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Presentar un trabajo sobre los cuentos de Amado Nervo conlleva un problema muy serio de
frontera genérica pues a veces colindan con la crónica, con el poema en prosa, con el relato
realista, o con el teatro mínimo. Y, por si fuera poco, Nervo publicó en vida muy pocas
colecciones de cuentos y sus Cuentos misteriosos son una compilación póstuma de Alfonso
Reyes, en la que el gran crítico incluyó una serie de textos inéditos o poco conocidos,
encontrados entre los papeles del poeta en Madrid, sin saber con certeza dentro de cual categoría
variedad de técnicas de escritura que se observan en algunos textos nervianos, proponiendo una
nueva clasificación genérica que permita incluir esos distintos elementos. A mi parecer, esos
textos breves vendrían siendo algo así como atisbos de “núcleos narrativos”, que se podrían
también considerar a veces como elementos matriciales de sus futuras novelas cortas.
La noción de minificción fue acuñada por Lauro Zavala en su antología sobre los escritos
Por consiguiente, para facilitar el estudio de los textos, hemos dividido en tres secciones el
analizaremos un minicuento que conlleva una temática convencional y clásica. Luego, veremos
un microrrelato que presenta un contenido alegórico. Y por último una minificción posmoderna
que combina varios elementos, revelando un carácter de hibridez genérica más pronunciado a
Si bien Nervo no consideró sus escritos breves como minificciones, la aplicación de dicha
clasificación a su obra se justifica pues el género había surgido en 1917, dos años antes de su
muerte. En efecto, según Zavala, la publicación de Ensayos y poemas de Julio Torri es el primer
Para iniciar el estudio del minicuento de Nervo recordemos que esta primera categoría
Dichas características definen un texto corto que el escritor publicó el 26 de junio de 1893
seudónimo Román.
llegan a Mazatlán y, tras de posarse en sitios elevados de la ciudad costeña, deciden anidar en el
1
Lauro Zavala, Minificción mexicana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2003, p. 7.
2
Amado Nervo, Lunes de Mazatlán, Gustavo Jiménez Aguirre (edición, liminar y notas), México, Universidad
Nacional Autónoma de México / Oceano / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Obras de Amado Nervo, 1),
2006, pp. 153-154.
La aparición en este breve relato de golondrinas que dialogan lo propulsa dentro de la
un lugar familiar para los lectores, el puerto de Mazatlán, ornando su descripción de leves toques
cromáticos que juegan hábilmente con el contraste negro/blanco (“el negro azulado de sus alas y
Luego introduce una conversación entre algunas de las aves migradoras, encaramadas en
puntos elevados del espacio (“el viejo campanario”, “la grieta del muro parduzco”, “el extremo
de uno de los palos del Buque-Escuela”), destacando “una golondrina experimentada que había
hecho repetidos viajes a África”, cuyo discurso sabiondo contrasta con el desparpajo de una joven
Después de una nueva descripción más poética del plumaje blanquinegro de los pájaros
(“su vestido de pluma, negro y blanco como el hábito de un fraile dominico…”), el narrador se
dirige directamente al lector y concluye su relato con una moraleja paradójica: un instrumento de
La estructura sencilla del relato remite a su vez a la tradición de la fábula, pero de una
fábula literaria. Las golondrinas nervianas son las parientes lejanas de la pequeña golondrina
bondadosa de “El príncipe feliz” de Oscar Wilde. Son, por supuesto, más provincianas y
humildes que el ave inglesa, pero una de ellas también viajó a África, y todas observan el
transcurso del tiempo que deteriora inexorablemente las construcciones humanas como la
maravillosa estatua del príncipe o el orgulloso buque de guerra. Sus corazones generosos las
mueven a restituir vida y calor a estos sitios abandonados y, si en el caso del cuento de Wilde,
Dios acoge a la golondrina y al príncipe feliz en el paraíso, en el texto de Nervo, la última imagen
de los futuros pajaritos es una imagen inspirada de la iconografía religiosa, que sacraliza a las
circunstancia banal en una simpática fábula donde se mezclan descripciones poéticas con ágiles
primaveral y se demora describiendo a las aves que entran piando y terminan haciendo
prosopopeya. Los objetos se humanizan cuando al antiguo buque de guerra, encallado en la bahía
de Mazatlán, se le tacha de “viejo inválido”, suscitando las burlas de las golondrinas. Luego,
después de un sabroso diálogo, la narración prosigue con las aves que retoman el vuelo,
introduciendo de nuevo una descripción poética que conlleva una metáfora y un símil. Los dos
párrafos cortos del final están a cargo de un narrador homodiegético que se dirige al lector en
tono sentencioso para enunciar la moraleja: “Y he aquí cómo de aquellas bocas metálicas, de las
cuales sólo ha brotado la destrucción y la muerte saldrán ahora polluelos de golondrina a bañar
Los tiempos verbales que dominan son, por un lado los pretéritos, confirmando el aspecto
narrativo y, por otro, los presentes inherentes a los diálogos. Además, observamos la aparición de
un segundo relato engarzado en la extensa réplica de la más joven de las golondrinas donde se
mezclan ambos tiempos acompañados por un imperativo para acentuar la oralidad. Y otros
recursos estilísticos como el uso de las palabras esdrújulas esparcidas a lo largo del texto,
vuelo” y “posáronse”.
Los animales que hablan forman parte del mundo maravilloso de los cuentos infantiles,
pero la presencia del narrador es una intrusión inhabitual en tales cuentos. Ese aspecto, más
algunas de las características analizadas, permitirían clasificar este texto dentro de la modalidad
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Amado Nervo, Lunes de Mazatlán, Gustavo Jiménez Aguirre (edición, liminar y notas), México, Universidad
Nacional Autónoma de México / Oceano / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Obras de Amado Nervo, 1),
2006, p. 154.
del poema en prosa a la manera de Baudelaire o de algunos cuentos modernistas. El contenido
paradoja final de la vida que surge de un lugar del cual surgía la muerte.
microrrelato con su contenido alegórico. El que analizaremos ahora forma parte de la segunda
sección de Cuentos misteriosos y se titula “El obstáculo”. Se trata de una narración donde
personajes y situaciones cobran un valor de arquetipos, y que presenta una trama sumamente
sencilla:
Por entre los árboles de un misterioso bosque cruza una dama desconocida que le hace
una seña a un caballero, para que éste la siga. De pronto surge “un hombre joven” que le corta el
paso y por más que el caballero trata de derribar a su enemigo para reunirse con la amada, éste lo
domina siempre. Al final, la dama prosigue su camino solitario y el narrador identifica al agresor:
“Entonces una voz interior me dijo: / —¡Todo es inútil; nunca podrás vencerle! / Y comprendí
prerrafaelista y al teatro simbolista. El decorado proviene del mundo maravilloso de los sueños, y
la joven beldad rubia, inaccesible y lejana, parece salir de un cuadro de Rossetti o de una pieza de
Maeterlinck. Sus movimientos lentos y su silueta evanescente se oponen a las acciones rápidas y
violentas de los hombres: “Por el sendero misterioso, recamado en sus bordes de exquisitas
plantas en flor y alumbrado blandamente por los fulgores de la tarde, iba ella, vestida de verde
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Amado Nervo, “El obstáculo”, en Obras completas, t. II, Francisco González Guerrero (recopilación, prólogo y
notas de la prosa) y Alfonso Méndez Plancarte (recopilación, prólogo y notas de la poesía), México, Aguilar, 1ª ed.
mexicana, 1991, p. 420.
pálido, verde caña, con suaves reflejos de plata, que sentaba incomparablemente a su delicada y
movimientos artísticos que se inspiran en las leyendas de amores imposibles como los de Tristán
e Isolda o de Lanzarote y Ginebra. Aparece entonces una Edad Media con imágenes sugeridas
por los códigos del amor cortés y las historias de caballería, que sirven de trasfondo a poetas y
pintores.
las acciones se van encadenando rápidamente. Los tres personajes representan papeles
convencionales pero, si bien el narrador se muestra como un hombre valiente que lucha por
conquistar a su amada, su aspecto físico nunca está descrito. Sus estados de ánimo lo conducen
de la cólera (“impaciente”, “lleno de cólera”, “con más furia aún volví al ataque”, a la
desesperación total (“me sentí desarmado e impotente”. Es todo lo contrario de su adversario que
lo domina con la mirada y con la palabra, rechazando repetidamente sus ataques y venciéndolo
La amada, en el fondo del escenario, asiste al combate y se aleja con “una postrer mirada
de reproche”, sin esperar el desenlace para unirse al vencedor. Su papel tiene más de víctima que
de mujer fatal, aunque también puede personificar el destino despiadado, el fatum de la tragedia
una duda en cuanto a la realidad de su presencia y sugiere que, a lo mejor, no se trata más que de
una alucinación.
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Amado Nervo, “El obstáculo”, en Obras completas, t. II, Francisco González Guerrero (recopilación, prólogo y
notas de la prosa) y Alfonso Méndez Plancarte (recopilación, prólogo y notas de la poesía), México, Aguilar, 1ª ed.
mexicana, 1991, p. 419.
A esa mujer misteriosa y delicada se opone el hombre joven “de facciones duras, de ojos
acerados, de labios imperiosos”. Los tres atributos lo muestran como un enemigo que posee
poderes sobrenaturales, aunque su apariencia no revele una fuerza descomunal. El final epifánico,
amoroso, sino de la lucha del narrador contra un destino que lo persigue o que él mismo se ha
forjado. De manera que la expresión “mi Destino”, remite a la vez a la fatalidad exterior que
impide la unión de los amantes y al carácter pusilánime del narrador que no logra dominar sus
miedos y sus angustias para poder conquistar a su dama. El obstáculo del título está dentro de él y
también en el mundo que lo rodea, lo que le impide alcanzar la paz interior y el amor que lo
solicita.
los diálogos son muy cortos y la presencia de numerosos verbos en pretérito impone al texto una
cadencia acelerada.
El enemigo comienza por ser “un hombre joven”, para convertirse luego en “aquel
hombre”, es decir en un recuerdo lejano en la mente del narrador, quien comprende demasiado
tarde que se hallaba frente a su Destino, a pesar de la expresión “sendero misterioso”, al inicio del
El valor paradigmático de los personajes los vincula con las alegorías y el relato mismo se
asemeja a una parábola, aunque carece de objetivo moralizador. Como en ciertos poemas en
prosa de Oscar Wilde, que se asientan sobre paradojas, Nervo utiliza la antítesis para concluir su
texto, dejándole la interpretación final al lector. Este parentesco con el escritor inglés, quizás
ahora a analizar un texto corto aunque más extenso que los anteriores, que se podría catalogar
como una minificción posmoderna. En él, el cuentista va a utilizar una escritura más
propia creación.
En enero de 1912 Nervo publicó en El Imparcial de México el relato breve “La serpiente
que se muerde la cola”. Este texto introduce elementos esotéricos, conceptos de la filosofia
Más tarde, Alfonso Reyes lo incluyó dentro de los Cuentos misteriosos y aparece también
Phillipps-López.6
Esta minificción posmoderna cuenta una conversación entre un médico y su paciente que
va a consultarlo, para descubrir la causa de un extraño fenómeno que lo trae ofuscado: tiene la
impresión de haber vivido en un tiempo pasado lo mismo que está viviendo en el presente. El
pretexto para exponer algunas teorías de moda, pues en esa época el racionalismo y el progreso
Actitud ésta que incitó a muchos representantes del modernismo, por reacción, a interesarse en
las doctrinas místicas, el esoterismo, la búsqueda del misterio y la observación de casos clínicos y
patológicos desconcertantes.
6
Cuentos fantásticos modernistas de Hispanoamérica, Dolores Phillipps-López (edición), Madrid, Cátedra (Letras
Hispánicas), 2003.
El paciente del cuento nerviano, un hombre atormentado por un fenómeno irracional que
lo sobrepasa, se dirige inmediatamente al científico para pedirle una explicación, mientras sugiere
tímidamente la teoría de la reencarnación mostrando que, si bien no se deja engañar por los
adeptos del esoterismo y demás patrañas ocultistas, tampoco las ignora por completo:
Me pasa frecuentemente, doctor —dijo el enfermo— que al ejecutar un acto cualquiera paréceme
como que ya lo he ejecutado [...]
Ahora mismo —prosiguió— siento, recuerdo, estoy seguro de que ya, en otra u otras
ocasiones, he descrito mi enfermedad a usted; sí a usted, en iguales términos, en la misma
habitación esta… Usted sonreía, como sonríe ahora. ¡Es horrible! Hasta el chaleco de piqué
labrado que lleva usted lo llevaba entonces. Todo igual.
La teoría de las reencarnaciones pudiera dar una sombra de explicacin al caso; pero slo
una sombra; porque si he vivido ya otras vidas, han sido diferentes… en distintas épocas, con
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distintos cuerpos. ¿Por qué entonces veo las mismas cosas? (subrayado mío).
A través del discurso del paciente se adivina la mirada irónica del narrador que presenta a su
personaje más bien como a alguien obsesionado por una idea fija, y no como a un enfermo que
padece un determinado mal físico. Oscilando entre discursos científicos de toda clase y
explicaciones irracionales, dicho paciente se podría asimilar al hombre ilustrado de finales del
siglo XIX, un poco desquiciado como aquel famoso personaje de Huysmans, que al final no sabía
El enfermo del cuento nerviano, él, viene a ver al hombre serio, al científico, al
especialista reconocido por la Academia de Medicina y vestido con su elegante “chaleco de piqué
El doctor se acarició la barba (que usaba en forma de abanico). Esto de acariciarse la barba es un
lugar común que viene muy bien en las narraciones… Se acarició la barba y empezó así:
7
Amado Nervo, “La serpiente que se muerde la cola”, en Obras completas, t. II, Francisco González Guerrero
(recopilación, prólogo y notas de la prosa) y Alfonso Méndez Plancarte (recopilación, prólogo y notas de la poesía),
México, Aguilar, 1ª ed. mexicana, 1991, p. 394.
—El caso de usted, amigo mío, es demasiado frecuente, aunque en esta vez acuse una
intensidad poco común y tiene dos explicaciones: una fisiológica y otra filosófica. Según la
primera, su sensorio de usted, instantánea, mecánicamente, registra los fenómenos exteriores,
que le transmiten las neuronas. Lo que usted ve u oye, queda fijado en su cerebro con rapidez
extraordinaria, gracias a una sensibilidad especial; pero queda registrado sin que usted se dé
cuenta de ello. Ahora bien; después de este registro (una fracción de segundo después), usted se
entera de que ve un objeto, de que oye una frase, ya vistos y oídos a hurtadillas de su conciencia.
Entonces, naturalmente, la memoria de usted se acuerda de la impresión anterior (aunque sea en
esa fracción de segundo) a la otra, y este recuerdo le proporciona a usted la sensación de
duplicidad de que me habla.8 Por tanto —concluyó el doctor— no debe alarmarse [...]
El enfermo, visiblemente tranquilo, dejó oír un suspiro de satisfacción (subrayado mío).9
Este doctor tan convencional se comporta, desde luego, convencionalmente. El narrador ironiza
para mostrar claramente que no se toma nada en serio su relato y que las actitudes de ambos
El discurso del doctor es también idéntico a su actitud. Contiene una cierta cantidad de
palabras técnicas para impresionar a su paciente, pero no demasiadas para que éste lo pueda
entender, ya que debe tranquilizarlo con explicaciones accesibles. El narrador le lleva la corriente
cuando introduce una nota a pie de página que corrobora la fuente científica, recordando aquellas
notas de los escritos borgianos que sirven para jugar con los lectores, perdiéndolos entre ficción y
realidad.
Prosigue el médico:
—La segunda explicación es un poco más honda… Nos la da todo un sistema filosófico, cuyos
patrocinadores han sido hombres de la talla de un Federico Nietzsche, un Gustavo el Bon y un
Blanqui.
Puede sintetizarse así: “Dado que el tiempo es infinito, y que el número de átomos de que
se compone la materia es limitado, se deduce que los mismos sistemas de combinaciones deben
8
El cuento aparece con una nota de pie de página de su autor: “Sir James Chrichton Browe designa con este nombre
de ‘estados hipnoides’ (dreamy states) esta repentina invasión de una vaga reminiscencia, que es la sensacin de un
desenvolvimiento misterioso de la realidad… William James, La experiencia religiosa”.
9
Amado Nervo, “La serpiente que se muerde la cola”, en Obras completas, t. II, Francisco González Guerrero
(recopilación, prólogo y notas de la prosa) y Alfonso Méndez Plancarte (recopilación, prólogo y notas de la poesía),
México, Aguilar, 1ª ed. mexicana, 1991, p. 394.
fatalmente reproducirse”; es decir, que el sistema de combinaciones que, al cabo de más o menos
milenarios, le permitió a usted nacer y vivir, tiene que volverse a dar a fortiori, al cabo de un
número n de siglos, de milenarios, de períodos, de ciclos, de lo que usted guste, ya que,
matemáticamente, esas combinaciones, por numerosas que usted las suponga, no son infinitas.
¿Me entiende usted?
—Sí, doctor, perfectamente; pero eso que usted dice es estupendo.
—Estupendo y lógico, amigo mío.
El gran Flammarion, en una de sus más sugestivas páginas, supone que, dada la infinidad
de mundos, puede formarse en la infinidad del espacio un planeta idéntico al nuestro, donde
acontezcan idénticas cosas (subrayado mío).10
En esta seguna réplica, el doctor hace alarde de sus lecturas filosóficas y hasta cita al astrónomo
Flammarion, uno de los autores preferidos del mismo Nervo. Aparece entonces como un hombre
paciente, por su parte, representa al público finisecular, crédulo y seguidor de las últimas ideas de
moda. De manera que ambos personajes sirven para poner de relieve la riqueza de la vida
intelectual de ese período, en el que las teorías científicas más serias se codeaban con las
La última parte del cuento es una suerte de conclusión para tratar de conciliar todas las
10
Amado Nervo, “La serpiente que se muerde la cola”, en Obras completas, t. II, Francisco González Guerrero
(recopilación, prólogo y notas de la prosa) y Alfonso Méndez Plancarte (recopilación, prólogo y notas de la poesía),
México, Aguilar, 1ª ed. mexicana, 1991, p. 395.
11
Amado Nervo, “La serpiente que se muerde la cola”, en Obras completas, t. II, Francisco González Guerrero
(recopilación, prólogo y notas de la prosa) y Alfonso Méndez Plancarte (recopilación, prólogo y notas de la poesía),
México, Aguilar, 1ª ed. mexicana, 1991, p. 395.
Al final, el hombre de ciencia se muestra prudente valiéndose del adversativo “pero” y de la
palabra “hiptesis”, que sustituyen la expresión anterior “todo un sistema filosófico”. Su tono es
hombre cualquiera “llamado Pedro o Juan”. La imagen misma de “la serpiente que se muerde la
cola” está desviada y ya no es el “eterno retorno” de Nietzsche sino el pensamiento humano que
no cesa de rumiar las mismas interrogaciones metafísicas, como lo hace el texto, perdiendo de
vista la importancia de sus propias vidas. Por consiguiente, el doctor concluye su consulta con
doctor— basta por hoy de filosofías. Necesita usted alimentarse bien y a sus horas. Son ya las
ocho. Vaya a tomarse los mismos huevos pasados por agua y la misma leche que se ha bebido
Esta minificción nerviana contiene un elemento que aparece rara vez en los cuentos
modernistas: el humor. Su autor resume perfectamente las inquietudes y las modas de su tiempo,
conservando una distancia que denuncia las derivas de algunas corrientes intelectuales que
terminaban siendo mero charlatanismo. Sea como sea, el París fin de siglo ridiculizado por Nervo
civilización urbana y artificial por haber olvidado los placeres sencillos que proporcionan la vida
sana y la naturaleza.
Su tono está muy cercano al de algunas crónicas nervianas, ágiles e ingeniosas, con un
contenido narrativo muy reducido. O quizás se le podría vincular al teatro mínimo, cultivado por
Nervo en su juventud, pues tiene mucho de sketch, con las didascalias y la unidad de lugar, a
12
Amado Nervo, “La serpiente que se muerde la cola”, en Obras completas, t. II, Francisco González Guerrero
(recopilación, prólogo y notas de la prosa) y Alfonso Méndez Plancarte (recopilación, prólogo y notas de la poesía),
México, Aguilar, 1ª ed. mexicana, 1991, p. 395.
pesar de la presencia de los verbos dicendi que introducen los diálogos. Es más, se le podría
tachar también de anti-relato, puesto que transgrede briosamente las fronteras genéricas y
de procedimientos paródicos.
observamos una gran libertad creadora tanto en la forma como en el contenido de los textos. De
manera que este nuevo enfoque sobre los cuentos infantiles, las narraciones alegóricas, y los
juegos textuales e intertextuales complejos presentes en sus páginas podría, tal vez, resultar
pertinente para valorar la prosa nerviana, siempre y cuando otros textos suyos revelen rasgos
similares.
cronista, sus minificciones también manifiestan su capacidad para cultivar la hibridez genérica
Esta característica sitúa su narrativa dentro de una escritura más moderna e innovadora
conjunto, la temática y el desarrollo formal de los cuentos de Amado Nervo ilumina con
breve”.13
13
Enrique Pupo-Walker, “El cuento modernista: su evolucin y características”, en Historia de la literatura
hispanoamericana, t. II, Luis Íñigo Madrigal (coordinación), Cátedra, Madrid, 1993, p. 517.