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Estatus socioeconómico y desarrollo

El estatus social ayuda a determinar el entorno físico en el que vive el niño, su vecindario,
sus compañeros de juego, su acceso a los centros de salud, la composición de su
alimentación, las prácticas educativas de sus padres, la estructura autoritaria de la familia,
su estabilidad, el número de hermanos y el tipo de educación que obtienen (Hoffman,
1995).
Un aspecto importante que repercute en el desarrollo de los niños es el desempleo de los
padres. Cuando el principal mantenedor de la familia tanto si es el padre como la madre
se encuentra sin empleo, la vida familiar cambia de modo predecible, afectando a menudo
el curso del desarrollo del niño. Aunque el desempleo afecta a todas las capas sociales,
los efectos en la clase socioeconómica baja son más graves.
Generalmente el padre se deprime, está angustiado, es menos receptivo, está irritable y
tenso; por lo que al momento de ejercerse la disciplina suele ser por la fuerza. Los niños
cuyos padres están sin empleo durante bastante tiempo pueden tener problemas
socioemocionales, suelen estar más deprimidos, ser solitarios, desconfiados con los otros
niños, suelen sentirse excluidos de sus compañeros, tienen poca autoestima y menos
capacidad para hacer frente al estrés (Viguer & Serra, 1996).
No hay duda de que los recursos familiares son importantes, así las familias con menos
educación, dinero y conexiones sociales no pueden ofrecer muchos recursos que
estimulen el desarrollo cognoscitivo de los niños. En comparación con las familias con
un estatus social alto, las familias pobres no pueden proporcionar a sus hijos
computadoras, libros, juegos, viajes y experiencias culturales. Independientemente de su
perspectiva, los teóricos del desarrollo coinciden en que la riqueza de experiencias es
crucial para el desarrollo cognoscitivo. Por lo tanto, no es de sorprender que exista
relación entre el estatus socioeconómico y el desarrollo cognoscitivo.
La influencia de la pobreza sobre el desarrollo cognitivo ha sido identificada respecto de
diferentes aspectos de este último. Algunas de las investigaciones efectuadas con este
objetivo, evalúan dicho impacto mediante la comparación del rendimiento cognitivo de
niños de distintos niveles socioeconómicos, sin indagar acerca de los factores mediadores
involucrados. En este tipo de abordaje, se ha identificado un efecto negativo de la pobreza
en el desempeño cognitivo de los niños en pruebas multidimensionales de aptitudes, que
evalúan algunos aspectos generales y relevantes del aprendizaje escolar (Merino &
Muñoz, 2007).
Es decir, los niños de niveles socioeconómicos medio y alto obtienen una puntuación
superior en este tipo de pruebas, respecto de los niños de niveles socioeconómicos bajo.
En este sentido, se han encontrado efectos significativos de los niveles socioeconómicos
sobre el desarrollo de la atención, la memoria y el lenguaje. Asimismo, dichas funciones
presentarían un patrón madurativo diferente entre los distintos niveles socioeconómicos,
siendo más lento en los niños que viven en condiciones de pobreza, sin alcanzar en
algunos casos los niveles de mayor complejidad en el desarrollo.
Estimulación recibida en el hogar y pautas de crianza, acceso al sistema de salud, estado
nutricional, escolaridad y empleo de los padres, son algunos aspectos, generalmente
vinculados al niveles socioeconómicos, que podrían condicionar el desarrollo cognitivo
infantil. Dentro de los distintos factores para lograr un pleno desarrollo cognitivo existe
el impacto de dos factores mediadores: la estimulación en el hogar y la nutrición. Dichos
factores revisten importancia entre los mencionados por la posibilidad de incluirlos en
intervenciones tempranas y políticas públicas de salud y educación.
Desde una perspectiva neurocognitiva, algunas investigaciones indican que tanto la
estimulación en el hogar como la calidad de la crianza parental, influyen sobre el
desarrollo del funcionamiento ejecutivo (Stelzer, 2014). En niños con una constitución
genética particular, asociada a déficits de atención con hiperactividad, pautas de crianza
cualitativamente superiores, darían lugar a mejores rendimientos en tareas atencionales y
de autocontrol. Es decir, la interacción entre crianza parental y constitución genética,
influiría en los mecanismos de control ejecutivo.
Las familias grandes no son inherentemente benéficas o perjudiciales para el
aprovechamiento y el desarrollo cognoscitivo; pero en condiciones de carencias pueden
ser nocivas porque los recursos de por sí escasos deben repartirse entre más niños. La
desnutrición infantil, constituye un importante factor de riesgo del desarrollo cognitivo.
La misma puede afectar el crecimiento y desarrollo del cerebro y consecuentemente el
rendimiento en diferentes funciones cognitivas, el desempeño escolar y el
comportamiento.
En este sentido, la desnutrición crónica al reducir los recursos energéticos del niño, podría
volverlo letárgico y menos capaz de captar la atención de los padres, afectando
negativamente las interacciones del niño con el entorno físico y social, comprometiendo
aún más su desarrollo cognitivo. De esta manera, los efectos directos de la desnutrición
sobre el cerebro en desarrollo y los efectos indirectos, resultantes de los limitados
estímulos ambientales, podrían actuar en forma combinada, ocasionando consecuencias
negativas a largo plazo en el desarrollo y la conducta (Bradley & Corwyn, 2002).
Otro factor es la socialización. Las escuelas y las aulas tienen una orientación de clase
media en la que existen reglas y procedimientos aceptados que los niños deben seguir
para lograr éxito, por ejemplo, prestar atención, hacer las tareas, estudiar y trabajar con
otros de manera cooperativa. Las influencias de socialización de los hogares con bajo
estatus socioeconómico pueden no ser adecuadas o no preparar a los estudiantes para esas
condiciones. El grado en que esto ocurra determina la posibilidad de que los niños de bajo
estatus socioeconómico tengan más problemas de conducta y disciplina en la escuela y
no adquieran un aprendizaje tan bueno.
Varias teorías tratan de explicar el problema de la relación de las probabilidades de éxito
o fracaso escolar que tienen los alumnos que provienen de distintos contextos sociales. A
pesar de sus diferencias, estas posturas coinciden en que el contexto social, económico y
cultural en que vive un estudiante tiene una influencia determinante en sus posibilidades
de aprendizaje, lo que sería una premisa fundamental de todo este andamiaje teórico, que
aporta, en lo fundamental, la sociología de la educación.
Las publicaciones sugieren que las intervenciones educativas tempranas para los niños de
familias de bajo estatus socioeconómico son fundamentales si se desea asegurar que estén
preparados para la educación (Schunk, 2012).
BIBLIOGRAFÍA
Bradley, R. & Corwyn, R. (2002). El estatus socioeconómico y el desarrollo infantil.
Revisión anual de psicología, 53(1), 371-399.
Hoffman, L., Paris, S. & Hall, E. (1995). Psicología del desarrollo hoy. (6º Ed) Madrid:
McGraw-Hill.
Merino, C. & Muñoz, P. (2007). Estudio preliminar del impacto socioeconómico sobre
los puntajes de una batería multidimensional de aptitudes en niños preescolares.
Interdisciplinaria, 24(2), 161-184.
Schunk, D. (2012). Teorías Del Aprendizaje. (6º Ed) México: Pearson Educación.
Stelzer, F., Cervigni, M. & Martino, P. (2014). Impacto de la pobreza en el desarrollo
cognitivo: un análisis teórico de dos factores mediadores. Liberabit, 20(1), 93-100.
Viguer, P. & Serra, E. (1996). Nivel socioeconómico y calidad del entorno familiar en la
infancia. Anales de psicología, 12(2), 197-205.

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