Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
La etapa posterior a 1808 estuvo determinada por el triunfo revolucionario de la Junta Tuitiva
de la Paz, defensa de ideas liberales de la Constitución de 1812 o las rebeliones de Huánuco,
Panataguas y Huamalíes en 1812 y Cusco en 1814, dirigida esa última por los Angulo y
Pumacahua, movimiento que tuvo una amplia extensión en el centro sur-andino y hacia el
altiplano paceño y participación de sectores criollos e indígenas, aunque estas alianzas fueron
coyunturales ya que el movimiento derivó en una radicalización indígena campesino.
Esta experiencia demuestra que si bien hubo alianzas entre comuneros y caciques o indígenas y
criollos, existían intereses que los separaban más allá de la reivindicación de la constitución del
12, por tanto los indígenas encontraron en estos criollos una base firme para extender
posteriores levantamientos contra autoridades y la recaudación excesiva de tributos, cuestión
que en las zonas dominada por la rebelión cusqueña nunca fue suprimida, ya que el cobro del
tributo era lo único que mantenía a las tropas, de ello deriva un descontento generalizado.
Las medidas económicas tomadas por la Corte, van a ser aplicadas en el Perú ante el
importante déficit fiscal que lo lleva a buscar recursos económicos y medidas para obtener
ingresos, por la guerra y el fin del tributo. La restauración de este último fue una de las
medidas tomadas en cuenta. Esto llevó al virrey Abascal a aplicar la ley que establecía un tercio
adelantado de la contribución directa y por otro lado, la privatización de las tierras comunales
indígenas, desapareciendo ésta propiedad comunal y convirtiéndose los indígenas en
pequeños propietarios, aunque su alcance no es claro. De la misma forma, se había creado un
incipiente mercado de tierras cuando muchas fueron dadas a sueldos, y otras dadas a los
soldados del ejército realista para pagar sus servicios.
Sin embargo, todas estas medidas desinadas a evitar la restauración del tributo, cayeron en
desuso de la misma forma que la Constitución de Cádiz cuando se restaura el absolutismo con
Fernando VII, volviéndose a los misma situación del antiguo régimen como la diferenciación
colonial sobre base étnica, salvando en cierta medida la pérdida de las tierras comunales a los
indígenas, aunque la real cédula de 1815 restaura los tributos antes de 1808, por tanto, se
reinstaura el tributo, pero con una nueva denominación “La contribución personal”, emitida
esa por el virrey Abascal a todas las intendencias ese mismo año. En el centro y sur andino,
esta restauración coincide con los avances de pacificación de las zonas rebeldes del ’14.
Aunque en muchas zonas los cobros se van a retrasar, desatándose huidas contra la
recaudación pero la verdadera resistencia la presentan los gremios cusqueños, negándose a
pagar el impuesto doble por su condición de indígena y artesano.
Esta situación coincidió en varias provincias cusqueñas con períodos de escasez y epidemias,
ocasionando crisis de subsistencia y por tanto, una baja recaudación fiscal. La zona de escasez
se ve en la región de aymaraes. Después de la rebelión de los Angulo y Pumacahua, esas
regiones insurgentes se hicieron difícil la recaudación. Sin embargo, a estos focos de
insurgencia cusqueña no se sumaron ni Huamanga ni Huancavelica ya que en estas zonas no se
recaudaron tributos indígenas desde 1814. Estas dificultades de restaurar el cobro del tributo
se acentuaron en pueblos que se resistían a acatar y jurar fidelidad al rey. Así, la reimposición
del tributo en la zona centra marchó al unísono por el proyecto pacificador iniciado por el
intendente de Huancavelica en ese momento. Por eso, como en Angaraes, pacificación, jura a
la Corona, indulto y reintroducción de obligaciones fueron de la mano. Muchos indígenas que
habían apoyado la causa realista en el ’14, reclamaban beneficios por su actuación. Sin
embargo, la regiones del Norte todavía mantenían su oposición a la existencia de una
fiscalización diferenciada. Sin embargo, muchos vieron en la restauración del tributo un respiro
en la defensa de sus intereses o del acceso a la tierra, ya sean comuneros o caciques. Pero las
protestas anti absolutistas persistían y muchos movimientos locales estuvieron ligados al
accionar de las tropas de San Martín. Esto es posible de ver en 1818 cuando circuló en amplias
zonas del sur andino el temor ante un estallido inminente de amplia base. Las zonas de Lampa,
Aymaraes y Andahuaylas son ejemplo de esa difusión de un proyecto pro independentista y
defensor de la Patria, que refleja el amplio consenso indígena en su oposición al tributo. Recién
en 1821 se proclama la independencia del norte, pero se van a seguir reprimiendo
movimientos insurgentes, una resistencia indígena contra la herencia colonial que suponía vía
tributo o coacción, mantener formas cautivas de trabajo indígena que fueron resistidas
violentamente.