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Más allá o más acá de esa literatura que siempre hunde sus raíces en la realidad para
levantarse como un faro sobre el pasado y el porvenir, Mario Varga Llosa nunca ha
apartado la mirada sobre su país y su continente. Lo ha pensado, soñado, debatido y
reinventado. Ama con pasión su continente. Ha peleado con él, se ha reconciliado y lo ha
disfrutado. A continuación un ABC sobre América Latina extraído de su libro
Diccionario del amante de América Latina (Paidós). Pero antes, un extracto de lo que
ha escrito sobre dos personas fundamentales en su carrera literaria, como reconoció hoy
en Nueva York: su agente Carmen Balcells, y quien fuera su editor, Carlos Barral.
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Balcells, Carmen
Cuando la conocí, hace más o menos cuarenta años, llevaba en la cabeza un rodete de
señora buena y era tan sensible que la menor contrariedad la hacía llorar como una
Magdalena. (...) A poco de iniciar sus tareas al servicio de Seix Barral, la Mamá Grande
de Barcelona -llamada también, a veces, la agente 007- descubrió que la verdadera
función de una agente literaria no era representar a un editor frente a otros editores,
sino a los autores ante quienes los publicaban.
Barral, Carlos
Fue por Carlos Barral que conocí a casi todos mis amigos españoles de los años sesenta.
Él publicó mi primera novela, luchando como un tigre para que salvara el obstáculo de
la censura, me hizo dar premios, traducir a varias lenguas, me inventó como escritor.
América Latina
Los sesenta fueron años exaltantes. América Latina pasó de estar en el centro de la
actualidad gracias a la Revolución cubana y a las guerrillas y a los mitos y ficciones que
pusieron en circulación. Muchos europeos, norteamericanos, africanos y asiáticos veían
surgir en el continente de los cuartelazos y de los caudillos una esperanza política de
cambio radical, el renacimiento de la utopía socialista y un nuevo romanticismo
revolucionario. Y, al mismo tiempo, descubrían la existencia de una literatura nueva,
rica, pujante e inventiva, que, además de fantasear con libertad y con audacia,
experimentaba nuevas maneras de contar historias y quería desacordonar el lenguaje
narrativo.
Arequipa
La ciudad en la que nací, Arequipa, situada en el sur del Perú, en un valle de los Andes,
ha sido célebre por su espíritu clerical y revoltoso, por su juristas y sus volcanes, la
limpieza de su cielo, lo sabroso de sus camarones y su regionalismo.
Cultura latinoamericana
Chabuca Granda
A Chabuca Granda le pasó lo mejor que puede pasarle a una artista: el mundo que
inventó en sus canciones sustituyó al Perú real y es a través de aquél que se imaginan o
sueñan con la realidad peruana millones de personas en el mundo que no han puesto los
pies en nuestro país y que sólo han sabido del Perú a través de las composiciones de La
Fabuladora sentimental que fue la autora de La flor de la canela.
Fuentes, Carlos
Incas
La costa fue la periferia del imperio de los incas, civilización que irradió desde el Cuzco.
No fue la única cultura peruana prehispánica, pero sí la más poderosa. Se extendió por
Perú, Bolivia, Ecuador y parte de Chile, Colombia y Argentina. En su corta existencia de
siglo y medio, los incas conquistaron decenas de pueblos...Para mantener sometidos a
los pueblos que sojuzgaron, los incas se valieron de refinadas astucias, como apropiarse
de sus dioses y elevar a su aristocracia a los curas vasallos.
Lima
Conocí Lima cuando empezaba a dejar de ser niño y es una ciudad que odié desde el
primer instante, porque fui en ella bastante desdichado. Mis padres habían estado
separados y, luego de diez años, volvieron a juntarse. Vivir con mi padre significó
separarme de mis abuelos y tíos y someterme a la disciplina de un hombre severísimo.
(...) Dicen que el odio se confunde con el amor y debe de ser cierto porque a mí, que me
paso la vida hablando pestes de Lima, hay muchas cosas de la ciudad que me
emocionan. Por ejemplo, su neblina, esa gasa que la recubre de mayo a noviembre y que
impresionó tanto a Melvilla cuando pasó por aquí (llamó a Lima, en Moby Dick, "la
ciudad más triste y extraña que se puede imaginar", porque "ha tomado el velo blanco"
que "acrecienta el horror de la angustia") . Me gusta su garúa, lluviecita invisible que
uno siente como patitas de araña en la cara y que hace que todo ande siempre húmedo y
que los vecinos de la ciudad nos sintamos en invierno algo batracios.
Quinto centenario
No estoy en contra de que se recuerde que la llegada de los europeos a América fue una
gesta sangrienta, en la que se cometieron inexcusables brutalidades; pero sí de que no se
recuerde, a la vez, que remontar el río del tiempo en la historia de cualquier pueblo
conduce siempre a un espectáculo feroz, a acciones que, hoy, nos abruman y horrorizan.
Y de que se olvide que todo hispanoamericano de nuestros días, no importa qué apellido
tenga ni cual sea el color de su piel, es un producto de aquella gesta, para bien y para
mal.
Vargas Llosa
Los Vargas llegaron al Perú con la primera oleada de españoles, aquella que, con Pizarro
a la cabeza, fundó Piura, escaló los Andes y, en la plaza de Cajamarca, dio un golpe de
muerte al Tahuantinsuyo. Eran, como aquél, extremeños, de Trujillo y habían tomado el
apellido -usanza de la época- del señor de la región, un tal Juan de Vargas, en cuyas
tierras habían servido como labriegos y feudatarios. Había un Vargas en el puñado de
conquistadores que vio por primera vez a Atahualpa.
"La literatura", terminó Mario Vargas Llosa, "es mi manera de vivir, como decía
Flaubert. No tendré otra, con sus sumas y sus restas, esa es la felicidad de mi vida. La
literatura me ha dado lo mejor que tengo; los amigos, las experiencias. La entraña de mi
vocación no es otra que la literatura, y de ella sale todo lo que soy y todo lo que tengo. Es
lo mejor que me ha pasado".
La concesión del Premio Nobel de Literatura 2010 sorprendió a Mario Vargas Llosa en
Manhattan, donde se encuentra este trimestre porque está enseñando un curso de
literatura en la universidad de Princeton. La noticia le sorprendió mientras leía. Llevaba
ya un tiempo despierto cuando su mujer, Patricia, irrumpió en el estudio con el telèfono
en la mano. Por deseo expreso del escritor, quiso que la primera rueda de prensa se
celebrara en el Instituto Cervantes, que se encuentra a unas manzanas de su residencia
neoyorquina. Más de doscientos periodistas de todo el mundo aguardaban la llegada del
escritor.
Respuesta. No me lo esperaba. Pensé que era no era verdad. Creí que era
una broma. Hacía mucho tiempo que mi nombre no sonaba entre los
finalistas. Me acordé de Alberto Moravia, a quien le llamaron para
decírselo y se lo creyó y era una broma. Pero el Secretario de la Academia
Sueca me dijo que en 15 minutos lo harían público, y cuando lo vi
oficialmente me lo creí.
R. La literatura y la política tienen una relaciòn muy difícil, porque las dos
son muy absorbentes. Duando la política se apodera de la literatura, la
convierte en propaganda, la banaliza, la trivializa. Al mismo tiempo pienso
que la literatura seria no puede desentenderse de algo tan fundamental
para la vida del ciudadano, del ser humano, como la política. No estoy de
acuerdo con quienes piensan que hay que apartar la política de la
literatura. Toda la gran literatura ha participado en el debate cívico,
siempre. Es lo que han hecho todos los escritores. ¿Cervantes no hizo eso,
Tólstoi no hizo eso, Flaubert no hizo eso?