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FORO SOCIAL DE PUERTO RICO

Educación ciudadana para las nuevas formas de democracia:


una perspectiva crítica y emancipadora1

Ángel R. Villarini Jusino2

En esta presentación vamos a compartir las ideas centrales en torno a la propuesta que
sobre educación ciudadana para las nuevas formas de democracia llevamos a cabo por
medio del Encuentro Internacional de Educación y Pensamiento y la Red
Hispanoamérica de Colaboración Educativa con apoyo del Proyecto Atlantea, todos de la
Universidad de Puerto Rico, y la Organización para el Fomento del Desarrollo del
Pensamiento Internacional. En la misma vamos a atender tres asuntos:

1. ¿Por qué una propuesta de educación ciudadana?


2. ¿Cuál es la meta principal de dicha propuesta?
3. ¿Cuál es la estrategia principal de formación de la educación ciudadana?

1. ¿Por qué una propuesta de educación ciudadana?

Nuestro interés emancipatorio es, en primer lugar, generar teoría que contribuya a la
construcción de una nueva cultura educativa política-ciudadana y con ello a una nueva
sociedad. Esta cultura es una respuesta a las necesidades de desarrollo personal y
colectivo pleno de nuestros pueblos, enraizada en nuestras raíces históricas. Es parte de
la agenda de una tradición humanista crítica y emancipadora que tiene su inicio en
Eugenio Maria de Hostos y su culminación en Pablo Freire y que buscamos actualizar en
nuestro trabajo con los haberes en torno al desarrollo humano aportados por corrientes
como la constructivista, la histórico-cultural y las neurociencias, y que se enriquece con
la experiencia de la practica de los educadores, tanto formales como populares.

En segundo lugar, buscamos traducir esta teoría en práctica educativa. Se trata de


articularla (aterrizarla) en una propuesta bien fundamentada, clara, sencilla que el
educador pueda apropiársela, adoptarla, adaptarla, elaborarla y mejorarla: desarrollo
humano integral ciudadano basado en competencias desde una perspectiva crítica y
emancipadora. Actualmente trabajamos en la conversión de la teoría en
investigaciones, sistemas (programas), tecnología (CODHI), estrategias (ECA), métodos
y técnicas. De igual modo trabajamos en la comunicación de la misma por medio de

1
Este trabajo incorpora algunas de las ideas presentadas por Matías Bosch, de la Fundación Juan
Bosch, y el autor en el Foro Social celebrado en Caracas, Venezuela en octubre de 2006.
2
El Dr. Ángel R. Villarini Jusino es Catedrático de la Universidad de Puerto Rico y Profesor Honorario de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo, es Director del Proyecto para el Desarrollo de Destrezas de
Pensamiento y Presidente Internacional de la Organización para el Fomento del Desarrollo del
Pensamiento Se puede obtener información sobre nuestro trabajo visitando www.pddpupr.org o por
medio de nuestra revista Crecemos.
1
diálogos, proyectos, conferencias, talleres, revistas y boletines. Finalmente, hemos
comenzado a implantarla e institucionalizarla por medio de proyectos y de programa
académicos. Todo lo anterior por medio de una estructura de trabajo de base, de
educadores líderes dispuestos a la autoformación (tenemos que comenzar por nosotros
mismos), al servicio social y a la reforma educativa desde la base.

Nuestro interés emancipatorio encuentra en el presente un escenario socio-político que


le permite nutrir su esperanza crítica: la crisis del Estado moderno y el emerger de
movimientos populares y de diversas formas e instrumentos de lucha emanados de la
sociedad civil. La tarea urgente es insertar nuestro trabajo
en ese escenario como una forma de respuesta a la crisis y alternativa para dichos
movimientos. Por eso nuestro interés en participar en este Primer Foro Social de Puerto
Rico.

Hoy existe un consenso generalizado en que enfrentamos la crisis del Estado


centralista, autoritario y clientelista. También la crisis del sistema representativo-
partidista. En el fondo de esta crisis está el hecho histórico de que para monopolizar el
poder, el Estado fue des-capacitando al ciudadano, individual y colectivamente, para
entender y atender muchos de los problemas sociales que le aquejan. Los problemas de
vivienda, alimento, salud física y mental, formación moral, etc. se convirtieron en
materia exclusiva del Estado, al que había que acudir para su solución. El Estado creaba
entonces la ilusión de atenderlos mediante sus políticas y agencias. Con ello luego
buscaba comprar el respaldo del pueblo para agendas políticas de los sectores
privilegiados y también a través de su desmovilización. Esta desmovilización ciudadana
es la matriz política de la sociedad neoliberal, desarticulada entre individuos cada uno
luchando para su propia salvación. Las áreas de la salud, servicios sociales y vivienda
proporcionan magníficos ejemplos de esta estrategia.

Hoy día se quiebran las ilusiones del Estado liberal y neoliberal. Ese sistema se muestra
incapaz de atender las necesidades y los reclamos de vida digna de derechos de los
ciudadanos. Como alternativa, emergen de la sociedad civil movimientos sociales y
nuevas formas de los pueblos de organizarse y construir plataformas políticas.

Las experiencias venezolana, boliviana, ecuatoriana y de otros pueblos, indican la


necesidad de establecer un nuevo contrato social que rescate para la ciudadanía el
poder de gobierno, que garantice la capacitación del ciudadano para el autogobierno,
que fortalezca su autonomía personal y colectiva mediante el desarrollo de
competencias, es decir, de formas de conciencia, habilidades y sensibilidades
ciudadanas.

Pero este contrato no puede partir de un sustrato cualquiera. A través de todo el


continente somos testigos de cómo diversas fuerzas políticas que se hicieron fuertes
levantando proyectos alternativos, apelando a una ética distinta del modelo imperante,
no han podido sin embargo superar la prueba del poder sin reproducir aquellas pautas

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de conducta y racionalidad que llevan a instrumentalizar al pueblo, o a corromperse, o a
desconfiar de la democracia. Las grandes mayorías y los cuadros que trabajan en las
bases sociales se encuentran bastante desprovistos de paradigmas para revertir ese
orden de cosas, esa forma de hacer política.

En este contexto estamos profundamente preocupados por la poca atención que se le


brinda, incluso en movimientos progresistas y populares, a la formación política de los
jóvenes, más allá de su utilización o la invitación a sumarse a los procesos. Es necesario
rescatar para las luchas políticas populares y ciudadanas a la niñez y a la juventud de
las imágenes, mensajes y prácticas alienantes de la seducción de la sociedad de
consumo, publicidad y espectáculo. Es necesario crear espacios culturales y foros, en y
fuera de las escuelas, en los cuales los jóvenes tengan una oportunidad de
concienciarse, de reconocer que la actividad política puede concebirse y practicarse en
una forma alternativa a la que el partidismo, la corrupción y el electoralismo les tienen
acostumbrado.

2. ¿Cuál es la meta principal de dicha?

Como resultado de un diálogo de varios años que ha tenido lugar por medio del
Encuentro Internacional de Educación y Pensamiento, un grupo de educadores de
varios países, hemos elaborado un consenso de carácter general sobre los propósitos y
la naturaleza de la educación cívica: la formación de subjetividades democráticas en
una cultura política democrática radical, comprometida con los valores ético y políticos
inherentes a tal concepción y con las competencias humanas que les permitan
insertarse protagónicamente en la crítica y la transformación de la sociedad.

Hoy día parece haberse generado, tanto en la teoría de los académicos como en la
práctica de los movimientos sociales, el consenso de que lo que ha hecho crisis es la
forma limitada en que se ha querido entender la democracia como ejercicio partidista
electoral controlado desde los mecanicismos del Estado. Se multiplican pues las
propuestas e iniciativas de nuevas formas de entender y practicar la democracia que
expresan más adecuadamente su verdadero contenido ideal y sentido utópico.

La democracia es:

•Una forma de constituir el poder (voluntad) colectivo, mediante su distribución


igualitaria entre las personas que componen la comunidad, para conducir los asuntos
comunales y sociales, para satisfacer necesidades y utilizar recursos.
•Una manera ideal de organizar las relaciones humanas en términos de autonomía,
reciprocidad, justicia y solidaridad; que crea las condiciones que hacen posible el
desarrollo pleno para todos; que reconcilia los dos valores más importantes de nuestra
tradición: la libertad personal y la solidaridad comunal.

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•Un espacio público de comunicación con un método racional para solucionar conflictos
y disputas de cultura, valores y metas, a través del inquirir, el diálogo y la deliberación,
que conduce a la construcción de un proyecto colectivo de vida.
La distribución igualitaria del poder es la característica fundamental de la democracia.
De modo que toda lucha por la democracia entraña una denuncia de monopolio o
distribución no igualitaria del poder y un reclamo de su redistribución de modo que todo
el mundo pueda vivir una vida digna y plena.

Pero la posibilidad de que se reclame y logre esa distribución igualitaria del poder
descansa en la existencia de individuos z comunidades soberanas, es decir capaces,
tanto intelectual como colectivamente, de reclamar su cuota de poder, tanto en su
carácter personal como en cuanto miembros de diversos colectivos. La soberanía del
pueblo nace de la soberanía de cada persona que lo integra, es decir de su autonomía o
capacidad de mando, y ésta de su conciencia. Por ello sólo hay verdadera voluntad
popular si existe un cierto grado de desarrollo de la conciencia política, en todas las
personas que componen el pueblo. En ausencia de la persona soberana la democracia
degenera en nuevas formas monopolísticas de distribución de poder.

Distribución igualitaria del poder, soberanía de la persona y educación de la conciencia,


son pues los tres elementos fundamentales de la democracia. Nuestro Hostos lo
entendió así cuando con perfecta claridad señaló que: “Democracia en sus fines
individuales, es absoluta autonomía de la persona humana, absoluta libertad en los
derechos que le consagran … La democracia es una ficción cuando no hay pueblo: no
hay pueblo cuando no se cumplen en el individuo los fines que lo fortalecen ante el
Estado y en sí mismo, los fines que el Estado debe desempeñar en la representación de
las atribuciones de la sociedad … sin educación del pueblo no habrá jamás verdadero
pueblo ; y que, sin pueblo verdadero, la democracia es una palabra retumbante, no un
sistema de gobierno.”

La lucha por la democracia es hoy día, más que nada, la lucha por la redistribución del
poder a través de la formación de personas sobernas, es decir de conciencia
democrática, por medio de la educación. La lucha por la democracia es la lucha por la
construcción de una particular forma de subjetividad: la subjetividad democrática.

La democracia, en cualquiera de sus espacios, es una forma de vida que viene a


existencia y se sostiene con la fuerza que le brindan los sujetos democráticos; la
conciencia democrática de los miembros de la comunidad. Una conciencia es
democrática cuando la sensibilidad, la razón y la voluntad de los miembros de la
comunidad están orientadas y motivadas por valores democráticos. La democracia
descansa en una forma de subjetividad, de agente, capaz de la actividad política que
crea el espacio público que la sostiene. Para que el sujeto democrático sea capaz de la
acción política a la que está llamado, debe poseer una cultura, uno valores y actitudes y
unas competencias democráticas, en fin una peculiar forma de conciencia política. Es
por esta razón que la meta principal de toda educación cívica democrática es la

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construcción de la subjetividad democrática; de formar la conciencia democrática del
pueblo y apoyar el desarrollo de sus competencias ciudadanas.

La educación ciudadana implica por ello el desarrollo de los conceptos, las actitudes y
las destrezas que se requieren para ser un miembro activo, reflexivo, crítico y
responsable de un pueblo que busca organizarse permanentemente como comunidad
política democrática. Esto requiere, por un lado, del estudio del carácter histórico y
estructural de dicha comunidad, de los principios políticos que la animan, de las fuerzas
sociales que la sostienen, de la distribución del poder en a la misma, etc. y su
identificación afectiva con la misma, es decir, el desarrollo de un sentido de identidad
nacional o patriotismo.

Por otro lado, la ciudadanía requiere de una serie de competencias 3 es decir de


combinación de conceptos actitudes y destrezas para la investigación social, la lectura
critica de la realidad, la deliberación y la acción política, que permitan participar
inteligentemente en la identificación de problemas y necesidades sociales y la búsqueda
de consenso para articular un proyecto histórico de solución a los mismos.

Las competencias ciudadanas se refieren a capacidades generales de la subjetividad


democrática; aquellas que todo ciudadano debe desarrollar para poder participar
efectivamente en la democracia, es decir para hacer que su interés y voluntad cuente
en el espacio público y en el proceso de organizar la voluntad colectiva. Desde una
perspectiva emancipatoria las competencias son capacidades de autoregulación, formas
de conciencia, es decir formas en que intervenimos en el mundo al vernos como sujetos
activos constructores de la realidad cultural que habitamos. Por ello, como sujetos
capaces de entender, criticar y transformar esa realidad, bajo determinadas condiciones
y de acuerdo a un proyecto ético-político de creación de una sociedad en la que todo
ser humano pueda tener las condiciones materiales para su desarrollo humano pleno.

La democracia descansa en una forma de subjetividad, de agente, de conciencia, capaz


de la actividad política que crea el espacio público que la sostiene. Por ello la meta de
nuestro trabajo es la formación de la conciencia democrática, es decir de la disposición,
voluntad y capacidad para participar en la construcción, operación, y sostenimiento de
una comunidad democrática por medio de las siguientes competencias:

• Capacidad para el inquirir interdisciplinario histórico-social-político


• Capacidad para la interpretación crítica de la realidad socio-política
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Todo el aprendizaje y el desarrollo humano puede ser analizado y trabajado como el proceso de
desarrollo progresivo y sostenimiento de la autonomía. Desde luego el desarrollo de esta autonomía
implica el de múltiples competencias humanas. El desarrollo humano comprende diversas dimensiones
que se constituyen e integran en la interacción con el medio cultural para ayudar a configurar la
personalidad. Para propósitos educativos concebimos estas dimensiones como competencias. Definimos
competencia humana general como una habilidad y forma de conciencia, producto de la integración de
conceptos, destrezas y actitudes, que dota al ser humano de una capacidad de entendimiento, acción y
transformación de sus relaciones con el mundo, él/ella mismo incluido.
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• Capacidad para el diálogo y deliberación política-cívica
• Capacidad para la comunicación y acción pública política-cívica

3. ¿Cuál es la estrategia principal de formación de la educación ciudadana?

La subjetividad democrática no nace, se construye a través de proceso educativos


fórmales e informales. De aquí que nuestros grandes patricios (Bolívar, Martí, Hostos,
etc.) tuvieran clara la estrecha relación entre democracia y educación; específicamente
una educación formadora de la inteligencia, la sensibilidad y la voluntad, en resumen la
conciencia, que requiere el ejercicio democrático.

La formación cívica y ciudadana contemporánea corresponde principalmente, más allá


del hogar, a cuatro espacios: la comunidad y la sociedad civil, la escuela o universidad,
los partidos políticos y los medios de comunicación masiva. En este sentido tenemos
hoy día el tipo de sujeto cívico y ciudadano que se construye en estos espacios a través
de las interacciones comunicativas y formas de convivencia y participación que se dan
en ellos.

Una educación ciudadana crítica y emancipatoria para el desarrollo de nuevas formas


de democracia tiene que plantearse cómo transformar estos espacios de los lugares de
domesticación y formación de ciudadanos incompetentes, que son ahora la mayor parte
de las veces, en zonas de desarrollo de subjetividades democráticas. Contribuir a la
formación de subjetividades democráticas significa fomentar el desarrollo de seres
humanos de conciencia histórica cívica, competentes para entender los grandes
problemas y retos históricos de carácter moral y social del país y participar activamente
en el proceso democrático de su solución y en la construcción de una sociedad
solidaria, en la que todo ser humano pueda vivir en forma digna.

Interpretamos el aprendizaje y el desarrollo humano, que como educadores cívicos


queremos promover como el proceso gradual de desarrollo de autonomía, tanto
individual como colectiva, es decir de la persona y/o la comunidad estar en control de
su vida a la luz de normas y un proyecto de vida que ella misma se da. El desarrollo de
esta autonomía está estrechamente ligado al de las competencias humanas, que
capacitan al ser humano para entender, apreciar y manejar sus relaciones con la
realidad, él mismo incluido, en sus múltiples dimensiones.

La educación ciudadana es el proceso por el cual un ser humano, que aprende, es


apoyado por otro ser humano, que enseña, en la construcción, ampliación y
sostenimiento de su autonomía, por medio del desarrollo de sus competencias. La
autonomía, y por ende la dignidad humana, no es un don ni una condición natural, sino
una conquista de la solidaridad humana implícita en el acto educativo orientado al
desarrollo de competencias. En cada etapa de la vida el educador debe conocer,
respetar y apoyar del potencial para la autonomía del educando que se encuentra como
posibilidad en el desarrollo de sus competencias humanas generales.

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La conciencia y las competencias para la vida democrática se desarrollan en general,
mediante la participación en comunidades de práctica democráticas (“la vivencia de una
convivencia”) en las cuales se vive las siguientes condiciones:

 Vinculo afectivo con valores cívicos y democráticos.


 Trato y comunicación democráticos.
 Modelaje cívico y ciudadano democrático.
 Oportunidades de práctica cívica y democrática reflexivas.
 Placer y gusto por el “juego político” democrático
 Reflexión y búsqueda de coherencia en conceptos y
valores cívicos y democráticos.
En nuestro trabajo hemos identificado las siguientes estrategias educativas para el
desarrollo de la conciencia ciudadana democrática, en las cuales se recrean las
anteriores condiciones:
1.Reorganización de la convivencia en el aula que se transforma a través de la
observación, la crítica y la creatividad en una comunidad de práctica democrática.
2.Desarrollo de actividades de servicio e investigación- acción en la comunidad y en la
familia orientadas por valores cívicos y democráticos.
3.Transformación del proceso de enseñanza-aprendizaje en sus métodos y contenidos
en términos del desarrollo de la conciencia y las competencias ciudadanas.
4.Reconceptualización y rediseño del currículo para integrar en el mismo la educación
ciudadana a base de competencias ciudadanas eje transversal.

En el marco de estas estrategias se busca la transformación del proceso de enseñanza-


aprendizaje mediante métodos de concienciación como los siguientes:

1.Exploración, conceptualización y aplicación.


2.Aprendizaje basado en problemas socio-políticos.
3.Aprendizaje cooperativo democrático.
4.Simulaciones y dramatizaciones socio-políticas democráticas.
5.Proyectos de investigación-acción sobre asuntos socio-políticos
6.Discusión de dilemas y deliberación democrática en torno a problemas pertinentes y
asuntos controvertidos socio-políticos.
7.Estudio y diálogo en torno a películas, obras literarias, biografías ejemplares y noticias
de carácter socio-político.
La cultura política de nuestros pueblos responde al doble carácter de la conciencia
humana que se mueve entre lo fáctico y lo ideal. Hay, por un lado, una cultura política
fáctica que estudian los científicos sociales en cuanto “manera de pensar y de actuar de
un grupo determinado de seres humanos con respecto a procesos políticos claramente
definidos en el tiempo y el espacio”,4 y una cultura política ideal a la que se aspira y que
se construye a partir de los ideales o ideologías que animan nuestra cultura política.
4
Benítez Nazario, Jorge (2001) Reflexión en torno a la cultura política de los puertorriqueños.
Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan, Puerto Rico
7
Desde luego que la cultura política ideal es parte de la mentalidad de los sujetos
fácticos, de su ideario. Pero lo cierto es que no necesariamente hay correspondencia
entre los valores democráticos que dicen sostener y hasta defender y los que
verdaderamente expresan en sus decisiones, actitudes y comportamiento.

Para agravar más la situación las personas la mayor parte de las veces no se percatan
de ello porque viven desde las ideologías. Es decir desde formas de conciencia
distorsionadoras de la realidad y del ideal. Cuando la democracia se trasforma en
ideología creemos que vivimos el ideal cuando en realidad nos alejamos del mismo al
negarlo en nuestras prácticas. En la ideología democrática la discrepancia entre el ideal
democrático y las prácticas llamadas democráticas se borra, eliminando con ello el
poder crítico del ideal. Esto puede llegar al extremo de invadir y masacrar pueblos en
nombre del establecimiento de la democracia.

De aquí que resulte necesario para el educador que busca promover el desarrollo
humano de la conciencia ciudadana democrática del educando:

1. Conocer la cultura política que en efecto caracteriza al estudiante.


2. Conocer el contexto histórico, institucional, educativo y mediático en que esta
cultura se ha desarrollado.
3. Conocer aquel ideal y la metas ideales de cultura política en los que la escuela
viene obligada a formar al estudiante.
4. Promover la clarificación de conceptos, actitudes y valores propios de la cultura
democrática.
5. Orientar al análisis crítico de la realidad, y al reconocimiento de la ideología, que
la encubre, para llegar a la conciencia de la discrepancia entre la realidad y el
ideal.
6. Motivar a la búsqueda de coherencia entre el concepto y los valores contenidos
en el ideal y la realidad.
7. Promover el desarrollo de las habilidades y destrezas que requiere la práctica de
la cultura democrática.
8. Ser autocrítico y autogestivo con relación a su propia cultura política de modo
que no sea un reproductor de ideología y sí un promotor de la conciencia crítica
del estudiante.

Precisamente quizá la más urgente tarea de la educación ciudadana es la crítica de las


ideologías, mediante la clarificación de nuestros valores e ideales y su contraste con la
realidad fáctica para percatarnos del abismo entre uno y otro y el llamarnos a la
coherencia entre nuestros ideales y nuestras prácticas. Como lo analizó muy bien Pablo
Freire, la educación entendida como desarrollo es un acto de búsqueda de coherencia.

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