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Dimensión social de la persona

Hemos visto, de la mano de Gonzalo Beneytez, que la persona es un ser dotado de intimidad, con una
dimensión espiritual. Veremos ahora que a la vez es un modo de ser abierto a los demás. Necesitamos
combinar la convivencia con los demás —la vida exterior— con la reflexión, la vida interior. Las dos formas
de vida forman parte del ser de la persona.

En la intimidad se fraguan las convicciones, los gustos, el aprecio por las personas, el interés por
determinados proyectos. En la intimidad se forjan las actitudes fundamentales de la vida, los planes, las
elecciones cotidianas. En la intimidad defino mi propia personalidad. Sin intimidad la vida personal
discurriría como el agua que se pierde por una acequia. Es preciso desarrollar la interioridad personal. La
existencia personal es tanto más plena en cuanto que la vida interior es más profunda.

Al mismo tiempo hemos de reconocer que la vida no se reduce a interioridad. La vida humana se desarrolla
precisamente en el entramado de las relaciones personales y en la confrontación con los acontecimientos
externos. Esas situaciones establecen las condiciones en las que el sujeto debe crecer, aprender y madurar.
Ese es el campo en el que la persona puede y debe realizarse. Hay que saber encontrar el justo equilibrio
entre vida exterior y vida interior. La vida interior precisa apertura hacia fuera, abrirse al mundo exterior.
Esta apertura es precisamente la comunicación.

La comunicación humana

La comunicación es una capacidad esencial de la existencia humana. La persona dispone de muchos medios
de comunicarnos con los demás.
El cuerpo es tal vez el medio más básico de comunicación con los demás. Se ha dicho que el rostro es el
reflejo del alma. Podríamos añadir que no sólo el rostro; todo el cuerpo es el medio por el que una persona
refleja el estado anímico interior. Las posturas, los gestos, el modo de mirar, la posición de las manos, la
cercanía física... son el lenguaje primordial con el que comunicamos a los demás nuestra postura personal
ante los asuntos y las circunstancias que vivimos.

La comunicación corporal se prolonga por medio del lenguaje oral, el diálogo, la conversación. Por la
conversación salimos de la soledad propia de la intimidad y compartimos la riqueza de la intimidad con los
demás. Por la escucha permitimos que el prójimo nos revele su intimidad. Surge así el diálogo, la
comunicación, el encuentro personal entre los hombres: la comunión entre las personas. Todos necesitamos
abrir el corazón: manifestar las alegrías, penas, proyectos, dificultades... para desahogarnos, para encontrar
consuelo, recibir ayuda, superar la ignorancia y ganar seguridad.

La comunicación es una capacidad específica de relación entre las personas. La comunicación es la puerta
del hombre a la cultura y hacia su propia humanización. Por la comunicación aprendemos desde lo más
básico hasta lo más trascendente de la vida. Los hombres poseemos la capacidad de comunicar lo que
conocemos, lo que sentimos, queremos y amamos. Podemos así ayudarnos a conocer la verdad y vivir en la
verdad. Gracias a la comunicación cada persona percibe en el fondo lo que más necesita: saberse
comprendido, valorado y amado como persona.

Ámbitos de convivencia

De manera natural cabría decir que las primeras experiencias que acompañan a una criatura humana desde
que nace son de amor: el amor de los padres, el amor paterno-filial. El niño reclama sentirse querido desde
el nacimiento. El hijo va discerniendo poco a poco que su vida se origina y desarrolla en íntima conexión con
el amor mutuo de sus padres. Esta atmósfera de amor es de vital importancia para su equilibrio y estabilidad
psíquica.

La convivencia que normalmente se da entre hermanos abre un horizonte nuevo al niño: la relación de
fraternidad. La convivencia familiar, el diálogo, el intercambio y disfrute de bienes, la compartición de cosas,
de tareas domésticas, de proyectos familiares, de ideas... todo eso contribuye poderosamente al desarrollo
humano del niño y a la toma de conciencia de su condición personal.
La convivencia con otros niños: en el colegio, en el tiempo libre, por la participación en juegos, aficiones,
deportes... fomenta el desarrollo de las cualidades básicas de la persona. Se descubre la amistad. Se
comprende que ser persona es vivir en convivencia. Y si la convivencia es de confianza y amistad el niño se
desarrolla mejor. La educación debe ayudar a cada hombre a desarrollar su personalidad, su carácter, la
capacidad de convivir pacífica y armónicamente con los demás.

Desde la pubertad se despierta la inclinación sexual hacia la convivencia con personas del otro sexo. Se
experimenta el enamoramiento cargado de fuerza emocional y pasional. El amor juvenil otorga una nueva
profundidad a la relación personal: se entiende que la persona es digna de ser amada de una manera
superior a cualquier otra realidad del mundo.
El amor emocional pierde poco a poco su fuerte carga afectiva y puede adquirir una forma más objetiva y
voluntaria. Se profundiza en el conocimiento mutuo y se empieza a amar al otro de una manera más
inteligente, más humana, más madura. El enamoramiento madura hacia formas de amistad con una
compenetración humana más o menos profunda.

El enamoramiento puede insinuar la posibilidad de consolidar esa relación hasta el punto de hacerse
perdurable y definitiva mediante un compromiso mutuo de entrega absoluta. Se alcanza así la forma más
alta de amor: el amor esponsal, amor absoluto entre un hombre y una mujer: amor incondicionado, único,
exclusivo, estable y fecundo. Sobre el amor esponsal nos ocupamos más detenidamente en el tema VIII.
La vida humana es convivencia, relación, familia, amistad, sociedad… El hombre se siente llamado a la
concordia, la solidaridad, la ayuda, comunicación y promoción mutua, el afecto y amor. Todos somos
distintos, pero podemos establecer unas pautas de convivencia que respeten las legítimas diferencias y
permitan establecer cauces de entendimiento y colaboración en los que cada uno ponga los talentos propios
al servicio de los demás y todos pueden obtener beneficios mutuos.

En la sociedad occidental se extiende por desgracia el fenómeno de la soledad. La soledad tiene una
etiología muy compleja; pero cabe discernir que la raíz de este problema se debe a todo un conjunto de
deficiencias sociales de tipo cultural: el afán de autosuficiencia, la superficialidad de las relaciones
interpersonales basadas primordialmente en la utilidad o el interés pragmático... y en definitiva el
individualismo de raíz liberal. La sociedad moderna tiene ante sí el reto de fomentar la conciencia social de
la persona: la convicción de que el desarrollo del bien común constituye el mejor modo de asegurar la
consecución del mayor bien personal.

La comunión personal

Llamamos comunión personal a la específica relación humana que se establece entre un grupo de personas
que se encuentran aunadas por una forma de convivencia, un conjunto de actividades y bienes que les
permiten alcanzar una cierta realización personal. El objeto constitutivo de la comunión puede ser de muy
diverso tipo: proyectos de vida, aficiones, creencias, ideales, valores, intereses prácticos... La comunión
personal establece lazos estables de convivencia, colaboración y ayuda mutua que permiten realizar modos
de existencia y alcanzar bienes humanos que serían inasequibles individualmente.

La comunión personal perfecciona a las personas en alguna faceta humana según la naturaleza del bien
común compartido. Las principales formas de convivencia destinadas a propiciar la comunión personal
deberían ser sin duda el matrimonio y la familia. En segundo lugar —y sirviendo de complemento a éstas—
deberían darse manifestaciones de verdadera comunión personal en las diversísimas formas de convivencia
que constituye el tejido social: cualquier ámbito de trabajo, las empresas de producción y servicios, los
centros comerciales, los centros de enseñanza y formación profesional, los lugares de recreo y diversión, las
asociaciones de tipo lúdico, los centros de vida religiosa… Todo el entramado social debería ser lugar de
promoción y desarrollo moral de las personas que allí conviven.
FRAGMENTO TOMADO DE EL PRINCIPITO

—¿Quién eres? —dijo el principito—. Eres muy lindo...


—Soy un zorro —dijo el zorro.
—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—. ¡Estoy tan triste!...
—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—. No estoy domesticado.
—¡Ah! Perdón —dijo el principito. Pero después de reflexionar agregó
—¿Qué significa domesticar?
—No eres de aquí - dijo el zorro al principito -. ¿Qué buscas?......
—Busco amigos - dijo el principito - ¿Qué significa "domesticar"?
—Es una cosa demasiada olvidada – dijo el zorro- Significa “crear lazos”.
¿Crear lazos?

—Sí - dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil
muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro
semejante a cien mil zorros. Pero, si me domésticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás
para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.....

—Empiezo a comprender - dijo el principito -. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
—El zorro calló y miró largo tiempo al principito:
—¡Por favor... domestícame!- dijo.
—Bien lo quisiera —respondió el principito— pero no tengo mucho tiempo. Tengo que
encontrar amigos y conocer muchas cosas.
Sólo se conocen las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo
de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de
amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!....

—El principito se fue nuevamente a ver a las rosas:


No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún —les dijo—. Nadie os ha domesticado
y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a
cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
—Y las rosas se sintieron bien molestas.
—Sois bellas, pero estáis vacías —les dijo todavía—. No se puede morir por vosotras. Sin duda
que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que
todas vosotras, puesto que es ella la rosa q quien he regado. Puesto que es ella la rosa quien
puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo dos o tres que se
hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa quien escuché quejarse, o alabarse, o aún,
algunas veces, callarse. Puesto que ella es mí rosa.

—Y volvió hacia el zorro:


—Adiós, dijo.
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve sino con el corazón. Lo
esencial es invisible a los ojos.
Lo esencial es invisible a los ojos —repitió el principito—, a fin de acordarse.
El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
El tiempo que perdí por mi rosa... —dijo el principito—, a fin de acordarse.
Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—. Pero tú no debes olvidarla.
Eres responsable de tu rosa...
Soy responsable de mi rosa... —repitió el principito—, a fin de acordarse.

TAREAS

I ACTIVIDAD:
1.-Lee y analiza la anterior situación y saca tus propias conclusiones.
2.-Describe la relación de Dios con los personajes de la historia anterior y compárala con las
relaciones narradas en: I Sam. 18.1-4 I Sam.20,41-42 I Sam.23,15-18 II Sam.1,23
3.-Responde el presente Taller de saberes previos:
a.- ¿Sabes tú quién eres?
b.- ¿Por qué quieres ser dueño de tu vida?
c.- ¿Si fueras un animal con cuál te identificarías, por qué? y dibújalo
d.- ¿Si fueras una máquina con cuál te identificarías, por qué? Dibújala
e.- ¿Si fueras una parte de la geografía (montaña, río, valle, nevado…) sería, por qué? Dibújala.
f.- ¿Si fueras un estado del clima (lluvia, sol, primavera, …) cuál serías, por qué? Dibújalo.
g.- ¿Si fueras un color, cuál serías, por qué? Dibújalo
h.- ¿Si fueras un vehículo o medio de transporte serías, por qué? Dibújalo.
i- ¿Si fueras un medio de comunicación con cual te identificarías, por qué? Dibújalo.
i.- Da las razones por las cuales crees que es indispensable conocerte y conocer a los demás.

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