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VII: El FIN DE LOS IMPERIOS

la mayor parte de la historia mundial del siglo XX consiste fundamentalmente


en los intentos de una parte de las elites de las sociedades no burguesas de
imitar el modelo occidental, que era percibido como el de unas sociedades que
generaban el progreso, en forma de riqueza, poder y cultura, mediante el
“desarrollo” económico y técnico-científico en la variante capitalista o
socialista. El modelo operacional de desarrollo podía combinarse con otros
conjuntos de creencias e ideologías, en tanto en cuanto no interfirieran con él.
Por otra parte, cuando este conjunto decreencias se oponían en la práctica y no
sólo en la teoría, alproceso de desarrollo, el resultado era el fracaso y la
derrota.El tradicionalismo y el socialismo detectaron el vacío moraldel
capitalismo, que destruía todos los vínculos entre losindividuos excepto
aquellos que se basaban en la inclinación acomerciar y a perseguir sus
satisfacciones e intereses personales.Como medio para movilizar a las masas de
las sociedadestradicionalistas contra la modernización (capitalista o
socialista),las ideologías tradicionalistas y los sistemas de valores
nocapitalistas podrían resultar eficaces en algunas circunstancias.
Lasmovilizaciones auspiciadas por la religión eran movimientoscampesinos
heroicos y tenaces.. El fundamentalismo religiosocomo fuerza capaz de
movilizar a las masas es un fenómeno delas últimas décadas del siglo XX.En
cambio, las ideologías, los programas e incluso losmétodos y las formas de
organización política en que seinspiraron los países dependientes o atrasados,
eran occidentales,utilizaron los medios desarrollados para los fines de la
vidapública en las sociedades burguesas: prensa, mítines, partidos, etc.La
transformación del Tercer Mundo la llevaron a cabo minoríasde elite, reducidas
a un pequeño estrato que poseía losconocimientos, la educación e incluso la
instrucción elementalrequeridos.Ello no implica que las elites aceptaran todos
los valoresoccidentales, sus opiniones variaban desde la asimilación hasta la

profunda desconfianza hacia Occidente, combinadas con laconvicción de que


sólo adoptando sus innovaciones sería posiblepreservar los valores de la
civilización autóctona. Fueran cualesfueran los objetivos de estas elites, la
modernización era elinstrumento necesario e indispensable
para conseguirlos. Todos los países se vieron arrastrados hacia el
mercadomundial cuando entraron en contacto con las potencias del Atlántico
norte. La posición que se les reservaba en el mercadomundial era el de
suministradores de productos primarios y la dedestinatarios de las inversiones,
principalmente en forma depréstamos a los gobiernos, o en las infraestructuras
deltransporte.La industrialización del mundo dependiente ni figuraba en
losplanes de los desarrollados, ni siquiera en países como los de América
Latina. En el esquema de las potencias, al mundodependiente le correspondía
pagar las manufacturas queimportaba mediante la venta de sus productos
primarios (comosucedía en la era del imperio con Gran Bretaña). Su interés
eraque el mercado de las colonias dependiera completamente de loque ellos
fabricaban, es decir, que se ruralizaran.Sin embargo, este objetivo no podía ser
alcanzado, porque losmercados locales estimularon la producción local de
bienes deconsumo que resultaban más baratos y porque muchas de
laseconomías regionales dependientes, eran estructuras con unaconsiderable
sofisticación y un potencial técnico e humanoimpresionante.En 1960 más del
70% de la producción mundial brutaprecedía de los núcleos de la
industrialización de Europaoccidental y América del norte. Ha sido en el
último tercio delsiglo cuando se ha producido un desplazamiento de la
industriahacia otros lugares.El imperialismo tenía una tendencia a reforzar el
monopoliode los viejos países industriales. Los marxistas atacaron
alimperialismo como una forma de perpetuar el atraso de los paísespobres. No
obstante, era la relativa inmadures del desarrollo de laeconomía capitalista y de
la tecnología del transporte y lacomunicación, la que impedía que la industria
abandonara susnúcleos originarios. Incluso los gobiernos imperiales podían
tener

razones para industrializar sus colonias, aunque sólo Japón lollevo a cabo,
porque sus colonias (Corea, Manchuria y Taiwán)datadas de grandes recursos,
estaban muy próximas a Japón paracontribuir directamente a
la industrialización nacional japonesa.Con la Gran Depresión, las rentas
agrícolas bajaron, por loque los gobiernos coloniales elevaron los aranceles
sobre laproducción, y fomentaron la producción local en esos
mercadosmarginales.Prácticamente todas las regiones de Asia, África,
AméricaLatina y el Caribe dependían de lo que ocurría en un reducidonúmero
de países del hemisferio septentrional, excepto América,la mayor parte de esas
regiones eran propiedad de esos países oestaban bajo su dominio o
administración. Era inevitable que enesas zonas se planteara la necesidad de
liberarse de la dominaciónextranjera.Desde 1945 el mundo colonial se
transformó en un mosaicode estados nominalmente soberanos, sin embargo,
sólo algunosdeseaban tan cosa. Los países con una larga historia
comoentidades políticas (China, Persia, Turquía, Egipto) tenían unsentimiento
popular contra los extranjeros fácilmente politizable,pero estos casos son
excepcionales. En la mayoría de las regionesel único fundamento de los estados
independientes aparecidos enel siglo XX eran las divisiones territoriales que la
conquista y lasrivalidades imperiales establecieron, sin ninguna relación con
lasestructuras locales. El mundo poscolonial está casicompletamente dividido
por las fronteras del imperialismo.En el tercer mundo había quienes rechazaban
a losoccidentales, se oponían también a la convicción de las elites deque la
modernización era indispensable. En esos países, laprincipal tarea de los
nacionalistas era conseguir el apoyo de lasmasas , amantes de la tradición y
opuestas a lo moderno, sinponer en peligro sus propios proyectos de
modernización.Líderes hindúes como Tilak y Gandhi consiguieron movilizara
las masas apelando igualmente al nacionalismo conespiritualidad hindú, aunque
cuidando de no romper el frentecomún con los modernizadores, y evitando
el antagonismo conla India musulmana, que había estado siempre implícito en
elnacionalismo hindú. Sin embargo, como Gandhi reconoció, a la larga
resultaba imposible conciliar lo que movía a las masas y loque convenía
hacer.En el mundo musulmán surgió un planteamiento parecido,aunque en él
todos los modernizadores manifestaban su respeto ala piedad popular. La
movilización de masas se podía conseguirmás fácilmente partiendo de una
religiosidad popularantimoderna (el “fundamentalismo islámico”).Es decir, en
eltercer mundo un profundo conflicto separaba a losmodernizadores, que eran
también nacionalistas de la gran masade la población.Fue la primera guerra
mundial la que comenzó a quebrantar laestructura del colonialismo mundial,
además de destruir dosimperios (el alemán y el turco) y de dislocar
temporalmente untercero: Rusia. El impacto de la revolución de octubre y
elhundimiento general de los viejos regímenes, al que siguió laindependencia
irlandesa (1921) hicieron pensar que los imperiosextranjeros no eran
inmortales.El periodo revolucionario de 1918-1922 transformó la
políticanacionalista de masas en la India (“matanza de Amritsar”,huelgas,
“desobediencia civil”, Congreso radicalizado), a partir deentonces fue
prácticamente ingobernable. A partir de 1919 laclase dirigente consideraba
inevitable conceder a la India unaautonomía similar al estatuto de “dominio”, y
que le futuro deGran Bretaña dependía de un entendimiento con la
elitenacionalista india.Dado que la India era el corazón del imperio, su futuro
(delimperio) parecía incierto, cuando su posición se hizo insostenible,después
de la segunda guerra mundial, los británicos no seresistieron a la
descolonización. Por el contrario, otros imperios(Francia y Holanda) utilizaron
las armas para intentar mantenersus posiciones coloniales después de 1945. Sus
imperios nohabían sido socavados por la primera guerra mundial.La Gran
Depresión hizo tambalearse a todo el mundodependiente. La era del
imperialismo había sido un periodo decrecimiento casi constante, que ni
siquiera se había interrumpidocon la primera guerra mundial. La economía
imperialista modificósustancialmente la vida de la gente corriente,
especialmente en lasregiones de producción de materias primas destinadas a la

exportación. Se alteró el significado de bienes, servicios y transacciones entre


personas, y con ello cambiaron los valoresmorales de la sociedad y su formas
de distribución social. Estetipo de cambios se dieron con frecuencia en el
mundodependiente, en el seno de las comunidades que apenas teníancontacto
directo con el mundo exterior. A pesar de ello, la economía mundial parecía
remota, porquesus efectos inmediatos y reconocibles no habían adquirido
elcarácter de un cataclismo. Todo ello fue trastocado por la GranDepresión,
durante la cual chocaron por primera vez de manerapatente los intereses de la
economía de la metrópoli y los de laseconomías dependientes, sobre todo
porque los precios de losproductos primarios, de los que dependía el tercer
mundo, sehundieron mucho más que los de los productos manufacturadosque se
compraban a Occidente. Se formó así la base de masaspara una movilización
política. La Depresión desestabilizó tantola política nacional como
la internacional del mundo dependiente.La década de 1930 fue crucial para el
tercer mundo, porquedeterminó que en los diferentes países entraran en
contacto lasminorías políticas y la población común (como en la India y
otrospaíses donde la movilización había sido escasa). Comenzaron
adistinguirse los perfiles de la política de masas del futuro: elpopulismo
latinoamericano (líderes autoritarios con apoyo detrabajadores urbanos), la
movilización política a cargo de líderessindicales que luego serían dirigentes
partidistas. Al final de lostreinta la crisis del colonialismo se había extendido a
otrosimperios, a pesar que dos de ellos (Italia y Japón) estaban
todavíaexpandiéndose.La Depresión provocó a partir de 1935 las primeras
huelgasimportantes de las zonas productoras de cobre del África central.Por
primera vez los gobiernos coloniales comenzaron areflexionar sobre el efecto
desestabilizador de lastransformaciones económicas en la sociedad rural
africana y afomentar la investigación de los antropólogos sociales sobre
estetema.Surgieron los dirigentes del nacionalismo político local,influidos por
las ideas del movimiento negro de EE.UU., laFrancia del Frente Popular e
incluso el movimiento comunista.
Sin embargo, nada de esto parecía preocupar a los ministroscoloniales
europeos.Lo que transformó la situación fue la segunda guerra mundial:una
guerra entre potencias imperialistas. La demostración de queel hombre blanco
podía ser derrotado de manera deshonrosa y deque esas viejas potencias
coloniales eran débiles, aún después dehaber triunfado en la guerra, dañó
irreversiblemente a esaspotencias. Las colonias no ignoraron el hecho de que
las dospotencias que en realidad habían derrotado al Eje, EE.UU. y laURSS
eran hostiles al viejo colonialismo.Fue en Asia donde primer se quebrantó el
viejo sistemacolonial (Siria y Líbano, 1945; India y Pakistán, 1947;
Birmania,Sri Lanka, Palestina, Indonesia, 1948). En 1946 EE.UU.concedieron
la independencia a Filipinas. Sólo en algunas zonasdel sureste asiático
encontró resistencia el proceso dedescolonización política (Vietnam, Camboya
y Laos).Su larga experiencia en la India había enseñado a GranBretaña algo
que no sabían franceses y holandeses: cuando surgíaun movimiento
nacionalista importante, la renuncia al poderformal era la única forma de seguir
disfrutando de las ventajas delimperio.(La división de la India en función de
parámetros religiososcreó un precedente siniestro para el futuro del mundo:
creaciónde Pakistán por la Liga Musulmana de Ali Jinnah).Con la excepción de
Indochina, el proceso de descolonizaciónestaba ya concluido en Asia en 1950.
A finales de los añoscincuenta los viejos imperios eran conscientes de la
necesidad deliquidar el colonialismo formal. París, Londres y
Brusuelasdecidieron que la concesión voluntaria de la independenciaformal y
el mantenimiento de la dependencia económica y cultural eran preferibles a una
larga lucha que desembocaría en laindependencia y la instauración
de regímenes de izquierda.La era imperialista había llegado a su fin. Setenta y
cinco añosantes el imperialismo parecía indestructible e incluso treinta
añosantes afectaba a la mayor parte de los pueblos del planeta.

VIII: LA GUERRA FRÍALa


guerra fría entre EE.UU. y la URSS, con sus respectivosaliados, dominó el
escenario mundial de la segunda mitad delsiglo XX. Se vivió bajo la amenaza
de un conflicto nuclear global,que, como muchos creían, podía estallar en
cualquier momento.Los gobiernos de ambas potencias aceptaron el reparto
globalde fuerzas establecido al final de la segunda guerra mundial. EnEuropa
las líneas de demarcación se trazaron en 1943-1945,aunque hubo vacilaciones
de Alemania y Austria, que seresolvieron con la partición de Alemania según
las líneas deocupación del Este y el Oeste. Asia fue la zona en que las
dospotencias compitieron en busca de apoyo e influencia durantetoda la guerra
fría, y donde más conflictos armados podíanestallar. El bando comunista no
presentó síntomas de expansiónsignificativa entre la revolución china y los
años setenta, cuandoChina ya no formaba parte del mismo. Ambas potencias
intentaron resolver las disputas sobre suszonas de influencia sin llegar a un
choque abierto de sus fuerzasarmadas que pudiese llevarlas a la guerra. En
contra de la retóricade la época, actuaron suponiendo que la coexistencia
pacíficaentre ambas era posible. La guerra fría no fue un enfrentamientoen el
que deshicieran los gobiernos, sino la sorda rivalidad entrelos distintos
servicios secretos reconocidos y por reconocer.Cuando la URSS se hizo de
armas nucleares (1949) ambaspotencias dejaron de utilizar la guerra como arma
política en susrelaciones mutuas, pues era el equivalente de un pacto suicida.
Sinembargo, se sirvieron de la amenaza nuclear (sin tener intenciónde
cumplirla) en algunas ocasiones (Corea y Vietnam, 1953 – EE.UU.-, 1954;
Suez, 1956 –URSS-).La guerra fría se baso en la creencia occidental de que
elfuturo del capitalismo y de la sociedad liberal no estabagarantizado. Los
planes de EE.UU. para la posguerra se dirigíanmucho más a evitar otra Gran
Depresión que a evitar otra guerra.Se esperaban serias alteraciones en la
estabilidad social, política y económica porque la guerra había dejado una
poblaciónhambrienta, fácil de adoptar la revolución social.

La ruptura del pacto soviético-norteamericano después de laguerra no basta


para explicar porqué la política de EE.UU. teníaque presentar a la URRS como
la cabeza de una conspiracióncomunista mundial y atea dispuesta a derrocar los
dominios de lalibertad. Pues en 1945-1947 la URSS ni era expansionista,
nicontaba con extender el avance del comunismo más allá de lo quese había
acordado en las cumbres de 1943-1945. Además, laURSS desmovilizó sus
tropas, disminuyendo de 12 millones en1945 a 3 millones a finales de 1948.La
URSS no representaba ninguna amenaza para quienes seencontraran fuera de su
ámbito de influencia. Por el contrario,necesitaba toda la ayuda económica
posible, y no tenía interés enenemistarse con la única potencia que
podía proporcionársela, losEE.UU. su postura de fondo tras la guerra no era
agresiva, sinodefensiva.Sin embargo, la política de enfrentamiento entre
ambos surgióde su propia situación: la posición insegura de la URRS y
losEE.UU. preocupados por la posición insegura en Europa centraly occidental,
además del futuro incierto de Asia. Elenfrentamiento es probable que se
hubiese producido aún sin laideología de por medio.Mientras que a los EE.UU.
les preocupaba el peligro de unposible dominio mundial de la URSS, a Moscú
le preocupaba eldominio real de los EE.UU. sobre todas las partes del mundo
nocomunista. La intransigencia era la táctica lógica de los rusos(negación a
revisar ciertos tratados).Pero esta política de mutua de intransigencia no
implicó unriesgo cotidiano de guerra. Sin embargo, hubo factores quedieron
otra dimensión al enfrentamiento, como el hecho de quepara los políticos
estadounidenses el anticomunismo apocalípticoresultaba útil y tentador, incluso
para aquellos que no estabanconvencidos de su retórica. La histeria pública
facilitaba a lospresidentes la obtención de sumas necesarias para financiar
lapolítica norteamericana gracias a una ciudadanía con escasapredisposición a
pagar impuestos. Los EE.UU. se vieronobligados a adoptar una actitud
agresiva, con una flexibilidadtáctica mínima.

Ambos bandos se vieron envueltos en una carrera dearmamentos que llevaba a


la destrucción mutua, en manos degenerales e intelectuales atómicos cuya
profesión les exigía que nose dieran cuenta de esta locura. Ambos instauraron
un complejomilitar-industrial que contaron con el apoyo de sus
respectivosgobiernos para usar su superávit para atraerse y armar aliados
y satélites y para hacerse con lucrativos mercados para laexportación.El mutuo
temor a un enfrentamiento explica la “congelaciónde los frentes” en 1947-
1949, la partición de Alemania y elfracaso de evitar la subordinación a una u
otra potencia. Pero noexplica el tono apocalíptico de la guerra fría, que vino
por partede EE.UU., pues todos los gobiernos de la Europa occidentalfueron
anticomunistas, decididos a protegerse contra un posibleataque militar
soviético. Sin embargo, la cuestión no era laamenaza teórica de dominación
mundial comunista, sino elmantenimiento de la supremacía real de los
EE.UU.Sin embargo, la carrera del armamento atómico no fue elimpacto
principal de la guerra fría. La armas nucleares no seusaron pesa a que las
potencias participaron en tres guerras (sinenfrentarse) –Corea, 1950; Vietnam y
Afganistán-. Los carosequipos militares demostraron ser ineficaces. La
amenaza de laguerra generó movimientos pacifistas internacionales,
dirigidoscontra las armas nucleares, que ocasionalmente se convirtieron
enmovimientos de masas en parte de Europa.Las consecuencias políticas de la
guerra polarizaron el mundoen dos bandos claramente divididos, se escindieron
en regímenespro y anticomunistas homogéneos en 1947-1948. En Occidentelos
comunistas desaparecieron de los gobiernos para convertirseen parias políticos.
La dominación soviética quedó establecida entoda Europa oriental –excepto
en Finlandia-.La política del bloque comunista fue monolítica,
aunquefragilidad fue más evidente a partir de 1956 (fin del socialismo).La
política de los estados europeos alineados a EE.UU. fue másuniforme, pues a
todos los unía su antipatía por los soviéticos.Los EE.UU. crearon en dos
antiguos enemigos: Italia y Japón, unsistema permanente de partido único, que
trajo comoconsecuencia la estabilización de los comunistas como la principal
fuerza opositora y la instalación de unos regímenes de
corrupcióninstitucional.La guerra eliminó al nacionalsocialismo, al fascismo y
a lossectores derechistas y nacionalistas. La base política de losgobiernos
occidentales de la guerra fría abarcaba desde laizquierda socialdemócrata a la
derecha moderada no nacionalista.Los partidos vinculados a la Iglesia católica
demostraron serútiles, por su anticomunismo y programas sociales no
socialistas.Los efectos de la guerra fría sobre la política internacionalcrearon la
Comunidad Europea con todos su problemas(organización política permanente
para integrar las economías y los sistemas legales de una serie de estados-
naciónindependientes). Fue creada en 1957 por Francia, RFA, Italia,Países
Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Su creación ilustra el miedoque mantenía unida
a la alianza antisoviética, miedo no sólo a laURSS, sino al renacimiento de
Alemania y a los mismos EE.UU.,aliados indispensable contra la URSS, pero
sospechoso por sufalta de fiabilidad.La situación económica de Europa
occidental en 1946-1947parecía tan tensa, que EE.UU. lanzó el plan Marshall
en 1947, unproyecto para la recuperación de Europa, más tarde ayudaría
a Japón. Sin embargo, para EE.UU. una Europa reconstruida teníaque basarse
en la fortaleza económica alemana ratificada con elrearme de Alemania.
Francia trató de vincularse a los asuntos de Alemania para evitar un posible
conflicto, y propusieron supropia versión de una unión europea. La Comunidad
Europea decreó como una alternativa a los planes de integración europea delos
EE.UU.Sin embargo, aunque los EE.UU. fuesen incapaces deimponer a los
europeos sus planes económico-políticos en todossus detalles, eran lo bastante
fuertes como para controlar suposición internacional. No obstante, a medida
que se fueprolongando la guerra fría se fue contrastando el poderío militarde la
alianza de Washington con el los pobres resultadoseconómico de los
norteamericanos. El peso económico delmundo se estaba desplazando hacia las
economías europeas y japonesa, que los EE.UU. estaban convencidos de
haberrescatado.

Este cambio se debió al financiamiento norteamericano deldéficit provocado


por el costo de sus actividades militares y a loscostos de su programa de
bienestar social. El dólar, pieza clave dela economía de la posguerra, se
debilitó. En los sesenta laestabilidad del dólar ya no se basó en las reservas de
los EE.UU.sino en la disposición de los bancos centrales europeos a nocambiar
sus dólares por oro, y a unirse al bloque del oro paraestabilizar el precio del
metal de los mercados. En 1968 estebloque agotó sus recursos, y se puso fin a
la convertibilidad deldólar.Cuando acabó la guerra fría, la hegemonía
económicanorteamericana había quedado tan mermada que el país nisiquiera
podía financiar su propia hegemonía militar.Los años más peligrosos de la
guerra fría, desde 1947 hasta laguerra de Corea, 1950-1953, habían
transcurrido sin unaconflagración mundial. Lejos de desencadenarse una crisis
social,los países de Europa occidental empezaron a darse cuenta de queestaban
viviendo una época de prosperidad general inesperada. Ladisminución de la
tensión se llamó: “distensión”.Kruschev estableció su supremacía en la URSS
después de losconflictos postestalinistas (1958-1964), este dirigente creía en
lareforma y en la coexistencia pacífica. Antes de la “distensión” seenfrentaron
los liderazgos de Kruschev y Kennedy. Las dospotencias estaban dirigidas por
amantes del riesgo en una épocaen que el mundo occidental creía estar
perdiendo su ventaja sobrelas economías comunistas, que habían crecido más
deprisa en loscincuenta. La descolonización y las revoluciones en el
tercermundo parecían favorecer a los soviéticos. Los EE.UU. seenfrentaron a
una URSS confiada pero nerviosa por Berlín, ElCongo y Cuba.Durante esta
etapa el Muro de Berlín (1961) cerró la últimafrontera entre Este y Oeste. Los
EE.UU. aceptaron a la Cubacomunista a su puerta. Las guerrillas América
Latina y ladescolonización de África no se convirtieron en grandes
guerras.Kennedy fue asesinado (1963) y Kruschev dejó el mando en1964. Se
dieron pasos significativos hacia el control y la limitacióndel armamento
nuclear. El comercio entre EE.UU. y la URSSempezó a florecer con el paso de
los años setenta.

Sin embargo, a mediados de los setenta comenzó la segundaguerra fría. Ambas


potencias estaban satisfechas con su situacióneconómica. EE.UU. se vio menos
afectado por la recesióneconómica de Europa, y la URSS se beneficiaba porque
la crisisdel petróleo de 1973 cuadruplicó el precio del petróleo,
elementodescubierto en la URSS a mediados de los sesenta.Dos
acontecimientos alteraron este aparente equilibrio. Vietnam demostró el
aislamiento de los EE.UU. La guerra del Yom Kippur de 1973 entre Israel
(aliado de EE.UU.) y Egipto-Siria (equipadas por la URSS) también puso de
manifiesto elaislamiento norteamericano, cuando sus aliados europeos
senegaron a permitir que los aviones gringos emplearan sus basesaéreas para
apoyar a Israel.Mediante la OPEP los países árabes del Oriente
Próximointentaron impedir que se apoyara a Israel, cortando el suministrode
petróleo y amenazando con un embargo de crudo,multiplicando el precio del
petróleo. Vietnam y el PróximoOriente debilitaron a EE.UU. pero no alteraron
el equilibrioglobal de las potencias. Entre 1974 y 1979 surgió una nuevaoleada
de revoluciones, esta tercera oleada pareció alterar elequilibrio de las potencias
en contra de EE.UU. ya que una seriede regímenes africanos, asiáticos y
americanos se pasaron delbando soviético, y facilitaron bases navales a la
URSS. Laconciencia de esta tercera oleada de revoluciones mundiales conel
fracaso y derrota públicos de EE.UU. fue lo que engendró lasegunda guerra
fría.Dado que la situación en Europa se había estabilizado, ambaspotencias
trasladaron su rivalidad al tercer mundo. EE.UU. habíaconseguido la expulsión
de los soviéticos de Egipto y la entradainformal de China a la alianza
antisoviética. La nueva oleada derevoluciones dirigida contra regímenes
conservadores proyanquis,dio a la URSS la oportunidad de recuperar la
iniciativa. Por estarazón, un estado de histeria se apoderó del debate público
y privado de EE.UU.La injustificada autosatisfacción de los rusos alentó el
miedo.No obstante, el régimen de Brezhnev comenzó a arruinarse élsolo al
emprender un programa de armamento que elevó losgastos en defensa. El
esfuerzo soviético por crear una marina con presencia mundial en todos los
océanos tampoco era unaestrategia sensata.El poderío norteamericano seguía
siendo mayor que elpoderío soviético. En cuanto a la economía y la tecnología
deambos bandos, la superioridad occidental (y japonesa) era mayor.No
obstante, no había ningún indicio de que la URSS deseara unaguerra y mucho
menos de que planeara un ataque militar contraOccidente.La política de Reagan
(retórica apocalíptica), elegido en 1980,sólo se entiende en su afán de lavar la
afrenta de lo que se vivíacomo una humillación (el caso Nixon, rehenes en
Irán, crisis delpetróleo, aumento de los precios por parte de la
OPEP),demostrando la supremacía de los EE.UU. en gestos de fuerzamilitar
sobre objetivos fáciles (Granada, 1983; Libia, 1986;Panamá, 1989).El
equilibrio mundial entre las potencias se llevó a cabo afinales de los setenta,
cuando la OTAN empezó a rearmarse, y alos nuevos estados africados de
izquierda los mantenían a rayadesde el principios movimientos apoyados
por EE.UU. Hacia1980, llegaron al poder en varios países gobiernos de la
derechaideológica, comprometidos con una forma extrema de
egoísmoempresarial (Reagan, Thatcher). Para esta nueva derecha, elcapitalismo
de la sociedad de bienestar de los años cincuenta y sesenta, habían sido una
subespecie de socialismo. La guerra fríade Reagan fue contra el estado del
bienestar igual que contra todointrusismo estatal. Sus enemigos eran el
liberalismo tanto como elcomunismo.Cuando la URSS se hundió al final de la
era Reagan, losnorteamericanos afirmaron que su caída se debió a una
activacampaña de acoso y derribo, pero no hay la menor señal de que
elgobierno de los EE.UU. contemplara el hundimiento de la URSSo de que
estuviera preparado para ello llegado el momento. Elmismo Reagan creía en la
coexistencia entre ambos países, perouna coexistencia que no estuviera basada
en un equilibrio deterror nuclear mutuo.La guerra fría acabó cuando una de la
superpotencias, oambas, reconocieron el peligro de la carrera armamentista,
y cuando una o ambas, aceptaron acabar con esa carrera.

Gorvachov fue quien se encargó de convencer al gobierno de losEE.UU. y a los


demás gobiernos occidentales de que lossoviéticos en verdad querían acabar
con esa carrera. A efectosprácticos, la guerra fría acabó en las cumbres de
Reykjavik (1986)y Washington (1987).El socialismo soviético afirmaba ser una
alternativa global alsistema capitalista. Dado que el capitalismo no se hundió,
lasperspectivas del socialismo dependían de su capacidad decompetir con la
economía capitalista mundial (reformada tras laGran Depresión y la segunda
guerra mundial, y trasformada porla revolución postindustrial de las
comunicaciones y lainformática). No obstante, desde 1960 el socialismo ya no
eracompetitivo.El sistema capitalista mundial podía absorber la deuda de
3billones de dólares que en los ochenta hundieron a los EE.UU.(mayor
acreedor del mundo, hasta entonces). En cambio, nadie,ni dentro ni fuera,
estaba dispuesto a hacerse cargo de una deudaequivalente en el caso soviético.
A finales de los setenta, laseconomías de la Comunidad Europea y Japón,
juntas, eran un60% mayores que la de los EE.UU.; en cambio, los aliados
y satélites de los soviéticos nunca llegaron a emanciparse, sino quesiguieron
practicando una sangría de decenas de miles de millonesde dólares anuales a la
URSS. Los países del tercer mundo (quesegún Moscú acabarían con el
capitalismo) representaban el 80%del planeta, pero sus economías eran
secundarias. A medida quela superioridad tecnológica occidental fue creciendo
no hubocompetencia posible.Lo que precipitó la caída del socialismo, fue la
combinación desus defectos económicos y la invasión acelerada de la
economíasocialista por parte de la economía capitalista, más
dinámica,avanzada y dominante. Fue la interacción de la economía demodelo
soviético con la economía capitalista a partir de lossesenta lo que hizo
vulnerable al socialismo. La derrota de laURSS no se debió a la confrontación,
sino a la distensión. No fueposible reconocer que la guerra había acabado hasta
elhundimiento del imperio soviético (1989) y la disolución de laURSS (1989-
1991).

* La guerra fría transformó la escena internacional en tressentidos:1)

Había eliminado o eclipsado totalmente las rivalidades y conflictos que


configuraron la política antes de la segundaguerra mundial (salvo uno). Todas
las grandes potencias(excepto dos) quedaron relegadas a la segunda o
terceradivisión de la política internacional. Francia y Alemania noentraron en
lucha después de 1947, porque los alemanespodían ser controlados por
EE.UU.2)

Congeló y estabilizó la situación internacional. Alemaniapermaneció dividida


46 años en sectores: occidental (RFA-1948), central (RDA-1954) y oriental
(que se convirtió enparte de Polonia y de la URSS). El fin de la guerra fría y
elhundimiento de la URSS reunificó a los dos sectoresoccidentales y dejó las
zonas de Prusia orientalanexionadas por los soviéticos aisladas, separadas del
restode Rusia por el estado ahora independiente de Lituania.La política interna
no se congeló de la misma forma, salvoen el caso donde los cambios alteraran
la lealtad de unestado a su respectiva potencia dominante. Los EE.UU.
noestaban dispuestos a tolerar comunistas en el poder enItalia, Chile o
Guatemala, y la URSS no estaba dispuesta arenunciar al derecho de mandar
tropas a repúblicashermanas con gobiernos disidentes como Hungría
y Checoslovaquia. Con excepción de China, ningún paísimportante cambio de
bando.3)

La guerra fría llenó al mundo de armas. Fue el resultadonatural de cuarenta


años de competencia entre ambaspotencias por armarse. A las economías muy
militarizadasles interesaba vender sus productos en el exterior. Todo elmundo
exportaba armas. El surgimiento de una época deguerrillas y terrorismo originó
una gran demanda de armasligeras y portátiles, las ciudades de finales del siglo
XX proporcionaron un nuevo mercado civil de esos productos.El fin de la
guerra fría suprimió los puntuales que habíansostenido la estructura
internacional: quedó un mundo enconfusión y parcialmente en ruinas. La idea
norteamericana de que el antiguo orden bipolar podía ser sustituido con un
nuevoorden mundial basado en la única superpotencia que habíaquedado,
pronto demostró ser irreal. El fin de la guerra fríademostró no ser el fin de un
conflicto internacional, sino el fin deuna época, no sólo para Occidente, sino
para el mundo entero.Los años entorno a 1990 fueron claramente uno de
losmomentos decisivos del siglo.Sólo una cosa parecía sólida entre tanta
incertidumbre: losextraordinarios cambios que experimentó la economía
mundial y las sociedades humanas, durante un periodo transcurrido desde
elinicio de la guerra fría.

IX: LOS AÑOS DORADOSSólo


al final de los años setenta, los observadores se dieroncuenta de que el mundo
capitalista desarrollado –principalmente-había atravesado una etapa
excepcional. Para los EE.UU. quedominaron la economía tras el fin de la
segunda guerra mundialsupuso la prolongación de la expansión de los años de
la guerra,debido al tamaño de su economía, su comportamiento no fue
tanimpresionante como el de otros países. En el resto de los
paísesindustrializados la edad de oro batió todas las marcas anterioresde
desarrollo.La recuperación tras la guerra era la prioridad de los europeosy
Japón, después de 1945 su éxito se midió por la cercanía a losobjetivos del
pasado y no del presente. En 1950 la mayoría de lospaíses (excepto Alemania y
Japón) habían vuelto a los niveles depreguerra, pero el principio de la guerra
fría y el empuje de lospartidos comunistas no invitaban a la euforia. Fue hasta
lossesenta cuando se asentó la prosperidad de Europa, y losobservadores
admitían que la economía en su conjuntocontinuaría subiendo y subiendo para
siempre.La edad de oro correspondía básicamente a los paísescapitalistas
desarrollados, que representaban
¾
partes de laproducción y el 80% de las exportaciones de productoselaborados,
aunque en un principio pareció que la parte socialistallevaba la delantera. El
crecimiento de la URSS en los cincuentaera mayor al de cualquier país
occidental. Sin embargo, en lossesenta se hizo evidente que era el capitalismo,
más que elsocialismo, el que se estaba abriendo camino.La edad de oro fue un
fenómeno mundial aunque la opulenciageneralizada quedara lejos del alcance
de la mayoría de lapoblación mundial. La población del tercer mundo se
duplicó enlos siguientes 35 años a partir de 1950 (África, Extremo Oriente,sur
de Asia y América Latina). La esperanza de vida se prolongóuna media de siete
años, o diecisiete con relación a los añostreinta. Esto significa que la
producción de alimentos aumentómás deprisa que la población, tanto en las
zonas desarrolladascomo en las regiones no industrializadas.

El problema de los países desarrollados era que producíanunos excedentes de


productos alimentarios, que en los ochentadecidieron producir bastante menos,
o inundar el mercado pordebajo del precio de coste, compitiendo así con el
precio de losproductores de los países pobres.El mundo industrial se expandió
por los países capitalistas y socialistas y por el tercer mundo. En todas partes
el número depaíses dependientes de la agricultura, por lo menos para
financiarsus importaciones del resto del mundo, disminuyó de formanotable. La
producción mundial de manufacturas se cuadriplicóentre principios de los
cincuenta y principios de los setenta,además, el comercio mundial de productos
elaborados semultiplicó por diez. La producción agrícola mundial también
sedisparó, no por el cultivo de nuevas tierras, sino por el aumentode la
productividad.El efecto de esta explosión fue la contaminación y el
deterioroecológico, aunque en esta época fue un efecto secundario. Laideología
del progreso daba por sentado que el creciente dominiode la naturaleza por
parte del hombre era la justa medida delavance de la humanidad. Se utilizaron
métodos industriales deproducción para construir viviendas públicas rápido y
barato, porlo que los sesenta fueron el decenio más nefasto del
urbanismohumano. Los aeropuertos sustituyeron a las estaciones deferrocarril
como el edificio simbólico del transporte.El impacto de las actividades
humanas (industriales y agrícolas) sobre la naturaleza, se incrementó por el
aumento deluso de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural). Laedad
de oro es fue de oro porque el precio medio de barril decrudo saudí era inferior
a los dos dólares a lo largo de todo elperiodo de 1950-1973, haciendo que la
energía fuese muy barata y continuara abaratándose. Las emisiones de dióxido
de carbono setriplicaron entre 1950-1973.La era del automóvil –hacía tiempo
en Norteamérica- llegó aEuropa y luego al mundo socialista y a la clase
medialatinoamericana, mientras que la baratura de los combustibleshizo al
camión y el autobús los principales medios de transportedel planeta. Buena
parte de la expansión mundial fue un procesode ir acortando distancias. Bienes
y servicios restringidos a las

minorías se pensaba ahora para un mercado de masas, comosucedió con el


turismo a playas soleadas. Neveras, lavadoras,teléfonos, se convirtieron en
indicador de bienestar habitual. Ahora el ciudadano medio podía vivir como
sólo los muy ricoshabían vivido en tiempos de sus padres, con la diferencia de
quela mecanización había sustituido a los sirvientes.El motor de la expansión
económica fue la revolucióntecnológica. No sólo contribuyó a la multiplicación
de losproductos, sino a la de productos desconocidos. La guerra, consu
demanda de alta tecnología preparó una serie de procesosrevolucionarios luego
adaptados al uso civil (televisión,magnetófonos, radar, motor a reacción,
electrónica einformática). La industria e incluso la agricultura superaron
porprimera vez la tecnología del siglo XIX.Este terremoto tecnológico
tuvo varias consecuencias:
Primero.
Transformó la vida cotidiana en los países ricos eincluso en los pobres, donde
la radio llegaba hasta las aldeas másremotas; la “revolución verde” transformó
el cultivo del arroz y eltrigo, y el uso del plástico se generalizó en el calzado.
Larevolución tecnológica penetró en la conciencia del consumidorque la
novedad se convirtió en el principal atractivo a la hora de venderlo todo. La
premisa era que lo nuevo no sólo quería decirmejor, sino revolucionario.Los
productos que representaron novedades tecnológicas sonincontables: televisión,
LPs, cassettes, CDs, relojes digitales,calculadoras de bolsillo, equipos de
sonido, fotográficos y vídeodomésticos. Estas innovaciones sufrieron el
sistemático procesode miniaturización: la portabilidad aumentó intensamente
sugama y su mercado potenciales.
Segundo.
A más complejidad de la tecnología en cuestión, máscomplicado se hizo el
camino desde el descubrimiento o lainvención hasta la producción, y más
complejo y caro el procesode creación. La investigación y el desarrollo
consolidaron la ventaja de las economías de mercado desarrolladas, la
innovacióntecnológica no floreció en las economías socialistas. El
procesoinnovador se hizo tan continuo, que el coste del desarrollo denuevos
productos se convirtió en una proporción cada vez mayore indispensable de los
costes de producción.
Tercero.
Las nuevas tecnologías emplearon de forma intensivael capital y eliminaron la
mano de obra (menos científicos y técnicos) o llegaron a sustituirla. La
característica de la edad deoro es que necesitó grandes inversiones constantes,
y no necesitóa la gente, salvo como consumidores. Aunque esto no
resultóevidente durante una generación, pues en los paísesindustrializados, la
clase trabajadora industrial mantuvo oaumentó dentro de la población activa.
El ideal al que aspiraba laedad de oro era la producción o el servicio sin la
intervención delser humano, que sólo resultaba necesario para la economía en
unsentido: como comprador de bienes y servicios. Todos los problemas
que había afligido al capitalismo en la erade las catástrofes parecieron
disolverse y desaparecer. El ciclo deexpansión y recesión se convirtió en una
sucesión de levesoscilaciones. No se puede hablar de desempleo masivo
enOccidente, cuando Europa tenía un paro medio de 1,5% y Japónun 1,3%.
Sólo en Norteamérica no se había eliminado aún. Losingresos de los
trabajadores aumentaba año tras año de formacasi automática. La gama de
bienes y servicios que ofrecía elsistema productivo convirtió lo que había sido
un lujo enproductos de consumo diario, y esa gama se ampliaba un año
trasotro. Vista en perspectiva, la edad de oro fue sólo otra faseculminante del
ciclo de Kondratiev, esta sucesión de ciclos deonda larga de aproximadamente
medio siglo de duración eranormal desde el siglo XVIII. Lo que hay que
explicar no es eso,sino la escala y el grado de profundidad de esta época
deexpansión dentro del siglo XX. Es evidente que el gran salto de laeconomía
produjo una reestructuración y una reformasustanciales en el capitalismo, y una
gran avance en laglobalización e internacionalización de la economía.El primer
punto produjo una economía mixta, que facilitó losestados de la planificación y
la gestión de la modernizacióneconómica, además de incrementar la demanda.
El compromisopolítico de los gobiernos con el pleno empleo y –en
menorgrado- con el bienestar y la seguridad social, dio pie a la existenciade un
mercado de consumo masivo de artículos de lujo que ahorapasarían a
considerarse necesarios.

El segundo factor multiplicó la capacidad productiva de laeconomía mundial al


posibilitar la división internacional deltrabajo más compleja y minuciosa. Al
inicio esto se limitó a lospaíses desarrollados, el área socialista quedó aparte y
el tercermundo optó por una industrialización planificada y
separada,reemplazando la importación con la propia producción deartículos
manufacturados. Lo que experimento el gran estallidofue el comercio de
productos industriales, el comercio demanufacturas se multiplicó por diez en
los veinte años posterioresa 1953.La reestructuración del capitalismo y el
avance de lainternacionalización de la economía fueron fundamentales. Aunque
no está claro que la revolución tecnológica no explicapor sí sola la edad de oro,
pues gran parte de la nuevaindustrialización consistió en la extensión a nuevos
países de las viejas industrias basadas en las viejas tecnologías del XIX e
iniciosdel XX (carbón, hierro, acero, petróleo y motor de explosión. Laalta
tecnología y sus innovaciones pronto se constituyeron enparte misma de la
expansión económica, aunque no son decisivaspor sí mismas.El capitalismo de
la posguerra era una especie de matrimonioentre liberalismo económico y
socialdemocracia, con préstamossustanciales de la URSS (planificación
económica). No obstante,los teólogos del mercado libre reaccionaron
defendiendo lapureza del mercado, condenando las políticas que hicieron de
laedad de oro una época de prosperidad.La memoria de la experiencia de
entreguerras y la GranDepresión contribuyeron a reformar al capitalismo, ahora
seanexaba la perspectiva del comunismo y del poderío soviético.El desastre de
entre guerras se debió en gran parte a ladisrupción del sistema comercial y
financiero mundial y sufragmentación en economías nacionales. El sistema
gozó deestabilidad gracias a la hegemonía de la economía británica y lalibra
esterlina, ahora ese control lo tenía que asumir EE.UU. y eldólar. La Gran
Depresión se debió al fracaso del mercado libresin restricciones. A partir de
entonces, habría que complementaral mercado con la planificación y la gestión
pública de laeconomía, o actuar dentro del marco de las mismas.

La tutuela y planificación estatal no era novedad en algunospaíses, desde


Francia hasta Japón, incluso era bastante habitual enoccidente después de 1945.
No era cuestión de socialismo oantisocialismo. Los partidos socialistas y los
movimientos obrerosencajaban en el nuevo capitalismo reformado, porque
nodisponían de una política económica propia, excepto loscomunistas, cuya
meta era tomar el poder y seguir el modelosoviético. La izquierda dirigió su
atención hacia la mejora de lascondiciones de vida de su electorado de clase
obrera. Uncapitalismo reformado que reconociera la importancia de la manode
obra y de las aspiraciones socialdemócratas les parecía bien.La clase dirigente
occidental de la posguerra estabaconvencida de que la vuelta al
laissez-faire
y a una economía delibre mercado inalterable era impensable. El pleno empleo,
ladetención del comunismo y la modernización de la economíaeran la prioridad
y justificaban una intervención estatal demáxima firmeza, estando incluso
dispuestos a asociarse conmovimientos obreros organizados, siempre que no
fuesencomunistas. Estas políticas obtuvieron grandes éxitos. Laadaptación de
las ideas soviéticas a las economías capitalistasmixtas tuvieron grandes
consecuencias, como ejemplo estáFrancia que entre 1950 y 1979 acortó
distancias con respecto aEE.UU. más que ningún otro de los países
industrializados.La reconstrucción de la economía internacional se
tradujoparcialmente en acuerdos institucionales concretos. El BancoMundial y
el FMI se crearon para facilitar la inversión a largoplazo y mantener la
estabilidad monetaria, además de abordarproblemas de la balanza de pagos.
Cuando se hundió el modelooriginal de la ONU con la guerra fría, estas
institucionesquedaron subordinadas a la política de los EE.UU.Los
planificadores del nuevo mundo intentaron crearinstituciones operativas para
su proyectos, y fracasaron. Adiferencia de la ONU, el sistema internacional de
comercio y depagos funcionó. La edad de oro fue la época de libre
comercio,libertad de movimiento de capitales y estabilidad cambiaria quetenían
en mente los planificadores durante la guerra. Ellos sedebió al dominio de los
EE.UU. y al dólar, que fue eficaz
estabilizador por su vinculación con una cantidad concreta deoro, hasta que el
sistema se cayó a finales de los sesenta.Una expansión agresiva estaba en el
ánimo de la políticanorteamericana al acabar la guerra. La guerra fría les incitó
aadoptar una perspectiva a largo plazo, al convencerlos de ayudar asus
competidores acrecer lo más rápido posible (Plan Marshall).La economía
capitalista mundial se desarrolló en torno a losEE.UU. cuya economía
planteaba menos obstáculos a losmovimientos internacionales de los factores
de producción quecualquier otra, excepto en el caso de la migración. No
obstante, lagran expansión económica de la edad de oro se alimento de lamano
de obra parada y de los grandes flujos migratorios internos,del campo a la
ciudad y de las regiones pobres a las ricas. Sinembargo, los gobiernos se
resistieron a la libre inmigración, en sumayoría sólo se concedieron permisos
de residencia condicionalesy temporales, para que las personas pudieran ser
repatriadasfácilmente. En la edad de oro la inmigración era un tema
políticodelicado, en los setenta condujo a un aumento público de laxenofobia
en Europa.Durante la edad de oro la economía siguió siendo másinternacional
que trasnacional. El comercio recíproco entre paísesera cada vez mayor, pero
aunque las economías industrializadascomprasen más los productos de unas y
otras, el grueso de suactividad económica continuó siendo doméstica. A partir
de lossesenta apareció una economía cada vez más trasnacional (sistemade
actividades económicas para las cuales los estados y susfronteras no son la
estructura básica, sino meras complicaciones).Este proceso vino acompañado
de una crecienteinternacionalización –entre 1965-1990 la producción
mundialdedicada a la exportación se duplicó-.Esta trasnacionalización tiene
tres aspectos: las compañíastrasnacionales (multinacionales); la nueva división
del trabajo y elsurgimiento de las actividades
offshore
(extraterritoriales) enparaísos fiscales, es decir, la práctica de registrar la sede
legal deun negocio en territorios minúsculos y fiscalmente generosos
quepermitan evitar los impuestos y demás limitaciones de otrospaíses.

La City de Londres se convirtió en una plaza financieraoffshore gracias a la


inversión de eurodólares. Los dólaresdepositados en bancos fuera de los
EE.UU. y no repatriados,para evitar las restricciones de sus leyes financieras,
seconvirtieron en un instrumento financiero negociable. Estosdólares flotantes
se convirtieron en la base de un mercado globaltotalmente incontrolado, y
experimentaron un tremendocrecimiento. Primero EE.UU. y después todos los
gobiernosacabaron por ser sus víctimas, ya que perdieron el control sobrelos
tipos de cambio y la masa monetaria.Las compañías multinacionales
estadounidenses aumentaronsus filiales de 7,500 en 1950 a 23 mil en 1966.
Además, cada vezmás compañías de otros países siguieron su ejemplo. La
novedadradicaba en la escala de las operaciones de estas
entidadestrasnacionales: las estadounidenses a principios de los
ochentaacumulaban
¾
de las exportaciones y la mitad de lasimportaciones de su país.La función
principal de tales compañías era internacionalizarlos mercados más allá de las
fronteras nacionales, es decir,convertirse en independientes de los estados y de
su territorio.Las estadísticas de importaciones y exportaciones reflejan
enrealidad el comercio interno dentro de una entidad trasnacionalque opera en
varios países. Este fenómeno reforzó la tendencianatural del capital a
concentrarse. En 1960 las ventas de lasmayores firmas del mundo (no
socialista) equivalían al 17% delPNB del mundo.La mayoría de las
trasnacionales tenían su sede en estadosdesarrollados importantes. Si al
principio la vinculación con susgobiernos fue estrecha, a finales de la edad de
oro es dudoso quecualquier de ellas pudiera decirse con certeza que se
identificabacon su gobierno o con los intereses de su país. La tendencia
deemanciparse de los estados nacionales se hizo más patente amedida que la
producción industrial empezó a trasladarse fuera delos países europeos
y norteamericanos.Los países desarrollados empezaron a exportar un
porcentajemayor de sus productos elaborados al resto del mundo, a su vez,el
tercer mundo empezó a exportar manufacturas a una escalaconsiderable hacia
los países desarrollados e industrializados. Las

nuevas industrias del tercer mundo abastecían no sólo a unosmercados locales


en expansión, sino también al mercado mundial,exportando artículos
producidos por la industria local oformando parte del proceso de fabricación
transnacional.Esta fue la innovación decisiva de la edad de oro, que nohubiera
podido darse sin la revolución en el ámbito del transportey las comunicaciones,
que hizo posible dividir la producción deun solo artículo entre varios países,
transportando vía aérea elproducto parcialmente acabado entre estos centros y
dirigiendode forma centralizada el proceso en su conjunto gracias a lamoderna
informática. A medida que el mundo se iba convirtiendo en una unidad,
laseconomías nacionales de los grandes estados se vierondesplazadas por
estas plazas financieras extraterritoriales, situadasen su mayoría en los
pequeños o minúsculos miniestados(ciudades-estado), que en la edad de oro
se hizo evidente quepodían prosperar tanto como las grandes economías
nacionales, eincluso más, proporcionando directamente servicios a laeconomía
global. El mundo más conveniente para los gigantesmultinacionales es un
mundo poblado por estados enanos o sinningún estado.El desplazamiento de las
viejas industrias de su núcleo originalse basó en la combinación de crecimiento
económico en unaeconomía capitalista basada en el consumo masivo por parte
deuna población activa plenamente empleada y cada vez mejorpagada y
protegida. Se basaba también en un acuerdo tácito entrelas organización
obreras y las patronales para mantener lasdemandas de los trabajadores dentro
de unos límites para nomermar los beneficios, y no mantener las expectativas
de talesbeneficios muy altas como para justificar las inversiones. Con elfin de
la edad de oro estos acuerdos sufrieron la crítica de losteólogos del libre
mercado que los acusaron de corporativismo. A los empresarios no les
importaba pagar salarios altos enplena expansión y con cuantiosos beneficios.
Los trabajadoresobtenían salarios y beneficios complementarios que
ibansubiendo con regularidad. Los gobiernos conseguían estabilidad política,
debilitando así a los partidos comunistas y unascondiciones predecibles para la
gestión macroeconómica. Tras la guerra hubo en todas partes gobiernos
reformistas(dominados por socialistas, socialdemócratas, incluso conpresencia
comunista hasta 1947), aunque este reformismo prontose batió en retirada,
aunque se mantuvo el consenso. La granexpansión económica de los cincuenta
estuvo dirigida porgobiernos conservadores moderados. Lo que ocurrió es que
elespíritu de la época estaba en contra de la izquierda: no eramomento de
cambiar.En los sesenta se registró un giro hacia la izquierda, debido
alretroceso del liberalismo económico y en parte porque lageneración que
presidió el sistema capitalistas desapareció hacia1964. En los sesenta la
izquierda moderada volvió a gobernarmuchos estados de Europa occidental.
Esta cambio fue paralelo ala aparición de los estados de bienestar, es decir,
estados en losque el gasto en bienestar se convirtió en la mayor parte del
gastopúblico total y la gente dedicada a actividades de bienestar socialformó el
conjunto más importante de empleados públicos. Afinales de los sesenta todos
los estados capitalistas avanzados sehabían convertido en estados de
bienestar.La política de las economías de mercado desarrolladas
parecíatranquila. Por eso el súbito estallido del radicalismo estudiantil en1968
tomó a políticos e intelectuales por sorpresa. Era un signode que la estabilidad
de la edad de oro no podía durar. Estadependía de el equilibro entre el aumento
de la producción y lacapacidad de los consumidores de absorberlo. Los salarios
teníanque subir lo bastante deprisa como para mantener el mercado aflote, pero
no demasiado deprisa, para no recortar los márgenesde beneficio. Además,
dependía del dominio de EE.UU.En los años sesenta la hegemonía de los
EE.UU. entró endecadencia y el sistema monetario mundial basado en
laconvertibilidad del dólar en oro, se vino abajo. Además, lasgrandes reservas
de mano de obra provenientes de lasmigraciones estaba a punto de agotarse.Se
registró un cambio de actitud de la moderación y la calmade las negociaciones
salariales anteriores a 1968 y las de losúltimos años de la edad de oro, debido
al descubrimiento de que

los aumentos salariales peleados por los sindicatos eran inferioresa los que
podían conseguirse presionando al mercado. Estecambio de actitud de los
trabajadores fue más significativo que lasprotestas estudiantiles de 1968, que
fue un fenómeno ajeno a laeconomía y a la política. Movilizó un sector
minoritario de lapoblación: la juventud de clase media.Su trascendencia
cultural fue mayor que la política, adiferencia de movimientos análogos en
países dictatoriales y deltercer mundo. Pero sirvió de aviso para una generación
que creíahaber resuelto para siempre los problemas de la sociedadoccidental.
El 68 no fue el fin ni el principio de nada, sino sólo unsigno. A diferencia del
estallido salarial, el hundimiento del sistemafinanciero internacional en 1971,
el boom de las materias primasde 1972-1973 y de la crisis del petróleo de la
OPEP de 1973, notiene gran relevancia para la historia económica. A
principios de los setenta la expansión de la economíaacelerada por una
inflación en rápido crecimiento, por un enormeaumento de la masa monetaria
mundial y por el ingente déficilnorteamericano, se volvió frenética. La
economía entró en crisisen 1974 cuando el PNB de los países industrializados
avanzadoscayó sustancialmente. La economía mundial no recuperó suantiguo
ímpetu tras el crac. Fue el fin de una época. Las décadasposteriores a 1973
serian una era de crisis.No obstante, la edad de oro llevó a cabo la revolución
másdrástica, rápida y profunda en los asuntos humanos de la que setenga
constancia histórica
X: LA REVOLUCIÓN SOCIAL,
1945-1990En el tercer cuarto del presente siglo se dio la transformaciónsocial
mayor y más intensa, rápida y universal de la historia de lahumanidad. Es
verdad que en las zonas desarrolladas del mundohacía tiempo que vivían en un
mundo de cambios,transformaciones tecnológicas e innovaciones
culturalesconstantes. Pero para la mayor parte del planeta los cambiosfueron
tan repentinos como cataclísmicos. Para el 80% de lahumanidad la Edad Media
se terminó en los años cincuenta, omejor dicho,
sintió
que se había terminado en los años sesenta.Quienes vivieron la realidad de
estas transformaciones no sehicieron cargo de su alcance, pues las
experimentaronprogresivamente y no las concibieron como
revolucionespermanentes.El cambio social más drástico y de mayor alcance de
lasegunda mitad de siglo, y que nos separa para siempre del mundodel pasado,
es la muerte del campesinado. Es vísperas de lasegunda guerra mundial, sólo
Gran Bretaña y Bélgica eran paísesindustrializados donde la agricultura y la
pesca empleaban amenos del 20% de la población. En los EE.UU. y Alemania,
lasdos mayores economías industriales, la población ruralrepresentaba la cuarta
parte de la población. Para principios delos ochenta ningún país occidental
tenía una población ruralsuperior al 10% del total. Algo aún más extraordinario
fue el declive de la poblaciónrural en los países con falta de desarrollo
industrial. En AméricaLatina, al término de la segunda guerra mundial, los
campesinosconstituían la mitad o la mayoría de la población activa. Pero yaen
los setenta no había ningún país en que no estuvieran enminoría. La situación
era parecida en los países islámicos. Sólotres regiones del planeta seguían
dominadas por sus pueblos y campos: el África subsahariana, el sur y el sureste
de Asia y China.Es cierto que estas regiones de población rural
seguíanrepresentando a la mitad del género humano a finales de la época.Sin
embargo, incluso ellas acusaban los embates del desarrolloeconómico.

En las regiones pobres del mundo la revolución agrícola noestuvo ausente,


aunque fue más incompleta. En conjunto, lospaíses del tercer mundo y del
segundo (anteriormente o todavíasocialista) dejaron de alimentarse a sí
mismos, y no producían losexcedentes alimentarios exportables que serían de
esperar siendopaíses agrícolas. Como máximo se les animaba a especializarse
encultivos de exportación para los mercados del mundodesarrollado.El mundo
de la segunda mitad del siglo XX se urbanizo comonunca, a mediados de los
ochenta el 42% de su población eraurbana. Las aglomeraciones urbanas más
grandes de finales de losochenta se encontraban en el tercer mundo: El Cario,
Ciudad deMéxico, Sao Paulo y Shanghai; mientras el mundo desarrolladoseguía
estando más urbanizado que el mundo pobre, sus propiasgrandes ciudades se
disolvían.No obstante, el viejo mundo y el nuevo mundo convergieron.La típica
gran ciudad del mundo desarrollado se convirtió en unaregión de centros
urbanos interrelacionados, situados alrededorde una zona administrativa o de
negocios. Surgieron redesperiféricas de circulación subterránea rápida en todas
partes. Ladescentralización se extendió al irse desarrollando barrios
ocomplejos residenciales suburbanos con sus propios servicioscomerciales y de
entretenimiento.La ciudad del tercer mundo aunque conectada también porredes
de transporte público y un sin fin de números de autobusesy taxis colectivos,
no pudieron evitar estar mal dispuestas y estructuradas, debido en parte a la
magnitud de su población y porque muchas surgieron a partir de barrios de
chabolas enespacios abiertos sin utilizar. A la par de la decadencia del
campesinado, se experimentó unauge de las profesiones para las que se
necesitaban estudiossecundarios y superiores. La demanda de plazas de
enseñanzasecundaria y superior se multiplicó a un ritmo extraordinario, aligual
que la cantidad de gente que había cursado o estabacursando esos estudios.
Este estallido se dejó sentir en laenseñanza universitaria, hasta entonces
insignificante desde elpunto de vista demográfico. A finales de los ochenta
losestudiantes se contaban por millones en varios países (del 2,5 al

3% de la población total). La fiebre universitaria fue menosacusada en los


países socialistas, pese al orgullo de su política deeducación de masas, a
medida que las dificultades del sistemacrecieron en los setenta y ochenta, estos
países se rezagaron conrespecto a Occidente.La enseñanza superior se convirtió
en la mejor forma deconseguir ingresos más elevados, pero sobre todo, un nivel
socialmás alto. La mayoría de los estudiantes procedía de familias
másacomodadas que el término medio, pero no necesariamente ricas.La
expansión económica mundial hizo posible que familiashumildes pudieran
permitirse que sus hijos estudiasen de tiempocompleto. En los setenta la cifra
mundial de universidades seduplicó con creces.Esta multitud de jóvenes
estudiantes y profesores eran unnuevo factor tanto en la cultura como en la
política. Tal comorevelaron los setenta, eran políticamente radicales y
explosivos,además de eficaces para dar expresión nacional e
inclusointernacional al descontento político y social, como en elmovimiento
estudiantil de 1968. El motivo porque el 68 no fue larevolución fue que los
estudiantes no podían hacerla solos. Sueficacia radicaba en su ejemplo era
capaz de denotar a gruposmayores pero más difíciles de inflamar (como los
movimientosobreros). Tras el fracaso de los sueños del 68, algunos
estudiantesradicales intentaron hacer la revolución por su cuenta
formandobandas armadas terroristas, pero aunque estos movimientosrecibieron
mucha publicidad, rara vez tuvieron incidencia políticaseria.Es significativo
que el nuevo grupo social de los estudiantesfuera el único de entre los nuevo y
viejos agentes sociales queoptó por la izquierda radical. Se ha explicado en
parte estefenómeno por el esencial ímpetu revolucionario, entusiasta y
dedesorden de la generación joven, pero esto no explica porqué losjóvenes que
estaban a las puertas de un futuro mucho mejor queel de sus padres, se sentían
atraídos por el radicalismo político.En realidad, un alto porcentaje de
estudiantes no era así, sino quese contentaba con el título que le garantizaría el
futuro, pero éstosresultaban menos visibles que la minoría de los políticamente
activos.

La explosión de la demanda universitaria rebasó a lasinstituciones


universitarias que no estaban preparadas ni física niorganizativa ni
intelectualmente para esta afluencia. Elresentimiento contra las autoridades
universitarias se hizofácilmente extensivo a todas las autoridades, y eso hizo
enOccidente que los estudiantes se inclinaran hacia la izquierda.Este nuevo
colectivo estudiantil se encontraba en unasituación incómoda con respecto al
resto de la sociedad. Sudescontento no era menguado por la conciencia de estar
viviendoen unos tiempos que habían mejorado asombrosamente, muchomejor
que el que sus padres pudieran llegar a vivir. Al contrario,creían que las cosas
podían ser distintas y mejores, aunque nosupieran exactamente cómo. La
explosión de descontentoestudiantil se produjo en el momento culminante de la
granexpansión mundial.El empuje de su radicalismo movilizó a grupos
acostumbradosa movilizarse por motivos económicos. El efecto más
inmediatode la rebelión estudiantil europea fue una oleada de huelgas
deobreros en demanda de salarios más altos y de mejorescondiciones
laborales. A diferencia de la población rural y universitaria, la clasetrabajadora
industrial no experimento ningún cataclismodemográfico hasta que en los
ochenta entró en ostensibledecadencia. Al final de los años dorados había más
obreros en elmundo, en cifras absolutas, y una mayor proporción
detrabajadores industriales dentro de la población mundial más altaque
nunca.Las viejas industrias del siglo XIX y principios del XX entraron en
decadencia (la minería del carbón, la industriasiderúrgica, la industria textil –
que se desplazó a otros países-).Las viejas zonas industriales se convirtieron en
cinturones deherrumbe (rustbelts) e incluso países como Gran Bretaña
sedesindustrializaron en gran parte.Las nuevas industrias eran muy diferentes a
las viejas. Lasclásicas regiones industriales “posfordianas” no tenían
grandesciudades industriales, empresas dominantes, enormes fábricas.Eran
mosaicos o redes de empresas que iban desde industriascaseras hasta modestas
fábricas (de alta tecnología) dispersas por

el campo y la ciudad. No obstante, al final la clase obrera acabósiendo víctima


de las nuevas tecnologías, especialmente loshombres no cualificados,
fácilmente sustituibles por máquinasautomáticas. Las crisis económicas de los
ochenta generaron paromasivo por primera vez en cuarenta años en Europa.
Entre 1973y finales de los ochenta, el total de los empleados de la industriade
los seis viejos países industrializados de Europa cayó en sietemillones, casi la
cuarta parte.No fue una crisis de clase, sino de conciencia. A finales delsiglo
XIX los obreros aprendieron a verse como una clase obreraúnica, y a
considerar este hecho como el más importante de sucondición de seres humanos
dentro de la sociedad. Los unía latremenda segregación social, su estilo de vida
propio e incluso suropa, así como la falta de oportunidades en comparación con
losempleados administrativos y comerciales, a pesar de su igualdaden términos
económicos.El elemento fundamental de sus vidas era la colectividad,
elpredominio del “nosotros” sobre el “yo”. La fuerza de losmovimientos
obreros era la convicción justificada de que la gentecomo ellos no podía
mejorar sino mediante la actuación colectiva,a través de organizaciones.Sin
embargo, durante la época dorada casi todos estoselementos quedaron tocados.
El pleno empleo y una sociedad deconsumo de masas transformó por completo
la vida de la gentedela clase obrera de los países desarrollados. La prosperidad
y laprivatización de la existencia separaron lo que la pobreza y elcolectivismo
habían unido. Ahora la mayoría tenía al alcance unacierta opulencia y la
distancia entre el dueño de un bocho y el deun mercedes era menor que entre el
dueño de un coche y alguienque no lo tiene. Al final de los ochenta, durante la
crisis económica, elneoliberalismo presionó las políticas de bienestar. La mano
deobra cualificada se ajustó mejor a la era moderna de la producciónde alta
tecnología, a pesar de que otros obreros perdieron terreno.Los trabajadores
cualificados se convirtieron en partidariospotenciales de la derecha política, y
más aún debido a que lasorganizaciones socialistas y obreras tradicionales
siguieroncomprometidas con el bienestar social.

Además, las migraciones en masa provocaron la aparición deuna


diversificación étnica y racial de la clase obrera, con losconsiguientes
conflictos en su seno. Dejando a un lado elracismo, las migraciones en el XIX
no dividían a la clase obrera,ya que cada grupo encontraba un hueco dentro de
la economía,que acababa monopolizando. En la Europa occidental de
laposguerra los nuevos inmigrantes ingresaron en el mismomercado laboral que
los nativos, y con los mismos derechos,excepto donde se les consideró
trabajadores invitados temporalese inferiores. En ambos casos se produjeron
tensiones.Un cambio importante que afectó a la clase obrera fue el papelde
comenzaron a desempeñar las mujeres. La proporción demujeres en la
población activa aumentó. Tanto su crecimientocomo su mantenimiento en los
países desarrollados dependió delas circunstancias nacionales. Las mujeres
entraron en laenseñanza superior, en 1960 no eran ni la mitad de la
poblaciónestudiantil ni en Europa ni en los EE.UU. (los estados
socialistasimpulsaron en mayor grado la importación femenina al estudio).En
1980 la mitad o más de todos los estudiantes eran mujeres enEE.UU., Canadá y
los países socialistas.La entrada masiva de mujeres casada en el mercado
laboral y la expansión de la enseñanza superior son fundamentales paraexplicar
los movimientos feministas de los sesenta. En todos lospaíses que celebraban
elecciones de algún tipo, las mujeres habíanobtenido el sufragio en los sesenta
o antes, excepto en algunospaíses islámicos y en Suiza. Estos cambios ni se
lograron porpresiones feministas ni repercutieron de manera inmediata en
lasituación de las mujeres. Sin embargo, a partir de los setenta hay un renacer
del feminismo, las mujeres como grupo seconvirtieron en una fuerza política
destacada como nunca anteslo había sido. La nueva conciencia sexual provocó
la rebelión delas mujeres tradicionalmente fieles de los países católicos
contralas doctrinas más impopulares de la Iglesia.La entrada de las mujeres
casadas en el mercado laboralsuponía cambios en las relaciones entre ambos
sexos, aunque nonecesariamente fue así, como en la URSS, donde las
mujerescasadas se habían encontrado con la doble carga de
lasresponsabilidades familiares y las laborales, sin que hubiera cambio alguno
en las relaciones de ambos sexos ni en lo públiconi en lo privado.La nueva
importancia que adquirieron algunas mujeres en lapolítica (Indira Gandhi,
Corazón Aquino, Isabel Perón) no puedeutilizarse como indicador directo de la
situación del conjunto delas mujeres en los países afectados. De hecho, el
contraste entrelas gobernantes de países como India, Pakistán y Filipinas, y
lasituación de opresión de las mujeres en esa parte del mundo ponede relieve
su carácter atípico. Antes de la segunda guerra mundial, el acceso de
cualquiermujer a la jefatura de cualquier estado era consideradopolíticamente
impensable. Al llegar a 1990 las mujeres eran ohabían sido jefes de gobiernos
en dieciséis estados.En el tercer mundo, la inmensa mayoría de las mujeres
declase humilde y escasa cultura permanecieron apartadas delámbito público,
aunque en algunos estados apareció un reducidosector de mujeres emancipadas
y “avanzadas”. En el mundosocialista la situación era paradójica, la práctica
totalidad de lasmujeres eran asalariadas, el comunismo desde el punto de
vistaideológico era defensor de la igualdad y la liberación femeninas.Pero con
excepciones, las mujeres no destacaban en las primerasfilas de la política de
sus partidos.El sueño revolucionario de transformar las relaciones entreambos
sexos no tuvo gran éxito incluso en los lugares como laURSS en donde se
intentó seriamente convertirlo en realidad. Enlos países atrasados y comunistas
el intento se vio bloqueado porla no cooperación de poblaciones
tradicionalistas, que seguíancon sus prácticas discriminatorias a pesar de lo que
dijera la ley.Sin embargo, las mujeres lograron en muchas partes la igualdadde
derechos legales y políticos, accedieron a la enseñanza, a losmismos puestos de
trabajo que los hombres, e incluso pudieronquitarse el velo para circular
libremente en público. A pesar de los logros y fracasos del socialismo, éste no
generómovimientos específicamente feministas. Es improbable que
lascuestiones que preocupaban a los movimientos feministasoccidentales
hubieran encontrado resonancia en los estadoscomunistas. En los EE.UU. en
1981 las mujeres eliminarontotalmente a los hombres de las profesiones
administrativas, eran

el 50% de los agentes de la propiedad inmobiliaria y casi el 40%de los cargos


bancarios y financieros y una presencia sustancial enlas profesiones
intelectuales: 35% del profesorado universitario y una cuarta parte de los
especialistas en ordenadores, además del22% del personal en ciencias
naturales. En cambio, el monopoliomasculino siguió en las profesiones
manuales, cualificadas o no:camioneros (2,7%), electricistas (1,6%) y
mecánicos (0,6%) eranmujeres.La igualdad de trato y de oportunidades deban
por sentadoque no había diferencias significativas entre hombres y
mujeres,pero para la mayor parte de las mujeres del mundo, sobre todo
laspobres, era evidente que la inferioridad social de la mujer se debíaen parte
al hecho de no ser del mismo sexo que el hombre, y necesitaban que tuvieran
en cuenta esta especificidad. La faseposterior del movimiento feminista
aprendió a insistir en ladiferencia existente entre ambos sexos, además de en
lasdesigualdades.La desaparición de la mano de obra infantil provocó que
lasmadres pobres fueran a trabajar después de 1945. Para las familiascuyos
hijos asistían a la escuela para mejorar sus perspectivas defuturo, representó
carga económica mayor. Pero las mujerescasadas de clase media con maridos
con ingresoscorrespondientes a su nivel social, ir a trabajar rara
vezrepresentaba una aportación sustancial a los ingresos familiares,sino una
forma de ejercer su derecho a ser una persona por símisma, y no un apéndice
del marido y el hogar, alguien a quien elmundo juzgase como individuo y no
como miembro de unaespecie (madre y ama de casa).Las mujeres fueron un
elemento crucial de la revolucióncultural, ya que ésta encontró su eje central,
así como suexpresión, en los cambios experimentados por la familia y elhogar
tradicionales, de los que las mujeres siempre habían sido elcomponente central.
XI: LA REVOLUCIÓN CULTURALL
a mejor forma de acercarse a la revolución cultural es a través delas relaciones
entre ambos sexos (la familia) y entre las distintasgeneraciones (el hogar). A
pesar de las variaciones, la mayoría de la humanidadcompartía una serie de
características: existencia del matrimoniomonogámicos, familias patriarcales,
familias de varios miembros,superioridad de los padres sobre los hijos de y de
los viejos sobrelos más jóvenes.En la segunda mitad del siglo XX esta
distribución básicaempezó a cambiar de manera desigual, por lo menos en los
paísesdesarrollados. En Inglaterra y Gales en 1938 por cada 58 bodashabía un
divorcio, a mediados de los ochenta había uno por cada2,2. De hecho, el los
países con moral más estricta (Francia y Bélgica) los divorcios se triplicaron
entre 1970 y 1985. Algo le estaba ocurriendo al matrimonio en Occidente.
Lacantidad de gente que vivía sola también empezó a crecer. Enmuchas de las
grandes ciudades, constituían más de la mitad delos hogares, en cambio, la
familia nuclear occidental, seencontraba en franca retirada: en los EE.UU. cayó
del 44% al29% del total de los hogares entre 1960-1980; en Suecia amediados
de los ochenta la mitad de los niños nacidos eran hijosde madres solteras.Los
años sesenta y setenta fueron una época de granliberalización tanto para los
heterosexuales como para loshomosexuales y demás disidentes en cultura
sexual. En GranBretaña las prácticas homosexuales se legalizaron en los
sesenta,en Italia el divorcio se legalizó en 1970, los anticonceptivos y
lainformación sobre control natal se legalizaron en 1971 y el abortoen 1978.No
obstante, la ley reconoció más que creó el nuevo clima derelajación sexual.
Pasaron a ser permitidas cosas que hastaentonces habían estado prohibidas, no
sólo por la ley o lareligión, sino por la moral y las convenciones sociales.
Estastendencias no afectaron por igual a todo el mundo. Mientras eldivorcio
aumentó en los países donde era permitido, el

matrimonio se volvió mucho menos estable en otros; el divorcioera menos


corriente en América Latina, España e Italia.Por otra parte, el auge de la
cultura juvenil indicaba unprofundo cambio en la relación existente entre las
distintasgeneraciones. Los jóvenes se convirtieron en un grupo
socialindependiente. La radicalización política de los sesenta
deautomarginados culturales de varios tipos, perteneció a losjóvenes y fue
liderada por miembros de su mismo grupo.La nueva autonomía de la juventud
como estrato socialindependiente quedó simbolizada por el héroe cuya vida
y juventud acaban al mismo tiempo; la manifestación característicafue la
música rock (Holly, Joplin, B. Jones, Marley, Hendrix)fueron víctimas de un
estilo de vida ideado para morir pronto.Los ambientes burgueses esperaban que
sus muchachospasasen una época turbulenta antes de sentar cabeza.
Sinembargo, la nueva cultura juvenil tenía una triple vertiente:1) La juventud
pasó a verse no como una fase preparatoriapara la vida adulta, sino como la
fase culminante del plenodesarrollo humano. El que esto no correspondiese con
la realidadsocial en la que el poder, la influencia, la riqueza y el
éxitoaumentaba con la edad, era una prueba más del modoinsatisfactorio en que
estaba organizado el mundo. A partir de lossesenta hubo una tendencia a bajar
la edad de voto a los 18 años,y disminuyó la edad de consentimiento para las
relacionessexuales.2) La cultura juvenil se convirtió en dominante de
laseconomías desarrolladas del mercado. La velocidad del cambiotecnológico
daba a la juventud una ventaja sobre las edades másconservadoras o no tan
adaptables. Lo que los hijos podíanaprender de sus padres resultaba menos
evidente que lo que lospadres no sabían y los hijos sí. El papel de las
generaciones seinvirtió.3) Una peculiaridad de la cultura juvenil fue
suinternacionalización. Los tejanos y el rock se convirtieron en lasmarcas de la
juventud moderna, de las minorías destinadas aconvertirse en mayorías en
muchos países. En este aspecto lahegemonía cultura de los EE.UU. fue muy
grande en los estilosde vida populares. En el periodo de entreguerras su vector

principal fue el cine, la única industria con distribución masivaplanetaria, con


el auge de la televisión y el fin de los estudiosHollywood, su moda juvenil se
distribuyó a través de discos y luego cintas, difundidas por medio de la radio.
Lo hizo también através de la distribución mundial de imágenes, por medio de
loscontactos del turismo juvenil y de las universidades. Había nacidouna
cultura juvenil global.Fue el descubrimiento de este mercado juvenil a
mediados delos cincuenta lo que revolucionó el negocio de la música pop y
elsector de la industria de la moda dedicado al consumo de masas.En Gran
Bretaña primero estuvo dirigido a las muchachas(blusas, faldas, cosméticos,
discos), relativamente bien pagadas entiendas y oficinas urbanas, con mayor
poder adquisitivo de los varones. Esto facilitó a los jóvenes el descubrimiento
de señasmateriales o culturales de identidad. Sin embargo, lo que definiólos
contornos de identidad fue el abismo histórico que separaba alas generaciones
nacidas antes de 1925 y las nacidas después de1950. Los jóvenes vivían en
sociedades divorciadas de su pasado.La edad de oro ensanchó este abismo, no
era posible quejóvenes que crecieron en una época de pleno empleo
entendiesenla experiencia de los años treinta. El drástico declive
delcampesinado produjo brechas similares entre las generacionesrurales y
exrurales, manuales y mecanizadas. La mayoría de lapoblación mundial era
más joven que nunca, por fuertes quefueran sus lazos de familia, no podía dejar
de haber un abismoentre su concepción de la vida, sus experiencias y
sus expectativasy las de las generaciones mayores.La cultura juvenil fue la
matriz de la revolución cultural en elcomportamiento y las costumbres, en el
modo de disponer delocio y en las artes comerciales. La mayoría de los
espectáculospopulares y comerciales de entreguerras seguían bajo lahegemonía
de la clase media. Al igual que la edad de oro deHollywood, la edad de oro
de Broadway se basaba en la simbiosisde lo plebeyo y lo respetable, pero no
era populista.En los cincuenta se empezaron a aceptar como modelos lamúsica,
la ropa e incluso el lenguaje de la clase baja urbana. Anteriormente los jóvenes
elegantes de clase trabajadora habíanadoptado los estilos de la moda de los
niveles sociales más altos, ahora el mercado de la moda joven plebeya se
independizó, y empezó a marcar la pauta del mercado patricio. Este
giropopulista de los gustos de clase media y alta en Occidente, puedetener algo
que ver con el fervor revolucionario que en política eideología mostraron los
estudiantes unos años más tarde.El estilo populista era una forma de rechazar
los valores de lageneración de los padres, un lenguaje con el que los
jóvenestanteaban nuevas formas de relacionarse con el mundo para elque las
normas y los valores de sus mayores parecía que ya noeran válidos.El carácter
iconoclasta de la nueva cultura juvenil afloró consu plasmación intelectual. La
consigna de mayo del 68: “Tomosmis deseos por realidades, porque creo en la
realidad de misdeseos” mostraba que las consignas del movimientos no
eranpolíticas en el sentido tradicional, el subjetivismo era su esencia.En boca
de algunos sólo quería decir: “todo lo que me preocupe,lo llamaré político”.La
liberación personal y la liberación social iban de la mano,las formas más
evidentes de romper las ataduras del poder, lasleyes y las normas del estado, de
los padres y de los vecinos eranel sexo y las drogas. Los gustos sexuales contra
los usosestablecidos eran fáciles de realizar en los casos en que se dio
unatolerancia oficial o extraoficial. Las drogas, en cambio (menos elalcohol y
el tabaco) no se beneficiaron de mayor permisividadlegal y se confinaron a las
subculturas de la alta y la baja sociedad,además de los marginados.La
ampliación de los límites de comportamiento aumentó laexperimentación y la
frecuencia de conductas consideradasinaceptables o pervertidas, como la
aparición pública de unasubcultura homosexual practicada abiertamente en
los EE.UU.Quienes se revelaban contra las convenciones partían de lamisma
premisa en que se basaba la sociedad de consumo: se dabapor sentado que el
mundo estaba compuesto por varios miles demillones de seres humanos,
definidos por el hecho de ir en pos dela satisfacción de sus propios deseos,
antes mal vistos y ahorapermitidos, no porque se hubieran convertido en
moralmenteaceptables, sino porque los compartían un gran número de egos.

La revolución cultural de fines del siglo XX debe entendersecomo el triunfo


del individuo sobre la sociedad, como la rupturade los hijos que habían
imbricado a los individuos en el tejidosocial. En la mayor parte del mundo los
antiguos tejidos socialesestaban en situación delicada, pero aún no en
plenadesintegración, lo cual era una suerte para la mayor parte de lahumanidad,
sobre todo para los pobres, ya que las redes deparentesco, comunidad y
vecindad eran básicas para lasupervivencia económica y para tener éxito en un
mundocambiante.La familia tradicional y las iglesias tradicionales de
Occidentefueron las instituciones a las que más afectó el nuevoindividualismo
moral. La demanda por parte de las mujeres demás medios de control natal,
incluidos el aborto y el divorcio,abrió la brecha más onda entre ellas y la
iglesia. Las vocacionessacerdotales y demás formas de vida religiosa cayeron
en picado,al igual que la disposición del celibato, real u oficial. La
autoridadmoral y material de la iglesia sobre los fieles desapareció ladistancia
entre sus normas de vida y moral y la realidad delcomportamiento humano a
finales del siglo XX.La familia, como mecanismo de cooperación social, había
sidobásica para el mantenimiento de la economía rural como de laprimitiva
economía industrial. El comercio, la banca y las finanzasinternacionales, los
habían manejado con mucho éxito gruposempresariales relacionados por nexos
de parentesco (judíos,cuáqueros, hugonotes). Eran estos vínculos y esta
solidaridad laque se estaba erosionando, al igual que los sistemas morales
quelos sustentaban. Al no ser aceptadas ya las prácticas que unían aunos
individuos con otros y garantizaba la cooperación y lareproducción social, la
mayor parte de su capacidad deestructuración de la visa social humana se
desvaneció, y seredujeron a simples expresiones de preferencias
individuales.La oleada de prosperidad extendida por el mundodesarrollado,
reforzada por sistemas de seguridad social, parecíanhaber eliminado los
escombros de la desintegración social. Si bienser progenitor único era una
garantía de pobreza, en losmodernos estados del bienestar, también garantizaba
un mínimode ingresos y un techo. Parecía natural ocuparse de situaciones

que antes habían sido del orden familiar (guarderías y jardinesinfantiles


públicos). En el aspecto material, lo que los organismospúblicos podían
proporcionar era muy superior a lo que lamayoría de las familias podían dar de
sí, bien por ser pobres o porotras causas. Las comunidades cedieron el puesto a
individuosunidos en sociedades anónimas.Las ventajas de vivir en un mundo
donde la comunidad y lafamilia estaban en decadencia eran innegables, pero
lasconsecuencias de su desintegración iban a ser duras. En la era dela ideología
neoliberal, ya en los ochentas, apareció el término delos subclase, gente que
subsistía gracias a la vivienda pública y alos programas de bienestar social,
completando ocasionalmentesus ingresos con la economía del crimen, es decir,
de las áreas sincontroles fiscales. En las viviendas de asistencia pública
quehabitaban los subclase tampoco había comunidades, y bien pocaasistencia
mutua familiar, tampoco el espíritu de vecindad,reducido por
la delincuencia.En las zonas en que todavía sobrevivían en cierta medida
lascomunidades y con ellas el orden social, la pobreza eradesoladora. Pero la
mayoría carecía de la inseguridad propia de la vida urbana en las sociedades
desarrolladas, cuyos antiguosmodelos de comportamiento habían sido
desmantelados y sustituidos por un vacío de incertidumbre. El hundimiento de
lastradiciones y los valores generó la aparición de “políticas deidentidad”,
grupos de tipo étnico/nacional o religioso, y demovimientos nostálgicos
extremistas que deseaban recuperar elpasado hipotético sin problemas de
orden y de seguridad.En los ochenta, bajo la bandera de la soberanía del
mercadopuro, se hizo patente que esta ruptura ponía en peligro latriunfante
economía capitalista, que pesa a cimentarse en lasoperaciones del mercado, se
basaba también en una serie detendencias que no estaban relacionadas con el
afán de beneficiopersonal (hábito de trabajo, ahorro, confianza mutua, lealtad).
Elcapitalismo podía funcionar en su ausencia, pero se convertía enalgo extraño
y problemático, incluso para los propios hombres denegocios.La civilización
del siglo XIX se basaba en un sistema industrialque implicaba que el género
humano se encontraba bajo el dominio de una propensión particular al cambio
o trueque de unacosa por otra, en todas sus actividades. Sin embargo,
estapropensión no es intrínseca, el capitalismo había triunfadoporque no era
sólo capitalista. La maximización y la acumulaciónde beneficios eran
condiciones necesarias para su éxito, pero nosuficientes. Fue la revolución
cultural del último tercio del siglo loque comenzó a erosionar el patrimonio
histórico del capitalismo y a demostrar las dificultades de operar sin este
patrimonio.El neoliberalismo de finales de setenta y ochenta triunfó en
elmomento mismo en que dejó de ser tan plausible como habíaparecido antes.

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