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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA

MONOGRÁFICO: IMMANUEL KANT

SALAZAR VIDALES JUAN CARLOS

UNA METACRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

He decidido llamar a este escrito Una metacrítica de la razón pura; lo que haré no
será un resumen de la obra o agregar un sinfín de ejemplos originarios de la experiencia que,
como se puede leer en la obra principal del idealismo trascendental, no harían más que
confundir y oscurecer las explicaciones.

Por ende, lo que sí verá en este trabajo, amigable y simpático lector, va a ser cómo la
investigación de la razón (o, en otras palabras, la consolidación del idealismo trascendental)
le dio a la filosofía, armas para mantenerse en pie y luchar contra las objeciones más
disparatadas.

La manera en la que llegaré a desarrollar este cometido será, primeramente, mostrar el fin de
la Crítica de la razón pura. En segundo lugar; cuáles son los tipos de juicios (analíticos y
sintéticos). En tercera posición; por qué los juicios sintéticos tienen una importancia relevante
en esta investigación de la razón. En el cuarto momento me daré la tarea de apuntar cuál ha
sido una noción concluida por parte de Hume a cerca del principio de causa y efecto que, en
caso de ser cierta, afectaría al estudio y a la fundamentación de la matemática, la ciencia y la
metafísica. Y, por último, argumentar que la investigación de la razón es, por tanto, una
defensa ante la noción dada por Hume, que, de afirmarse, el conocimiento concebido como
universal y necesario sería sólo producto de la costumbre y por ende, no habría un
conocimiento con el tipo de condiciones anteriores.

La causa de este trabajo, (o sea, lo que me ha movido a escribirlo y a considerarlo) es una


cuestión que me ha parecido pertinente, la cual ha sido: ¿Cuál es la importancia de una obra
como la Crítica de la razón pura? La cuestión surgió cuando después de varias ocasiones me
di cuenta de que muchos pensadores hablaron de esta obra con tanto respeto y como una
piedra pendular en la filosofía y en la ciencia.

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El fin al que tiende este escrito ha sido impuesto por mí, pues he escuchado repetidas veces
que los fines sólo son dados por el hombre pero que ningún objeto en el mundo ni éste mismo
tiene algo llamado fin. Po tanto, a lo que tiende este escrito es a mostrar cómo la investigación
de la razón (en otras palabras, la Crítica de la razón pura) surge para defender la existencia
de la filosofía. Sin más que agregar comenzaré este escrito, el cual, deseo sea de su agrado.

EL FIN DE LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

La razón se ha formulado preguntas y éste no ha sido el problema al que debo señalar,


sino al lugar en donde se han buscado las respuestas a esas incógnitas. Nadie podría afirmar
de tajo que todas las cuestiones que se le han presentado las ha resuelto basándose
simplemente en la experiencia. Es posible que en algún momento una cuestión haya sido
formulada a causa de la naturaleza de la razón y que la respuesta a ésta se haya tenido que
buscar lejos de todas las facultades del entendimiento.

Es posible que algunas soluciones a esas cuestiones hayan sido buscadas en la experiencia,
eso no queda imposibilitado, pero que pronto comienzan a ser insuficientes y posiblemente
no abarcan aquello a lo que se le va a llamar universalidad y necesidad. Son tan sólo
respuestas contingentes. Y por lo anterior es que la razón pronto comienza a elevarse, a
buscar principios fuera de toda experiencia, fuera de toda contingencia. Buscando que las
respuestas, la soluciones, a las preguntas planteadas por la razón sean universales y
necesarias.

Precisamente es en este punto en donde la razón comienza a buscar en lugares ya tan oscuros
y comienza a caer en contradicciones. Pero de esto no se puede dar cuenta la razón porque
está tan alejada de la experiencia que no hay manera de contrastar esos principios que serían
las soluciones a sus preguntas. Queda la razón, por tanto, o en el dogmatismo, o en la fantasía,
en las visiones que no han de tener fundamento alguno.

Queda planteada así, la problemática. En la cual, si la razón, al hacerse las preguntas que le
exigen elevarse, decide no hacerlo, debe quedarse conforme con la mera experiencia, pero
de no ser así, y elige elevarse, debe evitar caer en esas oscuridades y contradicciones que
tanto mal le causarían a una nación y a la humanidad.

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Es esta la causa de una Crítica de la razón pura, pues el Juicio de una nación como la
alemana que se ha descrito como madura y en una época en la que ya no admite un saber
aparente, exige a la razón a emprender la empresa más importante a la cual puede aspirar.
Esta empresa y su fin es, pues, que la razón realice un autoconocimiento y, además, “que
instituya un tribunal que garantice sus pretensiones legítimas y que sea capaz de terminar con
todas las arrogancias infundidas, no con afirmaciones de autoridad, sino con las leyes eternas
e invariables que la razón posee. Semejante tribunal no es otro que la misma Crítica de la
razón pura.” (Kant, 2013: 9)

JUICIOS ANALÍTICOS Y SINTÉTICOS

“Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso
procede todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo
conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las
impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simplemente
motivada por las impresiones) a partir de sí misma. En tal supuesto, no
distinguiríamos esta adición respecto de dicha materia fundamental hasta tanto que
un prolongado ejercicio nos hubiese hecho fijar en ella y nos hubiese adiestrado para
separarla.” (Kant, 2013: 42)

Tal ejercicio es la Crítica de la razón pura y ésta es el resultado de una disputa


anterior, entre filósofos que antecedieron al gran Kant, al padre del idealismo trascendental.
Para mostrar lo que son los juicios analíticos y sintéticos requiero hacer un breve recuento
del campo en donde estuvo envuelta en discusión, la filosofía.

El campo anterior al idealismo trascendental fue el empirismo, había distintas dudas respecto
al origen del conocimiento y a su posibilidad. Se discutía si el alma era una tabla en blanco,
no escrita, y si lo representando en ella provenía sólo de los sentidos, de la experiencia. Y,
por otro lado, en si el alma tenía principios fundamentales, los cuales era posible que la
experiencia los despertara.

Por tanto, surge la duda de si las verdades provienen de la experiencia o si ésta no proporciona
todo el conocimiento de aquéllas, y con ello cabe la posibilidad de que haya verdades que
sean dependientes de la experiencia. Después de largas discusiones se resuelve que los

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sentidos, aun cuando son primordiales para el conocimiento, no bastan para proporcionar
todo él.

Según la Crítica de la razón pura estamos en posesión de determinados conocimientos a


priori que se hallan incluso en el entendimiento común. Ahora, estos conocimientos son
proposiciones que, junto con su necesidad, son pensadas con estricta universalidad. Además,
éstas son derivadas de proposiciones igualmente necesarias.

Una de estas proposiciones que tanto aparece durante la Crítica y que va a ser retomada por
tantos otros filósofos posteriormente es la siguiente: “Todo cambio ha de tener una causa”.
Aquí se puede ver claramente cómo el concepto de causa encierra con justa necesidad de
conexión al concepto de efecto y se puede considerar la estricta universalidad de esta regla.
Esta necesaria conexión y estos conceptos desaparecerían si se decidiera derivarlas de una
simple y repetida asociación entre lo que ocurre y lo que precede, o sea, por la costumbre.

Estas proposiciones son las que van a tener un interés especial en el idealismo trascendental,
y Kant se va a cuestionar la procedencia de la necesidad de esa proposición, de sus conceptos
y hasta dónde es aplicable la universalidad de aquélla. Lo que se desarrolla en la Estética
trascendental, por ejemplo, es la exposición metafísica de los conceptos de los que se derivan
las proposiciones a priori. El autor de la Crítica de la razón pura responde a preguntas como
¿De dónde proceden éstos y de qué tipo son?

La siguiente tarea que se dio el padre del idealismo trascendental fue investigar cómo eran
posibles las proposiciones universales y necesarias. Es en este momento donde se requería
una ciencia que determinará la posibilidad, los principios y la extensión de todos los
conocimientos a priori.

Por la razón anterior es que Kant hizo una distinción entre los juicios analíticos y los juicios
sintéticos y determinar la importancia de los segundos, aunque no por ello quiero decir que
los juicios analíticos sean de poca importancia o que sean prescindibles. Comenzaré, pues,
por describir a los juicios analíticos.

Estos juicios son aquellos en los que se piensa el lazo entre sujeto y predicado como
identidad. Kant, a estos juicios, también los va a llamar juicios explicativos, ya que el
predicado en tal juicio no incrementa el conocimiento del sujeto, sino que más bien

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descompone lo pensado en el sujeto y el predicado está, de alguna manera, ya considerado
dentro del sujeto. El juicio analítico, analiza al sujeto mediante el predicado.

El segundo tipo de juicio, el sintético, con el predicado agrega algo al sujeto que no podía ser
pensado implícitamente en él y que el predicado tampoco podría ser derivado del sujeto
mismo por medio de alguna descomposición o análisis de aquél. A estos juicios, el filósofo
del idealismo trascendental los va a llamar juicios extensivos.

“Todos los cuerpos son extensos” es un juicio analítico porque en tanto que se piensa en un
cuerpo, se piensa en su extensión, aunque de manera confusa y difuminada dentro del
concepto de cuerpo. En cambio “Todos los cuerpos son pesados” es un juicio sintético, ya
que, aun cuando el concepto de cuerpo no está incluido el concepto de “pesado” se puede
considerar la conexión entre ambas nociones.

LOS JUICIOS SINTÉTICOS Y SU IMPORTANCIA

Los juicios de la experiencia son todos sintéticos pues en cada uno de ellos se puede
observar la correspondencia entre un concepto y otro, sin embargo, en los juicios sintéticos
a priori va a hacer falta la constatación con la experiencia. Pero no por esa falta de prueba se
debe quedar esta tarea inconclusa.

Piense, lector, en la siguiente proposición “Todo lo que sucede tiene una causa.” En este
juicio queda claro que dentro del concepto de causa no se encuentra “lo que sucede”, pero
incluso con lo anterior se puede llegar a notar la correspondencia entre este concepto y aquél.
Aquí la cuestión es ¿Cómo puedo, pues, llegar a afirmar algo distinto de “lo que sucede” y
reconocer que la “causa” pertenece a “lo que sucede” de manera necesaria, incluso cuando
ninguno de los dos conceptos está contenido en el otro?

En lo anterior radica la importancia de los juicios extensivos o sintéticos, ya que como se


puede ver, hay una incógnita que es fundamental en la que se cuestiona qué es en lo que se
apoya el entendimiento para considerar un concepto A con un predicado B como enlazados
aun cuando éstos no están incluidos dentro de sí.

Considerar que aquello en lo que se apoya el entendimiento pueda ser la experiencia queda
descartado, pues los juicios sintéticos a priori escapan de la prueba empírica. Además de que
los juicios sintéticos a priori no aumentan la generalidad como sí lo harían los juicios
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sintéticos basados en la experiencia, sino que de hecho aquéllos expresan necesidad tal como
lo harían los juicios matemáticos o los de la física.

Para mostrar la importancia de los juicios sintéticos a priori señalaré algunos casos en los
que estos juicios son imprescindibles. Ya en el párrafo anterior mencioné los juicios
matemáticos y los de la física, y tomaré estas dos ciencias para argumentar la relevancia los
juicios. Comenzaré, pues, con los juicios matemáticos.

Todos los juicios matemáticos son sintéticos. Es posible que, para usted, lector, no sea
totalmente evidente y no lo digo porque no tenga el conocimiento de esto, sino que no lo sabe
por mera intuición, para saberlo tendría más bien que revisar esta misma proposición y
demostrar su validez. Y justamente eso haré.

Un ejemplo de ello son las conclusiones de los matemáticos derivadas a partir del principio
de no contradicción (ésta, en cambio, parece sí ser intuida de manera inmediata y no requiere
una revista en profundidad) y se supuso que dichas resoluciones matemáticas podían
derivarse de tal principio. Lo cual no ha sido cierto; ya que una proposición sintética podía
ser entendida (alguna conclusión matemática), básicamente, de acuerdo con el principio de
no contradicción, pero no por sí misma.

En estas pruebas se debe tener en cuenta que todos los juicios matemáticos son todos juicios
sintéticos a priori y que no pueden provenir de la experiencia, además porque los juicios
extensivos, en el caso de las matemáticas, son necesarios. A diferencia de los juicios
sintéticos que provienen de la experiencia y que no ofrecen más que contingencia.

Si la muestra anterior no ha sido suficiente, explicaré esta misma problemática con una
cuestión distinta a la anterior y que ha surgido en el campo de la matemática pura. Esta
incógnita es saber cómo de 7 + 5 da como resultado 12. La proposición anterior parece ser
analítica (parece que descompone o analiza lo que hay dentro de un concepto dado) pero
realmente es sintética. ¿Cómo se puede llegar a afirmar que de 7 + 5, resulte algo distinto
(12)?

Del lado de la física existen también incógnitas por resolver ya que los principios de la física
son todos juicios sintéticos a priori, como por ejemplo el principio: “En todas las
modificaciones del mundo corpóreo permanece invariable la cantidad de materia”. En este

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principio espero que usted, lector, esté de acuerdo conmigo al considerar que dentro del
concepto de materia no se encuentra el concepto de la permanencia. En todo caso se puede
pensar dentro de la materia la presencia, con la cual, aquélla, ocupa un lugar en el espacio.

De este modo se piensa en algo totalmente fuera de la materia tal como lo es la permanencia,
se le agrega algo que no está implícito en el primer término, y sin embargo se intuye la
necesidad de tal principio. Por tanto, éste es un juicio sintético a priori.

Es momento de que hable sobre la importancia de estos juicios sintéticos a priori dentro de
la metafísica, pues se requieren juicios que no sólo se descompongan como lo son los
explicativos, sino, además, que sean sintéticos y que puedan avanzar y que lo hagan cada vez
más, alejándose de la experiencia.

La proposición “El mundo ha de tener un primer comienzo” exige que la razón se aleje de la
experiencia y que busque razones alejadas de toda contingencia. La filosofía en el fondo
busca comprobación de los juicios sintéticos a priori. La crítica de la razón pura se pregunta
¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? ¿No es, acaso, ésta, la pregunta que por
no haberla planteado antes ni mucho menos contestado, ha causado tantas ficciones y
malentendidos en el campo de la metafísica?

Durante la Crítica de la razón pura, Kant se va a empeñar a responder diversas preguntas.


Entre éstas quiero señalar las que me parecen las más importantes y que tantos otros autores
también han retomado para enfatizar los problemas que se deben resolver, las cuales son:
¿Cómo es posible la matemática pura? ¿Cómo es posible la ciencia natural pura? ¿Cómo
son posibles los juicios sintéticos a priori?

LA CONSIDERACIÓN DE HUME HACIA EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO

Esta parte del texto, ya con todo el terreno que le antecede, será en suma fácil de
explicar. Además, usted, lector, podrá notar cómo la consideración de Hume acerca del
principio de causalidad se encuentra con un hondo problema. Para poder describir bien esta
dificultad me daré la tarea de puntualizar tal consideración hecha por el filósofo empirista.

En una ocasión anterior comenté que Hume arguyó que la proposición sintética “Todo lo que
es tiene una causa” no puede ser pensada a priori y que no puede ser, por tanto, necesaria y
universal, como tendrían que serlo estos juicios. El filósofo que afirmó esto menciona que
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más bien esta proposición es el resultado de una ilusión de “pretendidos conocimientos
racionales” de algo que sólo proviene de la experiencia y que toma apariencia de “necesidad”
por la mera costumbre. (Herder, 2015: 308)

Tal afirmación en caso de ser cierta causaría un derrumbe fatal en toda la filosofía pura, en
las matemáticas puras y en la ciencia, pues no podrían ser pretendidas como universales y
necesarias sus afirmaciones ni los principios de los que se derivan aquéllas. Pero al parecer,
Hume no alcanzó a contemplar la magnitud de su consideración.

LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA COMO DEFENSA DE LA FILOSOFÍA PURA, LA


MATEMÁTICA Y LA CIENCIA

Así como la matemática pura y las ciencias de la naturaleza ya están realmente dadas
en el estudio y no cabría duda de que existen y de que son “tangibles”, entonces es oportuno
preguntar, más bien, cómo son posibles. Preguntar por la posibilidad de ese tipo de
conocimientos implica investigar la razón, sus fundamentos, sus arquetipos y su función. En
otras palabras, preguntar ¿cómo es posible el conocimiento?

Aunado a lo anterior, la discusión que está planteada en el fondo es mucho más fundamental
que cualquier otro problema. El tópico acerca de la causa y el efecto tiene implicaciones que
son realmente relevantes para toda ciencia, para la filosofía, para el arte y para cualquier
investigador de la verdad. Pues, a menos que la relación entre este movimiento que se da
entre una causa y su consecuencia sea necesario y pueda ser determinado y conocido a través
de los diversos medios que la razón promete, no tendrán todas ramas del conocimiento más
que conformarse con meras contingencias y razones superfluas.

La investigación de estos conocimientos necesarios y universales dan pauta a que ningún


hombre tomé a la ligera el conocimiento humano, sino en el mejor de los casos, como una de
las certezas que sólo tenemos los seres humanos, y que daría, hasta cierto punto, una
consistencia para la búsqueda de la verdad. Queda todavía en duda si tal verdad es alcanzable
o no, pero es sin duda ese camino, el de la certeza y la veracidad, el que hay que tomar para
alcanzar las razones primeras y las consecuencias más alejadas, ambas necesarias y
universales.

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Tal investigación de la razón, como lo es la Crítica de la razón pura, pone un cerco al
conocimiento posible, porque, si no se va a poder responder las grandes incógnitas, al menos
que quede bien limitado hasta adónde, la razón, puede conocer. De este modo, teniendo
conocimiento del camino posible para la razón, guiarla hasta lo más alejado posible y dar
respuestas que alumbren con verdad, universalidad y necesidad al conocimiento humano.

BIBLIOGRAFÍA

Kant, Immanuel. (2013). Crítica de la razón pura. Madrid: Taurus

Herder (2015). Una metacrítica de la crítica de la razón pura. Madrid: Gredos

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