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Resumen
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El concepto de ethos
La noción de ethos, como hemos mencionado, proviene de la retórica clásica.
Aristóteles (trad. 2007) enumera tres formas para persuadir al destinatario: ethos, pathos y
logos:
“las primeras están en el carácter moral del orador, las segundas, en disponer de alguna
manera al oyente, y las últimas se refieren al discurso mismo, a saber, que demuestre o
parezca que demuestra (2007: 56)
El ethos o carácter moral del orador es la imagen que este construirá a través de su
manera de decir (gestos, entonación, postura, etc.) Es una forma básica de legitimación. El
acento está puesto en uno de los polos de interlocución: el enunciador.
Los oyentes también pueden ser persuadidos mediante el pathos o la emoción. Aquí
se tiene en cuenta el otro de los polos del discurso: el destinatario o auditorio. Se apela a las
pasiones que se suscitan en los oyentes por medio del discurso. Finalmente, cuando se
enfatiza el valor demostrativo del discurso, la persuasión descansa en el logos, es decir, en
lo enunciado, en el discurso mismo.
Maingueneau (2005) relaciona el ethos con la construcción de la identidad del
enunciador en el propio acto de enunciación:
“el enunciador debe legitimar su decir: en su discurso se otorga una posición
institucional y marca su relación con un saber. Pero no se manifiesta claramente como un
rol y un estatuto, sino que también se deja aprehender como una voz y un cuerpo”
(Maingueneau, 2005: 246-247)
El ethos se trasluce en el tono, el cual se apoya a su vez en una doble figura del
enunciador: todo discurso es una representación del cuerpo de su garante, a quién se le
atribuye un carácter (haz de rasgos psicológicos) y una corporalidad (rasgos físicos y
manera de moverse, vestirse, etc.). Estas dos instancias se relacionan con estereotipos y
representaciones sociales de una determinada comunidad, que son los que limitan o
condicionan la manera en que se construye el ethos y por lo tanto, su mayor o menor
eficacia en cuanto a poder de persuasión. El ethos participa de determinada escenografía o
situación de enunciación del discurso, definida como “escena de la enunciación misma”. El
proceso es paradójico, ya que determinada escenografía legitima un discurso y, a su vez, es
legitimada por el enunciado.
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Las emociones
Las emociones pueden considerarse dentro del ethos en tanto manifestación y dentro
del pathos en tanto evocación. La manifestación de una emoción es parte de la puesta en
escena, por ende, la manifestación correcta de la emoción correcta, en el momento
adecuado puede evocar esa emoción en el destinatario / auditorio.
Marco teórico
El análisis de las estrategias argumentativas se realizará de acuerdo con la propuesta
de Charaudeau y Maingueneau (2005). Asimismo también se tuvieron en cuenta postulados
de Halliday en Language as social semiotics y Ekman 2003, Emotions Revealed para las
emociones.
El discurso
Bitonte (2010) afirma que la retórica de Cristina Fernández se caracteriza por la
utilización de la anástrofe e índices de co-enunciación. De acuerdo con esta autora durante
el período que se abre con el fallecimiento de Néstor Kirchner se produce una
transformación en el ethos de la presidenta. Hasta ese momento su discurso se organizaba
en torno a la idea de competencia, a partir de relaciones de saber y de “carácter”. Con el
fallecimiento de Néstor se inicia una etapa en la cual el vínculo con el auditorio comenzará
a simetrizarse, generando un ethos humanitario (Charaudeau, 2005).
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- Preguntas retóricas dirigidas a la 2da. Persona que implican, además de la
interpelación, la asunción de saberes compartidos. Aquí casi no hay. Es casi un
discurso prototípico unidireccional. Solo en un momento clave se inserta la
apelación a una segunda persona del plural, quebrando el tono ceremonial:
o 96. Pero déjenme
o 97. Decirles
o 98. desde este miércoles además de esa inmensa responsabilidad, <que
siempre sentí y ejercí con mucho amor, con mucho corazón, con mucha
convicción, con mucha pasión,> siento otra gran responsabilidad
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Refuerzos kinésicos y proxémicos. Manejo de gestos y espacio
Los principales elementos que enmarcan la emocionalidad del discurso y aportan tanto
a la dimensión ethica como a la dimensión pathémica son el tono y color de la voz y las
marcas emocionales en gestos faciales y corporales.
- Mientras pronuncia las cláusulas 2, 4, 11, 19, 29, 48, 71, 83 se acomoda el pelo. En
algunos casos con la mano, en otros solo sacude la cabeza.
- Con frecuencia rompe el contacto visual con la cámara: 3, 4, 10, 11, 14, 16, 17, 21,
23, 37, 44, 47, 50, 57, 60, 63, 64, 65, 81, 82, 89, 95, 98, 104, 105.
- Gesticulación con las manos:
o Ilustradores: 13, 26, 27, 30, 31, 36, 85
o Manipuladores: 29, 48, 50, 51, 52, 53, 64, 83
o Otros: 3, 12
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una mirada directa hacia la cámara. Luego en 16, 17, para hablar de algo personal desvía la
mirada nuevamente. En 18 y 19 los movimientos de mirada, cara, cabeza y pelo mientras
habla de algo personal construyen la imagen del dolor. La sociedad occidental establece que
no es políticamente correcto mantener absoluta entereza ante la pérdida de un esposo.
Menos si se posee un cargo público (en cuyo caso es útil mostrar algo de dolor para
humanizar la imagen) y aún menos si es mujer. Debe mantenerse una posición media entre
el dolor y la entereza.
El discurso puede dividirse en distintas partes, determinadas por un tipo de
manifestación emocional particular para cada parte:
Siendo mujer en el poder, esposa del ex presidente fallecido, debe construir una
posición que oscile entre la pena y la mesura para poder influir positivamente y despertar
simpatía en el auditorio (apelación a la emocionalidad del auditorio: 6-22, 49-66, 67-106).
El efecto usual buscado por la mayoría de los discursos políticos es aumentar la carga
emocional para apelar a los sentimientos del auditorio. Pero aquí, si bien el texto estricto es
mayormente carga emotiva, se intenta minimizar la carga emotiva extra discursiva, es decir
proxémica y kinésica, es decir, se evidencia un intento de contención de la emocionalidad.
Conclusiones
Lo emocional manifestado y lo evocado cumplen la misma función dentro del
discurso político, independientemente de la intencionalidad del hablante. El complemento
entre elementos de carácter verbal y elementos de carácter no verbal sella unívocamente la
interpretación del discurso, definiendo su utilidad en el plano social (político). Así, las
estrategias discursivas complementadas con las exhibiciones emocionales corporales
otorgan al discurso un sentido definido que es difícil poner en duda, limitando de manera
determinante las posibilidades de interpretación.
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Bibliografía
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lectura y escritura: “Cultura Escrita y Política Pedagógicas en las Sociedades Latinoamericanas
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Bitonte, María Elena (2012) “Algunas peculiaridades de la retórica de Cristina Fernández. Post-
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