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El Hombre Como Ser en El Mundo

A lo largo de la historia el hombre ha tenido distintas visiones del mundo y de la naturaleza: una
visión animista, una visión naturalista, racionalista, mecanicista y positivista. Últimamente
estamos retornando a una visión más humana del mundo.

El mundo no es para el hombre solamente su ambiente vital, como lo es para el animal, sino que
es también el objeto de su conocimiento y de su acción, el soporte e instrumento de su
personalidad integral.

El hombre no está en el mundo como en un ambiente externo que lo circunda, sino que es
también “parte integrante” de ese mundo; puesto que el hombre no es ningún “Yo puro” como el
“Yo” cartesiano, sino también materia, no es sólo una mente pensante

El Ser en el mundo es el dato primordial de nuestra conciencia, el presupuesto fundamental de


toda afirmación o negación, proyecto o acción; es, como dice E. Husserl, la consideración
fenomenológica fundamentalYo puedo distinguirme del “resto del mundo”, pero no puedo
separarme del “mundo”, porque yo soy en cuanto que pertenezco y participo del mundo. Un “Yo”
que fuese un “puro yo”, como el “Yo pienso” de Descar­tes, un “Yo” sin el mundo o fuera del
mundo, no sólo es una abstracción sino una ficción que destruiría mi realidad viviente.

Separándome del mundo me autodestruiría. Del mismo modo, el mundo, en cuanto es objeto de
conciencia, en cuanto que es para mí, no lo puedo separar de mí realidad. Un mundo sin mí no es
el mundo que me es dado a la conciencia; un mundo sin mí no existe para mí, no es mi mundo;
también esto sería una abstracción. Además, no sólo yo soy en el mundo, sino que también,
indiscutiblemente, soy el centro de mi mundo y el mundo es el ambiente de mi ser, el soporte de
mi vivir y obrar. No puedo renunciar a mi posición central de mi “ser en el mundo.” (Cf., Selvaggi,
Filippo: Filosofia del mondo. Cosmologia filosofica. Pontificia Università Gregoriana. Roma 1985).

El Hombre como Ser Corpóreo

La naturaleza del ser humano es dinámica, activa, creativa y compleja. Sin embargo, no es
posible elaborar una lista de rasgos que describan su esencia colectiva, pues los individuos son
producto de la cultura y de la adaptación al medio. No obstante, se pueden distinguir tres
aspectos importantes que forman parte de los humanos como seres vivos racionales:

a) el ser biológico

b) el ser psicológico

c) el ser social

Entonces hablaríamos de un ser biopsicosocial.

A principios del siglo XX se consideraba que el hombre era un ser esencialmente biológico, es
decir, un ser vivo que nace, crece, se reproduce y muere. Sin embargo, poco a poco, científicos y
pensadores pusieron en duda lo anterior, sacando a relucir la complejidad de la mente y la
influencia de las estructuras económicas y sociales en el individuo, respectivamente. Como
consecuencia, el ser humano comenzó a reinterpretarse desde diversas perspectivas.

Producto de la reinterpretación del ser humano es el descubrimiento de la dimensión psicológica,


que estudia la parte de los procesos mentales, conscientes e inconscientes, y la social, que
abarca las dimensiones cultural e histórica del ser. Si bien en el análisis teórico es posible separar
las dimensiones para su mejor comprensión, en la vida cotidiana se observa una articulación
constante y necesaria de las tres.

En la Edad Media, nos encontramos con la tricotomía: cuerpo-alma-espíritu. Este último era
considerado como el elemento vital del ser humano, el cual fue insuflado (inspiración) por
intervención divina. Al ser esto un tema concerniente a la Antropología Teológica, no obstante, ha
servido de concepción en el pensamiento filosófico medieval y se ha extendido hasta nuestros
días. Según esto, el hombre, al morir, exhala el aire o el soplo divino que le había sido insuflado
como principio vital (expirar).

EL HOMBRE Y LA LIBERTAD

La causalidad no impide la libertad. Causalismo no es determinismo. Si la libertad radica en el


hombre, el hecho de que radique en la voluntad (es decir, en la razón, en la inteligencia sentiente)
hace posible que tal radicación sea consciente y voluntariamente asumida y dominada por uno
mismo.

No deja de ser curioso que la mayoría de las negociaciones de la libertad procedan de motivos
extrarracionales. Por ejemplo, motivos religiosos: así, Lutero defiende que el hombre no puede
ser libre si Dios lo es; para exaltar la omnipotencia de Dios, se recurre al aploastamiento del
hombre. Por su parte los deterministas de la antigüedad, con su creencia en el “fatum” (hado), se
movían, desde otros supuestos, por razones parecidas para justificar un desorden social donde la
injusticia lo presidía todo, el fatalismo afirmaba que había que resignarse. Este mundo es un valle
de lágrimas, y nuestra recompensa se halla en otro mundo: a mayor sufrimiento en este mundo,
mayor recompensa en el ultramundo.

Fueron minoría quienes, por medio de una analítica razonada, llegaron a defender la inexistencia
de la libertad. Así, por ejemplo, para el determinismo de origen fisiológico, que no pone distinción
entre la persona y su cuerpo, el hombre es su cuerpo y sus acciones están tan determinadas
como los procesos fisiológicos corporales. En forma sumamente burda, este determinismo
fisiológico se ha formulado:”el hombre es lo que come”, como si las ideas fueran mero segregado
de las grasas. En el fondo de esta postura, y de otras parecidas, hay una toma de partido previa,
que es injustificable: está por demostrar que el hombre sea su cuerpo, que el hombre sea lo que
come.

Y no sólo podemos, sino que debemos. Debemos luchar porque la coacción sea menor (dicho
positivamente: por lograr mayores libertades cívicas, de pensamiento, de conciencia, de
expresión, etc). Debemos luchar por lo que Kant llamaba “autonomía de la voluntad”, es decir, por
la posibilidad de dominarnos a nosotros mismos; pues sin control ninguno el hombre no queda
más libre, sino más disminuido. Debemos luchar por que efectivamente nuestra conciencia pueda
testimoniar sin engaños, antes, después y durante nuestras acciones, que somos libres.

EL HOMBRE, UN SER EN RELACIÓN

La capacidad de convivencia es la que permite hacer frente plena y ade-cuadamente a la vida. Y


para ello es necesario que el hombre comprenda la vida de relación.

La vida de relación es sin lugar a duda el espejo en el cual nos descu-brimos a nosotros mismos.
Sin convivencia simplemente no es posible existir. Vivir es estar relacionado y estar relacionado
es existir. La convivencia es un medio de au-todescubrimiento.
Ahora bien, si examinamos nuestra vida, nuestras relaciones con los demás, veremos que,
muchas veces, ella es un proceso de aislamiento. El prójimo, en realidad, no nos interesa, aunque
hablemos bastante al respecto, el hecho es que no nos interesa. Sólo nos relacionamos con
alguien mientras esa relación nos resulta grata, nos brinda refugio, mientras nos satisface.
Apenas ella sufre una perturbación que nos produzca incomodidad, dejamos de lado esa relación.

. De nuestra capacidad o incapacidad de contacto. Contacto con las cosas, las personas, las
ideas y con uno mismo. También levantamos muros que nos dividen a nosotros mismos. Así,
suelen existir muros entre nuestro cuerpo y nuestra mente, entre nuestros sentimientos y
pensamientos, entre nuestras ideas y acciones. Muros que nos controlan, reprimen o inhiben.

Características de la convivencia

¿Qué es y cómo se comporta un ser comunicado?

La diferencia entre un ser comunicado y uno incomunicado es, al igual que en las cárceles, un
muro. Mientras los seres humanos que se comunican son seres capaces de “estar, ser y sentir”
con y junto a otros seres humanos. Los incomunicados han reemplazado esa capacidad por un
muro.

¿Cuál es la forma de ser y comportarse de aquellos seres que poseen la capacidad de estar con
otros?

Características y naturaleza del estar con otros

1. Espontaneidad

La persona está dispuesta a dejar que las cosas sucedan con lo demás, lo cual le permite abrirse
a experiencias más ricas y profundas. Existe una intere-sante falta de programación.
Simplemente la persona permite que sus ideas

2. Ser personal

La persona es como es, no más. No está permanentemente asumiendo un rol. No actúa su vida,
simplemente la vive. Estar con otra persona significa establecer un contacto de persona a per-
sona.

3. Naturalidad

Cuando una persona está con otra, la relación es grata y libre. La rela-ción fluye, emerge, sucede
naturalmente. Hay un contacto entre dos personas. Los sentimientos -amor, rabia, tristeza,
alegría,

4. Disponibilidad

Una persona que está con otra es accesible, está abierta al flujo de la comunicación, abierta a
expresar lo que siente y captar lo que otro siente. Está tratando de ver y oír lo que los otros dicen,
sienten y hacen.

5. Ser en el momento
Resulta imposible estar con otra persona sin estar en el aquí y ahora. Para estar presente hay
que estar en el presente. Se está genuinamente con otra persona cuando se responde de manera
plena a sus sentimientos actuales

6. Emitir mensajes claros

La emisión de mensajes claros constituye una condición decisiva del estar con otra persona. A
medida que la persona comienza a perder sus temo-res y a mostrarse más persona, aumenta la
claridad de los menajes que emite y, con ello, su capacidad para estar con los demás.

7. Hacer algo con otros

Hacer algo juntos es algo muy raro en nuestra cultura competitiva. Usualmente, actuamos bajo la
autoridad de alguien o la ejercemos sobre al-guien. Cuando las personas hacen cosas con los
demás, el placer de hacerlas trasciende las recompensas.

8. Intimidad física y psicológica

La intimidad física está altamente correlacionada con la intimidad psi-cológica. Quienes tienen
dificultades para expresar sus sentimientos también las tienen para la expresión física del afecto.

9. Paz interior

Las personas que han aprendido a relacionarse y que disfrutan en ello son personas que reflejan
en sí mismas la armonía que viven con otros. Su ma-yor personificación, receptividad,
expresividad, autodeterminación y estar-con-otros les proporciona un balance psíquico y social
que se traduce en bienestar, plenitud y paz interior.

10. Dejar ser a los demás y a uno mismo

Una persona no puede estar profundamente con otra cuando intenta en-señarle una lección,
modificar su conducta, criticar su estilo de vida, remediar o corregir sus deficiencias, adiestrarla
en nuevas habilidades o, simplemente, cambiarla a su gusto. El estar-con-otro implica dejar que
el otro sea él mismo, tratar de establecer contacto, compartir el dolor y la alegría, dar amor,
avanzar junto al otro hacia lo inexplorado y lo imprevisible, confiar en que él mismo y el otro,
juntos al universo, pueden producir algo bueno y estar dispuestos a lo-grarlo.

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