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Parte V: Deformaciones de la conciencia: concia laxa, perpleja y escrupulosa.

1. Influjo de la voluntad en los juicios de conciencia.


La rectitud de la voluntad es condición para que el juicio de la conciencia sea habitualmente verdadero. Las
disposiciones del corazón son decisivas para el conocimiento moral.
Cuando se obra sin rectitud, el juicio de la conciencia tiende a oscurecerse en modo progresivo: tanto la razón
como la fe se nublan por el pecado.
1.1 Las causas y el proceso de la deformación de la conciencia
La deformación suele ser gradual en la que influyen causas tanto personales como externas. Pero siempre la
voluntad juega un papel decisivo. Cuando el ambiente es ordinariamente correcto, el inicio de estos procesos suele
arrancar de un abandono práctico de las verdades morales.
Como no es fácil rechazar la luz de los primeros principios, se tiende a provocar la duda, negando la gravedad de
los hechos.
El oscurecimiento puede empezar de un modo menos personal, favorecido por la situación moral y doctrinal del
ambiente.
La luz de los primeros principios perdura, y en ellos hay una resistencia natural a todo error natural.
1.2 La conciencia laxa
Es la que, por una razón insuficiente, juzga que los actos malos no son pecados o, al menos, disminuye su
gravedad. Hay dos grados extremos: conciencia cauterizada (por el hábito continuo de pecar, casi no advierte ya
la omisión de la culpa), conciencia farisaica (atribuye gran importancia a cosas nimias y desprecia las verdaderas
importantes).
a) Causas de la conciencia laxa: Deformación doctrinal y el influjo del ambiente, el desorden en la propia
conducta, la soberbia para no reconocer o quitar importancia a las propias culpas.
b) Responsabilidad moral de los actos que proceden de la conciencia laxa: Los juicios hechos con esta
conciencia son juicios de una conciencia venciblemente errónea. Por eso, los pecados cometidos siguen
siendo culpables.
c) Remedio: Tratar con benignidad a la persona e instruirla con fortaleza. Deben ponerse los medios para
remover las causas que produjeron la conciencia laxa. Si tenía una educación defectuosa, ahora se le dará
una formación doctrinal y practica; y si dependió de malas costumbres o compañías, hay que ayudarla a
desembarazarse de estas situaciones.
1.3 La conciencia escrupulosa
Es escrupulosa cuando por motivos fútiles e insuficientes considera o teme que un acto sea pecado.
Los escrúpulos no deben confundirse con la delicadeza de conciencia, que lleva a evitar hasta el más ligero
peligro de ofensa a Dios, pero no por el afán de estar “seguro” en haber obrado bien, sino por amor.
a) Signos de la Conciencia escrupulosa
- Inquietud inmotivada acerca del valor moral de los propios actos y en particular de las confesiones
pasadas.
- Prolijas acusaciones sobre múltiples circunstancias que no vienen al caso.
- Pertinacia en el juicio, a pesar de las indicaciones claras que se reciben en la dirección espiritual.
b) Causas de los escrúpulos
- Los escrúpulos obedecen a una disposición patológica: nerviosismo, pusilanimidad del carácter, etc.
- Una defectuosa formación moral.
- En lo que no tienen de provocado por el sujeto, son tentaciones permitidas por Dios.
c) Remedios
El confesor deberá aplicar los siguientes remedios:
- Mostrar una paternal benignidad con el penitente, ganarse la confianza.
- Actuar con autoridad: nunca debe manifestar dudas cuando habla con el escrupuloso, porque
fomentaría sus inquietudes.
- Exigir obediencia al penitente. La conciencia escrupulosa no se debe seguir porque esta deformada.
1.4 La conciencia perpleja
Se entiende por tal la situación de quienes no se deciden a actuar por temor al pecado, tanto si realizan el acto
como si lo omiten. En general suele tratarse de casos de conciencia dudosa, a los que se añaden temores propios
del escrúpulo.

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