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Un acercamiento entre el pensamiento revolucionario de

J. Krishnamurti y la ciencia occidental

Hugo Rafael Espinoza (hugo_espinoza00@hotmail.com)


Introducción

Ante todo nos vemos obligados a dejar en claro que ninguna de las ideas que se exponen en este

trabajo, son una elaboración personal, sino que mas bien, están inspiradas fundamentalmente, en

el pensamiento de J. Krishnamurti1 y accesoriamente en los novedosos descubrimientos

científicos modernos, y el pensamiento de otros maestros y científicos como D. Bohm2, amigo

personal de Krishamurti. Hecha la aclaración, introducimos postulando la siguiente

observación:“Los nuevos descubrimientos e innovaciones científicas, generan contradictorias y

confusas necesidades de re adaptación de la conciencia social. En prácticamente todo el mundo,

los tradicionales mecanismos teóricos e ideológicos con los que históricamente el pensamiento

humano aseguró su supervivencia, se tornan insuficientes para responder adecuadamente al

desafío mas amplio que representa vivir en un mundo de acelerados cambios. Algunos filósofos

anticiparon la crisis, cuestionando fundamental y revolucionariamente la percepción humana de

la realidad. Entre todos ellos destacamos la figura de Jiddu Krishnamurti.”

1-De Wikipedia, la enciclopedia libre Jiddu Krishnamurti o J. Krishnamurti (nace el 12 de mayo de 1895, en Madanapalle,
Andhra Pradesh, India –fallece el 17 de febrero de 1986, en Ojai, California, Estados Unidos), fue un conocido escritor y orador en
materia filosófica y espiritual. Sus principales temas incluían la revolución psicológica, el propósito de la meditación, las relaciones
humanas, la naturaleza de la mente y cómo llevar a cabo un cambio positivo en la sociedad global.
Krishnamurti nació en la ciudad de Madanapalle, Andhra Pradesh, en la India colonial, y fue descubierto en 1909, cuando aún era un
adolescente, por C.W. Leadbeater en las playas privadas del centro de la Sociedad Teosófica de Adyar en Madrás, India.
Posteriormente fue adoptado y criado bajo la tutela de Annie Besant y C.W. Leadbeater dentro de la Sociedad Teosófica, quienes
vieron en él a un posible Líder Espiritual. Sin embargo, rehusó a ser el mesías de un nuevo credo, hasta que en 1929 disolvió la
orden creada para ese fin.
a) Alegaba no tener nacionalidad, ni pertenecer a ninguna religión, clase social, o pensamiento filosófico. Pasó el resto de su vida
como conferenciante y profesor viajando por el mundo y enseñando sobre la mente humana, tanto a grandes como a pequeños
grupos. Fue autor de varios libros, entre ellos La libertad primera y última libertad, La única revolución y Las notas de Krishnamurti.
A la edad de 90 años dio una conferencia en la ONU acerca de la paz y la consciencia, y recibió la Medalla de la Paz de la ONU en
1984. Su última conferencia fue dada un mes antes de su muerte en 1986.
Paradójicamente, sus continuadores fundaron varias escuelas, en la India, Inglaterra y Estados Unidos; y tradujeron en varios
idiomas muchos de sus discursos, publicándolos como libros filosóficos.
La biógrafa Mary Lutyens escribió un libro acerca de la juventud de Krishnamurti cuando vivía en la India, Inglaterra, y finalmente en
Ojai, California titulada Krishnamurti: The Years of Awakening. Ella formaba parte de la Orden de la estrella, organización fundada
para Krishnamurti cuando este aún era muy joven. Por ello, lo conoció desde su adolescencia hasta su muerte. Este libro posee
muchos detalles acerca de su vida durante ese periodo, algunos de ellos rara vez fueron tratados por él. Lutyens escribió tres
volúmenes adicionales de la biografía: The Years of Fulfillment (1983 ), The Open Door (1988), y Krishnamurti and the Rajagopals
(1996). Adicionalmente, publica y abrevia los tres primeros volúmenes en el libro The Life and Death of Krishnamurti (1991). Otras
biografías de Krishnamurti son: Krishnamurti, A Biography (1986), por Pupul Jayakar y Star In the East: Krishnamurti, The Invention
of a Messiah (2002), por Roland Vernon.

2-De Wikipedia, la enciclopedia libre: David Joseph Bohm (Wilkes-Barre, Pensilvania; 20 de diciembre de 1917-Londres,
Inglaterra; 27 de octubre de 1992) fue un físico estadounidense que hizo importantes contribuciones en los campos de la física
teórica, la epistemología y la neuropsicología. Ha sido ampliamente considerado como uno de los mejores físicos cuánticos de todos
los tiempos.
Dada la amplitud creativa que asumiremos y la naturaleza del tema a tratar, nos limitaremos a

desarrollar definiciones y conceptos, a fin de exponer someramente el pensamiento de J.

Krishnamurti, en cuyas investigaciones encontramos un abordaje profundamente revolucionario,

que estimamos contribuyen a la comprensión creativa de los nuevos desafíos que enfrenta la

humanidad. Apelamos a la comprensión y la tolerancia del lector por la osadía con la que nos

atrevimos a encarar la obra. Establecimos audaces relaciones e interpretaciones, y asumimos la

responsabilidades conscientemente. Finalmente pedimos se nos dispense la falta de rigor

científico, la extensión y el lenguaje profano de la misma. Para finalizar este prolegómeno,

señalamos, que nuestra única ambición es inspirar y difundir, para que eventualmente el limitado

abordaje que propalamos, sea examinado en círculos mas autorizados.

En el mundo científico moderno, especialmente en campo de la Física cuántica, la de

partículas, y la del campo unificado, existe una corriente que sostiene que la geometría fractal3 y

los principios de funcionamiento del holograma4, son los paradigmas teóricos, que describen con

mayor certeza el orden implicado de la realidad material, según la teoría cuántica de David

Bohm, de gran difusión en la actualidad. Todo ello se halla, abonado por flamantes

descubrimientos en física teórica, tanto en mecánica cuántica, como en la de campo unificado del

macro y el microcosmos. Esto nos lleva a concluir que las concepciones científicas,

3-De Wikipedia, la enciclopedia libre: Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se
repite a diferentes escalas. El término fue propuesto por el matemático Benoît Mandelbrot en 1975 y deriva del latín fractus, que
significa quebrado o fracturado. Muchas estructuras naturales son de tipo fractal. La propiedad matemática clave de un objeto
genuinamente fractal es que su dimensión métrica fractal es un número no entero. Si bien el término "fractal" es reciente, los
objetos hoy denominados fractales eran bien conocidos en matemáticas desde principios del siglo XX. Las maneras más comunes de
determinar lo que hoy denominamos dimensión fractal fueron establecidas a principios del siglo XX en el seno de la teoría de la
medida. (Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Fractal)

4-De Wikipedia, la enciclopedia libre El principio holográfico es una conjetura especulativa acerca de las teorías de la
gravedad cuántica propuesta en 1993 por Gerard 't Hooft, y mejorada y promovida por Leonard Susskind en 1995. Postula
que toda la información contenida en cierto volumen de un espacio concreto se puede conocer a partir de la información
codificable sobre la frontera de dicha región. Una importante consecuencia es que la cantidad máxima de información que puede
contener una determinada región de espacio rodeada por una superficie diferenciable está limitada por el área total de dicha
superficie.
Por ejemplo, se pueden modelar todos los eventos que ocurran en un cuarto o habitación creando una teoría en la que sólo tome
en cuenta lo que suceda en sus paredes. En el principio holográfico también se afirma que por cada cuatro unidades de Planck
existe al menos un grado de libertad (o una unidad constante de Boltzmann k de máxima entropía). Esto se conoce como frontera
Bekenstein (Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Principio_hologr%C3%A1fico).-
tradicionalmente aceptadas sobre la naturaleza de la percepción humana de la realidad, están

severamente cuestionadas, abonándose el terreno para una revolucionaria crisis.

A medida que se profundiza y amplía el conocimiento científico, sostenidamente la ciencia se

acerca a la religión, corroborando o abriendo a la comprensión, la sabiduría contenida en los

antiguos textos y tradiciones sagradas, sobre la revelación de la verdad.

Los acuciantes desafíos humanos de nuestros tiempos, fueron anticipados y abordados por un

innominado y misterioso filósofo, (sabio sannyasi para oriente), J. Krishnamurti, (“K.” como le

gustaba que lo nombren).

En sus numerosas exposiciones a la manera de diálogos y charlas, prolijas y laboriosamente

registradas por sus seguidores, y publicadas en varios libros, K. desarrolló distintos temas de

interés común para todos los seres humanos, y de cuya inspiradora lectura e investigación nos

ocupamos fervorosamente.

I-Fractales, hologramas y pensamiento

K. sostiene que la humanidad, de manera colectiva, proyecta la matriz de la realidad que

experimentamos individualmente. Aunque no lo mencione expresamente, las definiciones de K.,

parecen describir la naturaleza holográfica de las proyecciones, cuyo elemento central es el

pensamiento. Continúa señalando, que la esencia de la totalidad del pensamiento humano, se

sintetiza en la psique de cada individuo, condicionando fundamentalmente la percepción de la

realidad. Contrario sensu, cada individuo, es capaz de influir en igual medida sobre esa totalidad.

Es nuestra interpretación de la críptica frase de K.: “uno es el mundo y el mundo es uno”.

Según K., colectivamente sufrimos de una ignorancia sobre la comprensión de la verdad,

porque observamos la realidad desde un “YO” aislado, limitado y condicionado por el pasado

individual y colectivo, y su concepción del tiempo.


Desde su experiencia perceptiva, K. considera al pensamiento humano, como una estructura

energética de orden material y colectivo, con vitalidad conciente pero limitada, y que condiciona

profundamente las cualidades perceptivas de toda la especie.

Observamos, quizás temerariamente, una clara relación entre los postulados de K. y las

modernas teorías científicas que sostienen que la realidad percibible es en esencia una iteración

de los principios de fractalidad holográfica, desarrollados en la teoría del orden implicado de

Bohm.

Cuando K. crípticamente afirma, que uno es toda la humanidad, entendemos que su definición

es análoga a la descripción científica de un fractal holográfico, en tanto que uno es el resultado y

a la vez parte esencialmente inseparable de la totalidad de la corriente de vida en el planeta, en un

orden total, implicado en cada una de las partes.

K. entiende, que la ignorancia que sufrimos la inmensa mayoría de los seres humanos, sobre la

naturaleza profunda de esta fenomenología, explica el inmenso sufrimiento, que limita las

cualidades creativas, de todos los seres humanos.

II- La consciencia, la percepción; límites y Libertad

Según K., la naturaleza del “pensamiento”, se puede definir sintéticamente como de orden

material y orgánico, resultado de una predominante actividad mecánica refleja, proveniente de la

memoria. Esta “actividad” controla la conducta con abrumadoras conclusiones sintéticas y

limitada parcialidad. El resultado es una conciencia con contenido moldeado y delimitado por el

pensamiento, que provoca una evidente distorsión perceptiva en la integración de la realidad.

“La conciencia es su contenido” expresa K., y personalmente me tomó años de meditación,

entender que la frase se encuentra íntimamente relacionada con la consciencia de todo, en la

misma medida que con un “todo” consciente.

En resumen, entendemos con K., que una percepción distorsionada por la división ilusoria

entre la conciencia y su contenido, forzosamente genera una consciencia limitada. Porque para el
Sannyasi oriental, no existe separación ni límites reales ni dentro ni fuera del individuo, ya que

consideraba a la realidad como una totalidad inteligente y consciente, de ahí que veía a la

libertad como una experiencia de consciencia total.

La división de la consciencia es una limitación ilusoria de orden psicológico, de la que surge

una ilusoria imagen de continuidad y seguridad: el ego.

K. percibe que, salvo honrosas excepciones, la mente humana carece de una percepción

verdaderamente individual (en la acepción latina de Individuus: “sin divisiones”), y por tanto de

una relación holística con la totalidad de la realidad. La ausencia de esta percepción, para K., es

lo que impide el despertar de nuestras capacidades creativas. Según K., la acción de percibir, es

la única y verdadera acción de la mente individual. Para K., percibir es una acción creativa y

atemporal, es decir que se realiza a sí misma en un continuo presente de manera constante y sin

intervención ni esfuerzo de la voluntad ni del pensamiento. Como se dijo, es un fenómeno que

tiene su propio orden e inteligencia, distinguidas de la limitada lógica del pensamiento, y que al

ser una “experiencia” llena de vitalidad y belleza, es inefable, y por su naturaleza de constante

mutación y cambio, esta íntimamente relacionada con la muerte.

Esta verdadera percepción alerta y despierta de la realidad, implica una verdadera acción

desde la óptica de K., y junto a la comprensión conforman un solo y único movimiento que

transforma y libera instantáneamente a la conciencia.

El descubrimiento de K., abre un abanico de posibilidades nuevas y creativas, que influyen

sobre los paradigmas de percepción de toda la especie. Por ello es necesario preguntarse, como lo

hace K., si es posible percibir a través de un estado de alerta consciente, el momentum en el que

operan los fenómenos. Es decir, necesitamos permanecer alertas, en un presente continuo, a toda

la actividad que acontece dentro y fuera de la individualidad, para así corroborar, como creía K.,

si la energía acumulada, por el profundo estado de atención e inactividad, alcanza a mutar la base

orgánica del pensamiento y la percepción: es decir al mismísimo cerebro humano.


III- K. y la estructura del pensamiento

Ahondando aún mas en la inteligencia intuitiva de K., encontramos que desde su óptica, los

procesos del pensar son motivados por una auto-imagen interna, que importa a un

“pensador/observador psicológico”, sin advertir que es un único y mismo proceso el que “crea”

la idea-imagen del pensador, y por tanto al pensador mismo.

Con su habitual genialidad para indagar, K. preguntaba, ¿es el pensador, quien piensa

pensamientos, o es el pensamiento quien “piensa” al pensador?. Claramente, en estos términos se

plantea un sempiterno conflicto entre el pensador y sus pensamientos, lo cual explica la violencia

que proyecta nuestra especie.

De acuerdo a K. la inmensa mayoría de la humanidad, funciona mecánicamente desde esta

estructura (pensador separado de sus pensamientos) sin cuestionarla, aceptándola dócil e

ingenuamente.

Sin embargo K. discernía que “el observador es lo observado”, es decir que intuía la unicidad

entre el pensador y sus pensamientos, donde virtualmente el pensador es creado por el

pensamiento, pero que en realidad continúan siendo una sola y misma cosa.

Esta artificiosa división sicológica, según K., dispersa energía impidiendo toda percepción e

inspiración creativa, y somete al individuo a la tiranía implacable de la constante violencia sobre

si mismo, y termina exteriorizandose en la violenta relación entre seres humanos.

Siguiendo sus propias ideas, K. cuestiona revolucionariamente, la idea preconcebida de un ser

humano plenamente individual, consciente y pensando con inteligencia. Con su aguda

observación, K. alienta a cuestionarse para “descubrir” por nosotros mismos, si por el contrario,

no seríamos solo somos divisiones sicológicamente artificiales, producto de interacciones entre

pensamiento colectivo, y procesos propios de contradicción, automáticamente condicionados, por

la memoria colectiva.
Nuestro cerebro, por condición biológica material, graba meticulosamente en la memoria

orgánica; su particular y parcial experimentación psicológica de la realidad. Para ello, el cerebro

utiliza procesos de síntesis analítica y razonamiento lógico que reduce la percepción a un proceso

de orden temporal, linealmente concatenado por leyes lógicas de causa y efecto. Condicionado a

percibirse parcialmente, no puede “comprender” la plenitud de las experiencias, sufriendo en

cambio una dolorosa y constante contradicción.

Solo un “ser” en la plenitud de su verdadera individualidad, puede aspirar a comprender lo

que implica el trascender la identificación con el propio condicionamiento .

El inmenso movimiento del río de la vida, armónicamente integrado a la totalidad, se mueve

con inteligencia consciente; creando sus propios hechos vitales con una belleza ilimitada. Éste

fenómeno no puede ser atrapado por la memoria orgánica.

IV- La comprensión

Nuestro profeta del silencio, señala que la comprensión, únicamente se manifiesta en un

instante atemporal en el presente continuo, que produce un efecto trascendente en la estructura

misma del pensamiento. De ahí su inestimable importancia, ya que estaríamos ante una visión

revolucionaria de la mente y la realidad a partir de estas novedosas cualidades.

Según K., la verdadera comprensión, es un fenómeno instantáneo que no requiere la esforzada

intervención del cerebro, ni de ninguna actividad racional. Sin embargo, sostiene que es una

acción capaz de transformar profundamente a cualquier ser humano, y constituye el único y

verdadero cambio posible.

Reiteradamente, señala las cualidades que debe sostener una mente capaz de producir

semejante fenómeno. Habla de una especie de atenta y tranquila escucha a la totalidad de los

fenómenos alcanzados por la percepción, sin esfuerzo por “comprender”, ni por ningún fin que

estimule la actividad racional, y sin preferencia por nada en particular. Eventualmente las propias

cualidades de la mente despiertan a la percepción/comprensión, de la esencial falacia del


pensamiento humano. Lo describía como un instante de vacilación del pensamiento, ante el

abismo de su vacuidad. Este fenómeno, que para K. es instantáneo, primero silencia toda la

actividad, y luego resulta en el espontáneo y grácil abandono de hábitos y modalidades viciadas y

estructuradas del pensamiento. La comprensión vacía la consciencia de toda identificación con el

YO, y puede “ver” estos vicios objetivamente, sin la distorsión de una imagen que centralice la

percepción. Esto, para K., es una verdadera acción que transforma al pensamiento y con él, la

realidad.

V- El Miedo y el tiempo

Continuando este humilde intento de abordar un pensamiento tan vasto y creativo como el de

K., observamos ademas, que considera al conocimiento convencional y científico como si fuera

un reflejo de la estructura del pensamiento colectivo. Según entendemos, porque para K., el

conocimiento al ser resultado de un proceso acumulativo y temporal, en el que se implica al

tiempo psicológico, este pasa a conformar la base de toda su estructura.

Así, observa al pensamiento como resultado de una memoria/conocimiento que acopia y

adiciona mecánicamente novedosos conocimientos, y al hacerlo, por su propia naturaleza, solo

puede adaptar una interpretación síntética de su experiencia perceptiva desde los propios

conocimientos contínuamente rememorados, cerrando así un monolítico y limitado círculo

vicioso, que impide descubrir si existe algo mas allá de esta limitación, es decir que el

pensamiento, por esta condición no puede explorar lo desconocido.

Por consecuencia, carecemos de objetividad y/o imparcialidad, en tanto no descartemos

completamente la percepción condicionada por nuestra subjetividad temporal y analítica. Misma

que limita, y encadena la totalidad del ser, a través de una engañosa identificación del YO, con el

pensamiento-conocimiento.

Estos procesos se nos presentan habitualmente desapercibidos; tal vez porque estamos

profundamente adormecidos por el hábito, y los siglos de herencia y acumulación. Es


imprescindible, por tanto el cese de todo temor a la incertidumbre del cambio, para dar lugar a la

inspiración creativa que proviene del vacío silencioso de la conciencia, que menciona K..

El miedo, es el resultado y fuente de la limitación de la percepción, por tanto resulta en una

ignominiosa ignorancia, que se traslada a todos los procesos del pensar. Se construye con un

almacenamiento meticuloso, pero parcial de la memoria. En otras palabras, pensar es en esencia

una mecánica evocación de pasado residual, en una continuidad temporal finita, equivalente a los

paradigmas de la geometría fractal. En este estado se concluye que por su mismísima esencia

material, el pensamiento está fundamentalmente vacío de toda inteligencia e impedido de toda

acción creativa.

Estructuralmente, el pensamiento gira en derrededor de un centro, que es la conciencia de la

propia imagen atrapada en la ilusión de un “YO”, el que se desempeña en un campo temporal que

le permite perpetuarse.

El pasado es el depósito residual de nuestros más afanosos deseos, miedos, apegos, anhelos,

etc., y proyecta su conciencia psicológica desempeñando un rol imaginario, hacia la “seguridad”

de un hipotético futuro. Esto resulta en un sostenido y mecánico esfuerzo que degrada la calidad

y cualidad de la energía interna, e impide una “acción creativa” en el presente continuo, y junto

con ello cualquier posibilidad de “cambio”.

Como señalara, el “filósofo silencioso”, la continuidad y reiteración infinita de estos

verdaderos residuos de experiencias pasadas, constituyen la actividad prioritaria de la mente, en

desmedro de una verdadera acción: la observación y la comprensión.

La “actividad” de la mente condicionada, controla la dirección de la conducta externa, por

medio de la creación de una “imagen” propia, que constituye la esencia del “ego”. Todo ello

conforma la matriz paradigmática o modelo fractal que postulamos. Dentro de ellos funcionamos

con seguridad y confort, y por tanto la aceptamos como realidad indiscutible.


La “comprensión” de estos procesos, como hechos fácticos, es lo único que permitirá terminar

definitivamente con la ilusión de un “ego” desenvolviéndose en un campo de tiempo sicológico

evolutivo. Esto dará lugar a la percepción creativa, que por definición debe ser “descubierta” por

que siempre será parte de algo desconocido.

Para K., debemos estar libres de toda ilusión y la misma libertad, que también es verdad, nos

hará dueños de la realidad. La falaz creencia de que la seguridad está ligada al cultivo de su

propia imagen, es dominante en la humanidad.

VI- Condicionamiento mecánico de la mente

A estas alturas podemos postular, en orden a las ideas de K., que las proyecciones ilusorias de

un pensamiento mecánico y condicionado, definen la percepción de la realidad. Dicho de otro

modo, a nivel sicológico, la realidad subjetiva y la colectiva son simplemente la combinación de

proyecciones de estas cualidades individuales.

Asimismo, como la percepción está adaptada biológicamente para experimentar un rango, o

cualidades determinadas de las energías, en gran parte somos sicológicamente resultado de

infinidad de fenómenos que influyen y condicionan nuestra psique. Creamos entonces una

realidad colectiva y general a través de una percepción psíquica distorsionada por

condicionamientos, fundamentalmente los provenientes de la memoria que es pasado.

Esto conforma una estructura del pensar humano claramente condicionado, conjugando una

psique individual, como su manifestación material. Cuando inquirimos la antedicha, expresión de

K., “Uno es el mundo y el mundo es uno”, entendemos que cambiar nuestra realidad, cobra

fundamental y urgente relevancia. Ello implica el cambio en la estructura misma de nuestra

propia psique, a traves de la comprensión de la función pensamiento/percepción de la realidad.

Esta es una “acción” solitaria e individual, que propende a destruir internamente, todo lo que

se ha creado colectivamente en el transcurso del tiempo. Debemos estar dispuestos a


experimentar lo que K. Llama “muerte psicológica”, para transformar revolucionariamente

nuestra manera de percibir la vida con sus desafíos.

Para que el pasado no nos atrape con su seducción de seguridad, debemos enfrentarnos a vivir

con la incertidumbre de lo desconocido, en otras palabras vivir con la muerte de toda la ilusoria

seguridad que estructura al ego.

Se debe trascender, comprender y conocer profundamente la estructura de condicionamientos

de nuestro cerebro, o en otros términos,“comprender” la programación mental mecanizada y

experimentar lo que sucede con el pensamiento, cuando la consciencia se vacía con el silencio.

Ello eventualmente nos llevará a tomar decisiones no condicionadas o programadas, es decir, a

conducirnos libres del pasado y su linealidad. Si esto es posible a nivel individual, probablemente

descubramos que en esencia también somos formas fractales de energía consciente e inteligente,

y al igual que toda energía en el universo, esencialmente indestructibles.

VII- Actividad y acción; comprensión y muerte

El cultivo de una imagen de sí mismos, distinta de nuestra verdadera naturaleza original, es

una virtual subestimación de nuestras cualidades, y también lo que nos divide y dispersa

energéticamente.

K., postula que el mismo “ver” esto como un hecho, destruye toda ilusión división o

separación, que nos mantiene ignominiosamente esclavizados o sometidos a nuestra propia

limitación. Es decir que desde su óptica creativa, la división se gesta en el propio interior y no en

el exterior, ya que la percepción de lo exterior, es resultado de las cualidades y caracteres del

“yo” interno.

La acción, que K. llama “comprensión”, está fuera del campo temporal, es decir que debe

ocurrir de instante en instante, en un absoluto presente. Para ello se debe comprender el orden de

la “temporalidad psicológica” del pensamiento, y desalojar la ilusión en la que se encuentra

atrapada toda la mente.


Siguiendo a K., la comprensión, no es una actividad mecánica que provenga del cerebro

instintivo o de la voluntad, sino que es un fenómeno natural y espontáneo, siempre presente,

producto de la restauración de la armonía con la totalidad. La misma “comprensión” es la

verdadera “acción” para K., relegando al pensamiento a una mera “actividad mecánica” del

cerebro. La comprensión contiene ínsita, la plenitud de la inteligencia y el amor.

Esta verdadera “acción de la inteligencia”, definida por K., no se puede cultivar ni propiciar,

ni puede ser objeto de apropiación o acumulación a través de las disciplinas del conocimiento. Es

sencillamente un fenómeno que no resulta de ningún esfuerzo voluntario, sino que se manifiesta

como libertad de una conciencia que ha discernido el significado de la totalidad del movimiento

de la vida, y en consecuencia se atreve a morir para todo el pasado/pensamiento para poder

cambiar. Sólo acontece en una mente que está dispuesta a abandonar toda ilusión para transitar

conscientemente la incertidumbre de la muerte, en un acto presente, es decir en un mismo acto de

verdadera muerte/renacimiento, a través de la transmutación/renovación psíquica.

La “muerte” del ego, libera y transmuta renovando todas las energías con consciencia

psíquica. Además K. sostiene que la mencionada muerte psíquica, propicia una reintegración

armónica del individuo en sí y con el resto de las energías de la realidad general. Recién entonces

podemos aspirar a restablecer la belleza que contiene la vida, relacionándonos espontáneamente,

de manera fluida, flexible y desinteresada, cualidades esenciales para la manifestación del

AMOR.

La “muerte transmutadora”, según K., es un fenómeno espontáneo, donde no interviene la

voluntad egocéntrica que caracteriza al pensamiento. Este sufre limitaciones propias, producto,

entre otras cosas, de su concepción lineal, (pasado-presente-futuro) del tiempo, relacionado con el

miedo a la extinción. Por ello la “muerte transmutadora” sólo se manifiesta en una mente que ha

cuestionado y comprendido la totalidad de los propios procesos y propósitos internos de su

pensamiento, entre ellos la percepción del tiempo, y la eternidad.


El pensamiento crea la imagen artificial, temporal e ilusoria, que llamamos ego. El ego por

siglos se cristalizó colectiva y culturalmente. Buscando, metódicamente su seguridad en pos de la

supervivencia, priorizando una negación separativa, que intenta escapar del dolor y de la

extinción, significado que da a la muerte. En estos miedos profundamente arraigados en la

memoria colectiva, se fundan las tradicionales instituciones que administran la salvación y la

seguridad, a traves de interpretaciones teóricas parciales, algunas seudocientíficas o teológicas, y

que propician el establecimiento de reglas morales de conducta colectiva, tendientes al control

social represivo de parte de lo que se ha dado en llamar religión/estado. Vista así, la tradición

condena toda posibilidad de un cambio verdaderamente revolucionario.

Sin embargo, la resistencia que genera el proceso de “muerte-cambio-renacimiento”, es una

respuesta lógica del pensamiento profundamente condicionado por paradigmas de continuidad y

permanencia, todo lo cual se ve reflejado en la educación tradicional, que se ocupa de su retro

alimentación.

K. no ve otra opción que trascender comprensivamente estos procesos, para buscar si es

posible vivir fuera de este inadvertido y fundamental conflicto; enfrentando el desafío que

significa vivir, con nuevas respuestas, no limitadas a las condiciones propias del pensamiento.

La ilusión del ego, que proviene del pensamiento estructurado y condicionado por residuos de

experiencias pasadas, distorsiona toda percepción. Estamos habituados a pensar en términos de

acumular, dividir, clasificar, rotular, nombrar, que es como funciona su mecanismo. Es decir que

para percibir la totalidad sin división, no podemos hacerlo a traves del culto de una disciplina o

método de pensamiento, porque todo esto implica al mismo pensamiento. No puede haber acción,

sin libertad, y no habrá libertad mientras exista la ilusión de separación entre el pensador y sus

pensamientos, lo cual produce el nacimiento del ego, y con ello la fragmentación del ser.

La inmensa mayoría de los hombres nos encontramos atrapados en una eterna postergación del

presente, pero es en el presente exclusivamente, donde manifestamos nuestra única y verdadera


realidad. Sólo en el presente se puede desarrollar una acción inteligente, distinta de la retórica

proyección del pensamiento, con su plan estratégico de sutil evasión temporal, y con esto, la

postergación infinita de una verdadera transformación de nuestras vidas.

En la misma acción, se realizan la integración armónica de todas las cualidades del cuerpo y de la

mente, devolviendo al ser a su manifestación verdaderamente individual, después de haber

trascendido todas sus ilusorias divisiones psicológicas.

De lo señalado por K., entendemos que deberíamos enfrentar cada hecho y trascenderlo en el

presente, sin postergación, ni pretextos. El solo hecho de permanecer con uno mismo, sin otro

propósito que el de conocerse, en tranquila y alerta soledad, es suficiente para que se manifiesten

las cualidades creativas de la mente. Entonces descubriremos los movimimientos, las coacciones

voluntarias, y otras mas profundas mal llamadas involuntarias, que con sus sutilezas mentales y

pretextos plagados de temporalidad psicológica, evaden el estado perceptivo natural y espontáneo

en todo ser humano, e imponen la continuidad inercial de su forma fractal. De la comprensión de

estos mecanismos, surge lo que K. denominaba como meditación/comprensión, único

estado/acción inteligente y siempre presente del ser.

La comprensión transforma la división en unidad, es una experiencia íntima e individual pero

que aporta al progreso de la humanidad entera, porque habilita la posibilidad de experimentar con

respuestas más creativas, libres de condicionamiento, trasformando revolucionariamente la

manera de vivir.

VIII- La psique, la atención y lo desconocido

La estructura de la psique humana, se establece sobre un conflicto interno (imagen egoica), lo

que obliga a la mente a funcionar con bajos niveles de energía, por la demanda de sostener esta

ilusoria fractura de origen psíquico. Esto produce un desequilibrio interno, distorsionando el

natural estado de“atención alerta” de una mente sana. La atención, que fue descripta por K.

como esencia de toda energía consciente, siendo escuchar el arte que la libera, son los
elementos siempre presentes y fundamentales para el despertar de las cualidades de la

inteligencia.

Las cualidades de una mente funcionando sin divisiones, es un estado experimentado por K.

durante el transcurso de toda su vida, el que intentó explorar apasionadamente y compartir sus

beneficios con el resto de la humanidad. Lo describió como un estado completamente creativo y

espontáneo, vacío de pensamiento, por ende de condicionamientos y del tiempo. Inaccesible

desde la razón, y su rígida lógica. Lejos de disciplinas físicas o mentales, de prácticas rituales de

superstición mágica o religiosas, de esfuerzos en interés de iluminarse o conducir a la

iluminación, todos intentos de la mente inmadura.

Según K., el estado de la percepción alerta se experimenta completa en sí y completamente

consciente e inteligente. Es esencia de toda esencia, manifestada en el eterno presente del aquí y

el ahora. Una totalidad sin centro ni polaridad y consciente de su total plenitud, así como de las

cualidades creativas de su acción esencial y trascendente. En ella, la acción, comprensión y

libertad son solo aspectos de una sola, misma y única realidad en permanente cambio.

Uno debe negarse a sí mismo como imagen limitada, negar comprensivamente su realidad

egoica, entonces “aquello” que no puede nombrarse porque siempre es desconocido por

permanecer fuera del seguro campo de lo conocido, se manifiesta en todo su esplendor, entonces

solo cabe su contemplación extática.

K. habla de la esencia de un todo, unicamente experimentable por una mente que ha madurado

el conocimiento de sí misma, descartando todo el producto ilusorio y residual del tiempo que

incluye a su propio ego. La “experiencia” misma es el “hecho”, y no retro-alimenta a la

memoria, por ello se conserva eternamente nueva, joven e inocente. Renace fresca en cada

oportunidad, por tanto es siempre desconocida. No puede utilizarse ningún conocimiento para

acceder a ella. No existe caminos ni instituciones religiosas, ni religión revelada que conduzcan a

la verdad, como manifestara tajantemente K., durante el acto en el que formalmente disolvió la
orden religiosa, que lo propuso como “avatar” de la nueva era; (especie de reencarnación de

Buda para oriente y segunda venida de cristo para occidente).

XIX- Epílogo

El fenómeno de la comprensión inteligente de los hechos, no depende del pensamiento, ni de

ninguna actividad racional, disciplina o esfuerzo acumulativo, ni de la voluntad, sino de la simple

atenta escucha que lleva a la espontánea comprensión, de que todo el movimiento del universo,

que nos incluye, es inteligente y consciente, y que es la misma inteligencia consciente la que

contiene toda virtud, amor y conocimiento, requeridos para su manifestación en cada uno de

nosotros.

No obstante esta inteligencia es un hecho total de otro orden, y no depende ni está

influenciada por las limitaciones de la estructura de los pensamientos que conforman nuestra

individualidad preconciente, limitada y artificiosa. Para que esta inteligencia actúe, toda

conciencia limitada artificiosamente, debe cesar su actividad, el pensamiento mismo debe cesar

su perpetua actividad, entonces, la inteligencia, en la armonía del silencio operará.

Este silencio, no requiere ningún esfuerzo, ya que adviene de la comprensión de la falacia del

pensamiento, lo cual conlleva naturalmente a la negación de uno mismo como individualidad

separada del todo. Ello nos transforma en contenedores adecuados para la inteligencia total e

ilimitada, cuya acción destruirá toda ilusión sin esfuerzo.

Entonces nace una nueva y verdadera individualidad indestructible, no condicionada ni

limitada por la concepción tradicional de historicidad lineal del tiempo, ya que solo es energía en

constante transformación que jamás desaparece o se extingue, porque la misma

muerte/renacimiento está en su esencia.

La “creencia y los prejuicios”, a diferencia de la percepción o la comprensión, fracturan la

cohesión de la propia conciencia, intentando sostener en el plano mental y sicológico/temporal

una división que en definitiva es la teoría de una ilusión. Para sostener esta aberración o
“engaño” es que cultivamos la tremenda resistencia contradictoria de la idealización, que

llamamos ego. Este se desenvuelve en absoluta inarmonía consigo mismo y con el entorno,

impidiéndose fluir junto a la corriente de la totalidad, consumiéndose en un vórtice de

aislamiento y limitación.

Por todo esto es fundamental comprender que la primordial fractura de la mente, es el propio

“ego”.

Cada uno de nosotros potencialmente puede experimentar la conexión con el todo. Solo la

ignorancia sobre nuestras naturalezas y las de las estructuras de la propia matriz mental,

posibilitan que el prejuicio engañoso de divisiones separativas del todo, distorsionen esta creativa

percepción de la realidad. Entonces la pregunta fundamental es, ¿Existe una cualidad o fenómeno

que ponga espontáneamente la percepción, fuera del alcance del ego y su condicionamiento

temporal, y de esta manera, poder percibir la realidad sin su poderosa distorsión?.

Cuando veamos que ello existe, al escuchar atentamente en el silencio, descubriremos que la

verdadera acción, es la comprensión inteligente de los hechos fenomenológicos, y que esa misma

comprensión, más allá de nuestra voluntad, transforma la realidad sin necesidad de ninguna otra

acción externa o interna nacida del pensamiento voluntario o del deseo.

Hugo Rafael Espinoza (hugo_espinoza00@hotmail.com)

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