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Raynerth Centeno
América Latina ha pasado por sucesivas crisis de deuda, este un fenómeno que
se calcula inicia en el siglo XIX y se extiende hasta la actualidad. Hablar del
fenómeno de la deuda sigue siendo de vital importancia, ya que su dinámica
económico-financiera influye decisivamente de manera estructural en la economía
global, sobre todo el peso de esta dinámica recae sobre aquellas economías más
débiles. Políticos, economistas y en general analistas de la materia, han llamado a
esta deuda “la deuda impagable de los países del tercer mundo”.
Revisemos en qué consiste dicho fenómeno, así como las condiciones internas y
externas que inciden en los procesos de endeudamiento de los países del tercer
mundo (o países en desarrollo –PED-. Especialmente enfoquémonos en la
situación de las naciones latinoamericanas en la década de los 80, situación
denominada crisis de la deuda externa en América Latina.
La deuda, como deuda total de un país está conformada por la deuda interna y la
deuda externa, la primera es contraída con un acreedor interno, por ejemplo los
bancos nacionales, los poderes públicos o por empresas privadas cuya deuda es
avalada por el Estado. En cambio la segunda es contraída con un acreedor
extranjero, y a diferencia de la deuda interna, no puede ser reembolsada por el
Estado con medidas monetarias o políticas fiscales, pues no es un procedimiento
interno del país en cuestión. (Toussaint, 2004). En el presente trabajo tratamos
exclusivamente la deuda externa.
Existe una gran diferencia entre los estados que se construyeron sobre la base del
modo de producción capitalista instituido en buena medida en toda la amplitud del
cuerpo social, y aquellos que se yerguen sobre una “anfractuosa topografía de
estructuras pre capitalistas”. El problema central reside en la necesidad de un
mercado interno con una dimensión de envergadura, en el que las clases
dirigentes y las relaciones sociales garanticen la acumulación y la expansión
económica en función de una unidad nacional, que genere las condiciones
objetivas para la competencia y aprovechamiento de ventajas en el mercado
internacional.
Lo propio es que se vuelve cuesta arribas para los economías internas operar con
eficiencia y prosperidad económica en un marco social donde el Fisco Nacional
no recauda los impuestos necesarios para que se cumplan las “leyes del
crecimiento”, y no hay capacidad de ahorro, más bien tenemos un cuadro social
en el que habrá que financiar políticas sociales, invertir en obras públicas y demás
gastos que salen por cuenta del Estado.
Hasta aquí todo pareciera indicar que el principal obstáculo para el desarrollo
sostenido reside en la misma dinámica interna de las economías de los PED.
Serían un conjunto de condiciones sine qua non que padecen las naciones del
tercer mundo y que es necesario un cambio a nivel técnico y político-económico
para trascender estas condiciones. Sostenemos que la verdad es que no hay
economía que se desligue de la realidad política interna e internacional, el poder
finalmente es el que priva ante estas múltiples determinaciones técnicas. La
economía es una actividad que se despliega sobre un marco de relaciones
sociales, está conectada a la sociedad como totalidad. La historia nos demuestra
con un sinnúmero de experiencias, que las variables de estudio de la ortodoxia
económica liberal se muestran insuficientes, en la realidad vemos situaciones que
trascienden el contrato social, las instituciones y demás marcos formales.
Así, igualmente podemos situar una tercera crisis, que coincide con el crack de
Wall Street en el año 1929. La Primera Guerra Mundial impulsó (mediante las
nuevas rutas comerciales que fueron conectando el mundo y facilitando el
comercio global, y el creciente ingreso por exportaciones de materias primas,
mayormente de alimentos) la inercia hacia el endeudamiento en el sur global, las
clases dominantes guiadas por una filosofía positivista del progreso y desarrollo
económico fueron acumulando títulos y bonos de deuda emitidos en los mercados
financieros centrales.
Según datos del CADTM (Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer
Mundo) 70% de las exportaciones de los países en desarrollo estuvieron dirigidas
a los países del centro, y 50% iban dirigidas sólo a cuatro países: Gran Bretaña,
Alemania, Francia y Bélgica. Los pagos de estos bonos de deuda estaban
anclados a la idea de un flujo constante de exportaciones para completar un ciclo
perfecto, pero como sabemos en 1928 los flujos se redujeron y
consecuentemente se saturaron los mercados financieros por los títulos emitidos
a los países de A.L lo que provocó la incapacidad de pago de los mismos.
Ya en 1932 doce países habían suspendido el pago de sus deudas, y para 1935
sumaban catorce el número de países que cancelaron sus compromisos. Esta
decisión se tradujo en crecimiento económico en los países deudores quienes
pudieron guardar importantes recursos financieros y aplicar políticas fiscales y
monetarias beneficiosas para sus economías. El escenario era de desánimo para
el endeudamiento exterior y alentador para el despegue económico a nivel
interno; programas de obras públicas y sustitución de importaciones completaban
un cuadro de prosperidad relativa en la región.
Por otro lado también financiaría en gran medida el Banco Mundial, institución que
nace en los acuerdos de Bretton Woods en 1944. Esta plataforma financiera
conforma lo que sería la parte multilateral de la deuda pública. Incitó a los países
en desarrollo a endeudarse para financiar su desarrollo bajo condición de pago
mediante materias primas, solo en el lapso de 1969 a 1973 el Banco Mundial
acordó más préstamos que en todo el período de 1945 a 1968.
Hay ejemplos alarmantes como el caso los casos de las dictaduras Argentina y
Brasileña y luego la dictadura mejicana ampliamente apoyadas por los gobiernos
del norte. Estos países aumentaron considerablemente sus servicios de deuda a
veces hasta llegar al punto del no pago como es el caso de México. Es necesario
hacer la acotación pues, como coincidencia regional, el apoyo a regímenes
dictatoriales constituye una variable de peso geopolítico de los países del Norte en
relación con el Sur global. Y pareciera ser regla a nivel mundial que en el tercer
mundo las élites desvíen los recursos recibidos por concepto de deuda para
beneficios individuales contando con el beneplácito imperial, en ese sentido
agrega Toussaint:
“Una parte importante de las sumas prestadas fue desviada por unos
regímenes corruptos. Éstos aceptaron alegremente endeudar sus países
mientras cobraban de paso unas comisiones con el beneplácito de los otros
actores del endeudamiento. ¿Cómo explicar que, a su muerte, Mobutu Sese
Seko, a la cabeza del Zaire durante más de 30 años, dispusiera de una
fortuna estimada de 8.000 millones de dólares, equivalente a dos tercios de la
deuda de su país, sin contar el enriquecimiento de sus familiares? O que en
Haití, en 1986, la deuda externa se elevara a 750 millones de dólares
mientras la familia Duvalier, que gobernó con mano de hierro durante 30 años
(primero François, “papa doc”; después Jean-Claude, “Bebe Doc”),
emprendiera la fuga hacia la Costa Azul francesa con una fortuna evaluada
en más de 900 millones de dólares. ¿Qué otra explicación encontrar al
enriquecimiento de la familia de Mohammed Suharto en Indonesia, cuya
fortuna, en el momento en que fue despojado del poder en 1998 después de
32 años de reinado, fue calculada en 40.000 millones de dólares, mientras su
país se encontraba en pleno marasmo? (Toussaint, 2004)
Cuadro
N°1
Ahora cabe preguntarse ¿por qué fue inconsistente el pago de la deuda y por qué
cuando en la década de los 70 todo parecía ir bien fallaron todas las fórmulas?
Como bien señalábamos antes, en primer lugar necesario es atender a la
condición específica de los países en desarrollo, su subordinación y dependencia
en la trama global y la actitud tanto de las élites locales como las externas
residentes en el “primer mundo”.
Cuadro N°2
Esta situación desembocó la primera crisis de deuda externa y el período con más
alta inflación en Argentina en toda el siglo XX. Esto completaría un grupo de
factores que impactan en la sociedad conformando un cuadro social que
analizaremos en el apartado final.
deuda/exportaciones)
Una de las principales reformas del gobierno Argentino al inicio de los años 90,
estuvo inspirada y apoyada por las (IFI), se estableció un tipo de cambio fijo entre
el peso y el dólar, el cual que fue acompañado por un proceso de apertura
comercial y privatizaciones de empresas estatales. Pero a la vez, la simultánea
eliminación de la protección comercial y la apreciación cambiaria, acentuaron la
pérdida de competitividad de la industria nacional. Como consecuencia, durante
esa década se produjo un aumento sostenido de la tasa de desempleo, que se
triplicó de 6,3% en 1992 a 18,3% en 2001. Si sumamos a este porcentaje el
correspondiente a las personas subempleadas (con empleos cuyas
remuneraciones son inferiores a las ideales), la proporción aumenta hasta llegar al
50% durante la crisis. En otras palabras, al final de los noventas una de cada dos
personas en condiciones de trabajar, experimentaba dificultades en la obtención
de empleo.
Por otro lado la “Ley Federal de Educación”, que fue sancionada en 1993,
pretendía ordenar el proceso de descentralización de este sistema; sin embargo,
la falta de recursos para las jurisdicciones además de los bajos rendimientos
educativos y la ausencia de un efectivo mecanismo compensador, contribuyeron a
reforzar las desigualdades preexistentes.
Política tributaria
Durante los primeros años de la década de los 90, las autoridades económicas
fueron introduciendo sucesivas modificaciones en el sistema tributario. En
principio se siguió la orientación de concentrar la recaudación en dos tributos.
Gasto social
Aunque a nadie sorprendió, el aumento del gasto social no logró frenar o revertir
el crecimiento de la desigualdad social y económica. Las inversiones en algunos
niveles educativos, en pensiones y en sectores de salud, por ejemplo, suelen
representar en algunos casos gastos regresivos ya que los sectores más ricos de
la sociedad se benefician, en mayor proporción que los de bajos recursos, a
través de estos servicios.