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La terapia y el apego 1

Ensayo 1. La dimensión relacional

La terapia y la función del apego en su práctica

Alejandra Fernández, Zaseth Arias

Existen diferentes habilidades terapéuticas y rasgos de personalidad que en cualquier


terapia son de suma importancia para llevar a cabo una buena consulta, viéndose esta como
quiera verse, sea cual sea el objetivo de la terapia y las metas del proceso. Con esto no quiero
decir que un terapeuta que por algún motivo tenga algún tipo de deficiencia en alguna de estas
no vaya a lograr unos resultados, sino que le va a tomar más tiempo y esfuerzo, va a tener cierta
dificultad con darse cuenta o manejar algunas situaciones, hechos o cosas dentro de la terapia
o de la misma terapia. Me refiero a que el mismo terapeuta debe percatarse, saber identificar y
manejar aspectos que son inherentes a la consulta como lo es la relación terapéutica, la
transferencia, la contratransferencia, las peticiones del consultante, entre otras. Es aquí donde
se vuelven importantes ciertas características “deseables” de los terapeutas como la empatía,
la aceptación, la autenticidad, el ser una base segura, la confidencialidad, la confianza y demás.
Es aquí donde se recurre a la teoría del apego de J. Bowlby y M. Ainsworth para tomar algunos
elementos de su teoría que se deberían tener en cuenta pensarlos y ponerlos en práctica en la
terapia como elementos importantes para la práctica clínica. Se tomara entonces el marco de la
noción de base segura y estilo de apego para exponer en que pueden contribuir estos conceptos
a la práctica psicológica.

Es importante el definir lo que se entiende por “apego”. Este término es entendido como
una motivación psíquica por la cual un individuo busca a otro individuo específico en busca de
protección y seguridad en ciertas circunstancias de miedo o angustia. Este acercamiento no solo
se entiende en términos espaciales, sino que también incluye acercamientos emocionales. La
relación de apego tiene como meta la experiencia de seguridad del bebé, por lo cual se convierte
en un regulador de las emociones de este. Las necesidades de apego se mantienen a lo largo de
la vida, por lo que de algún modo los adultos buscan su base segura, dirigiéndose a las figuras
de apego en momentos de estrés, amenaza o enfermedad buscando seguridad en el vínculo
(Bolwby, 1989)

Siguiendo la idea del párrafo anterior se debe definir, entonces, qué se entiende por
base segura. Según Holmes (2001), este es un dominio muy importante que se desarrolla cuando
el niño recién nacido reacciona a experiencias y situaciones de amenaza con determinados
comportamientos que generan una cierta respuesta de acercamiento y calma por parte del
cuidador, la cual trae como resultado en el bebé un estado psicofisiológico de alivio y
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contención; por otro lado a nivel fisiológico se produce la relajación, el sentirse saciado,
tranquilizado y calmado. A lo largo del tiempo la repetición de estas situaciones terminan por
establecer un patrón de relación de base segura que genera seguridad en el niño, esto
representa que donde hubo una situación estresante o ansiosa, se establece que no hay nada
que temer, que todo está bajo control y todo irá bien. Cuando se es adulto se considera como
una representación internalizada de seguridad dentro de la psique del sujeto, donde
permanecerá como una zona interna de base segura a la cual recurrir frente a situaciones de
angustia o stress.

Dadas estas definiciones, ¿de que serviría el desarrollo de un apego seguro para la vida
de un individuo y para el manejo de la terapia psicológica? Sin duda alguna el desarrollar un
apego seguro proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la
personalidad lo que permite establecer relaciones más cálidas, estables y relaciones íntimas
satisfactorias, consideradas características facilitadoras, deseables y funcionales en un
terapeuta para su práctica clínica, ya que son las que le permiten crear una relación terapéutica
que sea percibida como confiable por parte del consultante para poder abrir sus sentimientos.
Esta relación terapéutica está determinada por la necesidad del consultante de buscar y hallar
una base segura, por lo que el terapeuta debe promover un apego seguro siendo responsivo,
sensible, coherente y fiable.

Uno de los objetivos de la psicoterapia es ayudar a crear una base segura en la realidad
del espacio terapéutico y como representación interna del paciente a la larga. La psicoterapia
sería una base segura que favorece el abordaje y las exploraciones mentales y emocionales del
paciente. El terapeuta sería un compañero que ayuda en la exploración en este proceso con la
confianza de que no se volverá a repetir el sentimiento de angustia que configuro una relación
anterior o, por lo menos, ayudar manejarla y disminuirla. Las exploraciones mentales a las que
el terapeuta estimula solo se pueden realizar si existe una base segura empática que anime al
consultante a explorar su pensamiento y emociones. La confianza y la empatía del terapeuta, así
como una mayor escucha, atender a las emociones y la aceptación sin juicios ni críticas
configuran el sustrato de la base segura de la terapia. La base segura terapéutica entonces opera
como un ambiente facilitador, a partir del cual es posible emprender las exploraciones del
psiquismo. Sin esa seguridad básica ninguna terapia puede prosperar. A partir de ella el
consultante se encuentra en condiciones de mostrar y explorar ideas y emociones
anteriormente rechazadas. Pero no hay que confundir, la base segura resulta una condición
necesaria pero no es una condición suficiente para una terapia, ella está conformada por otro
tipo de elementos que contribuyen a obtener resultados específicos.
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REFERENCIAS

Bowlby, John. (1989). Una base segura. Aplicaciones clínicas de la teoría del apego. Buenos
Aires: Paidós.

Holmes, J. (2001). The search for the secure fase. Attachment Theory and Psichotherapy.
London. Edit. Taylor & Francis grop. Psychology Press.

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