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I.- INTRODUCCION
El texto es un fragmento del ensayo; Las siete lámparas de la arquitectura, de John Ruskin,
concretamente son fragmentos extraídos del capítulo 6, La lámpara de la memoria. La lámpara de la
memoria es un texto de gusto poético, que desarrolló una visión moral cuasi religiosa de la obra
arquitectónica. La arquitectura, será considerada como un elemento que transforma y humaniza el
entorno, como un medio que trasmite la idiosincrasia de un pueblo, o como una herramienta, que
actúa como foco de la memoria del hombre. Por tanto, se acercará a la conservación y restauración
arquitectónica desde una compresión y un desarrollo teórico o filosófico, proponiendo un corpus
ideológico que disponga de unas pautas para el mantenimiento y la gestión del legado arquitectónico.
Aludirá a la necesidad de conservar las obras arquitectónicas porque son el legado de nuestros
ancestros y no tenemos el derecho de privar a las futuras generaciones de esa herencia que nos han
dejado. Este texto, es un ensayo con matiz altamente romántico, que se centrará en analizar las obras
y su conservación desde un espíritu poético, sin proporcionar métodos ni proponer mecanismos de
actuación.
La lámpara de la memoria, es por tanto un texto de deserción teórica que se apoyara en dos de los
pilares fundamentales de la formación de Jonh Ruskin, la moral y el lenguaje religioso, y la
idealización poética del romanticismo (1).
(1) La arquitectura es como el hogar y la protección de esta influencia sagrada, y a título de ello
debemos consagrarle nuestras más graves meditaciones. El primero hacer histórica la
En definitiva, la moral cristiana será el elemento que sustente la concepción sagrada de las
construcciones arquitectónicas, al considerarlas el deposito del alma de sus creadores y sus ocupantes.
Por otro lado, la idealización romántica dejará su huella en la búsqueda de la singularidad, de la
diferenciación, irradiando un halo de magnificencia a las representaciones arquitectónicas de carácter
único, surgidas de un tiempo y de un pueblo, como elementos de expresión y perpetuación del mismo.
Dentro de esta visión evangélica de la arquitectura, se encuentran las alusiones a la tipología religiosa,
que propiciará una ideología determinista, que utiliza en el desarrollo y construcción de su teoría de
conservación arquitectónica (2). Utilizará esos símiles basados en la tipología (creencia que explica
como los sucesos anteriores estaban determinados para provocar una respuesta futura siguiendo los
escritos del libro de la creación), para proponer una idea de conservación sujeta a la moral cristiana,
por la cual el hombre como hijo de un tiempo, tiene el deber de conservar el legado con el que ha sido
bendecido, y como todo ese proceso, de respeto y cuidado por la arquitectura heredada, está
predestinado de maneta tipológica, para que las futuras generaciones disfruten de esa herencia.
(2) Dios nos ha prestado esta tierra durante nuestra vida; no es más que un bien sujeto a restitución.
Pertenece a los que vendrán después de nosotros, cuyos nombres están ya escritos en el libro de la
creación como los nuestros mismos; no tenemos el derecho, por actos o por negligencias, de conducirles
a penalidades inútiles, o privarles de beneficios que estaría en nuestra mano legarles.
Dentro de esta concepción romántica de la arquitectura, otro de los principios que expone es la
permanencia en el tiempo de la arquitectura, la visión prolongada y viva de la obra arquitectónica (3).
(3) Cuando construyamos diremos, pues, que construimos para siempre. Que no sea tan sólo por la
alegría de la hora presente y por la única utilidad de ésta. Que sea un trabajo por el cual nos estén
agradecidos nuestros descendientes; pensamos, colocando piedra sobre piedra, que llegará un tiempo en
el cual estas piedras serán conceptuadas sagradas porque nuestras manos las tocaron.
(4) ¿en qué el nuevo trabajo llevará ventaja sobre el antiguo? En el antiguo había vida, había la
misteriosa sugestión de lo que había sido y de lo que había perdido, del encanto de las suaves líneas, obra
del sol y de las lluvias. Nada de esto puede haber en la brutal dureza de la nueva obra.
Es por tanto que concebirá escasas acciones en materia de conservación, tan solo propondrá el
mantenimiento, entendido como el cuidado pulcro y minucioso de las obras arquitectónicas, evitando
así intervenciones en el proceso evolutivo de la obra de arquitectura (5).
(5) Mas, se dirá, la restauración puede llegar a ser una necesidad. De acuerdo. (…) Examinad esa
necesidad antes de que se os presente y podréis evitarla, el principio de los tiempos modernos consiste en
descuidar los edificios y luego en restaurarlos. Pues tened cuidado de vuestros monumentos y no tendréis
luego la necesidad de repararlos.
Considerará a las obras arquitectónicas, como si de un ser vivo se tratase, y por tanto entenderá que
un bien, necesitará intervenciones de mantenimiento y conservación, cuando por sí solo no se pueda
salvar, pero siempre desde una mirada evolutiva y catastrofista de la obra arquitectónica, asumiendo
la muerte del bien como la etapa final de su vida.
IV.- CONCLUSIONES
En el análisis de estos fragmentos de lámpara de la memoria, se evidencia la influencia evangélica de
primera infancia de John Ruskin, en su concepción de la arquitectura y de su conservación. Esta
influencia persistirá en el desarrollo de las posteriores teorías de la conservación y restauración, en la
medida que contribuirá al desarrollo de una ideología mística que impregna la propia teoría de
conservación ruskiniana. Una teoría desarrollada como guía moral, que promueve el respeto por el
legado arquitectónico y la veneración de las obras, que servirán a la memoria y a la gloria de otros
hombres y otro tiempo.
Por otro lado, se deduce que su formación y desarrollo en la primera mitad del S. XIX propicio su
pertenencia a la corriente romántica, que le proporcionaría el gusto por una arquitectura genuina, y
que le llevaría a promover creación de una arquitectura propia de su época histórica. Este gusto por
la singularidad, también le llevaría a proponer a la arquitectura gótica, como culmen estilístico, al
considerarla como el único ejemplo de arquitectura, surgido espontáneamente de un pueblo y una
época, sin haber recurrido a la imitación o a la copia.
Pero ciertamente, el estudio y lectura de este texto, será esencial en el análisis de las ideas y premisas
que John Ruskin legará a la corriente romántica de conservación y restauración arquitectónica. En el
anterior examen se concentran las ideas de conservación y mantenimiento constante de las obras
arquitectónicas, y su consideración como ente vivo, que contiene en su patina, las señales del tiempo
y que forman junto con todo su proceso evolutivo, la grandeza y la esencia inmaterial, que la
constituyen como verdadera obra de arte.
V.- BIBLIOGRAFÍA
Abse, J. (1980): John Ruskin the passionate moralist. Hogarht Press, Londres.
Baigorrí, V.L. (2014): Las teorías de Viollet Le Duc y John Ruskin en las obras de Gaudí.
Garratt, P. (2009): Ruskin's Modern Painters and the Visual Language of Reality, Journal of Victorian
Culture.