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Regimen Economico
Regimen Economico
Nuestro actual régimen económico se ejerce mediante la Economía Social de Mercado, según
nuestro marco constitucional vigente, aunque es a partir de 1979 cuando comienza con sus
primeras configuraciones y hasta 1993 cuando empieza su apogeo legal, jurisprudencial y
doctrinario.
En este contexto, es así que a nivel constitucional nuestra Carta Magna reconoce que el Perú
se rige por los pilares de una Economía Social de Mercado, siendo que a partir de la década de
los noventa, cuando la conciencia sobre la importancia de ciertos derechos con contenido
económico toma mayor fuerza.
Hasta 1993, el constituyente creyó necesario que la legislación tenga por objeto esencial
establecer “reglas de juego” claras para los procesos económicos que garanticen la libertad, y
que a la vez sean reflejo de valores democráticos cuya práctica sea eficiente, es así que a partir
de esa fecha las primeras manifestaciones de la vida económica peruana que surgieron años
atrás se consolidarían en valores, principios y libertades.
En esta ocasión nos toca enfocar el tema de los principios generales de este régimen
económico contenidos en el Capítulo I de la Constitución Política de 1993, los cuales se
encuentran al amparo de la denominada Economía Social de Mercado siendo éste el primer
pilar considerado en el Art. 59° de la Carta Magna y bajo el resguardo de un Estado regulador,
cuyo rol no podía minimizarse.
En ese orden, nuestra Constitución Política en sus artículos 60° y 61°, reconoce el Pluralismo
Económico y la Libre Competencia como principios que apuntalan la Doctrina de Económia
Social de Mercado, instaurada por nuestro Estado en la Constituyente de 1993, cuyos
preceptos se sustentan en el respeto de las diversas formas de propiedad y empresa que
permitan el incentivo de la iniciativa privada en el desarrollo de las diversas actividades
económicas que el mercado requiera con la sola limitaciones que establece la Ley, y relevando
al Estado a una participación subsidiaria previa autorización legal respecto de aquellas
actividades no atractivas para el capital privado, lo cual no lo enerva de participar en el
mercado en igualdad de condiciones, el cual debe desarrollarse en un ambiente que propicie la
libre competencia, respecto del cual el Estado se compromete a facilitar y vigilar que no se
practiquen malas prácticas en desmedro del mercado tales como el monopolio o las posiciones
dominantes, los que en ningún caso serán autorizadas por Ley o concertación y proscribiendo
de manera expresa la realización de prácticas monopólicas que atenten contra de la libertad
de expresión y comunicación.
En ese contexto, La nueva constitución de 1993 elige el modelo liberal de economía porque es
el único posible, en una visión práctica dentro de esta situación, no se trata pues de un
liberalismo clásico, sino de una Economía de Mercado abierta donde el Estado lucha contra los
monopolios que son obviamente formados por las grandes empresas y a favor de los pequeños
empresarios, para que la economía de mercado pueda equilibrarse.
En la constitución se establece igualmente las prioridades del estado orientándolo hacia aéreas
concretas (art. 58). El estado debe dedicarse primero y preferentemente a la promoción del
empleo, la salud del pueblo, a la educación, a la seguridad y al desarrollo de la infraestructura
física, para que los empresarios privados, microempresarios, pequeños, medianos o grandes
puedan desarrollarse. Entonces es un estado que impulse una Economía de Mercado que
controla a las grandes y que apoya a los pequeños.
REGIMEN ECONÓMICO DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ DE 1993
PRINCIPIOS GENERALES
Los pilares que enmarcan nuestra economía nacional se encuentran reflejadas a través de los
principios generales, que para su efecto ha considerado nuestra Carta Magna en su Capítulo I
del Título III, los cuales señalamos a continuación:
Art. 58°:- “La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado. Bajo este
régimen, el Estado orienta al desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas de
promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura”.
Como es de apreciar, nuestra norma básica ha considerado este principio como el primero, ya
que es representativa de los valores constitucionales de la libertad y justicia, asimismo es
compatible con los fundamentos axiológicos y teleológicos que inspiran a un Estado Social y
Democrático de Derecho, donde imperan los principios de libertad y promoción de la igualdad
material dentro de un orden democrático.
Esto quiere decir que cada persona tiene derecho a desarrollar las actividades
económicas que considere de su preferencia dentro de la sociedad, siempre que
cumpla con las normas que regulan dicha iniciativa, normas que deben estar
destinadas a canalizarla, no a entorpecer su acción.
- Regulación de los precios que comenzó con el pan, alimento esencial, que luego se
extendió a otros productos.
La Economía Social de Mercado como uno de los pilares del marco normativo
económico según la Carta Constitucional 1993, exige que el Estado cumpla una serie
de funciones de modo que garantice los derechos fundamentales que ésta reconoce.
En este sentido, la Economía Social de Mercado como modelo propio del Estado Social
de Derecho busca integrar y conjugar de manera razonable y proporcional la libertad
individual, subsidiariedad estatal, la igualdad y la solidaridad social. Así como
garantizar el máximo respeto al ejercicio de las libertades económicas, pero tal
objetivo no puede concebirse de manera absoluta y aislada de la necesidad de
protección de otros bienes constitucionales.
La Economía Social de Mercado es representativa de los valores constitucionales de la
libertad y justicia, también es compatible con los fundamentos axiológicos y
teleológicos que inspiran un estado social y democrático del derecho. Dado a este
carácter “social” de modelo económico establecido en la Constitución vigente, el
Estado no puede permanecer indiferente a las actividades económicas, sino puede
interferir en el ámbito de libertad reservado a los agentes económicos.
La función del Estado en la economía es la de orientar el desarrollo del país. El rol del
Estado no es intervenir directamente en la vida económica sino orientarla. El Estado
puede fijar objetivos y prioridades hacia los cuales orientará el desarrollo económico
del país. En consecuencia el camino elegido por nuestra Constitución es claramente el
de un Estado orientador.
-Promoción de Empleo:
Esta área abarca tanto la asignación de fondos públicos para generar empleo, como
por ejemplo la orientación del mercado de trabajo en general. Todo esto incluye
complejas medidas de política laboral y económica, asimismo se abre una posibilidad
interesante de desarrollo de medidas protectoras y alentadoras del empleo.
-Salud:
El Estado tiene una función importante dentro de este ámbito, como se puede
apreciar en el Art. 9° de la misma Carta Magna, por lo que la actuación del Estado en
ésta área refuerza lo estipulado en el referido artículo, ya que no sólo le corresponde
promover y supervisar, sino actuar directamente en defensa de la salud de la
población.
-Educación:
-Seguridad:
La seguridad no sólo se refiere a los aspectos físicos del ser humano, sino a las
condiciones mínimas en las cuales pueda desarrollarse cabalmente dentro de una
sociedad. El Estado debe intervenir activamente en ello, inclusive con asignación de
recursos.
-Servicios Públicos:
En esta área encontramos una variedad de actividades en las cuales el Estado puede
trabajar de manera exclusiva, en colaboración con el sector privado o puede dejarlos
íntegramente en manos de éste último; sin embargo el Estado tiene el deber de cubrir
los servicios públicos esenciales para los cuales la oferta privada sea insuficiente o
inexistente.
Infraestructura:
Tiene que ver con la inversión de la estructura física del país, como caminos,
aeropuertos, puertos marítimos y fluviales, etc. Asimismo en este ámbito puede el
Estado asumir responsabilidades exclusivas, compartirlas con el sector privado o
entregárselas íntegramente a él. Pero no puede descuidar los aspectos de
Infraestructura esencial que no sean atendidos por el sector privado.
Art. 59°.- “El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la
libertad de empresa, comercio e industria. El ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la
moral, ni a la salud, ni a la seguridad pública. El Estado brinda oportunidades de superación a
los sectores que sufren cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve las pequeñas empresas
en todas sus modalidades”.
a) El Estado estimula la creación de riqueza
Conforme está consagrado dentro de los derechos fundamentales “toda persona tiene
derecho a trabajar libremente, con sujeción a ley” y el Art. 23° “El trabajo, en sus
diversas modalidades, es objeto de atención prioritaria del Estado”, es entonces
indiscutible que tanto desde el punto de vista personal como social, el trabajo tiene
gran importancia en nuestra Constitución, y dentro del régimen económico el Estado
confirma y complementa estas normas precedentes, que le permite afirmas que uno
de los ejes de la política general del Estado es cumplir con esta garantía.
No obstante, estas libertades no son garantizadas en forma absoluta, este artículo les
impone limitaciones “el ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a
la salud, ni a la seguridad pública”
-Las libertades no pueden ser contrarias a la moral, esta moral deberá ser encontrada
por un lado en el significado ético de la Constitución y demás normas legislativas, pero
fundamentalmente la moral puede ser ubicada en la escala de valores que tiene la
población, en sus diversas expresiones como la cultura, ideología y las costumbres.
-Las libertades no pueden ir contra la salud, para esta disposición resulta aplicable lo
establecido en el Art. 8°, sobre la regulación del uso de los tóxicos sociales. La
protección de la salud, como obligación de la sociedad y del Estado impone una dura
restricción a las libertades dispuestas en el presente.
-Las libertades no pueden afectar la seguridad pública, la cual se refiere a las seguridad
física (protección de la agresión individual o colectiva a las personas); la seguridad
ambiental que consiste en la protección del medio humano de vida; seguridad cultural,
en el sentido de no dañar los patrones culturales de determinadas poblaciones en
cuyas cercanías puedan establecerse actividades económicas.
En ese contexto, el Estado asegura que la sociedad desarrolle las diversas actividades
económicas que permitan la atención de las necesidades que el mercado requiere,
garantizando la coexistencia efectiva de diversas formas de propiedad y empresa, sin
dejar de lado su rol regulador o controlador.
Cabe indicar, que las actividades económicas desarrolladas por la iniciativa privada o
subsidiariamente por el Estado, se desarrollan en igualdad de condiciones, es decir, las
empresas estatales tienen el mismo tratamiento legal que las empresas privadas, ya
que actúan al mismo nivel de un particular. Ésta igualdad se refiere a la de igualdad de
las partes según el cual sus distintos sujetos principales -el que solicita una tutela
jurisdiccional y aquel frente al cual esa tutela se solicita- deben disponer de iguales
medios para defender en el proceso sus respectivas posiciones, esto es, debe ser
titulares de derechos procesales semejantes, de posibilidades parejas para sostener y
fundar lo que cual convenga. De ahí que parte de la doctrina llame a este principio de
“igualdad de armas”.
Art.61°.- El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el
abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar
ni establecer monopolios.
La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social; y, en
general, las empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y de
comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni
indirectamente, por parte del Estado ni de particulares.
b) Protección al Consumidor
Bajo este contexto, comprendemos por protección al consumidor, como el deber que
tienen las empresas de informar de la manera más clara e idónea sobre las bondades y
riesgos de los bienes y servicios que ofertan de tal manera que exista una perfecta
asimetría informativa entre las empresas y los consumidores y usuarios.
Respecto, de los casos más severos y tratados que restringen la libre competencia,
podemos advertir, al Abuso de la posición de Dominio, el Monopolio y las prácticas
restrictivas de libre competencias.
En concreto, advertimos que el Estado asume un rol vigilante y regulados con la firme
intención de facilitar la libre competencia que permita un mejor desarrollo del
mercado, impidiendo la creación de monopolios, desterrando la convalidación por Ley
o concertación la autorización o establecimiento de monopolios apartándose de ésta
manera con la postura establecida en el artículo 153° de la Constitución de 1979, que
permitía al Estado la posibilidad de monopolizar ciertas actividades económicas tales
como la bancaria, financiera y de seguros; y proscribiendo sobre manera la práctica del
monopolio sobre actividades que verses sobre la libertad de expresión y de
comunicación.
Art. 62°- La libertad de contratar garantiza que la partes pueden pactar válidamente según las
normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser
modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la
relación contractual solo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos
de protección previstos en el contrato o contemplados en la ley.
Mediante contratos-ley, el estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No
pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que se refiere el
párrafo precedente.”
La constitución del 1993 traslada esta función a donde debe estar, al poder judicial, allí
debe determinarse los excesos en los contratos y el equilibrio de la contratación en la
relación uno a uno, no por decisiones legislativas que a la larga resultan
absolutamente demagógicas y paralizadoras de la economía, porque la economía de
mercado se base en la contratación, y si la contratación no es segura no puede
producirse lo que se llama estabilidad para el capital interno permanezca en el Perú y
el externo sea convocado al país.
a) El contrato
Uno de los cambios introducidos por la constitución del 93, es la prohibición expresa
de que el Estado pueda modificar mediante leyes u otras disposiciones, los contratos.
Esto es una respuesta al excesivo intervencionismo con que el Estado penetró en los
contratos privados, hasta que estos perdieron casi por completo su seguridad. En
algunas áreas como el arrendamiento de predios, el Estado llegó a dictar (como en
otros países, entre ellos nada menos que en Francia o Italia) leyes ampliando el tiempo
de vigencia de los contratos, reduciendo la merced conductiva o impidiendo el
desalojo aún con sentencias en etapa de ejecución. La constitución del 93 pretende
retornar a un régimen de mayor seguridad contractual, trasladando a la vía judicial u
arbitral, la solución de conflictos por excesiva onerosidad, por modificación substancial
de las condiciones pre-existentes o por cualquier otra razón que justifique una revisión
y ajuste del contrato.
En el art. 2 inc. 14 se dice que toda persona tiene derecho: “A contratar con fines
lícitos siempre que no se contravenga leyes de orden público.” Es decir, que la liberta
de contratación ha sido establecida como derecho fundamental de las personas.
Hay que tener en cuenta, para estos efectos, que la definición de contrato dada en el
art. 1351° del código Civil y que es aplicable a todo el sistema jurídico en las
condiciones del artículo IX del título preliminar del mismo Código dice: “El contrato es
el acuerdo de dos o más partes para crear, regular, modificar o extinguir una relación
jurídica patrimonial.” Por consiguiente, los convenios que no tengan contenido
patrimonial no se rigen por la réglame del art. 62 de la Constitución. Una
interpretación extensiva y de ratio legis permitiría decir que cuando la consitución
expresa contrato quiere decir todo tipo de convención.
Mientras no se dicte legislación adicional sobre este tema, deberemos entender que
este artículo es el reglamentario del segundo párrafo del art. 62 que comentamos. Por
consiguiente, los contratos ley deberán cumplir dichos requisitos.
La norma sobre los contratos-ley tienen que ser necesariamente concordada con la
parte final del art. 60, que dice: “La actividad empresarial, pública o no pública, recibe
el mismo tratamiento legal.” También hay que concordarla con el artículo 63°
constitución, en cuanto dice que la inversión nacional y la extranjera se sujetan a las
mismas condiciones. No sería consistente que, en un mismo giro de actividad, algunas
empresas tuvieran condiciones de estabilidad privilegiadas mediante contratos-ley, en
tanto que otras no. No había igualdad de trato y, de paso, se estaría perjudicando la
libre competencia garantizada en el artículo 61°.
En todo contrato del estado y de las personas de derecho público con extranjeros domiciliados
consta el sometimiento de éstos a las leyes y órganos jurisdiccionales de la República y su
renuncia a toda reclamación diplomática. Pueden ser exceptuados de la jurisdicción nacional
los contratos de carácter financiero.
El estado y las demás personas de derecho público pueden someter las controversias
derivadas de relación contractual a tribunales constituidos en virtud de tratados en vigor.
Pueden también someterlas a arbitraje nacional o internacional, en la forma en que lo
disponga la ley.”
Un punto central de la constitución del 93 consiste en abrir las puertas del comercio
internacional peruano, estableciendo que es libre, pero a su vez, precisando, que si
otros países adoptan medidas proteccionistas o discriminatorias que afecten a los
productos peruanos, el Perú está facultado para introducir similares medidas. Se trata
pues, de abrir el mercado peruano en la medida en que el resto del mundo también lo
hace.
Que, según la parte final del párrafo, se establece que en todo contrato- salvo
eventualmente los de carácter financiero que firmen con extranjeros domiciliados el
estado o las personas de derecho público, que según el segundo párrafo del art. 76 del
Código Civil tienen que ser creadas por norma con rango de ley, debe constar el
sometimiento de los extranjeros a las leyes y órganos jurisdiccionales de la República y
su renuncia a toda reclamación diplomática.
Que, el último párrafo del artículo que comentamos establece que el estado y otas
personas de derecho público pueden someter controversias de relaciones
contractuales a tribunales constituidos en virtud de tratados en vigor y que también
pueden someterlas a arbitraje nacional o internacional, de la forma en que lo disponga
la ley.
Los contratos involucrados son aquellos que se firman con extranjeros domiciliados. En
nuestro criterio, aquí el termino extranjeros quiere decir personas naturales que
tienen una nacionalidad distinta a la peruana, y personas jurídicas que no sean de
derecho público en sus países de origen, cuyo capital social sea mayoritariamente
procedente del exterior, en la medida que las personas jurídicas privadas no tienen
nacionalidad como tales, y que para determinar esta pertenencia nacional se toma en
cuenta el elemento de la propiedad foránea o nacional del capital. El capital es
foráneo cuando pertenece a personas naturales extranjeras, o a personas jurídicas
cuyo capital, a su vez no es mayoritariamente de personas naturales peruanas. Esto
último puede ser difícil de definir porque en el mundo actual hay cada vez más
personas jurídicas propietarias de personas jurídicas. Por consiguiente, la averiguación
de la cadena puede ser infinita y, a la larga esfuerzo estéril. En todo caso, podrá
aplicarse el criterio de presunción de que el capital extranjero, salvo que se pruebe
que es nacional. Este no es un criterio utilizado actualmente en nuestra legislación
7.- Tenencia y disposición de moneda extranjera
Salvo, claro está, una interpretación constitucional-algo forzada a nuestro juicio- que
sostenga que la garantía que el Estado otorga para la libre tenencia y disposición de
moneda extranjera, no le impida adoptar medidas protectoras de alcance limitado, en
circunstancias de emergencia nacional.
Art. 65°.- El Estado defiende el interés de los consumidores y usuarios. Para tal efecto
garantiza el derecho a la información sobre los bienes y servicios que se encuentran a
su disposición en el mercado. Asimismo vela, en particular, por la salud y la seguridad
de la población.
-Que lo que el productor y el vendedor informan, sea controlado por una entidad que
garantice la verdad de lo dicho.
-Que el consumidor tenga una autoridad pública a la cual recurrir para interponer
procesos que corrijan los problemas que encuentre en su relación de mercado.
-Que haya una legislación protectiva que evite el abuso de las partes fuertes de la
relación de mercado, particularmente en lo que atañe a asuntos de ética, salud y
seguridad colectivas.
1. La Economía Social de Mercado como uno de los pilares del marco normativo
económico según la Carta Constitucional de 1993, exige que el Estado cumpla
una serie de funciones de modo que garantice los derechos fundamentales que
ésta reconoce. En este sentido, este modelo como propio del Estado Social de
Derecho busca integrar y conjugar de manera razonable y proporcional la
libertad individual y subsidiariedad estatal, así como la igualdad y la solidaridad
social.