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INTRODUCCION Ha perdido toda esperanza del paraiso, pero se aferra a la gran esperanza de la condena- cién eterna. VIRGINIA WOOLF Rara vez se nota, pero el miedo es la primera emocién ex- perimentada por un personaje de la Biblia. Ni deseo ni ver- gitenza, sino miedo, Adan come del arbol, descubre que esta desnudo, se esconde de Dios y confiesa: “Tenia miedo porque estaba desnudo”. Antes de esta aceptacién, Dios crea y ve que sus creaciones son buenas. Se da cuenta de que Adan no tiene compafera, lo cual no es bueno. Eva ve que el arbol del conocimiento es “agradable a la vista, un arbol que nos hace desear ser sabios”. Pero estos son informes de una percepci6n antiséptica, sin ningin murmullo cali- do de aprecio 0 aversi6n. Todos miran, todos ven, pero ¢éal- guien siente? Hasta que no comen el fruto prohibido no nos enteramos de que hayan experimentado algo. Y cuan- do lo hacemos, resulta que es miedo. ¢Por qué miedo? Qui- z4 porque para los autores de la Biblia el miedo es la mas eléctrica de las emociones. Antes de tener miedo, Adan y Eva existian y actuaban en el mundo, pero sin experiencia palpable del mismo. Atemorizados, ahora rebosantes de experiencia, con la promesa de Dios de tener atin mas: pa- ra Eva, parir con dolor; para Adan, el rigor del trabajo; para ambos, el pavoroso conocimiento de la muerte. Adan y Eva solo tienen una perezosisima apreciacién del bien y una dudosisima aprehensién del mal. Su cuestionable co- nocimiento del mal los convierte en espect 13 14 INTRODUCCION propias vidas, cuando mucho en actores semiconscientes. Adan nombra, Eva sucumbe, pero ninguno de los dos sabe realmente qué estan hi ben. La tenta- cién frivola abre paso a la opcién dramatica; el movimiento apatico, a la accién elegida. Su historia —nuestra historia— esta lista para empezar.! Después del 11 de septiembre de 2001 —nos dicen los escritores—, un tipo de miedo totalmente diferente recorrié un pasaje similar, de la pasividad a la sensaci6n y la accién. Antes del 11 de septiembre se suponia que los estaduniden- ses estaban en el Paraiso, ociosos en un bajfio tibio de autis- mo social. Segtin David Brooks, el caracter distintivo de la época era cultivar nuestros “paraisos privados”; en palabras de Don DeLillo, regodearse en “el brillo utépico del ciber- capital”. En ese momento, el gozo parecia la gloriosa flor de la paz y la prosperidad. De hecho —afirman muchos—, era el fruto podrido de la decadencia y la descomposici6n. Sin problemas ni pérdidas, dejamos que se opacara nuestro sentido del mundo, que nuestros musculos se atrofiaran. Poniendo ante un espejo nuestra hambre de experiencia ve- nida a menos, Brooks destaca que la comedia de enredos mas celebrada de la época era Seinfeld, “un programa tele- visivo en el que no pasaba nada”. Pero el 11 de septiembre, escribe Frank Rich, fue una “pesadilla” que nos desperté de un “sueno frivolo, si no es que decadente, que duré una década”. El miedo que provocé, afiade Brooks, fue un “lim- piador [matutino] que se Ilevé mucha de la autoindulgen- cia” de los afios noventa. Segtin George Packer, nos trajo “estado de alerta, dolor, resolucién, incluso amor’, hasta experiencia. Packer cita aprobatoriamente los comentarios de un banquero de inversién que hua del World Trade Cen- ter el dia del ataque: “No estoy conmocionado, me gusta este estado; nunca en mi vida habia sido mas competente”. ‘iendo. Temerosos | Génesis 1-3. INTRODUCCION 15, EI miedo nos devolvié el conocimiento esclarecedor de que ste e hizo posible nuevamente la acci6n moral Lo que debiamos temer no era que se repitiera el 11 de septiembre, sino, segtin Packer, “ lidad” que lo precedi6, pues significaria “consumo privado en lugar de funerales puiblicos; colas en los restaurantes, en vez de colas para donar sangre”; en lugar de atencién civ ca, disolucién personal. El 11 de septiembre no fue el fin de la historia; como el temor salvador de Adan y Eva, fue na- da mas el principio.? Este libro habla del miedo, particularmente en rela- cién con la politica moderna. Por miedo politico entiendo el temor de la gente a que su bienestar colectivo resulte per- judicado —miedo al terrorismo, panico ante el crimen, an- siedad sobre la descomposicion moral—, o bien la intimi- dacién de hombres y mujeres por el gobierno o algunos grupos. Lo que hace politicos, mas que personales, am- bos tipos de temor, es que emanan de la sociedad 0 que tie- nen consecuencias para ésta. Los miedos privados, como mi miedo a volar 0 tu miedo a las arafas, son artefactos de nuestra propia psicologia y nuestra propia experiencia, y poco inciden mas alla de nosotros mismos. El miedo politi- co, por el contrario, surge de conflictos entre sociedades. El miedo estadunidense al terrorismo, por ejemplo, responde a los ataques del 11 de septiembre y a la lucha entre Esta- dos Unidos y el islamismo radical. El miedo de los negre estadunidenses a la policia —o, en el pasado, de los disiden- tes soviéticos 0 los activistas sudafricanos contrarios al apartheid a su respectivo gobierno— se debe a fricciones en la vuelta a la norma- 2 David Brooks, “The Age of Conflict”, The Weekly Standard, 5 de no- viembre de 2001; Don DeLillo, “In the Ruines of the Future", Harper's, di- ciembre de 2001, p. 33; Frank Rich, “The Day Before Tuesday", New York , 15 de septiembre de 2001, p. A23; David Brooks, “Facing Up to Our ' 22 de octubre de 2001; George Packer, “Recapturing the Flag”, New York Times Magaziie, 30 de septiembre de 2001, pp. 15-16.

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