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Medicina Legal
Soluciones ................................................................................................................ 11
Hechos .................................................................................................................. 11
Referencias ............................................................................................................... 17
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Aspectos introductorios
Enrique Barros define al deber general de cuidado como “un concepto normativo pero
también típico, que responde a la manera como actuaría una persona razonable y diligente
atendida las circunstancias que se susciten” (Barros, pág. 16). Por otro lado, el penalista
CarlosTiffer hace referencia a éste término como “El cumplimiento del deber de cuidado
gira alrededor de dos aspectos: información y capacitación”(Tiffer, 1992). Para el
cumplimiento del deber general de cuidado se deben cumplir con ciertos criterios:
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6. Dar información continua al paciente y familiares sobre su diagnóstico, “A mayor
riesgo, mayor información”.
El deber general de cuidado del médico se fundamenta en la lex artis, definida como
“la buena práctica profesional de acuerdo a criterios generales admitidos por la profesión,
aplicada a cada caso particular, teniendo en cuenta factores como lugar, tiempo, persona,
circunstancias, etc. que se dan en cada paciente”(Tribunal Supremo de España, 11 de
marzo de 1991 y 26 de marzo 2004).
La lex artis no solo es aplicada en el caso médico, sino en otras actividades que
merezcan experticia y conocimientos técnicos. Por lo que este término busca determinar
un modelo de conducta necesaria para aquellas personas que por su labor o profesión
podrían desarrollar daños a terceros, y por tanto, su conocimiento debe mantener un
mayor cuidado y diligencia a la realización de su trabajo (Diez Picazo y Ponce de León,
pág. 97-98)1.
Vidal Olivares determina que “la diligencia del profesional no puede confundirse con
la simple diligencia del obrar cuidadoso, sino que es aquella obligada por la especialidad
de sus conocimientos y la garantía técnica y profesional que implica su intervención”
(Olivares, pág. 5). Bajo esta línea argumentativa, mientras más específica es la actividad
a realizar, el cuidado que se aplique va a ser mayor.
Si la LEX ARTIS significa el modo de hacer las cosas bien, la mala praxis supondría
no cumplir adecuadamente, salvo justificación razonada, con las reglas y preceptos
destinados a este fin. De acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, se define a
la negligencia como la falta de cuidado o la implicación de un riesgo para la persona que
los origina o para terceros, producida por la omisión de cálculos previsibles y posibles
(RAE, 2014).
1
Díez Picazo y Ponce de León determina que la importancia de la “pericia se convierte en un modelo
de conducta de necesaria observancia por quien posee determinados conocimientos o determinadas técnicas
o formas de destreza” (Diez Picazo y Ponce de León, pág. 97-98).
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médicos exigibles. Es importante destacar la imposible confusión de la negligencia con
la impericia y la imprudencia. Dado que la negligencia únicamente se da, cuando hay una
falta del cumplimiento de cuidado. La impericia tiene lugar cuando existe falta de
preparación experiencia, habilidad o conocimiento para realizar un actividad. Por otra
parte la imprudencia hace referencia al actuar de una persona temeraria, que aunque
conoce las posibles consecuencias de su actuar, lo realiza.
Para efectos de la médicina, el doctor, tras su mala práctica médica por la falta del
deber objetivo de cuidado tiene que ser responsable por el detrimento generado en su
paciente. Claro está, que en este caso se parte desde el supuesto en el que un doctor ha
actuado sin un buen manejo de su lex artis objetivamente. Pero, ¿Qué sucedería en el caso
que habiendo sido diligente en su actuar y práctica médica, se generó un perjuicio en el
paciente?
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Mala práctica médica: ¿Cómo se refleja en el procedimiento administrativo?
Así para sancionar a miembros del gremio médico, se aplica la ley administrativa
correspondiente: Ley Orgánica de Salud. En este régimen tienen jurisdicción, de acuerdo
al artículo para conocer, juzgar e de la ley nombrada imponer las sanciones previstas en
esta Ley y demás normas vigentes, el Ministro de Salud Pública, el Director General de
Salud, los directores provinciales de salud; y los comisarios de salud; mismas que
actuarán de oficio, por denuncia o informe para conocer y sancionar las infracciones
señaladas. Las denuncias se presentan en forma verbal o por escrito.
2
José Suay Rincón, “La potestad sancionadora de la Administración-en Comentarios a la LRJAP y
PAC”, (Consejería de Hacienda de la Comunidad de Madrid, Madrid, 1993), pág. 220.
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Las infracciones determinadas en esta ley se sancionarán con: multa, suspensión del
permiso o licencia, suspensión del ejercicio profesional.
Ahora bien, respecto del proceso en sí, no dista de uno normal en el cual se imponga
una sanción por el incumplimiento de tal o cual reglamento. Sin embargo, la principal
crítica que genera este sistema es que no brinda énfasis real en la reparación a la víctima.
El producto de las multas que se recauden por infracciones a lo dispuesto por la Ley
Orgánica de Salud y sus reglamentos, es utilizado en la respectiva jurisdicción en donde
se las impone, debiendo destinarlo para la atención y mejoramiento de los servicios de
salud de la respectiva dirección provincial. Es decir no se brinda reparación integral a la
víctima como sí funciona en la vía penal.
Pese a ello, debe denotarse que este procedimiento es seguido casi en su totalidad por
médicos o abogados con conocimiento de procedimientos de salud, por tanto se ofrece
una vía mucho más laxa, efectiva y especializada en cuanto a la imposición de sanciones
en temas de salud.
Por último cabe indicar que abrir el espacio a procesos penales, no hace más que
agrandar el poder punitivo del Estado, lo que en el nuevo marco constitucional, debe ser
eliminado o al menos disminuido.
3
Aguirre-Gas, H., & Zavala-Villavicencio, J., & Hernández-Torres, F., & Fajardo-Dolci, G. (2010).
Calidad de la atención médica y seguridad del paciente quirúrgico. Error médico, mala práctica y
responsabilidad profesional. Cirugía y Cirujanos, 78 (5), p.456.
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propone el concepto de mala práctica como la responsabilidad profesional derivada del
ejercicio inadecuado de la práctica profesional, por incompetencia, impericia, o
negligencia. Esta calificación corresponde a la autoridad competente, e idealmente
debería fundamentarse a través de expectativas e informes técnicos, el artículo 146 del
Código Orgánico Integral Penal es el que aborda la conducta en cuestión:
Artículo 146.- Homicidio culposo por mala práctica profesional.- La persona que al
infringir un deber objetivo de cuidado, en el ejercicio o práctica de su profesión, ocasione la muerte
de otra, será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años. El proceso de habilitación
para volver a ejercer la profesión, luego de cumplida la pena, será determinado por la Ley. Será
sancionada con pena privativa de libertad de tres a cinco años si la muerte se produce por acciones
innecesarias, peligrosas e ilegítimas. Para la determinación de la infracción al deber objetivo de
cuidado deberá concurrir lo siguiente:
1. La mera producción del resultado no configura infracción al deber objetivo de cuidado.
2. La inobservancia de leyes, reglamentos, ordenanzas, manuales, reglas técnicas o lex artis
aplicables a la profesión.
3. El resultado dañoso debe provenir directamente de la infracción al deber objetivo de
cuidado y no de otras circunstancias independientes o conexas.
4. Se analizará en cada caso la diligencia, el grado de formación profesional, las condiciones
objetivas, la previsibilidad y evitabilidad del hecho. 4
1) Necesidad social
No solamente se trata de una necesidad jurídica para habilitar una vía con la que se
pueda perseguir a los responsables, sino que existe una fuerte necesidad social de que
todo médico responda ante las autoridades de los daños y perjuicios ocasionados por las
faltas voluntarias, o involuntarias, pero previsibles y evitables, cometidas en el ejercicio
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Código Orgánico Integral Penal. Artículo 43. Registro Oficial Suplemento No.180 de 10 de febrero
de 2014.
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de su profesión5. Este es un punto complejo debido a la conmoción social que generaría
despenalizar la mala práctica, lo cual incluso desde una perspectiva de política pública
potencialmente crearía incentivos en reducir el nivel de diligencia de todos los
profesionales, no solamente de médicos.
2) Responsabilidad objetiva
3) Daños extrapatrimoniales
1) Denuncias injustificadas
5
M.S. Gisbert Grifo, A. Fiori. "Responsabilidad médica". Medicina Legal y Toxicología. Elsevier-
Masson (ed.) p.109.
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daño o, en el caso de haber un daño, devenga por razones extra médicas. Por ejemplo, es
el caso de un paciente que no es diligente en la preservación de su salud o que no sigue
un tratamiento a cabalidad. Claramente, aquí no se configuran los preceptos necesarios
para estar en el área de mala práctica, donde el médico ha proporcionado un servicio
adecuado, pero que no tiene control sobre la forma en la que el paciente cumplirá con sus
indicaciones. Además, algo que los denunciantes no toman en cuenta son los daños que
se provocan independientemente hacia el médico, a pesar de no ser responsable. La simple
denuncia genera un degrado crítico en la reputación del profesional quién, a pesar de estar
amparado por la presunción de inocencia, inmediatamente sufrirá daños por la
masificación del mundo mediático.
Como se aludió anteriormente, el artículo 146 del COIP no trata a todas las
profesiones de la misma manera. Las ocupaciones donde se puedan presentar casos de
mala práctica profesional que deriven en homicidio culposo son ínfimas, por lo que los
médicos son los más afectados y los operadores más fáciles de perseguir por este tipo
penal. Efectivamente, esto por sí mismo crea una presión permanente (e innecesaria) al
momento de ejercer la profesión, lo cual únicamente eleva los niveles de fracaso en
operaciones riesgosas y complejas, además de eliminar incentivos por atender
emergencias.
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penal cuando se toma en cuenta que según establece el COIP, este es un delito que
pertenece a la categoría de culposo, donde no se admite participación.
Artículo 43.- Cómplices.- Responderán como cómplices las personas que, en forma dolosa,
faciliten o cooperen con actos secundarios, anteriores o simultáneos a la ejecución de una infracción
penal, de tal forma que aun sin esos actos, la infracción se habría cometido. No cabe complicidad en
las infracciones culposas.6
¿Qué sucede en los procedimientos extensos y especializados donde el paciente
recibe atención de muchos médicos? ¿Cómo individualizar la responsabilidad?
Soluciones
Las posibles soluciones que se proponen en este trabajo se reducen a lo siguiente: una
cooperación entre el área jurídica y el área de la salud. Así como los expertos en medicina
no son expertos en derecho, aquellos estudiosos del derecho no lo son en la medicina. Por
esta razón, la técnica legislativa y los alegatos de los abogados son fundamentados en
cuestiones abstractas y valorativas con mucha frecuencia. Es así como se requiere la
inclusión de médicos para diferenciar qué es una mala práctica y qué no lo es.
Adicionalmente, se necesita una mayor intervención de peritos especializados en los
juicios, pues la medicina es un área gigantesca y no es viable encargar pruebas periciales
a médicos generales cuando se trata de una rama específica.
Hechos
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Código Orgánico Integral Penal. Artículo 43. Registro Oficial Suplemento No.180 de 10 de febrero
de 2014.
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De acuerdo a los moradores del sector, Francisco llegó a su casa en estado etílico.
Fue abordado por uniformados de la Policía Nacional quienes lo detuvieron por el
presunto robo de un retrovisor. En ese momento, él y un policía –hoy sospechoso-
tuvieron una riña y dentro de ese contexto vecinos relatan que escucharon al policía
amenazar con “irle a pegar a Yaguarcocha”, práctica bastante cotidiana –esperando que
ya no sea así- a las personas aprehendidas por este tipo de “autoridades” que ajustician,
golpean y maltratan sin juicio ni ley de por medio.
Ahora bien, en el mismo ámbito de la investigación por este crimen ahondan más las
irregularidades encabezadas y dirigidas por la Fiscalía General del Estado y la Policía
Judicial. Se esperaría que el trabajo de los médicos legistas y forenses sea en favor de
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conocer la verdad de los hechos y aportar a la investigación; aquí esto no sucedió. Cuando
el cadáver de Francisco fue encontrado, era necesario trasladarlo a la ciudad de
Esmeraldas a fin de que se realicen las pericias correspondientes, en razón de que Ibarra
no cuenta con un departamento de medicina legal y ciencias forenses. Una vez finalizadas
las experticias sobre el cuerpo, el 12 de diciembre de 2015, fue entregado a sus familiares
embalado herméticamente por la presencia de bacterias peligrosas, el médico legista
encargado Ángel N. y el disector, Leonidas F. se negaron rotundamente a dejar ver el
cuerpo. Pese a ello, y confiando en que nada raro sucede, la familia llevó el cadáver a
Colombia, tierra natal de Francisco.
A partir de este sospechoso suceso, el 7 de junio del 2017, se inició un proceso penal
por el delito de alteración de evidencias y elemento de prueba contra el médico legista
del Centro Forense de Esmeraldas Ángel N., y los auxiliares Leonidas F. y Sergio R. De
las investigaciones se obtuvo que la cabeza desprendida del cuerpo de Francisco se
encontraba en una gaveta del Centro Forense de Esmeraldas. Fue hasta septiembre del
2017 que la familia de Francisco recibió el cráneo por parte de la Fiscalía ecuatoriana y
fue trasladado de inmediato a la ciudad de Bogotá para una prueba de ADN que permita
cotejar la identidad del cráneo con la del joven.
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Bogotá sugirieron que se realice una prueba morfológica con el cuerpo de Francisco.
Recién este primer trimestre de 2018, la familia Cajigas Botina logró dar cristiana
sepultura a Francisco, como era el deseo de doña Carmen, su madre.
Ibarra también dijo que los testimonios de los peritos, así como el de los procesados
y las pruebas documentales demostraron la materialidad y responsabilidad del delito por
lo cual acusó como autor director al médico Ángel N. y al auxiliar Sergio R. y a Leónidas
F. como cómplices.
En su testimonio Sergio R. expuso al Tribunal que había sido él quien lavó la cabeza
de Francisco, y que posteriormente, por órdenes del médico legal guardó el cráneo en una
gaveta del Centro Forense. Además, contradijo la versión de Leónidas F. que aseguró no
haber participado en la autopsia y embalaje del cuerpo. Según Sergio, Leónidas sí
participó en las dos actividades.
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los magistrados se basó en que el cráneo “no fue sustituido por otro” y que en virtud de
que “era el mismo cráneo” no existió delito de alteración. Además, el juez ponente, dijo
que la Fiscalía no logró determinar la materialidad ni el nexo causal de responsabilidad
con los procesados y que los hechos simplemente pudieron constituir una “omisión
administrativa”, lo cual no puede ser juzgado por el Tribunal Penal. Frente a esta grave
falta de justicia, la Fiscalía apelará ante la Corte Provincial.
El delito por el que se persigue de forma general a los médicos legistas por acercarse
a un objeto pericial como es el cadáver es el “Art. 292.- Alteración de evidencias y
elementos de prueba.- La persona o la o el servidor público, que altere o destruya
vestigios, evidencias materiales u otros elementos de prueba para la investigación de una
infracción, será sancionado con pena privativa de libertad de uno a tres años”; delito que
no se configura con culpa (falta al deber objetivo de cuidado), sino dolo: designio de
causar un daño, que será directo.
Con la categoría del dolo directo, no se pueden abarcar todos los casos en los que el
resultado producido debe, por razones político-criminales, imputarse a título de dolo. Así,
cabe también hablar de dolo aunque el querer del sujeto no esté referido directamente a
ese resultado. Se habla entonces de dolo eventual. En el dolo eventual el sujeto se
representa el resultado como de probable producción y, aunque no quiere producirlo,
sigue actuando, admitiendo su eventual realización.
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periciales; siempre preservando su integralidad y evitando se entorpezca las
actuaciones de investigación.
El elemento subjetivo del tipo se configura cuando la retención del cráneo del Sr.
Francisco Cajigas y su constante negativa de mostrársela a los familiares e incluso de ser
puesto a disposición de Fiscalía que es quien acusa. Esta retención indebida genera
entorpecimiento del proceso en curso, deviniendo en una conducta que el legislador ha
decidido reprimir por el efecto negativo causado en el punir de accionares tan graves
como la ejecución extrajudicial, el homicidio o el asesinato.
La defensa podrá alegar que realmente la probabilidad es más lejana o remota, habrá
imprudencia consciente; sin embargo debe tenerse en cuenta que la probabilidad de dañar
el bien jurídico protegido en este caso se amplía cuando el sujeto activo tiene una aptitud
especial (profesional de tanatología), conoce que su pericia se realiza en un contexto de
muerte sospechosa y que el cadáver es alterado en su integralidad.
Al respecto y a modo de conclusión de este caso, se puede visibilizar que puede existir
responsabilidad para el médico legista. Sin embargo, esta no será –por lógica- la misma
que deviene de un delito que cause la muerte o lesiones, sino que buscará precautelar un
bien jurídico diferente: la investigación penal en sentido estricto.
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Referencias
Aguirre-Gas, H., & Zavala-Villavicencio, J., & Hernández-Torres, F., & Fajardo-Dolci, G.
(2010). “Calidad de la atención médica y seguridad del paciente quirúrgico”. Error
médico, mala práctica y responsabilidad profesional. Cirugía y Cirujanos, 78 (5).
Díez-Picazo, Luis (2008): Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial II: Las relaciones
obligatorias (Thomson Civitas, Madrid) 1092 pp.
Rodríguez Pinto, María Sara (2008): "La responsabilidad civil del proveedor en los contratos
de prestación de servicios", en Guzmán, Alejandro (edit.), Colección de Estudios de
Derecho Civil en homenaje a la Profesora Inés Pardo De Carvallo (Valparaíso, 2008).
Tiffer, C. Responsabilidad penal por mala praxis, Editorial Jurídico Continental, San José,
Costa Rica, 2008.
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