary Spanish], Aguilar, Madrid, 2000.
como un “contrato social” entre el individuo y el grupo. La meta de
la política ya no es la felicidad —del ciudadano, del Estado— si-
no que su cometido será luchar por los derechos individuales. Por
otro lado, la paulatina secularización de la sociedad conllevará el
paso de los antiguos sistemas monoteístas —con preceptos mora-
les a los que obedecer bajo amenaza de sanción divina— a las nue-
vas sociedades politeístas, como Weber las denomina, de valores
plurales. Es decir, se pierde el marco de referencia externa y se re-
serva al individuo toda responsabilidad sobre sus actos. El ser hu-
mano es libre para obrar. O como decía Sartre, está “condenado a
ser libre”.
Kant profundizó en las consecuencias de la “falacia naturalista” de
Hume, que nos avisa de que no podemos confundir lo que es con
lo que debe ser. Es decir, la necesidad de marcar una clara diferen-
cia entre el campo de estudio de la ciencia y el de la Ética. La mecá-
nica newtoniana, presidida por el determinismo causal que explica
y predice los fenómenos naturales, está muy lejos de poder aplicar-
se a las ciencias sociales, pues los actores sociales actúan con liber-
tad y por lo tanto son imprevisibles. Porque el mundo humano, co-
mo apunta Muguerza, es un mundo de “intenciones” y no sólo de
“causas”. Cuando alguien dice “Las circunstancias me obligaron a
actuar como lo hice” se está otorgando a sí mismo el beneficio de la
causalidad, reificándose, justificando su acción como si no hubiera
otra posibilidad: está eludiendo su responsabilidad como ser hu-
mano, pasando a ser una cosa más entre las cosas.
La responsabilidad y autonomía del individuo constituyen ejes
centrales en la razón práctica de Kant, que ensalza la dignidad del
ser humano, ya proclamada en el siglo XV por Pico della Mirando-
la [Discurso sobre la dignidad del hombre]. No somos cosas, no so-
mos medios, somos fines en sí mismos. Con semejante ideal de ser
humano el comportamiento moral requiere de una guía estable y
por tanto de un marco de referencia; un mandato moral que su-
pere las particularidades de la subjetividad, un principio de uni-
versalidad. “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al
mismo tiempo que se torne ley universal”, el imperativo categóri-
co kantiano. Obra sometido a una regla que tú te impongas, pero
que valga para todos, que sea justa si se aplica a todos los otros. En
cierta medida este imperativo categórico seculariza la famosa regla
de oro “no hagas al otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. O,
si se prefiere, “ponte en el lugar del otro”.
Diskursethik
En la primera mitad de siglo XX todas las corrientes de pensa-
miento se ven sacudidas por lo que Rortry denominó el “giro lin-
güístico”. El estructuralismo de Saussure y Lévi-Strauss, la her-
menéutica de Heidegger y su discípulo Gadamer o la filosofía
analítica de Moore y Wittgenstein se vuelcan en el lenguaje, pero
también otras corrientes como los marxismos, el existencialismo,
la fenomenología o el psicoanálisis serán invadidas por el “impe-
rio de los signos”. Como una continuación crítica de este giro lin-
güístico se produce, en la segunda mitad del siglo pasado, el “giro
a la práctica”. Se mantiene una visión de la realidad como traspa-
sada por lo simbólico, pero el interés se dirige ahora a los proce-
sos y al sujeto como agente, que si bien está condicionado por las
estructuras sociales, puede igualmente transgredirlas y modificar-
las. La falta de dinamismo que presentaban las rígidas estructu-
ras de la antropología de Lévi-Strauss será contestada con la “teo-
ría de la práctica” de autores como Bourdieu y Otner. Conflicto
y consenso, estudio de las sociedades de forma diacrónica: como
proceso. El carácter excesivamente formal de los juegos lógicos de
la filosofía analítica resultaba asimismo insuficiente, y ya el Witt-
genstein de las Investigaciones privilegió la visión del “lenguaje co-
mo uso”. En la reflexión ética, tomando como base la semiótica
pragmática del americano Pierce que se refiere a los actos del ha-
bla y entiende el estudio de la semiosis como del conjunto de los
classical citizen. In the modern state, that natural bond of the in-
dividual with the city-state is distorted, and the community bond
becomes understood as a “social contract” between the individual
and the group. The aim of politics is no longer happiness —of the
citizen, of the state— but rather, its mission will be the struggle for
individual rights. On the other hand, the gradual secularization
of society will lead to going from the old monotheistic systems —
with moral precepts which must be obeyed under the threat of di-
vine sanction— to new polytheistic societies, as Weber calls them,
with plural values. That is to say, the external frame of reference is
lost, and all the responsibility for one’s acts is reserved for the in-
dividual. The human being is free to act. Or, as Sartre said, is “con-
demned to be free”.
Kant went deeper into the consequences of Hume’s “naturalist fal-
lacy”, which warns us that we cannot confuse what is with would
should be. That is to say, the need to mark a clear difference be-
tween the fields of study of science and of ethics. Newtonian me-
chanics, dominated by causal determinism that explains and pre-
dicts natural phenomena, are very far from being applicable to the
social sciences, as the social actors act with freedom and are there-
fore unpredictable. Because, as Muguerza points out, the human
world is a world of “intentions” and not only of “causes”. When
someone says “circumstances obliged me to act as I did”, he is giv-
ing himself the benefit of causality, reifying himself, justifying his
action as if there were no other option; eluding his responsibility
as a human being, becoming another thing among things.
The individual’s responsibility and autonomy are the central as-
pects in Kant’s practical reason, which extols the dignity of the
human being, already proclaimed in the fifteenth century by Pi-
co della Mirandola [Oration on the Dignity of Man]. We are not
things, we are not means, we are ends in ourselves. With this ide-
al of the human being, moral conduct requires a stable guide and,
therefore, a frame of reference; a moral mandate that overcomes
the specificities of subjectivity, a principle of universality. “Act on-
ly according to that maxim whereby you can, at the same time, will
that it should become a universal law”, the categorical Kantian im-
perative. Act according to a rule that you impose on yourself, but
that is valid for everyone, that is just if it is applied to all the oth-
ers. In a certain measure, this categorical imperative secularizes the
famous golden rule “do unto others as you would have them do un-
to you”. Or, if you prefer, “put yourself in the other’s place”.
Diskursethik
In the first half of the twentieth century, all the currents of
thought are shaken by what Rortry called the “linguistic turn”.
The structuralism of Saussure and Lévi-Strauss, the hermeneu-
tics of Heidegger and his disciple Gadamer, or the analytical phi-
losophy of Moore and Wittgenstein are deeply involved with
language, but other currents such as all the various Marxisms, ex-
istentialism, phenomenology or psychoanalysis, will also be in-
vaded by the “empire of the signs”. As a critical continuation of
that linguistic turn, in the second part of the last century there is a
“turn to practice”. The view of reality as permeated with the sym-
bolic is maintained, but interest is now directed towards process-
es and the subject as an agent who, although conditioned by the
social structures, can also transgress and modify them. Authors
such as Bourdieu and Otner provide a response to the lack of dy-
namism of the rigid structures of Lévi-Strauss’ anthropology. Con-
flict and consensus, the diachronic study of societies as a process.
The excessively formal nature of the logical games of analytical
philosophy was also insufficient, and the Wittgenstein of the In-
vestigations already privileged the view of “language as use”. In
ethical thought, Apel, taking as a base the pragmatic semiotics of
the American Pierce, who makes reference to acts of speech and
understands the study of semiotics as a set of “signic processes”,
41
“procesos sígnicos”, Apel propone una comunidad ideal de la comu-
nicación que venga a sustituir al Sujeto trascendental kantiano: una
instancia superior intersubjetiva tomada a priori que legisla la con-
ducta. Apel, manteniéndose aún en la esfera trascendental kantia-
na, propone una hermenéutica pragmática de índole procedimen-
tal. La ética del discurso [Diskursethik] de Habermas sigue esta
línea, aunque se desentiende de cualquier pretensión trascenden-
tal. El último bastión de la Escuela de Frankfurt transforma el pri-
mer imperativo categórico de Kant, “Obra sólo según una máxima
tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley univer-
sal”, de cariz netamente monológico, en una formulación dialógi-
ca: “En lugar de considerar como válida para todos los demás cual-
quier máxima que quieras ver convertida en ley universal, somete tu
máxima a la consideración de todos los demás con el fin de hacer va-
ler discursivamente su pretensión de universalidad”. El núcleo de la
validez universal se desplaza de lo subjetivo a lo intersubjetivo por
medio de un consenso alcanzado en la comunicación. Para lograr
dicho consenso han de existir unas condiciones previas, lo que Ha-
bermas denomina situación ideal del habla, y que se pueden resu-
mir en “la distribución simétrica de las oportunidades de elegir y
realizar actos del habla”. Una simetría, o igualdad, a la que Rawls
también apela, que ha de darse en un estado de libertad, carente de
toda coacción sobre los individuos. Cualquiera que se haya pasado
por la Puerta del Sol los días que siguieron al 15 de mayo de 2011
sabrá que estas condiciones se cumplieron allí, y en el resto de pla-
zas tomadas por la ciudadanía en todo el Estado, practicando un
ejercicio de democracia directa o participativa sin precedentes. Sin
embargo, esta práctica supone una excepción, que además lleva ca-
mino de ser proscrita, a tenor de las últimas noticias que nos llegan
del nuevo gobierno de Mariano Rajoy, que pretende criminalizar y
penalizar “legalmente” —aunque, como veremos, no legítimamen-
te— la desobediencia pasiva y pacífica.
El proceso de toma de decisiones por asamblea que ejercita el mo-
vimiento indignado casa muy bien con esta forma de establecer los
procedimientos discursivos, léase democráticos, bajo el abrigo de
una norma moral intersubjetiva. La posibilidad de consenso incide
directamente sobre la actitud de los actores. Es cierto que el hecho
de que exista tal posibilidad no quiere decir que el consenso llegue
a darse de facto, pero en el mismo ejercicio de la práctica asamblea-
ria hay siempre una voluntad de entendimiento; en el mismo ha-
blar, la revolución se produce. Pero este consenso sólo puede tener
éxito si no se trata de llevar a cabo una negociación, sino un deba-
te donde la fuerza del mejor argumento defienda, no lo bueno pa-
ra un individuo o una fracción, sino el bien común, lo justo pa-
ra todos. Abordando el problema de la justicia desde la política y
no desde la metafísica, la Teoría de la Justicia de Rawls se propone
dotar de una ética procedimental equitativa a las sociedades plu-
rales propias de nuestras democracias liberales. La raíces kantia-
nas de esta filosofía moral desprecian la persecución del bien que
promulga la ética de los fines al considerarla una acción interesa-
da, egoísta. Kant entendía la métrica de la phrónesis aristotélica co-
mo sagacidad, como razón instrumental, y estaba convencido de
que la voluntad no es buena por los resultados, sino por sí misma.
Rawls lo expresa del siguiente modo: “El interés egoísta no permi-
te garantizar en una sociedad más que un modus vivendi, funda-
do en intereses egoístas y resultado de una negociación. […] Quien
entra en un pacto por un interés distinto de su valor mismo lo vio-
la cuando le interesa y se beneficia de que los demás lo cumplan”
(Cfr. Cortina, 2007: 387). Lo correcto, lo justo, es lo que exige uni-
versal cumplimiento, mientras que lo bueno sólo atañe a quienes lo
prefieren.
El derecho a decir “No”
Frente al consenso de las posturas contractualistas y consensua-
listas de Habermas y Rawls, opone Javier Muguerza el conflic-
to. Rawls deposita en la instituciones democráticas la legitimidad.
42
proposes an ideal community of communication to substitute Kant’s
transcendental Subject: a superior intersubjective instance taken a
priori that legislates behaviour. Still keeping within the transcen-
dental sphere of Kant, Apel proposes pragmatic hermeneutics of a
procedural type. Habermas’ discourse ethics [Diskursethik] follow
in this line, although they abandon any transcendental intention.
The last bastion of the Frankfurt School, he transforms Kant’s first
categorical imperative, “act only according to that maxim where-
by you can, at the same time, will that it should become a universal
law”, of a purely monological nature, into a dialogical formulation:
“Rather than ascribing as valid to all others any maxim that I can
will to be universal law, I must submit my maxim to the considera-
tion of all others for purposes of discursively testing its claim to uni-
versality”. The nucleus of universal validity is displaced from be-
ing subjective to being intersubjetive through a consensus reached
in communication. Two prior conditions must exist in order to at-
tain that consensus, which Habermas calls the ideal speech situa-
tion, and which can be summed up in “the symmetrical distribu-
tion of the opportunities to choose and to carry out speech acts”. A
symmetry, or equality, to which Rawls also appeals, that must oc-
cur in a state of freedom, with no coercion of the individuals. Any-
one who has passed by Puerta del Sol on the days that followed 15
May 2011 knows that these conditions were fulfilled there, and in
the rest of the squares occupied by the citizens in the whole coun-
try, in an exercise of direct or participative democracy without
precedent. However, this practice is an exception, which is further-
more about to be outlawed, according to the latest news that reach
us from Mariano Rajoy’s new government, which intends to crim-
inalize and “legally” —although, as we will see, not legitimately—
punish passive and pacific disobedience.
The process of making decisions by assembly put into practice by
the indignados movement fits in very well with this form of estab-
lishing discursive —read democratic— procedures under the pro-
tection of an intersubjective moral standard. The possibility of
consensus has a direct influence on the attitude of the actors. It is
true that the existence of that possibility does not imply a de facto
consensus, but in the very practice of assemblies, there is always a
desire for understanding; the revolution takes place in the speak-
ing. But this consensus may only be successful if it is not reached
through engaging in a negotiation, but rather through a debate in
which the power of the best argument is that it defends not what
is good for an individual or a part, but the common good, what
is just for everyone. Tackling the problem of justice from the per-
spective of politics and not that of metaphysics, Rawls’ Theory of
Justice proposes to endow the plural societies characteristic of our
liberal democracies with equitable procedural ethics. The Kantian
roots of this moral philosophy reject the pursuit of good brought
about by the ethics of the ends, considering it an interested, self-
ish action. Kant understood the calculative nature of Aristote-
lian phronesis as cleverness, as instrumental reason, and he was
convinced that the will is not good for its results, but in and of it-
self. Rawls expresses it as follows: “Selfish interest does not allow
to guarantee more than a modus vivendi in a society, based on self-
ish interests and the result of a negotiation. […] He who enters in-
to an agreement for an interest other than its value in and of itself,
violates it when it is of interest and benefits from others fulfilling
it” (See Cortina, 2007: 387). The correct, the just, is what demands
universal fulfilment, while the good is the concern only of those
who prefer it.
The right to say “No”
Javier Muguerza opposes conflict to the consensus of the con-
tractualist and consensualist positions of Habermas and Rawls.
Rawls places legitimacy in the democratic institutions. Moral de-
mands would become institutionalized and materialize in a con-
stitution, by means of a contractual consensus, becoming laws. A
Las demandas morales conseguirían institucionalizarse y mate-
rializares en una constitución, por medio de un consenso contrac-
tual, pasando a ser leyes. Un poder constitucional, judicial, que de-
be prevalecer sobre el ejecutivo y el legislativo. Sin embargo, como
argumenta Mugerza, muchos de los derechos humanos no se han
conseguido a partir de una constitución, sino entrando en conflic-
to con ella. Es el caso de las demandas abolicionistas que hubie-
ron de toparse precisamente con una constitución americana que
no recogía los derechos de los afroamericanos. Este debate entre
la Ética y el Derecho —la demanda moral y la institucionalización
de facto de tal demanda— divide a “consensualistas” y “conflictua-
listas”. En el siglo XIX, Rudolf von Ihering publica el opúsculo La
lucha por el Derecho, donde expone una historia del Derecho en la
que se puede comprobar que los cambios han sido operados ca-
si siempre por medio de una revolución. “Sólo luchando alcanzare-
mos nuestros derechos”.
Se ha de establecer entonces una nítida diferencia entre lo que es
legal y lo que es legítimo. La legalidad puede no ser justa, y la legiti-
midad, basada en la idea de justicia plena, siempre será una utopía
y no un hecho. La legitimidad política es un tipo de apoyo que de-
riva no tanto de la fuerza o de su amenaza, sino de los valores que
tienen los individuos, es “una forma de evaluación que se aplica a
una conducta futura, esperada y deseada” (Parsons,1963: 238). Es
decir, corresponde al campo de estudio de la ética política, que se
ocupa de lo que debe ser y no de lo que ya es, terreno del Derecho
y la legalidad. Conviene aquí recordar la contraposición que ha-
ce Aranguren entre “democracia como institución” y “democracia
como moral”. La primera sería la democracia establecida, tan só-
lo una imperfecta materialización del Estado democrático y social de
Derecho que requiere del acompañamiento de una instancia crítica,
la “democracia como moral”. En la demanda de una “¡Democracia
real ya!” se está exigiendo que la utopía se haga real, y que se ha-
ga real “¡Ya!” Quizá en el convencimiento de que las utopías sirven
tan sólo para ser perseguidas, pero conscientes también de que en
el camino a ese horizonte políticamente horizontal se conquistarán
derechos sociales o al menos se despertarán conciencias.
El individualismo cosmopolitista de Javier Muguerza, de cor-
te ciertamente libertario, recurre también a Kant, pero ahora pa-
ra legitimar la desobediencia ética —y en consecuencia, civil—.
Si antes, con Habermas, nos referíamos a la transformación dialó-
gica del primer imperativo categórico kantiano —el de la univer-
salidad—, Muguerza rescata para el disenso el segundo imperati-
vo categórico —el de los fines—, que se refiere a la dignidad de las
personas. Dice así: “Obra de tal modo que tomes a la humanidad,
tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un
fin al mismo tiempo y nunca meramente como un medio”. No uti-
lices al otro como una cosa, como un medio, sino considéralo co-
mo un fin en sí mismo, al igual que te consideras tú. Muguerza se-
ñala el carácter primordialmente “negativo” de este imperativo
“de los fines”, pues “antes que fundamentar la obligación de obe-
decer ninguna regla, su cometido es el de autorizar a desobedecer
cualquier regla que el individuo crea en conciencia que contradi-
ce aquel principio” (Muguerza, 1986: 302). Es decir, un imperativo
moral que fundamenta el derecho a decir “No”. A este imperativo
de la dignidad humana, Muguerza lo denomina el imperativo de la
disidencia, pero bien podría ser el imperativo de la indignación: el
derecho a desobedecer legítimamente ante ese “sentimiento vivo
de desagrado causado en alguien por algo que hiere su sentido de
la justicia o de la moral”.
Eticonomía
Lo que nuestra conciencia moral reclama hoy es justicia econó-
mica. En medio de la debacle actual, producto de las políticas
constitutional, judicial power that must prevail over the execu-
tive and the legislative. However, as Muguerza argues, many hu-
man rights were not attained through a constitution, but by com-
ing in conflict with it. This is the case of the abolitionist demands
that had to come against precisely with an American constitution
that did not include the rights of Afro-Americans. This debate be-
tween ethics and law —the moral demand and the de facto institu-
tionalization of that demand— divides the “consensualists” and
the “conflictualists”. In the nineteenth century, Rudolf von Iher-
ing published the treatise The Struggle for Law, where he present-
ed a story of law that shows that the changes have almost always
been brought about by a revolution. “By struggling shalt thou ob-
tain thy rights”.
Thus, a clear difference must be established between that which is
legal and that which is legitimate. Legality may not be just, and le-
gitimacy, based on the idea of full justice, shall always be a uto-
pia and not a fact. Political legitimacy is a type of support that de-
rives not so much from force or the threat of force, but from the
values of the individuals, it is “a form of evaluation applied to a fu-
ture, awaited and desired behaviour” (Parsons,1963: 238). That is
to say, it corresponds to the field of study of political ethics, which
deal with what should be and not with what already is, a territo-
ry of the law and legality. Here we should recall the comparison
made by Aranguren between “democracy as an institution” and
“democracy as moral”. The former would be the established de-
mocracy, only an imperfect materialization of the social and demo-
cratic rule of law which must be accompanied by a critical author-
ity, the “democracy as moral”. The demand for a “Real democracy
now!” is a demand for the utopia to become real, and to become
real “Now!” Perhaps in the conviction that utopias serve only to be
pursued, but also conscious that on the path to this politically hor-
izontal horizon, social rights will be won or at least consciousness-
es awakened.
The cosmopolitan individualism of Javier Muguerza, certainly of a
libertarian nature, also resorts to Kant, but now to legitimate eth-
ical —and as a result, civil— disobedience. If earlier, with Haber-
mas, we made reference to the dialogical transformation of Kant’s
first categorical imperative —that of universality—, Muguerza re-
covers for dissent the second categorical imperative —that of the
ends—, which refers to the dignity of individuals. It says: “Act in
such a way that you treat humanity, whether in your person or in
the person of any other, always as an end and never merely as a
means”. Do not use the other as a thing, as a means, but consid-
er the other as an end in itself, as you consider yourself. Muguerza
points to the primordially “negative” nature of this imperative “of
the ends”, as “rather than establishing the obligation to obey any
rule, its task is that of authorizing to disobey any rule that the indi-
vidual truly believes contradicts that principle” (Muguerza, 1986:
302). That is to say, a moral imperative that establishes the right to
say “No”. Muguerza calls this imperative of human dignity the im-
perative of dissident, but it might well be the imperative of indig-
nation: the right to legitimate disobedience when overcome with
that “passionate feeling of discontent provoked by something that
wounds one’s sense of justice or moral”.
Ethiconomics
What our moral conscience demands today is economic justice.
In the midst of the current collapse, the result of neoliberal poli-
tics, there is a struggle against two systemic vices: the “greed” of
the financial markets and the “corruption” of the politicians, who
dance to the tune of those markets. Thus it would seem that it is
43
neoliberales, se lucha contra dos vicios sistémicos: la “codicia” de
los mercados financieros y la “corrupción” de los políticos, que
bailan al son de esos mercados. Parecería entonces que es el egoís-
mo, un asunto del campo de la Ética, aquello que está demoliendo
la estabilidad social. Pero al señalar el egoísmo como elemento pri-
mordial de la motivación económica del sistema capitalista, pare-
ce necesario replantearse la misma racionalidad económica desde
una perspectiva moral. Si la teoría económica formal acepta la ley
del máximo beneficio, una conducta egoísta, un concepto inmo-
ral, como racional —que no razonable, como advierte Rawls—, la
Ética tiene algo que decir acerca de una cuestión que es de su ente-
ra competencia. No vamos a desplegar aquí una reflexión sobre los
vicios y las virtudes, pero sí apuntar someramente la posibilidad
de fundir los valores éticos y los económicos en una “nueva cien-
cia eticonómica”.
Últimamente, el nombre de Adam Smith a salido a la palestra bas-
tante a menudo. En La Riqueza de las Naciones, el padre del libe-
ralismo económico retrata al ser humano como un animal racional
movido exclusivamente por su propio interés. El homo oeconomi-
cus, batallando en una guerra de todos contra todos y asistido por
una mano invisible del mercado que equilibraría y autorregularía
tal contienda de egos permanente, proporcionando las más altas
cotas de bienestar social. Smith se equivocó, sin duda. No obstan-
te, conviene recordar la otra gran obra de este filósofo, La Teoría de
los sentimientos morales, en donde la humildad, la generosidad y el
espíritu cívico son presentados como las cualidades más útiles pa-
ra la sociedad. En una suerte de intuicionismo aristotélico, Adam
Smith identifica dos dimensiones fundamentales de la conduc-
ta ética: la simpatía —o empatía— y la prudencia —phrónesis—.
La empatía es una cualidad instintiva, la prudencia responde a los
mandatos de la razón.
Amartya Sen, filósofo moral y Premio Nobel de Economía (1998),
sostiene que la moderna economía científica malinterpretó el pen-
samiento de Smith al prestar atención solamente a su teoría econó-
mica, dejando de lado su Ética. Nosotros pensamos que Smith sim-
plemente debería haber escrito un único libro que considerara las
motivaciones y valores desde ambas perspectivas, la económica y
la moral. Esto hubiera bastado para advertir que sus teorías del in-
terés propio y la mano invisible no casan demasiado bien con la
simpatía y la prudencia. La separación de esferas propia de la mo-
dernidad, y el ilustrado escocés es un paradigma en este sentido, ha
generado que se desvincule la teoría económica de otros ámbitos.
Al separarse la reflexión ética y la actividad económica, por la pro-
pia lógica de ésta última, se fue configurando un modelo de eco-
nomía de carácter eminentemente científico y técnico, muy acorde
con la ética cuantificable y utilitarista de Bentham. Sin embargo,
por muy separada que estuviera la ciencia económica del resto de
campos del conocimiento, el concepto burgués de homo oeconomi-
cus fue impregnando como un virus todas las formas de conducta
social hasta llegar a naturalizarse. En un alarde de etnocentrismo,
lo puramente histórico y contingente como es el sistema de merca-
do, quiso presentarse como característica esencial del ser humano.
Pero no conviene confundir intercambio con mercado.
Karl Polanyi (1957) distinguió la “definición formal” de la econo-
mía de la “definición sustantiva”. La “economía formal” está uni-
da a la idea de que conceptos como los de escasez y elección pue-
den ser aplicados a toda sociedad. Es una variante de la teoría de la
elección, que parte del supuesto de escasez. Por contra, la “econo-
mía sustantiva” entiende la economía como el estudio de las for-
mas que toman las relaciones sociales para la producción de las
condiciones materiales de existencia de los seres humanos. Existe
una diversidad de sistemas económicos, no hay categorías econó-
micas universales. La economía entendida de esta forma es un pro-
ceso institucionalizado, es decir, se encuentra imbricado en ins-
tituciones económicas pero también políticas, religiosas, etc. La
economía formal se inscribe en el campo de la lógica; la sustan-
tiva, en el de la realidad. Polanyi, diferencia entonces tres prin-
cipios orientadores de intercambio: el “principio de mercado”, la
44
selfishness, a matter from the field of ethics, that is demolishing
social stability. But on pointing to selfishness as the essential ele-
ment of the economic motivation of the capitalist system, it seems
necessary to reconsider the same economic rationality from a mor-
al perspective. If formal economic theory accepts the law of maxi-
mum profit, a selfish behaviour, an immoral concept, as rational —
and not reasonable, as Rawls warns—, then ethics have something
to say about a question that it totally within its competence. We
are not going to unfold a reflection on vices and virtues here, but
we are going to briefly suggest the possibility of fusing ethical and
economic values into a “new ethiconomic science”.
Of late, the name of Adam Smith has come up fairly frequently. In
The Wealth of Nations, the father of economic liberalism portrays
the human being as a rational animal moved exclusively but his
own interest. The homo oeconomicus, waging a war against all and
aided by the invisible hand of the market that would permanently
balance and self-regulate that struggle of egos, providing the high-
est levels of social welfare. Without a doubt, Smith was wrong.
Nevertheless, we should recall this philosopher’s other great work,
The Theory of Moral Sentiments, in which humility, generosity and
civic spirit are presented as the quality most useful to society. In a
sort of Aristotelian intuitionism, Adam Smith identifies two fun-
damental dimensions of ethical conduct: sympathy —or empa-
thy— and prudence —phronesis—. Empathy is an instinctive qual-
ity, prudence obeys the mandates of reason.
Amartya Sen, moral philosopher and Nobel Prize in economics
(1998), maintains that modern scientific economics misinterpret-
ed Smith’s thought in paying attention only to his economic theo-
ry, disregarding his ethics. We believe that Smith should have sim-
ply written a single book that would have considered motivations
and values from both perspectives, the economic and the mor-
al. That would have sufficed to note that his theories of self-inter-
est and the invisible hand are not easily reconciled with sympathy
and prudence. The separation of the spheres characteristic of mo-
dernity, and the illustrated Scotsman is a paradigm in this sense,
has resulted in the disassociation of economic theory from oth-
er spheres. With the separation of ethical thought and economic
activity, by the very logic of the latter, an eminently scientific and
technical economic model was configured, very much in accord
with Bentham’s quantifiable and utilitarian ethics. However, sep-
arated as the science of economic was from the rest of the spheres
of knowledge, the bourgeois concept of homo oeconomicus infected
all the forms of social conduct like a virus, until it was fully adopt-
ed as natural. In a display of ethnocentrism, what is purely histori-
cal and contingent, such as the market system, was presented as an
essential characteristic of the human being. But exchange should
not be confused with the market.
Karl Polanyi (1957) distinguished the “formal definition” of eco-
nomics from the “substantive definition”. “Formal economics” is
based on the idea that concepts such as scarcity and choice can be
applied to any society. It is a variation of the theory of choice, based
on the assumption of scarcity. On the other hand, “substantive
economics” understand economics as the study of the forms that
social relationships take for the production of the material condi-
tions for human beings’ existence. There is a diversity of econom-
ic systems, there are no universal economic categories. Econom-
ics understood in this manner are an institutionalised process, that
is to say, involved in institutions that are economic, but also polit-
ical, religious, etc. Formal economics falls within the territory of
logic; substantive economics, in that of reality. Thus Polanyi dif-
ferentiates between three principles that orient the exchange: the
“market principle”, “redistribution” and “reciprocity”. Building on
this perspective, Sahlins’ economic anthropology distinguishes
three degrees of reciprocity: generalised, balanced and negative. If
we had to imagine a morally valid system of exchange, we should
tend towards “balanced reciprocity”, what is now called the win-
win situation: everyone wins. And that is hardly attained with an
economic logic that pursues the maximization of profit, but rather
“redistribución” y la “reciprocidad”. Partiendo de esta perspecti-
va, la antropología económica de Sahlins distingue tres grados de
reciprocidad: generalizada, equilibrada y negativa. Si tuviéramos
que imaginar un sistema de intercambio moralmente válido, debe-
ríamos inclinarnos hacia la “reciprocidad equilibrada”, lo que aho-
ra se da en llamar el win-win: todos ganan. Y esto difícilmente se
consigue con una lógica económica que persigue la maximización
del beneficio, sino con una racionalidad ética que utilice lo econó-
mico como vehículo socializador.
Victoria Camps y Adela Cortina, verdaderas autoridades en las éti-
cas aplicadas, nos sorprenden con argumentos como “la ética es
el mejor negocio” o “en la cuenta de resultados se pueden percibir
los beneficios de vivir moralmente, en la medida que las empresas
capaces de sintonizar con el público generen ese capital simpatía”
(Camps y Cortina, 2007: 448). Cortina, cuyas aportaciones a la éti-
ca discursiva son sin duda de un gran valor, parece pasar por alto
que con este planteamiento se continúa cayendo en el peligro te-
leológico de la búsqueda de un beneficio. Algo que fácilmente pue-
de, como Rawls recordaba, conducir al comportamiento egoísta y
a la transgresión del pacto. No basta con hacer negocios éticos pa-
ra maximizar beneficios, porque si en ese proceso económico sur-
giera otro factor que garantizara mayores ganancias se abando-
naría sin remilgos el capital simpatía. Se han de hacer negocios
donde el capital ético tenga valor en sí mismo y no como un instru-
mento para conseguir otro fin —la acumulación de riquezas ma-
teriales—, porque entonces se trataría a las personas como me-
dios y no como fines en si mismos, negando toda dignidad al ser
humano.
La hermenéutica que Amartya Sen hace de Adam Smith conserva
las dos dimensiones de la motivación. Mantiene la “simpatía” —
el interés hacia los demás como parte del bienestar propio—, pe-
ro sustituye la aristotélica “prudencia” de Smith por el “compromi-
so”, de carácter claramente deontológico. Para Sen la racionalidad
ética debe ser introducida en los modelos económicos. Los valores
deben incorporarse a los procesos económicos en forma de “capital
social” y “capital ético”, elementos imprescindibles de la business
ethics. Por más que la propuesta de Sen se acerque bastante al con-
cepto de “economía sustantiva”, sigue basándose en la teoría de la
elección. Sin duda, aunque el concepto de business ethics es un pri-
mer paso, aún diferencia dos esferas. Por eso proponemos una fu-
sión real de las dos disciplinas con el término ethiconomics. Al fin y
al cabo, la Ética y la Economía tratan sobre los “valores”, ambas es-
tudian los procesos y motivaciones por los que se le otorga valor a
acciones y objetos. Porque las cosas no tienen valor en sí mismas,
sino que ostentan el valor que nosotros le damos. Siendo así, la in-
corporación de valores éticos en la racionalidad económica no pa-
rece algo tan descabellado: la “Eticonomía” podría ser una utopía
alcanzable.
La influencia sobre las decisiones políticas que a corto plazo pueda
tener un movimiento ético-político como Indignad@s/Occupy es,
por desgracia, cuestionable. Pero, a nuestro juicio, su mayor poten-
cial ha de ser visto a largo plazo: como verdadero iniciador de una
“toma de conciencia global”, como el gran impulso ciudadano a fa-
vor de un cambio por una sociedad realmente justa, libre, igualita-
ria, moral. Está todo por hacer, pero tenemos los pilares. Sólo que-
da construir con la lucha.
with an ethical rationality that uses economic relationships as a
vehicle of socialization.
Victoria Camps and Adela Cortina, real authorities in applied eth-
ics, surprise us with arguments such as those of “ethics is the better
deal” or “the benefits of a moral life can be perceived in the profit
and loss account, given that corporations able to connect with the
public generate sympathy capital” (Camps and Cortina, 2007: 448).
Cortina, whose contributions to discourse ethics are doubtless-
ly of great value, seems to overlook that this approach continues
to be in the same teleological danger of the quest of profits. Some-
thing that, as Rawls reminded us, can easily lead to selfish behav-
iour and to the violation of the agreement. Doing business ethical-
ly to maximize profits is not sufficient, given that if another factor
that guarantees greater earnings were to emerge in this econom-
ic process, the sympathy capital would be abandoned without any
qualms. Business must be done where the ethical capital is a val-
ue in itself and not an instrument to attain another objective —the
accumulation of material wealth— because, in the latter case, indi-
viduals would be treated as means and not as ends in themselves,
denying the human being all dignity.
The hermeneutics that Amartya Sen makes of Adam Smith pre-
serve the two dimensions of motivation. He keeps the “sympathy”
—the interest in others as part of ones own welfare—, but sub-
stitutes Smith’s Aristotelian “prudence” with “commitment”, of a
clearly deontological nature. For Sen, ethical rationality must be
introduced into the economic models. Values must be included in
the economic processes in the form of “social capital” and “ethical
capital”, the essential elements of business ethics. Although Sen’s
proposal comes fairly close to the concept of “substantive econom-
ics”, it is still based on the theory of choice. Without any doubt, al-
though the concept of business ethics is a first step, it still differ-
entiates between the two spheres. That is why we propose a real
fusion of the two disciplines with the term ethiconomics. After all,
ethics and economics have to do with “values”, both disciplines
study the processes and motivations through which actions and
objects are given value. Because things have no value in themselves
but, rather, they possess the value that we give them. That being
so, the inclusion of ethical values into economic rationality does
not seem such a preposterous idea: “ethiconomics” might be an at-
tainable utopia.
The influence that an ethico-political movement such as
Indignad@s/Occupy might have on political decisions in the short
term is, unfortunately, questionable. But, in our opinion, their
greatest potential must be seen over the long term: as a true origi-
nator of a “global awareness”, as a great citizen drive in favour of a
change for a truly just, free, egalitarian, moral society. Everything
is yet to be done, but we have the pillars. It remains only to build
with the struggle.
45
REFERENCIAS
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46
REFERENCES
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Madrid, 2004.
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Ética) [The Adventure of Morality (the paradigms, boundaries and
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venture of Morality (the paradigms, boundaries and problems of Eth-
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del siglo XX [Twelve Essential Texts on Twentieth Century Ethics],
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American Philosophical Society, 1963, 107: 232-262.
M. PEDRAJAS: “La transformación ética de la racionalidad
económica en Amartya Sen. Una recuperación de Adam Smith”
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tya Sen. A Recovery of Adam Smith”], in: Quaderns de filosofia i
ciència, 36, 2006, p. 105-117.
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LANYI, C. W. ARENSBERG, H. W. PEARSON (ed.), Trade and
Market in the Early Empires, Free Press, New York, 1957.
J. RAWLS: The Theory of Justice, Belknap Press, 1971.
M. SAHLINS: Stone Age Economics, Aldine Transaction, 1974.
La Declaración de la Comisión de Cultura de AcampadaBCN de Pla-
za Catalunya de Barcelona para un Modelo de Cultura es un docu-
mento de principios y propuestas debatidas, consensuadas y redacta-
das asambleariamente a lo largo de dos meses en la Plaza Catalunya
de Barcelona dentro del marco de la Acampada 15M. Este documento
se considera permanentemente abierto y en proceso.
Declaración de la
comisión de cultura
de acampada/
BCN de la plaza
Catalunya de
Barcelona
http://culturaacampadabcn.wordpress.com/declaracio-declaracion/
La política cultural no es la cultura.
Las instituciones públicas no hacen la cultura.
Las instituciones públicas gestionan los recursos
públicos destinados a la cultura.
La cultura es un bien común y un proceso
en constante transformación que refleja las
dinámicas sociales, el resultado del cual no tiene
que ser necesariamente una obra o un producto
mercantil.
La cultura tiene que ser libre y plural, y las
políticas culturales tienen que reflejar, fomentar y
garantizar esta libertad y esta pluralidad.
La política cultural tiene que dotar de recursos
las actividades de investigación, producción,
exhibición, difusión y educación cultural, desde
una óptica sostenible y en base a su valor social.
La política cultural no puede estar orientada a
una mera consecución de beneficios económicos.
Hay que desarrollar modelos culturales a largo
plazo, inclusivos, participativos, sostenibles y
exploratorios.
The Declaration of the Plaça Catalunya AcampadaBCN Culture
Commission is a document of principles which were discussed, voted
on and written up in two months of assemblies in Plaça Catalunya,
Barcelona, within the framework of the 15M Camp. We consider this
document to be permanently open and in progress.
Declaration of
the Barcelona
camp culture
commission,
plaça Catalunya,
Barcelona
Cultural policy is not culture.
Public institutions are not the makers of culture.
Public institutions manage public resources given
to culture.
Culture is a common asset and a process in
constant transformation which reflects social
dynamics. It does not necessarily produce works
or commercial products.
Culture should be free and plural, and cultural
policies should reflect, encourage and guarantee
this freedom and plurality.
Cultural policy should provide resources for
cultural research, production, exhibition,
distribution and education with sustainability
and social value as basic principles.
Cultural policy cannot be oriented simply towards
achieving economic gain.
Inclusive, participatory, sustainable, exploratory
cultural models need to be developed for the long
term.
47
 Basura y Revolución
(Detalle)
Trash and Revolution
(Detail)
Fernando Baena, mayo de 2011.
May 2011

48
49
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51
52
53
 La venganza The revenge of
del anarquista: the anarchist:
O, dicho de Written another
otro modo, la way, the revenge
venganza del on anarchists by
anarquismo anarchism
contra los
anarquistas
Nato Thompson
El anarquismo está por todas partes. Los únicos que no se dan
cuenta son los anarquistas (bueno, excepto algunos). Son muchas
las razones por las que la era de la acción global puede ser conside-
rada la venganza del anarquista, pero sin duda los indicios más cla-
ros parecen flotar en el aire.
Los principios organizativos de las asambleas generales del movi-
miento Occupy son resultado directo del anarquismo (en especial
de las tendencias desarrolladas en España) y su interés por aque-
llos métodos de organización que dejan de lado lo jerárquico y fa-
vorecen el consenso. Este subyacente ethos de rechazo a las jerar-
quías, la puesta en valor del consenso y la inherente paranoia ante
el poder y todos sus frentes (tanto el gubernamental como el cor-
porativo) son pistas claras de la influencia anarquista. Hoy en día
nos rodean tantos métodos propios del anarquismo que resulta di-
fícil reconocerlos como tales, ya que en el transcurso de los últi-
mos quince años han comenzado a permear las condiciones de vi-
da urbanas.
Friedrich Nietzsche afirmaba que es el hacer lo que define al hace-
dor, y ningún otro argumento tiene más valor que este en las estra-
tegias desplegadas por los anarquistas lifestyle. Mientras el marxis-
mo derivaba hacia los claustros de la academia, y los movimientos
sindicales hacia la corrupción nacionalista y xenófoba del tú a lo
tuyo, los anarquistas lifestyle desarrollaban nuevos modos de es-
tar en el mundo. Puntos de reparto de alimentos como Food not
Bombs, jardines comunitarios, concentraciones masivas de bici
crítica, las okupaciones, los centros sociales, el Hazlo Tú Mismo,
los espectáculos punk, las emisoras de radio pirata, los hackers,
formas artesanales de comercio o el mutualismo, se desplazaron
hacia el núcleo de la forma de vida urbana contemporánea, de for-
ma lenta pero segura. Y al hacerlo, aquellas formas de estar en el
mundo que intentan que el poder gravite de vuelta a lo local cons-
tituyen ahora los principios más obvios de este movimiento.
54
Anarchism is everywhere. The only people that don’t realize it are
the anarchists (well, except some). There are many reasons why the
current era of global action could be deemed the revenge the anar-
chist but certainly the tell tale signs are in the air. The organizing
principles of the General Assemblies of the Occupy movement are
direct results of anarchism (particularly the tendencies in Spain)
with their interest in organizational methods that eschew hierar-
chies in favor of consensus. The underlying ethos of anti-hierarchy,
the valuing of consensus, and the inherent paranoia of power from
every angle (government and corporate alike) are tell-tale signs of
the anarchist influence. There are so many anarchist methods in
the air today that they are hard to recognize as over the course of
the last fifteen years they have begun to infuse themselves in the
conditions of urban living.
Friedrich Neitzche wrote that doing makes the do-er and nothing
could be more valuable in the strategies put in place by lifestyle an-
archists. While Marxism drifted into the halls of academia and the
labor movement shifted toward a nationalist, xenophobic, get your
own corruption, lifestyle anarchists were developing new ways of
being in the world. Food give-aways like Food not Bombs, com-
munity gardens, critical mass bike rides, squatting and social cent-
ers, DIY punk shows, pirate radio, hacking and artisanal forms of
commerce and mutualism slowly but surely made their way into
the centers of what is the contemporary form of urban living. And
in so doing, these forms of being in the world that attempt to grav-
itate power back to the local are now the obvious principles of this
movement.
Over the last twenty years, the do-ing of lifestyle anarchism has
gravitated out of the hands of squatter punks and entered into that
peculiar thing we know as the urban hipster. Without being de-
rogatory (as the name hipster tends to evoke gasps of revulsion
and dread), one can certainly draw a parallel between these ten-
dencies in the shaping of the urban condition. The urge to get off
Durante los últimos veinte años, el hacer del anarquismo lifestyle
se ha visto desplazado desde las manos de los punks okupas has-
ta acabar introduciéndose en esa figura tan peculiar que conoce-
mos como el hipster urbano. Sin pretender ser peyorativo (ya que
el término hipster tiende a provocar sofocos de repulsión y pavor),
sin duda se podría trazar una línea paralela entre ambas tenden-
cias en la construcción de la condición urbana. La urgencia por sa-
lirse de la red y devolver a lo local el intercambio y la experiencia
personal, fuera del alcance de los grandes monopolios corporati-
vos, se ha convertido en sinónimo de ciertas cualidades de la vida
urbana. Es difícil imaginar el imaginario contemporáneo alrede-
dor de la gentrificación sin considerar a los que hacen prendas de
punto, las bicis y los jardines comunitarios; todo muy artesanal y
por todas partes. Esta línea de pensamiento podría abrir otra con-
versación sobre los beneficios y problemáticas de este legado, pe-
ro la intención de este ensayo no pasa por entrar en ese análisis con
demasiada profundidad. La intención es demostrar la radicalidad
con que muchos de los atributos vivenciales del anarquismo se han
escabullido de entre los dedos de los anarquistas hace más de una
década, para convertirse ahora en el ethos que define a toda una
generación urbana. No es solo que las formas del anarquismo lifes-
tyle hayan cobrado impulso, sino que también lo ha hecho el ethos
de autonomía que las atraviesa.
No me sorprende que muchos participantes en el movimiento Oc-
cupy no visualicen sus propias motivaciones como anarquistas.
Sin duda no leen los libros adecuados, ni citan a Proudhon y Em-
ma Goldman, ni visten de negro, ni escuchan punk, ni okupan na-
da. Y aún así, poseen una profunda creencia en el salirse de la red,
cuestionar la autoridad, en el consenso, el mutualismo y la para-
noia política. Sí, el poder está en manos de las corporaciones, pe-
ro también en las del ejército, las instituciones, y así sucesivamen-
te. Al mismo tiempo, a muchos de los que afirman ser anarquistas
les cuesta identificarse con las multitudes de un movimiento que,
compartiendo sus valores, no se autodefine como anarquista ni po-
see el mismo tipo de afinidad ideológica e identitaria con el térmi-
no. Algunos anarquistas, asumámoslo, acudieron al anarquismo
con el propósito de oponerse a todos. Tal vez sea un movimien-
to inherentemente anti-populista incrustado en una lucha populis-
ta. Yo siento afinidad por esta paradójica forma de trabajar. Tam-
bién puede resultar frustrante para muchos anarquistas políticos
ver a tantos activistas hipster emitiendo críticas tan débilmente ar-
ticuladas respecto el poder, capitalismo, género, raza, proceso, etc.
Pero vamos, que este movimiento podría ser una base sobre la que
construir. El punto cómico de todo esto es que el movimiento en
conjunto es de una naturaleza eminentemente anarquista y muy
poca gente lo sabe.
Los hipsters son los extraños hijos de los anarquistas.
Este es un movimiento anarquista; lo es en su espíritu, en sus prin-
cipios, en su organización. Para disgusto de los activistas de iz-
quierdas y sus planteamientos teóricamente más estratégicos, es-
te movimiento privilegia el proceso y el consenso. Pero también es
un movimiento anarquista por más que pese a muchos que se auto-
definen como anarquistas. Tomar consciencia de los nuevos valo-
res que han sido inculcados por los últimos veinte años de formas
de vida cada vez más autónomas, animadas por la reestructuración
de la vida urbana y el capital, es una tarea que corresponde no solo
a OWS sino a futuros movimientos.
Abril, 2012.
the grid and return trade and personal experience back to the lo-
cal, and out of the hands of the large-scale corporate monopolies,
has in many ways become synonymous with the qualities of urban
living. It is hard to imagine the contemporary imagination of gen-
trification without seeing knitting, bicycling, community gardens,
and artisanal everything. This entire train of thought could open
up an entire discussion of the benefits and problematics of this leg-
acy and the point of this essay is not to go into this in too much
depth. The point is to demonstrate how radically many of the life-
style attributes of anarchism slipped away from anarchists over a
decade ago, and have now become the default ethos of an entire
urban generation. For it isn’t just the forms of life of lifestyle anar-
chism that have gathered momentum, but with that, their underly-
ing ethos of autonomy.
It is no surprise to me that many in the occupy movement do not
see their political motivations as anarchist. They certainly do not
read the books, quote Proudhon and Emma Goldman, dress in
black, listen to punk, or squat anything. Yet, they possess a deep
belief in getting off the grid, questioning authority, consensus, mu-
tualism and political paranoia. Yes, power is in the corporations,
but it is also in the hands of the military, the government, the in-
stitutions, and on and on. At the same time, many that claim they
are anarchists have a tough time relating to the multitudes in the
movement that share their values in this form of life, but do not
self-identify as anarchist nor possess the same kind of identity and
ideological affinity to the actual term. Some anarchists, lets face it,
went into anarchism for the purpose of resisting everyone. It can
be an inherently anti-populist movement embedded in a populist
struggle. I’m sympathetic to this manner of paradoxically working.
It can also be frustrating for many political anarchists to witness
so many hipster activists who possess such poorly articulated cri-
tiques of power, capitalism, gender, race, process, etc. Hey, but that
is movement building for you. But the humorous point of all this is
that the entire movement is predominately anarchist by nature and
very few people know it.
Hipsters are the strange children of the anarchists.
This is an anarchist movement; in spirit, in principles, in organi-
zation. Much to the chagrin of the supposedly more strategic left-
wing organizers, this movement privileges process and consen-
sus. But it is also an anarchist movement much to the chagrin of
many self-identified anarchists. Coming to terms with the new val-
ues that have been instilled by the last twenty years of increasing-
ly autonomous forms of living encouraged by the restructuring of
urban life and capital, is part of the task of not only OWS but of
movements to come.
April 2012.
55
 Toma la plaza
Oliver Ressler
Videoinstalación en 3 canales de Oliver Ressler. 2012.
La aparición de los movimientos de las plazas y el movimiento
Occupy en el 2011 se pueden considerar como una reacción de la
gente que se opuso y comenzó a luchar contra el aumento masivo
de la desigualdad social y el desmantelamiento de la democracia
en una época de crisis económica y financiera mundial. Los movi-
mientos de las plazas no son jerárquicos y rechazan la representa-
ción; la democracia directa canaliza sus actividades. La ocupación
de los lugares públicos sirve como catalizador para promover ma-
nifestaciones, huelgas generales, reuniones y grupos de trabajo fo-
calizados en diferentes puntos. Las ocupaciones que tienen éxito
en un lugar a menudo inspiran ocupaciones en otras ciudades sin
que tengan una relación lineal entre sí.
La videoinstalación en 3 canales Take The Square se basa en los de-
bates dirigidos por los activistas del movimiento 15-M en Madrid,
el movimiento de la plaza Syntagma en Atenas y el movimien-
to Occupy Wall Street en Nueva York. Reconstruyendo el forma-
to de los grupos de trabajo de los movimientos protesta, un grupo
de cuatro a seis activistas debaten entre ellos delante de la cáma-
ra. Los debates abordan temas como la organización, los procesos
horizontales en la toma de decisiones, la importancia y la función
de ocupar los espacios públicos y de cómo un cambio social puede
producirse. Los vídeos se grabaron en la primavera del 2012 en los
mismos lugares que los movimientos de las plazas utilizaron para
las reuniones y los grupos de trabajo: la Plaza de Pontejos, una pla-
za tranquila en las inmediaciones de la Puerta del Sol de Madrid;
en la Plaza de la Corrala, un lugar de reunión para las asambleas
vecinales del barrio de Lavapiés en Madrid, en la plaza Syntagma,
la asamblea central y el punto clave de las manifestaciones enfrente
del Parlamento en Atenas; y el Central Park en Nueva York, donde
el movimiento Occupy Wall Street abanderó el Spring Awakening
2012 (El despertar de la primavera 2012).
La videoinstalación de 88 minutos reúne a los activistas de las tres
ciudades principales del movimiento. “Considero que el uso de
la inclusión y el respeto como medios para construir la horizon-
talidad y recuperar nuestro poder sin la necesidad de tener a al-
guien que nos represente es muy poderoso” dice Ayelén del Grupo
56
Take the square
A 3-channel video installation by Oliver Ressler. 2012.
The emergence of the movements of the squares and the Occu-
py movement in 2011 can be seen as a reaction by people who op-
posed and began to fight the massive increase in social inequali-
ty and the dismantling of democracy in times of global financial
and economic crisis. The movements of the squares are non-hier-
archical and reject representation; direct democracy shapes their
activities. The occupation of public places serves as a catalyst to
develop demonstrations, general strikes, meetings and working
groups on different focal points. Successful site occupancies in
one place often inspire occupations in other cities, without a line-
ar relationship.
The 3-channel video installation Take The Square is based on dis-
cussions conducted with activists from 15M in Madrid, the Syn-
tagma Square movement in Athens and Occupy Wall Street in
New York. Re-enacting the format of the working groups of the
protest movements, four to six activists discuss with each other
as a group in front of a camera. The discussions cover issues of or-
ganization, horizontal decision-making processes, the importance
and function of occupying public spaces and how social change
can occur. The films were shot in the spring of 2012 in those plac-
es used by the movements of the squares for meetings and work-
ing groups: the Plaza de Pontejos, a quiet square in the immediate
vicinity of the central Puerta del Sol in Madrid; at Plaza de la Cor-
rala, a meeting place for the neighborhood assemblies of Lavapiès
in Madrid; in Syntagma Square, the central assembly and demon-
stration point in front of the Parliament in Athens; and in Cen-
tral Park in New York, where Occupy Wall Street held the Spring
Awakening 2012.
The 88-minute video installation brings together activists from
three cities central to the movement. “I consider inclusiveness
and respect used as a means to build horizontality and recover our
power without the need to have somebody representing us very
powerful”, says Ayelén from the Collective Thinking Work Group
in Madrid. This rejection of representation also generally includes
the parliaments; people should be politicized and invited to take
their fate into their own hands. Babis Magoulas of the square
de Trabajo de Pensamiento Colectivo de Madrid. Este rechazo de
la representación incluye por la general a los parlamentos; la gen-
te debería politizarse y responsabilizarse de su propio destino. Ba-
bis Magoulas del movimiento de la Plaza Sintagma de Atenas dice:
“Es el proceso político lo único que crea al hombre que se preocu-
pa de lo común, que participa y que no permite que lo político lo
asuman los ‘expertos’ tanto los sindicatos como los partidos políti-
cos. Esa es la razón de por qué lo que digo es importante. Una de-
mocracia directa no es impuesta, no se emplea como la única ma-
nera de convocar. Si ésta no fuera horizontal, no habría tenido
ningún significado”. Para Jen Waller del movimiento Occupy Wall
Street, esto ha creado“el primer movimiento popular en este país
que ha llamado enemiga a la clase dirigente”.
Take the Square intenta contribuir a la expansión del conocimiento
organizativo de los movimientos y a trasladar los procesos entre es-
tos lugares en período de transición.
Director y productor: Oliver Ressler
Productor ejecutivo: Rudolf Gottsberger/ StudioROT
Cámara: Thomas Parb, Rudolf Gottsberger
Editor de vídeo: Oliver Ressler
Diseñador de sonido, mezcla y corrección de color: Rudolf Gottsberger
Participantes de la Asamblea Popular de Lavapiés en Madrid: Adolfo Estalella, Lucía
Gutiérrez, Ernesto García López, Héctor Pojomovsky, Martha Viniegra.
Participantes del Grupo de Trabajo de Pensamiento Colectivo de Madrid: Amador,
Álvaro, Ayelén, David, Kiara, Rodrigo.
Participantes del grupo de debate de la Syntagma Square en Atenas: Christos
Giovanopoulos, Leonidas Kaportsis, Stasa Kotara, Babis Magoulas, Spyros Niakas,
Reggina Zervou.
Participantes del grupo de debate del Central Park en Nueva York: Nicole Carty,
Austin Guest, George Machado, Jen Waller.
Participantes en el taller de Nueva York: Nicole Carty, Austin Guest, Zak Solomon,
Danny Valdes.
Asistentes de producción: Katarzyna Winiecka y Rafael Sánchez Mateos (Madrid),
Giannis Papadimitriou (Atenas), Maren Richter (New York).
Take the Square comisionado por REGIONALE12
www.ressler.at
movement in Athens says: “It’s the political process, the one that
creates the man who is concerned with the commons, who partic-
ipates and doesn’t allow the political to be taken over by the ‘ex-
perts’ whether they are syndicates or political parties. That’s why
I’m saying it’s big. And direct democracy was not imposed; it was
applied as the only way to convene. If it wasn’t horizontal, it would
have had no meaning.” For Jen Waller of Occupy Wall Street, this
has created, “the first people’s movement in this country that has
called out the ruling class as the enemy.”
Take The Square is trying to contribute to spreading the organiza-
tional knowledge of the movements and translate the processes
between these places in transition.
Director and producer: Oliver Ressler
Executive producer: Rudolf Gottsberger | studioROT
Camera: Thomas Parb, Rudolf Gottsberger
Film editor: Oliver Ressler
Sound design, mix and color correction: Rudolf Gottsberger
Participants of the Popular Assembly of Lavapiés in Madrid: Adolfo Estalella, Lucía
Gutiérrez, Ernesto García López, Héctor Pojomovsky, Martha Viniegra
Participants of the Collective Thinking Work Group in Madrid: Amador, Álvaro,
Ayelén, David, Kiara, Rodrigo
Participants of the discussion group at Syntagma Square in Athens: Christos
Giovanopoulos, Leonidas Kaportsis, Stasa Kotara, Babis Magoulas, Spyros Niakas,
Reggina Zervou
Participants of the discussion group in Central Park in New York: Nicole Carty,
Austin Guest, George Machado, Jen Waller
Participants in the workshop in New York: Nicole Carty, Austin Guest, Zak Solomon,
Danny Valdes
Production assistance: Katarzyna Winiecka and Rafael Sánchez Mateos (Madrid),
Giannis Papadimitriou (Athens), Maren Richter (New York)
Take The Square was commissioned by REGIONALE12.
www.ressler.at
57
Madrid
Ayalén: A mí si que me gustaría transmitir esta noción de que, en
esto nuevo del Movimiento 15M, que aquí, no hay líderes y que na-
die representa a nada más que a si mismo.
Si hay unas cosas que se pueden escuchar y otras que no, no es ver-
dad que sea inclusivo. Entonces son la inclusividad y el respeto
medios para construir la horizontalidad y para recuperar nuestro
poder sin necesitar que nadie nos represente, me parece algo muy
potente y difícil de describir si no has estado allí. Me parece una de
las cosas fundamentales. Y la otra cosa, como decía Rodrigo antes,
es que no hayamos descubierto un solo camino para hacer las co-
sas. A mi me parece muy potente que hayamos descubierto que se
pueden hacer cosas. Todas las conversaciones de queja y de deba-
te antes del 15M, terminaban con “es lo que hay”, “no se puede ha-
cer nada”, “qué le vamos a hacer” y a partir del 15M esto ya no va-
le, ahora es “es lo que podamos hacer”, “¿qué hacemos?”. Entonces
haremos una cosa y fallará o servirá para alguna cosa y haremos
otra y luego otra, es decir es un cambio de actitud en lo cotidiano.
Ya no me quejo más sin proponer.
Amador: Yo estoy siempre pensando en el campamento, en esas
tres semanas. Sobre todo, yo creo que había una gran preocu-
pación por el que no está. Yo creo que eso es también algún ras-
go de innovación o de novedad, la preocupación por el que no es-
ta ya aquí con nosotros. Y por tanto la pregunta de cómo podemos
58
invitarle para que esté. Porque yo entiendo que Sol era principal-
mente un espacio de invitación. No era una trinchera, no era un
gesto de separación, no era una vanguardia, no mostraba ningu-
na superioridad con respecto al que no está. No era “aquí estamos
los conscientes, los revolucionarios, los anticapitalistas y fuera hay
una masa alienada, zombis a los que tenemos que concienciar” si-
no más bien un espacio de invitación a otro que uno entiende que
es como uno, que está en igualdad y entonces yo entiendo Sol co-
mo un espacio de hospitalidad, de acogida al otro y de invitación
constante.
Y por eso surgieron todas estas cuestiones, por ejemplo, la guarde-
ría para acoger a quién tiene niños, es decir para recibir a las perso-
nas que tienen hijos hay que tener un espacio para hacerlo, por que
si no se van a desmarcar, no van a poder estar aquí con nosotros. Y
como la guardería un montón de cosas así. Es decir, un espacio ha-
bitable, un espacio de invitación, un espacio de hospitalidad, pa-
ra pensar con el otro respuestas comunes, porque no las tenemos.
Rodrigo: Por ir un poco más lejos en ese planteamiento, el cam-
pamento termina, y yo creo que ahora muchos de los esfuerzos y
de la potencia de pensar en un cambio, el esfuerzo que estamos in-
tentando hacer mucha gente es qué otra cosa se puede inventar,
qué otra alternativa, qué nueva forma de acampada que no sea una
acampada.
Madrid
Ayelén: I would really like to convey this notion that in this new
concept of the 15M movement there are, for instance, no leaders,
and no one represents anything but him or herself.
If there are some things that you can listen to and others that you
can’t, then it there is no inclusiveness. So I consider inclusiveness
and respect used as a means to build horizontality and recover our
power without the need to have somebody representing us very
powerful, and difficult to describe if you haven’t been there. So I
think it’s one of the fundamental things. Another important thing,
as Rodrigo said before, is that it’s not as if we had discovered a sin-
gle way of doing things. What I think is very powerful is that we
have discovered that we can actually do things. That is, all the con-
versations involving complaints or debate before 15M ended in
“that’s all there is”. “That’s all there is and there is nothing we can
do”. But after 15M, the “This is what there is” is no longer valid.
Now it has changed to “well, what are we going to do, then?” Then
we shall do something and it will fail, or achieve something, but
then again we shall do something else. So there has been a change
of attitude in everyday life. I no longer complain without propos-
ing an alternative.
Amador: The camping, I’m always thinking about the camping
and those three weeks. In particular, I think there was a great con-
cern about those who were not there any more. And this was also a
characteristic denoting innovation or novelty: the concern for the
one who is missing, for the one who is no longer here with us. And
hence the question: how can we invite them to be here? Because
in my opinion, Sol was mainly an invitation place… it was not a
trench, it was not a separation gesture, it was not a vanguard, it did
not convey a feeling of superiority with respect to those who were
not there, like “Those of us who are here are the conscious, revolu-
tionary, anti-capitalist persons, and outside there is a mass of zom-
bies we have to make aware of the situation.” It was rather a space
to invite others whom one conceives as one’s equals, whom you are
on a par with, and then I conceive Sol as a space for hospitality, for
welcoming others, for posing a constant invitation.
And that’s what gave rise to all these things, as for example, the
childcare services. In order to be able to invite people who had
children, we had to have a place for kids, because otherwise they
wouldn’t be there with us. And there are many more examples like
this. That is to say, we need to create a place of hospitality and invi-
tation, a place to think and develop common answers together, be-
cause we don’t have them.
Rodrigo: To take this issue a little further, the camping ends, and
I think that many of the efforts and the energy devoted to devis-
ing a change, the efforts that are being made by many people, are
aimed at finding out what else we can invent, what alternative,
what new way of camping that is not actually an encampment.
59
Atenas
Babis Magoulas: Cuando (el filósofo Alain) Badiou expresa que el
comunismo es aún infantil… ¿Qué comunismo? El comunismo es
una ideología. La democracia directa, por ejemplo, como proyec-
to no es una ideología. Es un acto político. Hay una gran diferencia
entre ideología y acto político. Es una forma de vida. La democra-
cia directa es una forma de organización social.
Reggina Zervou: ¿Y la sociedad sin clases?
Babis Magoulas: Por supuesto. La democracia directa es una so-
ciedad sin clases. Lo que me gustaría decir para no hacer demasia-
do hincapié en esto es que a través de esta falacia, una falacia que
se repitió en Syntagma también, parecía que Badiou se encontraba
al micrófono todo el tiempo. Supuestamente éramos incapaces de
producir un proyecto político que dijera: “Sí, queremos sustituir
al parlamento y traer las comunas al barrio”. Un proyecto políti-
co concreto y tangible. El tema aquí es que lo que denominas tera-
pia de grupo −y yo también la considero una terapia de grupo− es
también el proceso de la vida social por venir, o de la vida social
que queremos que venga. El mero hecho de que la gente se reúna y
hable, aún cuando el tema sea si los naranjos necesitan o no ser po-
dados, constituye un acto político. Hay personas que hablan de co-
sas que les conciernen. Y ése es el nuevo proyecto que está reem-
plazando al parlamentarismo, a la delegación de representatividad
60
y a esta vieja percepción en general a la que nos enfrentamos en la
actualidad.
Spyros Niakas: Creo que deberíamos contemplar en términos
más específicos la forma en que Syntagma afectó a la conciencia
de la sociedad griega en general. En primer término; ¿tuvo algún
efecto? Es obvio que sí. Leí en un estudio que de los diez millones
de personas que viven en Grecia, dos millones y medio participa-
ron en asambleas, en una marcha, etc. Así que definitivamente tu-
vo un efecto. Pero no creo que haya despejado ideológicamente, en
ninguna dirección, lo que sea que esté pasando por la mente de to-
do el mundo en este sistema. No creo que hayamos tenido antes
una conciencia media de la gente que fuera, digamos, una concien-
cia de clase, comunista o anarquista. Era una conciencia de esti-
lo de vida, la conciencia que tenían los miembros del Parlamen-
to del PASOK y de Nea Dimokratia. El cambio que se produjo fue
que por primera vez, en mi opinión, la burbuja de la versión grie-
ga del sueño americano se pinchó un poco, el sueño de que este sis-
tema funciona con normalidad y de que todos somos más o menos
iguales. Que mi patrón y yo podemos decir más o menos las mis-
mas cosas y desear y obtener las mismas cosas de la vida, etc. Creo
que eso se rompió por primera vez en Syntagma y se construyó una
conciencia de los oprimidos. De una manera ambigua, se planteó
la cuestión del “nosotros” y el “ellos”.
Athens
Babis Magoulas: When (the philosopher Alain) Badiou says that
communism is still infantile… What communism? Communism is
an ideology. Direct democracy, for instance, as a project is not an
ideology. It’s a political act. There’s a great difference between ide-
ology and political act. It’s a way of life. Direct democracy is social
organizing.
Reggina Zervou: And classless society?
Babis Magoulas: Of course. Direct democracy is classless society.
What I’d like to say in order not to dwell on this is that through
this fallacy, a fallacy that was repeated in Syntagma too, it seemed
like Badiou was on the microphone all the time. We were suppos-
edly unable to produce a political project that would say, “Yes,
we want to take over the parliament and bring communes to the
neighborhood.” A specific, tangible, political project. The issue
here is that what you call group therapy—and I consider it a group
therapy too—is also the process of social life to come, or the so-
cial life we want to come. The mere fact of people gathering and
talking, even if the subject is whether or not the orange tree needs
trimming, is already a political act. There are people who talk
about things that concern them. And that is the new project that is
replacing parliamentarism, assignment, and this old perception in
general that we are currently facing.
Spyros Niakas: I believe that we should see in more specific terms
how Syntagma affected the consciousness of the Greek society in
general. First of all, did it have any effect? That’s obvious. I read in
a study that from the ten million people living in Greece, 2.5 mil-
lion of them participated in assemblies, a demonstration, etc. So
it definitely had an effect. But I don’t think it resulted in clear-
ing ideologically whatever’s happening in everyone’s mind in this
system, in any direction. I don’t think that we ever had an aver-
age consciousness of the people before that was, let’s say, class,
communist, or anarchist consciousness. It was a consciousness of
lifestyle, the consciousness that the PASOK and Nea Dimokra-
tia members of the parliament had. The shift that occurred was
that for the first time, in my opinion, the bubble of the Greek ver-
sion of the American dream burst a little, the dream that this sys-
tem functions normally and that we are all more or less equal. That
me and my boss can more or less say the same things and want the
same things out of life, etc. I think that was broken for the first
time in Syntagma and that a consciousness of the oppressed was
made. In an ambiguous manner, the matter of “us” and “them” was
posed.
61
Nueva York
Austin Guest: Creo que la toma de decisiones horizontal es asom-
brosa. Ha cambiado mi vida, con respecto a mi forma de pensar so-
bre la construcción de poder. Y creo que es importante enfatizar
que la estrategia y el modo de tomar decisiones horizontalmente no
se limita a eventos a gran escala como las asambleas generales. He
tomado parte activa en el grupo de trabajo de Acción Directa, que
a medida que crecía, y más gente formaba parte de él, se volvía más
difícil. Y buscábamos una solución a eso. Creo que una de las co-
sas más recientes que ha sucedido, cuando tenemos una ocupación,
y, como tú decías, donde creo que la toma de decisiones horizontal
funciona realmente bien, es donde todos conforman una especie de
parte interesada permanentemente en las decisiones que se toman.
Hace apenas cinco días, comenzamos de hecho a dormir en Wall
Street. Y encontramos cada mañana o cada tarde a gente que está
allí y que necesita pensar qué hacer. Tenemos reuniones comunita-
rias. Cuando estábamos en Union Square, tuvimos nuestra gran re-
unión, y simplemente decíamos “Hey, reunámonos”, y quizá porque
ha sido parte de esta cultura hacemos cosas como el progressive stack
(turnos de oradores que privilegian a las minorías y a los margina-
dos) y tenemos formas de llevar las propuestas a un consenso. El
que esa sea una forma de hablar entre nosotros nos permite llegar a
tomar un montón de decisiones y creo que como hemos comenza-
do a tener grupos de afinidad, eso ha funcionado bien.
62
Nicole Carty: La gente tenía problemas con el consenso, como
con el pleno consenso y todo eso. Y lo entiendo. Pero creo que el
proceso de consenso, de anhelar un proceso formativo en la gente,
de que realmente todos estuvieran de acuerdo antes de seguir ade-
lante, es absolutamente impagable. Ésa es la parte que no vi que
llevara a cabo la AG, porque traía este paquete de propuestas que
ya era una solución en sí. No surgía orgánicamente de la gente que
se encontraba allí, ni de los actores, ni nada. Surgía de tal grupo
que había trabajado probablemente muy duro en eso, entonces le
era presentado a la gente, para afectarla potencialmente. Y esa par-
te formativa no se completó. Era algo como: “Acá está esto que he
pensado. ¿Qué piensan? ¿Es fantástico? ¿Lo odian?” Y eso era todo.
No era algo como: “¿Por qué hicieron esto?” Y aunque se estaba
llegando, sabes, a clarificar cuestiones, nunca se llegó a dar cuerpo
a la parte educativa. Así que creo que esto tiene mucho más sen-
tido en grupos más pequeños, y si pudiéramos incorporar el “por
qué”…También está este otro tema, ¿no? ¿Qué decisiones debemos
tomar como movimiento? ¿No? O incluso como una rama local de
un movimiento. Este es un tema que estamos tratando de pensar
mientras resolvemos cómo remodelar la Asamblea General; qué
debería hacer, y qué decisiones deben ser tomadas.
New York
Austin Guest: I think horizontal decision-making is amazing. It
has changed my life, in the way I think about building power. And
I think it’s important to emphasize that the strategy and the way
of life of making horizontal decisions is not limited to large-scale
events, such as general assemblies. I’ve been involved in the Di-
rect Action working group, which as it became larger and had a lot
more people feeding into it, became more difficult. And we were
working that through. I think one thing that has happened more
recently, as we have an occupation, and as you were saying, where
I think horizontal decision-making works really well, is where eve-
rybody actually is a kind of permanent stakeholder in the deci-
sions being made. Just five days ago, we actually started sleeping
out on Wall Street. And we find every morning or evening folks
who are there and need to figure out stuff to do. We have commu-
nity meetings. When we were on Union Square, we had our great
meeting, and we just say “Hey, let’s meet together”. It has been in
the culture, that we do things like progressive stack, and we have
ways of taking proposals to a consensus, that that is a way of talk-
ing to each other, can get us through a lot of decisions. I think as
we have started to have affinity groups that has worked well.
Nicole Carty: People had issues with consensus, and like full con-
sensus and all that. And I understand that. I do. But I think the
consensus process of yearning for the education of informing peo-
ple, of really everyone is on the same page, before we move on,
is totally invaluable. That’s the bit I saw the GA not doing, be-
cause it would have this package proposal that was already a solu-
tion. It did not come organically from the people who were there,
or the stakeholders, or anything. It came from this group who
had worked really hard on it, probably, and was being brought to
the people, to affect the people potentially. And that education-
al piece, did not carry through. It was like “Here is this thing I
thought of. What do you think? It’s great? Do you hate it?” And
that was it. It wasn’t like “Why did you do this?” And though you
were getting to, you know, clarifying questions, it never really had
fleshed out that educational piece. So, I think, in smaller groups,
that makes a lot more sense. There is also this other question,
right? What decisions do we need to make as a whole movement,
right? Or, even a local chapter of a movement. That’s a question
we’re trying to think of when we’re figuring out how to remodel
the General Assembly, and what it should do, and what decisions
need to be made.
63
64
65
 Ocupando la
indignación
Daniel Villegas
Una vez pasado el estallido de entusiasmo que generó, al menos en
una parte importante de la población, el así denominado movimien-
to 15 M,1 que aglutinó mayoritariamente, aunque sólo fuera en la
realidad medial, la movilización social hace algo más de un año, des-
de diversas posturas se han planteado análisis críticos en torno a sus
planteamientos. Alain Badiou ha indicado ciertas debilidades del
movimiento basadas, fundamentalmente, en su excesiva confianza
en una noción democrática que, como plantea en su texto El desper-
tar de la historia, no es otra cosa que un instrumento de la domina-
ción de los sistemas demoliberales. Asimismo, alude al corto recorri-
do, como motor de transformación, de la propia idea de indignación
—popularizada por Stéphane Hessel y adoptada como principio
aglutinador del malestar social por una buena fracción del 15 M—2
sin una organización de la revuelta. En este sentido afirma:
“El movimiento español de los “indignados” es una imitación sincera,3
activa, y sin embargo, muy limitada, de las revueltas históricas en los
países árabes. Exigir una “democracia real” en oposición a una mala
democracia no crea ninguna dinámica duradera. En primer lugar, esto
sigue estando demasiado dentro de la ideología democrática estableci-
da, depende demasiado de las categorías de la crepuscular dominación
occidental. Como hemos visto, de lo que se trata en la reapertura de
nuestra historia es de organizar, no una “democracia real” sino una au-
toridad de lo Verdadero o una Idea incondicional de justicia. A conti-
nuación debo tanto aplaudir como criticar la categoría de indignación
[…] indignarse nunca ha sido suficiente. Un afecto negativo no puede
reemplazar una Idea afirmativa y a su organización, de igual forma que
una revuelta nihilista no puede aspirar a ser una revuelta política.”4
A pasar de reconocer las virtudes, tal como las designa, de los “in-
dignados”, Badiou, sin embargo, no concede a su revuelta la cate-
goría de histórica5, cuya aplicación reserva a aquellas que están en
disposición de generar consecuencias políticas, una vez son orga-
nizadas en torno a una Idea.
1. Los síntomas de cierto agotamiento del mencionado entusiasmo,
que provocó el movimiento, han podido manifestarse en diversos
fenómenos como son la desocupación del espacio público, la aparente
menor participación en las asambleas o el creciente protagonismo
de ciertas organizaciones tradicionales en las últimas convocatorias
masivas frente al recrudecimiento de las medidas adoptadas por el
Gobierno del Partido Popular, en relación con la legislación laboral y el
adelgazamiento de los servicios públicos básicos.
2. Permítaseme utilizar este término que, aunque reductor de la
complejidad de la reacción de la sociedad civil, si es que ésta existe,
desde luego no es simplemente una etiqueta mediática, sino un
término ampliamente aceptado por los diversos grupos e individuos
participantes en estas demostraciones de descontento.
3. La cuestión del mimetismo de los movimientos de indignación, en el
contexto español, respecto de las revueltas árabes resulta ciertamente
discutible, debido a las diferencias existentes tanto en su origen como en
sus fines. En cualquier caso, no es objeto de este texto rebatir tal extremo.
4. Badiou, Alain, El despertar de la historia, Clave Intelectual, Madrid,
2012, pp. 130-131.
5. Sobre su definición escribe: “[…] esta es el resultado de la
transformación de una revuelta inmediata, más nihilista que política,
en una revuelta prepolítica.” Ibíd., p. 51.
66
Occupying
indignation
After the outbreak of enthusiasm created —at least in a large part
of the population— by what has been called the 15 M1 movement,
which was what drew together, even if only in the media version of
reality, the social mobilization a little over a year ago, critical anal-
yses of its proposals have been brought out from various perspec-
tives. Alain Badiou has indicated certain weaknesses in the move-
ment, fundamentally based in its excessive trust in a notion of
democracy which, as he suggests in his text El despertar de la histo-
ria [The Rebirth of History], is nothing but an instrument of dom-
ination of the demoliberal systems. Similarly, he alludes to the
limited reach of the very idea of indignation —popularized by
Stéphane Hessel and adopted as a cohesive principle of social dis-
content by a good part of 15 M2— as an engine of transformation
without an organization of riots. In this sense, he states:
“The Spanish movement of the indignados is at once a sincere,3 ac-
tive and yet very limited imitation of the historical riots in Ar-
ab countries. To demand ‘real democracy’, as opposed to a bad de-
mocracy, does not create any enduring dynamic. In the first place,
it remains much too internal to the established democratic ideolo-
gy, too dependent on the categories of the West’s crepuscular dom-
ination. As we have seen, in the reopening of our history, what is
involved is the organization not of a ‘real democracy’, but of the
authority of the True, or of an unconditional Idea of justice. Sec-
ondly, we must both salute and criticize the category of indigna-
tion […] But being indignant has never sufficed. A negative emo-
tion cannot replace the affirmative Idea and its organization, any
more than a nihilistic riot can claim to be a politics.”4
Despite recognizing the virtues of the indignados, as he designates
them, Badiou does not qualify their riot as historical5; he reserves
1. 
The symptoms of a certain wearing out of that enthusiasm provoked by
the movement have manifested themselves in various phenomena, such
as dis-occupation of public space, the apparent lower participation in
the assemblies, or the growing role of certain traditional organizations
in the latest calls to mass action in face of the intensification of the
measures adopted by the Popular Party government with respect to
labour legislation and the reductions of the basic public services.
2. 
I take the liberty of using this term which, although reductive with
respect to the complexity of civil society’s reaction, if it comes about, is
certainly not a simple media label, but rather a term widely accepted by
diverse groups and individuals participating in these demonstrations of
discontent.
3. 
In the Spanish context, the question of the mimesis of the indignation
movements with respect to the riots of the Arab world is certainly
debatable owing to the differences existing both in their origin and in
their objectives. In any case, it is not the aim of this text to refute this
point.
The author quotes from Badiou, Alain, El despertar de la historia, Clave
4. 
Intelectual, Madrid, 2012, p. 130-131; the translation quotes from
Badiou, Alain, The Rebirth of History: Times of Riots and Uprisings,
Gregory Elliot (tr.), Verso, 2012, p. 97.
5. 
W ith respect to the definition of the qualification of historical, he
writes: “[…] it is the result of the transformation of an immediate riot,
more nihilistic than politics, into a pre-political riot”. Ibid., p. 51.
Mucho más afilado, desde luego, resulta el análisis crítico que so-
bre el 15 M ha realizado el colectivo Cul de Sac en sus tesis que,
con el título Obedecer bajo la forma de la rebelión, ha publicado re-
cientemente. Si bien es cierto que el referido texto aplana las di-
ferencias existentes entre los diversos grupos que, de un modo u
otro, han participado en este movimiento —tanto en lo relativo a
los principios como a las estrategias, aunque en la mayoría de las
ocasiones no fueran más que tácticas— y que su propuesta sea,
ante los acontecimientos del presente, replegarse hacia el territo-
rio de la teoría [no hacía una mayor producción teórica sino a una
teoría otra] con lo que, en principio y dado el cierre de oportuni-
dades que sostiene este texto, esto tiene de insatisfactorio —aun-
que, ciertamente, no pueda ser reprochable en un contexto, el de la
cultura de la sospecha, donde difícilmente puede ejercerse una ac-
tividad propositiva— esta labor analítica no deja de tener un valor
innegable en lo relativo a la determinación, parcial al menos, de la
naturaleza del movimiento de indignación.
A diferencia de Badiou, que ve ciertos rasgos positivos en la ac-
ción de los “indignados”, el colectivo Cul de Sac entiende que éste
es un movimiento claramente negativo, en tanto que se ha leído, y
en buena parte se ha querido leer a sí mismo, como transformador.
Esta cuestión, por otra parte, fundamenta igualmente la crítica, en
lo concerniente a la asimilación acrítica de cierto concepto de de-
mocracia, de aquél sobre el referido fenómeno. Así este colecti-
vo afirma que “la indignación no ha aspirado en ningún momen-
to a derrocar el orden impuesto, sino a mejorarlo.”6 Es más “[…] el
15 M ha supuesto la alienación de una parte de la población, hasta
ahora sólo desencantada, para la defensa por otros medios del or-
den establecido.”7
En esta situación cabe preguntarse por el papel que un sector del
arte contemporáneo está jugando en el desarrollo de los aconteci-
mientos recientes. En el último año diversas iniciativas artísticas
han intentado incorporarse, de diversos modos, a las distintas for-
mas de expresión del malestar manifestado en ciertos países occi-
dentales y, de manera especial, en aquellos donde se está aplicando
más rigurosamente unas políticas destinadas, mediante la tera-
pia del shock, a vencer las resistencias ante la inminente transfor-
mación del modelo, que supone la liquidación total de lo que en la
terminología clásica se ha denominado el Estado del Bienestar, con
la consiguiente ruptura del ya frágil, hace tiempo, Contrato Social.
De entre las propuestas artísticas que se han involucrado en estos
movimientos se pueden citar la constitución, en 2011, del grupo de
artistas CERREC que surgió como apoyo a las reivindicaciones del
15 M, las acampadas de este año en la 7ª Bienal de Berlín, Occupy
Biennale, y en la Documenta (13) de Kassel o alguna excursión en
el territorio de la actualidad político-social de artistas como la de
Antoni Miralda en Arco 2012, donde presentó unas obleas sobre
las que podía leerse el slogan popularizado por el 15 M “No hay
pan para tanto chorizo”, escrito con tinta comestible. En esta feria,
asimismo, se pudo ver algún otro ejemplo semejante.
Es cierto que existen marcadas diferencias, en términos de inten-
ción y operatividad, entre los ejemplos aquí citados, sin embargo
también lo es que existen determinados rasgos que vinculan estas
propuestas. Todas ellas destilan una clara confianza en que desde
la especificidad del arte contemporáneo, y por supuesto dentro de
sus instituciones,8 se puede ejercer una influencia social con fines
transformadores. Aún asumiendo que esto fuera cierto, cuestión
6. Colectivo Cul de Sac, Obedecer bajo la forma de la rebelión. Tesis sobre la
indignación y su tiempo, Ediciones El Salmón, Alicante, 2012, p. 16.
7. Ibíd., p. 22.
8. Lo institucional aquí ha de entenderse desde una perspectiva ampliada
y con esto no se trata de limitarse al objeto clásico de la crítica
institucional, en el que se incluye indudablemente al mercado, sino
a la propia categoría de arte contemporáneo y a la forma en la que se
constituyen sus productores.
that for those who are able to bring about political consequences
once they are organized around an Idea.
T h e analysis of 15 M of the group Cul de Sac, in their thesis recent-
ly published under the title Obedecer bajo la forma de la rebelión
[Obeying in the Form of Rebellion], is certainly much more critical.
While it is true that the above-mentioned text simplifies the dif-
ferences between the diverse groups that have participated in this
movement in one way or another —both with respect to principles
and to strategies, although in most cases, there were merely tac-
tics— and that their approach, given the present-day circumstanc-
es, is to fall back to theory [not to a greater theoretical production
but towards an alternative theory], unsatisfactory as it is to begin
with, and given the reduction of opportunities for action that this
text maintains —although certainly, no blame should be laid in a
context, that of the culture of suspicion, in which activity enabling
an advance is hardly possible— nevertheless, this analytical effort
has an undeniable value with respect to at least a partial determi-
nation of the nature of the indignation movement.
Unlike Badiou, who sees certain positive features in the action of
the indignados, the Cul de Sac group understands that this is a clear-
ly negative movement insofar as it has been understood, and has
largely wanted to understand itself, as a movement of transforma-
tion. On the other hand, this question also gives grounds to Badiou’s
criticism of that phenomenon in what concerns the acritical assimi-
lation of a certain concept of democracy. Thus, this group states that
“indignation has at no time aspired to overthrow the imposed order,
but rather to improve it.”6 Moreover, “[…] 15 M has meant the alien-
ation of a part of the population, until now merely disenchanted, so
that others come to defend the established order.”7
In this situation, we should ask ourselves about the role played by
a segment of contemporary art in the development of the recent
events. In the past year, several artistic initiatives have attempted
to join, in various ways, in the different forms of expression of dis-
content manifest in certain western countries, especially in those
with a more rigorous application of policies destined to overcome
resistance to the imminent transformation of the model with
shock therapy, which implies the total elimination of what in clas-
sical terminology has been denominated the Welfare State with
the corresponding breaking of the Social Contract, already fragile
as of some time ago.
Among the artistic proposals that have become involved in these
movements we can cite the formation in 2011 of CERREC, a
group of artists that emerged in support of the claims of 15 M; this
years’ camps at the 7th Berlin Biennale - Occupy Biennale - and at
Documenta (13) in Kassel; or some excursions into the territory of
socio-political current events of artists like Antoni Miralda at Arco
2012, where he presented communion wafers on which you could
read the slogan No hay pan para tanto chorizo8 popularized by 15
M, written with edible ink. Some other, similar examples could al-
so be seen at this fair.
It is true that there are marked differences in the examples cited
here in terms of intention and operative principles; however, it is
also true that there are certain features that link these proposals.
All of them distil an evident confidence in that it is possible to ex-
ert a social influence with the object of transformation from the
specific context of contemporary art and, of course, from within
Colectivo Cul de Sac, Obedecer bajo la forma de la rebelión. Tesis sobre
6. 
la indignación y su tiempo [Obeying in the Form of Rebellion. A Thesis on
Indignation and its Time], Ediciones El Salmón, Alicante, 2012, p. 16.
7. 
Ibid., p. 22.
Translator’s note: No hay pan para tanto chorizo is a phrase popularized
8. 
by 15 M, translated in the English-language press as “There isn’t enough
bread for so much chorizo”. The phrase is a play on words - chorizo is a
type of sausage, normally eaten with bread, but it is also used to refer to
petty thieves, and here used to allude to corrupt politicians.
67
difícilmente sostenible a la luz de las criticas relativamente recien-
tes en torno a la eficacia política del arte,9 el hecho de solapar a un
movimiento social reformista, si atendemos a las críticas anterior-
mente mencionadas sobre estos fenómenos, unas acciones artís-
ticas alojadas en el contexto del arte contemporáneo y sus insti-
tuciones, asumiendo dicho ámbito como coparticipe del modelo
dominante actual, bien puede interpretarse como un intento de
minimizar, colectiva o individualmente, en el mejor de los casos
los efectos dramáticos causados por la verdadera transformación,
que se está produciendo en estos momentos, y que no es otra que la
protagonizada por el propio sistema capitalista.10
Existe, por supuesto, una clave interpretativa de este tipo de fenóme-
nos menos, por decirlo de algún modo, amable si es que la anterior
lo fuera. Se trata de entender estos planteamientos artísticos como
un modo de acomodación a las nuevas circunstancias, capitalizando,
incluso, toda esa energía social para su transformación en produc-
tos culturales fácilmente asimilables por las instituciones y el merca-
do del arte —¿Acaso no forman parte del mismo conglomerado en
la actualidad?— formando, consiguientemente, parte de un sistema
del que, pretendidamente, se tratan de combatir sus abusos, como si
no fueran parte de su carácter ontológico, con esas iniciativas.
No se trata aquí de señalar a uno u otro caso, de entre los enun-
ciados con anterioridad, como modalidades de este tipo de prác-
ticas cínicas. Es probable que Miralda sea un artista convencido
de sus buenas intenciones, pero el resultado de comerciar, al pare-
cer a 5000 € la unidad, con las concreciones simbólicas del males-
tar social no deja mucho margen para el entusiasmo en el campo
del pensamiento crítico. En estos casos es indiferente si el destino
de ese dinero es uno u otro, el caso es que este trabajo, como tantos
otros producidos en los últimos años, quedará como ejemplo pa-
radigmático, en terminología situacionista, de recuperación.11 Qui-
zás, tampoco se podría inferir una mala intención por parte de Ar-
tur Zmijewski, comisario de la Bienal de Berlín, en lo relativo a la
ocupación programada por él en el curso del citado evento o en la
calurosa bienvenida dispensada, a través eso sí de nota de pren-
sa [por algo esto es una medial-democracia], por la comisaria de
la Documenta, Carolyn Christov-Bakargiev, a la acampada apa-
rentemente espontanea e inmediatamente bautizada como doccu-
py [con lo que se garantizaba su absorción por parte del evento], en
la Friedrichsplatz de Kassel, siempre y cuando fueran respetuosos
con el entorno.12 En definitiva, esta estirpe de fenómenos se limi-
ta a seguir la estela de las ya clásicas tácticas del arte crítico de las
últimas décadas basadas en la retorica de lo antropológico. Den-
tro de este tipo de convocatorias turístico-culturales siempre resul-
ta atractivo para el público una suerte de espectáculo que represen-
te en unas condiciones suficientes de seguridad un fragmento, una
representación en definitiva, de la vida, un tableau vivant que bien
podría, con un tono circense, anunciarse así: ¡Pasen y vean, autén-
ticos activistas y artivistas en acción!
9. Sobre este particular véase: Rancière, Jacques, “Las paradojas del
arte político”, en: Jacques Rancière, El espectador emancipado, Ellago
Ediciones, Castellón, 2010, pp. 55-85.
10. En realidad estas transformaciones se remontan, en su estado inicial,
cuatro décadas atrás con la emergencia, o más bien la construcción, de
las condiciones para la aparición del nuevo capitalismo o, empleando
los términos de Richard Sennet, del capitalismo flexible. Sobre este
asunto consúltense: Sennet, Richard, La corrosión del carácter. Las
consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, Anagrama,
Barcelona, 2000 y Sennet, Richard, La cultura del nuevo capitalismo,
Anagrama, Barcelona, 2006.
11. Esta noción hace referencia a la absorción por parte del capitalismo
de las expresiones contrahegemónicas radicales gracias a un proceso
basado en su reificación. Descrito, al parecer por primera vez, por
Guy Debord en: Debord, Guy, La sociedad del espectáculo, Pre-Textos,
Valencia, 1999, p. 69.
12. La nota de prensa difundida por Christov-Bakargiev está disponible
en formato electrónico en:http://d13.documenta.de/#/press/news-
archive/press-single-view/?tx_ttnews[tt_news]=159&cHash=e26d0c1
a6f7cd3f67904003cbb2aeb33
68
its institutions9. Even assuming that this were true, which is hardly
sustainable in light of relatively recent criticism with respect to the
political efficacy of art,10 the act of superimposing artistic actions
accommodated in the context of contemporary art and its insti-
tutions —assuming that the latter environment collaborates with
the current dominant model— onto a reformist social movement,
taking into account the aforementioned criticisms with regard to
these phenomena, may well be interpreted, in the best of cases, as
an attempt to minimize, collectively or individually, the dramatic
effects of the true transformation that is now taking place, which
none other than that of the capitalist system itself.11
Of course there is an interpretation of this type of phenomena that
is less kind, so to speak, if the previous one was that. It involves
understanding these artistic proposals as a way of accommodat-
ing to the new circumstances, even of capitalizing all this social
energy to transform it into cultural products that may easily be as-
similated by the art institutions and market —are they not part
of the same conglomerate now?— consequently participating in
the system the abuses of which they are supposedly trying to com-
bat as if, with these initiatives, they were not part of its ontologi-
cal nature.
The objective here is not to point to one or another of the cases
mentioned above as examples of this type of cynical practices. It
is likely that Miralda is an artist convinced of his good intentions,
but the result of trading, apparently at 5000 € a piece, in symbolic
materializations of social discontent does not leave much margin
for enthusiasm in the area of critical thought. In these cases, the
destination of that money is indifferent; the fact is that this work,
as so much other work produced in the latest years, shall remain
as a paradigmatic example of recovery, in situationist terminolo-
gy.12 Perhaps no bad intent could be deduced on the part of Ar-
tur Zmijewski, the curator of the Berlin Biennale, with respect to
the occupation programmed by him in the course of that event, or
the warm welcome issued through the inevitable the press release
[this is a media-democracy for a reason] by the curator of Docu-
menta, Carolyn Christov-Bakargiev, to the apparently spontane-
ous camp immediately baptised as doccupy [which guaranteed it
being absorbed by the event] at the Friedrichsplatz in Kassel, pro-
viding they were respectful with the environment.13 In short, this
type of phenomena limits itself to following in the wake of the al-
ready classic tactics of critical art of the latest decades, based on
the rhetoric of anthropology. Within this sort of cultural tourism
proposals, the public always finds attractive a sort of spectacle that
9. 
The word institutions should be understood here in a wider sense,
not limited to the classic object of criticism, among which the market
is doubtlessly included, but referring to the contemporary art sector
itself and the form in which its producers set up their conditions of
production.
10. In this respect, see: Rancière, Jacques, “Las paradojas del arte político”
[The Paradoxes of Political Art”], in: Jacques Rancière, El espectador
emancipado, Ellago Ediciones, Castellón, 2010, p. 55-85. [The English-
language edition:The Emancipated Spectator, Verso, 2009.]
11. In reality these transformations, in their initial state, go back four
decades to the emergence or, rather, the construction, of the conditions
for the appearance of the new capitalism or, in Richard Sennet’s terms,
of flexible capitalism. With respect to this matter, please see: Sennet,
Richard, La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del
trabajo en el nuevo capitalismo [The Corrosion of Character. The Personal
Consequences of Work in the New Capitalism], Anagrama, Barcelona,
2000 and Sennet, Richard, La cultura del nuevo capitalismo [The Culture
of the New Capitalism], Anagrama, Barcelona, 2006.
12. This notion makes reference to the absorption on the part of capitalism
of the radical counter-hegemonic expressions owing to a process based
on its reification. Described, apparently for the first time, by Guy
Debord in: Debord, Guy, La sociedad del espectáculo [The Society of the
Spectacle], Pre-Textos, Valencia, 1999, p. 69.
13. The press release published by Christov-Bakargiev is available in
electronic format at: http://d13.documenta.de/#/press/news-archive/
press-single-view/?tx_ttnews[tt_news]=159&cHash=e26d0c1a6f7cd3f
67904003cbb2aeb33
Probablemente no se podría concluir, del mismo modo, que los
principios en los que se ha sustentado la actividad del colectivo de
artistas que se han agrupado bajo el acrónimo CERREC [“Crear es
Resistir, Resistir es Crear” acuñado por Hessel en su célebre libro]
hayan sido el de la instrumentalización directa de la movilización
social. Sin embargo, existen ciertos aspectos problemáticos dentro
de su actividad. En primer lugar, en las diversas comunicaciones
de intención que han realizado siempre ha existido una constan-
te defensa de la profesionalidad de sus participantes. De este mo-
do, gremialmente un número determinado de artistas irrumpía en
la escena de las protestas del 15 M con la intención de intervenir
transversalmente en las acciones del movimiento, desde una espe-
cificidad de lo profesional. Según su primer comunicado: “Desde
el colectivo artístico profesional se ha puesto en marcha la plata-
forma CREAR ES RESISTIR, RESISTIR ES CREAR de apoyo al
movimiento 15M, con el fin de generar la conciencia y el debate”.13
¿Esto qué quería decir? ¿Por qué esa identificación como colecti-
vo artístico profesional? ¿Acaso esto significa que la producción de
imágenes o acciones, más o menos cercanas al estándar artístico,
que los manifestantes habían realizado de manera autónoma has-
ta la aparición de CERREC no tenían la calidad artística suficien-
te, y de consuno no podían ser políticamente eficaces, y que el des-
embarco de los profesionales mejoraría tal cuestión? ¿Era necesaria
esa intervención de los artistas?
El aludir a la palabra profesional, en definitiva, suponía un encua-
dramiento dentro de un sistema que se pretendía, en apariencia,
cuestionar. Es probable que los propios miembros de la plataforma
se dieran cuenta de esa posible contradicción, ya que sustituirían el
primer texto por otro, en cual se puede leer: “[…] un grupo hetero-
géneo y abierto de trabajadores de la esfera del arte hemos puesto
en marcha una plataforma solidaria para apoyar y dar visibilidad a
las reivindicaciones que impulsan las movilizaciones del 15M y de-
nunciar la situación política, económica y social que padecemos.”14
Desde luego, el registro lingüístico cambió y siguiendo el guión
tradicional de la crítica institucional se anuncian cambios progra-
máticos que incluyen la autocrítica como medio de distanciamien-
to de su primera postura: “Además, mirando hacia nuestro propio
ámbito profesional, queremos plantear y hacer visibles las formas
de alienación presentes en la creación artística contemporánea y
en el trabajo cultural en general.”15
Sin embargo, la segmentación-especialización propia de esta pro-
puesta parece obedecer más a intereses gremiales particulares, den-
tro eso sí de unas movilizaciones generales, antes que una clara vo-
luntad de unirse como sujetos políticos a una revuelta social. En
definitiva, esta iniciativa, que surgió como apoyo del 15 M, com-
parte con este último su ethos reformista. Por otra parte y rela-
cionado con el problema de lo profesional, nos encontramos con
otro asunto problemático. Se trata de un aspecto asociado a la pro-
ducción de las imágenes y no es otro que el de la cuestión autoral.
Cualquier producción realizada por este grupo está firmada por
sus siglas. ¿Qué sentido tiene que en un movimiento colectivo, y
queriendo darle soporte, se identifiquen a los autores de las referi-
das imágenes? Se podría pensar que es un acto de responsabilidad,
es decir de responsabilizarse del contenido de las mismas. Aunque
la atribución de la autoría, en este contexto, también juega en otra
dirección, la del reconocimiento y la del mecanismo de gratifica-
ciones que éste pone en marcha.
De cualquier modo, en los casos descritos anteriormente, segura-
mente, no exista una clara intención de explotación de la energía
13. Este fragmento corresponde al manifiesto inicial de CERREC,
difundido a finales del mes de mayo del pasado año. Disponible en:
http://www.contraindicaciones.net/2011/05/crear.html
14. CERREC, “Resistir es crear”, Diagonal, Lunes 13 de junio de 2011, Nº
152, consultado en su versión digital en: http://diagonalperiodico.net/
Resistir-es-crear.html
15. Ibíd.
presents a fragment, a representation of life in conditions of suffi-
cient security; a tableau vivant which might well be announced in
a circus-like tone with: Step right up and see for yourselves, real ac-
tivists and artivists in action!
Similarly, it probably could not be concluded that the principles on
which the activity of the group of artists that have come together
under the [Spanish] acronym CERREC [of the phrase “To Create
is to Resist, To Resist is to Create” coined by Hessel in his famous
book] is based were those of a direct instrumentalization of the
social mobilization. However, there are other problematic aspects
of their activity. First of all, a constant defence of the profession-
alism of their participants has always been present in the various
communications of intent made by the group. Thus, a certain num-
ber of artists erupted on the scene of the 15 M protests like a syn-
dicate with the intention of making a cross-sectional intervention
in the movement’s actions from the specific condition of the pro-
fessional. According to their first communiqué, “The professional
artistic group has launched the platform TO CREATE IS TO RE-
SIST, TO RESIST IS TO CREATE in support of the 15M move-
ment, with the objective of fomenting awareness and debate”.14
What did this mean? What is the reason for identifying them-
selves as a professional artistic group? Does this mean that the
production of images or actions that come more or less close to
the artistic standard in which the demonstrators had engaged au-
tonomously up until the appearance of CERREC did not have suf-
ficient artistic quality and therefore could not be politically effec-
tive, and that the arrival of the professionals would improve that
situation? Was this artists’ intervention necessary?
In sum, the reference to the word “professional” implied fitting in-
to a system that in appearance it was intended to question. It is
likely that the members of the platform themselves realized this
possible contradiction, as they substituted the first text by anoth-
er, in which the following may be read: “[…] a heterogeneous and
open group of workers of the art sphere, we have launched a plat-
form of solidarity to support and give visibility to the vindications
behind the 15M mobilizations, and to denounce the political, eco-
nomic and social situation that we are enduring.”15 Certainly the
linguistic register has changed and, following the traditional script
of institutional criticism, programmatic changes are appreciable,
including self-criticism as a means of distancing themselves from
their initial position: “Furthermore, examining our own profes-
sional environment, we want to present and make manifest the
forms of alienation existing in contemporary artistic creation and
cultural work in general.”16
However, the specialization/segmentation of this proposal seems
to obey the specific interests of a sort of syndicate, although of
course within the general mobilizations, rather than express a
clear wish to join a social uprising as political subjects. In short,
this initiative, which emerged in support of 15 M, shares the lat-
ter’s reformist ethos. On the other hand, and with respect to the is-
sue of professionalism, we find another problematic aspect. It is
an aspect associated with the production of images, and which is
no other than the question of authorship. Any production carried
out by this group is signed with its acronym. What sense is there
in the identification of the authors of the above-mentioned im-
ages within a group movement, and in an effort to support it? It
may be thought that it is an act of responsibility, that is to say, of
taking responsibility for their content. Although in this context,
the claim of authorship also works in the other direction, that of
14. This fragment corresponds to CERREC’s initial manifesto, made public
at the end of the month of May of last year. Available at: http://www.
contraindicaciones.net/2011/05/crear.html
15. CERREC, “Resistir es crear” [“To Resist is to Create”], Diagonal,
Monday 13 June 2011, No. 152, consulted in its digital version at:
http://diagonalperiodico.net/Resistir-es-crear.html
16. Ibid.
69
colectiva de la indignación. De hecho, este análisis crítico no tiene
por objeto desmontar, mediante el señalamiento de sus contradic-
ciones, la posibilidad del arte en su intervención, en ciertas formas,
en lo político o lo social. En demasiadas ocasiones se puede tener
la oscura sensación de estar proveyendo de argumentos a aquellos
que, desde posturas contrarias, desearían que el arte volviese a una
época de placidez autónoma completamente desvinculada de la
praxis vital, para no aclarar ahora este extremo.
Sin embargo, si se puede sostener que en los artistas o mediadores,
que los protagonizan, aparece algo que podríamos llamar el incosn-
ciente emprendedor. A pesar de lo bienintencionado de las actitudes de
aquellos que, desde el arte, se han vinculado a los diversos movimien-
tos de indignación, no pocos incurren en ciertos automatismos, por
decirlo de algún modo, que pueden observarse, a día de hoy, como
prácticas habituales en el ámbito del arte contemporáneo. La noción
inconsciente emprendedor agrupa una serie de síntomas, esos automa-
tismos, que están presentes en un gran número de profesionales, o as-
pirantes a, del arte. Actúa, básicamente, de modo involuntario y, en
multitud de ocasiones, contradiciendo las intenciones conscientes del
sujeto. Se defienda o critique el actual estado de cosas, y muy espe-
cialmente el del arte —articulado, en gran parte, por intereses espe-
culativos o de propaganda de aquellos que cuidan por los primeros—
es difícil que el artista, aunque no sólo él sino también el comisario o
gestor, se resista a emplear las herramientas del emprendizaje, la lógi-
ca del beneficio, en un mundo singularmente hostil como es el del ar-
te contemporáneo. Los principios en los que basa su inercia son, fun-
damentalmente, el entender todo como recurso disponible para la
producción de un trabajo, incluidas por supuesto la propia cultura y
las relaciones humanas,16 y la estructuración de la actividad de acuer-
do con la economía de la atención. Esta última noción ha sido desa-
rrollada, entre otros, por Georg Franck y está asociada a lo que deno-
mina el capitalismo mental. En este contexto resulta imprescindible la
acumulación de capital en forma de atención. Antes que conseguir un
beneficio financiero, y de esto en el ámbito del arte contemporáneo
existe hace tiempo un claro convencimiento, resulta finalmente más
interesante captar la atención, lógicamente a través de los medios, del
público o, si se quiere, la audiencia. En definitiva, la economía de la
atención se fundamenta en la obtención de la prominencia, como va-
riante del capital mejor adaptada a su condición contemporánea que,
por otro lado, no puede ser construida sólo con dinero. De hecho,
previo a una rentabilización dineraria de cualquier trabajo, incluyen-
do los encuadrados en el marco de la labor intelectual y cultural, es
imprescindible atraer la atención sobre el mismo. Franck indica tal
cuestión en relación con la investigación científica, que podría apli-
carse igualmente al contexto del arte contemporáneo:
“[…] a fin de hacer de tu descubrimiento un éxito real, tienes que pro-
vocar la curiosidad en otras personas sobre lo que has descubierto.
Tienes que encontrar a otros que estén interesados en usar o repli-
car tus descubrimientos. En resumen, tienes que vender tu producto.
Si quieres vender tu producto tienes que estar bien aconsejado para
atender a aquello que los otros encuentran útil […] Permítaseme de-
finir el emprendedor científico como el investigador que maximiza el
reconocimiento de sus colegas científicos. La búsqueda del reconoci-
miento incluye esto como prioridad […] El deseo de maximizar el re-
conocimiento incluye la sed de prominencia y fama.”17
Gran parte de la estructura productiva del arte contemporáneo
ha estado basada en ese mismo sistema de promoción, median-
te el cual se acumulaba el capital de atención que, finalmente, po-
dría dar acceso a los beneficios financieros. Para conseguir esa acu-
mulación y lograr cierta preeminencia, artistas y mediadores, en
las últimas décadas, han realizado una labor, asumiendo su papel
16. Este planteamiento se fundamenta en el trabajo de George Yúdice
en: Yúdice, George, El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era
global, Gedisa, Barcelona, 2002.
17. Franck, Georg, “The scientific economy of attention: A novel approach
to the collective rationality of sciencie”, Scientometrics, Vol. 55, Nº 1,
2002, pp. 5-8.
70
recognition and of the gratification mechanism that it puts into
operation.
In any case, in the examples described above, there is surely no
clear intent of exploiting the group energy of indignation. In fact,
this critical analysis does not intend to strip away the potential of
art in intervening in the political or social situation in certain ways
by pointing out its contradictions. This point should be clarified
now, as there are too many occasions on which one has the dark
feeling of providing arguments to those who, from opposing view-
points, would wish that art returned to the era of autonomous pla-
cidity completely divorced from the vital praxis.
However, it can be maintained that something that we might
call the enterprising unconscious operates in the artists or media-
tors of the cases described above. Despite the well-intentioned at-
titudes of those who have joined the various indignation move-
ments from the perspective of art, not a few fall victim to certain
automatic behaviours, so to speak, which today may be seen as ha-
bitual practices in contemporary art. The notion of the enterprising
unconscious groups together a series of symptoms, these automat-
ic behaviours, engaged in by a large number of art professionals
or wannabes. Basically, the enterprising unconscious acts in an in-
voluntary manner and on many occasions in contradiction with
the subject’s conscious intentions. Whether one defends or criti-
cizes the current state of affairs, and very especially that of art —
largely articulated by speculative interests or those of propagan-
da on the part of those who care for the former— it is difficult for
the artist, although not only the artist, but also the curator or the
art administrator, to resist using the tools of enterprise, the log-
ic of profit, in a singularly hostile world such as that of contempo-
rary art. The principles on which the inertia of the enterprising un-
conscious is based are, fundamentally, understanding everything
as an available resource for the production of a work, certainly in-
cluding human relations and culture itself,17 and structuring the
activity in accordance with the economy of attention. This last no-
tion has been developed by Georg Franck, among others, and is as-
sociated with what Franck calls mental capitalism. In this context,
the accumulation of capital in the form of attention is essential. In
the end, capturing the attention of the public or, if you prefer, the
audience, logically through the media —and there is a clear con-
viction in this respect in the contemporary art world— is of great-
er interest than obtaining a financial profit. In sum, the economy
of attention is based on achieving prominence, as a variant of cap-
ital better adapted to its contemporary state which, on the oth-
er hand, can not be built with money alone. In fact, prior to ob-
taining any monetary profit from any work, including intellectual
and cultural production, it is essential to attract attention towards
it. Franck speaks of this situation with respect to scientific inves-
tigation, which might equally be applied to the context of con-
temporary art: “[…] in order to make your discovery a real suc-
cess, you have to make other people curious about what you have
found. You have to find others who are interested in using or repli-
cating your findings. In short, you have to sell your product. If you
must sell your product you are well advised to care for what others
find useful. […] Let us define the scientific entrepreneur as the re-
searcher who maximises the recognition received from fellow sci-
entists. The quest for recognition includes that for priority. […]
The desire to maximise recognition includes the thirst for promi-
nence and fame”18
A large part of the contemporary art production structure has
been based on this same system of promotion, which allows to
17. This idea is grounded in the work of George Yúdice in: Yúdice, George,
El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global, [published
in English under the title of The Expediency of Culture. Uses of Culture in
the Global Era], Gedisa, Barcelona, 2002.
18. Franck, Georg, “The Scientific Economy of Attention: A Novel
Approach to the Collective Rationality of Science”, Scientometrics, Vol.
55, No. 1, 2002, p. 5-8.
como emprendedores, de búsqueda y explotación de cualquier
tipo de recurso disponible para poder mostrar unas produccio-
nes que, bajo la legitimación de novedad, atrajeran para sí la su-
ficiente cantidad de atención, que les permitiera desarrollar una
carrera profesional de éxito. El problema es cuando estas inten-
ciones promocionales se intersecan con lo social. ¿Es legitimo,
entonces, utilizar el recurso de lo social como forma de atrac-
ción de la atención con fines profesionales? ¿Es posible desde el
arte, cuando se involucra con lo social, que no se produzca esta
situación contradictoria? Cuando se produce esta compleja rela-
ción es ciertamente difícil no ver los beneficios, en términos de
economía de la atención, que reciben aquellos que desde el arte
se proponen participar en determinados movimientos sociales
sin renunciar, para ello, de la especificidad del arte contempo-
ráneo, que está marcado por ese inconsciente emprendedor, que
aquí se ha intentando delinear.
No parece lo más conveniente, desde luego, que si los producto-
res, que realizan su trabajo en la órbita del arte contemporáneo,
desean involucrarse en las manifestaciones del desacuerdo social
con el modelo hegemónico, lo hagan desde la especificidad de
esta área profesional. En definitiva, ésta pertenece y está defini-
da por ese mismo sistema. Más allá de la participación como su-
jetos políticos a través de la acción ¿existiría un campo de actua-
ción en lo artístico para mostrar esa disconformidad y que, a su
vez, fuera políticamente eficaz en un contexto de enfrentamien-
to ideológico? Una posible respuesta se podría encontrar en el
ya viejo asunto de la propaganda. Como señala Boris Groys:
“El arte se hace políticamente eficaz cuando es realizado más allá o
fuera del mercado del arte —en el contexto de la propaganda polí-
tica directa […] su producción, evaluación y distribución no sigue
la lógica del mercado. Este tipo de arte no es una mercancía.”18
Groys, plantea que el arte que se muestra autocrítico con su con-
dición como mercancía no deja de “[…] reafirmar el poder total
del mercado del arte —incluso cuando esta reafirmación adop-
ta la forma de crítica.”19 Aunque reconoce la necesidad y legiti-
mación de dicha critica al mercado y la institución, plantea que
no cambia nada en lo fundamental y que, por el contario, puede
servir como elemento estabilizador de esas instituciones.
Trabajar, por tanto, desde la especificidad del arte contemporá-
neo hace que sea realmente complejo servir a otros intereses que
no sean los institucionales y de mercado, aunque sea de forma
inconsciente e indirecta. Podemos estar persuadidos de que el
mundo del arte contemporáneo pertenece, haciendo uso del tér-
mino occupy, al 1%. ¿Qué tipo de propaganda, entonces, podría
evitar la connivencia o asimilación y ser, al mismo tiempo, polí-
ticamente eficaz? Una propaganda que, en primer lugar, renun-
cie a su categorización como arte contemporáneo, noción ésta
sobredeterminada por aquellos grupos de intereses y organiza-
ciones dominantes. Evitar, asimismo, la atribución autoral so-
bre los artefactos, acciones o imágenes que se produzcan en este
ámbito propagandístico para evitar, en la medida de lo posible,
su reducción a material o documentación que alimente el mer-
cado o la institución siempre ávidos de este tipo de novedad en
contacto con la praxis vital. Se trata, en definitiva, de aportar a
la colectividad este tipo de producciones minimizando los efec-
tos de ese incomodo compañero de viaje, el inconsciente empren-
dedor, y procurando no ocupar la indignación sino, al contrario,
compartirla teniendo siempre presente que, finalmente, lo que
se persiguen son objetivos sociales y políticos.
18. Groys, Boris, Art Power, MIT Press, Cambridge, MA, 2008, p. 7.
19. Ibíd. p. 6.
accumulate the attention capital that might allow access to finan-
cial profits in the end. In order to attain this accumulation and a
certain pre-eminence, in the latest decades artists and mediators,
assuming their role as entrepreneurs, have done the work of seek-
ing out and exploiting any sort of available resource to be able to
present productions that, with the legitimation of novelty, would
attract sufficient attention so as to allow them to develop a suc-
cessful professional career. The problem is when these promo-
tional intentions intersect with the social interests. Is it then le-
gitimate to use the resource of social issues as a way of attracting
attention with professional purposes? Is it possible for this contra-
dictory situation not to occur when art becomes involved with so-
cial issues? When this complex relationship develops, it is certainly
difficult not to see the profits, in terms of the economy of atten-
tion, obtained by those who intend to participate in certain social
movements from the perspective of art, without renouncing the
specificity of contemporary art that is marked by this enterprising
unconscious that we have attempted to outline here.
It certainly does not seem so appropriate that the producers work-
ing in the sphere of contemporary art who wish to involve them-
selves in demonstrations of social disagreement with the hegem-
onic model do so from the specificity of this professional area. In
sum, that specificity belongs to and is defined by that very sys-
tem. Beyond the participation as political subjects through action,
could there exist a sphere of action to show that disagreement and
that were at the same time politically effective in a context of ideo-
logical confrontation exist? A possible response can be found with-
in the already old area of propaganda. As Boris Groys points out:
“Art becomes politically effective only when it is made beyond or
outside the art market —in the context of direct political propa-
ganda […] its production, evaluation, and distribution do not fol-
low the logic of the market. This kind of art is not a commodity.”19
Groys says that art that is self-critical of its condition as a com-
modity continues to “[…] reaffirm the total power of the art mar-
ket —even if this reaffirmation takes a form of critique.”20 Al-
though he recognizes the need and legitimation of that critique of
the market and the institution, he maintains that in essence, noth-
ing changes and that, on the contrary, it can serve as a stabilizing
element for these institutions.
Therefore, working from the specificity of contemporary art
makes it really complicated to serve other interests that are not
those of the institution and market, even if the latter are served in
an unconscious or indirect way. We can be convinced that the con-
temporary art world belongs to the 1%, to make use of an Occu-
py term. What sort of propaganda could avoid the connivance or
assimilation, then, and at the same time be politically effective?
Propaganda that, in the first place, renounces being classified as
contemporary art, that notion being overly determined by those
dominant interest groups and organizations. Avoiding, at the same
time, the attribution of authorship with respect to the artefacts,
actions or images that are produced in that propagandistic frame-
work in order to, in the measure possible, avoid their reduction to
material or documentation that feeds the market or the institu-
tion, always avid for this type of novelty in contact with the praxis
vital. In short, it has to do with providing the group with this type
of productions while minimizing the effects of that uncomfortable
travel companion, the enterprising unconscious, and making sure
not to occupy the indignation but rather, on the contrary, share it,
always with the conscience that, in the end, the objectives that we
are after are social and political.
19. Groys, Boris, Art Power, MIT Press, Cambridge, MA, 2008, p. 7.
20. Ibid. p. 6.
71
 Santi Ochoa

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72
73
 Macao: se
pregunta sobre
el sentido del
trabajo
Una forma concreta de política
Macao
Todavía no son muchos los que se preguntan realmente en qué
consiste esa “extraña multitud” de revueltas en torno a las cuales
se está reorganizando, hoy en Italia, una forma diferente de subje-
tivación política (la ocupación del Teatro Valle, el Cine Pazzo y el
Angelo Mai en Roma, Macao en Milán, el Sale Docks y el Teatro
Marinoni en Venecia, el Asilo della Creatività e della Conoscenza
en Nápoles, el Teatro Coppola en Catania, los Cantieri Arsenale y
el Teatro Garibaldi Aperto en Palermo).
En lugar de reconocer que estas revueltas representan una discon-
tinuidad sustancial con respecto a la tradición liberal y a las ten-
dencias reformistas, se insiste en utilizar los paradigmas morales
de la “buena política” y del “buen arte” para analizar algo que en
realidad es un horizonte político sin centros ni periferias y no tiene
competencias específicas relacionadas con ninguna de las dos cate-
gorías anteriores.
La distinción entre “contenido político” y “habilidad comunicati-
va”, utilizada a menudo en meses pasados, es totalmente ineficaz
en este caso para describir una subjetividad que surge más allá de
las relaciones de subordinación al poder, o de negación y conflicto
dentro de las posibilidades existentes. Se entiende más bien como
una fuerza de creación y de experimentación de una forma distinta
de vivir el tiempo, el cuerpo, el espacio, la comunicación, el traba-
jo, etc., como un nuevo camino hacia la posibilidad de crear “for-
mas inéditas de estar unidos mientras se está en contra”.
El día 5 de mayo de 2012 representó, en el sentido literal de la pa-
labra, un acontecimiento político, que generó en primer lugar
una mutación de las subjetividades y de su forma de percibirlas.
La ocupación de la Torre Galfa, un edificio de 22 pisos deshabita-
do desde hace 15 años, situado en el Centro Direzionale (el distri-
to económico de Milán) marcó un cambio en la distribución de los
deseos, de las percepciones individuales y colectivas, que no en-
cuentra ningún equivalente en las dinámicas de asignación disci-
plinar de los roles (el comisario, el artista, el técnico, el experto, el
74
Macao:
questioning
the meaning of
work
A concrete form of politics
A different form of political subjectivation is being reorganized in
Italy today around a “strange multitude” of uprisings (the occupa-
tion of the Teatro Valle, Cinema Palazzo and L’Angelo Mai thea-
tres in Rome, Macao n Milan, the Sale Docks and Marinoni Theat-
er in Venice, L’Asilo della Creatività e della Conoscenza in Naples,
the Teatro Coppola in Catania, the Cantieri Arsenale and Teatro
Garibaldi Aperto in Palermo); and yet, not many really ask them-
selves what they consist in.
Instead of recognizing that this represents a substantial break with
respect to the liberal tradition and reformist tendencies, there is
an insistence on employing the moral paradigms of “good politics”
and “good art” to analyse something that, in reality, is a political
horizon with no centres or peripheries, and with no specific com-
petences associated with one category or another.
The distinction between “political content” and “ capacity of com-
munication”, frequently used in the past months, is in this case ab-
solutely ineffective in describing a subjectivity that emerges be-
yond the relations of subordination to power or negation and
conflict within the existing possibilities. Rather, it is better under-
stood as a force of the creation and experimentation of a different
way of living time, the body, space, communication, work, etc., as
a new path towards the possibility of creating “new ways of being
united and against”.
The day of 5 May 2012 represented a political event, in the liter-
al sense of the word, which above all, brought about a change of
subjectivities and the way they are perceived. The occupation of
the Galfa Tower – a 33-story building that has been vacant for 15
years, located in the Centro Direzionale, the business centre of Mi-
lan – marked a change in the distribution of the desires, of the
individual and group perceptions, that has no equivalent in the
dynamics of the assignment of roles within the disciplines (the cu-
rator, the artist, the technician, the expert, the public, etc.) and the
assignment of spaces (the museum, the bank, the university, etc.),
as it usually takes place in the so called “economy of events”
público, etc.) y de los espacios (el museo, el banco, la universidad,
etc.), como sucede habitualmente en la gestión de un evento.
Esta diferencia se expresó de forma muy clara en el eslogan “Si no
existe, habrá que inventarlo”, que acompañó la inauguración de
Macao, nuevo centro para las artes y la cultura de Milán. El enun-
ciado no representa una mera afirmación sino una situación pro-
blemática, el planteamiento de un problema que antes no existía
(“¿En qué consiste un nuevo centro para las artes y la cultura?”) y
que ofrece la posibilidad de inventar nuevas respuestas.
En los diez días de ocupación de la Torre Galfa se han encontra-
do singularidades individuales y colectivas (estudiantes, artis-
tas, investigadores, anarquistas, marxistas, feministas, ecologis-
tas, autónomos, etc.) que han podido practicar nuevas relaciones
de funcionamiento conjunto, una relación específica de cuerpos y
enunciados que se desmarca de la condición histórica (el gobier-
no de la mercancía y la promoción del arte y de la cultura) para ex-
presar diferentes valores.
El cambio en las percepciones se llevó a cabo en el espacio urbano:
en el rascacielos, en la calle, en la ciudad, por medio de la recons-
trucción continua de los cuerpos y del uso de las máquinas de ex-
presión (los videos, los lemas, los símbolos que han circulado en la
red y en la prensa). Estos cuerpos y estas semióticas han tenido que
enfrentarse con el poder disciplinar (el bloqueo, la policía, el des-
alojo) y con los dispositivos de control (la publicidad, la comunica-
ción-consumo y la producción de la opinión pública) en su intento
por regular el evento de acuerdo a un concepto empresarial.
Arte, cultura, espectáculo y
subjetividad empresarial
La organización de eventos en Milán significa: conciertos, ferias,
exposiciones, festivales, semana de la moda, del diseño, etc., pero
también y sobre todo, Expo 2015, la Exposición Universal cuyo vo-
lumen de negocios, controlado por los flujos financieros, está in-
vadiendo y transformando radicalmente el espacio urbano (con la
construcción de un nuevo horizonte, el skyline) y a las personas que
lo habitan.
Una “transformación antropológica”, como quería Pasolini, que
maneja las formas de vida y de trabajo afines a las dinámicas de ac-
ción del neoliberalismo, y que afecta sobre todo a los trabajadores
del sector terciario avanzado. Dentro de dicho sector, las denomi-
nadas “industrias creativas” tienen el índice más alto de contrata-
ciones: el sector de los medios de comunicación (cine, televisión,
industria editorial) ocupa el primer puesto en los flujos de traba-
jo, con más de 66.000 personas contratadas en 20111. Se trata sin
duda de una proporción importante de la fuerza de trabajo del te-
rritorio, pero también la más expuesta a las condiciones de inesta-
bilidad y precariedad estructural. De hecho, este sector ha alcanza-
do, en la reorganización del mercado de trabajo que empezó ya en
los años ochenta, los máximos niveles de flexibilización y externa-
lización, mientras los contratos de duración indefinida no superan
el 10% del total.
A pesar del alto perfil profesional que se les pide a los trabajadores
de este sector, especialmente a las nuevas incorporaciones, la de-
nominada “clase cualificada” según el primer teórico del Knowled-
ge work (trabajo de alto conocimiento), la demanda del mercado
tiende más a la baja especialización o a la prestación gratuita de
becarios, o incluso de los propios usuarios y los diferentes públicos.
1. Datos del Observatorio permanente sobre las dinámicas del mercado
del trabajo del Ayuntamiento de Milán.
This difference was very clearly expressed in the slogan “If it does
not exist, it should be invented” that accompanied the opening of
Macao, a new centre for art and culture in Milan. The phrase is not
a mere statement, but a designation of a problematic situation, the
presentation of a problem that did not exist in the past (“What is
a new arts and cultural centre?”), and that offers the possibility to
invent new answers.
In the ten days of the occupation of the Galfa Tower, there
emerged singularities of individuals and groups (students, artists,
researchers, anarchists, Marxists, feminists, ecologists, free-lanc-
ers, etc.) which have practised new relations of joint functioning,
a specific relation of bodies and enunciations that escapes the his-
toric condition (the rule of merchandise and the valorisation of
art and culture) to express different values.
The change in the perceptions occurred in an urban environment
through the continual re-composition of the bodies (inside the
skyscrapers, out in the street, crossing in the city) and the use of
the machinery of expression (video, the slogans, the symbols that
have circulated online and in the press). These bodies and these se-
miotics have had to confront the actions of the disciplinary power
(the blocks, the police, the eviction) and the control mechanisms
(the advertisement, the consumption-communication and the cre-
ation of public opinion) to regulate the event in accordance with a
business conception.
Art, culture, the spectacle and
business subjectivity
The “economy of events” in Milan means: concerts, fairs, exhibi-
tions, festivals, fashion week, design week, etc., but also and above
all, Expo 2015, the World’s Fair the volume of business of which,
controlled by financial flows, is invading and radically transform-
ing urban space (with the erection of a new horizon, the skyline)
and the forms of life inhabiting it.
An “anthropological mutation”, as Pasolini would have it, that af-
fects the ways of life and work associated with the action dynamics
of neoliberalism and, above all, the workers of the advanced ter-
tiary sector. Within that sector, what is referred to as the “creative
industries” have the highest rate of newly starting employees: just
the communication sector (film, television, the publishing indus-
try) occupies first place in the work flows, with over 66,000 people
hired in 20111. Doubtlessly, this is a large proportion of the terri-
tory’s work force, but also the one most exposed to instability and
structural precariousness. In fact, this is the sector that reached
maximum levels of flexibilisation and outsourcing as a result of the
reorganization of the labour market that began even in the eight-
ies, while contracts of indefinite duration do not exceed 10% of the
total.
Despite the high professional profile that is required of the work-
ers of this sector, especially of the new arrivals – what is referred to
as the “educated class”, according to the definition of the first the-
oretician of Knowledge work – market demand tends more towards
low specialization or free services, those of interns or even the us-
ers and the public.
We find a concrete example in the world of audiovisual produc-
tion: the “schools de excellence” and the experts promote high
specialization as an essential requirement for the profession-
al success of photographers, directors of photography, operators
and video-makers, who invest years of study and large amounts
1. Data of the Permanent 0bservatory of Labour Market Dynamics of the
City Council of Milan.
75
Encontramos un ejemplo en concreto en el mundo de la produc-
ción audiovisual: las “escuelas de excelencia” y los expertos pro-
mocionan la alta especialización como requisito fundamental para
el éxito profesional de fotógrafos, directores de fotografía, opera-
dores y cámaras, que invierten años de estudio y grandes cantida-
des de dinero en cursos de alta formación (máster, especializacio-
nes, becas, etc.). En cambio, en el mercado de trabajo, incluso en
los grandes periódicos, el producto que gana en la mayoría de los
casos es el que tiene menor coste o coste cero: la foto amateur he-
cha con el móvil o el video cargado en Internet con las nuevas tec-
nologías móviles.2
Una situación de este tipo se puede comparar con la huida de las
empresas en los años noventa hacia mercados más convenien-
tes, pero hoy la “relocalización” no se refiere sólo a Oriente Próxi-
mo, sino también a las grandes inversiones que en vez de desti-
narse a los trabajadores profesionales, se invierten en el público
general, en los usuarios, en los espectadores, cuya atención se cap-
ta y se convierte en trabajo en tiempo real. El ejemplo demuestra
un proceso de devaluación de las competencias y de la experiencia
del individuo a favor del trabajo a gran escala, y no sólo en el sec-
tor de los medios, sino en general en el mundo de la producción
“inmaterial”.
En el campo de la cultura y del espectáculo, es el mercado el que da
validez a las competencias. Esto significa que si no hay un sistema
de reconocimiento de las credenciales profesionales, porque el tí-
tulo de estudios en estos sectores no vale nada o casi nada, el nivel
de profesionalidad de los trabajadores, su posibilidad de acceder a
nuevas contrataciones y a promocionarse, se demuestra con el nú-
mero de experiencias laborales, encargos, contactos y nombres de
los clientes. No hay que sorprenderse si nos encontramos en la si-
tuación paradójica de que un trabajo mal pagado o una beca gra-
tuita en una gran empresa resulten fundamentales para alcanzar el
sueño de la realización profesional.
También el uso de la palabra “precario” tiene un significado opues-
to al original (prekär, usado por el sociólogo Max Weber): figura
de transición que, después de conseguir una carrera, se mueve ha-
cia un estatus laboral definido. Hoy “precario” indica por excelen-
cia una figura de indeterminación cuya perspectiva puede ser el
trabajo autónomo, desprovisto de cualquier seguridad, o una serie
de contratos temporales, lo cual se convierte para muchos en una
elección entre el desempleo y la explotación.
La discrepancia entre la producción de una nueva fuerza de traba-
jo (creativos, trabajadores del conocimiento, cognitivos, etc.) y la
realidad del empleo en el mercado, es un problema con el que mu-
chos ya se han enfrentado (asociaciones y movimientos de preca-
rios, autónomos y trabajadores discontinuos) negándose a vender
a bajo precio sus competencias o a aceptar trabajos infracualifica-
dos para conseguir una carrera.
Cuando se le ha preguntado al Ayuntamiento de Milán sobre la re-
novación del sector, ha respondido según las políticas establecidas
por el ministerio y no ha sido capaz de comprender la articulación
de la producción y la producción de subjetividades, tal y como la
plantean las universidades (públicas y privadas), los bancos y las
empresas, guiados por el espejismo de una “sociedad del conoci-
miento”. Al contrario, sus políticas para el empleo en el campo de
la cultura están subordinadas a la ideología neoliberal y reafirman
el modelo económico y subjetivo del emprendedor como única fi-
gura capaz de librarnos de la crisis. Como el consejero de Cultu-
ra Stefano Boeri ha afirmado recientemente: “¡También los artistas
tienen que convertirse en una empresa!” Los mismos organismos
2. En abril de este año la versión online del periódico La Repubblica lanzó
una nueva campaña para potenciar su servicio de videos: “Todos somos
reporteros” es el lema del “primer gran experimento de crowdsourcing
periodista en el país”. Esta iniciativa, que ofrece una compensación de 5
euros brutos por video publicado, se ha suspendido temporalmente por
las protestas de los profesionales que exigen los salarios mínimos.
76
of money in high-level training courses (Master’s degrees, speci-
alities, internships, etc.). However, in the labour market, includ-
ing the large newspapers, in most cases, the winning product is
the one with the lowest cost or zero cost: the amateur photo tak-
en with a mobile phone or the video uploaded to the Internet with
the new mobile technologies. 2
A situation of this sort may be compared with the flight of com-
panies towards more convenient markets in the nineties, but to-
day, “relocation” does not refer only to the Near East, but also to
the large investments that, instead of being devoted to profes-
sional workers, are invested in the general public, in the users and
viewers, whose activity and attention are captured and turned in-
to real-time work. The example shows a process of devaluation of
the competences and expertise of the individual in favour of work
with large numbers, and not only in the media sector, but in the
world of the so called “immaterial” production in general.
In the area of culture and show business, it is the market that is
proof of competence. This means that given the lack of a system of
recognition of professional references – because in these sectors, a
degree is worth nothing or almost nothing – the professional lev-
el of the workers, their opportunity to access new employment
and a career, is “guaranteed” by the number of work experienc-
es, commissions, contacts and names of clients. We should not be
surprised if we find ourselves in the paradoxical situation where a
poorly paid job or an unpaid internship in a large company are in-
dispensable for attaining the dream of professional fulfilment.
In addition, the use of the word “precarious” is the opposite of its
early use (prekär) by sociologist Max Weber – that of a transitional
situation of a person who, after having attained a degree moves to-
wards a defined work status – today, “precarious” indicates an in-
determinate situation par excellence of a person whose prospects
may be free-lance work, lacking any security, or a series of short-
term contracts, which for many turns into a choice between unem-
ployment and exploitation.
The discrepancy between the creation of a new work force (cre-
ative workers, knowledge workers, cognitive workers, etc.) and the
reality of employment in the labour market is a problem already
dealt with by many (associations and movements de precarious,
self-employed and intermittent workers), who refuse to sell their
skills at a low price or to accept work below their qualifications to
attain a career.
When the Milan City Council was asked about the renewal of the
sector, the reply was given according to the policies established by
the ministry; the City Council has not been able understand the
articulation of production and the production of subjectivities, as
conceived by the universities (public and private), banks and com-
panies, guided by the mirage of a “knowledge society”. On the
contrary, their policies for employment in the field of culture are
subordinated to the neoliberal ideology, and they reaffirm the eco-
nomic and subjective model of the entrepreneur as the only fig-
ure able to free us of the crisis. As the councillor for culture Stefa-
no Boeri recently stated, “Artists too have to become entrepreneurs!”
The public bodies themselves are part of a process of renewal that
revolutionizes the concept of welfare, transforming it into busi-
ness credit: it is now the city that turns into “the promoter of access
to credit for people who are normally not eligible for financing, that is
to say, excluded from the ordinary credit circuit for lack of sufficient
2. In April of this year, the online version of the newspaper La Repubblica
launched a new campaign to promote its video service: “We are all
reporters” is the catchphrase of the “first large journalistic crowd-
sourcing experiment in the country”. This initiative, which offers
a compensation of 5 Euros gross per published video, has been
temporarily suspended owing to the protests of professionals who
demand minimum wages.
77
públicos son parte de un proceso de renovación que revoluciona
el concepto de bienestar transformándolo en crédito de empresa:
es ahora el municipio el que se convierte en “promotor del acceso
al crédito para las personas normalmente no financiables, es decir
excluidas del circuito del crédito ordinario por falta de garantías
suficientes”3. Por otro lado, los hijos de los que antes se definían
de la “clase media”, acceden en su gran mayoría al único estado de
bienestar todavía disponible, el de sus familias.
El modelo de desarrollo económico de la ciudad creativa presen-
ta una contradicción evidente, que debería analizarse con más de-
tenimiento. Por un lado, existe la exaltación del trabajo cognitivo/
creativo y de la industria creativa, promocionada por institutos,
expertos y administraciones públicas como “herramienta de in-
novación del tejido social”. Por el otro, la política fomenta la deu-
da bancaria y la aceptación por nuestra parte de los riesgos que la
gran empresa y el estado ya no están dispuestos a asumir. A medio
camino, nos encontramos con la estafa de la ciudad-Expo, cuyos
working poors aumentan constantemente y a los cuales se les exige
soportar unas condiciones de precariedad existencial con la pro-
mesa de una profesión glamurosa.
Si intentáramos fotografiar el mercado del trabajo cognitivo/crea-
tivo según estas consideraciones, en las imposiciones del espíritu
empresarial y en la formación de excelencia (que a menudo requie-
re que el estudiante contraiga deudas para pagarse sus estudios),
podríamos entrever, sin que se oculte demasiado, una política de
gobierno cuyo objetivo es financiar a los bancos y salvar a los pro-
pietarios del capital.
Sería conveniente plantearse el papel, dentro y fuera de la crisis, de
las formas de subjetivación relacionadas con el trabajo del conoci-
miento, y empezar a emprender caminos inexplorados.
El presente y el futuro de la lucha de Macao y de la red de movi-
mientos en todo el territorio nacional dependen de la diferente ar-
ticulación de estas tendencias. Nuestro reto consiste en priorizar la
cuestión del sentido del trabajo, una cultura del trabajo que no só-
lo se refiere a la peculiaridad del trabajo cultural en sí, como lo des-
cribe Luciano Bianciardi en una famosa novela.
La cultura como conflicto
El conflicto iniciado con la creación de Macao tuvo lugar precisa-
mente en el marco de actuación de los diferentes organismos fi-
nancieros en la ciudad (la especulación inmobiliaria) y que además
impiden su uso por parte del público reafirmando la centralidad de
la propiedad privada.
A partir del rechazo de una ciudad-empresa o una sociedad-em-
presa, el movimiento de los trabajadores de la cultura, se ha nega-
do a subordinarse a la relación capital-trabajo y ha reafirmado su
fuerza innovadora planteando nuevas posibilidades.
La ocupación de la Torre Galfa ha sido la primera ruptura con
las reglas jurídicas sobre la asignación del espacio urbano, nor-
malmente regulada por la dicotomía público/privado, ocupante/
propietario. Esta primera infracción de la “legalidad” ha sido un
potente factor de desubjetivación y de formulación de nuevas pre-
guntas (¿Qué es un espacio común?) y una fuerza motriz hacia la
problematización de nuevas dicotomías (representante/represen-
tado, individual/colectivo, docente/estudiante, autor/público,
3. Discurso pronunciado por la consejera de las Políticas de Trabajo
Cristina Tajani sobre las actividades de la recién constituida
Fondazione Welfare Ambrosiano. Un proyecto que, además del
Ayuntamiento y de los bancos Intesa San Paolo y Banca Popolare di
Milano, ha contado con el apoyo de la Cámara de Comercio y de los
tres sindicatos más importantes de Italia (CGIL, CISL y UIL).
78
guarantees”3. On the other hand, for the large part of the children
of those who only one generation ago were called middle class, the
only welfare still available is that of their families.
The model of economic development of the creative city contains
an obvious contradiction, which should be analysed in greater de-
tail. On the one hand, there is an exaltation of cognitive/creative
work and the creative industry, promoted by institutes, experts
and public administrations as “the innovation tool of the social
fabric”. On the other, the policies promoting indebtedness to the
banks and the assumption, on our part, of the risks that large com-
panies and the State are no longer willing to run. In the middle,
we come upon the Expo-city swindle, a constantly growing class
of the working poor, who are obliged to withstand conditions of a
precarious life with the promise of a glamorous profession.
If we attempt to take a snapshot of the cognitive/creative work
market in light of these considerations, we might glimpse a bare-
ly hidden government policy the object of which is to finance the
banks and save the owners of capital behind the imposition of the
business spirit and the formation of excellence (which often re-
quires the student to acquire debts to pay for the studies).
It would be a good idea to examine the role, within and outside of
the crisis, of the forms of subjectivation associated with knowl-
edge work, and start out on unexplored paths.
The present and the future of the struggle of Macao and the net-
work of movements of the whole national territory depend on the
different articulation of these tendencies. Our challenge consists
in prioritizing the question of the meaning of work, a work culture
that does refer only to the specificity of cultural work in itself, as
described by Luciano Bianciardi in a well-known novel.
Culture as conflict
The conflict that began with the creation of Macao took place pre-
cisely in the framework of the actions of the different financial
bodies in the city (real estate speculation), which furthermore im-
pede the use of real property by the public, reaffirming the central-
ity of private property.
Based on the rejection of the city-as-business or society-as-busi-
ness, the movement of the cultural workers has refused to subor-
dinate itself to the capital-work relationship and has reasserted its
innovative force proposing new possibilities.
The occupation of the Galfa Tower was the first break with the le-
gal rules of the assignment of urban space, normally regulated by
the public/private, occupant/landlord dichotomy. This first vio-
lation of “legality” was a strong factor of de-subjectivity and the
formulation of new questions (What is common space?) and a
driving force for focusing on new dichotomies (representative/
represented party, individual/group, teacher/student, author/pub-
lic, artist/non-artist, employee/free-lancer, cognitive worker/ma-
terial worker, etc.). The already existing oppositions have been ex-
panded and transformed by the conflict, which has brought about
new forms of subjectivation. However, the specific relationship
of bodies in space continues being the initial and most important
“exit” vector.
3. A speech made by the Municipal Councillor for Labour Policies
Cristina Tajani about the activities of the recently formed Welfare
Ambrosiano Foundation. A project which, in addition to the City
Council and the banks Intestate San Paolo and Banca Polarize id Milan,
has obtained the support of the Chamber of Commerce and the three
most important Italian unions (CGIL, CISL and UIL).
artista/no-artista, empleado/autónomo, trabajador cognitivo/tra-
bajador material, etc.). Las polaridades que ya existían se han ex-
pandido y se han visto transformadas por el conflicto, lo que ha
provocado nuevas formas de subjetivación. Sin embargo, la rela-
ción específica de los cuerpos en el espacio sigue siendo el “vector”
de salida inicial y el más importante.
El distanciamiento con respecto a los dispositivos del gobernanza
se realiza en dos planos asimétricos: por un lado, con la toma del
espacio y la ocupación, el movimiento ha marcado claramente una
división entre “ellos” y “nosotros”, un contraste con las institucio-
nes y las normas de representación, como había hecho en su día el
movimiento obrero. Por otro lado, con el rechazo a participar en
una dialéctica con el poder institucional, ha planteado la posibili-
dad de una “auto-cura”, una nueva capacidad de auto-organización
y auto-definición que no encuentra ninguna correspondencia en la
tradición de las luchas en las fábricas.
Con su negación a someterse a los organismos del gobierno (la
Gran Política) y a los flujos de capitales, el movimiento se ha abier-
to a la experimentación y a la creación de diferentes relaciones, or-
ganismos, instituciones, capaces de desarrollar las percepciones y
los valores expresados durante el evento.
Esta “política de la diferencia”, que es sustracción y creación a la
vez, tiene su fundamento en la forma de ser de las mujeres y es fru-
to del trabajo sobre las relaciones de los movimientos feministas de
los años setenta. La fuerte presencia de las mujeres en la construc-
ción de Macao ha moldeado las formas de acción del movimiento,
dando fundamental importancia a la calidad del intercambio más
que al resultado que se quiere lograr y afirmando así la crisis de to-
da ideología de gestión.
Como contrapartida de la desregulación de los derechos del traba-
jador y de los derechos sociales, Macao ha propuesto una moviliza-
ción constituida por alianzas extremadamente móviles, una plura-
lidad de relaciones basadas en el uso y en la práctica (del espacio,
de las tecnologías, del tiempo, etc.) como primer paso para desa-
rrollar los conocimientos propios y las competencias colectivas, en
contraposición a la sabiduría del experto, que define en cada oca-
sión los sujetos y los objetos políticos involucrados.
En este sentido, la estructura del ciclo productivo de Macao, basa-
da en la coordinación de “mesas de trabajo”, se ha ido afirmando
como moderación de la articulación de las “relaciones individua-
les” y “asociativas”, sin tener en cuenta ninguna norma de repre-
sentación. Las mesas se organizan según las prácticas, las inicia-
tivas, las afinidades culturales y personales, representando así el
primer lugar de agregación para experimentar una forma diferen-
te de creación de trabajo (en su dimensión social) y de las subjeti-
vidades de los trabajadores.
La coordinación no es un cuerpo orgánico definido, como los sin-
dicatos, sino una red móvil, abierta, conflictiva, en la cual los dife-
rentes tipos de asociaciones (las mesas, las asambleas, las alianzas,
las amistades, las redes nacionales, etc.) representan lugares de dis-
cusión y elaboración de conocimientos, comportamientos y expre-
siones, en transformación continua. Aquí encuentran su espacio
tanto la reproducción de las creencias y principios morales que de-
rivan de la opinión pública de la mayoría, como también las prác-
ticas políticas y estéticas más innovadoras, constantemente pre-
sentes en los grupos, en los individuos, en los enunciados y en los
espacios.
The rejection of the governance dispositives occurs on two asym-
metrical planes: on the one hand, by taking over and occupying
the space, the movement has clearly marked a division between
“us” and “them”; that is to say, an opposition to the institutions
and the rules of representation, as the workers’ movement had
done in its day. On the other hand, with its refusal to be reduced to
engaging in a dialectic with the institutional power, the movement
has put forth the possibility of a “self-cure”, a new capacity of self-
organization and self-definition that has no equivalent in the tra-
dition of the factory struggles.
With its refusal to submit to the government’s devices (the so-
called Big Politics) and the flows of capital, the movement has
opened up to experimentation and to the creation of different re-
lationships, organisms, institutions, capable of developing the per-
ceptions and values expressed during the event.
This “politics of difference”, which is subtraction and creation at
the same time, has its basis in the women’s approach and is the
fruit of the feminist movements’ of the seventies work on relation-
ships. The strong presence of women in the construction of Macao
has moulded the movement’s forms of action, giving essential im-
portance to the quality of exchange rather than the result it is de-
sired to attain, thus affirming the crisis of the whole business man-
agement ideology.
Confronting the deregulation of workers’ rights and social rights,
Macao has proposed a mobilization made up of extremely mobile
alliances, a plurality of relationships based on the use and prac-
tice (of space, of technologies, of time, etc.) as a first step towards
the development of individual skills and group competences, as
opposed to expert knowledge, which defines the political subjects
and objects involved on every occasion.
In this sense, the structure of the production cycle of Macao, based
on coordination of “work groups”, has gained force as a means of
articulating “individual relationships” and “associative relation-
ships”, without taking into account any rule of representation. The
work groups are organized by the practices, initiatives, cultural and
personal affinities, thus representing the first place of aggregation
where to experience a different form of the creation of work (in its
social dimension) and the workers’ subjectivities.
The coordination is not a defined organic body, like the unions,
but a mobile, open and conflicting network in which the differ-
ent types of associations (the work groups, assemblies, allianc-
es, friendships, national networks, etc.) are places for discussion
and production of expertise, behaviours and expressions, in con-
tinuous transformation. Both the reproduction of the beliefs and
moral principles deriving from the public opinion of the majority
and the most innovative political and aesthetic practices find their
place here, constantly present in the groups, the individuals, the
statements and the spaces.
Terms of comparison
Two considerations to relate the still very recent experience of Ma-
cao to other “friendly” experiences with similar work forms.
The first refers to the “workplaces”. In the last few years, the dis-
orientation that for many is the result of the lack of a permanent
workplace has been overcome with the creation of coworking spac-
es, generally used by self-employed workers of the cognitive/cre-
ative sector. This associative model has the merit of creating a net-
work not only within virtual platforms, but in the literal sense
of working together. At the same time, this model seems to pre-
serve certain aspects that were the legacy of the professionalism
of the eighties and nineties, when the ideology associated with the
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Términos de comparación
Dos consideraciones para relacionar la experiencia de Macao, to-
davía muy reciente, con otras experiencias “amigas”, con formas si-
milares de trabajo.
La primera se refiere a los “lugares de trabajo”. La falta de un lu-
gar de trabajo fijo en los últimos años ha permitido la creación
de espacios llamados coworking, generalmente utilizados por tra-
bajadores autónomos de la rama cognitiva/creativa. Este mode-
lo asociativo tiene el mérito de crear una red no sólo en las plata-
formas virtuales, sino en el sentido literal de trabajar juntos. Al
mismo tiempo, el proyecto parece mantener ciertos aspectos típi-
cos de los años ochenta y noventa, cuando se difundió la ideolo-
gía de la sociedad del conocimiento, como por ejemplo la instru-
mentalización de la relaciones con el fin de conseguir un beneficio
individual.
Macao se aleja del modelo de coworking, como lugar de trabajo,
porque la voluntad de estar juntos y trabajar juntos no se somete
a los códigos de la economía. En Macao se entra para trabajar en
un proyecto común: desde la cocina a la limpieza, desde las insta-
laciones a la producción semiótica. Esta diferencia comporta un
fuerte proceso de de-subjetivación que afecta directamente a la di-
visión del trabajo. Es un espíritu muy conectado con las formas de
la vida social, que quizás pueda liberar la relación del trabajo y del
lugar de trabajo del capital, recuperando el concepto marxista de
“trabajo vivo”.
La segunda se refiere a las “formas de trabajo”. A diferencia de la
experiencia de los intermitentes y precarios franceses,4 los prime-
ros en experimentar la forma política de la coordinación, la com-
posición de las figuras contractuales de Macao llega al máximo ni-
vel de heterogeneidad. Es una estructura por definición abierta y
comprende todas las formas de contrato, sin embargo, todos los
intermitentes franceses compartían el mismo sistema especial de
indemnización (que intentaron ampliar a otros tipos de contratos).
Los intermitentes llegaron a romper con los sindicatos después del
ataque sufrido por la patronal francesa (MEDEF) a su sistema de
indemnización de desempleo. Por el contrario, detrás de la inicia-
tiva de Macao se encuentra un deseo de creación y de experimen-
tación, un impulso vital (bien representado por el cartel colgado
en la Torre Galfa durante los diez días de ocupación: “Podríamos
pensar hasta en volar”), que no se puede conciliar con la negativi-
dad comúnmente asociada con la palabra “precario”.
El tiempo, los flujos y lo urbano
15 de mayo. Después del desalojo de la Torre Galfa, por orden di-
recta del ministerio del Interior, la coordinación de Macao se ha
fragmentado en diferentes espacios y lugares. La percepción colec-
tiva es de una corriente que tiende a dirigir los flujos materiales (el
contenedor de Ligresti) y los flujos de conocimiento (el tiempo del
espectáculo) hacia los canales preestablecidos, con el fin de restau-
rar la circulación de las personas, de las informaciones y de los bie-
nes, según los modelos propios de la ciudad-empresa.
Después de cuatro días de ocupación de las calles cercanas al ras-
cacielos, llegó la segunda ruptura con el gobierno de la ciudad: el
rechazo del “espacio del arte” ofrecido por parte del ayuntamiento
y la reivindicación de una dimensión “abierta” del paisaje urbano.
19 de mayo. El desplazamiento por la ciudad siguió distintos vec-
tores: el descenso a la red de metro y el “rápido recorrido” por las
calles del centro histórico hasta el encuentro de una nueva forma
4. Se refiere en particular a la Coordination des intermittents et précaires
d’Île-de-France.
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knowledge society was popularized, such as, for example, the in-
strumentalization of the relationship for the object of attaining in-
dividual profit.
Macao moves away from the coworking model because the de-
sire to be together and work together is not subject to the codes of
economy. One becomes part of Macao to work on a common proj-
ect: from cooking to cleaning, from design and installation to se-
miotic production. This difference involves a powerful process of
de-subjectivity that has a direct effect on the division of labour. It
is a spirit very much connected to the forms of social life, which
might enable us to think of the relationship of work and the work-
place with capital, recovering the Marxist “living-labour” concept.
The second refers to the “work forms”. Unlike the experience of
the French intermittent and precarious workers,4 the first to expe-
rience the political form of coordination, the composition of the
contractual models of Macao reaches the maximum level of het-
erogeneity. It is an open structure by definition, and it compre-
hends all forms of contract; however, all the French intermittents
shared the same special system of compensation (which they tried
to extend to other contractual models). The intermittent workers
broke with the unions following the attack on the unemployment
benefits system of the French employers’ union (MEDEF). In con-
trast, behind Macao’s initiative is the desire for creation and exper-
imentation, a vital impulse (well demonstrated by the poster hung
on the Galfa Tower during the ten days of occupation: “We could
even think of flying”), which can not be reconciled with the nega-
tivity commonly associated with the word “precarious”.
Time, the flows and urban space
15 May. After the eviction of the Galfa Tower by direct order of
the Ministry of the Interior, the coordination of Macao had be-
come fragmented in different spaces and places. The collective
perception is of a current that tends to direct the material flows
(Ligresti’s container) and the flows of knowledge (show time) to-
wards pre-established channels in order to restore the circulation
of the people, information and goods according to the models of
the city-as-business.
After four days of occupation of the streets near the skyscrapers
came the second break with city government: the rejection of the
“art space” offered by the City Council and the vindication of an
“open” dimension of the urban landscape.
19 May. The movement through the city followed different vec-
tors: going down to the metro network and the “quick run”
through the streets of the historic centre, until finding a new uni-
tary form with the occupation of the Palazzo Citterio, in the
neighbourhood of Brera, the never completed project of a Louvre
in Milan. The clash with the mechanisms of capturing the public
that turn tourism and the consumption of culture into the driving
force of the luxury industry with takes place here.
22 May. The second eviction. The Army block the streets of the
centre to avoid the influx of people to the occupation.
During the following four weeks, the coordination of the work
groups explodes throughout the city (theatres, rehearsal rooms,
studios, clubs, etc.), mobile gatherings recompose the fragmen-
tation of the urban space in time aided with remote action tech-
nologies. A multiplicity of times and places for planning and
conspiring.
4. In specific, I refer to the Coordination des intermittents et précaires
d’Île-de-France.
unitaria en la ocupación de Palazzo Citterio, en el barrio de Bre-
ra, el proyecto de un Louvre en Milán nunca llevado a cabo. Aquí
tiene lugar el enfrentamiento con los mecanismos de captación del
público, que alimentan la industria del lujo con el turismo y el con-
sumo cultural.
22 de mayo. Segundo desalojo. Las fuerzas armadas bloquean las
calles del centro para evitar la afluencia a la ocupación.
Durante las cuatro semanas siguientes la coordinación de las mesas
de trabajo estalla en la ciudad (teatros, salas de ensayo, estudios,
círculos, etc.), las reuniones móviles recomponen en el tiempo la
fragmentación del espacio urbano por medio de las tecnologías de
la acción a distancia. Una variedad de lugares y de tiempos de or-
ganización y conspiración.
16 June. Diverse groups of people come together and separate in
the urban space. From the early hours of the morning, they move
through the public space, the green areas, the major traffic arter-
ies of the city, public transport, abandoned film theatres. A ludic
action that recalls the Situationist derivé, as way of displacing the
accelerated rhythms of daily urban life, and as radical criticism of
today´s “employment of time”. The same evening, Macao occu-
pies a liberty-style building. It was the quarter of the old abattoir´s
stock market in Viale Molise 68, where it is currently located.

16 de junio. En el espacio urbano se juntan y se vuelven a separar

diversos grupos de personas. Desde las primeras horas de la maña-
na se mueven por los espacios públicos, las zonas verdes, las gran-
des arterias de movilidad de la ciudad, los medios de transporte
público, los cines abandonados. Una acción lúdica, que recuerda
las derivas situacionistas, una manera de desplazar los ritmos ace-
lerados de la vida urbana y una crítica radical al “empleo del tiem-
po” actual. La noche del mismo día, Macao ocupa un edificio mo-
dernista, el antiguo matadero Borsa del Macello en Viale Molise
68, donde se encuentra en la actualidad.

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