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Tipos de Plano
Un plano es:
En el rodaje, la porción de espacio que toma la cámara (y su escala relativa).
En la pantalla, cada fragmento que se muestra en continuidad, sin cortes.
En el encuadre, la posición relativa (primer o segundo plano).
Una película suele tener entre 5 y 40 fragmentos narrativos, llamados
secuencias, pero puede tener cientos de planos.
El tipo de planos (y movimientos de cámara) puede ser tan importante como la
puesta en escena, creando espacios y tiempo y enriqueciendo la forma
narrativa de la película. También puede dar lugar a diferentes estilos
cinematográficos.
El plano es una unidad muy compleja en la que se combinan todos los
elementos de decorado, atrezzo, personas, fotografía y tiempo.
La clasificación de planos está referenciada a la figura humana.
GPG - Gran plano general: también llamado Panorámico, es de carácter
descriptivo, una visión general de un paisaje, espacio o multitud donde se
desarrolla la acción.
PG - Plano general: más limitado pero incluyendo a los personajes. Si es un
plano general corto, muestra figuras humanas completas en relación con el
entorno.
PA - Plano americano o tres cuartos: el que corta las figuras a la altura de las
rodillas.
PM - Plano medio: la figura cortada por la cintura. Nos acerca al personaje.
Puede ser PML, plano medio largo, si es algo más abierto, o PMC, plano medio
corto, si es más cerrado, cortado por el pecho (busto).
PP - Primer plano: es un plano corto que muestra la cabeza o el rostro y con
ello el carácter, la intención, los sentimientos... Si encuadra solo una parte es
un primerísimo plano, PPP.
PD - Plano-detalle: o gran primer plano es el que dirige la atención a algún
centro de interés de tamaño pequeño (una mano, un ojo,...).
Encuadre Móvil
El encuadre móvil es característico del cine. El encuadre cambia dentro de un
plano con los movimientos de cámara:
Panorámica: la cámara gira sobre su eje, horizontal o verticalmente,
recorriendo el espacio o siguiendo a los personajes. Si el movimiento es muy
rápido, desenfocando la imagen, se llama barrido.
Travelling: la cámara se desplaza siguiendo o acompañando la acción,
trasladándose al hombro, sobre ríeles, sobre un artilugio con ruedas (dolly) o
con la steadicam (cámara con estabilizador).
Plano grúa: la cámara montada sobre un brazo articulado puede moverse en
todas direcciones y realizar tomas con movimientos complejos.
Zoom: La cámara no se mueve, es el objetivo con lente focal variable el que
abre o cierra el espacio, alejando o acercando las figuras, y, en definitiva,
cambiando el encuadre.
Algunos otros conceptos sobre planos:
Planos trucados con efectos especiales: sobreimpresiones, retroproyecciones,
planos Matte (planos pintados). En estos últimos se graban por separado las
personas y los decorados, e incluso se realizan digitalmente, como en La
inglesa y el Duque (L'anglaise et le duc, Eric Rohmer, 2001).
Plano subjetivo, la cámara mira a través de los ojos de un personaje y nos
muestra lo que ese personaje está viendo.
Plano-contraplano, es el intercambio de planos entre personajes que
conversan orientados en torno a un eje de referencia.
Plano picado: plano en el que la cámara enfoca a los personajes por encima
de la altura de sus ojos. Una variedad del plano picado es el plano cenital (o
picado puro), que se produce cuando la cámara se sitúa justo encima de los
personajes, en perpendicular al suelo (como una vista de pájaro).
Plano contrapicado: plano en el que la cámara enfoca a los personajes justo
por debajo de la altura de sus ojos. Una variedad del plano contrapicado es el
plano nadir (o contrapicado puro), que se produce cuando la cámara se sitúa
justo debajo de los personajes (desde el suelo, enfocando hacia arriba).
Plano máster (mastershot): toma en continuidad de toda la acción de un rodaje
que sirve como referencia para ir encajando las diferentes tomas o suplir las
fallidas.
Plano secuencia: o montaje en el plano. Es el desarrollo de una acción sin
cortes a través del movimiento planificado de la cámara siguiendo la acción y
moviéndose entre los personajes.
DIRECTORES RUSOS.
Serguéi Mijáilovich Eizenshtéin, más conocido como Serguéi Eisenstein Riga, Imperio
ruso; 23 de enero de 1898-Moscú, URSS, 11 de febrero de 1948) fue un director de
cine y teatro soviético de origen judío. Su innovadora técnica de montaje sirvió de
inspiración para el cine posterior.
Cuando contaba 25 años, Serguéi Eisenstein puso fin a su carrera teatral, al ver el
artificioso resultado en su montaje de Máscaras de gas, donde, según sus propias
palabras, «el carro se rompió en pedazos y el conductor se cayó de cabeza en el
cine». Esto hizo que dejara el teatro y se centrara en el medio que le dio prestigio
internacional, el cine.
Eisenstein fue un pionero del uso del montaje en el cine. Para Eisenstein, la edición
no era un simple método utilizado para enlazar escenas, sino un medio capaz de
manipular las emociones de su audiencia. Después de una larga investigación en el
tema, Eisenstein desarrolló su propia teoría del montaje. Sus publicaciones al
respecto serían luego de gran influencia para varios directores de Hollywood.
Eisenstein, con frecuencia, no utilizaba actores profesionales para sus películas. Sus
narrativas evitaban el individualismo y, en cambio, iban dirigidas a cuestiones más
amplias de la sociedad, especialmente a conflictos de clases. Sus actores eran por lo
usual personas sin entrenamiento en el campo dramático, tomadas de ámbitos
sociales adecuados para cada papel.
Su principal mensaje político se basó en la organización, la participación y la lucha:
«Como quieras, quiero».
Sus ideales comunistas lo condujeron en varias ocasiones a conflictos con
funcionarios del gobierno soviético. Stalin era consciente del poder del cine como
medio de propaganda, y consideró a Eisenstein como una figura controvertida. Su
popularidad se profundizó más tarde con el éxito de sus películas, entre ellas El
acorazado Potemkin (1925), calificada una de las mejores películas de todos los
tiempos.
Sus ensayos literarios cinematográficos y sus dotes como orador, teniendo en cuenta
que hablaba además alemán, inglés y francés, hizo que ejerciera una gran influencia
sobre la teoría cinematográfica en la época.
De 1924 a 1930.
En 1924, podrá poner en práctica sus teorías en su primera gran obra, La Huelga
(Стачка), aunque él mismo consideró que había fracasado a la hora de hacer fluir
las emociones de los espectadores y que era demasiado teatral. Se incautó la única
copia que había de la película y no se pudo volver a distribuir hasta después de su
muerte, aunque el film llegó a ser exhibido en Occidente y obtuvo el premio en la
Exposición de París en 1925.
Pero será su siguiente película, El acorazado Potemkin, la que dará a conocer su
nombre en todo el mundo, y es posiblemente la película sobre la que más se ha escrito
en toda la historia del cine. Según Eisenstein, el guion de la película, de Nina
Agadzhánova-Shutkó, fue escrito para una película en ocho episodios, 1905, que
comenzó a rodarse en Leningrado y pensaba relatar los sucesos de la huelga general.
Tuvieron que abandonar el rodaje por el mal tiempo, y se dirigieron a Odesa a rodar
el capítulo dedicado al motín del Potemkin. Eisenstein decidió entonces centrar la
película en ese episodio, y se abandonó su proyecto de 1905.
Cuando llegaron a Odesa, buscó a los supervivientes de la masacre, e incluso localizó
los dibujos de un francés que había sido testigo de lo ocurrido. Reescribió el guion y
realizó diversos títulos para dirigir la acción. Aunque los medios eran pocos, gracias
a una serie de experimentos técnicos (pantallas reflectantes, fotografía desenfocada
y plataformas móviles entre otros) obtuvieron resultados asombrosos.
Eisenstein erige su película en 1290 planos, combinados con genial maestría
mediante un montaje rítmico. Considera innecesarios los movimientos de cámara, ya
que el movimiento está determinado por la acción y por el montaje, por lo que son
escasísimos, y sólo realiza varios travellings . Destaca la escena de la escalinata, con
170 planos, en la que el pueblo es brutalmente agredido por las fuerzas zaristas y
donde crea un tempo artificial, que hace que la secuencia dure casi seis minutos.
Prescindirá de simbolismos intelectuales, y la película, con una espléndida fotografía
en la que la masa se convertirá en la auténtica protagonista de la obra, acabará por
ser considerada la primera obra maestra del cine soviético.
Tras esta gran película realizará dos trabajos más, Octubre, donde narra los sucesos
del asalto al Palacio de Invierno durante la Revolución rusa de 1917, y La línea
general (también conocida como Lo viejo y lo nuevo), film sobre la reforma agraria,
aunque por los cambios en la colectividad agraria en la Unión Soviética tuvo que
cambiar su guion en varias ocasiones. En estas dos obras, volverá a experimentar
con un nuevo lenguaje a través de las imágenes, pero por su complejidad no llegarán
a ser muy bien comprendidas en su época. Además, en La línea general su
protagonista no será la masa, sino una heroína individual, María Lápkina. El estreno
de Octubre tuvo que retrasarse cinco meses, pues en pleno proceso de
postproducción se enteró de que León Trotski había caído en desgracia, y tuvo que
quitarlo de todos los planos en los que aparecía en la película.
Etapa estadounidense y proyecto mexicano
Eisenstein viajó a Europa en 1930 para investigar sobre el sonido, campo que en la
Unión Soviética tardó bastante en desarrollarse. Un directivo de la Paramount se
trasladó a París y convenció a Eisenstein de que firmara un contrato para grabar un
disco como solista y para rodar en Hollywood, donde llegaría a cobrar hasta 900
dólares a la semana. Fue recibido en Nueva York como un genio, y pronto se
dedicaría a dar conferencias en las Universidades de Columbia y Harvard. Poco antes
de marcharse a Hollywood, se estrenó en un cine de Arte y Ensayo de Nueva York
su película La línea general, y los directivos de la Paramount Pictures se pusieron
bastante nerviosos al conocer sus ideas sobre la colectivización y el comunismo.
Al entrar en los Estados Unidos, tuvo que jurar respeto a la Constitución
estadounidense, y sufrió distintas presiones para que no usara su gorra típica y se
quitara la barba.
Cuando le presentaron a diversas estrellas de Hollywood, se mostró distante, salvo
frente a Charles Chaplin y a Colleen Moore. Su primer guion para la Paramount,
Sutter's Gold, fue rechazado, entre otros motivos porque el Mayor Frank Pease, de
tendencias fascistas, lanzó un panfleto titulado Eisenstein, el mensajero del infierno
en Hollywood, en el que entre otras cosas le llamaba «perro rojo» y lo acusaba de
todas las barbaridades, fueran reales o no, cometidas por los bolcheviques.
La Paramount no quería renunciar todavía a Eisenstein y le encargó otro guion, que
se titularía An American Tragedy, adaptación de una obra de Theodore Dreiser que
trataba sobre la justicia norteamericana en un juicio por asesinato, y con el que la
productora quedó encantada. El problema fue que el Comité Fish, antecesor del
Comité de Actividades Antiamericanas, estaba actuando contra las actividades
comunistas en California y contra la idea de llevar esa novela al cine. Todo esto hizo
que finalmente la Paramount rompiera su contrato con Eisenstein.
Entre 1930 y 1932 Eisenstein visitó México, donde intentó producir una nueva película
titulada ¡Que viva México!. Nada más llegar al país fueron encarcelados tanto él como
sus dos ayudantes de dirección, todos rusos, pero gracias a la intervención de un
amigo español el panorama cambió hasta el punto de que lo convirtieron en huésped
de honor. Llegó a rodar 60000 m de película, pero la producción se paró debido a que
Upton Sinclair, el novelista estadounidense, dejó de patrocinar la película. Le dijo a
Eisenstein que volviera a Moscú, a donde le enviaría la película ya rodada, cosa que
nunca ocurrió. Upton Sinclair terminaría la película y estrenaría el resultado en 1933
bajo un título modificado: Thunder over México (Trueno sobre México). Sinclair acusó
a la Unión Soviética del fracaso del proyecto. Con el material rodado se han hecho
seis montajes distintos, pero ninguno por el propio Eisenstein.
En su etapa norteamericana conoció y se hizo amigo de Paul Robeson, el cantante y
activista afroamericano de los derechos civiles.
La vuelta a la Unión Soviética
ANALISIS COMPARATIVO
Tras el abandono por parte de los Lumière de su propio invento, fue George Méliès el
verdadero pionero en utilizar el cine como instrumento para narrar historias. Este
hecho es más crucial que los numerosos trucos mecánicos y ópticos que, con menor
o mayor acierto, fue capaz de desarrollar. Aunque sus películas son simples en cuanto
a argumento, estaba sentando las bases de lo que iba a ser la industria del cine.
Las primeras producciones de Méliès se limitaron a explotar la fuerza intrínseca de la
imagen en movimiento incorporando pequeños trucos visuales que el mago de
Montreuil fue descubriendo. Pero, a diferencia de los hermanos Lumière, Méliès se
atrevió a desarrollar argumentos narrativos más complejos. A partir de 1907 su
películas desarrollan un argumento durante varios minutos, con una veintena de
planos, que se suceden en el tiempo como escenas o cuadros que cambien por
necesidades del espacio. En varios de sus filmes como ¡A la conquista del Polo!
sugiere movimientos a partir de trucos como mover los decorados.
Viaje a la luna (Le voyage dans la Lune, 1902) es tal vez la primera superproducción
de la historia. Se organiza en once secuencias, la mayoría de ellos rodadas en un
solo plano general con una cámara fija. Aunque está basada en la conocida novela
de Julio Verne, toma elementos de varios espectáculos de ilusionismo que había
hecho el mago de Montreuil en el teatro hacia 1891 (Las caras de la luna, Las
desventuras de Nostradamus) y de películas suyas anteriores como La luna a un
metro (La Lune à un mètre, 1898). La película carece de rótulos explicativos, aunque
la Star Film redactó un folleto explicativo destinado a los explicadoresde las salas
(relatores que leían los intertítulos o explicaban lo que iba ocurriendo). Los decorados
son tanto tridimensionales como dibujados y abundan todo tipo de trucos (maquetas,
sobreimpresiones, desapariciones por pasos de manivela, ...).
La secuencia quinta, cuando la nave se empotra en el ojo de la luna, es una de las
imágenes más representativas del cine de todos los tiempos. La caída de la nave por
su propio peso desde la luna hasta el mar y el rescate de la expedición pone un
colofón absurdo pero brillante al filme.
La película de Méliès, que interpreta el papel de uno de los sabios, carece de cualquier
intención realista y se inclina hacia la creación de un relato fantástico con numerosos
golpes de efecto que intentan sorprender al espectador, desde bellas mujeres
recostadas en las estrellas hasta explosiones inexplicables.
Posteriormente Méliès retomó la temática lunar en El eclipse (Eclipse de soleil en
pleine lune, 1907) y también el género de aventuras en la coloreada (a mano) Viaje a
lo imposible (Voyage à travers l´impossible, 1904) o ¡A la conquista del Polo!(A la
conquête du pôle, 1912).
Todas ellas acercan mucho la estética cinematográfica que propone Méliès a la
estética teatral. Todavía se está lejos de conseguir una articulación de planos que
suponga algo más que la simple suma de incidentes simples pero el entusiasmo
narrativo y el recurso al espectáculo, la acción y hasta el erotismo abre caminos que
el cine comercial seguirá con éxito
EL NACIMIENTO DE UNA NACION
Al igual que muchas obras artísticas, El nacimiento de una nación (Birth of the Nation,
1915) refleja la tendencia ideológica de su autor. Griffith, nacido en el seno de una
familia sureña (su padre había sido coronel del ejército confederado) defendía una
ideología supremacista blanca.
La película, dirigida en 1915, está basada en el melodrama El hombre del Klan de
Thomas F. Dixon, y narra los destinos cruzados de dos familias, los Stoneman, del
norte y los Cameron, del sur, durante la Guerra de Secesión americana. A lo largo de
toda la película, Griffith muestra lo que consideraba la amenaza de la raza negra y
trata con benevolencia el nacimiento del Ku Klux Klan. Esta incidencia derivará en las
protestas surgidas durante su estreno por parte de asociaciones abolicionistas y pro
derechos civiles.
Pero, más allá de su ideología, hay que reconocer a Griffith el mérito de lograr que el
cine abandonara la estética teatral. Así vemos cómo Griffith maneja la ficción según
sus propios criterios artísticos; la cámara toma parte en los acontecimientos, la acción
es fragmentada y el montaje se convierte en la base de la narración.
En esta secuencia se aprecia la eficacia del montaje paralelo. Por un lado, permite
contrastar en su inicio la soledad y fragilidad de Flora Cameron con la ternura de la
ardilla que está en el árbol, creando una metáfora evidente. A la vez se incluyen los
planos de Gus, que merodea alrededor, significando una amenaza para la joven.
Instantes después se introduce otra línea de acción, la del hermano de la chica que,
preocupado por su ausencia, sale a buscarla. Poco a poco, las acciones de los tres
personajes van a confluir, cuando el hermano consiga llegar a tiempo de ver como las
amenazas de Gus hacen precipitarse al vacío a su hermana. Finalmente consigue
recuperar el cuerpo moribundo de su hermana. Hasta este punto se ha producido un
montaje alternado con la persecución de los tres personajes, en un frenesí de planos
que muestran las referencias visuales del paso de cada uno de ellos por los mismos
sitios, permitiendo al espectador calcular el tiempo que les separa.
Griffith desarrolla con acierto estas técnicas novedosas y complejas en un tiempo en
que la narración fílmica se encuentra en un estado primitivo. Aún las mejora en su
siguiente película, Intolerancia, y con ello establece unos recursos que el cine ya no
abandona.
EL ACORAZADO POTEMPKIN
El acorazado Potemkin (Bronenósets Potyomkin, 1925) no es solamente la película
más importante de Eisenstein (era su segundo largometraje) y la más representativa
de todo el cine revolucionario soviético sino que se erige como una de las más
notables e influyentes del periodo silente y, en opinión de numerosos historiadores, la
mejor. Por supuesto es uno de los filmes más analizados y comentados de la historia.
Nació como uno de los ocho episodios de un proyecto sobre la fallida revolución de
1905 pero ya en Odessa el director letón reescribió casi totalmente el guión, que se
separó bastante del inicial, más fiel a los acontecimientos históricos y centrado en
este episodio. El rodaje duró poco más de una semana y durante el mismo Eisenstein
y su operador Eduard Tissé experimentaron con objetivos, focos, plataformas para
mover las cámaras, planos desenfocados... La película tuvo un gran éxito en el
extranjero, siendo prohibida en algunos países acusada de revolucionaria.
La narración se estructura como un drama en cinco actos con los siguientes títulos:
1905. Hombres y gusanos
Drama en el golfo de Tendra
La muerte pide venganza
La escalera de Odessa
Encuentro con la escuadra
El desarrollo de este episodio revolucionario es, en realidad, una metáfora de la
Revolución Rusa con la representación de las clases que sostienen el zarismo en el
barco (los militares aristocráticos y los oportunistas, el clero, los intelectuales que se
pliegan al poder como el médico, los indiferentes y los cobardes) y los grupos
revolucionarios (el pueblo movilizado como marineros) y sus aliados (la pequeña
burguesía en el puerto, las mujeres, los oprimidos...).
Algunos de los rasgos destacados de esta película son:
La ausencia de protagonistas individuales que sirvan para seguir todo el relato
y la exaltación de los movimientos colectivos. Ello no significa que no haya
individuos reconocibles (Vakulinchuk, el capitán, el pope,...) pero no articulan
toda la narración.
El uso de rótulos que, más que reflejar diálogos, exponen frases y mensajes
que acentúan el sentido de la narración.
La inserción de verdaderas metáforas visuales , un rasgo bastante extendido
en el cine mudo pero al que Eisenstein dota de una fuerza especial en su
montaje: el plato con el Padrenuestro, los marineros colgados del palo, las
sombras de los soldados sobre la madre, el león de piedra que se despierta,...
A los veintiún años se trasladó a Estados Unidos, donde se dedicó al medio cinematográfico.
En el filme Carreras de autos para niños, del año 1914, aparece por primera vez el personaje
de Charlot: un vagabundo que viste pantalones de anchas perneras, calza unos zapatos
desmesurados, se toca con un bombín, lleva un bastón de bambú y luce un característico
bigote.
En 1915, contratado por Essanay, realizó varias películas, entre las que destaca El
vagabundo, en las cuales quedó definitivamente fijado el peculiar universo de Charlot. De la
Essanay pasó a la Mutual, en 1916; en aquel momento era ya el actor de cine mejor pagado
de la época. Al mismo tiempo comenzó a asumir responsabilidades de dirección.
En 1918 fue contratado por un millón de dólares por la First National para realizar ocho
películas en un lapso de cinco años; se consagró entonces como genio de la pantalla con
filmes como Vida de perro, Armas al hombro y El chico. En 1919 fundó junto con Mary
Pickford, Douglas Fairbanks y D. W. Griffith la United Artists Corporation, que duraría hasta
el año 1952. Sin embargo, hasta el final de su contrato con la National no pudo empezar a
trabajar en su propia productora. En 1921 realizó un viaje por todo el mundo. Su fama ya era
universal y fue acogido triunfalmente en todas partes.
Una vez pudo disponer de absoluta libertad para escribir, dirigir y producir sus propios
proyectos, el carácter humorístico y sentimental de sus películas derivó hacia la tragedia y la
sátira, siempre manteniendo un estilo interpretativo inimitable, cimentado en el arte del mimo
y del payaso circense. La llegada del cine sonoro a finales de los años veinte no perjudicó la
efectividad de su pantomima: sus filmes encontraban permanentemente nuevas audencias.
Engrosaron su filmografía Una mujer de París, La quimera del oro, El circo, Luces de la ciudad
y Tiempos modernos, donde se agudiza su crítica social. Todas ellas fueron sendos éxitos de
taquilla. Siguieron luego las dos últimas películas que rodó en Estados Unidos: su primera
cinta sonora, El gran dictador, en la que Charlot es la contrafigura de Hitler, y Monsieur
Verdoux, donde aparece por última vez el personaje de Charlot.
CORTOS CHAPLIN.
Carreras de autos para niños.
Año 1914. En un pequeño lugar de Los Ángeles llamado Venice se celebra una
pequeña competición de coches en la que el que los conductores son niños. Henry
Lehrman, el director del cortometraje de apenas seis minutos de duración, pretende
registrar la competición que tiene lugar pero un molesto miembro del público
interrumpe continuamente la filmación, impidiendo que las cámaras registren la
carrera. El molesto personaje es ni más ni menos que Charles Chaplin, que decide
ponerse en medio de los planos para tratar de aparecer continuamente en la pantalla.
Uno de los aspectos más interesantes de ‘Carreras sofocantes’ es cómo juega el
guión escrito por ambos, Lehrman y Chaplin, con las múltiples dimensiones fílmicas.
De hecho, durante todo el cortometraje la intención del film es aparentemente el
registro de la carrera —por eso los intertítulos de texto hacen referencia únicamente
a esta, y el propio director de la película, Henry Lehrman, aparece en esta también
como el director que quiere grabar la carrera— y tratar de hacer pasar las apariciones
molestas de Chaplin como un asunto real. Ciertamente, el film es bastante insólito
dentro de la filmografía del actor británico.
Charlot patinador
Este cortometraje de 23 minutos de duración está considerado como uno de los
mejores de Charlot, y se trata del octavo film que realizaba Chaplin para la productora
Mutual Films. El cortometraje empieza en un pequeño restaurante donde Charlot
trabaja como camarero. Ahí empiezan los diversos gags cómicos que tendrán a
nuestro actor británico como protagonista, donde cometerá mil y una tropelías contra
los clientes, enfadando además a un personaje alto y gordinflón conocido como Mr.
Stout e interpretado por Eric Campbell.
Pero lo mejor de la obra viene después de este encontronazo en el restaurante,
cuando ambos protagonistas coinciden en una pista de hielo. Con razón, mucha
gente, como el crítico de cine Manuel Villegas López —autor que realizó una biografía
sobre Charles Chaplin—, ha hablado de la película diciendo que “es el más loco,
rápido, y más bello ballet cómico que se ha hecho jamás en el cine”. El cortometraje
combina dos de las facetas que mejor dominaba Chaplin, como era su vena cómica
y su gran aptitud para el patinaje de hielo. Las dos vertientes se unen para formar un
bello ballet en el que la risa resulta inevitable, más cuando tenemos una unión de
contrarios como los que representan magníficamente Chaplin y Campbell en la
película.
El inmigrante.
En este cortometraje, quizá el mejor que Chaplin hace con el personaje de Charlot —
con permiso de ‘Vida de Perro’—, observamos una serie de inmigrantes europeos que
realizan un viaje con la esperanza de encontrar un lugar mejor en los Estados Unidos.
Aunque la mayoría de miembros sean pobres de solemnidad, Chaplin no los
demoniza sino que los muestra como tremendamente humanos. En una de las
secuencias más célebres, Charlot prefiere devolver el dinero a la señora, cuando se
entera que le han robado.
Pese al contenido humanista del cortometraje, el humor es evidentemente el
protagonista, y se centra en los ejes principales que Chaplin había venido elaborando
hasta el momento, como la contraposición entre personajes buenos/malos —en esta
ocasión Eric Campbell vuelve a interpretar al antagonista — y los gags cómicos que
se acumulan a lo largo del metraje. Uno de los más jocosos es la comida en el barco.
Los viajeros se reúnen en la mesa con un solo plato de comida, que va pasando de
comensal en comensal a medida que el oleaje hace mover el plato.
The Kid.
Resulta un lugar común decir que Charles Chaplin fue un genio del cine. No obstante,
vale la pena recordar que se están cumpliendo cien años desde su primera aparición
en el personaje de Charlot en Kid Auto Races at Venice1 (1914). Allí debutó ese
vagabundo, de caminar y gestos inconfundibles, vestido desde siempre con
pantalones grandes, zapatos largos de payaso, saco, sombrero de bombín e
inseparable bastón, que llevaba con dignidad y elegancia, totalmente contrastante
con la dura vida de su personajes, pobres y tramposos, pero siempre
extremadamente divertidos y finalmente sabios. Como iba a suceder en muchas de
sus películas, en Kid Auto Races at Venice, Chaplin asume el protagonismo
simplemente por su presencia que se atraviesa en el funcionamiento del mundo,
perturbando acá y allá, pero él mismo, imperturbable.
En El chico, Chaplin se atrevió con una película de larga duración, en la cual pudo
combinar la comedia con toques de tragedia, recordando su propia vida, iniciada
artísticamente en salones musicales de su nativa Inglaterra, oficios mal pagados que
luego de su viaje a Estados Unidos se convertirán en actuaciones de una estrella
famosa, la mejor pagada del cine. Chaplin, que tuvo una infancia de abandono, diría
después que cuando estaba en los orfanatos o vagaba por las calles en busca de
comida, ya creía que iba a ser el mejor actor del mundo.
El chico es una película sobre la vida en los callejones y en los inquilinatos de las
grandes ciudades. Allá va quedar tirado en cualquier basurero de barrio, a merced de
los azares del destino, un niño abandonado por su madre en un arrebato de
desesperación. Ella se arrepiente, pero ya es tarde para detener la cadena de eventos
imposibles que llevan a que el niño caiga en manos de Charlot, el vagabundo, quien
se resiste a recibirlo, en una secuencia de escenas y de pases clásicos que culminan
en una en que el niño, vivaracho y despierto, ya instalado en casa del vagabundo,
mama con voraz ternura desde una chocolatera su primer biberón. Acomodos
imposibles que nos hacen pensar en los malabarismos que deben hacer las criaturas
pobres y abandonadas para sobrevivir y nos hacen caer en la cuenta, aunque sea en
un ambiente de situaciones humorísticas, que la vida es más fuerte y más persistente
que la muerte.
Pasan entonces cinco años, que no narrados en la cinta, nos ahorran otras
elucubraciones y consideraciones sobre la tragicomedia de lo imposible. Pasamos
más bien a disfrutar de una de las parejas más divertidas de niño-hombre vividores y
vagabundos que ha ofrecido el cine. Son el uno para el otro, Chaplin y Jackie Coogan.
A Coogan lo había conocido Chaplin como pequeño actor y bailarín de vaudeville,
quedando asombrado con sus mímicas, movimientos y capacidades histriónicas.
Además de su actuación clásica como el niño de El chico, Coogan actuó como Oliver
Twist en la cinta de Frank Lloyd de 1922, personajes ambos que guardan muchas
cosas en común. En El chico luce como un hombre-niño desarrollado a la fuerza, pero
encantado con su vida de aprendiz de vagabundo, haciéndole el cuarto, literalmente,
a Charlot en todos los aspectos de la curiosa existencia de tramposos inocentes en
que viven estos dos.
Chaplin desempeña en esta cinta todas las funciones, desde guionista hasta director
y productor, pasando por la de co-protagonista. Pero habiendo encontrado en Coogan
a un niño actor verdaderamente chaplinesco, le cede actuación y permite así que, en
esta cinta, el chico sea en verdad un protagonista de alto nivel, como sucede en
aquellas imágenes inolvidables: las escenas en las cuales el niño es arrebatado de la
casucha de su padre adoptivo vagabundo y aquella en la que llora suplicante, en la
parte trasera del camión del servicio social que lo lleva al orfanato público.
En El Chico hay unas secuencias que nos hacen recordar al pionero francés George
Méliès cuando usaba toda su creatividad y sus recursos técnicos para hacer que
experimentáramos la magia del cine, a través de sus increíbles efectos especiales.
Charlot tiene un sueño. Cae dormido y triste en la puerta de su casa de callejón y por
su mente desfilan todos los vecinos de su barrio convertidos en seres angelicales,
vestidos de blanco y dotados de alas de plumas abundantes. Él mismo es un ángel
volador que desafía con sus vuelos todas las inclemencias, mientras hace y recibe
guiños de una angelita maliciosa. Como en las películas de Méliès, entre los ángeles
rondan divertidos demonios vestidos de negro, que susurran a los oídos de los seres
angelicales en modo tentador.
Hacia el final, se van deshaciendo los pasos de la historia y aparece la mujer que
abandonó a la criatura, personificada por la pareja clásica del cine de Chaplin, Edna
Purviance. La mujer es ahora rica, sensible y poderosa, y habiendo triunfado como
actriz, hace obras de caridad con la infancia, en los callejones, que la llevan a toparse
con el chico y a reescribir el pasado. Pocos chicos modernos de la calle pueden contar
estas historias, muchos caerán en la drogadicción en estos tiempos.
Vale la pena visualizar este clásico del cine, aprovechando que lo tenemos a la mano
con entera facilidad en muchas versiones de la virtualidad. Como bien lo dice en sus
cartelones iniciales, es una cinta para sonreír y quizás, para llorar, cargada de
mensajes y de significados, pero también de vida y de entretenimiento.
El gran dictador.
Un barbero judío que combatió con el ejército de Tomania en la primera guerra
mundial vuelve a su casa años después del fin del conflicto. Amnèsico a causa de un
accidente de avión, no recuerda prácticamente nada de su vida pasada y no conoce
la situación política actual del país: Adenoid Hynkel, un dictador fascista y racista, ha
llegado al poder y ha iniciado la persecución del pueblo judío, a quien considera
responsable de la situación de crisis que vive el país. Paralelamente, Hynkel y sus
colaboradores han empezado a preparar una ofensiva militar destinada a la conquista
de todo el mundo.
El gran dictador es la primera película hablada de Charles Chaplin, y el film con qué
este actor y director se adentra en los terrenos realistas y dramáticos que
caracterizarán buena parte de su obra posterior. Sigundo la línea iniciada con su
anterior película, Tiempos modernos (1935), una crítica al maquinismo y a la
mecanización de la sociedad, Chaplin se enfrenta en esta ocasión a un de los temas
más dramáticos y preocupantes de la época, el auge de los regímenes totalitarios y
la expansión del fascismo a Europa. Y lo hace desde una postura carente del más
mínimo rastro de ambigüedad, con convicción y contundencia, una actitud que le
provocaría muchos problemas, puesto que los Estados Unidos mantenían en aquel
momento una posición neutral respeto al conflicto. Pese a las coincidencias que se
establecen entre la película y el desarrollo de los acontecimientos históricos que
tuvieron lugar de manera casi paralela (la invasión de Ostelrich por parte del ejército
de Tomania y la invasión alemana de Polonia, por ejemplo), el origen de film se
remonta al año 1938. Chaplin, que estudió el dictador alemán Adolf Hitler durante
cerca de dos años, definió el proyecto como un cóctel de drama, comedia y tragedia
que retrataba la silueta grotesca y siniestra de un hombre que se cree un
superhéroe y que piensa que sólo tienen valor su opinión y su palabra. El cineasta,
de hecho, utiliza la figura de Hitler para realizar una brillante parodia de todas y cada
una de las ideas políticas, culturales, sociales y económicas del nazismo, des la
superioridad de la raza germánica hasta la sumisión incondicional del individuo a la
comunidad, pasando por el antimarxismo y el antisemitismo .
Hynkel, el dictador de Tomania, es presentado como un hombre egoïsta, infantil,
inseguro, incapaz de tomar decisiones de ninguna clase y todavía menos de gobernar
un país: la bola del mundo con la que juega en una de las escenas más memorables
del film, que acaba explotando, física y simbólicamente, en sus manos. Pero Hitler no
es el único personaje de carne y hueso que inspiró a Chaplin: el dictador de Bacteria,
Benzino Napoloni, está inspirado en el dictador fascista italiano Benito Mussolini.
Garbitsch (del inglés garbage: basura), secretario del interior y ministro de
propaganda de Hynkel, está inspirado en Joseph Paul Goebbels (1897 - 1945),
ministro de educación popular y propaganda del gobierno nazi, y el Mariscal Herring
evoca al Mariscal Hermann Wilhelm Göring (1893 - 1946), responsable de las fuerzas
aéreas y uno de los máximos dirigentes de la Gestapo, los servicios secretos
alemanes. La cruz gamada de los nazis, al mismo tiempo, aparece transformada en
una doble cruz aprovechando un juego de palabras anglosajón que implica la idea de
estafar.
Chaplin adopta desde el principio una estructura dual, mostrando de mananera
paralela las actividades del dictador Hynkel y sus colaboradores en la sede del
gobierno de Tomania y las peripecias del barbero judío en su regreso a casa tras
pasar muchos años en un hospital militar. Esta dualidad sirve al actor y director para
parodiar el gobierno fascista y totalitario y, a la vez, para mostrar las pobres y
miserables condiciones del gueto judío, atacado regularmente por las fuerzas de
asalto del régimen. Pero a diferencia de Hynkel, que basa toda su fuerza en la palabra,
el personaje del barbero judío, mucho menos trabajado que el del dictador, juega
también un papel clave en el contexto de la filmografia de Chaplin, puesto que
representa una clara evolución del personaje que hasta entonces había
protagonizado la práctica totalidad de su obra, Charlot, el vagabundo ingenuo y
solitario. El personaje del barbero, igualmente solitario y inocente, prácticamente no
habla a lo largo de la película y, cuando habla, sus palabras no tienen el menor asomo
de relevancia con respecto al desarrollo de la acción. En el momento decisivo de la
historia, el discurso final, el personaje se transforma en el verdadero Charles Chaplin
(El gran dictador,como ya hemos apuntado, es su primera película hablada), que
lanza un canto a la esperanza tan optimista como desesperado. Charlot, alter ego de
Chaplin en sus películas anteriores, ha muerto.
El gran dictador, más que una crítica al fascismo y a los gobiernos totalitarios, más
allá de la parodia / caricatura grotesca que propone de los gobiernos de Adolf Hitler y
Benito Mussolini, es un canto a la esperanza, un canto a la democracia, la paz y la
libertad. El mensaje del film, claro y contundente, es subrayado por Chaplin en el
mítico discurso final, organizado para celebrar la anexión de Ostelrich a Tomania. El
dictador Hynkel es confundido con el barbero judío por sus propios hombres (los dos
personajes son interpretados por Chaplin), y este, tras el discurso del ministro de
propaganda Garbitsch - "Hoy en día, democracia, libertad y igualdad son palabras
que enloquecen al pueblo. No hay ninguna nación que progrese con estas ideas, que
le apartan del camino de la acción. Por esto las hemos abolido. En el futuro cada
hombre tendrá que servir al Estado con absoluta obediencia" - se ve obligado a
dirigirse a una audiencia de millones de personas: "Nos hemos de ayudar los unos a
los otros, los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no
hacerlos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar nadie. En este mundo hay
sitio para todo el mundo (...) El camino de la vida puede ser libre y bonito, pero lo
hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio,
nos ha empujado hacia la miseria y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa
pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos: el maquinismo que crea abundancia
nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos, nuestra
inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que
máquinas, necesitamos humanidad, más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin
estas cualidades, la vida será violenta, se perderá todo. (...) La desgracia que
padecemos no es nada más que la pasajera codicia y la amargura de los hombres
que tienen miedo de seguir el camino del progreso humano. El odio de los hombres
pasará y caerán los dictadores y el poder que tomaron al pueblo será reintegrado al
pueblo y así, mientras el hombre exista, la libertad no desaparecerá".
Este vídeo refleja algunas de las reflexiones que nos plantea el director ante esta
historia. Recomendaría ver la película y que cada uno obtuviese sus propias
reflexiones sobre la sociedad de este tiempo en este país y la comparase con la
sociedad actual de nuestro país. Donde se podría apreciar un cambio de contexto
histórico y geográfico, pero que en muchas cuestiones relativas a la política, la
sociedad… siguen teniendo similitudes.
El film se desarrolla en la Ciudad de Berlín de los años 20. Tiempo en el que se ubica
el nacimiento del nazismo, período terriblemente difícil en el que sobrevivir a la crisis
económica y social no era tarea fácil.
Con este universo se encuentra Abel cuando viaja a Berlín, con la comunidad circense
a la que pertenece, y en la que se ve obligado a quedarse por una lesión de muñeca
sufrida por su hermano. Este universo comienza a gestarse postulando los
particulares epocales basados en la ponderación de la raza aria y el exterminio de
quienes no presenten dichas condiciones étnicas por ser considerados inferiores. Se
presenta un particularismo en tanto régimen totalitario que no funciona como buen
soporte para que lo universal singular pueda desplegarse, sino que pretende colmarlo,
aplastarlo. No olvidemos que quien se considera el protagonista del film que nos
compete, es judío, por ende inferior desde la mirada de aquellos que promueven los
ideales étnicos del momento.
Por la fuerza le sustrae unas llaves a uno de los doctores para poder abrir una puerta
que lo llevaría a encontrarse con la verdad de la situación. ¿Dejaría de haber
evitación?¿Podríamos pensar que nos encontramos ante una respuesta subjetiva que
lo invita a actuar de manera nítidamente diferente a como lo venía haciendo? ¿Sus
objetivos van más allá de los que conscientemente puede llegar a conocer?
¿Encontramos en este punto a un hombre que deviene sujeto que barra al Otro y a sí
mismo? ¿Será posible considerar su acción como un acto ético, un acto llevado a
cabo en soledad, un acto que implica una fuerte apuesta subjetiva y frente a la cual
no hay garantías, un acto que trasciende lo particular, que no está destinado al Otro?
Al abrir la puerta se encuentra con Hans Vergerus quien demuestra una actitud
tranquila y se dispone a mostrarle videos con las atrocidades realizadas por él y
demás médicos nazis. Son experimentos con personas judías en donde ponen en
juego sus propias vidas y subjetividades. Experiencias atroces de la que su hermano,
su cuñada, y él mismo fueron víctimas.
En el film que nos ocupa, por un lado, ubicamos en Abel el sujeto de la certeza, que
se encuentra en el piso de abajo del circuito, aquél que tiene la convicción de que si
no es un “judío tonto”, nada le pasará, frase que acuña en la escena del restaurante
en la que está cenando con el dueño del circo, cuando éste le lee del diario lo que
está sucediendo con los judíos; aquél al cual se le ha desconfigurado su escenario
por el horror que los ideales de los alemanes han producido, el mismo que transitó,
prácticamente, en un abrir y cerrar de ojos, el abismo abierto entre su existencia
apoyada sobre la fama a una existencia decadente de judío sin trabajo, quien paga
en exceso su culpa sumiéndose en el alcohol, forma peculiar de goce que lo desborda,
que marca la falla del ser hablante para nombrar aquello que se desliza a través de
él, goce que le resta libertad y que indicaría la apropiación que el Otro ha hecho sobre
su propio cuerpo. Con esto, Abel busca borrar toda huella de la religión que lo
identifica y evade esa realidad que lo interpela ob-ligándolo a dar una respuesta
subjetiva. La huida de Abel ante aquellas situaciones se corresponde con el retroceso
del deseo, ese deseo paradojal en tanto se desea lo que se teme. Observamos en la
escena en la que este se encuentra frente a la vidriera que lleva su apellido, ante la
cual Abel arroja una piedra respondiendo desde las figuras de la culpa, culpa puesta
al servicio de la borradura de la dimensión ética, emergiendo a través de ella la
severidad cruel del superyó. En ese reflejo imaginario que Abel ve en la vidriera,
responde desde el lugar del Otro, Otro que lo sanciona y lo vuelve extranjero para su
propio yo. Es a ese sujeto al que intentamos hacer trastabillar de esa certeza, de ese
anhelo de sobrevivir evadiendo la realidad que se le presenta y requiere de él una
respuesta, presentándose otra faceta del sujeto diferente de aquella que él creía que
se agotaba en su acción. El protagonista debe responder pero nada sabe de eso, eso
que responde al deseo inconsciente, deseo temido de encontrar la verdad que quiebra
el sentido, su propia verdad, la que le compete, la que lo interpela, la que lo
compromete. Es ante la interpelación que las coordenadas simbólicas del sujeto se
pierden emergiendo, de esta manera, la culpa estructural que lo ob-liga a responder
subjetivamente, porque al no haber responsabilidad sin culpa, es ésta la que rompe
con el universo simbólico y enfrenta al sujeto con lo Real de la castración, es decir, la
falta estructural que divide al sujeto, lo barra, y que es causa de su deseo.
El protagonista al aceptar la vivienda y el trabajo que Vergerus les ofrece a Manuela
y a él anhela su supervivencia, tener un techo y dinero, para no ser “un judío tonto” y
vivir como si nada estuviera sucediendo, pero subyace a ese anhelo consciente, el
deseo inconsciente de encontrarse con la verdad como protagonista de su propia
historia.
¿Podemos advertir por medio de esta hipótesis clínica que Abel va en busca de esa
verdad, develando el sentido oculto de esa culpa inconsciente que se muda a otro
objeto, objeto ligado a la necesidad y el azar, que intentaba velarlo, como engañosa
ilusión en el yo del sujeto?
Por último, no queremos dejar de mencionar que en el final del film, el protagonista,
narrado por una voz en off, escapa de la guardia policial que lo escoltaría hasta un
circo en donde le habrían conseguido trabajo. ¿Podríamos pensar que vuelve a
responder desde la evitación y la huída, o quizás estemos en presencia de una
respuesta con la que Abel Rosenberg logra decidir más allá de su “destino”, más allá
de su “suerte”, necesidad y azar, dando una respuesta subjetiva, singularidad en
situación, acto ético llevado a cabo en soledad y puesto, no ya al servicio de la culpa
inconsciente sino al de la responsabilidad que da existencia al sujeto?