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TEMA 2: LA SOBERANÍA

“La doctrina clásica de la soberanía del Estado consiste fundamentalmente


en el supuesto de que en toda sociedad existe un poder absoluto, superior e
incontrolado, que tiene la decisión final con respecto a la adopción y
promulgación de las normas jurídicas que deben regir esa sociedad. Según
esta concepción, el soberano no está sujeto a ninguna autoridad superior y
puede emplear –de manera ilimitada- la coacción sobre quienes están
sometidos a su poder. El derecho puede estar así encarnado en una
persona, como ocurriría en una monarquía absoluta o en un régimen
autocrático; en una pluralidad de personas, como en las monarquías
limitadas o en los regímenes aristocráticos; o en todo el conglomerado de la
población como ocurre con las democracias”1

“El tercer elemento constitutivo que caracteriza al estado es –junto a la


población y al territorio- la capacidad exclusiva de tomar decisiones
vinculantes para esta población y en el marco de aquel territorio…La
soberanía es, pues, la cualidad que dota a la entidad estatal de un poder
originario, no dependiente ni interna ni externamente de otra autoridad,
confiriéndole un derecho indiscutido a usar –si es necesario- la violencia.

En su vertiente interna, se entiende que el Estado es soberano –es


“superior”- porque, en principio, puede y debe imponerse a cualquier otra
fuente de autoridad: civil, eclesiástica, económica, etc. Este poder se
traduce en el monopolio del derecho y de la violencia que el Estado se
atribuye frente a otros actores (…) Al mismo tiempo, en su vertiente externa,
el Estado en cuanto soberano no admite el dominio de otra autoridad ajena:
el Imperio, el Papado o cualquier otra entidad política exterior”2

“En términos generales, por soberanía3se entiende un poder absoluto, por


encima del cual no puede haber otro poder. Para BURDEAU “la soberanía

1 Ibídem. Pág.223.

2 VALLES, Josep M, Ciencia Política, Edit. Ariel, Barcelona-2002. Pág.161.

3 Escribirá Vladimiro Naranjo: “…Pero es en Francia donde deben buscarse los orígenes del
moderno concepto de soberanía del Estado. Fue este el primer país europeo donde se
desarrolló un fuerte poder monárquico de carácter nacional y territorial, a través del proceso de
afianzamiento político de la dinastía de los Capeto.
es la cualidad de no depender de ningún orden político”, y el soberano es el
poder que impone “la idea de derecho” incorporada al Estado. Para
ESMEIN, “la autoridad que naturalmente no reconoce potencia superior o
concurrente en cuanto a las relaciones que ella rige se llama soberanía”.
Para CARRÉ DE MALBERG, “la soberanía es el carácter supremo del
poder: Supremo en cuanto a que ese poder no admite ningún otro por
encima de él ni en concurrencia con él”. Y agrega: “cuando se dice que el
Estado es soberano, hay que entender por ello que en la esfera donde su
autoridad es llamada a ejercerse él detenta una potencia que no surge de
ningún otro poder y que no puede ser igualada por ningún otro poder”
(…)
Es importante distinguir entre la soberanía en el Estado y la soberanía del
Estado. La primera se refiere a la idea de jerarquía dentro de la
organización social. Se considera soberana a la autoridad colocada en la
cúspide dentro de la jerarquía constituida. La autoridad soberana no
depende de ninguna otra y se impone, por el contrario, a los demás (…) la
soberanía del Estado…hace referencia al lugar que ocupa el Estado en sí
mismo dentro del conjunto de las organizaciones humanas. Jurídicamente
la soberanía del Estado significa que este es el máximo poder dentro de
una Nación, y que se impone a todos los grupos y personas no habiendo
nada por encima de él. Reconocer que el Estado es soberano significa que
los demás grupos –comunidades, sindicatos, agremiaciones, provincias,
familias, partidos, etc.- le están subordinados, a tiempo que el Estado no lo
está a ningún grupo superior”4

“Fue el jurista y filósofo francés JEAN BODIN quien, en la segunda mitad


del siglo XVI sacó el concepto de poder soberano del limbo de la teología,

El concepto moderno de soberanía nació de la lucha emprendida por la realeza –


especialmente en Francia- para asegurar su independencia externa frente al Sacro Imperio y al
Papado, y su supremacía interna frente a los señores feudales. Al combatir la pretensión del
Sacro Imperio de extender su supremacía por encima de todos los reinos cristianos y tener
subordinados a los reyes como vasallos suyos, los monarcas franceses hicieron la tajante
afirmación de que “el rey de Francia es emperador de su reino”, complementada por la máxima
les rois n`a point de souverains et choses temporieux, que aparece en los Establecimientos de
San Luis”. NARANJO MESA, Vladimiro, Teoría constitucional e instituciones políticas, Temis,
novena edición, Bogotá-2003. Pág. 225

4NARANJO MESA, Vladimiro, Teoría constitucional e instituciones políticas, Temis, novena


edición, Bogotá-2003. Págs.223, 224.Negrillas fuera del texto.
en el que lo había puesto la teoría del derecho divino, y, alejándose del
partidismo religioso, lo formuló dentro de un sistema filosófico de ideas
políticas. BODIN es, así, considerado como el primer autor moderno de la
teoría de la soberanía, considerada como atributo jurídico del poder político
(…) Además, fue tal vez el primero en distinguir “Estado” de “gobierno”, al
identificar al primero con el poder soberano y al segundo con el aparato
mediante el cual se ejerce de hecho el poder”5.

Anotará magistralmente Hermann Heller: “El poder de la organización


estatal se diferencia de cualquier otro únicamente por la clase de coacción
que aplica, así como la específica relación de dominación con el territorio.
Las decisiones adoptadas por los órganos estatales “capacitados” poseen
obligatoriedad general no sólo para los que sean jurídicamente miembros
de la organización estatal, sino, en lo fundamental, para todos los
habitantes del territorio. En virtud de esta propiedad, el Estado se considera
como un grupo territorial de dominación (…)

El Estado se diferencia de todos los grupos territoriales de dominación por


su carácter de unidad soberana de acción y decisión. El Estado está por
encima de todas las demás unidades de poder que existen en su territorio
por el hecho de que los órganos estatales “capacitados” pueden reclamar,
con éxito normal, la aplicación, a ellos exclusivamente reservada, del poder
físico coactivo, y también porque están en condiciones de ejecutar sus
decisiones, llegado el caso, frente a quienes se opongan a ellas, por medio
del poder físico coactivo de la organización estatal (…)
El Estado no es un orden normativo; tampoco es el “pueblo”; no está
formado por hombres sino por actividades humanas”6

El Derecho como condición de la unidad estatal:

Respecto a la necesariedad del Derecho en un Estado se toma un


fragmento de Hermann Heller, el cual enseña: “En la dinámica de las
relaciones de dominación histórico sociales una situación de poder se
convierte en un status político únicamente gracias al derecho. Sin el
derecho, con sus caracteres normativos y técnicos, faltaría al Estado- en

5 Ibídem. Pág.232, 234.

6HELLER, Hermann, Teoría del Estado, Fondo de cultura económica, Octava reimpresión,
México, 1977. Página 255.
el cambio incesante de los innumerables procesos de integración-
permanencia y estructura, es decir, no tendría en general existencia”7.

Anteriormente, en la misma obra, Heller se había referido del Derecho


en estos términos: “Dentro de las ordenaciones normativas sociales el
derecho positivo se distingue de las reglas convencionales, en el estado
actual de la evolución social, por la manera como se establece y
asegura su cumplimiento. Las ordenaciones normativas sociales deben
su nacimiento y mantenimiento a actos de voluntad humana. El
establecimiento y aseguramiento de las relaciones convencionales, Vg.
las normas de la decencia y urbanidad, resultan de la aceptación o
reprobación de la opinión pública no organizada. En cambio el
ordenamiento jurídico tiene a su disposición una organización especial a
cuyos órganos incumbe la tarea específica de garantizar el nacimiento y
mantenimiento del derecho. En el Estado Moderno estos órganos de
creación y ejecución del derecho son, inmediata o mediatamente,
órganos del Estado (…) Sólo en la época de la economía de cambio
muy avanzada le fue posible a la jerarquía del Estado organizar un
orden normativo semejante. Hasta entonces la creación jurídica vino
perteneciendo, en mayor o menor grado, a toda comunidad organizada
y, en cuanto a la ejecución, era cosa que incumbía casi a todos, que
podían hacerse justicia por su mano. Si, en la determinación del
concepto de derecho, queremos orientarnos no hacia lo que es sino
hacia “lo que fue y lo que fue y lo que tal vez vuelva a ser” (Tatarin-
Tarnheyden, p.487), hemos de admitir que no sólo el Estado sino
también las Iglesias, los Territorios, los linajes, las ciudades, los gremios,
las corporaciones profesionales, es decir, todos los grupos organizados
pueden crear derecho y velar por su cumplimiento. Con ello vendríamos
a renunciar, en último término, a toda distinción entre el derecho y las
reglas convencionales y, en todo caso, se introducirá una acepción
gramatical según la cual todo estatuto corporativo sería derecho. Dado
que el estado soberano ha reclamado para sí, y con éxito, el monopolio
de la coacción física legítima, convirtiéndose en una unidad social
suprema de decisión y acción frente a las demás instancias autónomas,
se reserva, por motivos de conveniencia, la denominación de derecho a
aquella ordenación normativa social que se establece y asegura por
medio de los órganos especiales de la organización estatal (…) desde el
momento en que la sociedad encomienda a órganos especiales, primero
la jurisdicción, luego la ejecución de sus sentencias, y finalmente la

7 Ibídem. Pág. 212


legislación, cuyos órganos, desde el Renacimiento, se integran
unitariamente, en medida creciente, en la organización estatal, desde
ese momento aparece perfectamente justificado atribuir carácter estatal
al derecho”8.

Volviéndose este papel del Derecho a favor de la soberanía del Estado,


se hace indispensable adjuntar:
“La consideración de la técnica jurídica como técnica estatal de poder
nos lleva, desde el Estado como unidad existencial de poder, al Estado
como unidad de ordenación. En cuanto tal, se le atribuye la soberanía.
Consiste ésta en la capacidad, tanto jurídica como real, de decidir de
manera definitiva y eficaz en todo conflicto que altere la unidad de la
cooperación social-territorial, en caso necesario incluso contra el
derecho positivo y, además, de imponer la decisión a todos, no sólo a
los miembros del Estado sino, en principio, a todos los habitantes del
territorio. La soberanía supone, según eso, un sujeto de derecho capaz
de voluntad y de obrar que se impone regularmente a todos los poderes,
organizados o no, que existen en el territorio; lo que significa que tiene
que ser un poder de ordenación territorial de carácter supremo y
exclusivo. El estado es la organización más poderosa dentro de su
territorio…Así pues se llama soberano al poder que crea el derecho, en
su caso al constituyente, pero eso es la organización estatal como un
todo. Sólo ella es el sujeto de la plenitud de poder concentrada y
actualizada en la conexión estatal de efectividad que hace posible el
imponerse a cualquier otro poder dentro del territorio” 9

8HELLER, Hermann, Teoría del Estado, Fondo de cultura económica, Octava reimpresión,
México, 1977. Pág.203, 204.

9 Ibídem. Pág. 262 y 263.

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