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MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

Trazas para -una historia


de la gramática española

Separata de SeRIPTA PHILOLOGICA IN MEMORIAM MANUEL TABüADA CID


Tomo 1
EDICIONES UNIVERSIDADE DA CORUÑA
TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRAMÁTICA
ESPAÑOLA
MIGUEL ÁNGEL EsPARZA TORRES
Universidade de Vigo

O. OBJETO

Sugerir las 'trazas sobre las que podóa levantarse una parte de la historia
l

de la lingüística española --concretamente, 10 concerniente a la histOlia de la


gramática- es el objetivo que aquí me propongo.
He escogido el término 'trazas' pensando en esas líneas que prefiguran lo
que más tarde ha de ser una constlucción sólida y, también\ porque quiero refe-
rirme particularmente a los comienzos de la historia gramatical española\ tan
desconocidos, como necesatios para entender su desarrollo posterior. Pretendo
con este planteanriento resaltar ciertas 'continuidades' de nuestra historia lln-
gUística y ciertos cambios de perspectiva especialmente relevantes, en especial
en lo que se refiere a las relaciones entre la tradición gramatical latina y la his-
pana.

l. LOS COMIENZOS

1.1 La gramática escolar medieval, un campo inexplorado

Es un tópico muy reiterado que la historia de la lingüística hispánica y con


ella la historia de la gramática española tiene su grandioso comienzo en el año
1492. Ese año salió a la luz --casi 'mágicamente', se diría por el tono que tan-
tas veces se adopta en la ponderación de tal evento- la Gramática Castellana
del humanista Ello Antonio de Nebrija. Todavía en estudios recientes y de indu-
dable métito pueden leerse frases tajantes en este sentido (cfr. Neumann-
Holzschuh 1992:616):
48 J..flGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

Der Beginn der spanischen Grammatikographie ist im Jabre 1492 anzusetzen.


dem Erscheinungsjahr der Gramática de la lengua castellana von Antonio de
Nebrija. Über die spanische Grammatikographie vor Nebrija ist nur weníg
bekannt.
Con ello se ha evocado la grandiosa coincidencia tempol"al de esta publi-
cación con la consecución de la unidad nacional y con la necesidad de dignifi-
car la lengua propia de la que, en breve, se iba a convertir en la indiscutible
potencia del orden político internacional y que rechazaba -se dice- una len-
gua esclava del idioma latino. Pero nuestro desconocimiento de lo anterior a
1492 no justifica su omisión. Si la labor de Nebrija es punto básico para enten-
der el desarrollo de la filología castellana desde el Renacimiento, lo es también
para referirse a los cOlnienzos de la historia de la gramática española,
La Edad Media fue rica en trabajos gramaticales. El interés que ha susci-
tado durante las últimas décadas el estudio de la gramática medieval, en parte
favorecido por las similitudes que ofrecen a los ojos de los historiadores de la
Lingüística las teorías modistas del siglo XIII con las recientes corrientes gene-
rativas, ha permitido que vean la luz un gran número de textos gramaticales iné-
ditos y que se haya esclito mucho sobre diversos aspectos de la denominada
grammatica speculativa.
No obstante, hay que tener en cuenta que la Gra1J1matica speculativa
constituye sólo una ÍnfÍlna parte de la gramática medieval, tanto por el
núlnero de textos como por su extensión en el tiempo. La gramática de los
modistas era especializada y quedó reducida a un ámbito nlUY concreto y
perfectamente diferenciado del resto de la gramática que podríatnos llamar
'escolar': al álnbito de la especulación científica. Sin embargo, no cabe
duda de que las teorías modistas influyeron en las gramáticas escolares y
este fenómeno, aunque peTtenezca a una fase posterior, tiene enorme impor-
tancia.
Los efectos de esa influencia pueden notarse en los textos de la gramática
escolar inmediatanlente anterior a la humanista~ es decu', en un terreno que,
como dice Bursill-Hall (1974:88), está aún en buena lnedida sin explorar. Antes
de ocuparme de esas gramáticas, repaso brevemente algunos aspectos del desa-
rrollo de la gramática medieval.

1.2 Las fuentes gramaticales


La tradición gramatical medieval ananca, como es bien sabido, fundamen-
talmente de dos gramáticos latinos de los siglos IV y VI de nuestra era respecti-
vamente: Donato y Plisciano, que siguen la pauta delineada por el hispano
Quintiliano (s. 1). El Ars Minor de Donato se convirtió en el nlanual escolar lnás
TRAZAS PARA UNA HlSTORIA DE LA GRAMÁTICA ESPANOLA 49

utilizado hasta el Renacimiento. Las Institutiones grammaticae de Prisciano,


ofrecían a los más avanzados, con los numerosos ejemplos extraídos de los
'autores', una introducción a la literatura clásica (cfr, Niederehe 1993:265-6).
De todos los antiguos, son los únicos que parecen conocer los autores medieva-
les, sobre todo a partir del siglo Xll. La tradición manuscrita de estos gramáticos
es riquísima y en la mayor parte de las bibliotecas con fondos de gramáticas lati-
nas medievales hay ejemplares de uno u otro.
Sin ser una gramática en sentido estricto, las Etimologías de San Isidoro
(c.570-636), que atesoran la 'suma' de los saberes sacados de los autores, com-
pletan el panorama de un primer milenio en el que la gramática integraba las
Artes Liberales y abría el camino hacia los demás saberes.
No se puede hablar todavía de una gramaticografía española, ajena al resto
del mundo latino. Sin embargo, con el desarrollo de la Escolástica (en parte pro-
piciada por las traducciones de Aristóteles hechas en España) comienza a haber
variaciones.
A partir del siglo XlII, aparte de los autores citados, se introducen otros
libros de texto en el currículum, aunque todos ellos beben de las fuentes de
Donato (cfr. Closa Farrés 1977) o Prisciano, algunos directamente, puesto que
están elaborados como comentarios, así, por ejemplo, Pedro Helías (fl. 1140)
o Roberto Kilwardby (1200-1279), sobre Prisciano; otros, indirectamente
como el Doctrinale de Alejandro de Villadei (fl. 1200), el Graecismus de
Ebrardo de Béthune (fl. 1212) o el CatholicoJl de Juan de Génova (m.ca.1298),
entre otros. El fondo de la doctrina gramatical no cambia con respecto a la de
los dos gramáticos antiguos~ pero sí se hace evidente la tendencia escolástica a
convertir el Ars en Scielltia, a teorizar sobre la lengua latina como lnodelo uni-
versal de lengua considerada como simple instrumento, desatendiendo el uso
literario de la tradición clásica. El centro difusor de estos caInbios es la
Universidad de París.
Niederehe (1987 y 1993), a partir del estudio de la utilización de estos y
otros gramáticos en la obra alfonsÍ, demuestra la llegada de estas teorías lin-
güísticas a la Península y, por consiguiente~ el cambio de nImbo en relación a
las concepciones gramaticales antiguas. Las teorías lingüísticas procedentes de
París se notan, pero las autoridades literarias no son excluidas de la gramática
(latina), sino que pasan a ser, en España, fuentes de la historia. Ello a pesar de
que España contó con un lúcido representante de las modernas teorías lingüís-
ticas: "lnaestre Pedro el espannol" (General Estaría JV, fol. 193b), como recuer-
da Niederehe (1993:269). Se trata de Pedro Hispano (cJ205-1277)~ autor de las
SUJ1ll1lulae logicales, el manual de lógica nlás citado de la Edad Media e impre-
so en casi 200 ediciones hasta finales del xvm.
50 MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

El Pl'osodion de Juan Gil de Zamora, un tratado gramatical del tiempo de


Sancho IV (1284-1295), nos ofrece un claro ejemplo de cómo se remodeló la lin-
güística francesa a las necesidades de la Península Ibérica.
La reorientación de la gramática latina y el florecer de la lengua vulgar,
convertida en vehiculo del saber de los 'autores', son, en fin, dos claves impor-
tantes de la labor alfonsí.
Pero además de este punto de vista para el estudio de la gramática medie-
VjlJ!- ~ decir, seguir su transformación en ciencia universal, con la consiguiente
variación en el puesto otorgado a los 'autores', es posible adoptar otro punto de
vista complementario: repasar los diversos métodos didácticos e intentar valo-
rar su influencia posterior.

1.3 Los métodos didácticos


La Edad Media no fue un período uniforme en lo que a los recursos didác-
ticos se refiere. Como se ha dicho, en el nivel básico de enseñanza, los niños
comenzaban a aprender latín con el Ars Minor de Donato o con los dos prime-
ros libros del Ars MaiO!: Sólo en un segundo nivel se iniciaban con textos como
el Catholicoll, el GraecisJ1lus o el Doctrinale. Prisciano y sus comentadores
quedaban reservados para los estudios universitarios.
Es posible distinguir, a lo largo de toda la Edad Media, cinco grandes fór-
lnulas pedagógicas: la gramática versificada, el comentario, la gramática
erotenlátíca, la gramática lexicográfica y la síntesis del método ad proverbian-
dum. Brevemente me refiero a ellas y hago algunas anotaciones sobre su
influencia posterior:

a. Gramáticas versificadas
Las gralnátícas en verso fueron relativamente abundantes en los tenitorios
menos latinos del norte de Europa, de París para aniba. Las lnás famosas y
extendidas fueron la de Villadei y el Grecismo de Eberardot autor igualmente
del Laberinto, una suelte de antología de modelos en verso para aprendizaje e
imitación.
En verso, casi siempre hexámetro, están escritas muchas obras de carácter
didáctico, no sólo gt'amatical, de la época. Concretamente en Castilla, el
Verbiginale una interesante gramática aparecida en Castilla en el siglo X1TI (cfr.
t

Pérez Rodríguez 1990).


La tradición de las gramáticas versificadas fue dilatada. Luis Gil (1984:26)
incluye a Nebrija entre los seguidores de la línea pedagógica medieval en el
Renacimiento t porque compusó en versos latinos algunas partes de la segunda
TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRA1\IÁTrCA ESPAÑOLA 51

redacción de sus Introductiones latinae, revelándose continuador, de esta mane-


ra, de la creencia pedagógica medieval de que se asocia con mayor facilidad lo
expuesto en metro o rima y se retiene mejor en la memoria aquello en que se
obliga a desentrañar su aparente dificultad. Pero la conveniencia del uso del
verso ni es "exclusiva creencia medieval", ni se restringe sólo a Nebrija. Otro
ejemplo destacado es la Suma y erlldicion de Grama/ica en metro Castellano
muy elegante y necesaria para los nUlos que oyen Grammatica, o lo han de 0)'1',
una gramática latina de Francisco de Támara aparecida en 1550 y redactada en
versos romances. A esta Gramática me referiré más adelante.

b. Comentarios
Los comentarios eran una forma muy común de hacer llegar el texto de un
autor antiguo. Comentarios de Donato y Prlsciano hay desde la misma
Antigüedad, aunque sólo los elaborados a partir del siglo XlI adquirieron rele-
vancia en la enseñanza del latín durante la Baja Edad Media, con la excepción
del comentaría a Donato de Remigio de Auxerre, del siglo x. Según Law, sur-
gen por la necesidad de mejorar la exposición de algunos puntos o para cubrir
lagunas, por ejemplo, las de Donato en la declinación (faltaba la declinación de
nombres de la 4 a y 5a), en el paradigma pronominal, en el verbal, etc.
Este modo de explicar la gramática influyó notablemente en la tipología de
los códices: los comentarios podían ser suplementos independientes o estar
insertados en el texto que se comentaba. Entre estos últimos adquirieron impor-
tancia las glosas dispuestas en parágrafos de diferente tamaño de letra o en colum-
nas yuxtapuestas, pero respetando la jerarquía entre texto principal y comentario.
De la trascendencia de este método nos puede dar una idea el hecho de que
el propio Nebrija recurriera a él en su redacción definitiva de las lntroductiones
Latinae (Salamanca 1495), en la que unas extensas glosas desentrañan y preci-
san a los maestros el sentido del texto gramatical-sólo que nadie sino el anda-
luz tuvo la feliz ocurrencia de comentarse a sí mismo de nlOdo tan prolijo.

c. Gramática erotemática
La denominación de 'gramática erotemática ' se refiere a los textos grama-
ticales en los que se desarrolla la exposición por medio de preguntas y respues-
tas. Es uno de los medios propedéuticos más eficaces, sobre todo en la ense-
ñanza básica, y no sólo de la lengua latina. En la gramática bajomedieval se
emplea con frecuencia, bien siguiendo el IllOdelo de Donato (su Ars Minor es la
principal gramática erotemática), como hace Julián de Toledo (s. vrn), bien por
nledio de lo que algunos denominan 'gramática de análisis\ cuyo principal
exponente es la gramática del tipo Domill11S, quae pars?, en las que partiendo
de alguna frase o verso de algún autor, se analizan cada una de las palabras que
52 ¡"UGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

la componen: qué parte de la oración constituyen~ cuál es su género, número~


caso; qué función sintáctica desempeñan...
La fortuna de este método no se restringe tampoco a la Edad Media: el
Libro nI de las lntroductiones latil1ae de Nebrija, en cualquiera de sus redac-
ciones, sigue las pautas de una gramática erotemática.

d. Gramática lex.icográfica
Del mismo modo que la elite de la lingüística medieval se localizaba en
Francia, el privilegio corresponde a Italia en lo referente a la lexicografía. El
dominico Juan de Génova (=1298), autor de la Summa grammaticalis valde
notabilis, quae Catholicoll nomínatur es el más ilustre de los lexicógrafos ita-
lianos. Anteriores al Catholicon son Guilelmus Brito (1159/69-1224), de cuya
obra poco sabemos; Papías (fl.l 050), autor de un Elemelltarium doctrine rlldi-
mentu111; y Hugucio de Pisa (=1210), autor de las Magnae derivationes, un léxi-
co etimológico.
Alfonso x cita a los lexicográfos anteriores a Juan de Génova reiterada-
mente. (Niederehe 1987:184-191). El influjo de la lexicografía en las gramáticas
del género plvverbiandi es manifiesto. Son nluy frecuentes las relaciones de
palabras con su traducción romance y, de hecho, es posible aplicarles la etique-
ta de gralnáticas lexicográficas. Es bien sabido, por otra parte, que Nebrija no
consideró acabada su obra en tanto no terminó sus léxicos. Además, puso
nlucho empeño en que el LeXiCOll (el diccionario latino-español) "demostrara la
construcción de las palabras".

e. La gramática proverbiandi
En el ocaso de la Edad Media, llama la atención un fenónleno particular-
mente interesante: la aparición de la lengua vernácula en determinados contex-
tos y con fines muy concretos de carácter pedagógico. Estas gramáticas bajo-
medievales con notas en lengua romance se han venido designando desde hace
años con el nombre de grammaticae proverbiandi. A estas gramáticas, a las que
apenas se les ha prestado atención, me refeliero ahora, y con ellas entramos ya
de lleno en la historia de la gramática del español) .

I Obviamente, no fue la Grammatica PrOl'erbiandi el Ú11ico método empleado para la enseñanza de


la lengua latina, ni sus autores los ÚIÚCOS que debieron percibir con claridad la máxima pedagógica del
uso del romance: la sngerencia de enseñar las fonnas latinas con sus correspondientes equivalencias en
la lengua románica. lanto en la declinación como en ]a conjugación, a fin de favorecer el aprendizaje
de los conocimientos básicos de la lengua latina, puede encontrarse ya en Alejandro de VilIadei. Pero
no nos consta aún que nadie, antes que ellos, llevará a la práctica este ambicioso proyecto.
TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRAMÁTTCA ESPAÑOLA 53

lA Caracterización de la grammatica proverbiandi


Los textos proverbiandi alcanzaron gran difusión en las escuelas primarias
y secundarias españolas. Los textos de esta serie con notas en romance caste-
llano, catalán, aragonés y valenciano constituyen toda una síntesis de las fór-
mulas pedagógicas antes citadas.
La experiencia de los maestros medievales en la enseñanza del latín les
llevó a buscar un método que satisficiera las necesidades de unos alumnos que
cada vez más veían en la lengua latina algo ajeno y diferente a la lengua que
ellos conocían y usaban. Este problema, que no existía en la época en que
Donato y Prisciano escribieron sus gramáticas, se fue acentuando a medida que
avanzaba la Edad Media. La respuesta completa corresponde al nuevo método
de Nebrija, pero, de algún modo, el propósito de la grammatica proverbiandi
fue paliar este grave inconveniente: las fórmulas a las que me he referido arri-
ba (las gramáticas en verso, los comentarios, las preguntas y respuestas) no
siempre se mostraban eficaces. La introducción de la lengua romance, en fin,
parece que fue una solución a juzgar por el número de gramáticas que co-
nocemos (cfr. Calvo & Esparza 1993) con notas en valenciano, catalán, arago-
nés y castellano.
Esto no significa que los maestros despreciaran la experiencia anterior,
sino que la integraron en estas lluevas gramáticas. Así, por ejemplo, en los tex-
tos de la serie encontramos: citas de autores antiqui (prisciano, Donato) y
moderni (pedro Helias, Juan de Génova, Ebrardo de Béthune, Hugucio de Pisa
(d. 1210), etc.); citas por igual de grmnáticos originales y de comentadores de
estos gramáticos, de manera que incluso llegan a confundirse; citas de gramáti-
cas en verso conocidas, conlO el Doctrinale o el Graecismus; y, finalmente,
también habría que referirse a la influencia de los glosados y obras de carácter
lexicográfico, como el CatllolicoJl.
El uso de tales autoridades gramaticales es normal también en las gra-
máticas humanísticas mucho luás de lo que se cree. El propio Nebrija, a quien
se ha caractelizado por su lucha sin cumtel contra la barbarie (Rico 1978), acude
en las glosas que sirven de comentario al prólogo de sus 11ltroductiones (1495)
a esta división de autoridades entre antiguos y modenlos, aunque bien es verdad
que añade entre los jovenes aquellos que a su juicio superan a los gramáticos
medievales:
Antiquorum, puta Diomedis, Phocre, Serui.i, Priscianí, Donati
Iuniorum, puta Alexandri, Ebrardi, Catholíci et ex iis quí supersunt Perotti,
Ve1111ani, Nigri (fol. 8).
Pero la novedad nlás importante de estas gramáticas lo constituye el uso
del romance, piedra angular de su edificio pedagógico (cfr. González Rolán &
54 MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

Saquero 1992;305). La lengua romance cumple una doble finalidad derivada de


la distinción entre la traducción directa (sobre todo, aunque no exclusivamente,
listas de verbos latinos con su significado romance) y la traducción inversa (fra-
ses en romance desde las que el maestro explica la construcción latina). Muy
interesantes son también las traducciones inversas cuando se pretende matizar
las diferentes posibilidades de significado para una expresión romance. Por su
repercusión posterior cabría mencionar expresamente (cfr. Calvo & Esparza
t

1993:169-70) los comentarios sobre el significado equívoco de la palabra


romance 'mas' (cfr. Gramática Castellana, foI. 30v) o sobre la locución roman-
ce castellana 'de/por + infinitivo', (cfr. Gramática Castellana, fols. 40r-v) aso-
ciada a los problenlas de traducción de los participios latinos (cfr. Calvo 1993).
En este último caso, incluye Nebrija una tan misteriosa como nítida referencia
a desconocidos gramáticos de nuestra lengua (cfr. Esparza & Calvo 1994):
Los participios del futuro cuanto io puedo sentir aunque los usan los grama-
ticos que poco de nuestra lengua sienten: aun no los a recibido el castellano: como
quiera que a comen~ado a usar de algunos dellos: & assi dezimos tiempo venide-
ro que a de velÚf: cosa matadera que a de matar. cosa hazedera que a de ser
hech$a: queso assadero que a de ser assado. mas aun hasta oi ninguno dix$o ama-
dero. enseñadero. leedero. oidero.
Los autores de grammaticae proverbiandi solamente acuñan media docena de
términos de carácter lingüístico pero de indudable transcendencia: 'componer',
'proverbiar', 'romance' ... Todos estos términos están relacionados con lo que de
modo general se llama supletio: epígrafes dedicados específicamente a comentar el
modo conecto de suplir en latín las conshucciones que, desde un punto de vista sin-
táctico, no son posibles en esta lengua, pero que podrían darse en lengua romance,
utilizando, de hecho, la propia lengua romance como criterio comparativo.
La sup/etio es una originalidad que sólo encontramos en textos del tipo
proverbiandi. A lo largo de tales epígrafes, apenas hay referencias o citas de
otros gramáticos. Siempre aparecen al final del libro, como si de un suplemen-
to se tratara, excepto en el caso de la supletio de los comparativos y superlati-
vos, que suele exponerse a continuación de los capítulos dedicados a este tema.
Ejemplos "modernos" de este nlodo de analizar el paso de constlucciones lati-
nas y castellanas los encontramos en sendos apéndices que incluyen la
Grammafica Brevis de Gutiérrez de Cerezo --que ya fue analizado por Emilio
Ridruejo (1977)-, la segunda redacción de las lntroductiones latinae (1482-3)
de Nebrija o los tratados de Sánchez y Madariaga.
Otro aspecto peculiar de este tipo de gramáticas, la estructuración del
material que sigue la sucesión que Nebdja denominará más tarde ordo natllra-
lis, supone el prinler replanteamiento serío del problema del método para la
enseñanza del latín.
TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRAMÁTICA ESPAÑOLA 55

Los autores de la mayoría de los textos proverbiandi mantienen una idén-


tica estructuración del contenido, que responde a grandes rasgos a la utilizada
por Prisciano, con algunos añadidos2• Es decir, y dicho de otra manera, el uso
del romance permite a los autores de estos tratados restaurar el método emple-
ado por Prisciano, seguido después por Nebrija y la mayoría de los gramáticos
posteriores para la enseñanza del españoL

1.5 Los antecedentes inmediatos de Nebrija


La diversidad metodológica, es una demostración de que el legado medie-
val no fue tan confuso o adulterado como algunos estudiosos pensaron. A par-
tir de la segunda mitad siglo xv se hace progresivamente más intenso el uso del
romance y la reelaboración por los nuevos maestros de los distintos tnodelos
pedagógicos que he señalado.
Efectivamente, en Juan de Pastrana aparecen anotaciones en lengua caste-
llana para facilitar la traducción de los paradigmas del nombre, del verbo y la
función de los casos. Su gramática sigue, sin embargo, el orden artificial -que,
por cierto, imitará Nebrija en sus Infroductiones Latinae- y prácticamente
omite las especulaciones lingüísticas. La segunda palte de esta obra es el
comentario de Nepos, trabajo inscrito sin duda ninguna en la tradición prover-
biandi. Este compendio gramatical conoció numerosas ediciones, a partir del
primer manuscrito que conservamos fechado en 1462 (Maddd BN, Ms. 9748
(1)). Concretamente, Niederehe cita en la RIeRES las siguientes hasta 1600:
Salamanca, ca.1485; sJ., 1491; de 1492, dos ediciones salmantinas y una de
Toulousse que añade el conlentalÍo de Felnando Nieto arriba citado; Lisboa
1512; Valencia 1533; Palma de Mallorca, 1545, 1554 Y1559; Barcelona, 1578.
En la Grammatica Brevis de GutiélTez de Cerezo que conoció tres edicio-
t

nes en Burgos (1485, 1491 Y 1497) Yde Daniel Sisón (Zaragoza, 1490), consi-
derados discípulos de Nebrija, ya se constata un uso más extendido de la lengua
romance: aparte de la finalidad instlumental, para facilitar la comprensión del
texto latino y para traducir frases del castellano al latín, se introducen términos
gramaticales en lengua castellana, que son transposiciones del latín adaptadas a
la lengua romance, pero sus reflexiones lingüístico-contrastivas se mueven aún
en un grado muy precario constreñido por su dependencia del latín: son sim-
t

2 El esquema general de las grammaticae proverbiandi es el siguiente: definición y división de la


Grammatica; liuera; syllaba; dictio; oratio; octo partes orationis: nomen, pronomen, verbulll, partici-
pium, ad\'erbium, praepositio, coniunctio e interiectio; figurae; supletio. A esta relación hay que añadir
otros epfgrafes más, que no siempre aparecen en el mismo orden: regimen, suppositum et appositum,
de absolutis, illterrogatio, ctc.
56 MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

pIes traducciones, como lo era la edición bilingüe de las lntroductiones Latillae


(1488).
La Gramótica castellana de Palacio3 nos sugiere también los frutos de esta
tradición de uso del romance, una tradición que no necesariamente debe
circunscribirse a Salamanca, como prueba la procedencia diversa de los manus-
critos y ediciones anteriores que hoy conocemos (cfr. Gómez Moreno 1989).

1.6 La 'gramática literaria'


A pesar del interés objetivo que tienen las realizaciones puramente grama-
ticales anteriores a Nebrija, no sería justo obviar lo que se ha dado en llamar
gramática literaria.
La preocupación teórica y práctica por elevar y dignificar el idioma fue
generalizándose en la misma medida en que iba clarificándose el objetivo final:
la elevación del vulgar a la categoría de lengua de cultura.
Este proceso, que no puede considerarse tampoco como una ruptura bnls-
ca, tiene su comienzo en la Edad Media, comenzando por Alfonso X y desde
don Juan Manuel(1282-1348) a Enzina (1486?-1529?), a quien, según
Menéndez Pelayo y, después, Galindo Romeo y Ortiz Muñoz, presumiblemen-
te remite Nebrija en su capítulo dedicado a la Prosodia en la Gramática
Castellana:
Pudiera io mui bien en aquesta parte con ageno trabajo estender mi obra: &
suplir lo que falta de un arte de poesia castellana: que con much$a copia & ele-
gancia compuso un amigo nuestro que agora se entiende.f: & en algun tiempo sera
nombrado. & por el amor & acatamiento que le tengo pudiera io hazer lo assi
segun aquella leí que pithagoras pone primera enel amistad que las cosas de los
amigos an de ser comunes. maior mente que como dize el refran delos griegos la
tal usura se pudiera tomar en caudal. Mas ni ío quiero fraudar lo de su gloria: ni
mi pensamiento es hazer lo bech$o. Por esso el que quisiere ser en esta parte mas
infonnado: io 10 remito a aquella su obra.
ViJIena (l384-1434)~ autor de un conocido Arte de trobar (c.1423), elabo-
ra, en palabras de Rafael Lapesa (1984:286), «el primer esbozo de una fonética
y ortografía castellanas con certeras observaciones a veces». Estas conclusio-
t

nes extrae Hans J. Niederehe (1992:106) de los trabajos de ViHena:

3 Sólo se conservan cuatro folios dedicados a ortografía y prosodia del castellano de lo que presu-
miblemente se trataba de un tratado completo de la gramática del castellano.
-l Galindo Romeo y Ortiz Muñoz proponen se emprenta, empreme o imprime, suponiendo que

Enzina, una vez compuesto el Cancionero, estaba dedicado a su impresión.


TRAZAS PARA UNA HJSTORTA DE LA GRAMÁTICA ESPAÑOLA 57

Tropezamos aquí con otra tradición gramaticográfica totalmente distinta de


la que hemos considerado hasta ahora. No se trata, como queda claro desde el títu-
lo de la obra, de glosas en castellano a tratados destinados a enseñar ellatÚl, sino
de textos cuyo fin es introducir el estudio del lenguaje utilizado por los poetas.
Dicho con otras palabras: la parte gramatical de la obra de Enrique de Villena
(1384-1434) está integrada en U11 contexto literario. El estudio del influjo de las
gramáticas 'lógicas' ofrece, pues, sólo una imagen parcial de las escuelas lingüís-
ticas existentes en la Península Ibérica de la Edad Media.
La gramática literaria está redactada desde el principio en lengua vernácu-
la, porque ha de seguir necesariamente las pautas marcadas por los 'autores',
que en un principio son los trovadores occitanos.
El punto de arranque de este género de gramáticas serán las Leys d'amors
de Guilhem Molinier de 1356, cuyo tercer libro quedó consagrado completa-
In ente a la gramática, de modo que puede considerarse como el plimer intento
de codificar la morfología y la sintaxis de una lengua romance (Heinimann
1987:24).
A las Leys d 01110rs seguirán dos tratados poético-gramaticales que habían
J

de servir de guía a los trabajos del Consistorio de la Gaya Ciencia de Barcelona:


el Diccionario de Jacme March y el Torcymani de Luys d' Aver~o.
En el ámbito casteJlano~ desgraciadamente, no conocemos más que el títu-
lo del primer tratado poético-gramatical de don Juan Manuel: Arte de trobar o
Reglas como se debe trovar. Tampoco la obra de Villena ha llegado hasta noso-
tros completa. Antes bien, conocemos sólo un fragmento que no nos permite
hacelnos una idea global del contenido.
En cualquier caso, llega a concluir Niederehe (1992:106), «las primeras
huellas de una auténtica gramática castellana no se encuentran, pues, en el
ámbito de los estudiosos del latín, que sólo conocían escuetas glosas en lengua
vernácula, sino en el de los amigos de la poesía, que intelectual o geográfica-
mente estaban cerca de Cataluña, tal como Enrique de Villena que, en un pri-
mer tiempo, pensaba servirse para sus propias obras y sus traducciones del cata-
lán y no del castellano (pascual 1974)>>.
Con todo, no debe olvidarse que, geográficamente, es también en el ámbi-
to de la Corona de Aragón, particulannente en Valencia y en Cataluña donde el
uso del romance en la otra tradición, en la gramatical escolar~ constituye una
práctica constante de mayor calado que en Castilla, donde los trabajos de que
tenemos noticia son, comparativamente, escasos.
Para Niederehe (1993:289), en cualquier caso, Nebrija saca partido de las
dos tradiciones que aúna el Marqués de Santillana (1396-1458), occitana e ita-
liana~ ya que la mayoría de los autores de que Nebrija saca sus ejemplos en la
Gramática Castellana están próximos a la persona de Santillana. Sin embargo.
58 :MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

creo haber mostrado que esto no quiere decir que Nebrija fuera ajeno al desen-
volvimiento de la tradición gramaticográfica en España.

2. ANTONIO DE NEBRIJA

Nebrija (1444-1522), efectivamente, no es un paréntesis inexplicable en nues-


tra tradición gramatical, sino un momento cumbre, una síntesis inigualable: huellas
inequívocas de todas y cada una de las distintas lnetodologías y tradiciones desa-
rrolladas en épocas precedentes se perciben en la obra gramatical de Nebrija.

2.1 La singularidad de Nebrija

Nuestro filólogo pudo conectar, tanto en la escuela española. como en el


tiempo que gastó en Italia --donde la tradición proverbiandi fue especialmente
rica- con la línea de los maestros de la gramática pedagógica medieval. En
cualquier caso, su ambición de conseguir el método perfecto para la enseñanza
del latín trajo como consecuencia feliz, no sólo las Il1troductiones latinae --en
sus diversas y reiteradas ediciones- con su versión bilingüe (Salamanca
c.1488) o los tantas veces reeditados Diccionarios latino-español (Salamanca
1492) y español-latino (Salamanca c.1495). sino también la Gramática
Castellana (Salamanca 1492), que es el primer tratado gramatical riguroso de
una lengua romance y obra de méritos intrínsecos innegables5 (cito por la edi-
ción de Esparza & Sarmiento 1992).
La Gramática nebrisense es una manifestación clara de la elección de una
opción para la enseñanza de la gramática latina: partir directamente de la gra-
mática de la lengua velnácula para el aprendizaje de los conceptos teórico-gra-
maticales, presciendiendo de anotaciones, anexos o traducciones. La técnica del
contraste latín~romance es patente en la Gramática castellana. La comparación
del latín (en la mayoría de las ocasiones), el griego o el arábigo con 'nuestro len-
guaje castellano' o 'nuestra lengua' -denominaciones empleadas innumera-
bles veces a lo largo de la Gramática- es constante.

2.2 El método y la concepción de la gramática

Nebrija tuvo que solucionar diversos problemas, referidos particularmente a


la concepción de la gramática y al método que se debe aplicar según los alullmos.

.5 Para seguir la pisla a las ediciones nebrisenses, cfr. Odriozola 1946 o el Capítulo «Estudio bio-
bibliográfico» de Esparza 1995.
TRAZAS PARA UNA mSrORIA DE LA GRAMÁTICA ESPAÑOLA 59

En lo que respecta a la primera cuestión, Nebrija entiende la gramática


desde un doble punto de vista práctico y científico. Efectivamente, el funda-
mento último de una metodología que supone similitudes y coincidencias entre
lenguas distintas nos remite a la concepción mislna de la gramática. Es decir,
Nebrija consideraba la gramática no sólo como un conjunto de reglas capaz de
estnlCturar una lengua particular, sino como una ciencia que remite a principios
y causas universales. En este sentido puede decirse que tampoco en lo que res-
pecta a Nebrija fue vano el trabajo de los modistas.
Es aventurado pensar que en las obras más examinadas por los investigado-
res, en la Gramática Castellana o en las Introductiones Latinae, destinadas a alum-
nos, Nebrija hubiera fOlIDulado una clara división de las ciencias y determinado
claramente el papel de la ciencia gramatical. Sin embargo, sí lo hace en sus comen-
tarios destinados a profesores. En las glosas de la Recognitio (fol. 6) encontramos
una clara división de las ciencias y la determinación del objeto de la gramática:
Nam orones artes siue scientiae aut sunt de rebus aut de sermonibus. De rebus
aut sunt practicae, quarum finis est actio siue opus, aut theoricaei quarum finis est
contemplatio, quo in genere sunt physica, mathematica, theologia. Circa sermo-
nes quoque tres uers3ntur: grammatica, dialectica, rhetorica.
Esta división le pennitirá situar más tarde la gramática y diferenciarla de
las restantes; tatnbién de las aglupadas bajo la denominación de lógicas o
sermoCÍnales. La gramática será aquella ciencia que circa sennonis congruita-
te uersat} quemadmodum rhetorica circa or11alu111, dialectica circa uerifalsique
dissertionem (Recognitio, foL 6).
Nebrija~ preocupado por la elección del método que debía aplicar~ tonIó
está decisión: el método natural sobre la lengua matera~ el artificial sobre la len-
gua desconocida.
El método natural es un sistema de exposición ascendente que conduce
desde el estudio de las unidades menores a la mayOl', desde la letra hasta la ora-
ción) deteniéndose en el estudio de cada uno de los accidentes de la letra, de la
sílaba y de la dicción. Este método sólo es posible en el caso de que la lengua
que va a ser "sujeta a reglas" haya sido aprendido por el uso: en el caso de la
lengua materna. La denominación de natural hace innecesario pl'ecisar que para
Neblija este método ofrece considerables ventajas.
Por el contrario, el orden de la doctrina o artificial, que resulta de seguir
«el exemplo de los que escrivieron los primeros rudimentos i principios de la
gramática griega i latina» es aquel que basándose en un «breve i confuso cono-
cimiento de las letras j silabas i partes de la oración) presenta ciertos nombres i
verbos por proporción i semejan~a de los cuales) todos los otros que caen deba-
xo de regla se pueden declinan> (Gramatiea Castellana fol. 54v).
60 MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

El método natural de explicación de la gramática podía ser solamente apli-


cado sobre la lengua materna de los alumnos y supone el cumplimiento exacto
de la premisa que Nebrija se había impuesto como condición de su labor docen-
te. En el prólogo a sus lntroductiones Latinae (1481, foL Ir), afnma:
Pero nosotros, que estamos ya tan alejados de la lengua latina, hemos de
introducidos en ella por un método lluevo (...). Por 10 tanto, conocida la condición
de aquellos a quienes intentamos enseñar, nada escribiremos que aquella edad no
pueda comprender, pero nada omitiremos de aquello que concierne a las intro-
ducciones latinas, nada no será puesto en esta obra, a no ser que sean las prime-
ras letras que habrán sido aprendidas en otra parte [trad. nuestra].
Desde estos dos puntos de vista, la Gramática nebrisense es la cima de la
tradición gramatical escolar medieval. Pero no sólo de ese aspecto de la tradi-
ción. La necesidad de ejemplificar la retórica y la métrica en romance, obligó a
Nebrija a extender al castellano -lengua de comunicación-, el esquema que
había aplicado a las lenguas hebrea, griega y latina -lenguas de la religión, la
sabiduría y el poder, condensadas en el título de la Cruz- estableciendo sus eda-
des y señalando sus autoridades. Huelga decir, que aquí entronca Nebrija con la
tradición de la gramática literaria -lo que no significa que los autores citados en
estos capítulos constituyan el canon idiomático propuesto por el gramático.

2.3 Los méritos intrínsecos de la Gramática nebrisense


Una interpretación de la Gramática Castellana a posteriori, considerando
los nImbos posteriores de la gramática española, no hace sino engrandecer aún
más la figura de Nebrija. Gloso a continuación el aceItado resumen de Lope
Blanch (1990). En lo que respecta a la ortografía, proclama Nebrija la necesi-
dad de hacer correspondel' la escritura a la pronunciación, esto es, de emplear
una racional ortografía fonética: "así tenemos de escrivir como pronunciamos i
pronunciar como escrivimos". «Este atinado principio -respaldado por la auto-
ridad de Quintiliano-- fue abrazado y defendido por la mayor parte de los gra-
máticos renacentistas españoles: por Pedro de Madariaga Vizcaíno, según el
cual "se debe escrivir como se pronuncia", por Juan Sánchez, quien censuraba
10 que hacían "algunos Españoles, que por tratar la lengua latina, fácilmente la
mezclan y la rebuelven con la Española, dando al Romance la ortografía del
latín"; por Mateo Alemán, quien recomendaba categóricalnente, "ya después de
las letras formadas, irlas usando legal i Oliógrafamente, cuanto a nosotros toca,
escriviendo como hablamos, para que otros nos entiendan con facilidad cuando
escrevimos", a la vez que consideraba "impertinentes" los razonamientos de
quienes pretendían mantener la ortografía latina por respetar la ortografía de las
palabras... ».
TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRA~IÁTICA ESPAÑOLA 61

Para las ideas y la descripción nebrisense de letras y sonidos hay que acu-
dir también a las Reglas de Ortografía en la lengua castellana (Alcalá 1517) y
el opúsculo De vi ac potesfafe litterarum. Nebrija es) pues) también precursor
de los innumerables trabajos ortográficos que irán viendo la luz a 10 largo de los
Siglos Oro y después.
En cuanto a la etimología, haber establecido las partes de la oración sin
desvirtuar la realidad idiomática por el intento de salvar el esquema conceptual
invariablemente utilizado desde Dionisio de Tracia y Aristarco, da una somera
idea de su talento como gramático. Pero también confmna el éxito de un cami-
no andado por los gramáticos anteriores: el establecimiento definitivo del méto-
do contrastivo y del establecimiento de las diferencias entre latín y castellano.
La sintaxis nebrisense desarrolla aspectos originales y representa desde
luego el comienzo del estudio de la sintaxis del castellano y el fundamento de
las teorías posteriores. Su análisis supone el comienzo de la aplicación de crite-
rios formales) desarrollados al mismo tiempo que los aspectos lógicos y semán-
ticos de la ordinatio dictiollu11l, mediante la aplicación de ]a teoría de la rectio.
El libro V de la Gramática, cuyo título reza "para los que de extraña len-
gua querrán deprender" es el primer resumen gramatical impreso cuyo fin
declarado es servir al aprendizaje del español para extrajeros.

3. LOS SIGLOS DE ORO DE LA FILOLOGÍA CASTELLANA

3.1 Visión de conjunto


El Siglo de Oro de las letras españolas es también el Siglo de Oro de-la
filología castellana. Acertadamente comenta Juan M. Lope Blanch (l979:XII)
este hecho:
La aparición en 1492 de la Gramática castellana de Nebrija marca el
comienzo de una época -que había de durar casi dos siglos- durante la cual la
filología española alcanzó un esplendor nunca después proporcionalmente igua-
lado. A lo largo de todo el siglo XVI y durante buena parte del XVII se impri-
mieron en España o en otros países de Europa y aun en América, multitud de
libros en los que se estudiaba, con diversa metodología y vario propósito) la len-
gua española o los idiomas americanos recién descubiertos.
Intento proyectar ahora las lineas tradicionales que he señalado. Afinna
Lope Blanch (l979:Xll) que las obras que entonces se publicaron podrían ser
clasificadas en cuatro grandes grupos según sus objetivos y características:
• Por una parte, podríamos distinguir las que tienen un carácter básicamen-
te teórico-descriptivo) por cuanto que se trata de libros en que se anali-
62 !\UGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

zan --con mayor o menor fortuna doctrinal- las características fonéti-


cas, morfológicas y aun sintácticas de la lengua castellana, incluyendo en
no pocos casos digresiones en tonlO al origen y a la filiación del idioma.
• Un segundo glUpO estaría formado por los estudios de carácter
lexicográfico, ora se trate de diccionarios bilingües con el castellano
como base, ora de vocabularios especializados o 'técnicos'.
• El tercer grupo lo forman las obras destinadas a facilitar el aprendizaje de la
lengua española a extranjeros, ya estén escritas en el idioma de los destina-
tarios, ya sean bilingües, ya aparezcan redactadas únicamente en español.
• El cuarto apartado lo constitiyen las Artes o gramáticas con que los reli-
giosos llegados al Nuevo Mundo daban a conocer las lenguas autóctonas
de Amélica y pretendían facilitar su aprendizaje a lo europeos interesa-
dos en ello; tales gramáticas se complementaban con diccionarios o
vocabularios de extraordinario valor en no pocas ocasiones.
Básicamente de acuerdo con Lope Blanch, pienso que aún podrían añadir-
se allllenos un par de glUPOS:
• Por una parte, ha de notarse que el uso del ronlance para la enseñanza del
latín siguió dando frutos dignos de mérito, manteniendo viva la tradición
de los estudios contrastivos latín-español.
• Por otra, y al mismo tiempo que la mejol' escolástica renacía de sus ceni-
zas, la gramática especulativa, de la mano de El Brocense (1523-1600),
alcanza sus mejores realizaciones en España. La Minen'G de Sanctius
será, efectivamente, obra de gran trascendencia.
A continuación, me detengo sólo en alguno de los grupos reseñados. Dejo
de lado el de las obras lexicográficas, puesto que me ciño a los estudios grama-
ticales. No voy a referirme a las gramáticas para extranjeros 6 • Finalmente, on1Íto
las referencias a las Artes confeccionadas por los religiosos para la descripción
de las lenguas del Nuevo Mundo, estas últimas tan ceñidas en algunos casos a
los esquemas neblisenses de las Introductiolles (cfr. Alvar 1992).

3.2 El uso del romance para la enseñanza de la gramática latina


La tradición granlatical escolar del uso del romance, elevada por Nebrija a
la categoría de nuevo método, seguirá vigente lm'go tiempo, con la exigencia del

6 No por su falta de interés, sino por la imposibilidad de tocar todos los temas. Una muestra, si se
quiere extrema, de las relaciones entre las obras de este gmpo y otras de finalidad tan distinta es la jus-
tificación que hace Simón Abril del uso dcl romance para el aprendizaje dellatúl, siguiendo el ejemplo
de los extranjeros, que aprenden las lenguas cxtrañas en sus propias lenguas
TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRA!\fÁTICA ESPAÑOLA 63

uso de textos gramaticales en castellano que habían de servir de base para el


acercamiento del alumno a la lengua latina. La tradición proverbial1di siguó
viva siglos más adelante. Es relativamente fácil de determinar qué autores par-
ticipan de ese método tan tradicional; les delata el uso de una terminología espe-
cífica, que también empleó Nebrija: romances, circunloquios, tiempos propios,
componer, suplir... y la atención especial al contraste de construcciones espa-
ñolas y latinas, en especial en los temas más díficiles, como las construcciones
de participio. Presento aquí una breve relación de obras de este género.
1582. Pedro de Madariaga. Madi loquendi latino el hispano senl1one.
1583. Luis de Pastrana. Principios de gramática en romance castellano, a
manera de diálogo, sacados de Antonio de Nebl·ija. (Gallardo dice que se trata de
un plagio de la obra de Carvajal, autor que 110S es desconocido).
1586. Juan Sánchez. Instrucción breve de las letras para figurarlas, nom-
brarlas )' pronunciarlas bien, en sus Principios de la gramát;ca latina (obra que
trata de la pronunciación de la lengua castellana y latina).
1599. Bartolomé Bravo. Thesaurlls verborum ac phrasiuJn ad orationem ex
hispano lafínam efficiendam et completondam.

Luis Gil (1967;238-240, 1984:26) hace notar, con indudable acierto, que tam-
bién en el siglo XVI autores como El Brocense~ Juan Luis Vives (1492-1540) o
Simón Abril (c.1530-c.1600) abogaron por una reforma metodológica en la ense-
ñanza dellatín~ en la que figuraba en primerísimo lugar el empleo en los primeros
pasos de la lengua materna? Estos autores proponen el uso del romance desde
persepectivas distintas y renovadas en relación a las nebrisenses. Concretamente,
sienten menos interés por el contraste lingüístico con fines didácticos, aunque se
apoyen firmemente en el carácter universal de la gramática, y es punto común en
sus trabajos un elogio inicial a Nebrija, que se vuelve crítica cuando se trata de jus-
tificar el necesario progreso metodológico. Además, manifiestan un completo des-
conocimiento de la labor nebrisen8e en romance. Los autores que podemos incluir
en este apartado 80n8 :

7 Gil, sin embargo, afmna que se impuso «desde arriba» la línea medicvaliz311te, línea en la que,
como dijimos, incluye a Nebrija.
8 Libros pérdidos o de paradcro desconocido:
1553. Bemabé del Busto. Illtroductiones grammaticas brel'es y compcJldiosas (de existencia dudosa).
1581. Pedro Simón Abril. Gramática latina (ningún ejcmplar conocido).
1586. Pedro Simón Abril La gramática griega escrita en lengua castellana, para que desde luego
puedan los nÍ110s aprender la lengua griega, jUJ1lamenfe con la la fina, conforme al consejo de
QuintilimlO, con la ayuda yfavor de la mIgar. (Reimpresa en 1587 en Madrid por Pedro Madrigal,
aunque no conocemos ningún ejemplar).
1599. Miguel Navarro. Libro muy util y prOl'eciloso para aprender la latinidad
64 .MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

15321 Bemabé del Busto. Arte para aprender a leer)' escreui1' peifectamen-
te romance y latin.
1533. Bemabé del Busto. lntroducfiones grammaticas breves)' compendiosas.
1573. Pedro Simón Abril. De fin gua lafina. (col. izquierda en español. col.
derecha en latín)9.
1583. Pedro Simón AbriL Los dos libros de la gramática latina escritos en
lengua romance (este libro debe ser el motivo de la confusión de Nicolás Antonio
y de Viñaza que citan una inexistente Gramática castellana de 1583 por Pedro
Simón Abril, aunque reconocen no haberla visto).
Bemabé del Busto lO toma el elogio a Nebrija (fol. a3) en crítica, cuando basa
la necesidad de su obra en la conveniencia de disponer de unas Introducciones
«breves, que ni fuessen defectuosas ni obscuras». Justifica también el uso del
romance:
Assí mesmo se quita toda o gran parte dela dificultad con dar los preceptos en
romance castellano. Por dos o tres razones. Lo uno que el latín en que se enseñan
no aprouecha para imitación que por le saber se sepa nada. Lo otro que es claro que
como los preceptos de suyo tengan tanta aspereza no era bien la lengua en que son
escriptos acreciente otra de nuevo. Lo tercero que no va nada en que lengua se
sepan, ni por que palabras las reglas con tal que se sepa ser assí (fols. a5-6).
Más adelante añade:
Hay aquí otro iructo: que como estén en lengua vulgar tomará el estudiante por
sí gusto de entender, no temá trabajo enel decorar; que lo uno ello se le apegara, lo
otro no es menester vaya atado aquellas palabras, sino que concebida la sustancia
de lo que dize lo diga o sepa por las palabras que primero acierte (fol. a.?).
Simón Abril J1 (1583 :6) advierte en el Prólogo de su Gramática latina en
romance la necesidad de aprender la ciencia en las lenguas vulgares} empezan-
do por la lengua en que la ciencia se expresa:
Error común nuestro es, por no dezir necedad, a los que vienen a apprender
el latín, dalles la Grammatica, con que an de apprender el Latín, escripta en el
mismo Latín. porque si ellos supiessen aquel Latín, ¿qué necesidad temían de la
Grammatica? ¿No será pues más útil con la luz de la lengua que saben, dalles noti-
cia de la que van a apprender, que no enseñarles el latín en el latín, que es alum-
brar la escuridad con las tinieblas?

9 No es irrelevante la posición de las columnas española y latina: en la gramática biHngüe de

Nebrija, el orden es el inverso.


10 Cito por el ejemplar Madrid BN, R 2444 de las lllfroducciones grammatÍCas brel'es y complen-

diosas.
¡ 1 Cito por los ejemplares Madrid BN, R 26029 del De Iingua la/;Ila y Madrid BN, R 13404 de Los

dos libros de la gramática latina esc1itos en lengua romance.


TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRAMATICA ESPAÑOLA 65

Este autor no debió tener conocimiento de la versión bilingÜe de las


l11troductiones nebrisenses; así pondera la originalidad de su gramática traduci-
da (cfr. pág. 354):
Primeramente la e escrito en dos lenguas Latina y Castellana, porque me
parece que el precepto se deve dar en lengua que se entienda, para que por medio
del se venga en conocinúento de aquella que se ignora, y para approuechar a los
que no pueden oirlo de maestro y también porque me pareció que a ambas lenguas
hacia algún prouecho, si al parangón, como dizell, juntas las pusiesse; especial-
mete que veía muy a la clara este prouecho en aquellos que auían hecho lo mismo
en la Griega y la Latina.

Simón Abril no se ahona tampoco la crítica directa a Nebrija en lo relati-


vo a la estlucturación del Arte neblisense (cfr. pág. 352):
Esta orden méthodo y concierto falta enla gramática de Antonio, 10 cual
quien sabe que cosa es methodológica, 10 entenderá muy fácilmente. Porque
hallará que en su quarto libro trata de nombres dinúnutivos y patronymcos, y del
formar los comparativos, cosa que a la parte sintáctica no toca: y lo que avía de
hazer al principio, que es definir el arte y partirla en sus partes por su orden Jo
haze en eJ tercer libro, y antes enseña a declinar el nombre y conjugar el verbo
que enseña a conocerlos, con otras cosas que contra todo oden 16gica están com-
puestas.

En defmitiva, Simón Abril afea a Nebrija no haber hecho en la gramática


latina lo que sí hizo en la castellana método natural-, que tampoco, por
J2
tanto, debió llegar a conocer •
La combinación de verso y uso del romance la representa Francisco de
Támara, quien en el prólogo de su Suma y erudiciol1 de grammática (1550) fun-
damenta así su intento:
La memoria delos hombres es Jábil y fácilmente se oluida. Pues para reme-
dio y conservación della, ha proueydo Dios nuestro Soberano Reparador, prime-
ramente las letras consemadoras de Ja memoria. y después para alcan~ar estas,
nos ha dado y demostrado muchas formas y maneras, según que vida, ser más
cOllueniente a nuestra recordación. Entre las quales el metro me paresce a mi
auer sido mas acepto a nuestra memoria. Y assf es que más fácil se percibe y más
perpetuamente se retiene por la medida y orden y consonancias que lleua.

12 Que Simón Abril hubiera podido sustraerse de la tradición anterior. me parece con todo impro-
bable, en alguna ocasión, la terminología parece remitir a las prácticas usuales de la escuela:
¡Quanta maior luz se te da para el componer auczándote a concoeer la const11lción de los vocablos
por su propia significación! pues desta manera la misma lengua vulgar te dize como lo as de construir
y concertar en la latina.
66 MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

Las huellas de la tradición gramatical son patentes, en la aplicación de las


cuatro causas (eficiente, final, material y formal) al saber gramatical (introdu-
ciendo el uso), sirva además la cita para ejemplificar el tono de sus versos:
Son doctos varones la causa efficiente
de aquesta nuestra arte. que allá en tiempos fueron
de Marco Tulio. que bien escribieron,
y destos el uso es causa potente,
la causa final es hablar congruamente,
es la formal la misma oración
pues desta las partes su materia son;
quien esto cognosce es grammatico sciente

Los autores que he citado confeccionaron trabajos gramaticales escritos


parcial o totalmente en rOlnance. Ninguno de estos trabajos alcanza en audacia
la aventura gramatical que supuso la Gramática castellana de Nebrija.
Algunas otros tratados gramaticales se ciñen solamente a la ortografía,
camino también brillantemente inaugurado por Nebrija. Prueba de ello es que
de 1587 conservamos un Memorial presentado al Rey Felipe Il sobre algunos
vicios introducidos en la Lengua y Escritura Castellana JI medios tomados para
su reforma examinando a los maestros de primeras letras del lenguaje caste-
llano y su escritura. El camino hacia este estado de cosas, preámbulo de la
auténtica necesidad de una gramática completa para los hablantes castellanos,
lo jalonan otras obras, como por ejemplo, en el período que nos ocupa:
1551. Fray Miguel de Salinas. Tratado para saber bien leer)' escreuir. pro-
mmciar y cantar letra assi en lat(n como en castellano (de paradero desconocido).
1552. Fray Andrés Fl6rez. Arte para bien saber leer y escrivir (de paradero
desconocido).
15651 Juan de Robles. Cartilla menor para enseifar a leer en Romance.
1565. Juan de Robles. Copia siue ratio accentuum Omni1l11l ¡ere dictiol1um
difficiliwJ1, 1am linglla latinae, quam hebraicae, 1101l11Ullarumque graecarwn.
1565. Fray Francisco de Robles. Reglas de Ortograf{a.
1582. Juan López de Velasco. Ortografía y prommciaci6n castellana.
1587. Benito Ruiz. Declaración de las boxes i pronullfiaciones que ái en
nuestra lengua Castellana i de las letras que las manifiestan i exercital1.

3.3 Gramática especulativa

Como quedó dicho más arriba hubo en España más afán por la aplicación
t

que por la especulación propiamente dicha. En cualquier caso, es innegable que


TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRAMÁTICA ESPAÑOL¡\ 67

el trabajo lingüístico desarrollado en los siglos anteriores estableció dos cOlTien-


tes bien diferenciadas, una de carácter pedagógico --con las variantes que antes
hemos reseñado- y otra especulativa. Proyectadas en el tiempo ambas tenden-
cias cristalizaron en dos tipos diversos de gramáticas: una gramática teólica que
se internó desde la lengua latina por caminos especulativos hacia una auténtica
filosofía del lenguaje y una gramática de marcado carácter normativo con pre-
dominio absoluto del componente didáctico (cfr. Sarmiento 1984:20)13.
Estas dos corrientes~ irremediablemente convergentes~ llegarán a un punto
de contacto cuando las gramáticas de las lenguas vulgares lleguen a la necesi-
dad de fundar su normativismo. En este sentido la corriente especulativa~ plas-
mada en El Brocense es un capítulo fundamental de nuestra historia lingüística.
Efectivamente, la actividad gramatical del siglo XVI se corona con la
Minerva (1587), porque, aunque su orientación es más especulativa que filoló-
gica y establece su doctrina sobre el latín y no sobre el castellano~ esta obra no
sólo contribuyó a consolidar la tradición sintáctica española que hoy conocemos
bajo la denominación de doctrina clásica (cfr. Breva Claramonte 1975, 1981,
1983)~ sino que~ además, sus planteamientos especulativos sirvieron a los hmna-
nistas vulgares para fundamentar la posibilidad de someter a normas el caste-
llano, proceso al que nos referÍrenl0s a continuación.

3.4 Tratados teórico-descriptivos sobre el castellano


3.4.1 Los cambios en el contexto histórico-ideológico
En lo que respecta a la prhuera de las vertientes que señalamos, es nece-
sario advertir (cfr. Niederehe 1985:168-9) que la gramática, en comparación
con la lexicografía, pasa a un segundo plano, aunque esto no hubiera sido de
esperar tras el espléndido preludio del año 1492. La Gramática de Nebrija no
se volverá a editar, muy al contrario de lo que sucedió con sus Diccionarios lati-
no-español, español-latino y los geográficos, continuamente revisados, amplia-
dos y conjuntamente publicados a lo largo del siglo XVI y también más adelan-
te. Solamente después de la mitad del siglo XVI, concretamente en 1555, apare-
ce en Lovaina una obra de autor desconocido, a manera de modesta aportación~
si comparamos con el número de los tratados lexicográficos. Esta obra, la Vtn
y breve lnstitvtioll, para aprender los principios y fundamentos de la lengua
Hespaiiola ha pasado a la histolia de nuestra lingüística como la segunda gra-
mática española. A ella le siguen en poco tiempo otras gramáticas y trabajos
gramaticales: en 1558, la Gramática Castellana de Cristóbal de Villalón

l3 Los profesores de latín, sin embargo, se servían de los logros de la gramática general. Así
Madariaga remite a sus alumnos a su colega profesor de sintaxis general en la Universidad valenciana
(cfr. pág. 50).
68 MIGUEL ANGEL ESPARZA TORRES

(c.1510-c.l562); en 1559, la también anónima Gramática de la lengua Vulgar


de Espalía. Pero es de notar que nos encontramos en un campo distinto: en el
de la enseñanza del español como lengua extranjera.
¿Cuáles son las causas de esta situación? El mayor desarrollo de las len-
guas romances fuerza la elaboración de nuevas ideas lingüísticas. Cuando a la
polémica sobre la condición de arte o ciencia de la gramática se sobrepone la
contienda sobre el uso del idioma materno, la solución nebrisense -basada
fundamentalmente en factores pedagógicos y en la relación del romance con la
lengua latina, lengua de ciencia- ya no es válida y durante largo tiempo encon-
trarenlOS sólo gramáticas para extranjeros~ trabajos justificados por la necesi-
dad.
Efectivamente, cuando Valdés reconoce, señalando irónicamente a
Nebrija~ que no le corresponde a él escribir un tratado de lengua española «por-
que no soy tan letrado ni tan leído en cosas de ciencia quanto otros castellanos
que muy largamente podrían hazer lo que vos queréis», nos proporciona una
clave para situar la Gramática Castellana de Nebrija dentro de nuestra tradición
gramatical. Era el propio Nebrija quién se refería a la ciencia en el comentario
final del prólogo de su Gramática. Este comentario, aunque tampoco despro-
visto del tono retórico y por nlomentos grandilocuente que adopta el prólogo de
su Gramática Castellana (fol. 3v), es sólo uno nlás de los muchos que nos
puede guiar hacia los cOlnienzos de la gramática española en la tradición esco-
lar antedor a aquel año admirable de 1492:
1 assi despues que io delibere con gran peligro de aquella opinion que muchos
de mi tienen: sacar la novedad desta mi obra de/a sombra & tinieblas escolasti-
cas ala luz de vuestra corte: a ninguno mas justa mente pude consagrar este mi
trabajo: que a aquella: en cuia mano & poder no menos esta el momento dela len-
gua: que el arbitrio de todas nuestras cosas.
Con el correr del tiempo esta obra quedó olvidada. Hay más razones: la
preocupación teólica y práctica por elevar y dignificar el idioma fue genera-
lizándose en la misma medida en que iba clarifícándose el objetivo finat la ele-
vación del vulgar a la categoría de lengua de cultura. En este sentido) no es rigu-
roso pensar que la Gramática nebrisense fue el punto final de un proceso que
estaba entonces iniciándose.
Efectivamente, el proceso histórico de consolidación del castellano en el
que la filología cumplió un destacado papel, tan nitidamente dibujado por
Bahner (1966), debía superar distintos obstáculos: luchar contra la supervalora-
ción del latín~ lo que, a su vez requería renovar las enseñanzas alfonsíes; pro-
fundizar en la genealogía del castellano y resaltar sus semejanzas con las len-
guas clásicas o incluso su superioridad. Además~ para elevar el castellano a la
categoría de lengua de cultura era necesario fijar un uso forzoso del romance,
TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRAMÁTICA ESPAÑOLA 69

sujetarlo a reglas, cuando la polémica sobre el uso, entre los partidarios de la


lengua culta y los del uso común, no estaba ni iniciada en 1492; es más, fue,
precisamente, una de las más constantes en el Renacimiento. No son de extra-
ñar, en fin, afirmaciones como las de Valdés:
He aprendido la lengua latina por arte y libros, y la castellana por uso, de
manera que de la latina podda dar cuenta por el arte y por los libros en que apren-
dí t y de la castellana no, sino por el uso común de hablar.

3.4.2 Gramaticas del espartol


En definitiva, el ejemplo de Antonio de Nebrija no fue seguido. Hay que
esperar más de medio siglo para encontrar una nueva reflexión al nivel de la
nebdsense sobre el castellano y no es una gramática lo que encontramos, por-
que se trata precisamente del Diálogo (1534-1540?) del mencionado Valdés.
El trabajo de Valdés, que no pretende ser una gramática, posee méritos
innegables que la convierten en un texto en el que necesariamente hay que dete-
nerse. En ella se da cuenta exacta del estado en que se hallaba el español de su
época: peculiaridades fonéticas y atinadas observaciones sobre cuestiones léxi-
cas y gramaticales junto a personales opiniones en torno al uso y estilo lítera-
rios.
Pero, volvelnos a insistir en ello, existen diferencias sustanciales entre
Nebrija y Valdés (cfr. Bahner 1966:66). Mientras para Nebrija la gramática es
un instlunlento indispensable para fijar el idionla y evitar su corrupción~ Valdés
piensa que es ilnposible estIuchuar gramaticalmente una lengua viva:
Ya sabéis que las lenguas vulgares de ninguna manera se pueden reduzir a
reglas de tal suerte que por ellas se puedan aprender (fo1. 36r y v).
Salvando esta idea en que las diferencias de concepción son abismales~ exis-
ten también otras~ en cielta medida derivadas de esta. ASÍ, por ejemplo, para Valdés
el cliterio de conección era el uso idiomático guiado por el principio de selección,
mientras que para Nebrija el uso debía reflejar el habla de los doctos~ pero sancio-
nar o condenar correspondía al gramático~ como puede verse que continuamente
hace en su grmuática. Otro ejemplo claro de las diferencias entre Valdés y Nebrija
afecta a la valoración del castellano como lengua. Mientras que para Valdés el cas-
tellano era tan apto para expresar la ciencia y la la literatura como la lengua latina,
si se le respaldaba con una adecuada producción literaria, escrita según los dicta-
dos del uso común y desprovista de los dialectalismos meridionales y del amane-
ramiento mtificioso (cfr. Bustos 1983:218)~ Nebrija no se sustrajo en ningún
momento de la dicotomía lengua de ciencia-lengua de comunicación.
Puede ser ilustrativo buscar un ejemplo del fmal del largo camino que
conduciría a considerar necesario por sí mismo el estudio de la gramática de la
70 1...nGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

lengua vulgar para sus hablantes. En 1606 ve la luz en Roma la obra lnás sobre-
saliente de Bernardo José de Aldrete, Del origen y principio de la lengua cas-
tellana o romance que oi se usa en Espalia. En el comienzo del Capítulo VIII
afirma Aldrete (1606:47):
Bien cierto es, que para saber la lengua vulgar no es menester arte, ni escue-
la para aprenderla en la tierra donde se usa, porque las plimeras palabras, que los
niños fonnan, i las que comenzando a hablar dizen, son los principios della. En
Castilla oi para hablar Romance no es menester acudir a maestros, que lo enseñen,
que con el hablar mismo se sabe. Asi fue la Latina en Roma siendo vulgar, i niños
i mugeres sin saber leer la hablauan i sabían,...
Pero Aldrete (1606:48) contempla ya la necesidad de que haya gramáticos
que enseñen la lengua vulgar:
Quatro cosas dize Cicerón que hazían los Gramáticos: Tratar de los poetas, i
declararlos, dar conocimiento de las historias, la declaración de las palabras, i dar
el tono i sonido en la pronunciación. Lo qual es necesario para hablar bien en
qualquier lengua, aunque sea vulgar, i conviene que aia maestros que lo enseñen,
por que si faltan, como es sola la naturaleza la que obra, con el vso i trato de otros,
que hablan i pronuncian bien, son mui pocos los que por este camino llegan a
hablar con propiedad, i elegancia, i muchos los que hablan mui mal, i con grau-
des faltas; como por esperiencia vemos oí en nuestra lengua, que corre oi sin estos
maestros de Gramática Castellana, como estuuo Roma cerca de seiscientos años
sin que en ella los vuiesse de la Latina.
Las reflexiones de Aldrete están ya cercanas a la siguiente gramática cuyo
fin declarado es la enseñanza del español a aquellos que tienen esta lengua
conlO lengua materna. Esta obra no será publicada hasta 1614: las Instituciones
de la gramática espaiíola de Jiménez Patón. Sigue a esta, en 1627, la Trilingue
de tres artes de las lenguas Castellana, Latina i Griega todas en Rromanze y
J

el Arte de la lengua espaiIola castellana de Gonzalo Correas (1570-1631), que


no fue publicado en vida del autor. Ambos autores se hicieron célebres por su
decidida actitud fonetista que llevaba al extremo lo que había sido doctrina
común durante el siglo anterior. Efectivamente, el radicalismo expresado por
Correas provocó una reacción en contra que se manifiesta en el número cre-
ciente de quienes justificaban una ortografía de base etimológica (cfr. Lope
Blanch 1979:XVI).
Más tarde, en 1651, encontramos el Arte de la lengua espaliola del valen-
ciano Juan Villar, en cuya obra se perciben ya los primeros ecos de las concep-
ciones racionalistas del lenguaje (cfr. Lázaro CalTeter 1985: 152). La afinidad de
sus planteamientos -su propósito de limpiar y fijar el lenguaje, la denuncia de
los vicios que corrompían el idioma, etc.- con las ideas que más tarde adop-
taría la Academia, entran de lleno en esa concepción histórica que necesaria-
mente desembocaría en la fundación de ésta.
TRAZAS PARA UNA HISTORIA DE LA GRAl\fÁTICA ESPAÑOLA 71

Hasta qué punto existe en estos autores -en cada caso concreto-- depen-
dencia de la tradición gramatical escolar -aprendizaje del castellano para el
aprendizaje de las lenguas clásicas y basado en principios universales de la gra-
mática- es algo difícil de determinar. Aunque Jiménez Patón es autor de un
Epítome de la ortografía latina)' castellana, Correas, como se ha señalado, de
]a Trilingue de las tres lenguas castellanas, latina y griega e, incluso, aunque
nos llame la atención el título completo de la obra de Villar es Arte de la lengua
espafiola reducida a reglas y preceptos de rigurosa gramática. Con notas y
apuntamientos utilísimos para el pe/feclo conocimiento de ésta y de la lengua
latina, no podemos olvidar que estos autores se mueven ya claramente dentro
de la 'motivación' que Roldán (1976:213) denomina "valor intrínseco de la len-
guau. De hecho, son bien conocidas las opiniones de Correas sobre el origen del
castellano. Los humanistas vulgares se apoyan en los principios universales de
la gramática, pero tienen como [m la pelfección de la lengua vulgar en sí misma.
72 MIGUEL ÁNGEL ESPARZA TORRES

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