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Historia y origen de la camisa

Entre las prendas de vestir, una de las piezas más antiguas todavía en uso se encuentra la
camisa. En la actualidad, es una vestimenta que utilizan tanto mujeres como hombres. Pero
no siempre ha sido así, ni ha tenido la misma función que en nuestros días. Tampoco se
fabricaba con los mismos materiales. En CurioSfera.com nos gustaría explicarte la
historia de la camisa, cuál es su origen y cómo ha sido su evolución con el paso del
tiempo.

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Índice de contenidos

 1 Origen de la camisa
 2 Evolución de la camisa
 3 Historia reciente de la camisa
 4 Curiosidades sobre la historia de la camisa
 5 Etimología de la palabra camisa
o 5.1 ¿Quieres saber más sobre historia?

Origen de la camisa
La camisa más antigua conservada procede del ajuar funerario de un arquitecto del
antiguo Egipto que vivió en la ciudad Tebas hace más de 3.500 años. Entre sus cosas,
junto a las camisas de lino, se hallaron además numerosos taparrabos de lienzo blanco
(color sagrado de aquel pueblo) y faldas pantalón.

La camisa egipcia era una pieza cortada de forma rectangular, doblada y cosida a los lados
con una única abertura angosta por la que pasaba la cabeza, y mangas muy ceñidas, unas
largas y otras cortas.

Como en el resto de las culturas mediterráneas antiguas, la camisa fue una prenda típica
que usaron los griegos, que la llamaron kamison, y también los romanos, que la llamaron
subucula, porque se llevaba pegada a la piel, debajo de la ropa.

Tuvo un simbolismo propio en la tradición celta, cuyos sacerdotes, los druidas, decían:
“Toda piel cubierta por camisa no será alcanzada por la enfermedad”. Era signo de
protección, de ahí que el término “descamisado” supusiera desamparo moral y social.

Su simbolismo antiguo todavía vive en la fraseología, como “dar hasta la camisa”, en el


sentido de que quien la da o entrega se da a sí mismo en un gesto de generosidad ilimitada.
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Evolución de la camisa
Fue siempre prenda del atuendo femenino y masculino, aunque la constancia
documental ofrezca testimonios más antiguos para su uso masculino. En el siglo XII se
conoce que las camisas masculinas eran cortas, y las femeninas muy largas, tanto que
llegaban hasta los dedos de los pies, siendo más que camisas, camisones.

En el siglo XIII las camisas llevaban una serie de pliegues menudos, con bordados y
presillas de oro y plata en el cuello y las bocamangas. Como se deduce de los inventarios
antiguos, hubo camisas de altísimo precio por sus adornos de oro y pedrería y perlas que
en ocasiones llegan a contarse hasta mil.

Un documento del siglo XV habla de una camisa de seda blanca barreada de seda roja y
bordada con letras de oro. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hasta el siglo XIV, en
los lugares cuyo clima lo permitía, se dormía sin camisa.

A partir de entonces, de entre las prendas que poseía una doncella, la camisa era la más
valorada: acaso porque era de la cintura al cuello y mangas donde se permitía algún adorno
o rasgo de originalidad. La camisa alcanzó consideración social propia y se llenó de
simbolismo.

Fue prenda de vestir muy ritualizada. Una camisa era la ofrenda mayor que podía hacerse a
la Virgen María, costumbre que se mantuvo a lo largo de siglos. De hecho, en Notre Dame
de París, las camisas ofrendadas a la Virgen se colgaban junto al atril en que se leía el
Evangelio.

La camisa fue objeto no solo de ofrenda religiosa, sino también de ofrenda civil. Se sabe
que el duque Salomón de Bretaña envió al papa Adriano II, en el siglo IX, treinta camisas
“más valiosas que el oro”.

De hecho, en la Edad Media no se vestía una camisa nueva sin pasarla antes por la reliquia
de un santo, en la creencia de que así quien la vistiera se vería libre de enfermedades y
accidentes comunes.

Un objeto tan íntimamente ligado al cuerpo, tan cerca de la piel era natural que se
convirtiera en objeto de fetichismo desde los primeros tiempos. También en el mundo
caballeresco: según las reglas de caballería andante, el caballero que estaba en vísperas
de ser armado como tal, debía vestir una camisa de lino blanco no utilizada nunca por
nadie, como símbolo de limpieza interior y de honorabilidad.

Para esta ceremonia no servía la camisa de seda. A partir del siglo XII los caballeros
andantes utilizaban como parte importante de su indumentaria una camisa blanca que se
ponían con cierta ceremonia tras levantarse de la cama, y antes de partir hacia sus hazañas.

También las damas utilizaron esta prenda para corresponder a los requerimientos corteses
de un caballero, cosa que hacían ofreciéndole un retal de su propia camisola o brial que a
modo de divisa portaba el caballero enamorado. Es probable que las cintas que lucen los
tunos en sus capas tengan un origen similar.

Los acusados de delitos mayores contra la real persona, los parricidas, los herejes y los
sacrílegos eran conducidos al patíbulo descalzos y en camisa, y a la de los herejes y
renegados era negra, impregnada en azufre y adornada con lenguas de fuego y diablos
pintados. Aquellas camisas recibían el nombre de “camisas ardientes”.

¿Se acostaba la gente con la camisa puesta? Al principio ésa era su finalidad, aunque las
camisas nocturnas eran distintas a las diurnas. En el siglo XV la gente se acostaba con
camisa, gorro y nada más, por lo que el negocio de los camiseros era boyante.

Con anterioridad, si el clima lo permitía, la gente dormía desnuda, sobre todo el pueblo; era
la costumbre mediterránea, y así se explica que la expresión “acostarse desnudo con
desnuda” aparezca en las leyes viejas como prueba de vida marital, de modo que si alguien
era sorprendido desnudo en la cama con otra mujer que la suya, era acusado de adulterio.
Vestir, aunque fuera una camisola, libraba de tal prueba inculpatoria.

Cuando Luis XII de Francia, el Padre del Pueblo, se divorció de Juana de Francia a
principios del siglo XVI adujo que su casamiento nunca se consumó porque la reina dormía
en camisa, tanto que era difícil “allegarse a su natura” —dice eufemísticamente el
documento—,indicando que la camisa de la reina más que camisa era un camisón.

Las mujeres exageradamente modestas o pudibundas no se presentaban desnudas, ni con el


medio cuerpo inferior sin cubrir ni siquiera ante el marido. De hecho, los judíos religiosos
todavía practican un orificio en el camisón de la mujer para que por él pueda el hombre
allegarse a la esposa y procrear: no es lícito descubrirse.

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La camisa española, de la que tanto se prendó Felipe el Hermoso, esposo de doña Juana la
Loca, solía estar bordada en oro; era una prenda abierta, con puños, cuello y costuras
cubiertas de agujetas de rico metal y pedrería, y se exportaban a toda Europa, e hicieron
furor entre los españoles que se habían enriquecido en las recién descubiertas Indias
Occidentales.

Escribe el cronista: Tanto era el oro y la plata que corría que no habiendo qué mercar con
ella, se pagaba gran precio por una camisa castellana. El texto se refiere a los usos
americanos de principios del XVI.

Por entonces empezaron a hacerse camisas de hilo. Las de mujer eran de cendal tan fino
que resultaban casi transparentes, así que fue preciso tomar medidas al respecto, tanto de la
transparencia como de la moda de los generosos escotes que fue avanzando a lo largo del
siglo XVII en España como en Francia, donde decir “camiseta de señora” era sinónimo de
atrevimiento y osadía.
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La camisa comenzó a ser considerada como prenda higiénica que enjugaba el sudor y
evitaba roces en la segunda mitad del XVI. Por eso, como sacrificio, la infanta española
Isabel, esposa del archiduque Alberto, hijo del emperador Maximiliano II prometió no
mudarse de camisa hasta que el sitio de Ostende rindiese la plaza, es decir: vivió durante
tres años con la misma camisa, y cuando tras el triunfo militar se la quitó, ésta había
mudado de color: siendo originariamente blanca tomó un color pardo rojizo tostado que dio
en ser llamado “color Isabel”.

Historia reciente de la camisa


La camisa como hoy la usamos apareció en el siglo XIX, en que se liberó de bandas y
cinturones destinados a mantenerla ceñida al cuerpo (en el caso de los hombres), o a realzar
el seno (en el caso de las mujeres).

Ni ayer ni hoy fue la camisa pieza de vestir que se bastara a sí misma, sino que requirió
siempre el concurso y ayuda de otras prendas que la completaran.

Curiosidades sobre la historia de la camisa


En época visigótica, con anterioridad pues a la invasión musulmana de España, san Isidoro
de Sevilla dice que en su tiempo, siglo VII, se había puesto de moda dormir en camisa,
costumbre que desapareció en parte a lo largo de la Edad Media en que lo corriente era
dormir en cueros.

Parece que el origen de la bandera (ver historia de la bandera) es la camisa del legendario
Nemrod, rey de Babilonia, o al menos el primero en hacer uso de ella, ya que enarboló
como tal su camisa sobre un palo de lanza para que los demás le siguieran.

En los Siglos de Oro era negocio brujeril vender camisas mágicas que hacían vulnerable a
quien la vistiera; se conseguía cosiéndola durante la semana anterior a Navidad con hilo
hilado por muchachas vírgenes, y como motivo se bordaba en la pechera dos cabezas de
Belzebú.

Para alejar o deshacer hechizos se orinaba en la manga de la camisa. Se contrarrestaba la


acción aojadora de las brujas vistiéndose la camisa del revés, práctica que he podido
observar en algún casino de la Costa Blanca y en otros de Reno y Las Vegas, donde los
jugadores anudan la parte baja de esta prenda para entrar en racha.

Nadie debe mudarse la camisa en viernes, pocas cosas traen peor consecuencia. En la zona
asturiana de Sisterna se curaba antaño la epilepsia quemando la camisa que traía puesta
quien sufría el mal, y dando a beber al paciente las cenizas. En ciertos lugares de Cataluña
se cree que si a un moribundo se le pone la camisa de un gemelo, mejora; y se tiene por
cosa probada que la camisa de los mellizos preserva de heridas de bala a quien la lleva.

A la mujer a quien no le baja la regla hay que ponerle la camisa de una menstruante.
Asimismo se cree que si se sospecha que alguien habla mal de uno, debe doblarse la camisa
tres veces sobre el pecho, con lo que se le doblará al malsín la lengua.

Preguntar a alguien, antaño: “Fulanito, ¿estás en tu camisa?”, era tanto como dudar de que
estuviera en su sano juicio.

Etimología de la palabra camisa


La palabra castellana procede del latín camisia, palabra no utilizada en latín hasta el siglo
IV, y en cuya lengua parece ser de origen céltico; los árabes la llamaron kamis, préstamo
lingüístico en esa lengua del griego kámason.

¿Quieres saber más sobre historia?

Desde CurioSfera.com esperamos que este artículo titulado la historia de la camisa y su


origen te haya sido ameno y sobre todo útil. Si necesitas consultar otros artículos similares,
obtener más respuestas, o deseas ver otras curiosidades históricas y datos peculiares, puedes
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EL ORIGEN DE LA CAMISA
EL BLOG DEL BIGOTERO | Blog para Hombres de Núñez de Arenas > Curiosidades >
EL ORIGEN DE LA CAMISA

 Bermudas para cuando llegue el calor


 Americanas para Hombre

Posted by Nuñez de Arenas on 30 abril, 2013 in Curiosidades


1 Comentario
Guardar
La camisa es una de las prendas imprescindibles en el armario de cualquier hombre desde
hace muchísimos años. Es por ellos que te invitamos a descubrir sus orígenes e historia en
este post.

Fue a finales del siglo XIX en Inglaterra donde se tiene registro de la primera camisa con
una larga fila de botones de arriba a abajo. En nuestro país data desde principios del siglo
XX.

Las camisas en un principio se ponían por la cabeza, como si de una camiseta se tratase,
pues en un principio fue considerada como ropa interior. Como tal se ponía debajo de otras
prendas para lucir únicamente el cuello que tenía.

Seguramente a todos os es conocida la frase, que un caballero que se precie en presencia de


señoras no debe estar nunca en mangas de camisa, pues bien, la razón era precisamente
esa, era como quedarse desnudo enseñando su ropa interior. Aún hoy en día es protocolo no
quitarse la chaqueta en actos sociales importantes.

A finales del siglo XIX, el blanco en las camisas siempre era signo de distinción,
curiosamente la razón no era una moda de temporada sino algo mucho más práctico. La
aristocracia y gente adinerada podía lavarla a menudo y mantenerla limpia, algo que no era
como podemos imaginar para el pueblo que trabajaba de sol a sol. Por esta razón se
utilizaban mucho los cuellos postizos ya que era la única parte que se enseñaba y de esta
forma se podía intercambiar sin tener que lavar toda la prenda interior.

Una vez empezaron apareciendo las primeras camisas con colores más oscuros o con rayas,
las altas clases sociales, seguían manteniendo el blanco en los cuellos y puños de camisa,
en señal de distinción y manifiesta diferencia. Las camisas a pesar del paso del tiempo en
realidad han evolucionado, variando según la moda, principalmente el tamaño del cuello.
Te invitamos a conocer los diferentes tipo de cuello que existen actualmente en nuestro post
LA CAMISA Y SUS PRINCIPALES TIPOS DE CUELLO

Terminamos con otra curiosidad más sobre su historia. Las camisas, como todas las
prendas masculinas, abrochan de izquierda a derecha, al contrario que las de señora que
lo hacen de derecha a izquierda. Pues bien, esto se debe a que los hombres antiguamente
podían desabrocharse la camisa con la izquierda, mientras que las mujeres sostenían el niño
con la izquierda y se desabotonan con la derecha.

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Conoce la historia y evolución de las polo


Fecha de publicación: julio 19, 2018
Conoce la historia y evolución de las camisetas tipo polo, comenzaron como un
atuendo deportivo pero hoy en día son básicas en los armarios de hombres y mujeres
en el mundo. Camisetas Personalizadas te trae detalles.

Hay ciertas prendas de ropa que son un clásico, que han formado y seguirán formando parte
de nuestras vidas, hoy te hablaremos de una de ellas, conoce la historia y evolución de las
polo, estas camisetas con cuello, que se cierra con dos o tres botones (un cierre o quizás no
tenga ninguno de los dos), y a veces tienen un bolsillo en el pecho. Generalmente son de
poliéster y algodón mezclado. En su tienda de camisetas personalizadas sabemos que son
un ícono de la vestimenta casual e informal, son versátiles y no pueden faltar en el
guardarropa de mujeres y hombres.

Orígenes de esta camiseta asociada con el polo


Su nombre lo indica, este tipo de camiseta está estrechamente asociada con el deporte
polo, el origen exacto se desconoce, pero se estima que fue a finales del siglo 19 en la
India. Los soldados británicos presenciaron en la localidad de Manipur un juego, mientras
estaba asentados en ese sitio, de ahí establecieron el primer club de polo.

Este deporte fue aumentando su popularidad entre los miembros de las armada británica y
los cultivadores de te británicos en la India, que se volvieron jugadores asiduos. Entonces,
estos comenzaron a interesarse en lo que usaban para jugar, que eran camisetas manga
larga, gruesas, hechas de algodón. Había cierta inconformidad con la ropa, por lo que
decidieron añadirle el cuello con botones, para evitar que se agitaran mientras galopaban.

Este deporte llegó a Inglaterra en 1862. No mucho tiempo después, John E. Brooks, nieto
del fundador de la marca americana Brooks Brothers, fue a Inglaterra en un viaje de
negocios, y captó su atención los cuellos de las camisetas de los jugadores de polo.

Cuando llegó a Estados Unidos introdujo estas camisetas, con el cuello con dos
pequeños botones en las esquinas, que fijaban el cuello. En 1896 el modelo se lanzó al
mercado. Se estima que esa es la camiseta de polo original. Luego, 20 años después, un
jugador de polo argentino, con ancestros irlandeses, Lewis Lacey, abrió en Buenos Aires
una tienda dónde vendían camisetas de polo, con un jugador de polo bordado.

El tenis y su papel en la historia y evolución de las polo


Probablemente has visto imágenes en blanco y negro de juegos de tenis, dónde los tenistas
llevan pantalones largos blancos y camisas manga larga abotonadas hasta arriba con
corbata. Una vestimenta bastante forma, y por lo que podemos imaginar nada cómoda para
practicar un deporte tan físico como el tenis.
En la década de 1920 un francés llamado Rene Lacoste –seguramente ya has escuchado
este apellido- era uno de los jugadores más dominantes, ganó varios torneos Grand Slam. A
él, no le gustaba la ropa tradicional del tenis, lo encontraba muy limitante e incómodo, y se
puso comometa diseñar algo mejor. Entonces, creó una prenda blanca, manga corta, de
algodón, suelta, con un cuello plano, abotonada y que fuera un poco más larga en la parte
trasera.

Lacoste usó su diseño por primera vez en el Abierto de Estados Unidos en 1926, un año
después de haber añadido un pequeño emblema de cocodrilo en el lado izquierdo del
pecho, como reflejo del sobrenombre de “cocodrilo” que le pusieron fanáticos y prensa.

A Lacoste se le asocia con la invención de las polo como las conocemos hoy en día, pero
en su momento tuvo muchos problemas asociado con el tradicionalismo del tenis, pero al
final, sus camisetas resolvían muchos problemas, como que el cuello que se abotonaba en
las puntas, podía subirse para proteger el cuello de los jugadores de las quemaduras del sol,
o que la cola larga prevenía que se salieran del pantalón.

En 1933 después que Lacoste se retiró del tenis, se asoció con un amigo en la industria de
la ropa y formó la compañía La Société Chemise Lacoste (Compañís de Camisetas
Lacoste), para la manufactura y venta de estas franelas de tenis con el logo de cocodrilo. Se
dice que el polo fue la primera pieza de ropa, específicamente para un deporte, en tener una
marca tan visible.

¿El polo o el tenis? Verdadero precursor


Antes de la masificación de las polo de Lacoste, los jugadores de polo llevaban esas
camisetas que ya mencionamos, de tela pesada, manga larga, con el cuello abotonado, que
fueron comercializadas por Brooks Brothers. Pero, aún esta prenda no parecía la más
cómoda para los jugadores que, fue solventada, cuando los jugadores conocieron el de
Lacoste, en 1930 y lo adoptaron.

En los años 50 las polo eran de uso común en Estados Unidos, los jugadores mismos de
tenis, se referían a estas como camisas polo, aunque se estima que fue en el tenis dónde se
usaron por primera vez. En 1951 Lacoste tuvo la idea de expandir los colores, y ofrecer más
opciones que el blanco, estas eran vendidas a un alto precio, lo que las convertía en
exclusivas.

Para 1953 la popularidad creció cuando el presidente de Estados Unidos Dwight


Eisenhower usó una polo blanca para jugar golf. Hoy día son una de las camisetas que
debe tener todo hombre.

El siguiente gran paso en las Polo, fue en 1972 cuando el diseñador Ralph
Lauren introdujo las “polo”, como parte de su línea original llamada simplemente “Polo”.
No eran específicas para jugadores de este deporte, pero Lauren imitó lo que en ese tiempo
era la vestimenta común de los jugadores de polo. Además, la asociación de esta prenda
como el llamado “deporte de los reyes” le daba mucho prestigio.

¿Su logo? Todos lo han visto hoy un jugador de polo sobre un caballo. El logo y el nombre
de la colección de Ralf Lauren fueron el empuje para el nombre con el que hoy todos
conocen a esta prenda.

Ya conoces sobre la historia y evolución de las polo, hoy en día son ampliamente usadas en
distintos deportes, como el golf, dónde hoy en día es una prenda que debe llevarse
obligatoriamente y que hay modelos adaptados para esta práctica.

La polo también es una prenda básica en el mundo no-deportivo, usada en muchos países
como uniforme escolar, uniforme para empleados. Si lo pensamos un poco, la meta de Rene
Lacoste, de crear un objeto original y práctico para el tenis, cruzó las fronteras del deporte y
ha probado su peso en distintas industrias a nivel mundial.

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El origen de un invento: Las medias o


calcetines
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Nacieron en el Neolítico, junto con las primeras botas, pero


la industria del calcetín propiamente dicha surgió en el año 256 a. C. en Egipto. De ese año
datan los más antiguos que se conservan. Se encontraron en una tumba de un niño, están
hechos a ganchillo y tenían dos partes: una enfundaba el dedo gordo y la otra el resto.

Los romanos los incorporaron a su atuendo en el siglo II d. C.; hasta entonces, no llevaban
nada entre pie y sandalia.

En el año 100 de nuestra era, los romanos utilizaban un calcetín de tela denominado udo, en
plural udones. La primera mención de esta prenda se encuentra en la obra del poeta y
epigramista Marco Valerio Marcial, quien escribió que, con los udones, “los pies podrán
refugiarse en un tejido confeccionado con pelo de cabra”.

En esta época, el udo se ajustaba al pie y al tobillo, pero cien años más tarde, los sastres
romanos habían alargado el udo hasta la rodilla e incluso por encima de ella. Lo que
permitía llevarlo dentro de las botas. Los hombres que lucían estas medias sin botas eran
considerados unos afeminados, y al alargarse todavía más los udones hasta cubrir el muslo,
el estigma de afeminamiento se intensificó para aquellos que los lucían.
Por desgracia, la historia no registra cuándo y por qué desapareció el oprobio atribuído a los
hombres que usaban medias, pero lo cierto es que este proceso fue lento: abarcó un período
de un centenar de años. Bien pudo deberse a los clérigos católicos esta variación de la
tendencia. En el siglo IV, la Iglesia adoptó medias de lino blanco por encima de la rodilla,
como parte de la indumentaria litúrgica del sacerdote, y mosaicos del siglo V retratan a
clérigos y laicos romanos con estas prendas. Habían aparecido las medias y las llevaban los
hombres.

La popularidad de las medias ajustadas a la pierna aumentó en el siglo XI. Cuando


Guillermo el Conquistador atravesó el canal de la Mancha en el año 1066 y se convirtió en
el rey normando de Iglaterra, él y sus hombres introdujeron las medias ceñidas en las Islas
británicas. Su hijo, William Rufus, llevaba medias francesas, no muy distintas en su diseño
de los modernos leotardos, y cuyo precio era tan exorbitante que fueron inmortalizadas en
un poema. En el siglo XIV, las medias masculinas revelaban con tanto detalle los contornos
de las piernas, las nalgas y la entrepierna, que los eclesiásticos condenaron tales prendas
como inmodestas.

La índole rebelde de un grupo de jóvenes venecianos del siglo XIV dio a las medias un
carácter todavía más escandaloso, hasta el punto de que los adolescentes y sus padres
formaron dos bandos opuestos.

Una fraternidad de hombres, conocida como La Compagna della Calza, lucía chaquetas
cortas, sombreros con plumas y medias ajustadas, con cada pierna de diferente color.
Presentaban espectáculos públicos, como mascaradas y conciertos, y su vistosa
indumentaria fue copiada por jóvenes de Italia. Un cronista del período se lamentaba: “Los
jóvenes tienen la costumbre de afeitarse la mitad de la cabeza y de llevar gorras muy
ceñidas”, y explicaba que las personas decentes consideraban “las medias ajustadas… como
indudablemente inmodestas”. El propio Geoffrey Chaucer comentó con disgusto el atuendo
de los jóvenes en “Los cuentos de Canterbury”. Es muy posible que las medias ajustadas y
bicolores constituyeran la primera rebelión de los adolescentes en materia de moda.

Pero las medias las llevaban clérigos, guerreros y muchachos. ¿Cuándo empezaron a
utilizadas las mujeres?

En este aspecto, los historiadores de la moda no se muestran categóricos. Creen que las
mujeres empezaron a usar medias a partir del año 600 de nuestra era, más o menos, pero,
puesto que sus largas faldas ocultaban las piernas, pocas pruebas hay, en las pinturas y en
los manuscritos ilustrados, de que, como dijo un escritor del siglo XVIII, “las mujeres
tuvieran piernas”.

Entre las primeras pruebas pictóricas de una mujer con medias se cuenta un manuscrito
británico ilustrado del año 1306, que representa a una dama en su tocador, sentada en el
borde de la cama, con una sirvienta que le entrega una media. La otra ya la lleva puesta. En
cuanto a una de las primeras referencias a esta prenda en la literatura, Chaucer comenta en
“Los cuentos de Canterbury” que la esposa de Bath llevaba unas medias “de un bonito rojo
escarlata”.
No obstante, las referencias a las medias femeninas son extremadamente raras hasta el siglo
XVI. Las piernas femeninas, aunque sin duda muy admiradas en privado, nunca se
mencionaban en público. En el siglo XVI, un obsequio británico de medias de seda para la
reina de España le fue presentado, con el mayor protocolo, al embajador español, el cual se
irguió altivamente y proclamó: “Retirad vuestras medias. Y sabed, imprudente caballero,
que la reina de España no tiene piernas.”

En la Inglaterra isabelina, las medias femeninas entran de pleno en la historia, y con un


certero olfato para captar la moda. En textos que se conservan, las medias se describen
como de color “escarlata carmesí” y “purpúreo”, y como “embellecidas con exquisitos
bordados y curiosos calados por arte de sus confeccionistas”. En el año 1561, tercer año de
su reinado, Isabel recibió su primer par de medias de seda tejidas, que la convencieron de
tal manera, que la decidieron a excluir todos los demás tejidos para medias el resto de su
vida.

Fue también durante el reinado de Isabel cuando el reverendo William Lee inventó en el
año 1589 el telar para fabricar mecánicamente las medias. El reverendo Lee escribió que,
por primera vez, se confeccionaban medias “en una máquina, a partir de un solo hilo y con
una serie de bucles entrelazados”. Aquel año, se inició la industria de la calcetería.

@Culturizando
Fuente: usuaris.tinet.cat

https://culturizando.com/el-origen-de-un-invento-las-medias-o/

Las medias y su historia


Las medias o calzas fueron cosa exclusiva de hombres
hasta mediados del siglo XV. Poco tardó la historia en
destapar las frías piernas de los caballeros y en clasificar
a las medias como 'ropa interior femenina'.
Por Paula Tabuyo. Foto: Getty Images
27/01/2015
Marilyn Monroe e Yves Montand en 1960.

Tradicionalmente confeccionadas en seda japonesa, la Primera Guerra Mundial paralizó el


suministro de seda de Japón y obligó al cese de la producción. Poco más tarde, un nuevo
material revolucionó el mercado de la moda: el nailon.

Mucho más resistente y elástico que la seda, se hizo con el mercado de las medias durante
toda la década de los 30. Pero los maravillosos años de faldas cortas y ligueros quedaron
sumidos en la oscuridad que trajo consigo la Segunda Guerra Mundial, donde la
indumentaria de hombres y mujeres tuvo que adecuarse al humor del país, quedando
desterradas las flappers y sus minúsculos vestidos a la espera de tiempos mejores.
El nailon se destinó, por orden del gobierno de EEUU, a la producción y elaboración de
paracaídas para el ejército y las mujeres volvieron a abrigar sus piernas bajo largas y
pesadas faldas. La escasez de medias era tal que llegaron a multiplicar su precio por veinte,
obligando a las mujeres poco pudientes a pintarse la raya de la costura para simular el uso
de medias. Esta práctica se extendió por todos los Estados Unidos durante los tristes años
de posguerra.

Cuando por fin se pudo volver a emplear el nailon en la fabricación de medias, las ventas
fueron astronómicas, llegando a vender hasta 4 millones de pares en pocos días. Las
mujeres volvían a estar felices, a vestir con faldas por la rodilla (todavía no había llegado la
minifalda de Mary Quant para revolucionar el mundo de la moda) y a tener algo que
enganchar en sus ligueros.

Pero toda subida tiene su caída; al comienzo de los años 60 nació un material tan elástico y
resistente que derrocaría al nailon: la lycra. Este material se sigue utilizando hoy en día para
la confección de pantys y medias en todo el mundo, así como todo tipo de prendas que
busquen la elasticidad en sus diseños. Los locos años 60 se caracterizaron por las piernas
más largas y las faldas más cortas (el nacimiento por fin de la minifalda), luciendo medias
con toda clase de estampados y colores.

En la actualidad, las medias, calzas y pantys forman parte del guardarropa íntimo de toda
mujer y se han convertido en un símbolo de la sensualidad y el poder femenino.

Video Playlist
Los abrigos que desearás tener esta temporada

https://www.harpersbazaar.com/es/moda/noticias-moda/a157578/medias-origen/

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