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EMOCIONES ESPECÍFICAS

Las emociones en nuestra vida juegan un papel fundamental, nos permiten darnos cuenta qué está
pasando en nuestro interior, nos reflejan cuales son las dinámicas que se están dando en nuestro
mundo interno, si estamos felices o no, si estamos enojados o no, si lo que está pasando a nuestro
alrededor está generando una respuesta positiva o no y en la medida que tengamos la capacidad de
reconocer nuestras emociones, nuestros estados emocionales, como lo que está afuera nos está
afectando, en esa medida podemos tomar una decisión que es otro de los papeles de las emociones.

Hasta el momento no existe un consenso en el número de emociones básicas existentes, sin embargo,
para la mayoría de los autores existen ocho emociones básicas, de las cuales cuatro son primarias
(como ya vimos) y otras cuatro son secundarias.

Las secundarias, con su respectiva variedad de manifestaciones, son éstas:

1. Amor: aceptación, adoración, afinidad, amabilidad, amor desinteresado, caridad,


confianza, devoción, dedicación, gentileza y amor obsesivo.

2. Sorpresa: asombro, estupefacción, maravilla y shock.

3. Vergüenza: arrepentimiento, humillación, mortificación, pena, remordimiento, culpa y


vergüenza

4. Aversión: repulsión, asco, desdén, desprecio, menosprecio y aberración.

Otros teóricos consideran emociones básicas a las 8 mencionadas hasta ahora (primarias y
secundarias), y postulan que las emociones secundarias serían el resultado de fusiones o mezclas
de las más básicas. Izard, por ejemplo, describe la ansiedad como la combinación del miedo y de
dos emociones más, que pueden ser la culpa, el interés, la vergüenza o la agitación.

Plutchik ha expuesto una de las teorías mejor desarrolladas sobre la combinación de las
emociones. Utiliza un círculo de emociones, análogo al círculo cromático en el que la mezcla de
colores elementales proporciona otros. Cada emoción básica ocupa un lugar en el círculo. Las
combinaciones compuestas por dos emociones básicas se llaman 'díadas'. Las compuestas por
emociones básicas adyacentes en el círculo se llaman 'díadas primarias'; las compuestas por
emociones básicas separadas entre sí por una tercera se llaman 'díadas secundarias', etc.

En este esquema, el amor es una díada primaria resultante de la mezcla de dos emociones básicas
adyacentes: la alegría y la aceptación, mientras que la culpa es una díada secundaria formada por
la alegría y el miedo, que están separadas por la aceptación. Cuanta más distancia haya entre dos
emociones básicas, menos probable será que se mezclen. Y si dos emociones distantes se
mezclan, es probable que surja el conflicto. El miedo y la sorpresa son adyacentes y se combinan
directamente para dar lugar a un estado de alarma, pero la alegría y el miedo están separadas
entre sí por la aceptación, y su fusión es imperfecta: el conflicto resultante es la fuente de la
culpa.

Tanto las emociones primarias como las secundarias casi nunca se presentan aisladas, más bien
son una combinación de todas las familias de emociones básicas mencionadas. Por ejemplo, los
celos pueden ser una combinación de enojo, tristeza y miedo.

Las emociones secundarias nacen de la fusión de emociones primarias.


Los seres humanos tenemos 80 músculos faciales con los que podemos crear aproximadamente
700 expresiones emocionales, hasta el mínimo movimiento puede transformar una expresión
emocional en otra totalmente opuesta, como por ejemplo, sonreir y luego levantar una ceja.

Para Damasio y otros autores existen tres tipos de emociones:

Primarias: miedo, sorpresa, asco, disgusto, rabia, tristeza y alegría...

De fondo: entusiasmo y desánimo, que constituyen nuestro estado de ánimo de fondo a lo


largo del día.
Sociales o secundarias: vergüenza, celos, envidia, orgullo, culpa, enamoramiento, desprecio,
empatia. Se llaman así porque aparecen cuando hay una valoración, positiva o negativa, del
propio yo en comparación con cómo debería actuarse en una situación concreta o en un
contexto social determinado.

Las emociones sociales exigen tener una cierta conciencia de la propia "identidad” y de lo que se está
sintiendo desde un punto social afectivo. Damasio advierte que no siempre podemos determinar las
emociones sociales, porque "la cultura sólo puede modular la expresión de estas emociones y orientar
su manifestación de manera que un individuo acabe utilizando bien o mal su capacidad innata para
experimentar y expresar estados emocionales”

En este capítulo nos ocuparemos de las emociones sociales y tomaremos como referencia el trabajo
desarrollado por Mariano Chóliz mencionado en el libro de Psicología de la motivación y emoción
de Palmero.

Las emociones sociales a desarrollar son el enamoramiento, los celos, la envidia y empatía.

EL ENAMORAMIENTO

Ortega (1985) define el enamoramiento como "un estado anómalo de la atención”, "un estado inferior
del espíritu o una "imbecilidad transitoria”. Y ello porque en esta etapa se limita el raciocinio. El ser
querido ocupa el foco de la consciencia y moviliza una gran cantidad de energía para favorecer
aquellas que benefician de alguna manera a quien se ama.

La atracción es un requisito fundamental para que exista el enamoramiento. El enamoramiento se


caracteriza por dos tipos de sentimientos: eróticos y románticos (Yela, 2000). El enamoramiento
supone un acercamiento a la otra persona y la proximidad se favorece si aquella resulta seductora. La
seducción física será fundamental para que surja el enamoramiento y no sólo por el agradable
atractivo físico, sino porque culturalmente se asocia lo bello con lo bueno y con el éxito personal.

El atractivo físico puede potenciarse con perfumes, ropa u otro tipo de elementos corporales que los
provocan. Sin embargo, el físico no lo es todo, existen otros atributos que también facilitan el
acercamiento como son los atributos personales.

Para que el amor de pareja se consolide se requiere tres componentes fundamentales y son: la
intimidad, compromiso y pasión (Sternberg 1989, 1997).

En el motivo de la intimidad no aparecen los componentes negativos de miedo al rechazo, ni la


búsqueda de la relación por necesidad de resolución de problemas, sino que se pretende únicamente
aumentar la calidad y armonía de la relación interpersonal.
Los amantes desarrollan proyectos vitales conjuntos, se implican y se esfuerzan por conseguir
objetivos que se han marcado. Confían el uno con el otro. Están comprometidos. Es una decisión de
compartir con el otro. Se disfrutan juntos y prefieren la presencia del otro antes que de cualquier
persona.

En condiciones normales, y dentro de nuestro contexto socio cultural, el enamoramiento suele ser la
primera etapa del amor en pareja. No obstante, una vez que se ha establecido el vínculo entre las dos
personas, el enamoramiento puede disminuir o desaparecer finalizando la relación.

LOS CELOS

Es la percepción de que una relación significativa está amenazada y puede llegar a desaparecer o
deteriorarse como consecuencia de la acción de una tercera persona, con independencia de que dicha
amenaza sea real o imaginario.

Aunque la experiencia de celos más característica es la que se produce en una relación de pareja,
también aparecen celos en otras relaciones diferentes como de hermanos o compañeros de trabajo.

Dos de las funciones principales de las relaciones de amistad son: minimizar los conflictos y
suministrar experiencias reforzantes.

La exclusividad es característica solamente de la relación amorosa, pero no de la que se establece


entre amigos.

Los celos patológicos son un trastorno en el cual un individuo mantiene una convicción o creencia
anormal de que su pareja sexual es, o le será infiel. En este tipo de celos aparecen conductas en la
persona con celos obsesivos pensamientos infundados de engaño, acusaciones verbales,
interrogaciones, examen de ropa, contratación de un detective, riesgo de violencia doméstica,
sentimientos de inferioridad, baja autoestima o depresión.

Los celos son una experiencia emocional compleja, que resulta de la interacción de una serie de
circunstancias externas que amenazan a la estabilidad de la relación, pero la forma de reaccionar y
enfrentarse a la misma es fruto de características personales (formas de entender la realidad y
enfrentarse a la misma) que han sido adquiridas por aprendizaje en un contexto sociocultural
determinado.

LA ENVIDIA

Significa descontento con, o deseo de las posesiones del otro.(Bryson, 1977).

La envidia es una emoción social cuya valoración moral suele ser más peyorativa, hasta el punto de
que le es difícil que alguien admita padecerla, especialmente porque con ella se asume que se codicia
lo que tienen los demás y se desea su mala suerte, sino que, de alguna manera se reconoce una
inferioridad respecto a la persona que posee lo que se anhela.

Smith, Diener y Garozik (1990) construyeron una escala diseñada para medir propensión a
experimentar envidia, de la que obtuvieron tres factores y son: 1. Frecuencia e intensidad de las
experiencias de envidia de la persona, 2. Sentimientos de inferioridad y 3. Resentimientos y
percepciones de injusticia. La existencia de estos factores sugiere que las tendencias a sentirse
inferior a otros y la construcción de defectos en uno mismo está muy relacionado con la sensación
de injusticia.
Así, la experiencia de envidia se relaciona por la sensación de injusticia, hostilidad y sentimientos de
inferioridad.

Se puede desear lo que otro tiene o querer vivir su experiencia, pero enojarse porque le sucede, es
también envidia. La envidia perjudica tanto al que la manifiesta como al que es envidiado, es un
sentimiento que causa sufrimiento.

EMPATÍA

La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar del otro y saber lo que siente o incluso lo que
puede estar pensando.

Las personas con una mayor capacidad de empatía son capaces de captar una gran cantidad de
información sobre la otra persona a partir de su lenguaje no verbal, sus palabras, el tono de su voz,
su postura, su expresión facial, etc.

Según Chóliz, se puede distinguir tres cualidades notorias en la empatía y son:

a) la capacidad para comprender a los demás, ponerse en el lugar del otro.


b) ser capaz de reproducir un estado afectivo que sintonice con el que sienten y
c) ejecutar las conductas apropiadas que es preciso llevar a cabo para solucionar el problema
de la otra persona.

La empatía, favorece los comportamientos congruentes con la misma, que suelen relacionarse
positivamente con las conductas de ayuda (Hoffman, 1990; Bandura, Barbaranelly, Caprara y
Pastorelli, 1996), mencionados en el libro de Chóliz.

La experiencia socio emocional es un factor clave para facilitar la empatía, al favorecer tanto la
comprensión de las claves emocionales, como la adquisición de roles, o la ampliación de la gama de
estímulos evocadores de las reacciones afectivas.

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