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LA AUTOVALORACIÓN EN ADULTOS MAYORES

VARONES INSTITUCIONALIZADOS: UNA MIRADA


DESDE EL HOGAR DE ANCIANOS “PADRE
ACEVEDO”, DE MANZANILLO.

Extracto de la Revista de Psicología Online


www.psicologia-online.com
Autora: Lic. Marlien Rodríguez Figueredo.
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Resumen
“La autovaloración en adultos mayores varones institucionalizados: una
mirada desde el hogar de ancianos “Padre Acevedo”, de Manzanillo”, se
inscribe entre las investigaciones que responden en la actualidad al reto de
abordar con fundamentos científicos la adultez mayor como etapa del
desarrollo humano. El presente estudio, centrado en la comprensión de la
senectud a través del enfoque histórico cultural, toma como referencia el
paradigma cualitativo de investigación para caracterizar la formación
motivacional objeto de estudio. Ello representa una de las principales
aportaciones de la indagación, lo cual se subraya al realizarse desde un
enfoque de género, respondiendo a las tendencias contemporáneas de las
investigaciones en Psicología. El proceso investigativo se realizó a través de
un estudio de casos múltiples, en el mismo se emplearon métodos de los
niveles teórico y empírico del conocimiento, así como técnicas que
contribuyeron a dar cuenta de la configuración de la autovaloración en los
adultos mayores institucionalizados en el hogar de ancianos “Padre Acevedo”,
de Manzanillo en la provincia de Granma. Los principales resultados obtenidos
revelan que la autovaloración de los senescentes se configura negativamente.
La constitución de la esfera valorativa de los ancianos expresa, a través de sus
contenidos, la trama de sentidos psicológicos asociados con el
autoconocimiento y los proyectos de vida que se implican en la autorregulación
y regulación del comportamiento de dichos sujetos; asimismo denotan las
construcciones psicológicas en torno a la “vejez” y la “institucionalización”
inscritas en el imaginario social.
Summary:
“Auto appraisement in older adult males institutionalized: a glance since the
home of stricken in years “Padre Acevedo” of Manzanillo”, is registred among
research that answer in this very moment to the challenge to run into with
foundation cientific the older grown up as the stage of development of human.
The present study is based in the comprehension of the old age through
historical cultural focusing, take as reference the cualitative paradigm of
researching to characterize the momentional formation objet of study. It
represents one the main contribution of the inquiring, so that it is underlined
cause has been done taking into account the gender, answering to the
tendency of this time of researching in sicology. The proces of research was
realized through a study of several cases, in it were employed methods of
levels teorical and empiric of the knowlegment, so as technic that contributed to
give information of configuration of auto appraisement in the older grwnup
institutionalized in the Home of Stricken “Padre Acevedo” of Manzanillo, in
Granma province. The main result obtained reveal that the auto appraisement
of the senescents is configured negatively. The constitution of the sphere
appraised of the old timer express through their contents the tram of sicologic
senses associated with the self knowledge and projets of live that are
implicated in the autoregulation and regulation of the behaviour of such
subjects; likewise denotes the constructions sicologics around the “oldness”
and the “institutionalization” registered in the social imaginary.

Introducción
El advenimiento del siglo veintiuno ha sido signado por la tendencia al
envejecimiento in crescendo de la población mundial; ello se refleja a través de
las estadísticas sociodemográficas en un patrón cercano a la octava parte del
total de habitantes del planeta. Este panorama cobra particular relieve en los
países desarrollados, entre ellos se destacan los del continente europeo, así
como Estados Unidos y Canadá. Cuba, con una población anciana que rebasa
en la actualidad el 14 % de sus habitantes, se considera uno de los más
envejecidos de América Latina y el Caribe.
En el ámbito cubano se asiste al fenómeno del envejecimiento sistemático de
la población. Entre las principales causas delimitadas por la comunidad
científica se citan: la disminución de las tasas de fecundidad y natalidad, el
aumento progresivo de la esperanza de vida al nacer, la disminución de las
tasas de mortalidad peri y postnatal del infante, el control y la prevención de
las enfermedades más frecuentes en la vejez, así como la educación acerca
de los factores de riesgo considerados como responsables del envejecimiento
precoz y muerte prematura 1.
El espectro sociodemográfico nacional sitúa a la población envejecida como
grupo vulnerable; siendo así resulta un imperativo de la época la atención
prioritaria a este sector poblacional. Luego, el abordaje de la adultez mayor
exige la transdisciplinariedad para responder a las demandas del complejo
entramado de su desarrollo. La Psicología, en tanto ciencia explicativa de la
condición humana, no puede estar ajena a las dinámicas de desarrollo del ser
humano. De este modo, constituye un reto el estudio de la vejez como
auténtica etapa del desarrollo humano. Cabe señalar que los estudios al
respecto si bien no son recientes, carecen de un abordaje sistémico en la
literatura científica, ygrosso modo aluden a una visión reduccionista de la
trama personalidad – edad – desarrollo. Sobre este tema, cobra vigencia el
acervo vygotskiano por cuanto enfoca el “desarrollo” como matriz de la vida
humana. Desde una perspectiva histórico – culturalista se realiza la presente
investigación sobre la configuración de la personalidad del adulto mayor en
condiciones de institucionalización.
El incremento del número de ancianos en conjunción con la dinámica de la
familia cubana actual, ha provocado el aumento de las solicitudes para recibir
los servicios de los Hogares de Ancianos. Esta institución en el municipio de
Manzanillo exhibe una población senescente superior en relación con períodos
precedentes. Actualmente hay 160 ancianos institucionalizados de forma
permanente y 25 que se encuentran semi-internos debido a la falta de
capacidad del centro. Una mirada a las características organizacionales y
funcionales de la institución para la promoción del desarrollo y crecimiento
personal del individuo anciano implica profundizar en la misión de este
escenario ubicado en los niveles primario y terciario de salud.

Esta investigación se inscribe en los estudios pioneros en el contexto cubano


acerca de la configuración personológica del individuo anciano, en particular
de los individuos que gestan su desarrollo en condiciones de
institucionalización. El presente estudio, tomará como referente el análisis de
la autovaloración a partir del contenido que dicha formación motivacional
aporta sobre las peculiaridades evolutivas de la personalidad del sujeto sobre
la base de las características de su situación social del desarrollo. El sustrato
de esta indagación gira en torno a las especificidades de la configuración de la
posición social del senescente, que a nivel psicológico vivencia a la red familiar
como principal objeto satisfactor de sus necesidades de comunicación y
afecto, que al ser “suplantadas” en el entorno institucional se hipertrofian y
cristalizan de forma negativa en su constitución autovalorativa.

Estar institucionalizado exige al anciano afrontar no solo los cambios


generados por el envejecimiento, sino adaptarse al nuevo medio y a la vida en
“grupo”. El nuevo ambiente social impone hábitos y costumbres diferentes a
las que el senescente debe acostumbrarse. Las características del
funcionamiento de este centro asistencial no siempre son congruentes con las
necesidades y expectativas de los sujetos que coexisten en la institución. Ello
puede reflejarse subjetivamente a través de la vivencia de sentimientos de
abandono, soledad, incapacidad. El anclaje de los aspectos negativos
inscritos en las representaciones sociales acerca de los Hogares de Ancianos
puede atentar contra la adaptación y aceptación por parte de los adultos
mayores del ambiente institucional. Todo ello se manifiesta en términos de
sentidos psicológicos en la personalidad del senescente y constituye un factor
de riesgo para el desarrollo de una autovaloración adecuada en la adultez
mayor.

Para la realización de esta investigación se tomará en consideración el


enfoque de género, por cuanto el género constituye – dados sus
condicionamientos e implicaciones – un prisma a través del cual se re-crea la
realidad psicológica. De este modo, si bien la personalidad es única e
irrepetible así como la configuración de los sentidos subjetivos, ello se subraya
de un género a otro a partir de las cargas socioculturales que matizan su
conformación. Siendo así, se justifica este estudio en la población masculina
del Hogar de Ancianos “Padre Acevedo”, del municipio Manzanillo en la
provincia de Granma. Tal decisión obedece a que son los ancianos varones de
acuerdo a informes científicos los que reflejan menos recursos personológicos
para afrontar los eventos vitales de la senectud, asimismo se consideró la
superioridad numérica de los varones institucionalizados (69,38 %). A partir de
tales presupuestos se diseña esta investigación sobre la base del paradigma
cualitativo de investigación:

Problema científico:¿Cuáles son los rasgos que caracterizan la


autovaloración de los adultos mayores varones institucionalizados en el Hogar
de Ancianos “Padre Acevedo”, del municipio de Manzanillo en la provincia de
Granma?
Objetivo general: Caracterizar la autovaloración de los adultos mayores
varones institucionalizados en el Hogar de Ancianos “Padre Acevedo”, del
municipio de Manzanillo en la provincia de Granma.
Desarrollo
La investigación en el campo psicológico exige el análisis de los significados e
interpretaciones de los sujetos implicados en el proceso objeto de estudio. Es
necesario además tener en cuenta el medio sociocultural en el que se
desarrolla cada individuo estudiado. Es por esto que cualquier investigación
psicológica debe asumir una epistemología que explique los descubrimientos
empíricos y permita la comprensión de la conducta humana.

El presente estudio, para abordar la configuración de la autovaloración en los


adultos mayores varones institucionalizados asume como directriz el esquema
de análisis del enfoque histórico cultural. Esta perspectiva posibilita abordar al
anciano (sujeto), desde los procesos de desarrollo que acontecen en este
estadio evolutivo, valorando esta etapa como un momento de desarrollo a
partir de la valoración de las principales características de sus situación social
del desarrollo, tomando además como condicionante de la misma el hecho de
encontrarse institucionalizados.

L.S. Vygotski designa situación social del desarrollo a la “(…) combinación


especial de los procesos internos del desarrollo y de las condiciones externas,
que es típica en cada etapa y que condiciona también la dinámica del
desarrollo psíquico durante el correspondiente período evolutivo y las nuevas
formaciones psicológicas, cualitativamente peculiares que surgen hacia el final
de dicho período 2”.
Esta definición expresa una relación dialéctica entre aspectos externos,
referidos a las condiciones y características del medio, así como a las
relaciones y particularidades de la relación del individuo, expresado en
vivencias. El aspecto interno, da cuenta de los cambios naturales, la
percepción de estos y de la relación con el entorno, así como los procesos del
desarrollo humano en cada etapa de la vida. Cada nueva etapa implica una
nueva situación social del desarrollo, provocando que el individuo desempeñe
un rol determinado en la sociedad. Definiendo además, el conjunto de
actividades que más realiza y el sistema de comunicación que desarrolla. En el
caso particular del adulto mayor, este desempeña generalmente los roles de
padre-madre, esposo-esposa, abuelo-abuela.

Todo esto se expresa en vivencias, categoría que contribuye a comprender


cómo se expresa y tiene lugar esta compleja combinación de factores
biológicos, socioculturales y psicológicos. L.S. Vygotski define la vivencia
como una compleja relación afectiva del individuo con el medio, en la que se
integra lo adquirido en etapas precedentes y se expresan elementos
cognoscitivos de la relación. La vivencia es una “(…) unidad en la que están
representados, en un todo indivisible, por un lado el medio, es decir lo
experimentado (…) por otro lo que se aporta a esta vivencias y que a su vez
se determina por el nivel alcanzado anteriormente 3”.
Vygotski considera que los fenómenos psíquicos deben estudiarse como
fenómenos vivenciales, teniendo en cuenta los factores cognoscitivos y
afectivos. Estos factores en su conjunto son los que mediatizan y guían la
relación con el medio según la situación social del desarrollo del sujeto. Los
procesos afectivos influyen en los cognoscitivos, complementando y dirigiendo
los mismos; pero a su vez estos dirigen y provocan la reacción afectiva que se
refleja en el comportamiento.

Una visión histórico cultural del desarrollo en la adultez mayor.


La nueva posición social que asume el anciano está matizada por la especial
relación que establece con su familia y con sus coetáneos. El senescente debe
reorganizar su tiempo, así como sus actividades. Las tareas que realiza el
adulto mayor están determinadas por las exigencias sociales, por sus
intereses y las condiciones físicas que presenta.
La llegada a la adultez mayor implica afrontar cambios físicos y sociales de
gran repercusión psicológica. La actitud del anciano ante estos cambios
depende de la relación que posee con la familia. La literatura especializada
subraya en el ámbito interactivo del adulto mayor la importancia de la familia
como principal red de apoyo social, a punto de partida de su función como
“cuidadora de las generaciones más envejecidas”. Muchos estudiosos de esta
etapa de la vida consideran que la familia constituye la mejor garantía para el
bienestar del anciano, por lo que al encontarse conviviendo lejos del medio
familiar pudiera representar un factor de riesgo para su bienestar, aunque si
los hogares de ancianos cumplen con los fines que le dieron origen tributan a
una mayor calidad de vida de los adultos mayores.

Durante la vejez se asiste a eventos vitales asociados con pérdidas de corte


afectivo tales como la muerte del cónyuge, familiares, vecinos y coetáneos; el
casamiento de los hijos, la jubilación. La elaboración a nivel vivencial de dichos
eventos tiene determinado costo emocional para el individuo, lo que depende
de la actitud que el anciano asuma ante estos hechos inevitables. Muchas
veces aparece la depresión, el aislamiento, sentimientos de soledad y temor a
la muerte o al abandono como reacciones ante estos eventos. Sin embargo,
en otros casos se evidencia la elaboración de un nuevo proyecto de vida, de
nuevos planes para emplear el tiempo libre, manifestando el senescente
deseos de mantenerse activo. Esta última actitud reafirma que la vejez no
debe percibirse solo como un momento de pérdidas y sí como etapa de
adquisiciones y desprendimientos que vehiculizan el desarrollo a lo largo de la
etapa evolutiva.

Aunque el sistema de actividades que realiza el adulto mayor no está


formalizado rígidamente, se considera que predominan las actividades de
recreación y planificación del tiempo libre en combinación con las de carácter
doméstico. El sistema de actividades de este individuo depende del medio
sociocultural donde desarrolle su ancianidad y de las posibilidades de
desarrollo que este ofrezca. Las actividades del senescente definen y se
expresan en el sistema de comunicación que mantenga. De igual manera,
las competencias psicofísicas de este sujeto condicionan sus actividades. A
través de la comunicación el anciano expresa sus necesidades y motivaciones
y desarrolla sus recursos personológicos.
La neoformación caracterizadora de este estadio evolutivo lo constituye la
necesidad de autotrascendencia. Esta adquisición ocupa un lugar importante
en la jerarquía motivacional del anciano. La trascendencia como calidad de
todo lo que quedará una vez desaparecido físicamente el anciano actúa como
reguladora del comportamiento en la senectud; define todas las relaciones
sociales que el anciano establece y genera sentimientos de utilidad en el
senescente.
La nueva posición social del anciano está fuertemente marcada por los
cambios que definen su nueva posición interna, la que evidencia cambios en
los procesos cognoscitivos y afectivos. Estos se expresan fundamentalmente
en el deterioro de algunos órganos de los sentidos, la audición y la visión. Los
procesos de la memoria, el pensamiento y el lenguaje también reflejan ciertas
limitaciones. Con respecto a la sexualidad de la etapa puede señalarse la
adquisición de matices diferentes en relación con su expresión. Los ancianos
son más reservados en la manifestación de sus deseos sexuales, lo que está
influenciado por la “presión” de las expectativas y construcciones sociales
instituidas al respecto. William Master y Virginia Jhonson consideran que en el
desarrollo de la sexualidad del senescente influyen los estereotipos culturales,
el mal estado de salud y la falta de pareja 4.
Luego, el estudio de la autovaloración de los adultos mayores varones
institucionalizados en el hogar de ancianos “Padre Acevedo”, del municipio de
Manzanillo en la provincia de Granma, desde el punto de vista metodológico
asume el paradigma cualitativo, ya que constituye una modalidad
epistemológica de mucha utilidad por su carácter empírico, interpretativo,
holístico y empático. La insuficiencia de reportes vinculados con el tema, pese
a su necesidad, sitúa la presente investigación como un estudio de tipo
descriptivo. Se realiza un estudio de casos múltiple para el estudio de las
características que demarcan la configuración de la autovaloración del adulto
mayor varón bajo condiciones de institucionalización.
La descripción que se realiza en esta investigación sobre la autovaloración, se
fundamenta en el análisis de casos particulares. Para explicar las
especificidades de la formación psicológica objeto de estudio se tienen en
cuenta las características de la adultez mayor, ya que la muestra se ubica en
este estadio del desarrollo. Además se consideran las particularidades del
género masculino y las influencias de la institución en cada sujeto analizado.
Métodos y técnicas
Nivel teórico del conocimiento: análisis y síntesis e inducción y deducción.
Nivel empírico del conocimiento: método clínico.
Técnicas empleadas:mini Examen Cognitivo (minimental), entrevista, dembo
rubinstein, conflicto de diálogo, asociación libre de ideas, observación y
análisis documental.
Resultados
Caso No1.
Sujeto: CGG Edad: 64 años Sexo: Masculino. Escolaridad: 6to
grado.
(jubilado)
Estado Civil: Divorciado. Hábitos tóxicos: Fumar.
APF: No refiere. Familia de procedencia: Extensa
APP: HTA.
A partir del análisis del Dembo Rubinstein se perciben dificultades
autovalorativas en el anciano, determinadas fundamentalmente por la
incapacidad que presenta el sujeto de reelaborar su proyecto de vida en
función de las nuevas condiciones ante la institucionalización, las que
representan la frustración de los planes del futuro, en los que se expresaba el
desarrollo de la vejez en el contexto familiar. Esta insatisfacción con las
condiciones de vida actuales son expresadas además por el sujeto en las
diferentes entrevistas realizadas y en la percepción de su situación social del
desarrollo desde una posición pesimista, asociada a los criterios expuestos
sobre la vejez, la familia y los hogares de ancianos.

El sujeto presenta una autovaloración inadecuada por defecto, a pesar de


valorar adecuadamente y reconocer las causas condicionantes de su situación
social actual. La inadecuación de la autovaloración se fundamenta en el
insuficiente autoconocimiento que expresa, en las características y contenido
de sus relaciones sociales, así como en la ausencia de un proyecto de vida.
Esto por su parte muestra las dificultades de la función valorativa de esta
formación motivacional.

Su autovaloración refleja además pobreza de contenidos, ya que el sujeto


refleja una posición pasiva con respecto a sus necesidades e insatisfacciones,
las que intenta encubrir a través de mecanismos racionalizadores para ocultar
la repercusión que estas tienen a nivel afectivo en el desarrollo de su
personalidad. Además la conducta del anciano responde más a los patrones y
exigencias sociales que a sus verdaderos intereses. El adulto mayor presenta
inflexibilidad, lo que se expresa en la ausencia de la función autoeducativa de
la autovaloración determinada fundamentalmente por la poca receptividad que
refleja el sujeto con respecto a los criterios externos, manifestando rasgos del
carácter agresivos ante los criterios incongruentes con los suyos. La ausencia
de integridad en la autovaloración del senescente se expresa en la poca
tolerancia a la frustración del proyecto de vida que concebía su vejez en el
medio familiar y que provoca una actitud pasiva y pesimista ante la formulación
de un proyecto de vida.

Autoconocimiento: Este indicador refleja pobreza en su contenido, debido a


la ausencia de recursos personológicos que permitan al sujeto establecer una
mejor comunicación con los demás y controlar reacciones emocionales
negativas que afectan sus relaciones con los demás. Se expresa además en la
no movilización de la conducta del individuo a partir del reconocimiento de las
principales necesidades e intereses.
El pobre autoconocimiento identificado en el anciano se refleja en el
desconocimiento de las adquisiciones de la adultez mayor expresado en su
percepción negativa de la etapa “la vejez son los años que le caen a uno”, esta
afirmación muestra además una posición pasiva ante el proceso de desarrollo
que se produce en todo ser humano, en el que el individuo no es objeto y sí un
sujeto activo protagonista de los cambios que se producen en las diferentes
etapas del ciclo vital.
El sujeto refleja la presencia de necesidades, condicionadas sobre todo por la
condición de individuo institucionalizado. Según la teoría maslowiana se
identifican en el sujeto necesidades de afecto, afiliación y de reconocimiento.
Estas aparecen a partir de la percepción negativa del centro, lo que se
manifiesta a través de estados de ánimo ansiosos y depresivos generados por
las condiciones de la institución y por el escaso vínculo familiar que mantiene.

Las necesidades de afecto y afiliación son tratadas de compensar por el sujeto


a través de la relación con sus hijas y con su pareja. Estos vínculos obedecen
además a la preocupación que expresa el anciano por la opinión social y no
constituyen una fuente de gratificación afectiva para el sujeto, lo que se
demuestra además en la no identificación por parte del anciano de estos
vínculos como redes de apoyo y en los sentimientos de soledad que vivencia.

Socialmente está instaurado que los padres deben aceptar y amar a sus hijos,
esto constituye el móvil que justifica la relación del senescente con sus hijas
“a los hijos hay que quererlos pase lo que pase”. En esta afirmación se refleja
la mediatización social de la relación padre-hijo que establece y además se
evidencia la necesidad de un vínculo más afectivo con la familia, pues
independientemente de la actitud asumida por la hija al solicitar la
institucionalización del anciano, este la identifica como una figura significativa
para la satisfacción de sus necesidades de afecto y afiliación.

La relación de pareja que mantiene el anciano representa otro medio para


cumplir con lo exigido socialmente al hombre “demuestro a todos que estoy
vivo”. Esta relación representa la vía fundamental asumida para expresar la
masculinidad a través de la manifestación de la sexualidad y un medio para
canalizar la necesidad de reconocimiento social, a partir del cumplimiento con
las exigencias sociales al género masculino a través de la expresión de la
sexualidad, demostrando que los ancianos no son individuos asexuados.
Las relaciones con los coetáneos, constituyen otro medio para canalizar la
necesidad de reconocimiento identificada en el individuo. Este anciano no es
muy sociable y prefiere relacionarse con los ancianos de mayor edad, con los
que no presentan validismo o poseen otras limitaciones. En estas relaciones el
senescente asume el rol de cuidador, mostrando socialmente el mantenimiento
de capacidades y habilidades según el género masculino. Estas relaciones de
ayuda contribuyen además en el anciano a afrontar los sentimientos de
soledad que vivencia “los amigos aquí son necesarios porque estamos solos”.

Esta consideración del adulto mayor además demuestra la importancia que


otorga a las relaciones de amistad y sobre todo al valor de estas ante
condiciones de institucionalización. Se refiere además los sentimientos de
soledad vivenciados por el anciano y la no compensación de estos mediante
la relación con su hija y con su pareja, señalándose la relación con los
coetáneos como la vía que permite al senescente canalizar de forma más
efectiva los estados emocionales negativos asociados a estas vivencias.
El individuo no es capaz de identificar recursos personológicos que le permitan
mantener una comunicación adecuada con sus coetáneos. Presenta además
temor ante el proceso de envejecimiento, asociando este a relaciones de
dependencia, lo que influye negativamente en el equilibrio emocional del
senescente y se expresa en estados de ansiedad y depresión. Estos por su
parte afectan las relaciones interpersonales del senescente, el que muestra
poco control de sus reacciones emociones agresivas.

En relación a la proyección futura del anciano se manifiesta una posición


pesimista ante el futuro “el futuro es para los jóvenes”. El sujeto no tiene
definido un proyecto de vida, lo que a su vez está determinado por la
insatisfacción que refiere con respecto a la vida actual y a la frustración con
respecto al proyecto de vida elaborado en etapas precedentes “nunca pensé
terminar aquí”. Refleja desmotivación con respecto a su vida., así como una
actitud pasiva ante la misma, estableciendo una relación de dependencia de
su felicidad con respecto al logro de la felicidad de las personas significativas
para él: sus hijas y su pareja. Mostrando incertidumbre y pasividad con
respecto al futuro.

Caso 2
Nombre: JJA Edad: 65 años Sexo: M Escolaridad: 12mo grado.
(retirado)
Estado Civil: Divorciado. Hábitos tóxicos: Si, fuma.
APF: No refiere. Familia de procedencia: Monoparental.
APP: HTA e Infarto cerebral.
Los resultados de la aplicación del Dembo Rubinstein muestran las
deficiencias en la esfera autovalorativa del anciano, a partir de la valoración
inadecuada de la etapa del desarrollo en la que se encuentra el sujeto. El
senescente a partir de la poca tolerancia a las frustraciones que refleja,
presenta dificultades para emplear recursos personológicos que contribuyan a
la solución de conflictos que incluyen la preocupación actual en el sujeto
relacionada con su estado de salud y la prioridad motivacional instaurada en el
sujeto a lo largo del desarrollo de su personalidad.

El anciano refleja una autovaloración inadecuada por defecto, fundamentada


por la ausencia de recursos que faciliten su adaptación a las condiciones del
centro, lo que a su vez refleja un escaso autoconocimiento que se expresa en
la incapacidad para eliminar los estados de ánimo negativos asociados a las
dificultades adaptativas ante las condiciones de vida en el centro. La
inadaptación a la condición de institucionalizado se fundamenta además con la
poca tolerancia que refleja el senescente con respecto a la frustración
experimentada por la desvinculación laboral. Esto muestra falta de integridad y
de flexibilidad en la esfera autovalorativa del sujeto, a partir de lo cual se
justifica la posición pasiva que asume el senescente con respecto a su vida y
su futuro, manifestándose la función reguladora de la autovaloración que
presenta.

Autoconocimiento: Este indicador da cuentas de un sujeto que a pesar de


identificar sus principales necesidades, temores y frustraciones no reconoce
recursos que le permitan asumir una actitud activa ante las mismas. Tampoco
es capaz de elaborar mecanismos que le permitan el afrontamiento exitoso de
situaciones de conflicto y la eliminación de estados de ánimo negativos.
Además posee una autoimagen negativa, condicionada por la percepción
negativa de los Hogares de Ancianos y de las personas que allí conviven.
El sujeto presenta un profundo conocimiento de sus intereses, motivos,
temores y frustraciones. A pesar de esto mantiene una actitud pasiva, ya que
no moviliza su comportamiento en función de los motivos relacionados con sus
intereses y necesidades. Esto a su vez se refleja en el anciano en estados de
ánimo negativos y a través del aislamiento con respecto a los demás ancianos
institucionalizados.

El adulto mayor identifica sus principales intereses en relación a la prioridad


establecida por él en su jerarquía motivacional, representada por la actividad
laboral “el trabajo es mi vida”. El desempeño laboral ha sido a lo largo de la
vida del individuo el móvil fundamental de su conducta y la fuente generadora
de bienestar y satisfacción individual. La actividad laboral representa para el
sujeto la validación de su individualidad y la posibilidad de mantenerse activo y
demostrar socialmente sus capacidades y habilidades laborales.

Los resultados laborales del sujeto constituyeron la vía de compensación de la


inestabilidad y frustración en el área escolar, ya que comenzó tres carreras
luego de concluir el preuniversitario sin terminar ninguna de ellas, por lo que se
resigna a laborar como distribuidor de materiales. Actualmente el senescente
manifiesta insatisfacción con su vida, lo que está condicionado por la pérdida
del rol de trabajador a partir del infarto cerebral sufrido, el que es identificado
como un evento negativo con importantes consecuencias en la autoestima del
anciano. Este hecho es identificado como causa de conflictos, a partir del
reconocimiento por parte del sujeto del carácter delicado de su estado de
salud y del factor de riesgo que constituye el trabajo que realizaba en el centro
laboral al que estuvo incorporado durante más de 40 años. Sin embargo su
vida sólo adquiere sentido y significado luego de percibir el mismo nivel de
actividad y utilidad que vivenciaba durante su actividad laboral. Ante esta
contradicción el sujeto expresa estados depresivos, sin identificar recursos
personológicos que le permitan afrontar la situación y eliminar estas
emociones negativas dado el significado que para el sujeto adquiere la
actividad laboral y su estado de salud.

La salud del senescente constituye su principal preocupación, ante la que


manifiesta temor, sobre todo por la asociación que establece el sujeto entre el
mal funcionamiento orgánico y niveles elevados de dependencia. Esto se
manifiesta además en su temor ante el inevitable proceso de envejecimiento
del organismo y con respecto al futuro, condicionado además con la
percepción que refleja el anciano de la institución “es un manicomio”, el
senescente sobre todo presenta ansiedades condicionadas por estereotipos
que consideran la senectud como una etapa susceptible al padecimiento de
trastornos demenciales.

El anciano también manifiesta temor al fracaso, el que no solo se evidencia en


la actualidad, sino que ha sido un condicionante permanente de la pasividad
que ha reflejado durante todo su desarrollo personológico. Antes se reflejó en
la inseguridad y poca confianza en sus conocimientos al no terminar ninguna
de las carreras que comenzó y ahora se expresa en el temor a comunicarse
con su familia debido a la ansiedad que le provoca pensar que recibirá el
rechazo de esta y aunque el senescente considera el medio familiar como un
espacio favorable para su desarrollo adopta una posición conformista ante la
ausencia del vínculo con su familia.
El temor al fracaso también se expresa en el rechazo y la represión de las
necesidades sexuales del individuo. Este presenta gran preocupación por su
desempeño sexual, a partir del infarto cerebral sufrido e independientemente
de que los médicos consideran que puede mantener una vida sexual activa el
sujeto se niega la posibilidad de expresar su sexualidad. Esto responde
además al condicionamiento social de la conducta del anciano, ya que este
refleja temor a no cumplir con las expectativas sociales sobre la expresión de
la sexualidad masculina.

El anciano presenta insatisfacción con su vida, ya que aunque su rendimiento


laboral constituyó una fuente de bienestar y satisfacción, redujo la satisfacción
personal al rendimiento laboral, descuidando el desarrollo de la esfera familiar,
la que en el presente constituye un motivo de frustración en el anciano. Este
se lamenta por considerar que no cumplió adecuadamente sus roles de hijo y
esposo y por no haber aceptado tener hijos, lo que actualmente considera muy
importante. Los estados depresivos en el anciano y los sentimientos de
soledad que vivencia son consecuencias de su nueva posición social y de la
falta de identificación de redes de apoyo. Solo se identifica la institución como
red de apoyo formal que satisface de forma mínima las necesidades
materiales de los sujetos institucionalizados y no propicia el desarrollo
personal del adulto mayor.

Manifiesta necesidad de comunicación, ya que por ser un individuo reservado


no expresa sus temores, deseos ni insatisfacciones. Generalmente se
mantiene aislado del resto de los ancianos, presentando dificultades en el
proceso de adaptación y socialización ante las nuevas condiciones de vida. Es
además muy selectivo con respecto a la selección de sus amistades y en la
actualidad no manifiesta tener un verdadero amigo, reconociendo en el vínculo
con sus antiguos compañeros de trabajo verdaderas relaciones de amistad.
Este escaso vínculo social dentro de la institución acentúan las vivencias de
soledad referidas por el anciano. Ante estas se asume como vía de
compensación la incorporación a la religión bautista a pesar de no
manifestarse por el sujeto fe en la religión cristiana.

A pesar de que el anciano en su percepción de la senectud reconoce las


adquisiciones además de las limitaciones y pérdidas, identifica la etapa como
un momento sin proyectos, reflejando pesimismo y temor con respecto al
futuro ”los viejos no tenemos futuro”. Esta ausencia de un proyecto de vida en
sujeto responde además a su jerarquización de la actividad laboral dado el
significado que para el sujeto adquiere su rendimiento laboral. A partir de la
concientización de la pérdida del rol de trabajador el sujeto no identifica otro
motivo social que movilice su conducta ni de sentido a su vida.

Caso 3
Nombre: LRRP Edad: 77años Sexo: M Escolaridad: 6to grado.
(retirado)
Estado Civil: Divorciado. Hábitos tóxicos: Si, fuma.
APF: No refiere. Familia de procedencia: Extensa.
APP: Trombosis.
El sujeto refleja un autoconocimiento inadecuado a partir de la autoimagen
negativa, caracterizada por una percepción pesimista y negativa de la vejez,
etapa del desarrollo en la que se encuentra.” Es la enfermedad más mala”.
Compara los cambios y limitaciones que implica la senectud con los síntomas
y malestares de un mal estado de salud. No reconoce las adquisiciones de la
etapa en cuanto a experiencia y conocimiento por las vivencias acumuladas.
La identifica como un momento de pérdida e involución “soy un estorbo y una
carga”. Considera que las relaciones que mantienen los adultos mayores se
caracterizan por la dependencia del senescente con respecto a las demás
personas. Las relaciones que establece con su hijo constituyen una fuente de
ansiedad y frustración en el sujeto, pues considera que su existencia es un
motivo de preocupación para el este.

El sujeto presenta insatisfacción con su vida, determinada por la toma de


conciencia de las actitudes pasivas que con frecuencia ha asumido en relación
a sus necesidades y aspiraciones. Presenta bajos niveles de satisfacción
personal, determinado por la insatisfacción con el cumplimiento de los roles de
padre y esposo. Justifica la actitud del hijo al solicitar su institucionalización
con la poca afectividad de la relación que mantuvo con este luego del divorcio
con la madre de este. Otra fuente de insatisfacción está constituida por la
frustración de sus aspiraciones profesionales, al asumir pasivamente la
decisión de su padre que niega la posibilidad al sujeto de continuar
estudiando.
El sujeto presenta como principales necesidades: necesidad de afecto y
afiliación, pues el afecto que recibe de su hijo es insuficiente, con frecuencia
vivencia sentimientos de soledad y abandono. Otra de las causas de estas
impresiones la constituyen las dificultades adaptativas que presenta con
respecto a las condiciones de la convivencia en la institución. Reconoce
además la necesidad de seguridad que presenta, ya que la institución solo
satisface de forma mínima la necesidad de vivienda, generando en el sujeto
depresión y ansiedad debido a las insatisfacciones que mantiene en la esfera
afectiva.

El anciano identifica en la figura del hijo el objeto para compensar sus


necesidades de afecto y afiliación. Sin embargo, debido al insuficiente vínculo
que establece con este, el senescente mantiene altos niveles de insatisfacción
en su esfera afectiva. Ante esto, y como consecuencia de la mediatización
social de su concepción del mundo, emplea mecanismos de defensa para a
través de la racionalización de la conducta del hijo, justificar las actitudes de
este y afrontar los estados de insatisfacción que mantiene con respecto a los
niveles de ayuda que recibe de él.

Estas carencias afectivas se expresan en el sujeto a través de la depresión


que refiere vivenciar con frecuencia, pues a pesar de reconocer la institución
como un “hogar sustituto” y como el medio que impide una dependencia mayor
de su hijo, la convivencia en el centro acentúa las consecuencias negativas
relacionadas con la falta del vínculo familiar. El senescente no tiene sentido de
pertenencia con respecto a la institución y el convivir en el centro es la causa
fundamental de la insatisfacción con su vida actual.

Expresa además una percepción negativa del hogar de ancianos “es la última
carta de la baraja.” Considera mínimas las atenciones que brinda la institución,
la que no facilita el desarrollo personal del anciano ni la expresión de la
individualidad.

El anciano no identifica recursos personológicos que le permitan afrontar los


estados de ánimo asociados a la no convivencia en el medio familiar, el que
constituye el sitio donde este desearía permanecer. Manifestándose poco
control por parte del anciano de estas emociones negativas, lo que repercute
en las relaciones sociales del anciano con sus coetáneos.

El sujeto a pesar de ser muy sociable como consecuencia de los estados


depresivos prefiere aislarse de sus compañeros, por lo que la mayoría de las
veces permanece en su dormitorio. Las relaciones de amistad que establece
en el centro son muy formales y con poca implicación afectiva. Otro factor que
ha influido en esta actitud con respecto a sus coetáneos es la selectividad que
muestra en la elección de sus amigos ”tener un amigo significa confiar
ciegamente en él”.

En relación al futuro, el anciano no presenta proyectos de vida, hecho muy


perneado por la percepción negativa de la vejez que expresa, lo que impide
que el sujeto valore su futuro en términos de planes y aspiraciones. Expresa
un temor a la dependencia “no quiero ser una carga para nadie”. Esta
necesidad de independencia y validismo constituye la única causa por la que
el anciano prefiere convivir en el hogar de ancianos. Se percibe como un ser
en decadencia y refleja una posición pesimista con respecto a su único deseo
manifiesto que es convivir con su hijo.
De manera general el senescente presenta una autovaloración inadecuada,
dada la subvaloración que expresa la pobreza de contenidos valorativos
positivos, a partir de la concepción de la vejez a la par de los estereotipos
sociales como etapa involutiva, lo que a su vez se manifiesta en su falta de
proyecciones futuras. El comportamiento del sujeto da cuentas de la función
reguladora de su autovaloración a partir de la presencia en el sujeto de una
valoración negativa de la senectud. Esto se refleja a su vez en temor a la
dependencia y en estados depresivos que atentan contra la socialización del
individuo e influyen negativamente en el funcionamiento armónico y el
desarrollo de su personalidad.
Conclusiones
• La autovaloración se analiza como una formación motivacional que se
configura en la personalidad del anciano, teniendo en cuenta las
condiciones de la institución y las exigencias sociales referidas a la
expresión de la masculinidad. Su configuración se expresa en el
carácter negativo de la autoimagen del anciano, en la insatisfacción
con respecto a las condiciones de vida en la institución, en las
necesidades afectivas manifiestas y en la ausencia de motivos
sociales que movilicen la conducta del senescente.
• La autovaloración está constituida por diversas regularidades a través
de las que se expresan sus funciones valorativa y reguladora de la
conducta del senescente. Los elementos dinámicos que la integran
son resultado de la percepción negativa de la institución, de la
vivencia de soledad que frecuentemente experimenta el anciano ante
estas condiciones de vida y de la percepción negativa y poco
desarrolladora de la vejez. Estos elementos valorativos se integran en
la personalidad del anciano y constituyen el móvil fundamental de su
comportamiento.
• La configuración de la autovaloración en los adultos mayores
institucionalizados determina la posición que estos asumen con
respecto a su vida y se expresa en la pasividad que manifiestan con
respecto a sus necesidades insatisfechas, en el carácter superficial de
sus relaciones interpersonales, en su falta de motivación y en la
ausencia de proyectos de vida.
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