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BREVE PRONTUARIO DE CLASIFICACIÓN VOCAL

1. INTRODUCCIÓN
La voz humana es el primer instrumento, el más cercano y natural, el más
antiguo. Sus características sonoras, flexibilidad y ductilidad hacen de él un
instrumento de enormes potencialidades expresivas. Además, dado que en el canto
está presente la palabra, ha constituido el primer medio de comunicación, el que
mayor trascendencia cultural, social e ideológica ha poseído.

Con la voz es el propio cuerpo el que produce el sonido, funcionando a la vez


como ejecutante e instrumento. Es el propio cuerpo quien se transforma en música.
Experiencia única ésta, que enriquece de forma determinante no sólo a cantantes sino
también a instrumentistas. Como defienden la mayoría de los grandes pedagogos y
directores, la experiencia de cantar influye en el músico condicionando positiva y
sustancialmente su aproximación al instrumento. Por eso, para la pedagogía musical,
la voz y el canto, al ser la forma más inmediata de hacer música y la más natural de
aprenderla, es el principal vehículo o medio educativo.

Como docentes que tienen en sus manos la educación y formación, e incluso


la salud, de voces infantiles y juveniles –de estos preciosos instrumentos, aunque
inmaduros y en continuo proceso de consolidación y definición-, debemos conocer
unos principios fundamentales y poseer un criterio seguro a la hora de clasificar las
voces de nuestros alumnos. La clasificación vocal representa la primera y crucial
actuación a llevar a cabo en nuestra tarea. Una decisión que condicionará en gran
medida el rendimiento y experiencia de nuestros pupilos. Nos proponemos en el
presente artículo ofrecer algunas ideas fundamentales e imprescindibles que
constituyen, en buena medida, la base de un acertado criterio de clasificación vocal.
Presentaremos, en primer lugar, una serie de apuntes útiles para una correcta
clasificación vocal. En segundo lugar, nos centraremos en la clasificación de voces
infantiles y juveniles, dada la especial importancia que para nosotros representa.
2. CLASIFICACIÓN DE LA VOZ
A la hora de abordar el asunto de la clasificación de la voz, debemos partir de
la idea de que cada voz es única. Los caracteres sonoros que la definen no son sólo
consecuencia de factores constitutivos físicos, sino también reflejo de la irrepetible
personalidad de cada ser humano. Por tanto, la voz, en la que se funden lo físico y lo
psíquico, es expresión de la totalidad de cada persona. Aquí radica la dificultad
primera de la clasificación de las voces que, no obstante, resulta imprescindible, como
en cualquier otro ámbito, desde el momento en el que necesitamos reducir la totalidad
de realidades a categorías manejables prácticamente.

La primera clasificación de las voces más o menos sistemática que


conocemos es la que incluyó Quintiliano en su tratado sobre retórica y oratoria
Institutio oratoria en el 95 d.C. El autor hispanorromano clasificaba la voz según su
volumen en grande, mediana, pequeña; o su calidad en clara, sombría, dulce, sonora,
etc. Desde entonces, y a lo largo de toda la historia, han ido surgiendo sistemas de
clasificación de las voces cada vez más claros y minuciosos, respondiendo así a las
exigencias de cada momento y a la idea de especialización. A día de hoy los criterios
de clasificación vocal son diversos y se fundamentan en distintos enfoques. Desde
nuestra óptica como directores/profesores de coro tendríamos que considerar como de
especial interés las que a continuación comentamos:

Una primera clasificación general, ampliamente aceptada y convencionalizada


es aquella que distingue entre dos grandes grupos generales: voces blancas y voces
graves. Las voces blancas son las voces infantiles, es decir, las voces en estado
previo a la muda, y las voces de mujer adulta. Las voces graves son las voces
masculinas adultas. La diferencia principal entre ambos grupos es la altura de sus
respectivos ámbitos vocales. El ámbito de las voces graves con respecto a las blancas
es de, aproximadamente, una octava. Esta diferencia tiene su origen básicamente en
las distintas anatomías laríngeas de mujeres y niños por un lado, y hombres por otro.
El tamaño de la laringe y las cuerdas vocales del varón adulto es mucho mayor. De
estas distintas características se derivan evidentemente otras características
diferenciadoras como el volumen, color, amplitud, etc. Dentro del grupo de voces
blancas existen también considerables diferencias entre las voces de niño y de mujer,
siendo las primeras más frágiles y transparentes, y con menos cuerpo y volumen. La
menor solidez y tamaño de los resonadores en las voces infantiles son las causas de
dichas diferencias.

Dentro de estos dos grupos existen varias categorías que se distinguen


esencialmente por sus diferentes tesituras y colores. Esta clasificación es la más
importante desde un punto de vista coral:

Voces blancas: Soprano: do4-la5


Mezzo-soprano: la3-fa5
Alto: fa3-do5

Voces graves: Tenor: do3-la4


Barítono: la2-fa3
Bajo: mi2-do31

1
Los extremos agudo y grave apuntados para cada una de estas categorías vocales son meramente
orientativos y aproximados.
Las categorías vocales arriba apuntadas corresponden a voces corales, no
líricas o solistas. En estos últimos casos, las tesituras se amplían bastante estirándose
hasta cubrir prácticamente toda la extensión.

Dentro de cada una de estos grupos vocales generales existen distintas


tipologías dependiendo de las características particulares de cada voz (color, volumen,
espesor, mordiente, vibrato, etc). Estas tipologías se emplean sobre todo en el canto
lírico y están relacionadas además con determinados tipos interpretativos: sopranos
ligera, coloratura, lírica, dramática; altos dramáticas; tenores heroico, lírico, bufo;
barítono heroico, de carácter, lírico; bajo serio, de carácter, bufo, ligero, etc.

Otra categoría de clasificación vocal es la de contratenor. Según P. Gilles,


famoso contratenor y estudioso, el contratenor puede ser o bien un tenor con un
registro agudo con especial brillo y con capacidad para mantenerse en una tesitura
aguda, o bien un barítono e incluso bajo que utiliza la técnica del falsetto.

Un tercer grupo existió históricamente que compartía algunas características


propias de las voces blancas y graves al mismo tiempo. Se trata de la voz de castrato
(capón en el ámbito hispano).2 En cuanto a ámbito se relaciona con las voces blancas,
ya que al extirparse los testículos antes de la pubertad se cercena el desarrollo de
ciertos caracteres sexuales secundarios como el aumento de tamaño de la laringe. Sin
embargo, eran voces de un colorido, potencia y robustez especial, características que
le conferían el desarrollo de otros caracteres como varón, p. ej. los resonadores.

Como directores o profesores, otras consideraciones son de vital importancia


a la hora de clasificar las voces en un coro o clase. En primer lugar, aunque ya
sugerido más arriba, quisiéramos subrayar la importancia de no limitarnos al ámbito de
una voz a la hora de su clasificación. Existen otros factores determinantes a tener en
cuenta como el color o timbre, o su volumen y amplitud, etc. Es necesario, así mismo,
observar los registros, dentro del ámbito total de esa voz en particular, en los que la
voz suena con mayor plenitud, consistencia e intensidad, a la vez que más ricos y
cómodos para ese cantante. En segundo lugar, si la voz está educada o no. Hay que
considerar, por tanto, la experiencia y formación vocal previa. Las voces no educadas
tienen una potencialidad que no se muestra al principio, y que sólo se revelará con el
tiempo.

Desde nuestro punto de vista, resulta igualmente importante el parámetro de


la amplitud vocal a la hora de la clasificación. Este aspecto determina en buena
medida la ordenación de las voces en un coro, en consecuencia de la colocación de
los distintos cantantes dentro de una cuerda. Como principio general compartido por
prácticamente todos los grandes directores, las voces anchas deben ser colocadas
dentro de la cuerda hacia la derecha del director. La mezcla indiscriminada de voces
anchas y estrechas constituye un error considerable que tiene consecuencias
importantes: en primer lugar, en el empaste y equilibrio sonoro entre los miembros de
una misma cuerda, afectando, en consecuencia, también a la afinación: en segundo
lugar, en la comodidad de los cantantes, repercutiendo en su rendimiento.

2
El último castrato fue Alessandro Moreschi (1858-1922).
3. VOZ INFANTIL
A lo largo de la vida, la voz sufre continuos cambios, en ocasiones, bastante
considerables. Estos cambios son consecuencia, a su vez, de las transformaciones
que con el tiempo experimenta nuestro aparato vocal, como el resto de nuestro
cuerpo. La voz infantil, que podemos acotar entre el momento del nacimiento y el
momento en el que comienza el proceso de la muda, es especialmente variable y
pasa por distintas etapas hasta alcanzar una cierta estabilidad –relativa- en torno a los
ocho o nueve años3.

En las primeros meses de vida el tono base que emite el bebé está en torno a
los 500 Hz. (un poco más agudo que el la4). La laringe es aproximadamente un tercio
de la de una persona adulta, y está situada bastante alta: a la altura de la 3ª vértebra
cervical. Está preparada fundamentalmente para hacer una función esfinteriana (no
dejar pasar los alimentos) y para el llanto y grito, medios de comunicación del bebé.

Con el paso del tiempo la laringe baja poco a poco hasta la 5ª vértebra
cervical, aumenta de tamaño, y sus fibras musculares y cartilaginosas se preparan
para responder no sólo a estímulos espasmódicos, sino a órdenes nerviosas más
controladas. El tono base desciende de altura, ampliándose al mismo tiempo la
extensión total de la voz. Así mismo, la cavidad torácica va ganando en tamaño, y la
musculatura intercostal y abdominal se fortalece.

Hacia la edad de los nueve o diez años el niño posee una voz lo
suficientemente apta y capaz como para responder a las exigencias básicas del canto
coral en sus inicios, y comenzar una educación vocal específica. No obstante, no deja
de ser una voz inmadura y en proceso de formación.

Las características generales de la voz en ese momento se pueden enumerar


como sigue:

- Especialmente trasparente y clara, de color cristalino. De menor


volumen y consistencia.

- Extremadamente frágil y de poca resistencia. El cuidado que ha


de tener el profesor al tratar con voces infantiles es extremo por esta razón.
Además, los malos hábitos vocales que los niños suelen mostrar en su vida
cotidiana: en sus juegos, en su frenética actividad diaria (gritos, hablar alto y
mucho, poco cuidado con los cambios de temperatura, ningún hábito higiene
vocal, etc.), hacen que, en muchos casos, sufran una fatiga vocal crónica, de
origen más bien mecánico o funcional que orgánico.

- De menor capacidad respiratoria. La caja torácica de los niños


es considerablemente más pequeña que en los adultos. Sus músculos
intercostales y abdominales, además, están menos desarrollados. Por tanto, la
capacidad de aguantar la duración de los sonidos y las frases es menor,
necesitando respirar en más ocasiones.

3
La muda se considera un periodo transitorio entre la voz infantil y la adulta.
- El aparato resonador posee una capacidad de proyección y
resonancia, de dar volumen bastante limitada respecto a la voz adulta, debido
a un menor tamaño del cráneo y a que los tejidos óseos aún no tienen la
rigidez y dureza que tendrán en un futuro.

- Falta de agilidad y control en el uso de los distintos órganos


articuladores: lengua, mandíbula, labios, etc.

• CLASIFICACIÓN

La voz infantil se clasifica en dos grandes grupos: soprano (o tiple) y contralto.


Normalmente, el coro de voces blancas se suele dividir en tres grupos: soprano I (tiple
I), soprano II (tiple II) o mezzosoprano, y contralto. De todas formas, las voces
infantiles no responden exactamente a las características de la categoría de soprano y
alto, tal y como las hemos descrito más arriba. Los sopranos infantiles tienen una
menor extensión. Suelen ser una voz más corta, especialmente en el registro agudo.
Y por supuesto, no poseen el color, volumen y proyección de una soprano adulta.

La voz auténtica de contralto en edad infantil es algo absolutamente


excepcional, por no decir, prácticamente inexistente. La parte de contralto en los coros
infantiles suele estar compuesta por niños/as sopranos naturales, con una mayor
facilidad y especiales cualidades en el registro grave.

A nuestro juicio. a la hora de clasificar una voz infantil hay que tener en
cuenta dos principios: 1º que es una voz en formación y, por tanto, en continuo
cambio; 2º que es una voz no educada, por tanto, no está definida, ni descubierta su
verdadera naturaleza y sus potencialidades. Una vez dicho esto, podemos sugerir
unos criterios fundamentales para una primera clasificación de voces infantiles: la
facilidad para los sonidos agudos o graves; la tesitura, es decir, el segmento de la
extensión vocal más desarrollado y cómodo; y dentro de ésta, las notas emitidas con
mayor naturalidad y calidad; el color y amplitud. En cualquier caso, insistimos en que,
en una primera prueba, la forma en la que se manifiestan estas cualidades en la voz
del niño puede ser engañosa, por tanto, la primera clasificación debe ser
necesariamente provisional. El profesor debe estar siempre atento a la evolución de
las voces de sus alumnos, y dispuesto a cambiar de cuerda a un niño si se va
revelando como definitiva una voz en un sentido u otro. Algo frecuente y que nos
parece un error grave, e incluso una cierta irresponsabilidad, es clasificar como
contralto aquellos alumnos o alumnas con mayor dificultad de entonación o ciertos
problemas vocales. Esto puede conllevar un daño, muchas veces difícil de reparar, a
niños sopranos forzados a cantar en una cuerda que no les corresponde.

• LA MUDA

Alrededor de los 13 años -un poco antes en las niñas- se produce una
transformación radical del cuerpo, que va acompañada, además, de considerables
cambios en la psicología de los niños/as, consecuencia de los cambios hormonales
que trae consigo la pubertad y el desarrollo de los caracteres sexuales.

En la voz, estos cambios se manifiestan de manera desigual en niños y niñas.


En el caso de las niñas, la voz desciende entre tono y medio o dos tonos, y se produce
un cambio de color. En el caso de los niños, la voz desciende alrededor de una octava,
consecuencia del agrandamiento de la laringe (el cartílago tiroide o nuez de Adán es
una muestra visible). Este drástico cambio de altura trae consigo, evidentemente, un
cambio en el resto de cualidades vocales. Podemos decir que, en el caso del varón, la
voz se transforma totalmente.

Este periodo de la muda, que puede ser de desigual duración según los
casos, implica también un periodo crítico desde un punto de vista fisiológico y
psicológico, que el profesor no puede ignorar. Durante este periodo, especialmente en
los varones, la voz atraviesa por una etapa de gran inestabilidad, manifestándose a
través de diversas alteraciones o trastornos vocales de distinta gravedad: desde los
típicos “gallos” hasta auténticas ronqueras, afonías y disfonías. En bastantes casos, la
capacidad para cantar del alumno se mengua considerablemente. La labor sensible y
cuidadosa del profesor/director puede ser de gran beneficio para los cantores.

CONCLUSIONES
La clasificación de la voz representa un momento crítico y crucial en la
formación vocal. Por tanto, un conocimiento profundo del aparato vocal, así como unos
criterios firmes, seguros y acertados son imprescindibles para llevarla a cabo con
éxito. Máxime en el caso de profesores y maestros, profesionales que tienen bajo su
responsabilidad unos instrumentos de enormes potencialidades, al tiempo que
inmaduros y tremendamente frágiles. De ese momento crucial, como decimos, que
representa la clasificación vocal -en ningún caso definitiva, sino periódicamente
revisable y cuestionable-, depende el rendimiento y desarrollo futuro de las voces
infantiles y juveniles y, quizás lo más importante, depende, en buena medida, su salud.

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