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Los siete discípulos se sienten perdidos y sin propósito después de la muerte de Jesús, por lo que uno decide volver a la pesca. Mientras pescan una noche sin éxito, Jesús se les aparece en la orilla y les dice dónde lanzar las redes, llenándolas de peces. Reconociéndolo, uno de los discípulos nada hacia la orilla, donde Jesús les ofrece comida, revelando que ha resucitado.
Los siete discípulos se sienten perdidos y sin propósito después de la muerte de Jesús, por lo que uno decide volver a la pesca. Mientras pescan una noche sin éxito, Jesús se les aparece en la orilla y les dice dónde lanzar las redes, llenándolas de peces. Reconociéndolo, uno de los discípulos nada hacia la orilla, donde Jesús les ofrece comida, revelando que ha resucitado.
Los siete discípulos se sienten perdidos y sin propósito después de la muerte de Jesús, por lo que uno decide volver a la pesca. Mientras pescan una noche sin éxito, Jesús se les aparece en la orilla y les dice dónde lanzar las redes, llenándolas de peces. Reconociéndolo, uno de los discípulos nada hacia la orilla, donde Jesús les ofrece comida, revelando que ha resucitado.
Siete hombres abatidos, descorazonados y desorientados, su amigo, su líder su maestro ya no está a
muerto, y ellos se encuentran perdidos, sin entender que paso, y sin saber qué hacer, todas las esperanzas que ellos tenían en él están hechas trizas. Los últimos tres años el llenaba sus vidas les decía que hacer donde comer a donde ir, el les daba un propósito y al no estar el parece que se perdió ese propósito, es más ya casi ni lo recuerdan cual era. En el aire se percibe el desconcierto, y surge una pregunta que nadie la pronuncia, nadie se atreve, como podrían hacerla pero ahí está en las miradas en los suspiros en los ojos vidriosos, ¿y ahora qué hacemos? Entonces uno de ellos, el que siempre se caracterizo por ser el que tenía siempre la iniciativa, el más impulsivo, se para de golpe, y les dice como quien no quiere respuesta: vuelvo a lo que me dedicaba antes, me voy a pescar. Y emprende la marcha, de pronto escucha que le dicen, espera, vamos nosotros también. Es así que estos siete hombres se suben a un barquito, y ahí están tirando las redes nuevamente, nuevamente en una noche oscura, tratando de que lo que están haciendo cobre algún sentido, esperando que la pesca los haga olvidar y justifique esta decisión para olvidar estos tres últimos años. Estos tres años que lo siguieron a él, a ese hombre por el cual lo dejaron todo, trabajo familia amigos ciudad todo, por 3 años estuvieron con él hasta el último día. Aprendieron mucho del él. Es verdad que él se hiso de enemigos por sus enseñanza y por lo que era. Aunque él nunca mintió y lo que enseñaba era la verdad. Pero hay personas que no quieren la verdad y menos cuando estaba en contra de sus acomodadas vidas. El en cambio vivo austeramente y hablaba del amor de Dios, el dar la otra mejilla y de ayudar y amar al prójimo. Ahora en la barco, un sentimiento encontrado se apoderaba de ellos por un lado, sentían que no había otro lugar para ellos en el mundo, la rutina de una vida ya conocida por todos, (dura pero que ya estaban acostumbrados) y por otro lado ya sentían que nunca más será lo mismo y que lo que estaban haciendo era vacio. Algo ha cambiado, ellos cambiaron, la última vez que estuvieron en una barca no fue para pescar si no para escapar de las multitudes que lo seguían a él, aun de noche, aunque la noche no era tan oscura con él en el barco, y ahora el silencio de una noche cerrada, y la rutina. Ya amanece y nada se logro, ni un solo pez, nada otra vez, la red esta vacía, el sentimiento de fracaso se vuelve apoderar de ellos, uno dice: ya esta, volvamos a la orilla. Cuando se aproximan a la costa, se ve a un hombre de pie esperándolos nadie sabe quien es. Antes que lleguen este hombre les pregunta, hijitos, ¿tienen algo de comer?, la tristeza y la vergüenza se apodera de ellos, casi no les responden, pero no podían no hacerlo, asique se dio la respuesta: No, no hemos pescado nada. Después de esto en lugar de que el hombre se marchara les dice: tiren la red a la derecha ahí hay peses. Los hombres se miraron con intriga, esas palabras les resultaron familiares, como un deja vu. Hace 3 años varios de ellos vivieron algo similar, que marco sus vidas, ahora sin decir nada, casi como autómatas, lanzan las redes a la derecha del barco, pasan los minutos y cuando es momento de recogerla, no pueden, tienen que esforzarse, pues la red está llena. Entonces uno reacciona, el más joven del grupo, le dice a otro, al que tuvo la idea de ir a pescar, si a ese mismo que se maneja por impulso, me parece que es El Maestro tiene que ser él. Antes estas palabras este hombre impulsivo como un torbellino se vuelve a poner sus ropas y se lanza al agua para ir nadando, mientras el barco lentamente se acerca a la orilla arrastrando la red con los peces, pues no la pudieron subir. Al llegar a la orilla ahí estaba el, sentado con un pez y un pan sobre las brazas, los hombres se acercan y el les dice amigos vengan coman, y partiendo Jesús el pan se los dio para que coman.