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MENSAJE SEIS
COPARTICIPES EN LA TRIBULACION,
EN EL REINO Y EN LA PERSEVERANCIA EN
JESUS
En este mensaje necesitamos considerar 1:9 donde dice: “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la
tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de
Dios y el testimonio de Jesús”. El libro de Apocalipsis está escrito en una forma maravillosa. Es muy significativo
que este versículo figure después de mencionarse la venida del Señor en 1:7. Esto indica que si deseamos ser los
que velan y esperan la segunda venida del Señor, tenemos que ser copartícipes en la tribulación, en reino y en la
perseverancia en Jesús, y no en las bendiciones externas.
De la manera que la religión persiguió a Jesús, también perseguirá a los seguidores de Jesús. Vemos en el libro de
Hechos que los judíos desde las sinagogas de cada ciudad incitaban la oposición contra los apóstoles, y Pablo
sufrió mucho este tipo de persecución. Juan, el escritor de Apocalipsis, también sufrió dicha persecución. Cuando
Juan recibió la revelación de este libro, estaba exiliado en la isla de Patmos, “por causa de la palabra de Dios y el
testimonio de Jesús”. Al escribir este libro, alentaba a los santos a que esperaran la venida del Señor, diciéndoles
que él, Juan, era su hermano y copartícipe de ellos en el sufrimiento y aflicción en Jesús, no en la gracia, la vida ni
la luz.
Como vimos, cuando Jesús estaba en la tierra, sufrió a manos de la religión. El Imperio Romano no le prestó la más
mínima atención. La religión judía le exigió al gobierno romano que dictara sentencia sobre El. Por consiguiente, la
persecución contra El no se originó en el mundo secular sino en el mundo religioso. En Hechos vemos que lo
mismo sucedió a los apóstoles. La oposición no vino principalmente de los gentiles, sino de los judíos religiosos.
Estos seguían a Pablo por todas partes y probablemente perturbaban sus actividades. Del mismo modo, muchos
mártires sufrieron persecución por parte de la Iglesia Católica Romana. Como Foxe afirma en su libro Historia de
los mártires, la Iglesia Católica Romana mató más santos que los que mató el Imperio Romano. ¿Quién encarceló a
Madama Guyón? La Iglesia Católica Romana. ¿Quién encarceló a Juan Bunyan? La Iglesia de Inglaterra. La
religión siempre persigue a los verdaderos seguidores de Jesús.
Ahora es nuestro turno de sufrir esta persecución. Durante los años que estuve con el hermano Nee en China, vi
cuánto fue perseguido por la religión. Los rumores, la oposición y la censura no venían de los gentiles, sino del
cristianismo, incluso de algunos misioneros. El diablo es insidioso. El mundo secular no se opone tanto a nosotros
como lo hace la gente religiosa. Muchos cristianos consideran la religión como algo bueno, pero en realidad es algo
usado por el diablo. Si usted lee el libro de Gálatas, verá cuán intensamente Pablo perseguía la iglesia cuando él
estaba en la religión judía. El capítulo uno de Gálatas revela que la religión está en contra de Cristo y que Cristo es
contrario a la religión. Si cooperamos con la religión, habrá cierto tipo de paz. ¿Pero cómo podríamos cooperar con
la religión? La religión es falsa y engañosa; es una falsificación de la economía de Dios. Cualquiera que vea que la
religión es una falsificación de la economía de Dios, la condenará.
Sin embargo, algunos sufrimientos pueden ser causados no por seguir a Jesús, sino por nuestra propia insensatez.
Este sufrimiento no puede llamarse propiamente el sufrimiento en Jesús. Ninguno de nosotros debe causar
problemas por su necedad. Debemos ser honestos y fieles al testimonio del Señor. Si nuestra honestidad y fidelidad
nos traen sufrimientos y persecuciones, eso es la persecución en Jesús, y también Jesús sufre con nosotros.
Es imposible evitar la persecución de la religión. No podemos escapar de ella, porque el enemigo la utiliza ahora
más que nunca. Nada estorba más la economía de Dios que la religión. Nada ciega, cubre y vela al hombre más que
la religión, la cual le impide ver la economía de Dios. Millones de personas han sido cegadas por la religión. En
todo el mundo la religión ciega y venda los ojos de la gente para que no vea la economía de Dios. Por esta razón se
está librando una guerra. En esta guerra debemos sonar la trompeta diciendo: “Salid de la religión, quitaos los velos
que cubren vuestros ojos, y abandonad los conceptos religiosos”. Cuando hacemos esto, surge la oposición.
Algunos amigos bienintencionados han venido a mí a aconsejarme que transija un poquito. Nosotros nunca
transigiremos. Los que esperan la venida del Señor Jesús tienen que participar de Sus sufrimientos. No diga
simplemente: “Señor Jesús te amo, Ven pronto”. Si usted dice esto, el Señor contestará: “Quiero que sufras por Mí
y conmigo”. No trate de evitar la persecución. Si usamos nuestra destreza para evitar la persecución, entonces no
estaremos esperando debidamente la venida del Señor. Si usted en verdad espera la venida del Señor, surgirá la
persecución religiosa en contra de usted. Pero no debemos provocar persecución actuando insensatamente. En este
sentido, tenemos que ser prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Mt. 10:16).
¿Qué es el reino? Es el gobierno celestial en la naturaleza divina. Todos nosotros fuimos regenerados con la vida
divina. En dicha vida está la naturaleza divina, y en la naturaleza divina hay un dominio, un reinado y un gobierno.
Este gobierno es divino y celestial. Nosotros, los regenerados, estamos hoy en el reino; estamos bajo este gobierno
y control. Necesitamos ejercitar esta regulación que tenemos sobre nosotros. Si usted necesita que alguien lo
gobierne, esto significa que usted es una persona caída. Tenemos que estar bajo el gobierno celestial en todo lo que
hagamos. En otro mensaje hablamos de ser el ejército de Cristo, pero si uno no está bajo la regulación de la vida
divina, nunca puede ser elegido para estar en el ejército de Cristo. Ser escogidos para estar en este ejército depende
de nuestra obediencia en la naturaleza divina al gobierno celestial. La vida divina nos introduce en el reino divino.
El reino en el cual nacimos de nuevo según Juan 3:5 es el mismo reino que Juan menciona en Apocalipsis 1:9.
¿Cómo podríamos ser copartícipes en el reino si no hemos nacido en él? Después de renacer en el reino, debemos
permanecer allí. Si uno continúa discutiendo con su cónyuge, esto significa que es un fugitivo del reino. Si uno
permanece en el reino y vive como ciudadano del reino, nunca altercará con su cónyuge ni con ninguna otra
persona. Aunque el enemigo puede tentarle a que pelee, la regulación del reino celestial lo restringirá.
Estar en el reino hoy, es un asunto de estar en el sufrimiento de Jesús. Aunque somos copartícipes en el reino en
Jesús, no somos todavía correyes en Cristo. Cuando El regrese, seremos Sus correyes en Su reino. En ese tiempo,
ya no sufriremos. No les diga a los demás: “Debes respetarme. Soy un copartícipe del reino celestial y un día seré
un correy con Cristo en el reino”. Cuanto más diga eso, más perseguido será. Hoy no es el tiempo de reinar, sino de
sufrir. Ahora no estamos en el reino donde se rige, sino en el reino donde se sufre. Esta es la razón por la cual Pablo
dice que debemos entrar en el reino de Dios a través de mucha tribulación (Hch. 14:22). La manera de entrar en el
gobierno del reino es el sufrimiento. La tribulación a que Pablo se refería en Hechos 14:22 era principalmente la
persecución que sufrió a manos de los judíos religiosos. Los creyentes en Cristo sufren esta clase de persecución.
Pablo parece estar diciendo: “Vosotros los cristianos, los creyentes de Jesús, tenéis que sufrir persecución de parte
de la religión judía”. El principio se sigue aplicando hoy. Si no hubiera hoy religión en el mundo, no sufriríamos
tanta persecución. Como ya hemos hecho notar, la mayoría de los problemas, las persecuciones, los rumores y la
oposición tienen un solo origen, la religión. Mientras sufrimos hoy, estamos en el reino ejercitándonos,
entrenándonos, preparándonos y capacitándonos para estar en el ejército de Cristo y reinar en Su reino como Sus
correyes.
Pocos hemos oído de la perseverancia de Jesús. Hemos oído del poder de Jesús, de Su amor, Su santidad y Su
justicia, pero no de Su perseverancia. Sin embargo, puesto que permanecemos en Cristo, no solamente
participamos de Su vida y santidad, sino también de Su perseverancia. Cuando permanecemos en Cristo,
participamos de Su perseverancia y podemos sobrellevar el sufrimiento y la oposición. La palabra del Señor
también es llamada la palabra de Su perseverancia (3:10). Hoy el mundo entero se opone a El y lo rechaza, pero El
no se defiende. El simplemente lo sufre todo. Ahora al tener comunión con El y al permanecer en El, participamos
de Su perseverancia. Como seguidores Suyos, debemos seguirlo por la misma senda con perseverancia (He. 12:1).
En esta senda nosotros también podemos sufrir persecución, rumores, rechazo y oposición. Esta es un prueba
evidente de que esperamos el regreso del Señor. Mientras esperamos Su regreso al ser copartícipes en Su
tribulación, reino y perseverancia somos disciplinados, entrenados, preparados y hechos aptos para ser Su ejército.
¿Está usted esperando el regreso del Señor Jesús? Si lo espera, entonces tiene que ser copartícipe en Su tribulación,
Su reino y Su perseverancia.