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VW EL LIBRO VW

DE LA VIDA Y LA MUERTE
EG I P T O
VW EL LIBRO VW
DE LA VIDA Y LA MUERTE

JOANN FLETCHER

EDICIONES

Llibreria Universitaria
B A R C E L O N A

VTWÍMffl V *
Egipto, el libro de la vieta y la muerte Traducción de Sonia Afuera Fernández.
Joann Fletcher
Copyright © de la traducción en lengua española L ¿
Librería Universitaria de Barcelona y Círculo de L=cr
Idea y diseño de Duncan Baird Publishers.
Todos los derechos de traducción, reproducción y adir: - -
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Copyright del texto © joann Fletcher 2002. los países.
Material gráfico © Duncan Baird Publishers 2002.
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143-144, que deben ser consideradas una extensión
de este copyright. Ediciones Librería Universitaria
Ari bau, 1 7 - 08011 Barcelona
Editor de proyecto: Peter Bently. Tel. 93 453 20 27
Diseñador: Dan Sturges. Fax 93 323 55 57
Editor de imágenes: Cecilia Weston-Baker. info@edicioneslu.com
Material gráfico encargado: Sally Tavlor (Artispartners ltd}. www.edicioneslu.com

Director de edición: Christopher Westhorp. ISBN 84-89978-74-3


Director de diseño: Manisha Patel. F.AN 978848997S744

Coordinación editorial de la edición en lengua española:


David Benevto Vilalte

DEDICATORIA
Para Carole (1948-2001)

«Que avances de día


y te reúnas con el disco solar,
y que sus rayos iluminen tu rostro».

Página 1: Sarcófago pintado de un sacerdote de Tebas de Página 2: Escena final de El libro de las cavernas que
la X X I dinastía, en el que se observa un enorme collar y muestra el viaje nocturno del sol, representado por una
unas bandas rojas cruzadas sobre el pecho, que forman el figura con cabeza de carnero, cuyas alas abarcan la
contorno del amuleto sa protector. cámara funeraria de la tumba (KV.14) del Valle de los
Reyes perteneciente a la mujer faraón Tawosret (hacia
1188-1186 a. de C ) .
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INTRODUCCIÓN 6 SERES DIVINOS 51 Días de fiesta 100

El dios oculto 52 Las palabras de Tot 104

EL ORDEN MÁS ALLÁ DEL CAOS . . 9 Osiris, señor de la vida 58 El poder de la magia 110

El Señor autocreado 10 Isis, señora de la magia 62

La isla del fuego 14 Horus y Set 64 EL VIAJE DEL ALMA 115

Ptah, el artesano 16 Las hijas de Ra 68 La muerte y el más allá 116

Espíritus animales 74 En la sala del juicio 124

LA BURBUJA CÓSMICA 23 El dios viviente 78 La confesión ante Osiris .... 127

Hijos del sol 24 La danza del rey 83 Muertos y vivos 130

El río de la vida 30

Un mundo de dualidades .. 34 MISTERIOS DEL TEMPLO 85 GLOSARIO 136

Vías fluviales nocturnas 38 El hogar de los dioses 86 LECTURAS COMPLEMENTARIAS .. 137

Estrellas navegantes 43 Sirviendo a los dioses 92 ÍNDICE ANALÍTICO 138

El renacimiento del sol 44 La ofrenda diaria 99 CRÉDITOS DE LAS ILUSTRACIONES . 143


INTRODUCCION
11 el centro de la civilización que se desarrolló en el Antiguo Egipto debe situarse su
religión que evolucionó y se diversificó durante más de 3.000 años. Comprender la
esencia de esta religión es la clave de la amplia, y en ocasiones desconcertante, herencia
de mitos y rituales, a través de los cuales se revela la sabiduría del Antiguo Egipto.
El elemento central de la religión de los egipcios eran sus dioses y diosas, cuyo núme-
ro creció sin cesar durante miles de años a medida que se iban incorporando dioses loca-
les y extranjeros al sistema de creencias propio. Dicho sistema era tan abierto que per-
mitía combinar una amplia variedad de mitos y leyendas aparentemente contradictorios.
Sin embargo, estas relaciones, a veces conflictivas, eran consideradas básicamente com-
plementarias, y sobre ellas los sacerdotes que las entretejían con habilidad eran reacios a
descartar aportaciones cuyo origen era de inspiración divina. Por esta razón, los egipcios
fueron capaces de aceptar numerosas variantes que afectaban a temas importantes y coe-
xistían diferentes narraciones sobre la creación del mundo, todas ellas igualmente válidas.

La flexibilidad religiosa resultante fue el secreto de su extraordinaria duración: sim-


plemente absorbía y adaptaba nuevos elementos. La influencia de las viejas creencias no
se debilitó hasta los primeros siglos de nuestra era, como consecuencia de la pérdida de
su independencia frente a Roma. Este triste periodo en la vida de los egipcios coincidió
con el fortalecimiento del cristianismo; en él los adeptos de la nueva religión convivían
con los practicantes de las antiguas creencias hasta que, en el siglo rv a. de C., los roma-
nos declararon la religión cristiana como la única fe permitida en el Imperio y ordenaron
el cierre de cualquier lugar de culto no cristiano. En el año 400 d. de C. la antigua reli-
gión estaba virtualmente muerta, y con ella moriría la cultura del Antiguo Egipto.

En muchos sentidos la religión de los egipcios se apoyaba en el concepto de la duali-


dad, según el cual todo en el universo estaba compensado por su opuesto en un estado
de perfecto equilibrio (maat). Este planteamiento se originó gracias a la observación de
los contrastes que se daban en su propio entorno, entre el Ke?net (los «campos negros»),

Introducción 6
las fértiles orillas del río que les daba la vida, el Nilo, en el que vivían, y en contraposi-

ción el Desbret (las «tierra rojas»), los extensos y áridos desiertos. De esta forma, el día

se equilibraba con la noche y la vida con la muerte —que constituía la continuación de

la vida en un mundo paralelo imaginado como una forma idealizada de Egipto—. La otra V i
vida podría situarse en los cielos, aunque generalmente era descrita como un inframun-

do. En éste, los muertos -vivían eternamente como transfigurados espíritus bendecidos, o

akhs, una vez habían emprendido el peligroso viaje a través de la oscuridad del infra-

mundo y habían superado satisfactoriamente el juicio del dios Osiris.

El orden, la cuestión más importante en la visión egipcia del mundo, se equilibraba con

el caos. Los egipcios hacían todo lo posible por regular y controlar este equilibrio cósmi-

co, que sólo podría mantenerse, creían, gracias a sus numerosos dioses y diosas. Estos

mantenían el universo en orden mientras se reconocía su papel fundamental a través de

la liturgia de adoración y de un constante flujo de ofrendas que alimentaba sus poderes.

Los dioses y las diosas dominaban las fuerzas del caos a través de su representante en

la tierra, el faraón (rey). La imagen del rey, actuando como intermediario entre los mun- 11
dos mortal y divino e intercediendo en favor de Egipto, adornaba sus templos.

Los egipcios expresaron sus creencias a través de una amplia variedad de medios, tanto

en las paredes de las tumbas y de los templos como en los sarcófagos de madera y en los

rollos de papiro. Algunas de estas creencias fueron analizadas más tarde por estudiosos

griegos y romanos, que se mostraron fascinados por una civilización que ya para ellos era

antigua y cuya compleja religión tenían vivos deseos de comprender. Gracias a la combi-

nación de estos estudios realizados por los clásicos y a los incontables descubrimientos

que han hecho los egiptólogos a lo largo de los años, desde que se descifraran los jero-

glíficos a principios del siglo XIX, hoy es posible juntar las piezas del rompecabezas de esa

visión tan exclusiva de la vida, la muerte y el cosmos que tuvieron los egipcios, y sobre la

cual construyeron una cultura que se mantuvo durante más de tres milenios.

Introducción 7
EL ORDEN
MÁS ALLÁ
DEL CAOS

l marco general egipcio sobre sus


E mitos comprende, al menos, tres
explicaciones sobre la creación. Cada
una de ellas se centraba en un dios crea-
dor o en un grupo de divinidades: los
nueve dioses de Heliópolis, los ocho
de Hermópolis y Ptah, el dios de Men-
fis, capital tradicional de Egipto. A
todos ellos se les atribuyó la creación
p
del universo, y en todos los casos sus
p sacerdotes exigieron que sus templos
fueran levantados en el lugar exacto

i en el que se había iniciado la creación.

6T
m
EL SEÑOR AUTOCREADO
os primeros mitos sobre la creación de Egipto afirman que el creador supremo fue
L Atón, cuyo nombre significa «todo» o «completo». Atón, dios solar, era una variante
del gran dios sol Ra (véase página 44), y por ello sus nombres se combinaron a menudo
para formar la divinidad compuesta Ra-Atón o Atón-Ra. Sus pode-
res eran tan grandes que se consideraba que se había creado a
sí mismo, y era descrito como «el gran dios que se dio forma a sí
mismo» y como «creador no creado». Atón fue señor de Iunu en el
Bajo Egipto, más conocido por su nombre griego de Heliópolis
«Ciudad del sol». El mito se menciona primero en Los textos de las
pirámides, inscripciones funerarias que se hallan en las paredes
internas de algunas pirámides reales del Imperio antiguo.

En el principio, Atón emergió en silencio del Nun, las oscuras


aguas del caos, sobre el montículo primigenio (véase la página
siguiente). «El que se hizo a sí mismo» contenía la fuerza vital uni-
versal, y por ello Atón fue capaz de crear la vida por sí solo, aun-
que Los textos de las pirámides den dos versiones de cómo fue
llevada a cabo su milagrosa acción. En la primera versión, Atón
«toma su falo con su mano y eyacula para crear a ios dioses geme-
los Shu y Tefnut», los dioses del aire y del rocío y la humedad. La
segunda versión apunta simplemente que «al estornudar dio vida a
Shu, y al toser a Tefnut». Así, «él, que era uno, se volvió tres». La
fuerza de su inusual nacimiento arrojó a Shu y Tefnut a las aguas

El dios Atón sentado en su trono con la doble corona real de Egipto aparece en
una pintura mural de la tumba de Neíertari, esposa de Ramsés II (hacia 1279-
1 2 1 3 a . de C.) en Tebas Oriental. En su mano derecha sostiene un arikh, o «llave
de la vicia», que indica su función para otorgar ia vida como el dios sol creador.
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del Nun. Cuando Atón los encontró los abrazó «para que su ka [aliña] entrara en ellos».

Una vez el creador les infundió su fuerza, fueron capaces a su vez de mantener relaciones

sexuales a la manera humana y tener sus propios hijos.

Tefnut comenzó la siguiente fase de creación dando a luz al dios de la tierra, Geb y a la

diosa del cielo, Nut. Atón colocó a Shu entre Geb y Nut para crear la estructura básica del

universo. Más allá del cuerpo arqueado de Nut, que forma el cielo, Atón llevó al Nun a

rodear el universo y, como «señor de los límites del cielo», fue él quien impidió que las aguas

del caos se lanzaran contra el cielo para envolver y destruir el mundo.

Esta antigua leyenda solar fue adaptada por los sacerdotes de Heliópolis para incorpo-

rarle el mito del dios Osiris y dar mayor énfasis a su descenso desde el dios sol. Antes de que

fueran separados, Geb y Nut mantuvieron relaciones para tener cuatro hijos propios: Osi-

EL MONTÍCULO PRIMIGENIO

El lugar de la creación es imaginado como un


montículo de tierra, llamado montículo primi-
genio, en el que nació el Sol. El montículo sur-
gió desde las aguas sin forma del Nun, como
reflejo de la manera en que emergió la tierra
tras la retirada anual de las aguas del Nilo. La
forma de la Gran pirámide y de las pirámides
posteriores se cree que representa el montículo
primigenio. La piedra que corona las pirámi-
des, el piramidión, fue colocada para captar los
primeros rayos de! sol y transmitir sus poderes
renovadores a la cámara funeraria del rey. El
montículo también era reproducido como ben-
ben, una piedra piramidal que era venerada en
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el templo del sol, en Heliópolis.

El señor autocreado 11
ris, Isis, Neftis y Set. Su presencia hace del mito heliopolitano de la creación una historia de
nueve dioses, conocidos en conjunto como Encada, del término griego para «nueve». Fue-
ron los conflictos internos de esta familia los que llevaron por primera vez la muerte al
mundo (véase páginas 60-63).
Tras la gestación de la gran Enéada fueron creados muchos otros dioses de Egipto, junto
con todas las demás cosas del universo. La creación del ser humano se produjo después. Los
humanos surgieron cuando el dios sol lloró. A medida que iban cayendo a la tierra sus lágri-
mas se iban conviitiendo en personas, una transformación que vuelve a traslucirse en un
juego de palabras propio del egipcio antiguo: «lágrimas» (rernyt) y «personas» (remet). Sin

lifSsL embargo, casi tan pronto como fueron creados, los humanos se condujeron a sí mismos
ftf
hasta los límites de la destrucción según una historia que aparece descrita en las paredes de
la tumba de Tutankamón.

EL OJO DE RA

La diosa mujer conocida como «el ojo de Ra» solía adoptar la


forma de la amable y hermosa diosa Hathor, que venía a ser
representada como una vaca y presentada normalmente en su
papel de madre nodriza. No obstante, Hathor sólo era una
variante de una diosa que era capaz de transformarse a sí misma,
inmediatamente, en una terrible fuerza vengadora y destructora.
Con este aspecto adoptó la forma de la feroz diosa leona Sejmet
(«La poderosa»), y fue con esta forma como el dios sol envió a su
hija sobre los humanos.

Hathor-Sejmer también era conocida como la «dama de la


embriaguez»—en referencia a la manera en que el dios sol
engañó a su hija para que matara a los humanos (véase página
siguiente)-— en cuyo honor los egipcios beberían grandes canti-
dades de cerveza.
El dios sol gobernó el mundo que había creado una diosa anciana con huesos de plata,
carne de oro y cabello de lapislázuli. Durante una idílica edad de oro, la tierra floreció bajo
sus benefactores rayos, si bien a pesar de todos los beneficios que les otorgó, los seres huma-
nos empezaron a desautorizarlo y a conspirar contra él. Furioso por esta traición, el dios sol
decidió tomar venganza y castigar a la desagradecida raza humana, para lo que reunió a
todas las divinidades en su palacio solar a fin de comunicarles sus intenciones. Todos estu-
vieron de acuerdo con su plan y decidieron por unanimidad que el agente de destrucción
fuera «el ojo de Ra» —la propia hija del dios sol, la más temible de las divinidades— (véase
texto en la página anterior).

Aunque algunos traidores humanos intentaron salvar sus vidas ocultándose en el


desierto, la fiera diosa-leona les dio alcance y se deleitó con la matanza caminando sobre su
sangre. Como se lee en un papiro: «El ojo de Ra aparece ante ti, te devora, te castiga».

Sin embargo, la magnitud del terrible sufrimiento llevó al dios sol a acabar con
la matanza antes de que la raza humana quedara completamente aniquilada. Durante la
noche, mientras «el ojo de Ra» dormía ruidosamente, Ra ordenó a sus asistentes que corrie-
ran «tan veloces como las sombras» hasta la región de Asuán al sur de Egipto y reunieran
grandes cantidades de ocre rojizo. El ocre fue entregado al sumo sacerdote del dios sol en
Heliópolis con instrucciones para que lo mezclara con siete mil jarras de fuerte cerveza.
Justo antes del alba, este intenso líquido rojo fue vertido sobre la tierra hasta una altura de
«tres palmos».

La diosa al despertarse vio lo que creyó que era un extenso lago de sangre humana que
empezó a beberse inmediatamente. Pronto estaba tan ebria que se olvidó de su plan de des-
truir la humanidad y regresó al palacio de su padre para dormir y reponerse de los efectos
del alcohol. Fue de este modo como los humanos escaparon a su destino.

No obstante, el dios sol Ra seguía profundamente apesadumbrado por la traición de los


humanos y, cansado de la ingrata tarea de gobernar la tierra, decidió retirarse a los cielos,
con la ayuda de su hijo Shu y su nieta Nut, el aire y el cielo. Sin embargo, los seres huma-
nos no quedaron completamente abandonados cuando el dios sol los dejó, ya que Ra señaló
al sabio dios Tot, «escriba de la Enéada», como su protector y maestro.

El señor autocreado 13
• • • i n i f t f M i
LA ISLA DEL FUEGO
a segunda historia de ia creación se inició en Klierau («Ciudad de los Ocho»), el cen-

L tro de culto del dios Tot, conocido como Hermópolis, «Ciudad de Hermes», ya que

los griegos identificaron a Tot con Hermes. El nombre Khemu lo vincula a ocho divinida-

des, conocidas como «Ogdoad»— del término griego para «ocho»—, descritas como «ios

padres y las madres que habían sido antes los dioses originales» y «antepasados del sol».

El mito hermopolitano también se inicia en las oscuras aguas primigenias. Latentes en

aguas semejantes a las del útero estaban las fuerzas básicas, personificadas en el Ogdoad,

a partir de las cuales era posible crear la vida: los dioses Nun, Heh, Kek y Amón y sus

Esta escena de El libro de los muertos de Khonsumosis, sacerdote de la XXI dinastía (hacia 1075-945 a. de
C ) , muestra al Ogdoad como figuras que manejan azadones para crear el montículo primigenio. También
aparecen como discos planos para sugerir su calidad misteriosa, o como ranas (Nun, Heh, Kek y Amón) y
serpientes (Naunet, Hauhet, Kauket y Amunet) —las primeras criaturas en verse cuando se retiraba el Nilo.

14 El orden más allá del caos


equivalentes femeninos Naunet, Hauhet, Kauket y Amo net. Nun y Naunet representaban
las fuerzas de las aguas primigenias; Heh y Hauhet la infinidad (o la fuerza de las corrien-
tes); Kek y Kauket la oscuridad; y Amón y Amonet, la fuerza vital oculta. La fuerza de sus
copulaciones emitió una combustión tan potente en las aguas primigenias que dio lugar
al montículo primigenio, denominado aquí «isla del Fuego». Tras este primer acto de crea-
ción, el Sol surgió repentinamente del montículo para conformar el primer amanecer.

Al declarar que el Ogdoad había creado el Sol, los sacerdotes de Hermópolis apunta-
ban que su teología era más antigua que la de Heliópolis. El templo de Hermópolis llegó
a albergar incluso algunos fragmentos del «huevo cósmico» del cual había surgido el dios
sol. Ello hace referencia a una adaptación posterior del mito, en la que Tot situaba el
huevo en la cima de la isla del Fuego, marcando el lugar en el que nacería el Sol.

AMÓN, EL CREADOR

A medida que iba evolucionando el miro de Hermópolis, las divinidades


del Ogdoad empezaron a desarrollarse de manera independiente. Esto era
especialmente cierto para Amón (a la derecha), que encarnaba el principio
crearivo masculino. Evolucionando a través de un complejo modelo de
mitos, creados a partir de una rana divina que pasó a ser rey divino, su ca-
rrera le llevó de desempeñar un papel relativamente menor como uno de
ios ocho dioses creadores a convertirse en la divinidad suprema de Egipto
véase páginas 52-57), que se concretó en el gran culto a Amón, en Karnak.

Amón sería considerado creador del universo. Igual que Atón también
contenía una parre femenina y otra masculina y se dio vida a sí mismo an-
tes de que existiera nada más. Mediante un misterioso proceso sus «fluidos
y forma» se combinaron para crear el huevo cósmico de la creación. Una
versión del periodo tolemaico llama a Amón «padre del semen, madre del
huevo, que creó todo lo que vive, alma oculta que hizo a los dioses».

ÜU La isla del fuego 15


PTAH, EL ARTESANO
l tercer gran mito de la creación se centró en Menfis, la antigua capital egipcia (Ineb-
E hedj o Mennefer) y su divinidad principal, Ptah. Menfis acogió durante un tiempo
un enorme templo conocido con el nombre de Huwt-ka-Ptah —la «mansión del alma de
Ptah»— que podría ser el origen del término griego aigyptos, del que deriva el nombre de
Egipto. Venerado desde comienzos de la historia egipcia, el papel primordial de
Ptah en la creación fue fijado por primera vez, y como muy tarde, durante el
Imperio medio. Sin embargo, la pieza principal que ha sobrevivido es una co-
pia de piedra realizada bajo las órdenes del rey Shabaka (que reinó hacia 716-
702 a. de C.), cuando se descubrió que el original rollo de papiro antiguo
del templo de Ptah estaba deteriorado. La inscripción hace referencia al
rey con su título estándar de «hijo de Ra» (sa Ra), pero también es
denominado«hijo de Ptah». Por desgracia para los egiptólogos, cuando se
descubrió posteriormente la «piedra de Shabaka» a principios del siglo XX,
un granjero la estaba utilizando para moler harina. La piedra había sido
perforada en su zona central y una parte importante de la inscripción se ha-
bía perdido.

Según los sacerdotes de Ptah, su dios era el responsable de toda la crea-


ción. Para subrayar su dominación se le habían atribuido los caracteres feme-
nino y masculino de las aguas del caos como Ptah-Nun y Ptah-Naunet, y se ha-
cía referencia a él como «el padre que dio vida a Atón, la madre que dio vida
a Atón». En la teología menfita, estudio notablemente sofisticado sobre la
creación desarrollado por los sacerdotes de Menfis, el universo se

Esta esratuilla dorada de Ptah fue hallada en la tumba de Turankamón


(que remó hacia 1332-1322 a. de C.) y lo muestra con el pelo muy
corto como un artesano. Los complementos son el pilar djed (la
estabilidad), el cetro was (el dominio) y el signo atikh (la vida).

16 El orden más allá del caos


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formó simplemente con el poder del «corazón» de Ptah (esto es, su mente o intelecto que

los egipcios creían que se situaba en el corazón). Tras concebir la idea de la creación del

mundo y de los seres vivos —incluyendo los dioses—, la hizo realidad mediante el simple

proceso de pronunciar sus nombres, un concepto no muy alejado de la idea judeo-cristia-

na de la palabra creadora de Dios:

«Los dioses nacieron a través de Ptah; Atón tomó forma en su corazón y en su len-

gua. El mayor de todos es Ptah, que dio vida a todos los dioses y sus kas (almas) a tra-

vés de su corazón y de su lengua, en la que H o r a s y Tot habían adoptado forma c o m o

Ptah. Este está en la boca de todos los dioses, todos los humanos, todo el ganado, to-

das las cosas vivas que se mueven. La Enéada de Ptah son sus dientes y sus labios, son

LA DIOSA CREADORA: NEIT

Igual que los tres principales mitos de la creación, que reinó hacia 1426-1401 a. de C.), «que había sido mol-
muestran dioses masculinos o andróginos, Neit también deado por Neit», y otros reyes fueron aclamados como
ha sido considerada la principal diosa creadora, al sur- «hijo de Neit». En su forma maternal fue tanto como
gir de las aguas de Nun al principio de los «Neit, la Grande, Madre de Ra»,
tiempos. Los textos del templo de Esna «La Grande y Radiante» madre del
explican que emergió como creadora dios cocodrilo Sobek e, incluso, de la
antes de ser conducida por el Nilo has- malvada serpiente Apofis. Sin embargo,
ta su templo de Sais, en el delta. como muchas de las diosas madres de

Se dice que creó el universo pro- Egipto, también tenía un lado des-

nunciando siete instrucciones que tructivo. Se la asociaba estrechamen-

luego fueron consideradas sus te a la guerra, y se decía que sus pode-

atronadoras carcajadas septu- res eran tan grandes que

plicadas. Igual que Ptah, que podía amenazar con hacer

dio forma a los primeros hu- que el cielo se cerrara y con

manos. Una estela hace refe- destruir el mundo que ella

rencia al rey Amenofis II (que misma había creado.

Ptah, el artesano 17
el semen y las manos ele Atón. Todos los dioses nacieron y su Enéada fue completa. Y
es que cualquier palabra de dios sucedió a través de lo que su corazón pensó y su len-
gua dijo. Y Ptah es Tatenen (el montículo primigenio) que dio vida a los dioses y del
que todo procede. Es el más poderoso de todos los dioses que está satisfecho de lo que
ha creado».

Después de crear todas las cosas, Ptah las perfeccionó con sus habilidades de artesano.
Como el dios Khnum, con cabeza de carnero (véase páginas 20-21), Ptah era artesano
—el sumo sacerdote de Ptah en Menfis llevaba el título de «Mayor de los controladores
de los artesanos». No resulta sorprendente que Ptah fuera un dios muy popular entre la
clase trabajadora, especialmente entre los artesanos especializados, que lo consideraban
su patrón. Para ellos Ptah era mesedjer sedjem —«el oído que escucha»— y le dirigían sus
plegarias. En una oración de los trabajadores al dios en la XIII dinastía, un lavandera lla-
mado Hepet, afirma: «Te saludo, oh Ptah, señor de la vida de las Dos Tierras. Estoy ante
ti para adorarte, como un sirviente que nunca olvida sus deberes en tus celebraciones».
Uno de los apelativos de Ptah es nefer-ber, que significa «bello de cara», a pesar de que el
dios solía ser retratado como una figura andrógina más bien de mirada estática, con un
vestido ajustado y una gorra de artesano, y con sus manos sujetando fuertemente el cetro
que tiene ante sí.

Conocido también por el sobrenombre de «el señor de la verdad» (maat), Ptah era
considerado el administrador «de justicia a quienes hacen lo que se ama y de castigo a
quienes hacen lo que se odia... vida para los pacíficos y muerte para los criminales».
En una pequeña estela de piedra, un obrero conocido como Neferabu, de Deir el-Me-
dina —el poblado de los constructores de tumbas que se encontraba cerca del Valle de
los Reyes—, admitía haber pronunciado «un falso juramento en el nombre de Ptah, se-
ñor de la verdad», y que como consecuencia había sido cegado por el dios. ¡Guárdate
del señor de la verdad, que ve las acciones de todos!
En la muerte era Ptah —representado por el sacerdote sem (véase páginas 93-94)-—
quien realizaba para los muertos la ceremonia de vida de la «apertura de la boca», que se
iniciaba con las palabras: «mi boca es abierta por Ptah».» (Véase página 118).

1S El orden más allá del caos


- i V ¿ V I ;' i V 4 V 4 :;s v i i v i * v ¿ v i v

MAAT, EL ORDEN DIVINO

El universo fue creado en un estado de perfecto equili- nombre en los jeroglíficos, aunque también puede ser re-

brio y así habría que mantenerlo a toda costa. Tras la presentado como una pluma sola o como un símbolo que

creación del mundo, nació la diosa Maat como personi- probablemente sustituya al montículo primigenio —lo

ficación del orden universal y la encarnación del con- cual indicaría la función primordial de Maat en el mante-

cepto de verdad. Ella era el medio a través del que todo nimiento de la creación desde el inicio de los tiempos.

debía vivir, incluyendo los mismos dioses. El


dios creador Atón recibía precisas insta
ciones en un texto para que inhalase «a
ra hija Maat... para que tu corazón
pueda vivir», mientras que en otro, a
Amón-Ra, rey de dioses, se le dice
que «Maat es aliento para ni nariz,
ru pan es Maat y tu cerveza es
Maat».

Las orientaciones transmitidas por


Maat tenían que ser seguidas absolu-
tamente por todos para impedir que
las fuerzas del caos alterasen el orden
cósmico, que Maat representaba. En
el más allá, donde se decía que los
benditos muertos «vivían en Maat»,
ella seguía manteniendo la justicia, de
pie junto al trono de Osiris, «señor
de Maat», a fin de guiarlo en su jui-
cio a los muertos (véase páginas 124-
125).

Descrita como hija de Ra y hermana


del rey, Maat suele aparecer como una
mujer con una larga pluma en la cabe-
za. Esta figura es la que se refiere a s

Ptah, el artesano 19
LA C R E A C I O N DE LOS SERES H U M A N O S

E n la mitología egipcia la creación de los seres h u m a n o s se producía c o m o algo

posterior al proceso principal de creación del universo y del lugar que los dioses

ocupan en él. Tal vez la versión más sorprendente sea la que indica que los humanos

fueron creados c o n arcilla en una rueda de alfarero por el dios creador Khnum

(página anterior), con cabeza de c a r n e r o , que era a d o r a d o en la isla Elefantina, Asuán

y Esna. El Gran himno a Khnum, c a n t a d o todos los años en el festival del dios en

Esna, a c l a m a b a a K h n u m c o m o creador de toda vida y describía de la siguiente forma

su creación del ser h u m a n o : ¡fj %

«Él anudó las venas a los huesos, Él creó la columna como apoyo,
creados por él en su propio taller, las manos y los dientes para que hagan
por eso el aliento de vida su trabajo,
está en rodas las cosas. el corazón para servir de guía,
Los huesos quedaron bien sujetos el pene para engendrar y el útero para concebir
desde el principio. y aumentar la población de Egipto;
los pies para pisar y las piernas para caminar,
Él hizo que el cabello creciera, los huesos que realizan su tarea
unió la piel a las extremidades, por deseo del corazón.
construyó el cráneo y formó la cara
para dar forma a la imagen. Dio forma a los humanos en su rueda, con un
lengua diferente en cada país distinto a Egipto
Él abrió los ojos, talló las orejas, —ya que el señor de la rueda es también

hizo que el cuerpo inhalara, su padre—

vació la boca que permite comer y que todo esto sea posible está en sus manos,
y la garganta, tragar;

la lengua, hablar; las mandíbulas, abrirse; Cuando su boca escupió todo nació ya que su
la garganta, beber, tragar y escupir. rueda gira cada día sin pausa».

21
VtWiWW&mWMWWMffiy Ptah, el artesano
LA BURBUJA
CÓSMICA

L os egipcios personificaron los ele-


mentos y también los conceptos
más abstractos como dioses y diosas,
cuya compleja interacción mantenía la
estructura de un cosmos que se conside-
raba constituido por cielo, tierra e in-
framundo. Se creía que el cielo era un
mar sin fin, dentro del cual la tierra
existía como una especie de «burbuja».
La cosmología egipcia, predominante-
mente basada en el agua, reflejaba la
dependencia que tenía el país del Nilo
como fuente de vida.
HIJOS DEL SOL
egún el miro de la creación de Heliópolis, por el que el dios sol creó el universo (véa-
S se páginas 10-13), el dios sol también creó a los dioses como hijos suyos. Primero na-
cieron Shu y Tefnut, las divinidades mellizas del aire y del rocío y la humedad. Estos con-
ceptos abstractos fueron personificados de diversas maneras. Mostrando la noción de aire
lleno de luz solar, Shu suele aparecer representado con forma humana como un hombre
arrodillado con una pluma en su cabeza. La pluma, que también es un elemento de su
nombre escrito, hace referencia al aire y sugiere la noción de ligereza. El nombre «Shu» se
considera onomatopéyico, ya que en una de las explicaciones sobre su nacimiento, se con-
sideraba que el dios sol le dio la vida con un enorme estornudo.

Como encarnación de la atmósfera, Shu posee una gran variedad de funciones crucia-
les. Según Los textos de las pirámides, Shu y el dios sol ayudan al rey a ascender a los cie-
los: «¡Con la mano del rey en la mano de Ra, oh, Shu, ayúdale a subir!» Durante el pe-
riodo amarna, el dios era descrito como «Shu-que-está-en-Atón», es decir «uno con el
propio sol», mientras que en una inscripción posterior perteneciente al faraón Merneptah
(que reinó hacia 1213-1203 a. de C.) era Shu quien hacía posible que la luz del sol llega-
se a la tierra, «ya que él es el único que dispersa las nubes y deja que Egipto vea los rayos
del sol». En algunos textos funerarios, los poderes de Shu son invocados en beneficio de
los difuntos, como en la siguiente inscripción hallada en la tapa del sarcófago de un hom-
bre llamado Wennofer: «Que Shu envíe hacia tu nariz el dulce viento del norte, el aliento
de vida hacia tu nariz».

Shu también puede ser retratado como un león, igual que Tefnut. De ésta, que personi-
fica el rocío, se dice que fue escupida por el dios sol, y su nombre puede escribirse a veces
con un jeroglífico de unos labios escupiendo. La misma imagen aparece en la teología men-
fita de la piedra de Shabaka (véase página 16), que habla de los «dientes y labios» del dios
creador Ptah, «que pronunció el nombre de todo, del que nacieron Shu y Tefnut. Como
hija del dios sol, Tefnur es una manifestación del feroz «ojo de Ra» (véase página 12).

24 La burbuja cósmica
Tras serles infundidos los poderes del creador, Shu y Tefnut tuvieron sus propios hijos,
ios mellizos Geb (la tierra) y Nut (el cielo), para iniciar así la siguiente fase de la creación
y darle una estructura al universo. A diferencia de muchos otros pueblos antiguos, los
egipcios imaginaban la tierra como algo masculino, con el dios macho Geb considerado
«el mayor [hijoj de los dioses» presidiendo sus peleas como juez en la Sala de Geb, como
ocurrió durante la contienda entre Horus y Set (véase páginas 64-67). Geb también apare-
ce como el padre del rey, cuyo asiento es denominado «el trono de Geb». El rey, cuando
muere, es saludado por Geb: «Alegrándose de tu llegada, [Geb] te ofrece sus manos y te
besa, y te coloca entre las estrellas imperecederas», y en un pasaje de Los textos de los sar-
cófagos, el difunto declara: «He pasado un millón de años viviendo con Geb en un lugar».

Cuando Nut y Geb fueron creados, Geb se acostó con Nut y ella concibió sus cuatro
hijos: Isis, Osiris, Set y Neftis. Sin embargo, esto hizo que no quedara espacio entre la rie-

GEB, EL DIOS DE LA TIERRA

Geb suele ser representado como un hombre


nimbado, en ocasiones pintado de verde para
simbolizar la fecundidad de la tierra. También
puede aparecer con forma de oca, que es el je-
roglífico de su nombre. Según un mito sobre la
creación, el sonido emitido por su pájaro primi-
genio, conocido como el «gran graznador»
gengen wer), fue el primer sonido e hizo que e
huevo cósmico se resquebrajara, se abriera y li-
berara toda la vida. El poder de las retumbante«
frases pronunciadas por Geb también queda re-
flejado en la idea de que los terremotos eran si
carcajada, mientras que los truenos eran la car-
cajada de su hermana, la diosa del cielo Nut.

98g¡gSÍ|E ir^r^x^r^ririr ir ^r^r vAMnrir inr^r ir Hijos del sol 25


La diosa Nut emerge de un sicómoro con ofrendas de agua y una bandeja de hogazas de pan para ei difunto (a
la derecha), un sacerdote de nombre khonsumosis, con la que dar a entender que nunca le faltaría alimento en
la otra vida. Escena de El libro de los muertos de Khonsumosis, de la XXT dinastía (hacia 1075-94.5 a. de C.).

rra y el cielo para que existiera vida, por lo que Atón situó a su padre Shu, el aire, entre
ellos. En su estado como dios del aire. Shu encarnó la atmósfera en la que podía existir la
vida, y a partir de entonces, su etérea forma mantuvo separados el verde cuerpo de su hijo
Geb y el torso sembrado de estrellas de su hija Nut (véase página 25). Su reino era consi-
derado el hogar ele los dioses y Los textos de las pirámides hacen referencia al tiempo en
el que «el cielo quedó separado de la tierra y los dioses marcharon a aquél».
Nut, una diosa de incalculable poder —entre cuyos sobrenombres encontramos el de
«la misteriosa»—, conservó intacto el orden del universo. Con sus manos y pies en los
cuatro puntos cardinales, su gran cuerpo arqueado contuvo las aguas del caos, que habían
sido impulsadas para envolver el mundo creado. Los egipcios creían que si fracasaban al

26 La burbuja cósmica
mantener el orden en la tierra, entonces el caos triunfaría, porque sus aguas invadirían el
cielo, e inundarían y destruirían el mundo. Nut aparece descrita en esta oración del rey de
Los textos de las pirámides: «Tú, la más grande, que te convertiste en cielo, eres podero-
sa y fuerte y llenas todos los lugares con tu belleza. La tierra que hay debajo de ti es de tu
propiedad y tú la abarcas con tus brazos».

Los egipcios creían que Nut daba a luz al sol todas las mañanas, y que el color rojo del
cielo al amanecer era la sangre del parto. El dios sol viajaba posteriormente a través de la
parte inferior del cuerpo de Nut durante el día, antes de que ésta lo engullera al caer la no-
che. El nombre de Nut suele ser traducido como «la acuosa», reflejando la idea de que el
dios sol navegaba a través de las aguas de Nut de día antes de desaparecer cada noche.
Después de ser engullido por Nut, el dios sol pasaba a través de su cuerpo o navegaba a
través de la región oscura denominada duat hasta el alba (véase páginas 44-49). Aunque
suele ser llamado «intramundo», de hecho los egipcios solían colocar el duat más bien en
ei cielo que bajo la tierra, y era descrito a veces como reposando en el cuerpo de Nut para
unificar las diversas versiones de su cosmología.

El importante papel que tenía la diosa en la mitología solar egipcia puede verse en su tí-
tulo «señora de Heliópolis» —el centro de adoración del Sol—, aunque Nut no tenía tem-
plo propio. Sin embargo, siguiendo con la manera en que las diosas egipcias suelen com-
partir sus funciones y atributos, Nut comparte su función maternal en la mitología del sol
con otras diosas que son descritas como «Madre de Ra» para potenciar su estatus. Por
ejemplo, Neit es venerada en una estatua como «Neit, la Grande, madre de dios, la madre
que dio a luz a Ra antes de que existiera el nacimiento».

El papel de Nut en el renacimiento diario del sol va en paralelo con su igualmente vital
runción en la resurrección de los muertos, para quienes actúa de forma protectora y ma-
ternal. En Los textos de las pirámides el viaje del rey difunto a la otra vida se equipara al
raso del dios sol, y además también hacen referencia al momento en el que el rey " está jus-
to ante el cielo y la tierra, justo ante ésta hacia la que ha nadado, hacia la que se ha diri-
gido y que se halla sobre las piernas de Nut». En algún pasaje de Los textos de las pirá-
mides, Nut lleva al difunto rey de la mano y él se une a ella en los cielos en forma de

Hijos del sol 27


estrella. Estos escritos también hablan de Nut envolviendo al rey —su hijo, ya que es iden-
tificado con Osiris—con sus brazos, una idea transmitida por la imagen del cielo azul os-
curo y las estrellas doradas pintadas en los techos de las cámaras funerarias reales.

Como «Señora de Todo», Nut es representada con forma de mujer en el interior de las
tapas de los sarcófagos, una imagen que expresa el deseo del difunto de que, como pre-
senta la Historiei de Sinué del Imperio medio, la diosa pueda «dedicarme la eternidad, ex-
tenderse sobre el cuerpo para protegerlo y alimentarlo para siempre». La misma idea que-
da expresada en la figura de Nut, que aparece como parte del conjunto de abalorios
protectores que en ocasiones se colocaban sobre el pecho de la momia. De nuevo con una
función nutritiva, Nut puede ser representada emergiendo del sagrado sicómoro para pro-
porcionar aire y agua al difunto en la otra vida.

Generalmente retratada como una esbelta mujer bien proporcionada, tanto arqueada
sobre la tierra como emergiendo del sicómoro, Nut puede aparecer también como la vaca
celestial o incluso como una cerda cuidando a sus cochinillos, imagen que pretende trans-
mitir sus fértiles cualidades nutrientes. Si bien es más extraño, Nut puede adoptar asimis-
mo la forma de una abeja.

En el interior de esta tapa de sarcófago del siglo u d. de C , la diosa del ciclo Nut extendía su abrazo protector
sobre el difunto, un hombre llamado Soter. Nut aparecía rodeada por los animales del zodíaco, así como por
unas figuras que representaban las horas del día. Entre sus pies, el sol, en forma de escarabajo, renace al alba.
TATENEN Y AKER

En la estructura egipcia para representar el cosmos tri- gura bicéfala con cabezas humanas o de león, o como
partito: cielo, tierra > ciuat había otros dioses que com- un par de leones sentados dándose la espalda y miran-
partían el papel de Geb como divinidad de la tierra. do en direcciones opuestas, imagen a la que se hace re-
Uno dé ellos, Tatenen, era un versión de Ptah y repre- ferencia como «leones del ayer y del mañana-. La idea
sentaba el montículo primigenio de tierra que emergió de mirar a ambos lados estaba vinculada al papel de
de las aguas del caos (véase página I I L mientras que Aker como guardián de las puertas del inframundo,
Aker era un antiguo dios asociado tanto a la tierra que estaban situadas en los horizontes este y oeste e in-
como al duat. La función solar de Geb, Tatenen y Aker dicaban las montañas conocidas por los egipcios como
la hallamos en las inscripciones de las paredes de la cá- Manu y Bakhu. Entrando todas las noches en el infra-
mara funeraria de Ramsés VI (que reino hacia I 145- mundo a través de la puerta del oeste, el dios sol podía
11 a. de C.), conocidas como El libro Je la tierra. viajar a través de la espalda de Aker durante la noche,

Representado como parte de la tierra con cabeza hu- de igual modo que se decía que viajaba a través del

mana, Aker podía ser también retratado como una fi- cuerpo de la diosa del cielo Nut.
EL RÍO DE LA VIDA
lhistoriador egipcio Herodoto, que viajó a Egipto en el siglo v a. de C., dijo «Egip-
E to es el regalo del Nilo», una afirmación que expresa con precisión la relación exis-

tente entre el país y su río. Sin el Nilo no hubiese existido Egipto, algo que los egipcios

apreciaban realmente, ya que sólo ellos disponían de una fuente de agua tan grande y per-

manente, mientras que sus vecinos tenían que depender de las irregulares lluvias.

Las avenidas del Nilo, al que los egipcios denominaban «el río» (iteru), dictaban el rit-

mo de la vida según ascendía y descendía el nivel de las aguas a lo largo del año y en fun-

ción de su ciclo anual de crecidas y sequías, que fijaban el calendario egipcio. Había tres

UN HIMNO PARA HAPI

La llegada anual de Hapi, dios de la inundación, era motivo de


gran celebración que se expresaba en el himno que se cantaba
a Hapi en esta época, compuesto en el Imperio medio pero que
sobrevivió en copias posteriores. Este es un fragmento:

«¡Te saludamos, Hapi, a ti


que surges de la tierra y vienes a alimentar a Egipto!
Tú inundas los campos creados por Ra,
refrescando a quienes están sedientos...
¡Todos los vientres se alegran,
todas las bocas sonríen
y los dientes muestran su sonrisa!
Conquistador de las Dos Tierras, llenas los almacenes,
haces que los graneros estén repletos
y ofreces recompensa a los pobres».

30 La burbuja cósmica
£sre fragmento de una pared pintada de -, *vw/ .*•>. * * J^j-. ( j j •,
la tumba del escriba de la
xviu dinasría Nebamun muestra al
escriba acompañado en su batea
de papiro por su esposa y su hija.
La escena es a la vez la
descripción de un entretenimiento
habitual de los ricos y una metáfora
de la imposición del orden sobre el
•V i
caos del mundo natural,
representado por los asustados
pájaros. Reinado de Amenofis III,
hacia I 3 9 0 - I 3 5 3 a . d e C.

estaciones: ajet (inundación), pe-


ret (siembra) y shemu (cosecha). El día
del Año Nuevo egipcio, que era el 19 de ju-
lio, marcaba el inicio de la inundación anunciada por la aparición de Sirio, la estrella más
brillante del cielo nocturno (véase página 41).
Aunque generalmente el Nilo era considerado una fuerza benefactora, si sus crecidas
anuales (causadas en realidad por las fuertes lluvias estivales en las altas tierras etíopes) no
eran lo suficientemente importantes llegaba el hambre (véase página 33). No obstante, si
las aguas crecían demasiado también podía ocurrir un desastre, porque las casas de ado-
be en las que vivía la mayoría de la gente eran arrastradas. Así pues, era imprescindible
que los dioses se encargaran de regular la corriente del río. Al dios creador con cabeza de
carnero, Khnum (véase página 21) se le atribuía el nacimiento del Nilo desde sus fuentes
—que se creía que eran el inframundo— en su templo de la isla de Elefantina, cerca de la
frontera sur de Egipto. Khnum, «que moja la tierra con las aguas de Nun», dirigía las
aguas desde su cueva hasta las cataratas rocosas cerca del actual Asuán.
Como dios de la resurrección y la fertilidad, Osiris también desempeñó un papel im-
portante en el ciclo anual del Nilo. Como gobernante del inframundo, fue Osiris quien or-

E1 río de la vida 31
denó que la inundación tuviera lugar todos los años. Cuando las aguas crecían para dar
vida a la tierra eran vistas de igual modo que Osiris, que devolvía la vida a los muertos.

Los poderes que desde el agua del Nilo daban la vida eran personificados en el dios
Hapi, un personaje andrógino descrito como «gran Hapi» o «pequeño Hapi» en función
de la altura de las aguas. A menudo eran representadas en pareja figuras de Hapi atando
las heráldicas plantas de loto (Alto Egipto) o los papiros (Bajo Egipto), simbolizando así
la manera en la que el Nilo unía la tierra y aportaba riqueza. En ocasiones el rey también
aparecía representado como Hapi, de manera que se manifestara su habilidad para ben-
decir y ofrecer abundancia a sus gentes. Algunas estatuas del faraón Amenofis III (que rei-
nó hacia 1390-1352 a. de C.) lo describen de esta forma. Las crecidas en sí eran encarna-
das por la diosa vaca Mehetweret, «la gran crecida», que representaba el aspecto
femenino de la nutrición de las aguas y era asociada a Nut y Hathor.

Todas las criaturas que moraban en el río tenían un hueco en la profusa mitología del Nilo.
Cocodrilos e hipopótamos eran temidos y venerados como poderosos dioses de pleno dere-
cho. El dios cocodrilo Sobek era honrado en Kom Ombo y en el oasis el Fayum, donde los
ataques de los cocodrilos eran especialmente habituales. La ferocidad de Taueret, la diosa hi-
popótamo, era invocada durante el nacimiento para ahuyentar cualquier mal (véase páginas
72-73). Las aves acuáticas del Nilo tenían una multiplicidad de funciones, y muchas especies
encamaban aspectos de dioses importantes. La oca era asociada a Arnón y Geb, el ibis era el
pájaro sagrado de Tot, y las garzas eran asociadas al renacimiento del sol. Los peces que
abundaban en el río también tenían vinculaciones divinas: la tilapia era considerada el em-
blema de Hathor y un símbolo de la resurrección, debido a su característico comportamien-
to por el que se comía sus crías en momentos de peligro y las regurgitaba después, lo que era
considerado un acto de autogeneración. Hasta la rana común tenía un espacio en el panteón
divino, ya que los cuatro dioses creadores del Ogdoad eran vistos como ranas, mientras que
la diosa rana Heket era una divinidad implicada en el creativo acto del nacimiento.

Tanto peces como aves eran considerados como una parte de la riqueza del Nilo enviada
por los dioses a los humanos, por lo que en el arte funerario son frecuentes las escenas de pes-
ca y caza en el río. En éstas se representaban, por una parte, la manera en que la abundancia
del río servía de sustento para la vida en este mundo y en el otro; por otra, mostraban al pro-
pietario de la tumba aportando activamente orden al caos del mundo natural, al que aludían
mediante el aleteo de los asustados pájaros y la posición de los amenazadores cocodrilos al
acecho bajo el agua. El difunto asumía un papel similar al del dios sol, que navegaba a través
de los cielos por el día y por el inframundo de noche, desafiando a las fuerzas del caos.

El Nilo también era la vía de transporte más importante de Egipto. A diferencia, por
ejemplo, del Éufrates —al que los egipcios denominaban «Aguas invertidas»—, el Nilo
discurre de sur a norte. Los viajes hacia el norte aprovechaban la corriente, pero para via-
jar hacia el sur había que confiar en los vientos. Esto aparece reflejado en los jeroglíficos
para «viajar hacia el norte» que muestra una barca sin velas, y para «viajar hacia el sur»
en los que las barcas muestran las velas desplegadas.

UNA ÉPOCA DE HAMBRE

Tallada directamente en la roca de la isla Sehel, en


Asuán, encontramos la «Estela de la hambrona» (a
la derecha}, una inscripción que data del periodo to-
lemaico pero hace referencia a acontecimientos que,
según parece, habían ocurrido más de dos mil años
antes, durante el reinado del rey Zoser (que reinó
hacia 2667-2648 a. de C.). La estela muestra cómo
Zoser suplicaba al dios Khnum que les devolviera
las inundaciones del Nilo que habían sido desastro-
samente bajas durante siete años. Un pasaje evoca
enérgicamente el sufrimiento de la gente durante la
ausencia de inundaciones: «Había poco grano, era
difícil hallar alimentos, y los vecinos se robaban
mutuamente. Los niños lloraban y los mayores se
mosuaban afligidos. Estaban desesperados».

• w n ra m<ag>mm v ra sinqr Tp^psv"«- ^ ^ r ^ ir -»r El río de la vida 33


UN MUNDO DE DUALIDADES
a religión del Antiguo Egipto se basaba en un esquema de dualidades, las parejas.

Para los egipcios, la dualidad más importante era la del orden y el caos, una noción

cuya raíz se hallaba en el paisaje egipcio, es decir las orillas habitables y fértiles del río cer-

cadas por un desierto amplio, salvaje e inhóspito. En los mitos, esta dualidad se expresa-

ba básicamente en el nacimiento de la vida a partir de las aguas cósmicas del Nun, la úni-

ca y eterna, en los principios del mundo. Los egipcios describieron el periodo anterior a la

creación como el «tiempo antes de que existieran dos cosas» (Los textos de los sarcófa-

gos); todo aquello que surgiera a la vida tras el milagroso acto de la creación era contra-

rrestado y equilibrado por su opuesto, sin el cual no existiría. De este modo, el universo

se encontraba en un estado de perfecto equilibrio, o de simetría cósmica, personificado y

mantenido por la diosa Maat (véase página 19).

Contenidas desde el momento de la creación por la diosa del cielo, Nut, las aguas cós-

micas eran el lugar desde el cual surgió al principio la vida, y fue de sus profundidades de

donde emergió el mundo. Este escenario se repetía todos los años cuando la tierra volvía

a emerger tras el retroceso de las aguas del Nilo, cubierta por los ricos depósitos de sedi-

mentos aluviales oscuros que conferían al país su antiguo nombre egipcio «Kemet»,

«campos negros». Kemet era un lugar de orden y civilización bajo el gobierno del rey, el

encarnado dios Horas, como opuesto a Deshret, «tierras rojas» del desierto, un lugar es-

téril y hostil bajo el gobierno del caótico Set. Sin embargo, cada vez que veían crecer las

aguas del Nilo, generadoras de vida, dispuestas a inundar y regar la tierra los egipcios se

alegraban, aunque también eran plenamente conscientes de que si el río crecía demasiado

dispondría del poder de causar una destrucción apoteósica.

Todo en el universo tenía su contrapartida esencial. La vida y la muerte eran simple-

mente dos aspectos de un único estado, ya que los difuntos pasaban a otra vida que era

considerada una continuación de la vida en la tierra en todos sus aspectos, aunque en un

reino diferente: el inframundo, o duat, cuyo paisaje era idéntico al de Egipto.

34 La burbuja cósmica
La vida y la muerte tenían su reflejo en el día y la noche, cuya perfecta y regular alter-
nancia era para los egipcios una señal permanente del modo en que los dioses controlaban
el universo. Los señores del tiempo eran Ra, dios sol, y Osiris, dios del inframundo (duat)
y gobernante de los muertos. El dios sol gobernaba durante el día y, según Los textos de
los sarcófagos, «creaba la noche para "el de corazón cansado" (Osiris)».

La asociación de la vida con el día y de la muerte con la noche aparece reflejada en la


imaginería del dios sol, cuyo viaje continuo entre el día y la noche refleja el viaje de un in-
dividuo por la vida y la muerte. El Sol nacía todas las mañanas, envejecía durante el día y
se hundía todas las noches en el inframundo de Osiris, desapareciendo en una oscuridad
que representaba a la vez la noche y el reino de los muertos, para volver a aparecer al alba.
El renacimiento diario del sol era considerado una confirmación de que los muertos rena-
cían constantemente a otra vida benefactora. En las inmensas profundidades del infra-
mundo, el dios sol y Osiris se fundían
para convertirse en una sola divi-
nidad, cuya duplicidad se explica
en El libro de los muertos: «Osi-
ris es el ayer y Ra es el mañana»
(véase páginas 45-49).

Se suponía que los dioses de


Egipto tenían vidas similares a las

Este fragmento de relieve sobre piedra


caliza muestra al rey Ramsés II a la
izquierda (que reinó hacia 1279-1213 a.
de C.) recibiendo el aliento vital de su
padre divino, Amón. El faraón portaba la
doble corona, o psebent, una
combinación de la corona blanca del Alto
Egipto y la corona roja del Bajo Egipto,
que simbolizaba su dominio sobre las Dos
Tierras (véase página 37).

Un mundo de dualidades 35
Parte de una relación de monarcas
de Egipto encargada por Ramsés II
(que reinó entre 1279 y 1213 a. de
C.) para adornar su propio templo
de Abydos. En la segunda y la
cuarta columnas de la izquierda,
leyendo de arriba a abajo, el
cartucho (anillo ovalado) que
contiene el «nombre en el trono»
del rey es precedido por los
jeroglíficos para «El del junco y la
abeja» (nisu bity), que significaba
«rey del Alto y Bajo Egipto». La
planta de junco era un emblema
heráldico del Alto Egipto, y la abeja,
VAYrVv del Bajo Egipto.

de los humanos, en un reino divino paralelo al de la tierra, pero a una escala temporal muy

diferente —por ejemplo, una hora en el inframundo equivalía al periodo de vida de una

persona en la t i e r r a — L a intervención de las divinidades en el mundo de los humanos era

esencial para sostener el mciat, y esto se apoyaba en una disposición a dos bandas: los dio-

ses trabajarían para mantener el orden cósmico en beneficio de los humanos, que, a cam-

bio, los honrarían reconociendo sus esfuerzos con constantes ofrendas. El intermediario

entre el mundo de los hombres y el de los dioses era el rey, cuya persona también estaba

marcada por dualidades inherentes. Él (o, en algún caso, ella), hijo de mortales, también

era hijo de los dioses y representante de éstos en la tierra. En esta función —y algunos re-

yes clamaban ser únicamente de parentesco divino— el rey era considerado la reencarna-

ción de Horus, hijo de Osiris, pero también era venerado como hijo de Amón.

Todo rey difunto era identificado con Osiris, cuya muerte trajo la muerte al mundo e

hizo que se iniciara la continuidad de la vida y el más allá (véase páginas 58-61). Así mis-

mo, fue la primera señal para el mundo de que donde reina el orden, el caos no suele an-

dar lejos, en la forma del turbulento dios Set (véase páginas 64-67).

36 La burbuja cósmica
LAS DOS TIERRAS

A menudo se hacía referencia a Egipro como las «Dos genes que el rey llevaba en su frente para protegerse de
Tierras», porque el reino estaba dividido geográfica y sus enemigos, como puede verse en la máscara de Tu-
políticamente en dos: el Bajo Egipto (la región del delta tankamón (véase ilustración).
del Nilo) y el Alto Egipto (desde la base del delta hasta El centro de culto de Nejbet (el-Kab), en el Alto
el actual Asuán). Uno de los títulos reales, el Egipto, quedaba equilibrado con el de Uad-
• nombre en el trono», siempre se ini- yet, en la ciudad de Buto (Tell el-
cia con el texto «rey del Alto y el Eara'in) en el Bajo Egipto. Este
Bajo Egipto». En el lenguaje jero- antiguo «hermanamiento de
glífico, esto se escribe como «el ciudades» se descubre por la
del junco y la abeja» (nisu existencia de algunas ciuda-
bity), donde el junco repre- des con el mismo nombre
senta el Alto Egipto y la abe- en el Alto y el Bajo Egip-
ja el Bajo Egipto. La idea to. Incluso Heliópolis, el
de las Dos Tierras unidas gran centro del dios sol
bajo el mando del faraón en el norte, se equili-
también es transmitida braba con Tebas, «la
por la imagen del loto y el Heliópolis del Sur»,
papiro entrelazados, ya donde el dios sol era
que estas dos plantas son adorado como Amón-
el símbolo heráldico del Ra. Una de las dos enor-
Alto y el Bajo Egipto res- mes estatuas sedentes de
pectivamente. Amenofis III, conocida

Las Dos Tierras eran repre- como los «Colosos de Mem-

sentadas en las insignias reales por nón», muestra una inscripción que

la corona blanca del Alto Egipto y la roja del Bajo hace referencia a los monumentos que fueron «trasla-

Egipto, portadas como coronas independientes o bien dados desde la Heliópolis del Bajo Egipto hasta la He-

combinadas para simbolizar la autoridad real sobre liópolis del Alto Egipto» —una referencia a los oríge-

todo el reino unido. Las coronas se asociaban a las dos nes de las estatuas situados en las canteras de piedra

divinidades protectoras, Nejbet, la diosa buitre (Alto cercanas a la ciudad del norte y su destino final en la

Egipto), y Uadyet, la diosa cobra (Bajo Egipto), imá- ciudad del sur.

Un mundo de dualidades 37
VÍAS FLUVIALES NOCTURNAS
n la compleja visión egipcia del universo, los cielos eran imaginados como una gran
extensión de agua, a lo largo de la cual tanto los dioses como los cuerpos celestiales
navegaban en barco como reflejo de la vida en el Nilo. Se creía que el cielo nocturno era
el lugar en el que estaban ubicados los cañaverales, destino último del difunto. Allí, en
una versión idealizada de Egipto, quienes habían sorteado con éxito los riesgos del infra-
mundo y del juicio ante Osiris (véase páginas 124-129) seguían viviendo en un estado de
gozo, realizando el mínimo trabajo necesario para producir una cosecha eternamente
abundante.
Para cruzar las aguas del cielo se requerían los servicios de un barquero, llamado Mahaf
en El libro de los muertos, y al que se hace referencia en Los textos de las pirámides como
«barquero de los justos, balsero de los cañaverales». Los textos de las pirámides sitúan los
cañaverales en el cielo oriental, donde el dios sol era purificado cada día junto con el rey di-
funto. Los campos también eran conocidos como «campos de ofrendas», y en ocasiones los
sarcófagos eran adornados para beneficio del difunto con mapas completos de la región ce-
lestial, con las ciudades celestiales y rasgos geográficos como la «vía fluvial del hipopóta-
mo blanco», la «vía fluvial de la ofrenda de dios» y el «mar de los dioses».

En otros lugares son denominados «campos del oeste» y se dice que estaban donde el sol
se ponía, en la puerta al inframundo. Sin embargo, otra versión sitúa el reino de los muer-
tos en el cielo norte y asocia al difunto inmortal con las estrellas circumpolares, que nunca
desaparecen del cielo —a ello se debe su nombre egipcio de «estrellas imperecederas».
La ascensión del alma del difunto a los cielos para convertirse en una estrella situada
entre los dioses era inicialmente 1111 privilegio limitado únicamente al rey. Su destino este-
lar aparece descrito en Los textos de las pirámides reales, donde la diosa del cielo Nut
invita al rey a subir a su trono «entre las estrellas del cielo». Después de eso el rey es con-
siderado «un espíritu indestructible como la estrella de la mañana por encima de la inun-
dación». Este es un motivo que encontramos constantemente en los textos funerarios
• M é è * é M é é » é é é * é m * M é « é H é é « M « « «

reales, que Sen I (que reinó hacia 1294-1279 a.


de C.) describió en un escrito llamado El
libro de la noche como «toro brillante
que está con las estrellas incansa-
bles».

A medida que la otra vida se


iba haciendo cada vez más
accesible a todos, incluso las
personas no reales podían
esperar ser «abrazadas por
Hathor, señora de las estre-
llas» como gran «vaca celes-
tial» —la forma más antigua
de Hathor, que compartía los
atributos de Nut, era la de ima
vaca rodeada por estrellas— (véase
páginas 68-69). En uno de los pasajes
más hermosos de Los textos de las pirámides,
Nut aparece dispersando las estrellas, cuya luz verde
es un paralelismo con la vegetación y la vida: «¡Gran
Las doce constelaciones familiares
Diosa, tú que siembras las piedras verdes malaquita y del zodíaco son de origen

turquesa, que el rey sea tan verde como tú, verde como mcsopotámico y no fueron
adoptadas por los antiguos
el cañaveral vivo!». (El turquesa verde era más aprecia-
egipcios hasta un periodo
do que la variedad azul claro).
relativamente tardío de su historia,
Los egipcios eran buenos astrónomos y estudiaban el el periodo tolemaico. Este material

cielo nocturno desde los observatorios de los tejados de gráfico se basaba en el techo del
zodíaco de Dcndera (actualmente
sus templos, analizando el movimiento de las estrellas
en el Louvre), dedicado a una
para calcular el paso del tiempo y las estaciones con fines forma de Hathor asociada a la

rituales v agrícolas. Dividieron el cielo nocturno en diosa del cielo, Nut.

Vías fluviales nocturnas 39


Fragmento de una pintura mural del Imperio nuevo que muestra a Osiris,

que se identificaba con Orion. Uno de sus sobrenombres era «el que

mora en Orion, con una estación en el cielo y otra estación en la tierra».

36 decanos, o grupos de estrellas, cada uno de ellos re-


presentado por un dios estrella en particular que via-
jaba en barco por los cielos durante un periodo de
diez días. Todo ello permitió crear el año egipcio de
360 días, al que se añadieron cinco días extra para for-
mar el año completo (que, sin embargo, continuaba
siendo 0,25 días más coito). En estos cinco días se cele-
braba el cumpleaños de Osiris, Isis, Horus, Set y Neftis.
Los egipcios identificaron la Vía Láctea, describién-
dola como «camino trillado de las estrellas», situado
«en la parte alta del cielo». Así mismo, reconocieron nu-
merosas constelaciones, incluidas la Osa Mayor y Orion,
que eran representadas por el dios Sah, consorte de las dio-
sas Sopdet y Sirio (véase página siguiente). Orion también
fue identificada con Osiris y, por ello, con el rey difunto, que se convirtió en uno solo con
Osiris cuando subió a los cielos al morir por orden de Atón. A continuación fue transfor-
mado por su madre, la diosa de los cielos Nut, en «una estrella indestructible». El proceso
por el cual el rey logró su transformación se describe en Los textos de las pirámides: «Ra
sostiene tu mano, la Enéada levanta tu cabeza. Él viene como Orion, concebido por el cie-
lo, nacido del duat; debes salir con Orion en el cielo este y ponerte con Orion en el cielo oes-
te; Sirio es tu guía por los senderos del cielo, entre los cañaverales».

Imágenes del cielo nocturno decoran varios templos y tumbas, con «relojes de estrellas»
de los decanos inscritos en sarcófagos y techos completos, adornados con imágenes sem-
bradas de estrellas de Nut en azul y oro. Durante épocas de tumultos, los egipcios creían
que los cielos se balanceaban al borde del caos, cuando «las estrellas oscurecían, los cielos
temblaban, la tierra se agitaba, y los planetas permanecían tranquilos». El cataclismo fi-

40 La burbuja cósmica
nal fue vivido en un tiempo en el que «las estrellas volcaron y quedaron cabeza abajo, sin
saber cómo volver a elevarse».
Los astrónomos egipcios identificaron cinco de los nueve planetas y los llamaron «las
estrellas que no tienen descanso» (que significa algo parecido a lo que indica el término
griego planetas, «errantes»). Creían que eran dioses que navegaban por el cielo. Tres de
los planetas se identificaban con Horus, cuya forma más antigua era un dios del cielo:
«Horus, que limita las Dos Tierras» (Júpiter); «Horus, toro del cielo» (Saturno); y «rojo
Horus» (Marte). Mercurio se asociaba al dios Set, y Venus era un dios varón, aclamado
como «dios de la mañana» y conocido también como la «estrella solitaria». El planeta se
vinculó en Los textos de las pirámides al solitario esplendor del rey difunto, «que mira ha-
cia abajo, a Osiris, que gobierna el mundo espiritual mientras permanece solo lejos de él».

SIRIO

Los egipcios consideraban a Sirio, la estrella pe-


rro, la estrella más importante, porque su apari-
ción al alba en torno al 19 de julio marcaba el
Año Nuevo e indicaba el comienzo de la inun-
dación anual del Nilo. Sirio, la estrella más bri-
llante del cielo, era representada por la hermosa
diosa Sopdet (Sothis en griego), descrita como
una mujer con una estrella en su cabeza; a ella se
hacía referencia como «descendencia del alba»
y «portadora del nuevo año y de la inundación
del Nilo». Un poeta egipcio describió a su ama-
da como «la más bella, como la estrella de la
mañana naciente al inicio de un año feliz». Sop-
det era considerada la hermana del rey dif unto y
llegó a asociarse a Isis.

VíaS fluviales nocturnas


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a cosmica
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ESTRELLAS NAVEGANTES
Los egipcios creían que los cielos estaban hechos de agua y que los dioses navegaban
por ellos. Al principio se creía que todos ellos —incluido el gran Ra— viajaban en sim-
ples barcazas de caña, naves comunes utilizadas para la caza y la pesca en el Nilo y
que a menudo aparecen pintadas en las escenas de las tumbas. Esta imagen dejó paso
pronto a la de una barca celestial, una nave majestuosa equipada con varios remos,
como las descubiertas cerca de la Gran Pirámide de Keops y en otras partes, más ade-
cuadas al estatus real y dotadas con poderes divinos. El dios sol viajaba por el cielo
durante el día en su «barca diurna», antes de desaparecer cuando descendía por el oes-
te hacia el inframundo y lo recorría en su «barca nocturna» (véase página 45). En su
recorrido las estrellas de la noche se impulsaban a sí mismas por las aguas nocturnas,
rogando al sol, cantándole este himno de oración, de El libro de los muertos:

«Te saludamos, oh Ra, en tu nacimiento,


avanzas según tu voluntad en tu barca nocturna,
tu corazón está feliz gracias a un ligero viento en la barca diurna,
lleno de alegría al cruzar el cielo con los bendecidos.

Todos tus enemigos han sido aplastados,


las estrellas incansables te alaban,
las estrellas imperecederas te veneran
cuando te pones en el horizonte de Manu,
feliz y vivo para siempre como mi señor».
EL RENACIMIENTO DEL SOL
ientras las aguas del Nilo eran las que daban vida a su desértica tierra, los rayos

M solares daban sustento a esa vida; por ello la adoración al sol inunda la literatura
egipcia: «Amor por ti, que llenas la tierra cuando tus rayos impregnan todo el paisaje; eres
el bienestar de todo y todos cuando apareces». £1 sol, al salir cada mañana, hacía que la tie-
rra centelleara como un brillante, y por ello era la divinidad dominante de Egipto y la su-
prema fuerza creadora, y como tal penetraba en los tres reinos: el cielo, la tierra y el duat.

Venerado como Ra y como Atón en el principal templo solar de Egipto, en Heiiópolis,


el dios sol surgió de las aguas primigenias para crear el universo, emergiendo como Atón
por encima del montículo primigenio en el primer amanecer (véase páginas 10-11). Esta
«criatura dorada» contenía en sí toda la fuerza de la luz y el calor, y brotó para poner la
creación en movimiento. Para los egipcios, la apertura cada amanecer de los pétalos de
loto simbolizaba la liberación del sol de la oscuridad de la noche. El dios sol era también
el «gran gato», enemigo de Apofis (Apep), la gran serpiente del caos. Los egipcios invo-
caban los poderes del «gato macho que mató a la serpiente del caos». El viaje diurno del
sol era un ciclo eterno de renovación que simbolizaba el triunfo de la vida sobre la muer-

La pirámide egipcia clásica es


considerada una representación
del montículo sobre el que nació
el sol (véase página 11). Sin
embargo, se suele pensar que la
primera pirámide —la pirámide
escalonada de Saqqara, del rey
Zoser de la III dinastía (a la
izquierda)— fue creada como
escalera por la que el alma
inmortal del rey subiría a los
cielos. Allí ocuparía su lugar junto
al Sol y los demás dioses.
te. De día, el dios sol cruzaba el cielo en una gran barca. Al atardecer desaparecía por de-

trás de la montaña occidental de Manu, para proseguir su viaje por el inframundo duran-

te la noche. En este viaje el dios tema que combatir contra las incontables fuerzas del caos,

lideradas por Apoñs, que querían impedir que el Sol alcanzara el horizonte este de Bakhu.

Ayudaban a Ra en sus batallas las fuerzas de la luz y del orden representadas por los gran-

des dioses de Egipto y otros seres como EIu (autoridad), Sia (entendimiento) y Heka (ma-

gia). Todos navegaban por el duat en su barca con el sol junto al rey difunto y, en el Im-

perio medio, por las almas de todos los muertos benditos. Durante su viaje nocturno, el

dios sol era denominado «carne de Ra». El inframundo también era el reino de Osiris,

pero la existencia de dos gobernantes en el duat era posible si se combinaban las dos gran-

des divinidades. En lo más profundo de la oscuridad, cada dios infundía al otro sus pode-

EL PÁJARO BENU

El dios sol es representado por un pájaro sagrado


denominado benu, descrito en Los textos de los
sarcófagos como «la forma que le correspondió a
Atón para ser él mismo». El pájaro se asocia con
el centro del dios sol de Heliópolis, y hay un ca-
pítulo de El libro de los muertos que habla de la
transformación en un pájaro benu, de forma que
el difunto pueda vivir de nuevo como el dios sol.
Si bien al principio era dibujado como una lavan-
dera amarilla, el benu fue representado luego
como una garza real (a la derecha). Los griegos
vinculaban el benu a su ave fénix, por lo que la
conexión del benu con el sol y la resurrección po-
dría haber tenido influencia en la historia del ave
fénix que resurge de las cenizas.

El renacimiento del sol 45


res revitalizadores y los dos se abrazaban para tornarse uno solo al que se hacía referen-

cia c o m o « R a en Osiris, Osiris en R a » .

Encontramos detalles del viaje nocturno del dios sol en tres importantes textos funera-

rios — E l libro de amduat, El libro de las cavernas y El libro de las puertas—, así c o m o en

las imágenes de las tumbas reales. Cada hora de la noche era considerada una región o

una caverna independiente, cada una de ellas con su propia puerta protegida por nume-

rosos semidioses y demonios. Para que R a y su divina comitiva (y los mortales difuntos

que llevaban a c a b o el mismo viaje) pudieran pasar por el inframundo de forma segura,

tenían que conocer a la perfección el nombre y los poderes de los guardianes. R a domina-

ba a estos guardias por el simple, aunque poderoso, acto de pronunciar sus nombres. Por

ejemplo, al entrar en la primera caverna, exclamaba: «¡Aguijón aterrador de tu caverna,

EL ESCARABAJO SAGRADO

Los egipcios eligieron el escarabajo Como Arón-Jepri, el dios sol crea-


común, o escarabajo estercolero, dor salió por encima del montículo
para representar a Jepri, el dios sol al primigenio, imagen que fue represen-
alba. La imagen de Jepri impulsando tada en un bloque de piedra con un es-
al sol para que saliera del inframun- carabajo por Amenofis III junto al
do y subiera ai cielo se parecía a la lago sagrado de Karnak. A una escala
forma en que los escarabajos empu- más pequeña, entre las joyas de Tutan-
jan las bolas de estiércol para sacar- kamón se encontraron varios escara-
las de sus nidos. El estiércol contiene bajos empujando el disco solar, ima-
las larvas del escarabajo, que son in- gen que representa la vida eterna y
cubadas en el interior antes de abrir- explica uno de los nombres del rey:
se y echar a volar. Para los egipcios, Nebjeperure («señorial manifestación
este acto aparentemente milagroso simbolizaba los po- de Ra»j. Jepri, generalmente representado por un esca-
deres del dios sol para la creación y la autogeneración. rabajo, también puede aparecer en forma antropomór-

como refleja el nombre Jepri («El que llegó a la vida»), fica pero con cabeza de escarabajo.
Shu separa a Nut, el cielo, y Geb, la tierra. Después de viajar a lo largo de la parte inferior del cuerpo de Nut

durante el día, el sol es tragado por la diosa todas las noches y pasa por su cuerpo con las esuellas, para volver

s. nacer al amanecer. El cielo rojo del alba representa la sangre de Nut al dar a luz al sol.

sométete y deja paso!» A medida que Ra iba pasando de una caverna a la siguiente, sus
enemigos eran asesinados sin piedad. La hija de Ra, el ojo, «clavó su arpón en Apofis», y
Set también era dibujado arponeando a la serpiente desde la proa de la barca nocturna.
Por último, a Apofis se le clavaban unos cuchillos, se hacían nudos con su cuerpo y se la
dejaba sin vista, sin olfato y sin oído. Al mismo tiempo, el difunto bendito que moraba en
el iníramundo era resucitado de noche por la luz del dios que otorgaba la vida.
Tras pasar con éxito por la duodécima y última puerta, Ra se preparaba para emerger
de nuevo al mundo. Adoptando la forma de Jepri, el escarabajo pelotero, era impulsado
hacia arriba en su barca por las aguas primigenias de Nun, mientras la diosa del cielo,
Nut, bajaba para darle apoyo, al tiempo que era ayudada, a su vez, desde el inframundo
por Osiris. No obstante, el dios sol aparece descrito con mayor frecuencia como renacido
directamente del útero de Nut, surgido entre la sangre del parto, representada por el color
rojo del cielo oriental al alba. La idea de que el dios sol viajaba a través del cuerpo de Nut
por la noche (véase la ilustración de la página 47) incorporaba el concepto de su viaje a

—• ^ r v w t t ^ w m ^ j g ^ y w p| rrenacimiento
e n a c J m i e n t o del
del sol
sol
través del duat, ya que los egipcios concebían el duat simultáneamente como tm infra-

mundo y como una región dentro del cuerpo del cielo nocturno.

El dios sol tenía tres formas principales, como determina claramente el siguiente texto:

«Soy Jepri por la mañana (véase el texto de la página 46), Ra al mediodía y Atón al atar-

decer». Sin embargo, los egipcios captaban cada aspecto de los poderes del sol a través de

una amplia variedad de dioses solares. El más supremo de ellos era Ra, cuyo nombre signi-

ficaba simplemente «sol». Las diosas eran denominadas «madre de Ra» para potenciar su

estatus, y los dioses se unían regularmente con él con el fin de aprovechar sus poderes. Así,

Amón se convertía en Amón-Ra, rey de dioses (véase páginas 52-57), y otras poderosas

combinaciones incluían Khnum-Ra, Sobek-Ra y Ra-Atón. En el caso de Ra-Atón, el dios

sol se combinaba con su propio antiguo aspecto creador para representar el sol poniente.

El Ra naciente al alba podía combinarse también con Horajty, un aspecto del dios hal-

cón Horus («Horus del horizonte»), para dar lugar a Ra-Horajty. Otra forma de Horus

solar era Horemajet («Horus en el horizonte»). La Gran Esfinge de Gizeh, creada como

imagen del faraón Kefrén de la IV dinastía, fue posteriormente reinterpretada como ima-

gen de Horemajet, a cuyos pies cada nuevo faraón recibía las bendiciones del dios sol. De

vez en cuando todas las formas del dios sol se combinaban para producir la forma Ra-Ho-

rajty-Atón-Horus-Jepri.

El disco solar en el cielo fue denominado aten y era venerado como el medio por el que

la luz del sol entraba en el mundo. Durante la XVIII dinastía fue ascendido al nivel de di-

vinidad. Amenofis III (que reinó hacia 1390-1352 a. de C.) adoptó el sobrenombre de

«deslumbrante Aten» y construyó para Aten su propio templo en Heliópolis. Con el tiem-

po el sol fue adorado principalmente en esta forma y absorbió los títulos y atributos de

muchos otros dioses. Bajo el reinado de su hijo Amenofis IV (que reinó hacia 1352-1336 a.

de C.), que adoptó el nombre de Akhenatón («beneficioso para Aten»), Aten se convirtió

en el dios supremo de Egipto, representado normalmente como un radiante disco solar, en

el que cada uno de los rayos se terminaba en una pequeña mano que sostenía un símbolo

ankh de vida. No obstante, Akhenatón adoró inicialmente a Aten como Ra-Horajty, y re-

presentaba a este dios, como Ra y Horus, como un hombre con cabeza de halcón.

48 La burbuja cósmica
X

Sores divinos adoran al sol naciente, representado como el disco solar o aten, que es el medio por el que el dios
sol repaite la luz y la vida en el mundo. Los egipcios creían que las almas de los reyes muertos se elevaban y se
unían al aten, lista imagen es un detalle del sarcófago del escriba real Nes-shutefnut, hacia el año .300 a. de C.

Akhenatón no era monoteísta, como en ocasiones se ha escrito. Si bien Amón y su po-

deroso clero fueron suprimidos por motivos políticos, y Osiris y su oscuro reino eran con-

siderados incompatibles con la teología de luz de Atón, las demás divinidades tradiciona-

les egipcias siguieron siendo veneradas. En un himno hallado en cinco tumbas en Amarna,

el emplazamiento de la capital de Akhenatón, éste («horizonte de Aten»), menciona a Ra-

Horajty, Shu, Maat y Ra; además, uno de los propios títulos de Akhenatón, Neíerkherpe-

rure, contiene el nombre de los dioses solares Ra y Jepri. Amón fue reintroducido como

divinidad suprema de Egipto por Tutankamón, pero Aten siguió siendo adorado como un

aspecto del gran dios sol durante varios reinados.

r» 9 -Trun -ir-v-rif-v ir v r i n r ir w w w w i n r v v v-^r El renacimiento del sol 49


SERES
DIVINOS

n la religión de Egipto había mu-


E chos dioses y diosas, actores de
un compendio de historias y mitos,
que protegían a los muertos en su via-
je la otra vida. Veneradas en templos y
en santuarios Locales, estas divinidades
podían adoptar diversas formas y eran
representadas como humanos, como
animales o bien como un híbrido entre

ambos. Las identidades de los dioses y


. \1 | i1
las diosas estaban a menudo poco cla-
ras, lo que explica porque podía unir-
¡ i> " i * > ' T ¿ *
se el dios sol con Amón para formar
Amón-Ra, mientras que Isis y Hathor
podían ser aspectos de cada uno.

51
EL DIOS O C U L T O

C uando Egipto era la mayor potencia del mundo antiguo, Arnón era su principal

dios. Desde una función relativamente menos importante c o m o uno de los ocho

dioses creadores del Ogdoad (véase páginas 14-15), Amón evolucionó a través de un com-

plejo patrón de mitos hasta convertirse en la divinidad suprema de Egipto, venerada en el

inmenso templo de Karnak, en Tebas, la ciudad más grande de Egipto (véase texto en esta

misma página). Es mencionado por primera vez en Los textos de las pirámides, del Impe-

rio antiguo, en los que el difunto rey asciende para sentarse en el «trono de Amón», y apa-

rece también de vez en cuando en Los textos de los sarcófagos del Imperio medio.

¿s
KARNAK

Desde sus orígenes, que se remontan como mínimo al del faraón. Durante el Imperio nuevo los diversos reyes
Enpcrio medio, el templo de Amón en Karnak creció ampliaban y enriquecían asimismo el templo del dios al
para convertirse en el mayor y más rico centro religio- que atribuían el éxito de sus empresas. Tutmosis III
so del mundo antiguo. En ocasiones, el poder del influ- (que reinó hacia 1479-1425 a. de C.) registró las nu-
yente clero de Karnak entraba en conflicto con el poder merosas conquistas «ofrecidas a él por su padre
Amón» en el sexto de los diez grandes pilonos (muros
y puertas ceremoniales) de Karnak. El templo fue tam-
bién embellecido por su antecesora, Hatshepsut, que le-
vantó dos obeliscos de granito rojo y extremos dorados
ante el cuarto pilono «para su padre Amón», y los lla-
mó «Amón, grande en majestad».

En Karnak, se atribuyó a Amón una consorte, Mut


(véase página 72), y un hijo, Jonsu, cada uno con su
propio templo en el complejo. Las tres divinidades eran
veneradas como «tríada tebana».

52 Seres divinos grife


Este detalle del pabellón sed (jubileo)
del faraón en Karnak muestra a • Mi Mnlll tt^KT Vi 1!Jm B Ilá Iftv//!
1: Jui II í ' j E w ' ;
Sesostris 1 ante el dios de la H | | | j
fertilidad, ¡Vlin. que era considerado
el aspecto fálico de Amón. a ' rBB n''

fjnKjr ' it •

Los poderes de Amón fue- l E j l


iL, 1R ! i \. f 1
ron potenciados durante el

Imperio nuevo, cuando se


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unió al gran dios sol Ra para
ffipSSkm • • . JMT Lv • Bf*5*.1
crear Amón-Ra, «rev de los

dioses» y «señor de los tronos de las Dos Tierras». Amón, que era presentado con forma hu-

mana y piel de color azul lapislázuli llevando una corona alta hecha de plumas, también po-

día ser representado por sus animales sagrados, el carnero y la oca. Igual que Amón Kamu-

tef («toro de su madre») aparece con aspecto de toro, mientras que como Amón Kem-Atef

(«el que ha completado su momento») adopta la forma de una serpiente. A pesar de sus

múltiples aspectos, Amón era un dios invisible —su nombre quizá significase «el oculto»—

y llegó a ser el único de todos los dioses que fue considerado irreconocible. No obstante, era

omnipresente y, según una inscripción, existía «en la atmósfera al final del cielo».

El culto a Amón se desarrolló en Tebas, y puesto que la ciudad real creció en importan-

cia, también lo hizo Amón, Kamalc y la teología vinculada a este dios. Sin embargo, Amón

era además un dios popular, al que la gente podía recurrir directamente más allá de la ado-

ración formal de los templos. Los grupos sociales más populares oraban con regularidad a

Amón, que es descrito en un papiro del Imperio nuevo como «Amón el compasivo, que es-

cucha a quienes lo llaman». Nebra, un obrero tebano, hizo una inscripción que decía:

«Amón-Ra, señor de los tronos de las Dos Tierras, cuando te llamo porque estoy afligido

acudes y me rescatas». En muchos sentidos, Amón era considerado una especie de pastor del

pueblo, que velaba por su gente aun cuando viajaba, con su aspecto de «Amón de los cami-

nos». Gracias a su veneración se alcanzó un sentido de responsabilidad moral individual, ya

que el dios era también juez «Amón-Ra, que habla al corazón, que juzga al culpable».

El dios oculto 53
t Vr*»^ — ^ r r
L ^ ^ T C D T t T T i C ^ I v ü í y f r

EL GRAN HIMNO A AMÓN

De los registros que quedan sobre Amón, el más detallado se encuentra en El gran
himno a Amón, conservado en unos papiros de Tebas de la XVI11 dinastía. En él, el
clero tebano intenta expresar la auténtica esencia del dios que por definición estaba
oculto y fuera del alcance y la comprensión humanas. Se subraya su identificación con
otras divinidades, en particular con Ra, y se magnifica de tal manera su contribución
al mito de la creación que se convierte de hecho en el único creador del universo.

«¡Oración a Amón-Ra,
toro de lunu [Heliópolis],
jefe de todos los dioses,
el dios, bueno,
el más querido
que da la vida a todo!

¡Te saludo, Amón-Ra,


señor de los tronos de las Dos Tierras,
que gobierna en Tebas!
El mayor del cielo,
el más anciano de la tierra,
señor de todo lo que existe,
que vive en todas las cosas...

Señor de la verdad,
padre de los dioses,
que creó hombres y animales,
señor de todo lo que existe,
que creó los árboles frutales,
que hizo los verdes pastos y da sustento al ganado,
que creó a los de arriba y a los de abajo.

El dios oculto 55
AJ J T 1\J J f iVjiyrX>o/r 1V>
¡Los dioses se postran a sus pies, rescata a quienes temen a sus opresores,
porque saben que es el señor, juzga entre el débil y el fuerte...
fuerte en apariencia!
¡Te adoro a ti, que creaste a los dioses, ¡Halcón en medio del horizonte,
levantaste el cielo y esparciste la tierra! señor de los silenciosos,
Despierta, Amón-Min, cuyo nombre es ocultado a sus hijos
señor de la eternidad, que creó la eternidad, en nombre de Amón,
el más venerado, que preside la Encada...! señor de la percepción,
en cuya boca reina la autoridad!
¡Señor de los rayos, que crea la luz,
al que todos los dioses veneran, Eres el único que creó cuanto existe,
que ofrece sus manos a quienes ama y el único que hizo todo lo que es,
y arroja a sus enemigos a las llamas! de cuyos dos ojos surgió la humanidad,
El escucha las plegarias de los prisioneros, de cuya boca nacieron los dioses.
es amable con quienes le llaman, El que hizo la hierba para el ganado,

56 Seres divinos
g r i f e
los árboles frutales para los humanos, ¡Todos te adoramos, a ti que te cansas
la comida para los peces del río por nosotros,

y para las aves que surcan el cielo; todos nos postramos ante ti que
él que da aliento a lo que hay en el huevo nos has creado!
y a las larvas de los gusanos, ¡"te venero", dicen todas las criaturas,
el que creó el alimento para los mosquitos, "te venero", dicen todos los desiertos,
para los gusanos y las moscas, hasta lo más alto del cielo,
para los ratones en sus madrigueras hasta los confines de la tierra,

y para los pájaros en sus árboles. hasta las profundidades del gran mar

¡Te venero a ti que hiciste todo esto, de color verde...!

el único, el de muchas manos,


que nunca duerme cuando ¡Te venero, a ti, Amón-Ra,
las personas duermen, señor de los tronos de las Dos Tierras,
porque quiere lo mejor para sus criaturas, que adora su creciente ciudad!«.
Amón, que vives en todas las cosas!

El dios oculto 57
» j r i\j iv> iv_>
OSIRIS, SEÑOR DE LA VIDA
a historia de Osiris e Isis posiblemente sea la más importante leyenda egipcia. Em-

L pieza con la creación del universo y finaliza con la invención de la momificación, en-

tretejiendo diferentes hebras del mito a fin de explicar la condición humana y la existen-

cia de la muerte, la generación de nueva vida a partir de la muerte en un ciclo eterno, la

interacción de los mundos humano y divino y la sucesión de cada faraón en línea descen-

dente desde los dioses. La historia puede remontarse hasta el mito de la creación de He-

liópolis (véase páginas 10-13), que el clero del dios sol adaptó con habilidad para incluir

—y subordinar—- el importante y creciente culto a Osiris.

Siguiendo los dramáticos comienzos del mundo, los hijos del dios sol, Shu y Tefnut, tu-

vieron a Geb y Nut, que a su vez tuvieron a Osiris, Isis, Set y Neftis. Nacido cerca de Men-

fis, Osiris (Woser en egipcio) era el mayor de cuatro hermanos, y heredó el reino de la tie-

rra de manos de Geb. Bajo el reinado de

Osiris e Isis, su hermana y consorte, la

humanidad vivía bendecida en paz y

prosperidad. Sin embargo, Set estaba ce-

loso de la buena fortuna de sus herma-

nos y planeó matar a Osiris y subir al

trono. Los textos egipcios se muestran

Osiris aparece representado aquí con sus


emblemas reales: el báculo, el mayal y el atef
(corona con plumas). Su piel es verde, el color
de la nueva vegetación, y simboliza la fertilidad
y la regeneración. Los mitos de Osiris explican
la existencia de la muerte y la manera en que la
nueva vida surge a partir de aquélla. La imagen
procede de una pintura mural de la tumba
rebana del rey Horembeb (que reinó hacia
1 3 1 9 - 1 2 9 2 a . d e C.).

Seres divinos
reticentes a la hora de describir la muerte, y dicen que Osiris cayó de lado o se ahogó. Sin

embargo, según la versión grecorromana de Plutarco (siglo II d. de C.), Set engañó a Osi-

ris para que probara un nuevo sarcófago. Una vez Osiris estaba en su interior, Set selló la

tapa y lanzó el sarcófago al Kilo. De este modo se ahogó Osiris por la acción de su her-

mano y la muerte entró en el mundo. Según Los textos de los sarcófagos, la muerte de Osi-

ris tuvo lugar en Nedyer, cerca de Abydos.

Isis recuperó el cuerpo, pero Set se hizo de nuevo con él, lo desmembró y repartió las di-

ferentes partes por Egipto —lo cual explica que Osiris tenga tantos templos , de los que se

afirma que están situados donde se encontró alguna parte del cuerpo del dios—. De Abydos

se dice que está donde se enterró la cabeza; Athribis, el corazón; y Sebennytos, EcLfú y Biga,

las piernas. Herakleópolis, a su vez, pretende tener la cabeza, las piernas y los costados.

EL SEÑOR DE LA FERTILIDAD

La vuelta a la vida de Osiris explica su función como el dios de la fertili-


dad agrícola. Los egipcios atribuyen a Osiris el hecho de ser el primer ser
en experimentar el ciclo de la vida, la muerte y la resurrección, el mila-
groso camino en el que la vegetación se renovaba a sí misma a partir su
propia semilla. El gran himno a Osiris (véase página 61) declara que «las
plantas brotan a sus órdenes», y él puede ser representado como una fi-
gura momiforme postrada, con cultivos creciendo en su figura. Una ins-
cripción adora a Osiris como <-el más grande de las orillas» y «el fabrica-
dor de grano», y puede ser representado con piel negra para referirse al
fértil lodo del Nilo o con piel verde por las cosechas que crecen allí.
A fin de aprovechar los poderes regenerativos de Osiris y asistir a su
propio renacimiento desde el inframundo, los egipcios eran enterrados en
«lechos de Osiris», bandejas de madera con la forma del dios y llenas de
tierra y semillas. La germinación de las semillas reflejaba la manera en que
se esperaba que el difunto renaciera de su muerte.

Osiris, señor de la vida 59


Isis encontró el pene de su esposo en Menfis, aunque según otra leyenda Set lo arrojó al
río e Isis tuvo que modelar otro falso. Cuando Isis y Neftis hubieron localizado todo el
cuerpo, éste fue formado de nuevo y embalsamado con la ayuda del dios chacal Anubis
para crear la primera momia. Sirviéndose de sus poderes mágicos, Isis devolvió a Osiris a
la vida durante el tiempo necesario para concebir el hijo de ambos, Horus, al que crió en
secreto para que se vengara de la muerte de su padre. Entonces Osiris dejó la tierra para
convertirse en el gobernador del inframundo, o duat. Como tal, una de sus principales ta-
reas era juzgar las almas de los muertos y determinar si se les debía otorgar otra vida eter-
na y feliz (véase páginas 124-129). Este episodio nos permite entender porque Osiris era
tan popular entre los egipcios. Para ser ayudados en el arriesgado viaje (véase páginas
116-121), éstos se identificaban con Isis, Horus y Osiris, las tres divinidades que consti-
tuían el desafío al mal y la vida tras la muerte. La más importante era Osiris hasta el pun-
to de que en los escritos funerarios el nombre «Osiris» es añadido antes del propio nom-
bre del difunto, para que éste invoque así el poder del dios en
su búsqueda de la inmortalidad.

Los textos de las pirámides sitúan a Osiris en los


cielos, pero generalmente se dice que residía en el
duat, descrito en El libro de los muertos como
«enormemente profundo, totalmente oscuro,
absolutamente eterno». La oscuridad absolu-
ta de este reino sólo era alterada por el brillo
del dios sol Ra durante su viaje nocturno
(véanse páginas 45-46).

El dihrato, un hombre llamado Wepetmosis, adora a


Osiris (en el centro a la izquierda) y a Ra-Horajty en
su estela de la X I X dinastía. Osiris aparece como una
momia de la que sobresalen las manos para poder
sujetar su bastón real y su mayal.

60 Seres divinos grife SS^B ^SS s^B S t e BShflfl


Uf IVj I V J « J f K J «_/F fSL» t j ?
EL GRAN HIMNO A OSIRIS
La explicación más completa hasta hoy desde el perio- siones, este texto fue inscrito en una estela construida
do dinástico de la historia egipcia referente a la muerte por un sacerdote del Imperio nuevo llamado Amenmo-
y resurrección de Osiris la encontramos en el Gran sis, supervisor del ganado de Amón en lebas, y su es-
himno a Osiris. Compuesto en un lenguaje lleno de alu- posa Nefertari. El texto siguiente es un fragmento:

«Sentado en el trono de su padre, con el poder de sus palabras.


adorado por su padre Geb, ¡La de lengua sabia,
amado por su madre Nut cuya palabra nunca fracasa,
poderoso cuando mata a los rebeldes, poderosa Isis, protectora de su hermano!
de brazo fuerte cuando mata al enemigo, Lo buscó sin descanso,
inspirando terror en sus enemigos, y vagó tras él llorando,
derrotando a los malhechores, sin cesar hasta encontrarlo.
aplastando a los rebeldes con su corazón. Haciéndole sombra con sus plumas,
dándole aire con sus alas,
Su hermana lo protege: se volvió a unir a él,
ahuyentando a sus enemigos, acabando con la inercia de su cuerpo,
detiene los disturbios recibió su semilla para dar a luz al heredero».

Osiris, señor de la vida 61


ISIS, SEÑORA DE LA MAGIA

Isis se mantiene inmóvil, en forma de milano, sobre el cuerpo embalsamado de Osiris. Con sus alas lo abanica

para darle el «aliento de la vida», y devolverlo a ésta el tiempo suficiente para concebir a su hijo Horus.

U n aspecto sorprendente de la historia de Osiris e Isis es ver como Osiris maestra una
actitud tan pasiva mientras Isis asume un papel activo, devolviendo la vida me-
diante la magia a su hermano y difunto marido. Los egipcios veneraban a Osiris por ha-
cer posible la vida tras la muerte, pero se sentían intimidados por la diosa que poseía el
poder de resucitar a los muertos. De Isis, que era conocida como «señora de la magia» y
«la de lengua sabia cuya palabra nunca fracasa», se decía que era «más poderosa que un
millar de soldados» y «más inteligente que un millón de dioses». Su nombre («Aset» en
egipcio) significaba «trono», que era el símbolo que llevaba como signo de poder.

Tras la muerte de Osiris a manos de Set, Isis compuso de nuevo el cuerpo de su esposo
(véase página 60) y con su magia le devolvió la vida. Adoptando la forma de un ave de
presa (un milano) y «acabando con la inercia de su cuerpo» como afirma el gran himno a
Osiris, concibió a Horus. Para ocultarlo a Set, Isis llevó al niño hasta un lugar muy aleja-
do en las marismas del delta y lo crió «en soledad, en una morada por nadie conocida»
(gran himno a Osiris). Burlando a Set mediante una poderosa combinación de ingenio y
magia, educó a Horus hasta que alcanzó la edad adulta para que pudiera vengar la muer-
te de su padre y reclamar el trono que le pertenecía por derecho (véase páginas 64-67).

Seres divinos
L uTF C s f K j K^ff T V j c T r i G i T r I V J Í T F I V J U T r

Isis era considerada por los egipcios el arquetipo de la figura materna, e incontables ge-
neraciones de mujeres egipcias le rindieron adoración para que cuidara de sus hijos. Como
madre de Horus, que se volcó en él, Isis era también la divina madre de todos los reyes,
que a su vez se identificaban con Horus. Al final, los poderes atribuidos a la diosa eran tan
grandes que en la época romana Isis había llegado a ser considerada la más poderosa de
todas las diosas egipcias. Su culto se extendió más allá de Egipto, hasta el punto de que se
desarrolló en tres conrinentes. Isis se disputó la popularidad con el Cristianismo, pero al
final triunfó la nueva religión. Sin embargo, el último templo de Isis, en Philae, en la zona
más meridional de Egipto, seguía activo a finales del año 535 d. de C. —un siglo y medio
después de que los romanos hubieron decretado el cierre de todos los centros de culto no
cristiano—. Se ha apuntado que la imagen cristiana de la Virgen con el Niño quizá derive
de las últimas representaciones egipcias de Isis dando de mamar a Horus.

ISIS Y NEFTIS
Isis y su fiel hermana Neftis eran veneradas como pro- Un texto posterior, Lamentaciones de Isis y Neftis,
tectoras de los muertos y regeneradoras de vida, y solían fue recitado como parte de unos rituales funerarios se-
aparecer representadas en los sarcófagos: Isis a los pies cretos por dos sacerdotisas que asumían el papel de las
del difunto y Neftis en la cabeza. Aunque generalmen- diosas en la historia de Osiris. Lsis declara: «¡Los dioses
te eran representadas con aspecto humano, también y los hombres te han buscado, han llorado juntos por
podían aparecer como milanos o figuras femeninas con ti! Mientras puedo ver te llamo, gritando hasta los cie-
alas, con las que daban sombra y protegían a su her- los, pero tú no me oyes. Sin embargo, soy tu hermana,
mano Osiris una vez vuelto a la vida. La protección de a la que amabas en la Tierra... Sólo me amabas a mí, tu
estas dos diosas era importante para el rey difunto, hermana». Neftis replica: «¡Buen rey, regresa a casa y
identificado con Osiris, hasta el punto de que Los tex- sé feliz! Todos tus enemigos se han marchado, tus dos
tos de Lis pirámides exhortan al monarca fallecido: hermanas están a tu lado, guardan tu sarcófago y te
«¡Levántate como Osiris! Isis te toma del brazo, Osiris, aclaman con sus lágrimas. Soy Neftis, tu amada her-
y Neftis te coge de la mano. Camina entre ambas». mana, estoy contigo, te protegeré toda la eternidad».

Isis, señora de la magia 63


HORUS Y SET

H orus es una ele las divinidades egipcias más importantes y complejas. Este dios hal-

cón es aclamado como «señor del firmamento», cuyas alas abarcan hasta los con-

fines de los cielos. Su nombre (Har u H o r en egipcio) parece derivar del concepto de estar

«alto» o «lejos». En sus formas Horajty («Horus del horizonte») y Horemajet («Horus en

el horizonte», convertido en griego en Harmachis), era asociado al sol naciente.

Horus era venerado en todo Egipto, principalmente en Edfú y Hieracómpolis («Ciudad

Halcón») en el Alto Egipto y en Letópolis en el delta. Desde los albores de la historia egip-

cia, Horus simbolizó la naturaleza divina de la realeza, y todos los faraones que se suce-

EL OJO DE HORUS

Después de que Set sacara los ojos a Horus, éstos fue- rístico del ojo de Horus combina las marcas del ojo del
ron devueltos a su sitio, según la mayoría de versiones, halcón, con una línea de cosmética extendida del tipo
por la diosa Hathor. El ojo de Horus —se suele citar en de la que aplicaban los egipcios con pintura de ojos de
singular— simboliza el proceso de kohl o de malaquita, que era verde y simboli-
curación y el concepto de hacer zaba la vida nueva. El ojo de Horus
que algo vuelva a ser completo y era de una fuerza tal que tenía su pro-
perfecto (el nombre egipcio para pio clero.
«ojo» es wedjat o ndjat, que signi- En algunos mitos, los ojos de Ho-
fica «sano, completo»). Los ojos, wedjat, rus representan el sol y la luna, le-
eran considerados amuletos poderosos y vantados por el cielo por el gran
con ellos se adornaba, en forma de joyas, el dios halcón. Como dios lunar, Tot
cuello y la muñeca tanto de los muertos como puede aparecer sosteniendo el ojo iz-
de los vivos. Aparecen a ambos lados de los sarcófagos quierdo de Horus (la Luna). Se decía que el ojo izquier-
del Imperio medio para que protejan a! fallecido y para do había quedado más dañado que el derecho, lo cual
permitir que éste o ésta pueda ver. El contorno caracte- explicaría que el Sol brillase más que la Luna.

64 Seres divinos grife


Magnífica cabeza de halcón coronada, como símbolo de Horus, descubierta en el templo
del dios en Hieracómpolis (antigua Nejen). Es de oro y los ojos están hechos con
obsidiana: data del Imperio antiguo (VI dinastía, hacia 2350-2170 a. de C.).

dieron eran aclamados como «Horus en vida», mientras que sus prede-
cesores muertos eran identificados con Osiris, el padre de Horus.
Tras educar a Horus en el delta, Isis lo llevó ante un tribunal divino
liderado por el dios Geb. El tribunal dio la bienvenida a Horus y deci-
dió que el trono, usurpado por Set, era de aquél por derecho. La teo-
logía menfita (véase página 17) apunta que los dioses decretaron ini-
cialmente que Horus y Set debían compartir el reino, pero esta
solución fracasó, por lo que finalmente se decantaron a favor de Ho-
rus. No obstante, Set no cedió el poder sin antes luchar, y la disputa entre
los dos dioses fue relatada en un registro brillante y muy violento de la
era ramésida (XIX y X X dinastías) conocido como Las contiendas de
Horus y Set. En esta versión, el tribunal divino estaba liderado por el
dios sol Ra, que prefirió a Set, «de mayor edad y experiencia y gran-
de en fuerza», antes que al joven Horus. Tot escribió a la creadora dio-
sa Neit para pedirle su consejo y ésta contestó enfadada que si no se le daba el
trono a Horus pensaba hacer que el cielo se derrumbara. Sin embargo, Ra siguió teniendo
sus dudas y pidió a Horus y a Set que abogasen a su favor ante el divino tribunal.
La hábil defensa de Isis «lengua sabia» hizo que su hijo se ganase las simpatías, y que
Set se enfadara tanto que amenazó con matar un dios cada día a menos que se expulsase
a Isis del tribunal. Así lo hicieron, pero Isis regresó disfrazada y, mediante un ardid, con-
siguió que Set condenara la usurpación del trono ante todo el tribunal.
Sin embargo, la contienda continuó. Más tarde, Isis vio que Set sufría y se apiadó de él,
lo que hizo que Horus se pusiera hecho una furia, la decapitase con su cuchillo y huyera
al desierto. Al despertar la ira de los dioses, y sin su madre para protegerlo, Horus fue pre-
sa fácil de Set, que le atacó y le arrancó los ojos —aunque no antes de que Horus hubiera
cortado los testículos de Set—. Tot volvió a poner en su lugar la cabeza de Isis mientras

~~ Horus y Set 65
\_> c T T t v j t ^ f Tv_» \jr iv_»
Los dioses Horus (a la izquierda) y Anubis saludan al alma
del difunto faraón en esta escena de la tumba del rey Ranises I
(que reinó hacia 1292-1290 a. de C.) que se halla en el Valle
de los Reyes. El dios Horus con cabeza de halcón lleva la
doble corona, lo que representaba la unión de las Dos
Tierras de Egipto.

Hathor atendía a Horus y le devolvía la vista con

la leche de una gacela. Set, también curado, pla-

neó violar a Horus —una humillación que asenta-

ría la superioridad de Set indefinidamente—. Isis,

ahora reconciliada con su hijo, le advirtió de que

tomase en sus manos semen de Set. Tras el ataque, Horus dio el semen a su madre, que lo

lanzó a una zanja. Entonces tomó un poco del semen de Horus y lo esparció por las plan-

tas favoritas de Set, que éste comió sin sospechar nada.

Set anunció al tribunal que ha «llevado a cabo un acto de hombre» con Horus y exigió

el trono. La Enéada se rio de Horus y estuvo a punto de declarar a favor de Set cuando

Horus pidió a Tot que arbitrase buscando el semen de cada uno de los dos dioses. Para

sorpresa de Set, su semen fue hallado en una zanja, mientras el de Horus estaba dentro de

Set. El tribunal denunció a Set por afeminado y lo declaró inhábil para gobernar.

A pesar de la humillación sufrida, Set se negó a rendirse y retó a Horus a una carrera

con barcos de piedra. Horus venció porque enmascaró su barca de madera para que pa-

reciera de piedra, pero Set se convirtió a sí mismo en un hipopótamo furioso y embistió

contra la barca de Horus. Este estuvo a punto de arponear a su rival cuando los dioses in-

tervinieron para evitarlo.

Mientras tanto, Tot escribió a Osiris, que se decantaba evidentemente a favor de su hijo

y amenazó con provocar un cataclismo que lo hundiría todo al inframundo, incluidos los

dioses, si no se le concedía el trono a Horus. Al final, el tribunal divino decidió por una-

nimidad que Horus debía ser el rey. Tras ocho décadas de conflicto, Set fue finalmente de-

rrotado y entregado a Isis como prisionero. La narración de Las contiendas de Horus y

66 Seres divinos grife


Set finaliza con las palabras de Isis: «Todo el territorio está lleno de gozo, porque Horus,

hijo de Isis, ha recibido el puesto de su padre Osiris».

El inexperto y joven dios llegó a ser pronto un gran rey, aclamado como «el de fuerte

brazo, Horus, señor de la acción». Eue el modelo mítico seguido por rodos los reyes, y sus

sucesores inmediatos fueron conocidos como «seguidores de Horus», nombre otorgado a

los primeros faraones semimíticos. La derrota final de Set simbolizaba el triunfo del orden

por encima del caos. En toda la historia egipcia, el faraón —el Horus en vida— fue repre-

sentado golpeando a sus enemigos o arponeando bestias salvajes vinculadas a Set, como

el óryx, el burro, el jabalí o el hipopótamo. Tales imágenes adornaban el gran templo de

Horus en Edfú, donde el ritual arponeo de Ser era representado teatralmente como drama

sagrado todos los años, en conmemoración del triunfo de la justicia y el orden.

SET, EL PODEROSO

Set se asociaba con el caos, los desórdenes, las tormentas, el


desierto y el comportamiento antisocial. «Set es el dios que
está dentro de él», afirma un papiro acerca de un hombre
que no puede contener su dependencia del alcohol y su luju-
ria. Simbolizado por una bestia con un hocico puntiagudo y
unos ojos cuadriculados, Set mostró su turbulenta naturale-
za al nacer, cuando desgarró el útero de Nut en Naqada. Sin
embargo, Set no podía ser descartado por su maldad, ya que
era un contrapeso necesario frente al orden que representa-
ba Horus. Tras la victoria de Horus, el dios sol situó a Set en
la proa de su barca para que combatiera contra las fuerzas
de la oscuridad. Muchos veneraban a Set por su inmensa
fuerza, notablemente los reyes de las XIX y X X dinastías, al-
gunos de los cuales llevaban su nombre. Set tenía templos en
Naqada y al este del delta.

Horus y Set 67
A J C/f IVJ r j f tJl IKJ K^sf I V j <^7F TV_J>
LAS HIJAS DE RA
na gran cantidad de diosas podía presentarse como descendiente del gran dios sol.

U La primera de ellas era Maat, diosa de la verdad, la justicia y la armonía cósmica,

a la que el dios creador dio vida al principio de los tiempos para lograr la estabilidad de

las obras del universo (véase página 19). Vital para la existencia de Ra era su hija Hathor

que lo protegía y estaba presente en su gran barca solar, «el hermoso rostro en la barca de

los millones». Originariamente conocida como Bat, Hathor solía asociarse a una vaca,

y apareció por primera vez con su forma bovina en la época predinástica. Hathor era

representada con frecuencia como una mujer cubierta con una corona de

cuernos de vaca, con el disco solar colocado entre éstos para reflejar la
!l i -1
relación con su padre Ra y su papel como «señora del cielo». Se ha-
ll |
cía referencia a ella como una diosa del amor, la belleza y los place-

res sensuales, y sus sobrenombres incluían el de «señora de la em-

briaguez», lo que reflejaba la cantidad de vino que se consumía

durante su adoración. También era patrona de la música y la danza.

El nombre Hathor derivaba del egipcio Huwt-Har, literalmente

«casa de Horus», aparentemente en alusión a su útero, que contu-

vo y protegió a Elorus. No era en absoluto inusual para una diosa

reivindicar para sí la pertenencia a más de un padre o madre divi-

no, por ello Hathor comparte con Isis su papel como madre de

Horus. Isis también estaba relacionada con las vacas:

como madre del toro sagrado Apis (véase páginas 76-

Entre la gran cantidad de diosas representadas con forma bovina


está Mehetweret, diosa de los cielos. En la tumba de Tutankamón (a la
izquierda) aparece representada con el mismo aspecto que Hathor, llevando un
disco solar entre los cuernos. Las estrellas son una imagen predinástica de la diosa
vaca Bat (véase página siguiente) que reflejan asociaciones celestiales.

68 Seres divinos grife


77) era llamada «madre de Apis» y adorada con aspecto de
vaca isis, un animal sagrado que recibió funeral oficial en
el Iseum de Saqqara. Puesto que el rey era equiparado
con Horus, también Hathor era considerada la madre
del rey. La religión egipcia era flexible y lo abarcaba
todo, por lo que una diosa podía combinar las funcio-
nes de madre, esposa e hija de un mismo dios. Hathor, a
medida que avanzó su mitología, fue descrita también
como esposa de Horus, y para dar mayor énfasis a la na-
turaleza cíclica de todas las cosas, se hacía referencia a ella
como hija y madre de Ra.

Hathor era recurrentemente evocada en las tumbas pri-


vadas, como por ejemplo en esta inscripción de la tumba de
May, un capitán de puerto de la XVill dinastía: «¡Nos embriaga-
mos al ver tu bello rostro, adorada Hathor!» Como «señora del oeste»,
Hathor residía en las colinas occidentales y recibía las almas de los muertos, y era muy re-
presentada como una vaca frente los precipicios para dar la bienvenida a los difuntos.
Hathor e Isis, las diosas madres más mayores y populares, se asociaron estrechamente
nasta llegar a ser prácticamente indisociables. Al final, Hathor sería subsuinida por el gran
culto internacional a Isis (véase pagina 63).
Hathor representaba no sólo el lado amable, cuidadoso y protector de la naturaleza hu-
mana, simbolizado por la vaca, sino también su vertiente animal e impredecible. En su ca-
pacidad protectora también se hacía referencia a ella como el «ojo de Ra», en cuya variante
adoptaba la forma de la aterradora diosa leona Sejmet («La poderosa»), que dio muerte a
: dos los que se opusieron a su padre (véase página 12). Un himno grecorromano de Edfú
.•puntaba: «¡Sejmet, ojo de Ra! ¡Señora de protección para su creador! ¡Sejmet, llena los ca-
minos con sangre! Matando hasta el extremo todo cuanto ve». El poder de Sejmet fue invo-
:ido por el rey, en un papiro que describía a Sesostris III (que reinó hacia 1874-1855 a. de
C. como «Sejmet contra sus enemigos». También las reinas eran relacionadas con Sejmet

Las hijas de Ra 69
D* I V » T27F ivI7 Z7T i v 7 ZJf
como protectoras de sus regios esposos. Tiy, la formidable consorte del gran Amenofís LH

(que reinó hacia 1391-1354 a. de C.), era representada como una fiera leona que pisoteaba

a los enemigos de su marido, y los logros militares de la reina Ahhotep (hacia 1590-1530 a.

de C.) fueron tan grandes que se dijo de ella que debería «unirse a los miembros de Sejmet».

Sejmet era considerada la consorte del dios creador Ptah, y como a el también se la aso-

ciaba a la antigua capital de Menfis, en el Bajo Egipto. Su vínculo regional a la corona roja

quedaba reflejado en su sobrenombre «señora del lino rojo», que también hacía referencia

a la sangre de los enemigos a los que había matado. Sejmet era la portadora de la pestilen-

cia, y sus sacerdotes hacían por tanto de doctores. Ella viajaba por el cielo en la barca de

Ra, ayudándole a rechazar a sus enemigos durante su viaje nocturno por el inframundo.

El mismo simbolismo leonino podría aplicarse a Tefnut, diosa del rocío y la humedad,

que fue creada junto a su hermano gemelo Shu por el dios sol, según el mito solar de la

EL LEÓN EN NUBIA
En la forma leonina de Tefnut, el «ojo de Ra» es el pro- regresara hasta él, pero nadie osaba utilizar la fuerza
tagonista de un mito que se ha conservado en un papiro contra ella. Por ello, Shu, su hermano mellizo y compa-
posterior. Tras discutir con su padre, el dios sol, por los ñero, fue enviado como mensajero de Ra, con el nombre
intentos que realizaba éste para poner freno a sus pode- de Onuris, que significa <-el que devuelve a la que se ale-
res (véase páginas 12-13), el volátil jó». Para facilitar su viaje de regreso, el dios Tot se la ganó
«ojo» dejó Egipto y viajó hacia el sur, entreteniéndola mientras le contaba historias, y cuando
a Nubia, donde vivió un exilio que él llegó a Egipto su ira se había reducido hasta el punto que
mismo se impuso. la furiosa leona se había

Sin su «ojo», los poderes de Ra convertido en un dócil

quedaron notablemente redu- gato domesticado:

cidos y se alteró comple- el tranquilo y

tamente el orden en amable Bastet

toda la tierra. Era (véase texto

esencial que la diosa general).

70 Seres divinos grife


Pectoral turquesa y oro con la
forma de la diosa buitre Ncjbet,
descubierto en las tumbas reales
de la X X I dinastía (hacia 1075-
945 a. de C.) en Tanis, en el
delta. Sus alas están extendidas a
modo de abrazo protector, y en
sus garras presenta unos moldes
shen, que significan «eternidad»
y «protección».

creación de Heliópolis (véase páginas


10-11). Ambos, Shu y Tefnut,
eran adorados como pareja de le-
ones, y su relación se extendía al rey
y la reina. Por ejemplo, la identificación
de Amenofis III con Shu fue complementada por la representación de su esposa Tiv como
Tefnut. Igual que Sejmet, Tefnut era considerada el «ojo de Ra» (véase texto de la página
anterior), y era venerada en el centro del dios sol en Heliópolis. De hecho, la forma de la
leona Tefnut se confundía con la de Sejmet, con la que compartía sus poderes destructivos.
Otra diosa felina era la diosa gato Bastet, cuyo nombre significaba «la del frasco de per-
fume» que quizá hiciera referencia a la pureza ritual necesaria para su veneración en Bu-
bastis, en el delta. Capaz de demostrar una gran ferocidad al defender a su padre Ra, y
evocada con fines protectores, Bastet era considerada como una diosa gentil y amable,
personificada por los gatos que tanto gustaban a los egipcios (véase página 74).
Dos diosas extranjeras fueron incorporadas al panteón egipcio como hijas del dios sol
Ra. Las diosas guerreras sirias Anat y Astarte presentaban características que se fusiona-
ron con las de Hathor, que era relacionada con las tierras extranjeras y que, como ellas,
tenía un lado claramente violento. Anat era citada como «señora del firmamento» y As-
tarte era representada con un tocado de cuernos de vaca. En Las contiendas de Monis y
Set (véase páginas 64-67), la diosa creadora Neit aconsejaba a Ra que consolase a Set por

Las hijas de Ra 71
Hipopótamo de loza azul que data del Imperio medio.

Representa a Taueret, que era invocada para que

conjurara al mal, especialmente durante los partos.

su fracaso, obsequiándolo con las dos


diosas guerreras como consortes.
Casi todas las diosas de Egipto se aso-
ciaban con la fertilidad y el alumbramiento.
Esta idea estaba clara y gráficamente representada por la
diosa del cielo Nut, que creaba cada nuevo día dando a luz
al dios sol entre el brillo rojo-sangre del alba; un ciclo eterno de renacimiento al que recu-
rrían los muertos, como en esta invocación a Nut en Los textos de los sarcófagos: «Que
me concibas de noche, para darme vida cada mañana, como a Ra todos los días».

A Neit (véase página 17) se le atribuye la introducción del actual método de nacimien-
to. Era una diosa nodriza, siempre dispuesta a dar apoyo a su divina descendencia. En Las
lamentaciones de Isis y Neftis, ésta le dice a su hermano Osiris que acuda «a ver a su ma-
dre Neit, a sus desbordantes pechos».
La diosa tebana Mut también desempeña un papel maternal destacado, nada sorpren-
dente si tenemos en cuenta que su nombre significaba «madre». Un texto sagrado poste-
rior la describe como «la madre de las madres, de la que nacieron todos los dioses», y era
considerada otra de las madres divinas del rey. Como consorte de Amón, Mut era la ma-
dre de Jonsu, y los templos de ambos formaban parte del complejo sagrado de Amón, en
Karnak.

Mut significaba además «buitre», y aparecía generalmente representada, como diosa,


como una mujer con un tocado de buitre de un tipo que sólo podían llevar las reinas egip-
cias. Mut era estrechamente relacionada a la diosa Nejbet, mucho más anciana, que era la
diosa buitre del Alto Egipto venerada en Nejeb (el-Kab). Nejbet también realizó tma fun-
ción maternal como madre divina del rey al menos desde el Imperio antiguo, cuando apa-
reció en Los textos de las pirámides para dar de mamar al rey Sahure: «El rey conoce a su
madre, la corona blanca [Nejbet], espléndida y oronda, que reside en Nejeb». Nejbet po-

72 Seres divinos grife


iC / r H 7 r t C J TJt T C J I C J t I 7 F

día presentarse asimismo con el aspecto bovino de la «gran vaca blanca que reside en Ne-

jeb con las dos altas plumas y las dos repletas ubres».

Otras diosas que tuvieron un papel significativo en el proceso del nacimiento fueron

Taueret, la diosa hipopótamo cuyo nombre significaba «la grande», y su homólogo mas-

culino, el dios enano Bes (en ocasiones se hace referencia a él en su forma femenina como

Beset). Su aterradora apariencia, junto con los cuchillos y amuletos que portan, ahuyen-

taba de la casa a las fuerzas del mal y protegían a las mujeres durante el difícil y a menu-

do peligroso proceso del alumbramiento. Eran tan efectivos sus poderes que las mujeres

embarazadas llevaban pequeños amuletos de Taueret y Bes durante este difícil periodo, y

se colocaban imágenes de las diosas en los santuarios domésticos. Los amuletos también

eran utilizados de forma bastante generalizada para decorar la casa y el mobiliario.

R I T U A L E S DE NACIMIENTO

Tanto antes como después del parto se tomaban precauciones


para asegurar la salud de la madre y del pequeño. Algunos textos
médicos daban consejos acerca de la dieta —por ejemplo, la miel
y la aiholva «aflojarían al niño en el útero»— y se recitaban fór-
mulas mágicas. Se pedía a Háthor que trajera el refrescante vien-
te del norte para acelerar el parto, y Khnum hacía que las muje-
res «dieran a luz cuando sus úteros estaban preparados». La
madre se ponía de cuclillas sobre unos adobes (a la derecha) para
dar a luz, y sus ropas y cabello se dejaban sueltos para facilitar el
parto. Se llamaba a otras diosas como comadronas divinas, como
por ejemplo Nejbet, Taueret, Isis, Neftis, Mesjenet (que personi-
ficaba los adobes) y Heket (una diosa rana). Después de un alum-
bramiento feliz, la madre pasaba catorce días de reclusión
y purificación. Siete días después del nacimiento, se llevaban a
cabo otros rituales protectores para la madre y el niño.

Las hijas de Ra 73
íJf I V » K^/f T V j t / T X » K j «_/r iv_»
ESPÍRITUS ANIMALES

L a mayor parte de las divinidades egipcias eran asociadas al menos a un animal y casi

todas podían ser representadas como un animal o con forma antropomorfa pero con

rasgos animales. Los animales vinculados a una divinidad aparecían en los actos de ado-

ración a ésta, pero no eran objeto de veneración en sí —eran reverenciados como mani-

festaciones de la divinidad o como encarnación divina—. Las criaturas asociadas a ios dio-

ses iban desde pájaros, felinos y ganado hasta reptiles, peces e incluso insectos.

Como mínimo en el año 5 0 0 0 a. de C., aproximadamente, los habitantes prehistóricos

del Valle del Nilo ya pintaban los animales que cazaban, domesticaban y, finalmente, ve-

EL FESTIVAL DEL GATO

Tal vez sean los gatos ios animales más fa- río, multitudes de hombres y mujeres juntos en
miliares que se asocian al culto egipcio. Si cada barco. Algunas mujeres hacen ruido con
bien el dios sol Ra adoptaría la forma del campanillas, otras tocan el oboe mientras el res-
Gran gato solar, las criaturas solían asociar- to de mujeres y los hombres cantan y dan pal-
se a su hija Bastet, que fue inicialménte vene- madas. Durante todo el trayecto hasta Bubas-
rada bajo la forma de un león pero que alcan- tis, cada vez que llegan a un pueblo, acercan
zó su mayor popularidad como diosa gato. Su su barco a la orilla. Algunas mujeres se
centro religioso de Bu bastís en el delta consi- burlan a gritos de las del pueblo, mien-
guió gran notoriedad por sus escandalosos pe- tras otras bailan ¡y otras se levantan y
regrinos, que sorprendieron enormemente al es- enseñan sus cuerpos! Por otra par-
critor griego Herodoto cuando visitó Egipto en te, cuando llegan a Bubastis cele-
el siglo V a. de C. Herodoto redactó una descrip- bran una gran fiesta, y beben más
ción del festival de Bastet en su obra Historias: vino en este festival del que beben
«Cuando la gente viaja a Bubastis van por el en todo el año».

74 Seres divinos grife


D T f G i I 7 f TV3H7Ï

Relieve caído de una columna del templo grecorromano


de Horus y Sóbele en Kom Ombo, cerca de Asuán.
Muestra a la diosa buitre Nejbet (en el centro) con la
atef, la corona ritual con plumas, y una hiera tica esfinge
(a la izquierda): criatura con cabeza de halcón y cuerpo
de león, que lleva la corona del Alto y el Bajo Egipto.

neraban. La representación de animales prosi-

guió a lo largo del periodo faraónico, tanto en

las pinturas como en la escritura jeroglífica.

Quizá las criaturas más representadas fueran

los pájaros, que se asociaban a los dioses de los

cielos —en especial las aves de presa—, planeando a gran altura, mientras escrutaban el

suelo con sus ojos. El ave más importante era el halcón, representación de Ra y Horus,

mientras Isis y Neftis solían identificarse con milanos y aparecían con las alas de ésta (véa-

se páginas 62-63). La enorme envergadura de las alas de la diosa buitre Nejbet protegían al

rey, que podía llevar una cabeza de Nejbet en su corona junto a la cobra (uraeus). El plu-

maje se incorporaba al traje real y el dibujo de alas y plumas también cubría los sarcófagos.

Entre las aves acuáticas del Nilo, el ibis guardaba relación con Tot y la garza real llegó

a identificarse con el pájaro benu de Ra (véase página 45). Las ocas tenían relación con

dos de los dioses más poderosos, Geb y Amón. En este creativo aspecto, Amón era aso-

ciado al «gran graznador», la oca primigenia, cuyo grito fue el primer sonido del univer-

so, que rompió el silencio primigenio e inició la creación de la vida.

Gatos y grandes felinos eran una fuente de inspiración, asociados a Bastet (véase página

anterior) y Sejmet (véase páginas 69-70), cuyas formas regionales incluían Pajet («araña-

dor»). Tanto Shu como Tefnut podían ser representados como un par de leones, como tam-

bién podía serlo el dios tierra Aker (véase página 29). Los leones habitaban en lugares de-

sérticos y por ello eran considerados los guardianes del sol en los horizontes este y oeste.

El poder de las fieras también era reflejado por los cocodrilos, que en una época prolife-

raron en el Nilo (véase texto de la página siguiente). Elasta los peces eran considerados ani-

Espíritus animales 75
1 V U H 7 F TV_»
males portadores de la esencia divina. En un registro se apuntaba, por ejemplo, que el pez
oxirrinco se había tragado el falo de Osiris cuando fue lanzado al río por Set. Hatmehyr
(«líder de los peces») era una diosa pez venerada en Mendes, en el delta. Por otra parte, un
pez sagrado para Hathor era la tilapia, cuya costumbre de ocultar a sus crías en su boca
para protegerlas y escupirlas luego simbolizaba la regeneración. La diosa rana Heket era
una diosa del parto por razones semejantes —la gran cantidad de crías que tienen las ranas.

Las serpientes podían representar tanto el orden como el caos. La encarnación del mal era
la terrorífica serpiente Apofis, que moraba en el iníramundo y tenía posibilidades de devo-
rar al dios sol en su viaje nocturno. Sin embargo, cuatro de las diosas creadoras del Ogdoad
adoptaron la forma de una serpiente, y dioses tales como Amón Kematef, Osiris y Hathor
también podían aparecer a veces en forma de serpiente. El dios serpiente Nehebkau y las dio-
sas serpientes LTadyet, Renenutet y Meretseger también eran divinidades protectoras.

Al igual que las vacas eran asociadas a las poderosas diosas para hacer hincapié en sus
funciones nutrientes (véase páginas 68-70), los toros eran reía-
los a los dioses masculinos. Los toros vivos eran el
ntro de tres importantes cultos, en los que cada
mimal era seleccionado en función de las caracte-
rísticas que lo distinguían como criatura que con-
tenía el espíritu (ha) de un dios. El toro Apis de
Menfis se vinculaba a Ptah; el toro Buehis de Ar-
mant, a Montu; y el toro Mnevis de Heliópolis,
a Ra. Como símbolos de virilidad, los toros eran
relacionados con dioses fálicos como Amón v

Un adorador se arrodilla ante el toro Apis en esta estela


de caliza pintada durante el último periodo y hallada en el
Serapeum de Saqqara, donde eran sepultados los cuerpos
momificados de los toros. El toro Apis, que se creía que
contenía el espíritu de Ptah, era venerado en las cercanías
de Menfis, y su muerte fue declarada día de luto nacional.
Min. Los carneros se asociaban a Amón, Khnum y también al dios carnero del Imperio
medio, Heryshaf.

Por otra parte, las divinidades caninas incluían a los dioses chacales Anubis (Anpu),
guardián de los sepulcros, y Wepwawet («abridor de caminos»), vinculado a Osiris. Los
perros eran utilizados para cazar y como animales de compañía, igual que los gatos. Se lle-
gó a momificar a las mascotas que fueron embalsamadas con el fin de «capturar el espíri-
tu» del animal y ofrecerlo al dios al que estaba asociado. Una gran cantidad de animales
fueron momificados con este objetivo, incluyendo cocodrilos, leones, ratas, buitres, ibis,
cobras e, incluso, escarabajos. Se ha encontrado casi un millón de momias de halcones, ibis
y gatos —y prácticamente otro millón fue destruido para servir de fertilizante y combusti-
ble—, y todavía no se ha hallado un cementerio de leones momificados que se sabe que
está bajo las arenas de Menfis. Animales como los toros Apis fallecían de muerte natural,
pero muestras recientes han revelado que los gatos eran a veces estrangulados por encargo
—algo sorprendente, dado el cariño que sentían por ellos.

COCODRILOS
Actualmente extinguidos en Egipto debido a las modi- dios declara: «Yo soy Sobek, que arrasa con violencia»,
ficaciones de su habitat provocadas por la presa de y en él aparecen fórmulas para proteger a los difuntos
Asuán, los cocodrilos eran algo habitual en el Nilo en de los «cocodrilos que comen muertos y vivos con ma-
la Anrigüedad, cuando aparecían personalizados por el gia». En Kom Ombo en el Alto Egipto y Cocodrilópo-
temible dios Sobek. La habilidad del cocodrilo para sa- lis en el Fayum, los cocodrilos sagrados para Sobek vi-
lir repentinamente fuera del agua y atacar a sus presas vían en estanques atendidos por el clero del dios.
se relacionó con el poder del rey, como se expresa en
Los textos de las pirámides: «El rey emerge de la
inundación primigenia. Es Sobek "el ver-
de", siempre vigilante, con los ojos bien
—" de los -muertos,
abiertos». En El libro - • el

Espíritus animales 77
c; IV» ÍVjcA IVJ L>f 1V>
EL DIOS VIVIENTE
cupando una posición única en el universo egipcio estaba el rey, o faraón (término

O griego derivado del egipcio per wer, que significa «gran casa» o «palacio», que se

utilizó luego para hacer referencia a su morador). Desde los inicios de la historia egipcia,

el rey —o, a veces, la reina— fue considerado el representante de los dioses en la tierra y

su intermediario divino. Los egipcios creían que la realeza había existido desde siempre.

En Los textos de las pirámides se describe al rey como un dios primigenio «nacido de las

aguas de Nun antes de que hubiera cielo, antes de que hubiera tierra y montañas».

En el sistema religioso de Egipto muchas divinidades eran reverenciadas como si fueran

la madre o el padre del faraón. Ya en el Imperio antiguo se hacía referencia al rey como

«hijo de Ra» (Sa Ra). En la historia más antigua que habla de la divina concepción del rey,

se dice que Ra era el padre del primero de los tres reyes de la V dinastía, adoptando la for-

ma del padre mortal, el marido de Rudedet (véase texto de la página siguiente). La poste-

rior fusión de Amón con el antiguo dios sol hizo que Amón Ra fuera considerado el ver-

dadero padre de todos los faraones, y por ello hay una gran cantidad de versiones del

Imperio nuevo sobre la divina concepción en las que Amón Ra adop-

ta la forma física del rey viviente. Parece ser que de este modo el dios

engendró a la mujer faraón Hatshepsut (que reinó hacia 1479-

1458 a. de C.) y a los posteriores monarcas: Amenofis III (que

reinó hacia 1390-1353 a. de C.) y Ramsés II (que reinó hacia

1279-1213 a. de C.). En su función como «Horus en vida»,

todos los reyes reinantes eran considerados también hijos de

Osiris, que era identificado con el predecesor fallecido.

Amenofis III, cuyo reinado que duró 37 años es considerado por muchos el momento
cumbre de la antigua civilización egipcia. En eJ registro de su concepción divina narrado y
representado en las paredes del templo de Luxor, el dios Amón Ra adopta el aspecto del
padre del rey, Tutmosis IV, y se acerca a su madre, Mutemuia, mientras duerme.

78 Seres divinos grife


Los nombres de los reyes contenían numerosas referencias a su relación con los dioses,

de forma que servían de constante apoyo a su origen divino. Los títulos reales estándar

eran cinco nombres, cuatro de los cuales remitían a las divinidades Ra, Horus y las «dos

damas», Uadyet y Nejbet. El sobrenombre «hijo de Ra», que iba siempre antes del nom-

bre de nacimiento (nomen), se convertía en «hija de Ra» (Sat Ra) en el caso de los farao-

nes mujer, como Hatshepsut, que también era «hija de Anión».

En el equilibrado mundo de los egipcios, sólo mediante la intervención del rey, inter-

mediario entre los mundos divino y humano, el orden podía triunfar por encima de las

fuerzas del caos. Esto explica la frecuente representación del rey golpeando a los enemi-

gos, cazando animales salvajes y ofreciendo una figura de Maat, diosa de la verdad, a los

dioses para demostrarles que mantenía la justicia en la tierra en nombre de ellos. El rey era

LOS TRILLIZOS DE RUDEDET

La idea de que el rey era concebido por un dios que Isis delante, Neftis detrás y las otras dos dando su apo-
adoptaba la forma de padre mortal se repire en toda la yo, Rudedet dio a luz a tres hermanos idénticos y sa-
historia egipcia. El papiro Westcar, un documento del nos. Rawoser estaba tan encantado que ofreció a las
Imperio medio que actualmente está en Berlín, nos diosas un saco de cebada «como pago para cerveza».
cuenta cómo Userkaf, Sahure y Neferirkara, los prime-
ros reyes de la V dinastía, fueron engendrados por Ra,
que imitó el aspecto de Rawoser, marido de Rudedet.
Cuando se complicó el parto, Ra envió a Isis, Nefrís,
Mesjenet y Heket para que ayudaran a nacer a los tres
niños «que un día asumirían el reinado de todo el terri-
rorio». Las diosas salieron disfrazadas de bailarinas iti-
nerantes, con el dios Khnum portando el equipaje. En
casa de Rudedet, encontraron a Rawoser con un ata-
que de pánico al ver sufrir a su esposa. Lo dejaron fue-
ra y se encerraron en la habitación con Rudedet. Con

El Dios viviente 79
Cuatro cobras uraeus cloradas y con incrustaciones de lapislázuli se levantan para proteger la parte
posterior del trono de Tutankamón. La cobra representa a Uadyet, diosa del Bajo Egipto y homologa de
Nejbet, diosa buitre del Airo Egipto. En los títulos reales, son denominadas las «dos damas».

el sumo sacerdote de todos los templos de Egipto, función que en gran parte delegaba en

otros. No obstante, había muchos rituales y ceremonias del templo que estaban vincula-

das a la realeza y que tenía que realizar en persona. Por tanto, el rey tenía que conocer muy

bien el protocolo del templo y comprender el gran cuerpo de conocimientos esotéricos ne-

cesarios para realizar los rituales secretos. Un texto de Luxor describe el papel de Ameno-

fis III como sumo sacerdote de Ra durante los rituales de saludo al sol naciente: «El rey-

sabe las palabras secretas de las almas del este cuando adora a Ra, al levantarse por la ma-

ñana. Sabe las imágenes secretas, sabe las fórmulas secretas, sabe el lugar en el que se pro-

nuncian, conoce las palabras habladas por quienes tiran de la barca del "morador del ho-

rizonte"; conoce las manifestaciones del dios sol y todas sus formas».

80 Seres divinos grife


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J T T C \Df i \ j tZTT 1 C Í J f i G l T T ivZí í T T iv> ^!f

Unos mil años antes, el rey era visto más c o m o un sirviente de los dioses que como su

igual en la tierra, como puede leerse en la siguiente descripción que hace el rey Unas en

Los textos de Jas pirámides: «Unas es el administrador del dios, detrás de la mansión de

Ra; Unas se agacha ante él y abre sus cajas; Unas retira el sello de sus decretos y despa-

chos; Unas hace lo que se le dice». No obstante, también queda claro por el denominado

Himno del caníbal, en alguna otra parte de Los textos de las pirámides, que el rey obtenía

fuerza de los dioses al comerlos, tal vez refiriéndose a una época muy posterior en la que

existían dichos rituales sangrientos: «Unas come hombres y se alimenta de dioses. Se cor-

tan para él sus gargantas, se arrancan para él sus entrañas que son sacadas para él y pre-

paradas en sus cocinas. Unas devora su magia... y nada puede herirlo, porque ha engulli-

do la sabiduría de cada uno de los dioses».

PROTECTORES DIVINOS DEL REY

Como hijo de los dioses, el rey podía invo- formada por Isis y Neftis, mientras que las dos dio-
car a todo tipo de divinidades para que sal- sas guerreras sirias Anat y Astarte protegían al rey
vaguardaran su regia persona. Tutmosis III en combate —una función que solía concederse al
se remitió en sus anales a Amón, Ra, Ho- feroz Sejmet y la diosa madre Neit «quien pone
ra jtv, Uadyct, Isis y Neftis, mientras que a todas las personas de la tierra bajo los pies del
Ramsés II puso su fe en Ra, Montu, Set, faraón».
Baal, Atón y Amón. Entre sus protectores Tras su muerte, el rey pasaba a
hay todo un abanico de poderosas diosas. ser protegido por numerosas diosas
Nejbet y Uadyet, las divinidades patro- guardianas, entre las que se encon-
nas del /Vito y el Bajo Egipto, aparecen en traban sus «hermanas» Isis y Nef-
la parte frontal de los tocados y de las co- tis, que descendían para ayudarlo
ronas reales como buitre y cobra para en su viaje final; Hathor, que lo
proteger al faraón de sus enemigos (véase envolvía consigo misma; y Nut,
ilustración de la página anterior y de la que protegía el cuerpo del
página 37). Otra pareja protectora era la rey con el suyo propio.

El dios viviente 81
vj J T TvJ J f
LA DANZA DEL REY j
Los egipcios creían que «las canciones, el baile y el incienso eran el alimento de los
dioses». Estos tres elementos formaban parte de los rituales que el rey llevaba a cabo
en honor a los dioses y las diosas, y esto era especialmente cierto para Hathor, patro-
na de la música y de la danza. Un himno hallado en su templo de Dendera describe
cómo el rey bailaba y cantaba para la diosa, blandiendo un sistrum dorado (véase ilus-
tración de la página 102) y notoriamente adornado con ropajes hathóricos. incluyen-
do el característico collar denominado menati

«¡Él llega para bailar,


llega para cantar,
I Iathor, mira su danza,
observa sus saltos!

¡Te ofrece una jarra,


Hathor, mira su danza,
observa sus saltos!

Su corazón es puro,
no hay maldad en su cuerpo.
¡Hathor, mira su danza,
observa sus saltos!

Oh tú, «la dorada»,


qué delicada es la canción

como la del propio Horus,


que el hijo de Ra canta como un buen cantor.
¡Es Horus, un músico!».

83
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MISTERIOS
DEL
TEMPLO

E
templo era el punto de confluen-
l
cia de los mundos humano y
divino, el lugar en el que las diosas y los
dioses egipcios dirigían sus poderes a la
tierra a cambio del ciclo de ritos y
ofrendas. El templo, una combinación
de iglesia, ayuntamiento, colegio, bi-
blioteca y clínica, daba trabajo a un cle-
ro formado por hombres y mujeres que
podían dedicarse a ser escribas, músi-
cos o alguna otra especialidad. Sin em-
bargo, sólo el clero podía penetrar en
sus estancias más profundas, donde se
ocultaban los misterios más sagrados.
EL HOGAR DE LOS DIOSES
n templo egipcio era denominado per netcher, que significa «hogar de dios», en re-
U ferencia al espíritu divino que residía dentro de la estatua de culto del santuario más
interior. En torno a este santuario, el templo constituía el escenario en el que se realizaban
los rituales cotidianos para regular el funcionamiento del universo. Muchos rituales in-
cluían procesiones, por lo que la mayoría de los templos seguían un eje longitudinal. Mu-
chos se alineaban de este a oeste, siguiendo el recorrido diario del sol.

Como centro del poder divino, cada templo era considerado la materialización del lu-
gar en el que se produjo la creación inicial del mundo. Un propósito ritual dictaba su ar-
quitectura, y los rituales diarios que realizaban una nueva representación de la creación
del universo eran ampliamente potenciados con numerosos «efectos especiales» arquitec-
tónicos. Los patios abiertos conducían hasta diferentes cámaras cada vez más oscuras y
más pequeñas, en las que subía el nivel de los suelos y disminuía el de Jos techos, así como
la anchura de las puertas, que se reducía a medida que uno se iba acercando al santuario

Uno de los templos mejor


conservados de Egipto es el
de Horas en Edfú, en el Alto
Egipto. Los restos existentes
son tolemaicos, pero
probablemente no difieran
mucho de las estructuras
arcaicas que los
precedieron. El macizo
pilono (puerta) muestra
imágenes de Tolomeo XII
golpeando a sus enemigos, y
en él pueden verse
claramente los profundos
huecos que en su momento
sostenían astas de banderas.
interior. Éste se hallaba en la parte más alta y representaba el montículo de la creación (vé-

ase página 11), un simbolismo potenciado por la manera en la que algunos templos eran

diseñados, para evitar que las inundaciones del Nilo encharcaran ciertas zonas.

Todas las zonas del templo estaban decoradas con imágenes y textos. En los muros ex-

teriores el rey aparecía destruyendo a los enemigos de Egipto con la ayuda de los dioses. En

las paredes interiores se mostraban escenas más tranquilas y solemnes en las que el rey pre-

sidía un mundo en orden y honraba a los divinos protectores de Egipto. En su época todas

las superficies debían estar pintadas con brillantes colores y presentaban incrustaciones de

una gran variedad de materiales preciosos, a fin de añadir fuerza mágica a las escenas.

El gran centro de culto de Amón, en Karnak (Ipet-sut) suele ser considerado el templo

egipcio clásico. Fue creado el año 2000 a. de C., cuando los reyes tebanos de principios del

RITUALES DE FUNDACIÓN

La construcción de cada templo se realizaba en ceremonia de «entrega del templo a su señor».


varias fases destacadas con una celebración. En Se realizaban unos ritos que activaban de forma
la ceremonia de fundación, denominada «ex- mágica los jeroglíficos y las escenas rituales que
tensión de la cuerda», el rey supervisaba la deli- adornaban el templo, de manera que sirvieran
neación de las líneas ¡directrices del templo en el para la eternidad.
suelo. Los siguientes rituales, de «división del te-
rreno», «dispersión de la arena» y «colocación
de las piedras» tenían como objetivo asegurar
que el templo fuera levantado de acuerdo con la
tradición. Las casas de los mortales —incluyen-
do la del rey— se solían construir con adobe,
pero las de los dioses eran levantadas con piedra
resistente, mientras el adobe sólo se empleaba
para el muro exterior y para los edificios secun-
darios. El templo era consagrado mediante la

El hogar de los dioses 87


Imperio medio crearon un santuario para su dios local, Amón, y a partir de entonces casi

todos los gobernantes de Egipto ampliaron el templo. El eje principal iba en dirección oes-

te desde el santuario que contenía la estatua de culto de Amón hasta el Nilo, una vía pro-

cesional por la que era trasladada la estatua. Un segundo eje, en dirección sur, conectaba el

eje de Amón con el templo de su consorte Mut. Un tercer templo honraba a su hijo Jonsu.

A lo largo de cada eje del templo se levantaban diferentes salas hipóstilas (con columnas).
El eje más destacado es el de Seti I (que reinó hacia 1290-1279 a. de C.), con sus 134 enor-

mes columnas con forma de papiro —cada una de 23 metros de altura— que representan

las marismas de la creación. Cada sala es precedida por un pilono (puerta ceremonial) que

marcaba la entrada el templo y tenía altos monolitos que indicaban la existencia del tem-

LA RESTAURACIÓN DE LOS TEMPLOS POR TUTANKAMÓN

Como parte de su campaña de promoción del Aten al esta-


tus de suprema divinidad de Egipto, el faraón Akhenatón
(que reinó hacia 1353-1336 a.C.) cerró todos los templos de
los dioses tradicionales de Egipto. En tiempos de su hijo Tn-
tankamón (que reinó hacia 1332-1322 a. de C.), los templos
llevaban al menos 20 años abandonados. El joven rey inició
un programa ele restauración, que aparece descrito en la «es-
tela de la restauración»: «Ahora su majestad apareció como
rey, en un tiempo en que los templos de los dioses y las dio-
sas desde el delta hasta Asuán habían quedado en ruinas.
Sus santuarios se habían derrumbado y estaban cubiertos de
malas hierbas hasta el punto de que parecía que nunca hu-
bieran existido. La tierra había sido golpeada por la catás-
trofe y los dioses habían dado la espalda a Egipto. Si alguien
adoraba a los dioses, éstos no acudían. Los corazones se de-
bilitaron, porque lo que había existido estaba destruido».
i" i i i1' r i v i:ir•ijijiroMUp^in^si iifiMreijiniiMi

Detalle de algunos relieves


pintados en el exterior del
santuario de la barca de
Karnak, construido por
Alejandro el Grande, medio
hermano y sucesor de Felipe
Arrhidaeus (que reinó
d u r a n t e 3 2 3 - 3 1 7 a . d e C.).
La barca contenía la imagen
de culto de Amón en el
santuario mterior del templo.
La estatua del dios estaba en
el canope centra!.

pío a gran distancia. Enfrente de cada pilono las puntas doradas de un par de obeliscos cap-

taban los primeros rayos del sol que, transmitían sus poderes otorgadores de vida.

En total se construyeron diez pilonos, cada uno de ellos adornado con estatuas reales y

enormes relieves del rey castigando a sus enemigos mientras los dioses observaban. Desde

el pilono final, el más exterior, completado en época grecorromana, parte una avenida

procesional de esfinges con cabeza de carnero que una vez llevaron al puerto. Otra aveni-

da de esfinges conducía hacia el sur, al templo de Mut, y una tercera más larga llevaba al

templo de Anión, a más de una milla (1,6 km) hacia el sur, en Luxor, que fue magistral-

mente reconstruido por Amenofis III (que reinó hacia 1390-1353 a. de C.).

Por consiguiente, los templos egipcios eran en gran medida obras progresivas, frecuen-

temente reconstruidos, alterados, ampliados o reparados por sucesivos monarcas. Los dio-

ses tenían que gozar de un hogar seguro en sus templos para que Egipto funcionara bien y

para evitar que el caos se impusiera, pero las restauraciones fueron un proceso abandona-

do en periodos de alteraciones o de desórdenes políticos, como el tumultuoso reinado de

Akhenatón (véase el texto de la página anterior). La cultura egipcia era extraordinaria-

mente conservadora y la arquitectura de los templos cambió relativamente poco a lo largo

de los siglos. Por tanto, aunque algunos de los templos que se mantuvieron más inalterados

—en Dendera, Edfú, Esna y Philae— fueron modificados o reconstruidos durante la civili-
Columnas talladas con la forma de
plantas de papiro en el templo de
Ramsés III (que reinó hacia I 187-
1156 a. de C.) en Medinet Habu.
El mejor conservado de los
templos funerarios reales de Tebas
occidental es también el mayor de
todos, con un enorme pilono de
entrada de 68 metros de ancho.
Los jeroglíficos de las partes bajas
del templo fueron labrados con
mucha profundidad como
precaución frente a la posterior
erosión.

zación grecorromana, nos dan una idea bastante aproximada de cómo eran los templos a
los que habían sustituido.
Los templos también fueron levantados cerca de las fronteras de Egipto para ofrecer pro-
tección divina a quienes viajaban a largas distancias. El primer templo de Amenofis IÍI fue
construido en honor a Nejbet, a la entrada de las minas del desierto este en el-Kab. Mucho
más lejos, en Sera bit el-Jadim, en el Sinaí, había un templo dedicado a Hathor, que era co-
nocida como «señora del turquesa», el mineral que se extraía del lugar.
Además de los templos para las divinidades egipcias, había también templos funerarios,
conocidos como «mansiones de millones de años», que eran construidas para albergar las
almas divinizadas de los reyes difuntos y como centro de veneración. Los templos para los
dioses se construían generalmente en la orilla este del río, pero los funerarios lo eran en la
oeste, la llamada Tierra de los muertos. Tenían sus orígenes en las capillas funerarias vincu-
ladas a las tumbas reales, pero finalmente se construyeron como estructuras independientes
cuando las tumbas empezaron a ser construidas muy adentro de los valles rocosos.

Los faraones enterrados en el Valle de los Reyes en la Tebas occidental construían sus
templos funerarios a cierta distancia, más cerca del río. La mayor y más impresionante
de estas imponentes estructuras fue construida por Amenofis III, pero quedan pocos restos
wm flMIBBIM 1111: !uN:.i 1 n H t i K H n i r r x T ! r r o ¡im.nhümiíiümhotiti,¡irtitnumitobí

de ella (véase texto inferior). Entre los restos más impresionantes están los templos de Hat-

shepsut, Ramsés II (el Rameseo) y el templo de Ramsés III en Medinet Habu.

Los templos egipcios podían sobrevivir a casi todo excepto a la desaparición de la reli-

gión que los apuntalaba. Y esto ocurrió en el siglo rv d. de C., cuando el Imperio romano

abrazó el cristianismo y cerró, en el año 392 d. de C., todos los lugares de culto no cristia-

nos. El buen estado de conservación de Philae y otros templos debe mucho a su conversión

en iglesias, si bien el propio Philae continuó funcionando como templo de Isis durante un

siglo y medio, un último puesto avanzado de ima cultura en decadencia. Sin embargo, para

algunos parece que los dioses y las diosas no se fueron en calma: textos coptos registran la

batalla inicial de la Iglesia contra los "demonios" paganos, que, según se decía, ocuparon

templos abandonados y aterrorizaron a quienes se encontraban con ellos.

EL T E M P L O QUE DESAPARECIÓ

Actualmente, en la orilla occidental del Nilo, en Luxor, hay


dos gigantescas estatuas conocidas como los «colosos de
Memnón» que flanquearon la entrada al mayor templo fune-
rario de Egipto. Construido por Amenofis 111, de quien son re-
presentación. este monumento es descrito en una estela que se
ha encontrado: «Un monumento para siempre, para la eterni-
dad, de fina arena combinada con oro en toda su extensión.
Sus bases son de plata pura, sus puertas de fino oro. Es gran-
de y ancho y está decorado con resistentes imágenes. Está
adornado con esta [estela] y mis estatuas, hechas de granito,
arenisca y piedras costosas». Gran parte de la manipostería
del templo fue reutilizada por Ramsés 11 y Ramsés 111 para le-
vantar sus propios templos funerarios. Este saqueo, junto con
pasados terremotos, hace que los dos colosos sean práctica-
mente todo lo que queda de la gran estructura de Amenofis.

El hogar de los dioses 91


SIRVIENDO A LOS DIOSES
l acceso a los templos egipcios estaba restringido al clero, los «sirvientes de los dio-

E ses», y sólo bajo su autoridad otras personas podían entrar. Sólo el rey, el supremo sa-

cerdote de Egipto e intermediario entre los humanos y los dioses, podía penetrar- en el san-

tuario interior del templo para dirigirse a la sagrada imagen de la divinidad. Egipto tenía

cientos de templos, por lo que delegaba en el sumo sacerdote de cada templo. Éste, con fre-

cuencia denominado prim.er servidor del dios, encabezaba la jerarquía a veces hereditaria.

Directamente tras él se situaba el segundo servidor, que actuaba como suplente, y por

debajo estaban el tercer servidor y el cuarto servidor. Luego venía el clero especializado,

como los llamados «sacerdotes lectores», que leían en voz alta los textos sagrados; los «sa-

cerdotes de las horas», capacitados astrónomos que regulaban la periodicidad de los ri-

PUREZA RITUAL
Todo aquel que era admitido en ios recintos sagrados ponía tinas vestiduras de hilo antes de ser «purificado
del templo tenía que ser puro, porque de lo contrario con incienso y agua fría».
podría ser rechazado. Ello comportaba bañarse dos La pureza religiosa implicaba la masticación de sa-
veces de día y dos por la noche en el lago sagrado les de natrón para refrescar la boca y la elimina-
del templo. Incluso el rey tenía que practicar este ción del vello del cuerpo. Tanto para hombres
baño, aunque en la privacidad de un palacio como para mujeres incluía el afeitado de la ca-
vinculado ai templo, donde beza. Las sacerdotisas que de-
un mecanismo similar a una _ sempeñaban el papel de Isis
ducha lavaba al monarca con y Neftis en los «misterios de
agua del lago. En las escenas murales, son los Osiris» realizados anualmente (véase página
dioses los que vierten el agua, que aparece re- 101) tenían que ser «mujeres puras y que no hu-
presentada como una corriente de signos ankh bieran dado a luz nunca, con el vello eliminado
alrededor del rey. Al entrar al templo, el rey se y la cabeza adornada con alas».

92 Misterios del templo mmmm


'ÜijiLuifJl.ilin

Esta escena acompaña ta fórmula 126 de El libro de los muertos de Khonsumosis. sacerdote de Karnak de la
XXI dinastía. La imagen muestra los cuatro babuinos que se sientan en la barca celestial del dios sol Ra. Aquí,
los babuinos están en cuclillas en los laterales del Lago del Luego, cuyas antorchas brillan entre ellos. El
simbolismo del lago cuadrado hace referencia a los estanques sagrados que formaban parte del templo.

tuales y festivales; y los sacerdotes funerarios, como el sem, que vestía una piel de leopar-

do. Miembros de menor importancia en la jerarquía incluían jardineros, ganaderos y car-

niceros. La gran mayoría de sacerdotes y sacerdotisas pertenecían a la categoría general de

«purificadores» (en masculino, waab, y en femenino, waabet), clero a tiempo parcial di-

vidido en cuatro grupos conocidos como phyles, cada uno de los cuales estaba de guardia

durante un mes, alternándose. El clero total de un templo lo podían formar unos cuantos

oficiantes en un templo de reducidas dimensiones o hasta más de 81.000 sacerdotes en un

lugar como Karnak, durante el reinado de Ramsés ID.

Sirviendo a los dioses 93


Parte de la pintura mural de una sala de la tumba de Ramsés IX (que reinó

hacia 1126-1108 a. de C.) hallada en el Valle de los Reyes, en Tebas

occidental, representa a Iunmutef o sacerdote sem vistiendo su característica

piel de leopardo mientras realiza ofrendas funerarias al rey muerto.

Sacerdotes y sacerdotisas enfocaban sus esfuerzos al servicio

del espíritu de la divinidad que moraba en la estatua del santua-

rio interior, una pequeña cámara en la zona más oscura del tem-

plo. El espíritu divino era animado a permanecer en la estatua

con constantes ofrendas mediante rituales diarios que tenían lu-

gar al alba, a mediodía y por la noche. Las personas corrientes,

que pertenecían a lo que podríamos llamar la congregación,

eran excluidas de estos rituales. La ceremonia del amanecer era

la más importante. Entre abundantes nubes de incienso, una

procesión solemne de clérigos encabezada por el sumo sacerdo-

te se acercaba al santuario interior. Aquél entraba en el santua-

rio y declaraba: «El rey me ha mandado ver al dios». Tras ras-

gar los sellos de arcilla que había en las puertas de bronce del santuario de madera de

cedro del dios —que solía tener la forma de una barca (véase página 1 0 3 ) — para descu-

brir la estatua del dios, pronunciaba un himno para despertar el espíritu divino que resi-

día en la estatua. Uno de estos himnos, el del templo de khnum en Esna, empieza así:

«Despierta con calma y en paz, despierta con calma y en paz, khnum, el antiguo, que sur-

gió de Nun en paz, despierta en paz, gran khnum».

El sumo sacerdote anunciaría entonces: «he visto al dios, y el poderoso me ha visto a

mí» (inscripción de Edfú), antes de besar el suelo. Ofrecía a la divinidad una estatuilla de

Maat y le ungía la frente con aceite perfumado. La estatua era vestida con lino y adornos.

Por último, el sumo sacerdote presentaba las primeras ofrendas del día, colocándolas

en la sala de las ofrendas situada ante el santuario. Las paredes de estas salas de ofrendas

muestran la gran variedad de objetos que se presentaban, entre los que encontramos pan,

carne, aves, fruta, vegetales, miel, leche, vino, cerveza, agua pura, perfumes, aceites, in-

94 Misterios del templo mmmm


" í f n É f M B ^ 'TáiiniíiÍTÍT':TIÍI
zr:n • • • »3 M-W J»—M—

cienso, lámparas, sal y natrón, ropas, joyas y todo tipo de insignias y amuletos. Todas las
ofrendas eran consideradas, en primer lugar, regalos de los dioses, y el hecho de retornar-
las a ellos como ofrendas unía a dioses y humanos en un ciclo interminable de gratitud
mutua. Cuando se creía que la divinidad ya había disfrutado de su conjunto de ofrendas,
seguía un ritual denominado reversión de ofrenda, en el que los sacerdotes retiraban la co-
mida y la bebida para su propio consumo. Así mismo, se erigían estatuas a la realeza y a
los oficiales destacados para que también ellos aceptaran las ofrendas.
Las grandes cantidades de ofrendas realizadas diariamente eran ofrecidas por el pueblo
en forma de impuestos, pero también podían incluir donaciones generosas del rey v rega-
los procedentes de otros puntos del imperio egipcio. Muchas de las ofrendas crecían en los
jardines y las fincas del templo, normalmente muy extensas. Además de muchos comesti-
bles, se necesitaban flores tanto para ofrendas como para elaborar los sagrados perfumes
e inciensos —la fragancia de las flores era considerada la auténtica esencia de los dioses.

SACERDOTISAS

Fuera de la casa, el oficio más habitual de las hombres en las ceremonias reales del jubi-
mujeres egipcias era el de sacerdotisas. Una de leo. Es incluso posible que ocuparan el
sus funciones era entretener a los dioses como cargo de suma sacerdotisa, pero esto no
cantantes o bailarinas. Por ejemplo, Tuya, sue- era muy habitual. Sin embargo, durante
gra de Amenofis III, fue ascendida a «jefe de ar- el Imperio nuevo el cargo de «suma sa-
tistas» tanto de Anión como de Min, además de cerdotisa de Amón» recayó en la hija del
ser cantante de Amón y Hathor. Una estatuilla de rey. También denominada «esposa divina
madera (a la derecha) que ha llegado hasta noso- de Amón», «adoradora del dios» o «mano
tros, la muestra sosteniendo su sagrado collar me- de dios», cumplía el papel de esposa de
nat, que tal vez agitaba a modo de acompaña- Amón en los rituales importantes y a veces
miento de percusión. En ocasiones las mujeres eran gozaba de un gran poder político, que tan
sacerdotisas funerarias y trabajaban junto a los sólo tenía por encima al rey.
En el relativamente simple ritual del mediodía se presentaban libaciones (ofrendas lí-
quidas). Por otra parte, a lo largo del día tenía lugar en el templo una gran variedad de ri-
tuales menores. En el ritual del anochecer, realizado antes de la puesta del sol, el sumo sa-
cerdote pronunciaba palabras de protección y declaraba que «ni hombre ni mujer
enemigos entrarían en el santuario». Entonces sellaba las puertas del sagrado santuario y
se retiraba, borrando las huellas de sus pies al hacerlo, hasta la mañana siguiente, mo-
mento en el que se iniciaría de nuevo el ciclo.

Igual que los dioses eran muy venerados por los vivos en su reino de los cielos, también
lo eran todos aquellos que habían fallecido y seguían viviendo con Osiris en su reino del
inframundo. Los muertos eran venerados colectivamente como «los antepasados», y en el
tolemaico Libro del paso por la eternidad son invitados a participar en festivales terrena-
les. Los familiares fallecidos eran honrados en pequeños santuarios en los hogares y se
consideraba que siempre estaban presentes y eran esenciales para la fertilidad y la conti-
nuidad de la familia.

Se concedían de forma natural honores especiales a los reyes muertos manteniendo su


estatus en la tierra, y eran adorados en sus templos funerarios, cada uno de
ellos con su propio clero (véanse páginas 90-91). Algunos gobernantes
Jrs
eran a menudo recordados y venerados siglos después de su muerte. ^
Así mismo, se llevaban a cabo rituales para invocar el espíritu de des-
tacados plebeyos; los más notables son Imhotep, arquitecto real de
la primera pirámide de Egipto, la pirámide escalonada, y Amen-
hotep hijo de Hapu, alto oficial bajo el reinado de Amenofis III.
Ambos fueron muy venerados varios siglos después de su muer-
te y eran considerados hijos de Tot y Seshat, el dios y la diosa
vinculados a la escritura y la sabiduría.

Los difuntos eran honrados en santuarios en forma de «bustos de


antecesores», estelas de piedra que representaban al difunto akb iker en
Ra («espíritu vivo de Ra»), Este perteneció a Mutemonet, madre de
Amenmosis, un escriba de Ramsés II (que reinó hacia 1279-1213 a. de C ) .

96 Misterios del templo mmmm


R I T U A L E S REALES

Escenas del rey llevando a cabo rituales ante los dioses cu- nalmente se muestra haciendo esfuerzos físicos. Como
bren la superficie de todos los templos de Egipto. En la parte del festival del jubileo real (sed) celebrado para con-
práctica, estos ritos solían ser realizados por sus simios sa- memorar el trigésimo aniversario de su llegada al trono,
cerdotes, pero hay una descripción detallada del rey Pive el rey podría ser representado corriendo para demostrar
(que reinó hacia 747-716 a. de C.) dirigiendo los ritos del su buen estado físico para gobernar (abajo), o en tensión
dios sol en Heliópolis: «El rey está solo. Rompe los sellos para levantar un gran pilar (djed) simbolizando la estabi-
de los cerrojos de la puerta, y abre del todo la puerta para lidad. En escenas de su templo funerario en Medinet
ver a su padre Ra en la casa sagrada del Habu, Ramsés 111 puede ser

[fi
Benben. A continuación adora la barca visto realizando trabajos ma-
de Ra de la mañana y la barca de Atón
de la noche. Cierra las puertas,
(' -f I||l
rf
nuales agotadores en la otra
vida, escenas generalmente re-
aplica la arcilla fresca y la
1 presentadas en los textos fune-
sella con el sello real». //;< r r
/.
rarios privados en lugar de ser-

Los rituales reales más / ; A lo en los monumentos reales.


Sj/ 1
comunes implicaban la
•1 Como simio sacerdote, se

1¡1 ,r
presentación de ofrendas. esperaba del rey que ofreciera

\\
La mayor de estas ofrendas música y danza a los dioses, es-
reales era la figura de la
r é pecialmente a Hathor. En una
diosa Maat, que represen- inscripción de su tumba teba-
taba el orden divino por el na, el rey Inyotef 11 (que reinó
que se sostenía el rey en la hacia 2065-2016 a. de C.) de-
Tierra. A cambio, los dioses clara: «Soy el que hace que el cantante despier-
le anidaban en su tarea y volcaban te y haga música para Hadior». En épocas posteriores, el
la vida sobre éJ en forma de signos artkh. El rey les res- propio rey fue descrito como creador de música para la
pondía haciendo más ofrendas. También se le podía ver diosa. Unas escenas de reyes tolemaicos ofreciendo vino a
sosteniendo quemadores de incienso y ungüentos perfu- Hathor en Dendera van acompañadas de unos textos que
mados, con los que ungía la estatua de la divinidad. describen cómo el rey, atraído como un sacerdote o sa-

El rey generalmente desempeñaba sus deberes rituales cerdotisa de Hadior con sus sagradas insignias del collar

de pie, pero también aparece a veces arrodillado o, inclu- menat y el sonajero sistrum, realiza ofrendas mientras
so, en posición sumisa ante los dioses. Tan sólo ocasio- baila danzas rituales para entretenerla (véase página 83).
LA OFRENDA DIARIA
Un papiro conocido como Amonestaciones de ¡puwer pertenece a un género literario
sobre el saber egipcio que se centraba en torno a la oposición orden-desorden. Fue es-
crito hacia finales del Imperio medio y describe un país agotado por los conflictos ci-
viles y con unas instituciones arcaicas en decadencia, donde los «extranjeros se han
vuelto gente InativaJ en todas partes» —poco después, la mayor parte del país fue ocu-
pada por una dinastía de colonizadores asiáticos—. El texto mira hacia atrás con me-
lancolía, hacia los tiempos del orden, representados por el ciclo regular de ofrendas
diarias a los dioses:

«Recuerda el santuario,
que era perfumado con incienso,
en el que se vertía al alba el agua sagrada de la
vasija de las libaciones.
Recuerda las ofrendas de cebadas ocas,
la amplitud de las ofrendas a los dioses.
Recuerda cuando se mascaba natrón,
con pan blanco preparado aquel día,
recuerda cuando se colocaban las astas de las
banderas,
cuando se tallaban piedras para la ofrenda,
cuando el sacerdote purificaba los santuarios
y el interior blanco como la nieve,
dulcificando el santuario,
entregando la oferta de panes».
DIAS DE FIESTA

L as estatuas de los dioses no permanecían dentro de sus santuarios, porque el calenda-

rio sagrado de los egipcios contemplaba numerosos festivales públicos, en los que

eran transportadas en largas procesiones por tierra y por el río de visita a los otros templos.

Si bien las estatuas quedaban fuera de la vista dentro de sus elaborados santuarios, se con-

sideraba que la gente se beneficiaba de la divina presencia de la divinidad cuando las imá-

genes pasaban en procesión llevadas sobre los hombros del clero.

Las procesiones iban acompañadas de músicos y bailarines, y toda la población disfru-

taba con alegría de la fiesta y de la comida y bebida que esos días se ponía a su disposición.

EL AÑO DEL FESTIVAL

El año egipcio contaba con diferentes festivales anuales PRIMER M E S DE PERET (CULTIVO DH PRIMAVERA): festi-

que comenzaban el día de Año Nuevo al inicio del Ajet, val de Nehebkau, un dios serpiente del inframundo y la
la estación de la crecida del Nilo. Algunas de las cele- fertilidad (día 1); festival de la Instalación del Sagrado
braciones más importantes eran las siguientes: Halcón de Edfú (días 1-5).

SEGUNDO M E S DE PERET: f e s t i v a l d e la V i c t o r i a e n

PRIMER M E S DE AJET: d í a de a ñ o n u e v o ( 1 9 d e j u l i o ) ; Edfú (días 21-25, hacia el 9-13 de enero).


festival Wag de Osiris en Abydos (véase página 135); PRIMER M E S DE SHEMU (VERANO/COSECHA): F e s t i v a l

festival de la Gran Partida de Osiris; festival de Tot en de Min en Karnak.


Hermópolis; festi val de Hathor en Dendera. SEGUNDO MES DE SHEMU: fiesta del Valle, en Tebas.

SEGUNDO MES DE AJET: festival Opet en Luxor. TERCER MES DE SHEMÜ: festival de la Alegre Unión en

CUARTO MES DE AJET: festival de Hathor en Dende- Edfú (15 días desde la lima nueva hasta la luna llena).

ra; festival de Solear, dios de los cementerios (día 26); CINCO DÍAS INTERCALADOS (ENTRE EL CUARTO MES DE

festival de Osiris en Abydos (posiblemente el mismo SHEMU Y EL. NUEVO AÑO): aniversarios de Osiris, Isis.
que los misterios de Abydos, véase texto general). Horus, Ser y Neftis.
En este fragmento en relieve de caliza de una rumba de la XIX dinastía en Saqqara (hacia 1250 a. de C ) , las
mujeres tocan las panderetas y bailan con sus cabellos agitándose por el movimiento, mientras otras dos
jóvenes bailan y tocan cuando se acerca la procesión del festival (a la derecha) presidida por un oficial
portador de bastón, que es seguido por otros oficiales y escribas con las manos levantadas en señal de alegría.

Estos festivales se celebraban a lo largo de todo el año por diferentes motivos mitológi-

cos, políticos y agrícolas, y su periodicidad era determinada con esmero por los astrónomos

del templo, los «sacerdotes de las horas».

Osiris era honrado a lo largo de todo el año. Durante la celebración anual de los miste-

rios de Osiris, que se llevaba a cabo en su centro religioso de Abydos, la estarna del dios era

llevada en su barca desde el templo hasta el emplazamiento tradicional de su turaba, en el

desierto cercano. Tras un ritual de representación del conflicto con Set y del triunfo de los se-

guidores de Osiris, la estatua del dios era devuelta a su templo. Un informe señalaba que to-

dos los espectadores se «llenaban de alegría cuando veían la belleza de la barca que llevaba

a Osiris, el «primero de los occidentales», «señor de Abydos, que regresaba a su palacio».

Horus también era honrado en diferentes festividades en Edfú. Calendarios del templo

enumeran hasta cuarenta eventos que duraban desde un día hasta dos semanas, incluyen-

do la «instalación del Halcón Sagrado», el «festival de la Victoria» (de Horus sobre Set) y

el «festival de la Alegre Unión», en el que la estatua de la diosa Hathor era llevada hacia el

Días de fiesta 101


Sistrutn de bronce, o sonajero sagrado, del periodo grecorromano. Era tocado principalmente por

mujeres y estaba estrechamente vinculado al culto a Hathor, cuya cabeza aparece en el mango.

Los reyes también manejaban el sistrum cuando veneraban a la diosa.

sur desde su templo de Dendera para pasar dos semanas como «invitada» de

Horus en Edfú. El viaje de Hathor a Edfú (180 km) duraba dos semanas porque

su dorada barca realizaba varias paradas de camino, incluyendo una visita a la

diosa Mut en Karnak. Cuando la barca de Hathor navegaba por el río, las ori-

llas se llenaban de gente que la aclamaba, hasta el punto de que «los cocodrilos se

quedaban tranquilos y ni siquiera se levantaban para atacar».

Una inscripción describe vividamente las festividades que acompañaban la es-

tancia de Hathor en Edfú: «Hay todo tipo de pan, tantas hogazas como granos

de arena. Los bueyes son tan numerosos como los saltamontes, y el olor a carne asa-

da llega hasta el cielo. El vino desde su taberna corre libremente por el pueblo, como la

crecida del Nilo cuando se desencadena. La mirra y el incienso de los quemadores pue-

den olerse a una milla de distancia, y por toda la ciudad se esparce la loza, y la ciudad

brilla con el natrón y se engalana con flores frescas... La alegría se siente en el ambien-

te, y la fiesta se ve por doquier . ¡El sueño queda aplazado hasta el amanecer!».

En Dendera, Hathor era honrada en su propio festival de Hathor, durante el cual su

estatua era sacada del templo y presentada a la gente para celebrar una buena cosecha. Mú-

sica, danza y bebida eran elementos centrales de la celebración. Había festivales anuales de

este tipo en muchos otros lugares por todo Egipto, entre los que se cuentan el de el-Kab,

Gebel Silsilah, Saqqara y Bubastis (véase página 74).

Algunos de los festivales más importantes tenían lugar en Tebas, la capital religiosa de

Egipto. En la bella fiesta anual del Valle, las estatuas de Amón, Mut y Jonsu cruzaban el río

desde Karnak para visitar los templos funerarios de la orilla occidental. Las procesiones iban

acompañadas por grandes multitudes que señalaban la fecha con una visita a las tumbas de

sus seres queridos. Otras ceremonias públicas en Tebas comportaban la presencia del rey \

tenían como objetivo reactivar sus poderes para que estuviera en íntima comunión con los

dioses. La ceremonia más importante era el festival Opet anual, en el que la estatua de Amón

102 Misterios del templo mmmm


era portada desde Karnak hasta Luxor. En el templo de Luxor, la estatua era recibida por el

rey. Las paredes del templo ilustran los acontecimientos que acompañaban a estos ritos re-

gios, con las sacerdotisas agitando sistra junto con los músicos y los bailarines del templo, cu-

yos frenéticos movimientos eran imitados por la gente cuando su revigorizado rey emergía,

como un dios, desde el templo.

Otras ceremonias reales podían tener lugar, parcialmente como mínimo, en público. Es-

tas comprendían la coronación; el jubileo real, o sed (véase página 97); la fundación de tem-

plos (véase página 87) y el festival de los seguidores de Horus, una ceremonia bienal que ce-

lebraba el parentesco del faraón con los dioses.

LAS BARCAS SAGRADAS

Los utensilios sagrados de los rituales eran de encargó una barca para Amón en Karnak «de
materiales caros y exóticos como demostración madera nueva de cedro cortada según mis órde-
de la devoción del rey. Esto era especialmente nes en Líbano y extraída de las montañas por
cierto en los santuarios con forma de barca en los jefes de todas las tierras extranjeras».
los que los dioses eran cobijados en sus templos
y trasladados en procesión. Según instrucciones
de Sesostris III (que reinó hacia 1836-1818 a. de
C.) "-una gran barca eterna» de «oro, plata, la-
pislázuli, bronce y cedro» fue fabricada para la
estatua de Osiris. Al descubrir una barca de Osi-
ris hecha de acacia nativa, el sacerdote Peftua-
neit de la XXVI dinastía ordenó que fuera re-
emplazada por otra de cedro. El uso de esta
madera extranjera, prestigiosa y cara, constituía
en parte una declaración política acerca del do-
minio imperial de una divinidad. Amenofis III

Días de fiesta 103


LAS PALABRAS DE TOT
rácticamente toda superficie disponible de un edificio sagrado, tanto si era una tum-

P ba como un templo, se cubría con inscripciones según la escritura pictórica egipcia,

conocida con el nombre de jeroglífica, por la denominación griega para «talla sagrada».

Los propios egipcios se referían a su escritura como «palabras de Tot», el dios de la escri-

tura, con cabeza de ibis, que también podía ser representado como un babuino. Tot, o

Djehuty, era hijo del dios sol Ra, que lo nombró su ayudante para que mantuviera en or-

den los asuntos terrenales. Según una leyenda, Ra permitió a Tot dar a los humanos el co-

nocimiento de los jeroglíficos para la organización y la administración del país.

Históricamente, los jeroglíficos fueron la primera forma conocida de escritura. Unos re-

cientes descubrimientos la remontan hasta el año 3250 a. de C., antes de la primera di-

nastía reconocida de faraones. La escritura se desarrolló primero sólo como forma de gra-

bado, pero como instrumento de la burocracia se convirtió rápidamente en el medio con

el cual tomó forma el Estado egipcio, con escribas trabajando para el rey para cobrar los

impuestos y organizar a una amplia población activa.

Se ha calculado que en el Egipto antiguo menos de un 1 % de la pobla-

ción estuvo alfabetizada. Los escribas, o «seguidores de Tot», eran un gru-

po culto de elite, muy elogiado en los textos y descrito como «una noble

profesión». Eran exhortados a «amar la escritura, rechazar el baile,

abandonar la caza, hacerse amigos del rollo y la paleta —¡aportan

más gozo que el vino!»—. Cortesanos y oficiales ancianos eran a me-

nudo representados como escribas para mostrar que eran hombres

cultos. Horemheb, un militar perteneciente al reinado de Tutanka-

Escultura de Tot como babuino (Tot era hijo del dios sol). El «escriba de la
Enéada», como era llamado Tot, era el cuidador divino de los registros que
conservaban la sabiduría de los tiempos. Cuando los difuntos se enfrentaban al
juicio de Osiris, Tot guardaba el veredicto (véase páginas 124-125). Reinado
de Amenofis III (hacia 1390-1353 a. de C.).

104 Misterios del templo mmmm


6*6**9

Parte de El libro del amduat, de la época de Tutmosis III (que reinó hacia 1479-1425 a. de C.). El texto
fue elaborado con jeroglíficos cursivos, una forma simplificada de Ja escritura jeroglífica utilizada en los
escritos funerarios, y se empleó tinta roja para destacar algunas partes importantes.

món que llegó a ser rey (reinó hacia 1323-1295), se retrató a sí mismo de esta forma: «Tot,
señor de la escritura». Las oraciones de El libro de los muertos identifican al difunto como
un escriba divino, secretario de Ra: «Traedme un vaso de agua y una paleta del equipo de
Tot, y todos los misterios que están en ellos: ¡Soy un escriba! Traedme la descomposición
de Osiris, que tal vez escriba con él para copiar lo que grande y bueno dice él todos los
días. Yo hago el bien y hago mandatos para Ra todos los días». Se llega a hacer referencia
al rey en términos similares a los del escriba de Ra, «abriendo sus cajas, rompiendo el se-
llo de sus documentos, sellando sus despachos» (Los textos de las pirámides).

Los egipcios eran muy respetuosos con el aprendizaje, y existe todo un cuerpo de lite-
ratura conocido como Textos de la sabiduría, entre los que se encuentran las máximas que
aconsejan sobre cómo vivir una buena vida y subrayan el valor de la educación. Un tra-
bajo de éstos, Instrucciones de Merikare, que se supone que son las palabras del rey Me-
rikare (que reinó hacia 2015-2000 a. de C.), exhorta: «Copia a tus antepasados. Sus pa-
labras sobreviven en los libros. ¡Ábrelos! ¡Léelos! Copia sus conocimientos. Quien

10.9
Las palabras de Tot
aprende lo que le enseñan llegará a ser un experto». Los escribas veneraban a Totpara que
les otorgara la sabiduría: «Oh, Tot, ven a mí, gran Ibis, dame la habilidad al llamarme. Es
mejor que cualquier otra cosa, vuelve grandes a los hombres, y... habilita para ocupar este
cargo». Tanto el dios como sus representantes humanos suelen aparecer sosteniendo sus
útiles: una pluma de caña, una paleta de tinta y un vaso de agua, que también representa-
ba la palabra sesh, que significaba «escribir» y «escriba». La gran mayoría de los escribas
eran hombres, pero hay alguna mujer leyendo y algunas hasta ocupaban puestos que im-
plicaban ser culto, como supervisora, administradora, visir... y reina.

Los textos sagrados, como los de la biblioteca del templo de Edfú (véase texto de la pá-
gina siguiente) hacían referencia, en conjunto, a los «libros de Tot». Textos religiosos an-
tiguos, así como trabajos de historia, matemáticas, medicina, geografía, astrología y leyes
eran almacenados en las bibliotecas de los templos como las del Rameseo, Edfú, Dendera
y en el centro de culto del propio Tot en Hermópolis. Parece que también había bibliote-
cas en algunos palacios. El palacio de Amenofis III en Malkata, en la Tebas occidental,
contenía una per medjat («casa de libros») que incluía trabajos sobre horticultura.

Las inscripciones y las imágenes que aparecían en los templos y las tumbas de Egipto es-
tán ordenadas por líneas para ofrecer una sensación general de equilibrio. Se creía que las
figuras pequeñas de humanos, animales y otros símbolos que popularizaron la escritura je-
roglífica infundían poder divino a las escenas en las que aparecían, y que los rituales que de-
bían activar los jeroglíficos darían literalmente vida a las escenas. Sin embargo, algunos sig-
nos eran considerados tan potentes que se inscribían en dos mitades para reducir su poder
y evitar que causaran una gran confusión cuando se activaran mágicamente.

A pesar de su significado a menudo complejo, en el que un único símbolo puede repre-


sentar con frecuencia un cuerpo entero de mitología oscura, los simples contornos y la
apariencia estética de los jeroglíficos explica su uso como elemento tanto decorativo como
funcional. Aparecen en cualquier tipo de edificio, desde las monumentales estructuras de
piedra hasta las sencillas casas de adobe. La utilización de determinados símbolos en el
hogar —incluyendo el hogar del rey— era especialmente importante en zonas asociadas
con el sueño, donde la gente era en su mayoría vulnerable. Los signos ankh («vida») y sa
• — l i l i ' i ii imn iiii i " nriTBTTrf r r m w i n n i,¡ i i if i" • i i r i • 11. < t-u; taanw üMMtdJigEHiiBi

LA CASA DE LA VIDA

La Casa de la vida era una de las partes más importan- nos de los guardias del templo. Un sacerdote que estu-
tes en cada templo. Contenía todo tipo de textos escri- viera aprendiendo la rutina sagrada del templo debería
tos, desde la liturgia sagrada hasta registros antiguos, y consultar también un manual titulado El libro para co-
era además el lugar en el que se educaba a los escribas nocer los secretos del laboratorio, los detalles de las
en el arte de la escritura. El meteórico ascenso del ofi- ofrendas de los dioses, las listas de las formas secretas
cial Amenhotep, hijo de Hapu. de la XVIII dinastía, se del dios y las listas de las divinidades que viven en este
inició cuándo fue enviado a su escuela del templo local templo y nunca abandonan este lugar. Un manual de
en Athribis para que se iniciara en «las palabras astronomía, información sobre el aspecto de
de Tot» y «los libros de dios» (la biblioteca del dos estrellas [El Sol y la Luna 1 y el regreso
templo). Allí fue, según dice él mismo, donde periódico de otras estrellas, debió ser con-
«me adentré en sus secretos y aprendí todos sultado por los «sacerdotes de las horas»
sus misterios». La creación de textos, para determinar las fechas de los festi-

inscrito en Edfü, hace referencia a ¿ vales importantes. La correcta cele-

las inscripciones jeroglíficas del bración de estos acontecimientos

templo como algo «maravillosa- debió ser recogida en libros con tí-

mente realizado mediante el trabajo tulos como Todos los rituales rela-

de artesanos en la Casa de la vida, tivos al dios que deja su templo en

con los adornos preparados procesión en los días de fies-

siguiendo los registros ta y Libro para enviar al

antiguos». rey en procesión.

La Casa de la vida de Muchos trabajos eran


Edfú contenía una bi- dedicados a rituales eso-
blioteca muy bien conserva- téricos y mágicos cuyo fin
da que se conocía con el nombre de era protegerse de las fuerzas malig-
«biblioteca de Horus». Actualmente ya no existe nin- nas. Entre éstos encontramos el Libro para la realiza-
guno de los rollos, pero los nichos en los que se mante- ción de rituales de protección de la ciudad, las casas, la
nían muestran sus títulos inscritos. En éstos se lee una corona blanca y el año y Libros y grandes rollos de piel
fascinante mezcla de trabajos prácticos y esotéricos. En para llevar a cabo el derrocamiento del maligno, recha-
la primera categoría tenemos libros como El libro de zar a Sel, bendecir la hora y proteger la barca procesio-
las regulaciones del templo y El libro de la lista de tur- nal (véase también página 110).

10.9
Las palabras de Tot
(«protección») se hallan en zonas vinculadas al par-

to, tanto en paredes como en mobiliario.

La mayor parte de las inscripciones jeroglíficas

son repeticiones interminables de los nombres y

los títulos de los reyes y los dioses. Sin embargo, és-

tos son rodeados de símbolos protectores, porque sus

nombres eran considerados de tremenda importancia y

tan vitales para la existencia como el alma (ka). La pérdida 1


del propio nombre significaba la permanente obliteración de la

historia, y para evitarlo, los nombres eran a menudo tallados tan pro-

fundamente que es posible introducir una mano extendida dentro de cada jeroglífico,

NOMBRES REALES

Los nombres reales eran primero escritos dentro de un men, que significa «Amón está contento [hotep]», pero
muro de la fortaleza rectangular y de protección, cono- en su época se hacía referencia a él en la corresponden-
cido con el nombre de serekb, que luego derivó en el cia diplomática sólo con su prenomen, Nebmaatra
cartucho oval, más habitual. Todos los reyes tenían cin- («Ra, señor ¡neb] de la verdad [maat]»). El famoso no-
co nombres, pero en los cartuchos se mostraban sólo men de su nieto, Tutankamón, significa «Imagen [tut]
los dos más importantes, el «prenomen» y el «nomen». viva [ankh] de Amón».
El primero, o «nombre del Rey del Alto y el Bajo Egip- El poder de las palabras también era aprovechado a
to», era recibido en la coronación y era denominado así la manera de juego visual de palabras. Una escultura de
porque iba precedido de la frase «Rey del Alto y el Bajo Ramsés II lo representa coronado con el sol (ra) como
Egipto», escrita con los jeroglíficos de la planta de jun- un hijo (mes) sosteniendo la juncia (su) del Bajo Egipto.
cia (Alto Egipto) y la abeja (Bajo Egipto) (véase página La imagen completa muestra así su nombre: ra-mes-su.
37). El nomen, o «nombre de Hijo de Ra», concedido Los nombres y los títulos casi siempre iban seguidos
al nacer iba precedido por la frase «Hijo de Ra» (sa por apelativos como «vida, prosperidad, salud» y «que
Ra), escrita con los signos de la oca (sa) y el sol (Ra). recibió la vida para siempre». El signo de la «llave de la
Amenofis III, por ejemplo, es conocido hoy por su no- vida» (ankh) aparece de manera destacada.

108 Misterios del templo mmmm


i i i i i nn iiEMii ¡rBi'^iian^iijüíi i f iiHij'iaiWi

Este collar de oro y turquesa, hallado en la tumba de la princesa


Khnumet, de la XII dinastía, en Dasur, contiene jeroglíficos
considerados amuletos de gran poder. Entre ellos podemos ver el
nudo tyet que representa los poderes de Isis; el pilar djed
de Osiris, que indica estabilidad, y el signo ankh que
significa vida. Eran llevados como colgantes, anillos o
pectorales por los vivos y colocados sobre los muertos.

como es el caso del nombre y los títulos de Ramsés LH


en su templo funerario (véase ilustración de la página 90).
La palabra escrita era considerada un instrumento muy poderoso,
y se creía que el reducido número de personas que podían leer y escribir
poseía poderes especiales gracias a sus conocimientos privilegiados. Los sacerdotes lec-
tores, que leían en voz alta textos rituales durante las ceremonias, solían ser considerados
magos, ya que eran quienes pronunciaban las «palabras mágicas de poder».
La mística que envuelve el poder de la escritura llevó al desarrollo de mitos acerca de la
existencia de un libro mágico escrito por el dios Tot. Se creía que estaba oculto en una vie-
ja tumba de Saqqara, en el norte de Egipto, y se decía que contenía una magia tal que
quien lo poseyera sería capaz de hechizar a todo el universo y ver a los dioses. En la épo-
ca grecorromana se decía que todo el conocimiento de Egipto estaba contenido en 42 li-
bros escritos por Tot, al que los griegos identificaron con Hennes. Así se inició la tradición
mística del llamado Hermes tres veces grande («Hermes Trismegistus») y su libro de se-
cretos mágicos, Hermética, cuya fabulosa existencia sigue intrigando al mundo.

Ya en el Imperio antiguo, los escribas desarrollaron una versión simplificada de algu-


nos jeroglíficos conocida como escritura hierática (del griego hieratika, que significa «sa-
grado»), para la redacción de textos en papiros o piel. Sin embargo, en el periodo tole-
maico ésta ya había sido reemplazada por otra más simplificada denominada demótica
(«popular»). En la era cristiana, los egipcios adoptaron un alfabeto conocido como cap-
toque utilizaba letras griegas combinadas con signos demóticos. No obstante, los jero-
glíficos completos siguieron siendo la norma en las inscripciones de naturaleza religiosa, y
continuó su utilización durante al menos 4.000 años hasta el fin del siglo rv.

Las palabras de Tot 10.9


EL PODER DE LA MAGIA
n el Antiguo Egipto no se hacía distinción entre religión y magia. Los egipcios creían
E que era posible alterar el mundo mediante el control de fuerzas invisibles, y por ello
intentaban invocar y calmar el espíritu de los dioses y de los difuntos para que actuara en
beneficio de los vivos. El clero de un templo orgamzado en el ámbito de todo el Estado
empleaba rituales mágicos a diario, como puede verse en los libros de la biblioteca del
templo de Edfú, que llevan títulos como Libro de la protección del rey en su palacio, Li-
bro para calmar a Sejmet, Fórmulas para reconducir al ojo maligno, Libro de la captura
del enemigo y Libro para vencer a Apofis (véase página 107). Los rituales que se descri-
ben en estos textos iban acompañados por la destrucción de imágenes de cera o arcilla de
cualquier cosa que amenazara el orden divino o maat, desde los enemigos del Estado has-
ta los enemigos del dios sol.

Quienes pronunciaban las palabras sagradas en estos rituales mágicos, los sa-
cerdotes lectores, suelen aparecer designados con la denominación de magos.
En el papiro Westcar, el «principal sacerdote lector y escriba de libros»,
Djadjaemankh, lleva a cabo acciones milagrosas para el rey Snefru,
mientras que su hijo y sucesor Keops recurre a las habilidades de
Djedi, un hombre de 110 años que «puede unir una cabeza corta-
da a su cuerpo, puede hacer que un león camine sobre un peda-
zo de plomo detrás de él y conoce el número de cámaras secretas del
santuario de Tot». Por otra parte, numerosas historias nacieron
en torno a las habilidades mágicas de Sema Khaemwese, un ca-

Figurilla de arcilla, del año 2 5 0 d. de C., de una mujer arrodillada atravesada por
punzones, y con las manos atadas a la espalda. Los punzones no pretendían ser
causa de daño, sino que representaban las punzadas del amor —fue descubierta
dentro de un recipiente con un hechizo de amor, escrito en griego, que invocaba la
ayuda de Tot, Anubis, el semidiós romano Antinous y otros seres mágicos.

110 Misterios del templo mmmm


U f l i M l M P l JHHU I f H í E i ^ M I IHIIiiliI31l8IB.1ClMliÍi 1 fiN r: lir - 4

rácter ficticio basado en un hijo de Ramsés 11, el príncipe Jaemwaset, que fuera simio sacer-
dote de Ptah en Menfis y era descrito como «un mago y escriba muy astuto que pasaba el
tiempo estudiando monumentos y libros antiguos». En la primera colección de cuentos, Set-
na Khamwese buscaba el libro mágico escrito por Tot. Se descubría que éste estaba en po-
sesión de un mago muerto llamado Naneferkaptah, y ambos iniciaban una batalla de habi-
lidades mágicas. En otras historias, Setna es llevado al inframundo por su hijo Siosire para
que pueda comparar el más allá de los bendecidos con el de los condenados.
La mayoría de los egipcios no tenían acceso a la magia del Estado que se hacía en los
templos, pero en sus casas practicaban sus propios rituales a menor escala. Igual que los
rituales de los templos, la magia doméstica solía implicar la participación de dioses y es-
píritus de los antepasados. Los rituales mágicos acompañaban a los ritos clave de paso del

SUEÑOS

Los egipcios creían en el poder de los sueños. Se IsMi. d-^AW


dice que Tutmosis IV soñó que alcanzaría el tro-
sáwast:
muéii': .l^tLjaSi- >3=55!?"
no si restauraba la esfinge. Así lo hizo, y luego
llegó a ser rey. Los sueños eran utilizados tam-
bién para tratar enfermedades. Los pacientes
dormían en los recintos del templo y por la ma-
ñana un sacerdote interpretaba sus sueños con .*. ¿ysisi? /

ayuda de libros de sueños; veamos un extracto:

-sSÉSJswn. .j
«Si alguien sueña con hacer el amor: atatin -
malo. Significa luto. -«i
'S&l&ti
3
• r
Si alguien sueña que alimenta al ganado: &I3&& -tÍMk
seégsw
malo. Significa que vagará por el mundo. "ni
>,., iitísifti < : r . .
Si alguien sueña que se cae a un río: - sltídfri R^ítóüi '«sat.ü — w
bueno. Significa la purificación de todo mal».

; JÜTOffflí El poder de la magia 111


nacimiento a la muerte. El parto, en particular, era acompañado por abundantes fórmu-

las protectoras, con los que las mujeres apelaban a Bes, Taueret y Hathor para que prote-

giera a madre e hijo y facilitara el nacimiento (véase página 73). Según el papiro médico

Ebers, un recién nacido viviría si gritaba «ni»; un grito de «ba», en cambio, significaba

que iba a morir. A medida que el niño crecía, era protegido con amuletos y fórmulas para

alejarlo de las enfermedades. Una fórmula para curar las fiebres decía: «¿Tienes calor en

el nido? Tendrán que traer un sello de cornalina con un cocodrilo y una mano para ex-

pulsar al demonio. El sello del cocodrilo y la mano deben ser convertidos en un amuleto

y colocados en el cuello del niño».

La medicina egipcia, por tanto, era una combinación de práctica y magia, con inter-

vención médica física que era complementada con el uso de encantamientos y amuletos.

EL NOMBRE SECRETO DE RA

Los nombres tenían mi poder mágico, y se creía que co- Ra, que cayó en unas fiebres arrebatadoras. Sin embar-
nocer el nombre de una persona daba un gran poder go, ninguno de los dioses pudo ayudarlo y los poderes
sobre ésta. Una fórmula para neutralizar veneno del soi empezaron a menguar. Entonces Isis
apuntaba que «Isis era más inteligen- aseguró que podría curar a Ra si
te que un millón de dioses y lo éste le confesaba su nombre
sabía todo en el cielo y la rie- secreto. A pesar del dolor
rra», excepto el nombre se- que sufría, Ra se negó a ha-
creto de Ra. Si Isis hubiera cerlo e intentó confundir a Isis
aprendido su nombre secreto con la larga lista de sus otros títulos.
su poder sobre él habría sido No obstante, Isis 110 cedió, hasta que al
infinito. Otra forma de ganar po- final Ra le dijo su nombre con la condi-
der sobre una persona era obtener parte ción de que Isis jurara no revelarlo nun-
de su ser físico. Como Ra era un dios anciano que ba- ca. E11 la historia no se revela el nombre, tan sólo se ha-
beaba mientras dormía, Isis mezcló su saliva con tierra bla de la cura aplicada a la diosa, compuesta por vino
para crear mía serpiente venenosa. Ésta mordió luego a o cerveza mezclada con «la hierba del escorpión».

112 Misterios del templo mmmm


II1FMSF IflMUEnniUIllBlHÉHiiII

Frasco de loza para cosméticos, de la XVI11 dinastía, con forma del dios Bes. Esta

benefactor;! divinidad enana, cuya grotesca apariencia pretendía rechazar las fuerzas

malignas, era particularmente popular en las casas. Era invocada durante los paitos y

su imagen solía pintarse en las paredes para proteger a los moradores.

Los médicos solían ser sacerdotes de Sejmet, que esperaban que


mostrándose devotos a la diosa dominarían su habilidad para oca-
sionar enfermedades. Una fórmula hace referencia a las causas de la
enfermedad como «demonios y espíritus malignos, enfermos, mensa-
jeros de Sejmet», y el papiro médico Ebers recomienda que se recurra
a los servicios de un «físico, sacerdote Sejmet o exorcista». De igual y
modo, los devotos de la diosa escorpión Selket se encargaban de las
picaduras de escorpiones. Isis aparece como protectora de su hijo
Horus en fórmulas que tienen que ver con picaduras de escorpión,
mordeduras de serpiente y quemaduras, como en este ejemplo: «Se
mezclan la leche de una mujer que tenga un hijo, goma y pelo de
carnero. La mezcla se aplica a la quemadura diciendo: "Tu hijo Horus es quemado en el
desierto y necesita agua. Pero yo tengo agua en mi boca y el Nilo entre mis muslos y estoy
aquí para extinguir el fuego"». El talento de Isis se expresa por completo en una fórmula
útil para neutralizar el veneno que envuelve el nombre secreto de Ra (véase texto de la pá-
gina anterior). Un baño en el agua de un lago sagrado del templo o beber agua vertida so-
bre una estatua de un dios también tenía efectos curativos.

No obstante, la magia también podía ser utilizada para causar daño. Figurillas de cera
o de arcilla eran empleadas para dirigir esta magia de la forma más precisa posible, espe-
cialmente si incorporaba un trozo de cabello de la víctima. Las figuras de arcilla que re-
presentaban a enemigos eran aplastadas para aniquilarlos, mientras que las imágenes de
cera eran quemadas, perforadas con agujas o atadas con hilo. Parece ser que las mujeres
de la realeza que eran juzgadas por el intento de asesinato de Ramsés III eran acusadas de
hacer figurillas de cera de los guardias del palacio para vencerlos. Estas figurillas podían
presentar maldiciones inscritas o texros con imprecaciones para que fueran más eficaces.
%
\

EL VIAJE
DEL ALMA
A
gual que los vivos habitaban en la
I Tierra y los dioses en los cielos, los
muertos vivían en el duat, el inframun-
do, bajo el gobierno de Osiris. Tan
sólo los dioses y los muertos podían
desplazarse entre los tres reinos. Los
muertos podían vagar por la tierra
como espíritus, o unirse a los dioses en
los cielos, mientras que los dioses esta-
ban presentes en la tierra en sus es-
tatuas de culto y desempeñaban un
papel importante en el duat. Los di-
funtos se enfrentaban al juicio de Osi-
ris y quienes superaban esta prueba
pasaban a tener una gozosa existencia
eterna en una reproducción de Egipto.

115
LA MUERTE Y EL MÁS ALLÁ
os egipcios planificaban su muerte con muchos años de antelación, de forma que pu-
C
L dieran disponer de todos los elementos necesarios para asegurarse un paso seguro a

«occidente» —la otra vida—. En un tiempo en el que la muerte podía acaecer en pocos

años y poca gente vivía más allá de la madurez no se dejaba nada al azar, y se preparaban

todo tipo de elaborados para el día en el que el alma dejara la tierra y emprendiera su via-

je hacia el duat. Si bien, por supuesto, se afligían por la muerte de los seres queridos, la

muerte no era considerada el fin de la existencia, sino simplemente el inicio de otra etapa.

Los egipcios creían que cada persona estaba hecha de un número de elementos separa-

dos: el nombre; el cuerpo y el corazón; la sombra o shuwt; el ka y el ba.

Al morir, la persona dejaba de estar confinada en el cuerpo físico y podía

existir como un espíritu invisible que contenía dos entidades separadas: el

ka y el ba. El ka, traducido a menudo como «alma» era la fuerza vital de

la persona, creada con ésta en el nacimiento y mantenida durante la vida

en este mundo y en el más allá. El ka se sustentaba con la comida y la be-

bida, y de noche residía en el cadáver o «estatua ka» (a la izquierda).

El ba, o «espíritu», constituía la personalidad esencial del difunto.

Como el ka, era mantenido con ofrendas de comida y bebida y tenía que

retomar a la momia cada noche, pero a diferencia del ka, que estaba limi-

tado a este mundo, el ba podía desplazarse —era éste el que hacía el arries-

gado viaje por el inframundo—. Representado como un pájaro con la ca-

beza del difunto, podía revolotear entre el mundo de los dioses, de los

humanos y de los muertos, y podía cambiar de forma a voluntad para evi-

Esta talla de madera mide 1,70 m y representa el ka del rey Auibra Hor de la XIII dinastía
(que reinó hacia 1730 a. de C.). Los brazos que hay sobre su cabeza, abiertos a modo de
abrazo protector, representaban el jeroglífico que simbolizaba el ka. bnágenes como ésta
se realizaban como hogar para el ka por si la momia del difunto era destruida.

116 El viaje del alma


tar algún peligro. Cuando el ba había superado los obstáculos del inframundo estaba pre-
parado para reunirse con el ka y transformar al difunto en un akh, o espíritu transfigurado.
Tanto el ba como el ka necesitaban el refugio del cuerpo físico. Esto llevó al desarrollo
de la momificación como medio de conservar la apariencia de vida en el cuerpo, esencial
si tenía que ser reconocida por su ka y ba (véase página 119). Una vez el cuerpo había sido
momificado tenía lugar el funeral. La historia de Sinubé describe «la funda de oro de la
momia, su cabeza de lapislázuli» en una carroza fúnebre tirada por bueyes, con cantantes
caminando detrás y bailarines actuando en la tumba. La procesión era liderada por sacer-
dotes y acompañada por los familiares, amigos y sirvientes que cargaban con los bienes y
pertenencias del difunto. Los ricos contrataban plañideros profesionales. Cuando llegaba
a su morada final, el sarcófago era recibido por bailarines muu, enigmáticas figuras mas-

TEXTOS PARA LOS MUERTOS

Pocos egipcios acomodados correrían el riesgo de ser ente-


rrados sin una «guía» para superar los peligros del infra-
mundo. Inscritas en nueve pu-ámides de finales del Imperio
antiguo, las ochocientas fórmulas de Los textos de las pirá-
mides —el grupo más antiguo del mundo de textos religio-
sos— pretendían proteger al rey en su viaje. Luego fueron
adaptadas e inscritas en los sarcófagos (a la derecha). Estos
Textos de los sarcófagos incluían más de 1.000 fórmulas y
otorgaban importancia al inframundo de Osiris. En el Im-
perio nuevo muchos de Los textos de los sarcófagos fueron
incorporados a El libro de los muertos, que contiene unos
doscientos capítulos. Este libro, generalmente escrito en pa-
piro y colocado dentro del sarcófago, incluye un capítulo
sobre el juicio ante Osiris, una escena que aparece a menu-
do ilustrada (véase páginas 124-129).

La muerte v el más allá 117


Escena pintada de un funeral (hacia

1350 a. de C.) de la tumba tebana del

visir Ramosis. En la imagen se ve a un

grupo de plañideras profesionales y a sus

jóvenes aprendices, muchachas

contratadas para actuar dinante los ritos


funerarios de Ramosis. Las plañideras

se echaban polvo sobre la cabeza y se

daban tirones en los cabellos.

culinas que realizaban una dan-


za ritual que representaba el mo-
mento solemne en el que el di-
funto cruzaba el umbral

y el de los muertos.
A continuación, el sarcófago era colocado en vertical ante la tumba. Sujetado por un
sacerdote enmascarado que representaba a Anubis, dios del embalsamamiento, era puri-
ficado con aceites e incienso. Luego, un sacerdote lector leía en voz alta unos encanta-
mientos, mientras el heredero del difunto o el sacerdote sem (un sacerdote funerario vin-
culado a Ptah) llevaba a cabo la ceremonia de «apertura de la boca». La boca, los ojos, los
oídos y la nariz del difunto eran abiertos simbólicamente, como rito destinado a desper-
tar los sentidos y permitir que el difunto absorbiera las ofrendas que se le presentaban.

Con el espíritu reactivado y los sentidos preparados, el difunto era finalmente tumba-
do para que descansara en la tumba, rodeado por todos los bienes funerarios que pudie-
ra costearse, desde unas pocas vasijas de loza con comida y bebida para la mayoría, has-
ta grandes tesoros de oro de los más acomodados. Los bienes funerarios incluían figurillas
del difunto llamadas shabtis, que realizarían el trabajo por él en la otra vida.

Para la mayoría de la gente, una tumba era poco más que un hueco en la arena. En
cambio, las tumbas de los ricos, a menudo excavadas en roca sólida, eran profusamente
decoradas y estaban muy elaboradas. La tumba era «la casa de la muerte para toda la
MOMIFICACIÓN

Igual que el espíritu de un dios vivía en su estatua, el es- antes de ser lavado y ungido con aceites. El procedimien-
píritu del difunto residía en su momia, que era conside- to era similar al utilizado con Jas estatuas de culto de los
rada una entidad sagrada. El proceso de embalsama- dioses, y pretendía proporcionar al cuerpo todos los po-
miento también era sagrado, ya que se trataba de una deres protectores de los dioses así como «juntar las extre-
reactivación de la momificación de Osiris (véase pági- midades, unir los huesos y componer la carne». Los acei-
na 60). Cada fase del procedimiento, que duraba 70 tes también eran útiles para repeler fuerzas perjudiciales,
días, iba acompañada de encantamientos rituales para y, de hecho, proporcionaban una capa protectora contra
crear un recipiente perfecto para el alma. La las bacterias responsables de la descomposición.
momificación era llevada a cabo en Para poder realizar el paso a la otra
el «lugar de embalsamado» o vida, el difunto tenía que estar
«casa de purificación» (per puro, limpio, ungido y vestido
wabet), que tenía que ser con lino fresco. Posiblemente se
pura ritualmente y protegi- utilizaban más de 375 m- de tela
da de las fuerzas malignas para envolver la momia. Amu-
mientras el difunto yacía letos protectores, incluidos los
vulnerable e inanimado en ojos wedjat de Horus, los pila-
la mesa de embalsamamien- res djed de Osiris, y los nudos
to. Los egipcios también eran tyet de Isis, eran colocados en
muy conscientes de las amena- puntos específicos entre las capas
zas que acechaban al cadáver: de la envoltura, para ofrecerle la
un capítulo de El Libro de los máxima protección. El amuleto
Muertos lleva el título de «Fór- más importante era el escarabajo
mula para repeler escarabajos». que se colocaba sobre el corazón que
Para evitar la putrefacción se retira- era la base del intelecto. Luego la mo-
ban los órganos internos y se momificaban mia era colocada horizontalmente en su
por separado. Sin embargo, el corazón siempre se deja- sarcófago de madera, que se pintaba con textos y
ba en el cuerpo, porque creían que era la base de cualquier divinidades protectoras, o se doraba y se colocaban in-
emoción y sabiduría, y que era imprescindible para el bie- crustaciones de metales y piedr as preciosos si el propie-
nestar constante del fallecido. El cuerpo era secado man- tario podía permitírselo. Entonces ya estaba todo prepa-
teniéndolo durante 40 días enterrado en sales de natrón rado para los ritos, que reactivarían el ka del difunto.

La muerte v el más allá 119


vida», y era en ella, dentro del templo o de la capilla funeraria asociada, donde el difunto

sería venerado por los vivos. Además, la tumba era el punto de partida para el largo viaje

a través del iníramundo hacia la otra vida. Si bien el término inframundo sugiere un lugar

que queda por debajo de la tierra, el duat era descrito como un espacio situado en los cie-

los. La mayoría de las fuentes coinciden en que el duat era un lugar sin luz. Sin embargo,

una parte era iluminada todas las noches por el dios sol, que pasaba por ella en su viaje

entre los horizontes del oeste y del este. Para alcanzar la otra vida y para que ésta fuera

agradable, el difunto tenía que superar los mismos lugares arriesgados que el sol en su via-

je nocturno a través de las doce horas de la noche. Cada hora era una región o caverna se-

parada, con nombres como «aguas profundas» o «ciudad del recuento de cadáveres».

Cada caverna tenía una entrada, protegida por diferentes semidioses, demonios, serpien-

CRIATURAS DEL INFRAMUNDO

Muchas divinidades de Egipto tenían un duat cita a las poderosas divinidades que mora-
aspecto funerario además de sus fun- ban en las doce regiones del inframundo y ayu-
ciones en los dominios terrenales y ce- daban a Ra en su Jucha contra sus enemigos. En-
lestiales. Sin embargo, algunas existían tre ellas encontramos al «abridor de los cráneos
sólo en el duat. Muchas eran jue- de los enemigos de Ra», al «que repele a la ser-
ces de los muertos (véase pági- piente», al «rebanador de almas» y al «que de-
nas 124-129), otras eran guar- capita rebeldes». El libro de las puertas enumera
dianes de las cavernas y de las serpientes que guardaban las puertas de cada
las puertas del inframun- región, entre las que se hallaban «La picadora»,
do. El libro de am- «La llameante» y «La de aguas residuales». El
difunto tenía que conocer todos sus nombres
para poder pasar. El inframundo era, además, la
casa de fuerzas aterradoras y malignas que se ha-
cían con las almas desprevenidas mediante el uso
de redes y arpones.

120 El viaje del alma


Parte de El libro de los muertos del escriba Ara (hacia 1250 a. de C.), que ilustraba el capítulo 110 (a la
izquierda) en el que llevaba a cabo labores agrícolas, recogiendo la cosecha y utilizando bueyes para enterrar
las semillas y arar la tierra. También adoraba al halcón del oeste, la garza de la abundancia y a tres reyes de la
Enéada. En el capítulo 148 (a la derecha), Ani venera a Ra, las siete vacas celestiales y el toro de los cielos.

res o diosas de las horas. Con el fin de pasar por ellas de camino al renacimiento, era esen-

cial que los espíritus de los muertos fueran capaces de pronunciar los nombres de estos

guardianes para neutralizar sus poderes. Tras la negociación en la última caverna, sólo

quedaba una prueba final: el juicio ante Osiris (véase páginas 124-129).

En su arriesgado y aterrador viaje por el duat, el difunto podía aprovecharse de la pre-

sencia de sus protectores divinos, el principal de los cuales era el dios sol creador, cuya

energía infundía vida y sustento. No obstante, era Osiris quien gobernaba a los muertos.

Como Jentamentiu («El primero de los occidentales»), fue el primer ser que experimentó

la muerte, y por ello entró en la tierra de los muertos, donde representaba la salvación

para quienes morían y quien daba esperanza eterna a los vivos. Osiris, con Isis y Horus,

proporcionaba la máxima protección a los muertos. Isis, Neftis, Neit y Selket eran res-

ponsables de la seguridad de las visceras del difunto, junto a cuatro divinidades conocidas

como Hijos de Horus. Nut desempeñaba además un papel clave en la protección del di-

funto, al igual que Hathor, que emergía de las colinas tebanas para recibirlo.

La muerte v el más allá 121


UNA OFRENDA PARA NEFERHOTEP

En una tierra conocida por sus grandiosos edificios funerarios, algunos de los monumen-
tos más conmovedores eran las sencillas estelas de piedra que recordaban a los egipcios
del pueblo. Una fue erigida por el amigo de un cantante llamado Neferhotep, que según
parece no tenía familia y era representado con cariño como un personaje increíblemente
gordo que se dirige a una bien provista mesa de ofrendas. La emotiva dedicatoria se ini-
cia con una fórmula estándar de ofrendas en beneficio del rey, y finaliza con algo que es
inusual en el arte egipcio: la firma del artesano que elaboró la estela.

«Una ofrenda que el rey hace


a Osiris, señor de Abydos,

y a Horus, hijo de Isis,


que pueden hacer ofrendas de pan, cerveza,
carne de ternera y aves,

vasijas de alabastro y lino


y cualquier bien y elemento puro
para el ka del cantante Neferhotep,
de voz verdadera [sin pecado |,

procedente del hogar de Henu.


Su querido amigo, el portador de piedra Nebsumenu,

ha mandado hacer esto por él.

¡Ay!
¡Sed amables con él!
El grabador Sonebau, hijo de Rcnsoneb».

123
EN LA SALA DEL JUICIO
espués del viaje a través del inframundo, el difunto tenía un reto más antes de llegar
D a su otra vida: el juicio de Osiris. El libro de las puertas sitúa la sala de Osiris detrás
de la quinta puerta del inframundo. Aquí, Osiris aparecía en el trono igual que el faraón en
la tierra, sosteniendo su mayal y su bastón real, símbolos de su poder. Con frecuencia el
dios estaba acompañado de sus hermanas, Isis y Neftis, y en ocasiones por dos figuras idén-
ticas de la diosa Maat para subrayar que esta cámara del juicio —también conocida como
la sala de las Dos Verdades— era la sede de la verdad, la justicia y el orden. Osiris presidía
un tribunal de 42 dioses conocidos como los asesores o jueces de los muertos que tenían
nombres prohibidos como «devorador de sombras», «ojo despiadado» y «picudo».

Después de ser conducido a la sala por el dios Anubis, el difunto se ponía de pie ante Osi-
ris y los asesores para pronunciar las «confesiones negativas» en El libro de los muertos. Esto
quiere decir que recitaba, uno a uno, la larga lista de pecados que el difunto negaba haber
cometido (véase páginas 127-129). La veracidad de la confesión era confirmada por el peso
en la balanza del corazón del difunto en comparación con la hoja de Maat en una alta ba-
lanza que había en el centro de la gran sala. Uno de los objetivos del amuleto de escarabajo
colocado sobre el corazón durante la momificación (véase página 119) era asegurarse de que
decía la verdad ante Osiris. El amuleto portaba algunas palabras de El libro de los muertos,
que se iniciaban de la siguiente manera: «¡Oh, corazón, que obtuve de mi madre, no te pon-
gas en mi contra, no actúes como testigo en mi contra, no te opongas a mí en el tribunal!».

Cuando Anubis comprobaba las balanzas y Tot se mantenía al lado para registrar el re-
sultado, el difunto esperaba el veredicto. Si había dicho la verdad y había llevado una vida li-
bre de pecado, el corazón y el fiel de la balanza estarían en perfecto equilibrio y el tribunal de-
clararía: «es de voz verdadera». Este momento le aseguraba una feliz inmortalidad,
representada con las manos levantadas en señal de júbilo y alivio.

Por último, el difunto era conducido por Horus hasta el trono de Osiris y exhortado a
«quitarse la máscara y deshacerse del envoltorio». Entonces, él o ella entraba en la otra

124 El viaje del alma


vida como un espíritu (akb) encendido, transfigurado, que se hallaba ante el dios sol y dis-

frutaba de su poder, habiéndose convertido ya en un «espíritu apto de Ra» libre de impe-

dimentos terrenales.

Un destino diferente esperaba a c]iiienes no conseguían superar la prueba de la verdad.

Los egipcios eran advertidos de que «los malhechores no contemplarían la cara de dios»,

y los corazones llenos de pecado que inclinasen la balanza serían lanzados al instante ante

un monstruo llamado Ammur «devorador», (véase ilustración de la página 135), que per-

manecía junto a la balanza; se trataba de una criatura con cabeza de cocodrilo, cuerpo de

león y patas traseras de hipopótamo. Ammut se comería el corazón y, al hacerlo, conde-

naría al desafortunado pecador a ser olvidado eternamente.

Esta ilustración de El libro de los muertos muestra la ceremonia del peso del corazón de Turiu, un sacerdote
tebano de la XXI dinastía. Anubis comprueba la balanza de Maat (en el centro), que está en perfecto
equilibrio, mientras el difunto levanta las manos, complacido. Tor observa para hacer un registro del veredicto.
LA CONFESION ANTE OSIRIS
El capítulo 125 de El libro de los muertos contiene instrucciones para que el difunto
supiera qué decir «en la sala de las Dos Verdades» al estar en presencia de Osiris. Ten-
dría que recitar la «confesión negativa» a fin de demostrar que estaba completamen-
te libre de pecado («de voz verdadera») y, por tanto, capacitado para entrar en la otra
vida como un espíritu bendecido y «ver la cara a todos los dioses». El siguiente texto
es un fragmento del capítulo:

«No he cometido daños contra las personas,


no he maltratado el ganado,

no he pecado en el recinto de la verdad [templo o necrópolis],


no he sabido lo que no debía saber,
no he hecho daño a nadie,

no he exigido nada que no fuera mi derecho,


no he blasfemado contra ningún dios,

no he robado al pobre,
no he hecho lo que los dioses aborrecen,
no he difamado a un sirviente ante su superior,
no he causado dolor,

no he hecho llorar a nadie,


no he matado ni ordenado a nadie matar,
no he provocado sufrimiento,
no he dañado las ofrendas del templo,
no he robado pan a tos dioses,

no he robado pan a los difuntos,


no he cometido adulterio ni me he deshonrado a mí mismo,
no he falsificado ias medidas,
no he robado leche de ia boca de ningún niño,
no he retirado ganado de sus pastos,
no he extinguido ningún fuego necesario,
no he olvidado el momento de la ofrenda de carne,
no he frenado el avance del ganado de los dioses,
no he detenido ninguna procesión de los dioses.

¡Soy puro! ¡Soy puro! ¡Soy puro! ¡Soy puro!


¡Soy puro como la gran garza de Hnes [Herakleópolis Magna]!
Ningún daño puede ocurrirme
en esta sala de las Dos Verdades,
pues conozco los nombres de todos los dioses que en ella hay,
todos los seguidores del gran dios [Osirisj:

128 El viaje del alma


¡oh, caminador de amplias zancadas de Heliópolis, no he hecho
ningún mal!
¡oh, abrazador de las llamas de Jeraha, no he cometido ningún atraco!

¡oh, picudo de Khnum, no soy culpable de gula!

¡oh, devorador de sombras de la caverna, no soy culpable de robo!


¡oh, aterrador rostro de Rostauy, no soy culpable de asesinato!
¡oh, destrozador de Hy, no soy culpable de pecado!
¡oh, bastet del santuario, no soy culpable de despreciar!
¡oh, cara hacia atrás del pozo, no soy culpable de

homosexualidad!...

¡Os saludo, dioses!


Os conozco y conozco vuestros nombres,
no caeré por temor a vosotros,
¡110 podéis acusarme de ningún delito!».

ák Jüú iSk Sk ák & Jk ák &i&¡Q¿tík J1 Ik (V, afc -Q_ ¿O; ¡A-; ¡fl-. La confesión ante Osiris 129
MUERTOS Y VIVOS
n Egipto, nunca se consideraba que los muertos estuvieran lejos, eran consultados

E regularmente por los vivos en diferentes ocasiones. La gente se acercaba a sus fami-

liares difuntos para pedirles ayuda y consejo sobre cuestiones personales y domésticas, tal

como hacían mientras vivían, y también podían recurrir a personajes conocidos y sabios

del pasado, entre los que había monarcas como Amenofis I y oficiales como Inhotep y

Amenhotep hijo de Hapu, cuya reputación como personas inteligentes era tan grande que

habían sido divinizados tras la muerte. Los vivos podían dirigirse a los muertos directa-

mente mediante plegarias cuando visitaban sus tumbas con ofrendas.

UN LAMENTO POR ISENKHEBE

Los egipcios se preocupaban mu soy sólo una niña, me alcanzó


cho por el bienestar de los ni- el daño siendo pequeña. Se
ños, por lo que empleaban nu- me arrancó demasiado pronto la
merosos amuletos y fórmulas
para proteger a bebés y niños.
Wc • -i
vida, se me arrebató mi hogar
cuando era muy joven. La aterra-

i
No obstante, era bastante ha- s . SF \ i dora oscuridad me engulló mien-
bitual que un niño muriera, tras aún me alimentaba del pecho.
\í ^
aunque constituía un hecho
í Ir ' -Vf \ Los demonios aquí lo alejan todo-
particularmente triste. En pero yo soy demasiado joven para
m
Sais, en el delta, ima madre estar sola. Me alegra ver gente y
y un padre erigieron una mi corazón ama la alegría. Oh.
inscripción en memoria de su hi- señor de la eternidad, al que acu-
^»»i^l^Mlirít. -
jita Isenkhebe, en la que se narra do- :iüf—_ 'tCTi -rfc' TOT'- «•> 3- de la gente, dame pan, leche, in-
lorosamente la tristeza por la pérdida
f T
© cienso y agua de tu altar. ¡Soy una
de una criatura tan joven: « Aunque joven niña sin pecado!».

130 El viaje del alma


Esta obra de arte procede de un recipiente de loza para ofrendas, en el
que se observa una «carra» a un familiar muerto. Se trata de uno de
los veinticinco aproximadamente que se han descubierto. El
destinatario aparece representado en el centro del plato que
debió llenarse de comida para la tumba del difunto.

Los muertos eran considerados poseedores de 1 t


poder mágico (heka), y sus tumbas eran lugares
de una gran potencia mágica, que podía ser apro-
tf p
vechada en beneficio de los vivos. Así mismo, era
posible entrar en contacto con los difuntos a través cíe
las habilidades de las videntes locales, o ta rekbet («mujeres
sabias») —mujeres que se creía que poseían los poderes intuitivos
necesarios para comunicarse con las fuerzas ocultas.

Las peticiones de ayuda también podían adoptar la forma de cartas al difunto escritas
sobre papiro, lino o en los recipientes para la comida. El contenido solía hacer referencia
a aspectos prácticos, como voluntades polémicas o peticiones que se hacían al ausente
para que intercediera ante los dioses. Después de tener repetidamente un sueño en el que
se le decía que era responsable de la muerte de un sirviente, un sacerdote de la X dinastía
llamado Seni dejó una carta en la tumba de su difunto padre Meru, en la que le solicitaba
que diera fe de su inocencia a los dioses.
Se recurría a ellos en petición de ayuda para concebir hijos, y dichas solicitudes se es-
cribían en las figurillas de la fertilidad. Una pareja griega, León y Lysandra, dejaron un
texto de agradecimiento para Ainenhotep hijo de Hapu —unos 1.200 años después de la
muerte de éste— dándole las gracias por el nacimiento de su hijo. Muchos mensajes pedían
curación para enfermedades. En la X dinastía, un hombre enfermo llamado Merirtifi es-
cribió una carta a su difunta esposa Nebitef que empezaba en un tono familiar: «¿Cómo
estás? ;Te cuidan bien en Occidente?» A continuación, le pedía «ahuyenta esta enferme-
dad de mis extremidades». Así mismo, existían emotivas cartas que expresaban la pena de
algunas personas que preguntaban a los difuntos por qué se habían ido.

OíiÑ¿ -fk t-94 Q> wQ


i ,Q, .O, ¿k tQ\JO; J0-: <Q>-. •Q', CV. tQ. ,-Q V. Muertos y vivos 131
I r T X I T T T t i f T T T f r f r f
1
m
m

Parte de El libro de los muertos de la reina Nodjmet (hacia 1070 a. de C.), con la difunta sentada junto a su
esposo Henhor ante una mesa de ofrendas bien provista, en presencia de los dioses y de un sacerdote oficiante.
Tras ellos, aporrando sustento para la difunta aparece el toro de los cielos y cuatro vacas celestiales.

Estas cartas revelan que los benditos difuntos no siempre eran benévolos. Algunos re-
gresaban para molestar a quienes habían mancillado su recuerdo. Estas contrariadas akhs
vagaban por los cementerios y podían incluso entrar en posesión del cuerpo de una per-
sona y provocarle ima enfermedad. En la XII dinastía, una mujer llamada Dedi escribió a
su marido difunto: «Nuestra sirvienta Imiu está enferma. ¿Por qué no luchas contra quien
le hace daño? Si no nos ayudas, nuestro hogar se vendrá abajo».

Peores que las molestas akhs eran los espíritus malignos (mut); muertos cuyas vidas ha-
bían sido infelices o que habían tenido un final violento o prematuro. Algunos habían «fa-
llecido una segunda vez» al fracasar en la prueba de la verdad ante Osiris (véase páginas
124-125), y se dedicaban a traumatizar a los vivos antes de que sus almas fueran aniqui-
ladas. Estos espíritus hostiles vagaban por la tierra para atacar a los vivos. Solían hacerlo
de noche cuando las víctimas dormían y eran vulnerables, y se presentaban como pesadi-
llas, enfermedades y muerte, la gente se defendía con amuletos e invocaciones a los dioses.

Las inscripciones de las tumbas incluyen a veces maldiciones en las que el propietario
amenaza con utilizar su poder como akh para castigar a los intrusos, como en el siguien-
te ejemplo de la nimba de un sacerdote lector del Imperio antiguo, llamado Anjmahor, en

132 El viaje del alma


EL FANTASMA DEL REY

Un texto llamado Instrucciones del rey Anienemhat mi guardia atacándome. ¡Si hubiera sido lo suficiente-
describe cómo, tras su asesinato por sus guardaespal- mente rápido como para tomar mis armas habría ahu-
das, el fantasma del faraón Amenemhat I (que reinó ha- yentado a los cobardes inmediatamente! Pero nadie es
cia 1939-1.909 a. de C.), del Imperio medio, regresó poderoso durante la noche, y nadie puede aguantar
para advertir a su hijo y sucesor Sesostris I que tuviera solo sin tener ayuda a su lado. Y todo esto sucedió
cuidado con los traidores cuando yo no te tenía, antes
que había entre los suyos. de que la corte supiera que
Este texto se halla en nume- yo te lo iba a entregar todo
rosas copias fragmentarias a ti, antes de que yo fuera
del Imperio nuevo, escrito capaz de sentarme contigo y
en papiro, tablillas de made- contarte mis planes. ¡Pero
ra y de loza. yo no estaba preparado

«Escucha bien lo que ten- para esto, no había previsto

go que contarte», dice el la traición de mis sirvien-

fantasma, «debes gobernar tes!».

y reinar bien, y aumentar el Por último, el fantasma


bienestar». Prosigue con real se despide: «¡Sesostris,
una advertencia al joven rey hijo mío! Ahora debo dejar-
contra «todo el mundo, ya te y regresar. Pero siempre
que pueden idear un com- estarás en mi corazón y con
plot oculto», y le aconseja mis ojos siempre te estaré
que no «confíe en nadie, ni viendo. ¡Hijo de mi vida!
siquiera en un hermano o en He establecido un principio
un amigo; no intimes con nadie, no vale la pena». y deseo planificar el futuro, ofreciéndote el contenido
A continuación viene un registro con las palabras del de mi corazón. Te pareces a mí: lleva la corona blanca
propio rey y de cómo fue asesinado: «Ocurrió después de tu divino padre. Todo está como debiera estar».
de cenar, al llegar la noche, mientras estando cansado Antes de regresar a los cielos para «viajar en la bar-
descansaba en mi cama durante un rato. Cuando el ca de Ra», el difunto faraón daba un último consejo:
sueño entró en mi corazón las armas de mi protección «Lucha por obtener toda la sabiduría que contiene el
se volvieron contra mí. Me desperté luchando al ver a corazón, porque siempre la necesitarás a tu lado».

Muertos y vivos 133


Escena del interior del sarcófago del sacerdote

Ankhefenlchonsu en Tebas, de la X X I I dinastía,

que muestra al difunto presentando espléndidas

ofrendas a Osiris. De las cartas al difunto y

otras inscripciones se desprende que un akh

podía interceder directamente ante los dioses.

Saqqara: «Soy un sacerdote lector ex-

celente, que conoce las fórmulas secre-

tas y toda la magia. ¡Pobre de aquél

que entre en mi tumba impuro...! ¡Lo

capturaré como a una oca [lo asfixia-

ré] y lo atemorizaré con la visión de

fantasmas en la tierra, para que tema a

un excelente akh\».

Los vivos tenían el deber de proporcionar sustento al ka de los fallecidos, junto con ple-

garias y ofrendas funerarias, «porque sin alimentos pasarán hambre y perecerán». En una

estela del Imperio medio del portador del sello real, llamado Nebanj, el cantante Tjeniaa

dice: «Estás firmemente sentado en tu asiento de eternidad [tumba], tu monumento eter-

no, que está provisto de ofrendas y comida y de todos los bienes».

Las tumbas reales solían permanecer ocultas para proteger sus apreciados contenidos y

por ello los reyes fallecidos eran honrados en unos templos funerarios separados (véase

páginas 90-91). No obstante, a las tumbas de la gente sencilla se podía acceder fácilmen-

te, y las familias presentaban ofrendas al difunto durante las visitas regulares que, a me-

nudo, hacían coincidir con los festivales religiosos. En la bella fiesta del Valle, en Tebas

(véase página 102), grandes multitudes de asistentes al festival aprovechaban para visitar

las tumbas de sus seres queridos y hacer ofrendas de comida y flores que distribuían por

los templos tebanos impregnados de esencia divina. El festival Wag de Osiris, que se cele-

braba todos los años en una noche ele mediados de agosto, era una especie de carnaval

egipcio en el que se hacían generosas ofrendas a los seres de la otra vida. Los difuntos tam-

] 34 El viaje del alma


bién eran animados a estar presentes en las fiestas públicas para beneficio de los vivos. Pa-

heri, un intendente de Nejen (el-Kab) durante el Imperio nuevo, declaraba en su tumba ^ ^ ^

que asistiría a todos los festivales después de su muerte, «vestido con las más finas telas,

como si lo vistieran los dioses, y ungido con el más puro aceite».

Los ricos contrataban a sacerdotes ka para que les proporcionaran regularmente pro-

visiones de ofrendas (kaw) tras su fallecimiento y para recitar todas las oraciones necesa-

rias. De esta forma, el culto funerario tanto de reyes como de plebeyos podía durar siglos.

Sin embargo, aun cuando sus nombres eran finalmente olvidados, los egipcios creían que

las ofrendas enterradas con el difunto y representadas en las paredes de su tumba le man-

tendrían durante toda la eternidad.

HACIA LO DESCONOCIDO

A pesar del optimismo general acerca de la muerte, mu- vas! ! ... ¡Porque nadie que se marcha regresa!» La letra
chos egipcios tenían dudas sobre qué vendría después. de esta canción circuló durante siglos, pero esta actitud
Todo un cuerpo de «literatura pesimista» refleja este es- hedonista estaba a veces mal vista. La vena escéptica de
cepticismo ocasional. En una canción de la XI dinastía, los egipcios se reforzó durante el gobierno de griegos y
las inseguridades acerca de la muerte provocan un esrilo romanos, para quienes la muerte era una divinidad som-
de vida despreocupado: «;Qué ha pasado con ellos [los bría que llevaba al difunto hasta un inhóspito inframlin-
muertos]?... ¡Ninguno ha do. En una estela del siglo I a.
regresado de allí para descri- de C. la tierra de los muertos
birlo / para hablarnos de sus aparece como un lugar en el
necesidades / y apaciguar que los muertos «duermen
nuestros corazones / hasta como momias, incluso cuan-
que vayamos a donde han do caminan», mientras «to-
ido! / Por tanto, ¡sé feliz! / dos a los que [la muerte] lla-
¡Olvida tus problemas/y si- ma, acuden enseguida, con
gue a Ui corazón mientras vi- temor en el corazón».

Muertos y vivos 135


GLOSARIO

í\kb. Espíritu bendecido transfigurado Imperio nuevo. Tercer y mayor flore- relativa inestabilidad política y una
de una persona fallecida, resultante de cimiento de la civilización egipcia, disgregación nacional.
la combinación defezy ba. que abarca de la XVIII a la XX di- Periodo tardío. Ültimo periodo en el
Atef. Corona con plumas portada por nastía (hacia 1539-1075). que Egipto tuvo reyes nativos (664-
el rey en determinadas ceremonias Jeroglífico. Sistema de escritura egip- 332 a. de C., interrumpido por dos
rituales. cia, en el que por medio de dibujos o periodos de gobierno persa, 525-
Alen. Disco o esfera solar, manifesta- símbolos se representaban sonidos, 405 a. de C y 343-332 a. de C).
ción visible del dios sol. Fue venera- conceptos u objetos. Eran utilizados Periodo tolemaico. Periodo de gobier-
do como dios de pleno derecho (el principalmente en las inscripciones no (310-30 a. de C.) correspondien-
aten) en los reinados de Amenofis 1U de los templos y de las tumbas; se te a la dinastía griega fundada por
y de su hijo Akhenatón. desarrollaron unas formas abrevia- Tolomeo I; en ella se incluye a vece?
Ba. Espíritu del difunto, que constiru- das (hierática y demótica) para ser los reinados de Alejandro Magno.
ve su personalidad esencial. utilizadas en papiros o piel. Felipe m y Meandro IV (332-310 a.
Era ramésida. XIX y XX dinastías, que Ka. Fuerza vital o energía de una per- de C).
incluyen los reinados de Ramsés I sona. Pilar djed. Símbolo de estabilidad, del
a Ramsés XI (aproximadamente, Libro de los Muertos, El. Textos fune- que suele afirmarse que represenra
años 1292-1075 a. de C.). rarios escritos en papiro, compues- la columna vertebral del dios Osiris.
Estela. Pieza lisa de piedra o madera tos por unas doscientas «fórmulas» Templo funerario o mortuorio. Tem-
que contiene una inscripción, un re- para garantizar un funeral adecuado plo erigido para la adoración de un
lieve o ambas cosas. Las estelas so- y el paso a la otra vida. reyfallecidoy divinizado.
lían erigirse en memoria de los di- Loza. Barro fino, cocido y barnizado, Textos de las pirámides, Los. Textos
funtos. normalmente de color azul brillante. funerarios pintados e inscritos den-
Faraón. Rey de Egipto, término gnego Maat. «Verdad», «orden»; principio tro de una gran cantidad de pirámi-
derivado del egipcio per-aa («gran cósmico venerado en la figura de la des del Imperio antiguo, compues-
casa»), que se aplicaba originaria- diosa Maat (véase página 19). tos por ochocientas fórmulas para
mente ai palacio real, pero que a Natrón. Compuesto salino natural garantizar al rey un funeral adecua-
partir del Imperio nuevo se utilizó utilizado en la purificación ritual y do y un paso seguro a la otra vida.
para designar al rey. en el secado del cadáver durante la Textos de los sarcófagos, Los. Textos
Imperio antiguo. Primer gran floreci- momificación. funerarios pintados o inscritos en los
miento de la civilización egipcia, que Periodo intermedio. Término que se sarcófagos, compuestos por unas
abarca de la El a la VI dinastía (ha- da a cada uno de los periodos exis- mil fórmulas para garantizar un fu-
cia 2625-2130 a. de C.). tentes entre el Imperio antiguo y el neral adecuado y un paso seguro a la
Imperio medio. Segundo gran floreci- Imperio medio, el Imperio medio y otra vida.
miento de la civilización egipcia, que el Imperio nuevo, y el Imperio nuevo
abarca de la XI a la XIII dinastía y el periodo tardío. Los tres periodos Las referencias cruzadas a otros térmi-
(hacia 2081-1630 a. de G). intermedios se caracterizan por una nos del glosario aparecen en negrita.

136
LECTURAS COMPLEMENTARIAS

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ÍNDICE ANALÍTICO

A antepasados, culto a los, 96 casa de la vida, 107


abejas, 28, 36-37, 108 Anubis, 60, 77, 124-125 chacal, 77
Abydos, 93, 101 apertura de la boca, 18, 118 cobra, 37, 75, 80
Ahhotep, reina. 70 Apis, toro, 68, 76 Cocodnlópolis, 77
Aker, 29, 75 Apofis, (Apep), 17, 44-45, 47, 76 cocodrilos, 17, 32, 75-77
Akhenatón, faraón, 48, 49, 88-89 Astarte, 71-72, 81 Colosos de Memnón, 37, 91
akhs, 117, 125, 132, 134 astronomía, 38-41, 93, 101,107 comadronas divinas, 73, 79
alama (ka), 11, 108, 116-117 Aten (disco solar), 48-49 confesión ante Osiris, 124, 127-129
almas recibidas por Hathor, 69 Aten (dios), 24, 48-49 conocimientos de los jeroglíficos,
amarna, periodo, 24, véase también Atón, 10-11, 16-17, 1 9 , 2 6 , 4 4 , 4 8 104-106
Akhenatón Atón-Jepri, 46 contienda de Horus y Seth, 65, 66-
Amenemhat I, faraón, 133 — relación con, 10, véase también 67, 71-72
Amcnofis TI, faraón, 17 sol copto, lenguaje, 109
Amenofis III, faraón, 32, 37, 48, 70- atributos animales, 12, 32, 74-77 coronaciones, 103
71, 78, SO, 89-91, 103, 106, 108 Auibra Hor, rey, 116 creación, mitos de la, 6, 9, 58
Amenofis IV, faraón, véase -— de la burbuja cósmica, 23
Akhenatón B — de los dioses, 10-13, 14-18, 24-
Amenofis, hijo de Hapu, 96, 107 ba (espíritu), 116-117 26, 70-71
Ammut, 125,135 babuinos, 93, 104 — del género humano, 12. 21
Amón, 14, 15, 32, 35, 49, 72, 75, Bakhu, 29 — del montículo primigenio. 11, 15.
77 balanza, 7, 19 29, 44. 87, véase también Tatenen
— barca de, 103 Bastet, 70, 71, 74-75 — de los templos, 86
— centro de culto de, 87-89 Bat, 68 — del universo, 34, 44, 55-57
— festival de, 102-103 Bella fiesta del valle (Tebas), 102, 134 creación de Horus, 17, 60, 62
— función principal de, 52-53 Benu. pájaro, 45, 75 creación de textos, la, 107
— gran himno, 55-57 Bes, dios, 73, 112-113 cristiandad, 67, 63, 91
— suma sacerdotisa de, 95 bibliotecas, 106, 107,110 curación, 64, 131
amonestaciones de Tpmver, 99 Bubastis, 71, 74
Amón-Ra, 19, 51, 53, 78 buitre, 37, 72, 75 D
amuletos, 64, 73, 119, 124, 130, Buto, 37 danzas, 68, 83, 100-101, 103, 117
132
Amun Kematef, 76
Amunet, 15
c
calendario, 30, 40, 100
decoración funeraria, 28, 38, 63-64,
119
Dendera. 83, 90, 102, 106
Anat, 71-72, 81 cañaverales. 38, 40, 121 desierto (Desbret), 7, 34
ankh, 10, 4 8 , 9 7 , 1 0 6 , 108 caos, 7, 26-27, 34, 36, 40, 67, 76, dios con cabeza de carnero, 21, 31,
año nuevo, 31, 41, 100 79, 89 46, 53, 77

138
dios serpiente, 76 Geb, 11-12, 25-26, 29, 32,47, 58, -— disputa con Ser, 25, 65-67
diosas madre, 68-69, 72 65, 75 — hijo de Hathor, 68
dioses funerarios, 11S gobernadores del inframundo, 124 — hijo de Isis, 65-67
Dos Tierras, Las, 7, 34, 37, 108 Gran esfinge de Gizeh, 48 Hu, 45
dualidades, 7, 34-37 Gran himno a Antón, 55-57 huevo cósmico, 15, 25
duat, véase inframundo Gran himno a Khnum, 21
duelo, 118 Gran himno a Osiris, 59, 61, 62 I
ibis, 32, 75
E H impuestos, 95
Ebers, papiro médico, 113 halcón, 64, 75, véase también Horus inframundo (duat), 27. 29, 34, 36,
Edfú, 64, 86, 90, 101-102, 106, 110 Hapi, 30-31, 32 48, 120-121, 135
Elefantina, isla, 21,31 Hathor, 12, 32, 39, 64, 66, 68-69, — fuentes del Nílo, 31
el-Kab, véase Nejbet 73, 76, 90, 102, 112, 121 — funciones de Ra y Osiris, 46, 60
Enc-ada (nueve dioses), 9, 12, 18, — madre de Horus, 68 — la sala de Osiris, 124
104 — madre de reyes, 69 — tierras rojas, 38
enfermedad, 64, 131-132 — parrona de la música y de la — véase también muerte
escarabajos, 28, 46-47, 119, 124 danza, 83 inframundo de Osiris, 46, 47, 115
escribas, 104-106 Hathor-Sejmet, 12 Inhotep, 96
esfinges, 48, 89, 111 Hatmehyt, 76 Instrucciones del rey Amenembat, 133
Esna, templo, 17, 90, 94 Hatshepsut, 52, 78, 91 Instrucciones de Merikare, 105-106
espíritu (ba), 116-117 Hauhet, 15 Invotef IT, rey, 97
estaciones, 30-31, 39 Heh, 14-15 Isis, 62-63, 73, 75, 79, 91, 112-113,
Estela de la hambruna, 33 Heka, 45 121, 124
estrellas, 38-41,43 Hcket, 32, 73, 76, 79 — madre de Horus, 65-67
Heliópolis (Iunu), 9, 10-11, 24, 27, — madre del toro Apis, 68-69
F 37, 44,48, 70-71
fénix, 45 Hermes Tnsmegistus, 109 J
fertilidad, 59, 72, 131 Hermópolis (Khemu), 9, 14, 106 Jepri, 46, 47, 48
festival de Isis. 40, 100 Herodoto, 30, 74 jerarquía de sacerdotes, 80, 83, 97
festival de Opet, 102-103 Hervshaf, 77 jeroglíficos, 33, 37, 75, 104, 109
festival de Osiris, 40, 100 Hieracómpolis (Nejen), 64 jubileo real o sed, 97, 103
festival sed, 97, 103 himno del caníbal, el, 81 luicio a los muertos, 19, 60, 121,
festival dcSet, 40, 100 himno a Ra, 43 124-127
festival Wag de Osiris, 135 himnos, 55-57, 81, 94 juncia, 36. 37, 108
festivales, 100-103, 134-135 hipopótamos, 32, 66-67, 72-73 Júpiter, 41
festivales de Hathor, 102 historia de Sinuhé, La, 28. 117 justicia, 18, 68, véase también Maat
festivales de Horus, 40, 100-102 Horajry, 4S, 64
Horemajct, 48, 64 K
G Horemheb, rey, 104-105 ka (alma), 11, 108, 116-117
garza real, 32, 45, 75 Horus, 34, 36, 48, 63, 75, 121 Karnak, 15, 52-53, 72, 87-89, 94,
gatos, 44, 70-71, 74, 75 — decapitador de Isis, 65 103

índice analítico 139


Kaukct, 15 Menfis, 9, 16-17, 70, 76 Nun, 10, 14, 15, 34, 47
Kek, 14, 15 Mercurio, 41 Nut, 11-13, 25, 26-28, 34, 38-39,
Kemet, «campos negros» 7, 34 Meretseger, 76 47, 58, 67, 72,121
Keops, rey, 11, 43 Merikare, rey, 105
Khemu, véase Hermópolis Merneptah, faraón, 24 O
Khnum, 21, 31, 33, 73, 77 Mesjener, 73, 79 obeliscos, 89
Kom Ombo, 77 milano (ave de presa), 62, 63, 75 oca, 25, 32, 53, 75
Min, 77 Ogdoad (ocho dioses), 9, 14-15, 32,
L misterios de Osiris, 92, 101 52
Lamentaciones de Isis y Neftis, Las, momias, 28, 58, 60, 77, 116,119, Ojo de Horus, 64
63, 72 124 Ojo de Ra, 12-13, 24, 69, 71
Lavandera amarilla, 45 montículo primigenio, 11,15,44, orden, 27, 34, 67, 76, 79, 99, véase
lechos de Osiris, 59 87, véase también Tatenen también Maat
leones, 12, 13, 29, 69-71, 75, 77 Montu, 76 Orion, 40
Letópolis, 64 muerte y resurrección de Osiris, 5S- Osiris, 35-36, 40, 58, 76, 103
Libro de amdnat, El, 46, 105, 120 61, 119 — y el ciclo del Nilo, 31-32
Libro de ¡as cavernas. El, 46 mujeres. 95, 131, véase también parto — nacimiento de, 11-12, 25
Libro de los muertos. El, 14, 26, 35, música, 68, 83, 97, 100-101, 103, — muerte de, 58-60, 101
38, 60, 77, 93,105, 117, 119, 117 Oxyrrinco (pez), 76
121, 124, 125, 127-129 Mut, 52, 72
Libro de la noche, El, 39 Mutemonet, 96 P
Libro del paso por la eternidad, El, 96 pájaros, 74
Libro de las puertas, El, 46, 120,124 N papiro, 32, 37, 90
Libro de la tierra, El, 29 nacimiento de los niños, 32, 72-73, peces, 32, 76
Libros de Tot, Los, 106 76, 79, 108, 111-112 Philae, 63, 90-91
lista de reyes, 36 Naunet, 15 pilonos, 88-89
loto, 32, 37, 44 Neferhotep, 123 pirámide escalonada, 44, 96
Luxor, 80, 89, 103 Neftis, 58, 60, 63, 73, 75, 79, 121, pirámides, 10, 11,43-44, 117
124 Pive, rey, 97
M — festival de! aniversario de, 40, 97 planetas, 41
Maat, 19, 34, 68, 79, 97, 124-125 — nacimiento de, 12,25 plañideros, 118
magia, 110-113, 130-131 Nehebkau, 76 pluma, 19, 24
Mahaf, el barquero, 38 Neit, 17, 27, 65, 72, 121 Plutarco, 59
Manu, 29, 45 Nejbet, 37, 71, 72-73, 75, 79, 81, poderes de la muerte, 130-135
Marte, 41 90 Prah, 9, 16-18, 24, 70, 76
más allá de la vida, 19, 27, 38-39, Nekheb (el-Kab), 37, 72
60, 69, véase también Nekhen, véase Hieracómpolis R
intramundo Nilo. río, 7, 23, 30-33, 34, 41 Ra 35, 44-49,55, 75, 76
medicina, 70, 73, 112-113 Nodjmet, reina, 132 — creación del universo, 10-13, 24
Medinet Habu, 97 nombres, 79, 108, 112 — hijas, 68-73
Mehetweret, 32, 68 nombres y títulos reales, 79, 108 — nombre secreto, 112

140 Indice analítico


— padre de los reyes, 78-79 Sah, 40 Tebas, 37, 52-53, 55,102, 134
— plan para destruir la humanidad, 13 Sahure, rey, 72 Tefnut, 10-11. 24. 58, 70-71, 75
— relaciones con Atón, 10 Sais, 17 templos
Rameseo, LO 6 Saqqara, 44, 109 — de Abydos, 93
Ramsés ü, rey, 35-36, 78, S I , 91 Saturno, 41 — arquitectura, 8S-90
Ramsés III, rey, 90-91, 97, 109, 1 13 Sejmet, 12. 13,69-70,75, 113 — bibliotecas, 106-107
Ramsés VI, rey, 29 Selket, 113, 121 — casa de la vida, 107
Ramsés IX, rey, 94 Serabit el-Jadim, 90 — construcción, 87, 103
rana, 32, 73, 76 serpientes, 17, 44, 53 — decoración, 40, S7
Rawoser, 79 Sesostris I, rey, 133 — Dendera 83, 90, 102, 106
reino de la muerte, 38 Sesostris III, rey, 69, 103 — Edfú, 86, 90, 101-102, 106, 110
Renenutet, 76 Ser, 34, 41,47, 62 — Esna, 17, 90, 94
resurrección. 27 — contienda con Horus, 25, 65-67 — festivales, 100-103, 134-135
— de Osiris, 58-61, 63 — dios del caos, 36, 67 — Heliópolis, 9-11, 24. 37, 44, 48,
— simbolizada por el pez tilapia, 32 — nacimiento de, 12, 25, 67 70-71
resurrección de Osuis. 58-61 Seti I, rey, 38-39, SS — Hermópolis (Khemu), 9, 14, 106
reyes (faraones), 58, 63, 65, 67, 78- Setna Khaemwese, 110-111 — himnos. 94
83 Shabaka, piedra de, 16, 24 — Huwt-ka-Ptah. Menfis, 16
— ascenso al cielo, 24, 27-28, 38, Shabaka, rey, 16 — Karnak, 15, 52-53, 72, 87-89,
40, SI Shu, 10-11,13, 24-25, 47, 58, 70- 94, 103
— arriburos reales, 37, 97 71,75 — Luxor, SO, 89, 103
— coronación. 103 Sia, 45 — magia, 110
— danzas, 83 sicómoro, árbol, 26. 28 — Medinet Habu, 97
— encarnación de Horus, 65, 78 Sirio, 31,41 — ofrendas, 94-97, 99, 134
— intermedíanos ante los dioses. 7, sistrum, 97, 102-103 — Philae, 63, 90-91
36, 79, 102 Snefru, rey, 110 — procesiones, 86, 94, 100-103
— protección divina, 81 Sobek, 17,32,77 — Rameseo, 106
rituales, 111 Sopdet. 41 — ritual, SO, 86, 92, 94-97,107,
romanos, 63, 91 sol (dios sol) véase también sacerdotes
Rudeder, 78, 79 — aspectos del dios sol, 48 templos funerarios, véase templos
— aten 48 templos mortuorios, véase templos
S — ciclo solar, 35, 44-49, 120 véase teología menfira, 17, 24-25, 65
sacerdotes funerarios, 93 también Atón, Ra textos funerarios, 25, 35, 45, 52,
— sacerdotes tunerarios se«/, 18, — divinización como Aten, 48-49 59, 71-72, 90, 96-97, 117, 134
93,94 — Nut da a luz, 27 textos de las pirámides, 10, 60. 72.
— de las horas, 93, 101. 107 sueños, 111 105,117
— de ka, 135 — Amón, 52
— lectores, 93, 109-110 — ascenso de los reyes al cielo, 40
— dePtah. 18 T — himno del Caníbal, 81
— purificadores, 93 Tarenen, 11, 15, IS, 29,44, 87 — cocodrilos, 77
sacerdotisas, 95 Taueret, 32, 72-73, 112 — creación del universo, 26

índice analítico 141


— estrellas. 39 — palabras de Tot, 104, 109 Venus, 41
— función de Geb, 25 Triada tebana, 52 Vía Láctea, 40
— función de Nut, 27-28 Turankamón, rey, 37, 88, 108 viaje del alma, 116-121
— función de los reyes, 81 Tutmosis III, rey, 52, 81 vino, 68, 74, 102
— función de Shu, 24 Tutmosis IV, rey, 11 I
— planetas, 41 Tuya, 95 W
— resurrección de los reyes, 63 wedjat (ojo), 64
— reyes, 78 U Wepwawet «abridor de caminos
— tierras rojas, 38 Uadyet, 37, 76, 79, 81 77
tiempo, 35-36, 39 Unas, re}', 81 Westcar, papiro, 79. 110
tilapia, pez, 32, 76
Tiy, reina, 70, 71
Tot, 13, 14-15, 32, 64, 66, 70, 75,
V
vaca, 12, 15, 25, 28, 32, 39, 68-69,
z
zodíaco 39
106, 124,125 73, 76 Zoser, faraón, "33
— creación de, 18 Valle de los Reyes, 90
— jeroglíficos de, 104-106 veneración de la muerte, 96

142 índice analítico 142


CRÉDITOS DE LAS ILUSTRACIONES
F.l editor quiere agradecer a las siguientes per- rio. Museo Arqueológico, Nápoles/ AKG; amuleto. FJ Cairo/Jürgen Liepe, Berlín; pági-
sonas,rauesosy librerías fotográficas el per- página 20: El dios Khnum. Pintura mural na 49: Kunsrhistorisches Museum, Viena/-
miso concedido para reproducir el material del Nuevo Imperio. Bojan BeceJ i/Cor bis; pá- AKG; página 50: Las pirámides de Gizeh.
utilizado en esta obra. Hemos puesto todo el gina 22: Joel W. Rogers/Corbis; página 25: Larry Lee/Corbis; página 52: Avenida de es-
cuidado para que aparezca el nombre de Pintura mural del dios Shu separando a Geb finges con cabeza de carnero, Karnak. Ludo-
cada propietario del copyright; sin embargo, y Nut. Charles y Josette Lcnars/Corbis; pági- vic Maisant/Corbis; página 53: Werner For-
si por error, hubiéramos omitido algún nom- na 26: Aegyptisches Museum, Berlín/ AKG; man Archives; página 54: Estatuilla del dios
bre nos disculpamos por ello y, una vez reci- página 28: BM (EA 6705); página 29: Un de- Amón protegiendo a Tutankamón, XVIII
bida la información, procederíamos a corre- talle del capítulo 17 de El libro de los muer- Dinastía. Louvre, París/Hervé Lewandowski;
girlo en una futura edición. tos del escriba Ani, que muestra una represen- página 58: AA/Dagli Orti; página 60: Aegyp-
tación de Aker como un león sobre cuya tisches Museum, Berlín/ AKG/Erich Lessing;
Abreviaturas: espalda sale el soleada día. BM (EA10470/7); página 65: F.1 Cairo/AA/Dagli Orti; página 66:
AKG de Londres: AKG. página 30: Ei dios Hapi realiza ofrendas de AA/Dagli Orti; página 67: Horus y Set pre-
Art Archive de Londres: AA. alimentos sagrados que representan la gene- paran LUÍ lazo que simboliza la unión de los
Bntish Museum de Londres: BM. rosidad de Egipto. Una pintura en relieve del dos reinos: el Alto y el Bajo Egipto. Relieve
Museo Egipcio de F.l Cairo: El Cairo. templo de Ramsés II, Abydos. S. Purdy Matt- procedente del templo funerario de Sesostris I,
Robert Hardmg Picture Library: RHPL. hews/Stone, Londres; página 31 BM (EA el-Lislu. F.1 Cairo/AA/Dagli Orri; página 68:
37977); página 33: Estela de la hambruna, El Cairo/Jürgen Liepe, Berlín; página 69: El
Cubierta: Máscara funeraria de Tutank- Sehel Island, Aswan. Charles y Josette Le- Cairo/ AA/Dagli Orti; página 70: León de
hamón. El Cairo/Jürgen Liepe, Berlín; pági- nars/Corbis; pagina 35: Ramsés II, llevando granito rojo procedente del templo levantado
na 1: Sarcófago de madera pintada de LUÍ sa- la doble corona del Alto y Bajo Egipto, recibe por Amenofis III en Soleb, /Vita Nubia (Su-
cerdote de Tebas de la XXI dinastía. el aliento de vida del dios Amón. Louvre, Pa- dán). BM (EA2); página 71: El Cairo/AA/
Harrogate Museums and Arts, Royal Pump rís/Jacqueline Hvde/AA; página 36: Michael Dagli Orti; página 72: El Cairo/Jiirgen Liepe,
Room Museum, Harrogate; página 2: El via- Holford/BM; página 37: La máscara funera- Berlín; página 73: Losa grabada del periodo
je del sol (en el centro); una escena de El libro ria de oro de Tutankamón. El Cairo/Jürgen greco-romano mostrando a una mujer que
de las cavernas representada en la nimba de la Liepe, Berlín; página 40: AKG/BM; página 41: da a luz arrodillada sobre dos piezas de ado-
mujer faraón Tawosret (hacia 1188-1186 a. diosas del agua realizando ofrendas a las es- be. BM (EA61062); página 74: Figura de un
de C.). Francois Guenet/AKG; página 8: trellas. Un relieve en el templo de Ramsés II, gato del último periodo que representa a la
Nathan Benn/Corbis; página 10: AA; pági- Abydos. Roger Wood/Corbis; página 42: Re- diosa Bastet. Bronce con incrustaciones de
na 11: La gran pirámide de Keops, Gi- lieve pintado de la barca sagrada del dios sol oro y plata. BM (F.A64391); página 75: Lu-
zeh.Wliitc Star, Italia; página 14: Kunsthisto- (en el centro) de la tumba de Ramsés IX, oes- dovic Maisant/ Corbis; página 76: Louvre/-
risches Museum. Viena/AKG; página 15: El te de Tebas. AA/Dagh Orti; página 44: Philip AA/Dagli Orti; página 77: Pequeño cocodri-
dios Amón-Min. Una pintura sobre piedra ca- Craven/ RHPL, Londres; página 45: La bar- lo momificado. Periodo greco-romano. F.l
liza del templo funerario de Tuthmosis III, en ca del dios sol que está representado como el Cairo/Jürgen Liepe, Berlín; página 78: BM
el oeste de Tebas. Luxor Museum/AA/Dagli pájaro Benu. Pintura mural de la tumba de (EA30448); página 79: Pintura procedente
Orti; página 16: El Cairo/AKG; página 19: La Sennedjem, Deir el-Medma, Tebas, XIX Di- de la rumba de Tutmosis III. oeste de Tebas,
diosa Maat. Pintura mural del Nuevo Impe- nastía. AA/Dagli Orti; página 46: Escarabajo que muestra al rey amamantado por la diosa

143
Isis que aparece con la forma del árbol sicó- na 97: relieve de Sesostris I que forma parte probablemente una princesa. Imperio medio
moro. AA/Dagli Orti; página 80: El Cairo/- del grabado sobre el festival sed. Petrie Mu- (hacial900 a. de c.) BM (EA29770)/ AA/Da-
AA/Dagli Orri; página 81: Estatua del rey seum/University College, London; página 98: gli Orti; página 120: Demonio con cabeza de
Horemheb proregido por el dios Amón. Lu- Sirvientes realizando ofrendas al príncipe Ra- tortuga, débil mensajero de OsirLs, proceden-
xor Museum/Sylvain Granadam/RHPL; pá- hotep y a la princesa Nofret, en la tumba de te de una tumba real en el Valle de los Reyes.
gina 82: Relieve del periodo romano en el Rahotep, Meidum. IV dinastía. El Cairo/AA1 BM (EA50704); página 121: BM (EA10470)
templo de Hathor, Dendera, que muestra al Dagli Orti; página 101: El Cairo/Jürgen Lie- /AKG; página 122: Rijksmuseum, Leiden,
faraón (el emperador romano) realizando pe, Berlín; página 102: BM (EA36310); pági- Holanda; página 125: El Cairo/AA; pági-
una ofrenda a los dioses. AA/Dagli Orti; pá- na 103: La sagrada barca de Amón-Ra. Un na 126: Mientras observa la ceremonia del
gina 84: Puerta pilono de Medinet Habu. relieve del templo de Seti I. Devizes Museum, peso de su corazón, el fallecido, un hombre
Getty/Telegraph Colour Libran'; página 86: Inglaterra/AA/ Eileen Tweedv; página 104: llamado Hunefer (a la izquierda), es condu-
Schuster/RHPL; página 87: templo de Kar- BM (EA3S); página 105: Papiros del reinado cido ante Osiris por Horus. Detalle de El li-
nak. John Hannaíord/ John Warburton-Lee; de Tutmosis III. AA/Dagli Orti; página 107: bro de los muertos de Hunefer; XIX dinas-
página 88: Tutankamón y Ankhesenamun, Escriba sentado, V dinastía. Roger Wood/ tía (hacia .1290 a. de C.) BM (EA9901)/AA;
su esposa, representados en el respaldo del Corbis; página 108: El Cairo/AAVDagLi Orti; página 130: Túnica votiva con la imagen
trono. F.I Cairo/AA/Dagli Orti; página 89: página 110: Louvre/Hervé Lewandowski; de la diosa Hathor, quizá el vestido funera-
AA/Dagli Orti; página 90: R. Ashworth/ página 111: El libro de los sueños, un papiro rio de un niño. BM (EA43071); página 132:
RHPL; página 92: Figura de bronce de la de Deir el-Medina, oeste de Tebas. Reinado Escena de El libro de los muertos de Nedje-
XXI dinastía de un sacerdote orando. Lou- de Ramsés II. BM (EA10683); página 113: inet que muestra al difunto cuidando el
vre/AA; página 93: Kunsthistorisches Mu- Louvre/Bridgeman Art Library; página 114: ganado. Louvre/AA/ Eileen Tweedy; pá-
seum, Vienna/AKG/ Lessing; página 94: Robert Mertens/ Phoronica, Londres; pági- gina 134: El Cairo/AA/Dagli Orti; pági-
AA/Dagli Orti; página 95: Estatuilla de ma- na 116: El Cairo/Jiirgen Liepe, Berlín; pági- na 135: Detalle de El libro de los muertos
dera de la gran sacerdotisa Tuya. La madre, na 117: Extracto de Los textos de los sar- de Nebked quemuestra a Ammut «el devo-
Tuya, de la esposa de Amenhotep 111, la reina cófagos. El Cairo/Jürgen Liepe, Berlín; rador», un monstruo híbrido que devoraba
Tiye, lleva un elegante collar como símbolo página 118: Bridgeman Art Library; pági- los corazones de quienes no superaban el
de su sagrada función. Louvre/Bridgeman na 119: Máscara funeraria dorada que ador- juicio ante Osiris. Louvre/Werner Forman
Art Library; página 96: BM (EA1198); pági- naba la monna de una mujer desconocida, Archive.

144 Créditos de las ilustraciones

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