En el domicilio
Retos para el paciente oncológico
Montse Moreno-Zazoa y Agustí Pedro Olivéb
a
Departamento de Psicología Evolutiva de Educación. Facultad de Psicología. Universitat de Barcelona. España.
b
Servicio de Oncología. Hospital Plató. Barcelona. España.
El paciente oncológico requiere unos recursos cognitivos, emocionales y sociales, así como una
serie de comportamientos prácticos para afrontar activamente la enfermedad; los tratamientos
complementarios como la alimentación, el ejercicio físico, la meditación, la acupuntura, etc.,
puedan ser de gran ayuda para intentar que aquélla no merme su calidad de vida.
El diagnóstico oncológico y sus consecuencias
El primer reto al que se enfrenta el paciente es el del diagnósti-
co. El paciente experimenta una incertidumbre emocional que
puede ir desde el shock a la incredulidad, rabia, desesperación,
sentimiento de injusticia, de culpa, la búsqueda de una explica-
ción, etc. A medida que se enfrenta a esta nueva realidad, sus
sentimientos oscilan a otros más adaptativos que le ayudarán
a reubicarse ante esta situación adversa. El paciente debe en-
carar la enfermedad con la máxima información posible, y ésta
debe ser nítida para evitar caer en explicaciones metafóricas.
El equipo multidisciplinario que atiende al paciente debe man-
tener una buena comunicación que facilite preguntar dudas y
expresar todos los miedos. La ayuda psicológica le permite ex-
presar emociones, buscar las mejores respuestas individuales
posibles, aceptar la enfermedad y aprender a convivir con ella.
Uno de los mayores miedos del paciente es la recidiva. El
miedo al diagnóstico y a los tratamientos es fácilmente contro-
lable, ya que durante todo este proceso acude periódicamente
al hospital y se siente permanentemente protegido. En la fase
de seguimiento, algunos pacientes se incorporan rápidamente
a su ritmo de vida habitual, intentando “pasar página” y recu-
peran con facilidad su seguridad y autoestima. Sin embargo,
otros se sienten desprotegidos, empiezan sus miedos e insegu-
ridades y pueden caer en una fase depresiva impensable meses
atrás. Es importante que el paciente conozca desde un inicio
que durante la etapa de seguimiento nunca estará solo. Ha de
saber que continuará, durante años, las visitas periódicas a su
oncólogo, con pruebas complementarias y que éstas generarán
ansiedad y miedo.
La familia y los amigos
La enfermedad también tiene repercusión en el entorno del
paciente. La familia y los amigos van a consolidarse como un
“clan” alrededor del enfermo que le sostendrá y protegerá ante
la enfermedad y sus consecuencias. Le ayudarán a crear un
microcosmos protector, afectivo y comunicativo a su alrede-
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dor. Cuanto mejor sea el conocimiento que tengan sobre la en-
fermedad y su evolución, mejor será la atmósfera que rodee
al paciente. Todo ello le beneficia y repercute también en los
acompañantes, haciéndoles ganar seguridad y tranquilidad en
todo el proceso en que están involucrados.
Conocer la respuesta de la pareja o personas más cercanas
al enfermo puede ayudar a los profesionales en el momento de
plantear cuestiones sobre el diagnóstico, tratamientos, revisio-
nes, evolución, etc. En casos de personas viudas o sin pareja
estable es adecuado explorar la situación personal y social del
paciente, ya que esto influirá en su respuesta ante la enferme-
dad.
En ocasiones esta situación tan adversa puede generar situa-
ciones de encuentro, actitudes reparadoras y de aprendizaje
entre las personas que están implicadas, cualquiera que sea la
situación familiar, de amistad y social con el paciente. En caso
de dificultades y bloqueos por parte del enfermo o de sus fa-
miliares, los profesionales del equipo interdisciplinario que le
atienden pueden ayudar a mejorar la interacción, la comuni-
cación, las expectativas hacia un futuro cercano, la manera de
vivir y de significar la vida a partir de ese momento.
Equipo multidisciplinario:
la interacción comunicativa
El paciente y su entorno establecen diversas interacciones co-
municativas con los profesionales que les atienden, algunas de
las cuales van a ser de por vida. Establecer una buena comu-
nicación es de gran importancia para que el paciente encare la
enfermedad lo mejor posible, atendiendo a sus posibilidades y
actitudes como ser humano. Esto se pone de manifiesto me-
diante la comunicación empática que se basa en la habilidad
para sintonizar emocionalmente con la situación del enfermo.
Esta interacción debe tener en cuenta tanto la comunicación
verbal, que por medio de la entonación marcará la intencio-
nalidad del hablante, como la comunicación gestual: miradas,
sonrisa, expresiones faciales, aproximaciones táctiles (dar la
mano, estrechar el brazo, etc.); todo ello explicita la informa-
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ción, facilita la interacción, da muestras de cariño y mantiene
abierto el flujo comunicativo. El oncólogo debe tener en cuenta
todos estos aspectos básicos de la interacción comunicativa.
La comunicación empática facilita que el paciente se en-
frente mejor al proceso de la enfermedad y pueda preguntar
con mayor facilidad acerca de su evolución, aceptar mejor la
situación adversa que le ha tocado vivir y, en muchos casos,
también pueda valorar y decidir, junto con su oncólogo, qué
tipo de tratamiento es el más adecuado en su caso. Esta comu-
nicación empática le ayudará a convivir con la enfermedad y su
evolución de manera digna y cualitativa. Esta mejoría tendrá
consecuencias positivas en la familia, los amigos y en cualquier
ámbito social en el que el paciente se mueva, facilitándole su
ubicación ante esta nueva situación.
Terapias complementarias
Las terapias complementarias ayudan al paciente a manejar
mejor los efectos secundarios de los tratamientos convencio-
nales y a conseguir una mayor relajación y reducción del es-
trés. Una terapia complementaria no se debe proponer nunca
como una cura o un tratamiento frente a la propia enfermedad,
sino para ser utilizada conjuntamente con los tratamientos con-
vencionales, con la finalidad de regular los síntomas, obtener
mejoría y mejorar el día a día. Las más utilizadas se exponen
seguidamente.
Acupuntura
Es importante su utilización para reducir el dolor. También es
beneficiosa durante y después de los tratamientos de quimiote-
rapia y radioterapia, pues reduce algunos efectos secundarios
como la fatiga y las náuseas.
Alimentación
Es fundamental insistir en el valor de la alimentación y el estilo
de la dieta tras la enfermedad. Se deben mantener unos hábitos
de alimentación sanos; la dieta debe ser equilibrada, rica en
verduras, frutas, cereales y fibra y baja en grasas.
Ejercicio físico
Numerosos estudios relacionan la práctica de ejercicio físico
con una mejor tolerancia a los tratamientos oncológicos. Una
de las prácticas más fáciles es andar, pues genera un sentimien-
to de bienestar y mitiga el estrés, la ansiedad y la depresión. El
yoga y el taichí usan el movimiento, la meditación y la respira-
ción para mejorar la salud y el bienestar, reduciendo la ansie-
dad y el estrés.
Medicina natural china
Su utilización junto a los tratamientos clásicos occidentales
ayuda a disminuir los efectos secundarios de los tratamientos
oncológicos.
Estilo de vida
El estilo de vida debería permitir al paciente vivir con mayor
intensidad el día a día, tomar las riendas de cómo va a dirigir su
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vida y cómo va a convivir con la enfermedad. Incorporar pautas
para mitigar la angustia, buscar ayuda si es preciso, compartir
el miedo y las expectativas más inmediatas, encontrar técnicas
de relajación, disfrutar de pequeñas cosas, etc., son aspectos
necesarios para conseguir una mejor calidad de vida.
El paciente interactivo
Uno de los grandes logros que debe consolidarse en el futuro
es lo que denominamos “paciente activo-interactivo”. Es nece-
sario que el paciente tenga una información clara y real de toda
la secuencia de tratamientos, su indicación y sus efectos secun-
darios, así como sobre la posibilidad de aliviar ciertos efectos
secundarios con tratamientos complementarios. Es muy im-
portante que el paciente conozca todas las posibilidades y que
pueda participar en la elección del tratamiento. No se deberían
desaconsejar estos hábitos, tan sólo modularlos e incluso re-
comendar los profesionalmente contrastados (www.seom.com,
www.seor.es, www.cancer.gov, www.nuevaonco.com, www.
lavidasigue.com). Esta perspectiva tan interactiva puede dar
problemas, pero seguramente en la mayoría de las ocasiones
ayudará al paciente a conocer mejor su enfermedad. El pacien-
te informado hablará más con el equipo que lo atiende, lo que
clarificará aspectos de la enfermedad y acercará al médico y al
paciente a un itinerario conjunto, donde van a compartir algo
más que palabras que hagan referencia a tumores y tratamien-
tos. En general los pacientes bien informados y preparados aní-
micamente soportan mejor el tratamiento y se enfrentan mejor
a la enfermedad. J
A tener en cuenta
• El diagnóstico es un shock emocional que puede llevar
al paciente desde la incredulidad a la desesperación y
el miedo. Al poco tiempo deben aparecer sentimientos
adaptativos para una mejor reubicación a la nueva situación.
• La familia y los amigos deben crear un ambiente protector,
afectivo y al mismo tiempo comunicativo alrededor del
paciente. Deben tener información nítida de la enfermedad
y su evolución, lo cual consigue un ambiente de
tranquilidad alrededor del paciente.
• En cuanto al equipo multidisciplinario, una buena
comunicación empática con información clara facilita
la actitud del paciente frente la enfermedad. La ayuda
psicológica ayuda a expresar emociones y buscar
respuestas adaptativas.
Bibliografía recomendada
Buckman R. Com donar les males noticies. Una guía per a professio-
nals de la salud. Vic: EUMO; 2001.
Guinot JL. Entre el miedo y la esperanza. La experiencia de afrontar
el cáncer. Madrid: Alianza; 2004.
Jenkins V, Fallowfield L. Can communication skills training alter physi-
cians beliefs and behaviour in clinicals? J Clin Oncol. 2002;20:765-9.
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