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CAPÍTULO 1

López López, Pedro. Introducción a la bibliometría. -- Valencia : Promolibro, 1996.


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CAPÍTULO 1
INTRODUCCIÓN

1.1. CONTEXTO TEÓRICO

La ciencia como objeto de estudio ha vivido este siglo una interesante polémica: internalismo versus externalismo.
La postura internalista tradicional era la defendida normalmente por los filósofos, que reflexionaban sobre los
fundamentos del conocimiento científico. Una reflexión que estaba marcada por la consideración de que el
desarrollo de la ciencia era independiente de los procesos sociales. Este desarrollo tenía que ver con aspectos
internos de ella; es decir, con asuntos tales como el método que debía seguir, los problemas lógicos que debía
resolver y otros de semejante índole. Asuntos relacionados con un discurrir de la ciencia que, aunque se producía
en el seno de una sociedad, era impermeable a sus influencias.
Esta postura internalista era bastante lógica durante las épocas históricas en que la ciencia no tenía prácticamente
incidencia en la sociedad. Sin embargo, en los siglos XVII y XVIII, Revolución Científica y Capitalismo corrieron
en paralelo, influyéndose mutuamente. El desarrollo de éste requería el concurso de la Ciencia y la Tecnología. A
partir del siglo XIX, el fuerte desarrollo industrial que se produce en Europa y en Estados Unidos hace de la
ciencia y la tecnología una actividad social clave, la vincula al proceso de producción de un modo contundente y
la incorpora al sistema educativo (MEDINA, 1982). Hoy día estamos ante un conglomerado Ciencia-Tecnología-
Industria cuyos componentes están en continua interacción. Este hecho hace más difícil aferrarse a la
contemplación de la ciencia como si fuera una actividad aislada del resto de la realidad social, una actividad que se
realizara dentro de una burbuja aséptica libre de contaminación exterior.
Ya en el siglo XIX y principios del XX, algunos sociólogos (Saint Simon, Marx, Max Weber, Durkheim y otros)
destacan que el pensamiento científico está en estrecha relación con la sociedad en que se produce. Esta
consideración es el embrión de lo que varias décadas más tarde (mediados del siglo XX) sería un enfoque
externalista; es decir, un enfoque que parte de la Sociología (Sociología de la Ciencia) y que se encarga de
concretar más estas relaciones, desarrollando métodos de trabajo en busca de indicadores que perfilen más
adecuadamente el comportamiento de la ciencia como organización y como institución social. La postura
externalista, en su versión más extrema, asume que el desarrollo de la ciencia no depende del método científico
(lógica interna del discurso científico), sino de procesos sociales de negociación y consenso, donde se ven
implicados fenómenos de poder y fenómenos sociales presentes en cualquier otra institución social. Esta postura
hace que la ciencia pierda su privilegiado estatuto epistemológico. El conocimiento científico, aunque presenta
singularidades respecto a otros tipos de conocimiento (religión, arte, ideología. etc.), pasa a ser entendido como
creencia socialmente aceptada, y no necesariamente como un saber verdadero.
Lo que se sigue de la adopción de esta postura es totalmente novedoso. El externalismo dirige su interés hacia la
estructura organizativa de la ciencia y hacia su relación con otras estructuras sociales. El conocimiento científico
se entiende como producto de convenciones sociales (convencionalismo) y no como producto de un sistema de
racionalidad que genera unos criterios de demarcación entre ciencia y no-ciencia (empirismo lógico) y está libre de
influencias externas. Para los más críticos (Escuela de Frankfurt), la ciencia baja del pedestal en que ha estado
siempre y se vincula al resto de las fuerzas productivas; ya no es un instrumento de racionalidad, sino de control y
dominio. Se llega a plantear (relativismo) que los procesos científicos de experimentación y replicación no
constituyen algoritmos de corroboración, sino que están sujetos a un principio de circularidad argumental y, por
tanto, que sólo pueden resolverse mediante procesos sociales como la negociación (Collins, citado por TORRES,
1994).
La polémica internalismo/externalismo no está concluida, ni mucho menos, sino que sigue generando apasionados
debates entre los estudiosos de la ciencia. Pero no es éste el lugar para extenderse en ella; pueden consultarse para
ello los trabajos de MEDINA (1982, 1983), TORRES (1994) y ESTANY (1993), entre otros. Precisamente esta

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última autora tercia en esta polémica calificando de ingenuas las dos posturas extremas
(internalismo/externalismo) y de confuso este planteamiento. Quizá lo más correcto sea adoptar una postura
ecléctica que reconozca el papel de la Filosofia de la Ciencia y sus disciplinas satélites (Lógica, Metodología, etc.),
pero también el derecho de las ciencias sociales (Sociología, Psicología, Economía, etc.) a aportar su propio nivel
de análisis para estudiar la ciencia. De esta manera, internalismo y externalismo pueden ser fructíferamente
complementarios.
Los sociólogos de la ciencia debieron desarrollar un aparato metodológico propio para probar sus hipótesis y
premisas. Este aparato tenía como fin la cuantificación de determinados aspectos sociales de la ciencia. Desde
esta necesidad, surge otra polémica que traslada el eje conceptual a lo cualitativo frente a lo cuantitativo.
Tradicionalmente a nadie se le había ocurrido pensar en medir a la ciencia. La ciencia era objeto de pensamiento
cualitativo (aspectos teóricos y metateóricos no susceptibles de cuantificación), pero no se había pensado que a la
ciencia se le podían aplicar los mismos métodos de cuantificación que ella empleaba en sus distintas disciplinas
para estudiar la naturaleza o la realidad social.
Esta polémica tiene algo que ver con la de internalismo/externalismo, pero no se puede confundir con ella. De
hecho, FERREIRO (1993) sitúa el origen de la aplicación de una metodología cuantitativa a diversas ramas del
saber en un contexto internalista: la posición teórica del Positivismo Lógico (primeras décadas de este siglo) y la
concepción del filósofo Karl Popper, que divide el conocimiento humano en tres mundos: 1º) mundo de la realidad
fisica que nos rodea, 2º) mundo de la experiencia consciente, y 3º) mundo del conocimiento lógico existente en los
soportes materiales del pensamiento. Aceptando esta división del conocimiento, la intersección entre el mundo
segundo y tercero constituiría la base para la investigación bibliométrica.
Detengámonos un momento en la importancia de la filosofía positivista para una visión cuantitativista. Esta
filosofía tiene su origen en la obra del sociólogo Augusto Comte (1798-1857), que consideraba que la Filosofía y
la Ciencia deben estar basadas en la observación y análisis de los hechos reales (verificados por la experiencia). Si
las cosas en sí existen, el hombre no las puede alcanzar, y debe limitarse a formular leyes y relaciones entre los
fenómenos observables. Comte es el creador del término Sociología, ciencia que consideraba por encima de todas
las demás y a la que comenzó denominando Física Social, expresión sumamente reveladora del espíritu que
animaba sus reflexiones. El siguiente impulso importante a esta concepción de la ciencia vendría de un grupo de
filósofos austríacos del período de entreguerras: el Círculo de Viena. Este grupo reformó el positivismo y el
empirismo, fundando la corriente filosófica del Positivismo Lógico. Sus puntos de partida están en la Física, las
Ciencias Exactas, la Lógica y la Filosofía del Lenguaje. Con estas armas, el Positivismo Lógico inicia la Filosofía
de la Ciencia contemporánea. Para el Positivismo Lógico, el mayor enemigo de la Ciencia es la especulación
teórica. Frente a ella, la Ciencia debe fundamentarse en los hechos y datos que pueden observarse y, por tanto,
medirse. La Filosofía debe reducirse a una teoría y metodología de las ciencias, eliminando toda tentación
especulativa. Esto implica que no se acepta la división entre ciencias experimentales y ciencias sociales. 0 mejor
dicho, aunque existe la división en cuanto al objeto de estudio, el método a seguir debe ser el mismo, Así, la
Psicología debe tomar como unidad de análisis aquello que es observable: la conducta. Esta unidad puede
observarse y medirse (en términos de frecuencia y de intensidad), mientras que los constructos teórico-
especulativos como la personalidad, los sentimientos o los pensamientos, sólo pueden ser objeto de especulación.
TORTOSA et aL (1 995) citando a Smith (1 986) señalan las siguientes repercusiones del positivismo lógico, el
fisicalismo y el operacionalismo para la Psicología: (1) El reconocimiento de que la ciencia psicológica ha de
recurrir como cualquier otra ciencia a la construcción de sistemas teóricos que permitan la elaboración de
hipótesis que proporcionen la posibilidad de verificación y la ampliación del conocimiento de los fenómenos,
evitando planteamientos metafísicos, (2) La convicción de que la ciencia debe construirse sobre hechos y, más en
concreto, sobre proposiciones empíricos. (3) La incorporación progresiva en los sistemas de conceptos que,
aunque no son directamente observables, se pueden definir operacionalmente, permitiendo una explicación más
exacta de los fenómenos y de los datos empíricos dentro del sistema teórico.
No es posible adscribir la Bibliometría a una corriente teórica concreta. Es decir, la Bibliometría no es el producto
directo de ninguna de las posiciones teóricas que hemos visto, sino que es simplemente una herramienta
metodológica que parte de la necesidad de cuantificar ciertos aspectos de la Ciencia. Desde una postura ecléctica
que reconoce la importancia de los diversos enfoques (intemalismo-externalismo, cualitativo-cuantitativo) y la
ingenuidad de las posturas extremas dentro de ellos, hay que admitir que la historia de la ciencia nos muestra que
el paso de lo cualitativo a lo cuantitativo siempre ha supuesto un progreso epistemológico en la ciencia que ha

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dado este paso (ESTANY, 1993). Asumiendo esta postura, la necesidad de desarrollar métodos para medir los
indicadores sociales de la ciencia es clara. De aquí el surgimiento de lo que en las décadas centrales de este siglo
se denominó en Estados Unidos Ciencia de la Ciencia y en los países del Este de Europa Naukovodemia
(Cienciología o Ciencia de la Ciencia), programa interdisciplinar para el estudio de los aspectos sociales de la
ciencia.
La cuantificación de los aspectos sociales de la ciencia requiere el concurso de una disciplina metodológica: la
Cienciometría. De hecho, para KRAGH (1987), ésta debe entenderse como una técnica de sociología cuantitativa
de la ciencia. Los estudios cienciométricos se ocupan de indicadores sociales como presupuestos dedicados por los
países a la ciencia, número de investigadores, publicaciones, etc. Una de las facetas de la Cienciometría sería la
Bibliometría, entendida como el cómputo de diversos indicadores de las publicaciones que los científicos
producen.
Para LÓPEZ PIÑERO (1972), el análisis estadístico y sociométrico de la literatura científica (la Bibliometría)
proviene de dos fuentes: la primera es la llamada Ciencia de la Ciencia y tiene un carácter fundamentalmente
teórico. La segunda, casi puramente técnica o aplicada, corresponde al gigantesco desarrollo de la Documentación
Científica. La Ciencia de la Ciencia se refiere a un programa o a una zona de convergencia interdisciplinar, como
la denomina López Piñero, cuyo núcleo central reside en la pretensión de aplicar los recursos de la ciencia a su
propio análisis. Es decir, se trata de aplicar los mismos métodos de análisis que aplican las diferentes disciplinas
científicas a sus diversos objetos de estudio, pero tomando como objeto la propia ciencia. En palabras de PRICE
(1973), ¿por qué no aplicar los recursos de la ciencia a la ciencia misma? ¿por qué no medir y generalizar,
plantear hipótesis y extraer conclusiones? Este programa se inserta en la perspectiva externalista que hemos
comentado. La otra fuente de la que proviene la Bibliometría es la Documentación Científica. Como ciencia
general que tiene por objeto el estudio del proceso de adecuación y transmisión de las fuentes para la obtención
de nuevo conocimiento (LÓPEZ YEPES, 1995), o como ciencia que estudia la producción, organización,
almacenamiento, recuperación y difusión de la información (AMAT, 1994), o entendida como el tratamiento
científico de los datos con el fin de darles utilidad social (VIERA-GALLO, 1984), está claro que la
Documentación Científica tiene como herramienta de análisis los documentos, que también van a constituirse en
objeto de estudio para el bibliómetra. Por eso, el documentalista tiene un lugar privilegiado para aprovechar la
metodología bibliométrica.

1.2. NOTAS HISTÓRICAS

Los primeros trabajos bibliométricos son bastante antiguos. Aunque sin un esquema teórico como el que venimos
comentando, existen trabajos pioneros que empleaban un método bibliométrico. MÉNI)EZ (1986) indica que fue
Alphonse de Condolle en 1885 el primero en utilizar un enfoque de este tipo. En su trabajo Histoire des sciences
et des scavants depuis deux siecles aplica métodos matemáticos a factores relacionados con el desarrollo científico,
realizando un estudio sobre 14 países europeos y los Estados Unidos de América. En 1917, Cole y Eales aplican
métodos bibliométricos a la historia de la Anatomía, analizando trabajos aparecidos entre 1543 y 1860,
computando y categorizando trabajos por países y campos, cómputos y categorías que todavía tienen interés
bibliométrico (SANCHO, 1990). En 1923, Hulme analiza autores y revistas reverenciadas en el International
Catalogue of Scieiitific Literature en el periodo 1901-1913 y analiza la relación entre publicaciones científicas,
condiciones económicas y crecimiento de la civilización moderna (MÉNDEZ, 1986). En 1926, Lotka formula su
conocida ley de la productividad de los autores científicos. En 1927, Gross y Gross contabilizan las referencias
aparecidas en los artículos del Journal of american Chemical Society para localizar el núcleo de revistas que
publican sobre un tema. En 1929, el soviético Rainoff estudia el desarrollo de la Física a base de análisis
estadísticos de la bibliografía, número de descubrimientos, etc., relacionando el desarrollo de la ciencia con el
desarrollo social y económico (KRAGH, 1987).
Dejando de lado estas aplicaciones esporádicas, interesa más que fijarnos la atención en el proceso de
conceptualización de la Bibliometría. LOPEZ PIÑERO (1973), mencionando un trabajo de Osinska, sitúa un
remoto punto de partida en una propuesta hecha en Polonia a finales del siglo XIX y principios del actual. Pero es
en 1931 cuando llega el impulso definitivo a esta metodología. En este año, se celebra en Londres el II Congreso

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Internacional de Historia de la Ciencia. La contribución soviética es determinante e influye sobre el profesor


británico J. D. Bemal, que publica su obra La función social de la ciencia en 1939. Los trabajos con enfoque
bibliométrico van aumentando. El sociólogo norteamericano Merton había publicado en 1938 Scietice,
Technology and Society in Seventeenth Century England, estudiando los temas tratados en las reuniones de la
Royal Society para extraer conclusiones sobre la relación entre la ciencia de la época y las condiciones
socioeconómicas. En 1948, el químico y bibliotecario inglés Bradford formula su ley sobre la dispersión de la
literatura científica (ver 2.2.3.).
Después de Bemal, cuya obra de 1939 representó un hito en la metodología bibliométrica, el siguiente impulso
teórico vendría veinticinco años más tarde. Precisamente, este aniversario de la obra de Bemal da lugar a una
publicación colectiva en su homenaje: Tlie Scietice of Science (1964). En 1963, Price publica una obra definitiva:
Little Science, Big Science (traducida al español en 1973 por López Pifíero, bajo el título Hacia una ciencia de la
ciencia). Por último, el soviético Dobrov publica en 1966 Nauka o nauke (Ciencia de la Ciencia). Con esta
trilogía, acompañada de otras obras menores y de una creciente cantidad de artículos de revista, queda
definitivamente configurado este nuevo enfoque empírico para los estudios sobre la ciencia.
La primera revista especializada en este enfoque se funda en 1971, con el título Science Studies, título que en 1975
se cambia por el de Social Studies of Science, con el subtítulo revista internacional de investigación sobre los
aspectos sociales de la ciencia y la tecnología. Aunque se editan otras revistas, la más representativa del enfoque
cienciométrico-bibliométrico es la húngaro-holandesa Scientometrics. Aparece en 1978, y el subtítulo aclara
bastante su objetivo: revista internacional sobre todos los aspectos cuantitativos de la ciencia, la comunicación en
la ciencia y la política científica.
Por último, como corolario a esta breve reseña histórica, queda apuntar que el primer autor que utiliza el término
Bibliometría es Pritchard en 1969, definiendo esta disciplina como la aplicación de métodos estadísticos y
matemáticos dispuestos para definir los procesos de la comunicación escrita y la naturaleza y desarrollo de las
disciplinas científicas, mediante el recuento y análisis de las distintas facetas de dicha comunicación
(PRITCHARD, 1969).

1.3. LA COMUNICACIÓN EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA

El desarrollo de la Bibliometría ha sido y es posible gracias a lo que sin duda es el rasgo principal de la ciencia
desde el siglo XVII: la comunicación científica. Ziman ve a la ciencia como conocimiento público, un tipo de
conocimiento que sólo puede existir gracias a la comunicación. Para este autor, la ciencia depende de la
comunicación por dos razones: 1) es esencial para formar un registro permanente de resultados, observaciones,
teorías, etc., para que sirvan como referencia a los científicos, y 2) es esencial para facilitar la crítica, refutación y
perfeccionamiento posterior de los hechos (Z 1980). Sin temor a exagerar, puede decirse que sin comunicación no
hay ciencia. PRICE (1973) ha definido a la ciencia como lo que se edita en las publicaciones científicas y al
científico como el hombre que en algún momento de su vida ha colaborado escribiendo alguna de esas
publicaciones. Por supuesto, ésta es una definición abierta a muchas críticas, pero no puede negársele su
operatividad.
El papel fundamental de la comunicación científica parte de la consideración de la ciencia como una organización,
punto de partida que permite su estudio sociológico. CARPINTERO (1981) se ocupa del análisis de la ciencia
como organización y destaca que la ciencia debe ser considerada como una organización dentro de una red más
amplia de estructura social. GOTOR (1982) señala: El establecimiento de un sistema de comunicación en una
organización es intrínseco al establecimiento de la organización. Y el grado de desarrollo que ese sistema de
comunicación alcanza corre parejo al grado de desarrollo y complejidad que alcanza la organización. Es claro
para estos autores el papel central de la comunicación en la ciencia, y por eso afirma Carpintero: el estudio de la
comunicación, esencial para descubrir la estructura organizacional, nos aparece como un camino particularmente
válido en el caso de la ciencia (..) el análisis detallado del cuerpo de publicaciones, y a su través, de los aspectos
organizacionales relevantes es una vía necesaria en la aproximación a una imagen de la ciencia. Es la razón por
la que hemos venido aplicando una investigación con metodología bibliométrica en la ciencia.
Pero siguiendo a GARVEY (1979), la ciencia-organización utiliza la comunicación en un sentido que va más allá
que en el resto de las organizaciones, puesto que la comunicación, a través de las publicaciones, se ha convertido

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en una de las finalidades de los científicos y de la ciencia, o, al menos, en su correlato más efectivo y su producto
más representativo. PRICE (1978) afirma que el acto de creación en la investigación científica está incompleto sin
la publicación, puesto que es ésta la que proporciona el proceso correctivo, la evaluación y, quizás, el
asentimiento de la comunidad científica relevante. De esta manera, la finalidad de la ciencia, los descubrimientos,
tienen como característica intrínseca su difusión, su publicación (GOTOR, 1982). Y la autoridad científica está,
igualmente, relacionada con la comunicación, ya que es función de las aportaciones de los científicos en cuanto
éstas son comunicadas.
Ya que la ciencia se constituye en conocimiento compartido, los científicos, conscientes del papel que desempeña
la comunicación, han generado, potenciado y protegido los canales y medios que puedan contribuir al intercambio
de información. Estos canales pueden ser formales (como las revistas) o informales (correspondencia, entrevistas,
etc.). Dentro de los canales Jornales tiene particular importancia las revistas científicas, en cuanto que representan
el escenario donde se desarrolla la acción de vanguardia del conocimiento (MONTORO y CARBONELL, 1989) y
en cuanto que son el medio en tomo al que se articula la comunicación formal en la ciencia (GOTOR, 1982). Su
importancia queda reflejada en la ingente cantidad de revistas que se editan en todo el mundo y en las
principalísimas funciones que cumplen para la comunidad científica: evaluación de trabajos publicados,
compactación del conocimiento existente, identificación de autores y especialidades emergentes, dirección de la
investigación hacia nuevas áreas, etc. (WOODWARD, 1977).
Es patente, pues, el papel de la comunicación científica -que queda cumplimentado a través de las publicaciones- y
la pertinencia de la metodología bibliométrica en cuanto que la Bibliometría puede ser definida como la
cuantificación de la información bibliográfica susceptible de ser analizado (GARFIELD et. al., 1978).
Los artículos publicados en las revistas son una parte de la literatura escrita en la ciencia, pero hay otro tipo de
escritos. Sin embargo, lo artículos constituyen la manifestación más elaborada de este trabajo de escritura y de
crítica colectiva (CALLON et. al., 1995). Por otro lado, los artículos son un tipo de documento fácilmente
accesible. Además, están altamente normalizados, frente a otros documentos. Éstas son las principales razones por
las que la Bibliometría ha escogido el artículo científico como principal fuente de información.
Pero para acercamos a la Tecnología, el artículo científico no es suficiente. Mientras que en la Ciencia el
investigador está fuertemente motivado para publicar, pues este hecho es fundamental en su carrera; el mundo de la
Tecnología está mucho más ligado a la industria, y en este contexto el investigador, por el contrario, debe dar
pocas pistas a la competencia. Para acercamos a la literatura tecnológica necesitamos otro tipo de documento: las
patentes. Hoy día aparecen en el mundo más de un millón de patentes al año. Esta literatura, a pesar de ser tan
voluminosa, ha sido hasta hace muy poco infravalorada. Las razones de esta falta de valoración hay que buscarlas
principalmente en un lenguaje demasiado técnico y difícil de entender para el no especialista, idiomas de
publicación poco accesibles en un alto porcentaje (el 40% de las patentes mundiales son japonesas) y en que no
hay muchos centros donde poder consultar estos documentos. Pero la literatura de patentes comienza a ser
valorada por las empresas, ya que aporta información extremadamente valiosa para la toma de decisiones. En el
capítulo 4 se verán algunas aplicaciones de la metodología bibliométrica en este contexto documental. Las
patentes como documentos tienen una estructura muy normalizada que facilita la extracción de datos al
especialista.
Estos son los principales documentos de los que se ha ocupado la Bibliometría, pero hay otros que van siendo
incorporados a esta metodología, como son las tesis doctorales, la literatura de congresos, los informes, etc.

CAPÍTULO 2

MARCO CONCEPTUAL

2.1. DEFINICIONES Y PROBLEMAS SEMÁNTICOS

Para FERREIRO (1993), la Bibliometría es el método científico de la Ciencia de la Información o Ciencia de la

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Documentación y constituye la aproximación cuantitativa que permite el desarrollo de la teoría general de esta
Ciencia y el estudio descriptivo e inferencial o inductivo de todas las formas de la comunicación escrita adoptadas
por la literatura científica.
Existen muchas definiciones de Bibliometría que de una manera u otra se refieren a la cuantificación de la
literatura científica, pero no suelen asociaría tan estrechamente a la Documentación, considerándola método
propio. Ya vimos que López Piñero considera que las dos fuentes de la Bibliometría son la Ciencia de la Ciencia y
la Documentación.
A lo largo de estas páginas quedará en evidencia de qué manera la Bibliometría está ligada a la Documentación,
por la actividad profesional del documentalista y por las aplicaciones bibliométricas a los centros de
documentación y bibliotecas. Por el momento, ocupémonos de perfilar los contornos semánticos de la realidad
bibliométrica. Y hay que decir, en primer lugar, que esto no es tarea fácil. Entre los términos Infometría,
Cienciometría y Bibliometría no hay un consenso total por parte de los autores que han proporcionado
definiciones. No obstante, intentemos la delimitación a partir de algunas de estas definiciones.
El Diccionario de Ciencia y Tecnología de la Información de C. Watters (1992), define la Infometría como el
estudio cuantitativo de modelos de material impreso. La informetría, que inc1uye el área de estudio llamado
Bibliometría, ha sido adoptada como nombre por la Federación Internacional de Documentación. Incluye
modelos cualitativos de bases de datos bibliográficas, análisis estadístico de contenidos de mensajes, distribución
de mensajes (o cadenas) en colecciones de datos y el modelo de consumo de estos mensajes. Por tanto, se trata de
la cuantificación de material impreso. Nuria AMAT (1988) define la Infometría como la ciencia de la aplicación
de métodos matemáticos a los hechos y situaciones del campo de la información ... se trata, en realidad, de la
imbricación entre las matemáticas y el campo de la información. Como vemos, no se refiere expresamente a
material impreso, por lo que podrían cuantificarse otros tipos de información sin dejar de hacer Infometría. Lo que
sí parece claro es que la Infometría se ocupa de cuantificar la realidad informativa (queda la duda de si
necesariamente impresa).
En cuanto a la Cienciometría, NALIMOV y MULSCHSENKO (1969) la definen como la aplicación de métodos
cuantitativos a la investigación sobre el desarrollo de la ciencia considerada como proceso informativo. Para
CALLON, COURTIAL y PENAN (1995) la Cienciometría incluye trabajos consagrados al análisis cuantitativo
de la actividad de investigación científica y técnica. La Cienciometría debería estudiar, por consiguiente, tanto
los recursos y los resultados como las formas de organización en la producción de los conocimientos y técnicas.
La Cienciometría, por tanto, se ocuparía del análisis de la ciencia a través de la cuantificación de diversas facetas
(una de las cuales sería el material impreso, las publicaciones). No obstante, según estos autores, la Cienciometría
se ha ocupado casi exclusivamente del análisis de los documentos redactados por investigadores y tecnólogos.
Esto hace que el uso de los términos Cienciometría y Bibliometría haya sido en la práctica intercambiable. Hecho
que no sólo ha quedado aquí, pues también en la misma confusión ha caído el término Infometría. Surge una duda
en tomo al término Cienciometría, y es que algunas definiciones se refieren expresamente a que ésta estudia la
ciencia en cuanto proceso informativo, pero otras no se refieren en absoluto a este elemento informativo. Por
tanto, en el primer caso, posiblemente el término Cienciometría y el término Bibliometría se hacen sinónimos,
mientras que en el segundo caso, la Cienciometría estudiaría otros aspectos no informativos de la Ciencia (por
ejemplo, número de investigadores, presupuestos destinados a la ciencia, número de centros de investigación, etc.).
Del concepto de Bibliometría se han dado muchas definiciones desde que en 1969 Pritchard acuñara el término.
No queda claro en las definiciones si la Bibliometría se refiere exclusivamente a la cuantificación de la literatura
científica o también a la cuantificación de otros tipos de literatura. Hemos visto anteriormente (1.3.) que Garfield
se refiere a la Bibliometría como a la cuantificación de la información bibliográfica susceptible de ser analizada.
Como vemos, esta definición no habla expresamente de información científica. Tampoco lo hace la definición de
CARPINTERO y TORTOSA (1990), que define la Bibliometría como el estudio cuantitativo y el análisis de
aquellas dimensiones de los materiales bibliográficos que permiten medición. En cambio, PRITCHARD (1969) sí
incluye en su definición que la Bibliometría se ocupa de la comunicación científica. Este autor, como se ha visto,
define la disciplina como la aplicación de métodos estadísticos y matemáticos dispuestos para definir los procesos
de la comunicación escrita y la naturaleza y desarrollo de las disciplinas científicas, mediante el recuento y
análisis de las distintas facetas de dicha comunicación. Podemos encontrar otras definiciones que incluyen la nota
de científica en la bibliografía objeto de la cuantificacíón. v otras que no la incluyen.

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No podemos resolver estos problemas semánticos en el contexto de un libro de introducción a la Bibliometría. por
lo que nos limitamos a dejar constancia de ellos. Reservaremos aquí el término Bibliometría, que es el que nos
interesa de esta constelación semántica, para referimos a estudios cuantitativos de diversos aspectos de la literatura
científico-técnica. Este es el uso más extendido entre los autores. Sin embargo, está claro que los métodos pueden
ser empleados para la cuantificación de la literatura no estrictamente científico-técnica.

2.2. LAS LEYES BIBLIOMÉTRICAS

A partir de la dinámica generada por la concepción moderna de la ciencia, la información científica adquiere una
serie de características. De entre ellas, las tres principales son descritas por lo que se ha dado en llamar leyes
bibliométricas, expresión que utiliza el término ley, quizás con cierto grado de licencia lingüística.

2.2.1. Primera ley bibliométrica. El crecimiento exponencial de la información científica

Ya en 1844 Engels se refiere a la ley del desarrollo acelerado de la ciencia, afirmando que ésta crece en
progresión geométrico. Pero esta ley no sería desarrollada más concretamente hasta 1956 por D. J. S. Price, que la
convierte en la ley del crecimiento exponencial de la ciencia. Price constata que la información científica crece a
un ritmo muy superior al de otros procesos o fenómenos sociales, como el crecimiento de la población o de la
renta. El ritmo de crecimiento de la información científica es tal que cada 10-15 años se duplica la información
existente. Así, desde que aparecieron las dos primeras revistas científicas en 1665 (Journal des Savants y
Phylosophical Transactions), el número de revistas se ha multiplicado por diez cada cincuenta años, de tal manera
que en la actualidad se editan varios centenares de miles. Parecida tasa de crecimiento se observa en los libros
científicos editados, en las revistas de resúmenes (primer intento para controlar la sobreabundancia de
información), en las bases de datos (segundo intento de control de la información), en el número de investigadores
y en otros indicadores del crecimiento científico.
Pero, como dice Price, en el mundo las cosas no crecen indefinidamente. El crecimiento exponencial alcanza un
límite. Las publicaciones son producto de la investigación científica, y esta investigación requiere unos recursos
que debe proporcionar la sociedad. Es lógico pensar que estos recursos no van a duplicarse cada pocos años hasta
el infinito. Por ello, Price pensó que hacia 1960 se situaba un punto de inflexión en la curva exponencial del
crecimiento científico quedando entonces una curva logística como la que representa el gráfico 2.2. Este tipo de
crecimiento representado por una curva logística es habitual en los fenómenos de la naturaleza.
Esta propiedad de la información científica tiene que ver con lo que ha venido en llamarse explosión de la
información, fenómeno con el que algunos autores se refieren al crecimiento de la información después de la
Segunda Guerra Mundial, y otros -como Price- al crecimiento habido en los tres últimos siglos. López Piñero,
entre otros, manifestó su desacuerdo con esta expresión, ya que el ritmo de crecimiento de la información científica
es el mismo desde hace tres siglos -como lo demuestran las cifras que se manejan-, y por tanto no tiene sentido
hablar de una explosión, término que se refiere a algo súbito. En todo caso, cuando uno encuentra volúmenes de
información como el que refleja el repertorio Chemical Abstracts, que recoge anualmente más de medio millón de
resúmenes de trabajos publicados en todo el mundo en Química, hay que convenir que la expresión explosión de la
información, aunque no del todo correcta, sí es bastante gráfica par reflejar el caudal informativo que nos inunda
en la actualidad.

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Otra expresión relacionada con esta ley es la de Gran Ciencia, que emplea Price en su obra Little Science, Big
Science (1963), aunque sin una definición concreta (lo que llamamos Gran Ciencia corresponde al punto de
partida de nuevas circunstancias que interrumpirán la tendencia secular y conducirán a nuevos escalonamientos,
violentas fluctuaciones, nuevas definiciones de nuestros supuestos y todos los demás fenómenos asociados ... ).
Price parte de dividir 1a historia de la ciencia en dos grandes periodos: la Pequeña Ciencia la Gran Ciencia, pero
sus análisis estadísticos no aportan mucha 1uz para distinguir la diferencia, puesto que el crecimiento, como
decíamos anteriormente, está sometido a la misma tasa desde hace más de tres siglos. Sin embargo,
cronológicamente Price relaciona la Gran Ciencia con los cambios cataclísmicos asociados a la segunda guera
mundial. SÁNCHEZ RON (1993) identifica las diferencias entre Pequeña Ciencia y Gran Ciencia más allá de las
cifras. Este autor sitúa el comienzo de la Gran Ciencia en los años treinta de nuestro siglo, con la física de
partículas como nodriza: Buscando instrumentos que fuesen capaces de suministrar cada vez mayor energía a
partículas atómicas para que éstas pudiesen chocar con el núcleo atómico y ver así cuál era la estructura de los
distintos elementos, físicos británicos primero y estadounidenses después, abrieron la puerta de la Gran Ciencia.
Sánchez Ron no se queda sólo en el término para diferenciar entre Pequeña Ciencia y Gran Ciencia. Él identifica
las siguientes características para la Gran Ciencia: interdisciplinaridad; trabajo en colaboración; determinadas
cualidades del científico que no necesitaba en la época anterior (entre ellas, aceptar que su protagonismo se
difumine en aras del grupo de investigación); equipos formados no sólo por científicos, sino por otro tipo de
personal técnico y auxiliar; cambios en la organización de la ciencia; unión entre Ciencia y Tecnología;
implantación de la Gran Ciencia en sociedades con niveles económicos e industriales muy desarrollados;
disminución de la autonomía individual del científico; interrelación de la ciencia con otras esferas de la sociedad, e
internacionalización de la ciencia.
Aunque la Gran Ciencia viene acompañada de cambios cualitativos, lo más patente son las cifras de crecimiento.
La faceta que ahora nos interesa es la del crecimiento de publicaciones. Hay que decir que es discutible que el
crecimiento que venimos comentando sea algo espontáneo en la ciencia. Está claro que una de las motivaciones
más fuertes de los científicos es publicar, ya que éste es el indicador principal por el que se les va a valorar. Esta
motivación provoca que el científico esté bajo una especie de ley de hierro, publicar o perecer, bajo cuya presión
fracciona un trabajo para que aparezca en varias publicaciones, publica el mismo trabajo con ligeros cambios en
varios canales[1], etc. Por tanto, vemos aquí cómo presiones que son sociales (externas), y por tanto ajenas a las
necesidades internas de la ciencia, actúan modelando pautas de comportamiento de los científicos y de la
información científica.
El tamaño de la ciencia crece a un ritmo exponencial no sólo en lo que se refiere a publicaciones, sino también a
número de científicos. Una sorprendente consecuencia que saca Price de esta tasa de crecimiento es el alto índice
de contemporaneidad de la ciencia. Si el tamaño de la ciencia se duplica cada 15 años, este dato significa que un

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CAPÍTULO 1

87,5% de la ciencia de todos los tiempos es actual. Es decir, el 87,5% de los científicos de todos los tiempos vive
actualmente, igual que el 87,5% de las publicaciones son contemporáneas.

2.2.2. Segunda ley bibliométrica. Ley del envejecimiento u obsolescencia de la literatura


científica

También esta ley se debe a Price, que constató que la literatura científica pierde actualidad cada vez más
rápidamente. Estudiando por años la distribución de las referencias bibliográficas en distintas especialidades,
observó que, mientras que el número de publicaciones se multiplica por dos cada 13,5 años (como hemos visto), el
número de citas que reciben tales publicaciones se divide por dos cada, aproximadamente, trece años. Para medir
este envejecimiento, Burton y Kebler idearon el concepto de semiperiodo (LÓPEZ PINERO, 1972), que se refiere
al tiempo en que ha sido publicada la mitad de la literatura reverenciada dentro de una disciplina científica Es
decir, observando la distribución de frecuencias según año de procedencia, la mediana de esa distribución es el
semiperiodo. El semiperiodo o vida media de la literatura de las diversas ramas científicas es variable. Ellos
encontraron (en los años sesenta) que la vid media de las referencias en Ingeniería Química era de 4,8 años,
mientras que en Matemáticas, era de 10,5; en Geología, de 11,8; en Fisiología, de 7,2; en Física, de 4,6, etc. Según
ellos, las diferencias se debe a la existencia de dos tipos de literatura científica: efímera y clásica. Estos dos tipos
de literatura pesan de diferente modo en las distintas disciplinas. Price continuó estas investigaciones a partir de
los primeros índices de citas publicados por Garfield, concluyendo que es posible distinguir dos partes bien
diferenciadas entre las referencias bibliográficas:
- un 50% se distribuye entre la totalidad de la literatura anterior,
- otro 50% se concentra en un número muy reducido de trabajos anteriores. Estos trabajos son los
producidos por los grupos dirigentes de una disciplina o un tema científico (colegios invisibles). A este 50%
de referencias que enlazan los artículos científicos de un año con los trabajos del colegio invisible lo llamó
Price frente de investigación.
Otra medida para la obsolescencia de la información científica es el índice de Price, que se refiere a la proporción
del número de referencias de no más de cinco años de antigüedad con respecto al total de referencias.

2.2.3. Tercera ley bibliométrica. Ley de la dispersión de la literatura científica

Formulada por Bradford en 1948, estudia la distribución de la literatura científica. Sus observaciones sobre
literatura reverenciada le llevaron a constatar que si consultamos literatura especializada sobre un tema
determinado, este tema (sea cual sea) será publicado en gran parte en un pequeño número de revistas (núcleo). A
partir de esta zona nuclear de revistas, si queremos recuperar el mismo número de ar tículos hará falta un número
muy superior de revistas (zona o área de Bradford 1), y así sucesivamente. Su estudio fue realizado sobre 1332
artículos de Geofísica aparecidos en 326 revistas entre 1931 y 1933. Los resultados obtenidos fueron los
siguientes: 429 artículos fueron publicados en 9 revistas, 499artículos fueron publicados en 59 revistas, y los 404
artículos restantes se publicaron en 258 revistas. Esto puede representarse como en el gráfico 2.4.
A partir de aquí, Bradford formula la siguiente ley: si se disponen las revistas científicas de acuerdo con la
producción decreciente de artículos sobre un tema dado, aquéllas pueden dividirse en un núcleo de publicaciones
más especialmente dedicadas al tema, y en varios grupos o zonas, que contienen cada una de ellas el mismo
número de artículos que el núcleo, en tanto que las cantidades de revistas de éste y de las zonas sucesivas presenta
la relación 1:n:n 2 ... (BRADFORD, 1934).
Esta formulación ha generado bastante literatura, ya que existe disparidad entre las expresiones verbal, matemática
y gráfica que dio el propio Bradford, quien, equivocadamente, pensó que coincidían. Varios autores han puesto en
evidencia que en realidad la distribución que encontró Bradford no era logarítmica en toda su extensión, como
recogía en su fórmula 1:n:n 2 ..., sino potencial en el núcleo y logarítmica en las zonas sucesivas. FERREIRO
(1993) demuestra que el núcleo de revistas en el conocido estudio de Bradford no está compuesto por 9 revistas y
429 artículos, como erróneamente supuso Bradford, sino por 27 revistas y 662 artículos. Entrar en el meollo de
esta polémica sólo sería de interés para especialistas, y además requeriría un aparato matemático que desborda las

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CAPÍTULO 1

pretensiones de un libro introductorio. Por lo tanto, aquellos lectores que tengan interés en este punto pueden
consultar el libro de Ferreiro, que aparece citado en la bibliografía.
Por nuestra parte, vamos a dar, por razones de claridad expositiva, por válido el modelo l:n:n2 (artículos creciendo
en progresión aritmética y revistas creciendo en progresión geométrica).[2]

En 1960, el matemático inglés M.G. Kendall demostró que la dispersión del tipo Bradford es en realidad un caso
particular de una distribución denominada ley de Zipf, formulada por este autor en 1935. MIJAILOV, CHERNII y
GUILIAREVSKII explican así esta ley:
La ley de Zipf expresa cierta propiedad universal, inherente a todas las lenguas naturales del mundo,
conforme a la cual la parte más importante de cualquier texto -independientemente del idioma en que esté
impreso- está formada por unas pocas palabras de uso frecuente. En el resto aparecen decenas de miles de
palabras que se utilizan raras veces. Por ejemplo, 300 palabras en total, forman el 65% de todos los textos;
500 palabras, cerca del 70%; 1000 palabras, el 80%; 2000, el 86%, etc. De aquí se desprende que para
construir el 100% de todos los textos sería preciso poseer un diccionario con centenares de miles de
palabras poco utilizadas.
Según estos autores, la ley de Zipf es aplicable no sólo a palabras aisladas, sino también a segmentos más largos,
como frases, artículos o revistas. En este sentido, la ley de Bradford sería un caso particular de la ley de Zipf
El gráfico 2.4. es utilizable para otros parámetros. El comportamiento de las referencias bibliográficas de las
revistas es parecido al de su productividad o rendimiento. Podemos distribuir a la revista por zonas de diferente
densidad en cuanto al número de citas recibidas (en vez de en cuanto al número de artículos publicados sobre un
tema), y representar estas zonas con el mismo tipo de gráfico.
Lotka se ocupó de la productividad de los autores y formuló la ley cuadrática inversa de la productividad de los
autores. Esta ley establece que partiendo del número de autores con un solo trabajo en un tema determinado, es

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CAPÍTULO 1

posible predecir el número de autores con n trabajos con la siguiente fórmula:

An = A1 / n 2

donde An es el número de autores con n firmas, A1 el número de autores con 1 firma, y n2 el número de firmas al
cuadrado.
Así, si partimos, por ejemplo, de que tenemos en una población de artículos 100 autores que firman una sola vez
(A1 =100), mediante esta fórmula podemos calcular el número de autores que firman una, dos, tres... veces. Con
dos firmas tendremos: A2 = 100/22 = 25 autores. Con tres firmas: A3 = 100/9 = 11,1 1... y así sucesivamente. De
acuerdo con estos cálculos, resultará que un 25% de las firmas corresponde a un 75% de los autores (los menos
productivos), y que los diez autores de mayor productividad reúnen el 50% de las firmas. El gráfico 2.5. muestra
la Ley de Lotka.

La ley de Lotka no se cumple con exactitud. El valor del exponente de n puede variar. En algunos casos, estará
por debajo; y en otros, por encima de 2. Según Price, en el caso de grandes productores, su número desciende más
rápidamente que el inverso del cuadrado de su cifra de firmas, y se aproxima más al cubo. Sin embargo,
cualitativamente la ley refleja una situación real. También debe tenerse en cuenta la observación que hace
MORAVCSIK (1989): la ley de Lotka ha sido estudiada en las comunidades científicas de los países
desarrollados. Habría que estudiar detenidamente las pautas de publicación de las demás comunidades científicas.
También Price hace su aportación al estudio de la productividad de autores. La ley de Price establece que para un
período determinado en un campo científico concreto, el número de autores prolíficos es aproximadamente la raíz
cuadrada del total de autores en dicho campo. Así, si en un área de conocimiento encontramos un total de 1700
publicaciones producidas por 550 autores, 850 de estas publicaciones habrán sido escritas por tan sólo 23 autores,
que es la raíz cuadrada de 550 (DIODATO, 1994).
En cuanto a la relación entre productividad y calidad (cantidad vs. calidad) de los autores, Price defiende que hay
una alta correlación entre una y otra. Pero esto todavía no ha llegado a ser claro. Una forma de acercarse a este
problema es comprobar el impacto de los autores (número de citas que reciben por parte de sus colegas). Platz
demuestra que la distribución citas/autor también se ajusta al modelo de Lotka. Propone el logaritmo de las citas
recibidas por un autor como índice de visibilidad. Pero el hecho de que numéricamente el modelo de Lotka esté

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CAPÍTULO 1

presente en la productividad y en el impacto, no significa que coincidan los autores más productivos con los más
citados.

2.3. SUPUESTOS DE LA METODOLOGÍA BIBLIOMÉTRICA

MORAVCSIK (1 989) indica que al utilizar indicadores bibliométricos se asumen los siguientes supuestos:
1 ) El valor y la calidad de un trabajo de investigación viene dado por el modo como es recibido por
los demás científicos y por cómo reaccionan estos.
2) La reacción de la comunidad científica se puede estimar contemporáneamente o al poco tiempo
de concluirse la investigación.
3) Todas las contribuciones a la investigación científica dejan huellas identificables en la literatura
científica.
4) Examinando los trabajos publicados en las revistas científicas se capta información sobre la
Ciencia, que se comunica de científico a científico, a través de la bibliografía.
5 ) Utilizando bases de datos automatizados (y en particular las del Institute for Scientific
Information) se pueden detectar todas las publicaciones científicas relevantes para estas evaluaciones.
6) Se puede obtener una medida realista de la producción mediante el simple recuento de
publicaciones, independientemente de la longitud y de la naturaleza de cada artículo.
7) La cantidad de citas que un trabajo recibe es una medida fiable de su valor.

Por su parte, Rosa SANCHO (1990) apunta los siguientes:


8) Los resultados de la mayoría de las investigaciones llevadas a cabo por los científicos y técnicos
se transmiten a través de un proceso de comunicación escrita, en forma de publicaciones científicas y
técnicas (artículos de revista, libros, actas de congresos, patentes, etc., que constituyen las fuentes
primarias). Por tanto, los trabajos publicados componen uno de los productos finales de toda
actividad científica y representan un indicador del volumen de investigación producido.
9) Los trabajos publicados en las fuentes primarias son recopilados en forma abreviada en las bases
de datos. La consulta a las bases de datos apropiadas es el método adecuado para obtener
información sobre las publicaciones de cualquier campo científico.
10) El número de citas que recibe un trabajo por parte del resto de la comunidad científica
cuantifica el impacto logrado por dicho trabajo.
11) El prestigio de las fuentes bibliográficas donde se publican los resultados de las
investigaciones representa una medida de la influencia que pueden ejercer los trabajos publicados en
ellas.
12) Las referencias bibliográficas que incluyen los trabajos se han tomado, a menudo, como
indicación de su valor científico, y se han usado a veces como criterio para el análisis del consumo
de información.
13) King y Nigel, citados por Sancho, comentan que para medir el crecimiento del conocimiento
el indicador más simple que puede emplearse es el número de trabajos de investigación, lo que
implica asumir que todo el conocimiento obtenido por los científicos se encuentra en esos trabajos, y
que cada uno de los trabajos contiene igual proporción de conocimiento.

Como se aprecia a simple vista, estos supuestos son discutibles, y cuando se comenten las críticas y
límites de la metodología bibliométrica (capítulo 5) se verá de qué modo se han cuestionado.
Hay que señalar que estos supuestos vienen impuestos por necesidades metodológicas, lo cual no supone que se
acepten de una manera absoluta. Del mismo modo que un psicólogo cuando hace un test de inteligencia toma los
resultados como un indicador y no confunde estos resultados con el propio concepto de inteligencia, un bibliómetra
no confunde sus cómputos con determinados conceptos y sabe que está tratando con indicadores de la actividad
científica que hay que manejar muy prudentemente y acompañar de procedimientos cualitativos.

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CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 3

LA INVESTIGACIÓN BIBLIOMÉTRICA

3.1. LA INVESTIGACIÓN BIBLIOMÉTRICA: OBJETIVO

Como indican acertadamente LOPEZ PIÑERO y TERRADA (1992), la función de los indicadores de actividad
científica (indicadores bibliométricos) no puede limitarse a amontonar datos estadísticos yuxtapuestos. Hay que
integrarlos para conseguir explicaciones lo más sólidas que sea posible acerca de las actividades relacionadas
con la ciencia. Es decir, la Bibliometría no puede convertirse en un mero ejercicio ocioso consistente en hacer
cómputos por hacerlos. TORRES (1994) señala que una crítica persistente a la mayor parte de las aportaciones
de esta tradición (la bibliométrica) ha señalado la ausencia de un marco teórico que dote de sentido a la mera
acumulación de datos estadísticos.
Con las investigaciones bibliométricas se pretende estudiar una serie de indicadores tomados de una población de
documentos. La tipología documental puede ser muy variada: artículos científicos, libros, comunicaciones a
congresos, literatura de patentes (fundamental para el estudio del desarrollo tecnológico), etc. Incluso los
documentos no tienen por qué ser científicos. Podemos aplicar la misma metodología a artículos de prensa, por
ejemplo. En este caso, estaríamos en el campo de la Infometría, si conceptualmente tomamos la opción de que la
Bibliometría se ocupa de literatura científica.
Aparte de la diversidad documental, existen muchas posibilidades a la hora de plantearse un estudio bibliométrico:
podemos realizar el estudio bibliométrico de un tema determinado a través de una base de datos, el estudio
bibliométrico de una revista, el estudio del impacto de un autor o de una escuela en la literatura de una generación
de investigadores, etc.
Simplificando a efectos de claridad expositiva, hay que distinguir dos grandes campos en los estudios
bibliométricos (ROMERA IRUELA, 1992): a) estudios bibliométricos descriptivos, y b) análisis de citas.
Los estudios bibliométricos descriptivos se centran en cuestiones de productividad, colaboración y análisis de
materias. Veamos esto más detalladamente.
La productividad nos señala qué autores, revistas, países, etc. son más activos en la producción de una determinada
literatura científica. Esto puede ser un elemento de juicio (no debe ser el único, desde luego) para decidir el
destino de ayudas económicas por parte de la Administración (aquí se produce lo que se denomina efecto Mateo, es
decir, que el que más tiene -publicado-, más recibe, y el que menos tiene -publicado-, menos recibe). Otra
posibilidad puede ser observar en qué revistas aparece un determinado tema. Cuando aparece un tema de interés
(por ejemplo, hace pocos años comenzaron a publicarse los primeros trabajos sobre SIDA en las revistas de
Medicina, o trabajos de Medio Ambiente en revistas de diversas disciplinas), este tema se encuentra diseminado en
muchas revistas, pero con el tiempo se suele observar que van apareciendo canales específicos para tratarlo; es
decir, van apareciendo revistas especializadas en temas concretos. Así, se puede seguir el proceso de
configuración y de institucionalización de nuevas disciplinas.
Un rasgo fundamental de la ciencia moderna es que se hace en colaboración. CRANE (1972) señala que la ciencia
hoy día es tanto un proceso cognitivo como un proceso social. Para Rosa SANCH (1990), desde una perspectiva
histórica y sociológica, la participación de varios autores en la elaboración de un trabajo es consecuencia de la
profesionalización de la comunidad científica. La colaboración es una de las características definitorias de lo que
se denomina Gran Ciencia (ver 2.2. l.) frente a la Pequeña Ciencia (ciencia artesanal de épocas pasadas). El
estudio de la colaboración aporta datos sobre la estructura social de la comunidad científica dedicada a una
disciplina científica o a un determinado tema. Esta estructura puede componerse de grandes grupos de
colaboración (que en Bibliometría se denominan colegios invisibles) o puede estar atomizada en forma de
pequeños grupos y de autores individuales. Por otro lado, es importante saber el nivel de colaboración. Esto se
averigua por dos vías: artículos firmados por un solo autor versus artículos firmados en coautoría, y número medio
de firmas por trabajo (índice de colaboración). El grado de colaboración es un interesante indicador. Se sabe que
a principios de siglo el número de artículos escritos en colaboración rondaba sólo el 20%, mientras que
actualmente la coautoría es la pauta casi masiva de la comunicación científica. Price pronosticaba en los años
sesenta que el trabajo individual desaparecería a finales de este siglo. Por supuesto, hay diferencias importantes

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CAPÍTULO 1

entre disciplinas científicas. Así, la colaboración en Química es muy superior a la colaboración en Filosofía. Pero
dentro de cada disciplina se observan cambios a través del tiempo en el nivel de colaboración, así como diferentes
grados de colaboración según escuelas o corrientes teóricas (por ejemplo, en Psicología el nivel de colaboración en
Psicoanálisis es inferior al que se da en las comentes conductistas). La interpretación que puede darse al grado de
colaboración es diversa. Dependiendo de la disciplina, el contexto v otros factores, el nivel de colaboración puede
indicar, por ejemplo, él grado de madurez de una ciencia. En Ciencias Sociales, este indicador suele tomar este
significado. Se entiende que a mayor grado de colaboración corresponde menor grado de especulación, lo que
indica la evolución de una ciencia hacia lo empírico y experimental. Por otro lado, el grado de colaboración puede
reflejar un mayor o menor grado de ayuda a la investigación, ya sea por parte de la Administración de las
empresas. Evidentemente, el hecho de que haya grandes inversiones en I+D (Investigación y Desarrollo) favorece
la formación de equipos de investigación. Cuando la ayuda es escasa o simplemente no existe, se hace una ciencia
más artesanal apoyada en la iniciativa individual.
Además de la colaboración entre autores, a través de la firma conjunta de artículos es posible detectar redes de
colaboración entre instituciones y entre países, ya que en los artículos científicos figuran los datos de filiación
institucional.
En cuanto al análisis de materias, está claro que nos indica los temas de interés de la comunidad científica. Puede
localizarse el momento en que un tema nuevo aparece, su momento de máxima expansión y su declive; todo ello es
de sumo interés para los estudios sobre la ciencia. Es interesante rastrear cuándo aparece un tema que quizás era
rechazado por una determinada escuela teórica, y cómo ese tema puede transformar radicalmente a esa escuela. En
Psicología, por ejemplo, esto ha ocurrido con el conductismo. En las últimas décadas, los temas cognitivos han ido
penetrando en esta escuela hasta hacerla casi irreconocible en la actualidad si se compara con los presupuestos
teóricos que sostenía hace dos o tres décadas.
Los análisis de citas son un instrumento importante para estudiar el consumo de información científica y para
detectar los autores, trabajos y revistas que más impacto tienen en la comunidad científica. Esto es importante
tanto para evaluaciones que sirven para la política científica de los países, como para la planificación de unidades
de información. Si hablamos de autores científicos, está claro que no es lo mismo ser muy productivo (es decir,
publicar mucho) que ser muy citado, aunque suele haber correlación. Intuitivamente, nos parece más útil medir la
importancia de la obra de un autor por el número de citas que recibe de sus colegas que por la cantidad de artículos
publicados en revistas. De todas formas, estas evaluaciones son peligrosas cuando se abusa del elemento
cuantitativo, dando a veces lugar a claras injusticias en la valoración de autores, valoración que puede conllevar
decisiones de concesión de subvenciones o de otro tipo de ayudas. Menos peligroso es detectar el impacto de las
revistas a efectos de planificar un centro de documentación, ya que las revistas más citadas son, en principio, las
más utilizadas por los científicos, con lo cual cuando tenemos que hacer una valoración de un conjunto de revistas
al objeto de hacer una escala de prioridades, un análisis de citas puede ser de suma utilidad. Piénsese que ese
análisis nos proporciona rápidamente el núcleo de revistas (o de libros) más utilizadas por una determinada
comunidad científica, o por un determinado grupo profesional.
Otra utilidad de estos análisis estaría en analizar las referencias que emite un autor importante para saber qué
influencias ha recibido. 0, tratándose de un autor eminente, ver las citas que recibe de sus colegas. Ambas
aplicaciones son de interés para la Historia y la Sociología de la Ciencia. Pueden verse otras aplicaciones en el
capítulo 4.
Para hacer un análisis de citas se parte de la lista de referencias bibliográficas que proporcionan los artículos
científicos. Esto proporciona datos de la relevancia de los autores, obras y revistas, como se ha dicho, pero
también de la obsolescencia de la información científica, del tipo de documento más utilizado (por ejemplo, hay
diferencias entre los documentos utilizados por los científicos y los tecnólogos), del idioma más consultado en las
diversas disciplinas, etc. La mayoría de los análisis de citas se realiza a través del Science Citation Index y del
Socíal Science Citation Index (ver figura 3.2.), repertorios elaborados por el Institute for Scientific Information
(I.S.I.) de Filadelfia institución que juega un importantísimo papel en los estudios sobre la ciencia a través de estos
repertorios y de informes que elabora sobre el estado de la ciencia en el mundo.

3.2. METODOLOGÍA PARA LA REALIZACIÓN DE UN ESTUDIO BIBLIOMÉTRICO

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CAPÍTULO 1

A la hora de realizar un trabajo bibliométrico, se suelen analizar los siguientes aspectos: productividad,
colaboración, materias y citas.

3.2.1. Productividad

3.2.1.1. Evolución temporal de la productividad

Si se trata del estudio de un tema a través de una base de datos, se localizan los trabajos publicados por año, viendo
de esta forma la evolución que el tema ha tenido (si ha crecido el interés, si ha declinado o si se mantiene estable
durante un período de tiempo). En algunos temas, es posible ver una explosión informativa en pocos años, como
puede ser los casos antes mencionados del SIDA o del Medio Ambiente. Suelen recogerse estos datos en una tabla
en la que aparecerán las siguientes columnas: año, numero de trabajos publicados, porcentaje de trabajos del año
con respecto al total de trabajos a lo largo del tiempo que abarca el estudio, y porcentaje acumulado.
Posteriormente, debe elaborarse un gráfico de líneas donde se vea claramente cuál ha sido la evolución temporal.
El mismo esquema servirá para el estudio bibliométrico de una revista.

3.2.1.2. Productividad de autores

3.2.1.2.1. Distribución de autores según su número de firmas

Se elabora una tabla con las siguientes columnas: firmas/autor, nº de autores con n firmas, % de autores, %
acumulado de autores, nº de firmas (columna 1 x columna 2), % de firmas, y % acumulado. Ver tabla 3.2.
El número de firmas que tiene un autor es el número de ocurrencias o número de veces que aparece en una base de
datos, en una revista, etc. Es decir, se trata de computar cuántas veces aparece como firmante un determinado
autor.
A continuación, las columnas 1 y 2 sirven para hacer un gráfico y para comprobar el grado de cumplimiento con la
ley de Lotka (An = A1 / n2 ). Es decir, partiendo del número de autores con una firma, se contrasta el número real
de autores con dos, tres, cuatro... firmas, con el número de autores que predice la Ley de Lotka: A1 / 22 , A1 / 32 ,
A1 / 42 ... En el próximo gráfico se representan los siguientes valores:

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CAPÍTULO 1

3.2.1.2.2. Distribución de autores por zonas de productividad (áreas de Bradford)

Se distribuyen los autores por número de firmas. Supongamos que nos encontramos con 300 autores que aportan
600 firmas, y que la distribución fuera la siguiente:

Autores con 1 firma: 190 aportan 190 firmas


Autores con 2-4 firmas: 80 aportan 200 firmas
Autores con 5 o más firmas: 30 aportan 210 firmas

3.2.1.2.3. Autores más productivos

En el epígrafe anterior se recogían datos exclusivamente numéricos. Ahora se trata de hacer una relación en la que
figuren los nombres de los autores más productivos (por ejemplo, el núcleo, o si son demasiados se decide un
número de firmas a partir del cual elaborar la relación). En la relación, las columnas serán las siguientes: nombre
del autor, institución a la que pertenece, número de firmas y porcentaje de firmas. Se van rellenando los datos
comenzando por el autor más productivo y continuando en orden decreciente de productividad. Quedaría como en
la tabla 3.3.

Tabla 3.3.

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CAPÍTULO 1

Dada la importancia que la colaboración ha adquirido, se ha hecho conveniente completar el concepto de


productividad con algún elemento que recoja también la colaboración. Así, se ha llegado al concepto de
productividad fraccionario. Si un autor, por ejemplo, tiene 11 firmas, su productividad es 11, y su índice de
productividad (logaritmo de su productividad; en este caso, logaritmo de 11), 1,04. Ahora consideremos los
artículos que tiene realizados individualmente y los que ha realizado en colaboración. Supongamos que tiene 5
artículos que firma solo, 3 artículos firmados con otro autor, 2 artículos firmados con otros 2 autores, y 1 artículo
firmado con otros 3 autores. Como su grado de aportación en cada caso es distinto, podemos cuantificarlo
fácilmente dividiendo 1 por el número de firmas de cada artículo. 0 sea, este autor interviene en:

5 artículos de 1 firma: 5 x 1/1 = 5,00


3 artículos de 2 firmas: 3 x 1/2 = 1,50
2 artículos de 3 firmas: 2 x 1/3 = 0,66
1 artículo de 4 firmas: 1 x 1/4 = 0,25
----------------------------------------------
PRODUCTIVIDAD FRACCIONARIA: = 7,41

Por tanto, para este autor tenemos una productividad fraccionaría de 7,41. Su índice deproductividad fraccionaria
será 0,87 (logaritmo de 7,41).
Una vez que hemos averiguado para cada autor la productividad y su grado de colaboración, debemos hacer un
listado en el que consten las columnas: autor, nº total de firmas, artículos que firma solo, artículos que firma en
colaboración, índice de productividad, productividad fraccionaría, índice de productividad fraccionaría. Quedaría
como sigue:

Tabla 3.4.

3.2.1.3. Productividad institucional

3.2.1.3.1. Distribución de instituciones por número de trabajos aportados

En la recogida de datos para la realización del estudio bibliométrico, se tomarán las afiliaciones institucionales de

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CAPÍTULO 1

los autores. Después de hacer el cómputo de todas las instituciones, se elabora una tabla de distribución de las
instituciones por firmas aportadas, análoga a la tabla 3.2., pero ahora en la columna 1 aparecerán
trabajos/institución, y en la 2 el número de instituciones con n trabajos (o firmas). El resto son los porcentajes de
instituciones y trabajos.

3.2.1.3.2. Distribución de instituciones por zonas de productividad (áreas de Bradford)

Se opera de la misma forma que en autores, dividiendo a las instituciones por áreas de productividad, y realizando
el mismo gráfico por áreas, donde ahora aparecen las instituciones.

3.2.1.3.3. Instituciones más productivas

Se elabora la relación de las instituciones más productivas (núcleo), seguida del número y porcentaje de firmas
aportadas.

3.2.1.3.4. Tipología institucional

Es interesante clasificar las instituciones por tipos. Por ejemplo, si estamos realizando un trabajo bibliométrico
sobre una o varias revistas de Documentación, los autores que escriben pertenecerán a universidades, empresas o
bibliotecas y unidades de información de la Administración (centros de ministerios o consejerías, bibliotecas
municipales, etc.). Se elabora, por tanto, una tipología sencilla y se representa en un gráfico por sectores o por
columnas para que se vea fácilmente el peso específico de cada sector en la productividad científica.
Se pueden recoger otras facetas de la productividad. Así, puede ser interesante estudiar la productividad por
revistas, por sexos viendo cómo la creciente participación de la mujer se refleja en la productividad de los autores,
por países, por idiomas o por cualquier otro parámetro que queramos estudiar. Se elaborarían las mismas tablas y,
cuando procediera, se representarían los datos por áreas de productividad (gráficos tipo Bradford como los que se
han visto para productividad de autores y de instituciones).

3.2.2. Colaboración

3.2.2. 1. Distribución de artículos por número de firmas

Se trata de elaborar una tabla con las siguientes columnas: firmas/ artículo, nº de artículos con n firmas, porcentaje
de la columna anterior, porcentaje acumulado, nº total de firmas (columna 1 x columna 2), porcentaje de la
columna anterior y porcentaje acumulado. Pongamos un ejemplo concreto. Se trata de un caso real de un estudio
bibliométrico sobre artículos de revista de un área de Psicología: Modificación de Conducta. Tenemos 337
artículos en los que figuran un total de 648 firmas, con la siguiente distribución:

Tabla 3.5.

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CAPÍTULO 1

Enseguida vemos que aproximadamente la mitad (47,48%) de los artículos están firmados por un solo autor, y en
consecuencia algo más de la mitad están realizados en colaboración. Si tomamos los artículos de 1 y 2 firmas,
llegamos a las tres cuartas partes del total de los artículos (77,15%). Estas cifras, comparadas con las que se
manejan en ciencias experimentales reflejan un bajo nivel de colaboración. Sin embargo, además de constatar
esto, también hay que comparar las cifras con otros estudios bibliométricos realizados en este campo (Psicología).
Si las diferencias dentro del campo son grandes, deben indagarse las causas.

3.2.2.2. Indice de colaboración

Pero el indicador más utilizado para referirse al grado de colaboración es el índice de colaboración, más cómodo
de utilizar puesto que se trata de una única cifra que indica qué número de firmas por término medio ha intervenido
en los artículos o trabajos. En el ejemplo anterior, tenemos:

Indice de colaboración (I.C.) = 648 firmas / 337 artículos = 1,92

Igualmente, debemos comparar este índice de colaboración con otros obtenidos dentro del mismo campo científico,
y explicar las causas de las diferencias, si las hubiera. Recordemos que puede haber más de una interpretación, o
más de una causa concurrente para explicar un nivel de colaboración. La hipótesis de Hirch y Singleton dice que
el índice de colaboración refleja la ayuda económica que se le da a la actividad que se está investigando. Por el
contrario, Berelson habla de que el mayor grado de colaboración indica un mayor grado de madurez de la ciencia,
vía institucionalización y reducción del margen de especulación, permitiendo hablar de disciplinas de palabras y
disciplinas de datos.
Por último, dentro de este apartado, cabe ver en el estudio que estemos realizando cómo ha ido evolucionando el
índice de colaboración a través del tiempo. Si abarcamos varios años, detectaremos diferencias, normalmente en el
sentido que venimos comentando. Es decir, a medida que pasan los años, el índice de colaboración va
aumentando. Simplemente se trata de hacer un gráfico de líneas; en el eje X figurarán los años, y en el eje Y, el
índice de colaboración.

3.2.2.3. Detección de los grupos de colaboración o colegios invisibles

Como hemos señalado anteriormente, la ciencia de nuestros días se hace en colaboración. Por tanto, es
conveniente estudiar su estructura social. Un trabajo bibliométrico debe ocuparse también en detectar cuáles son
los grupos de colaboración o colegios invisibles que se establecen en su campo de estudio. La expresión colegios
invisibles fue rescatada por Price en 1961. Originalmente, designaba el nombre de un club científico (Invisible
College) que en la Inglaterra del siglo XVII dio lugar a la Royal Society. Price utilizó la expresión nuevos colegios
invisibles (que luego dejó en colegios invisibles) para referirse a grupos de científicos ocupados en áreas
semejantes de investigación, que mantienen contactos informales entre sí, y que intercambian información por
medios distintos de la literatura impresa. Estos grupos dirigentes fijan la temática, los métodos y la terminología

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CAPÍTULO 1

en cada momento, difundiéndolos en las revistas más prestigiosas y organizando reuniones y congresos nucleares
(LÓPEZ PIÑERO, 1972).
Metodológicamente, en 1966 Price y Beaver sugirieron estudiar la colaboración a través de la autoría conjunta de
artículos, considerando que los autores que firman conjuntamente mantienen un cierto grado de vinculación, sea
entre sí o sea indirectamente mediante otro autores que hayan trabajado con sus colaboradores. Esta concepción da
lugar a considerar la firma conjunta de artículos como criterio de inclusión en el mismo colegio invisible, colegio
que será encabezado por el autor con mayor número de firmas. De manera que si el auto A y el autor B firman
conjuntamente, pertenecen al mismo colegio o grupo de colaboración. Si C firma con B, aunque no firme
directamente con A, pertenece al mismo colegio de A, y así sucesivamente.
La tarea en este apartado consiste, por tanto, en detectar todos lo colegios invisibles. Una vez detectados, debe
hacerse constar el número de colegios y el número de autores que no están incluidos en ningún colegio (serán
autores que siempre firman solos). Además, deben relacionarse los colegios por orden de número de autores,
recogiendo los siguientes datos: número de autores, número de artículos, número de firmas y relación de los
autores, con su número de firmas. La relación quedaría así:

COLEGIO NÚMERO 1. 12 autores, 30 trabajos, 48 firmas.

PÉREZ GONZÁLEZ, E. (11 firmas). Universidad Complutense.


MÚÑOZ GÓMEZ, A. (10)
GONZÁLEZ PÉREZ, M. (7)
LÓPEZ PASCUAL, J. (4)
SOS PUENTE, R. (3)
VALLEJO ROA, M. (3)
ROCA FERNÁNDEZ, I. (2)
NOGUEIRAS RUÍZ, F. (2)
LÓPEZ MÚÑOZ, G. (2)
GARCÍA PÉREZ, L. (2)
FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, A. (1)
GÓMEZ FUENTES (E.) (1)

COLEGIO NÚMERO 2. 10 autores, 25 trabajos, 39 firmas.

...

...

Posteriormente, se representan gráficamente los colegios más importantes en cuanto al número de miembros, de
firmas y de artículos (no tiene sentido representar gráficamente los colegios muy pequeños). Un gráfico de colegio
invisible sería como el que se representa a continuación. Debajo de cada autor aparece entre paréntesis su número
de firmas.

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3.2.3. Análisis de materias

Se trata ahora de estudiar los temas que han interesado a los autores que componen la población de
nuestro estudio bibliométrico. El mayor problema que puede encontrarse aquí es la categorización o
establecimiento de las materias sobre las que versan los artículos o trabajos objeto de nuestro análisis. En muchos
casos, la categorización tiene que ser realizada ad hoc, y esto puede ser muy trabajoso. Cuando podemos
aprovechar una tabla de materias va elaborada, solamente tenemos que asignar las frecuencias observadas en cada
materia o categoría. Cuando la frecuencia sea demasiado baja, o bien tendremos que proceder a reagrupar dos o
más categorías en una, o bien, los restos que tengamos y que ya no sea posible incluir en ninguna otra categoría,
tendremos que recogerlos en una especie de cajón de sastre que será la categoría otras materias o varias. Piénsese
que si estamos ante un estudio bibliométrico que recoge cientos o incluso miles de trabajos, no sería cómodo
representar gráficamente varias materias cuyas frecuencias observadas sean un número muy bajo. Es decir, no
vamos a mantener una categoría para incluir en ella uno o dos trabajos. Por eso tiene sentido la reagrupación de
materias. La representación de las materias se realizará en sectores o en columnas (histograma).

3.2.4. Análisis de citas

Cuando los autores publican sus trabajos, se refieren a trabajos anteriores que están relacionados con los mismos
temas. Pueden estudiarse las referencias que dan las revistas científicas (o los libros, o los artículos) y las citas que
reciben. Este estudio revelará conexiones entre autores, grupos de investigadores, temas de estudio, países, etc.
Además, la eminencia o el impacto que los autores, obras, revistas, etc., tienen en la comunidad científica puede
medirse a través de este instrumento, siempre teniendo en cuenta, como venimos insistiendo, que estas medidas no
pueden ser un elemento de juicio único y absoluto (en base a esta óptica precisamente puede hablarse de un
auténtico mercado de citas, como denuncia Nuria Amat).
El análisis de citas se realiza a través de cómputos de las referencias dadas por los trabajos y de las citas recibidas
por los autores, obras, etc. A partir de aquí se elaboran sencillas medidas para obtener indicadores sencillos. Por

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CAPÍTULO 1

ejemplo, el factor de impacto de una revista vaciada por el Institute for Scientific Information (ISI), es la tasa de
citas bibliográficas obtenidas por artículo publicado, resultante de dividir (a) la cantidad de citas recibidas cada
año por la revista, destinadas exclusivamente a los artículos que ha publicado la misma durante los dos años
anteriores al de la citación¡, por (b) el número total de estos mismos artículos (FERREIRO, 1993). Otro
indicador sencillo de obtener es el índice de visibilidad de un autor. En 1965, Platz demostró que la distribución
citas/autor sigue la ley de Lotka (LÓPEZ PIÑERO y TERRADA, 1992). A partir de aquí, propuso el logaritmo de
las citas recibidas como índice de visibilidad. Si queremos medir el grado de aislamiento de una disciplina
científica en un país, podemos calcular el índice de aislamiento (LOPEZ PINERO TERRADA, 1992) a partir del
tanto por ciento de referencias que corresponden a publicaciones del mismo país que las publicaciones citadoras.
También a través de las citas pueden rastrearse asociaciones temáticas y conexiones entre autores, trabajos y
revistas a través de la técnicas del enlace bibliográfico (trabajos que incluyen referencia bibliográficas comunes) y
de la cocitación (trabajos que son citados simultáneamente por un mismo trabajo citante). Esta última técnica da
1ugar a la elaboración de mapas de citas conjuntas que reflejan conexiones entre diversos campos científicos. Se
parte del supuesto de que dos publicaciones que poseen referencias comunes están bibliográficamente relacionadas
y, por tanto, hay conexión entre ellas en cuanto al campo de conocimiento al que pertenecen; y, por otro lado,
desde el supuesto de que en dos trabajos que son citados simultáneamente por otro también hay algún grado de
conexión.
Es necesario distinguir entre referencias y citas. Price lo explica así: Sí el trabajo R contiene una nota
bibliográfica que utiliza y describe otro trabajo C, entonces R contiene una referencia a C, y C recibir una cita de
R. Para hacer un análisis de citas podemos realizar un estudio bibliométrico empleando las referencias
bibliográficas que dan los trabajos que estarnos analizando, o podemos acudir al Social Science Citation Index o al
repertorio español Indice Médico Español, que dedica un volumen anual a las citas recibidas por los autores
médicos españoles y hacer un análisis de citas.
El sistema de referencias permite al autor escribir artículos concisos y sin repeticiones (SANCHO, 1990), ya que
las citas que recibe la literatura primaria implican una conexión entre los documentos citantes y los citados, a
través de la cual los primeros reconocen que los segundos son adecuados para ser citados. No está claro qué parte
de la cita se debe a la calidad del trabajo citado y qué parte a otros factores. Weinstock (tomamos la información
de Rosa Sancho) expone las siguientes razones para citar: 1) como homenaje a los pioneros en un campo temático,
2) para acreditar o confirmar trabajos relacionados, 3) para desarrollar ideas, conceptos, métodos iniciados en
trabajos previos, 4) como soporte, el artículo citado proporciona evidencia adicional a las conclusiones, 5) para
identificar métodos, equipos, ecuaciones, etc., 6) para comparar un método relativo a un fenómeno diferente que se
juzga análogo, 7) para demostrar que se han leído y se conocen las teorías anteriores, 8) para corregir o criticar
trabajos previos propios o ajenos, 9) para corroborar datos, constantes físicas, etc. En el capítulo 5 (Críticas y
límites) aparecen otras razones menos confesables.
Los resultados de estos análisis se darán en forma de tablas donde figurarán, por orden en cuanto al número de
citas recibidas, los autores, revistas, instituciones, etc. Análogamente a como se procede con la productividad, se
puede hacer una división por zonas, ahora con el criterio de las citas recibidas, y representar gráficamente por áreas
de Bradford. En las diferentes zonas figurarán número de autores (o revistas) y número de citas recibidas.

CAPÍTULO 4

APLICACIONES DE LA METODOLOGÍA BIBLIOMÉTRICA

4.1. CONDICIONES PARA LA UTILIZACIÓN DE LA METODOLOGÍA BIBLIOMÉTRICA

Antes de comentar las posibles aplicaciones de los métodos bibliométricos, conviene advertir que el empleo de
indicadores cuantitativos para la evaluación de la actividad científica ha de hacerse con sumo cuidado, ya que son
cifras que deben interpretarse sobre la base de un profundo conocimiento del campo en el que se aplican.
LÓPEZ PIÑERO y TERRADA (1992) señalan ocho condiciones para la utilización de indicadores bibliométricos:
1) Es necesario asociar los indicadores bibliométricos a las valoraciones de los expertos. No cabe refugiarse en los

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CAPÍTULO 1

indicadores bibliométricos como en una supuesta coartada objetiva. Esto equivaldría a evadirse de las propias
responsabilidades a la hora de emitir un juicio, que hay que defender con más argumentos que la mera utilización
de cifras.
2) Los indicadores bibliométricos tienen distinta importancia y significado en los diversos campos de la ciencia,
debido a que las pautas de publicación cambian de un campo a otro. Por ello, no deben extraerse conclusiones
precipitadas de un indicador bibliométrico. Tomemos como ejemplo el número de citas que recibe un autor.
Debido a que la media del número de referencias bibliográficas que dan los artículos científicos cambia de una
disciplina a otra, la pro habilidad de ser citado un número de veces también cambia, por lo que una valoración
comparativa entre dos autores de disciplinas distintas basada en este criterio sería injusta.
3) La validez y fiabilidad de un indicador bibliométrico debe someterse a un riguroso examen crítico. Es decir,
debemos tener claro que determinado indicador mide lo que realmente queremos medir (por ejemplo, si el número
de citas que recibe un autor es realmente un indicador de su impacto en la comunidad científica). Asimismo,
debemos estar razonablemente seguros de que las fuentes de información que utilizamos son representativas para
el tema que pretendemos estudiar.
4) De un solo indicador bibliométrico no deben extraerse criterios sólidos para la evaluación. Para MORAVCSIK
(1989), la actividad científica está inmersa en una compleja red de actividades y factores relacionados. Esta red es
multidimensional; es decir, no puede representarse en forma de proceso lineal en el que un elemento es la única
causa del siguiente. Por tanto, a la hora de hacer evaluaciones debe utilizarse el máximo número posible de
indicadores. López Piñero y Terrada comparan los indicadores bibliométricos con los indicadores clínicos. Igual
que con un solo indicador clínico aislado no es posible hacer un diagnóstico, un solo indicador bibliométrico no
debe servir para evaluar la actividad científica de personas, instituciones o países. Desde estas evaluaciones
pueden tomarse decisiones que tienen a veces graves repercusiones sociales para las personas, instituciones o
países afectados, ya que en base a ellas pueden concederse o retirarse ayudas económicas, plazas académicas, etc.
5) Los indicadores bibliométricos solamente pueden interpretarse refiriéndolos a patrones cuantitativos de la
comunicación escrita. En este punto, López Pifíero y Terrada rechazan las intuiciones y la especulación. Para
ellos, no pueden interpretarse los indicadores cuantitativos de triglicéridos o transaminasas sin tener el suficiente
conocimiento de los patrones biológicos ni la suficiente formación médica. Lo mismo ocurriría con los
indicadores bibliométricos. En este punto, nos permitimos disentir ligeramente, va que una cosa es advertir que la
interpretación de valores cuantitativos necesita la formación adecuada y otra pretender que los valores cuantitativos
no tienen nada que ver con procesos cualitativos. Si se recurre a indicadores cuantitativos no es por una especie de
manía cuantificadora, sino porque suponemos que nos aportan información valiosa acerca de una realidad
cualitativa (siempre que la interpretación de los indicadores cuantitativos sea correcta), para lo que hace falta un
conocimiento cualitativo de los procesos y realidades que se estudian. Cabe decir con KRAGH (1987) que toda
cuantificación de la ciencia supone una comprensión de la naturaleza de la misma.
6) Los marcadores bibliométricos son siempre relativos un indicador bibliométrico carece de sentido si no se
relaciona explícitamente con el área de cobertura de la base de datos o repertorio del que procede y si no se
indica claramente el periodo al que se refiere.
7) Algunos marcadores bibliométricos estándar son de aplicación bastante general. Pero normalmente la
evaluación exige recurrir a marcadores específicos, que suelen tropezar con obstáculos conceptuales y técnicos.
8) Existen marcadores bibliométricos que se obtienen y se interpretan fácilmente. Pero otros son bastante más
complejos de obtener y manejar y deben estar reservados a especialistas.

4.2. APLICACIONES DE LA METODOLOGÍA BIBLIOMÉTRICA

En cuanto al ámbito documental en el que cabe aplicar las técnicas bibliométricas, hay que destacar su amplitud.
Dado que estas técnicas se ocupan de comunicación escrita, la tipología de documentos puede ser muy variada:
libros, artículos de revista, revistas de resúmenes, tesis doctorales, literatura de congresos, patentes, etc.; ya sea en
soporte papel o en bases de datos.
En cuanto a los campos temáticos, en líneas muy generales puede decirse que son dos: planificación y diseño de
servicios de centros de información (bibliotecas, centros de documentación o cualquier otro tipo de unidad
informativa) y aplicaciones en el ámbito de la Ciencia v la Tecnología.

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CAPÍTULO 1

Señalaremos once campos básicos de aplicaciones de la metodología bibliométrica:

4.2.1. Planificación de bibliotecas Y centros de documentación

Como se ha indicado anteriormente, a la hora de planificar un centro de documentación o una biblioteca, los
estudios bibliométricos nos aportan datos muy valiosos. MIJAILOV, CHERNII y GUILIAREVSKII (1973)
comentan, en base a un informe realizado en Estados Unidos, que está demostrado que para satisfacer del 90 al
95% de las demandas que presentan los lectores de la biblioteca de una escuela de medicina, se necesita un fondo
de 70000 a 90000 tomos, mientras que para cubrir el 1 00% de las mismas harían falta entre 400000 y 500000
tomos. PRICE (1 973) se refiere a un estudio ya clásico de Urquhart basado en 53.000 peticiones de préstamo
servidas en la Science Library de Londres, a partir de un fondo de 9.120 revistas. Los resultados del estudio
indicaron que con menos del 10% de los fondos se atendió el 80% de la demanda. Este tipo de estudios es
utilísimo para tomar decisiones respecto a suscripciones de revistas o adquisición de libros, ya que normalmente
una biblioteca o centro de documentación no tiene recursos ¡limitados (de espacio, de presupuesto, de personal,
etc.) y debe establecer una escala de prioridades. Con frecuencia, en muchas bibliotecas y centros de
documentación muchas revistas que suponen un gran coste no son nunca o casi nunca consultadas por los usuarios,
faltando por otro lado revistas más necesarias.
Supongamos que se va a crear un nuevo centro de documentación sobre Medio Ambiente. Cómo podríamos
determinar la colección de revistas más idónea teniendo en cuenta los límites que tenemos (presupuesto, espacio,
etc.)? Podríamos hacer previamente varias consultas a bases de datos que sepamos que tienen información sobre el
tenia (los catálogos de bases de datos nos darán la pista de las bases que debemos consultar). A partir de aquí, será
fácil hacer un cómputo de las revistas más productivas en este área de investigación y elaborar una lista de las
mismas ordenadas de mayor a menor productividad. Si, además, hacemos un análisis de las referencias
bibliográficas proporcionadas por la literatura especializada, podríamos ver las revistas de más impacto (más
citadas) en el tema de Medio Ambiente, con lo cual podemos hacer otra lista con las revistas ordenadas de mayor a
menor número de citas recibidas. Tenemos dos listas que podemos cotejar y de las que podremos extraer la lista
definitiva con la seguridad de que atenderemos con un porcentaje relativamente bajo de suscripciones (por
ejemplo, núcleo y parte de la primera zona de las revistas ordenadas con la valoración que hayamos hecho) la casi
totalidad de las potenciales demandas de los usuarios.
Otro ejemplo de aplicación de estas técnicas lo tendríamos en base a la obsolescencia de la literatura científica
(segunda ley bibliométrica). En este caso, recurriríamos a las referencias bibliográficas para ver cuáles son los
años citados. Muchos centros (en realidad, todos) tienen problemas de espacio, pero algunos tienen la posibilidad
de almacenar documentación en locales alejados del propio centro, sin necesidad de deshacerse de dicha
documentación. ¿Qué criterio seguir? Lógicamente, trasladar a esos locales la documentación que raramente va a
ser utilizada (estamos partiendo del supuesto de que tiene que ser conservada). Si podemos estudiar la
obsolescencia de la documentación utilizada (la vida media de las referencias bibliográficas), vamos a poder
observar que un elevado porcentaje de la literatura utilizada tiene un corto número de años, y es muy posible
también en este caso que con pocas publicaciones, ahora con el criterio de la antigüedad, podamos atender un
elevadísimo porcentaje de las peticiones.
Por tanto, es claro que los estudios bibliométricos pueden ayudar a la elaboración de una política de adquisición de
fondos, de descarte de fondos y distribución de presupuestos. JIMÉNEZ-CONTRERAS et. al. (1994) y VA-LLS
(1993) ilustran este tipo de aplicaciones referente a la evaluación y a la determinación de una colección de
revistas. Brookes (tomado de FE@IRO, 1993) apunta las siguientes aplicaciones concretas de la ley de Bradford
para el ámbito de los centros de información:
1 . Cálculo de coste de adquisición de las revistas científicas que publican una cantidad suficiente (a juicio
de los expertos) de trabajos sobre un tema determinado.
2. Determinación de la fracción de una cobertura temática supuestamente completa que podría obtenerse
para un determinado presupuesto de gastos.

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CAPÍTULO 1

3 . Distribución óptima de colecciones de revistas entre una biblioteca central y otras coordinadas.
4. Subdivisión física de fondos documentales de acuerdo con la reiteración que se hace de su uso.
5. Cálculo de la cobertura documental facilitada por publicaciones periódicas secundarias (resúmenes) de
la misma o parecida temática.
6. Cálculo de la cobertura documental con que debe contar un servicio de fotodocumentación.
7. Predicción de las tendencias de publicación de trabajos sobre temas específicos.

4.2.2. Estudios de usuarios

Las técnicas bibliométricas pueden ser de gran ayuda para los estudios de usuarios. Lógicamente, los autores de la
literatura científica son también consumidores de la misma. Las referencias bibliográficas que aportan en sus
trabajos pueden servir para determinar las revistas y los libros fundamentales para una disciplina científica o
tecnológica. Además de que estos datos sirven para la determinación de los fondos de un centro y para el diseño
de nuevos servicios (FERREIRO, 1993), también pueden utilizarse para el estudio de las pautas de comunicación y
consumo de la literatura científica por parte de los investigadores. SANZ (1994) considera a la Bibliometría una
disciplina precursora de los estudios de usuarios. Estos estudios pueden servir (MENZEL, 1966) para diseñar
políticas y sistemas de información. A partir de los años cincuenta se han realizado estudios de usuarios para
analizar los tipos de canales de información utilizados por científicos y tecnólogos.

4.2.3. Evaluación y planificación de actividades y políticas científicas

Como se ha mencionado anteriormente, los datos obtenidos de los estudios de productividad e impacto, de autores
y de instituciones, son elementos de juicio a tener en cuenta a la hora de canalizar ayudas económicas y de
racionalizar los recursos I+D. Ya hemos insistido en que para valorar la labor científica e investigadora no pueden
utilizarse sólo indicadores bibliométricos, puesto que una metodología de este tipo utilizada sin el contrapeso de
elementos cualitativos de valoración, puede ser aberrante.
CALLON et al. (1995) incluyen en su libro un epígrafe titulado Evaluación de la eficacia de la gestión de la
investigación. La existencia en los organismos dedicados a la investigación (públicos o privados) de fichas que
recogen datos de las investigaciones (título, palabras clave, etc.) permite la detección de palabras asociadas, y a
través de esta detección la identificación precisa de temáticas, de sinergias dentro de estas temáticas o de empleo
duplicado de recursos. Asimismo, es posible la mejora en la adecuación de la estructura organizativa de los
organismos de investigación a la estructura de la investigación.
También la metodología bibliométrica puede servir para la evaluación de calidad de las revistas científicas,
insistiendo en que el impacto de una revista medido a través de las citas recibidas es un dato más a tener en cuenta,
pero no el único.
Dobrov y Korenni (citados por LÓPEZ PIÑERO, 1972) han aplicado los estudios sobre productividad de autores a
la determinación óptima de institutos de investigación.

4.2.4. Estudios sobre la ciencia

Sobre todo en Historia y Sociología de la Ciencia. Los historiadores y sociólogos de la Ciencia son cada vez más
sensibles a estos métodos, que complementan los métodos cualitativos tradicionales. A veces, un estudio
bibliométrico corrige errores de percepción por parte de los estudiosos de una disciplina. Por ejemplo, si hay una
aceptación generalizada de que determinado autor ha sido o es fundamental para una escuela de pensamiento, pero
un análisis de citas nos revela que a ese autor se le cita mucho menos que a otros, ese dato llevará si no a la
negación sí al cuestionamiento de la aceptación inicial, o a explicar por qué si el autor es tan importante no es
citado (ver 5.1). Los estudios bibliométricos están siendo utilizados para la reconstrucción de la Historia de la
Ciencia, cuestionando dogmas tradicionales y corrigiendo frecuentemente errores de percepción firmemente
asentados.

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CAPÍTULO 1

Igualmente, dentro del apartado de Sociología de la Ciencia, los estudios bibliométricos aportan datos valiosos
sobre la comunicación científica. El estudio de las referencias puede poner de manifiesto ciertos problemas de la
comunicación, tales como el aislamiento o apertura hacia el exterior (tanto desde el punto de vista geográfico
como temático), la difusión de las nuevas ideas; la existencia de barreras entre las ciencias aplicadas y las
básicas, o ante los especialistas y la comunidad científica a la que pertenecen, etc. (FERREIRO, 1993).

4.2.5. Investigación científica

Cada vez son más las investigaciones sobre las distintas disciplinas científicas que o son totalmente bibliométricas
o incorporan un estudio bibliométrico dentro de la investigación. Las disciplinas que en España han recibido más
atención por parte de los bibliómetras están relacionadas con la configuración de los tres grupos que se
comentaban en 1.2. El primer grupo (López Piñero, Terrada), de Valencia, realiza estudios de Medicina. Este
grupo influye en Helio Carpintero, de Psicología, que en aquella época (principios-mediados de los setenta)
también está en Valencia. Por tanto, la Psicología recepciona estos métodos y los impulsa claramente. Y, por fin,
otro conjunto de materias está en tomo al grupo del I.C.Y.T. (Pérez Alvarez-Ossorio, Lara Guitard), y se ocupa de
Química, Física, Botánica y Ciencia de los Materiales, principalmente. En el apéndice presentamos un breve
estudio sobre Tesis Doctorales presentadas en España con metodología bibliométrica.
De todas formas, la aplicación de los métodos bibliométricos está todavía poco extendida en nuestro país, en gran
parte por desconocimiento y en gran parte porque los profesionales que podrían sacarle provecho por estar en el
mundo de la Documentación (bibliotecarios, documentalistas) proceden del ámbito de las letras y sienten algo muy
parecido a una fobia ante los números, las tablas, los gráficos y todo el aparato bibliométrico.

4.2.6. Búsqueda de información y estado de la cuestión en disciplinas científicas

Aunque no es su objetivo primario, sí puede considerarse que secundariamente un estudio bibliométrico puede
servir para la búsqueda bibliográfica de información, ya que dicho estudio incorporará normalmente un anexo con
el listado de documentos que ha constituido su población de estudio. Por otra parte, está la indagación sobre lo que
suele denominarse el estado de la cuestión en una disciplina, un tema, una tecnología, etc. La consulta de un
estudio bibliométrico puede dar mucha información acerca de grupos de investigación dirigentes, empresas que
investigan sobre determinadas tecnologías (en un estudio bibliométrico sobre patentes), desarrollos tecnológicos en
los diversos países, lagunas en la investigación que pueden dar pistas para orientar nuevas investigaciones, etc.

4.2.7. Evaluaciones del profesorado y de centros universitarios

La productividad de los autores y las citas recibidas pueden ser elementos complementarios (¡nunca aislados!) en
las evaluaciones del profesorado. Qué duda cabe que una de las facetas que más se valoran en el currículum de los
aspirantes a plazas universitarias es la referida a publicaciones. Tanto para el momento de presentarse a la plaza
como para posteriores evaluaciones, los datos bibliométricos referidos a productividad y a citas pueden tener
interés. Repetimos que siempre estos datos deben tomarse con suma cautela, ya que aislados pueden dar lugar a
claras injusticias en la valoración.

4.2.8. Estado de la Tecnología y conocimiento del entorno industrial y empresarial

Cada año se conceden en el mundo un millón de patentes. Este volumen ingente de información aporta datos
valiosísimos sobre el desarrollo tecnológico-industrial. La Oficina Española de Patentes y Marcas ofrece entre sus
servicios la elaboración de dos tipos de documentos de gran interés para el conocimiento del estado de la
Tecnología: los Informes de Vigilancia Tecnológica y los Informes sobre el estado de la técnica. Los informes se
realizan a partir de la información obtenida de las bases de datos de patentes españolas y de todo el mundo.
Los datos de estos informes son de gran valor para las empresas, ya que pueden servir para orientar sus actividades

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CAPÍTULO 1

I+D, encontrar soluciones a problemas técnicos concretos, conocer nuevos productos y líneas de investigación,
decidir en qué países implantarse en momentos de expansión, conocer qué empresas se están dedicando a una línea
de productos o de investigación y en qué países están radicadas, etc.
CALLON et. al. (1995) hablan de vigilancia tecnológica, comentando el caso real de una empresa farmacéutica
que se lanza a trabajos sobre la enfermedad de Alzheimer. Dicha empresa realiza el análisis de patentes, tesis,
publicaciones científicas y coloquios sobre el tema.
De esta forma, detecta los temas de investigación y los laboratorios que trabajan sobre esta enfermedad, identifica
las estrategias de potenciales competidores y localiza equipos de investigación alejados de círculos médicos.
ALONSO y GRA (1994) realizan un análisis de la competencia en el sector de equipos médicos de
Neurotecnología, a partir de la base de datos Predicast PROMT, que contiene información sobre empresas,
mercados y tecnologías aplicadas en industrias de todo el mundo. Estos datos son de extraordinario valor para la
toma de decisiones de la empresa.
Este tipo de información es útil no sólo para las empresas, sino también para organismos nacionales (por ejemplo,
ministerios de industria) e internacionales. También los países pueden orientar mejor sus actividades I+D. El
gráfico 4. l., tomado de un informe de vigilancia tecnológica de la Oficina Española de Patentes y Marcas en el
área de Medio Ambiente, a partir de los datos de una base de datos internacional de patentes, da idea de qué tipo de
información puede extraerse de estos estudios.

4.2.9. Relaciones entre Ciencia y Tecnología

El procedimiento más usual para establecer las relaciones entre Ciencia y Tecnología es estudiar las referencias
que las patentes dan de los artículos científicos (CALLON et. al., 1995). Estas citas pueden ser proporcionadas por
los examinadores (expertos que hacen los informes previos a la concesión de las patentes) o por los solicitantes.
Un informe realizado en 1991 y citado por estos autores contiene datos como los siguientes: A escala mundial, se
pone en evidencia que la farmacia es la actividad tecnológica más cercana a la ciencia, seguida de la química, de
la fabricación de maquinaria y de la electrónica. La tecnología de la actividad del transporte, inversamente, no
hace prácticamente ninguna referencia a las publicaciones científicas. Se observa además que el paso de la
ciencia a la tecnología es muy rápido en electrónica y en farmacia, y más lento en química. Desde la perspectiva
de la ciencia, el mismo informe identifica las disciplinas que más transferencias hacen a la técnica: Medicina
Clínica, Investigación Biomédica, Química e Ingenierías. En cambio, las patentes no hacen casi referencia a
artículos científicos en Biología, Ciencias de la Tierra y del Espacio y Matemáticas.
Pueden estudiarse indicadores como la vida media de los artículos citados en las patentes, o el número medio de
referencias de artículos que dan estos documentos. Ambos indicadores nos aportarán datos sobre el grado de
afinidad entre Ciencia y Tecnología. Dentro del sector agroalimentario (seguimos tomando datos de Callon et. al.),
la ciencia citada en el campo de los productos lácteos es mucho más reciente que la citada en el campo azúcar y
almidón. Puede colegirse, por tanto, que las investigaciones en el primer campo tienen interacciones Ciencia-
Tecnología más directas que en el segundo campo. También dentro del sector agroalimentario destaca el dato de
que las patentes pertenecientes al campo del tratamiento de carnes y pescados no citan ningún artículo científico.
Por otro lado, puede verse el comportamiento seguido por los distintos países: si las patentes de un país (en un
mismo campo tecnológico) citan muchos artículos científicos y las de otro país no citan prácticamente, pueden
también extraerse conclusiones interesantes. Como vemos, este campo de estudio tiene muchas ramificaciones.

4.2.10. Concesión de ayudas a la investigación

Muchas entidades, públicas y privadas (fundaciones, asociaciones, bancos, compañías de seguros, etc.) conceden
periódicamente ayudas a la investigación. Un estudio bibliométrico previo sobre la literatura científica y
tecnológica de un tema determinado puede ser interesante, revelando datos que servirán como elementos de juicio

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CAPÍTULO 1

para la realización de los baremos de puntos para valorar las solicitudes. Si una entidad va a invertir una cantidad
importante en ayudas, una pequeña parte de esa inversión puede destinarse a un estudio bibliométrico previo, que
aportará datos útiles para distribuir mejor las ayudas.

4.2.1 1. Mejora de la comprensión de los procesos sociales

CALLON et. al. (1995) incluyen en su libro un capítulo titulado Hacia nuevas aplicaciones. Opinan que, después
de haberse centrado en las actividades de investigación propiamente dicha, la cienciometría se vuelve hacia el
análisis de estos procesos colectivos para hacer el seguimiento de la movilización de la ciencia y la técnica. Así,
los instrumentos cienciométricos (como las técnicas bibliométricas) se incorporan al análisis de los procesos de
innovación, superando el objetivo de identificar temáticas y actores, para llegar al seguimiento de las interacciones
en las que los últimos participan para explicar los resultados a los que llegan. Teniendo en cuenta que la
innovación se produce por redes tecnoeconómicas, los instrumentos cienciométricos son útiles para caracterizar
estas redes, seguir su evolución y describir interacciones entre sectores.

[1] Por ejemplo, es habitual presentar una comunicación a un congreso, que será publicada en las actas del mismo.
Posteriormente, la misma comunicación, o ligeramente retocada, aparece como artículo de revista. Incluso puede ser que este
artículo pase luego a ser el capítulo de un libro, dado que actualmente se publican muchos libros que son compilación de varios
artículos de revista aparecidos anteriormente. Este proceso genera un alto índice de repetición de la información.

[2] Creemos que lo importante del trabajo de Bradford es recoger la idea de una distribución, o una dispersión, por zonas de
diferente densidad en cuanto a la productividad de las revistas con respecto a un determinado tema. Es decir, habría una serie
de zonas que recogiendo conjuntos aproximadamente iguales de artículos, necesitarían cantidades crecientes de revista (en el
estudio de Bradford, 9, 59 y 258 revistas). A efecto de las aplicaciones que posteriortiiente (capítulo 4) comentaremos, lo
relevante es que podemos hacer cálculos aproximativos respecto, por ejemplo, al número de revistas necesarias para cubrir un
porcentaje determinado de la demanda (básicamente, se necesitaría tan porcentaje relativamente bajo de revistas de un área para
atender un porcentaje alto de la demanda potencial). La cuestión
de la determinación del núcleo y las zonas sucesivas mediante un ajuste fraccionado de modelos matemáticos (potencial para el
núcleo -parte curva de la gráfica- y logarítmico para las zonas sucesivas -parte recta de la gráfica-), nos parece de una
complejidad innecesaria para una introducción a la Bibliometría. Por ello, en este libro daremos por válido el procedimiento de
dividir la cantidad total de artículos en varios conjuntos aproximadamente iguales (si la cantidad lo permite) y a partir de aquí
identificar un núcleo y varias zonas sucesivas de densidad decreciente. Este procedimiento es impugnado por Ferreiro por no
ser estricta y matemáticamente bradfordiano. Sin embargo, creemos conveniente sacrificar (provisionalmente, hasta alcanzar
cierto nivel de familiarización con las técnicas bibliométricas) la exactitud en aras de una mayor facilidad comprensiva. Si el
mismo Bradford erró en sus cálculos matemáticos, se puede recurrir a esta licencia para explicar de una manera sencilla la
dispersión de 1,i literatura científica. Licencia que es más discutible en el caso del experto.

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