Sei sulla pagina 1di 4

POR LA SRA.

KASUKO FUKUSHIMAKITA FUJII-CHO 109PREFECTURA DE TOYAMA,


CIUDAD DE TOYAMA

El 29 de mayo de 1956, la Sra. Hatsue Hiraoka dio una plática en el Club de Mujeres de la
Ciudad de Toyama, la conferencia terminó después de las diez; yo estaba particularmente
ansiosa esa noche, porque a la mañana siguiente sería sometida a una operación de cáncer del
pecho. Reuní fuerzas, subí a ver a la Sra. Hiraoka y le pregunté: “¿Qué clase de condición mental se
refleja en un cáncer de pecho?”. “¿Cáncer de pecho?, ¿Quién es la persona que sufre cáncer de
pecho?”. “Yo, Sra. Hiraoka, mañana me extirparán el pecho izquierdo en el Hospital de
Ciudadanos de la Ciudad, me dijeron que el caso es bastante grave; ¡Tengo tanto miedo, Sra.
Hiraoka!”. “Supongo que se ha comportado usted en exceso auto afirmativa en su vida de
familia”. “Sí, temo que está usted en lo justo”. “Lo sospeché. Y supongo que no ha sido usted
agradecida con su padre”. “No, no lo he sido. Tengo cinco hermanos, entre ambos sexos, mi
padre sufre de asma y de los seis hijos, yo soy la única que padece la misma aflicción; por
algún motivo no puedo evitar el culpar a mi padre por sufrir de asma”. “Esa es la clase de
fundamento que yo esperaba. No obstante, Sra. Fukushima, el cambiar la propia condición
mental es cosa difícil de lograr. ¿Por qué no va usted al hospital y deja que los cirujanos se
hagan cargo?”.

“Tengo mucho miedo, Sra. Hiraoka, ¿Cómo puedo cambiar mi condición mental?”. Regresé a
casa e hice exactamente lo que la Sra. Hiraoka me dijo. Froté mi frente en el piso de tatami,
mientras decía: “Querido, yo tuve la culpa de todo; por favor, perdóname”. Precisamente en ese
momento, sentí como si un fuerte viento diera vueltas a mi cuerpo y se lo llevara a alguna
parte; después, no recuerdo lo que dije, simplemente lloré y lloré y continué llorando,
diciendo: “Querido, por favor perdóname”. Más tarde empecé a leer la Sutra Sagrada, como
la Sra. Hiraoka me había indicado, en el reloj dio la una; mi esposo me dijo: “Ahora vete a la
cama por favor, si no duermes hoy en la noche, estarás mañana demasiado débil para tu
operación”. Recordé mi promesa de aceptar las palabras de mi esposo, como palabras de Dios;
me fui a la cama para cumplir con sus deseos; sin embargo, no pude dormir. Me levanté
nuevamente a las tres y releí la Sutra Sagrada seis veces más, hasta que dieron las seis. A
las seis en punto, fui a la cocina a preparar el desayuno. Pensaba que quizás esa sería la última
vez que se me permitiría preparar una comida para mi familia. Las lágrimas empezaron a fluir
de mis ojos, no podía yo reprimirlas al preguntarme por qué no había podido cocinar los
alimentos para mi esposo y mis hijos, con todo fervor en el pasado. Esa mañana, preparé el
desayuno sintiendo gratitud por todas las cosas, aun para con los pedazos de madera que
puse en la estufa de la cocina. Mientras me dedicaba a los quehaceres matutinos de la cocina,
mi madre llegó a la casa muy abatida y preocupada; me dije: “Qué maravilla de mamá. Yo
también, como madre debo dejar hoy dos niños en casa para ir al hospital y no es cuestión de
sólo dejar la casa. Siento frio y soledad de pensar que quizá nuestra separación pueda ser
de por vida. Mis padres me criaron con el mismo Amor que siento por mis hijos, qué ingratos
fueron mis pensamientos para con ellos”. Las lágrimas asomaban a mis ojos al dar gracias por
cada tazón de arroz y hasta por los palillos que utilizaba para comer; comí, pensando que tal
vez esa fuera mi última comida en la tierra. Mientras desayunaba, mi tío vino a verme; sentí
gratitud porque el tío viniese a verme, descubrí que estaba agradecida con todas las cosas y
con todos los seres; y llegó el momento de abandonar la casa. “Cómo cambiarla? En el Mensaje Divino
‘Enseñanzas Espirituales de los Siete Candelabros de Oro para Iluminar el Sendero de la
Vida’, se nos enseña: ‘Sea gradecido con el Soberano, se agradecido con tus padres, se
agradecido con tú esposo o esposa, según el caso; se agradecido con tus hijos, se agradecido
con tú sirvientes, se agradecido con todas las cosas y con todos en el universo’. Esa es la
condición mental en que tiene usted que entrar”. “Sra. Hiraoka, ¿Cómo entra uno en tal
condición mental?”. “Sra. Fukushima: ¿Está usted optando por el método de cambiar la
condición mental?”. “Tengo miedo de ser operada, Sra. Hiraoka. Por favor dígame cómo puedo
entrar en esa condición mental que usted menciona”. “Bien. Si va usted a preferir el método
de cambiar la condición mental, haga exactamente lo que yo le indique; hace un momento dijo
usted que ha sido demasiado auto afirmativa para con su esposo”. “Sí, he sido demasiado
egoísta”. “Cuando vaya usted a su casa hoy en la noche, debe pedir perdón; pondrá usted
ambas manos en el piso de tatami y pedirá perdón, tiene que poner su frente suficientemente
baja para tocar el piso con ella; no deberá haber ni una sola pulgada de espacio entre su
frente y el tatami y dirá usted a su esposo: ‘Querido: por favor perdóname por haber sido
tan áspera en nuestras relaciones en el pasado’; y a partir de este momento y hasta llegar a
casa, deberá recordar todas las distintas ocasiones en que usted impuso su voluntad a su
marido. Debe tratar de comprender qué ha de haber sentido su esposo en todas esas
diferentes ocasiones cuando llegue a casa discúlpese diciendo: ‘Por favor perdóname, de
ahora en adelante aceptaré tus palabras como palabras de Dios; por favor perdóname’.

A propósito, ¿Dónde está la casa de sus padres?”. “Está en Shinminato Machi”. “Después,
volteará usted en dirección de Shinminato Machi y pedirá perdón a su padre y a su madre,
quienes le dieron nacimiento; también lea la Sutra Sagrada: ‘Lluvia Nectárea de Doctrinas
Sagradas’, toda la noche; puede usted creer o no creer, eso no importa sólo haga lo que le
digo”. “Bueno, adiós, querido mío”, dije a punto de salir, a un lado mi madre y mi tío. “Bien,
querida - contestó mi esposo -, telefonea si realmente van a internarte hoy. Tú maleta y
otras cosas estarán empacadas y listas para ponerlas en el auto, al momento en que llames”.
La calle que pasa frente a la casa es muy transitada, pero yo me olvidé de los transeúntes;
mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas, miré nuestra casa con sentimiento de
gratitud, aun para mi bolsa y mi sombrilla, tuve sentimientos de gratitud y Amor. Me sentía
agradecida con todas las cosas y con todos los seres del universo. En el hospital se habían
hecho ya los preparativos necesarios para la intervención. Sin embargo, los cirujanos
examinaron asombrados el área afectada que debían operar; finalmente, se dieron cuenta
que no había nada que extirpar. Se había realizado en mi cuerpo la curación de Dios. La Sra.
Hiraoka me había dicho que acatara sus instrucciones y si lo creía o no, nada importaba. Hice
cuanto ella dijo por temor a la operación; pero al cumplir al pie dela letra sus instrucciones
me hizo renacer a una nueva vida. Una avasalladora gratitud y un entusiasmo salían
efervesciendo de mi Interior; sentía que todas las cosas que veía, todas las que oía, refulgían
en luz. En ésos momentos descubrí lamente que siente gratitud por todos los seres y por
todas las cosas del universo. La Sra. Hiraoka es una conferencista de Seicho-No-Ie. Muchas
gracias a usted.
POR SEKI MIZUNO

NIOKOJI 71, CIUDAD DE MORIOKA

PREFECTURA DE IWATE

El 19 de abril de 1956, me sometí a una operación de cáncer uterino. El 19 de julio,


casi un año y medio después, me interné en el Hospital de la Universidad de Sendai
para reanudar el tratamiento, pues el cáncer otra vez se había activado; los doctores
dijeron que me pondrían en observación durante las siguientes tres semanas. Como
hacía mucho calor, salí a refrescarme al corredor; una mujer de tipo maternal, como
de sesenta años, que se veía muy enferma; pasó frente a mí llevada por su hija y una
enfermera. Entró en el cuarto 21 donde me habían alojado. Entré a mi vez y descubrí
que la mujer estaba recibiendo 'el mismo tratamiento que yo había recibido cuando
me interné por vez primera’. Supe que la pobre señora tenía cáncer; me metí en la
cama y a pesar del calor, me tapé con la colcha para poder llorar; las lágrimas
brotaban de mis ojos al pensar en la pobre mujer que había desarrollado un cáncer
a su edad y en el sufrimiento y dolor que debía haber experimentado durante sus
sesenta años. En ese instante, vino a mi mente Seicho-No-Ie; calladamente me sequé
las lágrimas, acostada como estaba, leí muchas veces la Sutra Sagrada “Lluvia
Nectárea de Doctrinas Sagradas”. Pronto olvidé la enfermedad y mi mente
vagabundeó hasta el festival Tanabata, me pregunté cuántos días faltarían para el
Tanabata y pensé que me gustaría ir a la Ciudad de Sendai a presenciar los festejos.
Tenía el humor de un viajero, empecé a pensar en lo hermoso que sería este año el
festival Tanabata y a

desear que pronto llegara; a partir de ese momento recité la Sutra Sagrada todos
los días, comía con gran apetito y pasaba el tiempo diciendo cosas que hacían reír a
los demás. Milagrosamente, empecé a subir de peso, mejoró mi color y mi aspecto
general; pronto fui una persona muy diferente a la que había entrado al hospital.
El7 de agosto, me levanté como de costumbre a las siete en punto. El desayuno se sirvió a
las ocho y el examen médico iba a ser a las diez. Por el alta voz me llamaron a la sala
de exámenes, creí que me pondrían la inyección acostumbrada, pero el doctor me
dijo: "Bien, Sra. Mizuno, ¿Cómo se siente usted hoy? Si gusta, ¿Por qué no asiste al
festival Tanabata y regresa mañana a casa? Por momentos me

pregunté si no estaría yo soñando. ¿Acaso el cáncer fuera tan desesperanzado que


me enviaban a casa, cuando todavía no transcurrían las tres semanas de haber
entrado? No obstante, sentí que no había nada tan bueno como permitirle a un enfermo
irse a su casa. Llamé de inmediato a casa, pero el teléfono estaba descompuesto; telefoneé
a una amiga en Sendai, le expliqué mi situación y le pedí prestado algún dinero para
poder salir del hospital; me sentí agradecida por la ayuda recibida y completamente
convencida de que mi buena fortuna era un reflejo de la guía que los miembros de
Seicho-No-Ie reciben en sus problemas de la vida. Después de presenciar las
festividades Tanabata, me dirigí a la estación de Sendai, donde descubrí que sólo
llevaba conmigo 320 yenes; con las tres piezas de equipaje fuertemente
cogidas, no sabía qué hacer; cuando alguien me tocó el hombro y me preguntó si era yo la
Sra. Mizuno, me di vuelta y vi a los cuatro miembros de la familia Ooba, a quienes no
había vuelto a ver desde hacía doce años. Conocí a los Ooba en los manantiales
Hanamaki, donde nos habíamos refugiado al intensificarse los bombardeos aéreos de
la última guerra. Los Ooba volvían a los manantiales Hanamaki, tras una ausencia de
doce años y me invitaron acompañarlos; tomaron mi equipaje, compraron el boleto e
insistieron en que me fuera yo a Hanamaki con ellos, donde sería su huésped por una
noche. Asombrada, me preguntaba si no estaría yo siendo testigo de lo que bien
podría llamarse un milagro, al recordar el desarrollo de los eventos. Cuando llegué a
casa, la familia se preguntaba cómo habría hecho para regresar. Me dijeron que las
autoridades del hospital les había que, como se trataba de una recaída, se necesitarían por lo
menos dos o tres meses para recuperarme. Habían estado discutiendo como me lo dirías,
pues de seguro me invadiría el desaliento al saber la verdad. Al día siguiente, llegó
carta del hospital dirigida a mi hija; declaraba que me habían tratado, creyendo que
el cáncer se había reactivado; sin embargo, puesto que ya no había motivo para
sospechar una recaída, me habían enviado a casa. Deseo dar las gracias a Seicho-No-
Ie por esta recuperación; ha pasado ya un año y medio desde que ocurrieron los
sucesos relatados; pero he seguido ganando peso, al presente me dedico por entero
a mis asuntos de negocios; espero hacer todo loque pueda por llevar adelante mis
estudios de Seicho-No-Ie. Cuando me pongo a reflexionar en la persona que era yo,
antes de caer enferma, concluyo que ciertamente era muy obstinada y muy difícil de
tratar; no me retractaba, aun cuando supiera que estaba equivocada, después de
haber entrado a Seicho-No-Ie, cambié en una forma que a mí misma me sorprende;
ahora, he cultivado el hábito de pensar primero en mí, antes de discutir y actuar.
Deseo dar las gracias al Sr.Urushido, quien primero me introdujo a Seicho-No-Ie.

Potrebbero piacerti anche