Sei sulla pagina 1di 4

Tercera Línea: Elogio del Error.

Al llegar a la tercera línea, llegas a un dilema fundamental inherente al hecho de existir: la vida es un
problema, y no hay nada que puedas hacer para abolir ese hecho. Puede que casi todo sean tonterías
cuando la mayoría de las cosas propuestas como respetables y valiosas en la civilización resultan ser
quimeras. La tercera línea trae consigo un tipo de fundamento real para todo eso.
La tercera línea es la línea material. Es la línea de la
adaptación. La adaptación es la asunción de que
tienes que adaptarte a algo. Es muy importante
comprender que la tercera línea llega al mundo y
lleva escrito en su rostro, delante de sus narices: “Te
vas a caer”. Si has nacido para adaptarte, se te
ofrecerán todo tipo de buenas razones para tener
que usar ese don divino de la adaptación. Para la
tercera línea, si algo puede ir mal, irá mal. Cuando
las cosas van mal, es una persona con la tercera línea
la que lo experimenta, porque ésa es la naturaleza
de su vida. Pasa por un proceso de prueba y error, y
por debajo de todo eso tiene la sensación de que
está cometiendo un error. Al mismo tiempo, ésta es
la única línea en la que tienen lugar descubrimientos
auténticos.
(Continuando con nuestro ejemplo de la Puerta 17, no le pidas su opinión a alguien con la 17.3 si no
estás seguro de dónde se encuentra en su desarrollo. Si acudes a ellos antes de que hayan descubierto
que no saben nada, estás en dificultades, porque te van a dar una opinión de tanteo, de prueba y error.
Te topas con esa persona y le preguntas: “¿Cuál es la mejor manera de ir a casa de Pepe por esta
carretera?” Buena suerte..., porque puede que te dé su opinión de tanteo. “Puede que me equivoque”,
te dice. Por supuesto, si das con ella después de que haya descubierto realmente el camino apropiado,
te dará instrucciones mucho mejores.)
Algunas personas insisten en compartir contigo las instrucciones equivocadas. Insisten en ello y no hay
nada que puedas hacer. Hay otras personas que no te dirán cómo ir si no les pagas. “Te mostraré cómo
ir. Llévame en tu coche. Necesito que alguien me lleve. Y, por cierto, tienes que desviarte 26 manzanas,
porque tengo que ir a cierto sitio”. Cuando empiezas a atar todos estos cabos, puedes disfrutar de
verdad el teatro. Es un teatro, es una película, amigo. Tienes que darte cuenta de que todos somos
personajes en esta obra.
Con la tercera línea, llegamos al final
del trigrama inferior, pero en lo
referente al binario, volvemos a una
línea receptiva. Puede haber mucho
dolor en la experiencia de la tercera
línea. Al fin y al cabo, no se trata de un
objeto rudo andando a tropezones
por la vida, sino de un objeto muy
vulnerable andando a tropezones por
la vida. Les causa dolor hasta el final,
porque son muy receptivos; después
de todo, sin su experiencia no hay
ningún descubrimiento.

1
No hay nada más penetrante en la estructura que la importancia y la presencia de la tercera línea, ya
que nos introduce verdaderamente en el mundo de la materia. Es como el dilema de las líneas primera
y segunda, pues ambas necesitan ser expertas en algo: ya sea investigándolo o permitiendo que se
manifieste. Pero en cuanto llegamos a la tercera línea, todo tiene que ser aprendido mediante la
experiencia, y ese aprendizaje es un proceso negativo, no positivo. Aprende a través de lo negativo,
viendo lo que no funciona. Esto supone un gran dilema para el desarrollo psicológico de un ser humano
cuando sus aspectos de tercera línea o la tercera línea en su perfil no son apreciados, comprendidos o
tratados con respeto.
A los niños y jóvenes con la tercera línea les resulta
muy fácil cometer errores. Es lo más fácil que hay.
Para empezar, tienen que ver lo que sucede
realmente, no que se lo digan. Los padres necesitan
encontrar un modo de convertir esos errores en
una experiencia positiva. En cuanto la tercera línea
tiene libertad para fracasar, el fracaso ya no existe,
y empiezan a descubrir lo que sí funciona. No
puedes esperar que las personas de la tercera línea
te den lo que quieres de ellas hasta que les
permitas fracasar en ello, lo que no significa que todo tenga que reventar. Significa simplemente que
dejarán ver que todavía no son competentes. Mostrarán muy a menudo que aún no son competentes,
porque lo que se les dio para que trabajaran con ello no es lo suficientemente bueno.
Estos seres descubren que el problema está en las herramientas, no en sí mismos, aunque todos los
demás les hayan echado la culpa siempre a ellos: “No le eches la culpa a las herramientas. Eres tú”. Por
supuesto, esto es con lo que tiene que vivir la tercera línea: que todos le están repitiendo
machaconamente que ella es el problema.
Naturalmente, la tercera línea dice: “Un momento, un momento. Eso no es verdad. He hecho todo lo
que he podido. Esto ha fallado. He intentado por todos los medios ser un buen carpintero. Ha ido mal
porque la hoja de la cuchilla de la sierra que me diste era demasiado fina”. “He hecho todo lo que he
podido para ser un buen programador informático. Me han despedido, pero no ha sido culpa mía. El
código que recibí para trabajar estructuralmente no servía, pero ellos sólo querían que me ocupara de
los problemas del sistema”. Una y otra vez.
Pero la gran mayoría de las personas de la tercera línea no lo expresan así. Se cargan de vergüenza,
culpabilidad, recriminación y dolor, por cada una de las veces que no consiguieron hacer algo de la
manera que todos esperaban. No nos gustan las equivocaciones; la civilización del No-Ser a la que
pertenecemos deplora los errores y llegamos al extremo de ejecutarte por tus equivocaciones. Al fin de
cuentas, todos los “esto” y “aquello” de la mente se basan en lo que está bien y lo que está mal, lo
apropiado y lo equivocado, lo que es correcto y lo que es un error. Éste es el juego, y en cuanto el No-
Ser está en una dualidad, siempre toma partido. Siempre está de parte de lo uno o de lo otro: “Es tu
error. Es tu culpa. Eres idiota. Ponte las pilas. ¿Cómo es que no has podido hacerlo bien? El hijo del
vecino lo ha hecho bien. Y tú, ¿qué? ¿Qué pasa contigo?”
Como vivimos en el mundo del No-Ser, nuestro mundo no cree en los errores y no está interesado en
lo que no funciona. Solo le interesa lo que funciona. No se respeta el fracaso, ya que solo estamos
interesados en el éxito y en ganar. Pero tenemos que cambiar la manera en que tratamos con el proceso
de la tercera línea, de modo que se fomente la curiosidad en el proceso en vez del castigo por el fracaso.
Son los padres, sobre todo, los que necesitan realizar esta transferencia. En vez de centrarse en: “Te has
equivocado”, deberían preguntar: “¿Qué ha pasado?” Esto alecciona a la tercera línea a ver que lo que
sale mal en su vida es una ventaja, y que si sabe cómo pasó eso, no tendrá que repetirlo. Saber lo que
no funciona hace que todos seamos más eficientes, hace que todo el proceso sea más eficiente. A menos

2
que estos seres vean el valor positivo de lo que descubren, no vamos a saber lo que han descubierto,
ya que lo ocultarán, porque se avergüenzan.
Si la tercera línea es tratada de idiota, tonta o alguien que no aprenderá nunca, se vuelve un Mártir (la
tercera línea de la puerta 10). Al fin y al cabo, ninguna tercera línea nace como Mártir. Se convierte en
uno en el proceso. Aprende muy rápidamente, como No-Ser, que no es lo bastante buena. Si fracasa
una relación, es que ella no era lo bastante buena. Si fracasa en el trabajo, es ella la que no es lo
suficientemente buena. Es siempre: “No eres lo suficientemente buena”.
Cuando los padres tienen un hijo o hija con la tercera línea, esperan lo peor sin ni siquiera darse cuenta
de ello. La verdad es que esperan sentirse decepcionados de su hijo. Debido a esto, tienen una honda
preocupación y sienten que deben ayudar a su hijo para que lo haga bien y asegurarse de que no vuelva
a equivocarse. Puede que obliguen al hijo a practicar, aunque puede que sea Abstracto. Están
imponiendo un condicionamiento que puede ser absolutamente opuesto a lo que el niño es en realidad,
debido a su miedo a que su hijo sea un fracasado.
La humanidad no llegaría a ninguna parte sin estos seres de la tercera línea . Es la única línea mutativa.
Es la única línea que versa sobre el dinero, porque, al fin y al cabo, éste es el mundo material. El gran
don de la tercera línea es que puede adaptarse a toda una vida de fracasos; su espíritu natural es
asombroso. Pasarán toda la vida aceptando que, a los ojos de la mayoría, son fracasados. Llegarán hasta
la tumba con eso sin venirse abajo, sin rendirse. Es asombroso. No existe nada más pujante.
La tercera línea tiene un radar para las líneas de fractura. Se trata del tipo de personas que pueden darle
con el hombro a una vasija china antigua justamente, exactamente donde va a romperse; si la hubieran
golpeado en cualquiera de las otras 17 millones de posiciones, no habría pasado nada. Pero le dieron
precisamente donde había una grieta antigua y cayó en pedazos. Y dirán: “Pero si solo la rocé. No le di
ningún golpe”. Éste es su increíble radar.

Un ser de la tercera línea está siempre dispuesto a decirte lo que no funciona, y no del modo correctivo
de la Puerta 18, sino a la manera de la tercera línea, que es básicamente: “Estás perdiendo el tiempo”.
Para la tercera línea, el tiempo es dinero. Eso es lo que la tercera línea aprende más rápido que los
demás.

3
Se dan cuenta de que, si estás perdiendo el tiempo haciendo el tonto, y las cosas no funcionan, lo único
que has hecho es perder mucha energía, que es material, recursos y dinero. Necesitamos buenos
defensores del consumidor que sean seres de la tercera línea: “Esta vitamina no funciona. No gastes
dinero en ella. Deberían prohibirla. Nadie debería comprarla”.
La verdadera dificultad para la tercera línea es que está aún en el
trigrama inferior y, por tanto, absorta en su propio proceso, de
manera que le resulta difícil explicar que lo que ha experimentado
no funcionó. Básicamente, van a lo suyo y chocan con algo. No es
que sepan dónde están las cosas. No lo saben.
Por ejemplo, la 18.3 (El Fanático. La obsesión energética de
eliminar lo indeseable.) está ahí cometiendo errores respecto a
quién cuestionar, descubriendo lo que no funciona. No tiene ni idea de que al otro lado del canal está
la energía que necesita para comunicar su juicio con fuerza. Concentrada y ensimismada en lo suyo, el
otro lado se choca con ella. Eso es lo que hace que la tercera línea sea tan perfecta para descubrir lo
que no funciona: no tiene ninguna expectativa. Pero, debido a este proceso de prueba y error, puede
volverse muy pesimista.
Si puedes ir más allá del hecho de que tus terceras líneas descubren lo que no funciona, llegarás al hecho
de que harán que ganes dinero. Acentuarán tu seguridad material, proporcionándote conocimientos
valiosos que no tendrías de otra forma. En cada uno de esos desastres hay algo que realmente merece
la pena saber y recordar. La verdadera clave es que sabes hacer mejor algo. La tercera línea pertenece
a la escuela de los golpes duros y todos hemos oído esas historias de éxitos monumentales que surgen
de ella. Las terceras líneas tienen suciedad bajo las uñas. Se meten a fondo.
El momento en que pierden ese martirio psicológico, el momento que se dan cuenta de que: “No somos
esto”, es el momento en que tienes seres humanos verdaderamente productivos.
Tienes que darte cuenta de que no hay diseños o líneas mejores o peores. Lo único que necesitas es la
gracia para aceptar lo que eres y desarrollar su potencial. Y también para permitir a los demás la gracia
de ser lo que son. Si vas a trabajar con alguien que tiene una tercera línea en su perfil, tienes que estar
preparado para concederles la gracia de errar.
No va a ser una equivocación, porque, al final, si tienes paciencia, verás que trae consigo recompensas
aún mayores. Las trae. La tercera línea no está aquí para la perfección; su perfección radica en descubrir
la imperfección. Darse cuenta de esto cambia su psicología, ya que le da por fin la valentía para confiar
en sí misma cuando las cosas van mal. “¿Qué demonios pasa aquí? Se suponía que funcionaba de esta
manera, y no funciona. ¿Qué es lo que realmente ha ido mal?” Ésa es su temática, y confiar en que no
son ellos, sino la herramienta o el proceso con los que están trabajando.

Ra Uru Hu

Potrebbero piacerti anche