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I. CONCIENCIA

(Esquema. Ignacio Muguiro, SJ)

Bibliografía Cfr. Supra y “Conciencia moral del cristiano”


Delhaye.
G.S. 16; Veritatis Splendor 54 - 64

Preliminares.

Dios habla a los hombres, libres y conscientes, a su plena


realización. Los actos humanos, que forman el tejido social,
responden a esa llamada mediante una decisión libre. El
hombre está obligado a usar su “libertad” (paradójico), y
para ello tiene que elegir.

Frente a las posibles opciones que se le presentan al hombre,


el hombre no está solo, no está situado frente a un vacío,
(de ahí la angustia existencialista) una libertada sin un
para qué.

La vida es el diálogo con Dios Amor, pero ¿cómo se concilian


el carácter obligatorio de la ley moral (sea la que sea) con
la indispensable libertad que exige el acto humano para ser
moral?.

La respuesta es el lugar más íntimo y sagrado de la persona,


su conciencia.

El hombre debe realizarse libremente, convirtiéndose en su


propia providencia; deberá elegir, también, de un modo
necesario siguiendo lo que le lleva a su mayor felicidad y
realización (aunque podrá rehusar realizarse).

Existe un vínculo entre lo que el hombre es y lo que debe


ser. La razón natural lo descubre y se convierte en bien y
atracción para una libertad y voluntad buena. Esto desvanece
la antinomia ley-libertad.

Pero hay un momento en que la ley pasa a ser voz interior del
mismo Dios ( más íntimo que nosotros mismos) que nos expresa
su voluntad: plena realización de la persona humana. En esta
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presencia de Dios en lo más sagrado de nuestro interior,


donde el hombre se siente a solas con Él y oye su voz.

El hombre debe obedecer esa voz que resuena en su interior y


en ello va a dignidad humana y su responsabilidad ante Dios.
(Acento actual: G.S.: D.H.)

1. Conciencia

- Facultad “sensible” para captar la voz de Dios que


habla en nuestro interior.
- Juicio personal de nuestra razón sobre la moralidad
de los actos.

2. La conciencia en la escritura

No se considera a la conciencia como facultad separada


del hombre entero.
AT. Gen 3; Salm, 17; 119; Job 27,6.
 Es siempre conciencia “ante Dios”.
 En el sí o no a Dios se compromete todo el hombre.
 La palabra “lab” (corazón, intimidad) es el término
preferido.

NT Evangelio
 Emplea la palabra corazón, interior, espíritu.
 Acentúa la importancia del interior del hombre (Mt.
15,19)
 Típico: hijo pródigo, Judas, Pedro, Fariseos.

Pablo
 Designa la conciencia con la palabra sinéidesis (Rom
2,25;14,22).
 A veces la conciencia es errónea (Rom 14,14).
 Conciencia y relación con la comunidad (Rom 14,13; 1
Cor 8,44++).
 Conciencia, voz de Dios (ley de gracia) (Rom 8,9.
10,16; Gal 5,16; 2,20).

3. Clases de conciencia
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 Recta o diligente: examina con atención la bondad o


malicia del acto.
 Cierta: afirma sin dudar, la bondad o malicia del
acto.
 Dudosa: no tiene seguridad sobre la bondad o malicia
del acto.
 Errónea: juzga de buena fe, que es bueno lo que en
realidad es malo invencible; es poco probable que
pueda superar su error.
 Laxa: insensibilidad moral, anchura exagerada en
cosas importantes.
 + Farisaica: laxa en lo grave y exigente en lo
insignificante (Mt 23,34
 Escrupulosa: sin motivo estima como graves cosas poco
importantes.
 Perpleja: es una conciencia errónea que se sitúa al
que no hay otra alternativa fuera del pecado. Haga lo
que haga “cree” pecar.

Praxis La conciencia debe ser siempre: cierta y


diligente.
El ideal es que sea además verdadera.
En todo caso hay que seguir siempre : La
conciencia cierta aunque sea “errónea”.
4. Tipología de conciencias

 Teórica. Se contenta con bellas ideas y rectas sin


compromiso práctico.
 Débil: carece de criterios propios bien arraigados.
Manejable por ambiente, grupo, moda...
 Endurecida: la fuerza de la pasión ha ido avasallando
el juicio moral hasta pervertirlo.
 Anestesiada: cultiva la confusión (creada por
diversidad de opiniones vgr,) para ser “libre”.
 Ausente: carencia de sentido moral, ni la razón, ni
el efecto hacen impacto en su radical indiferencia.
Suele estar acompañada de autosuficiencia, ironía,
terquedad...
 Desacralizada: moral sin Dios, moral sin pecado.

5. La Conciencia Dudosa

Es obligatorio actuar con conciencia cierta (Rom 14,22+)


no podemos exonerarnos a quebrantar la voluntad de Dios
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que exige que me encauce a mi plena realización y la de


mis semejantes, etc...
Pasos desde la duda hasta la certeza:
- Eliminación directa de la duda examinando el caso en
sí mismo.
- Consultar a personas entendidas en la materia (moral9
y cuyo juicio me ofrece garantía (problema ante
opiniones seguidas por varios autores en contra de la
enseñanza de la Iglesia).
- Eliminación “indirecta” de la duda aplicando
principios reflejos ciertos.

nb. Comportamiento ante la duda insoluble de hecho y


conciencia perpleja cf. “Acto humano” nro. 13).

6. Ley y conciencia

Como afirma la escritura (Rom 14,5,22ss; 1 Cor 8,7) una


honesta convicción de la conciencia del hombre, aunque
sea errónea, constituye el criterio decisivo para que su
actuación sea moral. Debemos hacer lo que la conciencia
nos dicta como bueno y evitar lo que nos dicta como malo.
Dios nos juzgará según nuestra conciencia; aunque ella
hubiera errado inculpablemente siempre habrá que
seguirla.
La conciencia es pues la norma próxima de la moralidad.
Pero el hombre debe formar su conciencia para que ésta
sea objetivamente verdadera.
Hoy con razón se insiste en la importancia de la
conciencia personal, pero es evidente que se supone que
ha buscado el fiel “la verdad” moral. Lo cual supone
estudio, consulta discernimiento etc... de los
principios, y valores morales.
Estimamos poco acertada la actitud pastoral de abandonar
(a los fieles que consultan) a “su conciencia” cuando
ellos nos piden consejo para formar ese “juicio de
conciencia” cuando ellos nos piden consejo para formar
ese “juicio de conciencia” que le llevará a tomar
“personalmente” sus decisiones.
Y cuando se nos consulta en nuestra condición de pastores
se nos pide, en concreto, el juicio de la iglesia, no es
una opción personal.
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7. Ética de situación

 Posición extrema de la ética de situación:


 No se aceptan leyes o principios absolutos y
universales. Cada situación dicta “su moral” .
 La riqueza y espontaneidad de la persona no puede
enjaulada en las leyes, ni siquiera en las leyes de
la naturaleza humana fijas e inmutables, según los
legalistas.
 Cada situación ética es única y distinta: las
personas que intervienen y dialogan sobre lo ético
de una situación son dos personas únicas e
irrepetibles, Dios y el hombre.
Su diálogo un diálogo de amor y por consiguiente
siempre distinto. Y la situación concreta sobre la que
se gira el diálogo es también nueva, con caracteres
especiales, únicos.
 Aplicar unos mismos principios absolutos y
universales a “esa situación concreta” sería
renunciar al diálogo de amor entre Dios y el hombre.
No habría nada sobre lo que el dialogar. Bastaría la
aplicación férrea y despersonalizada de unos principios
a toda situación, ignorando la peculiaridad única e
irrepetible de cada situación moral, vivida por cada
ser humano siempre distinto.
 Se priva a Dios de hablar una palabra nueva y cercana
a cada perdona en sus problemas, ya está todo listo
en la ley!

 Revisando:
 No entendemos por qué es oposición entre naturaleza
humana y persona ¿puede haber algo bueno para la
persona que está en contra de su naturaleza humana?.
El problema estará en saber qué está conforme a la
naturaleza, pero no en oponer ambos términos, pues no
aceptar lo humano es no aceptar la persona. Nunca una
palabra de Dios será in-humana o no-cristiana.
 Amor y leyes o preceptos. No basta llamar amor a
cualquier signo, sino al adecuado y justo.
Lo que va en contra del ser humano y del ser cristiano
va en contra del amor. No ama quien destruye a sí mismo
o los demás. Dios no se niega a sí mismo.
 Situaciones únicas y normas absolutas y universales.
Es una misma persona humana la que vive las diversas
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situaciones. Al pasar por ellas no deja de ser


persona humana que tiene que vivir esa situación
concreta de una manera humana y cristiana.
 Recordamos todo lo dicho al hablar de moral teológica
(Acto Humano 16 y 17) porque tiene algunos puntos
afines: peligro de relativismo, falta de solidaridad
e igualdad.
 Creemos positivo que frente a un objetivismo moral
que olvidaba la dimensión moral y “profundamente
humana” de cada situación se haga notar los aspectos
subjetivos que están implicados en toda la vida
humana. Pero hay que mantener un justo medio entre
esos dos extremos.

8. Conciencia y tendencia a la perfección

Nuestra conciencia nos dice de que estamos satisfechos


de nosotros mismos, aspiramos a más a “lo que debemos
ser”, la perfección. Aspiración que es exigencia del
Espíritu santo que habita en nosotros. Estos implicará
una tensión permanente entre lo que soy, el yo-real, y
lo que quiero ser, el yo-ideal que culminaría en el
héroe o santo de nuestras fantasías. La L.G. habla de
una llamada a todos a la santidad.
- Necesidad de la ley:

La verdadera y auténtica libertad es una meta para


alcanzar, canalizar y reorientar nuestros impulsos y
tendencias. Hay que empeñarse en el ejercicio audaz y
maduro como primordial tarea cristiana.
Es todo un equilibrio difícil entre dependencia e
independencia, seguridad y audacia.
- Necesidad de crecimiento:

Crecimiento humano y cristiano que supone tiempo,


seguridad, audacia. Superación de umbrales a veces tras
retrocesos que son viada para el salto, otras veces son
regresiones. Posibles fijaciones. Casi nunca curva
ascendente sino en escalera. Necesidad de
acompañamiento discreto... Nunca pedir imposibles. Ley
del crecimiento. Cada uno tiene “su” paso. Sin
renuncias al ideal. La mayoría es contemporizadora,
ellos dicen “realistas” (Quijote-Sancho)
- Inevitable hora-punta:
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Fases críticas que comprometen el derrotero y el


futuro de la persona. Salto, cambios de rumbo... No
cabe sobre-protección para aludir esos momentos.
Oportunidad de dar el gran avance o desvío decisivo.
Para salir del nido no se puede contar absolutamente
con la fuerza de las alas... darse tiempo.
Hay momentos en que el “sí“ o el “no” a Dios tiene una
peculiar trascendencia (Sartre) Gide.
- Toma de decisiones: “en conciencia”

Difícil elegir porque siempre es renunciar y arriesgar.


Manipulaciones internas: buenas intenciones, pasiones,
sentimentalismos, fantasías y verdades. Manifestaciones
externas: ambiente, peso del grupo, soledad, moda,
servilismo, estrellato.
El asesor o consejero: su papel, su peligro, ante todo
respeto, ser eco, subraya el estado de la cuestión con
claridad, frenar la decisión cuando hay turbación, no
elegir por el otro, no imponer tiranía afectiva o
personalista...
- Sinceridad

Sinceridad objetiva: tranquila fidelidad a la verdad


una vez conocida.
Hay sinceridades ficticias:
o Emotiva: brota de la impresión del momento o
etapa, sentimentalismo o caprichos. Refugio en el
demonio mudo con aparentes “razones”. Es
frecuente bajo explosiones de cariño, alardes
sociales contagiosos, arrebatos de ira o
entusiasmo grupales.
o Sucesiva: cambiante, incapaz de comprometer
seriamente y en formas definitiva un futuro.
Cambian alegando “Yo ya no soy aquel” “Soy otro y soy
sincero conmigo mismo en lo que ahora soy (o siente
etc.?)” “ Si hubiera sabido cómo es la realidad... “
Hoy se niega la incapacidad de hipotecar el futuro,
de comprometerse una vez por todas; se quiere ser
sincero “con el momento”. La verdad, dicen, es
dinámica.
(Problemas de celibato perpetuo, fidelidad conyugal,
lealtad a la palabra...)
- Desarmonía entre madurez biológica, cultural,
experimental y madurez humana y cristiana.
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Difícil tratamiento a adultos (en edad) con sicología


y moral infantiles. Replegados, faltos de conciencia
responsable (poder responder sobre sus ideas,
decisiones, hermanos, problemas... asumiendo el costo
y pagando personalmente el error sin pasar a otros la
cuenta...)
La mayor dificultad es para que tomen decisiones
“eficaces” y las mantengan, dificultad de quedarse
solos, sin apoyos. Falta de identidad propia.
- Soluciones mágicas:

Está en la línea del anterior párrafo. Se buscan


soluciones que no exijan esfuerzo personal grande,
soluciones “mágicas”. La revolución y el milagro.
Reacciones grupales, poco personales.
No se valora sino “se siente”. Repudio de norma y
tradición e institución.
Recurso a papá y matemos a papá.
Simplificaciones de los problemas.
Hipismo moral. Inmediatismo.
Poco sentido del honor, de la palabra dada. La
verdad por cantidad, por números.
- Mediocridad:
La estadística y la observación ofrecen cuadros con
tendencia a la medianía (aún en la misma genética); ni
violación descarada de la moral, ni perfección
moral... La ley de mínimos tan de moda no sólo en
la praxis moral sino aún entre los mismos moralistas:
rebaja de exigencias.
Suele hacerse bajo el título de “ser normal” (como la
mayoría), “lo que se hace por muchos” acabando por
considerarlo “natural” y “moral”. Moral del ”se”.
Estadísticas, se presta atención al asocial por
déficit pero no se cultiva al asocial por superávit
(entendemos por asocial, fuera de lo normal, mayoría)
ni en la dirección espiritual, ni en el confesionario,
ni siquiera en los tratados de moral... Nos asusta el
santo. El estado democrático, que nos ha configurado,
toma poco en serio a las minorías. Manejamos el
promedio de las estadísticas como ideal. El evangelio
ha perdido mordiente.
El héroe aparece solo en la ruta, como un extraño para
los demás. No tiene acompañantes.
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Estancamiento moral. Moral de concesiones y


consideración falta moral de vanguardia en algunas
áreas. Faltan santos y sobran programadores.
- Tensiones:

Creadas entre el yo-ideal y el yo-real que genera


angustia. Se renuncia al ideal por bien de paz en
muchas ocasiones. A veces se mantiene una tensión que
desgarra. No dura mucho; generalmente se hace la paz
con la rendición, la abulia resignada o el
resentimiento. Los menos siguen decididos a una meta
siempre superable...
Tras las derrotas: la mayoría se embravece al
principio para acabar capitulando después. Son pocos
los que ha aprendido que es sabiduría divina
aprovechar las derrotas, que ser cristianos es ser
siempre “luchador”, la tarea de las 24 horas del día
(le basta a cada día su malicia) apostando a quedar
roto, perdedor, solo entre burlas, sin amargura y al
fin, no se sabe cuando (no hay certificado)
triunfador. Es el extraño hombre de las
Bienaventuranzas.
- Otros datos:
o Insistir en la vocación personal de cada uno, en
la misión peculiar que Dios le ha confidado.
Talentos. Descubrir los valores que tiene como
punto de partida, marcar la meta, señalar camino,
por donde él puede adelantar.
o No deslumbrarse con el éxito, cualidades, etc...
de los demás. No hacer comparaciones.
o Individuo –herencia, sicología, ambiente,
educación, familia, gracia y los complejos.
Quien tiene la razón para vivir heroicamente su
cristianismo hallará también el cómo (Frankl). Hay que
dar al cristianismo una razón de su esperanza, de su
fe y compromiso.

9. Conciencia evolutiva

nb. En toda etapa tendrá que haber: la experiencia


personal de Dios en el diálogo, oración.
Una vida de sacramentos acomodada a cada situación.
Una asesoría espiritual, trasparencia.
Un grupo con quien se vive la fuerza del evangelio.

a) El niño:
La conciencia, y religiosidad debe irse preparando
desde la primerísima infancia. En ello, los padres
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son prácticamente muy difíciles de sustituir.


(conocer a los padres es comprender mucho del niño).
(¿qué imagen patera o materna tienen?)
o Importante en los padres la manera de ejercer
autoridad y de vivir la religiosidad, todo en un
clima humano de amor.
o Absurdo abandonar al niño “a su suerte” (sea en
el campo religioso, moral o humano) para que
aprenda por sí mismo y a fuerza de golpes en la
vida y elija de un adulto con mayor libertad...
El niño abandonado entre experiencias,
traumatizantes muchas veces, se llenará de
angustias, dudas y fobias. O buscará otros tabús
protectores más impermeables aun que el influjo
paterno. El niño necesita “seguridad” (mecanismo
de identificación), seguridad, no asfixiante,
sino positiva, cálida e iluminadora.
o Nunca convertirlo en “propiedad de la madre”, ni
usarlo como chantaje en conflictos conyugales.
Educarlo en el amar pero dándole la libertad de
volar un día fuera de casa sin traumas.
o No diferir la formación explícita de la
conciencia, pecado, confesión. Intentar motivar.
Empezar desde pequeño la reconciliación
“adaptada” a su mentalidad, no como si se
confesara una adulto más. Que conozca el camino
de regreso a la casa del Padre.
o En cuanto a lo sexual, distinguir información de
formación. Tratar el tema, sin groserías ni
chistes que crean un clima de picardía..., sin
misterios que atemoricen... sin amenazas que
alejen. Contestar siempre a sus preguntas con
naturalidad y aun decir “algo más”. Motivación:
hacer un hombre más y mejor hombre.
o Lo religioso sin recargos pesados, haciéndolo
compartir con rezos, lecturas peticiones... Rezo
en familia espontáneo , misa y comunión los
domingos... todo como valores normales que se
respiran en la familia sencillamente y sin
imposiciones.

Que vean que lo religioso es cosa de mayores también.


No retrazar la catequesis ni el colegio cristiano.
Hay que ayudarle a elegir “lo cristiano”. No esperar
que elija después de sus estudios de secundaria o
universitarios. Lo religioso es además una “vivencia”
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no sólo una doctrina. Irles creando la exigencia de


mayores conocimientos conforme va creciendo.
o Conciencia en gran parte “protegida y apoyada en
el “adulto”, pero siempre incipiente y frágil y
en gran parte inconsciente.
o En catequesis hay que aceptar que aprendan en
forma algo mítica y lo sacramental algo
mágicamente. Ser realista con su mundo
sicológico.
o Conciencia instalada en el presente, sin
preocupación por el pasado ni por el futuro.
o Intuitivos y sensibles. Todo deja huella en el
consciente y en el inconsciente.

b) El adolescente

Momento crítico. Los valores se van a afianzar cara


al futuro, en concreto los valores morales. Suele
haber un desfase entre edad cronológica y sicológica;
tiene conocimientos y aun experiencias de “mayores”
sin el bagaje de madurez necesario. Ni tan adulto
para asumir responsabilidad ni tan joven para aceptar
la autoridad. Es difícil ubicarse frente a él.
o Los problemas vividos ahora dejan huella y
fijaciones sobre todo si ya se arrastran de la
niñez.
o Aunque se cree muy independiente y rebelde
(ruptura con autoridad familiar) es muy
influenciable por la moda y por las
personalidades que encarnan ciertas posturas
rebeldes.
o Con frecuencia está engullido por su grupo y por
su líder. Le cuestas ser él mismo.
o El formador de su conciencia, su asesor o guía
tiene que sintonizar con su onda, acompañarle
con la sinceridad de la verdad, nunca mentirle
para retenerle. Pedagogía silenciosa de
presencia y subrayados, pero sin suplantarle.
o El problema sexual pretenderá ser el centro de
su preocupación (obsesión). Es el paso del
narcisismo (quizás con un pequeño escollo
homosexual) hasta la heterosexualidad en tres
escalas: la mujer, una mujer, esta mujer. A
veces hay fijaciones en este desarrollo.
o Plantearse la tarea de hacerse “libre” frente a
las tendencias internas y las dictaduras.
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Dictaduras de grupo: racional frente a las


emociones y sobre todo una dimensión social (que
incluya la “dimensión social” de la sexualidad)
frente a los egoísmos y apoyando sus idealismos
y rebeldías. Trascendencia de esta etapa para el
futuro.
o En lo sexual hay que hacerle pasar del egoísmo a
la oblatividad, de la pluralidad de aventuras al
amor que siempre es único, del sexo-juego al
amor profundo. Hacerle capaz de un juicio
critico sobre el amor y conseguir que tenga la
capacidad de asumir su tarea en el matrimonio.
Sus problemas sexuales no deben tratarse
“sintomáticamente” sino yendo a la raíz del
problema. Superación del sexo como juguete,
destrozo, picardía , superficialidad, falta de
hombría.
o Es la época en que se apunta el problema
religioso desde una filosofía materialista o
como una reacción a los años pasados en la
piedad infantil casera.
Círculos de estudios, hacerles comprender que no
se puede superar su problema “ideológico sin
estudio serio y mente limpia.
o Gran sintonía con el problema social o socio-
políticas. Ser extremadamente cautos y respetar
las ideas políticas que ellos elijan. Sólo en un
clima de “serenidad”, muy difícil en lo
político, se puede entablar una autocrítica.
Alentar todo compromiso auténtico.
o Hacerle a sí mismo objeto de una autocrítica
serena no acusadora, donde hay mucho de
sicología. El, que por naturaleza es crítico
(familia, religión, sociedad), tiene que tener
la suficiente libertad para autocriticarse, él
que es revolucionario, incluso a nivel
cristiano, tiene que revolucionarse para ser
honrado.

Por parte del formador:


 Es deformante: mantener al formado en una
personalidad a nivel infantil; coaccionar su
compromiso religioso; disciplina gregaria
sin motivación; idealismo evasionistas, sin
realizaciones, adular, condescender; no
enfrentarse cuando es necesario, concederles
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más autoridad de la justa y la que reclama


su edad o grado de formación; ser otro
camada más; bajar al juego del doble sentido
o la picardía en lo sexual; renunciar al
mando; decidir todo por mayoría.
 Es formativo: todo lo que penetra en el alma
del joven y le ayuda a canalizar sus
energías; ayudar a que los ensueños se
realicen o se desechen; hacer de la “buena
voluntad, virilidad, y ejecución (estudio,
grupo, tarea); sus ansia de amar no se
convierta en pedir sino en dar; conocer sin
destrozar (valores, institución, sexo,
personas, familia); sólo conocemos lo que
amamos; pararle ante toda agresión la del
puño, la de la palabra, la del corazón;
aprender que “en cristiano” no basta tener
razón sino hay además que tener corazón;
siempre comprender que no es demasiado el
precio que hay que pagar por hacerse libre,
responsable de los demás, hijo de Dios.
o Conciencia difícil, incomprendida por los
adultos; idealmente simplista, del entusiasmo
al derrotismo; busca soluciones rápidas y
mágicas; cambios e inconstancias; busca el
éxito.
o Su problema: que no le tomen en serio los
mayores y por ello se hará revolucionario o
escéptico; o tomarlo demasiado en serio,
confiándole responsabilidades que le superan;
absorbido por el activismo con temor a la
soledad, reflexión personal.

c) El adulto

Integración armoniosa de los niveles biológicos,


sicológico, social, familiar, libertad-ley, razón-
amar, etc...
o Se caracteriza por su “realismo”. Está instalado
pero con apertura al futuro y rica experiencia
del pasado. Frialdad e ignorancia en el campo
religioso. Hermetismo para sus asuntos íntimos.
o Ayudará la discusión de problemas religioso-
morales en grupo homogéneo . pero rara vez se
logra avance notable si no hay un giro en la
propia vida moral y religiosa del adulto.
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Notable respeto humano, necesidad de una


experiencia religiosa (retiro, cursillo...)
o Cuando se abre al sacerdote advierten: fuerte
dosis de experiencias a nivel familiar y
ausencia de la experiencia de Dios, atrapado en
problemas y responsabilidades humanas y
familiares le queda poco espacio para plantear
el problema religioso y para la práctica
sacramental.
o Suele estar abandonado por los sacerdotes que
con frecuencia se limitan a “esperar” que vengan
a él.
Se les considera difíciles y muy amarrados por
su círculo de amistades, profesión, hobby. No es
fácil encontrar círculos o grupos para hombres
en las parroquias.
Cuando el grupo es mixto queda invadido por las
mujeres desplazando a los hombres.
o Da resultado una amistad en la que se plantea el
problema religioso con frecuencia y a fondo.
También un grupo de “estudios” morales o
religiosos entre profesionales de similar
formación e inquietudes, suele ser eficaz para
ir formando la conciencia y suscitar interés por
lo religioso.

10. Problemas de conciencia

a) Clima que despersonaliza la conciencia:

o Se impone una manera de pensar y actuar.


Imperialismo de los Mass Media.
o Un excesivo activismo impide aislarse del resto,
pensar por cuenta propia, criticar y evaluar
“personalmente”. Temor a quedarse solo.
Esclavitud al grupo por inseguridad.
o Opresiones directas e indirectas a la libertad
de conciencia.
o Moral de las estadísticas, de corrientes de
moda. De los sociológico deducen lo ético.
o Leyes que atienden al “pluralismo” y la ley
tiene un aspecto pedagógico (aborto, eutanasia)
 Masificación; los colectivos toman
decisiones trascendentales. A mayor número
menor edad sicológica. Trivialización.
o Consumismo: cultura de úselo y tírelo que se
aplica a lo moral (sexual, etc...)
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b) Carisma-institución

o 1 Cor 12-14.
o El carismático: instituciones personales “bajo
la guía del espíritu Santo”.
o Se presentan como dominados por una más fuerte
que ellos y que se ha impuesto en sus vidas.
Hablan e nombre de Dios para decir su juicio y
crítica sobre hombres e instituciones.
Intrepidez, no tiene nada que perder. No puede
callar, rompe moldes. Abre caminos.
o Peligro: no cuidar medios ni formas. A veces
aislado con exageración. Algo obeso y tenaz,
hace su mensaje en una sola línea y con
estridencia de una sola nota.
o Nota clave de autenticidad: hombre humilde,
edifica el Cuerpo Místico, habla con Dios vive o
que manifiesta con su radicalidad, capacidad de
rectificar y de escucha, aborrece el mesianismo.
o Enriquecimiento mutuo del binomio institución-
Carisma. Ambos se reclaman y completan.

c) Objeción de conciencia (G.S. 79)

o Definición: rechazo de una orden particular por


ir contra la propia conciencia. (Act. 4,19)
o En general, objetores de conciencia lo fueron
todos los que han corrido e riesgo de condenas
políticas o religiosas antes de realizar u
omitir una acción en contraste con sus
convicciones. Y la sociedad en general se
defiende contra ellos porque ponen en peligro el
“sistema”.
o Motivo: forma parte del derecho- deber de
formarse su propia conciencia y, por tanto, de
hacerse corresponsables también en la ejecución
de los actos mandados.
Y así lo reconoce la Declaración de la Asamblea
general de la ONU (1948) en la declaración
genérica del artículo 18 sobre los derechos
universales: “Todo individuo tiene derecho a la
libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión.
o Crf. Act,4,19-20; Rom 14,12.
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o La valoración sobre la moralidad de lo mandado


es una valoración “responsable” pero siempre
“subjetiva”.
o A veces se hallarán en un conflicto entre dos
personas y entre dos conciencias, y la
conciencia, aunque errónea, no puede ser
violentada. No la verdad en sí, sino la
conciencia como tal de cada uno es la fuente de
derechos y deberes.
o Siendo posible que la conciencia esté mal
informada, o incluso que sea falsa tanto el
objetor como el grupo en que tiene lugar la
objeción, debe someterla a criterios de
verificación. Todos sabemos la dificultad de ser
“objetivos” cuando nos hallamos bajo intereses,
emotividad, posiciones públicamente sostenidas,
presiones de grupo.
o Límites: respetar también la conciencia del que
dio la orden, no identificar su conciencia con
la postura de su grupo. El católico hallará
iluminación tanto en la reflexión eclesial como
en el magisterio.
o Especial intereses en la objeción de conciencia
contra el servicio militar. Caben grados (a toda
guerra por considerarlas a todas injustas o
determinadas guerras especialmente crueles e
injustas...) Suele exigirse al objetor una
prestación civil equivalente.
o “Hay que negarse a obedecer en la eventualidad
de que se dicten órdenes contrarias al derecho
natural de gentes y sus principios universales
“son criminales” y la obediencia ciega no puede
excusar a quienes las atacan...; se ha de
encomiar al máximo, en cambio, la valentía de
los que no temen oponerse abiertamente a los que
ordenan semejantes cosas (G.S. 79).

d) Recurso a la epiqueya

o Epiqueya: virtud de la equidad que lleva al


hombree a decidir la no-observancia literal de
una ley humana para elevarse al sentido más
profundo que inspiró la ley.
Interpretación benigna de la ley por estimar
que el caso n está comprendido en lo pretendido
por el legislador.
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o Se funda en la limitación tanto de las fórmulas


legales que no pueden abarcar toda la variedad
de casos, como legislador humano no pudo prever
la excepciones y circunstancias posibles.

e) Ocasionario, habitudinario, reincidente

11. Conciencia y magisterio


a) Interpretación de la ley en un caso concreto

+ Si hay varias interpretaciones divergentes y la


Iglesia no se ha pronunciado taxativamente por
ninguna de ellas.
- No puede seguir cualquiera de ellas que sea
probable y no puede
imponerse ninguna en concreto mientras sólo sea
probable.

+ Si ha aparecido una nueva interpretación sostenida


por uno solo.
- Podrá seguirse si está avalada por buenos
argumentos intrínsecos.

b) Aplicación a un caso de una interpretación errónea de


la ley

o Deberá aclararse el error ( en casos quizás de


la ley de admonición).

c) Se rechaza alguna norma moral mantenida por el


magisterio eclesial como obligatoria.

o El conjunto debe ubicarse en doble actitud:


mantener con firmeza, pero serenamente, la
exigencia objetiva de Dios que expresa la
Iglesia y por otro lado respetar el error de
conciencia y la buena fe.
o En este campo debe proseguir el diálogo, dar
tiempo a la gracia y a una experiencia más
profunda de Dios.
o Caer en la cuenta que si se pregunta es porque
no se halla totalmente seguro.
o ¿Se le dará la absolución Dios es verdad. Una
compasión malentendida que prescinde de la
verdad es poco seria y falsea el diálogo. La
absolución sería una “mentira”.
18

o Si el penitente es consecuente consigo mismo, no


puede por un lado rechazar la mediación de
Iglesia en la formación de la conciencia y por
otra pedir que la Iglesia le de la absolución
que equivale a una aprobación implícita de su
error.
o Queda siempre abierto un amplio campo de
oración y búsqueda humilde, de sincera
purificación para ir poniendo de acuerdo con la
mediación eclesial. Su caso es sólo
“provisionalmente” insoluble. Habrá que mantener
el diálogo y elevarlo de lo racional o
filosófico a la altura de la “sabiduría divina”.

d) El fiel ya no cree en la Iglesia

Consecuentemente por honestidad las normas que emanan


de la Iglesia carecen de autoridad.

o Culpabilidad en el abandono de la fe? Vat. I


sociológico.
o Hay que restaurar la fe primeramente y en ello
se debe poner el acento, para poder
posteriormente, aceptar la moral cristiana que
ahora discute.
o Con frecuencia conserva una fe especial en Dios
y en Cristo con un simultáneo rechazo de la
iglesia.
o Hay que examinar el itinerario de su rechazo
para ir a la raíz del problema.
o Quizás se podría expresar su situación así: “Se
halla usted en situación que su “sí” dado a
Dios, por circunstancias X, no lo reconoce como
“sí” dado a la Iglesia. Examinemos esas
circunstancias y sigamos buscando con sinceridad
y mirada limpia y acabaremos viendo a Dios en su
Iglesia.

e) La conciencia misma del consejero moral rechaza la


posición e la Iglesia.

No tratamos aquí “su problema personal” complejo etc,


sino su actitud ministerial.
o En el misterio sacerdotal (predicación,
confesionario, enseñanza) de una manera general
representa el pensamiento de la Iglesia. Hasta
la misma absolución para su validez necesita la
19

jurisdicción de la Iglesia: El fiel al menos lo


busca como hombre de iglesia
o Nunca presentará como doctrina eclesial lo que
doctrina particular u opinión privada, el fiel
pide la doctrina de la Iglesia.
o Tampoco tiene derecho, dada su condición de
sacerdote católico o teólogo a escandalizar a
los fieles enfrentando su opinión personal a la
de la Iglesia (Roma 14; 1Cor 8) la fe del pueblo
sencillo se apoya en la autoridad y fe de sus
sacerdotes. Al contraponer su verdad a la verdad
de la Iglesia está rompiendo los cimientos de la
fe del pueblo.
o Se podrá y deberá con especialistas o personas
de mucho fondo cristiano sugerir y comentar sus
puntos de vista. Incluso a niveles de revista
especializada pero no convertir ese tema en
“espectáculo” de disentimiento. Es rarísimo que
un teólogo reconozca su error.
o Si se llegara al extremo de que el sacerdote
cree, en conciencia, no puede seguir admitiendo
la doctrina de la Iglesia en determinado punto
en su trabajo pastoral, lo honrado sería pedir
al menos, temporalmente, hasta superar la
crisis, ser revelado se ese tipo de ministerio
pastoral que le crea un constante conflicto
personal de conciencia.

12. La voz de Dios y la voz de la conciencia

“En el recinto más íntimo de la conciencia”


(G.S.16) se percibe la voz de Dios.

o Queremos recordar lo que se expone al hablar de


la ley de gracia anunciada ya en el A.T. (Jer
31,33; Ez 32,36ss) Cristo antes de partir le
prometerá (Jn 14,16). Será como una fuerza
dinámica el Espíritu que nos impulsa Dios y
hacia los hermanos por el amor (Rom 8,9.10.26)
(Gal 5,16 2,20).

13. Trascendencia de la conciencia

o Toda libertad tiene un “de qué”? (soy libre) y


un “para qué” (soy libre)
20

¿De qué es libre el hombre? De ser impulsado,


determinado.
o Sé dueño de tu libertad y esclavo de tu
conciencia. De esta exigencia ética partimos
para explicar lo que entendemos por conciencia
trascendente.
Si tengo que someterme a la conciencia , quiere
decir que su vos está por encima de mí, que es
algo extramundo, supone la conciencia un
diálogo, no un monólogo porque la voz de mi
conciencia es algo distinto de mí mismo. Mi
conciencia es voz de mi trascendencia... ¿Por
qué me siento obligado? ¿QUIÉN me obliga sin
escapatoria?

En efecto, en la conciencia humana resuena una


instancia extramundana. Instancia de carácter
personal. El ombligo humano carece de sentido
considerado en sí mismo, hay que remitirse a su
procedencia en el organismo materno en que fue
formado.

La conciencia también se entiende cuando nos


remitimos a un rigen trascendente, a su condición
de “criatura” humana. Para explicar la condición
humana de “ser responsable” debo remitirme a la
trascendentilidad. Hay OTRO ante quien tengo que
“responder”.

El hombre irreligioso tiene conciencia pero no


se pregunta “¿ante quién soy responsable? ” ni
“¿de dónde viene esa voz?”. Samuel hasta la tercera
llamada no había conocido el carácter trascendente
y divino de la llamada y de la voz. El irreligioso
se queda en lo mero inmanente. Se detiene antes de
tiempo, lo considera como última instancia cuando
debería seguir preguntando más. La voz de la
conciencia no es lo último sino lo penúltimo. Lo
último es el trascendente.

El irreligioso tiene miedo a no tener firme


bajo sus pies, la verdadera cima se esconde en la
niebla... y en esta niebla, en esto desconocido no
quiere adentrarse el hombre. A ello sólo se atreve
el hombre religioso.
21

Ser libre es poca cosa sino no hay un “para


qué”, pero ser responsable tampoco es gran cosa si
no hay un “ante quién”.
Ningún super-yo actuaría eficazmente si sólo
fuese un modelo concebido y creado para mí. No
podrá ser efectivo si es sólo mi propia creación,
mi propia invención.

Cuando Sartre dice que el hombre es libre y le


pide que elija, que se invente a sí mismo, que idee
al hombre ¿no es truco del fakir que quiere hacer
creer que se puede trepar a la soga que ha lanzado
al aire? Sartre proyecta la obligación, el deber
ser, hacia la nada, sin punto de apoyo que le venga
de otra parte y cree que así, de este modelo el
hombre puede seguir perfeccionándose. Es decir el
“yo” se saca a sí mismo de la ciénaga del “ello”
siéndose al mechón del super-yo.

El sentido de la vida ha de ser encontrado


pero no puede ser producido, quien ha renunciado a
encontrarlo se refugiará en el absurdo o en un
sentido subjetivo. El primero se da en muchas y los
otros lo hallan en el L.S.D.

El sentido no sólo debe encontrarse, el


sentido de la vida puede además encontrarse y para
ello está la guía de la conciencia que el órgano
del sentido.

14. Casos conflictivos de la conciencia.

a) Pertenencia a la masonería.
b) Dudas de fe, sicológicas, teológicas.
c) Problema del dolor, del mal.
d) Nuevo matrimonio y vida cristiana (sacramental?),
crisis matrimonial.
e) Crisis sacerdotal. Datos significativos.
Antecedentes.
f) Ocasinario, habituado, reincidente.
g) Paternidad responsable.
22

Apéndice I

EL BRINDIS DEL CARDENAL

(Card. Joseph Ratzinger)

En el actual debate sobre la naturaleza propia de la


moralidad y sobre las modalidades de su conocimiento, la
cuestión de la conciencia se ha convertido en el punto
crucial de la discusión, sobre todo en el ámbito de la
teología moral católico. El debate gira en torno a los
conceptos de libertad y de norma, de autonomía y de
heteronomía, de autodeterminación y de determinación desde el
exterior mediante la autoridad. En él la conciencia se la
presenta como el baluarte de la libertad frente a las
limitaciones de la existencia impuestas por la autoridad. En
dicho contexto están contrapuestas de este modo dos
concepciones del catolicismo: por una parte la comprensión
renovada de su esencia, que explica la fe cristiana partiendo
de la libertad y como principio de la libertad y por otra, un
modelo superado, “preconciliar”, que somete la existencia
cristiana a la autoridad, la cual mediante normas regula la
vida hasta en sus aspectos mas íntimos y trata de esta manera
un poder de control sobre los hombres.

Así pues “moral de la conciencia” y “moral de la autoridad”


parecen contraponerse entre sí como dos modelos
incompatibles; la libertad de los cristianos se pondría a
salvo apelándose al principio clásico de la tradición moral.
según el cual la conciencia es la norma suprema que siempre
se debe seguir, incluso frente a la autoridad. Y si la
autoridad - en este caso: el Magisterio eclesiástico - quiere
tratar de la moral desde luego que puede hacerlo, pero
solamente proponiendo elementos para que la conciencia se
forme un juicio autónomo, si bien aquella ha de tener siempre
la última palabra. Algunos autores conectan este carácter de
última instancia, propio de la conciencia, a la fórmula según
la cual la conciencia es infalible.

Llegados aquí se puede presentar una contradicción. Ni que


decir tiene que siempre se ha de seguir un dictamen claro de
la conciencia, o que por lo menos, nunca se puede ir contra
él. Pero otra cuestión es, si el juicio de conciencia, o lo
que se toma como tal, tiene también siempre razón, es decir,
si es infalible. Si así fuera, querría decir que no existe
ninguna verdad - por lo menos en materia de moral y religión,
23

es decir en el ámbito de los fundamentos de nuestra


existencia. Desde el momento que los juicios de conciencia se
contradicen, se tendría sólo una verdad del sujeto, que se
reduciría a su sinceridad. No habría ni puerta ni ventana que
pudiera llevarnos del sujeto al mundo circunstante ya la
comunión de los hombres. Aquel que tenga el valor de llevar
esta concepción hasta sus últimas consecuencias llegará a la
conclusión de que no existe ninguna verdadera libertad y que
lo que suponemos que son dictámenes de la conciencia, no son
en realidad más que reflejos de las condiciones sociales.
Esto tendría que llevar al convencimiento de que la
contraposición entre libertad y autoridad deja algo aún más
profundo, si se quiere que libertad y, por consiguiente,
humanidad tengan un sentido.

1. Una conversación sobre la conciencia errónea y algunas


primeras conclusiones.

De esta manera se ha hecho evidente que la cuestión de la


conciencia nos lleva al centro del problema moral, de la
misma manera que la cuestión de la existencia humana. Ahora
quisiera tratar de exponer a referida cuestión, no como
reflexión rigurosamente conceptual sino más bien de forma
narrativa, como hoy se dice contando antes que nada la
historia de mi acercamiento personal a este problema. La
primera vez que fui consciente de la cuestión, en toda su
urgencia, fue al principio de mi actividad académica. Una
vez, un colega más anciano, muy interesado en la situación de
ser cristiano en nuestro tiempo, opinaba en una discusión que
había que dar gracias a Dios, por haber concedido a tantos
hombres la posibilidad, de ser no creyentes en buena
conciencia. Si se les hubiera abierto los ojos y se hubieran
hecho creyentes, no habrían sido capaces, en un mundo como el
nuestro, de llevar el peso de la fe y sus deberes morales.
Sin embargo, y puesto que recorren un camino diferente en
buena conciencia, pueden igualmente alcanzar la salvación. Lo
que me asombró de esta afirmación no fue tanto la idea de una
conciencia errónea concedida por Dios mismo para poder salvar
con este estratagema a los hombres, la idea, por así decir,
de una ceguera mandada por Dios mismo para la salvación de
estas personas. Lo que me turbó fue la concepción de que la
fe es un peso difícil de sobrellevar y que sólo pueden
soportarlo naturalezas particularmente fuertes: casi una
forma de castigo, y siempre un conjunto oneroso de exigencias
difíciles de afrontar. Según esta concepción, la fe, en lugar
de hacer más accesible la salvación, la dificulta.
24

Así pues, tendría que ser feliz precisamente aquél a quien no


se le carga con el peso de tener que creer y de tener que
someterse al yugo moral, que conlleva la fe de la iglesia
católica.

La conciencia errónea, que permite vivir una vida mas fácil e


indica un camino mas humano sería por lo tanto la verdadera
gracia, el camino normal hacia la salvación. La no verdad, el
quedarse lejos de la verdad.

No sería la verdad, lo que le liberaría, sino mas bien


tendría que liberársele de ella. Dentro de su propia casa el
hombre estaría mas en las tinieblas que en la luz; la fe no
sería un don del buen Dios, sino más bien una maldición. Así
las cosas, ¿cómo puede la fe provocar gozo? Más aún, ¿quién
podría tener el valor de trasmitir la fe de los demás?.

¿No será mejor ahorrarles este peso o incluso mantenerlos


lejos de él? En los últimos decenios, concepciones de este
tipo han paralizado visiblemente el impulso de la
evangelización: quien entiende la fe como una carga pesada,
como una imposición de exigencias morales, no puede invitar a
los otros a creer; más bien prefiere dejarles en la presunta
libertad de su buena fe.

Quien hablaba de esta manera era un sincero creyente, mejor


dicho: un católico riguroso, que cumplía con su deber con
convicción y escrupulosidad. Sin embargo expresaba de esta
manera una modalidad de experiencia de fe, que puede sólo
inquietar y cuya difusión podría ser fatal para la fe. La
aversión, que llega a ser traumática en muchos, contra lo que
consideran un tipo de catolicismo “preconciliar” deriva, en
mi opinión, del encuentro con una fe de este tipo, que hoy
casi no es más que un peso. Aquí sí que surgen cuestiones de
la máxima importancia: ¿Puede verdaderamente una fe semejante
ser un encuentro con la verdad?

La verdad sobre el hombre y sobre Dios, ¿ es de veras tan


triste y tan pesada, o en cambio la verdad no consiste
precisamente en la superación de un legalismo similar ? ¿Es
que no consiste en la libertad?, ¿Pero adónde conduce la
libertad? ¿Qué camino nos indica?

En la conclusión tendremos que volver a estos problemas


fundamentales de la existencia cristiana hoy; pero antes es
menester volver al núcleo central de nuestro tema, a la
conciencia. Como ya he dicho, lo que me asustó del argumento
25

antes mencionado fue sobre todo la caricatura de la fe, que


yo creí entrever. Sin embargo, reflexionando desde otro
ángulo, me pareció que era falso incluso el concepto de
conciencia del que se partía. La conciencia errónea protege
al hombre de las onerosas exigencias de la verdad y así se
salva...: ésta era la argumentación. Aquí, la conciencia no
se presenta como la ventana, desde la que el hombre abarca
con su vista la verdad universal, que nos funda y sostiene a
todos y que una vez reconocida por todos hace posible la
solidaridad del querer y la responsabilidad.

En esta concepción la conciencia no es la apertura del hombre


hacia el fundamento de su ser, la posibilidad de percibir lo
más elevado y esencial. Más bien parece ser el cascarón de la
subjetividad, en el que el hombre se puede esconder huyendo
de la realidad. Está aquí presupuesto, precisamente, el
concepto de conciencia del liberalismo. La conciencia no abre
las puertas al camino libertador de la verdad, la cual no
existe en absoluto o es demasiado exigente para nosotros. La
conciencia es la instancia que nos exime de la verdad.

Se trasforma en la justificación de la subjetividad, que ya


no se deja poner en discusión, y así como en la justificación
del conformismo social que como mínimo común denominador
entre las diferentes subjetividades, tiene como tarea el
hacer posible la vida en la sociedad. Desaparece el deber de
buscar la verdad, como también las dudas sobre las tendencias
generales predominantes en la sociedad y todo lo que en ella
se ha vuelto costumbre. Es suficiente estar convencido de las
propias opiniones, así como adaptarse a las de los demás. El
hombre queda reducido a sus convicciones superficiales que,
cuanto menos profundas sean tanto mejor par él.

Lo que en un principio me había parecido sólo marginalmente


claro, en esta discusión se me mostró en toda su evidencia
algo después, durante una disputa entre colegas, a propósito
del poder de justificación de la conciencia errónea. Alguien
objetó a esta tesis que, si esto tuviera un valor universal,
entonces hasta los miembros de las SS nacis estarían
justificados y tendríamos que buscarlos en el paraiso. Estos,
efectivamente, llevaron a cabo sus atrocidades con fanática
convicción y también con una absoluta certeza de conciencia.
A lo que otro respondió con la máxima naturalidad, que
realmente era sí: no hay ninguna duda de que Hitler y sus
cómplices, que estaban profundamente convencidos de su causa
no hubieran podido obrar de otra manera y que por lo tanto,
por mucho que sus acciones hayan sido objetivamente
26

espantosas, a nivel subjetivo, se comportaron moralmente


bien.

Desde el momento que ellos, siguieron su conciencia, por


deformada que estuviera, se tendría que reconocer que su
comportamiento era para ellos moral y por lo tanto se pondría
en tela de juicio su salvación eterna. Después de esta
conversación tuve la absoluta certeza de que había algo que
no cuadraba en esta teoría sobre el poder justificativo de la
conciencia subjetiva, con otras palabras: tuve la seguridad
de que un concepto de conciencia que llevaba a conclusiones
semejantes tenía que ser falso.

Una firme convicción subjetiva y la consiguiente falta de


dudas y escrúpulos no justifican absolutamente al hombre.
Unos treinta años después, encontré sintetizadas en las
lúcidas palabras del psicólogo Albert Gorres las intuiciones,
que desde hacia mucho tiempo también yo trataba de articular
a nivel conceptual. Su elaboración pretende constituir el
núcleo de esta aportación. Gorres nos dice que el sentimiento
de culpa, la capacidad de reconocer la culpa pertenece a la
esencia misma de la estructura psicológica del hombre.

El sentimiento de culpa, que rompe con una falsa serenidad de


conciencia y que se puede definir como una protesta de la
conciencia contra mi existencia satisfecha de sí misma, es
tan necesario para el hombre como el dolor físico, como
síntoma, que permite reconocer las disfunciones del
organismo. Quién ya no es capaz de percibir la culpa está
espiritualmente enfermo, es “un cadáver viviente, una máscara
de teatro como dice Gorres. “Son los monstruos, que entre
otros brutos, no tienen ningún sentimiento de culpa, quizá
Hitler, Himmler o Stalin carecían totalmente de él. Quizá los
padrinos de la mafia no tengan ninguno, o quizá los tengan
bien escondidos en el desván. También los sentimientos de
culpa abortados...

Todos los hombres tiene necesidad de sentimiento de culpa”.

Por lo demás una simple hojeada a la Sagrada Escritura habría


podido prevenir de semejantes diagnósticos y de semejante
teoría de la justificación mediante la conciencia errónea. En
el salmo 19.13 encontramos esta afirmación, que merece
siempre ponderación: “¿Quién será capaz de conocer los
deslices? Límpiame de los que se ocultan”. Aquí no se trata
de objetivismo veterotestamentario, sino de la más profunda
sabiduría humana: dejar de ver las culpas, enmudecimiento de
27

la voz de la conciencia en tan numerosos ámbitos de la vida,


es una enfermedad espiritual mucho más peligrosa que la
culpa, que uno todavía está en condiciones de reconocer como
tal. Quien no es capaz de reconocer que matar es pecado, ha
caído más bajo de quien puede reconocer la maldad de su
comportamiento, ya que se ha alejado mucho más de la verdad y
de la conversión. No por nada en el encuentro con Jesús,
quien se autojustifica aparece como el que verdaderamente
está perdido. Si el publicano, con todos sus innegables
pecados, es más justificable ante Dios que el fariseo con
todas sus obras verdaderamente buenas (Lc.18,9-14), esto
sucede no porque los pecados del publicano dejen de ser
verdaderamente pecados y las buenas obras del fariseo, buenas
obras. Esto no significa de ningún modo que el bien que hace
el hombre no sea bien ante Dios y que el mal no sea mal ante
Él y ni siquiera que esto no sea el fondo tan importante. La
verdadera razón de este juicio paradójico de Dios se entiende
precisamente a partir de nuestra cuestión: el fariseo ya no
sabe que también él tiene culpas. Está completamente en paz
con su conciencia. Pero este silencio de la conciencia lo
hace impenetrable para Dios y para los hombres. En cambio el
grito de la conciencia, que no da tregua al publicano, hace
que sea capaz de verdad y de amor.

Por esto Jesús pretende obrar con éxito en los pecadores,


porque éstos no se han vuelto impermeables, escudándose en
una conciencia errónea, a ese cambiamento que Dios espera de
ellos, así como de cada uno de nosotros. Él en cambio no
puede tener éxito con los “justos”, precisamente porque ellos
les parece que no tienen necesidad de perdón, ni de
conversión , efectivamente su conciencia ya no les acusa. si
no que más bien los justifica.

Algo análogo podemos encontrar también en San Pablo, el cual


nos dice que los gentiles conocen muy bien, incluso sin ley,
lo que Dios espera de ellos (Rom2,1- 16).

Toda la teoría de la salvación mediante la ignorancia se


viene abajo en este versículo: en el hombre está
inevitablemente presente la verdad, una verdad del Creador.
La cual fue puesta luego por escrito en la revelación de la
historia de la salvación. El hombre puede ver la verdad de
Dios, por ser él un ser creado. No verle es pecado. Deja de
ser vista sólo cuando no se quiere ver. Este rechazo de la
voluntad, que impide el conocimiento, es culpable. Por eso si
la lucecita no se enciende, ello es debido a una negación
deliberada de todo lo que no deseamos ver.
28

Llegados a este punto de nuestras reflexiones es posible


sacar las primeras consecuencias. Ahora podemos decir: no se
pude identificar la conciencia del hombre con la
autoconciencia del yo, con la certidumbre subjetiva de sí
mismo y de propio comportamiento moral. Este conocimiento,
puede ser por un parte un mero reflejo de las opiniones
difundidas en el ambiente social. Por otra parte puede
derivar de una falta de autocrítica, de una incapacidad de
escuchar las profundidades del espíritu. Todo lo que ha
salido de la luz después del hundimiento del sistema marxista
en la Europa oriental, confirma este diagnóstico.

Las personalidades más atentas y nobles de los pueblos por


fin liberados hablan de una enorme devastación espiritual,
que ha tenido lugar en los arlos de la deformación
intelectual. Notan una torpeza del sentimiento moral, que
representa una pérdida y un peligro mucho más grave que los
daños económicos ocurridos. El nuevo patriarca de Moscú lo
denunció de manera impresionante al principio de su
ministerio, en el verano de 1990: la capacidad de percepción
de los hombres, que han vivido en un sistema basado en la
mentira, se había obscurecido, según él. La sociedad había
perdido la capacidad de misericordia y los sentimientos
humanos se habían desvanecido. Toda una generación estaba
perdida para el bien, para acciones dignas del hombre.
“Tenemos el deber de encarrilar la sociedad a los valores
morales eternos” es decir el deber de desarrollar nuevamente
en el corazón de los hombres el sentido auditivo, casi
atrofiado para escuchar las sugerencias de Dios. El error, la
"conciencia errónea" , sólo a primera vista es cómoda. Si no
se reacciona, el enmudecimiento de la conciencia lleva a la
deshumanización del mundo y a un peligro mortal.

Dicho con otras palabras: la identificación de la conciencia


con el conocimiento superficial, la reducción del hombre a su
subjetividad no libera en absoluto, sino que esclaviza, nos
hace totalmente dependientes de las opiniones dominantes a
las que incluso va rebajando de nivel día tras día. Quien
hace coincidir la conciencia con las convicciones
superficiales, la identifica con una seguridad seudoracional
entreverada con autojustificaciones, conformismo y pereza. La
conciencia se degrada a mecanismo de desculpabilización,
mientras que lo que representa verdaderamente es la
transparencia de sujeto para lo divino y por lo tanto también
la dignidad y la grandeza específicas del hombre. La
reducción de la conciencia a la certidumbre subjetiva
significa al mismo tiempo la renuncia a la verdad. Cuando el
29

salmo, anticipando la visión de Jesús sobre el pecado y la


justicia, ruega por la liberación de las culpas no
conscientes, está llamando la atención sobre esta conexión.
Desde luego se debe seguir la conciencia errónea. Sin embargo
aquella renuncia a la verdad, ocurrida precedentemente y que
ahora se toma la revancha, es la verdadera culpa, una culpa
que en un primer momento mece al hombre en una falsa
seguridad para después abandonarlo en un desierto sin
senderos.

2. Newman y Sócrates guías para la conciencia

Me gustaría ahora hacer una breve digresión. Antes de


intentar formular respuestas coherentes a las cuestiones
sobre la naturaleza de la conciencia, es preciso que
ampliemos un poco las bases de las reflexión, más allá de la
dimensión personal de la que hemos partido.

A decir verdad, no tengo intención de desarrollar aquí un


docto tratado sobre la historia de las teorías de la
conciencia, argumento sobre el que recientemente se han
publicado diferentes estudios. En cambio preferiría seguir
tratando la materia de modo ejemplificador, por decir así,
narrativo, para empezar detengámonos por un momento en el
cardenal Newman, cuya vida y obra podrían muy bien definirse
como un único y gran comentario al problema de la conciencia.
Pero ni siquiera aquí podremos estudiar a Newman de manera
particularizada. En este marco no podremos detenernos en las
particularidades del concepto newmaniano de conciencia.
Quisiera sólo indicar el lugar que la idea de conciencia
tiene en el conjunto de la vida y del pensamiento de Newman.
Las perspectivas así adquiridas ahondarán en los problemas
actuales y abrirán conexiones con la historia, es decir,
conducirán a los grandes testigos de la conciencia y a los
orígenes de la doctrina cristiana sobre la vida según la
conciencia.

¿Quién no recuerda, a propósito del tema “Newman y la


conciencia” la famosa frase de la Carta al Duque de Norfolk
“Si yo tuviera que llevar la religión a un brindis después de
la comida -lo que no es muy oportuno hacer- desde luego
brindaría por el Papa. Pero antes por la conciencia y después
por el Papa”.

Según la intención de Newman esto tenía que ser -en


contraposición con las afirmaciones de Gladstone- un claro
reconocimiento del papado, pero también -contra las
30

deformaciones ultramontanas- un interpretación del papado, el


cual es entendido correctamente sólo cuando es considerado
conjuntamente a la primacía de la conciencia- por lo tanto no
contrapuesto a ella, sino más bien garantizado y fundado
sobre ella. Comprender esto es difícil para el hombre
moderno, que piensa a partir de la contraposición entre
autoridad y subjetividad. Para él la conciencia está de parte
de la subjetividad y es expresión de la libertad del sujeto,
mientras que la autoridad parece limitar, amenazar o hasta
negar dicha libertad. Así pues tenemos que profundizar más
para aprender a comprender de nuevo una concepción, en la que
este tipo de contraposición ya no es válida.

Para Newman el término medio que asegura la conexión entre


los dos elementos de la conciencia y de la autoridad es la
verdad. No dudo en afirmar que la idea de verdad es la idea
central de la concepción intelectual de Newman: la conciencia
ocupa un lugar central en su pensamiento precisamente porque
en el centro está la verdad.

Con otras palabras: la centralidad del concepto de conciencia


va unida en Newman con la precedente centralidad del concepto
de verdad y se puede comprender sólo partiendo de ésta. La
presencia preponderante de la idea de conciencia de Newman no
significa que, en el siglo XIX y en contraposición con el
objetivismo de la neoescolástica, él haya sostenido una
filosofía o teología de la subjetividad. Desde luego es
verdad que en Newman el sujeto encuentra una atención que no
había recibido, en el ámbito de la teología católica, quizá
desde los tiempos de San Agustín. Pero se trata de una
atención en la línea de San Agustín, y no en la línea de la
filosofía subjetivista de la modernidad.

Al ser elevado a cardenal Newman confesó que toda SU vida


había sido una batalla contra el liberalismo. Podríamos
añadir, también contra el subjetivismo en el cristianismo,
tal y como él lo encontró en el movimiento evangélico de su
época y que a decir verdad, constituyó para él la primera
etapa de aquel camino de conversión que duro toda su vida. la
conciencia no significa para Newman que el sujeto es el
criterio decisivo frente a las pretensiones de la autoridad,
en un mundo en que la verdad esta ausente y que se sostiene
mediante el compromiso entre exigencias del sujeto y
exigencias del orden social. Más bien la conciencia significa
la presencia perceptible e imperiosa de la voz de la verdad
dentro del sujeto mismo; la conciencia es la superación de la
mera subjetividad en el encuentro entre la interioridad del
31

hombre y la verdad procedente de Dios. Es significativo el


verso que Newman compuso en Sicilia en 1833: “Me gusta elegir
y entender mi camino ahora en cambio rezo: ¡Señor guíame
tú!”. La conversión al catolicismo no fue para Newman una
elección determinada por el gusto personal, por necesidades
espirituales subjetivas: Así se expresaba en el 1844, cuando
estaba todavía, por así decir, en el umbral de la conversión:
“Nadie puede tener una opinión más desfavorable que la mía
sobre el estado actual de los católicos-romanos”.

Lo que para Newman, en cambio, era importante era el tener


que obedecer más a la verdad reconocida que a su propio
gusto, incluso el enfrentamiento con sus propios
sentimientos, con loS vínculos de amistad y de una formación
común. Me parece significativo que Newman, en la jerarquía de
las virtudes subraye la primacía de la verdad sobre la
bondad, para expresarnos más claramente que ponga de relieve
la primacía de la verdad sobre el consenso, sobre la
capacidad de acomodo de grupo. Por lo tanto diría que cuando
hablamos de un hombre de conciencia, nos referimos a Alguien
dotado de las citadas disposiciones interiores. Es aquel que,
si el precio es la renuncia a la verdad, nunca comprará el
consenso, el bienestar, el éxito, la consideración social, la
aprobación de la opinión dominante. En esto Newman se
relaciona con el otro gran testigo inglés de la conciencia:
Tomás Moro, para el que la conciencia no fue de ninguna
manera la expresión de una testarudez subjetiva o de terco
heroísmo. Él mismo se colocó entre aquellos mártires
angustiados que solamente después de indecisiones y muchas
preguntas se obligaron a sí mismos a obedecer a la
conciencia: a obedecer a esa verdad, que tiene que estar en
mayor altura de cualquier instancia social y de cualquier
forma de gusto personal. Se nos presentan pues dos criterios
para discernir la presencia de una auténtica voz de la
conciencia: ésta no coincide con los propios deseos y los
propios gustos; no se identifica con lo que socialmente es
más ventajoso, con el consenso de grupo o con las exigencias
del poder político o social.

Aquí nos es de utilidad echar un vistazo a la problemática


actual. El individuo no puede pagar su progreso, su bienestar
con una traición a la verdad conocida. Ni siquiera la
humanidad entera puede hacerlo. Tocamos aquí el punto
verdaderamente crítico de la modernidad: la idea de la verdad
ha sido eliminada en la práctica y sustituida por la del
progreso. El progreso mismo “es” la verdad. Sin embargo en
esta aparente exaltación se queda sin dirección y se
32

desvanece. Efectivamente, si no hay ninguna dirección todo


podría ser lo mismo progreso como regreso.

La teoría de la relatividad formulada por Einstein, concierne


como tal al mundo físico. Pero a mí me parece que puede
describir oportunamente también la situación del mundo
espiritual de nuestro tiempo. La teoría de la relatividad
afirma que dentro del universo no hay ningún sistema fijo de
referencia. Cuando ponemos un sistema como punto de
referencia y partiendo de él tratamos de medir el todo, en
realidad se trata de una decisión nuestra, motivada por el
hecho de que sólo así podemos llegar a algún resultado. Sin
embargo la decisión habría podido ser diferente de lo que
fue. Lo que se ha dicho, a propósito del mundo físico,
refleja también la segunda revolución copérnica en nuestra
actitud fundamental hacia la realidad: tal, lo absoluto, el
verdadero punto pensamiento ya no es visible. Por eso, punto
de vista espiritual, hay ya un abajo.

En un mundo sin puntos fijos de referencia dejan de existir


las direcciones. Lo que miramos como orientamiento, no se
basa en un criterio verdadero en sí mismo, sino en una
decisión nuestra, últimamente en consideración de utilidad.
En un contexto "relativista" semejante, una ética teológica o
consecuencialista se vuelve al final nihilista, aunque no lo
perciba. Y todo lo que en esta concepción de la realidad es
llamado “conciencia”, si lo estudiáramos a fondo vemos que no
es más que un modo eufemístico para decir que no hay ninguna
conciencia, en sentido propio, es decir, ningún "con saber"
con la verdad. Cada uno determina y en la universal
relatividad, nadie puede ni siquiera ayudar a otro en este
campo, y menos aún prescribirle nada.

Está clara pues la extrema radicalidad de la actual disputa


sobre la ética y su centro, la conciencia. Me parece que un
paralelo adecuado en la historia del pensamiento se puede
encontrar en la disputa entre Sócrates - Platón y los
Sofistas. En ella se pone a la prueba la decisión crucial
entre dos actitudes fundamentales: por una parte, la
confianza de que el hombre tiene la posibilidad de conocer la
verdad, y por otra parte una visión del mundo en la que el
hombre crea por sí mismo los criterios para su vida. El hecho
de que Sócrates, un pagano, haya podido llegar a ser, en un
cierto sentido, el profeta de Jesucristo, encuentra en esta
cuestión fundamental. Ello supone que se ha concedido al modo
de filosofar inspirado en él, un privilegio histórico
salvífico, llamémoslo así, y que se le ha hecho, molde
33

adecuado para el Logos cristiano, por tratarse de una


liberación a través de la verdad y por la verdad. Si
prescindimos de las contingencias históricas, en las que se
desarrolló la controversia de Sócrates, se advierte en
seguida lo mucho que en el fondo -aunque con argumentos
diferentes y otra terminología- afecta a la misma cuestión
ante la que nos encontramos nosotros hoy. La renuncia a
admitir la posibilidad de que el hombre conozca la verdad
lleva en primer lugar a un uso puramente formalista de las
palabras y los conceptos. A su vez la pérdida de los
contenidos lleva a un mero formalismo de los juicios, ayer
como hoy. En muchos ambientes uno se pregunta, hoy, qué
piensa un hombre. Se tiene ya preparado un juicio sobre su
pensamiento en la medida en que se le puede catalogar con
unas correspondientes etiquetas formales: conservador,
reaccionario, fundamentalista, progresista. revolucionario.

La catalogación en un esquema normal hace que sea superfluo


la confrontación con los contenidos. Se puede ver lo mismo, y
de manera todav1a mas clara, en el arte: lo que una obra de
arte expresa es totalmente indiferente; puede exaltar a Dios
o al diablo, el único criterio es su realización técnico-
formal.

Hemos llegado así al punto verdaderamente candente de la


cuestión: Cuando los contenidos ya no cuentan, cuando lo que
predomina es una mera praxología, la técnica se convierte en
el criterio supremo, pero esto significa que el poder, ya sea
revolucionario o reaccionario, se convierte en la categoría
que domina todo. Esta es precisamente la forma perversa de la
semejanza con Dios, de la que habla la narración del pecado
original: el camino de una mera capacidad técnica, el camino
del puro poder es contrafacción de un ídolo y no realización
de la semejanza con Dios. Lo específico del hombre, en cuanto
hombre, consiste en su interrogarse no sobre el “poder” sino
sobre el “deber”, en abrirse a la voz de la verdad y de sus
exigencias. En mi opinión este fue el contenido último de la
investigación socrática y éste también el sentido más
profundo del testimonio de todos los mártires: atestiguan la
capacidad de verdad del hombre como limite de todo poder y
garantía de su semejanza divina. Es precisamente en este
sentido en que los mártires son los grandes testigos de la
conciencia, de la capacidad concedida al hombre de percibir
además del poder, también el deber, y por eso de abrir el
camino a verdadero progreso, al verdadero ascenso.
34

3. Consecuencia sistemática: los dos niveles de la


conciencia.

a) Anamnesis

Después de todas estas correrías a través de la historia del


pensamiento, ha llegado el momento de sacar conclusiones, es
decir, de formular un concepto de conciencia. La tradición
medieval había individuado, justamente, dos niveles del
concepto de conciencia, que se tienen que distinguir
cuidadosamente, pero que también tienen que estar siempre en
relación. Muchas tesis inaceptables sobre el problema de la
conciencia, me parece que dependen del hecho que se ha
desatendido, o la distinción o la correlación entre los dos
elementos. La corriente principal de la escolástica ha
llamado a los dos niveles de la conciencia con los conceptos
de sindéresis y de conciencia. El término sindéresis llegó a
la tradición medieval sobre la conciencia desde la doctrina
estoica del microcosmos. Pero no quedó claro su significado
exacto y así llegó a ser un obstáculo para un esmerado
desarrollo de la reflexión sobre este aspecto esencial de la
cuestión global acerca de la conciencia. Quisiera por ello,
sin entrar en el debate sobre la historia del pensamiento,
sustituir este término problemático por el concepto
platónico, mucho más claramente definido de anamnesis el cual
no sólo tiene la ventaja de ser lingüísticamente más claro,
más profundo y más puro, sino que también y sobre todo
concordar con temas esenciales del pensamiento bíblico y con
la antropología desarrollada a partir de la Biblia. Con el
término anamnesis se debe entender aquí, lo que, precisamente
San Pablo, en el segundo capítulo de la carta a los Romanos,
expresó con estas palabras: “Cuando los paganos, que no
tienen Ley, hacen espontáneamente lo que ella manda, aunque
la Ley les falle, son ellos su propia Ley; y muestran que
llevan escrito dentro el contenido de la Ley cuando la
conciencia aporta su testimonio...” (2,14 s.)

La misma idea se encuentra desarrollada de modo impresionante


en la gran regla monástica de San Basilio. Podemos leer allí:
“El amor de Dios no depende de una disciplina impuesta desde
fuera, sino que está constitutivamente inscrito en nosotros
como capacidad y necesidad de nuestra naturaleza racional”.
San Basilio, acuñando una expresión que después será
importante en la mística medieval, habla de la “chispa del
amor divino que ha sido escondida en lo más íntimo de nuestro
35

ser”. En el espíritu de la teología de San Juan, sabe que el


amor consiste en cumplir los mandamientos y que por lo tanto
la chispa del amor infusa por el Creador en nosotros,
significa esto: “Hemos recibido interiormente una originaria
capacidad y prontitud para cumplir todos los mandamientos
divinos... Estos no son algo que se nos impone desde fuera”.

Es la misma idea, que a este propósito firma San Agustín,


llevándola a su núcleo esencial: “En nuestros juicios no
sería posible decir que una cosa es mejor que otra si no
tuviéramos imprimido dentro de nosotros un conocimiento
fundamental del bien” .

Esto significa, que el primer nivel ontológico, 1lamémoslo


así, del fenómeno de la conciencia consiste en el hecho que
ha sido infundido en nosotros algo semejante a una originaria
memoria del bien y de lo verdadero (las dos realidades
coinciden); que hay una tendencia íntima del ser del hombre,
hecho a imagen de Dios, hacia todo lo que es conforme a Dios.
Desde su raíz el ser del hombre advierte una armonía con
algunas cosas y se encuentra en contradicción con otras. Esta
anammnesis del origen, que deriva del hecho que nuestro ser
esta constituido a semejanza de Dios, no es un saber ya
articulado conceptualmente, un cofre de contenidos que están
esperando sólo que los saquen. Es, por decir así, un
sentimiento interior, una capacidad de reconocimiento, de
modo que quien es interpelado, sino está interiormente
replegado en si mismo, es capaz de reconocer dentro de sí su
eco. Él se da cuenta: “Esto es a lo que propende mi
naturaleza y lo que ella busca”.

Sobre esta anamnesis del Creador, que se identifica con el


fundamento mismo de nuestra exigencia, se basa la posibilidad
y el derecho de la misión . El Evangelio puede, es más, tiene
que ser predicado a los gentiles, porque ellos mismos, en su
interior, lo esperan (cfr ls 42,4). En efecto la misión se
justifica si los destinatarios, en el encuentro con la
palabra del Evangelio, re-conocen: “He aquí, esto es
precisamente lo que yo esperaba”.

En ese sentido San Pablo puede decir que los paganos “son
ellos su propia Ley” - no en el sentido de la idea moderna y
liberalista de autonomía, que impide toda trascendencia del
sujeto, sino en el sentido mucho más profundo de que nada me
pertenece menos que mi mismo yo, que mi yo personal es el
lugar de la más profunda superación de mí mismo y del
contacto con aquellos de lo que provengo y hacía lo que me
36

dirijo. En estas frases San Pablo expresa la experiencia que


había tenido como misionario entre los paganos y que ya antes
Israel tuvo que experimentar en relación con los denominados
"temerosos de Dios. Israel había podido adquirir experiencia
en el mundo pagano de lo que los apóstoles de Jesucristo
encontraron nuevamente confirmado: su predicación respondía a
una expectativa. Esta salía al encuentro a un conocimiento
fundamental antecedente sobre los elementos constantes y
esenciales de la voluntad de Dios, que fueron puestos por
escrito en los mandamientos, pero que es posible encontrar en
todas las culturas y que puede ser explicado mas claramente
cuanto menos intervenga un poder cultural arbitrario en la
deformación de este conocimiento primordial. Mientras más
vive el hombre en el temor de Dios -confróntese la historia
de Cornelio- más se vuelve concreta y claramente eficaz esta
anamnesis.

Tomemos de nuevo en consideración una idea de San Basilio: el


amor de Dios, que se concreta en los mandamientos, no se nos
impone desde fuera -subraya este Padre de la Iglesia- por el
contrario no es infuso precedentemente. El sentido del bien
ha sido imprimido en nosotros, declara San Agustín. A partir
de esto podemos ahora comprender correctamente el brindis de
Newman antes por la conciencia y sólo después por el Papa. El
Papa no puede imponer a los fieles católicos ningún
mandamiento sólo porque él lo quiera o porque lo considere
útil. Una concepción moderna y voluntarista semejante de la
autoridad puede solamente deformar el auténtico significado
teológico del papado.

De este modo la verdadera naturaleza del ministerio de San


Pedro se ha vuelto totalmente incomprensible en la época
moderna precisamente porque en este horizonte mental se puede
pensar a la autoridad sólo con categorías que ya no permiten
ningún puente entre sujeto y objeto. Por eso todo lo que no
procede del sujeto puede ser sólo una determinación impuesta
desde fuera. Pero las cosas se presentan totalmente
diferentes partiendo de una antropología de la conciencia,
como henos tratado de delinerar poco a poco en estas
reflexiones. La anamnesis en nuestro ser necesita, por decir
así, una ayuda externa para llegar a ser consciente de sí
misma.

Pero este "desde fuera" no es, de ningún modo, nada que se


contraponga, es más bien algo dirigido hacia ella: tiene una
función mayéutica, no le impone nada desde fuera, pero lleva
37

a cabo lo que es propio de la anamnesis, su interior y


específica apertura a la verdad.

Cuando se habla de la fe y de la Iglesia, cuyo radio que


parte del Logos redentor se extiende más allá del don de la
creación, tenemos que tener en cuenta sin embargo, una
dimensión todavía más vasta, que está desarrollada sobre todo
en la literatura de San Juan.

San Juan conoce la anamnesis del nuevo “nosotros”, en el que


participamos mediante la incorporación en Cristo (un solo
cuerpo, es decir, un único yo con él). En diferentes momentos
del Evangelio se encuentra que ellos comprendieron mediante
un acto de la memoria. El encuentro fundamental con el señor
en el bautismo y en la eucaristía: la nueva anamnesis de la
fe, que análogamente a la anamnesis de la creación, se
desarrolla en un diálogo permanente entre la interioridad y
la exterioridad.

En contraste con la pretensión de los doctores gnósticos, los


cuales querían convencer a los fieles que su fe ingenua
habría tenido que ser comprendida y aplicada de manera
totalmente, San Juan pudo afirmar: “Vosotros no necesitáis
otros maestros, desde el momento que, como ungidos
(bautizados) tenéis ya conocimiento" (cfr. 1Jn 2 20.27). Esto
no significa que los creyentes posean una omniscencia de
hecho, sino que indica más bien la certeza de la memoria
cristiana. Esta naturalmente aprende si intermisión, pero
partiendo de su identidad sacramental, llevando a cabo
interiormente un discernimiento entre lo que es una
destrucción o una falsificación de la misma. Hoy nosotros,
justo en la crisis actual de la Iglesia, estamos
experimentando de una manera nueva, la fuerza de esta memoria
y la verdad de la palabra apostólica: lo que lleva al
discernimiento de los espíritus, más que las directivas de la
jerarquía, es la capacidad de orientación de la memoria de la
fe sencilla. Sólo en este contexto se puede comprender
correctamente la primacía del Papa y su correlación con la
conciencia cristiana. El significado auténtico de la
autoridad doctrinal del Papa consiste en el hecho de que él
es el garante de la memoria. El Papa no impone desde fuera,
sino que desarrolla la memoria cristiana y la defiende. Por
ello, el brindis por la conciencia ha de preceder al del
Papa, porque sin conciencia no habría ningún papado. Todo el
poder que tiene es poder de la conciencia: servicio al doble
recuerdo, sobre el que se basa la fe y que tiene que ser
continuamente purificada, ampliada y defendida contra las
38

formas de destrucción de la memoria, que está amenazada tanto


por una subjetividad que ha olvidado el propio fundamento,
como por las presiones de un conformismo social y cultural.

b) Conscientia

Después de estas consideraciones sobre el primer nivel


-esencialmente ontológico- del concepto de conciencia,
tenemos que pasar ahora a su segunda dimensión. El nivel del
juzgar y del decidir, que en la tradición medieval fue
denominado con el único término de conscientia-conciencia.
presumiblemente esta tradición terminológica ha contribuido
no poco a la moderna limitación del concepto de conciencia.

Desde el momento de Santo Tomás, por ejemplo, llamar con el


término "conscientia" sólo a este segundo nivel, es coherente
desde el punto de vista que la conciencia no sea ningún
"habitus", es decir, ninguna cualidad estable inherente al
ser del hombre, sino más bien un "actus", un evento que se
cumple. Naturalmente, Santo Tomás presupone como dato el
fundamento ontológico de la anamnesis (synteresis); describe
esta ultima como un íntima repugnancia hacia el mal y una
íntima atracción hacia el bien. El acto de la conciencia
aplica este conocimiento básico a las situaciones
particulares.

Según Santo Tomás este se subdivide en tres elementos:


reconocer (recognoscere),testimoniar (testificari) y por
último juzgar (iudicare). Se podría. hablar de interacción
entre una función de control y una función de decisión.
Partiendo de la tradición aristotélica Santo Tomás concibe
este proceso según el modelo de un razonamiento deductivo, de
tipo silogístico. Sin embargo señala con fuerza lo específico
de este conocimiento de las acciones morales, cuyas
conclusiones no derivan sólo del mero conocimiento o
razonamientos. En este ámbito si una cosa es reconocida o no
reconocida siempre depende también de la voluntad, que cierra
el camino al reconocimiento o bien encamina hacia él. Ello
depende, pues, de una impronta moral ya dada, que por
consiguiente puede ser o ulteriormente deformada o mayormente
purificada. También en este nivel, el de juzgar (el de la
conscientia en sentido estricto) vale el principio que
también la conciencia errónea obliga. Esta afirmación es
plenamente inteligible en la tradición del pensamiento de la
escolástica. Nadie puede obrar contra sus convicciones, como
ya había dicho San Pablo (Rom, 14.23). Sin embargo que la
convicción adquirida sea obviamente obligatoria, en el
39

momento en que se actúa, no significa ninguna canonización de


la subjetividad. No es nunca una culpa seguir las
convicciones que hemos formado, al contrario deben seguirse.
Pero del mismo modo puede ser una culpa que uno haya llegado
a formarse convicciones tan equivocadas y haya pisoteado la
repulsión hacia ellas que advierte a memoria de su ser. La
culpa, pues, se encuentra en otro lugar, más en lo profundo,
no en el acto del momento, no en el juicio que en ese momento
da la conciencia, sino en esa desatención hacia mi mismo ser,
que me impide oir la voz de la verdad y sus sugerencias
interiores. Por esta razón, también los criminales que obran
con convicción siguen siendo culpables. Estos ejemplos
macrocópicos no deben servir para tranquilizarnos, sino más
bien para despertarnos y hacer que tomemos en serio la
gravedad y hacer que tomemos en serio la gravedad de la
súplica: “Limpiame de los que se me ocultan” (Sal 19,13).

Epílogo

Al final de nuestro camino queda todavía abierta la cuestión


de la que hemos partido: la verdad, por lo menos tal como nos
la presenta la fe de la Iglesia, ¿no es quizá demasiado alta
y difícil para el hombre?. Después de todas las
consideraciones que hemos venido haciendo, podemos responder
ahora: por supuesto, el camino alto y arduo que conduce a la
verdad y al bien no es un camino cómodo. Es un desafío al
hombre. Pero quedarse tranquilamente encerrados en sí mismos
no libera, antes bien, actuando así nos malogramos y nos
perdemos. Escalando las alturas del bien, el hombre descubre
cada vez más la belleza, que hay en la ardua fatiga de la
verdad y descubre también que justo en ella está para él la
redención.

Pero con esto no hemos dicho todavía todo. Disolveríamos el


cristianismo en un moralismo si no tuviese claro un anuncio
que supera nuestro propio hacer. Sin tener que gastar
demasiadas palabras, ello puede resultar evidente en una
imagen sacada del mundo griego, en la que podemos ver al
mismo tiempo como la anamnesis del Creador nos empuja dentro
de nosotros hacia el Redentor y como cada hombre puede
reconocerlo como Redentor, desde el momento que él responde a
nuestras más íntimas expectativas. Me refiero a la historia
de la expiación del matricidio de Orestes.
40

Este cometió el homicidio como un acto conforme a su


conciencia, hecho que el lenguaje mitológico de la
conciencia, que desde la memoria profunda le reprocha
atormentándolo, que su decisión de conciencia, su obediencia
a la "orden divina” era en realidad culpable. Todo lo trágico
de la condición humana emerge en esta lucha entre los
"dioses" , en este conflicto íntimo de la conciencia. En el
tribunal sacro, la piedra blanca del voto de Atenea lleva a
Orestes a la absolución, la purificación por cuya gracia la
Erinias se trasforman en Euménides, en espíritus de la
reconciliación.

En este mito está representando algo más que la superación


del sistema de la venganza de la sangre a favor de un justo
ordenamiento jurídico de la comunidad. Hans Urs von Balthasar
ha expresado de la siguiente manera este algo más " ...la
gracia apaciguadora es siempre para él, el restablecimiento
común de la justicia no la del antiguo tiempo carente de
gracia de las Erinias, sino la de un derecho lleno de
gracia”.

En este mito percibimos la voz nostálgica de que la sentencia


de culpabilidad objetivamente justa de la conciencia y de la
pena interiormente lacerante que se deriva, no son la última
palabra, sino que hay un poder de la gracia, una fuerza de
expiación, que puede cancelar la culpa y hacer que la verdad
sea finalmente liberadora. Se trata de la nostalgia de que la
verdad no se reduzca sólo a interrogarnos con exigencia
mediante la expiación y el perdón. Mediante ellas -como dice
Esquilo- “la culpa es lavada” y nuestro mismo ser se
transforma desde el interior, más allá de nuestras
capacidades.

Ahora bien, esta es precisamente la novedad específica del


cristianismo: el Logos, la Verdad en persona, es también al
mismo tiempo la reconciliación, el perdón que transforma más
allá de todas nuestras capacidades e incapacidades
personales. En esto consiste verdadera novedad, sobre la que
se funda la más grande memoria cristiana, la cual es también,
al mismo tiempo, la respuesta más profunda a lo que la
anamnesis del Creador aguarda de nosotros. Allí donde no sea
suficientemente proclamado o percibido este centro del
mensaje cristiano, allí la verdad se transforma de hecho en
un yugo, que resulta demasiado pesado para nuestros hombros y
del que tenemos que tratar de liberarnos. Pero la libertad
obtenida de este modo está vacía. Nos transporta a la tierra
desolada de la nada y así se destruye ella misma. El yugo de
41

la verdad se ha hecho “blando” (Mt 11,30), cuando la Verdad


ha llegado nos ha amado y ha quemado nuestras culpas en su
amor. Sólo cuando conocemos y experimentamos interiormente
todo esto, adquirimos la libertad de escuchar con gozo y sin
ansia el mensaje de la conciencia.
42

APÉNDICE II

NO HAY MORALIDAD SIN INMORTALIDAD

“Si a Dios el hombre es demasiado fuerte” sin Dios no


hay limite a la libertad del hombre. D. Stoyassic lo
comprendió después de pasar por la hoguera de la duda más
atroz Raskolnikov dice, si la hubiese matado porque tenía
hambre, ahora sería feliz... “Yo sólo quería atreverme, a
esto se debió todo... asesinar por mi mismo, sólo por mí,
sólo anhelaba averiguar sin más demoras si yo era un bicho
repugnante, como todo el mundo, o un hombre. Si soy capaz de
saltarme las barreras, o no,... si soy una criatura asustada
o si tengo derecho”. Su único motivo fue por la libertad de
la libertad. Quería expresar y proteger la libertad.

En efecto sin Dios no hay certapisa ninguna para la libertad


del hombre:

- Individualmente, o con relación a si mimo. El suicidio es


la consecuencia lógica interior del ateísmo vital.

En los “Poseídos” Kirilov personifica este estado. Es


feliz , dice: “me encantas la vida”, va a suicidarse sin
motivo alguno, pero es que mientras el hombre se sienta
obligado a aceptar su existencia, no tendrá libertad p1ena:

“Si no hay Dios yo soy Dios. Si Dios existe todo es


voluntad suya, y de su Voluntad no puedo escaparme. Si
no existe todo es voluntad mía y tengo que acreditar mi
propia voluntad. Quiero manifestar mi propia voluntad es
matarme por mi mano. Sin causa alguna, simplemente por
capricho o por propia voluntad.... Tengo que mostrar mi
falta de fe... reconocer que no hay Dios, sin reconocer
al mismo tiempo que uno mismo es Dios, es un absurdo...
El atributo de mi propia divinidad, es mi propia
voluntad.

Esto es cuanto puedo hacer para acreditar de la manera más


incontestable, mi independencia y mi nueva y terrible
libertad. Porque es sumamente terrible. Voy a matarme para
demostrar mi independencia y mi nueva y terrible libertad”

Es decir cuando Dios muere el hombre es Dios; y cuando uno es


como Dios, completamente libre, en ese mismo momento tiene
43

que morir puesto que ya no está obligado a aceptar su propia


existencia.

El filósofo que está en su seso advierte que el hombre carece


de libertad en muchos aspectos, precisamente en aquellos que
explican su existencia física e histórica. Entramos en el
mundo sin que nadie nos reclame... empezamos a existir en
virtud de una acto natural de cohabitación... ¿por qué vino
sin que le pidieran permiso? ¿por qué se marcha de aquí sin
consultarle? Aquí hay algo insolente!!! que en paganismo sólo
podría tener como receta que piense y madure la idea del
suicidio... al menos en sus pensamientos, para luego darse a
sí mismo la vida y mantenerse en ella... convertirse en un
ser que se está marchando a cada momento.

El hombre cree en Dios recibe la vida diariamente por


designio amoroso de la bondad de Dios. El ser humano que
niega la idea de que es una criatura termina atribuirse
cualidades que constituyen una especie de caricatura de las
que pertenece al increado.

- En el campo social, o sea con relación a los demás, sin


Dios, la libertad no tiene límites, y una libertad ilimitada
exige fatalmente, una sumisión ilimitada. Ésta es la esencia
de la revolución y antes del liberalismo social ateo.

En los "Poseidos" Sigalov declara:

"Estoy perplejo ante mis propios datos y mi conclusión


es una contradicción indirecta de la idea original con
que comencé.

Después de principiar con la libertad ilimitada he


llegado a un despotismo ilimitado. Sin embargo sólo
puede haber esta solución mía al problema social...

Y otro miembro de la reunión explica:”Hay que dividir a


la humanidad en dos partes desiguales. Una décima parte
goza de absoluta libertad y de perderse sin límites
sobre las otras nueve. Éstas tienen que prescindir de su
individualidad y convertirse en rebaño sometiéndose
totalmente...

Así lo explica Pyetr al ser detenido por sus actividades


revolucionarias: Cuando se le preguntó a qué venían tantos
44

asesinatos, escándalos y atropellos cobardes, contestó con


precipitación calenturienta que se hacía sistemáticamente con
todos sus principios, para desorientar a todo el mundo y
aprovecharlo todo, a fin de sembrar el desconcierto; y cuando
la sociedad se tambalee aturdida y desarticulada, cínica y
escéptica, aunque inspirada por una ansia intensa de
sobrevivir y de recibir alguna idea directriz, agarrarla de
repente en sus manos"

El estado tiene que reconocer sus limitaciones... El que se


haga cargo de su subordinación a un poder más alto, no
constituye un adorno político sino el fundamento de la
sabiduría política. Sólo hay un límite a la soberanía del
estado: el reconocimiento de la soberanía de Dios... Cuando
Dios falta no hay freno a la soberbia del estado porque no
hay un remedio para su soberbia como es el temor de Dios.
¿Cómo aceptará límites el poder del estado que se llama
“supremo” si no reconocer el poder “más supremo” de todos?.
La misma voluntad del pueblo no puede acaso tener una
soberbia ilimitada, totalitaria.

II

Sin Dios ciertamente no hay deber moral tanto en relación con


uno mismo como en el orden social. El único fundamento de la
moralidad o integridad de la conciencia es un alma humana
inmortal.

Pero esto requiere una exposición mas amplia:

La filosofía existencialista afirma que en las cosas humanas,


todo o casi todo depende de que el hombre se conozca a sí
mismo. El hombre se "convierte" en lo que piensa de sí mismo.
Si se tiene por un gusano encenagado incapaz de meditar gran
cosa sobre Dios, las profundidades de su ser etc... el mundo
verdadero queda reducido para él a estos límites de gusano.
Mientras que si se considera hijo de Dios, seguramente
llegará a serlo. No se puede rebajar la idea que el hombre
tiene de si mismo sin rebajar también al hombre mismo.

El hombre no se hunde en el cieno más miserable y lastimoso


de la existencia humana cuando se rebaja a los ojos de los
"otros" sino cuando se rebaja ante sus propios ojos, cuando
acepta el juicio de que no es nada y de que vale menos que la
misma nada. Ésta fue la técnica de degradación que se empleó
en los campos de concentración. No era su objeto transformar
a los hombres en piltrafas humanas, sino en seres que en el
45

seno mas profundo de su alma adquiriesen la conciencia de que


eran más que eso, piltrafas humanas. Nadie queda
completamente desecho hasta que se anula a sí mismo de esta
manera.

Tiene que sentir su "nada" como se siente el hedor de la


corrupción. Esto hace falta porque es la única manera de
tener a otro ser humano completamente a nuestra merced y
capricho, el individuo que conserva la más íntima conciencia
de su propio valor, sigue siendo capaz de reaccionar contra
nosotros, de una manera al menos resulta molesta.

Las presiones del medio ambiente están subordinando cada vez


más los hombres a las cosas.

Cuando vivimos de la idea de que "Dios ha muerto" y de


conformidad con esa idea nuestro concepto de nosotros mismos
y lo que pensamos de loS demás sufre una alteración radical.
Cuando rompemos con lo trascendente tenemos que apegarnos a
lo material. Nadie hay que dé valor a un individuo cuando no
hay un Dios que lo valore. Lo más que puede decirse en esta
situación “yo no soy bueno pero tan animal como yo es mi
vecino”.

El siglo XVIII supo prever que al deicidio seguiría el


suicidio aunque intente hablarnos de una ciudad celestial
sobre la tierra... como Versilov en el “Adolecente díscolo” “
Dostoy más bien afirma que todo lo que ha existido de
verdadero amor sobre la tierra se debe sencillamente a los
hombres que han creído en la inmortalidad.

Así lo afirma en su “Diario de un escritor”:

"No hay hombre ni nación que pueda vivir sin una idea
superior y sólo hay una en la tierra la de que el alma
humana es inmortal... todas las otras ideas superiores
de las cuales viven los hombres se derivan de ésta...
Tras la pérdida del concepto de inmortalidad, el
suicidio parece ser una idea necesaria e ineludible para
todo hombre que está por encima de las bestias del
campo, aunque sólo sea en grado mínimo. La idea de la
inmortalidad es vida en sí misma, la expresión
definitiva y la fuente primera de la verdad y de la
integridad de la conciencia"

O lo que es lo mismo no hay moralidad sin inmortalidad.


46

No sólo la amenaza futura del castigo sino que “actualmente”


el apreciar la vida de otro hombre es lo que hace que se
abstenga de asesinarlo. (Hombre imagen de Dios, hecho a su
imagen y semejanza, redimido y renovado por la sangre de
Cristo). En resumidas cuentas la inmortalidad contiene todo
lo que Dios aprecia la vida humana. Así cuando Raskolnikof se
tortura por haber matado a la vieja prestamista no sólo le
negó a ella el significado divino de su categoría sino el
suyo propio asesinándose a sí mismo.

Por eso Jesús va al fondo del asesinato cuando trata del


interior del hombre en su envidia, odio, etc... el asesinato
comienza en el odio del corazón. La obra sólo extiende el
pensamiento en la dirección a la que se orientó.

Claro está que distinguimos pensamientos momentáneos “No


puede evitarse que los pájaros vuelen sobre nuestra cabeza
pero sí el que haga allí nido”.

Cuando el mago salvaje ha trazado en la arena la silueta de


su enemigo y le ha clavado el puñal, está diciendo,
miserable, imbécil el mundo quedaría mejor sin ti, dejando tú
ese espacio vacío.

La idea de que el hombre pertenece sólo al grupo y no a Dios


su Creador ya lleva en sí algo de homicidio. Si no hoy
ciertamente para mañana.

Dostoyeski quiere por eso recalcar que por ser Dios el


creador del hombre él se reserva marcarle la hora de la
muerte.

La única valoración moral del hombre es considerado desde el


ángulo del aprecio que le tiene Dios.

Hoy en día la Carta de los derechos humanos de las Naciones


Unidas dice sencillamente que el hombre está dotado de
ellos... ¡Al parecer sin que nada ni nadie se los haya
otorgado!. Surgidos de la nada, arraigados en el vacío,
fundamentados en la grandeza del no–ser... no es extraño que
los derechos humanos vayan extinguiéndose tan rápidamente.
Así dijo uno... “Vaya, gracias a Dios, todavía nos tenemos
uno a otro” Gracias a “Quien”???.

Es verdad que el hecho de no considerar al hombre en su


dimensión divina no hace de inmediato a todos los hombres
crueles y sanguinarios... tampoco matamos a todos los
47

animales desde el momento que sabemos que son insensibles y


sufren sino cuando lo necesitamos. Ellos no tienen derechos y
cuando los necesitamos los matamos lo más "humanamente"
posible.

La inhumanidad del hombre con sus semejantes actualmente es


consecuencia de los pensamientos internos de millares de
personas para las cuales ya no existen más límites esenciales
que éste, el dominio del hombre sobre el hombre. Todos los
horrores de los campos de concentración nazi perpetrados por
hombres perversos ya estaban en el pensamiento de numerosas
buenas personas que comparten con ellos que el hombre no
pertenece a Dios sino exclusivamente a la especie, a la
nación, o al partido... a la causa.

Mientras no pensemos en la vida del hombre de conformidad


con lo que representa para Dios, habremos justificado en
principio su posible asesinato en aras de la “estiércol para
abonar el terrenos de la armonía futura”.

Así, el libro de Koesztler el fanático joven comunista Ivanov


ha podido decir:

"Cada año, mueren inútilmente varios millones de hombres


víctimas de epidemias y catástrofes naturales, ¿y nos
vamos a estremecer de sacrificar a unos cuantos cientos
de miles en aras del experimento más prometedor de la
historia?. Y eso sin mencionar a las legiones que
perecen por falta de nutrición o por tuberculosis en las
minas de carbón y de mercurio, en los arrozales y en las
plantaciones de algodón. Nadie se da cuenta de ello.
Nadie pregunta el por qué. O el para qué...

Pero cuando nosotros fusilamos a unos cuantos miles de


individuos objetivamente nocivos, los humanitarios del
mundo entero echan espumarajos de indignación. Si hemos
liquidado a los parásitos de la clase campesina y los
hemos dejado morir de inanición. Ha sido una operación
quirúrgica que tenía que realizarse de una vez para
siempre; pero en loS dorados tiempos antiguos que
precedieron a la Revolución fueron tantos los que
murieron en cualquier año de sequía sólo que sin ton ni
son y sin oficio ni beneficio”.

Es mucho, muchísimo lo que ignoramos o no entendemos sobre el


dominio soberano de Dios sobre las vidas humanas en un año de
sequía o de cualquier desgracia... pero lo que sí sabemos es
48

que ningún hombre tiene un dominio “Así” sobre los demás. y


la razón está en la alianza que existe entre cada hombre y el
Omnipotente.

Lo vamos a entender con un ejemplo de la vida universitaria.

Ocurre en las clases académicas de la Universidad que un


estudiante se presente tan mal dotado que su existencia no
puede justificarse en función de los objetivos de dicha
institución. Nada significa para él la cultura humana, ni él
para la cultura humana. Lo único que piensa en esta situación
su profesor es que tiene una madre que le quiere. Algo así
sucede frente al problema de conocer dignidad a la miseria
humana y a los animales de dos pies que vemos en nuestras
calles y ciudades. Nos sentimos incapaces en virtud de una
moral de inmanencia de defenderlo o justificarlo. Sólo cuando
le damos un valor trascendente, y reconocemos que Dios le ama
nos sentimos transidos de respeto ante él, que X existe algo
recóndito que desafía a toda suerte de limitación o inclusión
en la sociedad... nadie forma parte de la vida común con todo
su ser. Se rebasa las fronteras de la comunidad de los
hombres cuando se le hace comparecer ante su Creador.

No es absolución que nos habla de “la mayor felicidad” y “el


mayor número” .Estas dos palabras o estas dos normas tienen
que moverse hacia atrás o hacia adelante en dirección a una
ética teocéntrica que autoriza este énfasis sobre la justa
distribución y la inclusión de quien quiera que sea, que por
el mero hecho de existir, tiene derecho a entrar en ese
número. Si la mayor felicidad del mayor número se convertirá
en “la mayor felicidad sea cual fuere el número y ya
empezamos a entender que quiere decir eso.

La parábola de Jesús sobre las 99 ovejas dejadas en el


aprisco, o en mitad del campo porque falta una sola plenio
sentido porque Dios atiende a los suyos, uno por uno, aunque
misteriosamente...

El mismo Caín, asesino de su hermano que fundó su vida sobre


los cimientos del fratricidio, como tantos otros... recibió
de Dios una cédula misericordiosa para seguir viviendo frente
a la aversión que provocaba su paso. La séptupla venganza con
que amenazó Dios a quien hiciese daño a Caín no deberá
tomarse literalmente, pero sí muy en serio. Hay que poner fin
al derramamiento de sangre.
49

La sangre llama a la sangre... guerras modernas, venganzas en


prisioneros... Dios tiene presente a la oveja descarriada que
en aquel momento no contribuye nada al calor y bienestar de
las otras 99 apretujadas bajo la tormenta. Dios tiene
presente al que ha quitado la vida a su hermano y sigue
deparando condiciones de nueva vida al mismo Caín con objeto
de detener el crecimiento vertiginoso de la violencia.

Nos preguntamos cómo el estado se considera con derecho para


quitar la vida al criminal y sin entrar en discusiones
prácticas agradeceremos estar aun en condiciones de hacernos
estas preguntas mejor que ver como algo patente que una
sociedad pueda arrebatar las vidas ajenas por el bienestar
del grupo.

III

No puede darse el amor a los demás sin el amor a Dios?


Más aun, no sería posible que el mismo amor a Dios se
desvaneciese por el amor a los hermanos doloridos.

... Creo con la fe del niño, que se acabarán y


compensarán los dolores que todo el absurdo humillante
que la contradicción humana, se desvanecerá como mísero
espejismo... que en el fin del mundo, en el momento de
la eterna armonía, ocurrirá algo tan precioso que
bastará para satisfacer a todos los corazones, para
consolar todos los resentimientos, para expiar todos los
crímenes de la humanidad, toda la sangre que se ha
derramado; que no sólo será posible perdonar sino
justificar cuanto ha ocurrido a los hombres... a pesar
de que no acepto todo lo que puede ocurrir... Aunque las
líneas paralelas se encuentren y yo no las vea con mis
ojos... yo no lo aceptaré (Hhkaramazoc).

Como vemos no cree en el fondo en una armonía final que


justifique el menor uso anormal de este inarmónico actual...
de esos pequeñuelos arrojados al aire y atravesados por las
bayonetas militares a los ojos de su madre ni en la joven que
se quita la vida después de haber sido violada...

Por eso “respetuosamente devuelve su entrada” para el último


gran día y hasta toma ciertas precauciones contra la posible
debilidad que sentirá “entonces” por amor a la humanidad no
quiere la armonía final.
50

“Lo que me sostiene en pie es que no puedo aceptar esa


armonía y mientras esté sobre la tierra me apresuraré a
tomar mis preocupaciones... Yo clamaré desgarradoramente
ante la madre que abraza al verdugo de su hijo: ¡Tú eres
justo, Señor! Pero no quiero lanzar esa exclamación.
Mientras haya tiempo me apresuraré a protegerme
renunciando así definitivamente a la armonía superior.
No ve las lágrimas de aquella criatura torturada que se
golpeaba el pecho con su pequeño puño y rezaba desde su
choza inmunda con llanto irredento al amado buen Dios.No
quiero que la nada abrace al bárbaro que arrojó a su
hijo a los perros.

No tiene derecho a perdonarlo. Que lo perdone si quiere


por lo que ha hecho a ella que perdone al verdugo por el
sufrimiento inmenso de corazón de madre. Pero los
dolores de su hijo torturado no tienen derecho a
perdonarlos ella, aunque quizás aunque el niño pudiese
hacerlo... Y si esto es así... Si ellos no pueden
perdonar... dónde está la armonía? Por amor a la
humanidad no la quiero... Es demasiado elevado el precio
que hay que pagar por la armonía; está por encima de
nuestros medios satisfacer una suma tan alta para
conseguirla. Por eso me apresuro a devolverlo lo más
pronto posible, y eso es lo que estoy haciendo. No es
que no se acepte a Dios, sino que con todos los respetos
le devuelvo mi entrada”.

“Imagínate que estás creando la fábrica del destino


humano con el objeto de dar a los hombres la felicidad
final, otorgarles paz y descanso en último término pero
que fuera esencial e imprescindible torturar hasta morir
a una diminuta criatura -por ejemplo a aquel niño que se
apuñala el pecho- para construir aquel edificio sobre
sus lágrimas irredentas, consentirás tú ser el
arquitecto en tales condiciones”.

Cristo es la única solución al problema del dolor tal como se


ha planteado. Es el único que sufre todos los dolores y por
todos, suyas han sido todas las tormentas que habido bajo el
sol, sólo Él está en condiciones de perdonar al verdugo no ya
por el tormento infinito de su corazón, sino por el
sufrimiento de los demás inocentes.

Creer en Dios sin creer en Cristo equivale a santificar la


injusticia por más vueltas que queramos darle, incluso al
amar a los hermanos que se ven, se ama en ellos algo que no
51

se ha visto nunca, su trascendente relación con Dios su alma


inmortal fuente primera de la integridad y verdad que hay en
la conciencia dividida de Iván.

IV

Gracia de Dios y la culpa del hombre

I. La confesión de Stavrogin en el capítulo titulado “en la


casa de Tihon” de los “Poseídos” constituye otro ejemplo
excelente de la obstinación cerrada del hombre a
arrepentirse, y a recibir el perdón... Después del daño que
hace a la mucha Matriosa, hasta el extremo de llevarla al
suicidio, Straurogin se pasa una noche de amigos, de
magnífico humor... “Porque aunque por dentro me sentía un
canalla, no me avergonzaba de ello y en general, no me
apuraba mucho”.

Sin embargo unos días después, “sin saber porqué, se me


ocurrió la idea que estaba observando a la coja María
Timofeyefna, la cual era algo así como criada de mi
alojamiento, resolví de repente casarme con ella... por
entonces no estaba todavía loca, sino que sólo padecía
de ataques de idiotez, estaba completamente enamorada de
mí en secreto. El pensamiento de casarse con una
criatura así, la más miserable de todas me atacaba los
nervios. Era imposible imaginarse cosa más monstruosa”.

Esto que aparece como una apuesta después de una borrachera


está explicando fundamentalmente la necesidad terrible y sin
disfraces de un castigo, la necesidad de una cruz, de una
pena pública. Pero había además y más profundamente
arraigada, la culpa de la desesperación inconsciente con que
se defendía a sí mismo del arrepentimiento, cometiendo otro
dislate más monstruoso. Satov se lo indicó así:

“Sabes por que contrajiste ese repugnante y vergonzoso


matrimonio? Sencillamente porque la vergüenza y
tontería que suponía rayaba en las alturas de un genio!
Pero tú no eres de los que vacilan. Te lanzas con
decisión. Te casaste por el deseo ser mártir, por buscar
afanosamente el remordimiento, por sensualidad moral.
Fue una laceración de nervios... te resultaba muy
tentador desafiar el sentido común”.
52

S. no sólo había roto con el bien, lo cual significa ruptura


con la culpa, sino con el arrepentimiento. Es lo que llama
Kirkegard la desesperación del pecado que consiste en un
intento de conservarse a base de hundirse más hondo. S. lo
comprende y por eso añade la bigamia “no, no será el día de
la publicación, sino antes, un día, acaso la hora antes del
gran paso cuando te hundas en nuevo crimen para salir del
atolladero y lo cometerás sólo para evitar publicación de
estas hojas sobre las que insistes ahora!

La persona que desespera por el pecado convierte la misma


confesión y el arrepentimiento, en una ocasión para hundirse
más hondo. Adrede exagera sus crímenes. La primera
observación de Tihon después de leer la confesión de St. fue
que publicarla sería “una idea sublime y que no podía
expresarse más ampliamente un pensamiento cristiano... con
tal que...”

“Con tal de que sea un arrepentimiento verdadero y un


auténtico pensamiento cristiano... Es como si
deliberadamente quisieras representarte con caracteres
más groseros que lo que sedearía tu corazón”.

Kirkegard manifiesta la doblez que hay en manifestaciones tan


apasionadas como:

“no podré perdonarme jamás por ello”... “pero si


ocurriese que Dios le perdonase quizás tenga la
amabilidad de perdonarse también a sí misma... pero
suele ser una intensificación del pecado que consiste en
hundirse más profundamente en él”.
53

EVALUACIÓN:

CONCIENCIA

1. La conciencia en un juicio (?). Qué sentencia ese


juicio(?).
La conciencia es un facultad en qué se especializa esa
facultad humana(?)
2. La conciencia hace sentir la voz de Dios o es el grito de
nuestra sicología que posee una tendencia innata a
calificar las acciones de todos los hombres (???) ¿Cuál es
la verdadera de estas acepciones? ... ¿Es Dios quien
habla? (También en los ateos que lo rechazan?) ¿Es nuestra
sicología que es moral?
3. Idem de lo anterior.
4. Idem de la nro.1
5. El hombre se “siente” obligado al bien moral y al mismo
tiempo se “siente” con “ansia” de “libertad”. Libre y
obligado es una contradicción que destroza al hombre en la
angustia y le quita la felicidad. El hombre está mal
6. Ley o libertad ambos no pueden lograrse al mismo tiempo.
Siempre tiene que renunciar y quedarse frustrado.
7. Tres notas características de la conciencia en el A.T.
8. En N.T. acentúa la importancia del hombre interior, del
corazón del hombre; De ahí surge la polémica de Cristo en
los fariseos.
9. Conoce algún texto en que el Evangelio o las Cartas tachen
de asesino al que no asesinó físicamente o adúltero al
que no tuvo nada con la mujer ajena(?).
10.El juicio de Cristo que conoce el interior del hombre (su
conciencia) choca con la valoración externa que hacen los
hombres. Cite tres casos.
11.Pablo designa a la conciencia con la palabra sineidesis,
¿Dónde habla Pablo de esa conciencia del hombre? Cite
exactamente el texto en que dice que “la conciencia aporta
su testimonio”(?)
12.¿Respeta San Pablo la conciencia errónea?
13.Dureza de Pablo con los que por su ciencia se sienten
“libres” para actuar sin tener en cuenta el daño de los
débiles.
54

14.¿El caso anterior es frecuente hoy día?. Puede poder un


ejemplo. ¿La verdad de mi ciencia me concede libertad para
comportarme sin considerar el efecto de m conducta en los
demás?
15.¿Qué significa esta frase de San Agustín: “En nuestros
juicios morales no podríamos decir que una cosa es mejor
que otra, si no tuviéramos impreso dentro de nosotros un
conocimiento fundamental del bien”?
16.¿Habrá dentro del hombre, hecho a imagen de Dios, una
tendencia íntima de su ser (con mucho divino), hacia todo
lo que es conforme al bien, a Dios (lo bueno y verdadero)?
“El sentido del bien ha sido siempre impreso en nosotros”.
17.¿Qué quiere decir Pablo: “Son ellos su propia ley”
(dónde?)? ¿Quiere decir que cada hombre se hace su ley, se
inventa su ley (?), autonomía (?), o que mi yo íntimo,
profundo y personal es el lugar me supero a mí mismo para
entrar en contacto con Aquel de donde provengo y adonde me
dirijo: el Bien, Dios... (Antropología de la conciencia)
18.Consecuente con lo anterior a los gentiles hay que
predicarles el evangelio porque ellos mismos en su
interior lo esperan (Is 42,4) Y al oir el Evangelio
reconocen (anamnesis) “Esto es lo que yo esperaba, lo que
balbuceaba mi corazón”... La predicación responde a una
expectativa...
19.No se daría ahora, mediante el encuentro original de Jesús
a través del Bautismo y la Eucaristía (somos incorporados
a Cristo, un solo cuerpo, somos nosotros otra anamnesis
recordar de la fe, análoga a la de la creación 1 Jn
2,20,27... La memoria (conciencia, recordar...) no se
impone desde fuera sino que desarrolla la memoria
cristiana y la defiende. Servicio al doble recuerdo sobre
el que se basa la fe.
20.¿Qué significa la frase de Pablo “Nadie puede obrar contra
sus convicciones (Rom 14,23)? ¿Es una canonización de la
subjetividad?.
21.¿Puede uno formarse convicciones equivocadas.? ¿Puede ser
responsable de ello?
22.¿Qué significa “soy responsable ante mi conciencia” pero
antes: “soy responsable de mi conciencia” ?
23.Ponga un ejemplo de conciencia cierta, errónea.
Responsabilidad.
24.Ponga ejemplos de conciencia no-recta, cierta y al mismo
tiempo errónea. Responsabilidad.
55

25.Ponga ejemplo de conciencia dudosa y recta. ¿Cómo debe


actuar?. Responsablemente.
26.Juan sacerdote, da a veces en el confesionario respuestas
morales dudando si son correctas. ¿Hace bien? ¿Qué
“conciencia tiene”?
27.La conciencia es la norma próxima de moralidad, hay que
seguirla siempre. Por eso el hombre, en cada situación
concreta que se halle y en ada conflicto moral, debe
elegir aquello que Dios le inspire personalmente. (?)
28.La moral deontológica quiere llegar a la solución e los
problemas en una fría aplicación de los principios
absolutos, a los diversísimos conflictos, (no hay dos
casos iguales) Sin atender a la diversidad de situaciones
y de personas, ante un caso de aborto, sin necesidad de
dialogar con el Dios Amor “personalmente”; aplicará a
todos los casos por igual la regla absoluta: Nunca matarás
a un inocente (?)Esto no es oir la voz de la conciencia,
sino fría matemática, (?)inhumana.
29.No hay pecados sino pecadores; a cada caso hay que
inventar una solución moral apropiada, ante Dios, en
conciencia. Y ahí nada más que Dios y el alma deben
intervenir: ni el confesor, ni el teólogo, ni el Papa.
Dios nos juzgará por nuestra conciencia. (?)
30.Describa en cinco rasgos principales la ética de
situación.
31.Juicio sobre la ética de situación extrema.
32.Qué es conciencia perpleja. Ponga un caso. Resuélvaselo al
perplejo (?)
33.Qué debe hacer una persona que se halla en duda sobre si
lo que va a hacer es bueno o malo moralmente (?) en la
duda, libertad(?) Ley dudosa, ley nula?
34.Cuando Juan duda sobre la licitud moral de una acto
consulta un libro de moral y sigue sus sentencias... Y si
varios opinan de una manera distinta, sigue al menos
exigente(?)
35.Félix en temas morales se tranquiliza haciendo aquello que
más o menos oye a otros, sobre todo en temas que hoy día
oye decir que se discuten mucho.
A él le gusta estar en la onda y ve que hay pocas cosas
claras en moral.
56

36.El crecimiento y maduración en la vida moral suele seguir


una curva ascendente (?) Exige dirección (?) asesoramiento
(?) dependencia del formador(?)
37.Es oportuno establecer comparaciones con personas más
aventajadas (?) o cada uno tiene “su paso” (?)
uniformidad, comunidad o vocación personal (?)
Peligro de las fijaciones (?) Radicalismo evangélico
(todo, más, cada día)
38.La decisión en conciencia, ante Dios y las manipulaciones
internas: “Buenas intenciones”, “sentimentalismos”,
“fantasías” el riesgo de la verdad y su soledad; pasiones
y obsesiones... (?) “el ideal de la mediocridad, sin
exageraciones por un lado o por otro. (?)
39.Sinceridad sucesiva. Ser “verdadero” con cada día y su
realidad (?) Imposibilidad de hipotecar el futuro en el
celibato o el matrimonio (?) Pueden surgir “novedades” que
cambien totalmente el sentido de la primera palabra y la
convierta en hipocresía, falsedad... (?) La verdad es
dinámica (?)
40.Formar hombres “responsables” precisa de qué... (?)
41.Soluciones inmaduras: soluciones mágicas, “inmediatez”,
“recurso a papá” y
42.“Matemos a papá” “valoración de la verdad por el número
“estar con la mayoría, “capacidad para el silencio, la
soledad y el cara a cara con Dios” y
43.Simplificación del problema, hippismo moral, poco sentido
del honor y la verdad; moral del “se”; renuncia al ideal,
estancamiento, pisar tierra (?)
44.Tensión entre el yo-ideal y el yo-real = angustia.
Solución a la angustia (?)Derrotas y renuncia a la lucha.
45.El extraño hombre de las bienaventuranzas. El test
cristiano de la “alegría”.
46.Pide el evangelio un hombre extraño, distinto de los demás
(?) , sal, luz, trigo, fermento... su significado.
47.Formación de la conciencia del niño: inseguridad,
impresionabilidad, personas claves, edad clave. Estos
factores frente a l religiosidad y moral infantil.
48.Errores en la presentación al niño de Dios, el pecado, el
castigo, perdón.
49.Ante el problema sexual que se inicia en el niño con
temores y preguntas (?)
57

50.El formador del joven. Errores en el formador.


51.Postura acertada del formador.
52.Ante el problema de liderazgos, de rebeldía, de sueños e
ideales, grupos su valor y sus fallos... Grupos
parroquiales: entretenimiento, discusión, santidad.
53.El joven y su obsesión sexual. Líneas más importantes de
enfoque.
54.El adulto: dificultad para integrarles en inquietud
religiosa: trabajo, grupos de amigos o aficiones,
ignorancia religiosa, prejuicios, soluciones (?)
55.Características del conflicto Institución y carisma. De
dónde surgen los conflictos entre ambos. La Iglesia
necesita de los dos (?) Rasgos-test para distinguir el
carismático auténtico.
56.Objeción de conciencia. Describa el problema, base
bíblica. Vat. II.
57.Idem anterior.
58.Tratamiento del objetor de conciencia. Reflexión
religiosa.
59.Dificultad de la denuncia profética (guerra injusta: El
Salvador, Golfo).
60.Sobre un punto concreto de moral hay diversas
interpretaciones divergentes de teólogos. La Iglesia no se
ha pronunciado sobre ese punto, ni directa ni
indirectamente. Puede seguirse esa postura moral (?)
61.Una persona viene a consultar sobre un punto moral. La
persona que consulta mantiene una actitud decidida y
definitiva sobre ese punto, aunque la Iglesia ya ha
hablado y ha rechazado esa posición. Pide sacramentos
(absolución) y eucaristía. Sinceramente admite que no
piensa cambiar porque su conciencia le dice que hace bien.
Le respeto su posición y le doy los sacramentos (?)
62.Se acerca una persona: parece honrada y sincera. Me dice
que cree en Dios y en Cristo pero tiene un rechazo
visceral contra la Iglesia. No sé que actitud tomar...
Quiere comulgar.
63.Soy sacerdote y sinceramente no acepto la doctrina de la
Iglesia sobre la anticoncepción según H.V. y por supuesto
a mis fieles les enseño lo que yo veo como verdadero en
este punto, aunque no coincida con la Iglesia, pues tengo
objeción de conciencia a negar sacramentos a personas
buenas y que actúan rectamente en todo aunque difieren de
58

las enseñanzas “oficiales” (sobre el aborto,


anticonceptivos, relaciones pre-matrimoniales)
64.El ateo tiene conciencia que le exige actuar conforme a
las normas morales y dice que no necesita a Dios para ser
bueno.
65.El ateo honrado tiene más mérito que el creyente pues es
bueno moralmente aunque no espera nada de Dios, premio
etc....
66.Textos más importantes del Vat. II sobre la dignidad de la
persona humana y la conciencia moral del hombre.
67.Dostoievski dice en los hermanos karamasov: sin
inmortalidad no hay moralidad... nadie impide al ateo
avasallar a todos los demás injustamente.
68.Juan me dice que está estudiando en al Universidad pero
que alguno de los profesores más brillantes hace una
crítica acerca de la fe cristiana. Juan siente que su fe
se tambalea... Además el profesor le obliga a leer libros
de ateos... pregunta Juan si debe dejara la universidad
pues teme acabar perdiendo la fe.
69.Si no pertenezco a la masonería mi carrera que es
brillante quedará frenda... Tengo además bastantes hijos y
necesito ganar más. Aunque internamente rechazo la
masonería externamente me he afiliado a ella. (?)
70.Los fines de semana me junto siempre con compañeros que me
llevan a beber y lugares de cita... Aunque siempre me
arrepiento después, prácticamente lo hago todas las
semanas. No tengo otros amigos... Pero mi comunión los
domingos nunca la dejo aunque siempre me confieso antes.
71.Se me ha creado un hábito con la droga que es más fuerte
que yo. Estoy desesperado. Es superior a mis fuerzas. Mi
único remedio es la fuerza de Cristo en los sacramentos...
pero me parece que con todas estas recaídas no tengo
verdaderamente arrepentimiento... (?)
72.Por qué se trata pastoralmente de distinta manera al
ocasionario, reincidente y habituado (?) Todos pecan con
frecuencia...

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