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DE LA EXTENSA Y M A G IS T R A L NOVELA
visto desde cualquiera parte de la aldea, es gar donde jamás se ve una m ujer...! y una
pecialmente desde la playa, en la que se señorita sola!... ah, Dios m ío... imposible!
alzaba como una elegante corona en la roca Dicen que allí suceden cosas terribles. Es
en que aparecía erigido a modo de fo rta una casa de m isterio. Durante el día, se
leza. divisa como ahora... triste como si fuera
«Es un m onasterio», dijo un hom bre a una prisión!... pero por la noche aparece
quien pregunté el camino, y que hablaba algunas veces iluminado como si estuviera
en un curioso acento, medio francés y incendiándose... cada ventana llena de
medio español. «Ninguna m ujer llega hasta algo que alumbra como el Sol! Es una
allá». Hermandad la que vive allí... no de la
Le expliqué ser portadora de un im por Iglesia... ah, no!... no lo perm ita el Cielo!
tante mensaje. sino de hombres ricos y poderosos que,
El individuo movió negativamente la según se dice, estudian una ciencia ex
cabeza. traña. Nuestros comerciantes llegan úni
«Por ningún dinero os conduciría», dijo. camente hasta la puertas exteriores y
«Tem ería por m í m ism o». nunca van más allá. A media noche se
Nada pudo hacerlo cambiar de resolución, oye el órgano de su capilla y voces que
de manera que resolví dejar m i pequeño cantan en las mismas olas del mar! Os
equipaje en la posada, y marchar a pie por suplico, señorita, que penséis bien en lo
el escarpado camino que alcanzaba a divi que vais a hacer antes de ir a semejante
sar y que, como ondulante cinta blanquiz lu gar!... porque os despedirán de a llí...
ca, conducía a la meta de mis deseos. estoy segura de que os despedirán de allí!»
Un grupo de labriegos desocupados m i Me sonreí, y díle las gracias por su sin
rábame con curiosidad mientras yo habla cera prevención.
ba a la dueña de la posada, y le pedía cui «Soy portadora de un mensaje para el
dase de m i pequeño bagaje hasta que Superior de la Hermandad», exclamé, «y
mandase por él o volviese en su busca, a lo si no se me perm ite entregarlo por no
que ella accedió de buen grado. Era una abrírseme la puerta, no m e quedará otro
agradable francesita, m uy inclinada a ser recurso que volverm e; pero debo hacer
amistosa. todo lo posible por entrar».
«Os aseguro, señorita, que volveréis in Y dichas estas palabras, comencé m i
mediatam ente!», exclamó con una brillante solitaria marcha.
sonrisa. «El Castillo de Asélzion es un lu Eran las primeras horas de la tarde, y
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quilidad. Pero, después de todo, ¿qué ob día hablar; sólo pude mirarlo maravillada
jeto tenía el asumir un aire tranquilo si a medida que se acercaba hacia mí. Su
el hombre a quien venía a ver estaba pro capucha, echada atrás, dejaba ver tota l
bablemente capacitado para posesionarse m ente su hermosa cabeza intelectual; sus
en un m om ento de las emociones de cual ojos, de color azul obscuro y llenos de luz,
quier sér humano? Instintivam ente, opri- escrutaban m i rostro acuciosamente. La
m ím e el corazón con la mano derecha y sangre enrojeció mis m ejillas en una onda
sentí la carta que m i amante me había de calor. Reuniendo todas mis fuerzas,
dado. ¿No sería aquello un fantástico sue comencé a devolverle mirada por mirada,
ño? uniéndonos así más y más en nuestras
Lancé un prolongado suspiro, y volví propias líneas de atracción espiritual. Lue
mis ojos hacia la ventana. Encontrábase go una ligera sonrisa ilum inó la gravedad
ésta colocada en un doble arco de piedra, de sus hermosas facciones, y me tendió
y se abría hacia un jardín que se extendía ambas manos.
hasta lejos, desde los prados de fragantes «¡Bienvenida seas!», dijo con una voz
y deliciosas flores hasta una pintoresca que expresaba la más perfecta música del
perspectiva de cerros, y bosques. Un suave lenguaje humano. «¡Turbulenta e indisci
calor de luz rosada iluminaba el alegre plinada como eres, bienvenida seas!»
escenario, indicando la gloriosa despedida Tím idam ente puse en sus manos las
del sol poniente. Me levanté impulsivamen mías que apretó con cierta fuerza y calor.
te para encaminarme a m irar hacia afuera; En seguida, con prontitud y casi sin darme
pero m e detuve, impedida y obligada a no cuenta, caí de rodillas como delante de un
avanzar por un rápido e imperativo temor. santo, pidiendo en silencio su bendición.
Ya no estaba sola. Tenía a m i frente la Hubo un m om ento de protunda quietud,
elevada y majestuosa figura de un hombre y Asélzion colocó sus manos sobre m i ca
vestido también de blanco, como m i guía; beza inclinada.
un hombre cuya singular belleza y digno «¡Pobre niña!», exclamó suavemente.
aspecto habrían causado la admiración « Te has aventurado lejos en busca del
aún de los espíritus más rudos e inobser amor y de la vida! Duro sería para ti si
vantes. fallaras en tu intento! Que todas las po
¡Por fin m e encontraba realmente en tencias de Dios y de la Naturaleza vengan
presencia de Asélzion! en tu ayuda!»
Agobiada por esta certidumbre, no po Dicho esto, me levantó con una bene~
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tades. El sér humano procura también vacilado en la unión que le debes; has du
sin descanso separarlas; y aun cuando al dado de él, aunque tu propio instinto te
fin se verifica la inevitable unión, como dice que él es el verdadero compañero de
tiene que suceder, no hay para qué poster tu alma, y aunque tu propio corazón palpi
garla por meses o siglos. Vosotras las m u ta por él, como un pajarillo lucha contra
jeres fuisteis destinadas a ser los ángeles las varillas de la jaula en busca de la l i
de salvación; pero, en lugar de esto, sois bertad!
la ruina de vuestros propios ideales». Guardé silencio. M i destino parecía estar
No pude contradecir su aserto porque lo en la balanza; pero lo dejé en manos de
consideré verdadero. Asélzion, a quien, si algo significaba su
—Como acabo de decir, continuó, este poder, le era más fácil leer mis pensam ien
no es un lugar para mujeres. La sola idea tos que a m í expresarlos. Levantóse de su
de que pudieras im aginarte capaz de so silla y comenzó a pasearse lentam ente,
m eterte a las duras pruebas de los discí absorbido en meditación. Luego se detuvo
pulos, es algo en realidad increíble. U ni repentinamente delante de m í.
camente por Rafael he consentido reci — Si quieres permanecer aquí, dijo, de
birte a fin de explicarte cuán imposible bes saber lo que ello significa. Significa
es que puedas perm anecer... que debes habitar en tu cuarto, entera
— Y o debo permanecer, interrum pí con m ente sola, excepto cuando se te llam e pa
firm eza. Haced conmigo lo que quieráis; ra recibir instrucciones. A llí se te servirán
ponedme en una celda en calidad de pri tus comidas; te sentirás como una crim inal
sionera; hacedme sufrir privaciones, y que recibe más bien castigo que instrucción,
yo las sufriré; pero no me despidáis sin y no podrás hablar con persona alguna si
haberme enseñado siquiera en parte a qué no se te dirige antes la palabra.
debéis vuestra paz y vuestro poder, paz y Luego me hizo señas para que lo siguiese
poder que Rafael posee, y que yo también a otra sala contigua a la en que nos encon
debo poseer, si quiero ayudarlo y ser suya trábamos. Allí, conduciéndome a una ven
en todo y para todo. tana, mostróme un escenario m uy d ife
Aquí me detuve, agobiada por m i propia rente del paisaje de luz solar y de jardín
emoción. Asélzion m irábam e fijam ente. que acababa de ver: un triste cuadrado de
— ¿Es ese tu deseo?: ayudarlo y ser suya en césped sembrado de cruces negras.
todo y para todo?, preguntó. ¿Por qué no — Estos no son signos de muerte, dijo, si
lo realizaste siglos atrás? Y aun ahora has no de fracasos. Fracasos, no en el sentido
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mundano de la palabra sino de no haber eos con un profesor a quien ambos am ába
hecho de la vida la fuerza eterna y creadora mos y honrábamos, y a quien conociste
como es en realidad. con el nombre de Heliobás, tú habías p rin
¿Quieres ser uno de ellos? cipiado apenas a vivir en el m undo; desde
— No, contesté inm ediatam ente. Y o no entonces has trabajado con empeño y con
fracasaré. seguido mucho en tu perfeccionamiento
Asélzion dió un ligero suspiro de im espiritual; pero en tu constante aplicación
paciencia. para vencer las dificultades has echado
— Así han dicho todos cuyos recuerdos de menos varias cosas en tu camino. Doy
están aquí, dijo, mientras indicaba las crédito a tu paciencia y a tu f é ; ellas han
cruces con ademán impresionante. A lgu realizado mucho en tu favor, y ahora te
nos de los hombres que nos han dejado encuentras en el punto crucial de tu ca
esas muestras son en este m om ento las rrera, cuando tu Voluntad, como el tim ón
más brillantes y prósperas personalidades de un barco, tiem bla en tu mano al surcar
del mundo, ricas, y gozan de gran conside profundidades desconocidas en que pueden
ración social; pero sólo ellos saben donde sobrevenir obscuras y pavorosas tempesta
está la llaga cancerosa, sólo ellos son co des. Hay peligro a proa para cualquiera
nocedores de su propia futilidad, y viven alma vacilante, orgullosa o rebelde. ¡Es
a sabiendas de que sus vidas deben condu conveniente que te lo prevenga!
cirlas a otras vidas, temiendo el inevitable —No estoy temerosa, dije en voz baja.
cambio que ha de sobrevenirles por ley Guando más, puedo m orir.
eterna, cualquiera que sea la situación —Niña, eso es justam ente lo que no pue
que hayan conseguido alcanzar en su des hacer. Guarda este concepto firm e
existencia presente! m ente, de una vez y para siempre: tú no
Su voz era grave y compasiva, y sentí que puedes m orir; la m uerte no existe! Si pu
m e invadía un débil tem blor de miedo. dieses m orir y haber concluido enteram en
— ¡Estos eran y son hombres!, continuó te con todos tus deberes, cuidados, trabajos
Y tú, una m ujer, ¿querrías tentar valien y perplejidades, el eterno problema resul
tem ente las aventuras en que ellos fallaron? taría por demás simplificado. Pero la idea
¡Piensa por un m om ento cuán débil e igno de muerte es una de las tantas ilusiones
rante eres, y en qué absoluta falta de pre humanas. La muerte es una imposibilidad
paración te encuentras! Cuando princi en la estructura de la Vida; lo que se de
piaste por vez prim era tus estudios psíqui- signa con ese nombre es únicam ente un
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cambio y una reinvestidura de átomos que pareces tan confundida? ¿Te traigo acaso
no perecen. Las variadas form as sin fin de algún antiguo recuerdo? Vamos, dejemos
este cambio y de esta reinvestidura de áto por ahora esta materia, y volvamos a la
mos es el secreto que nosotros y nuestros biblioteca.
discípulos nos hemos propuesto descubrir, y Volvimos allí juntos, y Asélzion tom ó
algunos de nosotros lo hemos dominado su asiento nuevamente junto al escritorio,
ficientem ente para controlar la m ateria y volviéndose hacia m í con un aire de tran
el espíritu que form an nuestra estructura. quila e impresionante autoridad.
Pero el modo de realizar este aprendizaje no — Lo que deseas aprender, y lo que cada
es fácil. Rafael Santóris puede haberte dicho principiante en el estudio de las leyes
que casi fué vencido en las pruebas, pues psíquicas desea generalmente aprender
yo no om ito ninguna; y si tú persistes en antes de todo, es cómo adquirir satisfac
tu loco intento, no podré tampoco o m itir ción y ventaja m eramente personal. Tú
las, ni aun en consideración a tu sexo. deseas aprender tres cosas: el secreto de la
—No pido que om itáis las pruebas con vida, el secreto de la juventud y el secreto
m igo, exclamé suavemente. Ya os he dicho del amor. Miles de filósofos y estudiantes
que todo lo soportaré. han iniciado algunas investigaciones en
Una ligera sonrisa cruzó el rostro de este sentido, y tal vez el uno por m il ha
Asélzion. tenido éxito, m ientras todos los demás han
— Así lo deseas, lo creo, respondió. ¡Yo fracasado.
ahora m e doy cuenta perfectam ente del La historia de Fausto tiene perpetuo inte
m artirio que sufriste en los antiguos días. rés porque trata de estos secretos que, de
T e puedo ver desafiando a los leones en la acuerdo con la leyenda, sólo pueden ser
arena rom an a'an tes que ceder a tu fija descubiertos con la ayuda del demonio.
resolución, aún cuando esta resolución Nosotros sabemos que el demonio no exis
fuese correcta o errada! te, y que todas las cosas están sabiamente
Mientras hablaba de esta manera, sentí ordenadas por una Inteligencia Divina, de
un estrem ecim iento convulsivo, y la ar manera que en las más profundas investi
diente sangre enrojeció mis m ejillas. gaciones que nos perm itim os hacer no te
—Te puedo ver, continuó, preparándote nemos que tem er sino a nosotros mismos!
para arrojarte a las aguas del N ilo antes El fracaso es siempre obra exclusiva de los
que ceder a la estúpida superstición y con estudiantes, no del estudio en que se en
vencionalismo de los hombres. ¿Por qué cuentran empeñados, y la razón de esto
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consiste en que cuando saben ya un poco para Rafael, el secreto del am or y el poder
creen saberlo todo, de donde resulta que de continuación del amor. Ninguno de
llegan a convertirse en intelectualm ente estos secretos puede enseñarse a los m u n
arrogantes, actitud que anula inm edia danos, vocablo que aplico a quienes desis
tam ente el progreso adquirido. El secreto ten en sus determinaciones y se extravían
de la vida es una m ateria comparativa por m il asuntos efímeros. N o quiero decir
m ente fácil de entender; el secreto de la que tú seas una de esas personas; pero tú,
juventud, un poco más d ifíc il; el secreto como todos los que viven en el mundo, tie
del amor, el más d ifícil de todos, porque el nes tus amigos y conocidos, quienes están
amor genera la perpetuidad de la vida y prontos a reírse de ti y a burlarse de tus
de la juventud. más nobles y elevados anhelos; gente cuya
Ahora, el objeto de tu venida, si bien se delicia sería impedir tu camino hacia tu pro
considera, es absolutamente personal, no greso espiritual. Y yo me pregunto, ¿eres
digo egoísta porque este vocablo suena bastante fuerte para sufrir la positiva bur
con repulsión; y he de dar crédito a tu la y la vulgar oposición de la ignorancia?
sincero sentimiento fem enino de que, reco Ello puede ser, porque tienes bastante
nociendo en tu propia alma a Rafael San- voluntad propia, si bien no usas de ella
tóris como tu superior y tu maestro y tam rectam ente en algunas ocasiones. Por ejem
bién como tu amante, deseas ser digna de plo, deseas adquirir en estas materias un
él demostrando la rectitud y heroísmo de conocim iento aparte e independiente de
tu carácter. Te garantizo que es así. Te Rafael Santóris; no obstante, sin él, eres
garantizo tam bién que es perfectam ente una entidad incompleta. Las m ujeres ac
natural, y por supuesto correcto, el que tuales siguen esta viciosa política: el an
desees mantener la juventud, la belleza helo de ser independientes de los hombres,
y la salud por su amor, y aún podría asegu-' lo que im porta el suicidio de la más noble
rar que este deseo es solamente por su m itad de su existencia. Ninguna de ellas
amor. Pero justam ente ahora no estás del es criatura completa sin su más fuerte
todo segura de que así sea. T ú deseas co mitad. Las mujeres actuales son como
nocer, para tí misma el secreto de la vida aves deformes con una sola ala, y un vuelo
y el poder de continuación de la vida; el derecho es imposible para ellas.
secreto de la juventud y el poder de conti Cuando Asélzion hubo term inado de
nuación de la juventud; y con toda segu hablar, lo miré con fijeza.
ridad deseas conocer para ti, como también — Si estoy o no de acuerdo con vos poco
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im porta, dije. Reconozco todas mis faltas, volviéndose repentinamente, tocó un tim -
y estoy dispuesta a remediarlas; pero ne bre que produjo un sonoro y armonioso
cesito aprender de vos todo cuanto m e sea sonido de campanilla en uno de los co
posible, todo lo que estiméis que yo pueda rredores exteriores. M i prim er guía entró
aprender, y os prometo absoluta obedien casi inmediatamente.
cia. —Honorio, dijo Asélzion. Conduce a esta
Una ligera sonrisa ilum inó sus ojos. señorita a su cuarto. Ella seguirá el curso
— ¿Y humildad? de los novicios y estudiantes. (Mientras
Incliné m i cabeza. así hablaba, Honorio me dirigió una m ira
— ¡Y humildad! da de no disimulado asombro y com pasión).
— ¿Entonces estás resuelta? Al m om ento en que desee irse, se le conce
— ¡Estoy resuelta! derá para ello toda facilidad. Mientras
Asélzion m editó un m om ento; en se permanezca en instrucción, la regla para
guida pareció tom ar una resolución. ella es, como tú sabes, soledad y silencio.
— Así sea, d ijo ; pero tú experimentarás M iré a Asélzion y noté cuán rápidamente
las consecuencias de tu propio in fortu había cambiado la expresión de su rostro.
nio, si algún infortunio sobreviene. Yo Y a no tenía la suave y gentil benevolencia
no tengo responsabilidad. Por tu propia que había m antenido m i coraje; una adus
voluntad has venido aquí; por tu propia ta sombra lo obscurecía, y sus ojos estaban
voluntad eliges permanecer aquí, donde extraviados. Vi que esperaba que yo aban
no hay otra persona de tu propio sexo con donase la sala, pero vacilé un m om ento.
quien puedas comunicarte, y por tu pro — M e perm itiréis daros las gracias, m ur
pia voluntad debes aceptar todas las con muré, levantando mis manos tím idam en
secuencias. ¿Convienes en ello? te, de un modo casi suplicante.
La mirada de acero de sus ojos azules Volvióse hacia m í con lentitud, y tom ó
relampagueó con un brillo casi superna- mis manos entre las suyas.
tural al hacerme esta pregunta, por lo — ¡Pobre niña, nada tienes que agrade
que experimenté un sentim iento de tem or cerme!, exclamó. Conserva en tu espíritu
de que luego m e repuse, y contesté sim como una de tus primeras lecciones en el
plemente : difícil camino que principias a recorrer la
— ¡Convengo en ello! idea de que a nadie tienes que dar las gra
Dirigióme una aguda mirada que me cias ni a nadie culpar en la confección de
conmovió de pies a cabeza. En seguida, tu propio destino, excepto a ti misma!
2.— CASTILLO
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que desee irse, se le concederá para ello armonías, y me sentí maravillada y absorta
toda facilidad». Me sentía mucho más te mientras seguía el ritm o de las deliciosas
merosa de esta concesión para marcharme y ondulantes cadencias.
que de m i actual soledad, y resolví consi Gradualmente, mis pensamientos volaron
derar toda m i aventura con corazón ligero, lejos, hacia Rafael Santóris. ¿Dónde se
y aun con cierto estoicismo. Si era m ejor encontraría? ¿En qué pacífica extensión de
que yo estuviese sola, es indudable que la aguas brillantes estaría anclado su fantásti
soledad resultaría buena para m í; si era co buque? Lo reproduje en m i cerebro hasta
necesario que permaneciera en la obscu que casi pude ver su rostro, su ancha fren
ridad, sin duda que la obscuridad me sería te, la tierna sonrisa de sus valientes ojos, y
conveniente. pude imaginarme que oía los suaves acentos
Apenas había resuelto aceptar estas con de su voz, ¡siempre tan gentil cuando me
diciones cuando m i cuarto fué iluminado hablaba, a mí, que había rechazado la m i
repentinam ente por una suave y refulgen tad de su influencia! Una rápida ola de ter
te luz, y m e sobrecogí de espanto al no nura invadió m i corazón; toda m i alma vo
descubrir su origen. No había allí lámparas ló a saludarlo con los brazos abiertos, por
ni ampolletas eléctricas; era algo así como decirlo así; sentí en m i propia conciencia
si las paredes brillaran con alguna lum ina que él era más que todo para m í en el
ria superficial. Pasada m i primera sorpre mundo, y exclamé en voz alta: «¡M i ama
sa, m e sentí encantada y feliz ante la con do, te amo, te amo!»
fortable brillantez que me rodeaba, lo que Luego m edité cuán insano y fú til era
me hizo recordar el brillo eléctrico de las hablarle al aire cuando había podido hacer
velas del yat «Dream ». esa confesión al verdadero amante de mi
Me aparté de la ventana, dejéla abierta, vida cara a cara, si yo hubiera sido menos
pues la noche era m uy calurosa, y me senté escéptica, menos orgullosa. ¿No era m i
a la mesa para leer un poco; pero después viaje al Castillo de Asélzion un testim onio
de algunos minutos suspendí la lectura de m i vacilante y dudosa actitud? Porque
a fin de escuchar los murmullos de una yo había venido, como bien ahora lo re
música extraña que llegaba a m is oídos, conocía, en prim er lugar, para estar segura
aparentemente desde el mar, y que me de que Asélzion existía en realidad, y, en
conmovió hasta el alma. Ninguna descrip segundo término, para convencerme por
ción podría ser bastante elocuente para m í misma y para m i propia satisfacción
dar una idea de la dulzura de aquellas de que era verdaderamente capaz de co
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municar los secretos místicos de que R a Sólo noté algo extraordinario: el agua
fael parecía estar en posesión. fría de que estaba provisto m i baño chis
Gansada al fin de tanto infructuoso porroteaba, por decirlo así, como si hubiera
pensar, cerré la ventana y m e desvestí para sido efervescente; una o dos veces pareció
ganarme al lecho. Cuando estuve acostada rizarse como una espuma diam antina, y
la luz de m i cuarto se extinguió repentina nunca permanecía en reposo. Antes de
m ente, y todo quedó en la obscuridad, bañarme, observé su brillante m ovim iento
excepto la blanquecina y clara luz de la durante algunos m inutos; en seguida, sin
luna que penetraba por el postigo el cual tiéndome segura de que se encontraba
permanecía abierto por carecer de cortina cargada con cierta clase de electricidad,
para cerrarlo. Por algún tiempo, perm a me sumergí en ella sin vacilar, y gocé en
necí despierta en m i dura y estrecha cama, el más alto grado de su deliciosa y vigori
mirando aquella luz, y rechazando con zante influencia.
firm eza el perm itir que me dominara sen Concluida m i toilette, y habiéndome
tim iento alguno de miedo o de abandono. vestido con una sencilla bata de mañana
Cesó la música que tanto m e había ex- de paño blanco, por estimarla más adap
tasiado, y todo quedó en perfecta quietud table al calor que la negra vestim enta
y tranquilidad. Poco a poco cerráronse mis usada durante m i viaje, me dirigí a abrir
ojos; mis fatigados miembros se despere la ventana para dar entrada al aire fresco
zaron, y caí en un sueño absolutamente „del mar, y al mismo tiempo experimenté
profundo. cierta sorpresa al ver una pequeña puerta,
Cuando desperté a la mañana siguiente, abierta en el lado de la torre, a través de
la luz solar invadía m i cuarto como una la cual descubrí una escalera de caracol
lluvia de oro. que conducía hacia abajo. Cediendo al
Levantéme llena de alegría por haber pa impulso del m omento, descendí por ella
sado la noche tan apaciblemente, y por no hasta su térm ino donde me encontré ante
haberme ocurrido algo extraño o aterrador, un hermoso pequeño jardín incrustado en
aun cuando no sé por qué hubiese podido la playa. Podía ahora abrir una puerta y
tem er que esto sucediera. Todas las cosas pasearme en la ribera misma del mar. ¡Ya
parecían maravillosamente frescas y her no era más prisionera! ¡Podía correr, si lo
mosas ante la deliciosa claridad del nuevo deseaba!
día, y la sencillez misma de m i cuarto era M iré a m i alrededor, y n o pude menos
más fascinadora que el lujo más suntuoso, de sonreírme al ver la im posibilidad de
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escapar. El pequeño jardín pertenecía ex viaje listo para este propósito, no deseaba
clusivamente a la torre, y rodeábanlo por que mis relaciones de amistad supieran
todos lados rocas inaccesibles que se ele donde yo estaba, y, aun cuando hubiera
vaban casi hasta la altura del propio Cas escrito a algunas de ellas, habría sido poco
tillo de Asélzion, mientras el pedazo de probable que hubieran recibido m i corres
playa en que me encontraba aparecía igual pondencia, pues tenía la convicción de que
m ente cercado por enormes peñascos con la mística Hermandad de Asélzion no per
tra los cuales las olas del océano habían m itiría que me comunicase con el mundo
azotado durante siglos sin dejar huellas exterior mientras yo permaneciera allí.
muy visibles. Sin embargo, me sentía feliz No tenía idea exacta de la hora, pues m i
al pensar que se me hubiera perm itido reloj se había detenido. La quietud que me
cierta libertad al aire libre, y por algunos rodeaba habría llegado a ser opresiva si no
minutos permanecí mirando el océano y hubiera sido por el ruido de las pequeñas
gozando con el calor del sol meridional. olas que rompían en el prom ontorio bajo
En seguida volví sobre mis pasos lentam en m i ventana.
te, mirando en todas direcciones para ver De repente con grande alegría de m i
si divisaba alguna persona. No se divisaba parte, se abrió la puerta de m i cuarto y
un alma. entró Honorio. Inclinó ligeramente la ca
Volví a m i cuarto donde encontré m i beza, a manera de saludo, y en seguida
cama tan primorosamente hecha como si dijo en tono breve:
nunca hubiera dormido en ella persona «Os ordenan seguirme».
alguna, y allí sobre la mesa, encontré tam Me levanté con toda obediencia, y estuve
bién m i almuerzo el que se componía de lista. Honorio me miraba intensam ente y
una taza de leche y algunos bizcochos de con curiosidad, como deseando leer m i
harina de trigo que el apetito m e indujo pensamiento. Recordé que Asélzion me
a devorar regocijadam ente. Cuando hube había prohibido hablar, a menos de que
concluido, tom é la taza vacía y la bandeja me hablasen antes, y me lim ité a devolver
y las puse en la consola dispuesta en el n i la mirada de Honorio firm em ente y con
cho, la que fué bajada instantáneamente y una sonrisa.
desapareció m uy pronto. «N o os sentís ni desdichada, ni temerosa,
Comencé luego a m editar cómo em ni inquieta», dijo con lentitud. «Ello m ar
plear m i tiem po. No sería en escribir cartas, cha bien. Os iniciáis de un m odo feliz.
porque aun cuando tenía m i escritorio de Y ahora, cualquiera cosa que veáis u oigáis,
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guardad silencio! Si deseáis hablar, hablad luz solar filtraba en arroyos de color ra
luego; pero, cuando dejemos este cuarto, diante que proyectaban matices de oro,
que ni una sola palabra se escape de vues carmesí y azul sobre el blanco m árm ol
tros labios, ni una sola exclamación. Vues del pavimento. Entre cada columna que
tra misión es oír, aprender y obedecer!» sostenía el techo, primorosamente tallado,
Esperó a fin de darme oportunidad de había dos filas de bancos, dispuestas en
decirle algo en respuesta; pero preferí anfiteatro, en que estaban sentadas in
m antenerm e muda. En seguida me pasó móviles figuras blancas, hombres vestidos
un velo doblado de m aterial suave, blanco, con el hábito de la misteriosa Orden, y con
fin o y sedoso. sus rostros ocultos bajo sus capuchas.
«Cubrios con esto», dijo, «y no os descu La capilla no tenía altar; pero en su ex
bráis hasta que hayáis vuelto aquí». tremo oriente, donde el altar pudo haber
Desdoblólo y m e lo coloqué rápidamente. sido erigido, se ostentaba una obscura cor
Era tan delicado como una nube, y me cu tina de púrpura alumbrada con brillantes
bría de pies a cabeza, ocultándome ante resplandores por una cruz y una estrella
los ojos extraños, aun cuando podía yo de siete puntas. Los rayos luminosos em a
m irar perfectam ente a través de él. H o nados de aquel elevado Símbolo de un cre
norio m e hizo señas para que lo siguiera, do no escrito eran tan vivos que casi en
y así lo hice. ceguecían, y poco les faltaba para eclipsar
M i corazón latía rápidamente a impulso el brillo del mismo sol.
de un doble sentim iento de excitación y Sobrecogida por la extraña y tranquila
expectación. solemnidad que me rodeaba, m e sentía
Recorrimos varios pasajes con in trin feliz de estar oculta bajo los pliegues de m i
cadas vueltas que parecían no tener salida, * blanco velo, aunque luego m e di cuenta
como un laberinto, hasta que al fin me de que me encontraba en una especie de
encontré encerrada en algo semejante a cámara secreta, construida evidentemente
una pequeña celda con una abertura al para el uso de los que eran llamados a pre
frente de m í y por la que podía contem senciar todo lo que ocurría en la capilla,
plar una extraña y pintoresca escena. Vi sin ser vistos.
el interior de una pequeña y hermosa ca Yo esperaba con viva expectación. Luego
pilla gótica, exquisitamente delineada y tembló en el aire el profundo y vibrante
alumbrada por numerosas ventanas de sonido del órgano, aumentando gradual
vidrio empañado, a través de las cuales la m ente en poder e intensidad hasta que
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ducción. Si nosotros llegamos a darnos sos de perpetua creación. Tras ellos, com o
cuenta exacta de este hecho, habremos en la naturaleza divina, hay tam bién un
dado un gran paso hacia la comprensión espíritu o inteligencia reguladora, dual en
de la vida». su esencia y de doble sexo en la acción.
Asélzion guardó silencio por un m om en Sin el espíritu que la guíe, la constitución
to ; luego avanzó uno o dos pasos; el des del hombre es un caos justam ente como lo
lum brante Símbolo a sus espaldas parecía sería el Universo sin la dirección de su crea
rodearlo literalm ente con sus rayos. En dor.
seguida continuó: «Debemos principalm ente recordar que
«L o que debemos aprender antes de todo así como el Espíritu de la Naturaleza visible
es cómo estas leyes nos afectan como seres es Divino y eterno, así tam bién el espíritu
humanos y como personalidades aisladas. de cada individuo es divino y es eterno, ha
«Para exponer los sencillos principios existido siempre y existirá siempre , y noso
que deben guiar y preservar la existencia tros marchamos como distintas personali
humana es necesario evitar toda obscuri dades, cada uno o cada una bajo la contro
dad de lenguaje, y m i explicación será tan ladora influencia de su propia alma, hacia
breve y sencilla como me sea posible. una más y más elevada percepción y pro
«Aceptada la idea de que existe un D ivi greso espiritual. La gran m ayoría de los
no Espíritu o Inteligencia Omnipotente habitantes del mundo viven con m enos con
que rige la infinidad de átomos vitales que ciencia sobre este punto que las moscas o
en su unión y reproducción construyen los gusanos; forman religiones en que ellos
las maravillas del Universo, nosotros ve hablan de Dios y de la inm ortalidad com o
mos y adm itim os que uno de los principa los niños, sin hacer el menor esfuerzo por
les resultados de la obra divina es el hombre. comprenderlas manifestaciones de la Esen
El es—así nos han enseñado— «la imagen cia Divina ni la eternidad de la existencia;
de Dios.» Esta expresión puede ser conside y, en cuanto al cambio que llaman m uerte
rada como un verso poético de las Sagradas abandonan esta vida sin haberse tom ado
Escrituras, sin más significado que el de la m olestia de descubrir, conocer o u tiliza r
una poética im aginación; pero, sin em los más grandes dones que Dios les ha con
bargo, es una verdad. El Hom bre es en sí cedido. Pero nosotros, nosotros que esta
mism o una especie de Universo; él es ta m mos aquí para estudiar la existencia de la
bién una conglom eración de átomos, áto Fuerza O m nipotente que nos da com pleto
mos que son activos, reproductivos y deseo dom inio sobre las cosas del espacio, del
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tuna. ¡Preferible hubiera sido que nunca reglas aquí únicamente por seis meses, y
hubieseis tenido esos hijos! Conozco todo saldréis de este Castillo con todas vuestras
esto como vos también lo conocéis. Igu al fuerzas corporales y espirituales renovadas
m ente sé que m ediante las impresiones en juventud y vitalidad. Pero vos mism o
mundanas, y la influencia de los llamados debéis realizar el m ilagro que, después de
«am igos» quienes desean convenceros de todo, no es m ilagro. ¡Vos m ism o debéis
vuestra edad, ha principiado el proceso reconstruiros a vos m ism o!, com o está
desintegrante; pero este proceso puede obligado a hacerlo todo aquel que desea
ser detenido. ¡Vos mism o podéis detenerlo! vivir una más amplia y noble vida. Si va
El sueño del Fausto no es una mera fanta ciláis; si retrocedéis; si volvéis por m e
sía, sólo sí que la renovación de la juven dio de algún insensato recuerdo o m órb i
tud no es obra de la mágica maldad sino do pensamiento a vuestros anteriores erro
del bien natural. Si anheláis ser joven, res en la vida, que ya pasaron, a ella, vues
dejad el mundo que habéis conocido, y tra esposa, esposa en el nombre, pero jamás
principiad de nuevo; dejad esposa, hijos, en el alma; a vuestros hijos, nacidos de
amigos, todos aquelllos seres que cuelgan animal instinto, pero no de un profundo
como plantas parásitas en un roble, carco amor espiritual; a aquellos vuestros «a m i
miendo su tronco y extrayendo de él su gos» que cuentan vuestros años como si
fuerza, sin comunicarle algún nuevo ele fueran otros tantos crímenes, sólo conse
m ento de vitalidad. ¡Vivid otra vez; amad guiréis detener la obra revigorizante y
otra vez! aniquilar las fuerzas renovadoras. Debéis
— ¡Yo!—y el Hermano echó atrás su capu elegir vuestro camino en la vida, y esta
cha, dejando en descubierto un rostro de elección debéis hacerla voluntaria y deli
macrado y surcado de profundas arrugas, beradamente. Ningún sér humano se de
aunque conmovedor en virtud de los rasgos bilita ni envejece sino mediante su propia
intelectuales que revelaban sus hermosas intención e inclinación hacia ese fin. De
facciones— ¡Yo! ¡Con estos cabellos blancos! igual manera, ningún ser humano m an
¡Os burláis de m í, Asélzion! tiene o renueva su juventud sin una sim i
—Jamás m e burlo, respondió Asélzion. lar intención o inclinación. Tenéis dos
Yo dejo las burlas para los insanos que es días para pensarlo, y en seguida m e diréis
tim an la vida someramente sin comprender lo que hayáis resuelto.
sus principios reguladores. No m e burlo El Hermano vaciló como si tuviera algo
de vos. ¡Ponedme a prueba! ¡Obedeced mis
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tu ligero almuerzo, bebe todo este líquido Nosotros pensamos que la Vida sólo existe
hasta la últim a gota! para lo que es vivo, y que la M uerte es una
Obedecí. El vino carecía de sabor y de especie de term inación de la Vida en lugar
fuerza, como el agua. de ser una de las más activas form as de la
—Ahora, continuó Asélzion, voy a expo Vida. Todo el Universo se compone de estas
ner delante de ti una simple ilustración
dos fuerzas en lucha que llam am os el bien
de la verdad que sirve de base a toda la
y el m al; pero el m al no existe. El m al es
Naturaleza. Si te condujesen a una vasta
únicamente la destrucción de lo que
llanura donde hubiera dos ejércitos opues
pudiera ser dañoso si se le perm itiese sub
tos: el uno animado por un sentimiento
sistir. Me explicaré con más claridad: los
de destrucción; el otro m ovido únicamente
millones de millones de átomos y electro
por el deseo del bien, ¿no es verdad que
nes que componen los elementos eternos
desearías el triunfo de este último?
del Espíritu y de la Materia son duales,
— Sí, respondí sin vacilar.
es decir, de dos clases: los que mantienen
—Pero, supongamos, prosiguió, que am
su estado de equilibrio, y los que ejercen
bos ejércitos obraran por el bien, y que el
una acción desintegrante a fin de construir
objeto de la fuerza destructora fuese úni
nuevamente. Esto que ocurre en el Univer
cam ente aniquilar lo que era estéril y da
ñino, a fin de construirlo otra vez con más so, ocurre también en la composición del
sólida y noble estructura, mientras que sér humano. En ti como en m í, existen
el deseo de la otra fuerza consistiera en estas dos fuerzas, y nuestras almas están
preservar estrictam ente y m antener las colocadas en guardia, por decirlo así, entre
ventajas que poseía hasta ese m om ento. ellas. Un ejército de átomos se encuentra
¿Cuál de los dos ejércitos tendría tu sim siempre pronto para mantener el equilibrio
patía? de la salud y de la vida; no obstante, si
Aun cuando pensé un poco, no m e fué por negligencia y falta de vigilancia del
posible contestar inm ediatamente. centinela llamado alma, se perm ite a una
— Hé aquí tu punto de vacilación, con parte de ellos convertirse en inútiles y es
tinuó, y hé aquí el lím ite corriente de la tériles, el otro ejército, cuya m isión es
comprensión humana .Ambas fuerzas actúan destruir todo lo que es falso e inú til con el
para el bien; pero, naturalmente, podemos propósito de renovarlo para darle una m e
simpatizar nada más que con una de ellas. jor forma, principia a trabajar, y este pro
A ésta llam am os Vida; a la otra, Muerte ceso desintegrante es nuestra concepción
de decadencia y de muerte. Sin embargo,
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—No todos los seres humanos, continuó, libres, se encuentran dirigidas por una po
han recibido la facultad de dominar y con tente voluntad reguladora. Tú, en tu actual
trolar sus propias fuerzas vitales, y esto estado de existencia, eres sim plem ente una
es lo que desearía darte a comprender antes Forma organizada, compuesta de esos áto
de despedirme de ti esta noche. Puedo en mos, y para gobernarlos estás investida del
señarte la manera cómo mantener tu vida poder de la voluntad que es parte de la
libre de todos los elementos desintegrantes; creadora influencia de Dios. Si tú los go
pero el aprendizaje de la lección depende biernas propiamente, los átomos construc
de ti misma. tivos y revivificadores que hay en ti obede
Tom é asiento nuevamente en la silla co cen tus órdenes, y, con fuerza creciente,
locada al frente de Asélzion, dispuesta a controlan y subyugan gradualmente a los
oír sus palabras con la más profunda aten átomos desintegrantes, sus enemigos, ene
ción. Había sobre la mesa varias cosas que migos que, después de todo, son únicam en
no había visto antes, y una de éstas era un te sus servidores, dispuestos a desembara
objeto circular cubierto con un paño. zarlos de todo lo que es indigno e inútil, al
Asélzion quitó la cubertura y me mostró primer signo de decrepitud. Nada hay más
un globo de cristal que parecía estar lleno sencillo que esta ley que basta poner en
con un extraño fluido volátil, claro en sí práctica para conservar la vida y la juventud.
mismo, pero con innumerables virgulitas Toda ella está contenida en un esfuerzo de
y líneas brillantes que flotaban en él. la Voluntad a que obedece todo en la N a
— Observa bien esto, dijo, porque aquí turaleza, justamente como un barco bien
tienes una manifestación m uy sencilla de dirigido obedece a la brújula. ¡Recuerda
una gran verdad. Estas virgulitas y líneas bien esto! ¡Yo digo: jtodo en La Naturaleza/
que ves en continuo m ovim iento, constitu Este globo de cristal encierra m om entánea
yen una muestra de lo que ocurre en la mente átomos que no pueden ser dirigidos
composición de cada sér humano. Algunas en este instante por encontrarse aprisio
de ellas, como ves, se mueven en diversas nados, fuera de toda Voluntad que los go
direcciones; sin embargo, se encuentran y bierne: pero si los dejase durante unas po
se mezclan unas con otras en varios puntos cas horas más en el estado en que se en
de convergencia, y en seguida vuelven a cuentran, su fuerza destrozaría el cristal,
separarse. Son las fuerzas constructivas y y ellos escaparían para seguir nuevamente
desintegrantes de todo el Universo, las que, el camino que les está señalado. T e presento
fija bien tu atención en esto, cuando están todo esto como una lección objetiva, a
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para que te suministren nueva sangre. cas de que se compone tu sér, podrás igual
Ningún sabio ha descubierto jamás una mente controlar y gobernar todas las fu er
causa lógica acerca de por qué deben m orir zas atómicas que existen dentro de tu esfe
los seres humanos, pues ellos están apa ra de acción. Esto te proporcionará lo que
rentemente destinados a vivir por un tiem los ignorantes llaman «poder m ilagroso»;
po indefinido. Lo que ocurre generalmente pero no se trata de m ilagros. Ello se debe
es que los seres humanos se suicidan, y nada más que a la actitud del Espíritu que
aún los llamados «accidentes», son casi gobierna a la Materia. T e encontrarás no
siempre el resultado de su propio descuido, solamente capaz de gobernar tus propias
negligencia o falta de atención a las circuns fuerzas sino que también podrás extraer
tancias preventivas. de la Naturaleza nuevos elementos de vida.
Y o procuro exponerte todo esto de la m a El aire, la luz solar, los árboles, las flores,
nera más sencilla que me es posible. Hay te suministrarán todo lo que ellos pueden
cientos de libros que puedes consultar sobre dar, y nada te será rehusado. «Pide y reci
esta ciencia; pero están escritos en una fo r birás; busca y encontrarás; golpea y se
m a tan abstrusa y difícil que aún la inte te dirá». Naturalmente, debes dar a tu vez
ligencia más culta se siente casi impedida lo que recibes, como una m anifestación de
para asimilar las ideas que contienen. amor, generosidad, benevolencia y sim pa
Lo que te he enseñado es perfectamente tía, no sólo al género humano sino tam bién
fácil de comprender; la única dificultad a todos los seres de la Creación, de acuerdo
se encuentra en su aplicación práctica. Es con el precepto bíblico: «Da y se te dará.
ta noche, por lo tanto, y durante todo el Con la misma vara que mides serás m edido» ¿
tiem po que permanezcas aquí, serás some Estas frases de nuestro gran Maestro han
tida a ciertas pruebas sobre tu fuerza de sido oídas tan a menudo que mucha gente
voluntad, y el resultado de ellas indicará no les atribuye mayores consecuencias; sin
si eres bastante fuerte para triunfar en tus embargo, ellas encierran una verdad de que
investigaciones acerca de la vida, de la ju no podemos escapar. Aun un acto tan insig
ventud y del amor. Si eres capaz de m ante nificante, al parecer, como una bondadosa
ner la verdadera actitud; si puedes encon palabra se paga al que la profirió con un
trar y guardar el verdadero equilibrio cen doble interés de bondad; mientras que una
tral de la Divina Im agen dentro de ti, todo palabra cruel o dura lleva en sí su propio
marchará bien. Y no olvides que si aprendes castigo. Las personas que reciben sin dar,
a controlar y gobernar las fuerzas atóm i no tienen éxito, generalmente ni en sus v i
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apacible Noche, invístela con tu profunda guridad para volver a tu hogar y a tus la
tranquilidad! ¡Tú, brillante Luna, penetra bores habituales; vivirás como viven casi
su espíritu con el resplandor de los sueños todas las mujeres, bien que tal vez en un
sagrados! ¡Particípale de tu fuerza y pro grado un poco más alto de pensamiento y
fundidad, oh Mar!; y que ella pueda ex de acción, y llegará el tiem po en que consi
traer de los tesoros del aire toda la juven deres tu visita al Castillo de Asélzion como
tud, toda la belleza, toda la vida, toda la una simple locura. El mundo, y sus con
dulzura, a fin de que su existencia sea una vencionalismos te retendrán fuera de aquí.
dicha para el mundo, y su amor, una ben — ¡J a m á s !, exclamé apasionadamente.
dición». ¡Asélzion, yo no fracasaré!
Todo m i sér temblaba con un sentim iento M iróm e vivam ente; en seguida colocó
de vivo éxtasis mientras Asélzion dirigía esta sus manos sobre m i cabeza en ademán de
plegaria para m í. Pude haberme arrodilla muda bendición, y me indicó que entrase
do ante él, en señal de gratitud y reverencia, a m i cuarto. Obedecí. Asélzion cerró la puer
pero calculé instintivam ente que no desea ta instantáneam ente; oí la vuelta de la lla
ría este acto de homenaje. Preferí guardar ve en la cerradura, y luego, el débil eco de
silencio, y obedecí su suave impulso m ien sus pasos al descender la escalera. M i cuar
tras m e conducía de la mano por un abo to estaba ilum inado por una luz m uy tenue,
vedado pasadizo de piedra y en seguida, por de ignorada procedencia. Todo se encontra
una larga escalera de caracol a cuyo térm i ba tal como cuando fu i llamada a la m iste
no se detuvo, y, tomando una llave de su riosa Capilla de la Cruz y Estrella, y miré
cinturón abrió una pequeña puerta. a m i alrededor, tranquilizada por la quie
—Este es tu cuarto, hija mía, dijo con tud y sencillez que m e rodeaba. No me sen
una grave bondad que me conmovió extra- tía dispuesta a dorm ir y resolví escribir de
fíablemente. ¡Adiós! El futuro te lo formarás m em oria todo lo que Asélzion me había
tú sola. dicho mientras permanecía fresco en m i
— ¿No os veré otra vez?, le pregunté con espíritu. Aun m e cubría el velo blanco que
voz algo temblorosa. me habían proporcionado. M e despojé de
—Sí, m e verás otra vez si pasas tu prueba él, y lo doblé, con cuidado, listo para usarlo
con éxito, contestó. No si fracasas. nuevamente en caso necesario. Me senté,
— ¿Qué ocurrirá si fracaso? en seguida, a la pequeña mesa, y saqué de
—No otra cosa que lo corriente, replicó. una carpeta pluma, tinta y papel; no obs
Abandonarás este recinto en perfecta se tante, algo me im pedía fija r m i atención
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en esplendor, y extendí mis manos hacia rrorizado, hubiese procurado escapar lejos
ella como en actitud de suplicante plegaria, de él. Sin duda alguna, habría encontrado
segura de encontrarme ante la luminosa abiertas las puertas y se m e habría ofreci
Presencia de algún habitante de más ele do toda facilidad para una cobarde retirada,
vadas y celestiales esferas que la nuestra. si tal hubiera sido m i deseo. ¡Y en seguida,
La hermosa cabeza, coronada con una dia todo habría concluido! ¡Probablemente,
dema de flores como blancas estrellas, se habría tenido que abandonar el Castillo de
inclinó hacia m í; sus brillantes ojos son Asélzion, y, además habría sido tal vez se
rieron ante los míos, y una voz, más dulce ñalada con una cruz negra en señal de fra
que el más dulce canto, m e habló en acen caso! Regocíjem e interiorm ente de no haber
tos de conmovedora ternura. cedido hasta entonces ante aquellas duras
«T ú has hecho bien», dijo. «Siempre, co pruebas, y luego, rendida por una especie
m o ahora, aproxímate a la obscuridad sin de sopor que empezaba a tom ar posesión
temorl ¡ Luego encontrarás la Luz! ¡Haz fren de m i sér, m e desvestí para acostarme, con
te a la pena con absoluta confianza; así m i espíritu perfectamente tranquilo y feliz.
descubrirás un ángel disfrazado! Dios no Después de dormir algunas horas, fu i
piensa mal de ti; no desea daño para ti; despertada repentinamente por un ruido
no tiene castigo almacenado para ti. Con de voces que conversaban m uy cerca de mí.
fía te a El, y quédate en paz». En efecto, ellas parecían provenir del otro
La Visión desapareció lentam ente, como lado de la pared contra la cual estaba si
desaparecen los matices del sol poniente al tuada m i cama. Eran voces de hombres,
mezclarse con el color gris del crepúsculo, entre las que descollaban una o dos de un
y cuando volví de m i aturdim iento, encon tono duro e irritable. Había bastante luz
tróme otra vez en com pleta desolación y en m i cuarto, el que se encontraba alum
obscuridad, esta últim a m itigada apenas brado ya por el resplandor de las primeras
por la triste luz de la luna que ya desapa horas de la mañana. Como las voces con
recía en el ocaso. tinuaran, m e sentí impelida a escuchar.
Por algunos minutos permanecí incapaz «Asélzion es el más astuto farsante de su
de pensar en otra cosa que en la extraña prue tiem po», decía uno. «¡Nunca se siente más
ba a que acababa de ser sometida, y llegué feliz que cuando puede hacer el papel de
a imaginarme qué habría ocurrido si en pequeño dios, y engañar a sus secuaces!».
lugar de avanzar con intrepidez hasta el Estas palabras fueron seguidas de una
obscuro Fantasma que tanto me había ate risotada.
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Dios el perm itir que nos imaginemos cosas ayudante o secretario. ¿Quiénes, excepto
hermosas que no existen! Es cruel orde estas dos personas, podían saber el m otivo
nar que nos amemos, si el amor ha de ter que me había llevado hasta allí? Principié
m inar en desengaño y traición! M ejor sería entonces a dudar acerca de la efectividad
enseñarnos de una vez por todas que la vi de las terribles noticias que me habían sor
da ha sido creada para ser vivida en form a prendido tan inesperadamente. Si algún
ruda, sin ternura, sin verdad, antes que d i daño le hubiera ocurrido a Rafael, ¿habría-
rigir muestras almas hacia un paraíso de m e dicho Asélzion que se encontraba sano
insanos. y salvo cuando, para m i tranquilidad, ha
Luego e inopinadamente, recordé el obs bía conjurado unas pocas horas antes la
curo Fantasma de la noche y el haberse vista panorámica del yate «Dream » sobre el
transfigurado en la Visión de un Angel. mar alumbrado por la luna? Sin embargo,
Después de luchar contra el terror que me y a pesar de m i más valiente esfuerzo, no
produjera su primera apariencia espectral pude recobrar suficientemente m i calma
y de haberme sobrepuesto a aquel estado ni m i tranquilidad, y en medio de las tri
de ánimo, ¿por qué perdía ahora el con bulaciones de m i espíritu, m iré hacia la
trol de m í misma? ¿Cuál era la causa? ¡Vo puerta de la torre que se abría a la escalera,
ces, únicamente! Voces detrás de una m u la que a su vez conducía hasta el pequeño
ralla que hablaban de m uerte y falsedad ... jardín, hasta la misma playa; esa puerta se
voces de personas desconocidas para m í y encontraba herméticamente cerrada, pues
a quienes no podía ver . . . voces mundanas Asélzion, le había echado llave. Pero, con
que se deleitan en referir escándalos y cruel gran sorpresa mía, encontrábase abierta otra
dades, y que nunca alaban en igual grado puerta, otra puerta que parecía form ar un
que condenan. ¡Nada más que voces! ¡Oh; solo cuerpo con la muralla, y que comunica
pero se referían ellas a la muerte de la per ba con un pequeño cuarto, una especie de
sona a quien yo amaba, y hablaban, además pequeño relicario cubierto con un gé
de traición y de locura! ¿Debería yo seguir nero de seda de pálido color púrpura
escuchando? y con todas las apariencias de estar destina
Y todavía ¿quiénes eran esas personas, si do a guardar algo infinitam ente valioso.
en realidad lo eran, que hablaban de R a Entré a él en actitud vacilante, insegura
fael Santóris con tan fácil rudeza? A nadie acerca de si lo que yo hacía era o no correcto,
había encontrado en el Castillo de Asélzion, pero, sin embargo, impulsada por algo más
salvo a Asélzion mism o y a Honorio, su que una mera curiosidad. Al atravesar el
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umbral, oí nuevamente las voces detrás de Esta frase parecía obscurecer el recuerdo
la muralla, ahora en tono más elevado y mismo del hermoso rostro y figura del hom
amenazante. Detuve mis pasos medio asus bre a quien yo había, casi inconscientemen
tada, bien que deseando conocer cuanto te, principiado a idealizar; esta frase suge
más pudieran decir, aun cuando para m í ría algo rudo y vulgar en cuanto a él, y m i
no significase otra cosa que miseria y deses corazón se hundió, por decirlo así, dentro
peración. de m í, privado de esperanza. ¡Voces, única
«¡Todas las mujeres son locas!*. Esta co mente! Sin embargo, ¡cómo ellas m e tortu
rriente observación fué hecha por alguien raban! ¡Si pudiera conocer la verdad!, pen
con acento duro y amargo. «N o es el amor saba yo. ¡Si Asélzion viniese de una vez a
lo que les interesa sino la propia satisfac referirm e la triste noticia ...!
ción de ser amadas. Ninguna m ujer puede Permanecí en el pequeño relicario dom i
guardar fidelidad por largo tiem po a un nada por una especie de estupor, de inde
hombre m uerto; echaría de menos la es cible pena, y comencé a considerar como en
perada correspondencia a su superabundan sueño la impiedad y rudeza de aquellas
te sentimentalismo, y se cansaría de es voces. ¡Ah, como las voces del mundo! ¡Vo
perar encontrarlo en el Paraíso—si creyese ces que se burlan, desprecian y condenan!
en tal posibilidad en que no cree la décima ¡Voces que más bien proferirían una false
parte de las mujeres*. dad antes que una palabra de ayuda y
«Según Asélzion, no hay muertos, dijo consuelo! ¡Voces que se complacen cruel
otro de los invisibles charladores». «Ellos han mente en decir cosas que hieren y aniqui
pasado simplemente a otro estado de vida; lan al espíritu que concibe nobles ideales!
y, en conformidad a sus teorías, los amantes ¡Voces que, incapaces de ponerse en arm o
no pueden separarse durante mucho tiem nía para hablar del amor, producen en el
po, ni aún por lo que llaman m uerte». alma un dejo de amargura! ¡Oh, Dios!, si
«¡Pobre consuelo es lo que dices», y junto todas las voces rudas y calumniosas de la
con estas palabras se oyó una risa de des humanidad fueran suprimidas, la tierra se
preciativa burla. «¡Las mujeres que han ría un verdadero Cielo!
amado a Rafael Santóris difícilm ente te Y sin embargo, ¿quién nos obliga a es
agradecerían!» cucharlas? ¿Nos alcanza su significado? ¿Es
Estremecíme un poco, como cuando se capaz una opinión casual de mover el alma
experimenta una sensación de frío. «¡Las de su centro? ¿Qué me im porta el que esta
mujeres que han amado a Rafael Santóris!». o aquella persona apruebe o desapruebe
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sentido común. Para principiar, m e refe mada de átomos que se mantienen juntos
riré al siguiente, titulado en cierta form a organizada; pero, dentro
de esta form a organizada, se encuentra un
Sér espiritual capaz de guiar y controlar su
vehículo terrestre, y de adaptarlo a las cir
«L A V ID A Y SU AD APTACIO N. cunstancias y al medio en que vive. En su
naturaleza dual, el Hombre tiene el poder
«La vida es el ímpetu Divino del Amor. de mantener sus células vitales bajo su pro
La Fuerza que regula el Universo es el Am or; pio comando; puede renovarlas o destruir
y del Am or nace el Deseo y la Creación. Así las a voluntad. Generalmente prefiere des
como un am ante desea apasionadamente truirlas por medio del egoísmo y la obsti
la posesión de su amada, para que de su nación, los dos principales elementos desin
m utua ternura nazcan los hijos del Amor, tegrantes de su composición mortal. De
así tam bién el Divino Espíritu, perpetua aquí resulta lo que llaman «m uerte», la
mente creador y deseoso de perfecta belle que sólo es el inevitable cambio de su exis
za, posee el espacio con eterna energía, tencia. Si el sér humano supiese de una vez
produciendo millones de sistemas solares, por todas que le es posible prolongar su v i
cada uno de ellos con diferente organiza da terrena, y gozar de juventud y de salud
ción y separada individualidad. El Hombre, durante un período indefinido en que no se
la criatura de nuestro pequeño planeta la cuenten ni los días ni los años, sino única
Tierra, es nada más que un simple resul m ente las «estaciones» o «episodios psí
tado de la irresistible m anifestación de la quicos», podría pasar de una dicha a otra,
Divina fecundidad. El Hombre es la «im a de un triunfo a otro, con la misma fa cili
gen de Dios», en cuanto posee razón, vo dad con que respira el aire atmosférico.
luntad e inteligencia que lo distinguen de «Siempre se ha considerado de im portan
la creación puramente animal, y en cuan cia el que el hombre mantenga su cuerpo sa
to ha recibido un Alma, eterna, form ada no y esbelto, y pueda mover sus miembros
para el am or y para todas las cosas que con gracia y facilidad, haciendo ejercicios
crea el amor. físicos para el robustecimiento y desarrollo
«El Hombre puede ser Divino, en el Deseo de sus músculos, y jamás se le ha estimado
y perpetuación de la Vida. Considerado como un loco por los actos de fuerza y des
en un sentido estrictamente m aterial, él treza que pueda realizar. ¿Por qué, entonces,
no debería entrenar su Alm a para m ante
es sim plem ente una fuerza corpórea fo r
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«SOBRE EL D O M INIO DE LAS FUERZAS usa los medios externos que son adecua
VITALES» dos a la conservación de su propia existen
cia; pero olvida los poderes interiores que
Y principiaba así: él posee, y que le han sido concedidos a fin
«Para vivir largo tiempo, debéis ejercer de que pueda «llenar la tierra y subyugarla».
un perfecto control sobre las fuerzas que «Llenar la tierra», es amar cordialmente
engendran la vida. Los átomos de que se a toda la Naturaleza. «Subyugar la tierra»
compone vuestro cuerpo están en perpe es dominar los átomos de que se componen
tuo m ovim iento; vuestro Ser Espiritual de vuestros organismos, y mantenerlos con-
be guiarlos en su camino, pues, de lo con pletamente bajo vuestro control, de tal
trario, ellos semejarían a un ejército sin manera que, gracias a este dominio, puedan
ser igualmente controlados todos los demás
organización ni equipo, que fácilm ente
movimientos atómicos y fuerzas vitales
puede ser derrotado al primer asalto. Si los
mantenéis bajo vuestras órdenes espiri sobre este planeta y la atmósfera que lo
tuales, ellos permacerán prácticamente l i rodea.
bres de toda enfermedad. La enfermedad «Mucho se ha hablado de los rayos de luz
no puede entrar a vuestro organismo sino que transpasan la m ateria sólida como si
en virtud de vuestra propia negligencia. fuera una masa de a ire; sin embargo, este
«Podéis perecer a causa de algún acciden descubrimiento no es sino el principio de
te, sea por culpa ajena, sea por vuestro verdaderas maravillas. Hay rayos que de
propio descuido. Si por vuestro propio des nuncian la presencia de los metales; y los
cuido, debéis culparos a vosotros mismos; tesoros de la tierra, el oro, la plata, las jo
si por culpa ajena, debéis atribuir el acci yas y piedras preciosas que permanecen
ocultas bajo su superficie y en el fondo de
dente a una orden previa de la Divinidad
los mares, pueden ser vistos por medio de
a fin de que paséis a otra esfera de vida.
la penetrante luz de un rayo todavía des
«Vuestro Espíritu, llamado Alm a, es una
conocido por muchos, salvo por los adeptos
criatura de Luz, y puede suministrar in
del Credo Psíquico. Ninguno de estos adep
cesantemente rayos revivificantes a cada
tos es jamás pobre; la pobreza no puede
átom o y a cada célula de vuestro cuerpo.
existir donde se mantiene un perfecto con
Es una fu en te inagotable de radium ,, de
trol de las fuerzas vitales. Alegría, paz y
la que vuestras fuerzas vitales pueden ex
abundancia acompañan siempre a las a l
traer perpetua nutrición. El sér humano
mas que están en armonía con la Naturale-
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za, y la vida se perpetúa siempre por el m e estar segura de que este suplicio atroz no
ro deleite de vivir. fuese practicado entre los miembros de
«Por lo tanto, ¡oh paciente discípulo! aquella misteriosa Hermandad dedicada a
Procura siempre que la fuerza radiante de estudiar el secreto de la vida ?
tu alma controle cada nervio y vaso sanguí Hice un esfuerzo por levantarme. Aun
neo de tu cuerpo, y aprende a ejercer dom i podía mantenerme de pie. Frente a m í se
nio sobre todas las cosas buenas con aque encontraba la puerta por donde yo había
lla energía que compele a la obediencia. No entrado a esta pequeña cámara interior.
inútilm ente habló el Supremo Hacedor a Parecíame fácil escapar por ella, y, no obs
su apóstoles cuando les dijo que bastaría tante, me sentí impedida por una barrera
que su fe fuese como un grano de mostaza invisible. Con el corazón palpitándome
para que pudiesen ordenar a una montaña ^ nerviosamente, permanecí inmóvil, pen
sepultarse en el mar, y serían obedecidos! sando en cuál sería el peligro que me am e
¡Recordad que el Espíritu que habita en nazaba. Casi involuntariamente, mis ojos
vuestra materia es Divino y de Dios, y que se fijaron una vez más en el libro abierto
para Dios todas las cosas son posibles!». delante de mí, y pude leer lo siguiente, en
Levanté m i cabeza de su situación inclina una especie de despierto sueño:
da sobre el libro, y respiré ampliamente. «Para el alma que no estudia las necesi
Algo me oprimía, me sofocaba. M iré hacia dades de su naturaleza inmortal, la vida
arriba y hacia los lados, y pude darme cuen misma es como una estrecha celda. Toda
ta de que el pequeño cuarto, con sus corti la creación de Dios está dispuesta a sum i
najes de suave color púrpura, se contraía, nistrarle cuanto le pida; sin embargo, ella
se reducía más y más en todo sentido, a muere de hambre, por decirlo así, en medio
tal punto de que ya casi me impedía m o de la abundancia. El miedo, la sospecha, la
verme. Parecíame estar algo así como en desconfianza, la cólera, la envidia y la falta
clavada en m i silla. El cielo del cuarto des de sentimiento, paralizan su sér y destruyen
cendía manifiestamente. Sobrecogida de su acción. El amor, el valor, la paciencia,
espanto, vino a m i memoria el antiguo su la bondad, la generosidad y la simpatía,
plicio practicado por la Inquisición, cuando constituyen efectivas fuerzas vitales, tan
la desgraciada víctim a era obligada a obser to para ella como para el cuerpo en que ha
var cómo se estrechaban paulatinamente bita. Todas las influencias del mundo social
las paredes de su celda hasta causarle la actúan contra ella\ todas las influencias
muerte más horrorosa. ¿Cómo podía yo del mundo natural actúan a favor de ella.
— 118 — — 119
Nada hay de pura Naturaleza que no obedez tino, tomé el libro, lo cerré y lo mantuve
ca su mandato, lo que sería suficiente pa aferrado con ambas manos. Mientras hacía
ra su existencia feliz. La pena y la deses esto, una densa obscuridad me rodeó opre
peración son el resultado de la errada direc sivamente; un ruido semejante al del true
ción de la Voluntad, causa única de toda tr i no estalló en mfs oídos, y sentí que todo el
bulación y de toda inquietud». cuarto temblaba y vacilaba como para su
¡Errada dirección de la voluntad! repetí mergirse en un caos. Se hundió el piso y
en voz alta. Luego continué m i lectura: yo me hundí con él a una gran profundidad,
«¿Qué es el Cielo? Un estado de felicidad tan rápidamente que no tuve tiem po de
perfecta. ¿Qué es la felicidad? La unión pensar en lo que m e ocurría, hasta que la
inm ortal de dos almas en una sola, de dos sensación del descendimiento se detuvo de
criaturas de la eterna luz divina que parti improviso. Encontróme entonces en un es
cipan de mutuos pensamientos, de m utua trecho sendero verde, del todo sombreado
alegría, y que crean un verdadero encanto por amplias ramas de árboles en form a de
en form a y acción por su mutua sim patía bóveda.
y ternura. La edad no les alcanza. La Apenas pude darme cuenta de lo que me
muerte nada significa para ellas. La vida rodeaba, divisé a Rafael, a Rafael Santóris
palpita en ellas y las tempera comunicán en persona que se dirigía, hacia m í; pero...
doles calor y brillo, así como la luz solar no solo! Reprim í el vehemente impulso
calienta y colorea los pétalos de la rosa. de correr hacia él. Permanecí inmóvil, pues
En sí mismas, ellas constituyen un mundo, me invadió un frío m ortal. ¡Venía acompa
y crean involuntariamente otro mundo al ñado de una m ujer!., .una m ujer joven y
pasar de una faz a otra de producción m uy hermosa. Traíala abrazada, y observa
y de dicha. Porque no hay una obra buena ba su rostro con apasionada ternura.
si es realizada sin am or; no hay triu n «¡Am or m ío», exclamó con voz cariñosae
fo que se alcance sin am or; no hay fam a, infinitam ente tierna, «te llam o así, como
no hay conquista obtenida sin amor. Los siempre te he llamado durante muchos
que aman a Dios son amados de Dios; su períodos de tiem po. ¿No es en realidad
pasión es divina, no conoce cansancio, ni extraño que aún el anhelante espíritu, de
saciedad, ni fin. Porque Dios es el Supremo seoso de encontrar a su predestinada com
Amante, y no hay cosa más grande que el pañera, esté sujeto a error? Creí haberla
Am or!» encontrado antes que a ti, y alcancé a con
Aquí, obedeciendo a un impulso repen cebir por ella un pequeño amor; pero ello
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fué únicamente una ceguera momentánea. era suave com o terciopelo, mientras una
Tú eres la única que he buscado en el tras ligera brisa que soplaba entre los árboles
curso de los siglos; tú eres la sola y única refrescaba m i dolorida cabeza. Aun m an
a quien yo amo, ¡Prométeme no apartarte tenía entre mis manos el libro titulado «El
de m í jam ás». Secreto de la Vida», ¡Cuán inútil era ya pa
«T e lo prom eto», contestó ella con un ra mí! En efecto, ¿qué significa la Vida
murm ullo, suave como un suspiro. si el Am or es falso?
Continuaron avanzando en esa actitud El sol enviaba sus brillantes rayos a tra
de verdaderos enamorados, y, cuando es vés de los tupidos arbustos entrelazados
tuvieron cerca de mí, me les interpuse en encima de mí, y los pajarillos trinaban ale
su camino para que Rafael Santóris al m e gremente. Pero tanto la belleza del paisaje
nos me viese, y supiera que yo me había como el armonioso cantar de éstos no lla
aventurado, por su amor, a someterme a maban m i atención. Concentrábase única
tan duras pruebas en el Castillo de Asélzion, mente m i pensamiento en que el amante
y que hasta ese momento había triunfado que había declarado amarme con amor eter
en ellas. no, no me amaba más!
Con el corazón angustiado, lo vi aproxi ¡Parecióme desolado el mundo, y el Cielo
marse; sus ojos azules miráronme con indi mismo careció para m í de interés! ¡Mi único
ferencia, y en sus labios se dibujó una fría deseo era morir, y nada más que morir!
sonrisa. Su hermosa acompañante m e m iró En seguida principié a caminar lentam en
como a una extraña, y ambos, estrechamen te, con dificu ltad; mis miembros estaban
te unidos, siguieron su marcha hasta per lánguidos y había perdido en absoluto m i
derse de vista. valentía. Si hubiera podido encontrar el
Aun cuando lo hubiese intentado, no me camino para llegar hasta Asélzion, le ha
habría sido posible articular una sola pa bría dicho: « Es suficiente! ¡No necesito
labra. M i impresión fué tal que m e hizo en conocer ni el secreto de la vida ni el secreto
mudecer. ¡Las pruebas habían sido inú de la juventud, desde que el Amor me ha
tiles, pues Rafael Santóris había encontra abandonado!»
do otro espíritu fem enino que someter a Luego comencé a pensar más coherente
mente. Hacía poco, había escuchado voces
su influencia!
detrás de una pared que afirmaban la
Aturdida, avergonzada, con m i cerebro
muerte de Rafael Santóris, ahogado en su
lleno de confundidos pensamientos, pro
propio yate «lejos de Armadale, en Skye».
curé caminar unos cuantos pasos. El suelo
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Si esta aseveración era efectiva, ¿cómo ha gustia. Parecíame haber sido poseedora
bía podido él llegar hasta allí? En vano me hasta entonces de una joya de inestimable
repetía a m í misma una y otra vez esta m is valor cruelmente arrebatada por el Destino.
ma pregunta, hasta que acumulé la fuerza Meditando todavía en solitaria tristeza,
suficiente para recordar que el Amor, el principié a reflexionar acerca de la extra
verdadero Am or, jamás cambia. ¿Debía yo ña casualidad que me había llevado a aquel
creer en el Am or de m i amado, o dudar de paraje, sin pensar jamás que toda aquella
él? ¡Tal era el punto sometido a m i consi aventura pudiera ser el resultado de algún
deración! Pero, ¿no tenía yo el testim onio plan preconcebido.
de mis propios ojos? ¿No era yo misma tes Un ruido de pasos lentos llamó m i aten
tigo de su espíritu versátil? ción. Vi a un hombre anciano que se en
Absorta en estas tristes meditaciones, caminaba hacia m í apoyado en el brazo de
divisé un asiento rústico bajo uno de los una m ujer de graciosa y arrogante aparien
árboles más umbrosos. Sentéme en él, y cia. La mirada de ambos personajes era bené
noté que m i atribulado espíritu se tranqui vola, e inspiraba confianza a primera vista,
lizaba gradualmente. ¿Por qué, m e pregun y los observé venir con una especie de segu
taba yo, había sido llevada tan repentina y ridad en que ellos podrían tal vez explicar
tan forzadam ente a ese sitio sin m otivo m i presente dilema. El venerable aspecto
alguno, al parecer, salvo para que viese a del anciano m e atraía de un m odo m uy
Rafael Santóris en compañía de otra m ujer especial, y mientras se me acercaba, y al
a quien parecía preferir antes que a mí? ver que evidentemente tenía intención de
Debía ello establecer alguna diferencia en hablarme, levantéme de m i asiento y avan
m i amor hacia él. En amor, si el amor es cé uno o dos pasos para encontrarlo. In cli
amor verdadero, si el amor es recíproco, la nó su cabeza cortésmente y me sonrió con
fe y la deslealtad jamás pueden ser poten aire grave y compasivo.
cias iguales; son términos que se excluyen «Celebro m ucho», dijo en tono fam iliar,
total y absolutamente: la deslealtad en al «que no hayamos venido demasiado tarde.
go, significa falta de fe en todo. Si la felici Tem íam os, ¿no es verdad?—aquí m iró a su
dad de aquel a quien yo amaba era obteni compañera a fin de que confirmase sus pa
da por otros medios ajenos a m i persona, labras—temíamos que hubieras sido irre
¿debería yo codiciarla? m isiblem ente víctim a de algún engaño án-
A pesar de todo, m i corazón padecía en tes de que pudiésemos venir en tu rescate».
esos instantes de amarga y desolada an «¡Ay! Eso habría sido terrible!», exclamó
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la m ujer con acento de profunda conmise ducta, y que realizas tus propios deseos;
ración. pero, en realidad, no eres sino esclava de
Completamente aturdida, dirigí una m i Santóris desde que lo conociste. Eres un
rada a ambos. Hablaban de rescate. ¿Res mero instrumento suyo». Y se volvió al an
cate de qué? «Irrem isiblem ente víctim a de ciano con ademán suplicante: ¿«No es ver
algún engaño». ¿Qué significaba esta frase? dad?».
Desde que había visto a Rafael Santóris en El anciano inclinó su cabeza en señal
compañía de una m ujer a quien llamaba de asentimiento.
«Am or m ío», habíame sentido casi inca Por un instante, un torbellino de ideas
paz de hablar; pero ahora recobré súbita invadió m i fatigado cerebro. ¿Sería verdad
m ente esta facultad. lo que ellos decían?
«N o os comprendo», dije con tanta clari Su aspecto era sincero y no demostraba
dad y tanta firm eza como me fué posible. objeción sino bondad al prevenirme un
«A qu í estoy por m i propio deseo, y no he daño futuro. Procure ocultar m i torturante
sido víctim a de engaño. ¿Por qué necesita ansiedad, y pregunté tranquilam ente:
ría ser rescatada?». «Si tenéis suficiente m otivo para afir
El anciano movió su cabeza compasiva mar lo que aseveráis, ¿qué me aconsejáis
mente. hacer? Si estoy en peligro, ¿cómo puedo es
«¡Pobre niña», dijo.— «¿No te encuentras capar de él?
prisionera en el Castillo de Asélzion?». La m ujer me observó con curiosidad, y
«En virtud de m i propio consentimiento», sus ojos brillaron con repentino interés.
contesté. Su venerable compañero contestó m i pre
Levantó sus manos el anciano en una es gunta :
pecie de suplicante asombro. «Por ahora, es muy fácil escapar. Te
«No es así», profirió la m ujer, sonriendo bastará seguirnos para llevarte fuera de
tristemente. «T e encuentras en un grave este bosque y conducirte a un sitio seguro.
error. Estás aquí por la malvada voluntad En seguida, puedes volver a tu casa y olvi
de Rafael Santóris, un hombre que no ten dar . . .
dría rem ordim iento en sacrificar cualquie «¿Olvidar qué?», le interrum pí.
ra existencia para probar sus locas teorías! «Toda esta tontería», contestó con bené
Te encuentras bajo su influencia, tú, po vola seriedad. «Esta idea de vida eterna y
bre criatura, tan fácil de ser engañada! de amor eterno que el artificioso brujo
Piensas que sigues tu propia línea de con Rafael Santóris ha inspirado a tu m uy sen-
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siguiese. Su aspecto tenía algo de impera- * de poder. Por m í valientes corazones han
tivo que me im pelía a obedecer. Entramos sido destrozados, y brillantes espíritus han
a la pequeña embarcación. Recorrimos la sido condenados a la desesperación! ¡Soy
obscura superficie durante un tiempo que nada más que una som bra; pero el mundo
me pareció largo, hasta que comencé a cree que soy una substancia. No soy sino
sentir extraños sonidos de lamentaciones y un aliento pasajero; pero los hombres me
conmovedores gritos de súplica. En segui consideran como una estrella fija!».
da, destacáronse en medio de aquella lo «¡Y o soy el Fantasma del Orgullo!», decía
breguez algunas pálidas figuras luminosas una tercera voz. Por m í la humanidad es
que en cierto modo parecían tener form a cala las alturas de la ambición. Por m i cau
humana. sa, reyes y reinas ocupan tronos vacilantes
«¿Qué son éstos?», murmuré. y se rodean de guardias, pompa y m ajes
M i compañera me tom ó una mano como tad. Por m í los hombres m ienten y dañan
para fija r m i atención. a sus semejantes. Por m í son destruidos
«iEscucha!», contestó. muchos hogares que deberían ser felices.
Y poco a poco, de entre aquel clamor de Por m í se dictan falsas leyes, y la maldad
llantos y doloridas quejas, oí voces que pro triunfa sobre el bien. No soy sino una som
ferían cosas distintas. bra; pero el mundo me considera como un
«¡Y o soy el Fantasma de la Riqueza», de Sol! Soy nada más que un efím ero rayo de
cía una. «¡Por m í los hombres y las naciones luz; no obstante los hombres me toman por
se lanzan a la destrucción! ¡Por m í sacrifi un día esplendoroso!».
can la felicidad y se desvían del camino que Algunas otras voces escuché en torno mío,
conduce hacia Dios! ¡Por m í se engaña a la y, soltando la mano de m i compañera, p ó
inocencia, y se sacrifica el honor. No soy si seme de pie en el bote, y grité:
no una sombra; pero el mundo me sigue «¡Todos vosotros sois únicamente fan
ansioso como si yo fuese una luz. Soy única tasmas! Decidme, ¿dónde está el Amor?».
mente un áureo polvo terreno, y, no obs
tante, los hombres m e consideran como un Cesaron las voces. Las extrañas figuras
resplandor del Cielo!». movedizas se desvanecieron más y más has
«¡Y o soy el Fantasma de la Fama!», decía ta desaparecer en la obscuridad, y una luz
otra. «¡M e presento con música y dulces dorada y maravillosa comenzó a brillar en
promesas. Floto ante los ojos del hombre, medio de aquella escena de desolación.
pareciéndole un Angel. Hablo de triunfo y «Hemos estado soñando», dijo m i com
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dad ».
Me sonreí. De súbito, invadió m i sér una m ar; mas, muy pronto, recobrando valor y
doble sensación de fuerza y de autoridad. tranquilidad, comencé a pensar en que tal
«¡M e indicaste que mirase por últim a vez vez aquella aventura había sido preconce
m i sueño de Am or!», dije, «no obstante de bida y realizada como una prueba de m i
que sabías que eso era imposible, pues el fortitu d y de m i fe.
Am or no es un sueño!». ¿Había yo fallado en esta prueba? Se
El dorado brillo se hizo más y más inten guramente que nó, por cuanto no había
so hásta convertirse en un perfecto resplan dudado ni de la verdad de Dios ni del poder
dor, y nuestro bote deslizábase ahora so del amor. Sólo una cosa m e preocupaba en
bre un mar am pliam ente iluminado. Co grado sumo: el recuerdo de las voces tras
m o si se tratase de una visión, la extraña una pared, voces que habían hablado de la
figura que dirigía su rum bo se tornó lu m i traición y muerte de Rafael. No podía yo
nosa, y el negro velo cayó dejando su rostro librarme de la ansiedad que ellas habían
despertado en m i espíritu, aun cuando ha
en descubierto. Ojos de Angel me miraron.
bía procurado resueltamente no ceder ante
Labios de Angel me sonrieron. En seguida,
ningún sentim iento de tem or o de sospecha.
encontróme repentinamente sola en la pla
Sabía que, después de todo, son las voces
ya de una pequeña bahía, azul como un del mundo las que ocasionan mayor daño
zafiro, que reflejaba el color tam bién azul al Amor, y que ni la pobreza ni la pena pue
de un cielo purísimo. La obscura extensión den cortar los lazos de afecto entre los aman
de agua que había parecido tan triste e im tes con tanta rapidez como la falsedad y la
pasable había desaparecido, y con mucho calumnia. Sin embargo, experimentaba yo
asombro de m i parte, reconocí la misma pla una vaga inquietud sobre el particular, y
ya cerca del jardín rodeado de rocas que se no podía recobrar m i perfecta tranquilidad.
extendía inm ediatam ente debajo de m i La puerta de la escalera espiral que con
cuarto de torre. ducía a m i cuarto en la torre permanecía
M iré en todas direcciones en busca de la abierta, y m e aproveché de este tácito per
m ujer que había estado conmigo en el bo miso para volver allí. Encontré todas las
te, del bote mismo y de su extraño guía; cosas como las había dejado; pero, al bus
pero no había de ellos la menor huella. car la misteriosa y pequeña cámara tapi
No podía imaginarme hasta dónde ha zada con purpúrea seda, donde yo había
bía yo vagado en aquel pavoroso y negro comenzado a leer el libro titulado «El Se
creto de la Vida», un libro que durante to
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da m i extraña aventura había procurado sobre la mesa el libro «El Secreto déla Vida»
guardar siempre conmigo, noté con sor Abrílo nuevamente al azar y leí el siguiente
presa que había desaparecido. Las paredes párrafo:
del cuarto eran sólidas, y en ninguna parte «Una vez que poseáis el inestimable te
soro del Amor, recordad que todos los es
se veía la menor huella de abertura.
fuerzos posibles serán puestos en práctica a
Tom é asiento al lado de la ventana, y
fin de arrebatároslo. Nada envidia tanto el
principié a reflexionar acerca de m i situa
mundo como un alma feliz.
ción. Ante mis ojos aparecía el mar, tran
«Los que han sido vuestros amigos más
quilo, iluminado por la amplia radiación
queridos se volverán contra vosotros, por
de un sol brillante y majestuoso. ¿Había
que poseéis una dicha de que ellos no par
estado yo ausente por mucho tiempo de
ticipan; se unirán con vuestros enemigos
este cuarto? No podía decirlo. El tiem po pa
para haceros descender de la altura de vues
recía no existir para mí. M i único deseo,
tro Paraíso; vuestros más tiernos senti
m i única preocupación, era saber si Rafael mientos serán desdeñados y ridiculizados;
Santóris vivía aún, y si aun poseía yo el venenosas mentiras y crueles calumnias
tesoro de su amor. En caso de haberlo per circularán con relación a vuestra persona,
dido, ni Dios m ism o podría consolarme, y todos estos vedados arbitrios tendrán por
ya que se habría roto m i esencial lazo de único fin sumergiros en la obscuridad y en
unión con las cosas divinas. el caos, a fin de que no continuéis en el
Poco a poco invadióme una suave quietud, círculo de luz. Si queréis manteneros firmes,
y principió a disiparse la nube de abatim ien debéis permanecer valientem ente dentro
to que se cernía sobre m i espíritu. Recordé del torbellino de bajas pasiones que se fo r
m i reciente experiencia con el anciano y ma en torno vuestro; si deseáis conservar
la mujer que habían procurado rescatarmet la tranquilidad de vuestra Alma, debéis
como ellos decían, y cómo cuando, en mantener en su sitio el fiel de la balanza.
frenética desesperación, yo había llamado Los radiantes e inmortales átomos que cons
«¡Rafael, Rafael!», habían ellos desapa tituyen vuestro cuerpo y vuestro espíritu,
recido al instante y dejádome absoluta deben estar bajo vuestro directo control y
m ente libre. Sin duda alguna, era ésta una completa organización, como un ejército
prueba suficiente de que yo no había sido bien disciplinado; de lo contrario, las fuer
olvidada por quien había profesado amarme zas desintegrantes puestas en juego por
por toda la eternidad. las influencias malignas de quienes os ro-
Al entrar a m i cuarto, yo había colocado
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Cada átomo del cuerpo debe estar en orden cosa viva debe vivir para siempre. Cada cosa
a fin de que pueda trabajar saludablemen viva ha vivido siempre. Lo que se llama
muerte es, por ley eterna, imposible. La
te y sin confusión. En seguida, es fácil al
vida está cambiando perpetuamente de
canzar lo que se desea. Nada en el Universo
formas, y cada cambio lo llamamos «m u erte»
puede resistir la fuerza de una fija y perse
porque a nosotros nos parece una term ina
verante resolución; lo que realmente bus
ción de la vida, siendo que es simplemente
ca el Espíritu debe, por ley eterna, conce
una renovada actividad. Cada alma aprisio
dérsele, y lo que el cuerpo necesita para rea
nada hoy día en forma humana ha vivido
lizar los mandatos del Espíritu le será igual
antes en form a humana, y cada rosal que
m ente concedido en virtud de esa misma
hoy florece ha florecido también antes en
ley eterna. La fuerza que emana de la luz
este mundo. El espíritu de cada individuo
solar, del aire y de las cosas ocultas del es
conserva su individualidad y, hasta cierto
pacio se encuentra en continua renovación;
punto, su memoria. Durante su período
y todo en la Naturaleza está dispuesto a se
de desarrollo únicamente le es permitido
cundar al Alm a resuelta en la realización
recordar m uy pocos de los m illones de inci
de sus aspiraciones. Nada hay en el círculo
dentes y episodios que están almacenados
de la Creación que pueda resistir su influen
en su cerebro psíquico. Cuando ya alcanza
cia. Exito, riqueza, triunfo sobre triunfo,
la m ayor altura de capacidad espiritual,
acompañan siempre a todo sér humano
y es bastante fuerte para ver, conocer y en
que diariamente pone su casa en orden;
tender, sólo entonces será capaz de recor
a quien nada puede desviar de su fijo inten
dar todo desde el principio. Nada puede ser
to; a quien ni la malicia, ni el desprecio,
jamás olvidado, puesto que el olvido im plica
ni la tentación pueden alejar del curso que
desgaste, y no puede haber desgaste en la
se ha señalado, y que resiste a la malevo
sabia estructura del Universo. Cada pen
lencia y a la calumnia. Porque el Espíritu
samiento es guardado para usarlo; cada pa
de los seres humanos es en su mayor parte
labra, cada suspiro, cada lágrim a es recor
como las movedizas arenas del mar, y sólo
dada. La vida misma, en nuestro lim itado
gobierna su propio universo quien consigue
conocim iento de ella, puede ser continuada
establecer el Orden en medio del caos».
por largo tiem po en nuestro planeta si usa
mos los medios que se nos han dado para con
«V ID A ETERNA.
servarla y renovarla. La conservación y pro
longación de la existencia terrena era fácil
«La vida es eterna. No puede morir. Cada
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Otro suspiro de perfecta felicidad se es «D ecidm e», murmuré, «¿he fracasado?».
capó de mis labios, y estiré perezosamente Asélzion apretó ligeram ente m i mano
mis brazos como quien acaba de pasar por como para envalentonarme.
un estado de larga y calmante som nolen
«N o,» respondió. «Casi has triunfado del
cia. Mis sensaciones eran ahora exquisitas todo».
en grado sumo; una fresca y radiante vida
parecía circular por mis venas. El cuarto ¡Casi, Unicamente «casi»! M uy asombrada,
en que me encontraba era nuevo para mí. recostóme otra vez en el lecho. Asélzion
El hermoso colorido de su interior, y la pro permanecía a m i lado en absoluto silencio.
fusión de fragantes flores que lo ador Después de un breve instante, la tensión
naban, hacíanme la impresión de encon del suspenso llegó a ser insoportable.
trarm e en un relicario, por decirlo así, «¿Cómo he escapado?», pregunté. «¿Quién
ubicado en el centro de un pequeño tem me salvó en m i caída?»
plo de belleza. No sentía deseos ni de m o Asélzion sonrió gravemente.
verme ni de hablar. Toda preocupación, «De nada has tenido que escapar», con
toda dificultad, había desaparecido de m i testó. «Y nadie te ha salvado porque no has
espíritu, y yo m iré a Asélzion como so estado en peligro».
ñando, mientras acercaba una silla para «¡No en peligro!» exclamé con asombro.
sentarse al lado de m i lecho. En seguida, «¡Nó, excepto de ti m ism a!»
tom ándom e una mano, examinó m i pulso Y o lo m iré llena de terror. El, por su par
con un aire de suma atención. te, m e dirigió una bondadosa y tranquili
Sonreí nuevamente. zadora mirada.
«¿Todavía late m i corazón?», pregunté, «¡Ten paciencia!», dijo en tono suave.
recuperando m i facultad de hablar. «Con «Todo te será explicado a su debido tiempo.
seguridad se ha ahogado en el m ar». Mientras tanto, este cuarto es tuyo por el
Manteniendo aún tomada m i mano, resto de tu permanencia aquí, que ahora
miróme Asélzion con fijeza. no será de larga duración. He ordenado
«N i el miedo por las aguas tormentosas traer tu equipaje desde el cuarto de prueba
ha podido extinguir el am or», dijo suave en la torre, de manera que no serás m oles
mente. «Querida niña, tú has comprobado tada nuevamente por sus escénicas trans
esa verdad». form aciones». Aquí sonrió una vez más.
Incorporándome en m i lecho, estudié «T e dejaré a fin de que disipes los terrores
su grave rostro con viva atención. porque has pasado con tanta valentía. Des
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las presionó con suavidad. En seguida, deados por ondas de pensamientos que
acercó una silla y sentóse al frente m ío. Su fluyen de sus propios cerebros y de los ce
rostro expresaba cierta gravedad, y, al d i rebros de aquéllos que los rodean; y esta
rigirm e la palabra, lo hizo de un modo len es la razón por qué si ellos no son suficien
to y suave. tem ente fuertes para encontrar y m ante
«¡Tengo mucho que decirte!», exclamó; ner el equilibrio de sus almas, son influen
«pero seré tan breve como pueda. Has ve ciados por costumbres y maneras de pen
nido aquí a experimentar ciertas pruebas sar que jamás habrían sido suyas si hubie
psíquicas, y has pasado por ellas con todo ran podido mantener intacto el ejercicio
éxito; por todas, excepto la últim a. Sobre de la propia voluntad. Si un alma puede
esto hablaremos más adelante. Por ahora, resistir las impresiones ejercidas sobre ella
estás bajo la impresión de haber pasado por por fuerzas extrañas; si puede permanecer
ciertos episodios de más o menos penosa e sola, libre de obstáculos, ante la luz de la
intrincada naturaleza. Así ha sido; pero Divina Im agen, únicamente entonces ha
no en la form a que tú piensas. Nada abso brá adquirido el dom inio sobre todas las
lutam ente te ha ocurrido, salvo en tu es cosas. Pero conseguir esta situación es tan
píritu. Tus aventuras han sido de una na difícil que, por regla general, resulta im
turaleza exclusivamente m ental: la acción posible. Las influencias extrañas se dejan
de varios cerebros que operaban con el tuyo, sentir por todas partes en torno nuestro;
y te compelían a ver y oír lo que ellos de hombres y mujeres con grandes y nobles
seaban. ¡Vamos; no te alarmes tanto!», propósitos en la vida son obligados a de
exclamó al observar que yo m e ponía de sistir de sus intenciones mediante la des
pie y profería una interjección involunta alentadora influencia que sobre ellos ejer
ria. «T e explicaré todo claramente, y pronto cen sus am igos; valientes empresas son
lo entenderás». obstaculizadas por la sugestión de temores
Hizo una pausa, y yo tom é asiento otra que en realidad no existen, y el diario de
vez al lado de la ventana, m uy sorprendi rroche y pérdida de fuerza psíquica que se
da, en maravillada expectación. efectúa por la acción disturbadora de las
«En este m undo», continuó con len titu d, ondas cerebrales de los demás, bastaría
«n i el clim a, ni el natural circunam biente para convertir el mundo en un perfecto
afectan tanto al hombre como las influen Paraíso si fuesen encaminadas a este fin ».
cias que sobre él ejercen sus semejantes. Asélzion detúvose un m om ento; luego,
En realidad, los seres humanos viven ro m irándom e fijam ente, continuó:
6.—C astillo
— 162 — — 163 —
«Es innecesario decirte que tú has vivido no han existido, salvo en tu espíritu. Cuan
antes en este planeta, y que en varias oca do te conduje a tu cuarto en la torre, te
siones has sido puesta en relación con la sometí a m i influencia y a la de otros cuatro
otra predestinada m itad de ti misma, esa cerebros que actuaban en conjunción con
Alm a de Am or que, después de buscarla el m ío. Tom am os entera posesión de tu
ciegamente, has rechazado al encontrarla, mentalidad. La prueba consistía en ver
no por acto propio, sino simplemente a si tu alma podía mantenerse firm e y ven
causa de haber cedido a las influencias cer nuestras sugestiones. A primera vista,
ejercitadas sobre ti. Ahora, en esta faz podrás creer que hemos recurrido a un
posterior de tu existencia, se te ha presen m ero juego para nuestro exclusivo entre
tado otra ocasión, otra oportunidad. Es tenim iento; pero no es así. Hemos procu
m uy posible que si no hubieras venido a rado sencillamente poner en práctica la
mí, hubieras perdido una vez más tu eterna más poderosa lección en la vida, a saber,
dicha, y ha sido esta consideración la que LA RESISTENCIA Y CONQUISTA DE LAS
me ha hecho recibirte, aún contrariando INFLU ENCIAS EX TR AÑ AS, que consti
las reglas de nuestra Orden. Tu prueba tuyen las fuerzas más perturbadoras y ener
habría sido más larga si no hubieras reali vantes con que tenemos que luchar».
zado por ti misma el atrevido avance al Principié a comprender con claridad la
entrar en nuestra capilla. El brillo de la enseñanza de Asélzion, de manera que yo
Cruz y Estrella te condujo, y tu alma obe seguía escuchando sus palabras con viva
deció a la atracción de su principio funda y creciente atención.
mental. Si te hubieras opuesto a su designio «T e basta m irar a tu alrededor en el
mediante dudas y temores, tu aprendizaje m undo», continuó, «para comprender la
habríase retardado por mayor tiempo. Pero verdad de m i aserto. Diariamente puedes
diste el prim er paso con extraordinaria va encontrar alguna alma cuyo poder de triu n
lentía; lo demás es comparativamente fá fo en la vida sería extraordinario si no fuera
cil». por las influencias restrictivas ante las
Detúvose de nuevo, y en seguida prosi cuales ella se deja arrastrar y sucumbir.
guió: ¡Cuán a menudo oyes decir de un hombre
«Y a te he dicho que te encuentras bajo o de una m ujer de brillante genio que se
la impresión de haber pasado por ciertas torna incom petente a causa de las influen
aventuras o episodios que en cierto modo cias adversas que reciben de los demás.
te han aturdido y acongojado. Estas cosas ¡Considera los miles de hombres errónea
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mente casados, cuyas propias mujeres e Iba yo a interrum pirle con una im pa
hijos matan en ellos todo sentimiento de ciente pregunta; pero un ademán suyo me
triunfo o de noble ambición! ¡Considera los significó que guardara silencio.
miles de mujeres a quienes se induce a «T u destino», continuó, «dentro de una
unirse con hombres cuya deficiente esti norma psíquica, que es la única actitud
mación por ellas las degrada hasta un nivel necesaria porque es la única actitud eterna,
desde el cual les es casi imposible levantarse! es el de que seas puesta en comunicación
Esta es la obra de las «influencias», corrien con la otra mitad de tu sér espiritual e in
tes magnéticas de otros cerebros que, ejer m ortal, lo que significa la posesión de un
ciendo su m aléfica acción sobre el nuestro, perfecto amor y de una perfecta vida. Y
ocasionan la mitad de los daños y tribula porque este es un don tan grande y tan
ciones del mundo. ¡Ni una alma en cien enteram ente Divino, se juntan las influen
m il tiene fuerza o valor para resistirlas! cias opositoras a fin de que el alma pueda
El hombre acostumbrado a vivir con su hacer su elección VO LU NTARIAM ENTE.
esposa quien, sin hacerle ningún otro daño, Por lo tanto, cuando yo y los otros herm a
simplemente mata su genio, por el mero nos cuyos cerebros actuaban con el mío
hecho de su contacto diario, no hará es te pusimos bajo nuestro poder, te im pre
fuerzo para levantarse de la apatía que le sionamos con las ideas que más influyen
ocasiona su influencia, sino que caerá en en el espíritu fem enino: dudas, celos, sos
pasiva inacción. La m ujer unida a un pechas y todos los temores que estas des
hombre que insiste en considerarla inferior graciadas emociones engendran. Te suge
a sí mismo, llega a convertirse en una mera rimos las ideas de traición y m uerte de
máquina doméstica, sin mayores designios Rafael Santóris; imaginaste oír voces pro
que los relativos al orden y manejo de los feridas detrás de una pared; pero no eran
asuntos caseros. El amor, la milagrosa
voces, sino únicamente una mera insinua
piedra angular de la existencia eterna, es
ción de voces en tu espíritu. Viste extraños
arrojado fuera del círculo de la Vida en
términos que la vida misma se cansa de su fantasmas y sombras que no existían, y
presente estado, y se apresura a buscar que te sugerimos nada más que para pre
otro estado de existencia más conforme sentarlos ante tu visión m ental. Vagaste
con su propia naturaleza. por lugares desconocidos, así te lo im agi
De ahí procede lo que llamamos vejez, y naste; pero, en realidad, jamás abando
lo que llamamos m uerte». naste tu cuarto!».
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ción espiritual que te perm ite manejar sometida al últim o terror. No creo que
cada cosa tan fácilm ente como has mane retrocederás ante él; espero que no. Deseo
jado esas flores. Tú puedes atraer los gér ardientemente que conserves tu coraje
menes de la salud y de la vida, y mezclarlos hasta el fin ».
y confundirlos con tu sangre, o puedes de M e aventuré a tocar su mano. «¿Y des
igual manera atraer los gérmenes de en pués?», pregunté:
fermedad y desintegración. De la luz solar «Después», contestó sonriendo, «la vida
puedes extraer nuevo combustible para tu con todos sus secretos, y el amor, estarán
cerebro y para tus nervios; del aire, el sus contigo».
tento complementario que necesites; de
las cosas bellas, su belleza; de las cosas sa
bias, su sabiduría; de las cosas poderosas,
su fuerza. Nada es capaz de resistir la ener
gía que irradia tu propio sér si recuerdas
COMO emplearla. En cada acto, esa ener
gía debe ser concentrada en un punto de
terminado* sin dispersarla ni perturbarla.
Mientras más se ejercite, más poderosa y
más subyugadora llega a ser. Pero jamás
olvides que esa energía debe ser puesta en
práctica dentro del creativo principio del
amor, no fuera de él».
Sentóme absorta y casi abismada «¿Y
esta noche?», pregunté con suavidad.
Asélzion se levantó de su silla, y m antú
vose un instante de pie, mostrando su
elevada y majestuosa figura. Luego replicó,
dirigiéndome una mirada de compasiva
benevolencia:
«Esta noche mandaremos en tu busca.
Te presentarás ante los hermanos como
quien ha experimentado la misma prueba
mental por que ellos están pasando. Serás
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era atraído como para absorberse en ella, cer con las cosas visibles de la Naturaleza
y que todo mi sér encontrábase en armonía podría igualm ente hacer con las invisibles.
con los torrentes de luz anaranjada que Una sensación de poder vibraba en m í (1):
inundaba el im ponente mar y la fecunda poder para mandar y poder para resistir;
tierra de aquel amplio panorama. poder para destruir toda vacilación, duda
En seguida me puse de pie y salí al jardín. o incertidum bre; poder que, al ser conec
Sentíame como un espíritu desencarnado; tado mediante las corrientes físicas y es
tan ligeros, libres y alegres eran mis propios pirituales con este planeta, la Tierra, y
movimientos, tan perfectamente al uníso con la atmósfera que lo envuelve, atrae
no con todas las cosas de la Naturaleza. El hacia sí todo lo que desea, y rechaza lo que
sol poniente me bañaba con su rojiza y no ha menester.
purpúrea magnificencia, y levanté mis ojos Al regresar lentamente a través del jardín
al Cielo, exclamando casi inconscientemen observé que, al inclinarme sobre alguna de
te: «¡Gracias a Dios por la Vida! ¡Gracias a terminada flor, ésta se levantaba hacia mí,
Dios por el Amor! ¡Gracias a Dios por todo como atraída por un imán. No sentía de
lo que la Vida y el Am or pueden ofrecerme!» seos de tom ar ninguna de ellas para m i
Una gaviota, en demanda de tierra, pasó exclusivo placer, como tampoco habría
volando sobre m i cabeza, profiriendo un podido m atar un pajarillo después de oír
suave graznido. Mediante un impulso re su melodioso canto. Una oculta simpatía
pentino, extendí una mano para tom arla: habíase despertado en m í para con estas
El esfuerzo tuvo éxito. Lentam ente, y como hermosas creaciones.
impedida por algún obstáculo que sentía, Cuando hube llegado una vez más a m i
pero que no podía ver, principió a dar vuel* cuarto,encontré la acostumbrada colación:
tas, en círculos descendentes y, por último,
frutas frescas, pan y agua, única clase de
se dejó apresar por mí. Mantúvela prisio alim ento de que se me perm itía disfrutar.
nera por un momento. M iróm e con sus Erame del todo suficiente, pues aun no
ojos de color rubí castaño que brillaban a había experimentado la sensación del ham
a la luz del sol. Luego la solté a fin de que bre.
volviese nuevamente a respirar el aire de
su propia libertad, y desapareció después de (1 ) L a filo s o fía d e P la tó n e n s e ñ a q u e e l h o m b r e , o r ig in a
describir uno o dos círculos más. Sentíme r ia m e n t e , g r a c ia s a l p o d e r d e la D iv in a I m a g e n d e n t r o d e s í
entonces como poseída de un feliz ensueño m is m o , te n ía in m e d ia t o d o m in io s o b r e to d a la N a tu r a le z a ;
p ero q u e p oco a p o c o p e r d ió e s ta fa c u lt a d p o r s u p r o p ia
al darme cuenta de que cuanto podía ha c u lp a .
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Luego principié a pensar cuánto tiem po sectarios quienes hablan de muerte, y los
habría yo estado de novicia en la casa de débiles de espíritu quienes hablan de edad.
Asélzion. No habría podido decir si días o El hombre que se deja hundir en decrepitud
semanas. Díme cuenta entonces de la gran y apatía nada más que porque trascurren
verdad de que el tiem po no existe con re los años, demuestra cierta debilidad m en
lación a las cosas del infinito, y recordé tal o espiritual que no puede vencer por
los versos de un antiguo salm o: acto de su propia voluntad; y la mujer
«A thousand ages in T h y sight que sufre al ver que su belleza decae y se
Are like an evening gone, m archita a causa de lo que ella o sus más
Short as the watch that ends the night queridas amigas gozan con llamar «edad»
Before the rising sun». m anifiesta estar desprovista de control
espiritual. El alma es siempre joven, y su
Y mientras mis pensamientos se desli propia radiación puede conservar la ju
zaban de esta manera, abrí el libro «El ventud del cuerpo en que habita. La vejez
Secreto de la Vida», y como en respuesta y la decrepitud sobrevienen a aquéllos para
a mis cavilaciones encontré lo siguiente: quienes el alma es un factor desconocido.
El alma constituye la única barrera con
«L A ILUSION DEL TIE M PO » tra las fuerzas desintegrantes que destru
yen las sustancias débiles o gastadas y
que preparan al cuerpo para el cambio que
«El tiempo no existe fuera de nuestro
la humanidad designa con el nombre de
planeta. La Humanidad cuenta sus años»,
«m u erte». Si la barrera no es bastante re
sus días y sus horas por el sol; pero más
sistente, el enemigo tomará la ciudad. Estos
allá del sol hay millones y trillones de otros
hechos son simples y verdaderos; de
soles más grandes, comparados con los
masiado simples y demasiado verda
cuales el nuestro resulta m uy pequeño.
deros para ser aceptados por el mundo.
En el espacio infinito no hay tiempo, sino
Las gentes van a misa, y piden a la divini
únicamente eternidad. Por lo tanto, el
dad que salve sus almas, mostrando en
alma, sabedora de que ella misma es eterna,
todas sus contumbres sociales y de gobier
debe asociarse con cosas eternas, y jamás
no una completa falta de creencia en cuan
contar su edad por años. Para su existencia
to a la existencia del alma misma. H om
no puede haber fin ; por consiguiente, ja
bres y mujeres fallecen cuando aun debie-
más envejece y jamás muere. Son los falsos
ornhaber vivido. Si examinamos la causa
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de sus muertes la encontraremos en su
de que ES obra, y como tal debe ser bien
manera de vivir. El amor propio y el egoís
ejecutada, y ningún trabajador debe im a
m o han muerto más seres humanos que
ginar que le es lícito desperdiciar las fuerzas
cualquiera otra plaga. La blasfemia de los
físicas y espirituales con que ha sido do
impostores y falsarios ha insultado la
tado. Porque no es permitido n i el derro
majestad del Creador mucho más que
che de tales fuerzas, ni la indolencia, ni
cualquiera otra form a de pecado. El sér el egoísmo. La actitud del egoísta es pura
humano que asiste a un ritual o ceremonia
desintegración: un microbio destructor que
en que no cree con sinceridad, nada más
desmigaja y desmorona todo su propio
que para seguir la costumbre social, se
sér, arruinando no sólo su cuerpo, sino
burla manifiestamente de su Creador; y
tam bién su alma, y causando frecuente
el sacerdote que gana su vida de un ritual
m ente verdaderos estragos en la misma
semejante está sencillamente comerciando
riqueza que ha sido tan ávidamente
con las cosas divinas. Es menester enseñar
guardada. Porque la riqueza es efímera
a los seres humanos que ellos viven no en
como la fama. Sólo el amor y el alma son
el tiempo sino en la eternidad; que sus
las cosas duraderas de Dios, los autores de
pensamientos, palabras y acciones son re la Vida y los reguladores de la Eternidad».
cordados m inuto a m inuto con toda exac Aquí term iné m i lectura. En seguida,
titud, y que cada individuo está en la obli dejando a un lado el libro, púseme a escu
gación de contribuir a la general belleza char. Música solemne y exquisitamente
y ornamento del divino plan de perfec armoniosa llegó a mis oídos desde la dis
ción universal. Cada hombre, cada m ujer, tancia. Parecía vibrar a través de la ven
debe dar de sí lo m ejor para conseguir ese
tana como en un dóble coro, levantándose
fin. El artista debe dar su más noble arte, desde el mar y descendiendo de los cielos.
no porque le proporcione ganancia o re
Desliciosas armonías tremolaban en el aire,
nombre sino por lo que debe a los demás suaves como la llovizna al caer sobre las
en cuanto al perfeccionamiento estético. rosas, y con su penetrante ternura, miles
El poeta debe ofrecer sus más elevados de sugestiones, miles de memorias vinie
pensamientos, no por buscar alabanza, ron hacia mí, todas ellas infinitam ente
sino por amor a la humanidad. El propio dulces. Principié a pensar en que si aun
artífice o artesano debe hacer su m ejor Rafael Santóris llegara a separarse de m í
y más resistente obra, no por el dinero que por cualquiera fatalidad o desgracia, ello
recibe en pago de ella, sino por el hecho no me afectaría demasiado mientras yo
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bía dado m i propia alma, que para m í era globo o en un aeroplano, y dirigim os nues
todo. tra vista hacia abajo, a una muchedumbre,
Cuando la obscuridad se hizo más pro todos los seres humanos que la com po
funda, una apacible luz difusa alumbró nen nos parecerán iguales: una masa
el cuarto, y pude notar que eran las pro obscura de pequeñas y movedizas unidades:
pias paredes las que brillaban en esta fo r Pero, al descender entre ellas, vemos cada
ma tan delicada. Toqué con m i mano la rostro y cada figura totalm ente diferentes,
pared más próxima y la encontré entera a pesar de haber sido creados con los m is
mente fría. Yo era incapaz de comprender mos principios materiales. Sin embargo,
cómo podría producirse aquella luz tan hay quienes argumentan y afirm an que,
hermosa; y mientras continuaba paseán aun cuando es muy marcada la indivi
dome, observando los graciosos y artísticos dualidad personal en cuanto a los cuerpos,
objetos que adornaban el cuarto, distin no existe personalidad individual en las
guí un caballete que sostenía un cuadro almas; que la Naturaleza se preocupa tan
cubierto con una cortina de terciopelo a la ligera del espíritu inteligente que ha
negro. Movida por la curiosidad, hice a un bita una form a mortal, que ella lim ita la
lado la cortina y m i corazón dio un repen individualidad a lo que está sujeto a cam
tino salto de alegría. ¡Era un retrato de bio, sin tom ar en cuenta lo que en él es
Rafael Santóris, admirablemente pintado! eterno. Esta hipótesis es absurda, ya que
Mirábanme sus grandes ojos azules, y una es el alma la que im prim e personalidad
sonrisa se dibujaba en su firm e y hermosa al cuerpo.
boca. El retrato entero me hablaba, y pare La personalidad individual de Rafael
cía preguntarme «¿Por qué motivo has Santóris, aun expresada en su retrato,
dudado?». Permanecí icontemplándolo du parecía la de un sér a quien yo hubiera
rante varios minutos, dándome cuenta de amado tiernamente durante largo tiempo.
lo que puede impresionar aún la im itada No había reservas en sus facciones, sino
presencia de un rostro amado. Y luego co únicam ente una adorable fam iliaridad. En
mencé a pensar acerca de cuán extraño es épocas remotas, en siglos que pueden esti
que jamás parezcamos en disposición de marse como meros días en el trascurso del
adm itir la insistente manifestación de la tiempo, su alma me había mirado con
Naturaleza en lo relativo a la personalidad amor por intermedio de sus bellos ojos
e individualidad. Si nos remontamos a azules. Reconocí su tierna, semi-suplicante
considerable altura en la barquilla de un y se m i-im perativa mirada, y su ligera son
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risa que tanto expresaba. Sentí que el es Obedeciendo a los impulsos de mi im a
forzado y ambicioso espíritu de este hom ginación, extendí ambos brazos hacia el
bre había buscado el mío para ayudarlo y retrato de m i amor, y llenáronse de lágri
completar el suyo, y que yo, sin compren mas mis ojos. Me sentí la más débil íde las
derlo, me había separado de él en la opor criaturas ante el súbito recuerdo de la d i
tunidad decisiva en que debíamos unirnos. cha que pude haber alcanzado largo tiempo
Una y otra vez estudié su retrato encareci atrás si yo hubiera sido oportunamente
damente, tan conmovida por su aspecto cuerda.
que me sorprendí hablándole con ternura, Una puerta abrióse con suavidad a mis
como en presencia de un sér efectivo: espaldas, y volvíme al instante en esa d i
«¿Te encontraré nuevamente?», m urm u rección. Era Honorio, el mensajero de Asél-
ré. «¿Vendrás a mí, o iré a ti? ¿Cómo nos zion. Lo saludé con una sonrisa, a pesar
encontraremos? ¿Cuándo podré decirte que de mis ojos llorosos.
eres m i único am or; el centro de m i vida; «¿Habéis venido a buscarme?», pregun
el verdadero manantial de mis mejores té. «Estoy lista».
pensamientos y acciones; el Dios de Honorio hizo una ligera reverencia.
m i universo de cuyo amor nace la luz «N o estáis enteramente lista», respon
y el esplendor de la Creación? ¿Cuán dió. Y al decir estas palabras puso en mis
do te veré otra vez para decirte lo que mi manos un vestido doblado y un velo. «D e
corazón desea expresarte? ¿Cuándo podré béis vestiros con esto. Os esperaré al lado
arrojarme a tus brazos, y vivir en paz, cons afuera».
ciente de haber ganado el pináculo de m i Cuando me hubo dejado sola, procedí
ambición en el amor de nuestra perfecta con toda rapidez a cambiar m i vestimenta
unión? ¿Cuándo pondremos nuestras vidas por la que Honorio me había traído, y que
én consonancia con esa cuerda sensible consistía en un largo vestido blanco algo
que deja oír sus armónicos sonidos dulce pesado, de suave seda, y un velo igualm ente
m ente por toda la eternidad? ¿Cuándo nues blanco que me cubría de pies a cabeza.
tras almas form arán una sola, pletórica de Term inada esta operación, la que realicé
luz, en que el poder y bendición de Dios en pocos minutos, toqué la campanilla que
vibren como fuego vivo, creando dentro de antes me había servido para llam ar a Asél-
nosotros la belleza, la sabiduría, el valor y zion. Honorio entró inm ediatam ente; su
la celestial felicidad? Necesariamente, este aspecto mostrábase grave y preocupado.
será nuestro fu tu ro; ¿pero cuándo?». «Para el caso de que no volváis a este
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cuarto», dijo con lentitud, «¿tenéis algún encontramos en nuestra marcha pudimos
mensaje, alguna comunicación que deseéis ver el cielo tachonado de estrellas. Llega
enviar a vuestras relaciones?». mos al espacioso hall donde jugaba la fu en
M i corazón dio un salto repentino. ¿Ha te, y lo encontramos iluminado con la
bría algún peligro efectivo reservado para misma extraña y penetrante luz que yo
mí? había notado en ocasión anterior. El her
«N o tengo», contesté sonriendo, después moso brillo, al caer sobre la fuente, hacía
de m editar un m om ento, y agregué en que el delicado follaje de los heléchos y
seguida: «Podré atender después por m í palmeras y los diversos matices de las flo
misma todos mis asuntos personales». res, semejasen en su conjunto algo así
Honorio me m iró con atención. Su hermoso como un sueño de hadas.
y austero rostro mostrábase grave hasta la Habiendo pasado el hall, seguí a Honorio
melancolía. por una estrecha galería. De repente me
«N o estéis tan segura», dijo en voz baja. encontré sola. Guiada por la armoniosa
«Aun cuando no me corresponde hablar, y solemne música del órgano, continué
debo deciros que pocos triunfan en la prue avanzando. Pronto observé un amplio to
ba a que pronto seréis sometida. Solamente rrente de luz que emergía por la puerta de
dos han pasado por ella en diez años». la capilla. Entré sin vacilar un instante.
«¿Y uno de esos dos fué . . . »? En seguida me detuve. El símbolo de Cruz
Por toda respuesta indicó el retrato de y Estrella resplandecía frente a m í, y por
Santóris, confirmando así m i instintiva todos lados hombres vestidos de blanco,
fe y esperanza. con sus capuchas echadas sobre sus espal
«¡No tengo m iedo!», exclamé, «y estoy das, permanecían en silenciosas filas. A qu e
ahora dispuesta a seguiros a donde quie- llos hombres mirábanme con sumo interés.
ráis lle v a rm e »... M i corazón latía rápidam ente; estreme
Sin hacer otra advertencia, volvióse y cíanse mis nervios. Yo temblaba al andar,
dirigió sus pasos hacia afuera del depar m uy agradecida por el velo que algo me
tam ento. ocultaba ante aquella m ultitud de ojos
Y o seguí tras él. Descendimos varias es que me miraban admirados, pero con be
caleras y pasamos por algunas galerías, nevolencia; ojos que mudamente me d iri
tristem ente alumbradas unas, otras con gían preguntas que jamás serían contes
m uy escasa luz. La noche había ya avanzado, tadas; ojos que parecían decir: «¿Por qué
y a través de una o dos de las ventanas que estás entre nosotros, tú, m ujer como eres?
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¿Cómo has vencido dificultades que nos tam ente, sin perm itirm e a m í misma ni
otros tenemos todavía que vencer? ¿Es or aun pensar en el peligro.
gullo o ambición de tu parte, o es amor?». ¡En seguida vi a Asélzion, a Asélzion
Sentí m il influencias que se ejercían a transfigurado en un sér de sobrenatural
m i alrededor; el poder de muchos cerebros belleza m ediante la radiación de la esplen
escrutaban en silencio m i espíritu como dente luz que lo envolvía!
si procuraran examinar a un testigo pre Con ambas manos me llamaba hacia él
sentado en defensa de alguna gran causa. y, al aproximármele, caí de rodillas. La
Con todo, resolví no ceder ante la abrumado música cesó repentinamente, y prodújose
ra nerviosidad y repentino sobresalto de m i un absoluto silencio. Aun cuando no podía
propia situación que amenazaba debilitar ver de un modo amplio, sentía que los ojos
el control de m í misma. Fijé mis ojos en el de todos los presentes se encontraban fijos
esplendoroso símbolo de Cruz y Estrella, en m í. Luego habló Asélzion:
y proseguí avanzando con lentitud. Sin «¡Levántate!», dijo con voz clara e im
duda, parecía yo una extraña criatura en perativa. «¡No es aquí donde debes arrodi
blanca vestimenta, como víctim a destinada llarte; no es aquí donde debes descansar!
al sacrificio, encaminándose enteramente ¡Levántate, y anda! ¡Has ido lejos; pero el
sola hacia aquellos ardientes y penetrantes camino es aún más largo! ¡La puerta de la
rayos de luz que envolvían toda la capilla ú ltim a prueba se encuentra abierta! ¡Que
en un brillo casi enceguecedor. El órgano Dios sea tu guía!».
dejaba oír aún sus potentes y majestuosos Levantéme, obedeciendo a su mandato.
acordes, y me pareció escuchar el canto de Un deslumbrante destello de luz hirió
lejanas voces que de ellos em ergía: mis ojos, como si se hubiese abierto el
Cielo. El resplandeciente símbolo de Cruz
«In to the Light, y Estrella se dividió en dos porciones sepa
Into the heart of the fire! radas, descubriendo algo parecido a un
T o the innermost core of the deathless hall de vivo fuego en que llamas de todos
fíam e. colores subían y bajaban sin cesar. ¡Era
I ascend, I aspire!». una especie de horno de fundición en que
todo debía ser consumido!
M i corazón palpitaba con extraordinaria M iré a Asélzion en silenciosa interroga
violencia; todos mis nervios temblaban. ción, y en respuesta igualm ente silenciosa
Sin embargo, continué avanzando resuel me indicó hacia la luminosa bóveda. Com
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prendí al instante, y, sin vacilar, avancé adelante con mayor valentía. Al principio
hacia ella. Como en sueños, oí una especie m e sentí bañada por delicados rayos de
de m urm ullo tras de mí, y reprimidas ex color topacio; luego, de hermoso color
clamaciones de los estudiantes y discípu violeta y sus diversos matices; en seguida,
los de Asélzion quienes en su totalidad se de celeste, semejante al colorido de un cielo
encontraban reunidos en la capilla; pero estival. Y mientras más avanzaba, más
no puse atención en todo esto, pues mi am plia y más brillante era la luz que me
alma estaba preocupada de la últim a prue envolvía. Sentíala penetrar por cada poro
ba a que debía ser sometida. Avancé paso de m i cutis, y, al observar mis manos, las
a paso, y al enfrentar a Asélzion murmuré vi transparentes en medio de aquellos finos
sonriendo: «¡Adiós! ¡Nos encontraremos rayos luminosos. En seguida, cobrando
otra vez!». valor, eché atrás m i velo, y respiré en m e
En seguida me encaminé hacia las llamas. dio de aquel resplandor como se respira al
Sentí su fuego en mis m ejillas. El aire aire libre. Tan liviano sentía m i cuerpo que
caliente levantaba mis cabellos a través m e parecía flotar en vez de andar. Las bri
de los pliegues de m i velo. Luego concebí llantes llamas se convirtieron pronto en
la idea de que por alguna u otra causa iba hermosas flores y hojas que se arqueaban
yo a experimentar el «Cambio que los seres sobre m i cabeza como ramas de frondosos
humanos llaman Muerte », y que por este árboles. Luego divisé a lo lejos una figura
medio encontraría a m i amado en otro como de ángel que m e esperaba con ojos
plano de vida; y con su nombre en mis la vigilantes y con los brazos extendidos.
bios y una súplica apasionada en m i co Aunque esta visión duró sólo un momento,
razón, me interné en el resplandeciente alcancé a darme cuenta de lo que ella sig
fuego. nificaba. Continué m i marcha con crecien
A l hacerlo, desapareció de m i vista Asél te empeño, deseosa de alcanzar al compa
zion, la capilla, y todos aquellos que ob ñero de m i alma quien me esperaba con
servaban mis m ovim ientos, y víme rodeada tierna paciencia. La luz en torno m ío se
por todos lados de penetrantes puntas de convirtió luega en ondas de intenso brillo
luz que, en lugar de chamuscarme y se que se precipitaron sobre m í como olas del
carme como una hoja desprendida por la mar, y m e dejé llevar por ellas sin saber
tempestad, hacíanme el efecto de una fresca a donde. De súbito, vi una elevada columna
y fragante lluvia que caía sobre mí. M uy de fuego que parecía interceptar m i ca
asombrada por esta circunstancia, seguí mino. Detúveme por un mom ento, y ob
7.—Cantillo
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servé que dicha columna se dividió en dos m ina nuestras blancas velas que luego se
partes para form ar la Cruz y la Estrella. rán plegadas; y nosotros, Rafael y yo, nos
En extremo maravillada, m iré hacia arriba; sentamos juntos, y vemos a la noche ex
sus resplandecientes rayos parecían pene tender en torno nuestro su tenue y obscuro
trar mis ojos, m i cerebro, m i propia alma! crespón. Unas tras otras, aparecen las es
En aturdida confusión, me lancé hacia trellas en el firm am ento como diamantes
adelante, exclamando: «¡Que este sea el bordados en terciopelo de negro color púr
fin !». pura; escuchamos el gentil murm ullo de
Alguien m e tom ó en sus brazos; alguien las olas que rompen al pie de un rocoso
me estrechó en su pecho, manteniéndome prom ontorio en la playa lejana, y la noche
así como si yo hubiera sido la más cara po pondrá térm ino a un día de paz yfelicidad,
sesión de su vida, y una voz infinitam ente uno de esos hermosos días que, como pro
tierna exclamó: cesión de ángeles, nos traen una nueva
«¡No el fin, sino lo infinito, querida mía! y cada vez más perfecta dicha!
¡Mía al cabo, y m ía para siempre, en triu n Ha trascurrido más de un año desde m i
fo, en victoria, en felicidad perfecta!». «Noviciado» en el Castillo de Asélzion,
Y entonces me di cuenta de que había desde que nosotros, Rafael y yo, nos arro
encontrado m i am or; que era el propio dillam os delante del Señor para recibir su
Rafael Santóris quien así me tenía en es bendición en nuestra unión perfecta. En
trecho abrazo; que yo había cumplido mi ese breve tiem po he perdido todos mis
deseo de probar m i fe ; que había ganado amigos y conocidos mundanos, quienes,
todo lo que me era menester en este m un puedo decirlo, han llegado a sentirse tem e
do y en el venidero, y que nada podría se rosos de m í porque poseo todo lo que el
parar nuevamente nuestras almas. mundo puede darme, sin su consejo y sin
su ayuda, y no sólo temerosos sino ofendi
*
*
*
dos por cuanto he encontrado al com pa
ñero de m i alma a quien ellos desconocen
en absoluto. Me consideran «perdida para
Escribo estas últimas palabras sobre el la sociedad», y no pueden imaginarse que
puente del Dream, al lado de Rafael. El sol m i pérdida es una verdadera ganancia.
se está poniendo majestuosamente en m e Mientras tanto, Rafael y yo, vivimos
dio de un resplandor rojizo. Vamos a anclar nuestra radiante y feliz vida en amplia
en aguas tranquilas. Una luz rosada ilu posesión de todo aquello que convierte la
— 196 — — 197 —
existencia en hermosa y apacible, sin de ción. No existe el perdón de los pecados,
sear cosa alguna que nuestras propias pues cada infracción de la ley moral lleva
fuerzas secretas no puedan sum inistrar en sí su propio castigo. No hay necesidad
nos. La riqueza es nuestra, uno de los más de plegarias, desde que cada justa aspira
pequeños dones que la Naturaleza otorga ción del alma le es concedida sin pedirla.
a aquellos de sus hijos que saben donde De lo que hay necesidad, y mucha, es de
encontrar sus inagotables tesoros; y go alabar a Dios y darle las gracias, ya que el
zamos tam bién de la perfecta salud que alm a vive y se perfecciona en la m agn ifi
acompaña siempre a la constante afluencia cencia de su Creador.
de una inextingible vitalidad. Ciertos actos
que conseguimos realizar pueden parecer Todo el secreto de la Vida Eterna y de la
«m ilagros» para los demás, de manera que Felicidad Eterna está contenido en la am
aún cuando aceptan ayuda y beneficio de plia posesión y control del Divino Centro
nuestra parte, ellos fruncen el entrecejo y de nosotros mismos, de esta llam a viva que
mueven sus cabezas ante la actitud que habita en nuestras almas y que debe ser
asumimos en cuanto a las hipocresías y DUAL para que sea perfecta, y que, una
vez perfeccionada, aconstituye una fuerza
convencionalismos sociales; pero, no obs
tante, podemos crear tales «influencias» eterna que nada puede resistir ni nada
en torno nuestro, que nadie llega cerca de puede destruir. Toda la Naturaleza arm o
nosotros sin sentirse más fuerte, m ejor y niza con su acción, y de la propia Natura
más contento, y este es el máximum que leza extrae su creciente energía y su per
se nos perm ite hacer en favor de nuestros petua subsistencia.
semejantes, ya que ninguno quiere oír ra Para Rafael y para m í el mundo es un
zones ni seguir consejos. La más fervorosa jardín del Paraíso, lleno de encantadora
alma que haya vivido en humana form a no belleza. Vivimos en él como una parte de
puede conducir a otra alma por el camino su encanto. Aprovechamos para nuestros
de la vida eterna y de la felicidad eterna propios organismos el calor de la luz solar,
si esta últim a rehúsa seguirla. Y es una el brillo de sus diversos matices, el dulce
verdad absoluta la de que cada hombre y canto de las aves, la fragancia de las flores
cada m ujer se form a su propio destino, y las exquisitas vibraciones del aire y de la
tanto en ésta como en la otra vida. Esta luz. Nuestras vidas suenan como dos notas
verdad es una ley inm utable que jamás armónicas en el teclado del In fin ito, y
puede experimentar la más ligera varia sabemos que esa armonía será más dulce
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nía suprema, trabaja por libertarla de las práctica, sin preocuparse de las - influen
substancias estériles, gastadas e inactivas. cias» que puedan ejercerse a fin de impedir
A quienes me pregunten cómo puedo m an su acción. Cada uno debe descubrir el
tener y guardar los tesoros de la vida, del equilibrio central de sus fuerzas vitales y
amor y de la juventud que la mayor parte adherir firm em ente a él. Este equilibrio
del género humano está perdiendo para determ ina la criatura inm ortal de cada
siempre, les contestaré que no puedo decir sér, cuyo destino es realizar eterno progre
más que lo que he dicho, y que la lección so y perfeccionam iento a través de inter
que todos deben aprender está contenida minables faces de vida, amor y belleza; y
en lo que he escrito. Es infructuoso discutir una vez conocida y aceptada la efectiva
con quienes ningún argum ento puede con existencia de este centro inm ortal, nos
vencer, o procurar enseñar a quienes no daremos cuenta de que con él todas las
desean recibir lecciones. cosas son posibles, salvo el cambio que
Nosotros, Rafael y yo, en virtud de la llaman «m u erte». Irradiando hacia afuera,
manera en que vivimos nuestra existencia, puede conservar indefinidamente la salud
podemos probar la efectividad del absoluto y la juventud del cuerpo en que habita,
dom inio del alma sobre todas las fuerzas hasta que en virtud de su propio deseo
elementales, materiales y espirituales. Todo busque un más elevado plano de acción.
cuanto habernos menester para nuestro Irradiando interiorm ente, constituye una
perfeccionamiento se nos otorga con sólo irresistible fuerza atractiva que conduce
pedirlo. La ciencia nos sirve como lámpara hacia sí las potencias y virtudes del planeta
de Aladino, proporcionándonos todas las en que habita, y que somete a su voluntad
dichas imaginables. Para nosotros el amor, y mandato todas las fuerzas visibles e in
considerado por muchos seres humanos visibles de la Naturaleza. Esta es una de
como la más variable y transitoria de las aquellas grandes verdades que el mundo
emociones, es el principio m ismo de la vida, niega, pero que está destinado a conocer
la esencia misma de las ondulaciones en lo futuro.
etéreas que ayudan a nuestra existencia.
Todos pueden alcanzar una felicidad se
m ejante a la nuestra; pero no hay sino un F 1N
medio de alcanzarla, y la clave de este m e
dio se encuentra en el alma del individuo.
Cada cual debe encontrarla y ponerla en