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LITERARIOS
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Las negritas son nuestras.
La sociocrítica ha intentado articular diez nociones que buscan construir el espacio
de las mediaciones que permiten analizar tanto los procesos de textualización y
estetización que convierten lo discursivo en textual, como los procesos de ideologización
que señalan la desviación entre los proyectos ideológicos iniciales y el trabajo ideológico
del texto. Son:
Según el estatuto del texto:
Cotexto. Es lo que acompaña al texto, el conjunto de los otros textos, de los otros
discursos que resuenan en él, todo lo que supone el texto y está escrito con él. En
el ámbito del texto no hay más que referentes intratextuales porque cada elemento
del texto pertenece a un sistema de referencias intratextuales. Nunca juega con
referentes extratextules porque estas referencias están saturadas de imaginario
social, ya semiotizadas.
Extratexto o afuera del texto. Es un espacio imaginario, una zona fronteriza
donde comunican el sistema de los referentes textuales y las referencias
cotextuales. Asegura la coherencia del texto y su legibilidad. Dibuja un espacio
de connivencia de saberes entre el texto y el lector que permitirá a la producción
de sentido negociarse, administrarse.
Según las mediaciones que permiten aprehender la socialidad del texto:
Discurso social. Es un rumor global sin coherencia, cuyas coherencias se hallan
cimentadas por la voz del se impersonal, por lo dóxico que circula, lo ya dicho.
Sociograma. Es un ordenamiento en la heterogeneidad misma del discurso, una
guía de escritura y de desciframiento, un paso de la referencia al referente. Es un
conjunto indistinto, inestable, conflictivo de representaciones parciales en
interacción y centradas alrededor de un núcleo.
Indistinto, significa que este conjunto cobra un carácter aleatorio, con un
coeficiente de incertidumbre, que está cargado de indecibilidad. Se define el
sociograma por sus elemento probables pero inciertos.
Inestable, porque no deja de transformarse, es imposible fijarlo. A través de las
prácticas sociohistóricas el sociograma puede fijarse en doxa, cliché, estereotipo,
pero el trabajo de la ficción consiste en ponerlo en movimiento, en transformarlo,
desplazarlo por deslices de sentido, inversiones semánticas o extinción de
semiótica.
Conflictivo, porque no hay actividad sociográmatica sin reto polémico, siendo la
ausencia de conflicto indicio de una fosilización por consenso o censura.
Conjunto de representaciones parciales. No existen más que fragmentos de
representaciones y nunca globalidad. La ficción maneja huellas.
En interacción unas con otras. Existe entre ellas una relación de dependencia
mutua en la cual se produce el sentido.
Se configura en torno a un núcleo, a un enunciado nuclear conflictivo que puede
presentarse bajo diversas formas: un estereotipo, una máxima, un sociolecto
lexicalizado, un cliché cultural, una divisa, un enunciado o un personaje
emblemáticos, una noción abstracta, un objeto, una imagen. Trabajado por la
ficción, el sociograma es constitutivo del imaginario social.
Nociones que marcan el proceso de lo discursivo a lo textual:
Información: remite a todo lo que atañe el referente extratextual, fechas, nombres
de calles reales, herramientas técnicas, etc.
Índice: remite al universo de los discursos, a lo real ya semiotizado, al campo de
las ideologías y los complejos discursivos. Implica una memoria discursiva y una
memoria colectiva cultural.
Valor. Debe entenderse en el sentido saussuriano del término, como el lugar que
ocupa en la ficción tal o cual elemento narrativo, semiótico o estilístico y la
diferencia específica que instituye.
Cuatro instancias de lo ideológico:
El proyecto ideológico. Se trata de un designio inicial del autor, de lo que tiene
en mente, de lo que lo motiva, de lo que lo mueve no sólo en el nivel diegético,
narrativo, sino también axiológico, del discurso acerca del mundo que se propone
inscribir aunque su texto no tenga que “hablar el mundo”.
El marco ideológico inicial. Se trata de un sistema de valores dominante, que el
autor comparte o con el cual va a entrar en conflicto, o también ante el cual tiene
que situarse, mediante una hostilidad participante, una ruptura, una distancia, etc.
La ideología de referencia. Es el horizonte ideológico en el que el autor escribe.
La ideología del texto. Es la que emerge del trabajo de los procesos de
textualización, estetización y de ideologización de la escritura sobre el material
verbal cotextual. El trabajo del texto escribe y desescribe lo que las otras
instancias ideológicas dicen de manera unívoca. El texto crea ambigüedad, trabaja
sobre una materia oximorónica , quiebra la coherencia y la cohesión del campo
inicial.
La materia prima del escritor no es el extratexto, sino un espacio de mediaciones que
ofrece el ambiente interdiscursivo, intertextual, el cotexto, el discurso social y el
sociograma del cual el texto va a apropiarse para trabajarlo, desplazarlo, transformarlo.
Por otra parte, además, rara vez resulta unívoco el mensaje, pues la mayoría de las veces
el proyecto inicial se desvía, se agrieta llevado por una lógica incosciente que ha estado
obrando en el material textual.
La desviación entre proyecto ideológico e ideología del texto es una condición del
trabajo estético de la ficción, el punto externo en el que la sociocrítica alcanza un
inconsciente del texto en el sentido fuerte del término, el punto en el que le escisión del
sujeto se disemina e inscribe en el trabajo del texto.
Según la expresión de Barberis, la literatura lee la historia y lo social por fuera de
los discursos de la historia y de la sociología. La literatura se instala en la ambivalencia
que posibilita cuestionar los poderes existentes, los procesos provocados por el futuro
histórico y la eterna desilusión de lo que aporta. Dice sencillamente el deseo de otra
historia posible, pero sin “lugar”, desterritorializada. Se adelanta a menudo a los
cuestionamientos de los historiadores y los sociólogos. La sociocrítica puede mostrar
cómo la ficción inventa lo verdadero.
La ficción vuelve a sabiendas o no, a ser ese texto que interroga al pasado ansiosa
o lúdicamente, mientras la Historia como disciplina no escapa a una verdadera crisis, de
racionalidad e intenta ubicarse en los límites de lo biográfico, lo anecdótico, entre Historia
y Memoria.