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INTRODUCCIÓN
¿Es el hombre bueno por naturaleza o, por el contrario, se hace violento? Interesante
pregunta, qué duda cabe, al encontrarnos actualmente en un mundo en el que, más o
menos acertadamente, es innegable la presencia de la violencia.
Consideraremos la violencia, sin entrar en cuestiones referentes a su legitimidad, como
aquella actuación - tanto real como ficticia - en la que se hace prevalecer un modelo,
opinión, postura o comportamiento mediante el uso directo de la fuerza física o cualquier
otro medio que, indirectamente haga referencia a ella. Esto es, que podemos considerar
como violenta una agresión, una escena belicosa de un filme o incluso una amenaza; todas
ellas son situaciones en las que está presente de forma muy visible la violencia.
Tratare de explicar la violencia desde las corrientes del Psicoanálisis y humanismo.
DESARROLLO
La violencia desde el Psicoanálisis
En el ser humano hay dos tendencias pulsionales adversas, que en parte se coordinan en
la mayoría de las funciones vitales, pero otras se contraponen y luchan entre sí. A estas
dos fuerzas pulsionales Freud las denominó de vida y de muerte.
Las pulsiones de vida tienden a la conservación de la vida, y a la reunión en unidades cada
vez mayores, es decir a la unión del ser humano con otros miembros de su especie. La
pulsión de muerte, por el contrario, pugna por disolver esas unidades y reconducirlas al
estado inorgánico inicial.
Para Freud, la inclinación agresiva “es una disposición pulsional autónoma, originaria del
ser humano”, y la cultura encuentra en ella su obstáculo más poderoso. La cultura es un
proceso al servicio del Eros, que busca reunir a los individuos aislados conformando lo que
llamamos la humanidad, contrariamente a la pulsión de muerte que busca la disolución de
estas uniones.
la destructividad del ser humano como una expresión de la pulsión de muerte orientada
hacia el exterior. La cultura es el escenario en el que se desarrolla la lucha entre Eros y
Thanatos. “La misma se inscribe en las diferentes modalidades de expresión del odio, que
van desde el rechazo al otro hasta su destrucción”
Freud y la pulsión de Muerte. Lo que sabemos en primera instancia nos viene comunicado
por vía negativa. Muerte es antítesis de Eros (pulsiones de vida o sexuales), como este
último, bien puede aceptarse que tal pulsión de muerte “actuase silenciosamente en lo
íntimo del ser vivo, persiguiendo su desintegración.”
Cuando una parte de esa pulsión se orienta contra el mundo exterior, se manifiesta como
impulso de agresión y de destrucción. “De tal manera la propia pulsión de Muerte sería
puesta al servicio del Eros, pues al ser esta agresión contra el exterior tendría que aumentar
por fuerza la autodestrucción, proceso que de todos modos actúa constantemente”.
El sentimiento de culpabilidad atraviesa las fases evolutivas del ser humano. En su forma
primitiva la pulsión de Muerte exteriorizada como agresividad encontraba satisfacción en
diversas expresiones de naturaleza sádica (destrucción, violencia, crueldad), por obra de la
administración cultural y sus intereses (15) la agresividad es transformada en la base de la
autorregulación moral. La compulsión moral permite a la pulsión de Muerte seguir
satisfaciendo sus exigencias sádicas a través del verdugo interno que es el super-yo, en
este proceso el yo se torna masoquista (adquiere y perpetúa la necesidad de castigo),
situación que genera una importante cuota de infelicidad general.
OPINION
El hombre es bueno por naturaleza, sus primeras actuaciones en el mundo lo demuestran.
Se organiza socialmente para producir un beneficio gregario y colectivo, trabaja para que
esa socialización produzca sus frutos y se reproduce para poder mantener las estructuras
sociales. Es virtuoso, ya que procura garantizar el bien gozando de una libertad ilimitada,
así como de la inexistencia de cualquier código moral.
Pues bien, habiendo demostrado ya su virtuosismo y su bondad originales, resulta
prácticamente imposible caer en la tentación de pensar que careciera del suficiente sentido
común como para no aplicar a cada problema la solución adecuada. Más datos no podemos
contemplar, sería absurdo plantearse cuestiones de azar o similares; todo parece apuntar
en la misma dirección: en aquel momento el hombre usaba el remo para remar y el ancla
para anclar. Pero para usarlos era necesaria su existencia, lo cual demuestra la naturaleza
innata de la violencia y obviamente del raciocinio. Sin embargo, también es conocido que
esa bondad y vultuosidad que le acompañaron inicialmente en algún momento le fueron
privadas, ya que parece ser el estado en el que actualmente nos encontramos. Múltiples
teorías versan sobre el punto en el cual el hombre abandona la bondad y el virtuosismo,
pero lo que nos concierne no es precisamente este punto.
Lo que sí que resulta realmente significativo es que, en algún momento, tan lamentable
como efímero, el hombre abandona el estado original, y es entonces cuando comienza su
tropezada andanza de errores y desdichas. Pues bien, ¿qué impedimentos encontramos
para poder llegar a pensar que uno de esos errores fue el de aplicar un procedimiento
inadecuado para solucionar el
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
http://www.revistahph.sld.cu/hph0113/hphrev2-1-13.html
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30501818
https://journals.openedition.org/polis/4194
Revista Psicoanálisis Violencia y sociedad
UNIVERSIDAD FRANZ TAMAYO
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE PSICOLOGÍA
PSICOANALISIS
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VIOLENCIA Y AGRESIVIDAD
PRESENTADO POR: