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CICLO USO Y ABUSO DE LOS MEDICAMENTOS 1

FÁRMACOS ANTIMICROBIANOS

INFECCIÓN
Durante milenios el ser humano se encontró relativamente indefenso ante
las infecciones. Una sencilla herida en un dedo podía terminar en la
gangrena y posible amputación del brazo, e inclusive en la muerte del
paciente.
Hasta la edad media en occidente se seguía la teoría de los humores de
Hipócrates, que no tenía ninguna aplicación práctica en la cura de estas
infecciones, ya que se basaba en retirar el elemento “calor” y la “bilis
negra”.
Además, no podían establecer las formas de contagio de enfermedades
como el cólera o la peste bubónica, ya que no tenían manera de establecer
conceptos como vectores de transmisión. De hecho, la malaria se llama así
por el “mal aire” del que se creía provenía la misma, cuando en realidad se
trata de la infección por parásitos llamados plasmodios que se transmiten
por la picadura de los mosquitos anófeles. No fue hasta los trabajos de Luis
Pasteur, que refutaron la hipótesis de la generación espontánea, que se
asumió que necesariamente los microorganismos invasores tenían que venir
de otro lado, o sea, necesariamente por un contagio, fuera por vectores de
transmisión exógenos(mosquitos, pulgas), por reservorios (las aguas
servidas por ejemplo) o interpacientes.
No fue hasta el siglo XVII que Anton van Leeuwenhoek, un empirista que,
viviendo en Delft, la meca de los pulidores de cristales, diseñó los primeros
microscopios y descubrió los microorganismos que son los causantes de las
infecciones.
Hoy sabemos que las infecciones son el resultado de la invasión y eventual
colonización del organismo por diferentes tipos de estos microorganismos,
que cuando tienen esa capacidad, son llamados patógenos (que producen
sufrimiento).
Hay diferentes tipos y que sus mecanismos de agresión son bien diferentes,
y por eso no pueden utilizarse las mismas estrategias para las diferentes
situaciones. Hay bacterias, hongos, virus, protozoos y priones, y son, como
dijimos, radicalmente diferentes.

HISTORIA Y CLASIFICACIÓN DE LOS ANTIBACTERIALES


Sin embargo, hubo que esperar al siglo XX para que los trabajos de Luis
Pasteur eliminaran el concepto de la generación espontánea y a los
descubrimientos de Heinrich Hoerlein y su equipo de la Bayer que
desarrollaron el PRONTOSIL, primer quimioterápico y a los de Alexander
Fleming que en 1928 descubrió la PENICILINA, el primer antibiótico.
El primer caso fue un derivado de la boyante química de las anilinas que
había desarrollado la Bayer (el primer compuesto probado teñía de rojo
brillante la piel del paciente) y el segundo fue un hallazgo serendípico de
Fleming, que descubrió en unos cultivos de Staphylococcus aureus una
contaminación del hongo Penicillium notatum alrededor de la cual no
crecían las bacterias antes mencionadas.
Hoy vamos a ocuparnos en particular de los antibióticos y quimioterápicos,
los que se utilizan para los casos de infecciones bacterianas. La diferencia
entre ambos es que los segundos son completamente sintéticos pero los
otros no, se deben, al menos en alguna etapa del desarrollo o producción,
cultivarlos.
Por su acción, a grandes rasgos, pueden diferenciarse en bactericidas
(matan las bacterias) y bacteriostáticos (impiden su crecimiento y
proliferación). Por su efecto en cambio, los hay que son efectivos para una
gran variedad de patógenos y se los llama de amplio espectro, y los hay
más específicos.
También se clasifican por su fórmula y estructuras químicas, pero no le
dedicaremos a eso mucho espacio por ser demasiado técnico.
Finalmente, por su uso los hay que se administran solamente de forma
tópica (sobre la piel y mucosas), orales e inyectables y solo inyectables.
Sin dudas los más comunes son los “parientes” de la penicilina, llamados
por sus estructuras “betalactámicos”, que tienen la particularidad de no
resistir mucho tiempo en solución acuosa, motivo por el que se
comercializan con el agua separada (por ejemplo, ampollas de agua
destilada y del polvo del antibiótico aparte)
TERAPÉUTICA Y MODOS DE USO
Como dijimos la posología (forma y periodicidad del consumo) es variada,
y lo más importante es que SIEMPRE un antimicrobiano debe de ser
recetado por un médico, ya que su uso imprudente conlleva riesgos.
Lo anterior es importante, por un lado, porque todos los antimicrobianos
tienen efectos secundarios, como la tetraciclina que mancha de verde los
dientes, o el cloranfenicol que es tóxico al oído (y por eso se usa solo de
forma tópica), o, como la mayoría, pueden agredir la biota intestinal y
producir trastornos por eso. Las sulfamidas, por su lado, las más comunes
dentro de los quimioterápicos, así como la penicilina, pueden generar
alergias muy severas.
Por otro lado, hablábamos antes del espectro de acción, no todos los
antimicrobianos sirven para todas las especies de patógeno, y, de hecho, en
casos complejos se realiza un estudio llamado “antibiograma” en el cual se
estudia la sensibilidad del agente a los diferentes antibióticos disponibles.
Por eso es que debe ser el médico el que elija el medicamento y su forma
de dosificar, ya que es el que conoce las probabilidades de sensibilidad del
os diferentes tipos.
Por último, y más grave, las bacterias tienen la capacidad de desarrollar
resistencias, lo que las hace inmunes al fármaco, y, para peor, pueden
transmitir esa cualidad, aún entre especies diferentes, lo que potencialmente
inutiliza esas drogas y es, de hecho un peligro grande que existe, el de que
la terapéutica pierda esas drogas y se limite severamente la capacidad de
combatir enfermedades.
Coloquialmente, se suele hablar, por ejemplo, de las “superbacterias”
hospitalarias, también llamadas meticilinorresistentes, por ser inmunes a
este poderoso agente, la meticilina.
RECOMENDACIONES
Por lo anterior es importante tener en cuenta algunas cosas ante una posible
infección. Lo primero, reiteramos que se debe recurrir a un médico y nunca
automedicarse. Cuando el paciente decide por sí y ante sí, suele recurrir al
que considera más potente y en a dosis más alta, siendo la amoxicilina la
reina de las autoprescripciones, pero sin idea de como debe dosificarse, y
eso, por un lado puede ser ineficaz (no hay forma de que esté seguro de que
la infección sea bacteriana, y si es un hongo o virus lo mismo podría comer
caramelos de menta) ni si es un antibiótico en cuyo espectro se encuentre el
patógeno más probable.
Por otro lado, las indicaciones suelen ser por un período (una semana, diez
días, por ejemplo) y debe tomarse el medicamento durante todo el ciclo
prescripto, porque, si deja de hacerlo ante una remisión de los síntomas
(que si la terapéutica es eficaz ocurre antes) y no se eliminan todas las
bacterias, pueden volver a proliferar, pero como estuvieron expuestas al
agente, es cuando pueden generar la resistencia. Durante la guerra de
Vietnam los soldados americanos se inyectaban penicilina preventivamente
para evitar contraer la sífilis, lo cual es una barbaridad, y lograron generar
cepas de Treponema pallidum, el agente causante, resistentes a la
penicilina, algo que no existía antes de esa costumbre.
O sea, ante un dolor de garganta no se debe ir corriendo a tomar nada,
porque solamente en el caso de las anginas el causante es una bacteria, y
hoy hay kits de diagnóstico muy rápidos de usar.
Por lo anterior, esas son las mejores alternativas: consultar al médico y
seguir sus indicaciones al pie de la letra, en tipo, frecuencia y período de
toma.

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